La lectura de este libro nos hace sumergirnos en los entornos diarios
de una empresa u organización y en cómo estos pueden ejercer sus funciones de jerarquía diariamente. Podemos observar cómo sin importar el sector o rama empresarial o el nivel de educación que estos presenten, existen incompetencias y que son asumidas por la sociedad de forma natural. Los vicios se van creando en el proceso de adaptación y percepción de cada uno de los que laboran en ese entorno.
También nos muestra como se ha habituado al ser humano a ser incompetente
por excelencia, abarcando todos los sectores y sentidos de la cotidianidad, tanto así, que ya lo vemos como algo normal. Si una persona se destaca por ser ordenado, previsor y competente, pudiera ser visto como un ser irracional.
En los ejemplos cotidianos se puede visualizar como las personas se han
acostumbrado a culparse y a señalarse, el libro nos ilustra en su introducción como las culpas son traspasadas. El banquero culpa a las escuelas, los maestros culpan a los políticos; los gobiernos y empresarios culpan a sindicatos; los ateos culpan a las iglesias y las iglesias culpan a los medios de comunicación, haciendo de eso un rechazo de aceptación de las realidades.
El Principio de Peter permite ver con múltiples ejemplos como la incompetencia y
como estas pueden ser resueltas. Existen casos de personas que llegan a la máxima escala jerárquica de su institución y siguen siendo competentes. Ellos son ejemplo de competencia en el cargo que ocupan, la vida, el tiempo o el azar; no les ha permitido escalar aún más para llegar a su nivel de incompetencia.