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INSTITUTO DE TEOLOGÍA PARA RELIGIOSOS

Facultad de Teología de la Universidad Católica Andrés Bello


Facultad de Teología Agregada a la Pontificia Universidad Salesiana
Dirección de Postgrado de Teología y Estudios de Segundo Ciclo

Profesor: Pbro. HERNÁNDEZ, Diego


Alumno: VIELMA MARTÍNEZ, Ricardo J.
Asignatura: El Horizonte Cristiano de la Humanización.
Carácter del trabajo: Informe
Fecha: 25-05-2021

EL PROBLEMA DE LA COMUNICACIÓN INTERPERSONAL,


DE PEDRO LAIN ENTRALGO
RESUMEN
A partir del intercambio de palabras en el encuentro noético de dos personas
en común, surge la incógnita sobre la auténtica comunicación interpersonal, y por
tanto, sobre el intercambio de realidades. No obstante, a lo que el término persona se
refiere, más allá de Boecio, los autores concluyen en definirle como el fundamento
del hacer y querer del individuo humano, constituido, según Zubiri, en su
sustantividad, es decir, como persona, en cuanto a su “yo” y su “mismidad”, ser
independiente, con su personeidad nata y su personalidad adquirida. Ahora bien, una
comunicación interpersonal, no sólo es coejecutar los actos y vivencias, como afirma
Scheler, o un mero compartir en modo diverso percepciones-vivencias internas y
externas, o una aprehensión afectiva, real u opinada desde un simple observar
inciertamente al otro en su libertad, sino que partiendo de la propia intimidad, se
forja el vínculo de la caridad, en palabras Agustinianas, un amor constante, en
coefusión correspondida, capaz de la autodonación. Esto es, dar algo del propio ser a
otra persona. Una comunicación interpersonal que, manteniendo por siempre y sin
confusión la originalidad y el ser personal, llegará a su culmen en la comunión.

VALORACIÓN CRÍTICA
El encuentro basado en el verdadero amor entre dos personas, que funda la
auténtica comunicación interpersonal, como nos explica Lain Entralgo, dado a partir
de aquella chispa de intersubjetividad, donde las conciencias personales se abren una
a otra, para darse y recibir, en una presencia expectante, que se convierte en
compromiso personal1, lleva a la fraternidad desde la filiación divina. Es que
conformando el hombre a tenor de su esencia una comunidad, vivirá su condición
fraternal, en tanto en cuanto en las obras de amor, refleje el mismo ser de Dios en él,
pues ha sido hijo antes que hermano, y hermano porque es hijo en Jesucristo. Esta
relación posibilita que desde su propio ser personal, se abra al tú, se entregue y a su
vez se alcance a sí mismo y se proyecte fuera de sí2. En pocas palabras agregaría
Karl Rahner, el hombre será persona, y por tanto sustentaría dicha comunión
interpersonal, “en la medida en que se abre al amor y servicio de otras personas”3.
Por tanto, en cualquier intercambio interpersonal, por más mínimo que sea, no estará
presente la mera aprehensión de imágenes e ideas, sino la donación del propio ser
personal, manteniendo la diversidad, siempre que el amor tenga presencia.

1
Cf. VÉLEZ, JAIME. El hombre un enigma. Antropología Filosófica (CELAM: Bogotá
2005), 246-247.
2
Cf. RUIZ DE LA PEÑA, JUAN. El don de Dios (Sal Terrae: Santander 1991), 384-389
3
RAHNER, KARL. Escritos de teología II. Dignidad y libertad del hombre (Taurus: Madrid
1967), 257.

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