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ANALISIS
Nietzsche plantea la duda sobre el conocimiento, ya que para este hace parte de
la invención humana refiriéndose a él como ´´inexistente´´ siendo solo para la
integración social.
La lógica es igual al método científico lo cual es totalmente verdad, él cree que el
conocimiento humano está en la capacidad de crear con la mente siendo este
subjetivo ya que cada persona es un mundo diferente, del mismo modo él afirma
que, “el conocimiento se acaba cuando la persona muere”.
La tradición filosófica alemana tenía los ojos lejos de la realidad, se podría decir
que no tenían los ojos en ninguna parte, porque no estaban viendo nada con ellos.
Por ejemplo, Kant, quien basa todo su sistema de conocimiento en algo intangible.
Nietzsche, en una suerte de inevitabilidad, devuelve la mirada filosófica al cuerpo,
su propuesta es a partir del cuerpo, es estética. ¿De qué otra forma podría ser
para alguien cuya existencia es un constante recordatorio de lo vivo que está y de
lo real de la sensación física? Pero, ¿cuál es su propuesta?
También hay que tener presente a la naturaleza, que es creadora, y que el arte es
lo más cercano que se tiene al proceso creador de la naturaleza. ¿Cómo es esto?
El arte lleva lo invisible a lo visible; lo que no es, a lo que es. Nietzsche afirma que
la filosofía debe imitar el arte, habla de una filosofía poética. Existe una regresión
a este punto en breve.
Propone un regreso al cuerpo, un recordar que donde no se puede salir de él. Una
afirmación del cuerpo, de la vida, de aquello que está presente. Como dice en el
apartado 341 de la gaya ciencia
CONCLUSIÓNES
Un escéptico no acepta ninguna verdad sin antes haber pasado por un sin número
de argumentos y validaciones; un escéptico acepta la verdad cuando no existen
argumentos o justificaciones que puedan invalidarla.
Miremos el escepticismo como el método sano para hacer crecer la ciencia, para
cuestionarnos y buscar en el día a día nuestra verdad, cuestionemos todo
continuamente; cuestionemos cada una de las ciencias que nos dieron el poder
sobre las leyes del planeta; la física, la química, la biología, entre otras, es el
cuestionamiento y la duda lo que nos lleva a lograr los avances en la ciencia, en la
industria y en la tecnología.
Friedrich Nietzsche relaciona la ciencia con las leyes naturales, critica
principalmente la forma como los científicos han concebido las leyes naturales que
sigue la misma tendencia de la modernidad, a reducir todo a un común
denominador; Nietzsche no fue considerado un “amigo” de la ciencia; puesto que
un amigo para él sería quien pudiera ser su verdadero enemigo, paradójicamente
o jocosamente esto nos lleva a concluir que tuvo que ver la ciencia como un
enemigo para considerarse amigo de la ciencia. La ciencia debe ir más allá de los
márgenes establecidos por la autorreflexión de la razón o por la lógica y teoría de
la misma.
Lo que nos propone Nietzsche es permitir acercarnos a una dimensión nueva de la
ciencia. Una ciencia que deje libre al pensador del lío de un conocimiento cuya
legitimidad se mide en términos de utilidad. Así, la idea de resultado va a
desaparecer para ser sustituida por la de respuesta. Una ciencia, algo efímera,
orientada a los espíritus libres.
Tener la mente abierta, tener una actitud serena frente al conocimiento y sobre
todo, no esperar nada definitivo o trascendental; buscar razones y no creencias;
llegar a resultados sin importar su utilidad y cuán modestos sean por esta razón
nunca será fuente de frustraciones; he aquí el mundo del conocimiento adonde
nos invita Nietzsche.
Habría sido ilusorio concluir que el libre pensamiento y el enfoque científico, como
son presentados por Nietzsche, habrían constituido una especie de solución que
habría permitido, como en un encanto, superar todos los obstáculos e
inconvenientes que se crean frente al proceso del conocimiento. Porque apenas
estos obstáculos se superan, otros se presentan; y estos son de tal magnitud que
dan al conocimiento un carácter trágico por ser insuperable. Desde luego, no hay
otra alternativa que aceptarlo y asumirlo como tal.
Nietzsche llega a confirmar que nuestro deseo de saber, de conocer; por ser
precisamente eso, un deseo, no puede ser en esta situación sino, inevitablemente
prisionero de nuestros instintos; y según el nivel de desarrollo de estos, luego se
entenderá la gran cantidad de limitaciones que exigirán a nuestra capacidad de
conocer y de saber.
La rutina de nuestros sentidos nos ha involucrado en una diversidad de emociones
fraudulentas que constituyen, a su vez, la base de todos nuestros juicios y
conocimientos. Por esta razón no se puede anhelar a un conocimiento de la
realidad. Dicho de otra manera, querer que nuestros conocimientos puedan llegar
a una objetividad es simplemente inviable.
REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS
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de Zurich Zurich-Suiza