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CONTEXTO HISTÓRICO

Friedrich Nietzsche nació en el 1844 y murió en el año 1900 vivió en una época
dominada por la sociedad burguesa. El periodo revolucionario inaugurado con la
Revolución francesa y que se extiende a lo largo de la primera mitad del siglo XIX
permite a la burguesía construir una Europa a su imagen. En la segunda mitad del
siglo, la fuerza de los nacionalismos da lugar a nuevos Estados: Alemania e Italia.

Las conquistas burguesas se fundamentan en el enriquecimiento causado por la


Revolución industrial, que se consolida desde 1830-40. Este proceso distanció a la
clase burguesa de la proletaria. Además, la necesidad de materias primas y de
nuevos mercados llevó a la colonización de África y Asia, y convirtió a las naciones
europeas en grandes imperios. El resultado del dominio burgués, del auge
industrializador y de la consolidación de nuevos Estados e imperios, es una Europa
impregnada de los ideales burgueses.

Políticamente, el siglo XIX se define por dos corrientes que justifican los intereses
de dos clases enfrentadas. El liberalismo de Adam Smith defiende la libertad
política y económica de la burguesía. Como reacción a las consecuencias negativas
del liberalismo para el proletariado, surgen en el último tercio del XIX las
políticas socialistas y anarquistas, cuyo origen encontramos en la filosofía
de Marx. Nietzsche no comparte ninguna de estas ideologías, que propugnaban un
final feliz para la sociedad humana, bien mediante la asociación del orden burgués
con el desarrollo científico-técnico, bien con la implantación de la sociedad
comunista.

El acontecimiento más importante en el campo de las ciencias biológicas fue la


publicación en 1859 de El origen de las especies de Darwin. La concepción que
Nietzsche tienen de la vida humana, junto con el tema del superhombre y la voluntad
de poder se relacionan con el evolucionismo darwinista, basado en la selección
natural.

Para Nietzsche la cultura de la época, excepto la música de Wagner, expresa la


decadencia que invadía la Europa burguesa. El simbolismo de la poesía
de Verlaine y Rimbaud manifiesta esa visión sin ideal ni ilusión. Pese a la ruptura
con la tradición y al rechazo de la burguesía, estos artistas poseen cierto carácter
aristocrático y elitista.

Oscar Wilde se convierte en el máximo representante del artista bohemio y del que
quiere convertir su vida en una obra de arte. Tal actitud alegre y jovial se refleja en
los cuadros de Degas y de Toulouse Lautrec. No obstante, esta aparente
despreocupación esconde la amargura ante la falta de valores sólidos, vacío que
también expresa el nihilismo de Nietzsche.
CONTEXTO FILOSÓFICO

En la segunda mitad del siglo XIX, el positivismo es el movimiento dominante, pero


a medida que el siglo avanza, nacen reacciones contra sus principios. Así surgen
el historicismo de Dilthey y el vitalismo, en el que se sitúa al propio Nietzsche.
Ambas corrientes pretenden comprender la realidad más allá de la explicación
científica.

El positivismo de Comte identifica la razón con la razón científica, y la verdad


científica con el modelo de verdad. Se trata de una visión de la realidad que se
centra en los hechos objetivos de la ciencia. Nietzsche se opuso a este ideal, ya
que para él la ciencia se basa en presupuestos extra científicos y ha sacralizado el
mundo matemático, muy distinto del caótico mundo real. La realidad es un conjunto
de interpretaciones.

Su filosofía se presenta como una radical crítica al pensamiento que va desde


la Ilustración hasta el idealismo de Hegel: la fe en la razón, en la ciencia, en la
autonomía y la libertad, en la historia como progreso y en la educación. Para
Nietzsche la ilustración asume los mismos valores que el cristianismo: la verdad,
la bondad y la belleza. Y el positivismo no sería sino un paso más en la misma
dirección.

Las teorías de Freud se oponen a la tradición racionalista. El psicoanálisis concede


una decisiva importancia a los instintos y a la libido para explicar la personalidad. El
principio del placer rige la vida del ser humano, y la represión o satisfacción de este
principio determina qué somos y en qué nos convertimos. Esto supuso una
conmoción y una crítica a la sociedad “neurótica” de su época.

Otro crítico de la visión ilustrada de la vida es Schopenhauer. Defendió que el


mundo es nuestra “representación” de él, una representación que es fruto de la
organización, mediante las categorías del entendimiento, del material
proporcionado por las percepciones. Este mundo que nos representamos es
esencialmente “voluntad” de existir, ansia de perdurar en el ser. Esa voluntad es lo
que explica todo movimiento, toda acción, todo cambio que se produce en el mundo.
Por eso, el mundo es “voluntad y representación”.

El papel que Schopenhauer atribuye a la voluntad será una influencia decisiva en


Nietzsche. Con Schopenhauer la razón deja de ser lo que nos define, y se convierte
en un instrumento al servicio de nuestro instinto por perdurar en la vida. Además,
Nietzsche asume de este autor su crítica a la concepción ilustrada de la historia
como progreso y su visión cíclica del devenir. Pero Nietzsche se separa de su
pesimismo, proponiendo un sí rotundo a la vida.
Teoría del Conocimiento

Para Schelling el primer principio de la filosofía y el objeto del idealismo


trascendental es el acto absoluto de la autoconciencia, que es el acto de síntesis de
la multiplicidad o pluralidad de fenómenos de la realidad y gracias al cual el Yo o
espíritu llega a ser objeto para sí mismo.

Esta autoconciencia del espíritu, donde el espíritu llega a ser consciente para sí
mismo, es “el primer principio, pues, es un saber incondicionado, subjetivo, ya que
es una identidad, y a la vez es un saber real, objetivo, ya que es una síntesis donde
el objeto y concepto, ser y representar, intuido e intuyente, coinciden.”

Ésta es una actividad a través de la cual todas las demás manifestaciones [objetos
del mundo] son realidades limitadas necesarias para que el espíritu llegue a ser
consciente de sí.

El acto absoluto de la autoconciencia es una unidad de oposiciones que se da de


manera consciente, es “una identidad de la totalidad fenoménica: es el sentido total
de la realidad.”2

Schelling identifica el principio del ser con el del saber, porque dice que “no puedes
poner un saber, sin que al mismo tiempo e inmediatamente pongas un ser, lo mismo
que no puedes poner un ser sin que simultáneamente e irremediablemente
establezcas un saber.” “El ser (la materia), considerado como productivo, es un
saber, el saber, considerado como producto, un ser.” El saber pertenece al ámbito
de la autoconciencia.

Antes de continuar con la explicación es necesario indicar que la teoría del


conocimiento y la filosofía de la naturaleza se encuentran en la más estrecha
relación, ya que la teoría del conocimiento quiere demostrar que a partir del sujeto
o inteligencia se deriva el objeto o las cosas del mundo; y la filosofía de la naturaleza
quiere explicar el desarrollo de la misma naturaleza hasta llegar a la inteligencia.
“Ambas tareas, que a primera vista podría parecer que se contradicen, están, en
verdad, correlativamente en estrecha vinculación, constituyendo una unidad
inextricable de condicionalidad recíproca.”5
Schelling explica el acto absoluto de la autoconciencia por medio de tres
actividades:

 la primera es una actividad expansiva, que expresa la tendencia del espíritu


a afirmarse a sí mismo, ya que el espíritu es originariamente puro producir
que se conduce hacia el infinito. Éste es el elemento objetivo del espíritu o
Yo, y en este momento, es lo único en sí que hay.
 La segunda actividad se presupone de la primera, y, por tanto, va en
dirección contraria. Es una actividad negativa que expresa la tendencia del
espíritu a reflexionar sobre sí mismo, es decir, a reflexionar sobre sí. De la
misma manera que la anterior, es también infinita, pero es la que origina toda
limitación ya que, al ser contraria a la primera, la detiene. “Si el Yo [espíritu]
ha de explicarse enteramente a partir de sí mismo, la limitación, que es
condición de la conciencia, proviene de él y no de una cosa en sí o de un No-
Yo.”6

El espíritu siempre aspira a llegar a ser objeto para sí mismo, y éste es ya su límite;
límite que es necesario para poder llegar a la conciencia.

 Por último, la tercera actividad que se había mencionado oscila entre la


primera y la segunda y las mantiene; porque si no estuviera esta tercera
actividad las otras dos, por ser opuestas, se aniquilarían por sí mismas.
Entonces, lo que resulta es una identidad de relaciones opuestas.

Todo el conflicto no desaparece, sino que debe de permanecer para que dé lugar al
despliegue de la realidad fenoménica. Este conflicto se reduce por un instante, y
después renace, y así sucesivamente hasta el infinito.

Para llegar a conocer la unidad originaria, y, por tanto, conocer lo que proporciona
verdad al sistema del Idealismo Trascendental, es necesario un acto inmediato, que
rebasa la temporalidad, es decir, una intuición intelectual. Es intuición en tanto que
significa relación directa que no está mediatizada por el objeto; e intelectual en
cuanto a que significa que es activa, es decir, que produce su objeto. Mediante ésta
se logra la aprehensión de lo absoluto. “Schelling la refiere a todo conocimiento
trascendental; significa para él el sentido interior por el que se realiza toda reflexión
de la conciencia sobre su propia actividad.”9 Éste es un acto inmediato, una
intuición, aunque debe ser pensada como no sensible.

Esta intuición intelectual es llevada por Schelling hasta sus últimas consecuencias,
ya que con ella se descubre la libertad total que está por encima de cualquier ley o
norma.

En consecuencia, para Schelling lo más importante es la intuición.

Schelling divide el conocimiento en tres épocas o momentos, que son distintas


realidades de lo absoluto bajo un mismo aspecto, pero de manera finita o dentro de
la pluralidad, ésta es necesaria para que el absoluto aparezca, porque, como no
puede dividirse, cada aspecto o potencia debe ser en sí absoluta, y a su vez un
miembro de la totalidad. Estas épocas nos explican la historia del absoluto para
llegar a tener conciencia de sí mismo.

PRIMERA ÉPOCA

En esta primera época se trata de explicar y demostrar la formación del mundo


material, real gracias a una actividad del espíritu absoluto para llegar a tener
conciencia de sí mismo.
La primera época concluyó con la elevación del espíritu a la inteligencia, y con la
construcción de la materia;

SEGUNDA ÉPOCA

En esta segunda época surgen las categorías de espacio, tiempo, sustancia y


accidente, acción recíproca y causalidad. [Las únicas que dejó de las doce
categorías kantianas].

en esta época, de lo que se trata es de cómo el espíritu puede reconocerse o darse


cuenta de sí mismo como producto, es decir, cómo logra desprenderse de su propia
producción, llega a sobrepasarla y va más allá de ella, con la finalidad de que el
espíritu alcance a tener conciencia de sí, es decir, para llegar a ser un Yo.

TERCERA ÉPOCA

En esta tercera época se da el retorno del Yo [espíritu] a sí mismo, cuando se


identifica con el individuo.

Schelling termina esta época explicando y distinguiendo lo a priori [antes de la


experiencia] y lo a posteriori [después de la experiencia].

Nuestro conocimiento es fundamentalmente empírico [a posteriori], porque


concepto y objeto se nos aparecen [de manera sensible] como inseparables; pero
a la vez es a priori porque todo el producto proviene del Yo, y cuando dice que es
empírico se refiere a que no somos conscientes de este producir.

Afirma que todo saber puede ser a priori o a posteriori según nuestra manera de
captar el saber: si lo captamos de manera histórica es a posteriori, si lo captamos
de manera racional es necesario o a priori.

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