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Friedrich Nietzsche nació en el 1844 y murió en el año 1900 vivió en una época
dominada por la sociedad burguesa. El periodo revolucionario inaugurado con la
Revolución francesa y que se extiende a lo largo de la primera mitad del siglo XIX
permite a la burguesía construir una Europa a su imagen. En la segunda mitad del
siglo, la fuerza de los nacionalismos da lugar a nuevos Estados: Alemania e Italia.
Políticamente, el siglo XIX se define por dos corrientes que justifican los intereses
de dos clases enfrentadas. El liberalismo de Adam Smith defiende la libertad
política y económica de la burguesía. Como reacción a las consecuencias negativas
del liberalismo para el proletariado, surgen en el último tercio del XIX las
políticas socialistas y anarquistas, cuyo origen encontramos en la filosofía
de Marx. Nietzsche no comparte ninguna de estas ideologías, que propugnaban un
final feliz para la sociedad humana, bien mediante la asociación del orden burgués
con el desarrollo científico-técnico, bien con la implantación de la sociedad
comunista.
Oscar Wilde se convierte en el máximo representante del artista bohemio y del que
quiere convertir su vida en una obra de arte. Tal actitud alegre y jovial se refleja en
los cuadros de Degas y de Toulouse Lautrec. No obstante, esta aparente
despreocupación esconde la amargura ante la falta de valores sólidos, vacío que
también expresa el nihilismo de Nietzsche.
CONTEXTO FILOSÓFICO
Esta autoconciencia del espíritu, donde el espíritu llega a ser consciente para sí
mismo, es “el primer principio, pues, es un saber incondicionado, subjetivo, ya que
es una identidad, y a la vez es un saber real, objetivo, ya que es una síntesis donde
el objeto y concepto, ser y representar, intuido e intuyente, coinciden.”
Ésta es una actividad a través de la cual todas las demás manifestaciones [objetos
del mundo] son realidades limitadas necesarias para que el espíritu llegue a ser
consciente de sí.
Schelling identifica el principio del ser con el del saber, porque dice que “no puedes
poner un saber, sin que al mismo tiempo e inmediatamente pongas un ser, lo mismo
que no puedes poner un ser sin que simultáneamente e irremediablemente
establezcas un saber.” “El ser (la materia), considerado como productivo, es un
saber, el saber, considerado como producto, un ser.” El saber pertenece al ámbito
de la autoconciencia.
El espíritu siempre aspira a llegar a ser objeto para sí mismo, y éste es ya su límite;
límite que es necesario para poder llegar a la conciencia.
Todo el conflicto no desaparece, sino que debe de permanecer para que dé lugar al
despliegue de la realidad fenoménica. Este conflicto se reduce por un instante, y
después renace, y así sucesivamente hasta el infinito.
Para llegar a conocer la unidad originaria, y, por tanto, conocer lo que proporciona
verdad al sistema del Idealismo Trascendental, es necesario un acto inmediato, que
rebasa la temporalidad, es decir, una intuición intelectual. Es intuición en tanto que
significa relación directa que no está mediatizada por el objeto; e intelectual en
cuanto a que significa que es activa, es decir, que produce su objeto. Mediante ésta
se logra la aprehensión de lo absoluto. “Schelling la refiere a todo conocimiento
trascendental; significa para él el sentido interior por el que se realiza toda reflexión
de la conciencia sobre su propia actividad.”9 Éste es un acto inmediato, una
intuición, aunque debe ser pensada como no sensible.
Esta intuición intelectual es llevada por Schelling hasta sus últimas consecuencias,
ya que con ella se descubre la libertad total que está por encima de cualquier ley o
norma.
PRIMERA ÉPOCA
SEGUNDA ÉPOCA
TERCERA ÉPOCA
Afirma que todo saber puede ser a priori o a posteriori según nuestra manera de
captar el saber: si lo captamos de manera histórica es a posteriori, si lo captamos
de manera racional es necesario o a priori.