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ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

Tapa
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

Algunos instintos son demasiado poderosos como para negarlos.


En el último año, la veterinaria Abra Barrow ha pasado por algunos
cambios importantes: Ha dejado Manhattan para mudarse al pequeño
pueblo engañosamente tranquilo de Northside, abandonó a su infiel
marido y descubre que su marido la ha contagiado con el raro virus del
hombre lobo. Ahora, Abra finalmente está comenzando a sentir que ella
tiene su vida bajo control.
Excepto cuando la luna está llena.

De repente, Abra comienza a perder su temperamento - y sus


inhibiciones - incluso cuando el sol está brillando. Su nuevo hombre, Red
Mallín, cambiaformas experto en vida silvestre, parece saber más sobre
su estado de lo que le está dejando en claro, pero este está un poco
preocupado por las extrañas criaturas que han estado cruzando la
frontera dimensional.

Con sus hormonas sobrecargadas, Abra encuentra en sí misma la


liberación de la bestia de todos los hombres a su alrededor. Como la vida
en Northside se hace cada vez más peculiar - y más peligrosa - ella tiene
que decidir en quién se puede confiar, cuando ni siquiera está segura de
que puede confiar en sí misma.
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Argumento....................................................................................................................... 2
Capítulo 1......................................................................................................................... 5
Capítulo 2....................................................................................................................... 12
Capítulo 3....................................................................................................................... 19
Capítulo 4....................................................................................................................... 25
Capítulo 5....................................................................................................................... 35
Capítulo 6....................................................................................................................... 42
Capítulo 7....................................................................................................................... 53
Capítulo 8....................................................................................................................... 61
Capítulo 9....................................................................................................................... 67
Capítulo 10 ..................................................................................................................... 73
Capítulo 11 ..................................................................................................................... 76
Capítulo 12 ..................................................................................................................... 86
Capítulo 13 ..................................................................................................................... 93
Capítulo 14 ................................................................................................................... 105
Capítulo 15 ................................................................................................................... 117
Capítulo 16 ................................................................................................................... 126
Capítulo 17 ................................................................................................................... 131
Capítulo 18 ................................................................................................................... 135
Capítulo 19 ................................................................................................................... 141
Capítulo 20 ................................................................................................................... 148
Capítulo 21 ................................................................................................................... 155
Capítulo 22 ................................................................................................................... 161
Capítulo 23 ................................................................................................................... 175
Capítulo 24 ................................................................................................................... 183
Capítulo 25 ................................................................................................................... 191
Capítulo 26 ................................................................................................................... 195
Capítulo 27 ................................................................................................................... 202
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Capítulo 28 ................................................................................................................... 209


Capítulo 29 ................................................................................................................... 215
Capítulo 30 ................................................................................................................... 221
Capítulo 31 ................................................................................................................... 227
Capítulo 32 ................................................................................................................... 233
Capítulo 33 ................................................................................................................... 241
Capítulo 34 ................................................................................................................... 246
Capítulo 35 ................................................................................................................... 258
Capítulo 36 ................................................................................................................... 264
Epílogo ......................................................................................................................... 270
Agradecimientos ......................................................................................................... 275
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Manhattan no es el centro del universo.


Sólo se siente de esa manera. Pero fuera de la inmensa atracción
gravitacional de esa pequeña isla, hay muchos más reinos de existencia.
Desde el año pasado, he estado viviendo en la ciudad de Northside,
que está a dos horas de la ciudad, pero se adhiere a una realidad
alternativa. El invierno llega temprano y pone a prueba tu ingenio. La luna
es más que una presencia. Tu camarera regular no sólo sabe exactamente
lo que vas a pedir, también sabe cuánto dinero tienes en el banco local, el
estado de las negociaciones de tu divorcio, y tu historia médica completa,
hasta el nombre de la crema en la prescripción por la que acabas de
llamar a la farmacia.
Sin embargo, también hay secretos que son más fáciles de ocultar
aquí, amortiguados por los árboles y las montañas y la distancia. La
ciudad puede ofrecer una especie de anonimato íntimo, pero el campo
permite otras libertades.
La libertad de correr desnudo en el bosque, por ejemplo. Lo qué
hago cerca de tres días al mes, cuando la luna está en su plenitud. Tener
licantropía, al igual que tener hijos, te obliga a reevaluar las ventajas y
desventajas de vivir en un apartamento. Por supuesto, no estoy hablando
por experiencia personal aquí - no tengo hijos.
Pero a pesar de que acepto que estoy en mejor situación en el
campo, ha sido más que sólo un ajuste. Antes de que me mudara aquí,
tratando de salvar mi matrimonio condenado, había tenido un puesto
codiciado como interno de veterinaria en el Instituto Médico Animal, en el
Upar East Side. Y si bien la educación que había tenido estaba por encima
de la línea, tuve que desaprender un buen trozo de la misma.
En la ciudad, la gente no compra animales de compañía, ellos
adoptan niños sustitutos para llevar en bolsos grandes, o rescatan almas
gemelas suplentes que esperarán sin quejarse en casa todo el día, y luego
se saludan con afecto frenético al regresar a casa. Si a Basil el sabueso le
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da cáncer, nadie parpadea una pestaña para gastar miles de dólares en


atención médica, terapia física, una prótesis especialmente diseñada.
Por aquí, es una historia diferente.
Los perros son considerados animales de Northside, y pasan gran
parte del día fuera y desatendidos, con aventuras que sus humanos no
saben nada. Hay excepciones, por supuesto, pero en general, la gente del
campo ama a sus perros, aunque no los consideran como cuasi-humanos
cubiertos de pelo. Los Northsiders reconocen que el lobo reside en el
corazón de cada perro, no importa lo aparentemente domesticado que
esté. —No es un tipo de vida para un perro— es el veredicto de las
enfermedades más graves.
Mirando al rottweiler masivamente salpicado de sangre apestando en
mi consultorio, yo tuve que pensar quien lo tenía mejor: las mascotas de
la ciudad amadas que recibían una atención constante y cuidados, o sus
contrapartes del campo, que tenían la libertad de seguir sus instintos y
rodar en la descomposición de las entrañas de un venado.
—No veo o siento cortes o abrasiones, —le dije al dueño del perro,
una mujer delgada con ásperas manos de trabajo, la piel curtida y
cabello negro quebradizo y burlón. Su nombre era Marlene Krauss y ella
manejaba un salón de belleza en su casa. Podía sentir su medida a mi
larga trenza de color marrón de la forma en que un leñador mide el
tamaño de una secuoya. —De hecho, — le dije, controlando doblemente
las almohadillas de las patas de la gran rottweiler, —Yo no creo que esta
sea su sangre para nada. Queenie probablemente sólo se divirtió en algo
muerto.
—Oh, no me importa eso, — dijo Marlene. —Siempre se está
metiendo en algo. — Cuando ella se movió, tomé una bocanada de humo
de cigarrillo rancio y alguna versión de farmacia de Chanel Nº5. Si yo
hubiera sido completamente humana, la combinación habría sido lo
suficientemente fuerte para enmascarar los olores habituales de la oficina
del veterinario, la orina del gato, lejía, alcohol, y perro asustado. Si yo
hubiera sido completamente lobo, yo no habría hecho ningún juicio de
valor olfativo. Así como estaba, yo estaba justo en el centro de mi ciclo
menstrual, lo que significa que el olor de Marlene estaba encima de mi
nariz y mis nervios. —Entonces, ¿cuál es la razón por la que trajiste a
Queenie hoy?
Marlene golpeó los dedos cuidados con impaciencia en la mesa de
operaciones de acero. —Porque creo que está embarazada.
—Oh, —dije yo, momentáneamente desconcertada. Allí estaba yo de
nuevo, haciendo suposiciones urbanas. En Manhattan, la mayoría de la
gente no sabía que el mayor deseo de los perros era rodar sobre un
pútrido cadáver. Los expertos teorizan que los perros lo hacen para
disimular su olor propio de los depredadores como presas potenciales,
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pero viendo a los perros, se puede ver que hay una alegría salvaje, y
abandonada en rodar alrededor de algo verdaderamente clasificado.
Por supuesto, lo sabía por experiencia propia también. Pero trato de
no pensar en esa parte de mi vida durante mi jornada de trabajo.
Compartimentar, ese es el truco.
— ¿Y bien? ¿No vas a chequearla? — Su voz sonaba como si hubiese
sido alimentada con una constante dieta de cigarrillos y vidrios rotos.
—Por supuesto. — agachándome atrás, miré a Queenie, que al
instante me pasó la lengua en los labios. Maniobrando mi cara
poniéndome fuera del alcance de su lengua, puse mi mano sobre el
abdomen del perro y lo palpé. Sus glándulas mamarias estaban
hinchadas. — ¿Estabas tratando de reproducirla?
—No con un maldito coyote.
— ¿Crees que fue preñada por un coyote?
—Yo podía escucharlos gritar, y cuando fui a entrar a Queenie, me
encontré con que la cuerda había sido mordida. —Marlene salió a explicar
cómo no sólo había pagado un buen dinero para arreglar a Queenie con
un macho Rotty de sangre pura, y la cuota de estudio no era
reembolsables sólo porque Queenie se había conectado con un buen
ladrón, bueno para nada de los bajos fondos que ni siquiera era de la
misma subespecie. Tuve que morderme el interior de la mejilla para
evitar reír, porque no estaba segura de si Marlene estaba hablándome a
mí o a su perro, o a ambas.
Y entonces ya no fue más divertido, porque Queenie comenzó a
llorar. Ella le dio a Marlene una mirada patética, en partes iguales de
dolor y confusión. Probablemente me afectó más de lo que debería,
porque me había visto a mí misma de ese modo la mayor parte del año,
mientras que mi ex-marido me engañaba y criticaba y me infectaba con
algo que había contraído en las montañas de los Cárpatos.
Supongo que yo no había sido más inteligente que Queenie, que no
entendía lo que había hecho mal, siguiendo sus instintos, y ciertamente
no podía hacer la conexión entre la tarde ya olvidada con el señor Wile E.
Coyote y la desaprobación de su fría propietaria actual. Le pasé la mano
por el pelo corto, negro y sucio del grueso cuello de Queenie. Se me
ocurrió que una mujer que se tomaba el tiempo para aplicar calcomanías
de pequeñas flores en la parte posterior de cada uña debía ser capaz de
manguerear a su perra antes de traerla a la veterinaria. Me preguntaba si
Marlene había descuidado a su perro en otras formas también.
Yo todavía estaba en cuclillas al lado de Queenie, pero había dejado
de acariciarla por un momento. Ella me dio un codazo con el hocico
marrón claro y negro, y luego se apretó con todo su peso contra mi
hombro y brazo, tirándome sobre mis talones. Al igual que una gran
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cantidad de perros grandes, los rottweilers tienen un deseo innato de


apoyarse en los incautos. —Eres una chica buena, — le dije. Entonces,
antes de que Marlene pudiera estar en desacuerdo con este diagnóstico,
añadí mi opinión médica: —Se siente como si estuviera cerca de dos
meses.
—Maldita sea. Quise venir un par de semanas atrás, pero yo no podía
encontrar el tiempo. Bueno, nada más que hacer. ¿Cuánto tiempo tomará
para que la limpies?
Me incorporé para que yo pudiera mirar a los ojos de Marlene,
tratando de decidir cómo responder.
Había puesto fin a embarazos de animales antes, por lo general con
una píldora del día después o la inyección de la hormona. A veces la
madre era demasiado pequeña o demasiado joven para parir una camada
con éxito.
En otras ocasiones, había llevado a cabo el procedimiento, porque
había demasiados perritos y gatitos no deseados en el mundo, y el
mundo no es bueno con los no deseados. Nadie piqueteó la clínica o me
llamó una asesina: Cuando se trata de la medicina veterinaria, la
controversia es un lugar común.
Pero como la mayoría de los veterinarios, yo tengo mi propio código
moral. Yo no creo en la realización de la eutanasia en animales que no
son incurables y en el dolor. Lo siento si te estás mudando y no puedes
encontrar un buen hogar para Capitán, pero en realidad no es causa
suficiente para matar a un perro joven en perfecto estado, cuyo único
delito es ser demasiado grande para tu nuevo apartamento.
Yo no corto las orejas o colas de los cachorros, porque considero
que es mutilación, pura y simple.
Yo no les saco las garras a los gatos hasta que no explico que
básicamente estoy amputando huesos de los dedos. Y no aborto
cachorros que ya son viables fuera del útero.
—El problema aquí, —dije, —es que el período de gestación de un
perro es por lo general de alrededor de sesenta y tres días... —me apagué,
gestionando de no añadir como tú deberías saber, ya que estabas
planeando hacer criadora a Queenie.
— ¿Sí? ¿Y qué?
—Bueno, es un poco tarde para hacerlo ahora mismo. Queenie
debería llegar a término, en aproximadamente una semana.
Marlene dio un exasperado bufido. —Maldita sea.
—Lo siento, pero si necesitas ayuda con el parto o la colocación de
los cachorros en buenos hogares...
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—Eso no va a ser necesario. —Marlene puso una correa en el cuello a


Queenie. — ¿Cuánto te debo?
Miré por encima a Queenie, que tenía el tipo de gran bozal ancho
que mucha gente considera alarmante, pero que me parecía una gran y
genial chica camarera. — ¿Qué piensas hacer con la basura?—
Marlene me dirigió una mirada fría y dura. —Puesto que tú no vas a
ayudar, voy a tener que tratar con eso yo misma, ¿no?
Queenie dio dos golpes rápidos con su rabo de cola, probablemente
deseosa de estar en su camino al exterior, donde el aire era frío y la nieve
recién fundida había salido de la tierra cubierta con una mezcla
heterogénea de aromas fascinantes. Me imaginaba al rottweiler
bondadoso dar a luz, luego maniéndolas con confianza mientras sus crías
fueran tomadas de una en una.
Es probable que Marlene se preocupara más por dañar sus uñas que
cualquier sufrimiento posible mientras dejaba caer las crías en una bolsa
y luego las depositaba en un contenedor de basura.
Tomé una respiración profunda. —Espera un segundo Marlene. —
Ella hizo una pausa en el acto de rebuscar a través de su bolso, mirando
hacia arriba con pestañas postizas y animosidad real. Pero entonces yo
no sabía cómo continuar.
De vuelta en el Instituto Médico Animal, tuve una compañera de
trabajo llamada Lilliana quien gentilmente podría dirigir a una persona
hacia una decisión diferente. Me faltaba ese tipo de delicadeza. Yo era
consciente de que probablemente estaba dando a Marlene lo que mi
madre llama la mirada de desaprobación bibliotecaria, y traté de imaginar
qué habría dicho Lilliana.
— ¿Estás considerando la posibilidad de... disponer de los cachorros
por ti misma? Porque tengo que decirte que es ilegal matarlos. —Oh, sí,
era maravillosamente diplomática.
Los labios de Marlene se curvaron. — ¿No me estabas escuchando?
Ella va a tener una camada de coyoperros. Van a ser más grande y más
fuerte que los coyotes, y no van a tener miedo de la gente. Pero van a
tener todos los instintos disimulados de cacería de su padre. No se puede
dar un coyoperro en adopción. — Marlene cerró fuertemente el bolso,
claramente decidiendo que yo no había provisto un servicio satisfactorio
y por lo tanto no era merecedora de la remuneración. — ¿Tú quieres
adoptar a un enorme mestizo coyote para que pueda masticar algún niño
desprevenido? Muy bien. Pero estoy segura como el infierno que no voy a
ser parte en eso.
El rugido que retumbó fuera de mi pecho sorprendió a los tres de
nosotros. Vi los ojos de Marlene ampliarse mientras apretaba su bolso
con ambas manos, tratando de alejarse. La gentil Queenie se había puesto
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con las piernas rígidas frente a su dueña, su hocico con las arrugas de
advertencia.
Creo que me habría mantenido bajo control hasta ese momento,
pero Marlene me miró de arriba hacia abajo y dijo: — ¿Qué eres, loca?
¿Algún tipo de animal rabioso que trabaja para los derechos de los
animales?
Abrí la boca para decir algo más, pero terminé gruñendo otra vez
mientras una ola de calor se levantaba de mis dedos de los pies a la parte
superior del cuero cabelludo, el enojo hirviendo dentro de mí, demasiado
fuerte para las palabras.
Mi piel se erizó, todos los pequeños pelos estaban erizados.
Oh, Jesús, no aquí. Ahora no. Era pleno día y yo estaba usando jeans,
una camisa y una bata de laboratorio - y ni siquiera era el momento
adecuado del mes, maldita sea. Excepto que nunca había tenido períodos
menstruales regulares cuando yo era normal, así que tal vez mis
fluctuantes niveles de estrógeno estaban activando el virus de la
licantropía en mi sistema fuera de secuencia.
Bases interesantes para un estudio, pensé. Luego, otro destello de
calor me dejó con falta de aire y sacándome el abrigo.
—Está bien, señora, veo que necesitas ayuda, —dijo Marlene,
llamando mi atención de nuevo a ella. —Así que si no te importa, voy a
estar llevándome a Queenie de aquí antes de que tú...
Mi gruñido la cortó en medio del insulto. Como el infierno que iba a
llevarse este pobre perro fuera de mi vista, pensé, mirando hacia abajo a
Marlene. No me di cuenta que me había movido, acorralando a mi cliente
humano en una esquina, hasta que oí otra voz detrás de mí.
—Disculpe, Dr. Barrow, he oído algo, ¿necesita ayuda? —Me volví, y
ahí estaba Pía, nuestra asistente formándose en medicina veterinaria.
Como yo, Pía tenía el virus de la licantropía. A diferencia de mí, ella había
comenzado la vida como un lobo domesticado. Malachy Knox, mi jefe,
había estado jugando con el virus y experimentó con ella, y ahora era más
humana de lo que yo era: A diferencia de mí, Pía era incapaz de cambiar
de nuevo en su forma original.
En este momento, me llevé en el hecho de su sorpresa, el miedo y la
alarma, sin llegar a procesar qué era lo que estaba causando su reacción.
—Dr. Barrow, ¿estás bien? — su suave, marrón, pelo con corte pixie
estaba como el pelaje de un perro ansioso.
Le di un gruñido con un poco de irritación y Pía se lamió los labios
nerviosamente. — ¿Dr. Barrow? — Por un momento, estaba tan molesta
por la voz tentativa y esa postura que yo sólo quería tirarla al suelo. Lo
siguiente que supe fue que estaba moviéndome en mis pies, aturdida y
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confundida. Pía estaba detrás de mí, gimoteando ansiosamente en la


parte posterior de su garganta mientras ella trataba de sostenerme.
—Deja de quejarte, estoy perfectamente bien, —le dije, y luego todo
se volvió negro.
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Me desperté en el abusado sofá que había sido refugiado en nuestra


oficina, el olor del amoníaco quemando en mi nariz.
— ¿Mejor ahora?— Mi jefe estaba tapando el frasco de vidrio de las
sales, que había estado agitando bajo mi nariz. Confiaba que Malachy
tendría el remedio Edwardian apropiado en la mano. Me froté la nariz,
tratando de deshacerme de los residuos acres de los gases de amoníaco.
—Estoy despierta.
—Yo diría que mejor. — Malachy pasó las sales aromáticas a Pía, que
estaba detrás de él. Yo tenía una vaga sensación de que habían estado
hablando de mí hace un momento, y que acababa de perder un poco de
información crucial.
Reflexiva, me toqué la cara, comprobando mis gafas. Todavía
estaban en mi cara, aunque todo era un poco borroso. — ¿Qué pasó?
—Te desmayaste en la sala de examen. ¿Cómo te sientes?
Hice un balance de mí: Todas mis ropas estaban en mí y me sentía
más o menos humana, aunque no muy satisfecha de mí misma. Mi visión
se había despejado, sin embargo.
—Estoy bien ahora—, le dije, tratando de sentarme. —Whoa, un
mareo.
—Es posible que desees tomarlo con calma, — dijo Malachy. —Te
diste un buen golpe en la cabeza al caerte. —Tenía un acento cortado de
otros condados, las características patricias de un senador romano, y los
rebeldes rizos enredados negros de un perro de agua portugués. Algunas
de nuestras clientas se preguntaban por qué no lo cortaba, y me explicó
que una cierta cantidad de excentricidad ostentosa es el sello distintivo
de la clase alta británica.
— ¿Qué tal darme una mano, entonces?
Sentí su brazo huesudo venir alrededor de mi espalda, y me
pregunté quién me había metido en el sofá. Yo le llevaba alrededor de
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tres pulgadas y veinte libras a Pía, y mientras que el Dr. Knox Malachy era
un montón de cosas impresionantes, físicamente, no estaba para levantar
algo más grande que un Siamés.
—De acuerdo—, dijo Pía, haciendo porras desde la barrera —
balancee un pie sobre otro, Dr. Barrow. Genial. ¿Qué tal se siente eso?
—Ya te diré cuando la habitación deje de girar. — Para alguien que
había sido humano por menos de un año, Pía se había adaptado
increíblemente bien a la vida en dos pies.
Yo aún tenía problemas para creer que el lobo tímido joven que
había conocido en el octubre pasado era una joven mujer de alto
funcionamiento. Por supuesto, Pía todavía no entendía por qué la mayoría
de las mujeres daban color a sus labios y pestañas, y su enfoque en la
alimentación era consumir lo más rápidamente posible. Sin embargo, esto
la hacía parecer más a un inmigrante recién llegado de alguna sociedad
empobrecida tradicional en lugar de una recién convertida a nuestra
especie. Parte del crédito para la transición de Pía fue para Jackie, su
antigua propietaria, que había trabajado intensamente para capacitar a
Pía a sentarse a la mesa, no debajo de ella.
Jackie, por su parte, se negó a reconocer su papel en la
transformación de Pía. —Tú te sorprenderías de lo poco que había que
enseñarle—, dijo Jackie. Parece que nuestros compañeros caninos
entienden más sobre el lenguaje humano y la cultura de lo que nos
imaginamos.
Lo que Jackie nunca había expresado abiertamente era lo mucho que
desaprobaba lo que Malachy le había hecho a su lobo favorito. Como mi
madre, a Jackie no le importa mucho el Homo sapiens. Nadie sabía lo que
Pía pensaba en los enormes cambios en su vida - que no estaba
ofreciendo su opinión, y yo, por ejemplo, tenía un poco de miedo de
preguntarle.
Me di cuenta de que había estado sentada durante un minuto entero,
y mi cabeza había parado de girar. —Me siento mejor, — le dije a Pía. —
Gracias. — Traté de mirar a la joven a los ojos, pero ella seguía evitando
mi mirada. Ahora ¿por qué estaba actuando de manera extraña a mí
alrededor, de repente? La mayoría de las veces era Malachy quien la había
hecho correr asustada.
Pía se aclaró la garganta. — ¿Puedo traerle algo, Dr. Barrow?
¿Agua?—
—No, estoy bien. ¿Y qué pasa con lo de médico? Te he dicho que me
puedes llamar Abra.
—Claro... Abra. — Ella me dio una excusa pobre para una sonrisa, y
tuve que reprimir el impulso de gritar, ¡No al servilismo, mujer!
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—Bueno, voy a irme ahora—, dijo Pía, avanzando hacia la puerta. —


¿A menos que usted quiera un poco de agua?
Con retraso, sentí la culpa patear, en sustitución de toda mi molestia
anterior. Los malos dueños de perros de este mundo merecen mi ira. Pía
no. —No, estoy muy bien. Pero gracias por toda tu ayuda allí. Oh, bueno,
una pregunta: ¿Cómo diablos ustedes me trajeron todo el camino hasta
aquí?—
Pía agachó la cabeza, avergonzada. —Oh, ya sabes... el Dr. Knox y yo
sólo nos las arreglamos.
Malachy resopló con sorna. —No trates de herir mis sentimientos,
Pía. Yo no era de buen uso o lo que sea. Es una cosa buena que seas más
fuerte de lo que pareces.
—Oh, yo no soy tan fuerte. Usted puede levantar mucho peso
cuando tiene un subidón de adrenalina.
—Hey—, dije: —muchas gracias—. A Pía le tomó un momento, pero
cuando Mal echó atrás la cabeza y soltó una breve risa, se dio cuenta de
lo que había implicado.
—Yo... yo no he querido decir...
—No importa, yo estaba bromeando—. Pía sonrió un poco insegura.
Para ella, bromear era como un juego de pelea - de una manera
relativamente suave de probar el puesto en la jerarquía de la manada.
—Realmente no creo que tengas un exceso de peso, Docor... Abra.
—Pía—, dijo Malachy, —deja de preocuparte. Ella sabe que no está
gorda.
Esto era verdad. Probablemente podría perder un par de libras
alrededor de mi cintura, pero no era temporada de trajes de baño, así que
no importaba mucho.
—Ahora, ¿por qué no vas y sales y ves a los clientes antes de que
empiecen una revuelta?
—Oh, Dios mío, por supuesto, lo siento, doctor. — Pía salió por la
puerta y Malachy giró en su silla frente a mí. —Muy bien—, dijo, —mira la
pared detrás de mí. — Traté de no parpadear mientras me alumbró con
su linterna a los ojos. —Bueno. — Malachy tomó mi pulso, callándome
cuando yo trataba de hablar. —Así que. La presión arterial y la respuesta
pupilar son normales, pero creo que el siguiente paso lógico es hacer una
resonancia magnética.
—Oh, yo no creo que sea necesario.
— ¿Alguna razón en particular?
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Tirando de la punta de la trenza sobre el hombro, traté de pensar de


una forma amable de responder.
Malachy sabía de mi enfermedad, y por un tiempo, incluso me había
proporcionado un cóctel nocivo que suprimía el cambio. Pero incluso si él
era el más parecido a un médico experto en la licantropía, no sabía si me
veía como a un paciente o como un sujeto experimental.
—Yo no necesito un caro escáner cerebral para decirme lo que pasó.
Fue sólo el azúcar bajo en la sangre. Me olvidé de tomar el desayuno.
Malachy levantó una ceja. —Eso explicaría la pérdida de conciencia,
pero no los gruñidos. — Hizo una pausa. —Otra posibilidad es que hayas
experimentado un ataque de alguna especie. Siendo ese el caso, una
resonancia magnética parece el siguiente paso lógico. — Hizo otra pausa,
jugando con los dedos y claramente esperando mi respuesta. En la pared
sobre su cabeza había un cartel Wegman de un Weimaraner sentado en la
misma pose y fumando una pipa, mi contribución personal a la
decoración de la oficina.
—Yo sólo estaba irritada. Y no gruñí. Hice un sonido involuntario de
asco, que me di cuenta era poco profesional, pero ella quería que yo
interrumpiera el embarazo de su perro, ¡y los cachorros nacerán en
menos de una semana!— Me froté la sien derecha, tratando de evitar la
aparición de un dolor de cabeza monstruoso. Dios, yo odiaba mis
hormonas. Yo solía tener irregulares períodos menstruales. Ahora parecía
ser que sufría de ciclos irregulares de lobo.
Malachy me tomó la barbilla en la mano. —Tuve la tentación de
gruñirle yo mismo, pero, y aquí está la diferencia fundamental, me
contuve. — Él tomó su linterna fuera de su bolsillo de una bata.
—Hey, ya basta. Hicimos esto ya.
—Estás entrecerrando los ojos. ¿Es la luz lo que te molesta ahora?
—No la estoy queriendo.
—Y tu cabeza está sufriendo. Muy bien, tú dices que estás sufriendo
de azúcar baja en la sangre... ¿qué tal algo de comer?— Malachy alcanzó
una caja de donas espolvoreadas que Pía guardaba junto al ordenador.
Por desgracia, no podía comer tan cerca de un cambio.
Aproximadamente una hora antes o después, me volvía loca por los
atracones de proteína, pero algo acerca de los huesos reorganizándose es
un verdadero supresor del apetito. —Ahora no, gracias.
Malachy relocalizó las donas en el escritorio de Pía. —Abra, cuando
dejaste de tomar el supresor, te comprometiste a hacerme saber si
comenzabas a experimentar cualquier síntoma nuevo.
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Le miré inclinarse a Malachy, la cara de inteligente, curtida,


calculando cuánto revelarle.
—La cosa es—, dije, —que esto ha ocurrido antes.
—Ah.
—Por lo general lo tengo bajo control. — Con lo que quiero decir,
Red estaba allí para asegurarse de que no me despertara con vagos
recuerdos de hacer algo indescriptible, o no me despertara del todo. A
diferencia de Hunter, mi ex, y Magda, su importación rumana, Red era un
cambiaformas por nacimiento, lo que le dio un mayor grado de control
sobre los altramuces en marcha.
Aunque su cuerpo largo y huesudo estaba cabizbajo todavía en su
silla, Malachy había dejado caer su habitual pose de diversión individual,
y se me asemejaba a un depredador casi con nitidez. — ¿Así que tú has
comenzado a experimentar cambios preliminares entre los ciclos lunares?
—Sólo un calambre extraño, o un poco de picazón. El mes pasado
accidentalmente comí una hamburguesa cruda. Para ser honesta, pensé
que era el síndrome premenstrual—, añadí. —Al menos, hasta lo de hoy.
Malachy no respondió, y yo esperé. Una imagen absurda me vino a la
cabeza: un Lobo Wegmanes que en bata de laboratorio y gafas. Pero a
medida que pasaban los minutos, me volví cada vez más consciente de
todos los clientes en la sala de espera, preguntándose lo que los dos
veterinarios estaban haciendo. —Sabes, estamos respaldando todo. —
Nuestra práctica era sorprendentemente ocupada, teniendo en cuenta el
hecho de que éramos los segundos, y menos decididamente prestigiosos
en la práctica, veterinarios de la ciudad. La práctica de Northside Animal,
ubicado en la calle principal, era donde la mayoría iban primero en la
zona. Nuestra clínica, escondida en una calle lateral, tenían los clientes
que no podían permitirse el Dr. Mortimer, o los que ya no quería ver.
Por supuesto, también tenemos nuestra parte de tipos indeseables,
tanto humana como animal.
Lo que me recordó: La gente estaba a la espera de las citas de sus
animales.
—Mal—, dije, —si tienes algo que decir, dilo. Debido a que hay gente
ahí fuera que van a salir por la puerta y no volver si seguimos
escondiéndonos aquí.
El pliegue entre las cejas oscuras de mi jefe se profundizó, pero no
respondió. Yo todavía no estaba completamente segura de si sabía leer a
Malachy, sin embargo. Antes, cuando había sido mi instructor en el
Instituto Médico Animal, Malachy me había dado la impresión de que él
me había elegido por su grupo debido al interés de mi marido en la
licantropía. Mal me había llevado a creer que él me veía como un robusto,
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

tipo de industriosa y trabajadora - una estudiante A (de mejores


puntajes) que se pasa la vida en la biblioteca. No debería haber herido
mis sentimientos tanto como lo hizo, pero siempre he aceptado que no
era hermosa ni carismática, como mi madre. Supongo que me había
convencido de que poseía una gran inteligencia como golpe de gracia,
hasta que Mal me puso recta.
Por otro lado, su propia marca salvaje de brillantez le había perdido
una beca de investigación, haciendo que lo echaran del Instituto, y él cayó
aquí, en Northside, trabajando junto a mí.
Parcialmente, lo sabía, se sintió atraído por la ubicación, algo en el
aire o el agua de la ciudad parece tener un efecto amplificador en ciertas
condiciones, tales como la licantropía.
Yo no sabía qué impacto estaba teniendo Northside en la propia
salud de Malachy. No era algo que hemos discutido, pero yo era
consciente de que mi jefe debe haberse infectado con algún tipo de
manipulación genética del virus. A los cuarenta y dos años, parecía como
si hubiera pasado un buen tramo del tiempo en la legión extranjera
francesa, o una mazmorra, o ambas cosas. Él no era poco atractivo, con
exactitud, pero su piel parecía estar demasiado ajustada sobre los huesos
de su rostro, y había días en que se veía más que mal, se veía terminal.
Como si leyera mi mente, Malachy dijo: —Sabes, realmente no
podemos dirigir este consultorio si no somos honestos el uno con el otro.
Tengo que decirte si me estoy viniendo abajo con algo. Y tú tienes que
decirme a mí.
—Te lo prometo—, le dije, esperando que esto rompería el callejón
sin salida. —Si mi problema comienza a empeorar, yo te lo haré saber.
Malachy me miró otro momento, y luego miró a Padisha, el gato
obeso de la oficina, que era el relleno en la habitación, su vientre flácido
blanco tambaleaba bajo sus pies. Padisha hizo una pausa, mirándome
fijamente con los ojos verdes sorprendidos, la espalda hecha a arco. Yo le
devolví la mirada, dispuesta a actuar con normalidad. Después de un
momento, Padisha visiblemente relajado, saltando sobre la mesa con una
agilidad sorprendente y arrojándose a sí mismo en la parte superior de la
computadora.
—Está bien—, dijo Malachy. —Vamos a renunciar a la exploración del
cerebro.
Me sorprendió que hubiera cedido tan fácilmente, y entonces
recordé que algunos gatos son capaces de predecir las crisis. Me parecía
estar pasando el TAC: Padisha dormitaba pacíficamente, sus patas
traseras y parte de su estómago colgando a un lado de la computadora.
—Excelente. — Me levanté. —Entonces puedo volver a trabajar ahora.
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

El gato abrió un ojo verde, como si tuviera curiosidad de escuchar la


respuesta de Malachy. —Puedo encargarme hoy, Abra. ¿Puedes llamar Red
y que él te lleve a casa?
Sentí una ola de molestia y empecé a decir, que yo no necesitaba a
mi maldito novio venir a buscarme, pero me detuve cuando vi una
mancha de piel gris a rayas mientras un siseante Padisha saltaba del
mostrador y salía por la puerta.
Malachy levantó una ceja, pero se abstuvo de hacer ningún
comentario.
—Bien—, dije. —Voy a llamar a Red.
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

—Lo siento mucho por dejarte fuera—, le dije por tercera vez,
abordando el perfil de mi jefe.
—Bueno, deja de sentirlo tanto—, espetó Malachy, sin apartar la vista
de la carretera. —Es nervado.
Me resistí a la tentación de pedir disculpas por eso, también. Por lo
general, le habría contestado bruscamente a Malachy - desde el principio,
habíamos establecido que los límites para bromear ligeramente serían
nuestros modos estándar de comunicación. Pero justo en ese momento,
me sentía un poco vulnerable.
No habíamos sido capaces de localizar a Red en su teléfono celular.
O estaba fuera del alcance de la señal, o en la eliminación de plagas del
ático de alguien, o que estaba en Moondoggie disfrutando de una cerveza.
Por otra parte, también era posible que él hubiera dejado su teléfono,
junto con sus ropas mientras corría un poco con el coyote que había
conseguido dejar a Queenie preñada. Eso era la cosa de los que tienen
que convivir con un cambiaformas: Había un alto grado de
imprevisibilidad.
No era el tipo de incertidumbre que mi ex marido me había
enseñado a esperar, el tipo que me tenía vacilando entre el deseo y el
dolor, pero era inconveniente, de todos modos. Además, a mí no me
gustaba que Malachy me llevase a casa. Se me hacía incómodo, y no del
todo porque él insistía en conducir un coche Inglés con el volante aún a la
derecha.
Un camión pasó rugiendo, haciendo que yo rechinara.
—Deja de quejarte. Estábamos muy lejos de él.
—Es un poco extraño, tenerte a mi derecha. — Malachy tomó una
curva ciega con una fría agresividad que me hizo retener el aliento.
—Te estás poniendo nervada otra vez.
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

— ¿Tiene nervado un significado como molesto, nervioso, o una


combinación de ambos?
—El último. ¿Está tu vuelta más adelante?
Eché un vistazo al largo camino que conducía a la gran ruina de casa
de mi ex-marido. —No, esa es la de Hunter. La siguiente es la mía. — Los
árboles estaban desnudos ahora, pero en el otoño, los arces que
flanqueaban el largo camino de entrada brillaban de rojo y amarillo.
Había sido en octubre, cuando nos trasladamos aquí desde la ciudad.
Debería haber una ley contra las mudanzas cuando el follaje del otoño
está en su apogeo, y todo está impregnado de un embrujado glamur. A
continuación, la cáscara se rompe, las hojas caen de los árboles, y tú
descubres que tu marido no te quiere más en el campo de lo que lo hizo
en Manhattan. De hecho, él te ama menos. O tal vez sólo se nota más.
— ¿Te importa que él viva tan cerca?
Yo estaba tan pasmada, no sabía cómo responder. — ¿No es una
pregunta personal? Pensé que no te gustaban las preguntas personales.
—Lo tomo como una afirmativa.
Eché un vistazo a Malachy, ligeramente irritada. —Me mantengo
diciendo que tenemos diez hectáreas entre nosotros. En la ciudad, eso ni
siquiera sería tener el mismo código postal.
—Pero tú no estás en la ciudad.
—Cierto—. Y teniendo en cuenta lo cerca que todos estuvimos de
matarnos los unos a otros el año pasado, probablemente me sentiría en
una multitud, aunque Hunter se fuera al otro lado del estado. Sin
embargo, Red no estaba dispuesto a vender la cabaña, ya que estaba
situada en una especie de línea de falla fundamental sobrenatural. Según
Red, la ciudad de Northside era una antigua encrucijada entre los
mundos, lo que significa que un montón de magia antigua había
empapado la tierra y piedras. No todo el mundo en Northside era de la
persuasión sobrenatural, pero no como todo el mundo en los Hamptons
era una estrella de cine, pero este era uno de los pocos lugares donde un
sheriff de siete pies con tatuajes extraños en su frente podía caminar sin
generar comentarios. Y los Northsiders trataban a los sobrenaturales de
la manera en que los Hamptonites trataban a las estrellas de cine -con
una especie de indiferencia estudiada.
Por supuesto, tenían más probabilidades de detectar la extrañeza en
algunas partes de la ciudad de lo que se encontraban en otros. La cabaña
de Red formaba la punta de un triángulo formado por la Antigua
Montaña Scolder y una caverna que corría por debajo de un campo de
maíz en el lado este de la ciudad. Si la plaga sobrenatural iba a colarse en
Northside, Red era el tipo que iba a detenerlo antes de que se convirtiera
en una amenaza real.
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

Así que si me quería quedar con Red, tenía que soportar vivir al lado
de Hunter y Magda.
— ¿Giro aquí?— La pregunta de Malachy me tomó por sorpresa, y me
tomó un momento para darme cuenta de que llegamos a la carretera que
conducía a nuestra casa. Asentí con la cabeza y Malachy giró su antiguo
Jaguar en un camino de tierra que parecía casi idéntico al de Hunter.
Excepto que había un fantástico, y en ruinas una antigua mansión
Gormen-espantosa al final de su camino de tierra, y una cabaña de
madera con un cobertizo al final de la mía. Yo casi esperaba un feo
comentario, pero Malachy no dijo nada mientras apagaba el motor.
Traté de decirme que no tenía ninguna razón para sentirme
avergonzada. Después de todo, en el retrete había un asiento de inodoro
tallado a mano, y tenía un baño interior para las ventiscas y las
emergencias.
Además, la cabaña era sólo temporal. Red y yo estábamos
trabajando en los planes para nuestra nueva casa, que iba a ser una casa
de ensueño de un cambiaformas, pretendiendo acomodar tanto a
nuestras formas humanas como caninas. Red tenía la intención de
construirla él mismo también, tan pronto como tuviera el tiempo libre. Y
yo sabía que Red lo decía en serio. A diferencia de mi ex marido, que no
se especializaba en decir lo que la gente quería escuchar y luego hacía lo
que infiernos se le antojara.
Sin embargo, por el momento, yo estaba viviendo en una cabaña de
madera, sin electricidad, y compartiendo el espacio con varios animales
salvajes rescatados, entre ellos un medio ciego Halcón de cola roja, un
murciélago con el ala rota, y un kit de mapache con un desorden
alimenticio.
Malachy sacó la llave de la ignición. — ¿Has terminado de
contemplar la vista? ¿Podemos entrar ahora?
—No es necesario que me veas entrar
Él hizo una pausa. —En realidad, pensé que podría esperar a Red.
—Vamos, mal. No se sabe cuándo va a estar en casa. Vete. Voy a
estar bien.
—Tengo que hablar con él acerca de otro asunto. — Malachy abrió la
puerta del coche y empezó a ir en la dirección a la cabaña. Desde la parte
de atrás, parecía una pura sangre demacrado. Sus hombros y el pecho
habían sido diseñados para transportar más carne y músculo, y el suéter
irlandés de tejido grueso y pantalones holgados de pana colgados en su
cuerpo alto y delgado. Me preguntaba, no por primera vez, lo que estaba
mal con él.
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

— ¿Vienes, o necesitas ayuda?— Malachy se detuvo, aparentemente


molesto, pero pude ver las ráfagas de viento de su aliento en el aire frío.
—Yo sólo quería ver tu culo en movimiento—, le dije, agarrando mi
bolso.
Malachy me ignoró, haciéndome preguntar si mi último comentario
había sido demasiado burdo. Él tenía esa cualidad inglesa extraña de ser
digno cuando un estadounidense hubiera sido fácil, y luego decir algo tan
crudo que ningún estadounidense se habría atrevido a decir en público.
Una vez él y Red se habían metido en una discusión acerca de la
diferencia entre el estiércol de oso y las heces humanas que se había
vuelto lo suficientemente personal para hacerme abandonar la mesa. Pero
el sexo no era algo de lo que Malachy hablaba, así que tal vez pasé por
encima de alguna línea.
—Lo siento si te he ofendido—, le dije. —La verdad es que, en la
medida en que puedo decirlo, ni siquiera tienes un culo.
—Estás siendo inusualmente cansadora. ¿Hay algo en particular que
tengas en el límite?
Tan pronto como hizo la pregunta, me di cuenta de que había estado
cebándolo. Este no era nuestro típico modo de burla, yo había estado
buscando pelea. —No estoy segura de por qué estoy tan irritable—,
admití, tomando una respiración profunda. Había un trozo de luna en el
cielo, un guiño de la luz entre los dos semi-desnudos abedules. Algo
apretado bajo en el lado izquierdo de mi abdomen, y me preguntaba si
estaba ovulando. —Espera un momento.
— ¿Te sientes mareada?
Traté de mover la cabeza para negarlo, pero fui apuñalada por otro
calambre. Malachy me agarró del brazo, justo encima del codo, y con su
toque mi cabeza realmente comenzó a girar. No tenía ningún sentido. No
estaba ni siquiera cerca de la luna llena, y era aún plena luz del día. Mi
garganta estaba reseca. Yo no podía tragar. Pensé en perder el control
frente a mi jefe y algo se atascó en mi pecho, lo que me dificultaba la
respiración. Alcanzando lo alto de mi cuello de tortuga, traté de alejarlo
de mi piel.
—Muy bien, Abra, aguanta, vamos a entrar. — sentí uno de los
brazos de Malachy llegando alrededor de mis hombros, y el otro
alrededor de mi cintura. Él nunca sería capaz de sostenerme, pensé, pero
yo no era capaz de mantener mi peso sin inclinarme hacia él. Traté de
decirle simplemente que me sentara, pero mi voz parecía muy lejana. Me
las arreglé para conseguir poner mi pie en el porche delantero, y luego
me hundí más en contra de sus brazos. Los dos nos caímos duramente, y
me golpeé la cabeza contra algo, una roca o un árbol. El suelo estaba frío
y ligeramente húmedo.
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—Tío—, oí decir a Malachy. —Está bien, déjame levantar, voy a


conseguir mi bolso del coche. ¿Abra? ¿Abra?
Sin embargo, mientras trataba de levantarme, me di cuenta de que
no podía respirar. Luché con mi cuello de tortuga otra vez, tratando de
arrancarlo de mí, pero encontré mi muñeca clavada en el suelo.
— ¿Abra? Mírame. Trata de concentrarte. ¡Abra!— la voz aguda de mi
jefe me trajo de vuelta y yo miré a su cara escarpada. Se veía diferente
desde este punto de vista, pensé algo aturdida. Entonces se me ocurrió
que yo estaba boca arriba con él, sumisa. Eso no estaba bien, yo siempre
le argumenté de nuevo a Malachy, nunca me di la vuelta. Apretando las
muñecas, estaba a punto de romper su agarre y moverlo de un tirón
cuando mi jefe entrecerró los ojos y apoyó más de su peso sobre mí.
—Deja de hacer eso—, dijo, y no había duda en su voz. — ¡Quédate
quieta!
Yo le obedecí sin pensar. Él estaba acostado encima de mí, lo que
debería haberme dificultado la respiración, pero en vez de eso me sentí
reconfortada por la presión de su peso manteniéndome abajo.
— ¿Sabes dónde estás?— Todavía estaba fijando mis muñecas.
Asentí con la cabeza, volviendo en mí misma lo suficiente como para
sentir vergüenza, entonces metí la barbilla para que mi nariz estuviera
cerca de la axila de su suéter. Cogí un indicio de su olor de la lana, débil y
apagado, pero aún perceptible. Pero en el fondo del olor familiar del
hombre había un rastro de algo inusual. Se trataba de una enfermedad,
pero no me di cuenta de cuál. No era el almizcle, en el fondo de un
licántropo, pero no era una enfermedad convencional, ya sea. Yo no
podría detectar cualquiera de las espigas podridas dulces de cáncer o
diabetes, o el borde acre, quemado de algunos de los trastornos
neuronales. Desde esta distancia, pude ver los hilos de plata tejidos en la
maraña oscura, de rizos rebeldes de Machaly. Sin pensarlo, metí la nariz
más estrechamente, tratando de aislar la última capa de olor.
— ¡No hagas eso!— Una mano, se apretó en mi pelo, me tiró la
cabeza hacia atrás. Yo le devolví la mirada, dándome cuenta por primera
vez que sus ojos eran del color verde pálido de la primavera, cuando todo
es luminoso, con un potencial sin explotar. Yo podía sentir lo cerca que
estaba el cambio, pero él me estaba reteniendo por la fuerza de voluntad.
Incluso con los lobos naturales, no es siempre el macho más fuerte, el
que lidera el grupo.
—Lo siento—, dijo Malachy, un momento después. Su mano suavizó
su control sobre mi pelo. — ¿Te he lastimado?
Yo sólo seguí mirando hacia él, pasiva, esperando. Por un momento,
yo tenía una aturdida impresión de él como de un viejo árbol, sus capas
exteriores retorcidas y enfermas, sus canales internos seguían llenos de
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

savia y la posibilidad de vida. Un temblor pasó por Malachy, no la fatiga


muscular, pero algo que lo recorrió a él como el cambio que me
transformaba de mujer en lobo.
Tenía los nudillos blancos con la sujeción, pero ya no estaba
luchando. Yo no sabía lo que Malachy estaba frenando por la pura fuerza
de voluntad, pero no era a mí. Sus brazos se estremecieron con otro
espasmo, y los largos músculos de sus muslos, se contrajeron presionado
contra los míos, endureciendo mi propio cuerpo hasta que respondió. Sus
ojos comenzaron a brillar con una luz extraña. Me llamaban a mí como la
luna, y yo podía sentir el dolor sordo de mis huesos, ya que comenzaron
a cambiar bajo él.
Al igual que yo podía sentir algo cambiando en él. No era un lobo,
otra cosa, monstruosa y extraña, que lo rompía a él cuando trataba de
salir. Su rostro se puso blanco. —No—, susurró entre dientes, un músculo
que saltaba en la mandíbula. —No.
Más abajo, el cambio no parecía dolerle.
Arqueándome mientras mis músculos se agitaban convulsivamente,
tiré la cabeza hacia atrás, mirando el azul del cielo, la luna creciente, las
copas de los árboles... y a Red, con el ceño fruncido hacia nosotros.
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

Estaba atrapada en una versión extraña de una farsa de alcoba


francés. Estábamos todos, sentados alrededor de la mesa de la cocina,
tratando de actuar como si dos de nosotros no acabábamos de tener un
encuentro cercano del tipo ambiguo. El halcón de un ojo, una hembra,
estaba encaramado en lo alto de un estante de la cocina, donde había
hecho un nido de toallas de papel, ramas, y una buena cantidad de pelo,
la mayor parte mío. Ella me miraba con un ojo de oro sin pestañear, como
una dueña de casa que sospecha que puedes hacerse con la plata, o el
anfitrión. Nuestros otros adoptivos, Rocky el mapache, estaba acurrucado
en la silla de la hamaca que colgaba del techo. El murciélago, que no tenía
nombre, estaba colgado boca abajo del cazador de sueños al lado de la
cama.
No me hubiera importado escapar al sueño.
Red y Mal y yo estábamos siendo muy corteses el uno al otro, pero
había un peculiar trasfondo en la sala, un zumbido de bajo nivel de la
conversación que no estábamos teniendo.
Por lo menos, Mal estaba claramente demasiado enfermo como para
haber estado haciendo nada carnal a mí. Y no había sido carnal. Al
menos, yo no pensaba que había sido.
Mal le había explicado que casi me había desmayado, y yo acababa
de decirle a Red acerca de mi anterior encuentro con Marlene. Parecía la
cosa más segura por el momento - bueno, lo más seguro para mí, en todo
caso. Yo estaba bastante segura de que Red no tendría que atenderle
ninguna llamada a Marlene, aunque se encontrara con una serpiente de
cascabel de madera en el sótano de su casa.
Red hizo una mueca cuando llegué a la parte donde Marlene me dijo
que tendría que hacerse cargo del problema por sí misma. —No me
extraña que quisieras morderla. ¿Qué le hizo pensar a esa mujer tonta
que su perra había sido preñada por un coyote, de todos modos?
—Ella dijo que escuchó a los coyotes aullando—, le dije. —Supongo
que simplemente lo asumió.
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

Red movió la cabeza en un gesto casi cánido de desconcierto. —Lo


escucho todo el maldito tiempo. La gente ve un perro callejero, empiezan
a insistir en que yo vaya porque se parece a un coyote. Así que me
presento y echo un vistazo, y es un perro callejero pobre que lo dejaron
al lado de la carretera. Pero nadie me cree. ´Tiene que ser un coyoperro´,
dicen. ´Mátalo antes de que se coma a mis hijos.´ Yo les digo que es más
probable que sea un perro lobo que un coyoperro, pero nadie escucha
nunca.´— Red se levantó y tomó una Budweiser de la nevera. — ¿Alguno
de los dos quiere una?
Empecé a decir algo acerca de que era un poco pronto para tomar
una copa, pero luego me di cuenta de que el sol de invierno ya estaba
descendiendo por debajo del horizonte. Había estado tan caliente que
últimamente me había olvidado que era enero, el mes oscuro que los
antiguos usaban para encender velas y buscar presagios, y planes
modernos de folklore para vacaciones tropicales.
—Yo me quedo con mi té, gracias. — Malachy tenía el ceño fruncido.
—Dime, ¿por qué es tan poco probable que un macho coyote podría
engendrar a una perra doméstica en celo?
Red movió la parte superior de la botella. —Debido a que el coyote
macho tendría que estar en celo, también. — Casi como una ocurrencia
tardía, agregó, —La gente siempre parece pensar que los lobos buscan su
compañero de por vida, y que los coyotes no lo hacen, pero están
equivocados.
Me puse a examinar mis uñas y me di cuenta de que, una vez más,
me había olvidado de llevar el anillo de topacio de compromiso de oro
que Red que me había dado el año pasado. Yo esperaba que él no creyera
que era simbólico, el anillo no era práctico con guantes de látex, y
además, mi divorcio aún no era definitivo. Habíamos decidido que era un
anillo de amistad por ahora.
—Fascinante—, dijo Malachy, revolviendo el azúcar en su té. — ¿Así
que los coyotes se aparean de por vida?
—A veces—. Red tomó un trago de su cerveza. —Pero a veces los
lobos pierden a un compañero y luego toman otro. Simplemente no
flaquean así nomás.
Sin embargo, los lobos eran un infierno mucho más fiel que la gente.
Después de todo, los lobos no se despertaban una mañana y decidían que
se aburrían con sus antiguos compañeros. Tú no recibías un paquete de
separación debido a que el macho alfa había decidido que la hembra alfa
no era de él nunca más. Los hombres lobo, por el contrario, eran tan
monstruosos como los seres humanos cuando se trataba de la fidelidad.
O tal vez fue sólo mi ex marido, que era monstruoso, en cualquiera de
sus formas.
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

Me puse de pie y comprobé nuestra cafetera estilo europeo. Que no


requería electricidad, y Red juró que hacía una mezcla mejor, pero
todavía tenía que probar la evidencia.
—No seas tan impaciente—, dijo Malachy mientras yo comenzaba a
presionar el émbolo. —No está listo todavía.
Volví a sentarme, sintiéndome petulante. —Odio esta cafetera. Hace
agua marrón débil con cosas.
—Necesita impregnarse, y entonces tienes que presionar hacia abajo
lentamente. — Malachy sonaba con su habitual auto autocrático, pero me
di cuenta el temblor de sus manos mientras trataba de levantar su taza
de té. Su rostro estaba aún más pálido que de costumbre, y el sudor
inundaba su labio superior.
Red tomó la jarra de agua de la nevera y le sirvió un vaso, y luego no
dijo nada mientras Mal metía la mano en el bolsillo y extraía un envase de
pastillas. —Aquí—, dijo, mientras Malaquías intentó por tercera vez abrir
la parte superior, —déjame.
—Gracias. — No pude dejar de notar que el contenedor no tenía
etiqueta, y las pastillas eran cápsulas, sin ningún tipo de marca. No le
pregunté qué eran; Mal tomó tres, con la mano temblando mientras
levantaba el vaso de agua a la boca.
Sin darme cuenta, había oscurecido en la cabaña, y Red comenzó a
caminar por la habitación, iluminando las buenas lámparas de aceite, las
que eran de la tienda de antigüedades. También había unos cuantos
faroles Coleman escondidos alrededor de la cabaña, que eran más fáciles
de usar, pero no tan lindos. Teníamos un cuarto de baño interior, así
como una letrina, pero ya que estábamos fuera de la red, el baño tenía
que ser eliminado mecánicamente mediante el vertido de un cubo de
agua.
A veces me sentía como si estuviera en un camping de vacaciones
muy largas. Y como si estuviera viviendo la vida de otro, para empezar.
Nunca había sido mi ambición tener la más mínima huella de carbono en
la ciudad, y tuve que recordarme a mí misma que esto era sólo un arreglo
temporal, hasta que Red pudiera construir nuestro hogar permanente.
El pequeño murciélago marrón había comenzado a revolotear
alrededor de la habitación, y Red lo agarró y lo metió en el dormitorio, en
un espacio confinado, los murciélagos pueden realmente enredarse en el
pelo.
Mientras Red volvía, pasó junto al halcón, que saltó sobre su
hombro, alcanzando un poro de su cabello. —Tranquila, chica, tienes que
dejarme unos pocos.
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

—Tienes un montón de pelo—, protesté. —Sólo tienes que dejar que


crezca más.
—Dejo la mirada de Tarzán a mi amigo aquí—, dijo Red, indicando
melena lanuda de Malachy. Removiendo las garras del halcón de su
hombro, Red la trasladó a su antebrazo. —Hey, Ladyhawke, ¿por qué no
te metes con él? Podría utilizar la poda.
Mal fijó al pájaro con una mirada de halcón de las suyas. —Yo no lo
aconsejaría. Es decir, ¿no es un poco pronto para que ella anide? Pensé
que la temporada de los halcones de cola roja de cría era en la primavera.
—Es joven—, dijo Red. —Y está confundida por el calor artificial en
el interior. — Puso el ave de vuelta en su percha.
—También parece considerarte una posible pareja.
La sonrisa de Red fue sometida. —Estás sobreestimando mis
encantos.
—No, lo hace. No has visto, ella estaba tratando de acicalarse para ti
– mira, mírala, preparándose ella misma como una adolescente
preparándose para una cita.
Efectivamente, el halcón estaba esponjando sus plumas y ladeando
la cabeza en lo que ahora era percibido como una forma coqueta. —
Entonces, ¿por qué sigue tratando de sacar mis pelos? ¿Tiene un
enamoramiento por mí, también?
Malachy tomó otro sorbo de agua. —Dudoso. Tal vez está tratando
de alejarte. Por otro lado, sólo podría ser en general una mala idea. Es
muy común encontrar a las hembras mostrando altos niveles de
irritabilidad y el estrés justo antes de elegir a un compañero. A menudo,
ella se alternará entre invitar y rechazar varios machos hasta que elija.
—Nunca me di cuenta que la burla del gallo era un término de origen
aviar—.
Malachy no reconoció mi juego de palabras, haciéndome sentir un
poco tonta. —Que yo recuerde, Red, tenías el mismo efecto en un joven
búho real un año atrás o algo así.
—Sí, ese soy yo, el conquistador. Creo que el café está casi listo, Doc.
— Red alcanzó en un armario una taza de café y el halcón hizo otro
intento infructuoso en su cabeza.
Hubo un fuerte sonido, tintineando mientras Red golpeó la taza que
estaba bajando, lo que me sorprendió. Por lo general, se las arreglaba
para moverse por el espacio en el habitáculo cerrado sin chocar con nada,
un truco para el que aún no había maestro. Hay muchas cosas que
admirar sobre Red: sus muchas habilidades prácticas, y su manera
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

tranquila y eficiente, su irónico sentido del humor; y, sobre todo, su


bondad y decencia.
Así que ¿por qué me sentía tan irritada con él en estos días? Sabía
que era superficial, pero parte de ella era su falta de cuidado en su propia
apariencia. La primera vez que había conocido a Red, yo pensaba que
lucía desaliñado y de mala reputación, como uno de esos hombres
marginales que hacen trabajos ocasionales y alquilan sus habitaciones
por semanas. No me tomó mucho tiempo para ver detrás de esa imagen
de patán local disfrazado y descubrir lo atractivo que era realmente,
delgado y alto, los pómulos salientes, con unos sostenidos ojos claros
avellanas que mostraban más de lo que dejaban ver.
Pero ahora, mientras Red me servía una taza de café, me encontré
deseando que hiciera un poco mas de esfuerzo. Tan pronto como el
salpicado pelo castaño de Red creció lo suficiente como para suavizar
sus rasgos afilados, fue a ver a un Sweeney Todd de nuestros locales para
tenerlo todo cortado de nuevo.
Y luego estaban los trajes de arpillera-resistente Carhartt, con —Red
Mallin, Experto en la remoción de Vida Silvestre— cosida en el bolsillo
derecho. Nunca fui una de esas mujeres que babeaba sobre los hombres
con chaquetas de Armani, pero aún así, no me coge usando mi bata de
laboratorio manchada de sangre en la mesa de la cocina.
—Cariño—, le dije, tomando un sorbo de mi café agradecida —tienes
algún tipo de suciedad en tu... no, no ese lado, sí, justo ahí.
Red se sacudió su mameluco, y algo se desprendió al fregadero,
haciéndome desear no haber dicho nada. — ¿Así está mejor?
—En realidad, hay otra mancha de sangre o algo así. ¿Te importaría
cambiarte eso?
Red vaciló, y luego me dio la espalda y abrió la cremallera del
mameluco. Al principio, tomé la rigidez de sus movimientos como un
disgusto por mi petición, pero luego cogí el camino que Malachy estaba
viendo en Red. — ¿La herida punzante es simple, o hay alguna laceración
también?
Red se encogió de hombros sin comprometerse. —Es sólo un
pequeño mordisco de amor. Parte de la sangre se secó, en fin. Yo sólo iba
a dejar esto para más adelante.
Ahora sí que me sentí como la peor novia del mundo. —Oh, Dios,
¿por qué no lo dijiste o algo así?
—Porque no es gran cosa, Doc.
—Déjame ver.
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

Con reticencia evidente, Red se quitó el mameluco, haciendo una


pequeña mueca mientras él sacó su brazo derecho de su camisa, dejando
al descubierto una serie de pequeñas heridas, de pinchazos enrojecida.
Se me atascó el aliento cuando examiné el brazo, que estaba
hinchado y dolorido con claridad.
—Jesús, Red. Vas a necesitar vacunas contra la rabia. — Me di cuenta
que no era el tono más profesional a tomar, pero yo estaba un poco
sorprendida. En todo el tiempo que lo había conocido, Red nunca había
sido mordido una vez por cualquiera de los animales salvajes que quitaba
de sus guaridas. Algo debe haber salido muy mal.
—La criatura que me hizo esto no tenía rabia. — Como si fuera en el
momento justo, se produjo un chillido agudo de angustia y luego un flash
mientras algo oscuro cayó desde el techo hasta el suelo. Por un momento,
sorprendida, pensé que era el murciélago, entonces me acordé de que
Red lo había encerrado en el dormitorio.
—Jesús—, dijo Malachy, — ¿qué diablos es eso?
—Es Rocky—, le dije, sorprendida, me arrodillé al lado del mapache
adolescente. Red lo había rescatado a Rocky el verano pasado, cuando
había sido lindo y pequeño y mal herido por un coche.
A casi un año y casi veinticinco libras, nuestro mapache estaba sano
y, abundante y más que maduro para vivir por su cuenta, pero la llamada
de la selva había sido superada por la llamada de nuestra cocina. Rocky
era un mapache al que le gustaba su complejo de hidratos de carbono.
Por el momento, él estaba tendido en el suelo, claramente
asombrado, mirando casi cómico mientras él tocaba sus patas poco
negras en su cara. Levanté la mirada para ver de dónde había caído y me
di cuenta de que debe haber estado colgado en la cadena que sujeta la
lámpara más grande en el centro de la sala de estar. No tenía idea de
cómo había llegado hasta allí sin que lo hubiéramos notado, pero yo no
estaba totalmente sorprendida. Los mapaches pueden parecer adorables,
pero la máscara de bandidos no es fantasía. Son cosas salvajes, y de un
segundo a otro pueden hacer un escándalo.
Pasé las manos sobre el pelaje denso y picante de Rocky,
comprobando lesiones. Por suerte, estaba acolchado y con grasa, el
resultado del robo constante. — ¿Qué estabas haciendo ahí arriba, idiota?
Se levantó sobre sus patas traseras, Rocky miró directamente a Red y
le dio una serie de gruñidos bajos, para todo el mundo como si estuviera
dando a su padre adoptivo una conferencia. Esto no era inusual, a
diferencia de Ladyhawke, Rocky no me disgustaba activamente, pero
como todas las criaturas del bosque que rescataba Red, el mapache
mostraba una marcada preferencia por Red. Supongo que los animales
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

tienden a asociarme con disparos y puntos de sutura, mientras que Red


les daba de comer y los calmaba.
Red dijo algo, un paño suave, cadena larga, líquidos de los sonidos
que podría haber sido una sentencia o una palabra, y pareció calmar el
mapache abajo. Red extendió una mano y rascó el lado de la cara oculta
de Rocky, como podría haber hecho un gato, y le dijo algo que no
significaba nada para mí, pero, evidentemente, tuvo un efecto casi mágico
en Rocky. Con un ruido chirriante suave, el mapache arrastró los pies a la
oficina, se subió a un cajón abierto parcialmente, y se metió dentro.
—Tú lo has entrenado bien—, dijo Malachy, viendo como Rocky se
acomodó entre los calcetines de invierno de lana de Red. Los calcetines
de red, todos tenían agujeros ahora, gracias a pequeñas agudas garras de
mapache, pero creo que Rocky sabía lo que haría si él intentaba entrar en
el cajón de mi ropa interior.
—No lo he entrenado para nada—, Red le corrigió. —Sólo tenemos
un entendimiento. — Rocky se instaló en el cajón, el hocico sólo colgando
a un lado para que pudiera vernos, sus brillantes ojos negros centellaban.
Red lo miraba, sin pensar, flexionando el brazo herido, como si tratara de
hacerle daño.
Con toda la excitación, me había olvidado por un momento acerca de
la lesión de Red. —Ven, siéntate aquí—, le dije, —y déjame ver lo que te
has hecho.
Red no protestó cuando tomé el brazo e hice la inspección de la
mordedura. Lo que le había hundido sus colmillos en él no había
aplastado o sacudido la cabeza, como un perro, por lo que las heridas por
punción eran pequeñas y ordenadas, y ya mostraba signos de inflamación
e infección. —Entonces, dime qué tipo de animal hace esto y no es
portador potencial de la rabia. — Los cambiaformas, como los
licántropos, son sanadores rápidos, pero pensé que algunos virus y
bacterias pueden sobrecargar ni siquiera el mejor sistema de defensa
inmunológica.
Red se tensó casi imperceptiblemente mientras yo presionaba en
todo el sitio de la herida. —Manitou.
Desde el cajón, Rocky gruñó en voz baja, pero esta vez, Red sólo no
le hizo caso.
— ¿Esas cosas no viven en los pantanos de Florida, masticando algas
y asustándose por lanchas a motor?— Hice una pausa. —Aguanta,
necesito mi equipo.
Fui al baño y reuní mi pequeño botiquín de primeros auxilios, que
contenía solución salina estéril, yodo, ungüento antibiótico, un rollo de
gasa y esparadrapo, y algunos otros suplementos y cosas que eran muy
útiles cuando al hombre le gustaba traer a casa animales de la vida
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

silvestre heridos regularmente. Cuando regresé a la sala, oí a Malachy


decir algo que hizo reír a Red, y luego se detuvieron abruptamente.
— ¿Qué me perdí?— Guié a Red al banco mientras Malachy
reajustaba la lámpara.
—Red, valientemente tratando de no gemir de dolor.
—Mal estaba diciendo que tú estás pensando en los manatíes—, dijo
Red. —No manitou.
Me pregunté si esa era toda la verdad. Cuando la luna estaba casi
llena, encontraba algunas mejoras en el sentido del olfato y el oído, pero
nada como lo que mostraban en las películas. Hubiera sido bueno tener
una audición canina, mientras estaba en forma humana, pero siempre y
cuando mis oídos estuvieran situados en los lados de mi cabeza, había un
límite de mis capacidades.
A medida que irrigaba la herida de Red, le pregunté, — ¿Cuánto
tiempo hace que esto sucedió?
—Unas pocas horas.
— ¿Y estás seguros de que además de no tener la rabia, estos
manitús no tienen gusanos nematodos y no te dará triquinosis? Porque
desde donde estoy sentada, esta parece una mordida de la variedad de
pequeños mamíferos de jardín. — Después de haber terminado con el
yodo, apliqué una capa de pomada antibiótica y comencé a envolver el
brazo de Red en una gasa.
Red se echó a reír. —Estoy seguro. No es una palabra nueva de
fantasía para una zarigüeya, Doc. En estos días, las personas traducen —
Manitou—, como un espíritu, la fuerza que fluye a través de todas las
cosas. Pero mi abuelo solía decir que era la versión turística. Dijo que en
las viejas leyendas, cuando dicen del Cuervo fue a la casa del castor, y
medio actuaron como animales y medio como la gente, esos fueron los
manitou.
—Creo que la palabra es Algonquian en origen—, dijo Malachy. —
Corrígeme si me equivoco, pero ¿no dijiste que tu abuelo era de la tribu
Mohawk, Red? Creo que ellos eran parte de la nación Iroquois.
Aseguré la gasa con un trozo de cinta médica y miré por encima del
hombro a Malachy.
—Sabes, jefe, estás siendo aún más pedante de lo habitual.
Malachy me llamó la atención y levantó una ceja sardónica. — ¿Lo
estoy? Bueno, perdóname. Estoy siempre intrigado por el origen de las
palabras.
—Bueno, para empezar, el nombre Iroquois es una especie de
insulto. Y en cuanto a los manitús, esa fue la palabra que mi abuelo usó—
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

, dijo Red suavemente. —Nunca le pregunté dónde lo recogió. — Por un


momento pensé que Red había terminado de hablar, pero luego agregó:
—Yo sólo lo he visto una vez antes, cuando estuve en ayunas durante una
semana y fui al desierto.
—Aquí, — le dije a Red —trata de elevar esto tanto como sea posible.
— Tomé otro sorbo de café y descubrí que se había enfriado. Dejando la
taza, añadí: —Una semana de ayuno, ¿eh? Me imagino que se puede ver
un montón de cosas en ese estado.
—Hay cosas que existen en las fronteras entre el sueño y la vigilia,
entre este mundo y el próximo—, dijo Red, muy uniforme. Yo no estaba
segura si él sabía que yo había estado burlándome de él. —Se les ve mejor
fuera de las esquinas de sus ojos que lo hace de frente.
Me preguntaba cómo Malachy estaba tomando todo esto. Para mi
sorpresa, Mal indicó el brazo vendado de Red. —Eso se ve muy sangriento
directamente para mí.
Debo haber dado a Malachy una mirada extraña, porque él levantó
las cejas. — ¿Qué?
—Yo estaba esperando una respuesta diferente. Más en la línea de,
harrumph, leyendas Indias, disparates—. Los Northsiders pueden ser
indiferentes acerca de lo sobrenatural, pero mi jefe era un trasplante
reciente.
Malachy me dio su mirada de profesor exasperado. —Mi querida
niña, ¿tiene usted alguna idea de cuántos animales supuestamente
míticos y extintos posteriormente han sido descubiertos por los
científicos?
— ¿Estás hablando de la gente que encuentran huesos de
dinosaurios y piensan que son dragones?
Reflexivamente, hice inflexión a mi pregunta con la más mínima
pizca de impaciencia. Malachy y yo tendíamos a especiar nuestras
conversaciones con un poco de conflicto.
Malachy hizo un pequeño tick de molestia. —No, no, no estoy
hablando acerca de los fósiles. Hay ejemplos vivos, como el tuatara de
Nueva Zelanda, con un ojo vestigial tercero en la parte superior de su
cabeza.
—Yo vi una de esas, una vez—, dijo Red, que nos recordó que él
estaba en la habitación. —Los maoríes tohunga que conocí me dijeron
que eran malditamente inteligentes – vivían en manada, no como lagartos
o iguanas. Crian, incluso cuando están de ciento cincuenta años de edad.
—Yo no sabía que había estado en Nueva Zelanda. — Yo sabía que
Red se había criado en hogares de acogida en Texas antes de saber que
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tenía un abuelo en Canadá, pero no tenía ni idea que había viajado al otro
lado del mundo.
Red me dio una sonrisa irónica. —Diablos, no se puedes aprender
todo acerca de mí en un año. He escondido profundidades, cariño.
—Entonces háblanos de este encuentro con el manitou, de una vez.
Se oyó un ruido escarboso mientras Rocky reordenará el cajón de los
calcetines de Red, y yo podría haber jurado que el mapache joven mostró
a su padre adoptivo una mirada de advertencia, mientras se establecía de
nuevo hacia abajo.
Red se puso de pie. — ¿Saben qué? Creo que todos podemos usar un
cambio de escenario—. Haciendo un gesto ante su mameluco deshecho
por la mitad, dijo, — ¿Qué te parece si me limpio y todos salimos a comer
un bocado?
Rocky y Ladyhawke nos miraban irnos, y tuve la extraña impresión
que los dos adolescentes desaprobantes iban a discutir sobre nosotros
cuando nos hubiéramos ido.
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Northside no ofrece muchas opciones a la hora de salir a cenar.


Estaba el café Belle Savage, nombrado por una Pocahontas local y dirigido
por las tres hermanas ancianas Grey, Dana, Enid, y Penny. Las hermanas
servían deliciosos pasteles, sopas y café. Desafortunadamente, ellas no
hacían cenas, el café cerraba sus puertas en el momento en que los
primeros rayos de sol cruzaban el cielo.
Si querías una cena, nuestra ciudad tenía sólo dos opciones. El más
elegante establecimiento se llamaba la Taberna Stagecoach e Inn. El
Stagecoach había estado presente desde el mil setecientos, cuando el
Stagecoach había traído clientes desde Albany y Nueva York. En estos
días, el chef era un recién graduado de la Academia Culinaria, y
realmente esperaba que fuera a durar. Las probabilidades, sin embargo,
estaban en contra de él. Había habido una sucesión de diferentes
propietarios y chefs en el Stagecoach, ninguno había durado más de un
año. Se supone que el lugar era frecuentado por un número cada vez
mayor de fantasmas, del espíritu de doscientos años de una chica del
lavadero que había perecido en un incendio en la cocina, al aparecido de
Pascal Lecroix, el famoso chef de Manhattan que había terminado su
carrera y su vida dos años antes, cuando un cliente se había quejado de
su carne de ternera.
Red, sin embargo, prefería Moondoggie, que era el restaurante donde
los locales tendían a frecuentar. Moondoggie era el lugar para escuchar
bandas locales, mientras que masticabas pedazos grandes de carne o de
los montones enormes de lasaña. Tenía dos secciones, una para las
personas con niños pequeños, y el otro para las personas que viajaban en
camionetas de platón o rugían en Harleys.
Moondoggie no era nada si no tolerante con un poco de ruido y buen
humor. Si, en ocasiones, uno de los niños Calder contuvo el aliento y flotó
hasta el techo, las camareras sabían cómo bajarlo. Y si uno de los ciclistas
se convertía en un poco demasiado elocuente en su apreciación de una
banda, un plato de salsa caliente y patatas fritas por arte de magia
aparecía, y el ciclista se encontraría obligado a comer papa tras papa
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

hasta después que el conjunto musical hubiera terminado. No tenía nada


contra el lugar, aparte del hecho de que Hunter había probado la
camarera rubia bonita, Kayla. Mi único consuelo era que ahora a ella
Hunter le gustaba tanto como a mí y ella trabajaba al otro lado del
restaurante.
Naturalmente, todos terminamos yendo al Moondoggie.
—Lo que no entiendo—, Malachy estaba diciendo mientras fruncía el
ceño frente a su taza de helado de cerveza Guinness, —es por qué los
estadounidenses quieren tratar a la cerveza como si se tratara de
refresco.
Red miró a su alrededor al camarero que nos había traído las
bebidas. El lugar estaba lleno, y había un montón vagando de un lado a
otro mientras la gente veía amigos a través de la sala y se acercaba a
ellos. Los camareros parecían agotados y un poco nerviosos, y yo
sospechaba que uno de los cocineros se había ido a fumar.
—Si está Kayla atendiendo la barra, tienes suerte de que no lo envíe
a través de una paja—, le dije a Mal.
— ¿No estás siendo un poco dura con ella?— Red se reclinó en su
silla, visiblemente más relajado ahora que había salido de nuestra cabaña.
El vendaje en su brazo derecho estaba cubierto por un oscuro jersey azul
marino y se había tomado el tiempo para ponerse una sutil, loción de
madera para después del afeitado.
Yo estaba a punto de hacer un comentario mordaz, cuando inhalé
otra bocanada de su perfume. Nunca se había puesto un perfume antes,
pero me gustaba esto, lo que fuera, me dieron ganas de meterme en la
piel desnuda de su cuello e inhalar.
— ¿Qué pasa ahora?—, Preguntó Red, con un toque de impaciencia
en su voz. —Estás viéndome divertido. ¿Tengo más sangre en algún
lugar?—
—No, en absoluto. Estoy pensando que me gusta esa loción de
después de afeitar nueva que tienes—.
Red me dio una mirada burlona. —Querida, tú sabes que yo no uso
productos químicos.
—Pero definitivamente hay algo diferente. Mal, ¿puedes olerlo?
Malachy levantó una ceja una fracción. — ¿Ciertamente no estamos
sugiriendo que huela a Red para determinar si su aroma ha cambiado?
No, no lo creo. Red, continúa con la historia de tu encuentro manitou.
Red enganchó su brazo sobre el respaldo de mi silla. —Bueno, fui a
la casa de este amigo a eliminar todo lo que estaba deslizándose
alrededor de sus paredes. Compañero de ciudad, cuarenta y tantos años,
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gran pedazo de ejecutivo, se compró un poco de bosque alrededor de la


Antigua Montaña Scolder.
Le inyectó una buena dosis de veneno en esta última frase. En el
verano, el desarrollador JB Malveaux había convencido a la ciudad que
una docena de mansiones plantadas alrededor de la montaña más alta de
la ciudad no echarían a perder su belleza natural. En ese momento, Red
había sido muy vocal en su desaprobación, mostrándose en las reuniones
de la ciudad y hablando sobre el posible impacto sobre la fauna local.
Sin embargo, el alcalde de la ciudad decidió que no necesitaba
ninguna declaración apestosa de impacto ambiental, como él mismo dijo:
—Tenemos más que suficientes árboles en Northside. — Así que el
acuerdo había seguido, y Red se había preparado una pequeña mochila y
pasó una semana en la cima de la montaña. Había vuelto a casa con
Rocky, que había sido golpeado por el todoterreno de Malveaux en el sitio
de una de las primeras casas.
—Pensé que habías dicho que no ibas a trabajar para cualquier
persona que se mudara a la Antigua Scolder en desarrollo.
— ¿Quieres decir que Lanes Mountain View?—, dijo Red, y me da un
brindis irónico con su botella de Budweiser. —Y, sí, ya sé lo que dije, pero
si no ayudo a esos cabrones ricos, se irán a contratar a alguien para
difundir una carga de veneno para ratas en todo.
Opal, la camarera habitual, navegó por nuestra mesa con una
bandeja con platos, y traté de mirarla a los ojos. —Lo siento, chicos, que
no son mi estación esta noche. Su camarera debe de estar por venir a
tomar su orden en un minuto—, dijo.
—Tendríamos que haber ido a Stagecoach, — murmuró Malachy.
—Sí, bueno, si no te importa su carne hedionda de los espectros y
ectoplasma—, dijo Red en tono de burla. Al menos, pensé que estaba
bromeando. —Así que de todos modos, este tipo de la ciudad se
construyó un gran Architectural Digest en casa. Naturalmente, el clima se
pone más frío, y las diferentes criaturas se mueven en la casa.
Nunca dejó de sorprenderme cómo la gente inteligente no
comprende que la vida silvestre y los animales dañinos pertinentes
vienen todo en un paquete.
—Está bien, chicos, estoy aquí—, dijo Kayla, vistiendo con jeans
ajustados y una camisa negro de botones blancos que apenas se cerraba
sobre su pecho generoso.
—Oye, tú estás haciendo de camarera ahora—, dijo Red aprobando.
—Yo quería salir de los matones. Hola, Abra.
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

Asentí y me ocupé con el menú, como si yo no lo había aprendido de


memoria. Con su pelo rubio rojizo recogido en una coleta alta, Kayla
parecía más vieja y más pesada de lo que había estado el año pasado.
Entonces, yo pensaba que tenía la hermosura brillante, dura, de una
belleza concursante. Ahora, ella había ganado por lo menos veinte libras,
y aunque ella aún estaba bastante bien, estaba en una más suave, de
forma más madura, y sus ojos brillantes verdes eran seguidos de cerca
con la experiencia. Mi mal ex marido había sido el que había añadido las
sombras, por lo que se supone que debo sentir un cierto parentesco con
ella.
No lo hice. El año pasado me había enfrentado en la calle,
mirándome como si yo le había hecho algún daño y diciéndome que
Hunter estaba acosándola. Ella me dejó saber que un tipo llamado Dan -
un novio o un marido, no sé ni me importa - la había dejado a causa de
ello.
Llámame de corazón duro, pero esto no me provocó ningún
sentimiento de compasión. Para ella, es así. Sentí mucha pena por Dan,
quienquiera que fuese.
Le di mi orden sin mirar a Kayla, y se fue sin su pantalla habitual de
hoyuelos y escote.
—Sabes, ella se siente muy mal acerca de cómo fue contigo—, dijo
Red. —Ella me dijo que te dijera eso.
—Sigue con tu otra historia—, le contesté, con cara de piedra.
—La gente puede cambiar, ya sabes.
Lo fulminé con la mirada. —No para mejorar.
Red puso los hombros como si hubiera dado un puñetazo, pero no
discutió. —Entonces—, dijo, —Yo fui a esta gran casa de mierda y el
propietario estaba temblando, contándome que algo enorme vivía en el
sótano de su casa, pasando una y otra vez acerca de cómo se mantenía
escuchando esos sonidos que raspaban terriblemente y una vez vio esos
ojos brillantes de color rojo.
—Y tú vas hacia abajo y encuentras una ardilla—, dijo un hombre
corpulento, con barba sentado en la próxima mesa. En su camisa de
franela a cuadros rojos, Jeróme parecía el genial vecino de al lado de La
casa de la pradera, una imagen que él cultivaba; él había sido un gran tiro
en Wall Street de vuelta en Manhattan. —Lo siento, Red, — él dijo, —no
pude evitar escuchar. Era una ardilla, ¿no?
—No, Jerome, pero tienes razón, yo estaba esperando encontrar una
ardilla. Tal vez un mapache - son mucho más grandes que la mayoría de
los habitantes de la ciudad esperan.
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

Al igual que tantos convertidos, Jerome fue muy perjudicial contra el


grupo que había dejado. Un montón de gente, yo había aprendido, que
llegaba desconocía que Northside para el reino de lo sobrenatural no lo
Saratoga Springs era para el mundo de las carreras de caballos. Pero
después de algunos años en Northside, incluso las personas no mágicas
absorbían algo de la cultura local. —Entonces—, dijo Jerome,
enganchando sus dedos en los lazos de su cinturón — ¿Qué encontraste
en el sótano del tío, Red?
—Bueno, voy abajo a ver el espacio del sótano y, por supuesto, había
algo en las sombras, mirando hacia mí con ojos rojos brillantes. Supe
enseguida que era Algo Viejo. Sin embargo en el lado pequeño, y más
sombra que sustancia, pero viejo como las montañas y el doble de
poderoso.
Rompí un bollo de pan por la mitad, sintiéndome un poco incómoda
de tener esta discusión delante de Jerome y Malachy. Esta no era la
primera vez que Red había encontrado la clase de bestia que no se
encuentran en una guía de campo, pero hasta ahora, sólo había
reconocido este aspecto de su trabajo conmigo y con Jackie, su ex novia,
que vivía en un remolque a unos tres kilómetros más arriba de la
carretera. Malachy podrían estar dispuesto a creer en los virus extraños y
reptiles de tres ojos, pero eran básicamente los fenómenos científicos
disfrazados de mito. En cuanto a Jeróme, así, es probable que sólo
pensara que su ciudad adoptiva era un poco rara. Pero lo que Red estaba
hablando era extraño en el sentido original de la palabra misteriosa,
sobrenatural, no de este mundo.
Sin embargo, para mi sorpresa, ninguno de los dos parpadeó una
pestaña.
—Sabes, me pareció ver algo extraño corriendo por el césped del
frente de mi casa la otra noche—, dijo Jerome. —Pensé que estaba
perdiendo la cabeza, porque yo no podía entender si era humano o
animal.
—Sin duda, que sólo podría haber sido un therian—, dijo Malachy al
hombre de más edad. Red elevó sus cejas inquisitivamente, por lo que
Mal elaboró — ¿un cambiaformas?
Jeróme se incorporó en su silla. — ¿No crees que yo sé lo que un
cambiaformas parece? ¿Qué soy yo, un novato? No era una cosa o la otra.
— Kayla llegó con su cuenta y él sacó su billetera.
—Cambiadores y wereanimales tienen una buena cantidad de
recursos humanos en ellos. No creo que lo que vi tenía mucho humano al
respecto—, dijo Red. —Pero yo creo que era de naturaleza dual. Como
una de esas manchas de tinta que se miran, y por un lado es un zorro, y
por el otro es un hombre.
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

— ¿Al igual que un test de Rorschach? Pero si era una cosa de


sombra espíritu, ¿cómo hace esto?—, Yo señalé la herida que acababa de
vendar y cerrar, y Red dudó.
—Es sólo una cosa espiritual del mundo del espíritu—, dijo Red. —
Está en nuestro mundo ahora. — Red pelaba ausente la etiqueta de su
cerveza. —Y hay muchos más de donde ese proviene.
Me incliné hacia delante. — ¿Qué quieres decir?
—Esas casas nuevas en la Antigua Montaña Scolder cortan a través
de un campo de caza sagrado. Durante el tiempo que se tiene memoria,
no ha habido caminos hechos por el hombre allá arriba, sólo senderos de
los animales, y los caminos del espíritu. ¿Sabes lo que pasa cuando se
construye una carretera en un corredor que usan los animales en sus
migraciones?
Jerome se levantó y puso la propina de Kayla en la mesa. —Por
supuesto. Tienes un montón de alces y osos viniendo a la ciudad.
—Sí, bueno, eso es lo que vamos a conseguir. Excepto que no será un
alce. Será la gran tataraabuela de todos los alces.
Me resistí a la tentación de decirle que el plural correcto de alce es el
alce. En ese momento, Jerome dijo adiós y Kayla llegó con las cenas, y
hubo una pausa en la conversación mientras servía a cada uno de
nosotros.
—Sólo háganme saber si hay algo que quieran—, dijo ella,
mirándome.
Red le aseguró que lo haría y finalmente nos dejaron en paz.
—Sabes, Doc, esa chica quiere ser tu amiga—, dijo, recogiendo su
hamburguesa.
—Ni siquiera vayas allí. — apuñalé un pedazo de pasta, y miré hacia
arriba. —Y no me hagas ser a mí el malo de la película.
—Por supuesto que tú no eres el malo de la película, pero lo que no
puedo entender es porqué pareces más salida de quicio sobre ella que
sobre Magda. Quiero decir, — Se interrumpió cuando señalé los dientes
de mi tenedor hacia él.
— ¿Red? Déjalo. A menos que haya alguna razón especial para
preocuparte tanto por Kayla.
No había manera de que pudiera explicar mi antipatía por Kayla. Tal
vez el problema era que me recordaba a todas las chicas populares que
habían hecho alguna vez mi vida un infierno en la secundaria y la
universidad. O tal vez sólo era más seguro que no me gustara ella a
Magda, ya que no tenía la capacidad de romper mi garganta. En cualquier
caso, yo no tenía ganas de examinarla muy de cerca.
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

—Espera un momento, Doc, todo lo que estaba diciendo era…


—Te sugiero que hagas como Abra sugiere, — Malachy interrumpió
—o vas a terminar con una serie de pinchazos de tenedor para ir con las
marcas de la mordida. — Sacando su pequeño frasco de pastillas
misteriosas, Mal alcanzó un vaso de agua. —Ahora, tú dijiste antes que
los animales en las viejas historias de nativos americanos eran realmente
manitús, ¿correcto?
—Uh huh.
—Bueno, si mal no recuerdo, Raven, el oso, el coyote y los demás
siempre tenían hambre.
Malachy sacudió dos cápsulas hacia la palma de su mano. —Si esto
resulta ser correcto, entonces ¿Qué comen los seres espirituales cuando
visitan el mundo físico?
Yo no sabía la respuesta a eso, pero Red sí. —Sacrificio—, dijo
simplemente.
A veces me olvido de que Red no es sólo un simple buen chico
grande – es una de sus formas, pero no la única.
Ninguno de nosotros tenía un hambre terrible después de eso. Kayla
nos preguntó si algo andaba mal cuando ella tomó nuestros platos, y yo
dejé que Red le asegurara que la comida había sido deliciosa.
Yo le di mi mejor intento de una sonrisa, sin embargo, y añadí un
extra de cinco por ciento de la propina para compensar mi deseo de que
ella estallara en ebullición.
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

Antes de que me mudara al campo, yo solía pensar que habían cosas


hechas por el hombre, como los rascacielos, los coches, las carreteras
pavimentadas, y habían cosas de la naturaleza, que básicamente
significaba cualquier lugar que había hierba y algunos árboles. La ex
novia de Red, Jackie, fue la que me había puesto al corriente
directamente.
—Este campo por aquí es casi tan natural como mi pelo—, me había
explicado, señalando a su pobre cabeza agotada, rubio sobreprocesado.
—Ha sido usado y abusado por las personas durante los últimos 400
años o algo así, y ahora lo único que necesita es de unos 400 años para
recuperarse. Al igual que mi pelo.
Pero la naturaleza puede reclamar un paisaje, si se deja a su suerte.
Y eso fue lo que Jackie estaba haciendo con su tierra, dejando que crezca
salvaje y rebelde. Es por eso que yo estaba murmurando una pequeña
oración mientras cambiaba en la primera marcha por la larga y empinada
carretera de Jackie sin pavimentar. Alrededor de tres cuartas partes del
camino hasta la tierra se habían convertido en hielo, a esta altura, ni el
hielo ni la nieve se derretían por completo hasta finales de abril o
principios de mayo.
En el momento en que llegué a la cima de la montaña, los loberos de
raza mezclados de Jackie se habían reunido en una manada que rugía y
gruñía alrededor de la puerta delantera de su remolque. Ellos no ladraban
- había demasiado de lobo en ellos para ello. Y no me atacarían, porque
aunque no estaba en la manada, yo no era una completa desconocida,
tampoco.
— ¿Planeas quedarte ahí todo el día?— Jackie sonrió a mi reacción
sorprendida, descansando su bolso de mano en su hombro. Estaba
vestida con una parka y pantalones vaqueros Wrangler, y su cabello rubio
por el viento había oxidado a una sombra lamentable de albaricoque que
se enfrentaba con sus mejillas agrietadas, de color rojo. Los loberos se
reunieron a su alrededor como si fuera la reina.
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

—Me gusta que estés alrededor antes de ir caminando hasta su


madriguera—, le dije, honestamente. Mientras yo salía del coche, capté el
olor a humo de madera y resina.
Jackie apoyó el hacha contra un montón de leña respetable. —Eso es
un poco cobarde, teniendo en cuenta que puedes cambiar en un lobo.
—No es mi tiempo del mes. Además, sólo me convierto en un lobo,
por lo que sería aún superada en número— Jackie había conocido mi
licantropía durante más tiempo del que yo sabía; Red había confiado sus
sospechas a ella desde el principio. Había una especie de fácil y
pragmática aceptación de todas las cosas sobrenaturales, como si los
cambiaformas y los hombres lobos no eran más extraños que los
horóscopos y números de la suerte. Ella creía en esos también.
—No necesitas preocuparte. Mis bebés no son viciosos a las personas
o los perros—, dijo Jackie.
—Lo sé. — Le tendí la mano enguantada para que los lobos híbridos
de Jackie pudieran olerme. Uno o dos, los que tienen más de perro en
ellos, con cautela movieron la cola. Los otros, más asustadizos, bailaban
lejos de mí cada vez que me movía. La gente compra híbridos de lobo
esperando algún tipo de súper perro salvaje. Lo que reciben, nueve de
cada diez veces, es un animal tímido y desconfiado como un conejo. Los
lobos no sobreviven en la naturaleza por ser indiscriminadamente
salvaje. Sobreviven al ser cautelosos y feroces. Por supuesto, la distinción
puede parecer discutible si los animales te hincan los dientes en tu
antebrazo.
—Entonces—, dijo Jackie, — ¿cómo lo está mi chica haciendo en el
trabajo?— Antes de que Malachy la había vuelto humana, Pía había sido la
favorito de Jackie, su hija peluda, le permitía estar en la casa y en la
cama. Como una mujer joven, Pía aún vivía con Jackie, pero en estos días,
estaba apasionada por Malachy.
—Pía está genial—, le dije. — ¿Cuándo viene a casa?
Jackie miró su reloj. —En una hora o así. El autobús de bucle la deja
en la base de la montaña, y ella sube el resto del camino. — Jackie se
detuvo un momento. —Pero en estos días, está saliendo del trabajo cada
vez más tarde. Creo que está pescando a Malachy para traerla a casa - o
mejor aún, para que la deje quedarse en su casa.
Malachy vivía en un apartamento en las oficinas. — ¿En serio? Eso es
gracioso, porque ella es tan nerviosa cuando él está cerca. Yo tenía la
impresión de que él la intimidaba un poco.
Jackie me miró como si yo fuera un poco lenta, y luego recogió una
brazada de leña. —No trates de decirme que no sabes que mi hija está
enamorada como una mujer en ese viejo palo de jefe. — Llevó la madera
a un lado del remolque, lo dejó caer en una cesta grande de metal, se
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

agachó para apilar la madera de manera más uniforme. —Buen Señor—,


dijo Jackie, mientras yo añadía un montón mucho más pequeño de
madera a su montón, —tú estás tan mal como ella. Pía ha perdido unos
veintiocho años de etiqueta humana de noviazgo, por lo que es todo lo
que puedo hacer para que deje de estar sobre su espalda y agitando las
cuatro patas en el aire. ¿Y tú no lo has notado?
Me encogí de hombros, avergonzada por mi falta de perspicacia
social. —Si te sirve de consuelo, yo no creo que Malachy lo haya notado,
tampoco. Piensa en ella como una niña.
— ¿Lo hace?— los ojos de Jackie eran inteligente. —Me pregunto.
Volví por otra carga de troncos, Jackie era la clase de persona que
impresionaba con sus acciones, no palabras. Además, había algo
satisfactorio sobre la realización de una básica tarea física como recoger
leña. Podía sentir el frío a través de los guantes de mi piel y mis manos
probablemente estarían insensibles cuando entrara, pero por ahora
estaba disfrutando de la luz rosa suave de la puesta del sol entre los
árboles desnudos en el oeste, las sombras del valle en suave malva y añil,
el olor de humo de la madera. Algunos de los loberos de Jackie estaban
trotando en mis talones, pero cuando miré que se separaron, al galope
hacia el bosque. En el borde del claro, se sentaron y se quejaron, y uno o
dos apuntaron sus narices a la línea de los árboles y cantaban un aullido
suave de saludo.
Pía salió de la selva llevaba una sudadera gris, un chaleco debajo, los
pantalones vaqueros y zapatillas de deporte, y menos que miraba de
cerca, es posible que se confundiera con un niño de la escuela secundaria.
Sólo que ella no llevaba una mochila, Pía nunca había caído en el hábito
humano de llevar las cosas con ella. A medida que se acercaba, vi que
tenía las mejillas sonrojadas, y me di cuenta de que no había tomado el
camino de la montaña.
Los otros perros se quejaron y pusieron las orejas planas, mientras
caminaba hacia ellos, ellos movieron la cola lentamente de lado a lado.
Claramente, la amaban, pero había algo confuso y vacilante sobre su
postura. Pía se veía miserable mientras ella se agachaba para volcar las
narices con ellos.
—Pía—, Jackie dijo: —Yo no te esperaba hasta dentro de una hora.
Pía apoyó la cabeza contra uno de los otros perros, Patsy, creo. —
Malachy dijo que debía irme antes de que cayera la noche. — Pía estaba
tratando de sondear la materia de hecho, pero se veía como si estuviera
recitando una lista de víctimas de la guerra. Se puso de pie, parpadeando
para contener las lágrimas, mientras agregaba: —Él dice que mis horas
han de cambiar hasta la primavera.
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Jackie puso su brazo sobre los hombros de su hija, y Pía se encogió.


Cruzar otro brazo significaba el dominio del cuerpo a los caninos, Jackie
aún no había descubierto la manera de tocar a un ser humano niño con
instintos de lobo. Tirando hacia atrás, Jackie suspiró. —Ah, bueno, cariño,
el está velando por tu bienestar. — Entonces Jackie notó que su hija
adoptiva tenía las manos frías y desnudas.
—Cariño, te olvidaste de usar guantes de nuevo.
— ¿Lo hice?— Pía miró abajo a sus dedos. —No me di cuenta.
Yo era claramente la mujer más ignorante de todos los tiempos.
Ahora que sabía, era dolorosamente evidente que Pía estaba enamorada
de nuestro jefe. Después de todo, él era emocionalmente inaccesible,
autocrático, condescendiente, y crítico. ¿Qué mujer podría resistirse? —
Hey, Pía—, le dije.
—Oh, hola, Dr. Barrow.
—Abra. Llámame Abra.
Pía me miró a los ojos con dificultad. Ella había sido una lobera
sumisa, y ahora era una mujer tímida. —Claro... Abra. — Ella intentó una
sonrisa, pero le salió torcida.
— ¿Por qué no entras y tomas un bocado para comer?— Sonrió
Jackie. —Yo compré unas galletas, y nos puedes ayudar a dar a los otros
chicos unas cuantas.
Pía negó con la cabeza, mirando a los otros perros. Uno o dos se
quejaron, y luego se rompieron y se trasladaron hasta mi lado. Le di unas
palmaditas a uno ausentemente, preguntándome por qué estaba yo de
repente tan popular entre los perros de Jackie.
Pía debe haber estado pensando la misma cosa. Sus ojos dorados
suaves, así como los de Red, llenos de lágrimas. —En realidad—, dijo a
Jackie, —si no te importa, prefiero ir a por una carrera rápida.
—Está oscureciendo, y tengo que mantener a los demás conmigo,
para recibir sus vacunas—, dijo Jackie.
—Eso está bien. Estoy acostumbrada a estar sola. — Con un ladrido
corto, Pía le dijo a sus ex compañeros de manada para quedarse. Luego,
con una mirada a Jackie y yo, ella levantó su mano. —Quédense—, repitió
en Inglés. Y luego se dividió en una carrera difícil, como si todavía
hubiera olvidado por un segundo que ella no podía tirar su cuerpo hacia
adelante. Con una mirada avergonzada por encima del hombro, Pía
encontró su ritmo y luego fue absorbida por el bosque.
—Vuelve antes de que oscurezca por completo—, llamó Jackie, luego
se volvió hacia mí. Sin dejar de mirar después de ella dijo: —Puesto que
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tú no sabías sobre sus sentimientos acerca de Malachy, es posible que no


te des cuenta, pero está celosa de ti.
— ¿De mí? ¿Por qué?— Pero tan pronto como las palabras salieron
de mi boca, yo lo supe. —Oh, Cristo de la cruz—, le dije, casi rogando a
Jackie. —Malachy no tiene ningún interés en mí como mujer. Hasta donde
yo sé, él no quiere a nadie de esa manera.
—Lo sé, lo sé—, dijo Jackie, con aspecto cansado. —Pero tú eres su
colega y te respeta, y ella piensa que eres la otra mujer. — Tuve que
preguntarme cuánto Jackie tuvo que ver con la percepción errónea. —
Vamos, Abra, vamos a seguir con la tendencia de los perros.
Volví a mi coche y agarré la bolsa de medicamentos, los híbridos
machos en pos de mí como una guardia de honor. El sol estaba bajo en el
horizonte ahora, y las sombras persiguiendo a lo que quedaba de la luz.
Todavía era tiempo de caza de primera, aunque cuando miré a los perros,
se centraron por completo en mí. Dos de ellos se mantenían dando
vueltas alrededor y oliendo mis piernas, con aumento de los niveles de
excitación. Por un momento me pregunté si estaban planeando un ataque.
—Hey, ¿Jackie? Sólo recuérdales que soy una invitada. ¿Dónde quieres
que les de las vacunas?
Jackie hizo un gesto a su trailer, que parecía aún más triste en el
invierno de lo que era en el otoño. —Puesta en marcha en mi mesa de la
cocina. Los voy a traer uno por uno. — Para mi sorpresa, los perros me
siguieron cuando abrí la puerta del remolque.
—Vamos, muchachos—, dijo Jackie, empujando a los perros lejos de
mí. —Denle un poco de espacio para que se mueva. — Al abrir la puerta,
ella dijo: —Están un poco nerviosos estos días. Un ciudadano idiota está
ocupado derribando árboles cerca de una milla de distancia. Y hay otra
excavadora hacia abajo por ese camino. — En un tono más suave de la
voz, Jackie se dirigió a los perros que se peleaban por entrar por la
puerta en una manada gigante y peluda.
Yo me reí, porque yo nunca había visto tantas ganas de ser
examinados. —Por Dios, uno a la vez, no puedo ni siquiera entrar por la
puerta.
—Ahora, basta, muchachos—, dijo Jackie, un poco más fuerte, —no
todos pueden venir a la vez. Yo deseo que el doctor vea el espolón de
Patsy en primer lugar. — Jackie espantó a los perros lejos, aunque uno,
una mezcla de husky grande, parecía decidido a pegar el hocico en mi
entrepierna. Me las arreglé para conseguir pasar el umbral mientras
Jackie estaba en la puerta, reprendiendo a su manada con simulacro de
severidad.
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—Vaya, chicos, déjenla. ¿Y dónde está Patsy y Miyax? ¿Cómo es que


ustedes chicos no la están perreando a ella? ¿Eh? ¿Eh?—, los loberos se
quejaron y miraron desconcertados.
Me di vuelta y busqué un lugar para configurar mi equipo médico.
Había una taza de café llena de ceniza de cigarrillo viejo en la mesa de la
cocina, que mudé a la pila de platos en el fregadero.
El remolque apestaba a Marlboro Rojo y perro mojado, y por
comparación, la cabaña de Red era espaciosa y lujosa.
Pinchadas en las paredes había varias fotografías de los lobos, así
como una instantánea de un Red mucho más joven, con un cachorro de
lobo en su regazo. También había una foto de Red y Jackie juntos, en la
parte posterior de un trineo tirado por perros. Como todo lo demás en el
trailer, estos estaban cubiertos por una fina capa de polvo. Me
preguntaba si Jackie había limpiado el lugar desde la última vez que yo
había estado aquí. Que había sido el año pasado, y que había estado
haciendo senderismo, sintiéndome miserable sobre el estado de mi
matrimonio, pero todavía en negación acerca de lo que le estaba
sucediendo a Hunter.
Jackie me había dicho que sabía que Red y yo íbamos a terminar
juntos, pero aún si ella lo hubiera aceptado, había quedado claro que no
estaba precisamente feliz. No eran celos, a la vez, ya no eran una pareja.
Pero Jackie se había preocupado de que yo iba a terminar llevando más
dolor a Red en vez de felicidad.
Al final, sin embargo, Red me había acompañado a casa, y en algún
lugar a lo largo del camino habíamos tomado un desvío inesperado en la
intimidad.
—Está bien, no pude conseguir Patsy, pero aquí está Rómulo, listo
para su disparo.
Salté un poco mientras Jackie trajo la mezcla de pastor alemán
dentro. Malinterpretando mi mirada culpable, Jackie me dio una sonrisa
triste. —Es un desastre aquí, lo sé. Pero me paso todo mi tiempo fuera.
—No es necesario pedirme disculpas a mí, Jackie. No sé cómo
encuentras tiempo para todo como está. — Además de su trabajo con el
grupo, la mayoría de los cuales habían sufrido en sus antiguos hogares,
Jackie era un rehabilitador de la vida silvestre. Tomó muchas de las
criaturas eliminadas de Red, y también sirvió como un oficial director de
la naturaleza, vigilando a los nidos de aves y tortugas, y cuidando de los
riesgos de incendios en verano. Su única fuente real de ingresos, por lo
que me di cuenta, llegó en forma de donaciones para los lobos, con un
poco más de la venta de su luz casera de la luna. Lo que me recordó,
tenía que llevarle de vuelta una botella a Red.
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—No dejes que me olvide de comprar algunos de tu whisky—, le dije


quitándome el abrigo y los guantes.
—Tú no tienes que comprarlos, chica. — Jackie se agachó para tirar
de una botella de un cajón, y yo me di cuenta de que era robusta, con
músculo en lugar de grasa.
—Tienes que dejarme pagar, Jackie.
— ¿Qué tal si tú me prestas a Red para una noche? Es broma, Doc.
Red y yo estamos más allá de todas esas tonterías. Y nunca la engañaría,
ya sabes. Es un buen hombre, y no hay muchos de ellos por ahí.
Murmuré algo de acuerdo, entonces me ocupé en dar las vacunas a
la mezcla de pastor. Por lo que yo podría decir, el afecto de Jackie por
Red era el de un viejo amigo, y ciertamente no actuó como si estuviera
celosa o resentida de mí. Sin embargo, estaba claro que ella me vio como
la mujer más joven y más sofisticada que había hechizado a su viejo
novio. No era un papel que estaba jugando cómoda.
—Entonces—, le dije, cambiando de tema con mí habitual falta de
gracia — ¿nada sucede con la manada además de necesitar su refuerzo de
rabia y de parvo? Tú dijiste que Patsy había roto uno de sus espolones.
Los ojos de Jackie brillaron con diversión por mi malestar, pero me
seguía la corriente. —Déjame pensar. Loki se ha ido y metido en una
pelea con algo. Golpeó su cola bastante bien. La vendé, pero quería que
echaras un vistazo mientras estabas aquí.
—Yo no lo vi cuando llegué aquí.
—Él estaba allí, sólo que es tímido y fácil de pasar por alto. Pero él es
mi niño especial, porque cuando se calienta contigo, es uno de los más
inteligentes y más amable perro que jamás haya conocido. Me recuerda a
la forma en que Pía solía ser.
Supongo que todos los padres deben sentir un poco de sorpresa
cuando sus dulces niños o niñas, de cáscara lisa de repente se disparan,
el pelo brota, y estalla en ira y acné adolescente así como con sus
opiniones. Pero los perros y los lobos domesticados existen en una
especie de infancia permanente, y Jackie nunca había esperado que su
hija peluda se rebelara. Creo que Jackie estaba más sorprendida por el
cambio emocional de Pía de lo que estaba por su transformación física -
después de todo, Jackie había conocido a Red en más de una forma.
En voz alta, lo único que dije fue: —Ella todavía te ama, ya sabes.
Jackie negó con la cabeza. —Todo lo que ella puede ver son las
maneras en que no estoy a la altura.
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—Lo siento, Jackie. Estoy seguro de que va a pasar. — Pero me di


cuenta de que a Jackie, una hija humana era una excusa pobre para un
perro.
En cierto modo, conocer a Pía había sido el comienzo de todos los
cambios en mi vida. Jackie la había traído al Instituto Médico Animal,
pensando equivocadamente que los servicios eran básicamente gratis.
Ella también había tenido algunos problemas con algunos de los
veterinarios locales, que creían que estaba criando híbridos de lobo en
vez de rescatarlos. Sin embargo, cuando Jackie había aprendido lo caro
que el Instituto era en realidad, había pensado que no le devolveríamos a
Pía, y había enviado a Red para hacer una pequeña operación de remoción
de la vida silvestre.
— ¿Terminaste con Rómulo ya? Yo lo voy a llevar y traer a Loki.
Había terminado con Rómulo, pero él no había terminado conmigo.
Gimiendo y resoplando, luchó para permanecer dentro conmigo mientras
medio convenció a Jackie, y medio que lo arrastró hacia el exterior.
Jackie estaba de nuevo en cuestión de segundos, guiando a Loki con
una correa floja. En una muestra de afecto totalmente fuera de carácter
para el animal tímido, Loki se levantó y, de hecho me lamió la cara.
—Bueno, eso es un saludo—, dijo Jackie, sonando desconcertada. A
diferencia de los perros, los lobos paraban de vincularse con gente nueva
después de los tres meses de edad.
—Supongo que realmente te gusto, muchacho. — Yo toqué el pelaje
gris atigrado de Loki. Por un momento, realmente pensé que iba a
ponerse de pie y dejarme examinar su cola, pero luego, en el momento
justo, una sierra de cadena se encendió, haciéndolo saltar y agacharse
debajo de la mesa. —Dios, Jackie, eso es horrible. Pensé que toda esta
zona había sido declarada preservación de humedales.
Jackie miró por la ventana pequeña en la dirección del ruido
ofensivo. —Sí, bueno, ya sabes cómo va. Alguien ofrece algo de dinero a
alguien, y listo, un experto que apareció volvió a dibujar las líneas de
demarcación. — Jackie convenció a Loki de salir a la luz, frotándose las
orejas hasta que él la miró con una mirada puramente de cachorro de la
devoción. Ella lo abrazó mientras yo pasé las manos arriba y abajo de la
cola. —Mi vecino configura las luces para que puedan trabajar de noche.
Estaba a punto de decir algo simpático cuando sentí una mueca de
dolor de Loki a mi tacto. —Jackie, ¿hay alguna posibilidad de que Loki
pudo haberse metido en una pelea con algunos de los otros perros?
—Claro, siempre hay una oportunidad. ¿Por qué lo preguntas?
Saqué unas pinzas y saqué una garra de la capa espesa, el doble de
la piel cerca de la cola de Loki. —Dime. ¿Qué piensas tú de esto?
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

Jackie tuvo la garra en su palma. —Eso no es perro o un lobo. Esa es


una garra de un oso.
—Debería mostrárselo a red. Dijo que había tenido un encuentro con
un oso. Bueno, no exactamente un oso.
Ella hizo una pausa. — ¿Está él bien? Y ¿qué es no exactamente un
oso?
—Hay un poco de historia allí, y creo que Red probablemente debería
ser el que lo diga.
Jackie miró a la garra de nuevo. — ¿Quieres decir algo
sobrenatural?—, dijo. —Un habitual oso negro viejo estaría hibernando en
esta época del año.
Empecé a contestar, pero luego el zumbido de la sierra ahogó la
posibilidad de conversación fácil. La boca generosa Jackie se tensó en una
mueca triste. —Por supuesto, ¿quién puede dormir con ese ruido
pasando?
Una hora más tarde y habíamos terminado. Habíamos vacunado con
éxito los ocho loberos, y yo había dado a Loki una inyección de
antibiótico y vendado la pata de Patsy, y Jackie me había cargado con dos
botellas de bourbon y una de jarabe de arce hecho en casa de la
primavera anterior.
Mientras me dirigía a mi coche, los loberos pululaban alrededor de
mí de nuevo, pero esta vez no había duda de su estado de ánimo.
Moviendo la cola como cachorros contentos, Rómulo y la mezcla de
husky competían entre sí por el derecho a oler, mientras que Loki por lo
general tímido mantenía calentando su camino entre los cuerpos de los
otros perros para que pudiera deslizarse y lamerme la mano.
Jackie se rascó la cabeza mientras yo trataba, por tercera vez, de
poner la mano en la manija de la puerta del coche. — ¿Pusiste algo extra
en las inyecciones esas tuyas?
—Creo que sólo tengo el toque mágico.
—Supongo que lo tienes. — Jackie empujó fuera los perros, para
permitirme entrar en el coche. — ¡Déjenla sola, niños, que la deje en paz!
¿Qué están tratando de hacer, montar a casa con ella? No puedo tener
todos mis chicos dejándome por Abra, ahora.
Haciendo una pequeña mueca de dolor, bajé la ventana para que yo
pudiera decir adiós a Jackie. —Deberíamos reunirnos en Moondoggie para
la cena de esta semana. Sé que a Red le encantaría verte.
—La tormenta podría estar llegando, pero ya veremos. Gracias por
venir hasta aquí—, dijo Jackie, pescando un cigarrillo de su paquete y
encendiéndolo. Mientras conducía lentamente por el camino de hielo, vi
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

su reflejo en el espejo retrovisor, arrastrando el Marlboro como si hubiera


sido el aplazamiento de este humo durante mucho tiempo. Ella desvió la
mirada a la sombra del bosque, en busca de Pía. Ella parecía pensar que
yo estaba de pie en su camino de ganar el afecto de su Malachy.
Suspiré, de repente con los huesos cansados. De alguna manera,
Jackie tiene que inadvertidamente haber convencido a su hija que yo era
una especie de come-hombres. Y en cierto modo, supuse que era para ella
lo que Magda era para mí. Pero yo no había separado en realidad a Red y
Jackie, y Magda era una perra loca. Aún así, deseaba que Jackie pudiera
encontrar la fotografía de otro hombre para la pared de su remolque.
Mientras me apoyaba en mi plaza de aparcamiento fuera de la clínica
veterinaria, me pregunté si debía convencer a Jackie de venir conmigo a
un spa de día uno de estos días. No podía tener mucho más de treinta y
ocho, y no había realmente ninguna razón para que ella viviera sola con
los perros. Ella sólo necesitaba un poco de consejos de moda, una gran
cantidad de crema hidratante, y un buen corte de pelo, ninguno de los
que estaban disponibles en Northside.
En cuanto a Pía, de repente me di cuenta de que los otros perros no
la habían saludado como un sumiso, y que no había hablado con ellos
como uno solo. Ella era tímida alrededor de Malachy y yo, pero tal vez
había otra cara de Pía.
La gente pensaba que los lobos y los perros pueden ser
categorizados como alfas, betas, u omegas, como líderes o seguidores.
Algunas personas incluso pensaban que era la forma en que el mundo de
los humanos trabajaba. Pero la verdad es más compleja. Al igual que una
mujer puede ser una potente gestora en el trabajo y una esposa sumisa
en el hogar, o un hombre puede ser un tirano en casa y una tostada con
leche en la oficina, un lobo podría ser dominante en una sola manada, y
sumiso en otra. El estatus era bastante fluido, y cada encuentro de lobos
estaba lleno de matices y negociación.
Había quitado sólo la llave de la ignición, cuando oí un chirrido de
neumáticos mientras alguien quemaba goma aparcando a mi lado. Salí de
mi coche, preparándome para una emergencia animal, y me encontré cara
a cara con Marlene. Ella estaba en serias dificultades, su rostro pálido y
los ojos bien abiertos, el pelo grueso negro todavía en rulos, y su jersey
de felpilla rosa manchada de sangre.
— ¡Tienes que ayudar a Queenie! ¡Está sangrando!
Corrí a la parte posterior de la camioneta roja cereza de Marlene
donde vi exactamente lo que yo había estado temiendo: Queenie, tiñendo
un blanco paño de escarlata.
No me preocupé por perder el control de mi temperamento, con un
paciente que sangraba enfrente de mí, me metí en modo profesional. —
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

Toma el otro extremo de la toalla—, ordené a Marlene, que había venido a


mi lado y estaba mirando, horrorizada, a Queenie. —En mi cuenta: uno,
dos, tres, ahora— A medida que la levantamos tuve un momento para
pensar, deseaba como el infierno que Pía no hubiera ido a casa. Entonces
estábamos en la escaleras en la clínica, y espeté: —la puerta, alguien abra
la puerta—, pero Malachy ya estaba allí, manteniéndola abierta.
—Cristo, vamos a entrar en la sala de operaciones—, dijo, y contuvo
una réplica - ¿donde creía que yo iba, de todos modos? Los brazos
fibrosos de Marlene estaban temblando mientras Queenie era levantada
sobre la mesa.
—Voy a preparar la bandeja quirúrgica—, dijo Mal, haciendo a
Marlene a un lado mientras examinaba a Queenie.
—Lávate y prepárate, Abra. — Yo estaba a punto de preguntarle por
qué no quería operar el mismo, pero luego miré y vi a mi jefe con una
pastilla de su bolsillo en la palma de la mano.
Marlene se acercó a la pileta, mientras me ponía una bata de
operación, su rostro viejo y extrañamente masculino sin maquillaje. Sus
ojos no encontraron los míos. — ¿Va a estar bien?
—No sé—, dije, tallando mis uñas, a continuación, cerré el grifo con
el antebrazo. —Pero si ella muere, sabremos quién tiene la culpa, ¿no?
— ¡Yo te pedí que te encargaras! ¡Esto es culpa tuya! ¿Crees que
estabas siendo responsable? ¡Esos no eran cachorros, eran pequeños
monstruos esperando para salir!
Yo era vagamente consciente de mi jefe empujando a Marlene,
murmurando algo sobre la espera en la otra habitación, y yo podía sentir
que Malachy me miraba, pero no importaba. Toda mi atención estaba en
Queenie ahora, y asegurarme de que no perdiera su vida junto con sus
cachorros.
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

No me quise despertar. Había un dolor de cabeza que me esperaba


cuando abrí los ojos - yo podía sentirlo, golpeando en mis sienes, con
ganas de entrar. Había un mal sabor en la parte posterior de mi garganta,
y una oleada de náusea lo perseguía. Mis músculos me dolían, dándome a
entender que lo que fuera que había estado haciendo la noche anterior,
había estado presionando a mi cuerpo a sus límites. O más allá de ellos.
—Buenos días, Doc.
Me quejé, dando vueltas y tirando de las sábanas sobre mi cabeza.
Red, que claramente no estaba sufriendo de lo que me estaba
enfermando a mí, estaba besando su camino hasta mi empeine y la
pantorrilla. Hice un poco de movimiento agitándome, tratando de
quitármelo de encima, pero fue un esfuerzo muy débil.
—Yo sé cómo hacerte feliz. — Ahora Red estaba pellizca su camino
hacia la parte posterior de mis rodillas. Hice una especie de convulsión
manual y movimiento con el pie, tratando de comunicar el hecho de que
yo estaba adolorida realmente aquí. Los pellizcos subían por la cara
interna de mi muslo, casi al mismo ritmo que la náusea estaba subiendo
por mi esófago.
Me acurruqué en posición fetal antes de mirar por encima del
hombro. Red estaba luciendo salvaje y contento: A él le gustaba un poco
de persecución. Llevaba vaqueros y una camisa, y olía a pino y madera de
sándalo y humo, con un tono débil de almizcle. Era esa deliciosa loción
para después del afeitado amaderada de nuevo. Salvo que él había dicho
que no llevaba ninguna fragancia. — ¿Qué hora es?— Mi voz estaba ronca,
como si hubiera estado gritando en la parte superior de mis pulmones. O
aullando.
—Cerca de las once. Malachy dijo que te permitiera dormir adentro.
Le dije que tuviste que dejar fuera un poco de corriente anoche.
Un poco de corriente. Yo no estaba segura exactamente lo que había
supuesto. Yo tenía un vago recuerdo de ir a Moondoggie, de beber el
especial del martes martini de manzana, y no comer la sorpresa de pollo.
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

Podría haber estado un segundo martini en alguna parte, pero nada para
dar cuenta de la resaca de clase cinco que estaba en constantemente
construyéndose en fuerza e intensidad.
—Necesito levantarme.
—Mal dijo que no te preocupes por ir hoy. — Red se enroscó en
torno a mí, su ropa áspera contra mi piel desnuda. —No quisiste hablar
de ello ayer por la noche, pero me dio la impresión de que había sido un
día bastante duro en el trabajo.
De repente, el olor almizclado de él se sentía inmenso, y gruñí
mientras el dolor en mi cabeza luchaba por la prioridad con la bilis en la
garganta. Curioso pensar que alguna vez había fantaseado con un
hombre que me cuchareara y prestara atención a mi estado de ánimo y
sentimientos, de vuelta en los días en que me había casado con un patán
narcisista. Ahora lo único que quería era un poco de espacio para
respirar. Y, posiblemente, un poco de espacio para vomitar, también.
—Hubo una corrida ayer por la noche, ¿eh?— Red levantó mi pelo de
la nuca, lo que se sentía bien, y luego comenzó a besarme en la nuca.
— ¿Corrimos?
—Oh, Dios, sí. Yo no podía mantener al medía contigo. — Respiró
hondo, y yo sabía que él estaba inundándose del aroma de mi cabello y
mi piel.
—Detente. Huelo horrible.
—No para mí. No para mí ni para cualquier cambia formas, sea el
caso. Y teniendo en cuenta la última noche, estoy pensando que
deberíamos llamarte una cambia formas, chica.
Tiré los cobertores de mi cabeza, necesitando aire fresco. — ¿Qué
pasó anoche?
—Sí, buena pregunta. Déjame pensar: cena, te lleve a casa, algo fuera
de lo común, pero que tal fue, ¿adivinas?
Le di un puñetazo. —Red, no me siento como para esto.
Red me sonrió, burlona y enigmáticamente. — ¿No te acuerdas?
—Me duele la cabeza. Me gustaría vomitar, pero me preocupa que mi
cabeza pudiera partirse. Mi cuerpo se siente como si hubiera acarreado
rocas, o tal vez sido golpeada por ellas.
La sonrisa de Red se desvaneció. —Realmente no lo recuerdas.
Levanté mis piernas por el lado de la cama, y luego me golpeé la
cabeza con una lámpara. —Oh, Jesús, odio vivir en esta maldita cabaña.
Hubo un silencio momentáneo, como una aspiradora de sonido,
mientras los dos oímos lo que yo había dicho.
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

—Lo siento, sólo estoy... me siento mal, eso es todo.


—No, soy yo el que lo siente. Demasiado atrapado en mi propio buen
estado de ánimo, supongo. — Sentí que la cama inclinarse cuando Red se
puso en pie. Se alejó, abrió el congelador, y volvió con una bolsa de
guisantes congelados. —Toma, pon esto en tu cabeza.
—Gracias. — Yo no podía mirarlo, así que no lo intenté. —Por lo
tanto, Red, ¿qué pasó anoche?
—Cambiaste.
Ahora me volví a él, pero estaba mirando a otro lado, midiendo café
en el bote. — ¿Me puse peluda antes de que la luna estuviera aún medio
llena?
—Sí—. Yo veía a Red verter el agua, toda la emoción y el placer
desaparecido de su rostro y su postura. Había otra cosa que había
pasado, yo estaba segura de ello, algo que lo había acelerado y lo llenó de
felicidad. Pero antes de que pudiera averiguar más, la competencia entre
los golpes de cabeza y estómago turbulento llegó a una conclusión
abrupta. Salí corriendo para el baño con la palma de la mano sobre la
boca.

Al día siguiente, decidí que no podía retrasar hablar con Red por
más tiempo. Cerca de treinta horas habían pasado desde mi noche
perdida, y todavía no lo habíamos discutido, al igual que no había
discutido el extraño momento con Malachy.
Fue sobre todo por mi culpa. Queriendo escapar de la tensión en el
hogar, que había tomado dos Alka-Seltzer y arrastrado los pies al trabajo,
donde Malachy no me preguntó cómo me sentía, o trató de consolarme
por lo de Queenie. A cambio, yo no me enfrenté a él acerca de su
enfermedad sin nombre. Ninguno de los dos reconoció nuestro extraño
momento de intimidad, lo que fue un alivio. Tal vez si pretendíamos que
nunca ocurrió, simplemente se iría.
Para ser sincera, ni siquiera me gustaba pensar en mí acostada
debajo de mi jefe en mi jardín delantero en plena luz del día. No estaba
segura de lo que era peor: el conocimiento de que Malachy no se había
interesado en lo que yo ofrecía, o la constatación de que había estado
ofreciéndolo. No es que yo acabara de descubrir una atracción secreta
hacia mi jefe - en el fondo, muy en el fondo, yo sabía que no me sentía
atraída. Era como tener una especie de sueño sexual extraño acerca de
algún profesor nerd de secundaria, con corbata, que ni siquiera te
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

gustaba. Que me había pasado, allá en décimo grado. Quizás en mi forma


de lobo todavía estaba sin forma y curiosa. Justo lo que necesitaba, otra
adolescencia que soportar.
Por lo tanto, tanto como me hubiera gustado decirle a Malachy de mi
último episodio, decidí que era mejor dejar esa caja de Pandora sin abrir.
Me había estado robando a mi misma todo el día de una
conversación seria con Red, pero estaba fuera cuando llegué a casa. Él
debe de haber vuelto después de que yo me hubiera ido a dormir, lo cual
fue un alivio, realmente. Yo pensé que volveríamos a hablar en la mañana.
Pero cuando comenzaba a despertar, Red había puesto una mano en
la curva de mi cadera, en una cuestión. Antes de que yo hubiera tenido la
oportunidad de pensar en ello, me moví. Un momento después, me había
vuelto a verlo tendido de espaldas, con las manos debajo de la cabeza.
Sus pómulos afilados habían echado sombras sobre los ojos, y
mostrándome el lobo en su cara, y por un momento, yo hubiera querido
que cambiara por lo que no habría necesidad de palabras. Ese tenue olor,
delicioso a bosque y almizcle aún se aferraba a él, puede ser que incluso
haya crecido un tono más intenso. Si hubiera sido en forma de lobo,
pensé, él no habría sido tan vacilante y yo habría querido tocarlo.
Sin embargo, una voz un poco entrometida, no puedes llevar toda
una relación basado en un sólo aspecto de uno mismo. Como de
costumbre, la pequeña voz sonaba como mi madre. Nunca he estado
segura, sin embargo, si esto se debe, en el fondo, a que reconozco la
sabiduría innata de mi madre sobre estas cuestiones, o si la fuerza de su
personalidad ha influido en el tono de mi conciencia. En cualquier caso,
no estoy del todo segura de que una estrella de cine B que se volvió
protectora de los animales es realmente la mejor fuente de sabiduría en
una relación.
Así que empujé a un lado mis dudas. Yo amaba a Red, y me sentí
mal por un montón de cosas: la explosión de ayer, no darme cuenta de
que había sido lesionado, toda la cosa de rodar por el suelo con Malachy.
Así que hice lo que la mayoría de las mujeres estadounidenses
probablemente hacen cuando quieren complacer a sus hombres. Me fui a
comprar carne.
Antes de mi cambio, yo había sido una vegetariana, y hasta ahora,
sólo comía carne en determinados momentos del mes, y yo prefería que
llegue a mi plato completamente cocida y en salsa, y lo más diferente de
un ser vivo, o vaca como sea posible. Al menos, eso es lo que me gustaba
en mi forma humana. Cuando yo era peluda y de cuatro patas, con gusto
habría arrancado un pedazo de pecho de vaca, si surgiera la oportunidad.
Pero ahora era tan humana como yo nunca sería, y comprar la carne,
tocarla y lavarla y salpicándola alrededor en escabeche, así, era un
sacrificio que yo habría hecho sólo por amor. Me quedé mirando el bistec,
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

tratando de recordar si un montón de pequeñas vetas blancas de grasa


fofa corriendo a través de la carne era conveniente o no.
—Disculpe, pero usted está bloqueando el pasillo.
Me di la vuelta, apretando los músculos con el sonido de esa
bochornosa familiar, voz con acento. —Hola, Magda. — Fulminé con la
mirada a la mujer que vivía con mi pronto ex en la casa que habíamos
compartido. Ella llevaba un abrigo de lana rojo equipado y tenía un nuevo
corte de pelo corto, que mostró la racha espectacular de blanco en su
pelo oscuro. Ella me llevaba quince años, pero me sentía como un gnomo
de pie junto a ella en vaqueros y una camiseta poco favorecedora
hinchada de la tienda de Tractor Supply.
—Oh, hola, Abra—, dijo Magda, como si no hubiera sabido
perfectamente que era yo. Además de ser un hombre lobo, Magdalena
Ionescu fue la investigadora principal del lobo y seguidora experimentada
- no el tipo que deja su mente a la deriva mientras vaga alrededor de los
supermercados. Yo no tenía idea de por qué estaba jugando a la tímida
conmigo, pero me estaba haciendo cerdas. No éramos amigas, y yo no
veía ninguna razón para pretender lo contrario.
—Oh, esas no se ven deliciosas. — Magda sacó los otros cuatro
filetes de solomillo de la bandeja y me sonrió. — ¿Te llevas ese, o no? No
tengo intención de parecer codiciosa, pero mis hermanos vienen de visita.
Tarde, comprendí que su amistad era una falsa forma de agresión. Si
hubiéramos estado en forma de lobo, ella hubiera marchado a olerme
antes mandarme al suelo.
—Lo siento, pero estoy haciendo una cena especial para Red. —
Arrojé el último filete de solomillo en mi propio carro.
—Sabes, estoy muy contenta por ustedes dos—, murmuró Magda,
inclinándose hacia adelante como si confiara en un ambiente íntimo. —Yo
sé que tú y Hunter nunca fueron el uno para el otro, y creo que es
maravilloso que hayas encontrado a alguien que se adapte a tí. Y siempre
me han gustado los coyotes - son muy astutos, y tienen en astucia lo que
les falta en tamaño y fuerza.
Sentí que mi párpado derecho comenzó a temblar. —En primer
lugar, Red no es un coyote, es un lobo rojo. En segundo lugar, yo no
recuerdo haber preguntado por tu opinión.
Magda dio una risa baja y ronca. —Dios mío, me parece que he dado
en el clavo. Lo siento, no tengo nada en contra de que Red sea un Coyote.
De hecho, teniendo en cuenta que tú no puedes tener hijos, creo que
elegir a alguien de un grupo diferente tiene mucho sentido.
Tardíamente, miré a mí alrededor para ver si alguien estaba
escuchando nuestra conversación. Los Northsiders eran expertos en
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

ignorar la extrañeza sobrenatural a su alrededor, y hablábamos en voz


muy baja, pero un pequeño pueblo es un pueblo pequeño: Las personas
se preocupan profundamente por los asuntos ajenos.
Esperé hasta que dos mujeres se habían llevado sus carritos de la
compra en una esquina, luego dije: — ¿Qué quieres decir, ya que no
puedo tener hijos? El hecho de que no he quedado la última vez
embarazada no significa que no pueda tener hijos.
Magda me enseñó los dientes en una sonrisa. —Pobre Abra. ¿De
verdad no tienes ni idea?, ¿verdad? Y sin embargo, tú eres una
veterinaria, por lo que debes saber sobre los ciclos de apareamiento de
los lobos y los perros—. En caso de que todavía no hubiera hecho la
conexión, ella dijo, —Embarazos falsos, querida. Una mujer no dominante
casi nunca tiene una camada de cachorros.
En el momento en que lo dijo, me di cuenta de que realmente nunca
pensé en mí misma como mitad lobo.
La forma en que lo vi, yo sólo era un lobo en la luna llena, ser
humana era mi trabajo de día.
Pero lo que Magda estaba dando a entender era que yo no podía
quedar embarazada porque no era afirmativa o suficientemente alfa. En
lo salvaje, las lobas no dominantes hembras tienen sus ciclos con el alfa.
Incluso si no se reproducen, pasan por los síntomas del embarazo, junto
con la perra liderante, y después de que las crías de las líderes nacen, las
otras hembras producen leche, por lo que pueden amamantar a los
cachorros cuando la madre está fuera de cacería.
Pero incluso cuando las mujeres de menor rango se quedan
embarazadas, tienden a no llegar a término con el embarazo.
No es como un aborto involuntario humano - no hay sangre, ningún
signo externo alguno. Los veterinarios que realmente no lo entienden,
pero el cuerpo parece que sólo reabsorbe el embarazo sin efectos
secundarios.
Mi cara debe haber puesto de manifiesto algo de lo que estaba
sintiendo, porque Magda dijo: —Oh, ahora te he molestado. — Ella se
inclinó sobre el mostrador de la carne y ausentemente apretó los dedos
en un paquete de hígado para que la sangre se estancara debajo del
plástico. —Pero realmente no quieres formar una familia con alguien
como Red, ¿no es verdad, ahora?— Añadió el hígado para su carro, Magda
me miró a los ojos. —En Rumania, tenemos dos tipos de hombre lobo -
vârcolac y pricolici. Pero Red, dice que es cambiaformas, ¿no? ¿Cuál es su
palabra? - Limmikin. Me dijo sobre eso, cuando me quedé con él.
Ahora estaba echando sal en mis heridas. Yo todavía no había
superado el hecho de que Red había permitido a Magda quedarse en su
cabaña la primera vez que había llegado a Northside. Claro, que había
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

tenido sus razones - Hunter era nuevo para su cambio, y Red había tenido
miedo de que las lágrimas me apartaran. Magda tenía que ocupar el cargo
de su mentor, ayudándole a través del sin sentido de la violencia de sus
transformaciones tempranas. Pero una parte de la tutoría involucraba
atornillarle los sesos, que era por lo que había sido infectado con el virus
en primer lugar.
Así que no estaba exactamente agradecida a Red por apoyar a
Magda. Yo no estaba enojada activamente - sin embargo, a menos que
pensara sobre ello.
—Yo sé todo acerca del Limmikin—, le dije secamente. —Es el
término Mohawk para un cambiaformas.
—Así que ya sabes que el término no es una cortesía. Ah, ya veo que
no has oído esto.
Los Limmikin son - ¿Cómo explico esto? Son como los gitanos del
mundo humano. Ladrones. Adivinos. Artistas de Con.
Apreté los dientes. —Se te olvidó la parte en la que inventaron el
flamenco y sufrieron siglos de persecución. Y antes de decir cualquier
cosa, tú deberías saber que mi padre es gitano. De Barcelona.
—Qué encantador. Otra cosa que tienen en común con Red—. Magda
se inclinó hacia abajo, haciendo hincapié en la diferencia en nuestras
alturas. —Pero tú debes saber que ustedes son diferentes tipos de
therians. La cepa que llevas, la cepa que proviene de mí, es pricolici.
También hay vârcolac—, añadió, haciendo el movimiento de escupir sobre
su hombro izquierdo. —Los diletantes desagradables en las artes oscuras.
Pero al menos los dos tenemos el vínculo sagrado con la luna. Pero tu
hombre, no es en absoluto licántropo. Es una especie de cosa menor, es
por eso que le permito permanecer en nuestro territorio.
A veces me preguntaba si Magda había aprendido su inglés de viejas
películas de mi madre.
—Señora, usted tiene problemas. — Yo estaba al tanto de que las
personas abiertamente nos estaban mirando ahora, algunos de ellos eran
clientes, pero la ira estaba pulsando a través de mí ahora, presionando
mis costillas, rompiendo mis nudillos, haciendo que cada pelo de mi
cabeza se sintiera como si estuviera electrizado con furia.
Algo parpadeó en los ojos oscuros de almendras de Magdalena. —
¿Qué estás haciendo?
Di un paso hacia delante, moviendo los dedos en su cara como una
vengadora niñera. —He tenido casi suficiente de ti hoy. Lo que es, ¿tú
viniste aquí en busca de una pelea? Bueno, vamos a ir a por ella,
entonces.
Magda me agarró de la muñeca derecha. —Contrólate a tí mismo.
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

— ¡Quita tus manos de mí!


—Estás cambiando, Abra. ¡Mira!— Ella empujó mi mano en frente de
mi cara. Las uñas estaban oscureciéndose, prolongándose, cambiando de
forma. Y así estaban los huesos.
De repente, Magda se volvió, puso su brazo alrededor de mí y me
giro hacia la sección de congelados. Debe haber parecido que me estaba
consolando, pero estaba eficazmente protegiéndome de la poca audiencia
que habíamos atraído. Mirando sobre su hombro, vi a Marlene de las uñas
de dama de dragón y Jeróme, en su camisa de La casa de la pradera y
dos de los mayores chismosos en el condado. Oh, Dios, esto iba a estar
por toda la ciudad esta noche.
—Respira profundamente. Eso es todo. Lento y constante. — En el
modo maestro, Magda era casi tranquilizadora. Por primera vez, tuve una
idea de lo que debe haber atraído a Hunter de nuevo cuando Magda era
una investigadora principal de lobos y él era un periodista persiguiendo
una historia.
—Gracias. — Tomé un aliento y me estremecí.
— ¿Estás bien ahora?— Su acento era más pronunciado.
Asentí con la cabeza. —Lo siento. Me parece que tengo menos
control de mi temperamento en estos días.
—De tu temperamento. Y ¿ha sido tu ciclo... irregular?
Yo no necesitaba responder.
—Ya veo. Y ¿tienes alguna idea de por qué esto está sucediendo
ahora?
Miré a Magda. De cerca, no había líneas de expresión visibles entre
las cejas, abanicándose de las esquinas de sus ojos. Me hizo como mejor
que ella. —No.
La mano que había estado vagamente sosteniéndome sobre mis
hombros se apretó, y yo hice una mueca.
—La licantropía está progresando. Nunca me lo hubiera esperado,
pero ahí está. Estás en temporada.
Por un momento, me bloqueé en la primera parte de la oración que
yo no entendí el final. Cuando me quedé en silencio, Magda frunció el
ceño y dijo: — ¿No lo entiendes? En temporada. En celo. En el calor.
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

Según mi madre, cada relación de pareja es una reacción a la que


había antes de ella. Desde que mi madre es Piper LeFevre, símbolo sexual
icónico, sus teorías sobre el romance tienen cierto peso en el mundo. Las
revistas para mujeres todavía la publican en las portadas, por lo general
con la imagen de Lucrecia Cyborgia con mi madre en ese traje apretado,
claro espacio de plástico.
Las revistas pueden pensar dos veces acerca de sus fuentes si
supieran que mi madre renunció a los hombres hace unos quince años.
Más recientemente renunció a las mujeres también. Sin embargo, ella me
dijo a mí que siempre se había preocupado de que Hunter no me amaba
lo suficiente, y que estar con él me había convertido en una caricatura de
mí misma: la estudiosa, seria chica, geek que es un elemento básico de las
películas de adolescentes, completa con el pelo largo, gafas grandes, y un
armario cuadrado.
Había estado en lo cierto. Por lo que yo sabía, ser célibe la hizo uno
de los oráculos más objetivos en el amor y el romance.
Después de la escena pública con Magda en el Stop and Shop, yo
estaba dispuesta a tomar una oportunidad y darle a mamá una visita. Yo
sería la primera en admitir que era también una manera de posponer
tener que hablar con Red. Así que en lugar de una cena de carne asada,
Red recibió un mensaje en su teléfono celular: Tuve que salir corriendo a
casa de mi madre en el último minuto.
Me di cuenta de que huir que ésta manera era la clase de cosa que
Hunter solía hacerme a mí, pero yo no podía evitarlo. Recordé el estado
de ánimo exaltado de Red después de mi noche pérdida, mi sensación de
que había algo que él se había olvidado de decirme. Yo no confiaba en
Magda, pero yo sabía que era perfectamente capaz de decir la verdad
cuando servía a su propósito.
Presumiblemente estaba tan errada acerca del Limmikin como de los
gitanos. ¿Que se suponía que una investigadora rumana lobo sabía sobre
los nativos americanos cambiaformas, de todos modos? Traté de recordar
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

todo lo que Red me había dicho sobre su familia. El año pasado había
querido ir al norte, para visitar a sus familiares sobrevivientes en Canadá.
Pero entonces yo había conseguido la posición con Malachy y tuvimos
que aplazar nuestro viaje.
Pero espera un momento. Fue Red, que insistió en que seguir
adelante y comenzar mi nuevo trabajo de inmediato. Tal vez había tenido
dudas acerca de que yo conociera a su gente. Pude haber tenido mis
reservas sobre mi futuro con Red, pero hasta este momento, nunca puse
en duda nuestro pasado juntos. Yo siempre sentí que podía confiar en él
para ser abierto y honesto. Fue uno de sus principales atractivos, después
de todos los secretos de Hunter y subterfugios.
Ahora, ya no estaba tan seguro.
Y aunque sabía que podría haber llamado a mi amiga y pedirle
consejo a Lilliana, yo no tenía ganas de exponer el hecho de que yo estaba
involucrada en otra novela arriesgada.
Así que tiré los comestibles en la parte trasera del coche y conduje
hasta la casa de mi madre, moví de un tirón todo el dial de la radio hasta
que encontré cantando a Natalie Merchant con grandiosa elocuencia
sobre los celos. Esto fue seguido por otra versión de Faith Hill cantando
sobre lo bueno que ella y su marido lo tenían, así que apagué la radio. El
cielo estaba nublado y gris, pero cuando me acerqué a Pleasantvale, las
nubes y la niebla se despejaron y alcancé a ver la media luna, pálida y
casi transparente en los bordes. La visión de ella era un recordatorio, e
hice un balance de mi cuerpo, pero por lo que me podía decir, el cambio
aún estaba a semanas. Lo que era extraño; por lo general, sentía una
punzada de dolor, como el de la ovulación, en la mitad de mi ciclo. Tal
vez el cambio ayer por la noche con Red había utilizado las hormonas
licantrópicas. Lo que significaba que podría haber un lado positivo a mi
apagón total de la memoria.
Cuando me volví a la autopista, todos los rastros de nieve y hielo en
el suelo desaparecieron. Mi madre vivía a una hora y media de distancia, y
setenta y cinco millas al sur el aire era más cálido, las casas más grandes
y construidas más cerca la una de la otra.
En general, Pleasantvale era una comunidad muy elegante, aunque
mi casa de la infancia se encuentra en el resto del enclave de la clase
trabajadora. Parecía singularmente fuera de lugar, rodeada de la familia
de unidades mixtas con nombres como Altos del Paraíso y pequeñas
casas hacinadas con vallas y luces coincidentes de vacaciones. Cuando yo
era niña, yo había pensado que las casas de los vecinos me recordaban a
extraños atrapados compartiendo una mesa en un banquete de hotel.
Nuestra propia casa era como un plató de cine. Un set de filmación de un
romance gótico, para ser específico.
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

Siguiendo el modelo de casa de El Greco en el sur de España, que era


una fabulosa villa, caprichosa, tengo algunos recuerdos borrosos de los
principios de mis padres, otros tipos de entretenimiento de Hollywood.
Siempre había una nube de humo de cigarrillo perfumado con eau de
toilette de mujer y loción para después del afeitado de los hombres, y yo
siempre podía encontrar a mi padre jugando al director detrás de la barra
para tragos elaborados, mientras que mi madre andaba en torno a
algunos quisquillosos, aperitivos grasos, ya no existentes aperitivos:
rumaki, o hígado envuelto en tocino y bañado en salsa de soja, almejas
casino, cerdos envueltos. El plato principal era algo a menudo efectista y
bajo, como especia-su-propio-chile o apuñala tu propia fondue de queso.
Me acuerdo de colarme en la sala de estar en mi camisón de franela color
rosa y zapatillas suaves, con riesgo de quemaduras de tercer grado para
pinchar mi pan ensartado en el bote cuando nadie estaba mirando.
Cuando yo estaba en mi cama, podía oír a mis padres, gritar de risa hasta
altas horas de la noche. Ser adulto, recuerdo que pensé, iba a ser muy
divertido.
No mucho después vino la idea de que la diversión para adultos se
pagaba con sangre. Me quedé levantada escuchando a mis padres
gritando sin risas hasta altas horas de la noche. Las bebidas ya no tenían
nombre, y mi dieta de aperitivos robados fue sustituida por comidas
congeladas. Yo solía leer las descripciones de productos con gran
optimismo: pecho de pollo empanizados y fritos, niblets bebé de maíz,
papas fritas crujientes Idaho. Yo era consciente de que la realidad era
pollo húmedo, patatas empapadas y granos de maíz en todas partes, pero
dada una opción a elegir entre la ficción y la realidad, me fui para la
ficción.
En esos días, mi padre era dueño de un pequeño hotel en Key West,
y mi madre había convertido la casa en Castillo de Bestia, un refugio sin
fines de lucro para los animales maltratados. Admiré la decisión de mi
madre, pero no hizo volver a casa una propuesta relajante.
—Gracias a Dios que estás aquí—, dijo mi madre, cuando abrió la
puerta de entrada masiva. Llevaba un caftán púrpura, tal como lo había
hecho en sus días de edecanes, y su cabello teñido de rubio recogido con
un pasador, dejando al descubierto las raíces de color gris. Había perdido
peso, lo que yo había estado persistentemente tratando de que hiciera
durante años. Se le daba el aspecto cansado. Y aún así, estaba más
hermosa de lo que nunca estaría.
— ¿Qué pasa, mamá?
—Creo que el husky tiene un diente impactado.
—Hubiera deseado que dijeras algo cuando llamé. — Conociéndola a
ella como lo hacía, habría traído una variedad de medicamentos, por si
acaso, pero odiaba que me dieran por sentada.
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

—Yo no lo sabía entonces. Él acaba de empezar a actuar de manera


extraña cuando le di un hueso.
Seguí a mi madre mientras barría el pasillo, el borde irregular de su
caftán púrpura detrás de ella. Como mi madre, la casa se veía un poco
cutre, con sillas antiguas anunciadas a un lado, y todos los sofás y
cortinas con marcas de garras. El traje de armadura medieval en la sala
principal parecía como si estuviera oxidándose en los bordes, y la fuente
de azulejos bajo la claraboya abovedada despedía un fuerte olor a orina
de gato.
—Así que, mamá, ¿cómo va todo? Además del husky, quiero decir.
—Oh, me estoy volviendo loca. Dos de las chicas nuevas nunca se
presentaron a trabajar hoy, y estoy esperando una nueva camada de
gatitos. Y aquí está Snowboy, pobre hombre, que estaba siendo guardado
en un armario durante todo el día. — Señaló el husky, que tenía su cabeza
entre sus patas y me advertía con una mirada azul funesta. Como la
mayoría de los perros lobo, tenían un rango más amplio de la expresión
en la cara que las razas más pequeñas, pero sabían cómo poner cara de
póquer cuando se encontraba adoloridos y extranjeros estuvieran viendo.
Le tendí la mano para que oliera antes de rebuscar en el bolso de cuero
grande mi estetoscopio. Hunter me había dado la bolsa en mi
cumpleaños, justo antes de que se hubiera ido de la ciudad, y aunque Red
se ofreció en comprarme otro, todavía me encantaba demasiado para
renunciar a ella.
Saqué el estetoscopio de mis oídos. —Su corazón parece muy bien,
— le dije a mi madre. — ¿Me permitirá chequear su boca?— Algunos de
los animales rescatados tenían algunos problemas no resueltos en ser
tocados por extraños.
—Por supuesto. Él es un ángel, ¿no es así, Snowy?
Puse mi mano junto a su boca, y Snowy chasqueó los dientes, apenas
errándole a dos de mis dedos. — ¡Jesús, mamá!
—Snowy, no. Abra quiere ayudarte. Vamos, inténtalo de nuevo.
Miré a mi madre. —Mamá, él me va a morder. Déjame darle un
sedante en primer lugar.
— ¿Sólo por un pequeño examen oral? Debes estar bromeando. De
todos modos, tú eres un hombre lobo, ¿no? Tú no deberías necesitar un
sedante para controlarlo. — Mi madre había sido más que
sobrecomprendida de la noticia de que me había convertido en un
licántropo. De hecho, ella había estado de éxtasis, exigiendo que le diera
la oportunidad de experimentar el cambio también. Pero toda lo que mi
pellizco le había dado era un pequeño absceso, y me negué a intentarlo
de nuevo, mientras que estuviera en forma de lobo. Ser un lobo era un
poco como ser un niño de tres años de edad; aún eras tú, pero mucho
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

más elemental, la versión menos civilizada. Una versión en que no


siempre podía recordar por qué no era una buena idea comer un paquete
entero de galletas de mantequilla Nutter. Una versión que no siempre
conoce su propia fuerza.
—Mamá, no funciona así.
— ¿Por qué no? ¿No tienes un lenguaje de perro-lobo que puedas
utilizar para comunicarte? Sólo grúñele a él.
Me eché hacia atrás sobre mis talones. —En primer lugar, hay
diferentes tipos de gruñidos, y mucho depende del lenguaje corporal.
Está estoy-asustado-por favor-no-ataque-o-te-morderé de gruñido, y yo-
soy-el-total-jefe-tuyo gruñendo, por nombrar sólo dos. Y mientras yo soy
una persona y no un lobo, no estoy segura de no conseguir la entonación
mal y decirle a Snowy aquí que soy una cobarde total.
—Entonces, ¿por qué no te transformas en lobo?
—¡Porque yo no puedo!
—No grites, Abra, estás haciendo poner a Snowy nervioso. — Mi
madre acarició al perro, que estaba mirando hacia atrás y adelante entre
nosotros, como un niño atrapado en el medio de la discusión de los
padres.
—Bueno, una vez más. Yo no soy un cambiaformas, mamá. Como
sigo tratando de explicarte, no tengo control sobre el cambio. — Hice una
pausa. —Y últimamente, he tenido incluso menos control de lo habitual.
Mi madre no se inmutó. — ¿Has hecho daño a alguien?— Su voz era
tranquila y totalmente profesional. Ella siempre estaba en su mejor
momento en una crisis, que era probablemente la razón por la que ella
trataba de crear una en cada oportunidad. — ¿Crees que podrías haber
herido a alguien?
—No, no. No es nada de eso, es sólo... — Dejé escapar el aliento, sin
saber que yo ni siquiera había estado conteniendo. —No sé por dónde
empezar. Encontré a Magda en el supermercado, y ella me dijo algo que
me molestó. No sé cuánto confiar en ella, pero también creo que Red
podría estar no diciéndome algo... — Sacudí la cabeza. —Lo siento. Debo
cuidar de Snowy en primer lugar. — Metí la mano en mi bolsa y mi madre
puso su mano sobre mi hombro.
— ¿Sabes qué? Creo que necesitas entrar en la cocina y dejar que
cuide de ti en primer lugar.
—Pero el absceso de Snowboy es...
Mi madre, que nunca dejó de sorprenderme, me sacó de mis pies. —
Vamos, Abs. Dejame hacerte - No, no tengo ningún alimento humano en
la casa. Deja que te lleve fuera para almorzar, y puedes decirme por qué
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

te ves más molesta ahora de lo que estabas cuando te enteraste que


Hunter estaba engañándote.
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

Una hora más tarde, mi madre y yo estábamos sentadas en el


restaurante local, puliendo nuestro queso de cabra y tortillas de
espinacas. Yo le había contado todo - mi arrebato con Marlene, el aroma
inesperado de Malachy, la sensación de malestar con Red, el aviso de
Magda. Por primera vez en días, yo estaba disfrutando de mi comida.
—Entonces—, le dije, después de que la bonita camarera con
piercings estaba fuera del alcance del oído, — ¿qué te parece? Un
aumento en las hormonas explicaría las explosiones de la irritabilidad y
estar empezando a cambiar cuando la luna no está llena. — Corté un
pedazo de tortilla. —Esto podría explicar también ese momento extraño
que tuve con Malachy. Quiero decir, él no es alguien que encuentro
atractivo. Sin embargo, por un momento, como que me olvidé que era mi
sarcástico e insalubre jefe.
Mi madre tomó un sorbo de café. —Tal vez no te das cuenta de que
te sientes atraída.
—No estoy tan reprimida.
—Bueno, en ese caso, algo está pasando con ustedes físicamente, y
es necesario tener a alguien más confiable que Magda para preguntarle.
—Quieres decir a Red.
—No, no quiero decir eso. Si Magda está diciendo la verdad, entonces
probablemente Red sabe que estás en celo..., supongo. Y entonces la
pregunta es, ¿qué estaría ganando él de retener decirte esto a tí?— Ella
enmantecó una capa de pan tostado de mi plato. — ¿Por qué no le
preguntas a ese jefe tuyo? Parece muy bien.
—Él es probablemente el principal experto en la licantropía.
Mi madre extendió las manos en un gesto teatral que tiró un vaso
con agua. — ¿Y? Habla con él acerca de tu condición.
Limpié el agua derramada con la servilleta. —Mamá, él no tiene
ningún sentido de la ética. Me gustaría pensar que Malachy quisiera
ayudarme a controlar mi enfermedad, pero, francamente, no lo sé. En los
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

años ochenta, él trasplantó cabezas de mono – él tenía este esquema que


eventualmente pudiéramos remover cerebros sanos de cuerpos que fallan
y los implantáramos en huéspedes animales. También he oído un rumor
de que estaba involucrado en algún plan para fecundar artificialmente
una hembra de chimpancé.
—Bueno, al menos era artificial. ¿Iba a utilizar su propio semen?
—¡Mamá!
—Bueno, en mi opinión, hace una diferencia. Usando semen de
afuera sugiere curiosidad científica, usando el suyo propio suena a puro
ego masculino. Por cierto, Abra, espero que estés siendo cuidadosa con el
control de natalidad.
Yo la miré fijamente, tratando de hacer la conexión. —Hola, mamá,
¿de qué estás hablando?
— ¿Qué estás usando, de todos modos? ¿La píldora? ¿Condones?
—Disculpa, pero yo no veo por qué esto te preocupa.
—Si estás utilizando un diafragma, asegúrate de que lo sostienes a la
luz. Asegúrate de que no hay agujeros pequeños en él.
— ¿Por qué habrían-Estás sugiriendo que Red agujerearía el
diafragma?
Mi madre me dio una mirada a nivel de los ojos que había seducido
una vez a la generación maleante de jóvenes. —Cariño, el hombre haría
cualquier cosa para mantenerte. Mentir, robar, engañar, matar, limpíar
después de sí mismo, y lavar la ropa.
Me acordé de despertarme al lado de Red, incapaz de recordar los
acontecimientos de la noche anterior mientras que él había estado
efervescente con la felicidad.
Lo que sugería que, o bien Magda había mentido, y que podía quedar
embarazada y tener un bebé, o que Red no sabía tanto de obstetricia de
los therian como Magda sabía.
Le expliqué todo esto a mi madre, que tuvo una respuesta bastante
concisa: —Creo que ella está llena de mierda. Ella está tratando de lavarte
el cerebro para que pienses que no puedes quedar embarazada, y estás
cayendo por ella.
—Yo no creo que sea tan sencillo mamá. Es decir, existe un
precedente en los lobos para lo que ella estaba hablando.
Mi madre levantó la taza de café y la mesera se acercó de inmediato
para llenarla. —Creo que estás esquivando la cuestión real, que es,
¿realmente quieres formar una familia con Red? ¿Quieres conformarte
con él?
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

—Pensé que te gustaba Red.


—Él es muy agradable, Abra, pero no es exactamente tu igual
intelectual. Y no puedo verlo viajando contigo, o visitando museos o ver
cualquier película con subtítulos. Es un chico de pequeñas ciudades. Si tú
necesitas a alguien que pueda sacrificar un ciervo herido de su miseria
sin necesidad de utilizar un arma de fuego y luego lo carnee para
barbacoa, él es tu hombre. Él nunca te engañará - tiene ese sentido
primitivo de la lealtad que se encuentra en los perros y los niños - pero si
alguna vez te pierdes con otro hombre - oh, no me mires así, digamos que
le des a Hunter uno por los viejos tiempos - un hombre como Red nunca
te perdonará. Yo no digo que sea una mala opción, sólo digo que
necesitas saber lo que estás eligiendo. ¿Es Red Mallin realmente el
hombre que tú deseas para padre de tus hijos, Abra? Si no hubieras
contraído el virus de la licantropía, ¿incluso lo hubieras considerado - o
hubieras elegido a alguien como este Malachy?
Eso golpeó un poco demasiado cerca de casa, así que salí
balanceándome. —Bueno, en primer lugar, no hay oportunidad en el
infierno que yo pueda —darle uno a Hunter por los viejos tiempos—,
como tan encantadoramente tú lo dijiste. En segundo lugar,— hice una
pausa, frustrada por el regreso de la camarera. Levantó nuestros platos
tan lentamente que parecía casi sádico, diciéndonos repetidamente si
queríamos algo más. Sin duda, una cierta cantidad habilidades lectoras en
personas era requerida en su profesión, pensé. En voz alta, dije, —te lo
haremos saber. — Mi madre levantó las cejas: no se suelo ser tan asertiva
en su presencia.
Cuando nos quedamos solas de nuevo, me dijo: —Tú haces sonar a
Red como un cliché de un cuello rojo. Yo no estaría con él si eso fuera
todo lo que es.
—Cariño, no estoy tratando de tirarlo abajo.
—Por supuesto que sí. No estoy segura de cuál es tu punto: ¿qué
Hunter es realmente un mejor complemento para mí, porque él lee el New
Yorker y le gusta la música antigua? Tú odiabas a Hunter, ¿recuerdas?
—Abra. — Mi madre llegó a través de la mesa y tomó mi mano. —Vas
a tomar cualquier decisión que sea mejor para tí, y yo te apoyo no
importa qué. Pero yo quiero que seas honesta contigo misma. Red es un
hombre encantador, pero he visto a muchas mujeres hacer concesiones
cuando se enamoran por hombres que no son sus iguales. Sí,— mi madre
insistió, apretando su agarre en los dedos. —Estoy diciendo que Red no
es tu igual. Profesional, cultural, económica, y por lo que tú dices, incluso
físicamente, en su forma de lobo, tú eres el compañero más poderoso. —
Ella mantuvo mi mirada, y me acordé de que cuando ella había conocido a
mi padre, había sido algo de una estrella, mientras que mi padre había
sido un director sustituto joven, conocido en Barcelona, pero no en
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

Estados Unidos. —Y no me importa, si es lo que quieres, pero yo no


quiero que renuncies a tu poder por él. Así que muchas mujeres
apuntalan los egos de sus maridos haciendose menos ellas mismas. Yo no
quiero eso para ti, Abra.
—Creo que subestimas a Red, mamá. Él es sutil, de manera
sorprendente. Psicológicamente, él es manera más perceptivo de lo que
Hunter ha sido siempre.
—Hunter era un narcisista completo. Me he encontrado mensajes
grabados que fueron más perceptivos que Hunter. Por lo que puedo decir,
uno de sus principales atractivos era que te permitía seguir
desempeñando el papel de la práctica buena, animada Jane Austen al
estilo de la heroína. Parte del problema con Red es que no está jugando a
tu guión. Tiene algún tipo de Mark Twain de trasfondo pasando, que te
deja con un problema: ¿Cuál es tu nuevo rol? ¿Eres tú la muchacha de la
ciudad con su irascible relajado leñador? ¿O eres la pequeña mujer de
apoyo a su lado?
Liberé mis manos. —Mamá, no estoy eligiendo mi próximo papel.
Esta es mi vida.
—Cariño, todos estamos constantemente eligiendo nuestra función
siguiente. Y creo que una vez que realmente te decidas lo que quieres y
tomes las riendas de tu vida, serás capaz de quedar embarazada. Si eso
es lo que quieres.
Yo sabía que no debía discutir este punto con mi madre, que creía
que la meditación, el pensamiento positivo, y los colónicos altos podían
curar casi cualquier enfermedad. —Está bien, no te desvíes aquí. Olvídate
de todo el teatro de la vida por un momento. Vamos a concentrarnos en
la carne. Me tienes totalmente confundida. En primer lugar, dices que no
se puede confiar en Red, entonces tú dices que yo soy la más poderosa en
esta relación, y que yo no soy tan buena con él como cuando estaba con
Hunter. Entonces, ¿cuál es?
Mi madre tuvo otra costra de pan de mi plato y lo extendió con
mermelada de fresa.
—Las dos cosas. — Ella tomó un bocado de la corteza. — ¿Qué
pensamiento te asusta más?— Hubo una pizca de mermelada roja en la
esquina de su boca. Por un momento, parecía que era sangre.
—Está bien—, le dije a mi madre, y le di una servilleta y un gesto
hacia el lado izquierdo de su cara —así que, ¿qué crees que debo hacer?
—Descubrirlo por ti misma.
— ¿Estás bromeando? Nunca dejas de darme consejos no solicitados.
Qué ropa ponerme. Dónde comprar. Cómo hacer más amigos. Por
primera vez en mi vida, realmente estoy pidiendo tu opinión, así que me
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

dices ¿que lo descubra por mí misma?— crucé las piernas y me crucé de


brazos. —Típico—.
—Abra, no siempre voy a estar aquí.
—Oh, Dios, no la conferencia de mortalidad.
—Yo sé que no quieres oírlo, pero es la verdad.
— ¿Por qué siempre tienes que apuntarte para el drama máximo?—
Un horrible pensamiento se me ocurrió. —No me vas a decir que tienes
cáncer o algo así, ¿verdad? Debido a que esta sería una manera de mierda
para conducir a ella.
Mi madre suspiró. —No, no voy a decir que tengo cáncer.
—Entonces no empieces con la cosa de la mortalidad. Ya sabes cómo
odio eso. Oye, ¿dónde vas?— Mi madre había empujado su silla hacia
atrás, y estaba sosteniendo su mano en su boca.
—No estás poniéndote enferma, ¿verdad?
—No, no, sólo tengo algo atorado en mi diente.
Tapeé mis dedos sobre la mesa, preguntándome si mi madre
realmente podría evitar decirme algo. No, probablemente no. Después de
todo, esta era la misma mujer que antes me aterrorizaba a mí con
canciones de cuna deprimentes. Lo peor fue un viejo espiritual que iba
así, —Silencio bebé, no llores, sabes que tu mamá está destinada a morir,
todos mis problemas pronto se terminarán. — Si alguna vez tenía un hijo,
yo ni siquiera iba a cantar sobre ramas rompiéndose y cunas caídas.
Mi madre volvió a la mesa con los labios pintados frescos. —Sabes—,
dijo mientras volvió a sentarse en su silla, —mientras yo estaba en el
baño, yo estaba pensando en la niña extrañamente intuitiva que eras.
Desde el momento en que tenías dos hasta que cumpliste los doce o así,
yo estaba convencida de que tenías poderes psíquicos, o estabas poseída
por un espíritu antiguo. Era increíble, las cosas que sabías. A
continuación, te convertiste en esta pequeña criatura extraña
desconfiada, constantemente dudando de sí misma—.
—Entonces, ¿qué se supone que tengo que hacer aquí, consultar con
mi ombligo? Hasta ahora, ha sido totalmente silencioso.
Mi madre se quedó en silencio por un momento, apoyando la
barbilla en las manos mientras me tenía en cuenta. —Lo primero que
tienes que hacer es ponerte en contacto con tu tercer ojo.
— ¿Puedo utilizar mi dedo?
—Puedo ver que no es la respuesta que querías.
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

—Si yo quisiera consultar a un chamán, tengo uno en casa,


¿recuerdas?— Por lo menos Red tenía los antecedentes tribales para que
sonara auténtico.
—Ya sabes, a tu edad, yo había rescindido de la necesidad de una
figura de autoridad para decirme lo que hacer.
—Esto explica por qué yo tenía que despertarte para que me
preparases para la escuela. — Le hice una seña a la camarera de la cuenta,
y ella recuperó el control inmediatamente, con la ceja de plata y gemas
brillantes en la nariz. Casi me pregunté si había estado escuchando. Pero
luego se volvió hacia mi madre con los ojos brillantes, y me relajé. Otro
fan de la inteligente de mi madre, la obra cursi. —Disculpe—, dijo ella, —
pero ¿no es usted Piper LeFevre? Me encantó tu película. Cuando era más
joven, quería ser como tú.
—Es usted muy amable, pero estoy con mi hija en este momento,—
dijo mi madre, un poco grandilocuente.
—Ella se pone tan celosa cuando divido mi atención durante nuestro
tiempo juntas.
La camarera me lanzó una mirada sucia. Yo estaba lista para volver a
casa.
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

Yo podría haber tenido suficiente contacto con mi madre tanto como


yo podía digerir en una sola dosis, pero mi madre no había terminado
conmigo. Para cuando yo había terminado de examinar los dientes de
Snowboy, afeitado un enmarañado persa, y eliminado los parásitos de
Pimpinela, el Chihuahua perpetuamente en crisis, ya era tarde por la
tarde, y la luz se desvanecía.
—Siempre puedes pasar la noche—, ofreció mi madre. Ella sabía que
yo odiaba conducir en la oscuridad y probablemente tuviera la esperanza
de que pudiera tirar del diente impactado de Snowboy en la mañana. Pero
yo no tenía anestesia general en mi bolso, y la idea de pasar una noche y
una mañana atrapada en lo de mi madre me daba un terror de una para
dura de roer.
—Tú me conoces. Cuando estoy estresada, no puedo dormir.
—Así que, pasa la noche y no duermas aquí. Tú puedes ver mis
películas antiguas.
A lo largo de mi adolescencia, las imágenes de mi madre en diversas
formas me hacían compañía mientras mi madre dormía físicamente. —
Gracias, mamá, pero realmente tengo que volver.
—Como quieras. Espera un segundo, te voy a dar algo antes de irte.
Yo esperaba que no fuera nada como mi regalo de cumpleaños, que
había sido un kit de blanqueamiento dental, pinzas, un pote de cera
facial, y un espejo con aumento, la canasta de la crítica de lujo. Eché un
vistazo a mi reloj. — ¿Mamá? ¿No puede esperar? Tengo muchas ganas de
ponerme en camino.
—Deja de ser tan impaciente, ya voy. — Mi madre deambulaba otra
vez como si tuviera todo el tiempo del mundo y depositó algo frío y de
metal en mis manos. —Aquí. Ponte esto.
Levanté la pesada cadena de plata, que tenía una piedra pálida, sus
azules iridiscentes apenas visibles debajo de la superficie lechosa. En
conjunto, la pieza era horrible, quisquillosa y ostentosa y totalmente en
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

desacuerdo con la sutil belleza de la piedra. —Gracias, mamá, pero yo


realmente no creo que quede bien con nada de lo que tengo en mi
armario.
—No seas ridícula, Abra, podrías usar un poco de decoración. Y
¿cuándo te vas a hacer la cirugía láser? Nadie usa lentes ya— puso el
colgante en mi mano; se sentía como algo que se usa para asegurar
prisioneros.
—Para ser honesta, yo prefiero las cosas delicadas.
—Tú prefieres desaparecer. No te preocupes por el estilo, Abra. La
madre de tu padre me lo dio. Ella lo llamaba, Las lágrimas de la luna.
Examiné la piedra. Para mí, parecía más como gotas de semen, pero
me contuve de decirlo. —Creo que deberías quedártela, mamá.
—No. — la mano de mi madre presionó hacia abajo en la mía. —De
acuerdo a tu abuela, esta piedra de la luna puede aumentar los poderes
de la intuición de una mujer. Te puede traer verdaderos sueños. Y puede
ayudarte a regular el ciclo menstrual.
—Tú deberías habérmela dado hace quince años.
—La Abuela dijo que era demasiado poderoso para ti. — Mi madre
colocó el colgante sobre mi cuello. —Sabes, tal vez si no reprimes tus
pensamientos y sentimientos tanto, tu lobo no seguiría tratando de
escapar.
Puse mis manos en mis caderas, indignada. —Tú siempre
encontrarás una manera de culpar de todo a mi inhibición. Tal vez si no
hubieras sido tan malditamente desinhibida durante mi infancia-—
terminé, porque esto estaba en el borde peligroso de un recuerdo que no
quería arrastrar a la luz.
Mi madre hizo un gesto con las manos que hizo tintinear varias
pulseras diferentes. —Abra, ya sabes cómo siento terriblemente lo que
sucedió esa noche. Y si ese es el motivo de que se cerrara tu lado
intuitivo, creativo, estoy aún más triste.
—No quiero hablar de ello. — Le di a mi madre un beso superficial
en la mejilla y subí en mi coche. Cuando llegué a la Taconic, una ligera
nevada comenzó a caer, pero no parecía un problema hasta que tomé una
calle lateral cercana a casa.
Aquí, la nieve caía en mayor medida, y cuando volví a encender las
luces delanteras estaba alumbrando lo que parecía ser un patrón de
remolino geométrico. Cambié de nuevo a la luz de cruce y me arrastré a
lo largo de la carretera de tierra arada, tratando de buscar el lado
positivo. Por lo menos no era época de celo de los ciervos, y yo no tenía
que preocuparme por golpear a algunos ungulados irresponsable por una
colisión frontal por el sexo y el desastre. Encendí la radio para mayor
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

comodidad, y me encontré escuchando a Faith Hill otra vez. Esta vez, en


lugar de alardear acerca de la técnica estelar de su marido en la cama, ella
estaba cantando acerca de cómo la fama no la había cambiado. Ya sabes,
debe haber-
Un dardo marrón en la esquina de mi ojo. Los frenos antibloqueo
temblaron bajo mi pie derecho. Un repentino golpe blanco, un olor de la
pólvora, un golpe fuerte.
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

Me desperté y reflexivamente empecé a lamerme a mi misma,


después levanté mis orejas, incierta. Hubo un sonido de sopló, algo
respirando fuerte, en peligro. Yo misma me sentí en tensión, el pelo en la
parte de atrás de mi cuello elevándose en miedo y alarma. Tuve un
momento de conciencia de mí misma: Yo soy un lobo. Y entonces me di
cuenta que no era precisamente así. Yo estaba en algún lugar entre el
lobo y la mujer, que era incómodo y una especie de molesto. Cerré los
ojos y suspiré, y luego sentí mi cara con las manos torpes: No, yo sentí mi
boca con las patas torpes. Me sentía mareada y aturdida, mi nariz dolía y
yo parecía tener algún tipo de quemadura por la cuerda del cinturón de
seguridad alrededor de mi cuello y el pecho.
Cuando traté de soltar el cinturón, mis patas no cooperaron. Genial.
Dondequiera que la ropa limitara, yo era todavía humana, por todo el
bien que me iba a hacer. Las manos. Yo necesitaba manos. Una repentina
ola de náuseas me golpeó, y tragué saliva, casi teniendo náuseas por el
sabor del queso de cabra y la tortilla de espinacas. ¿Había alguna menta
para el aliento en mi bolso? Mi boca sabía a pie de campesino agrio.
Yo estaba pensando como un ser humano otra vez.
El coche debe haber golpeado algo, me di cuenta. Había una enorme
bolsa blanca en mi regazo y polvo en el aire: La bolsa de aire se había
desplegado. Me toqué la nariz adolorida de nuevo. Ahora con los dedos, y
era una nariz diferente, no tan compleja o delicada, pero dolía todavía.
Yo no creía que estuviera rota, sin embargo. ¿Dónde estaban mis gafas?
Me agaché para sentirlas a ellas y fui tirada de nuevo por el cinturón de
seguridad.
De acuerdo, ve de un paso a la vez. Me liberé del cinturón de
seguridad, frotando mi adolorido cuello. Se sentía caliente, y cuando yo
examiné mi piel en el espejo retrovisor, vi la razón: La cadena del collar
de mi madre había dejado una marca roja en la piel. Gracias, mamá.
Todavía dándole vueltas a cómo había sucedido esto, yo estaba tratando
de deshacer el cierre, cuando oí un sonido fuera: dificultad para respirar,
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

un animal herido. Busqué como loca por mis gafas y las encontré,
dobladas sin posibilidad de reparación.
Lanzando mis gafas en el asiento del copiloto, agarré la bolsa que
contenía mi estetoscopio y otros suministros médicos, con cuidado abrí
la puerta del auto, y salí a la noche fría de enero. A través de la constante
caída de copos de nieve, los faros iluminaban una forma grande y oscura
en el suelo, y por un momento pensé que estaba viendo la mayor parte de
un hombre enorme. He matado a alguien, pensé, el terror congelando mis
venas, pero luego me di cuenta de que esta forma de mamut no podía
pertenecer a una persona. En ese momento la criatura se sacudió,
tratando de enderezarse, lo que fuera, yo no lo había matado. Aún.
Retrocediendo, vi el gran cuerpo ondularse con esfuerzo, ya que
trataba de darse vuelta. Yo entrecerré los ojos, tratando de enfocar mi
mirada miope. La bestia me miró por encima del hombro a mí con
pequeños ojos oscuros, furiosos, y de repente yo sabía lo que estaba
viendo. Un oso pardo dorado, sus largas orejas y hocico estrecho dándole
un aspecto casi canina, su cuerpo enorme, peludo, aparentemente torpe.
Mechado con grasa, esto era todavía un animal que podía correr más
rápido, nadar más y subir más alto que cualquier ser humano. —
Tranquilo, muchacho—, le dije, mientras él trataba de rodar de nuevo,
con el cuello arqueado, mientras trataba de poner sus patas enormes
debajo de él.
Quizá debería volver al coche, pensé, pero dudé, sin saber lo mal
herido que el oso había resultado.
Y entonces él estaba de pie sobre las cuatro patas, olfateando el aire.
Copos de nieve se le acumulaban en la cabeza y los hombros, y me
pregunté por qué no estaba hibernando. Jesús, era grande.
De pie sobre sus patas traseras, supuse que tendría más de siete
pies, y en cuanto a lo mucho que pesaba, mi estimación era el equivalente
a dos luchadores de sumo después de una borrachera con sashimi
después de un partido. Me preguntaba si le parecía una última merienda
antes de acostarse y prepararse para el invierno.
La voz del sentido común decía, entra en el coche, Abra. No eres un
lobo ahora, eres una humana medio ciega, y este oso podría matarte con
un golpe de su pata.
Pero sin mis anteojos, el oso parecía de alguna manera vaga e
insustancial, lo que probablemente me daba una falsa sensación de
seguridad. Me quedé allí y lo vi golpear su cara con una pata, y él estaba
listo a un lado, dañado por el impacto del coche. A medida que volvió a
bajar a cuatro patas, se extendía, como cariñosamente torpe como un
cachorro herido. Yo le había hecho esto a él, y la idea de sólo seguir
conduciendo y dejarlo a una muerte lenta iba en contra de todo en lo que
creía.
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

Y eso era asumiendo que el coche y yo éramos capaces de empezar a


andar. Maldita sea, ojalá Red hubiera estado conmigo. Yo lo sentí por mi
frasco de butorphinol, tratando de recordar la cantidad de sedante que
me quedaba. Suficiente para un par de pastores alemanes, tal vez, pero
¿eso sería suficiente para calmar a una criatura del tamaño de una casa
rodante? Estaba a punto de averiguarlo.
—Yo no voy a hacerte daño—, le dije, buscando dentro de mi bolso
para coger mi hipodérmica. —Sólo tengo que mirarte. — Poniendo mi
estetoscopio alrededor de mi cuello, me encontré con el collar de mi
madre en el camino. Agarré el colgante, y luego me congelé mientras el
oso gruñía, mirándome con una mirada extraña, casi imperiosa. Entonces
él se levantó sobre sus patas traseras y me cortó la respiración en la
garganta. Mi cerebro racional dijo que estaba tratando de obtener una
mejor visión de mí. Algo más primitivo, dijo, este es el rey de todos los
osos, y va a comerme viva.
Sin pensar agarrando la piedra de luna en mi mano, traté de recordar
todo lo que sabía acerca de los osos. Red me había dicho algo acerca de
cómo hacerse el muerto trabajaba para los osos grizzlies, pero el negro
no, porque los ataques de oso negro en los seres humanos tienden a ser
abusivos. Eso no me ayudaba mucho, ya que este oso parecía un oso
negro, aunque su piel era un marrón dorado y era tan grande como un
oso pardo.
El oso hizo un sonido fuerte que soplaba como el susurro del viento
entre las hojas secas, y luego hizo un ruido extraño pulsante, nada que
ver con el bajo gruñido lobuno que había oído que los osos en las
películas. Sentí una oleada de mareo. Me acordé de ver un documental
sobre la naturaleza, donde un puma se quedó mirando fijamente a un
ciervo por un largo rato antes de atacar. Red había dicho que su abuelo
creía que el depredador estaba pidiendo permiso a su presa, y no saltaba
hasta que se le concedía. ¿Por qué aceptaba la presa?, me había
preguntado en ese momento.
Ahora, entendía. Había un aura de poder sobre el oso, una fuerza tan
fuerte que era casi tangible. Pude ver las líneas de tensión entre el oso y
yo, tendidas como los filamentos de una red de metafísica. Si corriera por
ese camino, me iba a coger allí. Si yo corriera por el otro, me iba a atrapar
en esa otra dirección. Dondequiera que miraba, me veía a mí misma
atrapada. El oso y yo estábamos jugando una partida de ajedrez, y lo
único que quedaba era que yo reconociera la derrota.
Excepto que la derrota significaba la muerte, y yo no estaba
dispuesta a morir. Mi visión borrosa ya nadaba con lágrimas, haciendo
sangrar el oso en los contornos. Parpadeé, y por un momento, parecía un
hombre, ceñudo hacia mí con sus ojos entrecerrados.
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

El accidente de coche, pensé. He sufrido una lesión en la cabeza, y


esto es una reacción retardada. Yo parpadeé para aclarar mis ojos, pero
no funcionó de la manera que yo esperaba. Ahora definitivamente yo
miraba a un hombre en un abrigo negro áspero de pelaje animal. Él tenía
una musculosa y fornida constitución, de pelo hirsuto, dorado, y una
barba de dos tonos más oscuros. Había algo en él que sugería el whisky
áspero y apetitos primitivos, una veintena de cicatrices ocultas y sangre
bajo las uñas.
Obviamente, me había golpeado la cabeza peor de lo que me había
dado cuenta.
Me froté los ojos, como alguien en una caricatura, pero allí se quedó.
Traté de decir algo, pero nada salió de mi boca.
Luego, él rompió el silencio. Al principio pensé que el ruido que hizo
fue un síntoma de algún tipo perforado de las vías respiratorias,
escapando de la sangre. Luego repitió el sonido y la hizo otra vez, y me di
cuenta de que estaba enmarcando las palabras. Hubo un —wh— de
sonido que mantenía recurrente y un suave —sh—, junto con algo
gutural. Me recordó a un idioma de un indio americano que yo había
escuchado una vez en una clase de lingüística.
—Lo siento, no entiendo—, dije. —Pero yo soy una veterinaria. Puede
ayudar a tratar tu lesión. — Tragué fuerte, y me acerqué más.
— ¿Ayudarme? Me has hecho daño, mujer. — Hablaba en voz baja,
ronca, y tenía un acento franco-canadiense. Lo que encajaba
perfectamente. Directamente desde el centro de fundición, el leñador del
infierno.
—No, no fue mi intención, — tartamudeé. —Yo no te vi. Tengo
suministros médicos en mi bolsa. — Entrecerré los ojos, tratando de
entender la expresión del hombre. Pensé que me estaba mirando como si
estuviera reflexionando sobre mis palabras, sílaba por sílaba.
Luego soltó un bufido. — ¿Quieres ayudarme, querida? Entonces ven,
por todos los medios, ven a tratar mi lesión. — Su acento de Quebec era
más grueso ahora. Él sonrió, dejando al descubierto fuertes, dientes
blancos y parejos, y extendió las manos. Pensé en el jugador de fútbol
que me acompañó a casa de una fiesta universitaria, a continuación,
arremetió contra mí en lo que él había dicho era un juego.
—Solamente voy a examinarte, ¿de acuerdo?— Metiendo la mano en
mi bolso, cerré mi mano sobre la hipodérmica llena de butorphinol
mientras me acercaba. Desde dos metros de distancia, el hombre
despedía un fuerte olor, almizcle de animal, y brillaba su piel. Sus fosas
nasales se movieron, como si me estuviera olfateando, también. Entonces
algo en sus ojos cambió. Yo conocía esa mirada. Era la mirada que tenía
de mis pacientes animales justo antes de atacar.
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

Saqué mi mano, tratando de inyectarle con la hipodérmica mientras


agarraba mi muñeca. Él era más rápido.
—Ah, ¿qué es esto?— Sacudió mi muñeca y yo grité. — ¿Es esto lo
que llaman ayuda?
—Es sólo un sedante, para ayudarte a calmar antes de mirar la
lesión—, le dije, mis dientes castañeteando. Si sólo hubiera tenido
Telazol, podría haberlo noqueado por completo. A partir de ahora en
adelante, si hubiera un adelante, iba a llevar Telazol. Y una pistola
eléctrica. Y alguna lágrima de gas. —Por favor, déjame ir.
—Pero tú me atacaste—, dijo el hombre. —Tú me retaste. —
Casualmente, como si fuera parte de una experimento, apretó mis fragiles
huesos de la muñeca con sus dedos.
—Yo no tenía la intención de atacarte! Fue mi coche, no pude parar a
tiempo.
El hombre puso su cara cerca de la mía. Tan cerca, pude ver que sus
ojos eran de un azul tan oscuro que parecía casi negro, y que no tenía los
poros visibles. En cambio, había algo brillante debajo de su piel, como si
no hubiera motas de polvo de oro incrustado en su carne. Su aliento olía
a carne cruda y bayas. —Mujer, si mis garras te desgarran abriéndote el
estómago, ¿soy responsable?— Me quedé mirando su mano, y ahora
podía ver las uñas largas, negras en los extremos de sus dedos romos. —
Si tu coche me golpea, ¿quién es el culpable?— Yo sabía que había un
argumento en contra, pero yo no era capaz de encontrar las palabras para
defenderme. Sentí una oleada de fatiga, como lo solía hacer cuando yo no
llevaba mis gafas. Era más difícil aclarar mi mente cuando mi visión hacía
que todo se viera suave y difuso. Mi captor se detuvo, y todo lo que vio en
mis ojos, debe haber parecido una concesión. El abrió su boca, revelando
sus colmillos enormes.
—¡No!— apreté mis ojos cerrándolos, tratando de transformarme. Yo
sólo lo había intentado una vez antes, y yo sabía que era como darse a
algo, como la coordinación de dos diferentes líneas melódicas, como
cantar un patrón, mientras que se tocaba otro.
Pero debe haber habido luna llena esa noche, y una gran cantidad de
feromonas zumbando por el aire, y esta noche era sólo yo, a solas con la
Osa Mayor. Por un momento, pensé que sentía algo, pero entonces me di
cuenta que estaba de espaldas, no era un lobo, sino una gran chica
gimiendo. Genial. El hombre oso miró hacia mí.
— ¿Qué eres?— permanecí postrada mientras se acercaba. Mis jeans
y parka no eran suficientes para protegerme de la manta de frío de nieve
en el suelo, pero me forcé a mí mismo a no moverme.
— ¿Qué soy?— El hombre se rascó el mentón barbudo como si la
pregunta le intrigara. —Tal vez yo soy un fantasma, ¿eh? Durante mucho
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

tiempo, pensé que era un fantasma. Pero entonces, yo estaba en un lugar


fantasma. Me olvidé de cómo se siente, tener la piel y los huesos. — Se
frotó las manos arriba y abajo en la piel áspera de su abrigo, y luego
sonrió, un destello de color blanco en su rostro barbudo. —Tal vez
incluso te perdone por golpearme.
—Yo realmente no quise hacerlo—, le dije, y agregué: —Soy Abra.
¿Tienes un nombre?
Mi amiga Lilliana me había dicho una vez que una gran manera de
hacer difusar la hostilidad era utilizar los nombres de las personas para
establecer una buena relación. Red me había enseñado que todos los
nombres retienen algo del poder de su dueño, incluso los nombres falsos
y los seudónimos.
Mi compañero sonrió, como si me hubiera cogido en un torpe
intento de un truco. —Puedes llamarme Bruin, si lo deseas. Los seres
humanos pálidos me llamaron así, cuando todavía contaban sus historias
acerca de mí.
Bruin, el nombre para tener en viejos cuentos populares Francés e
Inglés. Me recordaba vagamente una historia en la que Blancanieves tenía
una hermana, Rose Red, que terminó casándose con un oso que en
realidad era un príncipe. Bueno, eso era alentador, tal vez no me iba a
comer, después de todo.
Bruin seguía tocando sus manos como si no pudiera creer que él las
tenía. Él echó atrás la cabeza y se rió, un sonido profundo y ronco de lo
profundo de su pecho. —Sacre bleu, Se siente bien estar-¿Cómo le dicen?
¿Encarnado?—
—Eres manitou. — dije en voz baja, de repente recordando la herida
de Red. Se me ocurrió que probablemente había oído una versión
bastarda del cuento de hadas de Rose Red, editada por los niños. La
historia original probablemente tenía mucha más sangre en él.
Bruin se mostró complacido con la sola mención de la palabra
algonquina. — ¿Así que no nos han olvidado? Van quedando tan pocos de
nosotros. Pensé que, quizá, su clase había dejado de creer— Se agachó
junto a mí y su chaqueta se abrió. Debajo de ella, estaba completamente
desnudo, un hombre velludo y musculoso. — ¿Tal vez te gustaría
adorarme, pequeña humana?
—Yo realmente no soy del tipo que adora.
—Yo podría hacerte cambiar de opinión.
En un abrir y cerrar de ojos, Bruin se fundió en forma de oso de
nuevo, y el fuerte olor de su piel osuna envió escalofríos por mi espina
dorsal. El innato deseo humano de hacerme un ovillo fetal estaba en
guerra con el impulso lupino para asumir una postura de sumisión.
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

Lupine me había comprado el tiempo de negociación, por lo que estaba


pasando con eso. El oso puso su larga nariz hasta mi cuello y lo olió.
—Ah, no eres humana, después de todo. Mujer lobo—, dijo Bruin. O
tal vez lo pensaba, yo no le vi mover la boca, y su boca no se formó para
el habla humana. —No he conocido a su tipo en mucho tiempo, mucho
tiempo. — Me olió de nuevo, y tuve un recuerdo escalofriante de una
historia sobre un oso domesticado que había comenzado a lamer la cara
de su entrenador, y luego, sin previo aviso, le había arrancado la
garganta. —Pero tú eres más mujer de lo que lobo, creo. — Yo no lo podía
evitar. Me reí. Fue en parte un resultado del miedo y la ansiedad, y en
parte porque esta bestia de antiguo espíritu entregaba sus líneas como un
actor de mala película de serie B. Y mientras yo no estaba familiarizada
con los osos, yo sabía todo acerca de actores de malas películas de serie
B. —Una mujer lobo muy atractiva—, añadió, un oso gigante, marrón
brillante con un acento de Quebec tan espeso que podría haber servido
en pan tostado. Incapaz de contenerme, me reí.
— ¿Te ríes de mí?
Negué con la cabeza, pero todo era absurdo, un oso ceñudo hacia mí
y hablando como Klondike Sam. Yo me reí más. Toda mi vida, he tenido
un impulso inadecuado a reír bajo coacción. Hunter solía odiarlo. A la
edad de dieciséis años, casi me apuñala un ladrón por reírme
nerviosamente cuando pidió mi cartera. Pero de todos los tiempos en mi
vida en que sería una idea muy, muy mal a reír, esta vez encabezó la lista.
El oso se echó hacia atrás, y por un momento pensé que me iba a
morder. Pero en cambio, se convirtió en un hombre nuevo, sus fosas
nasales se dilataron, y presionó su enorme masa hacia abajo sobre mí,
aplastándome en la tierra. Apenas podía respirar, y mis intentos
trabajados atrajeron su mirada a mi pecho. Sus rasgos fuertes, irregulares
tomaron un cariz sensual. —Yo podría hacer que dejaras de reírte. Yo
podría hacer que me adoraras. —
Su boca descendió sobre la mía, y él inhaló mi aliento. Querido Dios,
él iba a violarme. La idea parecía absorber la fuerza de mis músculos, y
con una sacudida de pánico con fuerza, empecé a pelear con él, tratando
de luchar con mis brazos por debajo de él. El echó hacia atrás la cabeza y
se rió, y me di cuenta que estaba mareada, como si hubiera perdido una
gran cantidad de sangre. Miré dentro de sus ojos oscuros, que brillaban
como obsidiana, y me sentí tan pequeña e insignificante que parecía
ridículo que un ser tan poderoso como este podría perder el tiempo en
una criatura como yo.
—No te ríes ahora, ¿eh?— Bruin miró hacia mí como si yo fuera su
canasta personal de día de campo, y no estuviera más que decidiendo qué
consumir en primer lugar.
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

Comenzó a bajar la cabeza, y contuve la respiración, pensando,


¿Cómo podría posiblemente satisfacerlo? No con algo tan trivial como el
sexo. Y entonces lo supe. Podía ofrecer mi vida por su placer. Y sería mi
placer, también, un placer tan grande que el sacrificio sería su propia
recompensa.
Un segundo antes de que su boca tocara la mía, me di cuenta: No era
mi pensamiento. Y yo recordé lo que Red había dicho acerca de lo que se
alimenta el manitú. Sacrificio.
Reuní todo lo que quedaba de saliva en mi boca y la lancé a él.
Bruin giró lejos con un silbido, como si mi saliva tuviera el poder
para repelerlo físicamente. Volví a escupir, y el dio un aullido bajo y cayó
hacia atrás, lo que parecía una victoria hasta que caí en mi pierna,
aplastándola. Grité y por un momento, lo vi allí de pie, parpadeando
estúpidamente. Por un momento congelado, hice algo que no había hecho
desde principios de mi infancia. Deliberadamente dejé que mis ojos se
fueran de foco, por lo que el oso se disolvió en las sombras a su
alrededor. Si me niego a ver, tú no estarás más allí.
Y entonces oí un sonido extraño, como un zumbido de alta
frecuencia, y me concentré de nuevo. Bruin se mostró sorprendido por
algo. Se miró las manos, y comenzaron a soplarse, como si un viento
invisible lo dispersara como el polvo. El murmullo creció sutilmente más
fuerte, y Bruin me miró, entrecerrando los ojos, mientras los brazos y las
piernas se desintegraban, y luego se fue en un remolino oscuro, y me
dejó sola.
O tal vez hubiera estado sola todo el tiempo, alucinando, en estado
de shock por el accidente de coche.
Excepto que yo sabía que no estaba soñando. Tú eres un hombre
lobo, mi madre había dicho. ¿Tú no crees en lo sobrenatural? Lo hacía
ahora. Y yo ciertamente creía en el Manitou.
Me arrastré hacia mi bolso, que estaba tendido a pocos metros,
tratando de no pensar en el daño por debajo de mi pantalón. Mi pie
derecho se sintió suelto y líquido e indeciblemente frágil. Hubo un
momento de pánico cuando no pude encontrar mi teléfono celular, y
luego mis dedos se cerraron alrededor de la forma de metal liso, y
murmuré para mí misma, ves, todo va a estar bien, la ayuda está en
camino. Abrí el teléfono, con lágrimas de autocompasión fugándose.
No había ninguna señal. Mierda. Me imaginaba la noticia: mientras
ella agonizaba en una cuneta, los coches pasaban zumbando por su lado,
no escuchando sus gritos de auxilio. Mantente en calma. Encuentra el
coche. Eso sería una historia mejor, la intrépida mujer joven, con el pie en
muy mal estado, aún se las ingenió para conducir a ponerse a salvo.
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

Suponiendo que pudiera encontrar el pedal del acelerador con el airbag


tendido por todo el lugar.
Miré a mí alrededor, tratando de orientarme. Era difícil de decir sin
mis gafas, pero me pareció que los árboles eran más altos, más gruesos,
más de lo que recordaba. Me arrastré hacia mi coche, luego me detuve. Mi
fiel Subaru no estaba allí. Y no estaba el camino. En su lugar, había una
pequeña colina, no más de diez metros de altura y unos treinta metros a
la redonda.
Bueno, yo estaba desorientada. Yo había ido por el camino
equivocado. Pero si me subía a la colina, me gustaría ser capaz de
orientarme. Suponiendo que yo podía ver tan lejos sin mis gafas. No
analices. Actúa.
Luchando contra las olas de dolor y fatiga, y tratando de no
imaginarme lo que le estaba haciendo al hueso fracturado, me subí por la
pendiente. Me di cuenta de la suavidad y la simetría natural de la tierra
bajo mis manos, y pensé: Esto no es una colina natural, es un túmulo
funerario, del tipo que algunas tribus de nativos americanos utilizan para
sus muertos.
Sudaba copiosamente, mi pierna palpitaba horriblemente, llegué a la
cima. Me tomé un momento para recobrar el aliento suficiente como para
sentarme en posición vertical, y cuando lo hice, comencé a llorar. El
camino no podría haber estado más de unos metros de distancia, pero no
estaba a la vista. En su lugar, parecía estar en medio de un gran bosque,
primitivo, lleno de robles enormes y castaños y olmos, sus ramas
desnudas entrelazadas como los brazos esqueléticos. Mientras observaba,
los árboles injertados florecieron, hasta las hojas, una fuente repentina y
antinatural que llenaba el aire con una dulzura feroz, casi abrumadora.
Noté los castaños, pero hasta donde yo sabía, ningún castaño gigante se
había visto en este país desde los años cincuenta.
Elevándome por encima de todos ellos estaba una catedral de un
árbol, un castaño gigante de casi un centenar de metros de altura y unos
diez metros a la redonda. Sus delicadas, hojas oblongas, de color verde
claro intercaladas con cremosas flores blancas, el árbol parecía salido de
un cuento de hadas.
Y tal vez fue un cuento de hadas, porque como yo había aprendido
en la escuela, estos árboles no existían más. Y tampoco lo hacía el gran
olmo que podía ver. Casi todos murieron a principios de siglo, las
castañas de una plaga traída de Asia, los olmos de la enfermedad del
olmos holandés. Erase una vez, los animales se habían basado en las
castañas como principal fuente de alimento, y los Nativos americanos y
los colonos se habían salvado de morir de hambre por pelar y comer la
dulce nuez. Su madera se había utilizado para construir esta nación, y la
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

mayoría de la gente hoy en día ni siquiera se daba cuenta de que habían


desaparecido.
Yo sabía que las raíces de la castaña sobrevivieron a la plaga, y de
vez en cuando, un pequeño árbol emergía del suelo del bosque. Pero sin
otro árbol de polinización cruzada con ellos, estos ejemplares jóvenes
eran débiles e incapaces de flores. Lo cual significaba que los
majestuosos árboles que estaba viendo no podrían ser reales.
Y luego pensé: Incluso si están allí, ¿cómo puedo verlos? Sin mis
lentes, sólo debería ser capaz de ver lo que está justo en frente de mi
cara.
Más asustada de lo que había estado con el oso, comprobé mi
teléfono celular, pero decía lo que ya sabía: que estaba fuera de alcance
de la señal. Una recuerdo fue intruso: yo, doce años de edad, tropezando
en la habitación de mi madre. Mamá, algo está mal en el suelo. Y mi
madre, riendo al principio, luego alarmada: No te comiste esos tantos
dulces, ¿verdad? De alguna manera yo había dejado atrás la realidad de
nuevo, y yo estaba perdida en un lugar donde no había reglas ni lógica y
nada que contar para mantenerme a salvo. Y a mi alrededor, la nieve caía
en un ritmo constante que me hubiera alarmado más que cualquier otra
cosa.
En cambio, a pesar de todo, me puso a dormir.
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

—Está bien, está viniendo en sí ahora.


Parpadeé, y por un minuto pensé que estaba viendo a través de la
piedra de la luna: todo estaba pálido y brumoso, con un débil resplandor
azul a su alrededor. Entonces alguien ajustó un luz del techo colgando y
pude ver con claridad. Red y Malachy estaban mirándome. Yo estaba
acostada en una mesa de operaciones. Estábamos en una de las salas de
exanimación, la misma que se utilizaba para los grandes perros mastines
y perros lobos.
— ¿Qué pasó?— Traté de incorporarme y Red puso su mano sobre
mi hombro. —Suave, ahora. No trates de moverte por el momento.
— ¿Qué está pasando?— Mi pierna derecha me dolía
constantemente, el dolor que parecía despertar junto con el resto de mí.
Red puso su mano sobre mi cabeza. —Tú tuviste algún tipo de
accidente en el camino de regreso de casa de tu madre.
Oh, Dios, el bosque. El oso. — ¿Cómo me has encontrado?
Red sonrió, pero no llegó a sus ojos. —Yo te localicé, por supuesto.
Olvídese de las películas extranjeras y un análisis en profundidad
literaria. A veces salir con un hombre con habilidades de los bosques era
realmente gratificante. — ¿Me desmayé o algo así? Lo último que
recuerdo es subir a la cima de un montículo y aullar con la fuerza de mis
pulmones.
Red intercambió una mirada con Malachy, que vestía su bata blanca
y parecía aún más delgado que de costumbre. —Tú has estado
inconsciente durante un tiempo, Doc. No hemos sido capaces de
despertarte, por lo que Mal te disparó con un pequeño estimulante— Red
puso su mano sobre mi frente, alisando el cabello de mi cara. —Siento
mucho que me tomara tanto tiempo encontrarte. Yo ni siquiera sabía que
estabas perdida en un primer momento. Como que pensé que podías
estar pasando algún tiempo con tu mamá, y yo no quería absorberte.
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

Traté de empujar mis gafas en la nariz, luego me di cuenta que se


habían ido. — ¿De qué estás hablando? ¿Cuánto tiempo te tomó
encontrarme?
Red miró a Malachy de nuevo. —Tú has estado perdida una semana,
Doc.
— ¿Qué?— miré su cara borrosa en estado de shock.
—Yo realmente no me preocupé hasta el final del segundo día, y
luego Mal me llamó para preguntarme dónde estabas.
— ¿He estado en el bosque durante una semana?
Red alcanzó mis manos. Se me había olvidado cómo calmante su
toque podía ser. —Si sólo te hubieras perdido en el bosque, yo hubiera
seguido tu olor tan pronto como encontrara tu coche. Pero hay magia
antigua en el bosque, y nada se mete más con el signo de la pista como la
magia antigua. Te habías ido y entrado al Liminal, así que era como que
todo rastro de tu perfume sólo se paró en seco a unos dos metros de tu
coche. Incluso con los animales de ayuda, todo lo que podía hacer por
mucho tiempo fue reducir el área de búsqueda. — Él asintió con la cabeza
a algo en la esquina, y vi que nuestro halcón de cola roja estaba allí,
encaramado en lo alto de un gato portador, que el mapache joven estaba
tratando de abrir con sus pequeños dedos ágiles.
Mi pierna estaba realmente sufriendo ahora, pero yo sabía que me
estaba perdiendo algo importante.
— ¿El Liminal?
—En sentido estricto, se refiere al umbral de la conciencia—, dijo
Malachy, estableciendo un manguito de presión alrededor de mí brazo. —
Pero Red lo usa para referirse a la frontera entre realidades. — Malachy
pausó mientras el puño se apretaba alrededor de mi bíceps, y luego se
liberó.
—Espera un momento. ¿Cómo diablos terminé en una realidad
diferente? La última vez que manejé a Westchester, no había ninguna
señal que dice la última salida de esta dimensión—. El aumento de la
histeria en mi voz como que arruinó la broma, pero no podía evitarlo. Yo
tenía mucho miedo de muchos años de haber ingerido accidentalmente
LSD, pero al menos con el ácido, las cosas locas que veías y oías no eran
reales.
Red tomó mi mano. —Es como te dije antes, Doc. El límite se está
rompiendo. Todas esas casas subiendo la Antigua Montaña Scolder que
era un lugar sagrado para las generaciones. Hemos cortado limpio en su
territorio, y ahora se están moviendo en el nuestro.
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

Respiré profundamente, tratando de calmarme. No tenía sentido,


ahora presa del pánico, pero el pánico era lo que estaba sintiendo. —
¿Cómo ustedes chicos me encontraron?
Malachy colocó un termómetro en mi oreja. —Yo no tuve nada que
ver con eso. Red fue y se sentó con las piernas cruzadas durante una
hora, luego se cortó el brazo y caminó alrededor, goteando sangre hasta
que te encontró. Le tomó unos veinte minutos y una pinta.
Me di cuenta del túmulo, la espesura del bosque, de edad madura
que parecía no terminar nunca.
Entonces me di cuenta de que el vendaje se asomaba de la manga
enrollada de la camisa de Red.
— ¿Qué hiciste?
—Oh, esto no es nada. Sólo un truco para volver.
El termómetro dio ping y Malachy lo retiró. —Él hizo un acuerdo. Así
es como funciona, creo yo.
— ¿Hizo un acuerdo? ¿Con quién?
Red enrojeció. Yo sabía que él odiaba cómo su tez pelirroja revelaba
todo. —Mal, no sabes lo que estás hablando.
—No es mi área de experiencia, es cierto. Sin embargo, ya que gran
parte de las bisagras de mi investigación sobre el área donde el mito y la
medicina se cruzan, he hecho una buena cantidad de lectura sobre
diversas mitologías. — Mal empezó a desabrocharme la camisa, y le di un
manotazo en la mano. —Hazlo tú, entonces. Tengo que chequear tu
corazón. — El aliento de Malachy era fresco y teñido de algo ligeramente
metálico cuando se inclinó sobre mí para presionar el estetoscopio en mi
pecho. Sus dedos eran como hielo en mi piel. O así es como estaban
cuando él estaba levantado más allá de su hora de dormir, o lo que le
pasaba estaba empeorando. Trazó una línea en mi cuello, y yo me
estremecí. — ¿Cuánto tiempo has tenido esto?
Al principio pensé que se refería a la quemadura, pero luego vi que
estaba levantando el colgante de la piedra lunar.
—Mi madre me lo dio. ¿Por qué?
Mal soltó la cadena y se deslizó hacia fuera de debajo de mi cuello.
—Debido a que su piel está reaccionando negativamente a la plata. ¿No te
diste cuenta que eras alérgica?
Negué con la cabeza.
—Red debería habértelo dicho.
Miré a Red, interrogante.
—El infierno, Doc, yo no sabía.
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

Malachy parecía irritado. —Bueno, tú deberías haberlo hecho. No


importa, — dijo él, cortando a Red. — ¿Cómo te sientes, Abra? ¿Cualquier
dolor?
—No en mi cuello. Lo que realmente duele es mi pierna derecha. La
espinilla.
— ¿Escala del uno al diez?
—Ocho o nueve. Yo fui mutilada por un oso. — Miré hacia arriba a
Red. —Excepto que él no era un oso.
Red tomó mi mano. —He visto sus huellas. — Sonrió un poco
torcido. —Ambos conjuntos.
—Yo no te creí antes. No completamente. — Sentí que las lágrimas
me picaban los ojos. Ahora mismo, no quería estar de salida con Red. Yo
le quería a mi lado, sólido y estable.
Red me apretó los dedos. —Un montón de información nueva para
asimilar, Doc. —, sus ojos color avellana estaban a mi nivel y con
conocimiento y un poco tristes. Yo estaba en procesamiento de las
implicaciones de esa mirada cuando Malachy se apoderó de mi tobillo
derecho, y ahogué un grito.
—Tengo que cortarte la pierna del jean.
—Está bien. — sentía más de lo que vi a Red moverse a la cabecera
de la mesa, dando a Malachy más espacio. Aguanté mi respiración
mientras mi pantorrilla era revelada. Un pedazo de hueso - la tibia,
probablemente - estaba saliendo de un agujero pequeño. Fractura
expuesta. —Vamos a necesitar unos rayos X. — Mal me miró. —
Idealmente, un TAC estaría a la orden, pero tendremos que
conformarnos. Necesito saber si hay alguna posibilidad de que estás
embarazada antes de proceder con los rayos X.
—No estoy embarazada—, le dije, un poco amarga. Rojo me dio una
mirada divertida, pero no hice caso mientras Mal me cortaba a través de
la cinturilla de los vaqueros, y separaba la tela, dejando al descubierto mi
desvanecida ropa interior de algodón azul y mi estómago blanco de
invierno. Metió la tijera en el dobladillo de mi suéter, y en ese momento
llamé a un alto.
—Hey, ¿qué pasa con una sábana de modestia?
—Oh, buen señor. — Suspiró Malachy. —Red, a ver si puedes llegar
hasta a uno de los paños quirúrgicos en el armario. No, no ese, el de la
derecha. Gracias. — Mientras Mal me cubría con el paño quirúrgico sobre
mí, añadió, — ¿no te has convertido en alguien casual acerca de la
desnudez, sin embargo? He encontrado que muchos terrinas desarrollan
un sentido más animal de su cuerpo.
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

—Bueno, yo soy más mujer que can, así que dame un respiro. Y me
gustaría algún maldito analgésico. ¿Cuándo me vas a dar una inyección
de morfina?
Malachy me miró fijamente, y luego se frotó las sienes. —Yo
realmente no tengo tiempo para esto. ¿Cuál es el efecto secundario más
común de la morfina preoperatoria en los caninos?
—Vómitos—, le dije, empezando a comprender. La grieta de Mal
sobre nudistas therians no había sido sólo un nuevo intento de burlarse
de mí. — ¿Qué más sabes sobre mi condición?— Porque claro, mi jefe
sabía mucho más que yo.
—Oh, por amor de Dios. ¿No sabes nada acerca de tu propia
condición?— Malachy se volvió a Red. — ¿No te has tomado el tiempo
para explicarle su desorden?
Red enrojeció. —Soy el tipo al que llamas cuando se necesita
deshacerse de una plaga, ¿recuerdas? No sé qué demonios está mal en
dar la morfina. Y como yo no estoy en el aspecto Guido, yo no era
consciente de que había algo malo con el uso de la plata. Sólo pensé que
no era muy saludable disparar las cosas directo a su intestino.
Malachy deslizó una placa fotográfica por debajo de mi pantorrilla,
lo que me hizo gritar. —De acuerdo. Por lo tanto, vamos a empezar con lo
básico. Eres consciente de que el polimorfismo es causado por un extraño
virus, la cepa más común de lo que es la licantropía. Por lo general, la
transmisión se produce mediante el intercambio de fluidos corporales,
sangre y semen.
—Espera un momento, Mal—, dijo Red. —Creo que estás
sobregeneralizando, aquí.
—Estoy tratando de dar una visión general. Pero, sí, hay un
componente genético, que determina quiénes son los afectados y en qué
cantidad. En algunas familias, como la suya propia Red, una cepa
específica puede dominar, que aparece en los diferentes individuos desde
la infancia. — Malachy levantó la cámara de rayos X y la colocó sobre mi
pierna. —A principios del inicio de la licantropía, estabiliza a los niños
con bastante rapidez y mantiene una buena cantidad de la conciencia
cognitiva en una u otra forma. — Mal me lanzó una mirada nivelada. —En
casos como el suyo, sin embargo, tiende a haber una buena cantidad de
disociación entre los estados.
Tomé una respiración profunda, presionando mi mano a mi pecho.
— ¿Lo que significa que nunca voy a estar en control de mi lobo?
—Tonterías—, dijo Red bruscamente, haciéndome saltar. —Es sólo la
práctica, es lo que es—, añadió en un tono más mesurado. —Le doy unos
cuantos años más, Doc, y estarás planificando tu menú de la cena cuando
estés al acecho de un conejo.
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

—Esa es una conjetura totalmente infundada—, dijo Malachy,


moviéndose alrededor de la mesa.
—Lo que se establece es que para cualquier persona infectada en la
edad adulta, la enfermedad es progresiva y, en la mujer, marcada por
cambios neurológicos y una mayor divergencia de lupino y la persona
humana en concordancia con el inicio del celo. — Malachy hizo una
pausa. —En el varón, los cambios en la química del cerebro son de alguna
manera dependientes de la ubicación en una jerarquía de la manada.
Sensibilidad a la plata es un efecto secundario común en ambos sexos, y
no hay una clara correlación entre la actividad viral y el ciclo lunar. Me
intriga el sentido de que esta ciudad parece haber-He estado llamándolo
el factor Northside en mis notas. — la voz de Malachy se perdió y él
inclinó la cabeza, frotándose las sienes, como si un dolor de cabeza
hubiera llegado de repente.
— ¿Estás bien?
Hizo un sonido ronco y luego pasó la mano por sus rizos enredados
negros, mirando como si quisiera romperse el pelo. —Estoy bien—.
Malachy se enderezó y llenó una jeringa con un líquido azul. —
Desafortunadamente, la comunidad médica nunca ha tenido mucho
tiempo para mis teorías, o mi investigación. — Él destapo la aguja. —Es
por eso que me he visto obligado a realizar muchos de mis experimentos
en condiciones menos que óptimas—.
—Espera un momento—, le dije, más que un poco inquieta por estas
revelaciones. — ¿Qué hay en esa hipodérmica?
—No te preocupes, no es para tí. — Sin pestañear, Malachy se subió
la manga y se inyectó en el brazo. Después de un momento, suspiró,
luego se retiró la aguja y dispuso de ellos en el contenedor de residuos
médicos. —Red, es necesario que liberes la pierna de Abra y estés detrás
de esta puerta, mientras yo tome los rayos X.
—En realidad—, dijo Red, sin mirarme a mí —es posible que desees
mantener a raya eso.
— ¿Hay alguna razón por la cual-ah.? — Malachy vino a la habitación
y levantó la cámara hacia arriba y fuera del camino. —Vamos a tener que
trabajar con una evaluación manual, entonces.
Empecé a preguntar qué significaba lo que Red quiso decir, y luego
apareció la comprensión. Cualquier posibilidad de que podría estar
embarazada, Malachy había dicho. La consulta estándar para cualquier
mujer en edad fértil a punto de recibir la radiación. Y allí estaba esa
noche que no me acordaba, cuando me había despertado para encontrar a
Red bastante brillante, con alegría y entusiasmo.
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

—No,— dije con firmeza, sin mirar a Red, a pesar de que seguía con
la pierna recta. —No hay absolutamente ninguna razón para que no
pueda tener una radiografía.
—Sí, hay—, dijo Red, lo que me envió por encima del borde.
—Es curioso, pero parece que ninguno de los dos sabe muy bien
tanto de mi condición como Magda lo hace. ¿O es que ustedes dos no sólo
tienen cuidado de mencionar que las hembras no alfas no son fértiles?—
Los dos hombres intercambiaron miradas. Por una vez, Malachy no
se había lanzado a un análisis científico y Red no trató de tranquilizarme.
En cambio, todos se enfocaron en pequeñas tareas, como conseguir la
placa fotográfica de la pierna y los interruptores.
La radiografía mostró una fractura en la tibia, que ya estaba de
nuevo fusionándose junta. Demasiado mal que la licantropía no acelerara
la curación de las heridas emocionales.
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

—Aquí tienes, Doc, servicio de la puerta a la cama.


Red, que había insistido en llevarme a mí en la cabaña como una
novia, me depositó suavemente en el sofá. Fruncí el ceño hacia él
mientras él me entregaba una linterna.
—Hace mucho frío aquí adentro. — Después de que Malachy había
cortado mis jeans, se ofreció a prestarme algo de él, pero nada me había
quedado. Así que él y Red me habían envuelto en mantas para caballos,
que picaba y no hacía mucho por mantenerme caliente.
—Yo me encargaré de eso en un segundo. — Vino a la habitación y
regresó con nuestra manta, que me cubría. Luego se dirigió de nuevo al
vehículo a por el halcón y el mapache.
Red había utilizado a los animales para ayudarse a encontrar
conmigo, volando el halcón durante el día, y estableciendo al mapache
fuera para ayudar a explorar el bosque de noche. Sabía que debía estar
agradecida, pero yo estaba fría e inestable, y cuando la puerta se abrió,
dejando entrar otra ráfaga de aire frío, tuve que morderme de nuevo otra
queja.
Yo cojeé a la habitación, arrastrando la manta detrás de mí, y busqué
a ciegas en el cajón de la mesilla de noche por mis gafas de repuesto.
Después de un momento de pánico, las encontré, un poco retiradas de las
tijeras de uñas que había tirado con ellos. Poniéndomelas, me miró a mí
misma en el espejo. Mi cabello parecía como si hubiese sido diseñado por
las arpías, y las especificaciones de la montura de las gafas – liberando
toda la rabia cuando me los compré - no hizo nada para ocultar las
sombras oscuras bajo mis ojos. Por lo menos pude ver otra vez, aunque
no me gustaba lo que estaba viendo.
Llegué de vuelta a la cama y me acurruqué bajo la manta, viendo
como el Red asentaba los animales en sus jaulas, hablando en voz baja
antes de tomar su linterna y dirigirse a la pila de leña de la chimenea. A
medida que sopesó un montón grande de madera, me acordé cómo
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

engañosamente fuerte su cuerpo enjuto era, lo competente que estaba en


una cabaña del siglo XIX.
Excepto que me castañeteaban los dientes, y yo no había planeado
nunca una vida en una cabaña del siglo XIX.
— ¿Estás bien ahí?— Red encendió las lámparas de aceite.
Malinterpretando mi expresión picada, Red dijo: —Yo podría conseguirte
algo para el dolor.
—No estoy de humor para drogas. — No hay que añadir la razón de
eso, debido a que había tenido suficiente de una conciencia alterada. Red
se detuvo en el acto de encender un fósforo hacia un pedazo de astilla de
madera.
—Yo estaba pensando en un tipo diferente de algo. — Iluminando la
astilla, Red la organizó bajo los troncos más grandes en la chimenea.
Escuchó hasta que estuvo seguro que el fuego se había asentado,
entonces sustituyó la parrilla. —Déjame ver tu pierna. — Todavía estaba
de espaldas a mí, mirando el fuego, como si tratara de recordar algo.
Retiré la manta de mi pierna, que estaba hinchada por debajo de las
vendas Ace. Un humano hubiera necesitado un yeso. Yo como que
deseaba haber tenido un yeso. Mi pierna parecía terriblemente vulnerable
como estaba.
Red se acercó a mí. — ¿Qué tanto te duele?
—Está punzando.
Red sin abrir el vendaje, se levantó y trajo un frasco lleno de una
sustancia de color amarillo pálido.
— ¿Qué es eso?
—Ungüento especial. Receta propia del abuelo. — Red
cuidadosamente levantó mi pierna herida, luego se sentó con mi talón
descansando sobre sus muslos. Sacando el ungüento en sus dedos,
comenzó a frotarlo en mi pie y el tobillo con largos, movimientos lentos y
circulares. La loción olía a lavanda y menta, y mi piel empezó a sentir un
hormigueo agradable donde Red estaba masajeando.
Estaba murmurando algo suave, en voz baja, y me di cuenta que no
era Inglés. Yo apoyé mi cabeza hacia atrás, arrullada por el toque y el
canto, y mientras el dolor en la pantorrilla se aliviaba, los dedos de Red
comenzaron a moverse hacia arriba, hacia el muslo. Un suave calor había
empezado a construirse, y me encontré deseando que Red trabajara
también la otra pierna. —Wow. Eso es bueno. ¿Por qué no usaste eso en
mi quemadura el año pasado?
—Yo no lo tenía en aquel momento.
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

Traté de mantener los ojos abiertos mientras Red tomó otra


cucharada de la grasa y me masajeó. —Así que ¿por qué no hiciste uso de
ella en ti mismo cuando el manitou te lastimó?
—No funciona de la misma manera cuando se aplica en uno mismo.
Me moví, curiosa. — ¿Y de qué está hecho?
—Grasa de oso prestada
Me senté con la espalda recta. —Oh, qué asco, por favor, dime que
estás bromeando.
—Y algunas hierbas y otros polvos.
—Creo que eso es suficiente—, le dije, empujando sus manos lejos y
cubriéndome con el edredón. —Ya he tenido suficiente de los toques de
osos esta noche.
Red no se movió por un momento, y traté de ignorar el hormigueo
caliente residual en mis extremidades inferiores. Tenía la sensación de
que este ungüento en particular podía tener algunas propiedades que no
eran la simple curación. — ¿Es esto una especie de afrodisíaco?
Red dio un ahogo sorprendido de una risa. —No, — dijo, sus ojos
arrugados por la diversión. —Pero es bueno saber que todavía tengo el
toque. — Debajo de mi talón, que aún estaba en el regazo de la Red, pude
sentir que no se vio afectado.
—Pensé que podías oler mi respuesta.
Los ojos de Red se medio cerraron por un momento, y me pregunté
qué estaba pensando, o lo que él estaba ocultando. —Tú sabes que puedo.
—Así que no puedo ocultar eso de ti.
Red me estudiaba cuidadosamente. —Abra—, dijo. Su voz estaba
llena de esperanza y deseo. La necesidad de ceder ante él era casi
insoportable. En una de sus películas, no recuerdo cuál, mi madre dijo
que la virtud de todas las mujeres estaba en la resistencia a la intimidad
en primer lugar. Una vez que el límite de contacto íntimo había sido
violado, las mujeres se vieron obligadas a darse ellas mismos una y otra
vez.
Yo estaba a punto de volver mi cabeza esa distancia pequeña, crítica,
uniendo mi boca con la de Red, pero luego su mano apretando mi pierna
lesionada, y la sacudida inesperada de un poco de dolor me trajo de
vuelta a mí mismo.
—Pero tú has estado escondiendo cosas de mí, Red. Como el hecho
de que yo iba a entrar en celo—.
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

El respiro fuerte de Red se convirtió en un largo suspiro. —Yo iba a


decírtelo. Yo estaba esperando para estar seguro. Incluso ahora, no estás
en pleno calor.
— ¡Jesús! No puedo creer que todavía estés mintiendo. Estabas
tratando de dejarme embarazada. Sólo admítelo. — La última vez que
había discutido sobre el control de la natalidad, Red había insistido en
que no necesitábamos preocuparnos por eso cuando estábamos en forma
de cánido, ya que los lobos sólo conciben cuando la hembra estaba en
celo. Yo no podía tomar la píldora - me daba migrañas. Así que Red y yo
usábamos condones o un diafragma, cuando teníamos los pulgares
oponibles, y nada cuando nos íbamos a cuatro patas. —Tú estabas
tratando de engañarme para formar una familia.
Red se encogió un poco con la palabra ―engañar” y retiré mi pierna
mientras que él se levantó, caminó a una de las antiguas lámparas de
aceite, y encendió la mecha. Cuando volvió a colocar la parte superior de
la lámpara, el cristal tintado daba a su rostro un molde caliente, como si
fuera rubor. —La verdad es que Abra, nunca esperé...
— ¿No esperabas que entrara en celo en absoluto? ¿O no esperabas
que lo hiciera tan pronto?
—La mayoría de los licántropos no se reproducen—, dijo Red en voz
baja. —Había oído hablar de eso, seguro, pero es muy, muy raro. El año
pasado, ¿cuándo pensaste que estabas embarazada de Hunter? Eso sólo
habría sido posible si hubieras concebido antes de que el virus entrara en
vigor. — Red dudó.
—El hecho es que la mayoría de las mujeres que han tenido el virus
no pueden concebir a un niño en una u otra forma.
— ¿Y tú no creíste que yo necesitaba saber eso? ¡No pensabas que
merecía saber que nunca podría ser capaz de tener un hijo en absoluto!
—Ahora, espera un momento. ¿Estás enojada porque yo no te dije
que podías conseguir quedar embarazada, o enojada porque no te dije
que podrías no ser capaz de quedar embarazada?
—Estoy enojada por ambos, ¡idiota!— Empecé a llorar, y el Red me
atrajo a sus brazos.
Irracionalmente, me encontré golpeándolo a él, golpes torpes,
ineficaces en su estómago duro y brazos que absorbió por un momento
antes de tomar posesión de mi muñeca. —Suéltame—, protesté, mientras
me llevaba a sus brazos. Traté de golpearlo de nuevo, pero él había fijado
mis brazos y ahora mi cara era empujada a la franela caliente de su
camisa y estaba envuelta por el aroma limpio y masculino de él,
aderezado con las fragancias de los bosques y el invierno.
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

—Tranquila, ahora tranquila. Te tengo. — Era la voz que utilizaba


para suavizar a los animales, pero yo no quería ser suavizada. Le mordí el
pecho, con la fuerza suficiente para llevar su mano hasta mi pelo. —
Ouch—. Él le dio un tirón suave a mi pelo, pero yo no lo soltaba. Yo
estaba harta de las verdades a medias y evasivas, y yo quería romper en
la ecuanimidad calma de Red y rasgarla en pedazos. A medida que
sujetaba mi mandíbula más fuerte, la mano de Red me apretó el pelo,
tirando más fuerte. —Vamos, nena, no quiero hacerte daño.
—Tal vez porque no puedes—, le dije, tirando lejos. No estaba
segura de donde venía esto, pero yo no era capaz de controlarme a mí
misma. —Cambiamos, y yo soy más grande que tú. Más fuerte.
Red enarcó las cejas. —Eso suena como un desafío.
—Oh, así que ahora vas a convertirlo en una bro…— Hubo una falta
de definición de movimiento, y antes de que pudiera terminar la frase, yo
estaba de espaldas, y Red estaba encima de mí, sujetándome a la cama.
—Parece que he ganado. — Red me miró hacia abajo con una media
sonrisa.
— ¡Dije que cuando cambiamos!
— ¿Quieres cambiar?
—No puedo simplemente cambiar, como tú sabes muy bien.
Los ojos de Red se arrugaron. —Supongo que eso es una ventaja que
tengo sobre ti.
Yo me resistí bajo él, y de repente nos estábamos besando, fuerte,
besos hambrientos, ásperos, y traté de tirar de mis brazos para liberarlos,
pero Red capturó mis muñecas, lo que me hizo tirar con más fuerza
contra su control. Necesitaba sentir su fuerza, y yo quería que me
dominara. Su respiración se volvió más fuerte, pude sentirlo duro contra
mi muslo, y yo estaba a punto de lanzar el combate de lucha libre con
Red cuando sin darse cuenta él cambió su peso a mi pierna mala. Di un
grito ahogado, y Red deslizó hacia atrás como si se hubiera quemado.
—Oh, mierda, cariño. — Red estaba comprobando suavemente mi
pierna, yo estaba llorando de nuevo, y esta vez aunque sabía que estaba
en una montaña rusa hormonal, con giros, inversiones y cambios
repentinos. —Ven aquí—, dijo Red, acostándose y con mucho cuidado
cuchareándose a mi alrededor. — ¿Te importaría decirme lo que
realmente está pasando aquí?— Él me acarició la cabeza con la barbilla.
—Magda dice que no hay manera de que pueda llevar un embarazo a
término. — Mi voz era apenas audible, pero yo sabía que me podía oír. —
Incluso si quedo embarazada, ella me dijo que acabaría por terminar
perdiéndolo.
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

Red se había apoyado en un codo, y lo miré por encima del hombro,


así que podía leer su expresión. —Bueno, eso es sólo su opinión. Ocurre
que yo tengo una diferente posición sobre el tema.
— ¿Así que ella está equivocada? ¿Estás diciendo que ella sólo me
dijo que yo era estéril para molestarme?— Me sentí como si un médico
más establecido me hubiera dado una segunda opinión: Eso no es cáncer,
es una erupción cutánea.
Red se veía pensativo, mientras formulaba su respuesta, y sentí
como una explosión de depresión que apenas pude obligarme a escuchar.
—No es que esté tan equivocada en los hechos como en los detalles.
Quiero decir, claro, en una gran familia sólo vas a tener una hembra
reproductora, pero incluso si ella está compartiendo un territorio
cercano, Magda no es exactamente parte de nuestra manada. Al final,
todo se reduce a lo que sientes, en el interior.
Me senté, lo que hizo que me retumbara la pierna. —Entonces, ¿qué
estás proponiendo exactamente? Seguimos adelante y tratamos de ver si
se trata de un falso embarazo, bueno, sin daño, no hay culpa, y si quedo
embarazada y luego sólo - lo que sea que hacen los perros - se reabsorbe,
¿entonces qué?— Mi voz se elevó con un registro de ira y miedo. En el
fondo de mi mente, me di cuenta que yo no estaba siendo del todo justa,
y que la estaba tomando con Red. Dame una hora o dos, y le estaría
pidiendo disculpas por mi exabrupto. Pero todavía no.
Red se sentó y tomó mi mejilla en su palma de la mano rugosa por el
trabajo. Sus ojos color avellana que eran amables y cálidos un poco
tristes cuando él usó su dedo pulgar para quitar mis lágrimas. —Todos
los que tratan de tener un bebé están tomando algún tipo de apuesta,
Doc. Tú no sabes cuánto tiempo va a tomar, o qué podría salir mal. Tú
sólo tienes que tener fe y esperanza. Y amor—, añadió, su pulgar
acariciando mi mejilla.
Le di una palmada alejando su mano. —Oh, no, no lo hagas. Esto no
es una situación típica aquí, y no vas a tratar de blanquearla.
Red parecía que iba a decir algo, y luego debe haberlo pensado
mejor. —Te diré algo. Veo que estás terriblemente molesta en estos
momentos. ¿Qué tal si tomas un descanso y te doy una buena taza de té
caliente con miel?— Él caminó hacia la cocina de gas y llenó la tetera con
agua.
—No quiero té. Quiero que enfrentemos el hecho de que tú
claramente deseas tener una familia. Y por la forma en que me suena a
mí, no va a suceder.
Red miró la olla, como si hubiera olvidado para lo que era utilizada,
a continuación, la dejó y me hizo frente a mí. —Te amo, Abra. No
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

cambiaría estar contigo por nada. Tú... tú eres mi familia. Tú eres mi


manada.
—Pero quieres que tenga a tu bebé.
Red me miró entonces, sus ojos color avellana más oscuros de lo que
había visto jamás. Luego asintió con la cabeza. —Sí—, dijo. —Más de lo
que yo alguna vez quise algo.
Se hizo el silencio, mientras ambos esperábamos para escuchar lo
que yo diría a continuación. Las llamas crepitaban en la chimenea y una
brasa estalló. — ¿Todo dependerá de mí, entonces? ¿De qué tan alfa soy?
Red mantuvo mi mirada. —No. — Y entonces, simplemente, agregó,
—Si el hombre es lo suficientemente poderoso, eso puede inclinar la
balanza.
Y me acordé de la noche que no podía recordar, cuando Red había
estado tan exuberante, y yo no había entendido por qué. Ahora sabía lo
que me molestaba de eso. No se trataba sólo de que Red no me había
pedido permiso con palabras – ¿te importa si corremos el riesgo de
embarazarte, mi amor? Era que él había sentido que tenía que engañarme
para dejarme embarazada.
Yo sólo lo dejé escapar. — ¿Y tú eres lo suficientemente poderoso?—
Red vaciló. —Yo lo soy, si tú crees que lo soy. — Lo dijo sin rodeos,
sin adornos, allí, como la imagen misma de la sal de la tierra del
trabajador.
Yo sabía lo que tenía que decir aquí: Por supuesto que creo en ti, tú
eres mi hombre. Pero la verdad es que una parte de mí no estaba
convencida de que Red era lo suficientemente fuerte para compensar lo
que me faltaba. Lo que sí tenía era la inteligencia y la astucia y la
paciencia. Dios lo sabe, el hombre tenía paciencia. Pero estábamos
hablando sobre el tipo de fuerza que los líderes requieren, y Red no era
realmente un líder.
Por un momento, pensé que Red iba a defender su caso - ¡he aquí
por qué debe votar por mí, como alfa! En cambio, él asintió con la cabeza,
como si reconociera una corrección. —Por supuesto, eso no es
exactamente el tipo de cosa que tú decides de una vez. — Su rostro se
había puesto ilegible, y su voz extrañamente formal. — ¿Quieres que te
haga un poco de té? ¿O quieres que te ayude a entrar en tu camisa de
dormir?
Le di una mirada a Red, que puso fin a cualquier pensamiento que
pudiera tener de verme desnuda de nuevo en el futuro previsible.
—O a lo mejor podría cepillar tu cabello. Parece que tiene tipo de
nudo en la parte de atrás.
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

Ahora, eso era inteligente. Ese era uno de mis rituales favoritos con
Red, cada noche, a él le gustaba sentarse y cepillarme el cabello. Lo hacía
con tanta paciencia y amabilidad que yo no podía evitar desear que
hubiera estado alrededor para cepillar mi pelo cuando yo era una niña, en
lugar de mi madre, que solía rasgar a través de mi cabello como si fuera
el enemigo. Ella es mejor aseando a los animales, por supuesto.
Tomar mi silencio como una aquiescencia, Red dijo: —Aquí. Hazte
un poco para adelante así puedo ponerme detrás de tí—. Él se sentó
detrás de mí, corriendo el cepillo por el pelo, aferrándose a los mechones
para poder trabajar en ellos sin tirar del cuero cabelludo. Apoyé la cabeza
hacia atrás y le dejé trabajar, escuchando los sonidos pequeños y
hambrientos del fuego, medio hipnotizada por la sensación de las manos
de Red en el pelo. Cuando el último nudo había sido desenredado y el
cepillo transcurría sin problemas desde la raíz hasta las puntas, sentí el
aliento de Red cerca de mi oído, sus manos acercándome.
—Dios, me encanta tocar tu pelo. — A través de la colcha y los
vaqueros, yo podía sentir lo mucho que me amaba. Me aparté, a pesar de
que habría sido mucho más fácil caer de vuelta en su tacto.
—Gracias, Red. — Si él me tomaba ahora, yo sabía que estaría
realmente eligiéndolo como mi compañero, y averiguando si podíamos o
no tener una familia juntos. Y yo no estaba segura de querer que mi
cuerpo se decidiera por mí. Pero más que eso, yo tenía un poco de miedo
que su contacto liberara todas las cosas que tenía guardadas bajo llave.
Mientras habláramos sobre el deseo de Red de tener un bebé, podría
mantenerlo unido. Si empezaba a pensar en mis propios sentimientos, mi
propio deseo de un niño, sentía que realmente podría desentrañarme. —
Creo que lo que realmente necesito ahora es un poco de privacidad.
Rojo se puso en pie torpemente, como si alguien le hubiera
cambiado la música a él a mediados de una danza. —Por supuesto—, dijo.
—Aquí—. Me entregó el cepillo, luego se veía avergonzado. — ¿Quieres
que te caliente un poco de agua para un baño?
—Estoy muy fría y cansada. Yo lo haré por la mañana.
—Por supuesto. Por lo tanto, ah, voy a ver a Rocky y asentar a
Ladyhawke. Si necesitas algo...
—No, gracias. — Me preguntaba si me iba a sentir culpable. Yo no
había tenido mucha experiencia en ser un humeante en una relación. Con
Hunter, siempre había estado pidiendo disculpas por algo que yo no
había hecho. Con mi madre, tomé el papel de la razonable.
—Muy bien, entonces. Pero, ¿Doc?
— ¿Qué?
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

—Es posible que desees apoyarte en esto. — Me entregó una bolsa de


gamuza suave, cuando lo saqué fuera, el colgante de piedra lunar cayó en
mis manos.
—Hay un pedazo de cuero en la que lo puedes mantener, por lo que
la plata no te quemará las manos. Pensé en tratar de restablecerla, pero
como la piedra lunar es una piedra blanda, no parece prudente tratar de
hacer palanca para extraerla de su entorno.
Utilicé el cuadrado de cuero para recoger el colgante, el cual era tan
feo como yo recordaba.
—Pensé que Malachy quería hacer algunas pruebas en él.
Red se encogió de hombros. —Sí, bueno, un collar que otorga
verdadera visión es una cosa valiosa. Y el hecho de que la plata te queme
realmente puede darte algo de su poder, un montón de objetos mágicos
trabajan de esa manera. Mejor no dejar a Malachy jugar con él para nada.
Sentí una oleada de afecto hacia él, pero yo también me pregunté
qué iba a ver si me lo ponía de nuevo en mi cuello cuando lo mirara.
Decidí que mi cuello sanaría antes de tratar de averiguarlo. — ¿Red?
— ¿Sí?
—Gracias.
Él me sonrió, como una versión madura de Tom Sawyer, culpable de
nada más que buen humor y el gusto por la aventura. Pero él no era un
buen chico de edad que acaba de pasar a conocer un poco acerca de lo
sobrenatural. De acuerdo con su ex novia, era un chamán. Gracioso lo
fácil que era olvidarse de eso cuando vivía con el hombre. Eché un vistazo
a la venda en su brazo, debajo del tatuaje del coyote. Un rastro de sangre,
para encontrar su camino de regreso.
— ¿Puedo preguntarte algo, Red?
—Por supuesto—. Giré la bolsa de gamuza en mis manos. —El
hombre oso... manitou... que vi. ¿Era... era... de verdad?— tragué. Hablar
de magia me daba la misma sensación en mi estómago revuelto que
hablar de lo que hacía el LSD. Evoqué los malos recuerdos de cosas
sólidas que se disolvían colores y los colores cada vez más tangibles.
Red se apoyó en el marco de la puerta, y yo lo podía sentir
sopesando sus palabras. —Depende de cómo se mire. Hay diferentes
tipos de realidades, supongo.
—Pero ni siquiera era nativo americano. Él se parecía un poco a un
joven Nick Nolte. Dime que no es una alucinación.
Red bajó la barbilla, tratando de ocultar su sonrisa. —Manitou es el
nombre indio para ellos—, dijo. —Pero estaban alrededor antes de que los
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

indios llegaran aquí. Mi conjetura es que su aspecto depende de quién los


está viendo.
Molesta por la actitud informal de Red, espeté: —Me atacó, sabes.
La sonrisa de Red se desvaneció. —Lo sé… ¿Él te…el te hirió?
Miré mi regazo de nuevo. —No. En cierto modo le escupí, y él se fue.
Red dio un grito de risa. Supongo que era probable que de alivio. —
¿Lo hiciste, ahora? Esa es la cosa perfecta para hacer, ya sabes - la saliva y
los excrementos, asustan a muchas de las criaturas Liminales. No son de
carne, no como nosotros, así que las cosas de la carne pueden trabajar en
contra de ellos. La sangre menstrual, también, si alguna vez estás en un
aprieto.
Un pensamiento adorable. — ¿Crees que volverá?
Red asintió con la cabeza lentamente.
—Entonces, ¿qué podemos hacer, Red?
Red puso su brazo alrededor de mí, y yo no lo luché. —Infiernos,
para eso es que tienes operadores de remoción de la vida salvaje.
Me limité a asentir. —Está bien. — Yo no iba a presionar para
obtener más respuestas en este momento. No estaba segura de que me
gustaran las que yo ya había conseguido.
Red se aclaró la garganta. — ¿Doc? ¿Tienes hambre? Yo podría
hacerte un sándwich de queso— Hubo un sonido golpeando desde la
cocina: Claramente, nuestro mapache adicto a nuestra comida había
decidido ayudarse a sí mismo con un snack nocturno.
—Hey!— Red agarró el mapache alrededor del medio, sacando al
animal que se retorcía del armario de la despensa. —Deja de hacer eso.
Ya has comido, tú gordo bastardo.
Rocky le chilló fuerte a Red, como si le diera alguna explicación
apasionada, pero Red se limitó a sonreír y poner el mapache en su
hombro. — ¿Y tal si te llevo afuera para un último retozón,
muchachito?— se fueron de la cabaña, y yo media dormida pensé acerca
de la adicción de Rocky a la comida chatarra. Necesitábamos poner
cerraduras en los armarios. Y entonces me di cuenta: no tenía hambre,
pero debería haber estado muriéndome de hambre. De acuerdo con el
calendario, no había comido en varios días, pero sentía como si acabara
de cenar con mi madre en ese restaurante un par de horas antes.
Cuando me levanté a buscar algo de comer, me asomé por la
ventana, y vi a Red iluminado por la luz de la Luna. Estaba en cuclillas en
el suelo con Rocky, viéndose en todas las palabras como un padre
indulgente jugando con su niño.
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

Luego, con su aliento visible en el aire gélido, Red puso de pie y


abruptamente se quitó la camisa, revelando el tatuaje del coyote aullando
en su bíceps derecho. Se quitó la venda, entonces se arrodilló a desatarse
las botas de senderismo mientras Rocky se subía a su cabeza. Y luego se
desabrochó los pantalones vaqueros.
Yo sabía lo que estaba haciendo. A diferencia de mí, Red podía
cambiar a voluntad. Bueno, casi a voluntad. Todo lo que se requería era
que él estuviera en un estado de éxtasis. Pero que no parecía que iba a
venir fácil esta noche. Mientras miraba su inclinación, bien musculoso,
yo podía ver la tensión en la línea de sus brazos y los muslos. Era uno de
esos hombres que parecen escuálidos hasta que la ropa sale. Desnudo,
era un retroceso a otra época, cuando los hombres trabajaban con sus
cuerpos y se convertían en tendinosos, en lugar de suaves, con la edad.
Red colocó a Rocky en el suelo, y vi que, mientras que el arañazo que se
había hecho en su brazo esta tarde ya se había curado, los viejos
arañazos del manitou habían dejado cicatrices. Por lo general, los
cambiaformas sanan completamente. Me preguntaba lo que presagiaba
para mi pierna, pero cuando la estiraba, se sentía ya mejor, casi normal.
Red echó atrás la cabeza y el mapache se levantó sobre sus patas
traseras, olfateando con curiosidad.
Red puso los hombros, estiró sus músculos, tratando de relajarse, y
a pesar del dolor persistente en la pierna, sentí una ola de calor que se
inició entre mis piernas, pero se extendía hasta el pecho. La luna debe
estar casi llena, me di cuenta, y luego me pregunté cómo pude haber
perdido los signos en mi propio cuerpo. Mis pechos estaban tiernos y
dolían, y pude sentir los calambres en el abdomen bajo, la tensión en los
huesos. El cambio se avecinaba. Las palabras de una vieja canción de los
Rolling Stones apareció en mi cabeza: El cambio ha llegado, está debajo
de mi pulgar.
Puse mi mano en el cristal de vidrio mientras Red pasó la mano más
o menos, casi con rabia sobre sí mismo, tratando de forzar el sentimiento
y la transición. Yo no había deseado tanto a Red hacía tiempo. Puse mi
mano sobre el cristal y la otra mitad se levantó para unirse a él,
olvidándome de mi pierna lesionada hasta que una ráfaga fuerte de dolor
me lo recordó. Volví a sentarme, vi como un espasmo apareció en una
onda expansiva a través de la espalda de Red. Se puso en cuclillas de
manera tan abrupta que pareció como si se hubiera derrumbado sobre sí
mismo. Pude ver su pecho subiendo y bajando, y me puse de pie,
pensando, algo está mal.
Y luego, como si supiera que yo estaba viendo, Red se volvió y sus
ojos brillaban con una extraña luz ámbar que yo nunca había visto antes.
Parecía que no había rastro del hombre gentil en esa dura, evaluadora,
mirada salvaje. Pero eso era ridículo, me corregí. Él es un cambiaformas,
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

no es un licántropo. Siempre conserva la plena conciencia. Estaba a punto


de salir hacia él cuando se interrumpió, girando tan rápido que el
pequeño mapache dio un chillido agudo.
Y Red cerró sus mandíbulas fuerte, a centímetros del bebé que había
ayudado a salvar. Yo me quedé sin aliento. Rocky estaba chillando, pero
manteniéndose en el suelo, incapaz de creer que su adoptivo padre en
serio podría intentar hacerle daño. Él había visto el cambio de Red antes.
Cualquiera que sea la piel que llevaba, él era siempre el mismo.
Hasta ahora.
De un salto, Red se fue después que el mapache, que se lanzó hacia
el bosque detrás de la letrina. Yo tenía mi mano sobre mi pecho, como si
pudiera calmar mi corazón que latía con fuerza. ¿Era posible que esto
fuera parte de alguna reintroducción a su hábitat natural? Por mucho que
quería creerlo, yo no estaba convencida.
Esperé una hora, haciéndome una taza de chocolate caliente,
comiendo un tazón de salvado con pasas. Pero Red no regresó, y al final,
antes de ir a la cama, sujeté el pestillo de la puerta del dormitorio. No es
que eso lo mantendría fuera si él realmente quería, pero me compraría
tiempo.
Y de repente me acordé de lo que Malachy había dicho. Él hizo un
acuerdo. Así es como funciona, creo.
En la mañana, cuando destranqué la puerta, me pregunté qué podría
decirle a Red. Lo siento, ¿pensé que podrías atacarme? O, mejor dicho:
¿Qué clase de trato? ¿Con quién?
Pero una hora más tarde, cuando me fui a tomar el tren, él todavía
no había regresado.
Y tampoco Rocky.
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

Sabía que hacer un viaje a la ciudad tan cerca de la luna llena no era
exactamente el más conservador curso de acción, pero cuando revisé el
calendario lunar, pude ver que todavía tenía unas buenas veinticuatro
horas antes de que yo estuviera fuera de mi zona de seguridad. Aún así,
seguí comprobando mi reloj, tenía una ventana con un pequeño
calendario que mostraba las fases de la luna. Enero XIX era menguante,
no estaba llena, pero aún así, la sombra de la luna crecía muy delgada.
Yo no sé acerca de therians, pero Magda, Hunter, y yo llevábamos la
cuenta de los calendarios lunares con la devoción de los judíos ortodoxos
y los cazadores de ciervos. Y realmente odiaba a los cazadores de ciervos,
que habían comenzado a invadir el bosque durante los mejores días de
caza en otoño, cuando los ciervos estaban en celo y mareados por la
lujuria.
Dado que era una buena semana cuando la luna estaba lo suficiente
llena como para mantenernos como lobos, días inmediatamente
anteriores y posteriores no eran la mejor época para programar un
evento importante como una boda o un viaje de negocios, tener
licantropía significa saber cuándo era seguro, cuando estabas fuera de
servicio, y cuando estabas al límite.
Yo estaba en el límite, pero yo sabía que tenía que hablar con una
amiga. Así que, aunque tenía la esperanza de ocultar mi estado actual de
caos romántico de Lilliana, decidí que mi necesidad de ayuda hacía caso
omiso a mi deseo de dignidad.
En los libros y las películas, las mujeres siempre parecen estar
desahogándose con sus amigas sin el menor escrúpulo. Yo, sí tengo
escrúpulos. A mi modo de ver, no hay un acuerdo tácito en la mayoría de
las amistades, una especie de quid pro quo de apoyo emocional. En el
momento en que habíamos sido amigos, Liliana y yo nunca habíamos
hecho ninguna demanda seria la una sobre la otra. Por supuesto, éramos
amigas de trabajo, lo que significaba que se mantenía una cierta
formalidad entre nosotras, aunque sabíamos que podíamos depender la
una de la otra en una crisis. Y eso era importante. Puedo no saber nada
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

sobre la vida de Lilliana fuera del Instituto Medicó Animal, pero ver cómo
una persona reacciona cuando una cirugía no ha terminado y el perro
comienza a despertar de la sedación es un buen indicio de su carácter.
Y, para ser honesta, yo no me había mantenido en contacto con la
mayoría de mis compañeros de la escuela secundaria y universidad, y no
podía enfrentar la idea de tratar de avanzar rápidamente a través de los
últimos cinco o diez años antes de explicar mi situación actual. Por lo
menos Lilliana sabía dónde vivía y que yo estaba saliendo con alguien,
aunque ella no sabía que una vez o dos veces al mes, podría haber sido
confundido con uno de mis propios pacientes.
Yo ya estaba en mi camino a la estación de tren cuando llamé a
Liliana con mi teléfono celular, pensando que si ella no estaba disponible,
me gustaría pedirle para usar su apartamento, y si eso no fuera posible,
me bajaría en la estación de Pleasantvale y sufriría a través de abrasivas
marcas de bondad de mi madre. Sin embargo, Lilliana contestó a la
primera, y antes de que yo hubiera dicho más de —Liliana, hola, escucha,
sé que esto es una noticia con poco tiempo, — ella me dijo que ella había
estado buscando una excusa para tomarse el día libre. A veces me
preguntaba si era una psíquica.
A las once menos cuarto, yo estaba de pie delante de su apartamento
en Upper West Side. Lilliana abrió la puerta, sin esfuerzo elegante con una
túnica marrón y un pantalón negro de yoga, con el cabello negro recogido
en un toque francés y su tez café con leche sin maquillaje impecable.
La besé en la mejilla, inhalando un olor que sería no-detectable para
una nariz humana. Mi sentido del olfato era la única cosa que cambió
antes que yo tuviera - hormonas, supongo. Estaba cerca de la luna llena,
mi amiga elegante olía empalagosa, como una flor madura, y yo tenía que
volver la cabeza a un lado para amortiguar mi estornudo. —Lo siento,
Lilli. Dios. Me siento como una refugiada, apareciéndome en tu puerta así.
—No te ves como una refugiada.
—Mentirosa—. En un intento de hacerme sentir menos patética, me
puse rímel y colorete y llevaba lo que yo pensaba que era mi ropa de la
ciudad, un par de pantalones azul marino vagamente náutico y un suéter
de color crema. Mi pierna todavía se sentía con un poco de dolor, pero yo
no estaba cojeando. Cualquier otra cosa que estuviera cambiando en Red,
no había perdido su toque sanador.
Me hundí en el sofá, que parecía pertenecer a un yurta de alto nivel
de Asia Oriental, junto con un samovar y un poco de leche de yak. La
cocina de azulejos azules, sin embargo, pertenecían más a Marruecos, y
nada de esto debería haber combinado con las maderas de presidentes
africanos y esculturas de animales, pero de alguna manera todo estaba en
conjunción, el epítome de la elegancia bohemia indígena.
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

—Ahora me siento como una refugiada de lujo—, le dije. —Y yo ni


siquiera tuve la oportunidad de explicarte porque quería verte.
—Si estás preocupada porque tenía un día de museos y compras
planificado, relájate. — Lilliana sacó un plato de pan fresco de calabacín,
aún humeante del horno. —No suenas como si esto fuera a ser un día de
diversión impulsiva. Ahora, ¿qué puedo traerte para beber? ¿Un poco de
jugo? ¿Café? ¿Té?— Me miró más de cerca. — ¿Un vodka doble?
—No me tientes.
Lilliana tomó eso, como si hubiera estado sospechando lo mismo. Y
tal vez lo había hecho. Tenía una especie de sexto sentido en el trato con
las personas y animales, razón por la cual Malachy la había sacado de la
residencia de trabajo social del Instituto y la agregó a ella a su equipo. O
tal vez todo había sido idea de Liliana, ella era muy dominante en el arte
de la influencia sutil.
— ¿Qué está pasando, Abra? Te ves como si estuvieras a punto de
saltar de tu piel. — Di una risa ahogada.
Lilliana me miró con atención. — ¿Estás embarazada?
Negué con la cabeza, y le conté todo. Al principio, traté de dejar de
lado la parte de ser un therian, porque se sentía un tanto absurdo y un
poco de vergüenza. Pero Lilliana me preguntaba pequeñas astutas
preguntas, y muy pronto me di cuenta de que nada de lo que estaba
diciendo tenía realmente sentido cuando no contaba el hecho de que me
convertía en un lobo una vez al mes. Hasta ese momento, no me había
dado cuenta de lo aislada que mi condición me había hecho. Yo pensé
que sólo podía confiar en Lilliana sin entrar en los detalles escabrosos,
pero ahora vi que omitir el hecho de mi licantropía era como estar
pasando por alto el hecho de que habías engañado, o eras realmente gay,
o que habías estado enviándote correos electrónicos con un ex novio. Tal
vez los hombres podían ser amigos sin revelar los detalles más
importantes, pero eso no funcionaba para las mujeres. —No pareces tan
sorprendida como yo esperaba—, le dije cuando hube terminado.
—Abra, por favor. Las dos trabajábamos para Loco Mal, ¿recuerdas?
Quiero decir, no exactamente hacía un secreto de sus experimentos. —
Antes, cuando yo todavía pensaba de los hombres lobo como el tema de
películas de terror antiguas, Malachy había estado convencido de que
realmente era un virus de la licantropía. Había conjeturado que el virus
causaba que las células normales fueran más como células troncales
embrionarias, capaces de asumir cualquier forma y función.
—Además—, continuó Lilliana, —estaba muy claro el año pasado que
una mierda en serio extraña estaba pasando contigo y tu esposo.
Me reí en sorpresa por la inesperada blasfemia, luego me di cuenta
de que Lilliana lo había hecho deliberadamente, la forma en que un
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

músico de jazz puede agregar una nota disonante para el efecto. —Por lo
tanto, la cosa es, Lilli, no sé si debo estar con Red o no. Y no sé si
quedarme con él significa que yo nunca voy a ser capaz de tener un bebé.
— Yo no fui en todo el asunto de que yo estaba en celo, porque se sentía
como un poco demasiado de información. A pesar de la supuesta buena
impresión hecha por una serie de televisión, la mayoría de las mujeres de
Manhattan sabían mantener los detalles de su vida sexual entre ellas
mismas y sus psicoterapeutas.
Liliana entró en la cocina y regresó con una botella de Pinot Grigio
refrigerada y dos copas de vino italiano sin tallo. —Whoa, disminuye la
velocidad allí. Me parece que lo que realmente estás diciendo es, ¿este
hombre y yo funcionamos como pareja? ¿Somos lo suficientemente
fuertes como equipo? Todo este asunto de ser alfa – tú sabes, no es del
todo malo. Si vas a hacer algo tan grande y aterrador, como tener un
bebé, tal vez ambos tienen que sentirse suficientemente seguros como
para decir: este es mi pequeña manada, y yo la estoy liderando. — Ella
derramó el vino y me entregó un vaso.
Tomé un sorbo, empecé a sentirme mejor. —Creo que me gustaba
más cuando yo era un ser humano, y estar en forma para ser un padre no
tenía nada que ver con sí o no tú podrías convertirte en uno.
—Sí, y tú sabes lo bien que eso puede funcionar. Vamos, — dijo
Lilliana abruptamente, dejando el vaso de vino y poniéndose de pie. —
¿Sabes lo que necesitamos ahora? Una pequeña terapia de compras.
A pesar de mis protestas de que odiaba ir de compras, Lilliana me
fastidió en ponerme mi chaquetón y cubrirse a sí misma en un poncho de
lana gris que me habría hecho ver como una vagabunda, pero le daba el
aspecto de la reina de algunos exóticos, y lejanos lugares de la tierra.
Luego nos dirigimos a la tienda de gafas preferidas en Columbus Avenue.
En Óptica Allusion, los marcos están dispuestos hábilmente en la ventana
de almohadas y pedestales, como si fueran joyas. En el interior, había
mesas antiguas con espejos artísticamente manchados, y los vendedores
vestidos con el tipo de elegancia austera que sugería que estábamos en
presencia de arte.
El momento en que entramos por la puerta, fui consciente de mi
viejo y rayado par de gafas de repuesto, mi pelo despeinado, y mi ropa
pasada de moda.
—Creo que estas se verían bien—, dijo Lilliana, que parecía muy a
gusto vestida con pantalones de yoga y tenis plateados, una bufanda con
flecos de bucles libremente alrededor de su cuello.
— ¿Cuáles?— Tal vez si dejaba a Lilliana elegir mi vestuario
completo, me transformaría en una persona elegante, moderna,
impecable.
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

—Estos—. Liliana sacó un par de marcos rectangulares de color rojo


y negro de una pantalla. —Déjame verlos en tí. Oh, Abs, esos son
increíbles. Llegan a tus pómulos muy bien.
—Esos son mis favoritos—, dijo el vendedor, un hombre de cañas
delgadas con una mirada de duende divertido.
—Yo debería haber usado mis lentes. No puedo verme a mí misma.
— Nunca fue una sensación cómoda, sacarme mis gafas en público. Todo
el mundo me vería, pero todo lo que yo podía ver era una mancha de
marrones y dorados.
—Siempre puede volver—, dijo el vendedor.
—No, necesito las gafas ahora. No puedo caminar en la vuelta de esta
manera. — Indiqué el anticuado marco con sus lentes rayado. Por
supuesto, la verdad es que habría podido. Red no notaba si tenía el pelo
sin forma ni si mis gafas eran de la década anterior. No le importaba si yo
llevaba maquillaje o me afeitaba las piernas para él, yo era igual de sexy
en arpillera o seda, peluda o de piel lisa. Era lo que me encantaba de él. Y,
sin embargo, si yo fuera realmente honesta, había momentos en que yo
quería que a él le importara. Yo no era el individuo más consciente de la
moda en el mundo, pero como la mayoría de las mujeres, trataba de
expresar algo de mi interior, en las decisiones que tomaba. Pero por lo
que el lenguaje de la ropa y el maquillaje eran, Red era analfabeta.
Y entonces me acordé de que tenía problemas más serios en cuanto
a Red. Como si él estuviera o no matando a los animales que solía salvar.
Lilliana seleccionó un par de fotogramas diferentes. —Esas son
buenas, también... con el vidrio transparente en la parte superior. Te ves
como una sexy bohemia.
Me acerqué al espejo y me asomé a él miópicamente, tratando de ver
si, de hecho, yo había sido transformada. Por desgracia, todo lo que podía
ver era un vago rostro en forma de mancha.
—Sí, me gustan esos, también,— dijo el vendedor, que
probablemente le hubiera gustado un monóculo si Lilliana lo hubiera
sugerido.
Cambié mis viejas gafas y leí en la pantalla. — ¿Qué pasa con estos,
Lilli?—señalé unos ojos de gato en carey.
—Bibliotecaria.
Miré mi reflejo. — ¿Bibliotecaria sexy? Me saco las horquillas del
pelo y desabrocho la camisa y ¿eres hermosa bibliotecaria?— el espejo
estaba en silencio sobre el tema, y cuando miré a mi amiga, su ceño
estaba fruncido por la concentración.
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

—Vamos a tratar una vez más. ¿Puede mi amiga ver ese - no, el negro
con la incrustación en marfil haciendo un poco de contraste?— Esta
última pareja estaba encerrada en una urna de cristal, que a mi parecer
sugería que estaba fuera de mi alcance. El vendedor me lo entregó como
si fuera un diamante canario.
—Esa es la mejor de todas—, dijo él mientras me caía el marco en
mis manos.
—Y casualmente, el más caro.
—No, él tiene razón. — Lilliana levantó el pelo de mi cara. —Ahora,
esto es bibliotecaria sexy, Abra.
Me decidí a tomarle la palabra. —Los llevo—, le dije al vendedor. —
¿Cuánto tiempo va a tomar para lograr hacerlos con mi receta?
— ¿Quieres que leamos los números de sus lentes actuales?— El
vendedor llevó mi marco antiguo, como si se tratara de una ardilla
muerta y se los llevaron a la parte posterior. —Dos semanas—, dijo
cuando él volvió.
— ¿Tanto tiempo?
La sonrisa del vendedor se volvió condescendiente. —Lo siento
mucho, siempre puede utilizar uno de los talleres de óptica rapiditos,
pero nos sentimos orgullosos de la excelencia de nuestro trabajo.
También contamos con una gran sobrecarga por la cantidad de trabajo en
este momento.
Estaba a punto de rendirme y pedir que las gafas se me enviaran a
mí, pero Lilliana le puso la mano ligeramente en el brazo del vendedor. —
Yo sé que hacen un trabajo excelente, Jeremy—, dijo, al parecer, tirando
de su nombre en el aire —pero ¿crees que hay alguna forma de poder
ayudarnos a conseguir las gafas más rápidamente? Mi amiga vive fuera de
la ciudad. — Mientras hablaba, ella inclinó ligeramente la cabeza, y me
acordé de un violinista de clase mundial alterar sutilmente el tono de la
música con la más mínima alteración de la postura.
Jeremy se vio por un momento confuso, y luego dijo que tendría que
consultar con su gerente. Cuando regresó, anunció que mis gafas estarían
prontas a final del día.
Salimos de la tienda al día frío y luminoso en el exterior, y me volví a
mi amiga viéndola con asombro. — ¿Cómo haces eso? ¿Se trata de un
hechizo? ¿Puedo aprenderlo?
Lilliana se echó a reír, enganchando su brazo con el mío. Un chico
guapo joven en una bicicleta de carreras giró la cabeza en el sonido. —
Ahora, ¿qué tal un poco de ropa nueva? Conozco a una gran y pequeña
boutique en la siguiente cuadra.
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—Creo que la última compra me limpió. Además, es probable que


sea mejor para mí que no me pruebe la ropa a tu lado—, admití que,
mirando hacia abajo el marco de la esbelta Lilliana. El ciclista lindo, me di
cuenta con diversión, seguía detrás de nosotras.
—Chica, tienes el cuerpo Renoir más sorprendente. Piel cremosa,
pequeños e ideales pechos turgentes, cintura pequeña...
—Oh, Lilliana,— le dije en tono burlón. —No sabía que te sentías de
esta manera. — En la calle sólo detrás de nosotras, el ciclista sonrió y
luego rodó su rueda delantera, tratando de no adelantarnos.
—Bueno, es cierto—, dijo Lilliana, sin saber que un trabajador de la
construcción se había detenido a lamerse sus labios hacia su figura
partiendo.
—Lilli, te agradezco lo que estás tratando de hacer, pero es la
verdad, soy más o menos invisible cuando estoy a tu lado. — Como para
probar mi punto, un hombre de negocios dejó de hablar en su teléfono
celular el tiempo suficiente para dar una mirada apreciativa a Lilliana.
Nos detuvimos en el semáforo, y un Camaro trucado pasó tocando
su bocina.
—Nena—, llamó el conductor, — ¡te ves bien!
Lilliana inclinó la cabeza hacia un lado. — ¿Qué quieres decir,
invisible?
—Oh, por amor de Dios, Lilli, ¡mira a tu alrededor!— hice un gesto
hacia el ciclista, el trabajador de la construcción, y el empresario. —¡Eres
como una especie de imán loco! No podemos andar dos pasos sin que
algún tipo nos espíe.
Lilliana me miró como si yo estuviera volviéndome loca. —Abra, esos
chicos estaban chequeándote a tí, no a mí.
—Oh, por favor. Como regla general, no hago que los hombres se
caigan de sus bicicletas. — Señalé al ciclista, que había estado demasiado
ocupado viéndonos para notar al taxista abriendo su puerta para escupir
en la acera. El ciclista estaba en la calle, frotando su pierna magullada, y
el conductor estaba gritándole.
—Tal vez simplemente no te das cuenta—, dijo Lilliana.
Puse mis manos en mis caderas. —Lilli, por favor, no insultes mi
inteligencia. Es perfectamente obvio que una de nosotros está atrayendo
toda la atención masculina.
En ese momento, sentí un pinchazo agudo en mi nalga izquierda. Me
di la vuelta y vi a un joven en un anorak que me sonreía mientras corría
fuera del camino. —Dame un pedazo de eso—, dijo, como si pidiera algo
de un lugar de comida rápida.
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—Te voy a dar un pedazo de algo,— le gruñí en respuesta.


— ¿Qué decías?— El semáforo se puso verde, Lilliana me tomó del
brazo otra vez, y cruzamos la calle.
—Hey—, dijo el ciclista, levantando un brazo. —Espera.
Nos detuvimos, y él vino a nuestro lado, un joven de piel suave de
un tono o dos más oscuro que Lilliana. — ¿Estás bien?—, preguntó ella.
—Sólo me raspé la rodilla—, dijo él. —La cosa es que creo que te
conozco—, dijo, mirándome atentamente. —No puedo recordar de dónde,
pero sé que te he conocido.
Rodé mis ojos. —Lilliana, ¿pusiste a estos tipos en esto? ¿Es este el
nuevo impulso del ego, en lugar de contratar a tu propio paparazzi, tú
contratas a tus propio acosadores?
—No, en serio, no estoy bromeando,— dijo el joven, y luego se vio
avergonzado. —Es sólo que, tú y yo... siento esta extraña conexión, como
si fuera atraído a tí. Soy un gran creyente en escuchar el corazón—,
explicó.
—Soy una gran creyente en el examen de la cabeza—, le dije,
alejándome del ciclista.
Lilliana miró por encima del hombro. —Por lo tanto, ¿esta no es la
reacción típica de los hombres de la especie?
—Debe ser la luna llena—, le dije, en tono de broma.
—En realidad, lo es—, dijo Lilliana, apuntando hacia arriba, más allá
de los altos edificios hacia la luna translúcida, hinchada flotando en el
cielo pálido del invierno.
—Casi—, le corregí. —Se ve completa, pero tiene otro par de días
para serlo.
— ¿Has comenzado a llevar alrededor un almanaque de agricultor?
Vamos, chica de campo—, dijo Lilliana. —Aquí está la boutique de la que
te hablé. — Había tres equipos en la ventana, todas ellas con variaciones
en las camisas blancas y faldas delgadas negras. Había también unos
zapatos, sexies y torpes en el estilo de la década de 1940.
El nombre de la tienda era La Bibliotecaria Sexy.
— ¿Me estás tomando el pelo. ¿Hay una tienda entera dedicada a la
imagen de la bibliotecaria sexy?
Lilliana sonrió cuando abrió la puerta. —Ya ves por qué nunca puedo
salir de la ciudad.
Era mi tienda soñada. Había muy pocas cosas en la tienda, pero
todas ellas eran perfectas. Camisas blancas que estaban quebradas y
escondidas en los lugares adecuados, con los botones únicos. Había
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

pequeños vestidos azul marino que irradiaba un funk casi subestimado,


pero no anticuado. Y había bastidores de 1920 de pantalones de seda del
grifo, y las medias con costuras en la parte de atrás, y camisolas en tonos
rosas y melocotones y ciruelas y rojos, el color de la puesta del sol,
mientras profundizaba en la noche.
—Oh, Dios mío—, le dije. —Lo quiero todo.
—Sabía que te encantaría—, dijo Lilliana feliz, tirando cosas en mis
brazos. —Prueba esto. Y esto. Ah, y esto, tienes que tener eso debajo.
Me metí en el vestuario, y me retorcí en la camisola. Yo todavía
estaba abrochándome la camisa, cuando salí, pero pensé que tenía la
falda bien puesta. —Bueno, Lilli—, le dije. — ¿Qué te parece?
—Creo que es algo así como esa escena de Hitchcock, donde todos
los pájaros comienzan a posarse juntos—, dijo Liliana, y por un
momento, yo no entendía lo que estaba diciendo, porque yo estaba tan
sorprendido. La tienda estaba llena de hombres. Había hombres
hacinados en ambos lados de Lilliana, como si esperaran un vestidor, y
otros hombres visibles detrás de ellos, a la salida a la ropa interior sexy.
Yo había visto el desgraciado novio ocasional arrastrado a una tienda
como esta, pero nunca a un grupo entero de ellos. Huh, pensé, deben ser
el nuevo metrosexual que se está concientizado en la moda del que sigo
leyendo.
Y entonces vi a los ciclistas, y me di cuenta de algo muy peculiar que
estaba pasando.
—Me gusta mucho—, dijo el trabajador de la construcción, que se
había amontonado en una esquina entre el hombre de negocios, el
ciclista, y un grupo de turistas japoneses.
—Ve a probarte algo más—, dijo el ciclista. Su voz sonaba tensa.
—Disculpe—, dijo la vendedora, una hermosa mujer joven asiática
que llevaba el sexy bibliotecario muy bien —pero va a tener que decirle a
sus amigos que se vayan. Simplemente no tenemos espacio para tanta
gente.
—No son mis amigos—, protesté. —No sé quiénes son estas
personas. ¿Es esto una especie de cosa de protesta de masas, como
cuando ese tipo estaba organizando a grandes multitudes para quitarse la
ropa en público?
Una lenta sonrisa se formó en el rostro regordete del empresario.
¿Quieres que nos quitemos la ropa?
—Muy bien—, dijo el trabajador de la construcción.
—Oh, hombre—, dijo el ciclista, que se coló detrás de mí para
recuperar mis pantalones del vestuario. —Yo puedo olerla en ellos.
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

Tomó una bocanada profunda de mis pantalones y yo grité, —Hey—,


y cogí una de las piernas. —Deja de hacer eso. Estás actuando raro. Todos
ustedes.
—Tengo que estar arriba tuyo—, dijo un turista japonés,
consultando su libro de frases. —Adentro—, se corrigió. — ¿Sí?
—Tengo que lamerte desde tus dedos del pie hasta tus oídos—, dijo
el ciclista.
—Si la tocas te mato—, dijo el trabajador de la construcción. —Esa es
la futura madre de mis hijos que estás hablando.
—Al igual que el infierno lo es—, gritó el hombre de negocios.
Liliana pasó por debajo de su brazo derecho, que llevaba el casco, y
me tomó del codo. —No creo que estés usando un perfume nuevo y
exótico?
—Me temo que sí—, admití. —L'aire d'celo. — Porque, se me había
ocurrido demasiado tarde, que no había otra explicación para mi súbita
transformación de ser alguien cualquiera a femme fatale. —Liliana,
tenemos que salir de aquí.
—Bueno, no te cambies de nuevo a tus ropas - estás obligada a
iniciar un motín.
Afortunadamente, la mayoría de los hombres estaban preocupados
con empujones e insultos entre sí. El empresario y el trabajador de la
construcción estaban gritando abusos, mientras que los turistas
japoneses estaban muy rojos en sus caras mientras gritaban frases
recortadas al ciclista y el hombre en anorak.
Lo curioso es, que muchos de los chicos eran bastante atractivos. El
joven ciclista tenía la mandíbula limpia y fuerte de un erudito-atleta, dos
de los turistas japoneses eran más que guapos, e incluso el hombre que
poseía el anorak tenía el tipo de atractivo matón. A medida que la tensión
escalaba y el empuje se volvió mayor, me encontré mirando con reacia
fascinación. Había algo primitivo, casi primordial en esta escena. De
repente, las capas de la civilización estaban siendo peladas de nuevo, y lo
que quedaba era la naturaleza esencial, que trae cada individuo. El
empresario era ahora un hombre grande, ya no estaba en su mejor
momento, cuya beligerancia hacia el exterior ocultaba una renuencia a
participar en la batalla directa. El trabajador de la construcción, por el
contrario, era una muestra espléndida de musculatura, dando vueltas con
cautela a los machos jóvenes japoneses, que se mecía suavemente en la
punta de los pies y cantaban para sí mismos en un tono suave
amenazante.
Me pareció que, atrapada como estaba entre los hombres belicosos,
no había otra opción salvo que esperar el resultado. Un hombre saldría
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

victorioso, su piel húmeda con esfuerzo, el aroma de las hormonas


masculinas potentes inundándose a través de su cuerpo. Él sería herido,
sin duda, y aún así tendría todos los instintos salvajes que le habrían
permitido conquistar los otros machos. Venía a mí entonces, su cuerpo
zumbando con la adrenalina y la lujuria, su mente medio enloquecida por
el olor embriagador mío. Pero no habría uso de la fuerza. Yo todavía
tendría el poder de rechazarlo, dejarlo insatisfecho y ardiendo de deseo.
Ahora, el trabajador de la construcción y el turista japonés se habían
quitado la camisa y los pechos desnudos ya estaban relucientes de sudor,
mientras la vendedora joven se precipitaba ineficazmente, les decía que
ella había llamado a la policía. Me pregunté vagamente cual sería al final y
cuánto tiempo le haría esperar antes de permitirle que me complaciera,
por fin.
— ¿Abra? ¡Abra, sal de eso!— Liliana me sacudió y la miré sin
comprender por un momento. —Tenemos que salir de aquí antes de que
llegue la policía. Sobre todo porque puedes terminar afectando a la
policía de la forma que lo haces con los civiles.
Me volví hacia los hombres. —Pero no podemos irnos—, le dije, mi
corazón acelerado por la excitación mientras el ciclista se lanzó hacia el
turista japonés, que había derribado sólo al trabajador de la construcción
con una patada circular.
Lilliana respiró hondo y dijo: —Si no salgo de aquí ahora mismo,
Abs, vas a terminar siendo la invitado de honor en un gang bang.
—Mmm—, le dije distraídamente, mientras el ciclista le pegaba a su
oponente en las bolas. ¿Cuánto de la angustia de Lilliana, tuve que
preguntar, se debía a que ella estuviera pintada al óleo, por una vez? No
es tan bonito ser la hembra que ninguno de los hombres nota.
—Oh, infiernos—, dijo Liliana. —Creo que no hay otra opción. —
Tomando mi cabeza entre sus manos, Lilliana me obligó a ver su cara. —
Mira directamente a mis ojos por un segundo, Abra.
Por un momento, pensé que iba a besarme. Creo que algunos de los
hombres habían tenido la misma idea, porque yo podía sentir que nos
miraban con interés lascivo.
—Abra—, dijo Lilliana, —concéntrate—. Y como si ella se hubiera
apoderado de mi sistema nervioso, así como con mis sienes, yo obedecí,
reduciendo mi enfoque a su mirada oscura. —Tenemos que irnos—, dijo,
y yo sabía que ella tenía razón. Si yo no salía en los próximos minutos,
estaría actuando en mi propio episodio de National Geographic.
—Hey—, dijo uno de los hombres, tratando de agarrar el brazo
Lilliana, mientras ella me empujaba hacia la puerta. Levanté mi labio y le
gruñí a él, y él la dejó en libertad, lo que nos permitió llegar a la puerta
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

en la parte delantera. Mientras salíamos a la calle, la carrocería de la


policía llegó, con luces intermitentes y sirenas.
—Mierda—, dijo Lilliana. Yo nunca la había oído antes maldecir. —
¿Cómo diablos vamos a llegar tu casa? Si te subo en un tren, serás
responsable de iniciar un motín.
—Escucha, Lilli,— comencé. —Creo que hay algo que me olvidé de
decirte acerca de mí misma.
Como el hecho de que estoy con una saturación de feromonas.
Pero ella ya estaba hablando por su teléfono celular. — ¿Martin?
Gracias a Dios. Necesito ayuda. Mi amiga es un licántropo y ella está en
un estado de celo agudo. Uh huh. Ella necesita ruedas y un conductor, ya
sea un hombre con una puntuación de menos de diez por ciento
heteroerótico en índice de bisexualidad o femenino homoerótico en
menos de diez por ciento. Sí. Fantástico. ¿Puede ser en media hora o
menos en mi casa? La Diosa te bendiga, Martin, te la debo. — Mientras
ella colgaba el teléfono, Lilliana atrapó mi expresión asombrada y se
encogió de hombros. — ¿Ya sabes como siempre me estás diciendo que
tengo que ser psíquica? Bueno, no estás completamente equivocada. Voy
a tratar de explicarte cuando estemos fuera de peligro—.
Parecía que no era la única que había omitido algunos detalles.
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

Estábamos corriendo a la luna y la luna nos estaba ganando. Mirando


a través de la ventana de vidrios oscuros de la gran limusina, pude ver la
luna alzándose constante en el cielo. No podía ver el desvanecimiento de
la luz, pero podía sentirla, una leve e insistente tirantez bajo mi piel.
—No deberíamos habernos detenido para recoger tus nuevos
lentes— dijo Lilliana. Ella estaba sentada frente a mí, con la preocupación
marcada en el rostro.
—Pero estaban listos— señalé —además, ellos encajan con mi nueva
vestimenta— aun vestía la sexy blusa y falda de bibliotecaria, la cual
suponía, había robado. Era una ladrona. Era como una deliciosa
sensación. Era una chica mala. Moví mis piernas en el lujoso espacio —
¿Sabías que nunca había estado en una de estas limusinas antes? Hey,
¿supongo que no habría algo de champagne por ahí?— abrí el mini
refrigerador y encontré una pequeña botella de Chabalis —Bueno, esto
servirá.
—Dame eso— Lilliana me quito el vino de la mano —lo último que
necesitas es un desinhibidor.
—Sólo quería relajarme un poco— me quejé, golpeteando mis dedos
en el reposabrazos.
Mi piel comenzó a picar como si tuviera un fuerte sarpullido, así que
bajé la ventanilla necesitando sentir el aire en mi rostro. El Saw Mill
estaba congestionado con el trafico de la tarde del viernes, cada viajero
encerrado en su propio vehículo. La única excepción era un corpulento
labrador colgando de la ventanilla trasera de un auto, ajeno al frío de
enero, con las orejas aleteando al viento. Mientras yo observaba, el
labrador olfateo el aire, su nariz comenzó a crisparse con furia. De
repente, el gran perro se congeló, y luego comenzó a escarbar
frenéticamente en un intento por estirar su cuerpo hacia afuera a través
de la ventanilla abierta. Yo observé, horrorizada por la inexplicable
urgencia del perro de saltar fuera del auto en movimiento, mientras un
adolescente intentaba acarrear su mascota de nuevo adentro.
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

—Abra, ¿necesitas tener la ventanilla totalmente abierta? La


temperatura está bajando y deben de hacer 13 grados ahí afuera—
De mala gana, volví a meter mi cabeza dentro. Por el rabillo del ojo
pude ver que el labrador estaba de nuevo metido en el auto y la ventanilla
cerrada. —Es extraño— dije.
— ¿Qué es extraño?
Abrí mi boca para contestar pero luego me di cuenta: el labrador me
debe haber olido. Querido dios, era una sirena tanto para hombres como
para perros. Pasé mis manos por mi cabello —Creo que esto está
afectando mi cerebro— dije —parece que no pudiera razonar nada.
— ¿Abra, la transformación alguna vez había sido tan fuerte?—
Lilliana me dio una botella de agua del mini refrigerador. Negué con la
cabeza.
— ¿No quieres agua?
—No, nunca había sido tan intensa— bebí el agua, dejando que
goteara por mis labios, bajando por mi garganta, hasta que mojó el
material de mi falda. —Whew— dije, limpiando con mi brazo mi boca.
Advertí la expresión de sorpresa de Lilliana — ¿Qué sucede?
—No estás actuando como tú misma. Yo no sé mucho realmente
sobre licantropía— dijo ella alcanzándome un paquete de pañuelos —sólo
lo que Malachy nos contó cuando estábamos en su equipo. ¿Es esta una
etapa progresiva de la enfermedad?
—Tú sabías sobre el celo— dije, recordando repentinamente cuan
extraño era. —Malachy nunca nos contó eso.
—Me pregunto si tú estabas lo suficientemente alerta para notar
eso— Lilliana descruzó sus piernas y me miró directamente a los ojos —
yo no lo sabía con certeza, pero tu ex había estado estudiando
licántropos en Rumania el año pasado. Supuse que no habría mucho más
que explicar para la repentina transformación de mujer de un sólo
hombre a ser una agente provocadora.
—Tonterías. Justo después que llamaras al auto tú dijiste algo sobre
ser casi una psíquica. ¿Te importaría explicar eso, o estas revisando tu
historia?—
Liliana siguió mirándome por un momento como si sopesara su
siguiente movimiento. Luego ella miró la división parcialmente abierta
que nos separaba del conductor, una matrona que ni me había mirado
dos veces, incluso cuando tuvimos que cerrar las puertas a cinco
hombres excitados y una mujer entusiasta.
—Jemma— Lilliana le dijo a la conductora —voy a cerrar la
separación completamente así puedo transmitir. Tal vez quieras encender
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

la radio también— cuando la separación estuvo cerrada y pudimos oír los


débiles sonidos de la melodía pop, Lilliana abrió el refrigerador y sacó la
miniatura Chablis —Pásame esos vasos, ¿quieres?

Miré alrededor y noté cuatro vasos metidos en un estante empotrado


cerca de mi reposabrazo. Le entregué dos vasos a Lilliana — ¿No estás
preocupada acerca de que me desinhiba?
—Aún estoy preocupada, pero creo que ambas necesitamos un trago.
—Si estás a punto de decirme que eres una telépata voy a necesitar
todo eso— me encogí por dentro, pensando en todos los fugaces e
irrepetibles pensamientos que se me habían cruzado por la mente
mientras había estado en la presencia de Lilliana. No importa cuánto te
gustara alguien, siempre hay algunas cosas que se editan un poco antes
de decirse, o directamente se evitan decir.
—No soy una telépata— dijo Lilliana sirviendo el vino y dándome el
vaso.
— ¿Sólo altamente intuitiva?— dije sarcásticamente, pero Lilliana
negó con la cabeza, con una sonrisa torcida jugando en sus labios.
—No, si yo fuera intuitiva tú serías capaz de ver el futuro. Soy
sensible.
— ¿Sensible a qué?
Lilliana tomo un sorbo de su vino, dudó y luego se tomó lo que
quedaba de un tirón — ¿Cuanto sabes acerca de pruebas de
personalidad?
—Son grandes en el sector empresarial en América, y supongo que
también en empresas en Europa y Asia. Tomas un test y mide tu
extroversión e introversión y si te gusta o no analizar o trabajar en
equipo.
—La mayoría de las empresas y los servicios de citas usan una
versión del Eneagrama. Algunos usan otras variantes. Pero en gran
medida, ellos usan autoinformes y no hacen los tests hasta que los
sujetos han crecido. — Liliana extendió la mano y tomó el vaso de mi
mano. Empinándoselo entero, parpadeó para contener las lágrimas y
luego dijo — ¿Alguna vez te has preguntado qué pasaría si tuvieras un
grupo de expertos que testearan a un niño y le educaran en base a las
habilidades del mismo?
—No, pero creo que estas a punto de decírmelo— busqué en el
refrigerador y encontré una segunda botella de vino —y esta es para mí.
Lilliana dio vueltas a un anillo de plata trenzado en su dedo y con
una punzada pensé en mi colgante de plata en forma de piedra lunar. Si
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

tan solo pudiera usarlo sin abrasarme al menos sabría de verdad como es
la gente que había a mi alrededor. Como sería de cierto eso que siempre
tenía el colgante cerca de mí, en su bolsa pequeña, adentro de mi bolso
de mano. —Puedes encontrar personas excepcionalmente talentosas—
Lilliana decía —intuitivos, cognitivos…— ella dejo de jugar con su anillo y
encontró mis ojos —sensibles.
Tomé un sorbo del vino —Aún no lo entiendo, Lill. No sé si son las
hormonas, pero no lo creo. Tú estás tan cuerda que no estás
comunicándote claramente.

Liliana pareció algo sorprendida por un momento, luego se limpió


una gota de sudor del labio de arriba. Nunca había visto antes su sudor —
Ya está— dijo —ahora estoy gastando un poco menos energía en
transmitir así puedo concentrarme mejor en lo que estoy diciendo. Y en
lo que no.
Recordé que ella había usado la palabra transmitir antes cuando
había hablado con el chofer. Pero, de repente, me pareció un poco difícil
concentrarme. Parecía como si la temperatura dentro de la limusina se
hubiera incrementado unos 10 grados, así que tomé otro sorbo de vino.
— ¿soy yo o de repente hace calor aquí dentro?
—Oups, déjame ajustar eso— Lilliana cerró sus ojos por un segundo
y luego los abrió de nuevo — ¿qué tal está ahora?
Me quedé mirándola. Ya no hacía tanto calor pero aun me mantenía
más caliente que lo que había estado unos minutos antes. Mi piel me
picaba por la ansiedad —Explica. Ahora. Usando un lenguaje simple y
fácil de entender. —
Lilliana estiró sus manos y tomó las mías en las suyas, e
instantáneamente, mi ansiedad se disipó, como el inofensivo estallido de
una burbuja en el aire —Soy lo que ustedes llaman una empática— dijo —
excepto que puedo transmitir emociones al igual que puedo recibirlas.
Ahora mismo estoy irradiando calma, es por lo que el vino era más
importante para mí que para ti.
—Así que la razón por la que sabías que estaba acalorada…
—Fue porque pude sentirlo. Pero aquí está el quid de la cuestión
Abra, no se supone que yo este contándote nada de esto. El grupo al cual
yo pertenezco – la Disciplina – no les gusta andar exponiendo sus
métodos al público.
Algo acerca del lenguaje de Lilliana me pareció peculiar – el
pronombre —ellos— en conjunción con la frase —el grupo al que
pertenezco— en particular. También tuve la impresión de que Lilliana
estaba dejando fuera varios puntos importantes. Pero era cada vez más y
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

más difícil seguir un tren de pensamientos lógicos. Afuera de la


ventanilla, el sol se ponía y las luces traseras de los autos que iban
delante de nosotros brillaban como ojos nocturnos.
Incluso con poca luz y a la velocidad que íbamos, podía censar las
vidas alrededor de nosotros: un ciervo flaco, detenido al borde de un
jardín suburbano; un mapache bien rellenito, anadeando en la basura
detrás de un restaurante; un zorro, aventurándose cuidadosamente fuera
de su madriguera hacia un complejo de oficinas medio vacío al costado
de la autopista.
— ¿Abra?
Continué mirando a través de la ventanilla, extasiada por las
presencias deslizantes de los roedores en la maleza. Y luego estábamos
dirigiéndonos más allá de los suburbios inmediatos de Manhattan, y no
había nada más que rutas y autos y el gran resplandor color melocotón
de la luna, iluminando el camino salvaje y abandonado.
—Abs?— Lilliana estiró su mano para sentir mi frente y yo empujé
su mano lejos, molesta. Odié la suavidad, el toque femenino de sus
dedos. Ese no era el tipo de toque que anhelaba — ¿estás bien?
—Sí, sí, por supuesto que lo estoy. ¿Acaso no lo sientes?— agregué
de manera más grosera de lo que pretendía. Pero en realidad ese era el
problema con las femeninas. Siempre estaban apiñándose alrededor de
uno y metiendo sus narices en tus asuntos, siempre lloriqueando y
tratando de insinuarse en su favor. Excepto las putas malas, por
supuesto. Las putas malas como Magda que te emboscarían y la única
forma de tratar con ella sería atacando primero.
—Abra, mírame.
Giré para observar a Lilliana y parecía que estaba concentrándose
mucho en algo, su ceño estaba fruncido y todo su rostro estaba bañado
en sudor. Su mano estaba en mi brazo, temblando por la tensión — ¿qué
está sucediendo contigo?
Sacudí su brazo —Sin ofender Lilli, pero podría querer algo de
espacio personal aquí. Estoy hirviendo— bajé la ventanilla y la ráfaga de
aire de la noche fría fue un alivio, pero no el suficiente. —Dios, ¿cuánto
más va a llevar este paseo?— la limo apestaba a sudor rancio y olores
corporales y para empeorar, había un fuerte químico sobreponiéndose al
hedor, el detergente limpiador que se había usado para engañar las
débiles narices humanas.
—Aún estamos a una hora de camino— la voz de Lilliana estaba
tirante de la tensión contenida.
—Jesús, ¿una hora? Nunca voy a lograrlo— comencé a desabotonar
mi blusa.
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

— ¿Qué estás haciendo?— los ojos de Liliana se agrandaron


alarmados
—Estoy muy incómoda. Además, todas somos chicas aquí— irritada
por los pequeños botones tiré de la blusa y los arranqué de una sola vez
a lo largo de la misma.
—Abra, si te quitas la ropa…
—Oh— suspiré, mientras desabotonaba la falda —esto se siente
mejor— buscando a tientas alcancé el broche del brassiere — ¿supongo
que tú no podrías desabrocharlo por mí?
—Abra, tienes que tratar de ejercer más control sobre tu bestia. Voy
a ayudarte pero se está volviendo más difícil – tus emociones ya no son
completamente humanas.
—Mmm— dije. Con mis senos finalmente libres de ese estorbo
áspero los dejé al descubierto del aire nocturno. Se escuchaban algunos
bocinazos continuos y entusiastas desde otro auto.
—Abra! Vamos, mujer salvaje, vamos a meterte aquí de nuevo.
— ¿Estás segura que eres empática?
—Estoy segura— dijo Lilliana mientras tiraba de mí hacia abajo
desde la ventanilla
— ¿Entonces como es que no quieres mostrarles a ellos tus senos? Es
muy liberador— le confié.
—Como nuestro propio Mardi Gras— murmuró Lilliana, tirándome la
blusa —ahora póntela.
—Hey— le grité a un tipo en un auto que iba tirando a nuestro lado
—mira la luna llena!
Giré y me reí; su amigo había pegado el trasero en la ventanilla
trasera. El conductor, aún muy joven me lanzó una mirada lasciva. —
Nena! ¿Quieres estacionar?
—De hecho— dije sonriendo con todos mis dientes —me encanta
correr.
—Correré contigo, nena— dijo un segundo joven. Éste, seguramente
el de la cola mantecosa, estaba gordo por el exceso de grasa seguramente
de la inactividad.
—Probablemente no podrías seguir el paso
Mientras que el chofer de otro auto se reía a carcajadas, nuestro
conductor hizo que la separación se abriera —Lo siento Lilliana, se que
dijiste que no interrumpiera mientras estuvieras transmitiendo pero ¿qué
está sucediendo ahí? Además del obvio problema que son esos idiotas,
estoy obteniendo imágenes acerca de impedir desastres, y están
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

volviéndose bastantes más frecuentes ahora— en el espejo retrovisor, vi


los ojos consternados de la otra mujer registrando lo que yo había
revelado a los ojos del público.
—Hiciste bien Jemma— dijo Lilliana y luego sentí que el auto
enlentecía su marcha.
—Hay un accidente más adelante— dijo nuestro conductor,
disminuyendo la velocidad.
Liliana se inclinó hacia delante mirando a través del parabrisas —
¿Puedes predecir cuándo van a tardar?— estábamos arrastrándonos a eso
de diez millas por hora ahora, y pude ver las bengalas de señalización
más adelante, acordonando el vehículo inhabilitado.
—Hey nena— llamaron los hombres desde el otro auto — ¿qué tal un
embotellamiento y sándwiches de pene?— ellos habían parado su auto
justo adelante nuestro y estaban indicando su deseo mediante un juego
de palabras.
Giré hacia ellos, ahueque en mis manos mis senos y dije — ¿creen
que pueden encargarse de mí?
Antes de que ellos pudieran responder, me saqué los zapatos, abrí la
puerta e hice mi escape a la libertad.
—Espéranos hermosura— gritó uno de los hombres – el flaco,
supuse. Seguí corriendo, incluso cuando podía oír las maldiciones
amortiguadas y los avances torpes y estrellados de los hombres detrás
mí, y más débilmente la ansiosa voz de Lilliana diciendo mi nombre.
—Vengan y atrápenme— dije con voz cantarina, con el corazón
acelerado por la persecución. Nunca había pensado realmente en que es
lo que había en el otro lado de la autopista, pero parecía correcto que
fueran bosques, una amplia franja de abedules y pinos, con placas de
hielo y algunos terrenos ocasionales cubiertos de troncos. Mis pies
estaban muy insensibles como para sentir las piedras ásperas en la tierra
mientras corría, pero no me importó. Al fin me sentía viva, el aire afilado
haciendo escocer mis pulmones, el viento de mi propia iniciativa
haciendo que sintiera un cosquilleo en mi piel desnuda.
— ¿Dónde estás? ¡Mierda!— se escuchó la voz del hombre flaco, y
escuché un ruido sordo seguido de una angustiosa exclamación.
—Amigo— dijo el segundo, la voz del hombre corpulento —esto se
ha torcido. —
— ¿Rindiéndose tan pronto?— hice una pausa, escuchando mientras
las dos formas masculinas se hacían camino ruidosamente hacia el
campo donde yo estaba, sabiendo donde se encontraban antes de que
aparecieran en el mismo.
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

—H-hey— el hombre regordete se inclinó jadeando fuertemente. El


flaco trató de mantener una pose indiferente apoyado contra un árbol. Su
mirada vagó sobre mi cuerpo desnudo.
—Así que…— dijo, tratando de dar unas bocanadas de aliento —eres
una chica juguetona, ¿no es así?— sus palabras tenían una cualidad en sí,
como si estuviera citando alguna línea de alguna película pornográfica
clásica. La luna estaba tan brillante que sentí como si estuviera en un set
de películas. Tal vez el joven se sintiera de esa manera también: como si
estuviéramos actuando una escena. Por primera vez en mi vida, supe lo
que debe de haber sido mi madre en plenitud.
— ¿Están listos para correr?— me preparé para comenzar la carrera
nuevamente cuando el primer espasmo me golpeó. Gemí y me aferré a mi
cintura.
—Oh síi, estas muy caliente— dijo el hombre flaco. Su pelo de color
trigo pálido estaba pegado en su frente por el sudor, pero sus ojos azules
ligeramente saltones estaban brillando de anticipación.
—Amigo, creo que ella se está enfermando— dijo el acompañante
regordete. El se paró cerca de mí, y el olor de su lujuria estaba agrio de la
cerveza y la nicotina. El dolor onduló en mí de nuevo, apoderándose de
mi garganta, y caí de rodillas.
—Oh, sí, nena— dijo el flaco. Vagamente era consciente de él
desabrochándose la bragueta y sacando su pene erecto —quieres
chupármelo, ¿no es así?
Negué con la cabeza pero luego la sensación corrió por mis
músculos, y me quejé en voz alta.
—Mierda, hombre, ella está en ello— el flaco agarró la parte
posterior de mi cabeza y me acercó a su miembro pálidamente
resplandeciente por la luz de la luna.
—Por Dios, Jake, no lo sé— abrí un poco mis ojos entrecerrados y ví
que el gordito estaba temblando por la indecisión y la ansiedad.
—Por favor— me las arreglé para decir; emití un jadeo, luchando por
permanecer erguida ante las contracciones que subían y bajaban por mi
columna vertebral.
—Mira Dean, ella está jadeando por ello. Abre grande, nena, mételo
todo— pude observar como la boca de Dean se abría mientras deslizaba
sus dedos regordetes dentro de su pantalón deportivo.
—Oh, hombre— resopló.
—No te toques, amigo, métesela a ella— la erección del flacucho
estaba presionada contra mi nariz y mi boca, haciendo que respirar fuera
difícil, y cuando gemí por el golpe de otra contracción, algo carnoso fue
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

metido en mi boca. Me sentía amordazada mientras el segundo hombre


vino por detrás de mí, sus manos suaves y sudadas tocaron mi cintura,
pero la sensación dentro de mi cuerpo se estaba volviendo más fuerte
que cualquier distracción fuera de ella.
—Saquemos esos lentes— dijo el flacucho, y cuando removió las
gafas que yo no me había dado cuenta que aún llevaba, la última barrera
para la transformación fue removida. Había bastante humanidad en mí
como para percibir la ironía: quita las gafas y quién lo iba a decir, la
estirada bibliotecaria se convierte en una hermosa cosa salvaje.
Que mal que los chicos no estuvieran en la broma.
Con una gran corriente de espasmos el dolor se convirtió en una
oleada de calor mientras mis células recordaban lo que se suponía debían
hacer. Sentí el cambio interior mientras mis miembros y huesos y mis
órganos internos se reacomodaban. El hombre detrás de mi hizo un
chillido de cerdo horrorizado y dijo, —Amigo, algo anda mal!—
Pero ya era demasiado tarde. Mi mandíbula se cerró y la sangre fluyó
por mi boca. Sin embargo, no mordí – liberé de mi control al hombre
herido casi instantáneamente. De todos modos, sabía en alguna parte de
mi mente, que había actuado equivocadamente.

No hay que morder – esa era una regla importante. Aún así, no se
había sentido mal. Había sido bastante satisfactorio. Los gritos
constantes estaban lastimando mis oídos, así que di un salto hacia la
seguridad del bosque. Después de eso, mis piernas parecieron ser las que
pensaban por mí. Ellas querían correr, así que corrí, yendo hacia delante,
asentándome en un paso constante que parecía tan natural como
respirar. Ser humana era un sueño muy distante de reglas complicadas y
limitaciones físicas.
Escuché otro tipo de voz llamándome a los gritos detrás de mí, la
voz de una mujer, mi amiga. Pero sentí que ella no estaría muy
complacida por la mordida – realmente no se suponía que mordieras, lo
cual era injusto, desde que ellos tenían manos y nosotros no.
Seguí corriendo, guiada por alguna brújula interna, que me llevaba
irresistible y magnéticamente hacia el Norte.
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

Corrí durante mucho tiempo, aturdida por mi propia fuerza y


velocidad mientras galopaba a toda velocidad por el bosque sin encontrar
obstáculos o tropezar. Las almohadillas de mis patas me dijeron todo lo
que necesitaba saber acerca de dónde y cómo colocar mi peso, y aunque
mi visión de lejos era vaga, mi vista periférica registraba todo lo que
necesitaba saber acerca de los bosques a mí alrededor.
Me detuve en la línea de árboles, justo a lado de una carretera,
usando mis oídos para asegurarme de que ningún coche venía a toda
velocidad hacia mí. Satisfecha, di un enorme salto que casi me permite
cruzar al otro lado y luego trepé por el leve terraplén que había allí. Por
encima de mí, un búho ululó en un árbol, un depredador de la noche
reconociendo a otro.
No me detuve a preguntarme cómo sabía a dónde iba. Yo estaba
siendo arrastrada hacia el norte por algún impulso que guiaba mis pasos
y me mantenía acelerando el ritmo. Teniendo un poco de práctica, podría
haber corrido toda la noche sin cansarme. Pero esto era nuevo para mí, y
después de un tiempo, comencé a romper con el ritmo fácil. No tenía ni
idea de cuánto tiempo había pasado, o que distancia había cubierto, pero
las almohadillas de mis patas estaban adoloridas, y yo estaba yendo a
grandes zancadas de manera inestable al costado de la carretera cuando
oí el sonido de un coche enlenteciendo la marcha. Era uno de esos coches
con luces de colores – un coche de policía, lo recordaba. Levantando la
cabeza, me quedé helada cuando el coche se detuvo y un hombre salió
del vehículo. Alumbró al bosque con una linterna, y yo me puse tensa, y a
punto de perderme de la vista de él.
—Espera.
Dudé, porque la voz me era familiar, y tenía asociaciones
placenteras. Amigo. Ni manada, pero tampoco un alíen. A medida que el
hombre entró en mi visual, sin embargo, no era exactamente algo que me
tranquilizara totalmente. Casi siete pies de altura, con una nariz aguileña
y ojos ocultos por el ala de su sombrero Stetson, el sheriff de Northside
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

estaba tan quieto como una estatua, evaluando la situación. - —Eres de


Northside. —. - No era una pregunta.
Di un paso vacilante hacia adelante, gimiendo un poco en la parte
posterior de la garganta. Emmet, recordé que era su nombre, se arrodilló,
y metió la mano en el bolsillo interior de la chaqueta de su uniforme.
— ¿Con hambre?— Su voz era un murmullo, como barítono, tan
profunda que era difícil entenderle. El sostuvo una carne de cecina y yo
avancé, mirándolo con recelo. —Está bien, amigo - ¿o eres una chica?
Me lancé a por la carne, y Emmet no trató de detenerme. Fuera del
alcance de su largo brazo, me tragué la carne, y luego me relamí. — ¿La
chica de Red?— Lo miré, sorprendida de que me reconocía en esa forma,
y entonces Emmet inclinó su sombrero hacia atrás y alcancé a ver los
símbolos arcanos tatuados en su frente. —Lo pensé. — Parecía pensar las
cosas, luego se sacó el sombrero totalmente hacia atrás. —No voy a
castigarte por lo que le hiciste al chico allá. — Gruñí a eso, y comencé a
retroceder. —Recibí una llamada en la radio del coche acerca de un
ataque de un lobo—, dijo Emmet casualmente. —Me preguntaba si podría
ser Magda o tu ex.
Volví a gruñir, porque yo estaba teniendo problemas para clasificar
mis reacciones. Una parte de mí sólo quería lamer las grandes y ásperas
manos trabajadoras de Emmet. Otra parte sólo quería hacer una rápida
retirada.
—Pero si tú mordiste a alguien, fue en defensa propia. — Me di
cuenta de algo extraño acerca de la entonación del sheriff, era menos que
un acento, sólo el rastro de algo que me decía que el inglés no era su
lengua materna. Metió la mano en su chaqueta y sacó otro pedazo de
cecina. Mientras lo agarraba, me di cuenta que yo ya no estaba totalmente
en forma de lobo. Pensándolo bien, quizá no había sido completamente
loba, para empezar, porque no había perdido parte de mi consciencia
humana como lo había hecho en el pasado. Tal vez esto fue consecuencia
de cambiar antes de la luna llena, o tal vez era algo más. — ¿Quieres un
trago?— Emmet me pasó una botella de Gatorade azul hielo y me la bebí
de un trago, usando mis manos medio transformadas. Yo nunca había
probado antes Gatorade, y me sorprendió el sabor dulce y amargo a la
vez y, sin embargo, tan fría que adormecía la parte posterior de mi
garganta. A medida que el líquido frío se propagaba a través de mi
cuerpo, me sentí más tranquila, más lúcida, más humana. Tal vez no era
Gatorade. Tal vez los sheriffs de Northside llevaban pociones mágicas de
la misma forma que los sheriffs ordinarios portaban armas.
Con el pensamiento de una sustancia desconocida trabajando en mi
cuerpo, temblé de ansiedad. No soy exactamente un usuario casual de
drogas, aparte de la vez que yo fumé un porro con Red el año pasado,
nunca toqué nada más fuerte que el vino. Incluso debato largo y tendido
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

antes de tomarme una aspirina. Red no era un gran fumador de


marihuana, a pesar de que lo hace ritualmente en los solsticios – en el
exterior, donde el humo no me afecta. Todavía no estaba segura de por
qué había decidido drogarme con Red en esa ocasión, y de nuevo, cuando
él y Jackie habían venido a cenar con Hunter y conmigo. Todavía me
sorprende que lo haya hecho.
—Deja de inquietarte—, dijo el sheriff, tapando la botella y volviendo
a colocarla en un paquete que estaba colgando de su pecho. —Yo no te he
drogado, si es que eso es lo que estás pensando. — Asentí con la cabeza,
para demostrar que había comprendido, y dio un suspiro de alivio. —
Bueno, había un poco de ajenjo en eso, sólo lo necesario para traerte del
límite. En la cecina, también.
Me volví hacia él, alarmada. Ajenjo, ¿no era esa la sustancia que hace
que el mismo licor sea letal?
—Está en el vermut, también, y no ves personas que mueren por los
martinis. — La boca del sheriff permaneció sin sonreír, pero yo sentí que
a él le hizo gracia. —Además, no sientes como si quisieras morderme el
brazo ahora, ¿verdad? El ajenjo es un estimulante cerebral - tu hombre
Red me enseñó eso. — Tuve que admitir que tenía razón. Además de mis
pensamientos, mis manos se habían vuelto más humanas y horas antes
de lo que normalmente lo hacían. Bueno, ahora tenía algo más de que
preocuparme: si terminaría de cambiar antes de perder mi pelaje. Yo no
sentía que estaba desnuda con el sheriff, y además, afuera hacía frío.
Como si leyera mi mente, Emmet asintió con la cabeza. —La nieve ya
viene—, dijo, casi para sí mismo. Entonces él me miró como si yo fuera
una persona y no un lobo y me dijo: —Puedo llevarte a casa, Dra. Barrow .
Algo sobre la forma en que deliberadamente me miraba a los ojos
me hizó mirarme a mí misma. Chillé, cruzando los brazos sobre mis
senos, que eran visibles, a pesar de estar un poco más justos de lo
habitual.
—Ten—. Emmet se sacó la chaqueta y me la entregó a mí. —Usa eso.
—Gracias—, dije, pero salió como un suave ladrido. Su chaqueta
llegó hasta mis rodillas y olía a tierra húmeda, el olor de la primavera en
invierno. Mi mirada voló hacia su cara.
—Ven— ordenó, y yo le seguí obedientemente hasta el coche.
Mientras viajábamos, me miré en el espejo del lado del pasajero.
Parecía salida de un circo de fenómenos - Abra la chica lobo. Pasé un
dedo peludo por el puente de la nariz, sintiéndome consciente de mí
misma como si fuera una adolescente. Y en cierto modo, estar atrapado
en una semi - transición era como estar en la adolescencia: Nunca supe
qué nueva variante de mí sería la que tendría que presentar al mundo.
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

—No te preocupes por eso. — Para ti es fácil decir, pensaba yo, pero
mi boca no estaba construida para hablar. — ¿Quieres un poco de
música?— Sin quitar los ojos de la carretera, el comisario abrió la parte
superior de su posabrazo derecho y sacó un CD. Afuera, la nieve había
empezado a caer de manera constante, y algunos trucos ópticos de las
luces hacían parecer como si estuviéramos conduciendo en un túnel de
luz. —Esto es algo un poco diferente de lo que estás acostumbrada
Asentí con la cabeza, y Emmet puso el CD que sonó sonoramente a
un ritmo desconocido. Yo no podría decir si el cantante con voz nasal era
hombre o mujer, o si la canción era sobre la gloria de Dios o la gloria de
un amante esquivo, pero estaba claro que no era fácil la relación,
mientras el coro pronunciaba un gemido prolongado.
— ¿Quieres que lo apague?— Negué con la cabeza. En realidad, la
melodía comenzaba a crecer en mí, y tuve que luchar contra la ganas de
aullar también. Echando un vistazo al moreno alguacil, a su rostro
taciturno, me dí cuenta de que probablemente no era nativo americano,
como yo había asumido.
Tal vez era un árabe. Yo había escuchado un programa de la radio
NPR acerca de libaneses y sirios que se habían asentado en el oeste
americano cien años antes, llegando a ser vendedores ambulantes o
abriendo restaurantes que venden kibbe y shawarma, junto con la
barbacoa de Texas. Entonces miré el amuleto que colgaba del espejo
retrovisor, adornado con la estrella de David.
De repente hice la conexión. Ese tatuaje que había vislumbrado en la
frente del sheriff – esas eran letras hebreas. La piel de la parte de atrás de
mi cuello se arrastró, porque justo recordé que una de mis mejores
amigas en la escuela secundaria me había dicho que estaba en contra de
la ley Judía para hacerse tatuajes. Y los tatuajes de Emmet tenían un
aspecto tribal. Alguien le había abierto un canal profundo con una
herramienta en bruto antes de aplicar el tinte.
Había algo muy extraño en el sheriff, incluso para los estándares de
Northside.
—Abre eso—, dijo Emmet, indicando la guantera delante de mí.
Medio que conteniendo el aliento, hice lo que me dijo. Allí, envuelto en un
paño blanco, manchado de sangre, había un paquete de unos cinco
centímetros de largo y dos pulgadas de ancho. —Tómalo. — La voz del
sheriff fue sin inflexiones, sin censura o compasión. —Lo encontré en el
suelo junto a esos chicos. —
Oh, Dios. Un recuerdo confuso de la carne y la sangre pasó por mi
mente. No estaba del todo segura de si había hecho lo que mi memoria
implicaba, y no quería saberlo.
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

—Adelante. Es tuyo. — Entendí: Lo que yo hice en forma de lobo era


mi responsabilidad cuando era humana. Con las manos temblorosas, miré
la cara de piedra del alguacil y luego desenvolví el paquete. Mis gafas
nuevas cayeron sobre mi regazo, y jadeé.
El hombre como estatua junto a mí hizo un extraño y grave sonido
que salió de lo profundo de su la garganta. Me tomó un momento, y luego
la comprensión me cayó de nuevo. Él se estaba riendo. No es gracioso,
pensé, mirando al sheriff mientras limpiaba los lentes con el paño.
Emmet emitió otra risa seca cuando giró a la carretera que conducía
a lo de Red y a mi cabaña. Después de eso, me sentí casi relajada, con el
sheriff de siete pies. Tener un sentido de humor, aunque pobre, lo
humanizaba.
Emmet estacionó en la carretera, no queriendo quedarse atorado, y
mientras caminábamos hacia la cabaña, nuestras pisadas se cubrieron de
inmediato por la nieve que caía rápidamente. Hasta cuatro pies se
predijeron en las elevaciones más altas, de acuerdo con Emmet, pero dijo
que no sería sorprendente si en realidad fueran como seis pies. Red no
estaba en casa - no era una sorpresa, en realidad, dado el tirón de la luna
casi llena - y Emmet me ayudó a encender las lámparas de queroseno.
Después de eso, se dedicó a encender un fuego en la chimenea con sus
manos tamaño plato, doblando su espalda para evitar golpearse la cabeza
en las vigas del techo. Me di cuenta, que no se quitó su sombrero de
vaquero.
Cuando yo ya estaba vestida con unos pantalones deportivos y una
camisa de franela, le entregué a Emmet de vuelta su chaqueta.
Con la ropa sobre mi cuerpo y gafas en la cara, había empujado el
cambio lo suficiente para poder hablar de nuevo. —Gracias—, dije, las
palabras todavía estaban un poco difíciles de formar. Me pasé la lengua
por encima de mis caninos, que sobresalían un poco demasiado.
—Sólo hago mi trabajo, señora. — Él tocó la punta del ala de su
sombrero, y yo ví el destello de humor en sus ojos medio ocultos.
Mientras Emmet se dirigía a la puerta con su peculiar forma de andar, me
di cuenta que el sheriff de Northside estaba haciendo una muy pasable
imitación de John Wayne, desde el inusual discurso corto hasta el ritmo
ligeramente desequilibrado de su caminata.
Pero fue sólo después de raspar la nieve de su coche patrulla y que
se fue, que me di cuenta de la cosa más extraña de todas acerca del
sheriff. No había reaccionado en absoluto a las feromonas del celo que
habían estado convirtiendo a todos los demás hombres que conocía en
bestias babeantes. Lo que significaba que el hombre o era profundamente
gay, o era algo completamente distinto.
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

Después de una hora, lo enfrenté: no iba a dormirme. Mi cuerpo


estaba agotado y agitado, y mi mente seguía saltando de un enigma a
otro. Acostada con los ojos cerrados, había pasado casi cuarenta minutos
preocupándome por los manitús que vagan libremente de la misma
forma en que solía preocuparme por las fusiones nucleares en la planta
de poder de punto India. Tratando de pensar en otra cosa, me inquieté
por lo cerca que había estado de ser violada, y luego agonicé sobre lo
cerca que había estado de matar a alguien. Desde ahí había un pequeño
salto hacia preguntarme si es que yo estaba en control de mis hormonas,
lo que me llevó a reflexionar acerca del tipo de relación que tenía con
Red. En este punto, habría dado cualquier cosa por ser sólo un lobo y
dejar de pensar, pero cualquier cosa que el buen sheriff me había dado
había inhibido el cambio. También se había llevado el límite de mi deseo,
pero no había desaparecido por completo. Eso me hizo pensar que lo que
realmente necesitaba era una actividad sin sentido para calmar mis
nervios y darle tranquilidad a mi cerebro.
Si Red entrara por la puerta, pensé, iba a arrancarle la ropa del
cuerpo primero, y a hacer las preguntas después.
Tiré los cobertores, suspiré y cogí mis gafas. Había momentos en los
que realmente extrañaba tener un aparato de televisión. Uno puede vivir
una vida bastante moderna, sin electricidad - como Red señalaba, la
mayoría de la gente en Irlanda y Gales y partes de Inglaterra lo habían
estado haciendo, hasta mucho después de la Segunda Guerra Mundial.
Pero no podía ver televisión, y en ese momento, yo quería la distracción
de los Talking Heads.
Tomé la biografía de Jane Goodall que estaba leyendo de momento,
pero no podía concentrarme en las palabras. Lanzando la gruesa tapa
dura sobre la cama, anduve inquieta de un lado de la cabaña a la otra,
preguntándome dónde estaba Red, y que estaba haciendo fuera en una
fría noche de viernes de enero. El mapache Rocky también estaba
perdido, pero por supuesto, yo había estado esperando eso.
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

Sabiendo que era inútil, comprobé todos los escondrijos de Rocky -


entre las sábanas y mantas en el armario, en el armario de los buenos
platos, en la cama junto a mi almohada. Pero él se había ido, y no pude
percibir olor reciente de él. Tal vez, pensé, él corrió hacia el bosque
aquella noche y nunca regresaría. Tal vez había encontrado a un mapache
mayor que le enseñara.
O tal vez Red lo había agarrado y lo había matado para un snack
nocturno. Lo qué me hizo pensar, una vez más: ¿Dónde demonios estaba?
Desde su posición sobre el armario, Ladyhawke me miraba con uno
de sus ojos de oro. Era la primera vez desde que había llegado a casa, que
ella no trató de tirarme el pelo cuando pasaba cerca de ella, y cuando la
miré, ladeó la cabeza de una manera que parecía casi entrañable.
— ¿Quieres que te mimosee?— Yo había visto a Red hacerlo, pero yo
no me había atrevido a intentarlo. Sin embargo, de repente, me sentí
segura de que todo lo que había necesitado alguna vez hacer era
acercarme al ave sin miedo ni vacilación. Y después de mi desaventurada
noche, sentí la necesidad del confort de una pequeña criatura. Bueno, lo
que realmente necesitaba era que me sostuvieran y acariciaran hasta que
mis nervios dejaran de tintinear, pero incluso un toque suave sería
calmante. Alcanzando la altura para rascar el pecho del rapaz de un solo
ojo, dije: —Realmente eres toda una ave adorable— mientras me picoteó
un dedo. Las dos nos gritamos la una a la otra, y hubo una pequeña
explosión de plumas mientras giraba hacia ella.
—Es suficiente— gruñí —¡Fuera! ¡Fuera!— Abrí la puerta principal, y
una ráfaga de viento entró como capa de nieve — ¡Adelante! Vuela
fuera!— Mantuve la puerta abierta, pero Ladyhawke dio una sacudida a
sus plumas y luego se encogió sobre sí misma. Tomé una escoba del
armario y traté de espantarla fuera de su percha, pero Ladyhawke sólo se
retiró, graznando furiosamente.
—Bien— dije, fulminando al ave con la mirada, que me miraba tan
ferozmente. Le cerré la puerta a los remolinos de nieve. —Pero te acercas
a mí, y voy a torcerte la cabeza de pájaro.
Ladyhawke chilló estridentemente, haciéndome pensar en cosas
desagradables sobre mí amante ausente.
Si se hubiera convertido en salvaje y matado a uno de nuestros
animales de la casa, lo menos que podía haber hecho era haber ido a por
el más molesto.
Aún maldiciendo al pájaro, me puse un poco de agua fría en el dedo
y lo envolví en un húmedo paño de tela. Por suerte, la piel no se había
rasgado.
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

Colapsando de nuevo en la cama, me pregunté qué había terminado


haciendo Lilliana. Regresando a la ciudad, presumiblemente, deseando
nunca haber estado envuelta en mis problemas.
Pensé en llamarla, pero me di cuenta de que mi teléfono celular
estaba en mi bolso, el cual todavía estaba en la limusina, junto con mi
ropa nueva.
Oh, bueno. Por lo menos no nos faltarían cosas de que hablar
cuando nos juntáramos de nuevo. Mirando un poco alrededor, ví los otros
libros en mi mesita de noche. Siempre me ha gustado tener tres libros a
la vez, y además de la lectura de Jane Goodall, estaba leyendo
Middlemarch y un thriller erótico que involucraba a la mafia rusa y un
montón de endeble esclavitud justificada. Abriendo el thriller, me puse a
leer una escena en la que la heroína angustiada se encuentra atada a una
viga por el héroe temperamental, que equivocadamente cree que ella está
trabajando con los chicos malos.
Impaciente, pasé de nuevo a la escena anterior, metiéndome bajo los
cobertores mientras el héroe arrastraba a la heroína a una habitación con
una cámara oculta. Deslizando mi mano debajo de la cintura de los
pantalones, traté de aliviar algunas de mis tensiones, sin éxito. Yo no
quería estar tocándome, yo quería que me tocaran. No quería el suave
reconocimiento de mis propios dedos, quería entregarme a las manos de
alguien.
Tal vez si simplemente dejaba resbalar los pantalones deportivos.
Sudando por el esfuerzo, logré herirme aún más, pero la liberación se
mantuvo tentadoramente fuera de mi alcance. Cerrando los ojos,
encontré el ritmo adecuado y justo estaba cerrando los ojos cuando
alguien golpeó la puerta de entrada. Mi primer pensamiento fue que era
Red, y mi corazón comenzó a dar golpes de la emoción y la trepidación. Y
entonces, mientras me apresuré a sacar los pantalones y empujar las
piernas hacia el interior, me di cuenta de que Red habría tenido una llave.
— ¿Quién es?— La respuesta fue tapada por el viento, pero mi
audición era aún más aguda de lo habitual, así que sabía la respuesta.
Era Hunter. Mi casi ex-marido.
Toqué con mi mano la madera de la puerta, desgarrándome por la
indecisión. Yo no había estado a solas con Hunter en más de un año, y
parte de mí quería hablar con él de nuevo. Habíamos salido en la
universidad, nos habíamos separado, convertido en amigos y compañeros
de habitación y finalmente casado, y nada en nuestra larga historia
amistosa me había preparado para que nos convirtiéramos en
adversarios. A veces, en mis fantasías, había preguntado a Hunter cómo
habíamos llegado a esto. En algunas versiones, me imaginaba que
podíamos manejar una última transformación, y convertirnos en amigos
de nuevo.
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

Pero la realidad era que no había justificación para la traición de


Hunter, y ni una posible reconciliación. Con Magda a su lado, Hunter se
había metido en la casa de mi madre y la había dañado. Si yo no les
hubiera impedido llegar más lejos, no creo que se habrían detenido.
Hunter podría culpar de su comportamiento a la enfermedad - no era yo,
querida, que era la bestia hablando - pero yo sabía que él nunca había
querido a mi madre. Tal vez nunca conocías a un hombre hasta que
habías conocido a su lobo.
Desde el otro lado de la puerta, oí la voz de Hunter diciendo mi
nombre otra vez. —Abra, que sé que puedes oírme.
— ¿Qué quieres?
No hubo respuesta, y en contra de todo mi buen juicio, abrí un poco
la puerta.
— ¿Hunter? ¿Qué es? ¿Por qué viniste aquí?— Entonces vi por qué no
estaba respondiendo.
Sus rasgos fuertemente atractivos tenían las características de la
bestia con la cercanía del cambio, Hunter alzó la vista hacia mí con los
ojos apagados de dolor. Estaba caído torpemente en el suelo mientras los
copos blancos de nieve se posaban en su cabeza oscura. A pesar del frío,
podía oler la sangre, espesa y dulce, la sangre de algo herido pero algo
que no había muerto todavía.
Mierda. Justo lo que necesitaba la noche en que mis hormonas se
encontraban a toda marcha: ahí tendido, el tramposo, bastardo seductor
de mi casi ex-marido. —Entonces— dijo Hunter —vas a dejarme pasar, ¿o
me vas a ver sangrar hasta la muerte aquí?
Red siempre dice que cuando alguien te ofrece dos opciones
desagradables, escojas una tercera. Sin embargo, el viento azotaba la
nieve que caía, oscureciendo la línea de árboles a sólo veinte metros de
distancia, y yo no podía salir con cualquier otra opción. Sin molestarme
en ocultar mi irritación, arrastré a mi ex marido dentro del umbral.
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

—Abra— la voz de Hunter estaba rasgada por el dolor, pero me hizo


una débil sonrisa.
— ¿Qué estabas haciendo ahí afuera?— No había sido capaz de
transportarlo a una silla, por lo que estaba tumbado en la alfombra
trenzada junto a la chimenea, temblando de frío y, como yo sospechaba,
en shock. Él dejó de hacer comentarios sarcásticos, me di cuenta
mientras le colocaba una manta sobre la mitad inferior de su cuerpo.
Cristo, la confianza de Hunter en usar cuero italiano en una tormenta de
nieve. —No me extraña que estés congelado. No me digas. Decidiste salir
a dar un paseo después de cenar.
—Atacado—. No podía correr la voz a través de sus dientes que
castañeteaban.
— ¿Dónde estás herido?
—B... el brazo derecho. C-creo... que está mal.
Había pasado mucho tiempo desde que había atendido a Hunter,
pensé mientras sacaba unas tijeras fuertes y comenzaba a cortar el cuero
de su chaqueta. Él no dijo nada, sólo cerró los ojos, como si mantenerlos
abiertos fuera demasiado esfuerzo. Su piel era de color blanco hueso. Me
metí en el papel de médico, tratando de no pensar en qué tipo de lesión
se encontraba bajo la manga.
En una época, cuidar a Hunter había sido casi un hábito. En la
universidad, había llegado con mononucleosis, y se negó a permanecer en
la enfermería por razones que no quiso hablar. Dijo que su madre estaba
muerta, y no había nadie más en casa para cuidar de él. En otra ocasión,
años más tarde, regresó de un viaje a África con una combinación de
malaria y unos parásitos que casi lo había matado.
Yo lo había amado tanto, con una ferocidad que me hacía sentir
náuseas cuando el sufría. Y ahí yacía mi triunfo, en su recuperación,
cuando era demasiado débil como para hacer nada más que mirarme con
amor y devoción.
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

Los problemas comenzaron cuando él se recuperó, y apenas me


miraba.
Luchando con las tijeras, me las arreglé para cortar parcialmente a
través de la chaqueta antes de tener que tomar un descanso. Gracias a la
bebida de ajenjo del alguacil, me veía y sentía humana, pero había un leve
temblor en mis manos, y yo no tenía el control total de mi motricidad.
Cuando comencé a cortar de nuevo, Hunter hizo una mueca. —Lo siento
si te estoy haciendo daño—.
—Mentirosa— Sus ojos oscuros se encontraron con los míos, y a
pesar del dolor y la tensión, o tal vez por eso, los dos nos echamos a reír.
Fue la primera vez en más de un año que habíamos estado de acuerdo, y
eso me trajo recuerdos. Pero el momento pasó, y Hunter cerró sus ojos de
nuevo, su pecho subía y bajaba con una respiración rápida y superficial.
—Está bien. Vamos a sacarte la chaqueta antes de que te desangres.
— Apreté los dientes y corté a través del cuero con tanta fuerza como
pude. Hunter se quedó en silencio, pero se desplomó cuando finalmente
dividí en dos la manga y pude tirar de los lados de la chaqueta lejos de su
brazo. Traté de ser cuidadosa ya que no podía tocar la herida mientras
cortaba a través de la camisa, por lo que pasaron algunos minutos antes
de que yo pudiera ver todo el brazo. Dejando las tijeras de lado, saqué la
chaqueta y la camisa fuera del brazo de Hunter.
— ¿Qué tan grave es, Abs?
—Bueno, no vas a sangrar hasta la muerte de inmediato, pero no se
ve bien— El flujo de sangre había disminuido, lo cual era bueno, pero
habían marcas de dientes irregulares en el antebrazo, dos de ellos lo
suficientemente profundo para revelar el blanco del hueso debajo.
Heridas defensivas, pensé, de la clase que consigues cuando pones tu
brazo para protegerte la cara. Lo que se había metido con él también
había aplastado la parte inferior de su brazo, y yo podía ver la punta del
cúbito sobresaliendo de la piel. Sin una radiografía, no podía decir si la
ruptura había sido limpiao no, pero yo sospechaba que había más de una
fractura.
Hunter luchó para levantarse sobre su lado bueno. — ¿Está roto?
—Sí— dije, simplemente, dejande de lado que la ruptura era
compleja, complicada y, probablemente, estuviera triturada. —Ahora,
acuéstate de vuelta, mientras averiguo qué hacer a continuación. — El
sangrado no estaba tan mal, pero no había mucho que pudiera hacer,
además de ponerle hielo y entablillar la extremidad, me preocupaba que
Hunter podría necesitar una operación para alinear los huesos
correctamente. — ¿Qué pasó? Fue el manitú?—. Hunter se quedó perplejo.
—Un hombre oso— aclaré. —O imagino que podría ser algún otro tipo de
combinación. Parece que tenemos nuevos compradores en nuestro centro
de información sobrenatural local.
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

Hunter soltó un gruñido mientras irrigaba la herida con suero


fisiológico. —Oso. Él estaba en nuestra propiedad.
— ¿Así que te atacó sin previo aviso?
—Arggh - Jesús, mujer. — Hunter hizo una mueca mientras
terminaba de limpíar su brazo. —Hablando de no dar advertencias.
—Lo siento, no estoy acostumbrada a pacientes que pueden hablar.
Hunter sonrió ante la broma, y luego hizo una mueca cuando rompí
una bolsa de hielo y la apreté contra su brazo, y sentí una ráfaga de mi
antiguo afecto por él.
— ¿Así que Bruin no habló contigo en absoluto?
— ¿Bruin?
—Así es como me dijo que lo llamara. Me he topado con él,
también— dije, pero en lugar de responder, Hunter se sentó en el suelo,
con los ojos cerrados. —Oye— le dije, tocándole la cara. — ¿Todavía estás
conmigo?
—Duele respirar— dijo Hunter, y maldije al darme cuenta de que no
lo había chequeado apropiadamente.
—Mierda, probablemente tengas una costilla rota... Vamos, Hunter,
quédate conmigo. — Yo no lo dije en voz alta, pero también me estaba
preguntando si mi ex marido no habría sufrido algunas lesiones internas.
Su cara estaba poniéndose gris, y la pérdida de sangre menor de su brazo
no justificaba eso. Mierda. Yo no tenía las instalaciones para tratar a
Hunter de algo serio aquí, y con una de tormenta de nieve afuera, llamar
a una ambulancia que lo llevara a Poughkeepsie podría tomar mucho
tiempo.
Sólo había una buena opción a la izquierda.
—Vamos a tener que hacer que cambies— le dije, sentada sobre mis
talones. El cambio se llevaba a cabo a nivel celular, y aceleraría la
curación.
—Estoy demasiado cansado.
—Sé que lo estás, Hunter, pero si no cambias, existe la posibilidad de
que tus lesiones puedan matarte— Tiré de la manta a un lado, le quité las
botas de nieve y los calcetines, y luego vacilé, mis manos en la hebilla de
sus vaqueros. — ¿Hunter?
Se había desmayado. Trabajando lo más rápido que pude, le quité el
pantalón y allí estaba él, el hombre que había amado una vez, desnudo
sobre la alfombra. Su piel era fría y húmeda y habían muchos hematomas
formandose en su abdomen, pero a pesar de todo, él seguía siendo un
hombre guapo, alto y ancho, con el pecho un poco más peludo de lo que
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

estaba hace doce años, en la universidad. —Hunter— dije, golpeando


suavemente su cara. —¡Despierta! Mírame!
Él abrió los ojos. —Abs. — Mi nombre era apenas un susurro.
—Tienes que cambiar, Hunter. Creo que podrías tener lesiones
internas, y no puedo hacer nada con respecto a eso aquí
Hunter alzó la mano hacia mi cara, y luego la dejó caer. —Siento
decepcionarte— dijo, y luego se quejó.
— ¿Qué es? ¿Es tu pecho? ¿El dolor está empeorando? Hunter!— pero
se había desmayado otra vez. Mierda. Y entonces me acordé de algo tan
básico, parecía imposible que pudiera haberlo olvidado.
No se puede cambiar sin estar en un estado alterado. Sí, la luna llena
era parte de la ecuación, y también la desnudez, pero el ingrediente final
era una liberación de inhibiciones. Por lo general, la liberación se
producía junto con la luna y la desnudez, pero no siempre. Hubiera
pensado que el dolor era un desinhibidor, también, pero ninguno de ellos,
que Hunter estaba sufriendo demasiado, o no lo suficiente, o que se
aferraba a su control.
Mirando hacia la forma inerte de Hunter, me estrujé el cerebro para
encontrar una solución. Excitación extrema, de cualquier forma, lo haría.
La emoción, la ira, la lujuria. Ya que no parece inteligente elegir una pelea
con un enfermo, eso sólo deja una opción. Tirando de mi propia ropa,
cuidadosamente alineé mi cuerpo con el suyo. No me sentía excitada, me
sentía como si estuviera tratando de seducir a un hombre inconsciente.
Yo podría haber tratado de hacerlo con la ropa puesta, pero a veces el
cambio de un licántropo puede desencadenar otro. No estaba segura de si
la poción de ajenjo me había desgastado lo suficiente todavía, pero pensé
que tenía sentido probar todo. Puse mi mano entre las piernas de Hunter,
y se lo agarré.
Hunter se quejó un poco, y sentí los primeros indicios de su
respuesta en la palma de mi mano. Eso es, pensé, recordando cómo le
gustaba que lo tocaran. Lo mordí un poco, suavemente, en el lóbulo de la
oreja, y los párpados de Hunter se abrieron de golpe. —Abs—, jadeó. —
No puedo... me duele.
—Tienes que cambiar— le dije otra vez. —Olvídate del dolor. Sólo
déjate ir, y déjate llevar por el cambio.
Vi en sus ojos el cambio cuando la comprensión le golpeó, y luego él
estaba sosteniéndome, besándome, y por un momento, era extraño,
porque había pasado tanto tiempo, un año viviendo con otro hombre, y
luego no fue extraño, porque mi cuerpo recordaba.
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

Sentí la erección de Hunter entre mis muslos, y para mi sorpresa,


sentí la ráfaga caliente de mi propia respuesta. El ajenjo se estaba
desgastando.
—Dios— se quejó Hunter —tu olor... no me había dado cuenta
antes...
—Sí, Hunter, vamos— le animé, deseando que quisiera cambiar
ahora, sin querer ir más lejos. Esto era lo bastante malo ya, pero permitir
que esta intimidad llegara a término sería como una verdadera traición a
Red y a nuestra relación.
—Abs... siempre... te amé. — Le acaricié el espeso y oscuro cabello,
humedecido sobre la frente, mientras Hunter se empujaba a sí mismo
contra mi mano, una y otra vez. Con mi propio calor en aumento, me
sentía atontada, sin huesos, a la deriva en mi propia piel, hasta que
Hunter con su mano buena me atrajo para un beso. Con ese toque tierno
y su olor familiar que me rodeaba, sentí el fantasma del viejo amor sobre
mi piel.
Y entonces el fantasma se apoderó de mí, inundando mis venas de
deseo. Mi piel desnuda se deslizó contra la suya, mis pechos se sentían
tan sensibles mientras rozaban su pecho que me hizo gritar.
Vas a lamentar esto, dijo una pequeña voz en mi cabeza, pero la
ignoré. Yo estaba caliente, y demasiado animal para pensar en lo que iba
a haber después.
—Mis costillas... Abra... ayúdame...
Me mudé sobre las caderas de Hunter quedando a horcajadas, y
luego me detuve. No era mi posición favorita, y por un momento, sentí el
destello claro y frío de un pensamiento: Esto es una mala idea. Pero
entonces, yo pude sentir a Hunter sondeando mi entrada, y la
combinación de pura lujuria animal y la ineludible familiaridad me
abrumó.
Y luego empujó adentro.
—Dios—, se quejó Hunter. Había pasado más de un año desde que
habíamos hecho el amor, y en un pequeño shock me di cuenta de que mi
cuerpo se había adaptado al tamaño más grande de Red. Sacudí las
caderas, y Hunter echó atrás la cabeza, jadeando de placer. Pero mi carne
se sentía demasiado sensible, dolorida, y aunque la excitación me
mantuvo a mí misma deslizándome contra Hunter, la liberación - de esta
tensión sexual, de mi demasiada apretada piel humana, se mantuvo fuera
de alcance.
Puto sheriff y su puto ajenjo.
Con sus manos en mis caderas, Hunter me empujó contra él,
dirigiéndome. —No puedo hacer nada, tú tienes que moverte.
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

Me sacudí contra él, consciente de la irritación creciente. Sus


palabras, el ajuste de su cuerpo, mi posición en la parte superior de él,
todo se sentía mal. No es la pareja adecuada. Era un pensamiento del
cuerpo, directamente venido del manojo de nervios en la base de la
columna vertebral. Yo ya no estaba excitada, estaba disgustada, pero
habiéndome metido en esto yo misma, no sentía como si sólo pudiera
salir de la situación como si nada.
—Sí, ah, Abra, sí, así es— se quejó Hunter, ajeno a mi falta de
participación. —Oh, Sí, Jesús, Magda es tan ruda, te he echado mucho de
menos, tu suavidad, tu… muévete más rápido ahora, si, vamos, chica— Y
luego me dio una palmada en el culo, como si espoleara a un caballo
reacio.
Eso fue suficiente. Con una explosión de ira, me puse de pie,
deslizándome fuera de Hunter justo cuando su columna vertebral
comenzaba a arquearse y a ondear con el cambio.
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

Me encerré en el baño, lavándome con una toallita y agua fría para


limpíarme y deseando con todo mi corazón una ducha. Hubo un lloriqueo
fuera de la puerta, y el rasguño de las garras en la madera mientras
Hunter me rogaba que le permitiera entrar.
—Vete— le dije. —Déjame en paz.
Hunter se quejó otra vez y me quedé mirando mi propio reflejo en el
espejo. Con mis nuevas gafas, no me veía como la misma mujer que había
amado a Hunter y habría hecho cualquier cosa para mantenerlo.
Es curioso, cómo el cambio de la montura de las gafas podían
cambiar tu apariencia entera. Jalé mi cabello de vuelta en un moño en la
parte posterior de mi cabeza. Ahora me veía muy veloz e inteligente y
decisiva, el tipo de mujer que nunca sería tan estúpida como para tener
relaciones sexuales con un hombre al que ni siquiera respeta. Mierda,
mierda, mierda. Yo no podía creer lo estúpida que había sido. El lado
positivo, era que no había oportunidad de quedar embarazada, pero de
todos modos. No estaba segura de era lo que me repugnaba más: la idea
de que casi había cometido bestialidad, o el hecho de que acababa de
tener relaciones sexuales con el hijo de puta de mi ex-marido. Mi único
consuelo era que estar en celo era como estar borracho, excepto que no
había programas de doce pasos para la toma de posesión de las propias
hormonas. Fregué mi cuerpo hasta que olí limpio en mí, pero yo todavía
no me sentía limpia.
Ugh. Yo no podía creer lo que había hecho. Sentí como si me
divorciara de mí misma.
— ¿Abra?¿Estás bien ahí dentro?
Oh, genial, él era humano de nuevo. La única cosa peor que
escucharle quejarse era tener que hablar de esto con él. Entonces me di
cuenta: él era humano nuevo. Eso no debería poder ser posible. —Hunter,
¿cómo cambiaste de nuevo?
—No sé. Encontré alguna cecina de sabor extraño y me la comí, y la
siguiente cosa que supe, era que estaba de pie sobre dos patas.
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

Ah, el ajenjo del sheriff para tratar hombres lobo. — ¿Estoy


asumiendo que has sanado?
Hubo una pausa. —Sí— dijo él.
Miré mis ojos tristes en el espejo. —Entonces, por favor lárgate de
aquí.
Esperé unos minutos, tomándome el tiempo deliberadamente para
vestirme con la ropa que había cogido del suelo en la otra habitación. Me
lavé el pelo, separando las hebras mientras tironeaba a través de los
enredos y nudos. No me molestó. Me quería tirar de los pelos.
Cuando por fin abrí la puerta del baño, él todavía estaba allí, vestido
con sus vaqueros y mirando por la biblioteca de una manera que hizo que
se me pusieran los pelos de punta.
—Pensé que te habías ido.
—Yo sólo estaba mirando tus libros y me di cuenta de que algunos
de ellos son en realidad míos. Yo me preguntaba donde había ido a parar
el Conrad. Yo estaba pensando en volver a leer El Corazón de la
oscuridad. —
—Llévatelo
—En realidad, creo que voy a dejarlo aquí. — Sonrió, todo encanto y
seducción. —Me da una excusa para volver de visita. — la mano de
Hunter vino a descansar en la parte baja de mi espalda.
Dios, en realidad el no tenía ni idea. —Muévela o la pierdes.

En respuesta, Hunter movió su mano en círculos relajantes en la


base de mi columna, pasando por debajo mis pantalones hasta que rozó
la parte superior de mis nalgas. —Ahí. Ya estoy moviéndome. —
Tomé su pulgar y se lo retorcí en un movimiento que Red me había
mostrado. —Hunter. Permíteme dejar esto perfectamente claro. Lo que
pasó... fue un error. No quiero volver a repetirlo. Jamás— Le dí su mano
de vuelta y crucé los brazos sobre mi pecho.
—Oh, vamos, dame un respiro. Estaba lesionado. Pero no puede
haber sido tan malo. — Hunter sonrió elegantemente, y alcancé a ver al
niño Ivy League que me había enamorado más de una década atrás.
—No estoy bromeando, Hunter. Ahora, por favor, tienes que irte.
Tengo que limpíar el piso antes de que tu sangre se quede pegada. — Y
tenía que encontrar alguna manera de deshacerme del olor a sudor y
semen antes de que Red llegara a casa. Ansiosa de repente, me apresuré a
recoger los restos de la camisa y chaqueta de Hunter. — ¿Los mantienes o
los tiras?
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

—Tíralos. No puedo vernos ni a Magda o a mí arreglándolos – ella no


es doméstica como tú.
— ¿Se supone que eso es una indirecta?— Metía las ropas
desgarradas y manchadas de Hunter en una bolsa de plástico, y a
continuación, les hice un doble nudo. El plástico podría enmascarar el
olor un poco, para que al menos Red no fuera dominado por él en el
minuto que entrara por la puerta.
—Se suponía que era un cumplido. A veces pienso que nunca aprecié
todas las pequeñas formas en las que te ocupaste de mí. — la cara de
Hunter se suavizó mientras decía —pienso en ti, ya sabes.

Rastrillé mis manos por mi pelo, sintiéndome frenética. —Hunter,


tienes que irte a casa. Ahora.
— ¿En caso de que él llegue a casa? ¿Es eso lo que te preocupa?—
Hunter dio una risa áspera, agarrando de la librería un libro de Louis
L'Amour occidental. —Cristo— dijo, sosteniéndolo como si fuera una
prueba de infidelidad, — ¿cómo puedes vivir con un hombre que goza de
esta mierda?
—Porque él no me da mierda. — arranqué el libro de sus dedos y lo
devolví a su lugar. —Y en vez de ir a lo mucho que yo lo amo, él me dice
lo mucho que me ama.
De ninguna manera iba a confesar alguna reserva sobre mi relación
con Red a Hunter.
—Así que eso es. En esta ocasión, te toca a ti ser la encargada—
Hunter se frotó la barbilla. —Por eso es que es bueno para ti. Estás más
segura de tí misma. Tienes más confianza en tu propio atractivo— Hizo
una pausa, y luego agregó, —excepto que tienes miedo de él en este
momento. Estás aterrorizada de cómo va a reaccionar si me encuentra
aquí.
—Hunter, claramente tienes tus propios asuntos con Magda en este
momento, pero no voy a discutir mi vida amorosa contigo— húmedecí un
trapo en el fregadero, y luego regresé donde Hunter se había sentado
junto a la chimenea. Me arrodillé para fregar la mancha de sangre, y sentí
una ola de mareos. Cerré los ojos por un momento, luchando contra la
rotación de la habitación a mí alrededor.
— ¿Estás bien?
Abrí los ojos, tragué saliva y no pude responder.
—Infiernos— dijo Hunter, sonando sorprendido —Estás tan cerca del
cambio como yo. Tal vez más cerca.
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

Levanté la vista hacia él. Se había arrodillado a mi lado, aún sin


camisa, y vi que había aumentado de peso en el último año, la mayor
parte era músculo. El olor de su carne caliente desnuda era familiar, y no
era desagradable. —Maldita sea—. Me levanté, luchando contra una nueva
ola de mareos. Abriendo el cajón de Red, saqué una camisa de franela
vieja y se la arrojé a Hunter. —Toma— dije. —Ponte esto y vete.
Hunter cogió la camisa y la miró pensativo. —Es demasiado pequeña.
Red es del tipo pequeño, incluso para un hombre.
Apreté los dientes. —Pontelo de todos modos.
Hunter deslizó sus brazos a través de la camisa, pero la dejó
desabrochada. —Creo que Red no querría tener mi olor en sus cosas.
—Confía en mí, él preferiría que usaras la camisa a que anduvieras
medio desnudo.
—Si estar medio desnudo es el problema, siempre puedo quitarme
toda la ropa.
—Dios, no. — Me abracé a mi misma contra la cómoda. La idea de
estar desnuda con él otra vez, me hizo sentir un poco de náuseas.
Hunter se levantó y cerró la distancia entre nosotros. —Sólo piensas
eso desde el cuello para arriba.
—Bueno, esa es la parte que toma las decisiones. — Yo no quería
insultar a Hunter, pero mi estómago se estaba rebelando realmente
ahora, y me dijo de la manera más visceral posible que él no era el
indicado.
—O tal vez no— dijo Hunter, llegando hasta mi entrepierna.
—Basta, Hunter, dije que no!— Actuando instintivamente, lo empujé
con tanta fuerza que rebotó en la cómoda, tirando una lámpara de aceite.
—Oh, mierda— dije, pero me las arreglé para atrapar la lámpara y
ponerla correctamente antes de que algo se incendiara. Desde lo alto de
su percha, Ladyhawke se agitó y me dio un furioso chillido. Me
preguntaba si, en caso de un apuro, ella podría venir en mi defensa.
—Jesús, mujer, ¿qué te pasa?— Hunter se pasó una mano a través de
su cabello castaño, un gesto que había una vez adorado.
Crucé las manos sobre mi pecho, tratando de respirar a través de los
calambres en mi estómago. —Tuviste una pelea con Magda, ¿no? Es por
eso que andabas por aquí. ¿Qué pensaste, que te aceptaría de vuelta?—
—Calculé que en parte me debías, ya que en cierto sentido, fue
parcialmente culpa tuya.
El rastro de un acento británico estaba de vuelta en la voz de Hunter.
Durante un tiempo, había pensado que era un remanente del tiempo que
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

había pasado en Inglaterra cuando era un adolescente. En estos días, me


sentía bastante segura de que era una afección, ya que parecía ir y venir.
—Muy bien, eso es todo— le dije. —Es tiempo para que tú— le dí un
codazo en el pecho —te vayas— Señalé la puerta.
—No me pediste que te lo explicara—, murmuró Hunter,
encrespando sus dedos alrededor de mi mano y tirando de mí hacia su
pecho.
—No hay una explicación! Hunter, tus problemas con tu novia no
tienen nada que ver conmigo. Me dejaste, ¿recuerdas?— Con las dos
manos, empecé a empujarlo hacia la puerta.
Hunter preparó sus piernas. —No es cierto, estrictamente
hablando—.
—Bien, te dejé después que me enteré de que habías estado
enroscándote con Magda y la camarera linda de Moondoggie
Hunter negó con la cabeza, mirando perplejo. —Sabes, yo no
entiendo tu actitud sobre eso. Magda no se preocupa por mis coqueteos
—Felicitaciones. Son almas gemelas. No quisiera que se separaran. —
Alcancé la manija de la puerta.
—Sin embargo ella está celosa de ti. — Lo dijo de manera seductora,
como si me estuviera ofreciendo un cumplido.
—No es mi problema, Hunter. Aunque agradecería si le hicieras
saber que no soy yo la que se opone en el camino del divorcio.
Los ojos de Hunter, que había comenzado a aclararse y modificar
sutilmente su forma, de repente se oscurecieron y se volvieron más
humanos. — ¿No tienes ningún remordimiento, Abra? Pasamos por
muchas cosas juntos. Y cuando estabas embarazada...
—Cuando pensamos que estaba embarazada, te negaste a tocarme,
porque estabas muy ocupados enrollándote con Magda a escondidas.
Hunter puso su mano sobre mi hombro. —Sólo porque no quería
hacerte daño, o al bebé,
Abs. Nunca has pensado, si tan sólo nuestra transición hubiera
ocurrido un poco más conjunta... o, qué diablos, incluso si hubiéramos
estado más separados... — su voz se apagó.
—Lo que creo es que si no te hubieras convertido en un hombre
lobo, nunca hubiera sabido el cerdo que eres en realidad. — Abrí la
puerta, y la nieve se arremolinaba en ella. Era casi una tormenta de nieve,
pero Hunter podía manejar eso. —Ahora, quiero que te vayas.
— ¿Así?— Indicó la débil protección de la camisa de franela abierta
de Red, el goteo de sangre de la herida de su brazo, la nieve
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

acumulándose en el hueco de la puerta abierta. Mierda. Debe de haberse


reabierto el corte cuando rebotó contra la pared. Entonces me di cuenta
de cómo estaba jugando conmigo.
—Buen intento. Sólo sal y quitate los pantalones – tú puedes curarte
cuando cambias. Y no vas a congelarte cuando tengas tu abrigo de piel.
Los ojos de Hunter se mantuvieron fijos en los míos: un desafío. —
Supongamos que digo que no quiero
Nos quedamos allí por un momento, en un callejón sin salida. La
nieve sopló en mis ojos, pero yo no quería cerrar la puerta. Hunter tenía
el rostro obstinado, y yo no sabía cómo convencerlo para irse. Si
hubiéramos estado en forma de lobo, entonces las diferencias en nuestro
tamaño y fuerza no hubieran sido tan grandes.
Y con ese pensamiento, el equilibrio de poder cambió. No sé lo que
Hunter había visto en mi cara, pero de repente se acercó y me agarró del
pelo de la parte posterior de mi cuello. —He sido demasiado bueno,
¿verdad?— Su puño apretado en mi cabello, en realidad no me hacía
daño, pero era suficiente como para controlarme. —Se me olvidó el tipo
de juegos que te gustan jugar.
Usando el pelo como una correa, Hunter me acercó. —Mi pequeña
chica sumisa. Te he echado de menos.
Luché contra su mano. —Hunter, no estoy jugando a nada contigo
—Un poco de desafío - me gusta. ¿Qué dices tú acerca de la idea de
ser forzada en contra de tu voluntad, niña bonita?— Él lo dijo, no como
una amenaza, pero en un susurro seductor. Había pasado un largo
tiempo desde que habíamos empezado a aderezar nuestra vida amorosa
con algunos juegos de rol, y Hunter se había olvidado de algunas de las
reglas. Sonando como un sórdido Don Juan era sin duda un disparador
automático. Por otro lado, la amenaza real, no habría funcionado
conmigo, tampoco. La verdad era que no se podía jugar los juegos del
sexo y poder con alguien que no fuera de confianza. O por lo menos, yo
no podía. Y yo ya no confiaba más en Hunter
Malinterpretando mi silencio, Hunter sonrió lobunamente. — ¿Qué
me dices de dejarme llevar por el mal camino contigo?
Mi respuesta fue interrumpida por el crujido de la puerta, empujada
de par en par.
Los dos nos volvimos a ver la figura de pie cubierta de nieve en la
puerta. —Yo diría que estarías cometiendo un error. — Era Red, viéndose
como Davy Crockett en un sombrero de piel, su cuello de piel de cordero
levantado contra la nieve y su Browning automática calibre doce colgando
de su hombro. Hunter había soltado mi pelo en el momento en que la
puerta se había abierto, y yo casi me echo en los brazos de Red aliviada.
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

Entonces vi la expresión de su cara, o más bien la falta de una, y me di


cuenta de lo que el sombrero de Red estaba hecho: piel de mapache.
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

Red pateó el suelo, quitando la nieve, y luego se sacudió como un


perro antes de cruzar el umbral. Él sostuvo hacia abajo la pistola, pero
sus manos estaban posicionadas de modo que fácilmente podía girar
hacia arriba hacia Hunter. O a mí. — ¿Te importaría decirme lo que está
haciendo aquí?
—Tentando su suerte.
Red mantuvo sus ojos en mi cara. — ¿Debería dispararle por tí?
Si hubiera habido un toque del humor irónico habitual en la cara o la
voz de Red, lo habría tenido en cuenta. Así como estaban las cosas, dije:
—No hay necesidad, Red.
Echando un vistazo a Hunter, Red se movió más allá de él, hacia el
fuego. —Ambos están usando mis camisas— dijo, casi conversacional.
—Tenía la camisa cubierta de sangre, y tuve que cortarla. Necesitaba
de primeros auxilios—, añadí, tratando de enfatizar que esta no había
sido una visita social.
Red gruñó y levantó las manos al fuego, ostentosamente
presentándonos su espalda.
— ¿Y lo consiguió?
Tragué saliva, pensando rápido. Si él estuviera cerca de su propio
cambio, Red sería capaz de oler todo lo que había sucedido. A pesar de
mis intentos de limpieza, sería capaz de detectar las huellas de todos los
fluidos corporales que se habían derramado. Pero Red estaba en forma
humana, y él había estado a la intemperie por mucho tiempo,
posiblemente horas. Tal vez su nariz estaba entumecida.
—Yo he atendido su herida,— admití, mirando a Hunter, que sonreía
de una forma provocativa. Hice el gesto de dibujar con mi dedo sobre la
garganta.
—Sí, era meramente una situación médica—, dijo Hunter, con un
tono que sugería lo contrario. Le lancé una mirada de advertencia. Red
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

había pasado por alto el momento de mi extrañeza con Malachy, pero


esta situación se sentía muy diferente. No pensé que Red le ofrecería a mi
ex marido un refresco.
Un momento después, Red apoyó el rifle al alcance antes de tirar del
sombrero de piel de mapache de la cabeza. — ¿El se va o se queda?—
—Se va— dije, al mismo tiempo que Hunter dijo, —Me quedo.
Red se quitó el abrigo de piel de oveja húmedo y lo puso sobre una
silla. —Que te fueras sería mejor.
— ¿Para ti, o para ella?— Hunter arrastró una silla cerca del fuego. —
A pesar de que ya no estamos casados, todavía me preocupo por Abra. —
Hizo una demostración de la rotación de su brazo izquierdo como si
todavía estuviera dolorido. —Aún cuando ella me lastima, no tomo
represalias.
No caí en la trampa; si ese pequeño cepillo en la pared en realidad lo
hubiera golpeado, no se hubiera curado en la siguiente media hora.
—Yo no voy a hacerle daño, si eso es lo que estás dando a
entender—, dijo Red, que luchaba por desatarse sus botas para la nieve
con los dedos rígidos.
—Aquí—, dije, —déjame que te ayude. — Me arrodillé a sus pies y
tiré de la nieve – el hielo – incrustado en sus cordones. Cuando miré hacia
arriba, la cara de Red estaba cuidadosamente en blanco.
—Gracias. — Él sacó fuera las botas y vi que sus calcetines estaban
empapados. Algunos de los dedos de los pies estaban blancos, y respiré
fuerte.
—Esto parece ser un comienzo de congelación. Tenemos que hacer
que entres en calor de a poco.
Red miró más allá de mí a Hunter. —Dile que se vaya, primero
Ni lo dudé. —Hunter, vete. Agradezco tu preocupación, pero está
fuera de lugar— Poniendo mis manos en los pies helados de Red, traté de
pensar cuál era la mejor manera para entrar en calor. — ¿Puedes sentir
algo?—
Llevé sus pies debajo de mi camisa, contra mis pechos desnudos.
—Todavía no. — Su voz era perfectamente uniforme, como si sus
pies descansaran en una bolsa de agua caliente en vez de mi carne
desnuda.
—Esto va a tomar mucho tiempo. Tenemos que sumergir tus pies en
alguna agua tibia— Agarré un afgano del respaldo del sofá y envolví los
pies de Red. A medida que ponía el agua en la caldera, Hunter se acercó a
mí, manteniendo un ojo atento en Red. — ¿Soy yo, o está actuando un
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

poco raro? Sé que si pones mis dedos de los pies donde pusiste los dedos
del pie de él, me las arreglaría para esbozar una sonrisa.
—Hunter, por favor, sal de aquí. — Ahora que Red estaba entrando
en calor, había empezado a oler el aire. Hasta ahora, él estaba perplejo y
no enojado, pero yo no sabía cuánto tiempo duraría eso. El sexo, como la
sangre, deja una huella olfativa fuerte.

—Estoy preocupado. No está exactamente actuando como su propio


amigo texano, ¿verdad?—
Red fijó en Hunter una mirada hostil. —No presiones esta noche,
Hunter. — Su voz era muy tranquila.
—Hunter échale un vistazo— Puse la olla en la estufa de leña. —Él
está medio congelado.
Hunter hizo un gesto con el pulgar en la dirección de Red. —Ah, sí.
¿Y es por eso que está tan ceñudo contigo?
Tuve que dar dos pasos para pasar alrededor de Hunter, y Red hizo
un gruñido de irritación.
—No, creo que tu presencia tiene más que ver con eso. —
Arrodillándome hacia debajo de Red, le dije: —Aquí, dame tus pies otra
vez. — Envolví los dedos alrededor de su carne congelada, y me di cuenta
de que la parte inferior de sus pantalones estaban mojados. —Está bien.
Vamos a necesitar que te saques los pantalones. — Los ojos de Red se
reunieron con los míos. —Si empiezo a pelarme, simplemente podría
decidir tomar un bocado de tu ex por allá.
—Hunter—, le dije, completamente exasperada ahora. —Ya te he
pedido que te vayas.
—Estoy preocupado por ti,— dijo, y Red le dedicó una risa corta y
dura.
—Yo sé lo que te preocupa—, dijo, poniéndose de pie. —Estás
preocupado porque voy a embarazarla, y tú has perdido tu oportunidad.
Puse mis manos en mis caderas. —En primer lugar, no soy la puta de
premio de nadie, y nadie me va a embarazar. En segundo lugar, Hunter ni
siquiera quiere niños. En tercer lugar, Red, no deberías caminar con los
pies congelados. — Yo podría haber sido un Chihuahua ladrando dada
toda la atención que los hombres me habían dado.
—No me gusta el tono, viejo—, dijo Hunter, en su mayoría con un
falso acento británico.
—Déjame decírtelo de otra manera. — Red se sacó su jersey de lana
rojo sobre su cabeza. —Ella está en celo, y tú la deseas. Pero tú te fuiste
hace más de un año, y Abra ahora es mía.
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

—Más bien creo que eso depende de lo que diga la señora. — Hunter
giró hacia mí, y me di cuenta que por alguna razón, mi casi ex hombre
lobo estaba más en control que mi amante cambiaforma. Algo estaba muy
mal aquí. La luna se suponía que nos corría a nosotros, pero Red era un
tipo muy diferente de bestia.
Y algo más estaba mal, porque por primera vez desde que lo conocí,
sentía una débil tensión nerviosa construyéndose en mi interior. Para mi
sorpresa, el aire de amenaza silenciosa de Red me estaba haciendo sentir
mariposas en el estómago.
En ese momento, la tetera empezó a silbar, y vertí el agua hirviendo
en un gran latón que a veces se usaba para bañar animales que habían
sido rescatados. — ¿Qué tal si me ayudas a llevar esto junto a Red,
Hunter, y luego te vas?
Hunter levantó la olla pesada, como si pesara nada. —Sólo dime
dónde ponerlo.
—Junto al fuego—, dije, poniéndole al hervidor agua fría. —Gracias.
—Y ahora puedes irte— dijo Red con los dientes apretados mientras
se sacaba los pantalones.
—Oh, no sé - Abra podría necesitar más ayuda. — Hunter llegó a mí
y tomó el hervidor de agua de las manos. — ¿Pongo esto en la cocina?
—Gracias—, le dije. —Para el momento en que se meta, lo más
probable es que lo habré enfriado un poco. — Tomé una tijera del cajón y
comencé a cortar el dobladillo de los pantalones vaqueros desgastados de
Red. —Supongo que no quieres decirme lo que has estado haciendo— dije
en voz baja.
—No mientras él esté aquí. — Cuando detuve el corte, Red tomó los
dos lados del vaquero y las rasgó hacia arriba.
Desde el otro lado de la habitación, Hunter soltó un bufido de burla.
— ¿Suena familiar, no Abra?— Él levantó la caldera de la estufa y se
acercó a verter en el latón. —Curioso, ¿no?, ¿cómo uno puede empezar
una relación nueva con una clase de persona totalmente diferente y aún
así terminar luchando contra los mismos tipo de problemas?
—No es lo mismo—, dijo Red, con aspecto cansado. —Díselo—. Los
restos rotos de sus vaqueros se aferraron a sus muslos, delgados,
musculosos, el denim desvanecido ahuecando el bulto masculino.
—Creo que ha perdido la capacidad de hablar, viejo.
Confundida, me volví hacia Hunter, sólo para encontrarme distraída
por el contraste entre los cuerpos de los dos hombres. El pecho de
Hunter, más largo y más amplio que el de Red, era más peludo con el
vello oscuro del pecho. — ¿Qué?
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

Intenté decir algo, pero me encontré tocando el pecho de Hunter en


su lugar. Cualquier cosa que el sheriff me había dado debe haberse
consumido.
Red me tomó por los hombros y me hizo girar. —Abra—, dijo
advirtiéndome, con las manos apretadas sobre mis hombros. Estaba
enojado. Yo nunca antes le había visto enojado. Yo humedecí mis labios
con la lengua, repentinamente nerviosa.
—Le gusta jugar a la pobre e indefensa mujer, ¿no?— Abrí la boca
para decirle a Hunter que se callara, pero las manos de Red me
presionaron, y me dijo sin palabras que me mordiera la lengua. —Pero tú
no eres realmente un hombre agresivo, ¿verdad, Red? Tú eres más
parecido a un scout, o el tercero en comando - todo lo bueno del mejor
amigo en un paquete.
—Yo no soy tu amigo, Hunter. — Los ojos de Red tenían los
párpados pesados, aparentemente casuales. Su brazo se deslizó alrededor
de mi espalda. —Yo no soy tu paquete.
—Dios mío. ¿Eso es un reto?— Hunter hizo un escalofrío de burla y
se dirigió lentamente hacia nosotros. Cuando sólo estaba a un par de
metros de distancia, se quedó mirando deliberadamente hacia el hombre
más pequeño y arrastrando las palabras dijo, —Estoy temblando en mis
botas.
—La cosa es que yo no desafío— dijo Red. —Yo no anuncio cuando
estoy a punto de atacar.
Desde el otro lado de la habitación, el halcón de cola roja aleteó
agitado desde lo alto de su percha. Hunter lo miró, pero Red lo ignoró
completamente. —Yo sí mato—, agregó conversacionalmente.
—Ya veo—, dijo Hunter, lleno de sarcasmo. —No es muy deportivo
para ti, ¿verdad?
Red se encogió de hombros. —Matar no es un deporte.
—Es cierto. Sabes, tengo una idea —, dijo Hunter, un poco
demasiado brillante.
— ¿Qué?
Miré el sombrero de mapache sentado en el suelo, y quería decirle a
Hunter que no tentara su suerte. Pero antes de que yo pudiera decir nada,
él puso sus manos alrededor de mi cintura. — ¿Por qué no la
compartimos a ella? No hay necesidad de luchar—.
Una extraña pasividad parecía haber llegado a mí. Yo sabía que entre
nosotros, Red y yo teníamos la fuerza para detener a Hunter cuando
quisiéramos. Pero por alguna razón, yo aún no lo había detenido. No
porque deseara a mi ex marido – había rascado esa picazón y me había
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

dado un sarpullido. Y de repente supe por qué estaba conteniendo la


respiración, esperando el próximo movimiento de Red, en lugar de tirar
hacia atrás y romper un pedazo de Hunter.
Esta era una prueba, una prueba para Red. Sabía por mi vida como
veterinaria, que el verdadero carácter de alguien sale bajo presión. Tanto
el lobo como la mujer querían saber lo que Red haría si Hunter lo seguía
presionando.

—Estás viendo su cara—, dijo Hunter. —Dime, ¿se ve afligida?


Las manos de Red se cerraron sobre mi muñeca y tiró de mí contra
él. Puse mis manos contra su pecho caliente, tratando de luchar por
respirar mientras mi corazón latía con fuerza en mi pecho. Estaba
irradiando calor, como si tuviera la fiebre alta, y su rostro estaba
enrojecido.
—Bueno, Red? ¿Qué ves?
Yo luchaba por liberarme, pero descubrí que estaba verdaderamente
atrapada. Red tenía mis muñecas contra su pecho, y Hunter me tenía por
mi cintura.
—A ella le gusta, ¿verdad?— Una de las manos de Hunter se metió
debajo de la camisa de franela que usaba y tomó mi seno derecho. Sacudí
mi cabeza, con la intención de decir algo desagradable, pero todo lo que
salió fue un gruñido.
Hunter retiró la mano, pero sonrió. —Ella no quiere admitir que le
gusta, pero le gusta
Red me estaba mirando, pero en lugar de lujuria, la expresión de su
rostro era casi melancólica.
—Ella no es ella misma—, dijo simplemente. —Ella está en
temporada. — Por un segundo, me sentía aplastada, terriblemente triste:
No iba a luchar por mí, me iba a compartir, como un estudiante de tercer
grado que ofrece el almuerzo a los matones de la clase, con la esperanza
de aferrarse a una parte de su sándwich.
Pero entonces, con un repentino cambio en el tono, Red añadió con
dureza, —y yo también— moviéndose fluídamente, Red le alcanzó, cogió
la cara de Hunter en sus manos y lo besó con fuerza en los labios.
Mientras miraba con asombro, Hunter se echó hacia atrás, sus
manos envolviendo alrededor de Red las muñecas haciendo palanca para
alejarlo. Pero Red era más fuerte de lo que parecía. Sus bíceps abultados
con el esfuerzo, manteniendo a Hunter en su lugar, besándolo con la boca
abierta mientras Hunter intentaba sin resultado sacudírselo de encima.
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

Por un momento, pensé: ¡Oh, Dios mío, eligió a Hunter como su


compañero.
Entonces, mientras Hunter se sacudía con asco, vi como un músculo
en la mejilla de Red tembló y se estiró, y su mandíbula se alargó en un
hocico. Ya no estaba besando a Hunter, estaba mordiéndolo. Esto no era
amor. Era Bugs Bunny, engañando a Elmer Fudd. Excepto que Bugs no
tiene colmillos, y la violencia de los dibujos animados no dejan cicatrices.
—Ya basta—, grité, tratando de separarlos. —Red, basta!— La sangre
brotaba de la nariz y la boca de Hunter, y me pregunté si Red pararía
antes de que en realidad le arrancara algo. ¿Podían curarse los hombres
lobo de una amputación? Yo no quería saberlo por el camino difícil. —
Red, por favor, basta!—
Sin embargo, Red no me prestaba atención. De la cintura para arriba,
había pasado a una forma intermedia, como un hombre lobo en una
película de terror de edad, sólo con sus vaqueros rotos manteniéndolo de
cambiar por completo. Lo que era un problema, ya que nuestras formas
de transición son mejores para la lucha. Utilizando la técnica de
separación de perros de pelea, me puse detrás de Red y tiré con fuerza de
sus piernas. Pero yo era demasiado baja, y no podía hacer palanca para
levantarlo de sus pies. Traté de golpear a Red en la espalda, incluso
golpearle la cabeza, pero su atención no vaciló – como sabía, podría ser
que él no estuviera ahí.
Jesús, yo era una idiota. Cuando me había imaginado a mi novio
lacónico luchando por mí, me había imaginado puñetazos humanos,
lucha libre, un concurso de fuerza. Sin embargo, Red no era físicamente
más fuerte. Él era más astuto, y ahora me daba cuenta, más salvaje.
Hunter dio un gemido de dolor y miedo, y me pareció ver las
mandíbulas de Red apretarse una fracción.
Desesperada, salté sobre su espalda, envolviéndome en torno a él
como una lapa.
Y entonces la puerta se abrió de golpe, dejando entrar al viento, la
nieve, y la furia de una enfurecida Magda. —Muy bien—, espetó: — ¿qué
diablos está pasando aquí?
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

— ¿Qué te parece? Mi novio está tratando de comerse la cara de tu


novio. Ahora cállate y ayuda,— le espeté, tratando de mantener atrás la
cabeza de Red por su pelaje.
—No me digas qué hacer—, respondió Magda, dándole un puñetazo
duro a Red en su hocico. Me estremecí, pensando en el dolor de la
sensible nariz canina, pero la técnica de Magda fue efectiva: Red gritó y
lanzó a Hunter, quien se agarró la cara y maulló de dolor.
— ¿Estás bien? Vamos— convencí a Hunter, tratando de sacar sus
manos de su rostro. —Déjame ver.
—El malditamente trató de arrancarme la nariz!— A primera vista,
parecía como si pudiera haber tenido éxito. Tejido con sangre brotaba en
grandes chorros de ambas fosas nasales, habían marcas de mordidas a lo
largo del puente, y la nariz de Hunter ya se había hinchado como un
desequilibrado ñame.
—No creo que haya hecho un daño permanente, pero necesito
revisar el cartílago.
—No seas un bebé—, dijo Red, mirándome con sus ingeniosos y
calculadores ojos de coyote mientras el pelaje se deshacía de su piel y
volvía a su forma humana. —Todo lo que hice fue pellizcarte en la nariz.
— Sus pies, me di cuenta, estaban de un color saludable de nuevo. No hay
nada como cambiar para acelerar la renovación celular.
—Pellizcarme!—, Señaló Hunter su cara ensangrentada, indignado. —
Casi me la arrancas de una mordida!
—Bueno, yo podría haberme dejado llevar un poco por el momento.
Déjame ver
Red había dado apenas un paso cuando Hunter se deslizó hacia atrás
por el suelo. —¡Él es un maldito loco! ¡No lo dejes acercarse a mí!—
—Y yo que pensaba que te había gustado la primera parte—, dijo
Red, dando una mirada de reojo a su estrecha cara.
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

—No soy gay, pelmazo!— Era difícil de decir, pero pensaba que el
beso quizá podía haber molestado a Hunter más que la mordedura.
—Bueno, tu sabes, tal vez te gustó, pero no quieres admitirlo,—
arrastró Red las palabras. Una risa sorpresiva solió de mí, Red había
citado las palabras de Hunter contra él. Hunter miró a los ojos a Red que
ya estaban como medias lunas oscurecidas y deportivas. —Voy a
mostrarte lo mucho que me gustó, hijo de puta...
—Basta ya, todos ustedes. — Magda sonaba molesta porque la
habíamos estado ignorando. Al igual que mi madre, estaba acostumbrada
a ser el centro de atención, y había algo teatral en la forma en que se
había colocado en el centro de la sala, en un largo abrigo de marta que
brillaba como un río en la noche y olía como un perro mojado. Yendo a
través del suelo, se arrodilló al lado de Hunter, revelando los pantalones
rojos de esquí y un par de botas altas con flecos de piel de oveja, y negro
bordado.
—Red tiene razón, estás siendo un bebé,— dijo, tomando la barbilla
de Hunter en su mano enguantada. —No es serio —, dijo. —Sanarás
cuando cambies de nuevo.
—Suenas decepcionada—, murmuró Hunter de mal humor.
—Aquí,— dije, tomando una toalla limpiadel armario de la ropa. —
Veamos que hay bajo esa sangre.
—Dame eso—, replicó Magda, tomando la tela de mi mano.
—Ouch. No tan fuerte—, se quejó Hunter mientras ella limpiaba su
cara. Cuando habíamos estado juntos, nunca había hecho tanto escándalo
por molestias físicas, pero desde luego, yo había sido el tipo de mujer
madura. Tal vez pensó que tenía que subir el volumen para obtener algún
tipo de respuesta simpática de Magda.
No estaba funcionando.
—Si no hubieras estado husmeando donde no perteneces, no
estarías en este patético estado—, replicó Magda. — ¿Qué eres, un perro,
siguiendo con su nariz a cualquier perra disponible?— Se enderezó,
presumiblemente para que ella pudiera hacer de torre a Hunter, que
todavía estaba en el suelo.
—Hablando de perros—, dijo Red, —tal vez desees decirle a tu
hombre allí que los lobos no comparten. — El halcón de cola roja dio un
pequeño chillido mientras Red abrió un armario, y ausentemente le
acarició la cabeza con un dedo mientras agarraba una botella de Jack
Daniel y un vaso. —A los perros no les importa esperar su turno, pero a
los lobos no les cae muy amable el hecho de otro hombre yendo detrás de
su compañera. —
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

Sentí un poco alterado mi pulso, y Red se empinó el whisky y me dio


una mirada tan carnal que tuve que apartar la mirada. Su compañera. Por
alguna razón, las palabras me dieron un primitivo sentido de
satisfacción.
La gracia de la risa de Magda me tomó por sorpresa. —Ah, así que es
tu compañera ahora.
Se acercó a mí, haciéndome consciente de algo que debería haberme
dado cuenta en el momento en que entró en la cabaña. No era la única
que emitía un olor. Al igual que yo, Magda estaba en celo. Y no estaba
mejorando en nada su temperamento. —Debería haber hecho que te
fueras el año pasado.
Miré a Red para ver si iba a ofrecerme algún tipo de apoyo, pero él
parecía contento en apoyarse en el mostrador, bebiendo el bourbon y
observando la acción. Entendí porqué no les ofrecía a Hunter y Magda
una bebida, pero podría haber usado un poco del coraje de Dutch.
—Escucha, Magda,— dije lentamente, —tú no me puedes culpar por
mis hormonas. Y no estaba animándolo tampoco. De hecho, traté de
echarlo. Si tú vas a agarrártela con alguien, hazlo con él.
—Tienes un punto—, reconoció Magda, volviendo a Hunter, que
estaba haciendo una mueca de dolor mientras se examinaba su nariz en
el espejo del lavabo. — ¿Y bien? ¿Qué tienes que decir?
—Hey, ella vino a mí—, dijo Hunter. —Yo estaba caminando afuera y
vi algo afuera de la cabina - una especie de hombre-oso cosa - y sólo
quería asegurarme de que Abra estaba a salvo. Él me atacó, Abra me llevó
dentro - supongo que cuando me quedé sin la camisa, ella no pudo
detenerse
—Estás tan lleno de mierda—, le dije, apretando los puños hasta que
mis uñas se clavaron en mis palmas.
—Oh, vamos, Abra, todos sabemos que estás en celo. Estoy seguro
de que todo el mundo entiende que tú no tienes el control de tí misma—
Volviendo a Magda, Hunter dijo:—Yo ni siquiera tenía la intención de
entrar, pero ella me empujó y comenzó a arrancarme la ropa.
Hice un sonido inarticulado de rabia y me lancé a Hunter.
Hunter me mantuvo a raya con un brazo largo. —Dios mío, mira, ella
me tiene ganas de nuevo. Red, sácame a tu mujer de encima
Red envolvió sus brazos alrededor de mí y me susurró burlonamente
en mi oído, —Apenas puedo mantener las manos lejos de él yo mismo.
Tal vez deberíamos tomar turnos.
Me atraganté con una sonrisa sorpresiva, y sentí los brazos de Red
apretados alrededor de mi cintura. No me había dado cuenta antes, pero
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

estaba exudando un aroma débil, maravilloso a humo y maderas y


hierbas silvestres.
Magda levantó una mano imperiosa, como el corte de una orquesta.
— ¿Qué es este hombre oso? ¿Otro tipo de therian?
—Es una criatura liminal—, dijo Red, liberándome y recuperando su
copa del mostrador. —Es el más grande, pero no es el único. Se llaman
manitús, y he estado rastreándolos, y sé dónde están. — Hace un
momento, cuando él me estaba sosteniendo, me sentí segura de que
ambos estábamos en el mismo equipo. Mi compañero. Pero en el
momento en que había salido de mí lado, se había sentido como si una
puerta de acero se cerrara de golpe entre nosotros. Yo había estado con
este hombre por más de un año, pero empezaba a sospechar que yo sólo
había visto la parte de él que me había permitido ver. —También sé
donde no están. No hay señales de ninguno en torno a esta cabaña.
Red terminó su whisky y se limpió la boca con el dorso de su brazo.
—Tal vez se te escapó uno—, dijo Hunter, tomando la botella y
sirviéndose un vaso.
—Ese no es el tipo de cosa que pierdo—, dijo Red, levantando la
copa de la mano de Hunter antes de que pudiera beberla.
—Gracias. — Intercepté el vidrio, elevándolo hacia Red en un brindis
de burla. —Ha sido un día duro. — Yo ya estaba harta de los hombres
cambiantes. Esta vez, nadie me iba a hacer una jugarreta. Me tragué la
bebida, la dama dura que daba todo lo que tenía. El bourbon golpeó la
parte trasera de mi garganta y comencé a ahogarme.
Alguien me dio una bofetada fuerte entre los hombros y levanté la
vista, con los ojos llenos de lágrimas. Magda me sonreía, divertida. —
Gracias—, dije con sarcasmo, y mi voz todavía ronca.
—Es un placer. — pausó Magda, sus fosas nasales se dilataron. —Ese
olor... — Ella se volvió, moviéndose más cerca de Red, con sus ojos negros
ilegibles. Se detuvo a un palmo de él, con su nariz incendiada. —No se
trata sólo de ella, — dijo ella, sonando sorprendida. —Tú estás en celo
también. Nunca había oído hablar de tal cosa... en los lobos. Coyotes, por
supuesto, pero son diferentes.
—Si una mujer mantiene a un hombre cabalgando por algo, hace que
el hombre comience a preguntarse. — Red se abrió frente a ella. — ¿Está
tratando de obtener un aumento de mí, Miss Maggie?
Magda se echó a reír, un sonido bajo y ronco. Tuve la sensación de
que era sobre todo para Hunter un beneficio, pero algo en mí se puso
rígido cuando ella acurrucó sus manos alrededor de los grandes bíceps
de Red.
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

—Debo admitir que me siento tentada. Pareces diferente, de alguna


manera. Más fuerte. — Ella apretó sus músculos. —Más duro.
Esperé que Red le dijera que se fuera, pero él levantó una ceja. —
¿Me estás haciendo una prueba de firmeza, o estás buscando algo
podrido?
—Eso depende, — comenzó a Magda, pero Hunter la cortó.
Parecía casi cómico en su asombro. — ¿No estás considerando
seriamente dejar que ese coyote de cuello rojo... te toque?
Magda jugueteó con un mechón del pelo de Red, e incluso yo podía
sentir el tirón. Ella era una gran Amazona, intimidante y convincente, y si
no partía a Red en dos, probablemente le daría el viaje de su vida. —
Nunca he estado con un macho en celo—, dijo en una voz baja y
seductora. —Tal vez serviría de añadidura a mis posibilidades de
concebir. Y él es un chamán, también - sí, tal vez no he estado
investigando todas mis opciones.
Creo que Magda estaba pescando un desafío, pero Hunter se limitó a
sacudir la cabeza con incredulidad. — ¿O sea que quieres darle a este
enano miserable?
Magda sonrió, los ojos fijos en Red, con su cuerpo apretado contra el
suyo. —Parece que está más grande de lo que sospecho. —
Un gruñido salió de mi garganta. Si mi ex perro cornudo no iba a
levantar una queja, entonces dependía de mí.
—Creo que la señora se opone—, dijo Red, y yo todavía estaba lo
suficientemente humana para captar esa media sonrisa jugando en las
comisuras de su boca, y la mirada de satisfacción tranquila en sus ojos.
—Tú—, dije, golpeando con el dedo a Magda, —saca tus garras de mi
hombre.
—No seas tonta mujer. Yo soy más grande, más fuerte, y lo que es
más importante, más inteligente.
— ¿Disculpa? No eres más inteligente.
—Por favor. Tú das vacunas a perros falderos y gatos caseros. Yo
investigo mutaciones genéticas y su efecto sobre el comportamiento en la
naturaleza. — los labios de Magda se curvaron —Y me dijo Hunter que no
tenías un verdadero interés intelectual, lo cual fue una decepción para él.
Muy bien, eso lo hizo. Agarré el vaso de whisky en el mostrador, y
tiré el contenido en su rostro. No quedaba mucho, pero al infierno, fue un
bonito gesto. Escupiendo y maldiciendo en rumano, Magda se secó los
ojos. Estaba furiosa ahora, con el pelo erizado. —Tú debes querer morir
muy mal—, dijo. Había furia fría en su rostro, pero por alguna razón, la
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

adrenalina corriendo por mis venas no me estaba diciendo que corriera


como el infierno. Me estaba diciendo que la derribara.
—En este momento, cualquier cosa que te calle suena como un buen
plan para mí.
—La última vez que peleamos, no estabas tan ansiosa.
—La última vez que peleamos, era la primera vez que cambiaba
Nos quedamos allí por un momento, congeladas, y yo capté otra ola
de olor desde Red, terrosa y despierta. La perspectiva de Magda y yo lo
encendía. Yo estaba tratando de procesar lo que sentía por eso cuando vi
un destello de movimiento por el rabillo del ojo mientras Magda se lanzó
hacia mí.
Mi brazo vino a bloquearla y rodé con el movimiento, llevándonos a
los dos al piso. Yo estaba de regreso en mis pies un momento antes que
ella, sonreí un poco, sintiéndome superior, y Magda se estrelló contra mí
tan fuerte que me quedé sin aire en mis pulmones. Cristo, es fuerte,
pensé, mientras sus grandes manos estaban alrededor de mi cuello y la
sala se atenuó y comenzó a parpadear, con ráfagas de luz roja. Me
pregunté por qué ella no quería que cambiáramos antes de luchar, pensé,
tratando de levantar mis piernas en alto para que poder hacirla en una
tijera. Había alguna pista allí, algo que podía utilizar. Todo lo que tenía
que hacer era descifrarla antes de que me quedara sin tiempo, y aire.
No pude conseguirlo. La sala quedó a oscuras y suave en los
alrededores, y luego se fue lejos.
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

—Ya la puse en libertad. ¿Ves? Ella está respirando. Ahora por favor
¿podrías quitar el cuchillo?
Tomé un respiro inestable y abrí los ojos. La sala aún estaba oscura,
la llama de la lámpara de aceite era extrañamente borrosa, y me sentía
confusa y desorientada. Magda todavía estaba encima de mí, pero ahora
había un gran cuchillo atascado contra su garganta. Parpadeé, tratando
de aclarar mis ojos y mi cabeza, porque no podía ver quién era el que
sostenía el cuchillo. Tomé otro inestable respiro. Tragué saliva, dándome
cuenta de lo mucho que me dolía la garganta.
—Primero levántate de ella. — La voz de Red era calmada, y me di
cuenta de que estaba de pie detrás de Magda, con el cuchillo pegado a su
yugular.
Vi como Magda con cuidado sacaba su pierna de encima mío. Se
movía con tanto cuidado como una bailarina, a fin de no mover el cuello y
cortarse efectivamente su propia garganta. Tomé otro doloroso respiro y
traté de ponerme en posición vertical, tratando de hacer un balance de la
situación. Mis gafas habían sido derribadas. Las busqué al tanteo y las
localicé en el piso detrás de mi codo izquierdo, gracias a Dios sin haberse
roto.
Poniéndome las gafas en la cara de nuevo, miré alrededor del cuarto.
Hunter yacía aparentemente inconsciente cerca de la puerta. Había una
mancha oscura, probablemente una contusión, en su sien. Miré hacia
arriba y ví que Red había recuperado su rifle largo, el cual estaba
descansando encima de su hombro, mientras en su mano libre sostenía el
cuchillo contra la garganta de Magda. Al parecer, Red había utilizado la
culata del rifle como un equipo. Había olvidado el cuchillo que siempre
llevaba en su bolsillo trasero - se trataba más de un utensilio para usarse
en regiones apartadas que como un arma.
—Bueno, Virgil. ¿Me vas a matar con el cuchillo?— Magda echó la
cabeza hacia atrás mirando la entrepierna de Red. Me sentí desconcertada
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

por un momento; yo nunca había escuchado el verdadero nombre de Red


dicho en voz alta, aunque ya lo había visto en documentos oficiales.
—Lo estoy contemplando.
—Porque si no, me gustaría que lo levantaras. Tu erección me está
empujando la cabeza.
Red liberó a Magda, y ella le dio una mirada midiéndolo mientras se
ponía de pie. —Yo no me equivoco a menudo en mis juicios, pero en tu
caso - no eres lo que yo esperaba.
Con un movimiento de su muñeca, Red dobló el cuchillo y se lo
guardó en su bolsillo de atrás. —No es por tí
— ¿Perdón?
Red se limitó a mirarla con los ojos entornados, como si sus
vaqueros rotos y descoloridos no revelaran exactamente lo que quería
decir.
Por un momento, pensé que Magda iba a atacar a Red, pero luego su
mirada se dirigió a Hunter, que estaba empezando a moverse en el suelo.
—Bien—, replicó Magda, empujando a Red —No me gustaría criar
perros callejeros, de cualquier forma.
—Hey, cariño, creo que he sido insultado—, dijo Red, mirándome por
primera vez. — ¿Estás bien?— Debajo del tono casual, detecté otro tono,
uno más grave.
Asentí con la cabeza, haciendo que mi garganta doliera —
Melocotón—. Indiqué hacia Hunter, que estaba tosiendo sangre. —No
estoy tan segura acerca de él, sin embargo.
—Está bien—, me aseguró Red. —Probablemente sólo se ha tragado
un diente.
Sostuvo mi mirada y me dio un suspiro tembloroso, y estaba ese olor
otra vez, una mezcla de hierbas y bosque y el almizcle de las feromonas.
—Vamos, Hunter—, dijo Magda con su voz de comandante,
tendiéndole la mano. —Dejémoslos que sigan con su celo.
—Pero pensé que no querías que ella quedara embarazada—, dijo
Hunter, permitiendo que Magda le ayudara a ponerse en posición vertical.
No parecía tan desorientado como yo hubiera esperado, y se me ocurrió
que podría haber estado fingiendo su inconsciencia para no tener que
luchar otra vez con Red.
—No importa—, dijo Magda, con su voz tensa de la furia contenida.
—Aún si ella logra concebir, no le va a durar. — Girando hacia mí, agregó:
— ¿He mencionado que mis hermanos vienen de Rumania para unirse a
nuestra pequeña familia? Ustedes, por otro lado, son sólo dos.
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

Con eso, Magda empujó a Hunter por la puerta, que se cerró tras
ellos.
Y luego nos quedamos solos. El fuego crujió detrás de la reja, y el
viento sacudió las ventanas, como subrayando cuán aislados estábamos
los dos. No habían limitaciones ahora, podríamos copular como animales.
O Red me podría matar por engañarlo.
Red dejó su rifle, y mi corazón comenzó a latir rápidamente. Cuando
lo vi acercarse a mí, mi miopía me jugó una mala pasada, y vi las dos
imágenes de mi amante yuxtapuestas una con la otra, la del familiar
conocido y querido, y el otro misterioso e impredecible.
Tragué saliva y me lamí los labios, tratando de pensar en algo para
decir mientras Red se mantenía de pie mirándome. El Red que conocía
habría hecho una broma, o me acariciaría la cara, disipando mi tensión.
Pero el Red que conocía no debería haber sido capaz de sacar a Hunter y
a Magda. Desde luego, no había sido tan fuerte el año pasado, lo que me
hizo preguntarme qué era lo que había cambiado.
—La puerta está ahí. — La cara de Red era indescifrable. — ¿Te
quieres ir? Vete. No voy a detenerte—. Y diciendo eso, se volvió y se
acercó a su rifle, y comenzó a limpiarlo con todo el cariño que una vez
había me había prodigado a mí.
—Hay una tormenta de nieve fuera— le dije. — ¿Qué se supone que
haga, ir a tocar a la puerta de Hunter y Magda?
—Yo no dije que te estaba echando. — Red abrió la cámara del rifle y
sacó las balas. —Quédate, si quieres.
—Estás enojado conmigo.
—Sí. Pero no tienes porque mover un músculo. No estoy pensando
en hacer algo al respecto— Red se sentó en el respaldo del sofá y se
dedicó a desmontar el rifle. Yo me pregunté si lo estaba haciendo sólo
para mantener las manos ocupadas, o si se sentía más seguro
enfrentándome con una pistola descargada en la habitación.
—No entiendo, Red.
—No he sido honesto contigo— Red levantó la vista —Y tú no has
sido honesta conmigo.
Tomé un respiro profundo, obligándome a decirlo. —Si te refieres a
lo que pasó con Hunter, eso no tiene nada que ver contigo.
Red estrelló su amada Browning calibre doce con tanta fuerza que
me estremeció. —Al infierno si no tiene que ver. Si fueras realmente mi
mujer, no habrías permitido que ese hijo de puta estuviera a menos de
dos pies de ti. Pero él llegó mucho más cerca que eso, ¿no?
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

—No parecías disgustado antes—, le dije, reconociendo la estupidez


de mis palabras, incluso mientras salían de mi boca. ¿Qué era lo que mi
madre me había dicho? Algo acerca de, que él era el tipo que nunca te
perdonaría si se estuvieras con Hunter una vez más por los viejos
tiempos.
Red dejó escapar una risa áspera, sin sentido del humor. — ¿Quieres
decir, que no parecía enfadado, mientras Hunter y Magda nos respiraban
en la nuca? Cristo, Abra, ¿qué querías que hiciera –¿que mostrara
debilidad ante el enemigo? ¿Demostrar que no tenemos un frente
unido?— Red miró su arma, y cuando levantó la vista, había un brillo de
lágrimas en sus ojos. —No puedo creer que le dejaras tocarte. No puedo
creer que le dejaras estar dentro de ti.
Quería correr hasta Red y poner mis brazos alrededor de su cuello.
Pero habían cuerdas de tensión en su cuello, y los músculos de sus
brazos se convulsionaban, así que no hice movimiento alguno hacia él. —
Lo siento mucho, Red.
—Pensé que me amabas.
—Yo sí te amo. — Tragué. —No estoy diciendo que esto lo excuse,
pero él estaba herido, y la única manera que pude pensar para que se
curara rápido era que él cambiara. Pero supongo que un poco de mí
todavía debe haberse aferrado al pasado. — Vi un salto en un músculo de
la mandíbula apretada de Red —Pero puedo decirte esto – yo ya no estoy
aferrada al pasado ahora.
Los ojos color avellana de Red, se mantuvieron en los míos, pero ya
no había ningún indicio de lágrimas o de ternura o de humor en ellos. Y
luego, como si alguien le hubiera cortado aquello que lo sostenía, él se
hundió. —Es debido a lo que soy, ¿no?— Él apretó sus manos en la base
de su cuello y bajó la cabeza. —Mierda. No soy lo suficientemente bueno
para ti.
—¡Red, no!— Esta vez, fui hacia él, puse mis brazos alrededor de él,
tratando de conseguir que levantara la barbilla. —Yo nunca pensaría eso.
—Tal vez yo lo creo. Tal vez Magda no estaba del todo equivocada
acerca del Limmikin. — Red estaba mirándome ahora, pero con una
expresión tensa y precavida que nunca había visto antes. —Mi madre fue
la clase de mujer que los hombres dan por sentado. Ella siempre estaba
tratando de encajar con la idea correcta de vivir de algún tipo. Para
cuando tenía doce años, yo era sólo otro tipo haciéndole pasar tiempos
difíciles.
Yo no dije nada. Red me había dicho otras versiones de esta historia,
pero yo sabía que habían cosas que había dejado afuera sin contar.
—Me fui a vivir con mi abuelo, y fue la primera vez que escuché
acerca de ser un Limmikin. Mamá solía decir que era Mohawk, pero eso
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

era como si un gitano le dijera a la gente que eran rumanos o españoles o


lo que fuera. De todos modos, el abuelo vivió a su propia manera, en una
cabaña en el bosque. Pasábamos más tiempo como lobos que como
personas. Después de su muerte... — Red sonrió, una cruel ironía de sus
labios. —Digamos que llegué a conocer al resto de mi familia un poco
demasiado bien. Embusteros, todos ellos. Mentirosos sin igual. Infiernos,
mentían tan bien, que la mitad del tiempo ni siquiera sabían que lo
estaban haciendo. — Hizo una pausa. —Yo pasé casi dos años con el clan
de mi abuelo. Moviéndonos de pueblo en pueblo, cruzando entre Canadá
y los Estados Unidos. Trabajé como contratista, tomando el dinero de la
gente y no haciendo las entregas. Haciendo un trabajo de mierda,
tomando atajos, a veces simplemente inventando cosas. Estafé personas,
Doc. Buena gente. Recién casados. Viejos. — Vaciló, y luego continuó. —
Una vez me quedé más de lo normal porque había conocido a una chica, y
me enteré de que una de mis reparaciones de mierda mató a un hombre.
Fue entonces cuando dejé a la familia, y comencé a viajar solo—.
—Ahí es cuando te convertiste en un chamán—, dije, dándome
cuenta.
—Les sigo diciendo a ti y a Jackie, no soy de Siberia, y que esa no es
la palabra correcta.
Sentí una punzada de celos. — ¿Jackie sabe todo esto?
Red negó con la cabeza. —Nunca quise que nadie supiera que era un
estafador y un criminal. Ni siquiera sé por qué estoy diciéndote todo esto,
Doc. — Se pasó la mano por el cabello corto. —Supongo que tienes
derecho a saberlo, sin embargo.
Puse mi frente contra la suya. —Me lo estás diciendo, porque quieres
saber si puedo amar al verdadero tú. Pero lo que sea que hiciste en el
pasado... dejaste esa vida atrás. Ya no eres así. — Yo no estaba
completamente segura de creer eso, pero el impulso de consolarlo y
curarlo era demasiado fuerte para ignorarlo.
—Todavía soy culpable de las cosas que he hecho.
—Tú has tratado de compensarlos—, señalé. —Tú has intentado muy
duro ser un buen hombre. — Y ahora yo sabía que estaba diciendo la
verdad. Fueran cuales sean sus crímenes anteriores, Red era uno de los
chicos buenos ahora.
Y entonces me acordé de la noche en que él había cambiado y Rocky
había desaparecido.
La mano de Red se apoyó en la parte posterior de mi cabeza, y nos
quedamos así un momento, frente contra frente. —Entonces, ¿por qué
dejaste que esa mierda con la que te casaste estuviera en tu interior, Doc?
—Fue un error.
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

Su mano todavía estaba la parte de atrás de mi cabeza, Red se retiró


sólo unos cuantos cruciales centímetros, permitiéndome ver su rostro. —
Bueno, estoy seguro como la mierda que nadie es perfecto, así que no
tengo derecho a culparte por un deslizamiento. Y no te reprocho - lo que
pasó. Sin embargo, quiero eliminar el olor maldito de él de ti. Y conozco
sólo una manera de hacerlo— El había llegado junto a mí, y me tensé.
—Ah. Así que, tal vez yo no soy el único experto mentiroso en esta
sala. — Mientras una parte de Red se levantaba para irse, yo lo agarré del
brazo y tiré de él hacia abajo.
—¡No! No, no te vayas, yo sólo... Antes de que hagamos el amor, hay
algo que tengo que saber.
Su rostro estaba cerrado y duro, sin poder creerlo. — ¿Qué?
—Ese nuevo sombrero que llevas... ¿es Rocky?
Vi que no era la pregunta que había estado esperando. Después de
un momento, Red sacudió la cabeza. —Un mapache inteligente puede ser
más listo que un perro de caza con experiencia, cariño. Ellos saben cómo
dividir su rastro, dejar pistas falsas, perder su olor en las corrientes de
agua. Pero si él se quedaba con nosotros por más tiempo, Rocky no iba a
vivir para ser un mapache inteligente. Tuve que perseguir al pequeño. Era
tiempo de que se fuera. — Se acercó a la gorra, la recogió y me la mostró.
—Este sombrero aquí es de un poco de piel de un animal muerto que
rescaté
Bueno, eso fue.... algo muy de hombre de los bosques como era él.
Me estremecí cuando Red dejó el sombrero y trazó un dedo hacia abajo
en mi garganta, y trataba de recordar que más debería estarle
preguntando. El escurridizo olor del bosque de él se había calentado
impregnando toda la habitación. Era tan delicioso, que quería rodar por
toda él.
—Hey, Doc.
— ¿Sí?
—Deja de estar tan condenadamente pensativa
Y luego Red sostuvo mi cabeza entre sus manos y me besó con un
hambre cruda que me hacía tironerarlo hacia abajo sobre mí, mis piernas
rodeándolo para presionar sus caderas hacia abajo para que su erección
presionara contra mí a través de las capas de sus vaqueros rotos y mis
pantalones deportivos. Me froté contra él, demasiado despierta como
para ponerlo en libertad por un momento, pero Red se elevó con los
codos, gruñendo por el esfuerzo de tirar los pantalones abajo por mis
caderas. Luché con su agarre, queriendo que la fricción y el contacto
volvieran, más despierta de lo que había estado alguna vez en mi vida.
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

—Aguanta, cariño, no estoy tratando de escaparme. — Demasiada


lentitud, Red presionaba sus labios contra mi vientre, besando todo el
camino hacia abajo, mientras yo protestaba, tratando de traerlo hacia
arriba.
—No tienes porque hacer eso.
—Como el infierno si es que no tengo.
—No quiero que lo hagas ahora mismo.
Red encontró mi mirada, y vi que él entendió perfectamente. Me
había lavado, pero me sentía como si todavía estuviera contaminada por
el tacto de Hunter. —Sí, bueno, tal vez esto es lo que yo quiero. Y quiero
andar por todas partes en ti. — Red se arrodilló delante de mí,
separándome con una mano para poder respirar contra la carne sensible
entre mis muslos. Tirando de mí hacia el borde de la cama y poniendo
mis piernas sobre sus hombros, Red me besó ahí, sondeándome con la
lengua, probándome, metiéndose adentro, y luego encontrando la yema
hinchada y succionándola hasta que grité.
Red se elevó y se desabrochó la bragueta de sus jeans. Podía sentir la
cabeza roma de su pene en mi entrada, y dejé de luchar y cerré los ojos.
Pero Red se mantuvo de esa manera, incorporado sobre mí en sus brazos
temblorosos.
—Hey, Doc... Será mejor que me metas adentro. No estoy en mi
mejor momento aquí.
Yo fruncí el ceño, confundida. —Mi control... podría lastimarte.
Yo planté mis talones y le dije: —Lastímame—. Lo dije como una
broma, más o menos, pero Red me dio una expresión angustiada, y luego
empujó hacia mí con tal fuerza que me quedé sin aliento. Él se retiró,
pero en lugar de detenerse o disculparse, Red empujó contra mí de
nuevo, y me levanté para encontrarle. —Abra. Mierda. — Hizo una pausa,
las venas fibrosas alrededor de sus bíceps estaban saltadas mientras se
preparaba sobre mí. —Debería... quieres que yo...
Yo le agarré por el pelo y le di un beso tan fuerte que nuestros
dientes cliquearon juntos. Sentí el cambio y el orgasmo ganando fuerza, y
el olor salvaje de hombre y bosque llenando la habitación, y de esa
manera, con los ojos cerrados, podía creer que estábamos afuera en el
bosque.
Red se movió, sus manos bajando para levantar mi pierna derecha,
cambiando el ángulo para poder alcanzar un lugar más alto en mi interior
que generara placer y dolor mezclados. Grité, reteniendo a Red con todas
mis fuerzas mientras mi orgasmo fluía a través de mí. Un momento
después, le sentí pulsando dentro de mí mientras los huesos y los
músculos de nuestros cuerpos se modificaban y cambiaban.
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

—Hey, Doc?
Abrí los ojos. En algún momento, habíamos logrado rodar hacia el
suelo, pero Red había absorbido el impacto de la caída. Éramos humanos,
lo cual me sorprendió, hasta que me di cuenta que aún estábamos
parcialmente vestidos, Red en sus vaqueros rotos, yo en los pantalones y
con la camisa de franela rota.
— ¿Qué?
Su mano ahuecaba la ligera curva femenina de mi vientre. —Solo
pensé que debería decírtelo: voy a embarazarte
Yo me reí, pensando que era una broma. Red llevó mi mano a su
pene, que ya estaba comenzando a agrandarse. — ¿Qué eres, un
adolescente?
—Estoy en celo. — Él movió la mano hacia arriba y abajo sobre su
eje, que al instante se estiró. — ¿Entonces no te importa?— Sus dientes
afilados encontraron mi oído.
— ¿Importarme qué?— El olor de él era más fuerte ahora, me
embriagaba. Se enderezó en un codo, siguiendo un patrón delicado sobre
mis pechos con la punta de sus dedos, y me hizo temblar con el deseo
renovado. Yo era vagamente consciente de que había algo que debía
recordar, alguna duda o algo que me preocupaba.
—Tener a mis bebés. — Presionó un beso en la base de mi garganta,
y lo que sea que estaba tratando de recordar flotó fuera de mi conciencia.
Mi cuerpo estaba muy claro acerca de su respuesta a la idea del
embarazo, contraído como un puño, como si pudieras meter la palabra en
mi núcleo y mantenerla allí.
—Amamantar mis bebés. — Inclinado hacia abajo, Red metió un
pezón en su boca y lo succionó duramente, enviando otra nueva
contracción de lujuria a través de mí. —Vivir conmigo como mi
compañera. — Red centró su atención en el otro seno, y estúpida como
estaba siendo dejando a mi cuerpo decidir, al parecer eso es lo que estaba
haciendo.
Red cerró los dientes suavemente sobre mi pezón, y gemí. —Espera
un segundo. — Red me dio un último lambetazo con su lengua. —Hay
algo que quiero hacer primero. — Red sonrió, y yo le sonreí. Luego me
sacó mis pantalones, me levantó en sus brazos y me llevó de nuevo a la
cama.
—Eso fue algo bueno. — Levanté mis brazos hacia él, pero Red negó
con la cabeza.
—No era eso.
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

Me dejé caer sobre la colcha, extendiendo los brazos y las piernas en


señal de rendición. —Muy bien, hazlo.
Red presionó con el pulgar en mis labios. —Primero, dime que me
quieres.
Eso fue fácil. —Te quiero—. Chupé su dedo pulgar en la boca, y Red
respiró profundamente.
Presioné un pie contra su erección, que se asomaba de sus
pantalones vaqueros. —Chica mala. Baja.
Busqué los botones de la bragueta. —Quieres que baje, yo bajo.
—Espera un momento. — Red sacó su navaja del bolsillo de atrás y
yo parpadeé sorprendida.
— ¿Para qué es eso?
Red no estaba sonriendo. —Suena como si no confiaras en mí, Doc.
—Yo confío en ti—, le dije, con tanta certeza como pude.
—Bien— Red se fue lejos de mí, y mientras miraba desde la cama,
cliqueó un botón en el mango de hueso, liberando la hoja de cuatro
pulgadas que había estado presionada contra el cuello de Magda. El
cuchillo, que era una antigüedad, era ilegal en unos cuantos estados, pero
Red siempre lo llevaba, del modo que otros hombres llevaban navajas
suizas. De cerca, pude ver los símbolos tallados en la hoja, así como el
mango. Red me había explicado una vez su significado: la garra de oso, la
forma de doble diamante que algunos llaman el ojo del chamán, el patrón
geométrico conocido como el rastro del coyote, porque no podías saber
su dirección.
—Bien, porque esto sería peligroso si no tienes total fe en mí. — Red
se acercó a la chimenea y empujó la hoja en las llamas.
Oh, Dios, esto era una especie de prueba de lealtad de los hombres
de afuera, como ir a la tienda local de tatuajes para tatuarte el nombre de
tu amante permanentemente en la carne. Estaba suponiendo que Red
había renunciado a que yo siempre llevara su anillo de compromiso, y
había pensado que nada decía —nuestro amor no morirá jamás— como
una marca indeleble de posesión. Excepto que el amor aún podía morir,
incluso aunque tuvieras el nombre de tu novia marcado en la piel. Todo
lo que cambiaba eran las cicatrices emocionales que serían visibles a
simple vista.
Hubo un crujir de tablas mientras Red volvía hacia mí, el metal del
cuchillo brillaba intensamente en rojo, luego anaranjado. En el exterior,
las ventanas se sacudieron con la fuerza del viento, y me encontré a mí
misma deseando que Red y yo no estuviéramos tan solos. Mientras
miraba el metal caliente, y me reconocí a mí que detrás de todas mis
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

excusas prácticas, había otra, una razón más complicada de por qué no
había llevado puesto el anillo de Red: yo había sido ambivalente acerca
volverme a casar tan pronto. Había cometido un error. Yo no quería
cometer otro.
Y sí, yo todavía estaba un poco ambivalente. Tal vez más que un
poco. Tal vez es por eso que necesitabas un análisis de sangre para
obtener una licencia de matrimonio. Si más matrimonios tenían
implicados derramamiento de sangre, probablemente habrían muchos
menos divorcios. —Sabes—, le dije, con cierta vacilación, —No estoy
segura exactamente de qué es lo que tienes en mente, pero las marcas,
los tatuajes – no son realmente lo mío.
Ví algo de parpadeo en los ojos de Red, como si estuviera haciendo
un cálculo rápido en su cabeza. —No es necesario que recibas los
símbolos, si no quieres. Podríamos sacar una muestra de sangre.
Tragué. — ¿No crees que pudiéramos simplemente hacer el amor?
Red negó con la cabeza. —Este es un rito sagrado. — Su voz era
extrañamente plana, como si estuviera decepcionado de mí. Me di cuenta
de que a pesar de que Red había pasado mi prueba, yo estaba fallando la
suya. En todo el tiempo que había estado tratando de decidir si Red era
correcto para mí, yo nunca había considerado que él pudiera decidir que
yo no era la adecuada para él.
— ¿Qué vas a hacer?
—Casarme contigo. En la forma Limmikin. Mezclamos nuestra
sangre. — Se quedó allí, en sí mismo, sin realizar ningún intento de
convencerme con sus palabras o por medio de su tacto, a pesar de que
debe haber sabido que cualquiera de esos intentos me hubieran
empujado al borde. Sentí una oleada de deseo para él tan fuerte que mis
brazos me dolieron por llegar a él, pero vacilé. La pregunta de mi madre
volvió a mí: ¿Es Red Mallin realmente el hombre que deseas para padre de
tus hijos?
La respuesta de mi cuerpo fue un rotundo sí. La sola idea de eso
hizo que mi matriz se contrajera de nostalgia. Y era posible que ya me
hubiera quedado embarazada. Pero como yo le había dicho a Hunter, por
encima del cuello, es donde tomo mis decisiones. En mi cabeza, fui a
través de las objeciones de mi madre: Ese hombre haría cualquier cosa
para mantenerte con él. Mentir, robar, engañar, matar. Por otro lado, mi
madre se había equivocado acerca de su primitivo sentido de la lealtad:
yo había, de hecho, estado con Hunter, y Red me había perdonado.
A menos que se tratara de un truco, y ahora la intención de Red
fuera herirme o desfigurarme como venganza. Me quedé mirando sus
ojos, la sombra de oro caliente brillando en sus ojos color avellana
mientras la hoja se enfriaba y yo ya no sostenía mi brazo hacia él. Se
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

quedó quieto un rato más, y luego dobló el cuchillo sobre sí mismo


mientras que su rostro se cerraba. —Está bien, Doc,— dijo, con voz un
poco ronca. —Yo no te culpo ni un poco.
Una imagen vino a mí, entonces: Red, utilizando el cuchillo para
tallar los diseños en una cuna mientras yo me sentaba en una mecedora
junto al fuego, con las manos en la gran redondez de mi vientre. —Red.
Me miró con el rostro resignado. —No necesito escuchar la
explicación. Lo entiendo.
Le tendí mi brazo izquierdo. —Quiero hacerlo. Cásate conmigo.
Los ojos de Red se abrieron por un momento, y luego sacudió la
cabeza. Habían sombras bajo sus ojos, y en ellos. —No, Doc, no quieres.
Simplemente no quieres decepcionarme, y eso es realmente dulce de tu
parte, pero no es suficiente. Si haces esto con dudas en tu corazón, no va
a funcionar.
Cualquiera hayan sido mis reservas antes, estaba invadida ahora por
la convicción de que fuera este hombre, de voz suave e irónica y muy
capaz, el que debería ser el padre de mis hijos. Por un momento, me
pregunté si podía confiar en mí misma. Después de todo, no sólo había
traicionado a Red con Hunter, me había traicionado a mí misma. Tal vez
esta opción, al igual que la otra, podría estar siendo influenciada por las
hormonas que clamaban por el apareamiento y la reproducción. Pero
después de mirar esa posibilidad directamente, la rechacé. Nunca
podremos conocer nuestra mente por completo, pero en toda mi vida,
nunca me había sentido más segura del curso que debía tomar. Cuando
yo había tomado mis votos con Hunter, yo había estado medio loca de
felicidad, mientras Hunter se había enfrentado al burocrático oficinismo
con una sonrisa perpleja. En ese momento, yo había pensado, No se
siente real.
Pero esto, esta ceremonia primitiva y personal que requería una gota
de mi sangre, esto se sentía real.
Me acerqué a la Red y me arrodillé a sus pies. Yo sabía que era
tradicionalmente el hombre el que se ponía de rodillas, pero al infierno,
eso era porque, tradicionalmente, era el hombre el que tenía el poder. En
nuestra relación, sin embargo, había sido yo la que tenía todas las cartas.
—No hay dudas en mí. Yo quiero esto.
Red me miró, y luego extendió su mano para levantarme. —Abra, no
puedes fingir tu camino en esto— saltó un músculo en el lado de su
mandíbula. —Si tú no estás completamente segura acerca de este vínculo,
no se trata sólo de que no va a funcionar, podría ser peligroso.
Me quedé donde estaba, a sus pies, mirándolo. —Estoy segura.
—Abra, te tomó cinco minutos tomar la decisión.
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

—Y ahora está hecha.


—Está bien, cariño. — Su mano me acariciaba el pelo. —Todavía
podemos hacer el amor. No es todo o nada.
— ¿Por qué me mientes?
Eso lo sobresaltó. —Yo no te estoy.
—Entonces estás mintiéndote a ti mismo. Si nos detenemos aquí, no
sólo nos quedaremos como estamos. Bueno, lo admito. Tal vez todavía
hay una fracción de duda en algún lugar dentro de mí. Me he quemado
antes. Pero incluso aunque no funcionara de esta manera, incluso si fuera
peligroso, quiero aprovechar esa oportunidad.
Red me miró un momento más, luego se arrodilló y me abrazó, me
balanceó de un lado al otro. —Oh, mi chica. Mi chica hermosa. — Red
besó el interior de mi muñeca, y luego se abrió camino hasta el pliegue
del codo. —Quítate la ropa.
Lo hice, pero no tan rápido como él. Desnuda, le di mi brazo
izquierdo.
—Gracias—, dijo, su voz llena de emoción. —Esa era la clave - que
confiaras en mí.
Dejé escapar el aliento que no sabía que estaba reteniendo. —Así que
la hoja... ¿es simbólica?
—No exactamente. — Red se abrochó los pantalones vaqueros, luego
sacó la navaja del bolsillo de atrás. Yo parpadeé sorprendida. Sentí un
dolor agudo e hice un sonido agudo mientras Red incrementaba su
apretón en mi brazo y hacía un corte limpio y pequeño en la parte
interior de mi codo. Mientras la sangre brotaba, mi mirada voló para
encontrarse con Red. Él había hecho un corte horizontal a través de la
vena, pero antes de que pudiera decir algo, el cuchillo brilló mientras
hacía un corte vertical a través del pliegue de su propio codo.
— ¿Estás loco?— Por un momento, todo lo que sentí fue el asombro
que el realmente me había cortado. Se me ocurrió, aunque tarde, que se
trataba de cobrarse una deuda.
Red negó con la cabeza, y luego presionó su boca contra la herida,
extrayendo la sangre de la superficie. Vi sus ojos volviéndose lobunos
con mi sabor, y mi naturaleza animal respondió con una corriente
caliente de excitación. No estaba pensando como una mujer, sino como
un lobo cuando puse mi boca en su brazo, llenando mi nariz con el
aroma. Pasé la lengua lentamente por la sangre que brotaba de su corte, y
luego coloqué la boca más firmemente sobre su carne. Red dio un
gruñido bajo, de dolor o de placer, o ambos, y luego ambos nos
separamos, jadeando.
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

Yo estaba vagamente sorprendida al darme cuenta de que mi brazo


ardía un poco, y que la habitación había crecido confusamente. Nunca me
había debilitado ante la visión de sangre. — ¿Qué es esto?
—Magia—. Con su cuchillo, Red cortó una tira de la parte inferior de
la camiseta que yo había usado y la envolvió alrededor de nuestros
brazos, uniéndolos. Luego, tomando mi rostro en su mano libre, Red me
besó con tanta ternura que yo sabía que era él, era más que sólo la
atracción de la luna y el olor y el celo. Esto era intensamente personal.
—Sé que es probablemente un poco tarde para preguntar, pero hay
peligro de que... el hecho de que yo gritara '¿Estás loco?' ¿significara que
mi mano se va a caer o algo así?—
Sentí la risa Red contra la piel de mi garganta. —No.
— ¿Voy a saber si todavía estoy en peligro, o si ha pasado?
— ¿Cómo sabes que quería decir que eras tú la que estaría en
peligro?— Bajó sus labios al hueco de mi garganta.
La realidad se apoderó de mí en una ola de frío. —Quieres decir que
eres el estás... te he puesto en peligro y nunca me dijiste…
—Doc—. Sus labios clamaron los míos, y el besó mi aliento.
— ¿Qué?— Me incorporé, respirando con dificultad.
—Cállate—. Me besó de nuevo, su mano libre enredada fuertemente
en mi pelo, un bienvenido, dolor anclado.
—Por favor, por favor, por favor. — Tiré a Red encima de mí,
tratando de deshacerme de sus pantalones vaqueros. Con mi brazo
izquierdo atado a su derecho, esto fue un poco como participar en una
carrera carnal de tres patas.
—Tranquila, tranquila—, dijo Red, una pista de risa en su voz.
—A la mierda lo de tranquila—, gruñí, demasiado cuerda para jugar
bien.
Algo estalló en su mirada ámbar, volviendo sus ojos de oro. Entró en
un rápido empuje, tan duro que podía habernos lastimado a los dos si no
hubiera estado todavía húmeda de la última vez. Pero yo estaba lista para
él, más que lista, y su casi violento movimiento envió explosiones
salvajes de placer dentro de mí, la resistencia a la tracción de sus
músculos mientras trabajaba entrando y saliendo de mí empujándome
hacia atrás por el suelo con cada embestida fuerte. Yo estaba más allá del
dolor, y al cruzar los tobillos en la espalda de la Red, me perdí en el ritmo
de sus caderas bombeantes, en el sonido del golpeteo fuerte, de carne
contra carne, y el bajo canto ronco constante de maldiciones u oraciones
de Red. Yo planté mis talones en el suelo, tratando de encontrarme con el
eje de Red, tratando de llevarlo más profundamente, y entonces sentí
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

algo que cambiaba adentro, el canto de Red se volvió más duro. Mientras
el placer comenzaba a subir, me di cuenta de que todo lo que Red estaba
diciendo, no estaba en Inglés. Mis ojos se abrieron, y para mi sorpresa, vi
que mientras Red entraba y salía de mí, nos estábamos confundiendo
juntos, nuestros esquemas mezclándose y fundiéndose. Yo parpadeé, y
parecía como si estuviéramos compuestos de puntos brillantes de colores
y luz, como si las mismas moléculas y átomos nuestros se hubieran
vuelto visibles, y por un momento pensé: Tal vez estamos cambiando.
Nos había pasado durante las relaciones sexuales antes que cambiáramos
- de hecho, era bastante usual que el orgasmo provocara el cambio - pero
esto se sentía muy diferente. Esto era la esencia misma de nuestros seres
mezclándose y combinándose y recombinándose. Yo ya no sabía dónde
terminaba Red y empezaba yo
Esto no era mera química dibujándonos juntos, era alquimia, mágica
y transformadora. Por un momento, me acordé de otro día, hace mucho
tiempo, cuando yo había perdido mi contacto con la realidad, y sentí una
oleada de pánico dentro de mí. Pero yo no podía aguantarla, ni a mí
misma ni al pánico, y mientras el placer se construía dejé de intentarlo y
simplemente me dejé ir.
Red clamó por mi boca, tragándose mi llanto a medida que nos
disolvíamos el uno en el otro, al mismo tiempo que cruzábamos desde un
estado de ser a otro.
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

Durante los siguientes cinco días y noches, yo fui un lobo. En las


películas, los hombres lobo volvían a ser humanos con la salida del sol, y
al principio, eso había sido así para mí. Pero ahora, mientras la luna se
mantuvo visible en el cielo de invierno, me quedé como un lobo. Red, que
podría haber optado por convertirse en humano, se mantuvo en su forma
de cánido también. Supongo que era una luna de miel, aunque una algo
poco habitual.
Recuerdo mi nariz resoplando en la nieve, en busca de la esencia de
la hibernación de ratones y ratas de campo, escuchando sus latidos
cardíacos lentos debajo de la tierra. Cuando encontrébamos una,
escarbábamos en sus agujeros con las garras delanteras, cavándo para
sacarlas afuera y luego saltando y abalanzándonos sobre ellas, como los
gatos. Recuerdo persiguir un conejo joven a través del bosque, Red
corriendo junto a mí, chocando conmigo y haciéndome bromas hasta que
nuestra presa se escapó y terminamos en una pila, mordiendo el cuello
uno al otro y luego lamiéndonos la cara.
Nuestras mañanas y noches las dedicábamos a aparearnos,
acariciarnos, luchar libremente, y cazar. Por las tardes, dormíamos
enroscados, respirando el amado aroma de la piel del otro, inhalando el
aroma de los lugares en los que habíamos estado en la misma forma en
que un humano hubiera visto fotografías. Era como ser muy joven de
nuevo - la sensación continua de ser cuidado, tocado, acariciado, y
adorado. Cuando había estado muy lejos del lado de Red, había sentido
una ligera sensación de ardor en el lado izquierdo, cerca de mi corazón.
Yo había sabido sin tener que preguntar que este era el resultado de
nuestro vínculo de sangre, pero no había sido hasta ahora que empecé a
preguntarme cuánto tiempo duraría este efecto secundario. No mucho
más, esperaba. Tener la sensación equivalente a la acidez estomacal cada
vez que iba a más de una milla de distancia de mi novio iba a ser un
calambre en mi estilo de trabajo.
Salvo que él no era simplemente un novio ahora. Según Red, ahora
estábamos casados, al estilo de los Limmikin.
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En nuestra forma de lobo, vagabamos por las fronteras de nuestro


territorio. Primero viajamos hasta la Antigua Montaña Scolder, donde
aullábamos en armonía con la manada de Jackie, observados por una
triste Pía en forma humana, su rostro pálido asomado por la capucha
forrada de piel de su parka.
La invitamos a unirse a nosotros, nuestras voces subiendo y bajando.
Necesitábamos una beta en nuestra pequeña manada, que parecía no
pertenecer con sus viejos amigos, que merodeaban en torno al remolque
de Jackie, dejando una barrera de olor que decía: Mantente lejos.
Vamos, Pía, aullamos, y por un momento, ella armonizó. No nos
importa que seas humana, canté, pero no sirvió de nada. Al final, ella
caminó de regreso al remolque de Jackie, una figura angustiada en
zapatos de nieve.
A medida que avanzábamos por el bosque, pudimos sentir la
presencia de manitús, tanto como eran o no los animales se parecían. A
su alrededor, el aire ondeaba en una distorsión extraña, y luego había una
sensación de presión, como si se comprimiera la atmósfera, plegándose
sobre sí misma, haciéndose densa, con realidades superpuestas. Yo no
tenía miedo de la misma forma en que lo habría tenido de haber estado
en dos piernas.
Aún así, me quejé un poco cuando pasamos por una gran área donde
el aire de la línea divisoria pesaba sobre mí con tanta fuerza que sentía
como si estuviera haciendo un camino a través de aguas profundas. Esto,
lo sabía, era la cantidad de nuestra realidad que era desplazada por el
gran oso. Traté de pensar en él como un leñador canadiense francés, pero
en esta forma, sólo podía sentirlo como osuno, vasto y poderoso. Aún así,
como lobos y osos, no éramos enemigos. Había viejos tratados entre
nosotros, que permitía que compartiéramos en algunos casos de
matanza, si la carne era suficiente.
Y había una presa recién muerta. Podía oler la sangre, y por un
momento, no supe de qué tipo de animal venía. Entonces me di cuenta:
venía de un ser humano. Gemí casi inaudiblemente y empecé a
retroceder, con ganas de irme lo más lejos posible de esa carga y de este
lugar peligroso como fuera posible. Red me lamió la oreja,
tranquilizándome, mientras el olor se marcaba en la línea divisoria entre
nuestro bosque y el del Limminal. Me di cuenta de los diseños rayados en
los troncos de los árboles, y había lo suficientemente humano en mí para
reconocer los símbolos del cuchillo de Red: la garra de oso, los ojos del
chamán, los rastros del coyote. Yo no sabía si eran pabellones místicos o
señalizaciones, pero tuve la sensación de que al menos sirvían como
recordatorios visuales, marcando un límite, delineando un territorio. Por
el momento, parecían estar conteniéndolo.
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A medida que nos alejábamos al trote del humano muerto, sin


embargo, mi mente de lobo dejó de preocuparse por Bruin dejando el
correo en nuestro patio trasero, y lo que era humano en mí, no pudo
mantenerle en el pensamiento. Los lobos son criaturas del presente.
Cuando llegamos a un bosquecillo de árboles, Red se detuvo a
olfatear el aire, y luego partió al galope mientras algo grande partía desde
su escondite. Le seguí pisándole los talones, capturando una visión de los
rebotes de cola blanca y gorda del ciervo que estabamos persiguiendo. Mi
corazón latía con fuerza, sentí que toda mi conciencia se hacía un túnel
enteramente a la búsqueda de la presa. Era una vieja hembra, y la
perseguimos por el bosque bajo la cubierta de nieve de un campo de
maíz en el lado este de la ciudad, cerca de las cavernas Behemoth. A
medida que la cansábamos, los cuervos y halcones y buitres comenzaron
a dar vueltas, alertas de la perspectiva de una comida. Zorros y coyotes
también nos encontraban, pero manteniendo una distancia respetuosa
mientras Red y yo hacíamos todo el trabajo duro de tratar con las
pezuñas de la cierva y derribándola.
Y entonces, justo cuando empezamos a festejar, lo escuchamos: el
aullido de una manada rival. En un principio, eran Hunter y Magda,
diciéndonos que estaban cerca. Y luego hubo otras dos voces, hombres
jóvenes. Estos debían ser los hermanos de Magda, que venían a unirse a
ella. Y con ellos, su manada era el doble del tamaño de la nuestra. No
podíamos verlos, pero el viento nos trajo sus esencias, donde podíamos
decir que estos hombres nuevos no eran capaces de cambiar por
completo en la forma de lobo. Lo que les hacía cazadores pobres, pero
buenos luchadores.
Cuando volvimos a casa, mientras la luna comenzaba a menguar,
descubrimos que la manada de Magda había marcado con su aroma
nuestro territorio. Había un rico aceite de las glándulas de olor que había
venido de alguien frotándose la cabeza y las mejillas en contra de la
corteza de los árboles, el clásico —Kilroy estuvo Aquí— el graffiti de un
hombre aficionado en su mejor momento. Y allí estaba también el más
agudo, más acre olor que decía: —Manténgase Alejado—, —Perro
Guardián en el lugar,— con un —Intrusos Serán Procesados— tirado en
una buena medida. No era el olor de Hunter, sino uno de los hermanos, y
me di cuenta de que Magda lo había elegido a uno de sus parientes para
ser su alfa, mientras que retenía a Hunter como su compañero. No era
raro en la naturaleza de lobos hermano y hermana que reinaran como
alfas, pero yo tenía la sensación de que Hunter no iba a estar demasiado
contento con su nueva falta de estatus.
Red recuperó nuestras fronteras, y después de dudar un momento,
me uní a él. Como su compañera, también era responsable de mantener
nuestras esencias - delimitantes en buen estado, pero yo sabía que por la
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forma en que estaban las mandíbulas de Red que íbamos a tener que
hacer frente a esta nueva amenaza el próximo mes.
En las primeras horas de la noche, Red y yo hicimos nuestro camino
de regreso a nuestra cabaña. Red debió cambiar para abrir la puerta, pero
yo estaba tan cansada que no puedo recordarlo. Me desperté en la cama,
lo cual me sorprendió, ya que estaba bastante segura de que me había
ido a dormir acurrucadoda en el suelo. Cuando abrí los ojos por primera
vez, sentí una oleada de decepción por ser humana de nuevo. Mi primer
pensamiento fue que las vacaciones se habían terminado y estaba de
vuelta en la realidad.
Pero algunas cosas no habían vuelto a la normalidad.
—Buenos días—. Red estaba sonriéndome, sosteniendo una taza de
café. Él tenía una toalla envuelta alrededor de su cintura, y olía cálido y
limpio, como si acabara de bañarse. —Toma un poco de café - está fresco.
— Extendió una taza, y yo luché para sentarme. Antes había creído que
Red estaba enamorado de mí, y yo pensaba que lo amaba, pero lo que
pasaba entre nosotros era infinitamente más fuerte. Este era el amor de la
manera en que yo lo había sentido por Hunter en los primeros días, un
brillo constante, un dolor dulce continuo, una feroz y profunda ternura
que calaba hasta el hueso. Excepto que con Hunter, el amor había estado
teñido con ansiedad, y el conocimiento de que la intensidad del
sentimiento no era correspondido. Con Red, la sensación estaba
magnificada y amplificada por la correspondencia, como si fueramos
nuestro propio circuito pequeño de retroalimentación de energía y
emoción.
Red se hundió en la cama junto a mí y me miró inhalar el café y
luego tomar un sorbo. El aroma limpio y masculino de él me llenaba con
el sentido del lobo de ser el correcto y de pertenencia. Como si pudiera
leer mi mente, Red me acarició la mejilla y me susurró: —Compañera de
manada. — Apoyó los dedos en la parte interior de mi codo, donde me
había cortado en la ceremonia. — ¿Cómo te sientes?
—No estoy seguro. — Vino mi voz en un graznido áspero, y Red,
sostuvo la taza por mí, mientras yo tomaba otro sorbo de café. Tuve esa
cálida sensación de ser una niña otra vez. — ¿Me trajiste hasta la cama la
anoche?—
—Estabas tan fuera de sí, que tuve que hacerlo.
Miré por la ventana. Todavía estaba oscuro, pero en esta época del
año, eso no me decía mucho. Y se sentía como si fuera de mañana. —
¿Qué hora es?
—Las cinco y cuarto. Creo que nuestros cuerpos están aún con
horario de lobo—. Se inclinó y me besó, su mano rugosa por el trabajo
ahuecaba mi mandíbula, su boca era una bendición en la mía. Yo quería
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

respirarlo, todo él, y convertirme en él, traté de mover las piernas


presionando contra él. Red se retiró, riendo con deleite. —Esta es una
clara ventaja de ser humano, querida, pero estoy a punto de derramar tu
café caliente encima de nosotros. — Me di cuenta de que había estado
tratando de equilibrar mi vaso en su mano todo el tiempo que habíamos
estado besándonos.
—Oh, Dios, lo siento.
— ¿Qué tal si sólo pongo esto abajo y tratamos de nuevo? Yo como
que echaba de menos las manos, también. — Red dejó la taza, pero antes
de que pudiera llegar a mí moví las piernas hacia un lado de la cama.
—Por mucho que te quiera con manos, hay algo que tengo que hacer
primero.
—Entendido. — Red se trasladó a un lado, y yo me quedé sin aliento
cuando me levanté y vi los arañazos y hematomas a lo largo de mis
brazos y piernas. En una inspección más cercana, Red estaba muy
golpeado, también. Había marcas de dientes en su brazo y en mi muslo.
—Oh, Dios mío. ¿Qué pasó con la curación rápida?
—Probablemente sobrecargamos nuestro sistema un poco. ¿Quieres
un poco de ese ungüento de oso?
—Ugh. ¿Hay alguna otra solución?
Red me dio una sonrisa socarrona. —Un baño caliente, un desayuno
caliente, y un hombre amoroso. — Fue jugando deliberadamente con su
acento de Texas, y yo me reí.
—Me anoto para eso—. Arrastré la colcha de la cama y me la envolví.
Yo no tenía ganas de estar mostrando mi pobre cuerpo maltratado en ese
momento, sobre todo cuando no podía ver con claridad.
Poniendo mi mano en mi nariz, dije: — ¿Supongo que no sabes
dónde dejé mis gafas?
—Aquí. Las encontré en el suelo, pero no creo que estén rayadas.
—Gracias—, dije, examinando los lentes a la luz.
—Y aquí está tu bolso y otras cosas. — Me puse las gafas y volví a
ver a Red que me entregaba mi cartera, junto con un montón de ropa
cuidadosamente doblada - el traje de Manhattan que compré con Lilliana.
— ¿De dónde vino esto?
Red se encogió de hombros. —No lo sé. Yo sólo las encontré sobre la
mesa anoche. Ella debe haber pasado por aquí, mientras que los dos
estábamos aún afuera.
Todavía me sentía mareada, me di cuenta de que había una nota
metida en el bolsillo de la camisa doblada. Tomé un sorbo de café antes
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

de abrir la nota, la cual decía: Dejo esto en la cabaña esperando que te


encuentres bien. Llámame cuando vuelvas - nada de juzgar, te lo
prometo. Recuerda, soy tu amiga y siempre seré sensible con tu situación.
Lilliana. La página estaba arrugada y un poco sucia, como si hubiera sido
pisoteada. Excepto que se había insertado con mucho cuidado en el
bolsillo de la blusa, la cual parecía inmaculada.
—Hey, lindas especificaciones, Doc.
—Gracias. — Miré para arriba, parpadeándole una sonrisa sorpresiva.
Había algo en la nota que me seguía molestando, y yo estaba a punto de
preguntarle a Red cuánto tiempo había estado levantado y haciendo,
cuando me di cuenta de que necesitaba ir al baño rápidamente. Yo
hubiera preferido usar nuestra letrina de afuera para tener una mayor
privacidad, pero no creía que pudiera llegar tan lejos. —Discúlpame—,
chillé, y luego me precipité en el cuarto de baño pequeño.
Es curioso cómo todas las novelas románticas que he leído no
mencionan lo que el número de relaciones sexuales les cobra al cuerpo
femenino. Me estremecí, pensando que necesitaba una buena semana
para recuperarme - o, mejor dicho, me podría tomar si no me podía curar
como un licántropo. Por extraño que parezca, todavía había una débil
línea en la muñeca, donde mi sangre se había mezclado con la de Red.
Cuando salí, Red me había preparado un baño, él me ayudó a entrar
y me entregó mi café. Mientras me empapaba en mis dolores y heridas,
Red me lavó el pelo, sus dedos tan calmantes contra mi cuero cabelludo
que casi me quedé dormida.
—Me pregunto cómo Malachy la ha estado llevando sin mí—, le dije,
mientras Red me envolvía en una toalla caliente.
—Preocúpate por eso después, — murmuró Red, animándome y
llevándome hacia la cama.
—Estoy muy adolorida para hacer el amor—, le dije.
—Maldita sea, la luna de miel realmente se terminó.
Yo me reí, y luego vi como Red nos cocinaba el desayuno a los dos,
consistente en dos huevos revueltos y salchichas. Comimos del mismo
plato, luchando por los pedazos de salchicha hasta que recordé,
tardíamente, que yo nunca comía carne a menos que estuviera justo antes
de cambiar.
Luchando contra una oleada de náuseas, dejé mi tenedor. —Esto es
raro. — Tomé un bocado de pan tostado, con la esperanza de que eso
conformara a mi estómago.
Red entendió de inmediato. —Tú acabas de pasar tres días enteros
con sus noches, como un lobo,— dijo Red. —Es natural que tu cuerpo
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

necesite un poco de tiempo para adaptarse. Además, este estaba al aire


libre y era orgánico, por lo que el cerdo murió feliz.
Sonreí mientras Red guardaba los platos y abría una ventana para
disipar el fuerte olor de salchicha frita. Luego se acostó a mi lado,
completamente vestido, acariciando mi espalda mientras me hundía en
un sueño agotador.
Cuando me desperté de nuevo, el cielo estaba claro y él se había ido.
Hambrienta de nuevo, me obligué a mí mismo a ponerme de pie,
luchando contra el peculiar mareo que me había venido y tratando de
alcanzar el sofá para sostenerme. ¿Qué demonios había hecho yo para
estar en este estado?
Poniéndome las gafas, cojeé hasta mi bolso. Sabía que Red podría no
estar llevando su teléfono celular, pero sentía tal abrumadora explosión
de amor y necesidad de él, que al menos tenía que intentarlo. Mi brazo
izquierdo estaba ardiendo en un camino que conducía directamente a mi
corazón, y el sentimiento iba creciendo cada vez más fuerte, como una
reacción alérgica. Por un segundo, me pregunté qué habría sucedido si yo
también hubiera permitió a Red dejarme su marca en mí. Recibir los
símbolos, lo había llamado él. Completar el ritual me hubiera ayudado
con esta sensación, ¿o me hubiera hecho arder por mi amante aún más?
Cuando cogí el teléfono, me encontré con un mensaje de texto de
Red: ´Trabajo de emergencia. Estaré para la cena, compañera´. Me reí de
mí misma como una adolescente, preguntándome si lo último se entendía
como un sustantivo o como un verbo. Luego, cuando hube guardado el
mensaje, vi que eran las ocho y media de la mañana, y me di cuenta que
tenía menos de media hora para llegar al trabajo. Malachy esperaba que
me fuera un par de días durante la luna llena, pero esta vez me había
quedado como lobo unas veinticuatro horas completas más que lo
normal. No había tiempo para comer otra cosa, lo que era una lástima, yo
estaba reconsiderando mis escrúpulos acerca de la salchicha, ya que
había estado deliciosa. Yo estaba poniéndome la ropa interior cuando se
me ocurrió algo. Alcanzando mi bolso de mano, mis dedos se cerraron
sobre la bolsa de gamuza que Red me había dado para sostener mi piedra
lunar. Sin estar del todo segura, sacudí la bolsa, y el colgante de piedra
lunar se derramó en mi mano.
La piedra estaba fresca en la palma de mi mano, pero yo sabía que la
plata me quemaría si la seguía sosteniendo. Actuando por impulso, me
deslicé el collar en mi cuello, pensando: estoy casada. Pueden no haber
habido accesorios, flores y música barroca en de fondo, pero me sentía
que como una novia, extasiada y amada.
Toqué la piedra lunar, sin saber que era lo que esperaba - tal vez una
confirmación de color rosa brillante de que todo estaba bien, o al menos
eso era lo que yo esperaba. En cambio, el colgante comenzó a nublarse en
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

un herido color azulado - púrpura. Yo no sabía lo que presagiaba, pero sé


que no era un reflejo de mi estado de ánimo. Me recordó el estado de la
nota de Lilliana, y que poco probable era que mi amiga exigente y
elegante metiera una nota desordenada en una blusa limpia.
Los inicios de una preocupación débil y aún sin forma comenzaron a
formarse en mi cabeza.
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

—Bienvenida de nuevo al trabajo—, dijo Malachy mientras yo


entraba por la puerta de atrás y tomaba mi bata, que colgaba del armario
de la oficina.
— ¿Tuviste unas lindas vacaciones?
—Había luna llena, Malachy. — Me puse la bata haciendo una mueca
de dolor mientras mis hombros protestaban adoloridos. —No es como si
tuviera elección.
—Bueno, espero que te hayas divertido,— dijo él en un tono
sarcástico que no coincidía con el agotamiento en su cara y sus ojos.
Tenía las mejillas hundidas, y debajo de las capas de su abrigo de
laboratorio, un chaleco de lana, y unos anchos pantalones de franela gris,
su cuerpo parecía casi esquelético. —Como puedes, tenemos algo de
apuro.
Abrió las persianas para que yo pudiera ver en la sala de espera, que
estaba abarrotada de gente con sus animales. Todos los asientos estaban
tomados, y algunas personas se vieron obligadas a permanecer de pie.
— ¿Qué pasó con el doctor Mortimer? ¿Se fue de vacaciones?— Hasta
donde yo sabía, el otro veterinario de Northside no se había tomado un
tiempo libre desde mediados de los años cincuenta.
—Ya lo llamé—, dijo Malachy, cerrando las persianas. —Está tan
ocupado como nosotros, si es que no más.
— ¿Qué está pasando?— En la otra habitación, podía escuchar a Pía
diciendo a un cliente que los médicos ya estarían en un momento.
Malachy abrió el armario de medicamentos con su llave y sacó unos
frascos diferentes. —No estoy seguro de si se trata de una epidemia o
simplemente del pánico de una pequeña ciudad que una persona lo pone
en marcha hacia otro. Pero sea lo que sea, se ha vuelto cada vez peor en
los últimos días.
— ¿Los síntomas?
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

—Los perros no comen, beben copiosamente, gruñendo


inadecuadamente a los miembros de la familia. Hay mucho pánico ante la
posibilidad de que sea la rabia, como puedes imaginar.
— ¿Pero no es rabia?
Malachy enarcó las cejas. —Por supuesto que no es rabia. Eso sería
demasiado simple. Las pruebas de laboratorio dan negativas a la rabia y
el parvo, pero todavía estamos recibiendo informes de mapaches
rabiosos y zorros comportándose agresivamente hacia la gente. —
arrastró su mano por el cabello, Mal añadió: —El buen sheriff y yo no
estábamos seguros de a quien hemos extrañado más, a tí o al jengibre
cazador de ratas que tienes por novio.
Bueno, eso explicaría por qué Red había desaparecido tan pronto.
Crápula. Después de mi interludio de corridas por el bosque, apenas
estaba preparada para un día normal de trabajo, y mucho menos una
emergencia. Debo haber perdido al menos unas quince libras en mi luna
de miel lobuna, y mis pantalones más estrechos, un par de pantalones de
pana marrón de la universidad, estaban tan sueltos que amenazaban con
caerse. Para colmo de males, los rápidos cambios en las hormonas habían
hecho que mí apenas brassiere de copa B me dejara los pechos tan llenos
y sensibles que incluso ponerme un sujetador me hacía daño. La luna
podría estar en decadencia, pero todavía era lo suficientemente completa
como para hacerme sentir que estaba con menos del cien por ciento con
el programa, si el programa en cuestión significaba usar zapatos y formar
oraciones completas.
Pero la parte más difícil de ir a trabajar había sido irme sin haber
visto a Red de nuevo.
Aguanta, me dije. Eres una profesional.
Malachy puso algo en el bolsillo de su bata de laboratorio y cerró el
gabinete de las medicinas. —Correcto—, dijo, un poco más fuerte. —
¿Lista para hacer frente a la loca multitud?—
—Te respaldo—, le dije. En el momento en que salimos de la oficina,
fuimos engullidos por la gente y sus preguntas.
— ¿Cuánto tiempo va a tomar esto? ¿Qué está pasando ahí atrás?
—He estado esperando durante cuarenta y cinco minutos!
—Me parece que no puedo explicar a la recepcionista lo enfermo que
está mi Baby!
Esta última voz latosa era conocida. Haciéndose camino con sus
hombros a su manera a través de los otros clientes, Marlene se abrió paso
al frente de la multitud, su pelo largo y negro bromeó en un estilo hecho
popular como Elvira, Mistress of the Night. Las uñas de dragón de
Marlene se estrecharon en torno a —Baby—, un resoplido, de ocho
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

semanas de edad, un negro cachorro pequinés que llevaba un vestido


rosa de algodón a cuadros.
El cachorro fue el reemplazo de Queenie, supuse. Algo pequeño en
esta ocasión, por lo que podría controlar sus movimientos.
—Como pueden ver, estamos teniendo un número inusual de
clientes el día de hoy—, dijo Malachy, con altivez aristocrática, llevando la
mujer de vuelta a la sala de espera. —la Dra. Barrow y yo los atenderemos
a todos a su turno.
—Así que espera tu turno, Marlene,— dijo Jerome bruscamente, con
su espesa barba sobresaliendo. El ex empresario de Manhattan estaba
usando su disfraz habitual con una camisa de franela roja, un overall
holgado y botas de obrero, pero él parecía haber perdido su campechana
actitud de La pequeña casa en la pradera. En un clásico movimiento de
Wall Street, se maniobró frente a otros tres clientes, moviendo su porte
animal como si se tratara de una pieza de ajedrez. Lo que fuera que
tuviera dentro del trasnportador estaba haciendo un ruido horrible, como
un gemido, y luego escupiendo a algunos adversarios invisibles.
—Pero Baby está tan enfermo—, dijo Marlene, sonando realmente
preocupada por el cachorro. —Ella sigue teniendo estas convulsiones. Y
cuando ella se levanta, parece tan diferente - ella apenas parece
reconocerme.
—Es extraño—, dijo una joven con flequillo morado y delineador de
ojos negro y grueso. —Mi cachorro está haciendo la misma cosa. — Indicó
el labrador negro apático sentado en el suelo a sus pies. —Y sus orejas la
están molestando. Ella se las rasca, pero estas se le siguen parando.
Miren—. Como vimos, el cachorro de labrador se rascó con furia las
orejas, las cuales levantó por un momento, dándole un aspecto extraño,
casi lobuno.
—Baby está haciendo eso, también—, dijo Marlene. —Y creo que sus
piernas están dándole problemas. Ella se mantiene aullando cada vez que
la dejo en el suelo— Marlene lo demostró: El pekinés gritó y se cayó de
lado. Su vestido de algodón de color rosa rasgado por un costado; Baby
estaba superando el gusto en ropa de su madre.
—Ella tiene las piernas largas para un Peke—, dijo la joven. —Tal vez
por eso la están lastimando
—Estoy segura de que no solía tener las piernas largas—, dijo
Marlene, mirando hacia abajo a su cachorro. —Me dijeron que era de
calidad de exibicionismo. Pero ahora que lo dices, sus piernas parecen
estar haciéndose más largas. Y lo mismo ocurre con su cola. ¿Las colas
pueden volver a crecer?
Kayla, a quien yo no había notado antes, se empujó hacia adelante.
Genial, todas mis personas favoritas en un solo lugar. La camarera de
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

Moondoggie, que había ganado cinco libras más y que estaba estallando
en su blanca camisa de cuello negro y su minifalda, cargaba un maltés en
sus brazos. Por lo menos yo pensaba que era un maltés. Las orejas y la
cola parecían como si pudiera haber algo de Pomerania en él.
—A mí me suena como si hubiera algún tipo de virus raro de perro
en el ambiente—, dijo en voz baja, como avergonzada de hablar delante
de mí. — ¿Hay algún tipo de enfermedad que pueda cambiar la forma de
las orejas de un perro y la cola? Porque mi maltés, Bon Bon, ha empezó a
verse, así, como un lobo—.
Malachy encontró mis ojos. —Lo hay—, admitió lentamente. —Pero
creo que es muy poco probable que muchos perros diferentes, hayan
sido afectados a la vez.
— ¿Va a ser peligroso?— Marlene miró al pequinés. —He oído que
una dominguera fue encontrada muerta en su propiedad en la Antigua
Montaña Scolder. El documento decía que había sido un oso, pero a lo
mejor sus propios perros la mataron!
Recordé el olor memorizado de la sangre humana, y pensé: Así que
eso es lo que era.
— ¿Qué pasa con los gatos? ¿Esto puede extenderse a ellos? Porque
la señorita Priss está actuando muy extraña, y algo raro está pasando con
su cola y sus patas traseras—.
Mal y yo dirigimos nuestra mirada a Jerome, que estaba abriendo el
picaporte de su porta animales. —No, los felinos no son susceptibles—,
comenzó Mal, y entonces todo lo que estaba a punto de decir fue cortado
ya que el habitante del transportador saltó fuera, arqueando la espalda y
silbando como si un caos hubiera estallado.
La Señorita Priss era un gato montés en una habitación llena de
perros. Sorprendiéndome a mí misma tanto como a todo el mundo,
agarré el perro más dominante y grande por el cuello y lo dejé tirado
sobre sus pies.
El pastor, que había sido el líder en la guerra de bandas contra el
enemigo felino, se quedó mirándome un momento, luego aplanó las
orejas e intentó lamerme la cara. Sumisión. Lo dejé pararse, y luego volví
la mirada a cada perro, a su vez, obligándoles a acostarse. Algunos se
acicalaron en un intento por calmar sus nervios que estaban de punta.
Los cachorros, que habían ladrado entusiasmados, mojaron el suelo.
Cuando me acerqué al gato montés anteriormente conocida como
Miss Priss, sin embargo, ella arqueó la espalda, siseó, y me arañó la cara.
Esta era la primera vez que los perros y los gatos habían reaccionado a mí
de esta manera cuando estaba en forma humana, y me hizo preguntarme.
Pero traté de mantener mi cara profesional, cuando me dirigí a Jerome. —
Jerome, pon a la Señorita Priss de vuelta en su portador.
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

—Vamos, niña, hay que ir—, dijo con voz temblorosa, pero con sus
manos empujando en su gran parte trasera. Esto no era bueno: En el
tiempo que había tomado evitar una crisis, Miss Priss había crecido
demasiado para entrar en su portador.
—Vamos a ponerla en una de las oficinas—, dijo Malachy. Pía corrió
desde detrás del escritorio para ayudarnos, y con una escoba, los tres nos
arreglamos para espantar al gato montés hacia adentro y cerrar la puerta.
Mientras escuchaba los impíos y ruidosos gruñidos que venían desde el
otro lado, me dí cuenta de que no había visto Padisha, el gato de la
oficina. Me volví a Malachy. — ¿Dónde está Paddy?
Mal suspiró. —Lo dejé en el patio esta mañana. Y no me mires así, yo
no tenía idea de que esto iba a suceder.
Pía se volvió hacia mí. —Paddy está ahí fuera. — Fue la primera vez
que realmente había hablado conmigo desde nuestra pequeña escena en
lo de Jackie. Me pregunté si ella había decidido que yo no era realmente
una amenaza, después de todo.
Tomé la mano de Pía y le dí una palmadita tranquilizadora. —Ya
escuché. Pero es un gato inteligente. Estoy segura de que puede cuidar de
sí mismo. — Sobre todo si se ha convertido en un lince. Pía dejó su mano
en la mía, y yo le dí un suave apretón a sus dedos antes de soltárselos.
— ¿De verdad crees que va a estar bien?
—Estoy segura que sí, — mentí. La verdad es que yo no tenía idea de
que fuera algo bueno o algo malo que nuestro gato estuviera afuera de la
oficina en este momento, pero seguro que estaba sintiendo todo un
nuevo respeto por Red. Simplemente invocar su nombre en mi mente
hizo que mi brazo izquierdo ardiera en una línea de deseo directo a mi
corazón.
—Muy bien ahora, de vuelta al asilo. — Mal y yo nos dirigimos a la
sala de espera, donde todos los clientes estaban hablando fuerte y rápido.
Los perros estaban tan agitados como sus propietarios, dando vueltas y
jadeando y gimiendo, y un perro que debe haber comenzado como un
sabueso estaba ladrando en voz alta.
Al igual que los otros perros, el sabueso no se veía más como uno de
pura raza. Su extraña conformación le asemejaba a un perro callejero con
una buena dosis de pastor en su mezcla. El perro que había comenzado
como un pastor alemán no había cambiado mucho en todo: todo lo que le
había sucedido era que sus patas traseras se habían enderezado, el
hocico se había alargado, y se había pegado a mi lado como mi beta. Y
Bon Bon, el perrito de Kayla, había crecido hasta el tamaño de un zorro
ártico adulto.
—Basta de esta mierda—, dijo Marlene mientras sostenía a su
pequinés, que ya había perdido la característica hundida de la cara y los
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

ojos saltones de su raza. —Quiero saber qué diablos está pasando aquí.
— El perro ahora se parecía a uno de esos nuevos híbridos – un Peagle o
Pekauser. En otra media hora, suponía, se vería como un Pekinwolf, y
entonces no habría nada de Peke en ella en absoluto.
—Muy bien, ahora, — dijo Malachy, cortando el bullicio. —Ahora,
¿todos han escrito sus nombres en la lista?
Nos fijamos en Pía, que se apresuró a volver detrás del escritorio
como un perro luchando de nuevo hacia su guarida. —Creo que la
mayoría de ellos firmaron—, dijo ella con voz trémula.
—Necesitamos que todos firmen su nombre—, dijo Malachy, y los
clientes empezaron a barajar ellos mismos una fila delante de Pía.
Me incliné hacia Malachy, que olía a antiséptico y medicina, y, debajo
de eso, a poder de simio e ira potencial. Toqué la piedra lunar, que estaba
usando sobre una capa de ropa interior de seda que parecía como un
cuello de tortuga, pero bajo mi jersey y bata de laboratorio. — ¿Qué es lo
que pasa con ella?
—No tengo ni idea, la chica ridícula no me permite tomar una
muestra de sangre. — Malachy dio media vuelta de espaldas a mí y
rápidamente palmó algo, que estalló en su boca.
Tuve un destello de ella, mirando a la luna llena con una miseria
extrema, incapaz de cambiar a la forma de un lobo. — ¿No puedes hacer
algo por ella? De modo que ella pueda cambiar, ¿de la forma en que lo
hago yo?
Malachy entrecerró los ojos. —Ese nunca fue el objetivo—, dijo con
tono cortante. Queremos que las células logren una nueva estabilidad.
Desde la recepción, hubo un grito de sorpresa. La cola se quedó
mirando mientras Pía miraba a Malachy, temblando de emoción. —
¿Quieres decir que... quieres decir que me hiciste esto a propósito?— Su
voz se elevó en la última palabra, y yo podría haber jurado que su
puntiagudo cabello castaño claro comenzó a erizarse. — ¿Tú lo hiciste
para que no pudiera cambiar?
—Pía, este no es el momento ni el lugar para discutir esos asuntos.
— La voz de Malachy era severa, y normalmente Pía se habría encogido y
aceptado. Hoy, sin embargo, ella entrecerró los ojos.
—Sólo dígame esto. ¿Puede arreglarme? ¿Me puede dar una inyección
o algo así puedo volver a cambiar de nuevo?
Los clientes estaban escuchando, y escuché murmullos: ¿Qué quiso
decir con volver a cambiar? El hace terribles experimentos, ya sabes. He
oído decir que mató a su madre por partes.
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

Por primera vez, me di cuenta de que los perros no eran los únicos
cambiando. No era tan evidente, pero parecía haber algo un poco más
bruto, un poco menos civilizado en la forma en Jerome estaba
manteniendo a Marlene fuera del camino. Tal vez fue sólo mi
imaginación, pero parecía como si Marlene y las otras mujeres estuvieran
más cambiadas y tuvieran más sospechas de lo habitual. La gente de
Northsiders tendía a tener un montón de calma, pero la mutación de los
perros falderos estaba empujando los límites de esta multitud. Kayla, en
particular, me miraba con los ojos entrecerrados. — ¿De qué se trata todo
esto? ¿Qué le hizo él a ella?
Yo la ignoré. —Pía—, comencé, pero Pía mantuvo su mirada
entrenada en Malachy.
—Dime—, dijo ella.
Mal sacudió la cabeza, tan apenas que no era casi un movimiento.
Casi sonaba arrepentido mientras decía, —No. No puedo revertir el
proceso.
Con un aullido de furia, Pía se lanzó sobre el escritorio. De pie frente
a Malachy, temblando de rabia, dijo. —Solía pensar que te amaba. Pensé
que te quería más que a mi propia madre. Pensé que hiciste lo que hiciste
- pensé que estabas tratando de ayudarme.
Pero yo era sólo un sujeto de prueba, ¿no es cierto?
Malachy tranquilamente metió la mano en el bolsillo de su chaqueta.
Si estaba sorprendido por la declaración de amor de Pía, no lo demostró
mucho, más que un destello de emoción. —Me niego a hablar de cualquier
cosa contigo si vas a hacer un berrinche, Pía.
—Por favor—, dijo ella, sonando como un niño herido. —Sólo dime.
¿Signifiqué algo para tí? ¿Algo al menos?— Una sola y gorda lágrima se
deslizó por su mejilla, y ella se llevó la mano para limpiársela, y luego
miró la humedad en sus dedos. Yo nunca la había visto llorar antes.
Malachy miró a los clientes, luego de vuelta a Pía. —Ya he dicho todo
lo que estoy preparado para decir del tema. — A pesar de su actitud fría,
estaba nervioso agarrando algo en su bolsillo con los dedos, sus pastillas,
me di cuenta. Tenía en la mano el frasco de la misma forma en que un
niño puede sostener uno de sus juguetes favoritos, para sentirse cómodo.
—Oh, lo has hecho, ¿no es así?— Al principio, pensé que iba a
pegarle, o ir a por su garganta. Pero yo había subestimado cuan humana
Pía se había vuelto. Como un flash, ella le alcanzó y le arrancó el frasco
de píldoras de su mano. —Tal vez me niego a dejar que tengas esto,
entonces.
—Pía!— las cejas de Malachy se juntaron, y su expresión era
atronadora. —Devuélveme eso en este instante!
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

—No—, dijo Pía, y su expresión era desafiante y emocionada y


asustada, una clásica mezcla adolescente. Por supuesto, Pía en realidad
no era un adolescente – no biológicamente, en ningún tipo de cambio.
—Pía!— Ella se volvió sobre sus talones y se metió de golpe en la
oficina, y por un momento, pensé que ella había corrido debido al enojo
de Mal. Entonces oí un golpe y ví a Malachy volverse blanco y
tambalearse.
—Mi suministro—, susurró, y luego la puerta trasera se abrió de
golpe y se cerró.
Haciendo caso omiso de las quejas y consultas de la gente, Malachy y
yo corrimos hacia a oficina de atrás, donde yo había colgado los grabados
de William Wegman y vimos que Pía había abierto la caja fuerte.
Me volví hacia Malachy, que se había hundido en un sillón y tenía la
cabeza entre sus manos. Yo puse mi mano sobre un hombro huesudo. —
¿Tienes más de los medicamentos que necesitas en tu casa?
Malachy negó con la cabeza. —Tuve que usarlos todos para pasar la
luna llena—, dijo, apoyando la cabeza en sus manos. —Yo estaba a punto
de hacer más.
Sentí una punzada de culpabilidad, recordando que lo había dejado
solo mientras estaba de lobo con Red. No es que yo tuviera una opción,
pero aún así. Le di a mi jefe una torpe palmada en la espalda, pensando
que en cierto sentido, esto era un éxito para Malachy. Su pequeña
protegida, había llorado lágrimas reales hoy. Y ella lo había traicionado.
Nadie podría decir que ella no era un ser humano ahora.
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

Una hora más tarde, Malachy y yo habíamos asegurado los perros en


vías de cambio en jaulas y cajas y cerrado la oficina. El estado de ánimo
de la multitud se había vuelto más feo, con Kayla acusando a Malachy de
siete diferentes tipos de abuso y Marlene despotricando que el virus que
afectaba a los perros podría transmitirse a los humanos. Yo estaba más
preocupada de que el virus de la licantropía había mutado de manera que
los seres humanos pudieran infectar a los perros. Después de todo, la
jugada de Malachy con el ADN viral había resultado en la transformación
de Pía. Tal vez el virus mutado había sufrido otra transformación.
Pero, por supuesto, yo no había dicho nada de esto en voz alta. Así
como no me había preguntado por qué el virus no se había manifestado
más en la mayor fase de la luna. En mi opinión, esa era la parte más
extraña de todas, pero nadie me había pedido mi opinión. Aún.
—Si hay alguna posibilidad de la transmisión entre especies—,
Malachy había dicho suavemente, —su mejor protección es la de volver a
casa ahora y dejarme correr pruebas sobre los animales. — A
regañadientes, los clientes se habían dispersado. Ahora Malachy se
hundió en una silla en la sala de espera, con la cabeza hacia atrás, los
ojos cerrados. —Correcto—, dijo, frotándose las sienes. —Primero,
necesitamos tomar muestras de sangre. A continuación, tenemos que ver
a través de diversos escenarios y determinar lo que estamos buscando.
Entonces tenemos que encadenarme en el sótano.
Dejé escapar una risita, para ser cortés, y Malachy me miró como si
yo hubiera tenido un accidente en el suelo. —No estoy bromeando, Sra.
Barrow.
—Oh, vamos, Mal, ¿no estás siendo un poco dramático?
— ¿Alguna vez te he sonado dramático? ¿Es esa una palabra que
hayas asociado conmigo en el pasado?
Bueno. Buen punto. Sin nada que decir, me di cuenta de que yo
nunca había visto a Malachy en esta especie de estado de ánimo, parecía
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

derrotado. — ¿Así que no podemos batir un nuevo lote de lo que sea que
tomes?
Malachy rodó los ojos. —Mi palabra, que idea maravillosa! Ahora,
¿por qué no pensé en ello? Eso fue sarcasmo, en caso de que no te dieras
cuenta.

Yo planté mis manos en mis caderas. — ¿Y puedo preguntar por qué


no puedes hacer más píldoras tú mismo?
Mal mantuvo los ojos cerrados mientras se masajeaba las sienes. —
Oh, absolutamente puedo hacer más de las píldoras para mí. Por
desgracia, en el momento en que estén listas, no será suficiente lo que
quede de mí para saber que debo tomarlas.
En la cargada quietud que siguió a su afirmación, me encontré
observando cosas sin importancia. La luz oblicua del sol a través de la
ventana, iluminando las partículas de polvo en el aire. Los volantes en la
pared para gatos y perros callejeros, dejados por los dueños que los
querían de vuelta, y los volantes para perros y gatos en adopción, dejados
por dueños que querían deshacerse de ellos. Correas y los convites del
perro para la venta, la revista Perro de lujo sobre la mesa baja. Toda la
parafernalia de la normalidad, en un día que parecía dirigirse
directamente a una zona de penumbras.
—Aún eres tú, Mal—, le dije, y mi voz parecía muy fuerte en la
habitación en silencio. —No es que eres otro ser. Al igual que mi lobo
sigue estando en mí.
—No es lo mismo, Abra. — La voz de Malachy era cortante, ya sea
por la fatiga o la molestia. —Tal vez algo de tu esencia fundamental no se
modifica en la forma de lobo. No lo sé. Pero en lo que yo me transformo...
es transtornante. — Hizo una pausa. —Y en ese estado trastornado, me
deleito en mi humillada y degradante condición. Me divierto.
—No lo entiendo. ¿Qué haces que es tan terrible? He cazado ciervos,
Mal He agarrado a un ser vivo con mis dientes y lo he derrumbado. Tal
vez eso es degradante, pero cuando soy un lobo, no se siente de esa
manera. — esperé su respuesta, mi corazón latiendo con fuerza. Yo
nunca había hablado acerca de lo que hacía como un lobo con Red. Yo
nunca lo había discutido con nadie, y yo no estaba del todo segura de por
qué lo estaba revelando ahora.
—No es terrible—, dijo Malachy. Se volvió hacia mí, sus ojos claros
en su cara oscura. —Si tú piensas como un lobo, actúas como un lobo.
¿Pero alguna vez has sido algo menos que humana y más de bestia?
¿Alguna vez has tenido la consciencia suficiente para pervertir esos
básicos placeres animales?— Malachy mantuvo mi mirada. — ¿Alguna vez
has jugado con tu presa?
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

Yo no dije nada, pero el recuerdo de lo que había sucedido con los


jóvenes se repetía en mi cabeza. Eso no había sido la matanza limpia de
un lobo. Esa había sido yo, entre la mujer y el lobo, y se había sentido
vergonzoso.
—Ah—, dijo Malachy, apoyando su cabeza hacia atrás en la silla y
cerrando los ojos otra vez. —Veo que lo has hecho. Y es por eso que las
personas siempre han temido a los hombres lobo, supongo. Porque se
combina todo lo que es peor en las dos especies.
—No siempre—, le dije, con mi voz ronca.
—Tal vez no, para ti. Pero yo estaba tratando de aislar los genes que
controlan la agresión. Y como ya lo he dicho, yo no me transformo en un
lobo. Mi síndrome es más parecido al descrito por Robert Louis
Stevenson. — Con mi mirada desconcertada, él añadió, —en su novela El
extraño caso del Dr..Jekyll y Mr. Hyde. Honestamente, mujer, ustedes los
americanos ¿acaso leen libros en la escuela?
—Hey, yo vi la película.
—Eso sería divertido si no fuera tan triste. — Suspiró, y me di cuenta
de lo mucho que amaba discutir con él. Algunas personas tienen amigos
especiales para ver películas extranjeras, o amigos especiales para jugar
al tenis. Malachy era mi amigo especial para discutir.
Parecía viejo con los ojos cerrados, pensé, mirándolo ahora. Cuando
él me había estado mirando, me había distraído con las líneas y sombras
en su rostro. Pero ahora, él parecía más viejo que mi madre, que le
llevaba dos décadas a él. —Mal.
Su mano aún en su rostro, Malachy abrió los ojos y me miró a través
de sus dedos abiertos. — ¿Qué?
— ¿Me puedes dar las instrucciones para hacer las pastillas?
Malachy suspiró. —Y ¿de qué servirá eso?
—Yo puedo hacerlas por ti, y dártelas a tí si no estás en el estado
mental adecuado—. Malachy se quitó la mano y me miró. — ¿Qué?
—Eres brillante. O es que eres un imbécil. No puedo decidir cuál de
las dos.
—Hey, tal vez las dos cosas. ¿Cuánto tiempo podemos tardar en
reunir todos los ingredientes?—
Malachy se sentó. —Tiene que hacerse por etapas. Puedo dejar
escrito todo y podemos hacer los primeros pasos ahora.
—Tengo una petición.
—En este momento, creo que haría cualquier cosa que deseara, Sra.
Barrow.
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

Sonreí, porque era muy muy dulce estar escuchando esto. —


Cualquier cosa, ¿eh?
Con un encogimiento de hombros triste, Malachy se enmendó, —Si
está a mi alcance para darlo.
—En ese caso, tan pronto como hayamos terminado de mezclar tu
poción, tendré que comer algo. Vamos a ir a buscar algo de comer.
Por un momento, Malachy parecía que iba a decir algo. Luego hizo
una inclinación burlona con su cabeza y dijo: —Que sea el almuerzo,
entonces.
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

Yo siempre había sospechado que uno de los principales


ingredientes de las pequeñas píldoras de Malachy sería Carbamazepina,
un estabilizador del ánimo de uso frecuente para prevenir las
convulsiones. En su lugar, resultó confiar en la mezcla anterior de
Fenobarbital mezclada con Diazepam, junto con el Bromuro de potasio, lo
que explicaba por qué por lo general no tenía apetito. Como veterinario,
Mal me explicó, que el Fenobarbital era más fácil de adquirir.
Por otra parte, se mantenía tan delgado que su cuerpo tenía que
romper músculo para obtener glucosa lo que de hecho era parte del plan
de control de lo que tomaba. Había algo más ahí, sin embargo, que
Malachy se negó a explicar. Él lo puso a correr en la centrifugadora,
llamándolo su — ingrediente secreto— y me dijo que tenía que ser
mezclado al caer la noche, desnudo, con sólo velas para alumbrarse.
Y no, añadió, no estaba bromeando. Sí, por supuesto, él lo había
intentado de la otra manera. Cinco veces.
Media hora más tarde, las imágenes espontáneas de Malachy como
un brujo desnudo todavía estaban apareciendo en mi cabeza y me hacían
reír. Mal me miró como si pudiera golpearme, si hubiera tenido la fuerza.
Pero como estaba, apenas tenía energía para caminar dos cuadras hacia el
café Belle Savage.
—Hey, Abra. Hola, Malachy, — nos saludó Penny mientras
colgábamos los abrigos en el perchero. Viniendo del frío y el gris, el café
se sentía maravillosamente cálido y luminoso y acogedor. Había un buen
olor de pan recién horneado que impregnaba el ambiente, y un tenue
aroma de algo de sabor delicioso. Una vieja canción de las Hermanas
Andrews estaba sonando en el fondo, algo sobre el ron y la Coca-Cola.
—Aquí tienes,— dijo Penny, que puso un gran plato de estofado de
carne en frente de un joven sentado en una esquina.
El joven levantó la vista de su portátil. Mientras empujaba sus gafas
de montura metálica más sobre la nariz, parecía un poco sorprendido por
la apariencia de Penny. La más joven de las tres hermanas Grey, Penny
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

claro no se había dado cuenta del hecho de que ella estaba llegando a los
ochenta años. Su cabeza parecía demasiado grande para su figura
arrugada, y llevaba el pelo recogido en un elegante bobo platino rubio, el
flequillo haciendo hincapié en el tamaño de plato de sus ojos azules, los
lados balanceándos haciendo apóstrofes en la dentadura blanca y
reluciente revelando su gran sonrisa. Todo junto en un vestido azul y el
bígaro delantal blanco con volantes que hacía juego con las cortinas,
parecía una versión espantosa de la actriz Carol Channing.
Tomaba un tiempo acostumbrarse.
El joven se aclaró la garganta. —Pero aun no he hecho mi pedido.
—El olfato—. Penny indicó el guiso, y olfateó el joven. — ¿Y? ¿Lo
quieres, o no? —
—Creo que lo quiero—, dijo el joven, sonando aturdido. Solamente
los domingueros trataban pedir de la pequeña pizarra donde figuraban
los especiales del día de la cafetería. Los regulares sabían que Penny y
sus hermanas decían lo que realmente querías, y siempre era correcto,
incluso si tenías una punzada inicial de dudas.
Eché un vistazo alrededor de la cafetería. Ahora el joven estaba
trabajando alternativamente entre su guiso y tecleando en un ordenador
portátil. El otro cliente era otra joven, muy bien vestida mamá en un
destacado y caro uniforme de madre mía de fin de semana, de blusa de
tirantes usada sobre un jean de piernas largas y estrechas, y tiro bajo. Su
hijo, que lucía a juego una sudadera de Princeton, se negaba a comer su
adorable sándwich. Yo sabía lo adorable que era, porque la madre seguía
diciéndonoslo a todos en una transmisión de voz continua.
—Pero Winston, es un sándwich adorable—, dijo persuasivamente.
Winston volvió a hacer un puchero, evitando el pan. —La señora dijo
huevo suave con burbujas! Yo quería que el huevo con burbujas!
—Hervido, no con burbujas, cariño, y no es seguro comerlos pasados
por agua, puedes coger algunos de esos malos gérmenes de salmonella.
Esto es cheddar, y a ti siempre te gustado el cheddar.
Winston respondió gritando que no, no, no y trató de volcarse de la
silla alta. Miré hacia otro lado, tratando de ocultar mi sonrisa. No valía la
pena ignorar el consejo de las hermanas.
—Vamos a sentarnos aquí, ¿de acuerdo?— Malachy me dirigió hacia
una mesa que estaba del otro lado de donde estaba la joven madre. La
habitación era demasiado pequeña para que nosotros no alcanzáramos a
escuchar, sin embargo, e incluso con la música sonando, Mal y yo
teníamos que mantener nuestras voces bajas. En el momento justo, las
Hermanas Andrews comenzaron a cantar —Bei Mir Bist du Schön—.
—Muy bien—, dije: —Creo que tenemos que hablar de Pía.
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

Antes de que pudiera decir otra palabra, sin embargo, Mal estalló en
una carcajada. — ¿Tenemos que hablar de Pía? ¿Qué es esto, una
telenovela? En poco tiempo, voy a degenerarme en un estado bestial. Hay
una epidemia de therianismo transformando a los perros en lobos, y
nuestro gato de oficina podría estar rondando la ciudad en forma de
tigre—. Malachy se pasó las manos a través de su pelo lanoso y dio otra
risa rota. —Y Cristo, no debemos olvidar que está el problema del manitú.
Y con todo esto que está sucediendo, ¿tenemos que hablar de Pía?
—En realidad, tengo un par de problemas para agregar a tu lista—,
admití, pensando en los hermanos de Magda y de la nota sucia de Lilliana.
—Pero creo que tenemos que discutir lo de Pía.
Malachy me miró con un desprecio de tercer grado. —No tengo
interés en discutir lo de Pía. Ella tiene esta idea absurda de que me ama,
porque ella ha transferido su devoción perruna de Jackie hacia mí. Esto
no es un asunto para analizarlo.
—En realidad, yo estaba pensando que habláramos de si la cepa
mutada del virus con la que la infectaste podrían o no estar afectando a
los otros perros.
Malachy parecía haber sido disciplinado. —Oh. Bueno. Sí, eso parece
un escenario probable.
Antes de que pudiera seguir con otra pregunta, Penny
apresuradamente llegó a la mesa. —Bueno, ahora—, dijo, llenando los
vasos con agua de una jarra. — ¿Qué será hoy, amigos? Sé que usted
quiere una taza de té, Malachy, y tal vez ¿algo de queso light de cabra y
quiché de tomate?
Mal inclinó la cabeza, y Penny volvió su atención hacia mí.
—Café y... no, no, café no, ¿qué tal un poco de adorable cerveza de
jengibre fresca para ti? Y yo sé algo que te va a encantar: fondue de
queso! Es eso perfecto, ¿o qué?—
—Suena maravilloso, — dije, y Penny me miró y se apresuró a
regresar a la cocina.
—Por lo tanto,— continué mientras Malachy reflexivamente revisaba
su bolsillo por sus píldoras, —tenemos que conseguir que Pía regrese y
tomarle una muestra de sangre. A menos que le hayas hecho pruebas
recientemente. —
Malachy negó con la cabeza. —No. Recientemente se ha negado a
dejarme monitorear su condición. Yo no tengo idea de en lo que está
metida ella últimamente.
—Ella quiere ser más que un experimento médico para tí. — Y, no
añadí, que yo sabía cómo se sentía. Mis sentimientos por Malachy no eran
románticos, pero al igual que Pía, deseaba que el reconociera que nuestra
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

relación era más que profesional. Él había sido mi mentor, y era natural
que ahora quisiera que me reconociera como un igual. No, más que eso:
yo quería que me reconociera como un espíritu afín.
Malachy miró hacia abajo con su larga nariz hacia mí. —Siento una
conferencia cerca. Algún bromuro de melaza sobre ética médica y el
respeto a las personas, sin duda.
—Tú la trataste como si fuera un conejillo de indias, ya sabes.
—Te ruego me disculpes. Cuando era un perro, la traté como un
sujeto de experimentación. Cuando ella era humana, le di un trabajo.
¿Qué más quieres de mí?
Me encogí de hombros. — ¿Yo? Ni una cosa. Ella, sin embargo, parece
haber querido algo más - amor, supongo. — Pensando en Red, metí la
mano en mi bolso, tanteando en él mi teléfono celular.
Malachy me miró horrorizado, como si hubiera sugerido que probara
el beso francés con el pequinés. —Pero ella es apenas humana... y ella es
un bebé.
—Ella es tan humana como tú la hiciste,— le dije. —E incluso si ella
es inexperta en nuestra cultura, biológicamente hablando, ella es una
mujer adulta. Ella tenía que, ¿tres años de edad el octubre pasado? Eso es
alrededor de veintiocho para una persona. A menos que ella esté
envejeciendo en años de perro, por supuesto. ¿Es así?
—No, por supuesto que no—, espetó Malachy. —Entonces, ¿qué estás
diciendo: la hice, ¿así que ahora ella es mi responsabilidad?
Levanté las cejas.
—No quise decir que no me haría cargo de ella... como es
perfectamente evidente. — Malachy levantó su mano izquierda y empezó
a contar las vías en sus dedos. —Uno, le he dado entrenamiento. Dos, la
supervisé. Tres, le doy de comer. Cuatro, le pago. — Bajando su mano,
Malachy dijo: —Lo único que no hago, de hecho, es permitirle estar en mi
dormitorio.
Yo me erguí, sorprendida por este pedazo de información. — ¿Ella
en realidad te dijo que quería dormir en tu habitación?
—Ella me dijo que quería dormir en mi cama, pero ella insiste en que
estaría feliz de dormir acurrucada en el suelo. No me mires así, por
supuesto que me negué. — Malachy alcanzó su bolsillo, recordó que las
pastillas no estaban allí, y luego se pasó la mano por la cara. —En
cualquier caso, no podría tener relaciones sexuales con esa niña tonta,
aunque quisiera—. Malachy apartó la mano y dijo, con la mayor
naturalidad en el asunto, —La medicación que controla el progreso de mi
enfermedad también inhibe el funcionamiento sexual.
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

Eché un vistazo para ver si la madre y el niño habían escuchado,


pero por suerte, estaban preocupados por eliminar la corteza. —No me di
cuenta—, dije yo, torpemente, recordando nuestro interludio en el frente
de la cabaña. Sin pensarlo, toqué la piedra lunar debajo de mi camisa, y
por un momento, vi la silueta de otro hombre en torno a Malachy, uno
grande, más fuerte, una figura más oscura, gobernado por la pasión en
vez de la razón. — ¿Le has explicado el problema, ah, a Pía?
—Por supuesto que sí—, dijo Malachy, sin hacer ningún intento de
ocultar su creciente irritación. —Yo piensó que con tal brusquedad podía
resolver el problema, pero sólo empeoró las cosas. Ahora Pía ha estado
detrás de mí para que deje de tomar los medicamentos.
Traté de no sonreír. —Oh.
Malachy giró los hombros, mirando por encima del hombro a una
pintura abstracta de círculos dentro de cuadrados dentro de los círculos.
—Yo iba a decirle que aunque fuera físicamente capaz, yo no estaría
inclinado a involucrarme en todas las complicaciones infernales del sexo
en el lugar de trabajo.
—Tal vez con un lenguaje más sencillo—, sugerí.
Malachy se encontró con mis ojos, y por un momento, vi un destello
de luz de color verde brillante en su interior. —Aunque, hablando
hipotéticamente, si me inclinara a ello, yo por lo menos elegiría a una
mujer con la que pudiera tener una conversación inteligente. — Hubo un
momento de silencio, mientras yo trataba de pensar qué decir, y luego
Malachy agregó: —Como tú. —
Yo estaba enmarañada. De acuerdo con las tradiciones de Red, yo
estaba casada. Y hasta ese momento, había estado navegando en un mar
de contenta. Pero en el largo momento que Malachy mantuvo mi mirada,
mi pulso se aceleró y mi sangre corrió. Él me quería. Me dije que era la
sorpresa de oírle decir las palabras que me estaba calentando. Eso, y el
hecho de que yo siempre había querido que mi antiguo profesor brillante
reconociera mi inteligencia y me concediera un estatuto especial de su
aceptación. Pero a pesar de aquel momento extraño a principio de mes,
no me había sentido atraída físicamente por Malachy. Y en todo caso, se
trataba de una hipotética declaración de deseo.
—Gracias—, dije por fin. —Me halaga que pudieras pensar en mí de
esa manera. Quiero decir, si no fuera por la medicación—, continué,
forcejeando y hundiéndome más profundamente en la incomodidad.
—Oh, yo pienso en tí de esa manera, incluso cuando estoy con la
medicación. No elimina el deseo, sólo los medios de satisfacerlo—.
Malachy sonrió, con una leve sonrisa, irónica lleno de un conocimiento
muy masculino. —Pero yo no estoy diciéndote nada nuevo, aunque en la
ocasión aquella, no usamos las palabras—.
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

Y allí estaba: El reconocimiento de que lo que había pasado entre


nosotros ese día no había sido una aberración debido a las hormonas y el
estrés.
Me aclaré la garganta. —Pero, por supuesto, estoy con Red—, le dije,
dándome cuenta de una débil sensación de ardor en el brazo izquierdo.
—Sí, así es—, dijo Malachy por igual, como si yo hubiera hecho una
observación útil en una clase. —Y en cualquier caso, voy a tener una
ventana muy pequeña entre llegar a ser totalmente funcional y perder
toda capacidad de discriminar. Ahora que estoy sin los medicamentos,
tengo alrededor de... — Mal miró su reloj, —de seis a ocho horas, calculo,
hasta que me convierta en un peligro para ti o cualquier otra mujer entre
las edades de dieciséis y sesenta años.
No pude reprimir un pequeño ahogo de risa. — ¿Quieres decir que
vas a ir del celibato a ser una máquina de sexo?—
Malachy llevó su mano a su bolsillo, y luego se detuvo. —No habrá
nada mecánico en mí. Voy a ser una criatura de impulsos y agresión y
lujuria. Y por lo que puedo comprobar, no voy a ser lindo, tampoco. —
Cerró los ojos por un momento, dijo,— Y yo voy a requerir de tu ayuda
para contenerme—.
No tuve tiempo para preguntarle o elaborar nada, ya que la hermana
mayor de Penny, Dana, había llegado con el té de Mal y la cerveza de
jengibre. — ¿Y cómo les está yendo a ustedes amigos hoy?— A diferencia
de su hermana flaca, Dana era un tanque de mujer en un traje marrón de
estilo años setenta, con el tipo de pechos que mantienen a otros a una
distancia respetuosa. Su cabello tenía la distintiva forma alcachofa que
adquiría al dormir con ruleros y la aplicación libre de laca para lograr el
peinado, pero por alguna razón, no llevaba la dentadura hoy, y su boca
parecía una arrugada bolsa medio vacía.
Con una velocidad y eficiencia que desmentía su edad, Dana
estableció el té de Mal y mi cerveza de jengibre, y luego dejó el quemador
chico para la olla de fondue. Cuando terminó, Dana se detuvo y me miró
por un momento, con las manos en las caderas amplias. —No sé lo que
Penny estaba pensando. Usted no quiere hoy la fondue, ¿verdad? Jugando
con el pan y el queso. Una hamburguesa grande y bonita, eso es lo que
usted necesita. En cuanto a ti—, le dijo a Malachy, —Usted no quiere
quiché, desea salchichas con puré. — Batiendo lejos el quemador de la
fondue, se dirigió a la cocina.

—Sí, por supuesto, la salchicha inglesa va a ponerme a mí derecho—,


murmuró Malachy bajo su respiración. —Es mejor que lo sirvan con
rapidez, antes de que empiece a balancearme de la lámpara de araña.
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

No me cuestioné por qué sonaba tan amargado. A pesar de que


había muchas razones para creer que yo sería capaz de inyectarle una
dosis inicial de su medicina, Malachy sabía que iba a perder
temporalmente su capacidad de razonar, y que yo iba a verlo en su
estado irracional. Eso sería vergonzoso para cualquiera, pero
especialmente para un hombre como Malachy, que estimaba la razón por
encima de todo.
Puse mi mano sobre la de Mal, deseando saber cómo calmarlo. Para
mi sorpresa, sentí una oleada de calor en este pequeño contacto, y luego
Mal cerró sus dedos sobre los míos, y se me cortó la respiración. Yo no
había querido que él interpretara mi toque como sexual, pero yo no sabía
cómo retirar mi mano. Sus ojos verdes brillaban como los de un
licántropo, Malachy lentamente acarició el pulgar sobre la superficie de
mi palma, enviando una corriente de electricidad a través de mí.
Se veía diferente, me di cuenta cuando vi su cara. Más joven. Más
saludable. Más vital.
Había menos canas entrelazadas con sus nerviosos rizos negros. El
medicamento que había controlado su enfermedad también le había
estado envenenando. En la ausencia de éste, su control podía estarse
debilitando, pero su cuerpo estaba cada vez más fuerte.
Tuve que quitar la mano. Estábamos tomados de la mano ahora, y
cualquiera podía vernos, Red podía vernos – Red - y luego abrí la boca y
me alejé mientras un dolor punzante me reventaba a través de mi brazo
izquierdo.
— ¿Qué sucede, Abra?— Malachy me tomó del brazo en sus manos y
le dio la vuelta, inspeccionando la cicatriz. La delgada cicatriz de la
ceremonia de las rosas parecía inflamada, y latía desagradablemente. —
¿Qué te has hecho a ti misma?— Él parecía molesto, como si fuera el
mismo de siempre.
De la mesa a la derecha, el joven levantó la vista de su portátil. —Ella
no se ha hecho eso a sí misma.
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

— ¿Disculpe?—, dijo Malachy, girando hacia el joven que estaba


sentado en el rincón, de espaldas a la pared.
—Perdone que lo interrumpa, — dijo el joven con acento idéntico al
de Magda. —Pero esa cicatriz se la dieron. — Empujó sus gafas de
montura metálica pasadas de moda. Estaba en sus mediados veinte años,
tenía un rostro pálido, limitado, serio. Entre el botón bajo de la camisa y
las gafas de alambre como montura, tenía el aspecto de un sabio de un
siglo anterior, pero este claramente no era el caso: yo podía ver lo
suficiente de la pantalla de su ordenador portátil para saber que era una
vista aérea de nuestro pueblo.
Me di cuenta de que él debía ser uno de los hermanos de Magda,
haciendo reconocimiento. Asintiendo con la cabeza hacia mi brazo, dijo:
—Usted está apareada, ¿no?
—Lo siento, pero no recuerdo que ninguno de nosotros haya pedido
su opinión—, dijo Malachy brevemente. Él tenía la habilidad británica
para hacer que un —lo siento— sonara como un sinónimo de —
profundamente ofendido.
—Perdóname, interrumpí su conversación. — El joven sonrió con
tristeza, más a mí que a Malachy. Tuve una sensación de que las mujeres
por lo general le perdonaban todo y nada. —Pero creo que debería
saberlo, ya que usted la está tocando, y ella pertenece a otro.
—Bueno, usted debería ocuparse de sus propios malditos negocios.
— Malachy volvió su atención hacia mí. —Así que, ¿este muchacho está en
lo correcto? ¿Tú y Red están apareados?— Él le dio a la última palabra un
énfasis irónico.
Asentí con la cabeza, sintiendo como si hubiera admitido algo
vagamente vergonzoso. Le eché un vistazo al hermano de Magda,
preguntándome si debía decir algo, pero él regresó a trabajar en su
computadora portátil.
—Bueno, supongo que las felicitaciones deben hacerse a la orden—,
dijo Malachy. — ¿Qué significa esto, precisamente?: ¿Tú y Red están
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

creando una madriguera juntos?— el tono sardónico de Malachy fue lo


que yo había esperado, pero había algo en el conjunto de su rostro que le
dio a las palabras un énfasis diferente. A él no le hizo gracia, estaba
molesto.
—Sí, eso es lo que significa, — dijo nuestro vecino.
Malachy fulminó con la mirada al joven de una manera que hubiera
reducido tanto a internos como a residentes a tartamudos imbéciles. —
Creo que podemos llevar a cabo nuestra conversación sin su ayuda.
—Por lo menos, creo que eso es lo que significa,— dijo el joven,
frunciendo el ceño como si estuviera confundido por algo. —Sin embargo,
su olor... — se volvió y me miró con interés no disimulado. Interés
masculino. —Ustedes no están del todo apareados, ¿verdad? Hay un
rastro de... usted todavía está disponible, creo.
Y entonces comprendí por qué el hermano de Magda interrumpía, a
pesar de su actitud moderada. Yo no estaba exactamente en celo, pero no
estaba completamente fuera de él, tampoco.
Malachy pasó el dedo sobre la cicatriz en mi brazo, que quemaba
bajo su toque. En el pasado, si alguna vez hubiera tenido un pensamiento
fugaz de lo que sería como amante, hubieran habido libros involucrados
y conversación, un encuentro de mentes.
Pero había otro aspecto de Malachy, y ahora podía verlo mirando
desde detrás de sus ojos: un lado oscuro, crudo y carnal de una manera
que no era lobuno, pero podía hablar lobuno.
—Eso es interesante—, dijo Malachy. — ¿Te importaría explicar la
diferencia?
Si tú no tienes completa fe en mí, esto podría ser peligroso. Yo me
había negado a los símbolos, y a no completar el apareamiento, y ahora
estaba siendo castigada. O tentada.
Tal vez era Red el que estaba siendo castigado. Abrumada por la
culpa, me pregunté qué estaría Red sintiendo en el brazo derecho ahora.
— ¿Y bien?— Solicitó Malachy, y pude ver que el joven estaba
esperando, también. Yo me salvé de tener que responder cuando Penny
animadamente llegó con más de una bandeja cargada con los alimentos.
Lo que Dana le hubiera dicho, estaba claro que Penny había ganado la
discusión sobre nuestras órdenes. Dejó el quemador de la fondue en
frente de mí, encendió la llama, y a continuación, estableció los alimentos
delante de nosotros.
—Ahora bien,— dijo ella con un desafiante lanzamiento de su pelo
corto rubio, —les importaría seguir revolviendo la olla, ahora. Y tengan
cuidado, está muy caliente. — El queso burbujeante olía maravilloso, y se
me hizo agua la boca.
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

—Gracias, Penny.
—Disfruten—, respondió ella, pero al salir me pareció oír su
murmullo en voz baja, —cometí un error, mi trasero.
Decidí que era hora de cambiar de tema, me dirigí al joven, que
había ido de vuelta a su mapa satelital. —Supongo que es uno de los
hermanos de Magda.
—Grigore - el más joven. — Grigore asintió con la cabeza a Mal, y
después a mí. —Vasile es el doble de Magda. Y tú eres Abra. He olido tu
aroma en la selva. Por favor,— dijo, indicando mi comida. —No dejes que
te detenga de tu comida.
Pinché un trozo de pan con el tenedor largo de fondue y lo hice girar
en el queso. A pesar de la extrañeza colosal de todo, yo todavía tenía
hambre. —Escucha, — dije, dándome cuenta de que esta era una
oportunidad perfecta para hacer las paces con mis nuevos vecinos, —no
sé lo que Magda les ha dicho de mí, pero yo no quiero pelear contigo, o
cualquier otra persona.
—Entonces deberías irte. — Grigore extendió las manos en un gesto
de impotencia. —No es que yo lo deseo. Yo deseo, bueno, usted es una
mujer muy atractiva, y una hembra fértil es siempre bienvenida. Pero el
mío no es el voto que cuenta, usted entiende. Y voy a apoyar a mi
hermano y a mi hermana.
—Dime, ¿eres siempre un maldito idiota?— Malachy empujó lejos su
taza de té mientras pensaba que lo habían ofendido. —Debido a que
usted parece un hombre joven y brillante. No sé cuánto tiempo has
estado en la ciudad, pero seguramente te has dado cuenta que tenemos
algunos problemas que superan tu pequeño concurso de meadas.
— ¿Usted habla de la criatura Oso? Mi hermana dice que esta charla
de misteriosas criaturas Limminales es una estratagema para distraer. —
Grigore hizo una pausa, y se quitó las gafas para limpiarlas en una
servilleta. —Pero para ser honesto, estaba intrigado. Sus manitús suenan
como algo grande parecido a los Cabiros - antiguas deidades griegas.
—En realidad, me refería a lo que parece ser una epidemia que se ha
ido gestando cuesta abajo en la oficina
Grigore dudó antes de admitir: —Yo no estoy familiarizado con esa
palabra.
—Creemos que el virus de la licantropía podría haber mutado y
estaría afectando a los animales. — Miré de reojo a Malachy. —Pero no lo
hemos confirmado todavía.
Grigore pulsó un botón, cerró una ventana en su computadora:
Teníamos toda su atención ahora. —Ah, epidemia—, dijo Grigore, dando a
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

la palabra una entonación diferente. —Interesante. ¿Así que los perros


están infectados? Nunca he oído hablar de tal cosa.
—He estado manipulando el ADN viral—, dijo Malachy, tomando un
sorbo de su té. —Y recientemente uno de mis sujetos de investigación se
ha perdido.
Esa era la primera vez que oía de eso. — ¿Cuándo sucedió esto?
—Mientras estaba retozando bajo la luna llena—, espetó Malachy. —
Y antes de que me culpen a mí, debo decir que estoy bastante seguro de
que alguien o algo liberó al animal de su jaula. — Antes de que pudiera
hacer la pregunta, Malachy dijo: — Y no, no creo que fuera Pía. Habían
pequeñas impresiones de patas que conducían a la jaula.
— ¿Crees que fue uno de los manitús?—, le dije, tragando otro
bocado de pan con queso. Dios, me estaba muriendo de hambre. Mirando
a Grigore, expliqué: —Hemos invadido su espacio, y ahora están
invadiendo el nuestro.
—El tuyo, tal vez—, dijo Grigore, encogiéndose de hombros. —Pero
tenemos un mayor número.
Había algo en este Grigore que realmente me estaba dando una mala
impresión. Para un individuo todavía en sus veintes, tenía una manera
irritante de hablar, como si fuera el profesor y nosotros fuéramos los
estudiantes. —Escucha, Greg. — Le apunté con un tenedor de fondue. —
Yo no sé lo que son los Cabiros, pero he conocido a un manitú. No es algo
a lo que le puedas vencer por fuerza. Ni siquiera es algo que puedas
maniobrar. Es algo que se mete dentro de tu cabeza y comienza a hacer
que pienses que ofrecerte a ti mismo como un bocadillo de medianoche
es una idea genial. Este no es sólo un problema para nosotros, o para las
personas que viven cerca de la montaña. Los manitús se están
esparciendo, y tienen hambre.
—Y es muy listo—, agregó Malachy. —Yo dudo que la liberación de
este sujeto en particular haya sido un accidente. — Bebió otro sorbo de
té. —Por supuesto, esto no explica lo que está pasando con los gatos. Y
son mucho más preocupantes -el gato doméstico es la principal causa de
muerte de las aves cantoras. Si todos comienzan a crecer hasta el tamaño
de los gatos monteses, probablemente van a comenzar a cazar algo de
ese tamaño o un poco menor. — señaló Malachy al niño, que lo estaba
mirando, con la boca abierta. —Si algunos crecen a ser tan grande como
pumas, sin embargo, pueden acabar con la madre también.
Desde el otro lado de la cafetería, se produjo un gemido agudo. La
madre del niño estaba tratando de recoger las cosas a su hijo pequeño,
que se dispersaron por todo el piso. Me puse de pie para ayudarla y ella
levantó una mano.
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

—Oh, no, creo que han hecho suficiente!— La madre se arrodilló


abajo, la tanga era visible por encima de sus bajos jeans mientras ella
recogía un juguete de plástico. —En primer lugar, comienzan con toda
esa charla de S-E-X-O y apareamiento, y luego van hacia el lado de los
monstruos hambrientos. ¿No ven que han aterrorizado a mi hijo?
Winston, que había dejado de llorar, no parecía particularmente
aterrorizados mientras él miraba a su madre y le preguntaba: — ¿Qué es
el apareamiento?
—Nada bueno—, dijo la madre, apretando la mano de su hijo hasta
que él dio otro fuerte aullido.
—Lo siento—, le dije, mirando con impotencia cómo la mujer metía
los peluches de juguete en su bolso de gran tamaño y metía al niño
histérico en su chaqueta.
—Debería estarlo—, espetó la mujer. —¡Vamos, Winston, tenemos
que irnos!
Winston señaló con un dedo regordete en la cocina. —¡Pero la señora
gorda me dijo que me daría un frijol mágico!
—Desafortunadamente, tenemos que irnos, porque algunas personas
no tienen idea de cómo comportarse cerca de niños. — Levantó la mujer
al niño en la cadera y se fue, cerrando la puerta detrás de ella. En su
estela, una sola tapa de plástico amarillo se tambaleó con tristeza en el
suelo.
—Dios mío—, dijo Dana, secándose las manos en el delantal
mientras ella salía de la cocina. —Ella estaba apurada. — Dana nos dio un
destello de su escote impresionante mientras ella recogía el juguete, pero
mientras ella empezó a limpíar la tapa de la mujer, se congeló su sonrisa.
Yo me di cuenta de que estaba mirando a la mesa mientras su boca se
endurecía en una fina línea de desaprobación. —Disculpen—, dijo
bruscamente, y desapareció en la cocina.
Malachy y yo nos miramos el uno al otro mientras Dana regresaba,
llevando una bandeja con las salchichas y el puré de papas para él y una
hamburguesa a la parrilla con pan tostado para mí. —Lo siento mucho—,
dijo, removiendo el plato de Mal. —Yo le dije a Penny que esto no era lo
que querían.
—Yo estaba comiéndolo—, dijo Malachy secamente. —Estaba bien.
— ¿Y qué hay de tí?— Dana se puso a mi lado, las mejillas
encendidas de ira. — ¿Quieres esta hamburguesa o no?
—No suelo comer carne—, le contesté. —Pero que huele delicioso.
—Bueno, la quieres, ¿o no?
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

—Ya comencé con la fondue... — Aunque ahora que podía oler la


hamburguesa que chisporroteaba, el queso me pareció un poco
demasiado empalagosamente rico. —No estoy segura.
Penny salió, vio a Dana en nuestra mesa, y corrió para proteger su
territorio.
—Deinyo, — dijo ella, —No puedo creer que estés molestando a los
clientes de esta manera.
Dana puso la losa sobre nuestra mesa. —Bueno, Pemphredo, tú no
recibiste la orden correcta.
Me di cuenta de que las hermanas deben haber sido de Grecia,
originalmente, yo nunca había escuchado la forma original de sus
nombres antes.
—¡Ellos están muy felices con su comida!
Dana se cruzó de brazos gordos en su pecho generoso. —Están
siendo educados.
—Yo sé cómo resolver esto—, dijo Penny, su forma delgada
temblando de indignación. —Enid!
—En realidad, todo lo que queremos hacer es comer en paz—,
protestó Malachy, pero nadie le prestó nada de atención.
Y entonces Enid salió de la cocina. La hermana mayor Grey, rara vez
salía de la cocina, yo sólo la había visto una o dos veces. Pequeña y casi
inundada por su vestido de color azul con volantes y el delantal, con el
rostro de una manzana arrugada coronada por algunos mechones de pelo
blanco, ralo, los ojos de Enid estaban cubiertos por la película lechosa de
las cataratas. No parecía ciega, sin embargo: Ya sea que se sabía de
memoria la disposición de su tienda y tenía un oído realmente bueno, o si
hubiera alguna manera de vernos que no implicara los ojos.
Mirando de Mal a mí, Enid se volvió a sus hermanas. —Ambos están
bien—, dijo, revelando una boca casi vacía de dientes. —Ellos están en
transición. — Caminando hasta Malachy, ella dijo: —Elige.
Viéndose exasperado, Mal señaló el quiché. —Este—, dijo. —El que
estaba perfectamente contento comiendo.
Enid asintió con la cabeza a Dana, que le retiró las salchichas con
puré con un poco de desaprobación tsk, mientras que Penny le lanzó una
mirada victoriosa. —Ahora—, dijo Enid. —Elige lo que quieres. — Una
pulsera de piedras pintadas de ojos azules sonaron en la muñeca de la
anciana. Mirando de la hamburguesa a la fondue, me sentí
completamente desgarrada. Yo había pensado que quería el queso, pero
el lobo en mí, tan recientemente predominante, anhelaba la carne.
Mirando desde Dana a Penny, también era consciente de que cualquiera
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

que fuera el plato que eligiera, yo estaría lastimando los sentimientos de


la otra hermana. —No sé cuál es el que quiero. Los dos, a decir verdad.
—No se puede tener ambos—, dijo Enid, su voz tan autoritaria que
alcancé la piedra lunar debajo de mi suéter. A medida que mi mano se
cerró alrededor de la piedra, me pareció ver que uno de los ojos de la
pulsera me guiñaba.
—Como dice la vieja canción, no se puede complacer a todos—, dijo
Dana.
—Así que puedes complacerte a tí misma—, terminó Penny, sonando
inquietantemente como una niña mientras ella terminaba con una risita.
—Oops—, dijo, aplaudiendo su mano sobre su boca. —Ma teef jush cayó
ou—.
—Oh, por amor de Dios—, dijo Dana, llevando a su hermana al baño
de mujeres.
Francamente, yo pensaba que todas las hermanas podrían utilizar
los servicios de un buen dentista.
Enid se aclaró la garganta. —Bueno, chica, ¿cuál será?
—Realmente no puedo decidirme—, le dije. En verdad, yo había
perdido el apetito después del pequeño incidente con los dientes.
—Contrólate, Abra—, me dijo Malachy. —Es sólo el almuerzo, y
tenemos mucho que hacer en una cantidad muy limitada de tiempo. —
Sin mirar lejos de mí, Mal llegó al plato que Dana estaba sosteniendo y
apuñaló una salchicha con el tenedor. —Ah, la carne de cerdo—, dijo,
entrecerrando los ojos con placer gustativo. Se limpió la grasa de los
labios y sentí una oleada de náuseas.
—Malachy, eso es asqueroso.
Y luego las dos hermanas Grey volvieron y me sonrieron.
— ¿Y bien?— Esa era Penny, que al parecer no había conseguido que
su dentadura postiza se mantuviera dentro de su boca.
— ¿Qué decidiste?— Esa era Dana, con una amplia sonrisa revelando
sus grandes, blancos y brillantes.
Los grandes y brillantes dientes blancos de su hermana.
Poniendo una mano sobre mi estómago de repente agitado, corrí
hacia el baño.
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

Mirándome en el espejo del baño, lamenté no haber llevado un poco


de maquillaje conmigo. A mi cara y mis labios se le habían ido el color,
pero habían círculos oscuros bajo mis ojos que yo no recordaba haber
visto nunca antes. Mi estómago se sentía mejor ahora que había
vomitado, pero mis sienes latían con el comienzo de un monstruoso
dolor de cabeza.
Me apoyé en el fregadero, cerrando los ojos. Yo no sabía si parte de
lo que había visto era real y o cuánto era surrealista, pero yo sabía que no
podía desestimar la advertencia de las hermanas. Suspiré. Confiar en mi
madre que me había dado un regalo que me lastimaba si lo usaba, pero
imposible de dejarlo en una caja e ignorarlo.
Se oyó un golpe en la puerta. — ¿Está todo bien ahí dentro?— Era la
voz de Enid.
—Sí, salgo en un momento. — Sacando el elástico de mi pelo, me lo
peiné con los dedos a los lados y luego volví a hacer mi cola de caballo.
En la pared había una foto enmarcada de las tres hermanas a finales de
los cincuenta, frente a la cafetería. Se veía exactamente igual.
Cuando abrí la puerta, Enid tenía en la mano un vaso con algo
efervescente que olía a medicina.
—Ten—, dijo. —Tú querras tomártelo rápidamente.
—Gracias—, le dije, tomando la copa y llevándolo a mis labios.
Luego, dudando, le pregunté: — ¿Es esto sólo algunas infusión de hierbas,
o voy a empezar a ver las paredes respirar?
—Es Alka-Seltzer—, dijo Enid, con sus ojos blancos mirando en mi
dirección y con una pequeña sonrisa jugando por encima de sus arrugas
de la boca. —No hay necesidad de ir haciendo brebajes de corteza de
sauce o dejando ciegos a los tritones en estos días, no cuando hay una
farmacia en perfecto estado al otro lado de la carretera. Ahora, antes de
que desperdicies otra pregunta, recuerda que tú sólo consigues tres
respuestas. Tres por cliente, que es la regla. Y eso no es por visita, la
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

gente siempre intenta salir y volver, pero esa no es la forma en que


funciona. — Entrecerré los ojos.
— ¿Qué eres?— Porque ahora mismo, no me parecía que fuera una
viejita.
Enid suspiró. —Sabes, con la Internet y todos los recursos
disponibles que tienes, me gustaría pensar que podrías descifrar eso por
tu cuenta. Pero si insistes...
—No. Espera. — Porque yo lo había descubierto, gracias a la amplia
formación que había recibido en antigua mitología griega en las películas
de mi madre. Aunque incluso en Cuidado con el gato había habido un
poco de confusión entre las hermanas Grey, de la mitología griega y las
brujas Weird Sisters de Shakespeare. Pero, de nuevo, lo más pagano de
Hollywood es la forma en que toma y mezcla los mitos de diferentes
culturas, y luego los tergiversa para satisfacer sus propios finales.
Yo no creía en nada ahora, pero cuando era más joven, yo creía en
las películas de Hollywood. Así que estaba siguiendo el guión de Cuidado
con el gato.
— ¿Estás tratando de ayudarme o de perjudicarme? Esa es la
pregunta que quiero que respondas, y por favor, interpretala de la
manera más restrictiva posible.
— ¿En la forma más restrictiva posible? Bueno, en ese caso, yo
quiero ayudarte, querida. Estamos las tres de nosotras a disposición de la
crianza. —
Ahora que lo pensaba, tal vez debería haber dicho que ella debería
interpretar —ayuda— en la forma más amplia posible. Alguien tenía que
escribir una guía de protocolo para hacer frente a lo sobrenatural.
Entonces me acordé de que tenía una guía de clases, y metí la mano bajo
mi suéter para alcanzar mi piedra lunar.
Enid entrecerró los ojos, como si pudiera ver lo que estaba haciendo.
— ¿Qué es eso que tienes ahí?—
Había algo en su voz que exigía obediencia. Antes de que pudiera
pensar dos veces, estaba levantando el colgante de mi jersey y
mostrándoselo a ella. Incluso a través de la capa aislante de mi ropa
interior de seda, la plata irritaba mi piel.
—No, no, no puedo ver así. Quitasela. Mírame, ¿qué crees que voy a
hacer, correr con ella?
Con cautela, me quité el collar y se lo entregué.
—Ah—, dijo Enid, con admiración al levantar la piedra lunar a la luz
que venía de la ventana. Me preguntaba si ella podía ver, o si ella se
basaba en algún otro sentido para examinar mi collar, pero no quería
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

perder otra pregunta. Mientras Enid giraba el colgante, ví un arco iris


pequeño a través del aire entre nosotras. —Precioso. Simplemente
precioso. Las Lágrimas de la Luna. Una piedra de buena calidad, y que
arreglo precioso.
No había nada sobre gustos, supongo. —Mi madre me dijo que
pertenecía al padre de ella.
Enid me miró con astucia, y ahora vi que al igual que en la piedra
lunar, en sus ojos opacos habían destellos de colores brillantes debajo de
la superficie, restos de iridiscente azul y verde y morado.
—Hace que todo sea más valioso, ¿no? Pero no te está haciendo
ningún bien que lo lleves sobre la seda. La piedra tiene que ser usada
contra la piel. — Mientras Enid cerraba la mano nudosa sobre la piedra,
sentí una punzada de pánico. —Voy a pagarle muy bien por ella—.
—No está a la venta. — Yo no sabía por qué me sentía tan fuerte
sobre eso, pero puse mi propia mano, con la palma hacia arriba. —Y me
gustaría que me la devolviera, por favor.
—Un momento, querida, tú no has oído lo que estoy ofreciendo. Si se
trata de que quieres la verdadera visión, puedo adornar esas adorables
gafas suyas con cristales que te ayudarán a ver las cosas como realmente
son, y sin el picor y el malestar de la plata.
—No, gracias. — La parte de la verdadera visión sonaba bien, pero
incluso si hubiera querido pedrería en mis nuevas gafas chic, había algo
en Enid que me hizo dudar de que yo consiguiera lo mejor de este
acuerdo.
— ¿O qué tal algo para ayudarte a concebir? Tengo una poción
garantizada para hacer a su bisabuela tan fértil como una muchacha de
quince años de edad.
Puse mi mano sobre mi vientre, que estaba tan plano como de
costumbre – más plano en realidad, gracias a mis días de vida lobuna. —
Me temo que tengo algunos problemas muy específicos en esa área. —
Enid metió la mano en el bolsillo de su delantal y sacó una pequeña,
antigua botella.
—Querido Dios, Enid, ¿qué es eso?— La botella parecía contener un
homúnculo marchito suspendido en un líquido de color verde pálido, con
su boca abierta en su cara sin otros rasgos.
—Esto, hija mía, es raíz de mandrágora, del tipo real, crecida de una
gota que cayó de la semilla de un ahorcado. Sea cual sea su problema, un
trago de la botella y le garantizo la concepción y, por supuesto, llevar a
término el nacimiento. — Enid me pegó la botella más cerca, para que yo
pudiera ver que, en efecto, contenía una raíz, y no un órgano pequeño,
malformado. — ¿Qué dice usted, querida? ¿Tenemos un trato?
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

Miré a la anciana con incredulidad horrorizada. —Enid, en primer


lugar, la mandrágora es parte de la familia de las solanáceas, y es
venenosa. En segundo lugar, no tengo idea de qué tipo de bebé se obtiene
al ingerir algo del semen de un hombre ahorcado, pero adivino que no el
tipo de muchacho que crece para convertirse en presidente. Así que no,
gracias, pero voy mantener mi piedra lunar. — Le tendí la mano, y Enid la
miró por un momento con un toque de tristeza.
—Tienes toda la razón, por supuesto. Un regalo dado por un
abuelo... sí, por supuesto que no quieres venderlo. Pero no va a hacer
nada estando sobre su camisa de esa forma.
—Tengo una alergia a la plata—, le dije secamente.
—Ya veo. Bueno, ¿puedo ponértelo?
Me di la vuelta, pensando siempre mientras lo hacía que esto era una
mala idea. Pero yo no quería herir los sentimientos de Enid, diciendo: —
No, sólo ponla en mi mano— se sentía como un insulto. Sentí las manos
secas, frescas de la anciana contra la parte trasera de mi cuello.
—Ahora veo que tú realmente necesitas este collar—, Enid decía
mientras jugueteaba con el cierre. —Esa es la mitad del truco, ya sabes,
averiguar qué es lo que la gente necesita. Algunos necesitan un vestido,
sólo para conseguir la entrevista, por ejemplo, y algunos necesitan una
habilidad, como programación de software o convertir la paja en oro.
Tienes que ser capaz de usar tus instintos, incluso cuando no estés
corriendo en cuatro patas. Ahora, entonces. — Enid dio un paso atrás y la
enfrenté. —Ahora vas a ser capaz de enfrentar lo que viene con los ojos
abiertos.
—Se siente un poco estrecho. — Puse mi mano en el collar y descubrí
que lo había sujetado alrededor de mi cuello como un collar, por lo que la
plata estaba tocando mi cuerpo desnudo. —Enid, ¿qué has hecho? Te lo
dije, soy alérgica a la plata!— Mirando hacia sus indeciblemente antiguos
ojos, me preguntaba cómo podría haber puesto mi fe en ella, aunque
fuera por un instante. Tratando de quitarme el collar, me encontré con el
cierre imposible de abrir. — ¿Cómo me puedo sacar esto de nuevo?—
—Removiendo tu cabeza, por supuesto. Oh, querida, y esa fue tu
última pregunta, también.
Traté de tirar de la cadena, luego gruñí y agarré por los delgados
brazos a Enid. —Anciana, si no me muestras cómo conseguir sacarme
esto de... —
Enid era imperturbable. — ¿Quieres que te quite la cabeza? No seas
tonta, niña, ¿no puedes ver que te he hecho un favor?
Estaba a punto de sacudirla cuando se produjo un accidente en la
otra habitación.
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

—Mi palabra—, dijo Enid. —Creo que su amigo podría estar en


problemas. — Con un frustrado gruñido, liberé a Enid y salí corriendo a la
otra habitación para encontrar a Malachy en el suelo, inconsciente.
Grigore, Dana, y Penny estaban acuclillados junto a él, Grigore
sosteniéndole sus manos, las dos hermanas de cada lado fijando un
tobillo en el suelo.
— ¿Qué está pasando?— Llegué a su muñeca, y Grigore negó con la
cabeza.
—Está teniendo un ataque
Mientras Grigore dijo las palabras, Malachy comenzó a vibrar como
si una mano gigante estuviera sacudiéndolo. Sus ojos giraron en su
cabeza, y tuve un momento para agarrar un lápiz de Penny del bolsillo
del delantal y meterlo en la boca de Malachy, antes de que su mandíbula
se cerrara de golpe.
—Malachy. Mal. ¿Me escuchas?— Arrodillada junto a mi jefe, abrí sus
párpados y examiné sus pupilas. Por un momento, permanecieron fijas en
un horizonte lejano, y yo con el pensamiento: Se ha ido. Sentí un
repentino hundimiento en el estómago. Lo que hubiera habido
inexplorado y sin resolver entre nosotros ahora siempre permanecería
así.
Pero entonces las pupilas de Malachy se dilataron y él me estaba
mirando. — ¿Qué pasó?
—Se derrumbó, y empezó a temblar—, dijo Grigore.
— ¿Lo hice?— Mal parecía desconcertado, y tan diferente a sí mismo
que me encontré envolviendo mis brazos alrededor de él.
— ¿Estás bien?
Malachy abrió la boca y le vino otro ataque. Sustituí el lápiz y lo
mantuve hacia él, esperando que terminara, preguntándome qué le estaba
haciendo esto a su mente brillante, singular, esperando que no fuera
irreversible. Malachy se relajó, y le acaricié sacándole el pelo mojado de
su amplia frente. —Mal, ¿me oyes?
Malachy se movió y abrió los ojos. Empezó a sacudirse, como si
estuviera en una pelea. Yo removí el lápiz y le dije: —Tranquilo, tranquilo.
Estás bien.
En un momento de descuido, vi un destello de incertidumbre en los
ojos verdes de Malachy, y entonces sus párpados bajaron, encofrando su
mirada. —Bueno—, dijo, —Espero que no vayan a empezar a quejarse de
mí. — Miró su reloj. —Tenemos que volver al laboratorio y terminar de
componer la medicina. Creo que tenemos menos tiempo del que yo había
estimado al principio.
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

Vaya, pensé, no bromees. — ¿Puedo ayudarte a levantar?


—Soy perfectamente capaz de ponerme de pie sin ayuda, muchas
gracias.
Haciendo caso omiso de esto, yo puse mi brazo alrededor de la
cintura de Malachy ayudandolo a levantarse, haciendo caso omiso de la
quemazón de la piedra lunar de plata en el cuello y el latido sordo en mi
brazo izquierdo, a lo largo de la cicatriz que Red me había dado en la
ceremonia de apareamiento.
Yo sabía que no debía tocarla, sin embargo. Pensé que el amor, la
magia, y la hiedra venenosa tenían una cosa en común: cuanto más se
rasca la picazón, más se verá afectado.
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

A lo largo del camino de regreso a la oficina veterinaria, Malachy y


yo vimos señales de que los perros de Northside no eran las únicas
criaturas comportándose extrañas. Un joven alce, pocas veces visto tan al
sur, deambulaba por la calle Church, su cabeza hacia abajo como si se
negara a reconocer incluso nuestra presencia, antes de virar a la espesura
boscosa detrás de la funeraria. La luna nueva era invisible en el cielo de la
tarde, y después de días de verla llena en el cielo durante todo el día
como de noche, me encontré echándola en falta como a un amante
ausente. Red. Abrí mi teléfono celular y trató con él de nuevo, pero el
teléfono indicó que estaba fuera de alcance.
Hubo un sonido de burla, casi como una risa, y me volví para ver
aterrizar pesadamente en el suelo a cinco cuervos, donde saltaron
alrededor como paparazis, a la espera de la captura de algunos de los
grandes en un momento de debilidad. Un enorme halcón de cola roja dio
un chillido bajo y navegó sobre el cable de teléfono, y un buitre cayó
sobre una valla que dividía opuestos.
Le di un codazo a Malachy. — ¿Estás pensando en Los pájaros?
Porque eso se ve muy
Hitchcock para mí.
—Me pregunto qué muerte fresca anticipan—, respondió Mal. —Y
espero que no seamos nosotros.
Un momento después, al doblar la esquina hacia la calle principal,
un grupo de niños de entre diez y doce años pululaban por delante de
nosotros, gritando y aullando. Esto no habría sido notable, excepto por el
hecho de que era a finales de enero y los niños estaban desnudos de la
cintura para arriba y usaban cuerdas de saltar para arrastrar a un hombre
crecido en un traje y corbata detrás de ellos.
Después de un momento, me di cuenta de que era el director de la
escuela, el Sr. Glynn. —Chicos—, continuaba suplicando, —Chicos, por
favor. ¿No se dan cuenta de que esto irá en su registro permanente?
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

Claramente, este no era el impedimento que el Sr. Glynn había


previsto, porque los niños sólo se echaron a reír y se burlaban de él en
respuesta.
Quería correr detrás de ellos y ayudar, pero Malachy puso su mano
sobre mi brazo, deteniéndome.
—Tenemos que resolver esto, en primer lugar. Mira hacia arriba. —
Obedientemente, miré hacia el cielo azul. — ¿Qué se supone que
debo estar viendo?
—Mira las nubes, Abra—, dijo Malachy, sonando impaciente. —Mira
hacia el este.
—Se está haciendo de noche—, le dije.
—Una tormenta se acerca. Pero no una tormenta de invierno. El cielo,
esas nubes - no soy un experto, pero ¿eso te parece el cielo de enero?

Negué con la cabeza, y me di cuenta de que la calidad del aire había


cambiado. Había algo sutil en el ángulo de la luz, el olor de la brisa, que
se sentía más como de marzo que de enero. Pero las nubes pesadas y
oscuras que se reunían en el este eran de otra temporada por completo:
Julio, tal vez. La temporada de los cambios de naturaleza en el tiempo,
cuando el cielo despejado abruptamente podría convertirse en uno de
tormentas, huracanes y tornados.
—Y mira hacia allí—, dijo Malachy. —Las aves están regresando. —
Me volví a ver un enjambre oscuro de formas que volaban hacia
nosotros: los gansos de Canadá en su profunda formación en V, las
golondrinas y los petirrojos, y muchos otros que no reconocí. Era una
masa de migración a nuestro manantial natural.
—Supongo que esto no es sólo el calentamiento global trabajando—,
le dije, quitándome el abrigo.
—Sospecho que esto es un poco más localizado. — Malachy sostuvo
su chaqueta sobre el hombro y sostuvo mi codo, como si fuéramos a dar
un paseo. Traté con mi teléfono celular nuevo. —Todavía no hay
recepción,— dije.
— ¿Es eso normal?
Negué con la cabeza. En Northside había un número inusual de
zonas muertas, pero la calle principal no era normalmente, uno de ellos.
Marqué el número de Red de nuevo, y esta vez había una débil señal. —
No contesta,— le dije.
Mal asintió con la cabeza, acelerando sus pasos. Ahora que el
embargo había pasado, parecía excitado.
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

Tal vez el fallo de encendido de sus neuronas había trabajado como


una especie de electroterapia autonómica.
Apurándonos ahora, Mal dijo: —Vamos a intentarlo de nuevo en la
oficina.
Asentí con la cabeza y alargué mi paso para seguir su ritmo. Sentí un
calambre leve en el costado y comencé a disminuir de nuevo.
Tan claramente como si estuviera de pie a mi lado, oí la voz de mi
madre en mi cabeza, diciendo: Abra, no es el momento para sentirte una
niña.
Escuchaba voces. Eso no podía ser bueno. En el lado positivo, sin
embargo, Malachy había reportado que había visto las mismas cosas que
yo, lo que significaba que la piedra lunar no era alucinógena. Yo no sé por
qué me había dado esa visión extraña de las tres hermanas, Malachy y
Grigore, pero tal vez mientras más tiempo la piedra me estuviese
tocando, más me acostumbraría a ella. Traté de no pensar en lo que la
plata le estaba haciendo a mi piel. Cuando pensaba en ello, comenzaba a
picar.
—Deja de rascarte—, dijo Malachy, y puso mi mano abajo.
A medida que pasábamos al viejo Miller en su porche, el ex alcalde
de la ciudad de repente se puso de pie y se apoyó en su bastón, su larga
barba blanca temblaba cuando comenzó a profetizar con trémula voz. —
Escúchenme bien, hijos de la iniquidad, toda la nación será castigada por
sus pecados. —
—Pensé que era un ateo—, dije, mirando hacia atrás. —Y ¿cuando le
creció la barba?
—Casi al mismo tiempo que Jackie se convirtió en profesional—.
Volví a ver, con asombro a Jackie sentada en el mirador en la plaza del
pequeño pueblo donde Santa visitaba el pueblo de los niños en Navidad.
Al igual que Santa, Jackie tenía una larga fila de gente esperando para
reunirse con ella, pero a diferencia de Papá Noel, sus brillantes devotos
eran todos hombres. Los hombres vestían camisas de manga larga, y
algunos de ellos llevaban gallinas, y uno o dos tenían una cabra o un
cerdo atados de una cuerda.
Arriba en el mirador, Jackie llevaba una camisa púrpura de seda. Y
recostados en una gran pila de pieles y mantas, sus perros-lobos
dispuestos en un semicírculo a su alrededor.
—Hey—, dijo un agricultor de la zona mientras cortaba a través de la
línea, pero le ignoré.
—Jackie—, le dije, — ¿qué diablos estás haciendo?
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

Jackie no se levantó de la cama improvisada. — ¿Qué te parece que


estoy haciendo?
No hubo ninguna palabra amable para eso. — ¿Te sientes bien? ¿Por
qué no te levantas de allí y vienes con Malachy y conmigo. — Inspirada,
agregué: —llamaremos a Red por ti.

Jackie sonrió, y era su familiar sonrisa, irónica. —Cariño, Red


encontrará su camino hacia mí. Hoy soy aquí una gran sacerdotisa, y la
diosa habita en mí. Todos los hombres deben adorarme. Incluso el tuyo.
Negué con la cabeza, tratando de encontrar una manera de razonar
con ella. —Jackie, no sé qué es lo que está pasando aquí, pero esta no
eres tú. Y cuando vuelvas a ser tú misma, vas a lamentarte como el
infierno por esto.
—Pero no soy yo misma, Abra—, dijo Jackie, y por un momento,
detrás de sus desvanecidos ojos azules vi un destello de fuego. —Yo soy
la diosa. Ven—, dijo ella, tendiéndole la mano a un chico de dieciocho
años de edad, con una enorme manzana de Adán que estaba moviéndose
hacia arriba y hacia abajo de emoción. —Adórame.
Con la cola entre las patas me volví a Malachy antes de que pudiera
presenciar el servicio. —Malachy, tenemos que detenerla. Ella se está
convirtiendo en la puta del pueblo.
No la puta del pueblo, dijo la voz de mi madre en mi mente. La
prostituta del templo. Y
Me acordé de que en el cine de mi madre El Castillo De Los
Monstruos, la hija virgen de Don Carlos se había transformado en la gran
sacerdotisa de Baal, y se ofreció a todos los hombres de la aldea.
Y Malachy se estaba uniendo a la línea de los hombres.
—Whoa no, jefe. Camino equivocado.
Su rostro estaba un poco enrojecido, y se secó la frente con un
pañuelo. —Yo creo que debería hablar sólo con Jackie por un momento.
Pregúntale si ha visto a Red.
—Tal vez deberíamos seguir con el plan original.
—En realidad, Abra, yo creo que deberías ver la lógica de consultar
con la ex novia de Red—. Malachy dio un paso más hacia la línea, y viendo
que alguien más había tomado su posición anterior, estaba a punto de
agarrar al hombre por su hombro.
—Vamos, Malachy. — Lo agarré por el brazo, y me restó importancia,
con la intención de reclamar su lugar en la fila. —Malachy, estamos
perdiendo el tiempo—. Malachy ni siquiera me miró. Miré fuera, más allá
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

del campo detrás de la glorieta, en la línea de árboles en el borde de la


ciudad.
Bruin estaba allí. Yo no lo podía ver, pero yo podía sentir la pesadez
en el aire, la densidad de superposición de realidades que marcaban su
presencia.
A menos que Bruin no estuviera allí, y hubiera marcado la ciudad
entera como su territorio.
—Malachy, por favor,— dije, tirando de su brazo. Red, pensé, ¿dónde
diablos estás? Esta mañana se sentía como de hace cien años.
—Perdón—, Malachy fue a decirle al hombre delante de él. —pero
estás en mi lugar—.
—Yo no vi a nadie aquí,— respondió el hombre. Llevaba una gorra de
Tractor Supply y llevaba un cántaro de miel, ya sea como regalo o
lubricante.
—Me hice a un lado por un momento, pero era mi lugar.
—Amigo, no te voy a dejar delante de mí. Y no tienes ni siquiera una
ofrenda.
—Es usted quien se puso delante de mí, amigo—, dijo Malachy con
furia fría. Al ver que no había otra manera de llamar su atención, me puse
delante de Malachy y golpeé su rostro. Fuerte.
Por una fracción de segundo, pensé que me iba a abofetear de nuevo,
o algo peor. Pero entonces Malachy se tocó la cara con una sonrisa irónica
y dijo: —Gracias, Abra. Creo que tenemos que movernos directamente a
la oficina. Lo que sea que esté influyendo en la gente y los animales de
esta ciudad... sin mi medicina, yo estoy lejos de ser inmune a ello.
No me digas. A medida que tomaba el brazo de Malachy otra vez, yo
podía sentir la pesadez del aire, la atmósfera cargada eléctricamente de
una tormenta de verano, el brillo de calor distorsionado de edificios en la
distancia. El instinto me dijo que me pusiera a resguardo, salvo que yo
estaba muy segura de que ponerme a cubierto no iba a conseguir
protegerme. Sentí lo incorrecto de nuevo, aunque la última vez se había
rizado mi piel, y yo no tenía palabras para describirlo.
Ahora, con la certeza de la piedra lunar, yo sabía que esta tormenta
era metafísica, y no sólo iba a cambiar el clima. Se iba a rediseñar la
realidad.
Mientras nos alejábamos de Jackie y la cola de los hombres frente a
la glorieta, oigo al que podría ser el hombre del sombrero Tractor Supply
decirle al hombre delante de él: —¡Qué imbécil. Odio los que se cuelan en
las filas. —
—Deja de respirar en mi cuello—, respondió el otro hombre.
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

Tuve que arrastrar literalmente a Malachy por el brazo para evitar


que se diera la vuelta.
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

Cuando ya hube asegurado la manga de la camisa de fuerza, le


pregunté a Malachy, — ¿Estás seguro de que esto es realmente necesario?
—No, pero es muy divertido. Por supuesto que estoy seguro de que
es necesario. ¿Lo sujetaste de forma segura?
Malachy estiró el cuello para verse a sí mismo en el espejo.
Probé la correa. —Creo que lo hice bien. Esta es mi primera vez en
ponerle a un hombre un traje de loco, tú sabes.
—Creo que tienes que apretar más fuerte.
—Me temo que tus brazos van a perder la circulación. Siempre se
puede ajustar más tarde.
A pesar de que Malachy había dejado de tomar la medicación horas
antes de que esta desapareciera, había decidido que teníamos que
ponerle restricciones, tal como medida de precaución. Y en el fondo,
estuve de acuerdo con él. Algo sobre la ciudad de Northside había
amplificado el efecto de cualquier rareza sobrenatural, pero gracias al
manitú, todos estábamos sobre la marcha de lo extraño.
—Más tarde, puedo no ser tan cooperativo. Tira de él una vez más.
Con un gruñido, di un último tirón fuerte. Estaba sudando por el
esfuerzo, y cuando miré hacia abajo, pude ver los pezones a través de mi
camiseta de manga larga de seda blanca. Me había vestido para el
invierno, con capas, pero ya estaba demasiado caliente para los suéteres
ahora. Por desgracia, no había pensado en usar un brassiere, y mis
pechos estaban hinchados y tiernos todavía.
No importa. Había que centrarse en los peligros presentes. Saqué mi
celular y traté de alcanzar a Red de nuevo. Una vez más tenía señal pero
no había respuesta. Estaba a punto de cerrar el teléfono cuando vi que
había dos mensajes nuevos.
—Abra—, dijo Malachy, sonando molesto. —Has puesto esto muy
apretado.
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

—Un minuto—, le dije, tratando de escuchar a mi correo de voz. Para


mi decepción, el primero no era de Red, sino de mi madre, que quería
saber si yo había estado tratando de llamarla. Esto, por supuesto, era su
manera de hacerme saber que estaba molesta por no haber estado en
contacto.
—Abra—, dijo Malachy con severidad. — ¿Puedes por favor dejar el
teléfono y venir a ayudarme?
—Espera un momento—, le espeté, continuando con el siguiente
mensaje. Este no era de Red tampoco. En cambio, era de una mujer
llamada Galina Michailovna. Justo mi suerte, pensé, ella estaba
probablemente vendiendo algo. Cuando escuché lo que tenía que decir,
sin embargo, mi pecho se reforzó con ansiedad. —Sra. Barrow, esta es
una amiga y colega de Lilliana Kadouri. Yo estaba esperando a ver Lilli en
la supervisión de hoy, pero ni ella ni su conductor fueron vistos desde
que la dejaron hace más de una semana.
Malachy me estaba mirando, sus ojos astutos y vigilantes y con una
luz maníaca débil, — ¿Quién era? ¿Era Red?
—No,— dije, cerrando el teléfono. —No es Red. — Una ola de dolor
comenzó a levantarse, lista para accidentarse sobre mí. Lilliana y su
conductor no se habían visto durante una semana. Pensé en la sucia nota
que había dejado en la cabina junto con mi cartera y la ropa, y los
extraños lugares donde la realidad de los manitús había coincidido con la
nuestra. Me acordé del olor de la sangre humana, y de la dominguera
muerta. Pero esa mujer no había sido la única en morir mientras yo corría
por el bosque, diviertiéndome.
Y entonces, justo cuando comencé a presionar las uñas en las
palmas de mis manos y a morder el interior de mis mejillas en un
estallido de odio hacia mí misma, supe con un destello intuitivo: Lilliana
no estaba muerta. Ella era una sensible, una emisora, así como un
receptor. Que podía jugar con los hombres como si fueran instrumentos.
Si cualquiera podía detener a Bruin de su esquema de sacrificios, era
Lilliana.
— ¿Malas noticias?— La voz de Malachy era suave, casi amable.
—Lilliana me trajo de vuelta la semana pasada. Ella ha estado
perdida. — Antes, cuando ambas habíamos trabajado para Mal, yo no
había entendido bien por qué la había sacado del Programa de trabajo
animal social del Instituto Médico. Ahora, por supuesto, tenía sentido.
Lilliana con sus dones empáticos habría sido de gran utilidad en el
diagnóstico y en las maniobras políticas en el IAM.
—Esa mujer es demasiado ingeniosa para ser mutilada por el
espíritu de un oso—, dijo Malachy. —Entonces, lo qué tenemos que
empezar a hacer ahora es localizar a Red y empezar a buscar. — Él
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

sonaba al igual que su antiguo yo, lo que parecía un poco extraño ya que
llevaba una camisa de fuerza.
—Tienes razón—, le dije, secado mis ojos en la manga.
—Por supuesto que tengo razón. Y ahora, si has terminado de
límpiate el rímel viejo, he perdido toda la sensibilidad en ambos brazos.
Hay que sacarme esto y hacerlo de nuevo.
—Está bien. — Yo había empezado a desatar la correa cuando
Malachy comenzó a maldecir. —Por todos los demonios, Abra, ¿qué te
dije acerca de escucharme?
Hice una pausa, sintiéndome sudorosa y cansada y adolorida. —
Dijiste que no te prestara atención si comenzabas a contradecirte a tí
mismo. Pero no lo hiciste... — Miré a Malachy. —Oh, mierda. Casi me lo
creí.
—Muy bien. Estás aprendiendo. — Los ojos de Mal cayeron a mis
pechos por un momento, y luego los levantó. —Ahora, afloja las correas.
Tenemos que revisar a los animales y terminar de preparar mi medicina.
—Muy divertido. — Fui al armario y saqué mi bata de laboratorio. No
me gustaba la forma en que los ojos de Malachy seguían bajando a mis
pechos. O, más bien, no me gustaba lo que implicaba el deterioro de su
condición.
—No, lo digo en serio, Abra. Es obvio que no puedes trabajar
mientras estoy en una camisa de fuerza.
Pasé mis brazos por las mangas. —Tú me dirás qué hacer, y yo seré
tus brazos.
—Esto iba a ser una prueba, Dra. Barrow. Ahora, déjame salir de aquí
- no nos queda mucho tiempo.
—Lo siento, pero buen intento. — Abrí la puerta de la habitación
donde guardábamos los animales, y había un sonido salvaje de gritos y
lloriqueos. No hacía falta ser un genio para darse cuenta de que nuestros
perros pacientes habían pasado de los juguetes y los grupos deportivos a
la categoría de cazadores.
Abrí la puerta e hice un gesto a favor de Malachy. —Después de ti.
Malachy me dio una familiar mirada de irritación. —No estoy
jugando, chica estúpida. Por lo menos déjame ir a mear primero. ¿A
menos que quisieras darme una mano con eso, también?
Mierda. No habíamos hablado de esto. —Muy bien—, le dije,
rodeando su lado izquierdo.
—Gracias desde el fondo de mi vejiga—, dijo Malachy con sarcasmo.
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

Ah, los británicos. Nada del eufemístico —ir al baño. — Al menos él


no me había informado que necesitaba echar una... mis manos aún
estaban en las correas. —Espera un minuto. Es otra prueba, ¿no?
—Estás poniendo a prueba mi paciencia, muy bien.
Todavía no desataba la correa. Hubo algo de calidad de tensión y
alerta sobre Malachy que no estaba bien. Y la imagen de mí misma,
muerta en esta oficina, fue un recordatorio útil de que hay que ser
cauteloso. —Por otro lado, Mal, ¿por qué no te ayudo a deshacerte de los
pantalones?
—Ahora, eso es una idea—, dijo Malachy, y sus ojos ardían con una
luz verde intensa.
Uh oh. —Mal, pensé que habías dicho que habían horas antes de que
comenzaras a cambiar.
Malachy frunció el ceño como si yo estuviera perdiendo la razón. —
Las tenemos. Horas y horas. Ahora, vamos a ver qué pasa con los perros.
Sostuve la puerta para él, igual que antes. Mientras caminábamos a
través, dije: —Sabes Mal, algo se me acaba de ocurrir.
Se volvió y miró sobre su hombro. — ¿Qué?
Cerré la puerta en su cara y la tranqué detrás de él.
Esto no es Northside, me dije. Parece Northside, y se ve como
Northside, pero esta es una ciudad nueva, con nuevos reglas. Lo que
parece familiar es lo que va a hacerte tropezar, así que usa la intuición.
Yo realmente deseaba haberme puesto un sujetador.
Hubo un golpe en la puerta mientras Malachy se lanzaba contra la
madera. —Abra! Déjame salir de aquí!— Los perros estaban corriendo
alrededor, también. De alguna manera, había conseguido sacarse sus
zapatos y desbloquear las jaulas con sus dedos de los pies.
—No dejes tu ropa interior atada en un nudo—, le dije, tratando de
no ponerme nerviosa cuando tomé la gran tijera de la oficina y corté las
piernas de mis pantalones de pana por la rodilla.
Yo había perdido dos de mis preguntas, pero por lo menos mi abuela
hada había logrado darme la capacidad de saber lo que sabía. No más
cuestionamientos acerca de mis instintos. No más esperar a que Malachy
me diera permiso o esperando que Red viniera al rescate. Yo sabía lo que
estaba detrás de todo esto, y yo sabía lo que tenía que hacer.
—Déjame salir ahora—, dijo Malachy en un tono perfectamente
razonable —y no voy a despedirte.
—Estoy cambiándome de camisa—, le contesté. —Dame un segundo.
— Trabajé tan rápido como pude, utilicé dos correas anchas de perro
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

entrecruzadas sobre el pecho para crear una bandolera improvisada por


encima de mi camiseta de seda.
—Vamos, Abra—, dijo Malachy, persuasivamente, pero sólo con el
toque justo de impaciencia.

Lo que fuera que estaba detrás de esa puerta tenía algo de la astucia
de Malachy, y sin la piedra lunar, no estaba del todo segura de que yo no
hubiera caído en la trampa.
—Un minuto más. — El tono era correcto, las palabras sonaban como
las que Malachy hubiera elegido, pero la voz era de un registro
completamente más profundo, como si el pecho alrededor de la laringe se
hubiera expandido.
—Abra!— Sacudió la puerta y la madera comenzó a ceder mientras
Malachy pateaba con fuerza. Mirando donde la madera se estaba rajando,
tragué con un nudo en la garganta. Mierda, era grande. Por un momento,
miré a la puerta, hipnotizada, a la espera de ver si el próximo impacto
rompería la madera.
Tú no estás viendo una película, chica. Sigue trabajando.
Ah, la pequeña y clara voz de mi intuición. Incluso si la hiciera sonar
un poco como mi madre, me estaba encariñando muchísimo con ella. Con
una correa delgada, me aseguré mis pantalones de pana anchos a la
cintura. A continuación, metí la tijera en la bandolera sobre el lado
derecho, por lo que podría sacarla rápidamente. Agarré dos jeringas de
Fenobarbital, todavía faltaba el ingrediente secreto, y rápidamente mezclé
cuatro jeringas de Telazol, insertando uno en cada bota y dos en mi
cinturón de municiones. Las dos jeringas de Fenobarbital iban más arriba,
cerca de mis hombros, porque era menos peligroso si algo salía mal y me
las inyectara a mí en vez de a quien me estaba apuntando. Añadí una
correa más de cuerda, en caso de que fuera necesario para enlazar un
perro callejero o enlazar de memoria a alguien, y recordando en el último
minuto que prefería a Rimbaud que a Rambo, escondí un montón de
golosinas para perros en mis bolsillos.
Estaba cargada para el oso.
Y luego Malachy pateó la puerta por última vez. Hubo un gran
estruendo, mientras la madera salía del camino, y los perros lobos se
precipitaron, gruñendo y dando vueltas, tratando de dividir su atención
entre el tipo que había roto la puerta por sus bisagras y yo.
—Oi—, dijo la criatura mientras cruzaba el umbral. —Tengo un
hueso pendiente contigo.
No especificó que hueso, pero yo estaba suponiendo algo
suficientemente grande como para contar como uno de mis favoritos.
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

Mi primera impresión fue que había un mercado definitivo para la


nueva versión de Malachy del virus de la licantropía. Un montón de
chicos que darían su testículo izquierdo para lograr el tipo de tosco,
físico musculoso que Malachy ahora poseía. Todavía estaba totalmente
humano, o al menos él no era parte lobo, pero sus masivos brazos
musculosos parecían un poco largos para su cuerpo, y había una luz
demoníaca en sus grandes ojos tapados que no presagiaba nada bueno
para mi futuro inmediato. Los restos de la camisa de fuerza se aferraban
a su cuello grueso y hombros pesados, como un poncho extraño, pero lo
llevaba como un luchador callejero, en la punta de sus pies, y mientras él
se acercaba a mí, sus dientes blancos mostraron una sonrisa salvaje.
—Eso fue muy travieso, atarme de esa manera— dijo con un fuerte
acento cockney. Típico prejuicio de la clase media superior de Inglés de la
clase media, pensé, dandole a su salvaje alter ego un aire de la clase
obrera.
—Tú me pediste que lo hiciera—, señalé, dando un paso atrás y
tratando de calcular el tiempo que me llevaría salir por la puerta.
— ¿Yo? Yo no te lo pedí, amor -ese era el puto Malachy, el pendejo
drogadicto. Tú puedes llamarme Knox.
Ah, perfecto. Yo no sabía mucho de psicología, pero me di cuenta
que este tipo de partición no era un signo de salud mental. —Lo siento,
Knox, he cometido un error—, le dije, tratando de recordar todo lo que
sabía acerca del trastorno de personalidad múltiple. Yo había visto una
película de televisión una vez, Sybil, sobre las personalidades múltiples.
Sally Field había jugado el papel protagonista.
Resulta que yo no sabía nada acerca de la enfermedad. —Lo siento,
Knox,— le dije.
—Está bien—, dijo Knox, encogiéndose de hombros. —Sucede todo el
tiempo. Lo que no entiendo es, ¿cómo puede la gente confundirnos? No
es como que tenemos el mismo aspecto. Quiero decir, ¿acaso parezco un
maldito chico embarazoso? ¿Lo parezco?
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

Negué con la cabeza, pero Knox parecía el hermano más joven de


Malachy, saludable, lunático. Su pelo todavía tenía la misma masa salvaje
de tirabuzones negros, su nariz era todavía una cuchilla afilada, pero su
arco superciliar parecía más pronunciado, y sus ojos brillaban como los
ojos de un lobo en la noche. Sin embargo, la inteligencia que los llenaba
era inconfundiblemente humana, aunque había un elemento de astucia
animal e impulsividad ahí.
Ah, la capacidad de pensar en abstracto, sin ningún tipo de
conciencia para dirigirla. La definición de un sociópata. Yo estaba tan
contenta que tenía el collar de piedra lunar soldada alrededor de mi
cuello, así que realmente podía entender lo mal que estaba en ese
momento. —Debo haber cometido un error—, le dije.
—De hecho lo hiciste. Y lastimaste mis sentimientos, ¿ves? Porque
Malachy es un viejo cabrón enfermo. A mí no me gusta ser confundido
con un viejo cabrón enfermo. Puedes entender eso, ¿no?— Asentí con la
cabeza. Tal vez si no dejaba de estar de acuerdo con lo que él decía, todo
estaría bien. —Por la forma en que lo veo, tendrías que hacerlo bien.
— ¿Qué puedo hacer para hacerlo bien, Knox?
—Déjame pensar... ah. Lo tengo. Tú tienes que dejarme que te ate.
Todo por estar de acuerdo con él. —Lo siento—, le dije, deseando
poder tener en mis manos una pistola tranquilizante. —No puedo hacer
eso. Escucha, Malachy, no sé cuánto de ti hay allí, pero no quiero hacerte
daño—.
—Ya te lo dije, cariño – no soy Malachy. ¿Y qué tal estar en el
extremo receptor del dolor?—, dijo Malachy, con una sonrisa muy
desagradable. Sus colmillos eran muy afilados. — ¿Cómo te sientes sobre
eso?
—Me siento muy negativa al respecto, Mal.
Sus ojos verdes estallaron de furia. —Llámame de nuevo así— dijo,
—y yo voy a hacer que lo sientas mucho.
Mierda. Su voz sonaba tan parecida a Malachy, y yo estaba
acostumbrada a estar con un hombre que parecía una bestia
ocasionalmente. Era difícil creer que no podíamos resolver esto con
palabras.
Entonces ese es el papel que tienes que jugar, dijo la voz de mi
madre. Es tu única ventaja.
Y a pesar de que nunca había tratado de manipular a un hombre en
mi vida, me di cuenta de que esta era realmente la única manera que me
acercara lo suficiente para usar mis armas. En una lucha directa, Alto,
Moreno, y Peludo aquí iba a derrotarme.
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

Por derecho, debería haber sido capaz de al menos volverme


parcialmente lobo, porque la luna estaba todavía más de tres cuartos de
su capacidad. Pero algo andaba mal, o yo estaba demasiado nerviosa para
acceder a esa parte de mí, o algo más estaba interfiriendo con el ciclo
lunar de costumbre. Pero con la piedra lunar alrededor de mi cuello, yo
sabía con certeza que no había casi nada del lobo en mí. Me sentía como
lo había hecho durante los días más oscuros del mes, cuando la luna
estaba totalmente en las sombras.
Yo iba a tener que confiar en mis talentos humanos, tal como eran.
—No creo que realmente quieras hacerme daño—, le dije con
optimismo, como si lo creyera.
—Por supuesto que no quiero hacerte daño—, dijo Knox. Un perro
lobo se abalanzó de repente a él, y él lo noqueó a un lado con un
movimiento descuidado de su muñeca, enviándolo a estrellarse contra la
pared. —Pero, ya ves, parece que falta un poco de fino control motoro. —
Mierda. Él podía estar en esta forma. Eso era algo que ni siquiera los
licántropos a medio formar podían hacer: Cuando el animal es
predominante, es casi imposible usar el lenguaje para describir las cosas
que no son ciertas.
Dispersando los perros restantes con una mirada, Knox se volvió
hacia mí y preguntó: — ¿Cómo es tu umbral del dolor, chiquita?
Obligándome a no centrarme en el perro que gimiendo en sí se
levantaba y se iba cojeando, mi mirada se encontró con Knox. Sus ojos
estaban aún verdes en esta forma, pero brillaban con un extraño,
fosforescente brillo, como algo que vivía en la oscuridad de las
profundidades del océano, señalando a su presa. —Tal vez no me importe
un poco de dolor, si hubiera placer en él. —
Knox ladeó la cabeza grande y peluda a un lado, el gesto tan
familiar que tenía que recordarme a mí misma que este no era realmente
él. —Continúa—, dijo.
—Bueno—, comencé, y luego él fue a través de la habitación en un
solo paso, sacando su gran mano, agarrando mi cola de caballo y tirando
hasta que mi cabeza se volviera, dejando al descubierto mi garganta. —
Esto, por ejemplo—, dijo Knox. — ¿Es esto lo que llamas dolor
placentero?
—No,— dije, manteniendo la calma, tratando de no entrar en pánico
por el tamaño y la fuerza de él. —Hay sólo un tipo de estímulo en
marcha, y nada que me obligue a recontextualizarlo como placer. —
Había una chispa de algo en los ojos de la criatura, como si hubiera
llegado a algo en su interior. —Explícate.
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

Y entonces yo sabía exactamente qué hacer. Porque yo había visto


esta escena cientos de veces, con mi madre jugando al ratón de biblioteca
volviéndose un hechicera. Caray, yo había sido hecha para esto, era el
papel que yo había nacido para jugar. —Necesito sentirte contra mi
cuerpo,— dije. —No sueltes mi pelo, pero no me rompas el cuello,
tampoco.
Los masivos brazos de Knox se cerraron alrededor de mí,
manteniendo mis pies alejados del suelo mientras bajaba su boca a la
mía. Una mano todavía me agarraba del pelo con tanta fuerza que mi
cuero cabelludo parecía quemarme, pero ahora podía sentir su latido del
corazón rápido contra mi pecho, y sentir la enorme extensión de su
excitación presionado contra mi vientre. — ¿Te gusta?
—Uh huh. — La marca de la unión no me quemaba en esta ocasión,
probablemente porque yo preferiría las caricias de un tiburón.
—No huele como que te guste—, dijo Knox.
Se me olvidaba la cantidad de animal que había en él. Iba a tener que
dejarme ir con mi cuerpo, o esto no iba a funcionar. —Vamos a probar
esto—, le dije, y lo besé con todo lo que tenía. Haciendo caso omiso de la
extrañeza de que el gran estado de forma peludo, la agudeza de los
caninos en contra de mi lengua, me evocaban el recuerdo de nuestro
encuentro, cuando había sentido a la bestia de Malachy en ascenso y
había sentido deseo por ella, y él.
Envolviendo los brazos y las piernas alrededor de Knox, tirando de
la mano que sostenía mi cabello, presionando yo contra él, mientras su
mano se acercaba a mi trasero.
Podía sentir sus dedos enormes catándome, un dedo acariciando el
pliegue entre mis nalgas. No entres en pánico, me dije. Esto es trabajo.
Levanté mi mano, tratando de alcanzar una de las jeringas.
—Aburrido—, dijo Knox, liberándose. — ¿Cuándo vamos a llegar a la
parte del dolor?
Bueno, esto no estaba funcionando. Y entonces me di cuenta:
Malachy estaba allí dentro. Esta es una versión del hombre que conoces.
—Dimelo tú, Mal.
—Ya te lo he dicho—, gruñó Knox, —no me llames así.
—Pero eso es lo que me parece estimulante—, le dije. —La idea de
que mi frío y distante profesor ha finalmente liberado su bestia.
Las manos grandes me dejaron para azotarme el culo. —No soy la
bestia de nadie, mujer. No tengo nada que ver con ese debilucho gnomo.
—Tú no tienes sus inhibiciones—, le respondí, de pie y sobándome a
mí misma. —Pero ¿qué pasa con su inteligencia?
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

—Hay una idea—, dijo Knox. —Tal vez debería realizar uno de sus
viejos experimentos. Él siempre se preguntó qué pasaría si utilizara un
ser humano en lugar de un mono.
—Pero yo no soy puramente humana, no más de lo que tú eres—, le
dije, acercándome un paso más cerca. —Al igual que tú, yo tengo un lado
salvaje. —
—Huh. Si lo tienes, yo no lo veo—, dijo Knox. —Pareces una vieja y
simple pelusa para mí.
Humana. Tímida. Nerviosa. — Acercó su cara a la mía. —Rompible.
No había nada que pudiera hacer con el olor del miedo que salía de
mí. Todo lo que podía hacer era mirar a los ojos de la bestia y decir con
absoluta convicción: —Mira más profundo. Hay más en mí de lo que
parece. Tengo un amante que me adora, y se supone que tengo un lazo
con él, pero cuando estábamos en el café y me dijiste que me querías,
Mal, me pregunté cómo serían las cosas entre nosotros.
El cuello y los hombros de Knox se tensaron y su rostro se volvió
casi morado de la rabia. —Ese maldito lamedor de mierda no era yo!—
—El infierno que no lo eras—, repliqué. —Eras tú—, le dije,
pinchando con mi dedo en el pecho, —Malachy Knox, doctor en medicina
veterinaria, y ahora que no eres un jodido impotente, no vayas a decirme
que era otra persona!
—Voy a arreglarte maldita sea—, dijo Knox, agarrándome por la
garganta.
—Porque eres demasiado miedoso para admitir que me quieres—, le
dije, con tanta calma como si estuviéramos argumentando un
diagnóstico. —Malachy.
—Dilo otra vez y yo no seré puto responsable—, dijo Knox, sus
dedos apretando alrededor de mi garganta, presionando la piedra lunar
en mi piel.
Dilo otra vez, susurró la piedra lunar en mi mente.
—Malachy—, le dije, arriesgándolo todo. —Loco Mal.
Con un rugido, estaba sobre mí, y yo no podía respirar porque me
estaba besando tan fuerte, con una desesperación y una pasión tan feroz
que me sacudió. Sus manos me aplastaron contra su enorme pecho, y
movía su boca sobre la mía, como si tuviera la intención de devorarme.
Aire. Yo necesitaba aire. Yo lo empujé un poco, tratando de hacer algo de
espacio entre nosotros.
Él levantó la cabeza. — ¿Cambiaste de parecer?— Sus ojos verdes
brillaban con más suavidad ahora, y su voz era un rasposo susurro.
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

Tomé una respiración profunda, y luego traje su cabeza de vuelta a


la mía. —No.
Con un gruñido, Knox tumó una pata enorme y la cerró por encima
de mi pecho izquierdo. Di un grito ahogado, robándomelo a mí misma
por el apretón brutal, pero en cambio, la criatura me tocó con
sorprendente delicadeza. —Tus pezones están duros—, dijo en tono
sorprendido. —Pensé que esto era algún tipo de truco.
—No hay truco, Mal—. Esta vez, mientras me besaba, había algo
conmovedoramente tentador sobre la forma en que exploraba la forma de
mi pecho. Entonces, mientras yo arqueaba la espalda en respuesta a esa
suave caricia enloquecedora, me pellizcó los pezones lo bastante fuerte
para hacerme jadear.
— ¿Dolor?
Negué con la cabeza. —Placer.
—Abra—, dijo. Miré hacia arriba y vi que los ojos de Malachy, ya no
eran brillantes, y la expresión en ellos no era sádica o fría. En medio de
ese rostro duro, extraño, los ojos de Malachy estaban mirándome con
angustia y deseo y otra cosa que no podía nombrar. —Yo puedo... Cristo,
puedo pensar otra vez. No sé cuánto tiempo pueda... si no quieres hacer
esto, Abra...
—Malachy—, le dije, —Mírame a los ojos. Yo quiero hacer esto.
Él me miró a los ojos, y le disparé ambas jeringas repletas de
Fenobarbital.
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

Yo estaba perdida. Era ridículo, pero tenía que admitirlo, en la última


media hora, había estado tratando de volver al café Belle Savage, pero ya
fuera que me estaba volviendo desorientada, o que la ciudad se estaba
reorganizando. Había un pequeño campo que se había extendido entre
Orchard y la calle principal, y yo había cometido el error de cortar a
través de ella para evitar a Jackie y sus hombres. Por supuesto, yo nunca
había tenido un gran sentido de la orientación, y me había sabido perder
en noviembre, cuando las hojas caían de los árboles. Sin embargo, esta
vez era ridículo. Ninguno de los puntos de referencia habituales eran
visibles. La naturaleza estaba reclamando la ciudad. Me sequé el sudor de
mi frente, preguntándome qué hacer a continuación.
De aquí en adelante, yo iría usando un coche, aún si sólo tuviera que
moverme dos pasos de una tienda a otra. Habían cosas peores que
volverse obeso de no caminar. Como morir en lo salvaje detrás de
Orchard y la calle principal.
Baby, el lobo joven negro que había sido el Pekinese de Marlene, se
sentó y ladeó la cabeza hacia mí mientras yo trataba de orientarme. Ella y
Hudson, el labrador, se pegaban a mí. Los otros perros lobo iban
adelante, pero yo sabía que estaban prestando atención con sus orejas.
No eran algo así como una manada, y yo no era su líder, pero tenía un
sentido débil de mí como el alfa de su transformación en sus recuerdos
de la oficina del veterinario. No estaba segura de cuánto tiempo duraría,
pero me alegraba la compañía.
Traté de no pensar en Malachy, y lo que le había hecho a él. Intenté
incluso con mayor dificultad no pensar en lo que me hubiera hecho si él
se despertaba antes de que yo me hubiera ido.
Me limpié la cara en mi brazo, deseando haber pensado en traer una
botella de agua conmigo. —Yo no supongo que puedas oler dónde
estamos, ¿o sí, Baby?
Baby se quejó cuando di vuelta en un círculo lento, tratando de ver
más allá del rápido crecimiento de los árboles y las vides que ocultaban
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

las señales de la calle y ocultaban las casas y tiendas de la vista. A este


ritmo, yo estaría de pie en medio de un bosque al anochecer.
Hubo una tos baja y ronca desde algún lugar de la distancia, y luego
un ruido como una anciana gritando. Genial. Cougar. Sabiendo que no
había forma de esconderse de un gran gato, pensé que tendría que
engañarlo. Echando hacia atrás la cabeza, aullé con todas mis fuerzas, y
después de un momento, Baby y Hudson y los otros perros se unieron.
Bon Bon y el antiguo pastor aparecieron en la hierba alta, pero algunos de
los otros perros no se presentaron.
Tal vez el ex perro salchicha respingado no había sobrevivido a la
transición completa. Tal vez estuviera por su cuenta. O tal vez se había
convertido en comida para gatos.
Aullamos un poco más, y luego Baby levantó una oreja más que la
otra, y yo le rasqué la cabeza. No podía leer los signos yo misma, pero
viendo a los demás, pensé que el puma se había alejado. En la naturaleza,
Red me había enseñado, la mayoría de los animales no van de pesca en
partidos de campeonato.
Me explicó que la gente siempre se preocupa de que los coyotes les
ataquen o a sus mascotas, pero la mayoría de las veces, no hay que
preocuparse. Ya que las lesiones pequeñas pueden llegar a ser graves sin
ayuda médica, criaturas salvajes saben que vale la pena escoger sus
batallas con cuidado.
Se aprovechan de los débiles, pero si la debilidad resulta que tiene
un montón de amigos, la dejan pasar. La mayoría de las veces, en todo
caso. Lo mismo ocurre con los retos de liderazgo. Los líderes son
políticos, incluso si van por ahí a cuatro patas. Y nadie con siquiera una
gota de política inteligente quiere ir de cabeza en cabeza a menos que
hayan agotado todas las otras opciones: hacer ruidos agresivos, entornar
los ojos, fruncir el ceño, enseñar los dientes, usar un lenguaje corporal
dominante.
Con un poco de suerte, Red había dicho con una sonrisa, se llega a
descubrir quién es más rudo, sin en realidad romperse en pedazos unos a
otros para que ninguno de los dos gane.
Oh, Red, no me vendría mal algún consejo en este momento. Saqué
mi celular de nuevo y disqué su número, pero como yo sospechaba,
estaba todavía fuera de alcance. Me toqué la pequeña cicatriz en mi
brazo, pero ya no se estremecía. Traté de no pensar en lo que esto
significaba. ¿Y si el haber tonteado con Malachy había roto nuestro
vínculo, o él estaba herido, o peor?
Él no está muerto, dijo mi intuición.
Muy bien, entonces. Comprobé que todas mis armas estuvieran en el
lugar y luego le silvé a los perros. —Está bien, muchachos—, dije, —
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

vamos a seguir adelante. — Si yo hubiera esperado una respuesta ansiosa,


me habría decepcionado mucho.
Mi manada de gentuza de perros falderos anterior ya estaba
husmeando, explorando los aromas alrededor de ellos. Como líder, estaba
en mí tomar una dirección, pero los demás no iban a sentarse allí,
esperando a que yo me decidiera. Si yo dudara por mucho tiempo,
seguirían sus propios instintos.
Sostuve la piedra lunar, tratando de obtener una corazonada
intuitiva, pero no parecía funcionar como una brújula. Mientras vacilaba,
la hierba seguía creciendo alrededor de mis pies, los arbustos llenando
todo, y las malas hierbas y bejines se levantaron hasta que oscurecieron
mi vista. Las abejas zumbaban alrededor las cabezas de trébol púrpura, y
el olor de la madreselva era tan intenso que sentí como si pudiera
emborracharme de ella.
Una vez, cuando estaba en la universidad, mi madre me dijo que no
dudara demasiado acerca de las decisiones más importantes en mi vida.
Mis compañeros me habían apodado —Nuestra Señora de la Perpetua
inquietud— por mi inclinación al análisis de cada opción, y cuando llegó
el momento de declarar mis prioridades, quedé paralizada por la
indecisión.
Cuando llamé a mi madre por un consejo, lo único que dijo fue: —No
dejes crecer la hierba bajo tus pies. — Bueno, la hierba estaba creciendo,
está bien, y si yo no caminaba, iba a ahogarme en ella. Y entonces me
acordé de que yo podía usar el sol para orientarme. Era el fin de la tarde
ahora, y el sol tenía que estar ocultándose por el este. El centro de la
ciudad estaba al este de nuestra oficina, todo lo que tenía que hacer era
caminar hacia el sol.
—Baby! Bon Bon! Hudson! ¡Vengan!— No podía recordar el nombre
del pastor, por lo que sólo añadí, —Shep— salí en un trote lento y los
perros me siguieron, agitando las colas, con la lengua afuera.
Corrí hasta que la respiración me aserraba dentro y fuera de mi
pecho, y los perros comenzaron a darme divertidas miradas de reojo,
como en, Hey, recuerda, no somos del ejército regular. Yo había
empezado a preocuparme de meter la pata de alguna manera, pero
mientras desaceleraba para caminar y revisar que todas mis jeringuillas
seguían en su lugar, vi la forma familiar de la taberna Stagecoach. Miré
hacia la cafetería, pero no me importó, al menos no estaba perdida.
Mientras pasaba por la fachada de la taberna de tablas de madera
gris, vi una cara blanca mirando hacia fuera hacia mí desde una ventana
alta por un momento. Con escalofríos, apuré el paso, y luego grité y casi
salto de mi piel cuando alguien me tocó en el hombro.
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

—Lo siento—, dijo el recolector, que llevaba los blancos de chef. —


No era mi intención asustarla.
—Pensé... pensé que era otra persona. — Como mi jefe, a quien acaba
de seducir y dejado inconsciente en el piso de su oficina.
—Me pongo un poco nervioso, también—, dijo el chef. Por lo menos
yo pensaba que era un jefe de cocina, a causa de su equipo, por otro lado,
podría haber estado de baja de un asilo mental. Él tenía una mueca
ansiosa de una sonrisa, sombras púrpuras bajo sus ojos, un frizz salvaje
en el pelo de color naranja, y parecía como si hubiera perdido
recientemente una gran cantidad de peso. No era exactamente el hombre
que querrías que te tocara sin permiso. —Sólo necesitaba preguntarle si
había oído algo acerca de la tormenta.
—No, lo siento, ¿qué has oído?
—Los otros me dicen que se acerca una tormenta—, dijo el hombre,
a quien ahora reconocía como Abel Tasman, el travieso cocinero de
Boston que se había hecho cargo después de que Pascal Lecroix se suicidó
el año pasado. Yo había comido en el Stagecoach una vez, y él me había
preguntado si me había gustado el nuevo menú. Yo había mentido y le
había dicho que me gustaba. Supongo que mucha gente debe haber
mentido a Abel, porque él había mantenido el mismo menú, aunque en
realidad cada vez menos gente comía allí.
— ¿Los otros?
—Pascal y Gunther y Elías—, dijo Abel, mirando nerviosamente a los
perros lobos. Ellos parecían asustados, y yo no los culpaba. Yo sabía que
Pascal estaba muerto, y tenía mis sospechas sobre los otros dos. —Ellos
dicen que debería meterme en el sótano—, continuó Abel, —Pero no me
gusta el lugar. ¿Quieres venir conmigo?— Se vio un poco más optimista
según añadía, —me gustaría tener otras personas vivientes a mi alrededor
cuando vaya allí, pero últimamente ninguno de los empleados me quiere
hacer compañía. Te voy a dar un poco de maravilloso chocolate y sopa de
cactus, y un poco de tomate y crema de cabra de leche helada que he
recién hecho.
Con comida como esa, el lugar realmente no necesitaba una
maldición. —Lo siento—, dije yo, andando lo más rápido que pude. —
Tengo que ir a la cafetería Belle Savage.
—Eso es lo que todos dicen,— murmuró Abel mientras él me miraba.
Pudo haber sido mi imaginación, pero me pareció ver dos figuras pálidas
a su lado, un hombre con cara de halcón en un traje de los ochenta de
lino holgado, y el otro un hombre bajito y calvo en un saco victoriano.
Yo estaba lanzando miradas ansiosas hacia el cielo mientras llegaba
a la cafetería. Tal vez Abel no tenía ni idea lo que a la gente normal le
gustaba comer, pero él no se había equivocado acerca de la tormenta: las
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

nubes se habían extendido en una capa sólida y se estaban oscureciendo


como si alguien hubiera dejado un fuerte moretón a través de los cielos.

—Creo que lo hicimos justo a tiempo—, les dije a los perros, y luego
me di cuenta de que no podían venir dentro conmigo. —Lo siento,
chicos—, les dije, y entonces sonó mi teléfono celular. Lo abrí.
— ¿Hola?
—Hey, Doc. — Era Red. Su voz sonaba como si estuviera de pie en
medio de un huracán, o como si estuviera en el otro extremo de la tierra,
en lugar de a sólo unos cuantos kilómetros de distancia.
— ¿Dónde estás? ¿Te encuentras bien?— Miré hacia la ciudad, y
ahora las nubes eran negras y el viento se había levantado, doblando los
árboles de nuevo.
—Estoy bien—, respondió, y luego hubo un estallido de estática,
ahogando el resto de sus palabras. — ¿Red? ¿Red? Habla más fuerte, no
puedo oír.
— ¿Dónde estás?
—En la ciudad—, le dije, casi gritando, como si eso pudiera hacer
que me oyera mejor. —Sé que los animales se vuelven salvajes. Y Pía robó
medicamentos de Malachy, y se ha vuelto todo un Mr. Hyde—. Dejé de
hablar y escuché un crujido en el otro extremo. — ¿Red?
—Sólo escucha. — El teléfono iba y venía, tragándose cualquier otra
palabra. —Quédate. No. Casa.
— ¿Que no vaya a casa?
Otra voz se oyó en la línea, y a pesar de que sólo la había oído una
vez antes, no tenía que preguntar quién era. —Es suficiente—, dijo Bruin
en su tono Inglés nasal quebequense.
Oí decir algo a Red, y luego se oyó un ruido fuerte de algo que era
golpeado, y un gruñido de dolor.
—¡Red! Red—, grité en el teléfono. — ¿Qué está pasando? ¿Qué estás
haciendo con él, hijo de puta?— Me mudé dos pies a la derecha, y de
repente la línea fue clara. Hay una diferencia entre los campos de fuerza
mágica y gama de teléfonos celulares, pero no una grande.
—Yo sólo le recuerdo quien está a cargo, cherie. Él es bastante duro,
sin embargo – le he estado pegando mucho, y él no se queja mucho.
— ¿Por qué haces esto?— Pregunta estúpida, pero acaba de estallar
hacia fuera. Cuando estás realmente en crisis, es cuando los clichés salen.
La matríz, la originalidad, la sutileza, esos son artículos de lujo. Como
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

para probar mi punto, añadí: —Por favor, ¿no puedes simplemente


dejarlo en paz?
Bruin se echó a reír. —Pero Red, el no me dejaría en paz, ¿verdad?
No, el puso pabellones y mierda por todo el maldito lugar. Además, me
doy cuenta de que no has preguntado sobre tu otra amiga, ¿eh? A ti no te
importa lo que haga con ella.
Lilliana. Oh, Dios, ¿cómo he podido olvidarla? — ¿Está bien?
—Ella está mucho mejor que bien, ella es una delicia. Ahora, ¿por
qué no vienes a casa y así puedes verlos a los dos?
En el fondo, oí decir algo a Red. Bruin se echó a reír. A lo lejos, en el
cielo una luz brilló, y luego quedó a oscuras, y unos momentos después,
se produjo un ruido atronador. Yo puse el teléfono de un poco más lejos
de mi oído, pensando que con toda la actividad sobrenatural en marcha,
sería irónico que me electrocutara durante una tormenta eléctrica.

De repente, oí la voz de Red, de alguna manera, había logrado


arrancarle el teléfono a Bruin.
—No vengas a casa. Lilliana está bien - no la va a matar, está medio
enamorado de ella. Y en cuanto a mí... yo no necesito tu ayuda.
Las lágrimas picaban mis ojos, y yo estaba impregnada de un
sentimiento de amor y admiración que apenas podía hablar. —Entiendo—
, le dije, ahogandome un poco. Comprendí que estaba en problemas, y
era valiente, y que yo necesitaba conseguir ayuda e ir a rescatarlo. Y a
Lilliana, por supuesto.
—No, Abra, no entiendes.
Miré el teléfono por un momento confundida. — ¿Red?
—Yo no te quiero por aquí. Vete jodidamente a ayudar a Malachy si
lo deseas. —
Mi estómago se cerró. Él lo sabía. De alguna manera, lo sabía. —Red,
puedo explicarlo...
—Sí. Lo sé. Pero ¿adivina qué? Prefiero tener a Bruin aquí
golpeándome un par de veces más. Por lo menos con él, puedo ver lo que
viene.
Y con eso, la línea se cortó.
—Bueno—, dije a los perros, que estaban tendidos boca abajo,
mirando nerviosos —finalmente llegué a Red.
Como si fuera el momento justo, los cielos se abrieron y la lluvia
cayó al suelo. Puse mi mano sobre el pomo de la puerta, y lo giré.
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

Estaba cerrada con llave. —Hola!— Golpeé en la puerta, y me quedé


boquiabierta al ver las formas de las nubes oscuras. —Es Abra. Tienen
que dejarme entrar, creo que hay un tornado formándose!—
—Lo siento—, dijo una voz desde el otro lado, —pero estamos
cerrados. —Pensé que podría ser Penny.
—Por favor—, rogué. —Sólo tengo que salir de la tormenta.
—Está oscuro—, dijo Dana. —Siempre cerramos antes de que
anochezca.
—Pero esta oscuro debido a la tormenta!— Miré sobre mi hombro y
tuve que entrecerrar los ojos, porque las hojas y el polvo soplaban en mis
ojos. —Enid, por favor! ¡Déjame entrar!— Intenté pensar en algo con que
negociar, y no encontré nada. —Juro que voy a estar en deuda para
siempre, por favor, por favor, abran la puerta. — En el momento en que
las palabras salieron yo sabía que probablemente había cometido un
error, pero luego escuché el sonido de las cerraduras girando.
—Aquí— la puerta se abrió un poco y algo fue empujado en mis
manos: un impermeable barato rojo y una bolsa de tela que contenía un
objeto pesado que tintineaba. —Ahora vete yendo, chica.
Traté de deslizar mi pie en la puerta antes de que la cerrara por
completo, pero fue demasiado tarde, y luego escuché el sonido de las
trancas fijándose. Por un momento, yo estaba tan enojada que levanté mi
brazo hacia atrás, con la intención de destruir todo lo que estaba dentro
de la bolsa de tela en contra de la puerta. Pero yo no me atreví a hacerlo;
cualquier otra cosa que las hermanas fueran, eran seres poderosos, y yo
no quería desperdiciar sus talentos.
Me puse el impermeable de color rojo sobre la cabeza, y luego,
mirando acercarse rápidamente el embudo de nubes, tomé una decisión
en décimas de segundo; la Taberna Stagecoach o Moondoggie.
La taberna estaba más cerca, pero no tuve una buena sensación de
estar atrapado con el grupo de los fantasmas del suicidio.
Con la capucha de color rojo oscureciendo mi visión y la bolsa de
tela colgada sobre mi espalda, corrí hacia las afueras de la ciudad. Mi
manada de lobos formada por ex perros falderos corrió a mi lado. Yo
había llegado casi al estacionamiento de Moondoggie cuando me tropecé
con algo que yacía en la acera y cayó sobre mi cara.
Al principio, pensé que era un árbol. Mi segunda impresión fue que
me tropecé con un cadáver. Pero no lo era tampoco. Me había dado contra
el sheriff de Northside, excepto que parecía tan inerte como la arcilla
desprendiéndose de su cara y cuerpo en la lluvia.
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

Lógicamente, sabía que el sheriff tenía que estar muerto, pero traté
de transportarlo hacia la seguridad de todos modos. Sin mucho éxito.
Como cualquiera que haya alguna vez tomado una clase de cerámica
puede atestiguar, no hay nada más pesado que la arcilla húmeda, y es que
eso era lo que el sheriff parecía: una estatua de arcilla húmeda. Pero en el
momento que lo vi, me toqué la piedra lunar alrededor de mi cuello y
supe que tenía que tratar de rescatarlo.
Aún cuando parecía que pertenecía a un cobertizo de cerámica.
—Emmet!— Nada. Traté de golpear su cara, gritarle al oído. Bueno,
no podía ser despertado. Llamé a los perros, y tiré de las mangas de la
chaqueta de Emmet para ver si podían entender la indirecta.
Después de un momento, Shep agarró la esquina de la manga del
sheriff y comenzó a tirar de él.
Trabajando juntos, lo arrastramos alrededor de un pie antes de
derrumbarnos.
Esto no iba a funcionar. Estimé que había un par de minutos antes
de que la tormenta llegara a nosotros. Tirando el sombrero de su frente,
vi que la última letra de su tatuaje había sido manchada. O tal vez fue la
primera letra, yo había leído que el hebreo corría de derecha a izquierda.
Ya que la lluvia no podría haber llegado al tatuaje bajo el sombrero de
Emmet, parecía lógico que las manchas hubieran llegado en algún
momento antes - incluso antes de que el buen sheriff se convirtiera en un
gran montón de tierra.
Necesitaba algo afilado - la aguja hipodérmica. Usando la del tamaño
más grande que tenía, tallé la letra lo mejor que pude, siguiendo las
líneas débiles y tratando de recordar cómo se veía la última vez que lo
había visto.
—Si esto no funciona, voy a tener que dejarte—, le dije, entornando
los ojos hacia el cielo. La lluvia caía con tanta fuerza que apenas podía
ver la silueta de Moondoggie veinte pies delante de mí.
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

—Funcionó—, dijo Emmet. Se pasó una mano por la cara, y la arcilla


suelta salió, pero lo que había debajo parecía que era piel humana. —Te
debo una.
—Oye, te la debía. Ahora estamos a mano. — Ayudé a que el sheriff
se pusiera en pie, y luego nos fuimos en un trote pesado, tambaleante, los
perros pisándonos los talones, dando ladridos y agitados y lanzando
miradas nerviosas detrás de ellos, mientras la tormenta se acercaba.
Me dirigía a la parte delantera del restaurante, pero Emmet me tiró
hacia un lado del edificio.
—No por la puerta de entrada—, me gritó, —necesitamos el sótano
para tormentas.
Yo nunca había prestado atención a la bodega de puertas blancas
antes, y si no hubiera sido por Emmet, yo nunca hubiera podido llegado a
abrirla. Incluso para él, fue una lucha.
—Vamos— dijo, y el viento casi me voló al interior, las garras de los
perros escarbando en la escalera de cemento, mientras íbamos bajando
en la oscuridad. Emmet estaba allí un momento más tarde, sus enormes
brazos temblando mientras cerraba las puertas detrás de él.
—Jesucristo, eso estuvo cerca—, le dije, tirando de la capucha del
impermeable de mi cabeza. Me senté por un momento de espaldas a la
puerta, mientras tomaba grandes bocanadas de aire.
El piso debajo de nosotros era de tierra, y pude oler las piedras frías
y húmedas. Yo no sabía lo grande que era la habitación, pero yo podía
sentir el prospecto en mi mejilla. Era el cielo.
—No te puedes quedar aquí—, dijo una voz nada amigable, y
entonces mis ojos se adaptaron lo suficiente a la oscuridad para
distinguir caras en lugar de formas en bruto.
Ahora que podía ver, la bodega tenía más o menos las mismas
dimensiones que el comedor del piso de arriba. Había un viejo sofá allí, y
unas pocas sillas de madera del piso de arriba, junto con una mesa rota,
algunos ceniceros, y un buen número de botellas de vino vacías.
Reconocí a algunos de los camareros sentados alrededor de la
bodega, incluyendo a Kayla, que tenía un corte en un lado de la cara y
manchas de suciedad en su camisa blanca. Algunos de los otros
camareros parecían igualmente maltratados, y pensé que, al igual que yo,
habían tenido un infierno de día.
—Dije que no puedes quedarte—, repitió el dueño de la voz poco
amistosa, a quien ahora reconocía como Marlene Krauss. —Y tampoco los
perros. — Baby, Hudson, Bon Bon, y Shep se habían organizado alrededor
de mí en un modelo negro, blanco y atigrado de perros jadeantes. El resto
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

de los habitantes de la bodega estaban a resguardo de los lobos cánidos


con diferentes grados de alarma.
—Marlene—, dije: —estás hablando de Baby allí. — Señalé al más
pequeño de los perros negros. — ¿Es que no la reconoces?
Marlene entrecerró los ojos, como si tratara de ver el contorno de su
pequeño Peke en la grande forma adolescente. —Ese no es mi Baby, ya no.
En lo que a mí respecta, eso es un animal peligroso y enfermo. Y tú eres
un hombre lobo, tal vez tú lo eres, también.
Hubo murmullos y susurros emocionados mientras los demás
asimilaban esto. En Northside, nadie mencionaba nunca el estatus
sobrenatural de las personas – era tan torpe como ir donde una estrella
de cine y anunciarle que sabías que era famosa. Tú fingías que eran
normales, y ellos pretendían que eran normales. La regla no escrita de
Northside.
—Por favor—, dije, —no hay ni siquiera luna llena.
—Eso no te impidió casi arrancarme mi cabeza de un mordisco hace
unas semanas!
—Marlene—, dijo Emmet en su constante acento de John Wayne, —
creo que estás dejando que tus emociones saquen lo mejor de ti.
El rostro curtido de Marlene se arrugó con desagrado. —Sheriff,
usted está bien, por supuesto. Pero no hay suficiente comida y aire aquí
para todos.
Era difícil de decir, pero parecía que Emmet podría estar
divirtiéndose. — ¿Qué tal si sólo respiro una vez cada dos minutos?—,
dijo,—sólo para compensar lo de Abra.
—Muy divertido, pero ¿quién sabe cuánto tiempo va a durar esta
tormenta? Y mira la ciudad. En el momento en que salgamos de aquí,
probablemente va a ser una jungla. — Marlene sacudió su pulsera de
compras de red turquesa hacia más abajo en su muñeca y asumió la
forma de un funcionario del banco que rechaza un préstamo. —Me temo
que tenemos que manejar nuestros recursos.
—Tiene razón—, dijo uno de los camareros.
—No, no la tiene—, dijo Kayla, mientras el viento sacudía las puertas
de la bodega. —Ella no puede irse con eso.
Las puertas se sacudieron de nuevo, esta vez más fuerte.
—Ella tiene que irse ahora—, gritaba Marlene, apuntando con sus
uñas de dama dragón en mi dirección. —Antes de que ella cambie hacia
nosotros!
Con un gemido, Baby corrió a mi lado y se acurrucó entre mis
piernas.
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

Se oyeron murmullos de acuerdo y otros de disidencia, e


instintivamente di un paso un poco más cerca del sheriff.
Las puertas se golpearon esta vez, y alguien dio un grito asustado. —
Oh, Dios mío, todos vamos a morir!— fue uno de los camareros: Kayla le
dio una bofetada.
—Contrólate—, dijo, y luego le pasó un brazo alrededor de sus
hombros cuando empezó a llorar.
—Espera un minuto—, dije, —eso no es la tormenta - es alguien
tratando de entrar. — Yo podía oír ahora, el sonido de alguien golpeando
el puño contra la puerta.
—No los dejen entrar— gritó Marlene, y Kayla le dijo que se callara y
se sentara. Me estaba agradando cada vez más la camarera.
—Muy bien, escuche, todo el mundo—, les dije. —Voy a abrir estas
puertas, porque no vamos a dejar que alguien siemplemente muera allí.
—No la escuchen!— Marlene, por supuesto.
—Esto no es sólo acerca de la supervivencia—, le dije. —Se trata de
sobrevivir con nuestra humanidad intacta.
De acuerdo, probablemente no era la mejor persona para dar una
conferencia a nadie acerca de la humanidad intacta, ya que la mía había
sido definida mostrando algunos desgastes y deterioros tardíos. Pero por
alguna razón, nadie me llamó la atención por ello. —Bueno—, dije,
tratando de hacer contacto visual con tantas personas como fuera
posible, —agarrese todo el mundo de algo y prepárense. — Me volví hacia
Emmet. —Sheriff, ¿me puede ayudar con la puerta?
Emmet me dio un pequeño asentimiento con su sombrero, y pensé
que podría haber sido irónico. Luego se agarró a las manijas de las
puertas, y yo me agarré a él, y tiramos con fuerza.

Al igual que en las caricaturas, la puerta se abrió sin resistencia


alguna, enviándonos a los dos volando hacia atrás.
Y cuando miré para arriba en el exterior claro, de una cálida noche
de verano, Magda salió de la sombras. Estaba vestida con equipo de
comando negro, con un cuchillo atado a su muslo, una pistola en su
cintura, y un rifle colgado del hombro.
—La tormenta ha terminado—, dijo en voz baja y con autoridad. —
Pero eso fue sólo una ráfaga de fuegos artificiales destinados a
conmocionarnos y traer pavor a nosotros. Ahora el enemigo va a enviar
las tropas por el suelo. — Ella nos encuestaba, como si dimensionara
nuestra voluntad de lucha. —Algunos de ustedes pueden haber oído
hablar de ataques de osos. Algunos de ustedes pueden haber oído hablar
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

de un nuevo tipo de rabia. Lo cierto es que nuestra ciudad está siendo


invadida por criaturas que no tienen cabida en esta dimensión. — El
acento rumano de Magda sonaba misteriosamente como uno de las
películas exitosas de mi madre. En la pausa dramática después de esta
última observación, Marlene y Kayla empezaron a charlar hasta que
Magda las hizo callar con una mano levantada. —No hay tiempo para
debates. La amenaza es real. Y ustedes pueden pensar que están a salvo
aquí, pero una vez que pongas un pie fuera de esta bodega, ustedes serán
sólo daños colaterales.
Por supuesto, una vez que Magda lo había dicho, parecía
perfectamente claro para mí. El Manitú estaba tratando de apoderarse de
nuestra realidad, y la tormenta había sido sólo su primera salva. Me puse
de pie. —Magda tiene razón— dije, a punto de lanzarme en una pequeña
charla sobre la causa común contra un enemigo común.
Desafortunadamente, nadie me prestó la menor atención a mí: en su
lugar, todos subieron por la escalera, salpicando a Magda con preguntas y
sugerencias. El sheriff intentó esperarme, pero Magda le hizo señas y le
dijo que necesitaba su consejo sobre el diseño de la ciudad.
Debería haber estado contenta de que todos estábamos haciendo
equipo. Pero a medida que subía de la bodega, yo no podía dejar de
pensar que mi ilusión de ser una heroína pateadora de culos acababa de
ser eliminada. Estaba siendo relegada a un simple jugador, y una vez
más, Magda estaba tomando el liderazgo.
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

—Entonces, ¿qué se supone que eres?— dijo Magda mientras


caminaba a lo largo de la ruta ochenta y dos. — ¿La pequeña Caperucita
Roja?
—Muy divertido. — Yo me había sacado el impermeable y lo había
metido en la bolsa de tela que colgaba sobre mi espalda. Yo tenía que
estar muy cerca de Magda o de uno de los de su grupo, ya que tenían
todas las linternas, y sin ellos, las aceras estaban tan oscuras que apenas
podía ver mis pies.
Tropecé y Grigore me cogió por el codo. —Yo creo que te veías linda
en él—, dijo en un susurro cómplice.
—Por favor, sigan y traten de ser cuidadosos—, dijo Magda, sonando
exasperada. Yo estaba reviviendo su visión de los hombres lobo como
una especie de raza superior. Tenía un montón de teorías desagradables
sobre cómo los humanos habían debilitado a las especies mediante la
introducción de antibióticos y juegos con la supervivencia del más apto.
Bueno, yo podría ser una débil muestra, pero yo era el que había llegado
con la idea de dónde encontrar al manitú.
Magda había querido subir a la Antigua Montaña Scolder, donde la
mayoría de los avistamientos de manitús se habían originado. Le dije que
la caverna que corría por debajo de los campos de maíz al este de la
ciudad era una opción más lógica. Según Red, había un nexo de poder
formado por la montaña, la caverna, y el bosque detrás de nuestra
cabaña. Si yo fuera el gran Espíritu del Oso, y yo estuviera dirigiendo un
ataque a un pueblo, yo sé dónde habría puesto mi cuartel general.
Por lo tanto, votamos: Magda, Vasile, y el adulador Hunter habían
levantado la mano por la montaña, mientras Emmet, Kayla, y yo habíamos
argumentado a favor de la caverna. Grigore, para la molestia de Magda,
había roto el empate al ponerse de nuestro lado.
— ¿A qué distancia nos encontramos ahora?—, Preguntó Grigore,
que parecía más un estudiante de posgrado que un guerrero, a pesar del
fusil en su cintura.
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

—No muy lejos. Creo. Estoy un poco direccionalmente desafiada. Y


yo estuve allí sólo una vez, el último verano— La verdad es que yo no
estaba segura exactamente de cómo encontrar la caverna por mi cuenta,
todos estabamos siguiendo a Emmet.
—Por cierto, me gusta el collar. — Él me dio una sonrisa vulgar, y yo
no podía dejar de sonreír en su espalda. —Piedra Lunar, ¿no? Una
herramienta de gran alcance. ¿Pero no te lastima la plata?—
—No tanto ahora. — Toqué el colgante en mi cuello, dandome cuenta
de que la plata había dejado de irritarme la piel, pero no sabía si eso
significaba que me había acostumbrado a ella, o si sólo se habían
quemado mis terminaciones nerviosas.
— ¿Y cómo está tu novio?—, Preguntó Grigore. —El que se derrumbó
en el café.
—No es mi novio—, comencé, y luego oí pasos pesados que venían a
nuestro lado.
—Grigore—, dijo Vasile, el hermano mayor, reprendiéndolo. Yo no
habría tenido la necesidad de preguntar si estaba relacionado con Magda,
parecía la versión masculina de su hermana, hasta la raya de color blanco
en su pelo negro. Había una delgada cicatriz que dividía la mejilla
izquierda, que levantaba la comisura de su boca, haciéndole parecer
como si estuviera medio burlón. —Coquetear no es apropiado. Mientras
luchamos contra un enemigo común, somos aliados. Después, tendremos
que resolver nuestras propias diferencias. — Me dio una mirada que
sugería que él sería el que haría la resolución. Grigore protestó, diciendo
algo en rumano que probablemente se hubiera traducido como, tú no
eres mi jefe. Vasile respondió en el mismo idioma, y con un gesto brusco,
Grigore se volvió a Emmet.
— ¿Quieres venir conmigo a reconocer el terreno?
Emmet me miró. Supongo que pensó que era mi único aliado fiable.
— ¿Eso está bien contigo, Abra?
—Voy a estar bien.
—Vayan tan silenciosamente como sea posible—, instruyó Magda,
mientras los dos hombres se dirigían a la línea de árboles que separaba el
camino del campo de maíz. Hoy temprano, el maíz no había sido más que
una cubierta de nieve rastrera, ahora estaba casi a la altura del hombro.
—Y el resto de ustedes, recuerden, cuando yo dé la señal, debemos dejar
de hablar por completo. — Yo no sabía cómo, pero ella parecía haber
tomado las riendas de nuestras bandas combinadas, a pesar de que el
sheriff parecía una elección más lógica.
A quién estaba engañando. Al crecer, ella probablemente hubiera
jugado a la Resistencia, mientras que los otros niños juegaban a la casita.
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

—Bueno, ¿cuál es exactamente el plan?— Preguntó Kayla, acelerando


el ritmo para alcanzarme a mí. Había una fina capa de sudor en su rostro,
y ella estaba luchando para mantener el ritmo. Era pequeño para mí, pero
me alegré de que hubiera alguien más aquí más fuera de forma que yo. La
mayor parte de mi ejercicio lo hacía como un lobo. Como persona, yo
había estado descuidando mi cardio.
—No estoy exactamente segura—, le dije. —Creo que probablemente
vamos a tratar de conseguir caerles encima a ellos. — Me sentí tonta
diciéndolo, pero era difícil no ser arrastrado por la sensación de aventura
de película. Incluso si yo no era una heroína rompe culos, era una
guerrillera, con una bandolera y marchando a salvar a mi novio y a mi
amiga y a la ciudad.
—Probablemente vamos a morir, entonces—, dijo Kayla, con una
sorprendente cuestión de naturalidad.
—Oh, yo no sé nada de eso—, le dije. —Magda y sus hermanos
parecen saber lo que están haciendo.
—Yo no he dicho que ellos se vayan a morir. Ellos tienen pistolas y
rifles. Pero yo tengo una cuchilla de cocina, y tú tienes agujas
hipodérmicas.
—Y una tijera.
Kayla me dio una mirada de soslayo antes de continuar. —Estoy
asumiendo que ninguno de ustedes puede cambiar - oh, espera, por
supuesto que sé acerca de que todos ustedes tienen la licantropía, tuve
que hacer una prueba sobre mí misma después de, tú sabes. — Ella no
mencionó el nombre de Hunter, pero conscientemente metió un mechón
de pelo rubio detrás de la oreja. —En cualquier caso, no creo que las
cosas se pongan a nuestro favor. —
Yo caminaba a lo largo, sin decir nada. Me di cuenta ahora por qué
Magda estaba a cargo en lugar de mí. Yo era una cobarde. —Hola,
chicas—, dijo Hunter, que estaba visible en la parte exterior del círculo
íntimo de Magda. En sus pantalones de color caqui y una camisa azul
Oxford, parecía que se había dirigido por el club de campo y
accidentalmente cogido una guadaña en vez de un club de golf. —Nunca
pensé que las vería a ustedes dos siendo tan sociables—.
Kayla sólo le dio una mirada fulminante y se dirigió en su camisa a
medida blanca, su negra minifalda y zapatos cómodos, una camarera
regordeta en pie de guerra.
Cuando todo esto terminara, si las dos estábamos aún con vida, yo
iba a comprarle a esa chica una bebida.
Indicando la guadaña de Hunter. — ¿Qué piensas hacer con eso, de
todos modos? ¿Vas a paisajear algo hasta la muerte?
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

—Algo así—, dijo Hunter, con una sonrisa. —Me imagino que podría
ser necesario cortar el camino a través de la maleza.
En realidad, eso tenía sentido. —Tengo que admitir que— comencé,
pero Magda alzó la mano y me hizo callar. Grigore había regresado, y él
dio su informe en rumano sin aliento. En el profundo silencio, pude
escuchar a todos los insectos nocturnos y los trinos de las ranas y sus
gorgojeos. De qué tienen que estar tan feliz, pensé.
—Ellos están en la caverna—, dijo Magda, sin reconocer que había
estado en lo correcto. —Muy bien. Creo que tenemos que idear un plan.
Los mejores luchadores, Vasile, Grigore, Emmet, y yo - daremos vueltas
por el bosque. El resto de ustedes deben dirigirse directamente a través
del maíz. Abra, ¿tal vez tú puedas crear una distracción?
Miré a Kayla, recordando su estimación de nuestras posibilidades de
sobrevivir a esta noche. —Tengo sedantes,— dije, —pero son sólo buenos
a corta distancia. Y todo lo que Kayla tiene es un cuchillo. ¿Tal vez nos
quieran dar por lo menos un arma de fuego?
—No podemos desperdiciar las municiones—, dijo Magda con
brusquedad.
—Espera un maldito minuto—, interrumpió Hunter. Parecía como si
estuviera a punto de lanzar algo importante, y pensé, él no es un
pinchazo en total, va a argumentar en contra de dejarnos a Kayla y a mí
indefensas.
— ¿Qué es todo esto acerca de los mejores peleadores?— Hunter
movió la guadaña del hombro y la plantó firmemente en el suelo. —
Magda, creo que tú y yo tenemos que tener una pequeña charla sobre cuál
es exactamente mi papel en esta relación.
Por un momento, yo estaba tan enojada que me puse a pensar en
apuñalar a Hunter con una de mis agujas. El torrente de rabia me dio una
punzada extraña, extrañaba a mi lobo. Yo odiaba esas oscuras noches sin
luna, cuando mi sentido del oído y del olfato se encontraban en lo más
pobre.
Sin embargo, debíamos ser capaces de ver la luna esta noche, pensé,
mientras Magda se lanzaba hacia Hunter, diciéndole que no estaba
funcionando como un jugador de equipo.
La luna debe haber pasado un poco su fase llena, y Hunter y Magda y
sus hermanos y yo deberíamos estar sintiendo su fuerza. Por supuesto,
también se suponía que debía ser invierno, por lo que no había estado
prestando atención a la manera en particular en que la realidad había
sido distorsionada.
—Kayla—, dije: —hazme un favor.
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

—Seguro—. Me miró un poco sospechosa. —A menos que vayas a


decirme que vas a caer muerta o algo así.
—Vamos, Kayla, en serio.
—Tienes que admitir, que has sido bastante dura. Y he estado
tratando de demostrarte que siento por como fui contigo antes.
Oh, por amor de Dios. —Mira, si sobrevivimos a la noche, podemos
discutir a fondo todas nuestras diferencias. Pero lo que necesito ahora es
que mires la piedra lunar alrededor de mi cuello. — Debido a que era
como una gargantilla, no podía levantarlo para mirarlo. — ¿Me puedes
decir de qué color está?
—Seguro—. Kayla se inclinó para mirar con más cuidado. —Es una
especie de azul grisáceo oscuro. ¿Por qué?
—Porque comenzó a nublarse por la mañana—, le dije, empezando a
poner en orden las cosas en mi mente. Hasta esta mañana, el manitú sólo
había sido capaz de afectar a las cosas y la gente en su vecindad
inmediata. Algo le había dado un poder mucho mayor. O más bien, algo
había mejorado sus habilidades naturales.

Lilliana. Pero Lilliana no tenía la capacidad de cambiar la realidad. Lo


que podía hacer, sin embargo, era impactar las percepciones de la gente.
Una sensible, se había llamado a sí misma, capaz de transmitir, así como
recibir. Ya sea porque ella había sido objeto de coacción, o porque había
decidir cooperar, Lilliana estaba ayudando al manitú.
—Espera un minuto—, dije: —Creo que tengo una idea.
—Abra, no te ofendas, pero esta no es exactamente tu área de
especialización—, dijo Magda. —Vasile, Grigore, sheriff - movámonos.
—Creo que debemos escuchar lo que Abra tiene que decir—, dijo
Emmet, echándose el sombrero para atrás para mostrar la parte inferior
del tatuaje en la frente. —Ella estaba en lo cierto acerca de la caverna—.
—Sí, pero ahora estamos a punto de participar en una pelea con el
enemigo—, espetó Magda. —Todos nos vamos a morir si no tenemos muy
claro acerca de quién está a cargo.
—Tú puedes estar a cargo de ellos—, dijo Emmet, señalando con el
pulgar a los hermanos —pero Abra está a cargo mío, y yo no me muevo
hasta oír lo que Abra tenga que decir.
— ¿Qué quieres decir con que Abra está a cargo tuyo?— Magda me
dirigió una mirada de ojos entrecerrados.
Me encogí de hombros. —No tengo ni idea de lo que está hablando.
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

El sheriff colocó una bota de cowboy sobre una roca y apoyó el codo
en el muslo.
—Digamos que estoy en deuda con ella. Ahora, Abra, ¿qué quiere
decirnos?—
—El manitú oso, el hombre que yo llamo Bruin, está reteniendo a mi
amiga Lilliana. Y creo que está usando sus habilidades psíquicas para
nublar nuestras mentes.
Hunter frunció el ceño. — ¿De qué manera?

Señalé hacia el cielo. —Creo que nos están impidiendo tener la


sensación de la luna, por lo que los cinco de nosotros no podemos
cambiar en absoluto. Y en cuanto al tiempo... se siente como si hubieran
por lo menos ochenta grados, que es otro ataque contra nosotros.
—Por supuesto—, dijo Magda. —Los lobos no están en su mejor
forma para luchar en pleno verano.
—Pero enero es hora de la siesta para los osos, por lo que está en
desventaja. — Saqué el paquete de tela de mis hombros.
— ¿Qué hay allí?—, Preguntó Hunter.
—No estoy seguro. Fue un regalo de las hermanas Grey. —Metí la
mano en la bolsa y saqué una botella pequeña de lo que parecía ser vino
de la casa, y un hombre de pan de jengibre, envuelto en papel de cera. —
Creo que es mágico. Supongo que lo que tenemos que hacer es dividir
esto en igualdad de partes y ver si se rompe el hechizo.
Vasile dijo algo fuerte a Magda, y ella respondió acaloradamente
igual. Después de un momento de un tiro rápido rumano, Magda se
aclaró la garganta. —Vasile dice que incluso si tienes razón, no todos
podemos sentarnos a beber vino y a comer galletas.
—Además—, añadió Grigore, —si las ancianas te dieron la comida a
ti, quizás es sólo pensado para tí. Si todos comemos un poco, puede que
no haya suficiente magia para poder cambiar.
—Sugiero que sigamos con el plan anterior—, dijo Magda, sopesando
su rifle en su hombro.
Emmet negó con la cabeza. —No voy a dejar a Abra.
Me conmovió la lealtad del sheriff, pero aún tenía que admitir que
Magda tenía razón. —Está bien, Emmet. Vete con el grupo de Magda.
—Me molesta la insinuación de que yo no soy uno de los mejores
luchadores—, dijo Hunter, y Kayla y yo nos miramos.
—Sólo ve con ellos Hunter,— le dije. —Kayla y yo tenemos a los
perros. Vamos a estar bien.
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

Para su crédito, Hunter parecía un poco avergonzado cuando se dio


cuenta que estaba dejando a su ex esposa y amante solas. —Si quieres
que me quede—, comenzó.
No queríamos, y Hunter se fue trotando con los demás. Ni siquiera
era beta en esa manada, me di cuenta, Grigore había tomado esa posición.
—Está bien—, dijo Kayla, abofeteando un mosquito que había
aterrizado en su muslo desnudo. —Entonces, ¿qué vamos a hacer ahora?
Desenvolví el hombre de pan de jengibre y lo pinché ligeramente con
el dedo. No se rió o protestó o intento huir, por lo que lo llevé a la nariz y
lo olí. —Me imagino que lo comemos. — Rompí el pan en dos. — ¿Cabeza
o pies?
—Pies—. Kayla tomó los pies del hombre de pan de jengibre y se
hundió en los talones. Con su frente alta y su nariz y sus mejillas de
manzana, parecía absurdamente saludable.
—Sabes, nunca he entendido realmente el punto de la historia del
hombre de pan de jengibre por completo. ¿Es a favor del canibalismo?
¿Anti-pan?
—Tal vez se trata de engañar al estafador—, le dije. —Ya sabes,
como al final, cuando el zorro engaña al hombre de pan de jengibre para
saltar sobre su espalda.
—Eso es bueno—, dijo Kayla con aprobación. Ella dio un manotazo a
un mosquito en el brazo y tomó un bocado del pie izquierdo. —No está
mal. Un poco húmedo por el calor, pero aún así.
—Aquí está el problema—, le dije. —Estoy aterrada de hacer esto.
— ¿De comer pan de jengibre?— Kayla tomó otro bocado.
—Por supuesto. Prefiero estar disparandole a las cosas. Prefiero
disparar a que me disparen.
—Nunca has tomado drogas, ¿eh?
—No, me comí un LSD, por error, cuando era una niña. — Incluso
hablando de eso me ponía nerviosa. Yo levanté un poco la cabeza del
hombre de pan de jengibre. —Si esto me hace sentir algo por el estilo, no
creo que pueda hacerlo.
—Enconces dame la galleta. — Kayla sostuvo la mano. —Mira, esto
no se ata con ácido. Puede ser magia, pero hasta el momento, no ha
hecho nada por mí. Pero si esto te asusta demasiado, no lo hagas.
—No, no, tienes razón. — Levanté la galleta a la boca, luego vacilé.
Yo ni siquiera comía pan de jengibre. Las galletas que se hacían con
forma de casas de muñecas no necesariamente significaban una buena
alimentación, en mi opinión. Cerrando los ojos como si estuviera
comiendo en un reto de alimentos repugnantes de algún desafío de TV,
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

como gusanos en una tostada, di un mordisco a la cabeza del hombre de


pan de jengibre.

Los perros falderos se quejaron, pidiendo una probada, y antes de


que pudiera detenerla, Kayla lanzó cuatro migas a los perros, lo cuales las
engulleron y olfatearon el terreno buscando más.
— ¿Ves?— Kayla se puso el último bocado de pan de jengibre en la
boca. —Eso no fue tan difícil.
Señaló la botella de vino. —Vamos a tomarnos el vino.
Di otro mordisco a la cabeza del hombre de pan de jengibre y eché
un vistazo a la botella. Tenía uno de esos tapones antiguos que estaba
conectado con un cable, y tuve que usar mis pulgares para poder abrir el
mecanismo.
O no. — ¿Puedes hacerlo?— Le di la botella a Kayla, y la abrió con
facilidad, entonces me la ofreció a mí. —No, ve tú primero.
Ella tomó un largo trago. —No está mal—, decidió. —Tiene un gusto
como el vino de la comunión.
Olí la boca de la botella. El vino de las hermanas tenía un olor
afrutado y dulce, un poco como ciruelas. Tomé un trago y el sabor trajo
un recuerdo muy antiguo, que yo no había pensado en años y años.
Cuando yo tenía poca edad, tres o cuatro años, la madre de mi padre
había hecho una vez vino en la bañera en nuestra casa, y me acuerdo de
ayudarla en su mezcla de las uvas. Mi abuela, a quien recuerdo como una
mujer muy vieja con un vestido negro, me había dado un poco para
probar y se había puesto tonta y empezado a bailar por el cuarto de baño
con los pies descalzos, que estaban callosos y agrietados como cuero
viejo. Yo había pensado que estaba actuando muy extraña, con la cara
muy seria, como si estuviera adolorida. Yo no conocía el flamenco. —El
vino y el baile—, había dicho en su acento, mientras se sentaba para
tomar aliento. —Ellos son dos caminos hacia la magia, ¿comprendes?
Yo no había pensado en eso en mucho tiempo. La Abuela había
muerto cuando yo tenía seis o siete años, y aunque papá había ido a su
funeral, mi madre y yo nos había quedado atrás. Creo que mis padres
estaban teniendo serios problemas en ese momento. Aún así, me hubiera
gustado haber ido.
—Creo que tenemos que bailar—, le dije a Kayla.
—Hombre, eres una borracha barata.
—No, creo que es parte de lo que tenemos que hacer - una especie de
baile de persecución de las nubes para que se alejen para que podamos
ver la luna.
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

Kayla arqueó una ceja. —De acueeeeeerrdo. — Ella se puso de pie y


se quitó los pesados zapatos de camarera. — ¿Pero no necesitamos
música?
—Podemos cantar—, le dije, desatando mis zapatillas. —Escoje algo.
—Es una noche maravillosa para una danza de la luna—, cantó
Kayla, balanceándose adelante y atrás. A pesar de su recientemente
adquirida gordura, se movía con la gracia de alguien que había estudiado
ballet. Entonces se detuvo. —Me siento como un tonto premio.
—Podemos cantar esa canción de los años sesenta, sobre unos rayos
de luna y pastillas de menta. Si nos acordamos de las palabras. O la
melodía.
—O la canción de Cat Stevens, Moonshadow.
—Yo no creo que eso se pueda bailar—, le dije. —Oh, espera, yo
tengo una! Bailando a la luz de la luna— canté, chesqueando los dedos.
—Oh, oh, me encanta esa—, dijo Kayla. —Dadum ladra y papá
muerde—, agregó en su contralto musical.
—No recuerdo más palabras—, intervine. Dejamos de balancearnos y
de bailar. —Esto no está funcionando.
—Tal vez tenemos que marearnos—, dijo Kayla. —Eso es lo que hago
con mi hija.
— ¿Tienes una hija?— La miré y Kayla rió.
—Ella tiene seis, Abra. No es de Hunter. Es de Dan.
—Oh. — Kayla debe haber sido una adolescente cuando tuvo a su
bebé, me di cuenta. Y Dan la había dejado a causa de Hunter. —Lo siento.
Eso debe haber sido difícil, perderlo.
Kayla se encogió de hombros. —Eso fue lo que me asustó más que
cualquier otra cosa - estar sin un hombre. Pensé que no tenía sentido la
vida si no había un hombre alrededor diciendo constantemente lo
preciosa que eres y lo loco que está por ti. Pero ¿sabes qué? Estoy más
feliz así. Gorda y por mi propia cuenta—.
—Tú no estás gorda.
—Me dirijo hacia allí. Pero como he dicho, no me importa. Tal vez no
sea magnífica y no tenga un hombre, pero estoy bien con eso. Hey, tengo
una idea. — Kayla sostuvo sus manos, cruzadas sobre las muñecas. —
¿Recuerdas cómo hacer esto? Sólo agarras fuerte y giras.
—Ahora, eso sí lo puedo hacer. — Giramos y giramos, y era como
tener seis de nuevo, cuando marearse era como emborracharse, y nos
reímos mientras el viento se levantaba y se volvía como un chamán
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

mientras estábamos con las cabezas inclinadas hacia atrás, mientras las
nubes se alejaban.
—Tengo que dejarme ir—, dijo Kayla, y las dos nos derrumbamos en
el suelo, mirando a la luna llena. Había una frialdad en el aire que no
había estado allí antes, la temperatura estaba decayendo. Yo pensaba que
en este momento, me sentía más cerca de Kayla de que lo que lo había
estado de Lilliana.
—No puedo respirar—, dijo Kayla.
—Pero lo hicimos. — Extendí la mano para agarrarle la mano de ella
y se la apreté. Yo podía sentir la atracción de la luna sobre mi piel. Yo ya
no era ciega a los olores.
—Vaya—, dijo Kayla. — ¿Sentiste eso?— Ella tenía apretada la mano
contra su pecho, y yo me levanté en un codo para mirarla.
— ¿Sentir qué?— El suelo estaba cada vez más frío debajo de mí, y
me senté.
—Mi corazón. Se siente como un pájaro atrapado en mi pecho.
Aquí—, dijo ella, poniendo mi mano justo sobre su pecho izquierdo.
Estaba agitado.
—Tal vez deberías descansar—, le dije, mientras veía los ojos de
Kayla crecer redondos con alarma.
—Hay algo allí—, dijo. —Hay un pájaro en mi pecho, tratando de
salir!
—Estás entrando en pánico—, le dije, sosteniendo sus manos. —Tu
corazón se acelera debido a que estás entrando en pánico. Sólo toma
respiros profundos. — Ella trató, pero sus ojos estaban desorbitados por
el pánico, y su cara regordeta estaba roja e hinchada. Hinchazón. ¿De
dónde venía eso? Empecé que preocuparme de que sus vías respiratorias
se cerraran.
Pero luego empecé a sentirlo, también. No mi corazón latiendo en mi
pecho como las alas de un pájaro, sino la repentina sensación de que
había perdido la conexión con mi cuerpo. Mi conciencia se sentía como
que había retrocedido de nuevo a algún lugar de mi cabeza, y yo no podía
recordar cómo hacer para que mis manos y piernas se movieran. El
pánico que había advertido en Kayla se apoderó de mí: no podía recordar
cómo respirar.
Estaba atada en mi cuerpo, y no era como la experiencia de mi
infancia que me había perseguido. Era peor. Yo podría sentirme yendo a
la deriva, saliendo de mi cuerpo como una niebla en aumento. Pude ver
mi cuerpo en el suelo, y yo tenía la más extraña sensación de que estaba
viendo mi equipo favorito que yo había pensado que no podría vivir sin
él, un conjunto de piel y huesos y el cabello que yo había pensado que
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

expresaba la esencia de lo que yo era en el mundo. Miré mi larga cola de


caballo, y me di cuenta de cuanto sentido de mí misma tenía invertido en
mi pelo. Cuando me ponía mi piel de lobo, pensé, tenía más sentido.
Pensé que podría llevar otro atuendo algún día, pensaba mientras
empezaba a irme a la deriva más alto. Miré hacia arriba y podía ver la
luna, ahora, una pequeña isla en un océano inmenso y extraño. Bailando
en la luz de la luna, pensé, y yo podía sentirme ondeando en la brisa.
Fui más arriba. Pude ver unas pocas luces en las carreteras, pero no
había luz en ninguna casa. La electricidad se había ido, golpeada por la
tormenta. Que no era tan inusual, en el verano, pero algo me dijo que en
esta ocasión, los chicos de Con Ed no andarían en torno a la mañana para
reparar las líneas. Yo estaba tan lejos ahora que podía ver una especie de
onda vaga en el aire a lo largo de las fronteras de Northside. Parecía como
si hubiera una pared de niebla, pero yo sabía que si pasaba a través de
esa pared, yo sentiría la alta densidad de las realidades plegadas sobre sí
mismas.
Los manitús estaban anexando la ciudad. No eran sólo para
recuperar sus antiguas rutas. Iban a poner todo el territorio en el
Limminal.
Creo que nos ibamos a convertir en el nuevo triángulo de las
Bermudas. Yo podía ver las estrellas ahora, y oír, también, lo que sonaba
como campanas celestiales, en un registro justo en el umbral de la
percepción. Esta era la puerta Limminal de entrada al universo, el camino
de los manitús. Yo tenía que admitir que estaba un poco más que
emocionada de saber lo que había más adelante.
Sin embargo, no pude evitar preguntarme si mi madre sería capaz de
encontrar mi cuerpo, o averiguar lo que me había pasado. Me preguntaba
si Red me echaría de menos. Me obligué a mirar hacia abajo una vez más,
al mundo que dejaba atrás. Como si hubiera ajustado un par de
binoculares, acerqué la visión al campo de maíz.
Mi cuerpo se veía tranquilo, pero justo a su lado Kayla se encontraba
en serias dificultades. Ella estaba agarrándose el pecho, levantandose en
sus rodillas, azotando la cabeza hacia atrás y hacia adelante.
Diagnóstico rápido: yo no podía dejarla así.
Con ese pensamiento, me desplomé de nuevo hacia mi cuerpo. Se
sentía como saltar desde una altura en un lago frío. O tal vez se sentía
como estar presionado, ya que no había hecho en realidad la elección
para saltar. Con un suspiro, me di la vuelta y me arrastré hasta Kayla.
—Mi ropa... me ahogo... ayúdame. — Saqué las tijeras que había
traído todo el tiempo como un arma, corté y dejé a Kayla libre de sus
ropas. Yo ya había adivinado que esto no era un ataque al corazón, pero
mis sospechas se confirmaron cuando sus ojos estaban desorbitados por
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

el miedo y el dolor y algo más, algo que les hizo imposible girar mientras
su nariz parecía encogerse en su cara.
No tuve tiempo de ver, porque tenía que cortar a través de mi propia
camisa y pantalones. Poco después, sentí el toque y el pop de los huesos
reordenándose, el deslizamiento de mi pelaje sobre mi piel.
Cuando miré, vi que el invierno había vuelto a la tierra.
Las Hermanas Grey habían liberado a mi lobo. Mis perros falderos
habían crecido cada uno del tamaño de pequeños ponis, y lo que quedaba
de perro en ellos parecía haber desaparecido. Pero cuando miré alrededor
buscando a Kayla, todo lo que pude ver fue un gordo búho, aullando
suavemente, como si se asombrara, por todos los cambios repentinos.
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

Yo aún tenía la piedra lunar en el cuello, y tal vez por eso, por
primera vez desde que me había convertido en un licántropo, pude
pensar antes lo que tenía planeando hacer. Con la luna un poco menos
que llena, yo tampoco era completamente lobo, aunque en esta ocasión,
la diferencia parecía ser principalmente psicológica.
Mientras Kayla volaba sin hacer ruido con golpes bajos y pesados de
sus alas, yo corría con mi manada por todo el campo de maíz hacia la
abertura de la caverna. Ella era una voladora silenciosa, y podría decir
que estaba un poco más que satisfecha de sí misma. Los perros lobos
estaban emocionados también.
Esto se sentía como una persecución, y eran salvajes ahora y vivían
para las persecuciones.
El maíz alto de verano había desaparecido, y me sentí aliviada al
sentir la nieve bajo mis patas, acolchadas, y segura más allá de las
palabras por la presencia de la luna. Un poco de mi realidad había
regresado, aunque yo podía sentir la presencia de la frontera brumosa.
Me hubiera gustado saber cuánto tiempo había pasado desde que
habíamos comido y bebido el bocadillo y el vino. Se sentía como horas,
pero eso no quería decir que realmente había pasado tanto tiempo. Por lo
que sabía, Magda y los otros podrían estar todavía esperando el momento
oportuno, esperando por nosotras para que creáramos una distracción.
O tal vez la lucha había terminado, y todos estaban muertos.
Mientras veía la entrada de la caverna, me detuve, escuchando como
Kayla aterrizaba a mis pies.
— ¿Qué hacemos?—, dijo ella, excepto que sonaba como el ulular de
un búho rayado. Fue más fácil de entender que Screech Owl, en todo caso.
Los lobos entienden a la mayoría de los búhos y los cuervos, pero los
chillidos es un dialecto muy extraño. — ¿Qué es lo que hacemos?—,
repitió Kayla. O tal vez ella estaba diciendo algo totalmente diferente, la
verdad es que nunca he sido muy buena en los idiomas. Los perros lobos
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

estaban caminando con cautela alrededor de la boca de la caverna,


olfateando en ella y saltando hacia atrás, como si ésta pudiera morder.
Me quejé, diciendo a Kayla que teníamos que averiguar lo que estaba
pasando antes de tomar todo por asalto, sin embargo, al final, cobarde
como era, me di cuenta de que íbamos a tener que hacer solo nuestro
camino con cautela.
Al igual que en una gran cantidad de cavernas, la apertura de ésta
era aparentemente pequeña. Parecía ser un agujero estrecho, apenas si
una cueva, y era más fácil ir sobre cuatro patas de lo que habría sido ir
estado en dos. Por unos pocos pies, era claustrofóbico, y luego las
paredes y el techo se abrían y nos encontrábamos en un anfiteatro
natural enorme. Estaba oscuro, pero los búhos y los lobos tienen una
excelente visión nocturna, por lo que no era un problema. El techo de la
caverna era una catedral invertida de agujas de estalactitas y
campanarios, y que habría sido bastante lindo si no se pareciera tanto a
las lanzas apuntando hacia abajo en la cabeza. Kayla saltó sobre mi
espalda y empecé a deslizarme a través de la superficie lisa y resbaladiza
de piedra, olfateando el aroma fresco de las piedras que impregnaban el
lugar. Los perros lobos nos seguían vacilantes, Baby y Bon Bon
delicadamente recogían sus patas en la piedra pulida, mientras que Shep
y Hudson se movían deliberadamente por delante.
Hubo una leve brisa en la caverna, y olí de nuevo: Por debajo de los
minerales habían otros olores, familiares. Magda, Hunter, y de los
hermanos. De Red.
—Es demasiado tarde, Doc. — Volví, y Red se paseaba por los
recovecos más profundos de la caverna. Me acerqué a esa voz querida en
cuclillas, mis oídos presionados contra mi cráneo, mi cola se movía en un
círculo bajo y sumiso que en cánido era para un Te adoro.
Salvo que todos los que salían eran gemidos y ojos de cachorro,
como suele ser el caso, aun cuando el culpable camina en dos piernas. Él
tenía una mirada triste en su rostro, y él llevaba unos vaqueros viejos y
una chaqueta de cuero suave que se aferraba a su forma delgada, y yo
sentí que tenía que olerle, realmente olerle, así que metí el hocico en su
cara, y soplé en él, toda la limpieza, el tipo, la bondad de él, los olores de
los animales que me dijeron dónde había estado, el nivel de estrés en su
sudor.
Red levantó la mano y empujó suavemente mi cabeza. Algo lo estaba
haciendo estar muy tenso.
Metí el hocico más cerca, queriendo leer un poco más. —Ya está
bien, chica—, dijo, y había una nota de acero en su voz que no había oído
antes.
Él todavía estaba enojado conmigo.
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

Kayla abucheó otra vez, y se metió en el brazo de Red. Él la miró con


expresión solemne que hizo que se le formaran grietas en una sonrisa
por un momento.
—Dios mío—, dijo, — ¿qué te pasó?
Kayla aleteó sus plumas de la cabeza y giró su cabeza casi 360
grados para mirarme.
Le di un bajo ladrido, lo mejor que podía hacer en esas
circunstancias. Me sentí aliviada al ver que Red parecía ileso, después de
escuchar que Bruin lo estaba usando como chivo exPíatorio, había estado
preparada para lo peor.
—Y veo que tienes nuevos amigos, también. — Red asintió con la
cabeza a los perros lobos gigantescos, y que miraban con curiosidad
mientras Red extendía la mano hacia el collarín de piel en mi cuello. —Yo
supongo que vamos a guardar los grandes discursos para más adelante—,
dijo, y sentí como una oleada de alivio y amor que quería rodar una y otra
vez, la pantomima del perro que decía, que si la felicidad fuera un olor,
querría estar cubierto de él.
Pero la mano de Red me mantenía en mi lugar, agarrando la piel de
mi cuello. Y luego hizo algo tan inesperado que tuve que reprimir el
impulso de huir.
Se sacó el cinturón de sus pantalones vaqueros. Al ver mi reacción,
él se rió seco. —Oh, tú me conoces mejor que eso— dijo. Luego, me puso
el cinturón a través de mi collar como si se tratara de una correa, y me
llevó más profundo en lo más recóndito de la cueva como si yo fuera un
perro.
O un prisionero.
Cuando Red me había mostrado la cueva el otoño pasado, no me
había llevado hasta el final de la sala que la gente llama la Capilla, porque
no le gustaba estar tan lejos bajo tierra. Pero a medida que caminaba por
el río subterráneo formado por el goteo de las estalactitas, yo sabía que
era hacia dónde nos dirigíamos.
Lo que no esperaba era la luz. Como el camino en pendiente
pronunciada era hacia abajo, había antorchas plantadas a lo largo del
camino, que brillaban de color verde fosforescente. Pensé en Malachy por
un momento, y Red me miró como si pudiera leer mi mente.
Y entonces llegamos a la Capilla. Era un gran recipiente con forma
de habitación, con piedras que parecían haber sido talladas como
asientos. Las antorchas iluminaban la habitación por lo que yo pude ver
una piedra que parecía un rostro que colgaba sobre una gran losa de roca
que parecía un altar. El rostro era el tipo de cosa que la gente siempre
decía que se parecía a Jesús. Que no se veía como Jesús para mí.
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

—Bueno, bueno, mira quién ha venido a unirse a la fiesta—, dijo un


bajo, musculoso, con ojos de niño descansando sobre una roca. Si yo no
hubiera estado usando la piedra lunar, no me hubiera dado cuenta de que
este era Rocky. Tenía un rostro inteligente, depredador y el pelo grueso y
erizado que parecía que se le había puesto prematuramente gris. Estaba
jugando con la navaja de plata de Red, la abría y cerraba con una sonrisa
pícara. Pensándolo bien, tal vez hubiera adivinado que era Rocky.
Habría sido más difícil para mí identificar a la mujer hermosa joven
con la nariz recta, orgullosa y de pelo hasta los hombros castaño
artísticamente cayendole sobre un ojo. Mientras observaba, levantó la
barbilla y arqueó la espalda, como si mostrara el vestido negro de cuello
primicia que llevaba. Que era mío. Ella había estado con mi ropa, maldita
sea.
Habría descubierto cómo se sentía acerca de Red, ya que ella no hizo
ningún esfuerzo por ocultarlo, el seguimiento de todos sus movimientos
y darme miradas feas. Curvé mis labios hacia ella, y Red dio un tirón en
mi correa.
Odiaba repetir algo que Hunter le había dicho a Magda, pero
realmente íbamos a tener que discutir acerca de mi papel en esta
relación.
Y hablando de Hunter, ¿dónde estaba? Cogí el aroma y lo olí, tirando
de la correa mientras me daba cuenta de que él y Magda y sus hermanos
estaban atados y amordazados en una esquina de la habitación. A
diferencia de mí, no habían cambiado, tal vez habían estado demasiado
cerca del manitú cuando la luna había vuelto a aparecer. O tal vez habían
estado distraídos por el combate.
Por lo que yo podía entender, tenías que tender la realidad como un
césped en torno a estos chicos, o bien te derribarían como un puñado de
dientes de león.
No había rastro de Emmet en cualquier lugar en la Capilla. Por
supuesto, él olía un poco como piedra mojada, así que era difícil estar
seguro.
—Todavía no entiendo lo que has visto en ella—, dijo la mujer de
cabello castaño, mirándome. — ¿Y quién es esa puta nueva en tu brazo?—
Agregó, señalando a Kayla. —Ella ni siquiera sabe cómo acomodarse las
alas correctamente.
Kayla la abucheó y ajustó sus alas para que se adaptaran más
fácilmente a los costados.
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

—Sólo déjalo, ¿quieres?— Red rozó a la mujer, que extendió la mano


y tiró de mi cola. Me di vuelta y la mordí, y Red tiró de mi correa, fuerte.
—Tú también déjala en paz—, me dijo. Me sentí aplastada.
Luego escuché un gruñido, áspero que era casi una risa, y vi a un
gran oso dorado como la miel de pie a la entrada en dos piernas. Bruin. Él
cayó pesadamente en cuatro patas y mientras lo hacía, vi que Lilliana
estaba caminando a su lado.
Llevaba un par de jeans para hombres y una camisa con botones en
el cuello dos tallas más grande que su esbelta figura. Su pelo,
normalmente lo usaba en un elegante toque francés, con un
encrespamiento un poco en las sienes, pero aún se veía como una real y
campante antigua reina egipcia, no como mi imagen de un rehén. Ella me
miró a los ojos por un momento, una fresca y nivelada mirada que yo no
podía leer, y me recordé a mí misma de no ir por las apariencias. Ella
puede no estar de mi lado nunca más.
Bruin me miró, lanzó un gruñido, y se encogió de hombros un poco,
y su piel de oso se deslizó, dejando al descubierto su forma humana. A
diferencia de los licántropos, no estaba desnudo, después del cambio, lo
cual me pareció que era una ventaja real. Pasándose una mano por el pelo
grueso, dorado, Bruin se agachó junto a mí, poniendo al nivel de mi nariz
sus mocasines medio altos.
—Tu mujer, ella es persistente—, dijo Bruin.
—Ella ya no es mi mujer. — Red me miró a mí con lo que pensé que
podría ser tristeza. —Pero ella es una luchadora.
—Es una pena, mi amigo—, dijo Bruin. —Después de todo lo que
sacrificaste para recuperarla, también. — Su sonrisa era desagradable. —
Estar de acuerdo en comerciar tu larga vida por un período de míseros
mortales años, tirando tu posición y poder, y todo por una mujer que no
se mantiene fiel. Quelle dommage.
—Ya basta—, dijo Red, claramente molesto. —No es necesario que lo
publiques.
—Pero creo que es divertido. Ella ni siquiera sabe lo que has jugado
y perdido, ¿o sí? No querías influir en su decisión.
—Sólo cállate—, dijo Red. Yo nunca lo había visto tan enojado. Pero
en el fondo, había otra cosa, bochorno, pensé. Tal vez incluso vergüenza.
Yo estaba empezando a tener una idea de que claramente, Red nunca
había sido prisionero de Bruin. Me había engañado, eso era claro. Lo que
no entendía era por qué.
—Bruin—, dijo Lilliana, tocándole suavemente el brazo. —No hay
necesidad de todo esto— dijo ella, y su voz era un bálsamo, suave y
blando.
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

—Yo pensaría que tu amiga podría querer saber por qué Coyote
decidió traicionar la ciudad, después de todo. — Caminando hacia mí,
Bruin se puso en cuclillas en el suelo junto a mí. —Quieres saber, ¿no?
Porque es curioso, después de todo lo que Coyote hizo para negociar para
su ciudad, por qué la entregó así sin más.
—No soy Coyote—, dijo Red, al igual que le había dicho a Magda
tantas veces. Él era un lobo rojo, y lo volvía loco cuando la gente lo
confundía con un coyote.
Bruin frunció el ceño y asintió con la cabeza en reconocimiento. —Ya
no más. — Con los ojos rasgados, Bruin extendió la mano y me agarró por
el hocico, fijando mi mandíbula cerrada. — ¿Sabes lo que negoció a
cambio de ti ese día? ¿Lo que permitió que él pudiera encontrarte, y
ponerte a salvo?— Bruin dio a mi cabeza una sacudida. — ¿Tienes alguna
idea?
—Déjala ir—, dijo Red, sonando más cansado que enojado.
—Bruin, por favor. — La voz de Lilliana fue tan baja que tuve que
triangular las orejas hacia delante para escucharla mejor.
Bruin miró por encima del hombro, y esta vez, el enojo en su voz
estaba teñida de angustia. —El es – el era - Coyote. De todos nosotros, el
ha sido siempre el que ha podido caminar entre nuestros mundos. Porque
él es un tramposo, ¿tu comprendes? Él no tiene forma propia, por lo que
puede pedir prestado directamente del proveedor. Y a diferencia del resto
de nosotros, puede morir y nacer de nuevo una y otra vez. Pero lo que no
tiene, querida, es un alma inmortal. — La mano de Bruin exprimió mi
boca, me hacía daño. Sin embargo, sus palabras me estaban perjudicando
de peor manera. —Sacrificó su existencia por tí. Porque pensaba que lo
amabas de verdad. Y si te apareaste con él, prometiendote a ti misma por
completo y permaneciendo fiel, le hubieras dado la protección de tu
alma. Tú no hubieras perdido tu alma, sino una parte de ella, una fracción
de ella, que hubiera crecido hasta convertirse en su alma.
—No es culpa de ella—, dijo Red. —Ella no lo sabía.
— ¿Qué tú te estás muriendo a causa de su falta de fe?— Bruin liberó
mi boca. —Ahora ella lo sabe. Tal vez piensas que es divertido, jugar a la
femme fatale de verdad. Ah, espera - quiero escuchar tu respuesta, así
que he aquí—. Haciendo caso omiso de mi bajo gruñido de alerta, Bruin
me agarró por el pescuezo y sacudió.
Y así, yo era un ser humano de nuevo, y estaba desnuda.
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

Red se estaba muriendo. Estaba teniedo problemas para procesar


este pensamiento, pero era difícil concentrarse en si me habían estado o
no mintiendo y manipulando mientras yo estaba en una habitación fría,
rodeada de enemigos y cubierta por nada más que carne de gallina. Miré a
Bruin para enfocarlo mejor, deseando como el infierno que yo no hubiera
dejado mis gafas en un campo en algún lugar, junto con mi ropa. De
ahora en adelante, realmente iba a tener que cambiar a los de contacto,
sin importar lo mucho que me irritaran. O tal vez Lasik. — ¿Podría por
favor tener un poco de ropa?— Le pregunté, temblando.
—Yo voto que no— dijo Rocky.
—Aquí—, dijo la mujer que había sido la manitú Ladyhawke,
entregandome una manta. —He visto suficiente de ti desnuda con aquel—
, añadió, señalando a Hunter.
—Y he limpíado tu mierda del piso, Birdie—, repliqué.
—Bien— dijo, con un movimiento de su pelo castaño que
momentáneamente reveló la piel con cicatrices donde el ojo debe haber
estado. Parecía una mujer, pero cuando abrió la boca me di cuenta que
era una adolescente. —Nunca lo mereciste, ya sabes. No puedo entender
lo que ha visto en ti.
Envolviendo la manta a mi alrededor como un pareo, me sentí un
poco mejor. —Tal vez no lo merezco—, dije. —Yo he venido derecho de
una mala relación, así que tal vez me llevó más tiempo reconocer lo que
tenía. — Me acerqué a Red, y me di cuenta de lo pálido y delgado que
estaba. Habían sombras malvas bajo los ojos que yo no recordaba haber
visto antes, y me llamó la atención que parecía más viejo de lo que había
sido sólo unos momentos antes. — ¿Estás realmente muriendo?— Sentí
mi garganta cerrándose.
Red asintió con la cabeza. —No te culpes a ti misma, Doc.
—Pero, ¿puede alguien hacer algo? ¿Qué pasa si tomo esas marcas
ahora?
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

Red sonrió con tristeza. —No es el tipo de cosa que puedas hacer
por lástima. Y tamoco tienes que querer hacerlo. Es una especie de un
acuerdo de todo o nada. Supongo que debería haberlo explicado mejor,
pero la jodí.
Puse mi mano sobre su mejilla, y mi manta se deslizó, obligándome
a apoderarme de ella. —Tú no jodiste esto, Red. Yo lo hice. — Tragué
duramente. —Lo siento por lo que pasó con Malachy. Si hace alguna
diferencia, ahora sé que preferiría estar contigo. Cuando la ciudad
empezó a cambiar, yo trataba de volver contigo. Y cada vez que algo
sucedía, pensé en las cosas que me habías dicho o enseñado. Y
finalmente me quedó en claro que si tuviera que vivir en un mundo de la
edad de piedra, sólo habría un hombre con el que me gustaría estar
viviendo en una cueva. Tú—. Tomé un respiro y lo dejé escapar como una
risa ahogada. —Quita toda los símbolos del mundo moderno, y es más
fácil ver lo que es realmente real.
Red tragó saliva, como si estuviera luchando contra algo amargo. —
Eso está bien, Doc. Pero todavía no lo entiendes. Yo no estaba fuera
tratando de salvar a la ciudad. Yo estaba muy ocupado poniendo las
llaves, y tratando de hacer que pareciera como que yo no estaba
involucrado.
— ¿Pero por qué? ¿Qué cambió tu opinión?
Red me dio una mirada dura y directa. —Lo que acabas de decir.
Quita la electricidad y los supermercados, y pensé que se vería muy bien
para tí. Porque tú no recibiste las marcas. Si tú hubieras hecho todo el
camino, yo nunca hubiera... — Se interrumpió. —Si hace alguna
diferencia, Doc, lamento como el infierno todo esto.
—Qué encantador. Pero eso no cambia nada—, agregó Bruin.
Me giré y me acerqué a él, mi corazón latía tan rápido que era difícil
hablar.
—Tal vez no. Tal vez yo pueda llegar a un acuerdo. ¿Puedo rescatar a
Red? Yo no estaba listo para completar la ceremonia de las rosas antes,
pero ahora estoy. —
—Es demasiado tarde—, espetó la mujer halcón.
—Pero, ¿por qué es demasiado tarde? ¿No significa más ahora que
entiendo lo que está en juego?— me trasladé hacia Rocky. —No creo que
sea demasiado tarde para cualquier cosa. Tú no deseas que los manitús
pierdan sus antiguos caminos. Lo entiendo. No sé cuando decidiste que
era todo o nada, pero no tenemos por qué ser enemigos. Podemos
trabajar juntos—.
—Tonterías—. Se sacudió la voz de Bruin con rabia. — ¿Crees que no
sé cómo funciona? Nosotros llegamos a un acuerdo contigo, lo siguiente
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

que sé, es que hay alguien nuevo en el poder y el antiguo convenio no


corre nunca más.

Rocky y Ladyhawke se movieron para estar al lado de Bruin, y miré


más allá de ellos, a Lilliana. Una gota de sudor corría por su frente, ella
estaba transmitiendo. Sin embargo, ¿estaba trabajando para mí, o contra
mí?
— ¿Qué pasa con Lilliana? Ella pertenece a esta realidad. Tú no
puedes apropiarte de esta ciudad entera y llevarla a otra dimensión, con
toda la gente aquí dentro.
—Ella me ama—, dijo Bruin suavemente, pasando la mano sobre su
brazo. —Por mí, hará este sacrificio. ¿No, querida?
Lilliana miró a Bruin, poniendo su mano delgada y oscura en su
mejilla. —No quiero perder mi mundo—, dijo. Ella lo llamó un nombre
que yo no había oído antes, algo largo, con pequeñas pausas en el mismo.
—No quiero vivir en el exilio permanente más de lo que tú quieres.
Bruin la miraba atónito. —Pero tú dijiste... pensé... — Su expresión
era casi cómica.
—Pero hay otra manera—, le dije. —Puedes confiar en nosotros.
Trabajar con nosotros—.
—Confíar en ti—, se burló Bruin. — ¿Sabes cuántas veces he
confiado? ¿Cuántos tratados he hecho?
—No sé—, dijo Rocky, agitando la navaja de Red en un abrir y
cerrarla. —Creo que ella podría estar diciendo la verdad.
Le tendí la mano. —Quiero tener el cuchillo, Rocky.
Me miró durante un largo rato, y no había malicia en su rostro, y
estaba serio como siempre. Él era hijo adoptivo de Red, de acuerdo. Tiró
la hoja y para mi sorpresa, la atrapé. Yo lo estaba haciendo bastante bien
sin gafas.
—Aquí—, le dije a Bruin. —Tómala. — Y luego fui al altar de piedra y
me encaramé con torpeza en la parte superior del mismo. —A ustedes
chicos, les gustan los sacrificios, ¿no? Bueno, yo estoy dispuesta a
renunciar a lo que sea necesario para llegar a un acuerdo. — Tomé una
respiración profunda, extendí la mano y tiré de la cola de caballo
sacándola de mi pelo. Luego, con sólo el pelo largo como un velo sobre
mí, extendí la manta fuera. Esto era póquer de las altas apuestas, y pensé
que un sacrificio desnudo contaba más que un sacrificio con una manta
de lana.
Bruin se cernía sobre mí. El cuchillo brilló en su mano.
— ¿Qué es lo que estás negociando?
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

—Una nueva oportunidad. Para la ciudad. Este es el trato.


Mantenemos sus viejos caminos abiertos, y derribamos todo lo que fue
construido y no se permitirá a nadie que pueda construir algo nuevo.
Bruin miró el cuchillo, considerándolo. — ¿Y tú cambiarías tu vida
por esto?
—Yo te permitiré derramar mi sangre. — Pero si mi corazón seguía
bombeando como estaba, podría terminar derramando más de lo
previsto. Traté de respirar profundamente, endentecer mi pulso
acelerado.
Bruin dio un paso hacia mí. —Desangrarte, ¿pero no matarte?
Interesante.
Levanté la mano. —Espera,— le dije, mi voz más floja de lo que me
hubiera gustado. Me había rendido en tratar de enlentecer los latidos de
mi corazón, pero yo quería un poco más de seguridad de que Bruin no iba
a tallarme entera. —Hay una cosa más. Tener otra oportunidad de
vincularme con Red.
Bruin tocó la punta del cuchillo con el pulgar, probándolo. —Eso no
depende de mí. — El vaciló. —No sé si es demasiado tarde o no. Puedes
intentarlo.
—Bien, entonces.
Bruin levantó la mano. Lilliana se quedó sin aliento, pero ella no dijo
nada: Tal vez estaba gastando toda su energía en la transmisión de
emociones apacibles. O tal vez ella estaba en estado de shock.
Tenía la esperanza de lo primero.
La mano de Red agarró la de Bruin antes de que pudiera bajar. —No,
— dijo. —Yo lo haré.
— ¿Estás seguro?— Dudó Bruin.
Red simplemente le tendió la mano.
Sus miradas se encontraron un momento, y luego Bruin entregó el
cuchillo.
Esta vez, la mano que sostenía el cuchillo sobre mí pertenecía a mi
amigo y amante. — ¿Estás segura sobre esto, Doc? No puede ser sólo un
rasguño, ya sabes. No para esto.
—Yo lo entiendo. — En los últimos minutos, él parecía tener más
años de edad. En el parpadeo de la luz de las antorchas, se veía como una
víctima del cáncer, o un prisionero de guerra.
Red giró mi cabeza hacia un lado y levantó el cuchillo. Y un
pensamiento terrible se me ocurrió. Había algo familiar en la historia que
Bruin me había dicho. Que no era realmente extraño. Estábamos en el
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

reino de los mitos y los cuentos de hadas ahora, donde los temas y
motivos cruzaban las fronteras de las diferentes culturas.
Al final del cuento original de La Sirenita, que mi madre solía leerme
a la hora de acostarme, la sirena se encuentra encima de su amor infiel, el
príncipe. Al igual que Red, que había negociado su larga vida mágica para
tener una oportunidad con un alma inmortal. Pero el príncipe se había
casado con otra, y la sirena fue condenada a morir, a menos que
negociara la vida del príncipe por su cuenta, y rociara su sangre en sus
piernas, transformándolas de nuevo en una cola de pescado.
Con la piedra lunar todavía alrededor de mi cuello, yo sabía que esto
no era un cuento de hadas. Si Red me mataba, podría convertirse en
Coyote de nuevo.
—Siento mucho tener que hacer esto—, dijo Red, y su voz tenía
lágrimas mientras él traía el cuchillo hacia abajo con un movimiento
rápido.
—No tanto como lo vas a estar—, dijo una voz que venía de la
entrada de la capilla, hablando en un plano y bajo acento de John Wayne.

Me volví para ver el buen sheriff, nivelando un rifle hacia Bruin.


Malachy, en la retaguardia, cubriendo el resto de la habitación con un
arma de fuego. Y era Malachy, demacrado y sardónico y no Knox, quien
tenía a la vista a Magda y los otros atados mientras yo yacía desnuda en
un altar, cubierta sólo por mi pelo largo.
—Gracias por la ayuda, muchachos—, dije, —pero yo estoy aquí por
mi propia voluntad.
—Qué vergüenza—, dijo Malachy. —Y aquí hemos pensado que
estabas a punto de ser fileteada contra tu voluntad.
—De alguna manera, Mal, no estoy convencido de la veracidad de su
declaración—, dijo Emmet.
—Es cierto, Emmett.
—Tú sabes, eso es lo que mi nombre significa en hebreo—, dijo el
sheriff, y dándome una mirada nivelada. —Emmett significa verdad. Quita
la primer letra – y te mueres.
Asentí con la cabeza, recordando cómo había tallado de nuevo la
primera letra en la frente. —Él no va tomar algo que no pueda soportar
perder.
—Si lo hace, va a perder algo de él mismo—, dijo Emmet.
Bruin gruñó. —Entonces, no cuenta como sacrificio.
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

—Bueno—, dije, sentada. —Escuchen, todos. Cualquier cosa que Red


me haga, no hay que tomar represalias. ¿Entienden?— Miré a Red. —Estoy
lista.
Red negó con la cabeza. —Todavía no. — Entonces me cogió del pelo
y lo recogió en sus manos, como si lo fuera a cepillar, dejándome
totalmente expuesta a todos en la sala. —Acuéstate— dijo. Lo hice, con
mi pelo colgando sobre la mesa de piedra, sintiéndome un poco menos
segura ahora que todo mi cuerpo era revelado. Sabía que los licántropos
se suponían que eran casuales sobre estas cosas, pero no era así. Y luego,
en el último momento, me di cuenta de lo que Red tenía la intención de
hacer.
Me senté en el altar de piedra, gritando, pero era demasiado tarde.
Red había hundido el cuchillo en su pecho. Parecía estar sobre sí mismo
mientras él caía al suelo, y me deslizaba hacia abajo junto a él, tratando
desesperadamente de evaluar los daños. Dios, había sangre por todas
partes, burbujeando en mis manos mientras sostenía y apretaba la herida
de Red. Mirando su la cara, vi mover los labios de Red, que formaban una
palabra. Pero no salió ningún sonido, y al mirar en sus ojos se apagó la
luz en ellos. No todos los cuentos de hadas tenian un final de feliz para
siempre. Al igual que en La Sirenita, había elegido sacrificarse.
Gritando el nombre de Red, comprobé su pulso, y luego
frenéticamente comencé a hacer compresiones en su pecho. Sabía que era
inútil, pero ignoré las voces diciéndome que me detuviera, y luché con las
manos que trataron de agarrar mis muñecas.
Hasta que me di cuenta de que mi paciente no estaba solamente con
vida, estaba sonriendo.
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

Un mes más tarde, volví a casa para encontrar corazones de origami


y aves por toda la cabaña y un delicioso olor de carne quemada en el aire.
Esperaba que mi apetito carnívoro disminuyera con la luna, pero en estos
días me sentía hambrienta de proteínas de origen animal todo el tiempo.
Supongo que era una vegetariana vencida ahora - un cambio más que
añadir a mi lista.
Me quité el sombrero y me sacudí el pelo. Me sorprendió la
sensación de mi nuca desnuda, y a veces se sentía como si me hubiera
quitado una pierna en vez de cortarme cuatro pies de cabello. Sin
embargo, me alegré de que Bruin hubiera decidido que en realidad no
necesitaba derramar sangre para sellar nuestro pacto. Creo que Red había
derramado suficiente por los dos.
Por supuesto, habría sido bueno si el hijo de puta se hubiera
complicado en hacerme saber que en realidad había más de una vida en
él. Sobre todo porque a mí casi me da un ataque al corazón cuando se
sentó y se sacó el cuchillo de su pecho.
Pero yo realmente no la tenía contra Red. Que había poseído una
última oportunidad para ganar un alma, y que había estado dispuesto a
cambiar su vida muy duradera por ella – la que él había guardado en su
manga, por si la necesitara. Así que no podía culparlo de asegurarse de
que yo no me llevara nada.
Y creo que Red había creído realmente que él me podía mantener sin
sacrificar nada. Él no se veía feliz cuando Bruin había insistido en que
tomara el cuchillo y completara el negocio.
Me toqué el pelo rapado de nuevo. En cualquier caso, Marlene había
hecho un trabajo bastante decente al hacer los extremos irregulares
pareciendo un estilo deliberado. Red incluso afirmó que le había gustado,
y dijo que pensaba que hacía que mí ojos se vieran más grandes, y que la
nuca era su nueva parte favorita de mi cuerpo.
Mi madre dijo que crecería y se vería mejor en un año o algo así.
Toqué uno de los corazones de origami. — ¿Qué es esto?
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

Red vino detrás de mí para tomar mi abrigo. —Vamos a calentarte


primero. ¿Cómo está al aire libre?
—Frío—. Cuatro semanas después de que los manitús nos habían
sumido en un verano poco natural, yo estaba tan enferma del invierno,
que medio que quería preguntarle si podría hacerlo de nuevo. Pero luego
pensé en los trámites burocráticos.
Ser supervisora de la ciudad, además de ser una veterinaria, no me
dejaba mucho tiempo libre.
Y eso era en lo que me había convertido: el alcalde en efecto de
Northside. Resultó que la reactivación de Emmet me había hecho su jefe,
y luego la junta municipal había decidido hacerlo oficial.
— ¿Cómo fue la reunión?— Red se arrodilló y me quitó las botas
mojadas.
—Larga. El Consejo sigue discutiendo sobre el tema de la
zonificación. Pero hemos acordado fundar el Festival Maypole de los
Brownies, y hay un acuerdo sobre la mesa que protegerá el lugar sagrado
en la Antigua Montaña Scolder—.
—Bruin debe estar satisfecho. — Había asistido a la sesión para
asegurarse de que los intereses de los manitús estarían representados.
—Bruin parecía preocupado, en realidad. Creo que es porque Lilliana
regresó a la ciudad la semana pasada.
Red frotó su mano a lo largo de su mandíbula, considerándolo. —O
tal vez es sólo que no se supone que esté despierto a mitad de febrero.
—Supongo que tienes razón, pero... — Me detuve, miré a mí
alrededor las decoraciones de origami, y me di cuenta de lo que
significaban. —Mierda. Es el Día de San Valentín, ¿no? Te compré una
tarjeta, pero no he tenido tiempo para escribir en ella todavía.
—No me importan mucho las tarjetas, de todos modos—, dijo Red,
con las manos en movimiento desde mi tobillo y alrededor de mi
pantorrilla.
— ¿Cómo puedo compensártelo?
Red se detuvo, sus manos a medio camino de mis muslos. —Ahora,
hay una pregunta.
—Mmm. Hablando de preguntas, ¿dónde están los perros?— Ahora
que habíamos adoptado cuatro perros lobos enormes, Red estaba cada
vez más serio sobre la construcción de nuestra casa soñada de cánidos.
—Los envié a jugar mientras yo cocinaba la carne mechada. — Red se
paró y yo envolví mis brazos alrededor de su cuello.
— ¿Cómo sabías que esta noche quería comer carne?
ALISA SHECKLEY – MOON BURN – SERIE ABRA BARROW 02

—Tengo un pedazo de tu alma creciendo dentro de mí, ¿recuerdas?


Me acordaba, porque cuando pasaba demasiado tiempo lejos de Red,
sentía un dolor ahuecado en mi pecho. Lo que era más difícil para mí
enterrar en mi mente era que el mismo hombre que a veces me molestaba
por dejar la tapa del inodoro abierta en realidad era de hecho Coyote, el
más limminal de las criaturas Limminales, que habían pasado de ida y
vuelta entre dos mundos hasta que pertenecían a ambos y ninguno. Por lo
que yo podía decir, Red había sido honesto acerca de sus antecedentes
familiares. Había una madre rebelde, que se había salido de su clan, y él
había sido enseñado por su abuelo en los caminos de los Limmikin. Red
simplemente no había mencionado que había tenido un buen número de
otras vidas, o que Coyote era todo acerca de la muerte espectacular y
luego volver a nacer. Red fue difícil a la hora de mencionar el tema, pero
parecía que el Coyote nacía siempre de la Limmikin - eran sus hijos
especiales, su tribu.
Me preguntaba qué pasaría con ellos ahora, tal vez algún otro dios
tramposo los adoptara. Pero cuando estaba con Red, quedaba atrapada en
la seductora normalidad de la vida del día a día, y me olvidaba de su
pasado largo y accidentado.
Red me acarició el cuello. Olía delicioso, a limpio y madera, con un
sabor almizclado débil.
— ¿Nueva loción para después del afeitado?
—Uh-uh. Tú hueles muy bien— Él arrastró sus dedos sobre la
gargantilla de piedra lunar.
Red estaba mirando en mis ojos, una conocida, y masculina sonrisa
curvaba sus labios. Y de repente, sentí una oleada de excitación tan fuerte
que Red estalló en una amplia sonrisa.
—Te ves un poco petulante, Buster.
—Tengo que admitir, me siento muy satisfecha.
—Tú sabes, esto no es exactamente natural. No estoy más en celo.
—Creo que estoy siendo domesticado—, dijo Red, agarrando mis
muñecas y tirando de mí más de cerca. —Los perros lo hacen durante
todo el año, ¿no?
—No te sientes como si estuvieras domesticado. Pero la parte del
perro suena bastante bien. — Desde ese día en la caverna, Red había
revelado un lado más seguro, más travieso. Tal vez fue porque yo sabía
su gran secreto. O tal vez fue por las marcas talladas en mi brazo, y en el
suyo, que nos marcaban y nos vinculaban más estrechamente de lo que
había sido antes. No podía leer su mente, gracias a Dios. Pero yo sabía lo
que estaba sintiendo, y viceversa.
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Nos había permitido jugar con más de un borde. —Escucha,


Redneck, no he tenido aún ni siquiera una copa de vino. — Giré mis
muñecas liberándome de sus manos. —Además, no creo que aún esté
realmente lista. —Caminé hacia el armario para vinos y saqué una botella
de merlot.
Red se abalanzó sobre mí, llevándome hasta el suelo, sus brazos me
impidieron golpear el piso. —Hueles lista.
—Salte de mí o te morderé.
—Muérdeme.
Nos golpeamos un poco, rodando por el suelo, hasta que Red me
había fijado de nuevo, con mis muñecas sobre mi cabeza. —Ahora, por
dónde empezar... — Inclinó la cabeza a mi seno derecho, chupándome
través de la tela de la blusa.
—Oh, Red— le dije, de repente al borde de las lágrimas. Red sonrió,
su cuerpo delgado y duro contra el mío, su suave mano encallecida
mientras llegaba debajo de mi falda hasta la taza de mi abdomen. Yo no
parecía embarazada aún, sin embargo, parecía que había estado
comiendo donuts de más, pero a ninguno de nosotros nos importaba.
Íbamos a tener un bebé, e incluso el hecho de que Magda estaba
embarazada también no me molestó. Lo único que me daba problemita
en la parte trasera de mi mente era mi promesa desesperada hecha a las
hermanas Grey aquella noche, cuando la realidad estaba un poco porosa
de más en Northside. Pero hay tantas cosas de qué preocuparse durante
el embarazo. Yo estaba aliviada de que no iba a parir una camada.
Tiré del pelo de Red para que dejara de besar a mi vientre. —Hey.
Coyote. ¿Tienes alguna idea cuánto te amo?
—Yo estaba esperando una demostración.
— ¿Qué pasa con los filetes?
—Querida, puse esos al fuego en el minuto que entraste por la
puerta.

Mi teléfono sonó, y Red se puso rígido, así que golpeé un poco su


barbilla para llamar su atención. Mientras él me besaba con real
concentración, la máquina de los mensajes hizo clic y Marlene comenzó
un cotorreo en su voz nasal de algún tipo de construcción de varianza.
Yo lo ignoré. Un poco más tarde mientras Red estaba besando a su
manera debajo de mi vientre, el teléfono sonó nuevamente, esta vez mi
madre quería saber acerca si nos acercábamos más a decidir un lugar
para la boda.
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Nos metimos en un ataque de risa, pero nos recobramos la tercera


vez que sonaba el teléfono, Red lanzó mi teléfono contra la pared.
En la naturaleza, los coyotes están dentro de los animales con más
adaptabilidad. Que pueden vivir acoplados como los zorros, cazando
ratones y ratas de campo de caza, aunque cuando ladran y aúllan, pueden
lanzar sus voces y engañar haciendo pensar que hay muchos más de
ellos. Cuando las condiciones son acertadas, los coyotes pueden vivir
como lobos, formando grandes manadas y derribándose en grande
juegos.
Son los oportunistas y estafadores, los que son notablemente
difíciles de destruir. En los viejos mitos de los nativos americanos, el
coyote muere mil muertes ignominiosas, solamente para levantarse otra
vez. A pesar de su reputación como tramposo, sabía que Red tomó su
decisión, tenía una sola vida restante por vivir y sería conmigo.
Por mi parte, hice las paces con el amoroso Red, con el conocimiento
que no podría haberlo escogido a él si nunca me hubiese convertido en
licántropo, de haber seguido como humana viviendo en Manhattan. Ni
siquiera hubiera salido a la primera cita con él, lo que habría resultado
ser una lástima, porque me hubiese perdido la clase de hombre por el
que esperas toda una vida. Pero luego los humanos trabajan con una
desventaja a la hora de seleccionar un compañero. Se distraen por sus
ropas, la textura del cabello y el color de piel, por la edad y el acento y
sobre todo los encantamientos mágicos en las palabras y las ilusiones
que pueden conjurar.
Red y yo teníamos una conexión más fundamental, una vez al mes
nos recordaban que el amor como el territorio, es necesario mantenerlo.
Hay mucho que decir sobre el ser humano, pero si quieres verdadera
lealtad y la pasión eterna, deja a un lobo ser tu guía.
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