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Hilma Contreras
Este texto trata de abrir la idea de la fidelidad conyugal, como principio para el ideal de la
felicidad de una pareja, que en esta historia se ve impedida de concebir (por la invalidez del
marido de la protagonista) un fruto de su amor: un hijo. Es un cuento donde el referente es la
función autorial de proyectar la no superioridad de lo femenino sobre lo masculino, y
viceversa. Y si se quiere, una complicidad en silencio de los personajes sobre lo que ocurre:
la llegada de un forastero, errante, desconocido, sin nombre, que embaraza a la compañera
de un hombre bueno, que anhela la felicidad en su hogar, pero que no puede corresponder a
su mujer por un impedimento físico.
Quizás el enfoque de esta historia, elaborada de una manera sublimemente emotiva y
humana, responde a un valor: el amor incondicional, que se llena de significados. Es como
la contraescritura a la condena de la infidelidad conyugal; una infidelidad conyugal
consentida por omisión/aprobación por el marido, y que no pide ni requiere explicación
alguna luego de consumado el acto.
Opinión:
Literalmente, es un relato hermosamente llevado que sacude las percepciones y, aquello que
se acepta como circunstancias dominantes o azar concurrente. Su argumento es doblemente
simbólico en una sociedad tradicional y patriarcal que, en la época en que Hilma Contreras
lo escribe, el homicidio a casusa de adulterio era excusable. Hilma vierte la historia, la
estructura, la ideologiza en oposición a la opresión sexual de los géneros. Aquí, la
prerrogativa no es la satisfacción masculina/femenina, sino el resultado, la afirmación de un
consentimiento tácito para que suceda el milagro de un embarazo esperado.