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ANTECEDENTES HISTORICOS DEL PROCESO CIVIL PERUANO

EL PROCESO EN EL PERÚ PREHISPÁNICO

Desde su existencia más remota el proceso fue comprendido en concepciones privatistas

que provenían del derecho romano y lo concebían en un inicio como un proceso

contrato vinculante por voluntad de las partes; evolucionando al proceso cuasicontrato

en el que junto con los contratantes aparecía una intervención Estatal; con el paso de los

siglos, la organización de los Estados, los cambios y nuevos principios orientadores del

derecho, el proceso es asumido en concepción publicista, desarrollándose nuevas y

diversas teorías sobre la naturaleza jurídico del proceso con intervención y jurisdicción

del Estado. En nuestro el proceso civil peruano se llevó a cabo desde la época inca.

La información que se tiene sobre la época previa al Tawantinsuyo es precaria.


Sin embargo, está fuera de toda duda que una organización socio-económica
como el Ayllu debió contar con un sistema de solución de conflictos en la cual
los curacas y apus debieron cumplir probablemente una función similar a la
jurisdiccional. Con referencia a la cultura Moche se ha descrito la realización de
un proceso judicial, tomando como fuente su iconografía. (Miranda Flores,
1995, p.16)

Lo expresado sobre el período anterior al Tawantinsuyu no significa necesariamente que

los datos que se tienen sobre la actividad judicial en el Estado Inca deban considerarse

absolutamente confirmados.

Nótese que usualmente la información con que se cuenta sobre la materia tiene
como sustento la obra de los cronistas, quienes teóricamente tuvieron la ventaja
de haber escrito sobre hechos que ocurrían en su rededor o, por lo menos, de
haber recibido el dato oral retransmitido por generaciones, sobre la base de un
sistema sustentado en funcionarios llamados quipucamayocs, dedicados con
exclusividad a tal fin. (Basadre Jorge, 1986, p. 74)
La veracidad del dato histórico surgida de la obra de los cronistas es más aparente que

real. De hecho, la información que se obtiene de estas fuentes es regularmente

contradictoria, además suele estar plagada de inexactitudes.

Siguiendo a las cronistas que en los procesos los jueces descubrían la verdad

utilizando ordalías o juicios de Dios, afirmación absolutamente falsa y solo

explicable en el ánimo de imputarle al poblador andino tendencias de los

pueblos germánicos, calificados como bárbaros. (Horacio Urteaga, 1928, p.74)

Con este antecedente, desarrollaremos el tema que se relaciona con la existencia del

proceso en el Estado Inca, opinando previamente sobre una cuestión más genérica:

¿existió el derecho pre-hispánico? Como es evidente, la respuesta a la interrogante

planteada pasa por identificar el significado que se le otorga al concepto Derecho. Si,

por ejemplo, consideramos que este es un conjunto de normas que regulan la conducta

social de un grupo humano relativamente permanente, sin duda el derecho no existió en

estas tierras antes de la llegada de los españoles. Sin embargo, si consideramos que el

derecho es el fenómeno social a través del cual el Estado se organiza y concreta un

sistema de ejercicio del poder con y entre sus súbditos, no cabe duda de que antes del

siglo XV hubo derecho en América.

EL PROCESO EN LA ETAPA COLONIAL PERUANA

Como en el caso de la información sobre el Estado Inca, los cronistas que detallan la

actividad judicial en la Colonia "encontraron" un gran defecto en el poblador

americano: descubrieron que tenía una tendencia a usar exageradamente los juicios.

Esta fue la razón por la que se expidió un conjunto de disposiciones legales


tendentes a limitar esta predisposición al conflicto. Una vez más, se imputa al
poblador andino un vicio que, aun en la hipótesis negada de que lo padeciese,
sería consecuencia del invasor, pues resulta discutible aseverar la existencia de
un sistema procesal previo a la presencia española. (Peace Garcia-Yrigoyen,
1995, p.145)
Lo que ocurrió en realidad fue que, siendo el proceso un instrumento para el

cumplimiento forzado de los derechos materiales, estos fueron modificados

radicalmente por el invasor, quien en este aspecto también impuso su sistema jurídico.

Como resulta evidente, una nueva concepción de las relaciones jurídicas

materiales significó en la práctica una alteración de las relaciones sociales al

interior de la comunidad, en tanto los "nuevos derechos" se superponían a los

tradicionales y los contradecían regularmente. (Peace Garcia-Yrigoyen, 1995,

p.147)

Cuando el derecho vigente en un sistema social carece de la consensualidad más

elemental, es decir, cuando es ajeno a las pautas sociales regularmente reconocidas en la

comunidad, este, en lugar de ser el instrumento natural para la convivencia social, se

convierte en una fuente de conflictos. Un sistema jurídico que privilegió la regulación

de las relaciones fuera del círculo familiar o de parentesco desestabilizó un sistema de

regulación social endógeno y exigió al poblador andino aprender e incorporar un

conjunto de formalidades como lo son la firma de documentos, por ejemplo destinados a

"probar" aquello que antes de la invasión se aceptaba casi sin discusión. Con ello, no

solo se modificaron las relaciones entre las personas, sino también entre estas y los

bienes, a los cuales se empezaron a superponer "derechos" que el andino jamás conoció,

como el de propiedad, por ejemplo.

Finalmente, la imputación al poblador nativo de tener una tendencia a litigar en


exceso sería, en la hipótesis negada de que haya sido cierta, absolutamente
justificable. Las relaciones sociales verticales, impuestas a sangre y fuego por el
conquistador, condujeron al expoliado a luchar contra el sistema de la única
manera que su marginación social, política y económica le permitió: litigando.
La organización del servicio de justicia en la Colonia. (Peace Garcia-Yrigoyen,
1995, p.149)
Para efectos judiciales, el territorio conquistado por España fue dividido en doce

distritos judiciales, los que a su vez tenían como órgano nuclear a las audiencias, las que

dependían del Supremo Consejo de Indias -con sede en España-, ya su vez estaban

divididas en gobiernos o regimientos y alcaldías.

Las audiencias, específicamente la de Lima, que era considerada la más


importante, cumplían diversas e importantes funciones, desde asegurar los
derechos de España en sus colonias hasta vigilar que los virreyes y demás
autoridades ejercieran su autoridad sin incurrir en abusos. Dada la presencia de
los virreyes en la conformación de los tribunales, y a fin de evitar que la función
ejecutiva afectara el ejercicio de la función judicial, se establecieron reglas. Así,
por ejemplo, a pesar de que los virreyes eran los presidentes de las audiencias, su
ausencia no impedía su funcionamiento. Tampoco tenían voto en asuntos de
justicia, aunque sí debían firmar las sentencias. Por otro lado, si a pesar de lo
regulado los virreyes cometían abusos, las audiencias podían requerirlos e
inclusive dar cuenta al rey. En el caso de la Audiencia de Lima, esta se
encontraba conformada por el virrey en su calidad de gobernador, capitán
general y lugarteniente del rey y por ocho oidores. (Peace Garcia-Yrigoyen,
1995, p.145)
El servicio de justicia en la Colonia puede ser calificado de insuficiente y socialmente

ineficaz. Así, el procedimiento iniciado ante los intendentes y corregidores -

funcionarios judiciales y políticos, a la vez como instancia previa a las audiencias, era,

además de lento, considerablemente oneroso, a lo que se agregaba el hecho de que el

expediente que contenía el proceso debía ser enviado a la sede de la audiencia, no solo

una vez concluida la primera instancia si se producía apelación, sino tantas veces como

incidentes se produjeran en su trámite.

EL PROCESO CIVIL EN EL PERÚ y EN LATINOAMÉRICA

El horizonte teórico contenido en la Partida III irradió su influencia durante todos los

siglos que duró el dominio español en las tierras conquistadas y luego colonizadas por

España. Sea en su texto original o después en sus sucesivas reformas legislativas, tales

como la Recopilación, las Leyes de Indias o posteriormente las Reales Cédulas,

expedidas estas últimas para ser leyes en las colonias, se advierte que la Partida III
constituye el documento procesal más influyente en estas tierras hasta fines del siglo

XIX, y en algunos casos de forma indirecta mediante las Leyes de Enjuiciamiento Civil

españolas de 1855 y 1881 presuntamente modernas, hasta el mismo siglo XX. Solo años

después de concluidos los movimientos independentistas, se iniciaron los intentos

codificadores propios de las repúblicas nacientes. Esto significa que en casi todas las

naciones sudamericanas como el Perú continuaron rigiendo los ordenamientos

españoles después de declarada la independencia.

En lo que respecta al proceso civil, el primer logro en el Perú debe adjudicarse al


general Andrés de Santa Cruz. El Congreso Constitucional de Bolivia sancionó
en 1833 -22 años antes de la primera Ley de Enjuiciamiento Civil de España- un
ordenamiento procesal de 1534 artículos. Con la vigencia de la Confederación
Perú-Boliviana, este código así como otro de procedimientos en sede penal
pasaron a regir en el Perú, por decretos de 28 de octubre y 1 de noviembre de
1836, respectivamente. Poco tiempo después, en 1838, estos códigos fueron
declarados insubsistentes (sic) por el General Orbegoso, decisión que la extendió
al Reglamento Orgánico de Juzgados y Tribunales del 10 de diciembre de 1836,
por decreto del 31 de julio de 1838, en el que también ordenó que se aplicara la
legislación española vigente antes de 1836, hasta que el Congreso promulgara
las leyes respectivas. (Jorge Basadre, 1988, p.192)
Se trata de un ordenamiento de excelente factura para la época. Es un ejemplo, por otro

lado, de cómo algunos hitos históricos se repiten aun en ámbitos geográficos distintos.

En la estructura y contenido de este código se advierte la influencia de tres fuentes

distintas. Por un lado, la racionalidad de algunas instituciones del proceso romano,

como la lógica en el ofrecimiento, actuación y valoración de las pruebas, la autoridad de

la cosa juzgada, entre otras. Por otro, la influencia del proceso germánico expresada en

la exigencia de una audiencia de conciliación previa al inicio del proceso, para citar un

ejemplo. Y, finalmente, como no podía ser de otra manera, el Código recibió la

influencia de la práctica procesal colonial, por lo que, por ejemplo, empezó a ser estricta

y penosamente escrito, más allá de sus antecedentes. Por cierto, la derogación de los

ordenamientos cruceños determinó que el retorno a las leyes españolas significara un

caos en su aplicación. Lamentablemente, el Perú de aquellos años era también un país


convulsionado, por lo que la regularización del sistema jurídico tomó más tiempo del

debido. Así, solo por ley de 9 de octubre de 1845 se nombró una Comisión

codificadora, la que cumplió con su misión. Otra vez una serie de des encuentros

postergaron la dación tanto del ordenamiento civil como del procesal civil. Finalmente,

por ley del 5 de junio de 1851 se nombró una comisión especial compuesta por dos

senadores y cinco diputados para que examinen, reformulen y corrijan los proyectos de

los códigos civil y de procedimientos. Concluida esta revisión, se expidió la ley

respectiva y entró en vigencia el 28 de julio de 1852, tanto el Código Civil como el de

enjuiciamiento en materia civil. Al margen de su frondosidad y excesivo detalle

(formalidad abundante, plazos prolongados y trámites innecesarios), la Ley de

Enjuiciamiento en Materia Civil constituyó un hito en la institucionalización del país, en

tanto no solo acabó con el uso en territorio peruano de la legislación procesal española,

sino también porque puso fin al caos existente en la materia.


REFERENCIAS

JAVIER MIRANDA FLORES, "La Justicia en el Perú pre-hispánico", en: Revista

Jurídica del Perú, Año XLV, núm. 2, Trujillo, Editora Normas Legales S. A., abril-junio

de 1995, pág. 16).

BASADRE, JORGE, Historia del derecho peruano, Lima, Librería Studium, 1988.

HORACIO URTEAGA, La organización judicial en el imperio de los incas.

Contribución al estudio del Derecho peruano, Lima, Librería e Imprenta Gil, 1928

PEASE GARCÍA-YRIGOYEN, FRANKLIN, ¿Por qué los andinos son acusados de

litigiosos? Ponencia del autor en el Congreso de Derechos Culturales, realizado en Lima

los días 17 y 18 de julio de 1995, organizado por la Pontificia universidad Católica del

Perú.

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