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La prueba indiciaria

en el delito de lavado
de activos
Mercedes Herrera Guerrero
Máster en Derecho penal por la Universidad de Alcalá (España).
Doctora en Derecho (doctorado europeo)
por la Universidad de Navarra (España).
Profesora de Derecho penal y Derecho procesal penal
en la Facultad de Derecho de la Universidad de Piura.
(Perú)

Sumario
El artícu­lo se aborda desde dos ejes temáticos: el
lavado de activos y la prueba indiciaria, analizando
sus respectivos elementos, para luego analizar la per­
tinencia de este medio de prueba para este delito y la
carga de la prueba respectiva, estudiando también la
inversión de esta carga.

Temas relacionados
Lavado de activos; indicio; carga de la prueba; pro­
cedencia ilícita de los bienes; vincu­lación razonable;
inversión de la carga de la prueba; certeza.

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1. Introducción
El lavado de activos o blanqueo de capitales com-
prende el conjunto de operaciones mediante las cua-
les bienes o dinero obtenidos a través de una actividad
delictiva se insertan o integran al mercado, proporcio-
nándoles una apariencia de legalidad(1).
En el Perú de acuerdo con el Informe de la Uni-
dad de Inteligencia Financiera del año 2015 el monto
aproximado proveniente del lavado de dinero ascen-
dería a mil quinientos millones de dólares y los deli-
tos de los que provendrían los fondos son narcotráfi-
co, minería ilegal y corrupción.
El lavado de activos se aprecia como una conduc-
ta intolerable dentro de los presupuestos básicos en la
convivencia social, en la medida que afecta gravemen-
te el sistema económi­co-financiero, al integrar fondos
ilícitos con un coste considerablemente inferior al pro-
pio de otras actividades económicas regulares o líci-
tas(2). Con ello se lesiona un bien jurídico colectivo
como es el orden socioeconómi­co(3).
Como se desprende de la anterior definición de la-
vado de activos, una característica esencial de este de-
lito consiste precisamente en la existencia de un nexo o
víncu­lo entre el acto de lavado y el delito previo o deli-
to fuente, mediante el cual se han obtenido los bienes,
ganancias, dinero o activos. En el Decreto Legislati-
vo 1106, los bienes blanqueados deben tener un “ori-
gen ilícito”, provenir de determinados delitos, haber-
se producido por “actividades criminales” o haberse
generado “ilegalmente”. Es decir, exige una conexión
de los activos lavados con el llamado “delito fuente”,
“delito precedente”, “delito determinante”, “delito an-
tecedente” o “delito previo”.
Si bien inicialmente el delito de lavado de activos
nace estrechamente vincu­lado a la criminalidad orga-

(1) Vid. Díaz-Maroto y Villarejo, J. El blanqueo de capitales en el derecho


español, Madrid: Dykinson 1999, p. 5.
(2) Vid. Diez Ripollés, J.L. Estudios penales y de política criminal, Lima:
Idemsa: 2007, p. 831.
(3) Ibídem.

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nizada, fundamentalmente en el seno de mafias de-


dicadas al narcotráfico o con el terrorismo, este deli-
to ha ido evolucionando en la legislación comparada,
a tal punto que hoy toma como base un abanico más
amplio de delitos graves(4).
Con la regulación del delito previo a través del mis-
mo Decreto 1106, si bien el artícu­lo 10 de la norma
citada señala delitos graves como ejemplos, también
establece de manera general “cualquier otro con capa-
cidad de generar ganancias ilegales”. Conforme a esta
norma, la voluntad del legislador comprendería cual-
quier delito que genere ganancias ilícitas(5).
En los delitos económi­cos será habitual acudir a
la prueba indiciaria para determinar la responsabili-
dad penal. En el delito de lavado de activos, debido
a la complejidad y muchas veces al carácter transna-
cional de esta actividad delictiva, de las operaciones
realizadas o de los medios con que se cuenta para dar
apariencia de legalidad a los fondos, el Estado —en
la mayoría de las ocasiones— no puede abdicar del
recurso a la prueba por indicios.
En la presente investigación pretendemos acercar
al lector a la lógica de la prueba indiciaria, muchas ve-
ces enigmática. Cómo se aplica la prueba indiciaria
en general, y concretamente en el lavado de activos.
Entendemos que una mayor eficacia punitiva del
delito de lavado de activos en el Perú no va en una lí-
nea de flexibilización de las normas sustantivas y pro-
cesales, sino en una adecuada interpretación. Además,
el tema central a nivel procesal es la prueba. Precisa-
mente, una de las cuestiones más problemáticas es la
prueba de la procedencia delictiva de los bienes.

2.  Prueba indiciaria. Requisitos


Antes de definir la prueba indiciaria, interesa res-
ponder a la pregunta sobre qué recae la prueba. ¿Debe

(4) Vid. Bajo Fernández, M. “El desatinado delito de blanqueo de capitales”.


En: Bajo Fernández, M. y Bacigalupo, S. (eds.) Política criminal y blanqueo
de capitales, Madrid: Marcial Pons, 2009, p. 11.
(5) Vid. García Cavero, P. Derecho penal económi­c o. Parte especial. vol. I,
Lima: Instituto Pacífico, 2015, p. 578.

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la prueba indiciaria abarcar todos los aspectos del de-


lito? En la doctrina y jurisprudencia en general se en-
tiende que sí. Sin embargo, si volvemos concretamen-
te al delito que nos ocupa, advertimos que la prueba
por indicios es de gran utilidad, y en muchos casos
necesaria, para acreditar básicamente uno de los ele-
mentos del delito: la procedencia delictiva de los bie-
nes. Los actos concretos que según nuestra legislación
constituyen lavado de activos, pueden acreditarse nor-
malmente a través de prueba directa.
La prueba indiciaria puede definirse como aquella
que está orientada a demostrar determinados hechos
—indicios— que no son obje­to de acusación, pero a
través de los cuales, por medio de un proceso lógico
se puede llegar a proporcionar al juez la certeza del
hecho delictivo y la intervención del acusado, proceso
que aquel ha de motivar en función de un nexo causal
claro y coherente entre los hechos probados —indi-
cios— y el que se trata de probar(6). Se trata en defini-
tiva de la formu­lación de una hipótesis por parte del
juez, quien a partir de los indicios reconstruye el he-
cho delictivo(7).
El recurso a la prueba indiciaria es de gran impor-
tancia en el proceso penal, ya que no siempre se dis-
pone de pruebas directas de la culpabilidad del acusa-
do; sin embargo, no puede negarse que esta presenta
múltiples peligros, realidad que exige un uso mesura-
do y prudente de la misma.
La prueba indiciaria no es menos solvente que la
prueba directa para producir en el tribunal la certeza
acerca de la realización de un hecho delictivo; pues-
to que la decisión del juzgador dependerá siempre de
una evaluación racional de los medios probatorios
presentados por las partes, sean estos directos o in-
directos(8).

(6) Vid. Rives Seva, A. La prueba en el proceso penal doctrina de la Sala Segunda
del Tribunal Supremo, Navarra: Aranzadi, 1996, p. 73.
(7) Vid. Gascón Abellán, M. Los hechos en el Derecho. Bases argumentales de
la prueba, Madrid: Marcial Pons, 1999, p. 102.
(8) Vid. Mittermaier, K.J.A. Pruebas en materia criminal, México: Editora
Jurídica Mexicana, 2001, pp. 219 y ss.

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En ambos tipos de prueba media un conocimien-


to indirecto por parte del juez, en la medida que este
debe realizar siempre una valoración de los medios
de prueba —de la credibilidad del testigo, por ejem-
plo—. La diferencia reside fundamentalmente en la re-
lación entre la prueba —en su acepción de medio de
prueba— y el thema probandum, entendiéndose por
prueba directa aquella que se vincu­la con el obje­to de
prueba de forma inmediata; es decir, que proviene de
una relación directa entre el hecho a probar y el me-
dio de prueba(9).
La prueba indiciaria es compleja en la medida en
que está compuesta por varias operaciones. En primer
lugar es necesario valorar si cada uno de los indicios
que la conforman está debidamente acreditado; en un
segundo momento el juez lleva a cabo un razonamien-
to que le permite inferir la culpabilidad del acusado
gracias a la vincu­lación entre los indicios y una regla
de la experiencia o de la ciencia(10).
La Corte Suprema de Justicia de la República del
Perú en el Acuerdo Plenario 1-2006/ESV-22 —Ple-
no Jurisdiccional de las Salas penales permanentes y
transitorias—, de 13 de octubre del 2006 ha estableci-
do como principio jurisprudencial de obligatorio cum-
plimiento los presupuestos materiales que legitiman
la prueba indiciaria.
“Que, respecto al indicio, (a) éste —hecho base—
ha de estar plenamente probado —por los diversos
medios de prueba que autoriza la ley—, pues de lo
contrario sería una mera sospecha sin sustento real
alguno, (b) deben ser plurales, o excepcionalmen-
te únicos pero de una singular fuerza acreditativa,
(c) también concomi­tantes al hecho que se trata de
probar —los indicios deben ser periféricos respec-
to al dato fáctico a probar, y desde luego no todos lo
son, y (d) deben estar interrelacionados, cuando sean
varios, de modo que se refuercen entre sí y que no ex-

(9) Vid. Chocano Núñez, P, Derecho probatorio y derechos humanos, Idemsa,


Lima, 2da edición, 2008, pp. 162-165.
(10) Vid. Martínez Arrieta, A. “La prueba indiciaria”. En: La prueba en el proceso
penal, Madrid: Ministerio de Justicia. Centro de Publicaciones, 1993, p. 60.

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cluyan el hecho consecuencia —no sólo se trata de su-


ministrar indicios, sino que estén imbricados entre sí—
[…]; que, en lo atinente a la inducción o inferencia,
es necesario que sea razonable, esto es, que responda
plenamente a las reglas de la lógica y la experiencia,
de suerte que de los indicios surja el hecho conse-
cuencia y que entre ambos exista un enlace preciso y
directo”.
Los indicios no solo deben ser plurales —de ma-
nera excepcional se admite que la prueba indiciaria
esté conformada por un solo indicio— y convergen-
tes, sino que estos deben estar acreditados a través de
prueba directa. Contrario sensu, si no se prueban los
indicios, no se puede construir o conformar válida-
mente la prueba indiciaria. Por ejemplo, si el indicio
de móvil delictivo no se ha probado a través de decla-
raciones testimoniales, prueba pericial, documentos u
otros medios de prueba —directa— no puede deducir-
se válidamente la responsabilidad penal de “X” apo-
yando la fuerza de la inferencia en el móvil delictivo.
La cuestión que surge inmediatamente es ¿cuál es
el estándar probatorio del indicio?, o, en otras pala-
bras, ¿es necesario probar el indicio con certeza, o bas-
ta una probabilidad alta?, ¿cuántos medios probatorios
son necesarios para acreditar un indicio?
Ni el CPP del 2004 ni la jurisprudencia penal y
constitucional se han pronunciado al respecto. Tam-
poco ha sido un tema desarrollado por la doctrina na-
cional. Sin embargo, del artícu­lo 158 inciso 3º del CPP
del 2004 es posible deducir que basta un medio pro-
batorio para acreditar el indicio, sobre todo cuando se
trata de documentos, videos u otro medio de tipo obje-
tivo. Más discutible sería —en mi opinión— tener por
acreditado un indicio con una sola declaración testi-
monial. En este punto, la defensa juega un papel rele-
vante, en la medida que puede cuestionar que el indi-
cio haya sido probado, por ejemplo, poniendo en duda
la credibilidad del testigo.
Los indicios deben acreditarse por medios de prue-
ba practicados en el juicio oral, puesto que es allí donde
se hacen efectivas las garantías de oralidad, inmedia-
ción, contradicción y publicidad. Las diligencias su-

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mariales no son verdaderas pruebas, por ello —salvo


en casos excepcionales— no desvirtúan la presunción
de inocencia(11). En esta línea, en virtud del principio
de contradicción el juez no puede construir la prueba
indiciaria con base en indicios cuya validez no haya
sido expuesta en el juicio oral(12). El acusado debe ha-
ber tenido la posibilidad de cuestionar la validez de
todos y cada uno de los indicios.
No se puede negar la posibilidad de la falsificación
de indicios, lo que obliga al juez a realizar un análi-
sis crítico detallado de cada indicio, de su conteni-
do y credibilidad(13). Este es uno de los aspectos que
debe quedar claramente reflejado en la motivación de
la sentencia.
Así mismo, el razonamiento o enlace debe ser cla-
ro, fuerte, perceptible por quienes asisten al juicio oral
y por los que leen la sentencia. No se cumple con este
requisito si el enlace es débil, abierto o indetermi-
nado(14).
Si bien el CPP del 2004 no prevé expresamente
como requisito la motivación, debe entenderse que la
prueba por indicios sí exige un estándar alto en la fun-
damentación de una sentencia de condena. Si se in-
curre en una motivación aparente, es posible acudir a
la vía constitucional a través de un habeas corpus(15) .
A este tenor, conviene subrayar que la condena
con base en prueba indiciaria lleva consigo la obliga-
ción de exteriorizar la explicación clara y coherente
de cómo se cumplen los requisitos antes señalados, de
tal suerte que la motivación debe entenderse como un
requisito esencial de validez de la prueba indiciaria.

(11) Vid. Rives Seva, A. La prueba en el proceso penal doctrina de la Sala


Segunda del Tribunal Supremo, Navarra: Aranzadi, 1996, p. 76.
(12) Vid. Pastor Alcoy, F. Prueba por indicios, credibilidad del acusado y pre-
sunción de inocencia, Valencia: Tirant lo Blanch, 2003, pp. 162 y ss.
(13) Vid. Martínez Arrieta, A. “La prueba indiciaria”. En: La prueba en el proceso
penal, Madrid: Ministerio de Justicia. Centro de Publicaciones, 1993, p. 58.
(14) Vid. Montañés Pardo, M. La presunción de inocencia. Análisis doctrinal
y jurisprudencial, Navarra: Aranzadi, 1999, p. 108.
(15) Vid. STC recaída en el expediente 00728-2008-PHC/ TC caso Flor de
María Llamoja Hilares.

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3.  Cuestiones probatorias en el delito


de lavado de activos
3.1.  La procedencia delictiva de los bienes
El Acuerdo Plenario 03-2010 del 16 de noviembre
del 2010 también establece que “el delito fuente […]
es un elemento objetivo del tipo legal […] y su prue-
ba condición asimismo de tipicidad”(16).
Cabe recordar que los elementos objetivos del tipo
son factores que no se agotan en manifestaciones ex-
ternas descritas en el tipo —como puede ser la ajeni-
dad del bien en el delito de hurto—, sino que compren-
den también valoraciones normativas y en ocasiones
pueden estar referidos a aspectos subjetivos del autor
—por ejemplo, a actividades finales(17)—. Aplicando
este concepto y lo establecido en el Acuerdo Plena-
rio antes citado, la procedencia delictiva de los bienes
debe acreditarse tanto en su aspecto objetivo, como
en lo que concierne al conocimiento del suje­to acer-
ca de ese concreto origen delictivo de los activos de
los que se trate.
En nuestra opinión el artícu­lo 10 del Decreto Le-
gislativo 1106 únicamente establece una autonomía
procesal, cuando dispone: “El lavado de activos es
un delito autónomo por lo que para su investigación
y procesamiento no es necesario que las actividades
criminales que produjeron el dinero, los bienes, efec-
tos o ganancias, hayan sido descubiertas, se encuen-
tren sometidas a investigación, proceso judicial o ha-
yan sido previamente obje­to de prueba o de sentencia
condenatoria.
El conocimiento del origen ilícito que tiene o que
debía presumir el agente de los delitos que contempla
el presente decreto legislativo, corresponde a activi-
dades criminales como los delitos de minería ilegal,
el tráfico ilícito de drogas, el terrorismo, los delitos
tributarios, los delitos contra la administración públi-

(16) Vid FJ 32.


(17) Vid. Jescheck, H-H. y Weigend, T. Tratado de derecho penal. Parte gene-
ral. vol. I, Traducción de Miguel Olmedo Cardenete, Lima: Instituto Pacífico,
2014, pp. 402 y ss.

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ca, el secuestro, el proxenetismo, la trata de personas,


el tráfico ilícito de armas, tráfico ilícito de migrantes,
los delitos tributarios, la extorsión, el robo, los deli-
tos aduaneros o cualquier otro con capacidad de ge-
nerar ganancias ilegales, con excepción de los actos
contemplados en el artícu­lo 194 del Código Penal. El
origen ilícito que conoce o debía presumir el agente
del delito podría inferirse de los indicios concurren-
tes en cada caso”.

El segundo sector de la doctrina nacional, al que


hacíamos referencia supra, considera que el delito
fuente no es elemento normativo del tipo; por el con-
trario, se afirma que el delito de lavado de activos es
un delito autónomo a nivel sustantivo o material, que
se desvincu­la de los actos delictivos previos. En este
sentido, se afirma que los actos de lavado no constitu-
yen fases del agotamiento del delito anterior, ya que el
bien jurídico protegido es distinto(18). Si bien esta úl-
tima afirmación podría ser plenamente suscrita aquí,
evidentemente el delito de lavado de activos protege
un bien jurídico distinto —orden socioeconómi­co—
al obje­to protegido por el delito previo, no puede afir-
marse una desvincu­lación total y absoluta con respecto
al delito fuente, en la medida que el Decreto Legislati-
vo 1106 y la propia estructura típica del delito de lava-
do de activos contiene como uno de sus elementos “la
procedencia delictiva” de los bienes o activos. Mien-
tras este sea un elemento objetivo del tipo, no es po-
sible postular una autonomía sustantiva del delito de
lavado de activos entendida como una desvincu­lación
absoluta con respecto al delito previo. Lógicamente es-
tamos frente a un tipo penal distinto y solo en este sen-
tido “autónomo”. No obstante, el Decreto Legislativo
1106 hace referencia al conocimiento acerca de la pro-
cedencia delictiva de los bienes. El Decreto Legislati-
vo Nº 1249 (publicado en el diario oficial El Peruano,
el 26 de noviembre del 2016) modifica el Decreto Le-

(18) En este sentido Vid. Rosas Castañeda, J. “El autor del delito previo
como autor del delito de lavado de activos: legitimidad de la represión del
“autolavado””. En: Gaceta Penal & Procesal Penal. t. 72, setiembre del 2015,
Lima: Gaceta Jurídica, p. 148; Vid. Saldaña Pineda, R. “La autonomía y prueba
en el delito de lavado de activos”. En: Actualidad Penal, n.º 7, Lima: Instituto
Pacífico, 2015, pp. 176 y ss.

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gislativo N.º 1106, así en su artículo 10 establece: “El


lavado de activos es un delito autónomo por lo que
para su investigación, procesamiento y sanción no es
necesario que las actividades criminales que produje­
ron el dinero, los bienes, efectos o ganancias, hayan
sido descubiertas, se encuentren sometidas a inves­
tigación, proceso judicial o hayan sido previamente
objeto de prueba o condena
El conocimiento del origen ilícito que tiene o que
debía presumir el agente de los delitos que contempla
el presente Decreto Legislativo, corresponde a activi­
dades criminales como los delitos de minería ilegal,
el tráfico ilícito de drogas, el terrorismo, el financia­
miento del terrorismo, los delitos contra la adminis­
tración pública, el secuestro, el proxenetismo, la trata
de personas, el tráfico ilícito de armas, tráfico ilícito
de migrantes, los delitos tributarios, la extorsión, el
robo, los delitos aduaneros o cualquier otro con ca­
pacidad de generar ganancias ilegales, con excepción
de los actos contemplados en el artículo 194º del Có­
digo Penal. El origen ilícito que conoce o debía pre­
sumir el agente del delito podrá inferirse de los indi­
cios concurrentes en cada caso. […]”.
Sin embargo, esta modificación no enerva en abso-
luto la necesidad de acreditar la procedencia delictiva
de los activos, ya que el Decreto Legislativo 1249 no
ha modificado la estructura típica de este delito pre-
vista en el Decreto Legislativo 1106, conforme a la
cual, la procedencia delictiva de los bienes es un ele-
mento objetivo del tipo, y como tal, debe acreditarse.
En la doctrina nacional Gálvez Villegas, quien pos-
tula la autonomía sustantiva o material del delito de
lavado de activos, afirma que si se considerase una es-
tructura típica totalmente dependiente del delito pre-
vio, el delito de lavado de activos resultaría inaplica-
ble, que en muchos casos en nuestro país, diversos
procesos se archivaron precisamente bajo el argumen-
to que no se había acreditado el “delito previo” en un
debido proceso(19). Desde esta perspectiva, según este

(19) Vid. Gálvez Villegas, T. “El delito de lavado de activos. Criterios sustantivos
y procesales. Análisis del Decreto Legislativo 1106”, Actualidad Penal, Lima:
Instituto Pacífico, 2014, p. 83.

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autor, considerar el delito fuente o delito previo como


un elemento normativo del tipo conduciría a la frus-
tración de la finalidad político-criminal del lavado de
activos, al hacer ineficaz la persecución de este deli-
to(20). Coincidimos en parte con este autor, en el sen-
tido de que no sería exigible la prueba del delito pre-
vio en sí mismo, como si se tratase de una sentencia
condenatoria de aquel. Sin embargo, atendiendo a la
naturaleza jurídica de la “procedencia delictiva de los
bienes”, que es precisamente un elemento objetivo del
tipo, no compartimos la conclusión a la que llega sobre
la autonomía material del delito de lavado de activos.
En la doctrina nacional se ha discutido también
acerca de si es necesario probar la vincu­lación del de-
lito fuente con todas sus circunstancias de espacio y
tiempo; o si, por el contrario, sería suficiente probar
la vincu­lación de los activos con una actividad delic-
tiva en general, no circunstanciada.
Esta no parece ser una cuestión sustantiva sino pro-
cesal, en la medida que se refiere al derecho de de-
fensa, concretamente al principio de impu­tación ne-
cesaria que hace posible que un suje­to investigado por
lavado de activos pueda plantear una defensa adecua-
da a partir de una tesis fiscal concreta. Sin una hipó-
tesis clara acerca de un delito concreto, el respeto a la
vigencia de los principios procesales antes menciona-
dos devendría en ilusorio. El Decreto Legislativo 1106
que regula el delito de lavado de activos en nuestro
país, si bien tiene una clara finalidad represiva, debe
ser interpretado teniendo en cuenta garantías penales
y procesales mínimas, una de ellas, de gran relevan-
cia en todo proceso penal en un Estado de Derecho, es
precisamente el principio de impu­tación necesaria(21).
Efectivamente, son varios los autores de la doctrina
nacional que siguen la línea establecida por el Acuerdo
Plenario 03-2010/CJ-116(22), en el que se señala que no

(20) Ibídem., p. 84.


(21) Sobre esta cuestión sostiene también una postura garantista Caro Coria,
D.C. Anuario de derecho penal económi­c o y de la empresa (ADPE), n.º 2, 2012,
pp. 22 y ss.
(22) Vid. García Cavero, P. Derecho penal económi­c o. Parte especial. vol. I,
Lima: Instituto Pacífico, 2015, p. 602.

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hace falta una demostración acabada de un acto delic-


tivo específico, con la plenitud de sus circunstancias,
ni de los concretos partícipes en el mismo —lo mis-
mo implicaría, ni más ni menos, a concebir este delito
como de imposible ejecución(23). Así García Cavero(24),
aunque admite que la cuestión de si ese conocimien-
to debe ser genérico o debe identificarse la naturaleza
del delito, es un asunto discutido. Señala que la regu-
lación actual admite la posibilidad de realización con
cualquier delito fuente, por lo que el conocimiento del
autor no debe ser necesariamente preciso.
En esta misma línea(25) también Paucar Chappa(26),
quien niega que la vincu­lación con el delito previo sea
un elemento objetivo del tipo, y sostiene que el lavado
de activos requiere únicamente un mínimo de acre-
ditación del origen ilícito y no de un delito preceden-
te concreto. Asimismo, Gálvez Villegas(27), quien afir-
ma que la autonomía material del delito de lavado de
activos implica que el delito previo no es un elemen-
to objetivo del tipo penal; por el contrario, establece
con toda claridad que es un delito autónomo del deli-
to previo y únicamente exige que los activos que cons-
tituyen el obje­to del lavado tengan conexión con una
actividad criminal previa, considerada de modo gene-
ral y abstracto, por lo que no sería necesario acreditar
la comisión de un delito específico, cometido en una
fecha concreta, con circunstancias de lugar y otras.
En esta misma línea, Rosas Castañeda critica la ju-
risprudencia peruana en cuanto exige una vincu­lación
entre el delito fuente y los activos de origen ilícito, que
determine el delito previo en todos sus aspectos de es-

(23) FJ 35.
(24) Vid. García Cavero, P. Derecho penal Económi­c o. Parte especial. Volumen
I, Lima: Instituto Pacífico, 2015,I p. 602.
(25) Aunque, a diferencia de García Cavero, la mayoría de estos autores niegan
que la procedencia delictiva de los activos sea un elemento objetivo del tipo
de lavado de activos.
(26) Vid. Paucar Chappa, M. La investigación del delito de lavado de activos,
Ara Editores, Lima, 2013, p. 59; Paucar Chappa, M. “¿Qué es lo que debe
probarse en el delito de lavado de activos? Un análisis a partir de su estructura
típica”. En: Actualidad penal. vol. 20, Lima: Instituto Pacífico, 2016, p. 118.
(27) Vid. Gálvez Villegas, T. El delito de lavado de activos. Criterios sustantivos
y procesales. Análisis del Decreto Legislativo 1106, Actualidad Penal, Lima:
Actualidad Penal, 2014, pp. 87 y ss.

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pacio y tiempo y sostiene, por el contrario, que el tex-


to nacional vigente no contiene esa exigencia, lo único
que establece como necesario es que se tenga cono-
cimiento del origen ilícito, sin que se comprendan to-
dos los aspectos o circunstancias de la comisión del
delito previo(28). En este sentido, a partir de la auto-
nomía sustantiva que este autor defiende, postula que
este tipo penal ya no se refiere a un delito previo con-
creto circunstanciado, sino a la actividad delictiva en
general, lo cual a efectos probatorios trae como con-
secuencia que simplemente se establezca el nexo ra-
zonable entre los activos materia del delito de lavado
de activos y la actividad criminal en general.
De un parecer distinto, más simi­lar al que a con-
tinuación expondremos, Pariona Arana, quien seña-
la: “no es lógicamente posible afirmar que determi-
nados bienes son de origen ilícito, si no se determina
que provienen de determinado delito. Y la referencia
a “determinado delito” supone la indicación de un de-
lito concreto “con nombre y apellido”, es decir, no un
delito de manera general o “en abstracto”, sino un de-
lito concreto que nuestra legislación contempla, como
por ejemplo, el delito de minería ilegal, defraudación
tributaria, cohecho, entre otros. Conforme a la lógi-
ca jurídica, para afirmar que los bienes son de “ori-
gen ilícito” hay que probar que provienen de determi-
nado delito”(29).
Por nuestra parte, y tomando como base que la pro-
cedencia delictiva de los activos es —desde nuestra
perspectiva— un elemento objetivo del tipo, conside-
ramos que la vincu­lación entre el delito fuente y el co-
nocimiento de la procedencia delictiva de los bienes
debe abarcar los aspectos esenciales del delito. No sa-
tisface el principio de impu­tación necesaria la vincu­
lación con una actividad delictiva en general.
Conforme lo hemos señalado antes, el elemento ob-
jetivo del tipo consiste en la “procedencia delictiva” de

(28) Vid. Rosas Castañeda, J. La prueba en el delito de lavado de activos, Lima:


Gaceta jurídica, 2015, pp. 256 y ss.
(29) Vid. Pariona Arana, R. “Consideraciones críticas sobre la llamada “autonomía”
del delito de lavado de activos”. En: ADP 2015, pp. 11 y ss. Disponible de: <http://
www.rpa.pe/media/articu­los/Lavado_de_activos_-_Pariona_-_ADP_2015.pdf>

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DERECHO PENAL CONTEMPORÁNEO – Revista Internacional

los bienes, no en el delito previo en sí mismo. Ahora


bien, desde la perspectiva de la impu­tación necesaria
que vincu­la este elemento propio de la configuración
típica del lavado de activos con el plano procesal, es-
pecíficamente con el tema probatorio, no se cumple
esta exigencia si la prueba de este elemento normativo
se agota en una referencia vaga y genérica a una “acti-
vidad criminal previa”, sin mayores especificaciones.
En este punto, la exigencia procesal de una impu­tación
concreta y detallada de esa procedencia delictiva im-
plica que esta debe comprender los aspectos esencia-
les del delito, los hechos aparentemente delictivos que
correspondan en sus circunstancias básicas.
En este sentido, nuestra postura puede considerar-
se como “intermedia”, en la medida que el delito de
lavado de activos regulado por el Decreto Legislati-
vo 1106 no exige un conocimiento exhaustivo del de-
lito previo, pero sí la determinación de los aspectos
básicos o esenciales, los que permiten al investigado
por este delito plantear adecuadamente su defensa(30).
Consideramos que la autonomía absoluta que pos-
tulan los autores citados supra, lejos de coadyuvar a
la actividad de los fiscales en la persecución y sanción
del lavado de activos, perjudica la coherencia y solidez
de su teoría del caso, ya que no se exige la referencia
a un delito concreto, sino solo a una “actividad crimi-
nal en general”. Aplicar esta tesis sustantiva al ámbito
procesal es problemático, más aún, desde la perspec-
tiva de las garantías procesales, concretamente desde
las exigencias propias de la impu­tación necesaria, es
insostenible. El artícu­lo IX del título preliminar del
CPP del 2004, que regula el derecho de defensa, esta-
blece claramente que uno de sus contenidos es preci-
samente el derecho a que se le comunique de manera
detallada la impu­tación.
Recordemos que solo una impu­tación correcta-
mente formu­lada permite abrir “desde dentro” la lla-
ve de una defensa eficiente. Es preciso, por tanto, con-
tar con una atribución específica, circunstanciada en

(30) Sobre el principio de impu­t ación necesaria Vid. Maier, J. B. J. Derecho


procesal penal I. Fundamentos, Buenos Aires: Editores del Puerto, 2004,
pp. 553 y ss.

18   La prueba indiciaria en el delito de lavado de activos


DERECHO PENAL CONTEMPORÁNEO – Revista Internacional

tiempo y espacio para poder ejercer adecuadamente


este derecho. Como en efecto, no es el delito previo
lo que debe probarse, sino la vincu­lación o proceden-
cia delictiva de los bienes, no será exigible una deter-
minación completa, exhaustiva o acabada de todos
los aspectos del delito fuente, pero sí de los aspectos
o elementos esenciales de esa “procedencia delicti-
va” que, como hemos afirmado, es un elemento obje-
tivo del tipo penal.
Por tanto, cuando los fiscales aplican la tesis de la
“autonomía absoluta”, vulneran el principio de impu­
tación necesaria, lo que lógicamente tarde o temprano
tendrá como consecuencia que ese concreto proceso no
prospere. Una buena defensa puede conseguir sin es-
peciales esfuerzos que el caso se archive, se anule o se
absuelva a un investigado por lavado de activos, debi-
do a un aspecto básico, esencial: la vulneración de una
garantía insoslayable como es el derecho de defensa.
Es precisamente la procedencia delictiva de los bie-
nes el extremo más difícil de probar en el delito de la-
vado de activos, ya que los verbos rectores que contem-
pla el Decreto Legislativo 1106 (convertir, transferir,
custodiar, recibir, etc.) son conductas que pueden nor-
malmente ser acreditadas a través de prueba directa ta-
les como documentos de depósito, ventas, etc. Lo difí-
cil es demostrar la procedencia delictiva de los bienes.
Es precisamente aquí donde encontramos el nudo gor-
diano de la prueba en el delito de lavado de activos,
que conduce finalmente al archivo de un gran núme-
ro de procesos(31).
Resumiendo, a nivel de prueba son básicamente
tres los extremos que deben acreditarse: 1) El verbo
o verbos rectores aplicables al caso: convertir, trans-
ferir, utilizar, ocultar etc. 2) La procedencia delictiva
de los bienes; 3) el dolo del suje­to que a su vez abar-
ca los dos elementos anteriores.
Es posible, por tanto, identificar un aspecto objeti-
vo, que concierne a la procedencia delictiva de los bie-

(31) Sobre este mismo problema en la legislación argentina, Vid. Durrieu, R. El


lavado de dinero en La Argentina. Análisis dogmático y político-criminal de los
delitos de lavado de activos de origen delictivo (Ley 25.246) y financiamiento
del terrorismo, Buenos Aires: LexisNexis, 2006, pp. 135 y ss.

Mercedes Herrera Guerrero  19


DERECHO PENAL CONTEMPORÁNEO – Revista Internacional

nes. En este primer aspecto, será preciso acreditar los


aspectos esenciales de un delito específico y la cone-
xión del impu­tado con alguno de los delitos, que a tí-
tulo de ejemplo, menciona el artícu­lo 10 del Decreto
Legislativo 1106, o de cualquier otro que pueda gene-
rar ganancias ilegales. El aspecto subjetivo compren-
de el dolo, que puede ser eventual(32).

3.2.  Grado de convicción para determinar proce­


dencia delictiva. ¿Vincu­l ación razonable o certeza?
Siendo consecuentes con la postura asumida de
considerar el delito fuente un elemento normativo del
tipo, no compartimos la postura de aquellos autores
que señalan que sería suficiente establecer una vincu­
lación razonable entre los activos y el delito fuente. Así,
por ejemplo, Gálvez Villegas considera que la acre-
ditación de la vincu­lación entre el delito previo y los
bienes o activos no requiere elementos probatorios de
la misma intensidad que los que se requiere para con-
denar por el delito(33).
Este punto de vista es coherente con la naturale-
za jurídico-penal que estos autores atribuyen al deli-
to previo, o más concretamente a la vincu­lación con
el delito fuente —procedencia delictiva—, al afirmar
que estamos frente a un delito autónomo a nivel ma-
terial o sustantivo. Sin embargo, para quienes postu-
lamos que el Decreto Legislativo 1106 únicamente re-
gula una autonomía procesal del delito de lavado de
activos, y consideramos al mismo tiempo que la pro-
cedencia delictiva de los bienes constituye un elemen-
to objetivo o normativo del tipo, no es posible —si se
es coherente— suscribir el planteamiento de Gálvez
Villegas. Al ser la procedencia delictiva un elemento
objetivo del tipo penal, este debe acreditarse con un
nivel de certeza igual que los demás elementos típi-
cos del delito de lavado de activos.

(32) De forma simi­l ar Vid. Ayala Miranda, E.; Nolasco Valenzuela, J.; Velarde
López, J. Manual de litigación en lavado de activos. Tendencias acusatorias y
resolutivas actuales, Lima: LexisNexis, 2011, pp. 126 y ss.
(33) Vid. Gálvez Villegas, T. El delito de lavado de activos. Criterios sustantivos
y procesales. Análisis del Decreto Legislativo 1106, Actualidad Penal, Lima:
Instituto Pacífico, 2014, pp. 687-688.

20   La prueba indiciaria en el delito de lavado de activos


DERECHO PENAL CONTEMPORÁNEO – Revista Internacional

La particu­laridad procesal establecida por el artícu­


lo 10 del Decreto Legislativo 1106, conforme a la cual
para la investigación y procesamiento del delito de la-
vado de activos no es necesario que las actividades cri-
minales que produjeron el dinero, los bienes, efectos o
ganancias, hayan sido descubiertas, se encuentren so-
metidas a investigación judicial, proceso judicial o ha-
yan sido previamente obje­to de prueba o de sentencia
condenatoria, no significa un relajamiento probatorio
de este elemento constitutivo del delito, en este senti-
do en el proceso penal concreto debe estar suficiente-
mente acreditada —con certeza— este elemento del
delito, sin que pueda flexibilizarle esta exigencia(34).
En el mismo sentido, también Pariona Arana consi-
dera el origen delictivo de los bienes un elemento obje-
tivo del tipo, y estima que tal elemento típico debe pro-
barse fehacientemente —como regla general a través
de prueba indiciaria—; esto es, que debe alcanzarse
certeza sobre la procedencia delictiva de los bienes(35).

3.3.  Características de la prueba indiciaria


en el delito de lavado de activos
Para probar el delito de lavado de activos será fre-
cuente acudir a la prueba indiciaria(36), la misma que
debe referirse a todos los extremos del delito, también
a la procedencia delictiva o vincu­lación con el delito
fuente; es decir, determinar que los activos provienen
efectivamente de un delito que se ha cometido previa-
mente, tales como minería ilegal, tráfico ilícito de dro-
gas, terrorismo, delitos contra la administración públi-
ca, secuestro, proxenetismo, trata de personas, tráfico
ilícito de armas, tráfico ilícito de migrantes, delitos
tributarios, extorsión, robo, delitos aduaneros o cual-
quier otro con capacidad de generar ganancias ilega-

(34) Vid. García Cavero, P. Derecho penal económi­c o. Parte especial. vol. I,
Instituto Pacífico, Lima, 2015, p. 596.
(35) Vid. Pariona Arana, R. “Consideraciones críticas sobre la llamada “autonomía”
del delito de lavado de activos”. En: ADP 2015, pp. 4 y ss. Disponible de < http://
www.rpa.pe/media/articu­los/Lavado_de_activos_-_Pariona_-_ADP_2015.pdf>
(36) Sobre el uso de prueba indiciaria en el delito de lavado de activos en
general Vid. Paucar Chappa, M. “La prueba indiciaria en el delito de lavado
de activos”. En: Gaceta penal y procesal penal. t. 70, Lima: Gaceta Jurídica,
2015, pp. 151 y ss.

Mercedes Herrera Guerrero  21


DERECHO PENAL CONTEMPORÁNEO – Revista Internacional

les. El carácter delictivo de los bienes no puede afir-


marse de modo general, sino que es necesario probar
que tales ganancias provienen de algunos de los deli-
tos graves señalados por ley.
Adviértase que no es lo mismo “prueba indiciaria”
que indicios. La prueba indiciaria(37) es aquella que está
orientada a demostrar la certeza de determinados he-
chos —indicios— que no son obje­to de acusación,
pero a través de los cuales, por medio de un proceso
lógico y utilizando las reglas de la experiencia, se pue-
de llegar a proporcionar al juez la convicción acerca
de la certeza del hecho delictivo y la intervención del
acusado; proceso que aquel ha de motivar en función
de un nexo causal claro y coherente entre los hechos
probados —indicios— y el que se trata de probar(38).
Debe tenerse en cuenta que el uso de prueba indi-
ciaria es siempre más complejo en la medida que esta
solo será capaz de fundamentar una sentencia de con-
dena cuando se cumpla con determinados requisitos
materiales y procesales. Cuando ello no ocurre, la de-
fensa tiene una puerta abierta para impugnar la sen-
tencia que se basa en la prueba indiciaria.
Al mismo tiempo, si se observan las cosas desde la
perspectiva del juez, este medio de prueba complejo
supone un mayor nivel de exigencia en la fundamen-
tación de una sentencia condenatoria, ya que se corre
el riesgo de condenar con base en meras presuncio-
nes, en simples conjeturas o incluso en una intuición
más o menos razonable(39), que no se corresponde ni
siquiera por aproximación con el estándar necesario
para desvirtuar la presunción de inocencia.
En el Acuerdo Plenario 3-2010/CJ-116 se precisa
que a partir de la “prueba indiciaria” se podrá deter-
minar el nivel de conocimiento del agente del origen

(37) Sobre el uso de prueba indiciaria en el proceso penal véase mi artícu­l o:


“Algunas consideraciones sobre la prueba indiciaria y el principio in dubio
pro reo ”. En: Actualidad penal, vol. 7, Instituto Pacífico, 2015, pp. 204-213.
(38) Vid. Rives Seva, A., La prueba en el proceso penal doctrina de la Sala
Segunda del Tribunal Supremo, Navarra: Aranzadi, 1996, p. 73.
(39) Sobre la necesidad de excluir la intuición de las decisiones judiciales
Vid. Nieva Fenoll, J. La valoración de la prueba, Madrid: Marcial Pons, 2010,
pp. 206 y ss.

22   La prueba indiciaria en el delito de lavado de activos


DERECHO PENAL CONTEMPORÁNEO – Revista Internacional

ilícito de los activos que pretende convertir, transferir,


ocultar o mantener en su poder. Se establece que, al
realizar la conversión, transferencia, ocultamiento y te-
nencia o transporte de activos el suje­to activo conoce o
debe presumir que estos activos tienen un origen ilícito.
La prueba indiciaria en el delito de lavado de acti-
vos, como en cualquier delito, debe conducir a la cer-
teza. Para alcanzar este fin es preciso que se atienda
a su naturaleza “dialógica”, es decir, que el juez ana-
lice cada uno de los indicios y explique cómo están
probados —cada uno—, para acudir luego a una regla
de la lógica, de la ciencia o máxima de la experiencia
que vincule los datos indiciarios con el hecho a pro-
bar —la culpabilidad del acusado—. En este proce-
so discursivo, al que hemos denominado “dialógico”,
cobra especial relevancia el papel del abogado defen-
sor, quien podrá señalar la presencia de contra indi-
cios consistentes o de vicios en la motivación que nu-
lifican el uso de la prueba indiciaria(40).
Como ya se ha visto, la prueba indiciaria o prueba
por indicios tiene una naturaleza compleja y su aplica-
ción al delito de lavado de activos —a cualquier delito
en general— exige un conocimiento acabado de sus
características y requisitos, de lo contrario, podrían
generarse fácilmente nulidades procesales que con-
vertirían en inútiles todos los esfuerzos del Ministe-
rio Público y de otros organismos del Estado interesa-
dos en la persecución y sanción del lavado de activos.
Aplicando estas consideraciones generales al delito
de lavado de activos, en primer lugar es preciso con-
siderar que este comprende un conjunto de operacio-
nes normalmente complejas y subrepticias, las mismas
que se dirigen a integrar los activos ilícitos en el sis-
tema económi­co. Por ello, como regla general no será
posible contar con prueba directa para probar todos
los extremos del delito. El extremo en el que adquiere
relevancia la prueba indiciaria es en el relativo al co-
nocimiento del origen delictivo de los bienes o cono-
cimiento de la procedencia delictiva.

(40) Sobre este aspecto de la prueba indiciaria véase mi artícu­lo: “Algunas


consideraciones sobre la prueba indiciaria y el principio in dubio pro reo ”. En:
Actualidad penal, vol. 7, Lima: Instituto Pacífico, 2015, pp. 209 y ss.

Mercedes Herrera Guerrero  23


DERECHO PENAL CONTEMPORÁNEO – Revista Internacional

También el elemento subjetivo del delito de lava-


do de activos, concretamente el dolo, pueden acredi-
tarse a través de indicios. Normalmente en un proceso
de lavado de activos concurren pruebas directas jun-
to con prueba indiciaria. No obstante, normalmente
el papel protagónico lo tiene la prueba indiciaria, por-
que como veíamos, el extremo normalmente más di-
fícil de acreditarse es el referido al conocimiento del
origen delictivo de los bienes.
Ahora bien, en este punto es importante no con-
fundir los indicios con la prueba indiciaria. El indi-
cio es básicamente un elemento de prueba, es decir,
un dato que puede probarse a través de uno o más
medios de prueba(41). Por ejemplo, el indicio es móvil
si puede acreditarse a través de la declaración de un
testigo, de una carta, de los documentos contables de
una empresa, etc.
En la Ejecu­toria Suprema del 8 de agosto del 2012,
recaída en el recurso de Nulidad 4003-2011-Lima, la
Sala Penal Permanente de la Corte Suprema ponde-
ró que la vincu­lación del procesado con el delito pre-
cedente podía acreditarse al constatarse la existencia
de determinados indicios: a) una conexión o relación
del autor o partícipe con actividades delictivas o con
personas o grupos relacionados con dichos ámbitos a
partir de determinados hechos concluyentes; b) exis-
tencia de un incremento notorio del patrimonio per-
sonal de la persona durante el período de tiempo en
que se produjo dicha vincu­lación; c) ausencia de nego-
cios lícitos que justifiquen el patrimonio; d) el hecho
de que ante una investigación administrativa o poli-
cial no se pueda justificar un depósito bancario, o de
otra índole, por una suma de dinero elevada.
El Tribunal Supremo Español mediante Senten-
cia 693/2015 de 12 de noviembre del 2015, se reitera
la doctrina de la Sala sobre el uso de prueba indicia-
ria en el delito de blanqueo de capitales: así, en los su-
puestos de acusación por delitos de blanqueo proce-
dentes del tráfico de estupefacientes, son los indicios
más determinantes:

(41) Vid. Jauchen, E. Tratado de la prueba en materia penal, Buenos Aires:


Rubinzal-culzoni, 2006, p. 583.

24   La prueba indiciaria en el delito de lavado de activos


DERECHO PENAL CONTEMPORÁNEO – Revista Internacional

a)  El incremento inusual de patrimonio, o el ma-


nejo de cantidades de dinero que, por su elevada canti-
dad dinámica de las transmisiones y tratarse de efec-
tivo pongan de manifiesto operaciones extrañas a las
prácticas comerciales ordinarias.
b)  La inexistencia de negocios lícitos que justi-
fiquen el incremento patrimonial o las transferencias
de dinero.
c)  Constatación de algún víncu­lo o conexión con
actividades de tráfico de estupefacientes o con perso-
nas o grupos relacionados con las mismas(42).
De forma simi­lar en el Perú, en el Acuerdo Plena-
rio 3-2010/CJ-116(43) se establecen algunos indicios de
un posible delito de lavado de activos:
a)  Incremento inusual del patrimonio del impu­
tado. Por ejemplo, la adquisición de bienes sin justifi-
car ingresos, compra a través de terceros, transaccio-
nes con respecto a bienes incompatibles o inadecuados
en relación con la actividad desarrollada.
b)  Indicios relativos al manejo de cantidades de
dinero que, por su elevada cantidad dinámica de las
transmisiones, utilización de testaferros, depósitos o
apertura de cuentas en países distintos del país de re-
sidencia del titular, o por tratarse de efectivo pongan
de manifiesto operaciones extrañas a las prácticas co-
merciales ordinarias. Por ejemplo, el transporte o po-
sesión en efectivo de grandes sumas de dinero, sin jus-
tificar su procedencia; utilizar testaferros sin relación
comercial alguna para el movimiento de dinero, etc.
c)  Que no existan o sean insuficientes los nego-
cios que justifiquen el incremento patrimonial o las
transmisiones dinerarias.
d)  La ausencia de una explicación razonable del
impu­tado sobre sus adquisiciones y el destino que pen-
saba darles o sobre las anómalas operaciones detec-
tadas. La existencia de los indicios referidos a las ad-
quisiciones y destino de operaciones anómalas, hace
necesaria una explicación exculpatoria que elimine o

(42) FJ Tercero.
(43) FJ 34.

Mercedes Herrera Guerrero  25


DERECHO PENAL CONTEMPORÁNEO – Revista Internacional

disminuya el efecto incriminatorio de tales indicios.


En el citado Acuerdo Plenario se hace referencia a la
Sentencia del Tribunal Europeo de Derechos Huma-
nos Salabiaku del 7 de octubre de 1988, no vulnera
la presunción de inocencia en tanto en cuanto tal pre-
sunción no tiene carácter irrefutable y no impide al
afectado desarrollar actividad probatoria dirigida a
constatar la ausencia de responsabilidad en el hecho.
e)  La constatación de algún víncu­lo con activi-
dades delictivas previas o con personas o grupos re-
lacionados con las mismas. Ese víncu­lo o conexión
—contactos personales, cesión de medios de transpor-
te, víncu­los con personas condenadas por delitos gra-
ves: terrorismo, tráfico ilícito de drogas, corrupción—
ha de estar en función con un hecho punible en el que
los bienes deben tener su origen, lo que evidencia la
vincu­lación entre el delito fuente y el acto de lavado.

3.4.  A modo de conclusión. Lavado de activos


e inversión de la carga de la prueba
Se afirma que frente a la existencia de datos —indi-
cios— que revelan operaciones financieras anómalas,
es necesario una explicación exculpatoria que elimine
o disminuya el efecto incriminatorio de tales indicios.
Lo mismo puede decirse de los víncu­los con personas
o actividades delictivas. De tal suerte, que si el impu­
tado no explica razonablemente el origen de esos ac-
tivos, puede configurarse allí un indicio(44), por ejem-
plo, el indicio de mala justificación. No obstante, surge
la cuestión de si acaso no se está vulnerando el nemo
tenetur, en la medida que nadie está obligado a incri-
minarse a sí mismo.
La jurisprudencia del Tribunal Europeo de Dere-
chos Humanos —caso Funke contra Francia, de 25 de
febrero de 1993; caso Murray, de 6 de febrero de 1996;
caso Saunders contra Reino Unido, de 17 de diciem-
bre de 1996; caso Averill contra Reino Unido, de 6 de
junio del 2000, entre otros— ha establecido:

(44) Vid. Gálvez Villegas, T. El delito de lavado de activos. Criterios sustantivos


y procesales. Análisis del Decreto Legislativo n.º 1106, Actualidad Penal, Lima:
Instituto Pacífico, 2014, pp. 696 y ss.

26   La prueba indiciaria en el delito de lavado de activos


DERECHO PENAL CONTEMPORÁNEO – Revista Internacional

— Que es contrario a un derecho a un proceso jus-


to una condena fundada exclusivamente en la nega-
tiva a declarar del acusado. Sin embargo, el artícu­lo
6.1 CEDH no impide valorar el silencio del acusado,
cuando a vista de las pruebas incriminatorias sea ne-
cesaria una explicación.
Esta misma línea se ha seguido en España, así en
la STC de 27 de abril del 2010 el Tribunal Consti-
tucional Español señala: “la omisión de explicacio-
nes acerca del comportamiento enjuiciado en virtud
del legítimo ejercicio del derecho a guardar silencio
puede utilizarse por el juzgador para fundamentar la
condena, a no ser que la inferencia no estuviere mo-
tivada o la motivación fuese irrazonable o arbitraria”.
Así mismo, en la sentencia de 22 de julio del 2002 el
TC español señala que la futilidad del relato alterna-
tivo que sostiene el acusado y que supone su inocen-
cia, puede servir acaso para corroborar su culpabili-
dad, pero no para sustituir la ausencia de pruebas de
cargo suficientes.
Así mismo, la Sala segunda del Tribunal Supremo
en la STS de 26 de octubre del 2009, dictada en los
Autos del Recurso de Casación 371/2009, señala que
no es admisible la inversión de la carga de la prueba;
es decir, que deba ser el acusado quien acredite el ori-
gen lícito de los bienes. Un planteamiento de esta na-
turaleza —según lo señalado en esta sentencia— vul-
nera la presunción de inocencia, la misma que obliga
al acusador a demostrar la culpabilidad del impu-
­tado.
En todo caso, una interpretación respetuosa del si-
lencio del acusado en el marco del derecho a no confe-
sarse culpable y del derecho a guardar silencio, puede
tener en todo caso un valor argumentativo o de refuer-
zo o conclusividad, cuando ya se cuenta con prueba
de cargo suficiente, que permite en todo caso refor-
zar la racionalidad de la conclusión al hacer uso de la
prueba indiciaria(45).

(45) Vid. Miranda Estrampes, M. “Blanqueo de capitales, presunción de


inocencia y prueba indiciaria”. En: Diario La Ley, n.º 7736, Sección Tribuna,
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Jurisprudencia
STC recaída en el expediente 00728-2008-PHC/TC
caso Flor de María Llamoja Hilares.

30   La prueba indiciaria en el delito de lavado de activos

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