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LA GUERRA PERDIDA

Clemar S. Murphy

EL LIBERTABLAS
Grupo de Teatro de Camilo Aldao (Cba.)
E-mail: elibertablas@futurnet.com.ar
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LA GUERRA PERDIDA Clemar S. Murphy

En escena un banco de plaza. Entra un señor formalmente vestido. Pasea por el lugar. Se
detiene en lateral izquierdo. Luego de unos segundos, entra una señora vestida con la
misma formalidad. Va a sentarse en el banco. El caballero en un momento gira con la
intención de ir también a sentarse y la descubre sorprendido. Hace algunos movimientos de
inseguridad, y luego se decide a sentarse. Empieza un juego de inicio de comunicación,
hasta que al final el hace su primer intento.

EL: ¿Qué lindo día, no? (Ella no contesta) ¡Bah, tan lindo, tan lindo no es, es decir… si
hubiera un poquito menos de viento… (Ella no contesta) En realidad no tendría que haber
nada viento para ser perfecto… (Idem) ¡Tampoco le echemos toda la culpa al viento, por ahí
si no hubiera ninguna nubecita, nublando cada tanto un poquito el sol… ¡Ahí, si!... ¡Ahí, si,
tendríamos un día perfecto! (Ella lo mira. El se rectifica)… ¡Casi perfecto! (Ella deja de
mirarlo) ¡Bueh! Tampoco digamos día… digamos tarde, ¿eh¿ ¡Tarde perfecta, je, je, je…
ELLA: ¿Porqué me incluye a mi?
EL: ¿Cómo?
ELLA: ¿Porqué me incluye a mi?
EL: ¿Quién?
ELLA: ¡Usted!
EL: ¡Yo! ¿Cómo? ¿Qué yo qué?
ELLA: ¡Me incluye en sus comentarios!
EL: ¿Qué yo la inclu…? ¡No, yo no…! Yo decía nada más.
ELLA: ¡Ah, hablaba solo!
EL: ¡No! ¿Cómo que hablaba solo? No, no vaya a pensar que yo… (Hace gestos en su sien)
ELLA: ¿Y con quién hablaba entonces?
EL: Con usted. Sólo quería entablar una conversac…
ELLA: (Lo corta) ¡Oiga! ¿Me permite que le haga una sugerencia?
EL: Pero por favor, haga, haga.
ELLA: ¡Yo no se si usted es un loco, o un vivo…! Si es un loco, está perdiendo el tiempo
porque yo no soy ni psiquiatra, ni analista, ni nada que se la parezca…
EL: ¡No... si yo…!
ELLA: ¡Y si es un vivo también está perdiendo el tiempo, porque yo tampoco soy una de
esas… (Gestos)
EL: ¡Pero no, si yo… No se me ponga así, yo…
ELLA: (Lo corta y resalta el “me”) ¿No se “me” ponga así! ¡No se “me” ponga así?
EL: Si, quiero decir…
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ELLA: “Me”, da idea de pertenencia. Me, es “me pertenece”.


EL: No, no…
ELLA: ¡Y yo no “le” pertenezco, ni a usted ni a nadie.
EL: Bueno, bueno… tiene razón. Lo quiero decir es que no “se” ponga así.
ELLA: ¡Yo no me pongo nada! Simplemente me senté aquí a disfrutar de la tarde.
EL: Pero, es que yo también.
ELLA: ¡Entonces, no me moleste más, por favor!
EL: ¿Qué yo la molesto? Si yo simplemente le comenté sobre la linda tarde.
ELLA: ¿Usted me conoce?
EL: ¿Cómo?
ELLA: Si usted, a mi me conoce.
EL: No, no tengo el placer.
ELLA: ¿Por qué el placer? ¿Cómo sabe que conocerme sería un placer?
EL: Bueno…
ELLA: Está emitiendo preconceptos sobre mi. ¿Para qué lo hace? ¿Eh? ¿Para ganarme, para
conquistarme, para…? No quiero emitir improperios que me incluya en el perverso juego de
la oferta y la demanda… (Se queda haciendo gestos)
EL: Mire…
ELLA: ¿Y si yo fuera una asesina?
EL: ¿Una…?
ELLA: ¿Una vendedora de órganos que lo destriparía a la primera de cambio?
EL: Si, claro…
ELLA: ¡Mire como me hace hablar! ¡Mire como me hace expresarme!
EL: Eh…
ELLA: ¡Tratando de pasar una linda tarde y ueste hace salir lo peor de mi!
EL: No era mi…
ELLA: ¿Me conoce o no me conoce?
EL: No, no…
ELLA: ¿Entonces… porqué me habló? (No lo deja contestar) ¿Cuál era su intención, eh?
Usted me vio sola y se dijo: a esta me la gano ¿No? ¿Eh? ¿No? ¡Diga que no, ha ver, diga
que no!
EL: N-no…
ELLA: ¡Y dice que no el muy descarado! (Se levanta y habla en vos alta hacia todos lados)
¡El muy descarado dice que no! ¡Que no, dice! (El totalmente desorientado) ¡Pero, usted no
tiene vergüenza!
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EL: Usted está confundiendo las…


ELLA: ¡Yo confundiendo las…! ¡Deje de simular y confiese, diga cual eran sus intenciones
cuando se acercó a mi!

Comienza un juego de interrogatorio.

EL: No tengo nada que confesar.


ELLA: (Lo toma del pelo. El mira hacia todos lados como buscando ayuda. No entiende lo
que está pasando) ¡Confiese le digo!
EL: Pero le digo que no tengo nada que…
ELLA: ¿Ah, no quiere confesar? (Lo agarra de atrás tapándole la boca con una mano) ¿No
quiere confesar? (El intenta decir algo) ¡Diga, diga! (Le muerde una oreja. El grita
desesperado) ¿Es un violador, usted? ¿Eh? ¡Diga! ¿Es un violador? (El le muerde la mano.
Ella se suelta y grita y se desplaza demostrando exageradamente su dolor) ¡Ah! ¡Me
mordió, me mordió fuerte! ¡Asesino!
EL: ¡Usted me llevó a eso! ¡No me dejó contestar!
ELLA: (Llorando rabiosa todavía) ¿Y qué iba a contestar?
EL: ¡Qué mis intenciones eran buenas!
ELLA: (Repite rabiosa) ¡Qué sus intenciones eran buenas! ¡Qué sus intenciones eran
buenas! ¡A cuántas les habrá dicho lo mismo!
EL: ¡No importa a cuántas! ¡Mis intenciones eran buenas!
ELLA: (Desconcertada, bajando el tono) ¡Ja! Sus intenciones eran buenas… si, claro, sus
intenciones eran buenas… (Disimulando la duda)) ¿Sus… intenciones eran buenas?
EL: Si.
ELLA: (Se sienta al lado) ¿Y espera que yo le crea? ¡Porqué no se va a mentir a otra parte!
EL: (Se levanta Frotándose la oreja) Bueno… disculpeme… yo… no creí… Me voy…
disculpeme… (Duda, hace gestos, se frota la oreja, etc., comienza a alejarse)
ELLA: ¡Ja…! ¿Cuánto de buenas?
EL: (Se detiene, gira) ¿Cómo?
ELLA: Sus intenciones… ¿Cuánto de buenas?
EL: ¿Usted quiere decir…? O sea, quiere decir si mis intenciones… (Trata de entender la
situación, busca palabras) Bueno… yo sólo quería charlar con alguien, no se… Vine acá
buscando estar solo… de pronto la veo… y me dije… ¡No! No me dije nada… Bueno,
eso…nada más. (Duda. Vuelve a emprender la retirada) Adiós.
ELLA: Puede quedarse, si quiere.
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EL: ¿Cómo?
ELLA: Que puede quedarse, el banco es público. Puede hacer uso de sus derechos… ¡Pero
no se olvide que el derecho de uno termina donde comienza el derecho de “las” demás.
EL: (Dudando, no se decide) Mire…yo… (Ella pone la mano en el banco invitándolo a
sentarse) Eh… (Se acerca con temor. Se toca la oreja. Ella sonríe levemente)
ELLA: ¿Sin segundas intenciones?
EL: Si… ¡no! … o sea…
ELLA: Bueno, si es así me quedo.
EL: ¿Cómo que se queda?
ELLA: Con esa condición, me quedo.
ÉL ¿Usted, se queda?
ELLA: Si.
EL: (Hace ciertos gestos de que el que se iba era él) ¿Usted se iba?
ELLA: (Entrando a mimosa) ¡Ay, póngase de acuerdo! Primero me dice, usted se queda,
después me dice, usted se iba. (Se ríe) Venga sientesé.

El va a sentarse..

ELLA y ÉL: (Una vez sentado ella va a decir algo, y él como adivinando lo dice junto ¡Sin
segundas intenciones!

Se ríen, luego poco a poco se van calmando hasta quedar serios, y sin saber qué decir. La
situación se pone bastante incómoda.

ELLA: ¿Que linda tarde, no? (Él no contesta) ¡Bah, tan linda, tan linda, no es. (Él no
contesta) Es decir…
EL: ¿Usted me está cargando?
ELLA: ¿Cómo?
EL: Le pregunté si me está cargando.
ELLA: ¿Ay, porqué me dice eso?
EL: Porque hace un momento yo le comenté lo mismo, y usted casi me manda preso.
ELLA: Lo que pasa es que las palabras, no siempre quieren decir lo mismo.
EL: ¿Con qué me va a salir ahora?
ELLA: Usted puede haber dicho lo mismo, pero las intenciones eran otras.
ÉL: ¡Creí que lo de las intenciones ya estaba aclarado!
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ELLA: Usted decía una cosa, pero sus ojos decían otra.
ÉL: ¿Ah, si, no me diga? ¿Y qué decían mis ojos?
ELLA: Usted sabe muy bien lo que decían. (Coqueta. Se para y le da la espalda)
EL: (Se para la agarra de atrás como ella había hecho con él) ¡Contésteme lo que le
pregunto! (Se arrepiente y la suelta. Se mira las manos como preguntándose ¿qué estoy
haciendo?)
ELLA: (Ella sigue coqueta) ¿Ay, que hace?
ÉL: (Enfurecido, mordiendo las palabras) ¿Sabe quién decía? ¿Sabe “quién” decía?
ELLA: (Sin entender) ¿Quién?
ÉL: ¡Su mente!
ELLA: ¿Cómo?
ÉL: ¡Su mente! ¡Su pensamiento pervertido era el que hablaba!
ELLA: (Comienza a dar vueltas alrededor del banco, enojada y lloriqueando) ¡Mire lo que
me dice ¡ ¡Mire lo que me dice!
ÉL: ¡Su mente que sólo tiene pensamientos oscuros!
ELLA: (Cada vez llora más) ¡Mire las cosas que me dice!
ÉL: (La alcanza, la toma de un brazo y la hace girar) ¿Sabe que me he dado cuenta de una
cosa? (Ella niega con la cabeza) Me he dado cuenta de que usted lo que quiere es que yo la
acose.
ELLA: ¿Qué?
ÉL: Si, que yo la tome entre mis brazos y la bese.
ELLA: ¿Aquí?... digo… ¡Ni se le ocurra!
ÉL: ¿No?
ELLA. ¡No!
ÉL: Mire que lo h ago, eh.
ELLA: Mire que grito, eh.
ÉL: A que no.
ELLA: ¡Haga la prueba!

Él hace un gesto como que la va a besar. Ella se prepara como para gritar y transforma el
gesto como para recibir el beso. El se arrepiente, la suelta y se aleja. Ella queda tiesa,
contraída, con la boca abierta preparada para el beso y sorprendida por la actitud de él.
Queda así unos segundos. Va a sentarse. Se nota contrariada.

ELLA: ¡Los hombres son todos iguales!


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ËL: (Que se ha alejado) ¿Cómo?


ELLA: (Continuando con lo anterior) ¡Unos cobardes!
ÉL: ¿Por qué lo dice? (Ella no contesta) ¿Claro, hubiera preferido que la bese, no? (Ella
muda) ¡Las mujeres son todas iguales!
ELLA: ¿Por qué lo dice? (El no contesta) ¡Claro, hubiera preferido que me dejara besar, no!
Y después, chau, como pancho por la vía.¡Si te he visto no me acuerdo! (El mudo) ¡Cuándo
aprenderán los hombres a asumir su rol en este mundo!
EL: ¿Qué quiere decir? (Ella no contesta) ¡Vamos no se haga la sorda! (Ella nada)
¡Conteste, qué quiso decir!
ELLA: (Lo mira por sobre el hombro, con desprecio, de arriba abajo) Perdón… ¿Lo
conozco al señor?
ÉL: (Montando en cólera) Pero… pe-pero… ¡Usted es una caradura! ¡Usted no tiene
vergüenza! ¡Hace una hora que está tratando de seducirme!
ELLA: (Reacciona) ¡No hace una hora que… que…! (Trata de arreglar el error y se
muestra indignada) ¿Qué, qué? ¿Qué yo, qué?
EL: (Enfrentados en un duelo) ¡Que usted es una caradura!
ELLA: ¿Una qué?
EL. ¡Una caradura!
ELLA: ¡Repítalo, anímese a repetirlo!
EL: ¡Una caradura!
ELLA: (Histérica) ¡Nadie me dice eso a mi, gratuitamente!
EL: ¿Qué quiere que la pague?
ELLA: (Frente a frente) ¡Deje de insultarme. Usted no es nadie pare venir a decirme esas
cosas, estúpido, mal educado! ¿Con quién se cree que está tratando, con una cualquiera, con
una fácil? ¡Imbécil! ¡Idiota! ¡Degenerado! (No puede continuar porque le tapa la boca con
un beso. Ella queda tiesa, luego de unos instantes, la suelta. Ella ha quedado petrificada,
mirándolo estupefacto. Comienza a reaccionar) ¡Me besó! ¡Me besó! (Se va poniendo
histérica) ¡Este degenerado osó besarme! ¡Socorro, por favor! ¡Socorro! ¡Policía, bomberos,
defensa civil! ¡Me besó, este imbécil me besó! (Comienza a cambiar la histeria de la
indignación, por la de u n sugestivo placer) ¡Me besó el muy bestia, me besó! (Se refriega
el cuerpo con disimulado placer mientras grita) ¡El muy asesino, me besó! ¡Hay que
encarcelarlo! ¡Es una bestia inmunda! (Se le va encima para tratar de pegarle. Él trata de
contenerla, Ella lucha, tira patadas, etc. Él la sujeta) ¡Suélteme, suélteme! (La suelta. Ella
se larga a llorar y va sentarse al banco. Llora con rabia)
EL: (Desde su lugar como, tranquilo, afirmando) Le gustó.
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ELLA: (Cesa e llanto y lo mira) ¿Cómo?


ÉL: Le gustó.
ELLA: (Con odio) ¿Qué cosa?
ËL: Que la bese, le gustó.
ELLA: (Hace puchero con la boca. Llora desconsoladamente, mientras habla) ¡Y encima se
da el gusto de decirme que me gustó! (Se para arriba del banco. Grita y llora) ¿Dónde está
la justicia! ¡Qué va a hacer de la mujer, en este mundo machista! (Se sienta sobre el
respaldo del banco)
ÉL: (Va a sentarse al lado, pero sin mirarla. Quedan así unos instantes. Ella se va
calmando) ¿Le gustó? (Ella va a gritar. Él la interrumpe) ¡Sin espectáculos! (Ella se
contiene, queda muda mirándolo un instante) Contésteme. (Ella dice por lo bajo, palabras
cortadas, que no se alcanzan a entender, mientras juega con sus manos en la ropa. Se va
poniendo mimosa) ¿Le gustó?
ELLA: (Sigue gesticulando cada vez más mimosa) ¿Usted dice…?
ÉL: (Tranquilo) Si, yo digo…
ELLA: (Sin que se entienda claramente y todo seguido) ¿Quembesara?
ÉL: (El asiente) Mh.
ELLA: Un poquito.
ÉL: (La mira) ¡Vamos!
ELLA: (Repite el juego) Más o menos… (Él insiste con la mirada) ¿Qué quiere que le diga,
que me gustó? (El la sigue mirando) Bueno, si, me gustó. ¡Ahí’tá! Se lo dije. ¿Ta’conforme
ahora? Ahora, vaya… ¡Vaya y dígale a todo el mundo que soy una cualquiera! (Vuelve a
llorar)
ÉL: Pero cómo voy a hacer eso. Yo no quiero hacer eso. No quiero lastimarla, ni ofenderla.
ELLA: ¿Y qué quiere de mí? ¿Por qué me besó? ¿Qué busca de mí? (No lo deja contestar)
¿Lo que busca en todas las mujeres, no es cierto? ¿Le gustaría que fuera una de esas, no?
(Antes de darle lugar a la respuesta, se levanta, se quita el tapado y comienza a moverse
con sensualidad) ¿Le gustaría que yo estuviera vestida así? (Se levanta la y la transforma en
una “mini”. Suena música. Comienza a moverse lentamente hasta ir convirtiendo la escena
en un principio de strip tease. Sube al banco quedando de espalda al público Se mueve,
comienza a abrirse la blusa como para sacársela, y él la interrumpe)
ÉL: ¡Espere! (Se sube al banco y la detiene. Le habla mientras le va acomodando y
abrochando la blusa) Está confundida, yo no quiero eso. ¿Pero de donde saca esas ideas tan
alocadas? ¿Qué está pasando en esa loca cabecita? (Tiernamente) ¿Eh? Venga, sientese.
(Ella no se mueve) Venga, vamos, sentémonos. (Bajan, se sientan) Cuénteme… ¿Qué le
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pasa? Usted tiene que haber tenido un desengaño amoroso muy fuerte, me parece (Ella no
contesta) ¿Es así?
ELLA: (Aflojando) Si.
ÉL: ¡Ah, ya me parecía! Pero, escúcheme, eso le pasa a todo el mundo. No puede desconfiar
toda la vida, de todos, porque tuvo un tropezón amoroso. Eso le pasa a cualquiera. Eso es lo
más normal del mundo. Somos hombre y mujeres. Estamos el uno para el otro. Es súper
natural que haya tenido un romance y que después se haya terminado. ¿Qué tiene de extraño
eso?
ELLA: No fue fácil.
ÉL: ¡Por supuesto que no es fácil! ¡para nadie es fácil! Yo… yo también tuve una mujer en
mi vida. (Se detiene, piensa, la mira) ¿No me dirá que fue con otra mujer?
ELLA: No.
ÉL: (Aliviado) ¿Y entonces? ¿Cuál es el problema? (Vuelve a dudar) ¿Fue con un hombre,
no?
ELLA: (Lo mira) ¡Pos supuesto!
ÉL: ¿Ve lo que le digo? Es normal que una persona en su vida tenga una historia de amor.
(Indaga) ¿Era demasiado mayor?
ELLA: No.
ÉL: ¿Demasiado menor?
ELLA. No.
ÉL: ¿Pero, y entonces? No era nada de otro mundo, no era…
ELLA: … era el cura.
ÉL: (Sin tomar real conciencia de lo que escuchó) Claro, como le dije, era el… ¿Era quién?
ELLA: Era el cura.
ÉL: ¿Có…cómo el cura? ¿El cura… el cura?
ELLA: ¡Si… el cura, el cura!
ÉL: ¿Pero cómo el cura, el cura? ¿De qué me está hablando? ¡Usted está delirando! (Pausa)
¿Pero el cu… el… el de la iglesia?
ELLA: ¡Si, el “cu”, el de la iglesia.
ÉL: ¡Pero no puede ser, eso no es normal!
ELLA: ¿Por qué no es normal? ¿Qué tiene de anormal?
ÉL: Y… no es normal, no es normal… EL cura…
ELLA: ¿El cura qué? ¿No es un hombre acaso?
ÉL: No… quiero decir, si… pero no.ELLA: ¡Si, pero no! ¿Por qué no me explica un
poquito, a ver? ¡Soy medio (Señala su cabeza) vio!
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ÉL: Quiero decir, es un hombre pero no puede…


ELLA: ¿No puede? ¡Entonces habrá sido el Espíritu Santo!
ÉL: Bueno, quiero decir… no debe.
ELLA: (Se acerca e intenta tomarlo de un brazo) Escucheme…
ÉL: (Se aleja) ¡No me toque!
ELLA: El era un hombre dulce… (Se acerca)
ÉL: (Se vuelve a alejar) No me toque.
ELLA: Me amaba. Me amaba de verdad.
ÉL: ¡No me toque!
ELLA: ¿Pero qué le pasa?
ÉL: No quiero que me toque.
ELLA: Pero… (Cree comprender) ¿No me diga que usted…? (Hace gestos de afeminado)
ÉL: ¿Qué? ¿Está loca? ¡Ni se le ocurra pensarlo, siquiera!
ELLA: ¿Y entonces? ¡Ah, ya se! Es casado y tiene miedo que alguien lo vea y piense mal.
ÉL: No, no, nada de eso.
ELLA: No le gusto entonces.
ÉL: ¡No, no… si, si… sólo que…!
ELLA: Ah, ahora comprendo… (Toma el bolso y amaga a irse)
ÉL: ¿Qué hace? ¿Adónde va? ¿Qué es lo que comprendió?
ELLA: Primera pregunta: Me voy. Segunda pregunta: Lo más lejos posible de usted.
Tercera pregunta: ¡Que es un machista de mierda!
ÉL: ¿Cómo?
ELLA: ¿Qué se supone que tenía que hacer?
ÉL: No entiendo.
ELLA: ¡No entiendo, no entiendo! ¡La frase maldita!
ÉL: Pero…
ELLA: ¡Los hombre nunca entienden!
EL: Pero, si me explicara…
ELLA: ¿Qué tenía que hacer? Sentarme toda la vida a esperar que usted llegue! ¡Por las
dudas de que usted llegara!
ÉL: Pero si yo…
ELLA: ¡Y si usted no llegaba, eh! Ir corriendo a tirarme debajo de un tren.
ÉL: No, trenes no pasan más, o muy pocos…
ELLA: ¡Ya sé que no! ¡Es una frase hecha! ¡Una manera de decir! (Recapacita) ¡No ve, no
ve! (Él mira hacia todos lados) ¡Lo tomó con total naturalidad!
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ÉL: ¿Qué cosa?


ELLA: Que yo me tirara debajo de un tren… ¡Lo tomó con total normalidad! ¡No lo puedo
creer!
ÉL: No entiendo.
ELLA: ¡Deje de decir no entiendo! Yo dije que si usted no llegaba tendría que haber ido a
tirarme debajo de un tren… (El la mira tratando de seguirla) Y usted en vez de preocuparse
de mi vida, se preocupó porque ya no pasan los trenes…
EL: ¡Ah, no pero, claro, si! Lo que pasa es que no tomé en serio eso de…
ELLA: ¿No me toma en serio? (Le pega con la cartera) ¿No me toma en serio? (Él le
alcanza a agarrar la cartera y se la quita. Se saca un zapato y le quiere pegar. El se
escapa, ella lo corre alrededor del banco. Se sienta cansada)
ÉL: Escúcheme…
ELLA: ¿Fui de ese hombre y qué… se terminó mi vida?
ÉL: ¡No era un hombre común! (Ella lo mira) No es una relación normal… tiene… no se…
otra cosa… algo misterioso, no se…
ELLA: ¿Usted…? ¿Usted me dice eso? Tan liberal que parecía ser.
ÉL: Pero tiene que entenderme, no es cosa que me ocurra con frecuencia…
ELLA.: De todos, modos me alegra.
ÉL: ¿Qué cosa?
ELLA: Que pareciera tan perfecto. Me daba miedo que pareciera tan seguro de sí mismo.
Parecía tener todo tan solucionado.
ÉL: No, Nada más lejos de la realidad- Pero nosotros somos concretos, menos complicados.
ELLA: ¿Ustedes, quienes?
ÉL: Los hombres.
ELLA: Los hombres. (Pausa. Silencio) ¿Usted se casaría conmigo?
ÉL: Si.
ELLA: (Continúa como si no lo hubiera escuchado) mañana mismo.
ÉL: Si.
Ella: ¿Vio? Usted me diría que primero quiere conocerme, para ver como funcionamos
como pareja, lo que equivale a decir… ¡en la cama!...
ÉL: Si.
ELLA: Y después de haber obtenido lo que “quiere”, se va… tranquilamente se va…
ÉL: Si.
ELLA: No lo puede negar…
ÉL: Si, me casaría con usted.
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ELLA: ¿Quién?
ÉL: Yo.
ELLA: ¿Usted se casaría conmigo? ¿Así, sin conocerme?
ÉL: Primera respuesta: Si, me casaría. Segunda respuesta: Ya la conozco.
ELLA: (Lo mira estupefacta) ¡No lo creo!
ÉL: ¿Por qué?
ELLA: ¡No puedo creer que exista tanta hipocresía!
ÉL: ¿Por qué lo dice?
ELLA: No puedo creer que exista tanta hipocresía, tanta mentira.
ÉL: No entiend… digo… ¿Qué quiere decir?
ELLA: Usted está queriendo aprovecharse de mí, de mi ingenuidad, de mi honestidad.
ÉL: Está equivocada, no es así. Le digo que me casaría con usted, mañana mismo. Porque
me enamoré de usted apenas la vi, y ahora se que la conozco.
ELLA: ¿Y el cura?
ÉL: ¡Qué sea otro! No pretenderá que acepte casarme con él-
ELLA: Quiero decir, si ya no le molesta.
ÉL: Me molesta, pero lo superaremos.
ELLA: Yo no tengo nada que superar.
ÉL: Pero usted dijo que estaba mal por…
ELLA: Yo no dije que estaba mal. Usted preguntó si había sufrido alguna vez un desengaño,
y yo contesté.
ÉL: Bueno, mejor entonces.
ELLA: (Pausa) Un hombre así no existe.
ÉL: (Enojado) ¡Ha claro, yo no existo ahora!
ELLA: ¡Si, usted existe. Pero no le creo!
ÉL: No, no, no… ¡No empecemos de nuevo, por favor!
ELLA: Pero entiéndame…
ÉL: ¿Qué tengo que entenderle?
ELLA: Viene una persona, totalmente desconocida para mi… y de repente... asó como así…
me dice que se quiere casar conmigo… no se… Póngase en mi lugar, caramba… ¡Soy una
mujer decente!
ÉL: (No puede creer lo que está escuchando. Se levanta se pone el abrigo, el sombrero, le
tiende la mano para saludarla, y le habla como un caballero) Ha sido un verdadero placer,
señora.
ELLA: Señorita.
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ÉL: Señorita.
ELLA: (Se levanta le da la mano) Pero…
ÉL: El amor es una guerra. Y en las guerras siempre se pierde… de los dos lados. Buenas
tardes.
ELLA: Bue… Buenas tardes.
Ël se va con pasos cansados. Ella se sienta. Lentamente se van apagando las luces, hasta
quedar un solo foco sobre ella. Se escucha sonido de viento. Algunas hojas secas vuelan
desde algún lugar. Ela mira hacia el cielo. Se acomoda el abrigo protegiéndose del frío. La
luz baja lentamente.
FIN

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