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EL SILENCIO

(Escena Ibsen)

(Ella y ÉL sentados como mirando un gran paisaje. Él lee un libro o Ella está
ausente. Con la mirada perdida. De pronto, como si despertara de un sueño, se
levanta)

ELLA: ¿No oyes el silencio?

ÉL: ¿Qué?

ELLA: El silencio. ¿Lo oyes?

ÉL: Por supuesto.¿Aquí, quieres decir?

ELLA: En todo el país. Allá en la ciudad no faltaba ruido y movimiento. Sin


embargo, ese ruido y ese movimiento tenía algo de inerte.

ÉL: ¿No estás contenta con haber regresado?

ELLA: No. ¿Y tú?

ÉL: No estoy del todo contento.

ELLA: ¡Lo sabía! Conviene que nos vayamos enseguida. ¡Ahora mismo!

ÉL: Eres una mujer extraña.

ELLA: ¿Extraña?

ÉL: Sí. Nunca pareces satisfecha con nada.

ELLA: ¿Por qué no me gusta esta vida inútil que llevamos? ¿Por qué me niego a
seguir las normas? ¿Por qué me niego a ser un figurante en esta absurda
realidad? ¿Por qué no estoy muerta en vida como el resto?

ÉL: No es para tanto.

ELLA: ¿No?

ÉL: No. Para ti es todo o nada.

ELLA: ¿Y eso es malo? Pero sé que sabes que tengo razón. Mira tu alrededor.
Este silencio erosiona el pensamiento. Cuando nos fuimos llevábamos nuestro
país en el corazón, pero ahora que hemos vuelto, ¿qué? Nuestros amigos son
desconocidos y los desconocidos nos tratan como amigos, aunque no les
importemos. Todo es diferente. ¿No lo notas? Ya no queda nada de aquello por lo
que volvimos.

EL: Hay que olvidar las cosas para que nos hagan daño.
ELLA: Pues yo las recuerdo. ¡Lo recuerdo todo,! ¿Cómo es posible que que tu te
limites a olvidar?

Él (Estallando): Simplemente para que no me duela. Es nuestro país. Aquí no


estamos tan mal.

ELLA: Pues yo si. ¡Me ahogo! En este país la gente antes se movilizaba, sacaba
a la calle sus ideas y sus protestas. ¡Se indignaban! Y ahora parecen dormidos,
aletargados, como sumidos en una eterna esperanza en la que no creen.
Callados, llenos de miedo, andando por este camino hacia la nada.(Pausa)
¡Vayámonos, aún estamos a tiempo!

ÉL: ¿Y no prefieres quedarte y luchar?

ELLA: ¿Para qué? Este ya no es nuestro sitio. No les importamos a nadie.

ÉL: Pero es nuestra tierra.

ELLA: La mía ya no. Mira, quizá tengas razón. ¡Soy extraña! Lo soy, por que
mientras este silencio me haga sentir incómoda, no puedo quedarme inerte,
esperando que me consuma. No, mientras mis tripas se revuelvan no dejaré de
gritar para no escuchar más este silencio. ¡Me voy! Si quieres venir conmigo
estaré encantada. De lo contrario, ha sido un placer compartir este silencio
contigo.

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