Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Malpensados
Jaime Salazar 1
2 3
Cuentos Cortos Para
Malpensados
Jaime Salazar
4 5
Jaime Salazar
Cuentos Cortos Para Malpensados
1ra. edición
Ilustraciones
José Ernesto Miranda
https://www.facebo ok.com/ko obecafff
Alejandro Domínguez
alejodominguez23@gmail.com
Diagramación
Sara María Guerrero
saramaria.dg@gmail.com
Impresión
Graficolor Pasto
2013
6 7
Prefacio
8 9
I
The Best Sellers
10 11
II
escritores; pobre Borges, él fue uno de los prime-
ros (sí es que existió), al verdadero autor del Jardín
Bizarro
de los senderos que se bifurcan, de ochenta y seis
años, le arrancaron la piel.
—Abrime o te mato.
— ¡Que me abras!
TE ODIO
12 13
Esa noche… hicieron el amor toda la noche, se
enlazaron, se hicieron caricias entre el albur de
las sábanas, crearon un cosmos nuevo hecho por
el demiurgo que se forma del sudor y los fluidos
evaporados en el éter. Esa noche ella ganó.
14 15
III IV
Antropófagos
El primero de enero fui a la armería, compré una Mi nombre… si está leyendo esto, ya lo conoce.
caja de balas y un revólver. Leí las instrucciones Poco antes de ser devorado, bajé al infierno a be-
casi cien veces, quería estar seguro, luego prac- sar a Judas, pero eso ya lo sabían.
tiqué hasta dejar solo una bala en el tambor. Las
instrucciones decían: “dibuje una diana sobre su El árbol dejó de dar frutos, sus ramas envejecían y
corazón y dispare, así podrá olvidarla”. He tomado sus ojos de madera se matizaban en la tristeza de
un taxi hasta su casa, espero que no haya nadie. aquellas épocas maravillosas. Todos vimos como
agonizaba en su silencio; un día murió, y todos
empezaron a comerse de a pocos; sus ojos ya no
eran los mismos. En una de las peores noches, me
dieron a comer los ojos del ciego del pueblo. Vo-
mité durante días, y en mis pesadillas diarias tenía
la percepción de los ciegos. Una mañana desayu-
né la mano del único escritor del pueblo; su carne
en mi estómago develó mi obligación, seguir con
la obra que él había dejado a medio empezar; con
papel y tinta, me senté y de mi mano brotaban
bellas letras y, en sus combinaciones, se formaban
palabras para acariciar; sonó la puerta, y estaban
todos allí con sus ojos, era mi turno… espero que
un día publiquen lo que escribí.
16 17
V VI
18 19
VII
20 21
VIII IX
A Julio Cortázar
X: La caída fue muy severa. El circo es un lugar donde los niños, adultos y en-
tes en general salen a divertirse, para espantar la
Y: Sí, desgraciadamente no morí en el instante. tristeza, la congoja de trabajar, para llegar a la casa
y encontrar a su mujer con un rulo en la cabeza
X: ¿Y cuál era tu propósito verdadero? o, si de pronto está de suerte, encontrarla con su
propio hermano. Esta reacción puede provocar un
Y: No llegar al cielo. desmayo en que, al momento de despertar… su
esposa con su cuñado, es decir “…”, lo levanten y
tengan muchísimas tácticas de hacerlo desaparecer:
Número 1- emparedarlo.
22 23
X
24 25
XI
para completar su venganza, heredar la fortuna del
viejo; una criada fue testigo (y cómplice, pero eso
ZZZZZZ
nunca lo dijo); persignándose, contó todo, con el
peso moral de sus raíces cristianas: “No matarás,
no matarás”; los ojos del muerto mostraron los sín-
tomas del envenenamiento y las pruebas favore-
cieron a la criada. Días más tarde, después de ser
encerrada, la dueña de la casa editorial se suicidó. Después de una larga discusión, no logramos dar
con el parentesco entre el hombre lobo y la mano
peluda. El auditorio se despidió insatisfecho. Yo
fui a casa despreocupado y no pensaba más que
en llegar a descansar y soñar con bellos potre-
ros verdes, árboles de capulí con abundante fruto,
ríos de agua cristalina en que pueda ver el rostro
mío. Me recosté, el techo del cuarto se empezó a
descomponer cuando cerré los ojos. El sueño y la
oscuridad tomaron cuerpo, estaba ya dormido, a
merced de la noche y el cansancio. Flotaba en un
lugar negro y trataba de salir hacia algún sitio. En
ese momento, algo tomó mi cuello fuertemente,
me faltaba la respiración, yo luchaba para des-
prender de mi cuello aquello que me quitaba el
aliento, lo traté de desprender con mis manos, lo
que me llevó a darme cuenta de algo completa-
mente siniestro, que agotaría mis fuerzas y nin-
guno de tantos conocimientos podía generar res-
puesta para lo que sucedía en mi cuello. Era una
mano grande, con mucho pelo, pero carecía de la
continuidad de su extremidad; cada vez apretaba
con más fuerza, hasta el punto en que mis ojos
empezaron a salirse de sus cuencas y goteaban
por mis mejillas tibias gotas de sangre. El cuello
lo sentía más y más estrecho y…, lo esperado, mi
cabeza salió rodando hacia atrás dejando un char-
co de sangre, la cabeza rodaba mirando al cuerpo
26 27
XII
que caía como una hoja. Ha llegado el fin, todo se
acaba de repente. Mi cabeza y el cuerpo se hun-
den en el espacio y por siempre desaparezco.
28 29
XIII
30 31
XIV
32 33
34 35
XV
libros, la ciudad se llenó toda de letras, poco a
poco se tragaron todo.
36 37
XVI XVII
Fábula Enferma
38 39
XVIII
40 41
XIX XX
¿Ilegible?
Sólo una lámpara una mujer con su amante un El Cráneo hablaba solo; los habitantes lo miraban
pasillo con una puerta al final con libros negros de lejos y entre dientes, hablaban de él como si
gritos y gritos aullido a una luna de tarde una gui- fuese lo único que pasase ahí, en ese lugar frio,
tarra flotando como un muerto papeles y papeles imposible y circundado por la niebla que bloquea-
regados sobre el piso un cuello en el filo de un cu- ba sus rostros. En pocas palabras, Él (algunos di-
chillo… una mujer con un artefacto para matar un jeron que fue una premonición, y otros, que todo
hombre miedoso corre con unos folios tropieza le lo que salía de su boca estaba maldito como su
duele y le duele destruye unos tímpanos de mujer cabeza sin carne), presagió el destino del pueblo
otra mujer tirada sobre el vacío del asfalto huellas y su pronto envenenamiento. Cráneo con dolor,
con sangre una yugular lacerada por un metal oxi- partió a otro pueblo y compartió todas sus ense-
dado. Y, así, hasta que se termine esta historia. ñanzas; pocos días después, lo desterraron arras-
trado y vendado las cóncavas partes sin ojos. El
eufemismo que el tiempo ha dado en la escritura
representó su imagen en los libros de historia; por
ende, cada vez que coja un libro de historia, ¡fíjese
bien! en que las páginas huelen a hueso y la torre
de Babel es una construcción ósea.
42 43
XXI
44 45
XXII XXIII
46 47
la noche!
48 49
XXIV XXV
“En un avión a punto de estallar, hay un solo
paracaídas y dos tripulantes.
Enfermedades Modernas
En un barco a punto de hundirse, hay dos sal-
vavidas y tres navegantes.”
En un refundido cuarto de una biblioteca, obli- ¡Cuidado con los chips, la nanotecnología y los
gados a permanecer en él para siempre, sobre códigos de barras! Quizá, una gripa sea un acto
un escritorio, se ve una sola pluma y un revól- romántico en un futuro. Cerraron la puerta de la
ver con dos balas. Poe, Kafka y Borges, respiran habitación alquilada; tergiversaron el sonido de las
en silencio… teclas por el del roce de la madera, y la comunión
húmeda de las carnes.
50 51
XXVI
sin explicación, me atrevo a decir, ahí conocí de-
masiadas cosas: una mujer con esos labios, pero
esos; una infinidad de ojos acompañados de sím-
bolos y signos, me comió vivo un animal lleno
de espinas y con seis cabezas y resucité; toqué el
sol y sobreviví a una tormenta en Júpiter; medité
años en la cima de una duna. No obstante, como
Nuestras manos todo lo sabían, aunque, por mi cualquier persona feliz dentro de su desdicha, co-
parte… mejor era seguir solo. Los anteojos los nocí el amor, fui todos los amantes necios, las
puse en mi rostro, nunca escribo con ellos, pero lenguas más pecadoras, los llantos entre el sudor,
hoy… que he amanecido tan ciego. Hace unas ho- los parpadeos, el vacío, lo oscuro, unas uñas con
ras estaba vivo y glorioso; corrí con esa voz de sangre sabor a perfume…; además, me empezó a
borracho que me persigue y me llora, hasta en doler el corazón por raras consecuencias tal vez,
este lugar, que no es tan desconocido que diga- por sus caminos no pasaba un sólo pestañeo de
mos. La forma como morí es extraña; había es- ella (me había dejado solo, como antes de recibir-
crito todo lo posible de escribir; ficciones, sobre me entre su odio, pero era algo demasiado ama-
todo, creo que es lo más sincero en el escritor ble entre estos charcos de tinta que no reflejan);
que experimenta con su imaginación e inventa, entonces, apreté mi puño, el único mesías que
pero el papel no se reveló hasta aquel momento me había metido en éstas, también me sacaría; en
pasado, nunca había revelado todos sus secretos y aquel papel encontré un trabuco y me… luego no
posibilidades. Dentro de él empecé a sumergirme digan que no existen las enfermedades cardiacas.
y no como ustedes piensan, que vivo atrapado en
el papel porque escribo, ¡que va!; todo comenzó
así: frente a una ventana en una tarde gris, del
escritorio cayeron en el piso unos folios, los tomé
en mis manos, pero uno llamó mi atención más
que los otros, ¿qué tendría aquel papel extraño?;
sin embargo, cuando mis manos pasé por encima
de su textura, mis dedos se hundieron en él, pa-
rece difícil de explicar, pero no, imagine una hoja
cualesquiera, que usted la toma con su mano iz-
quierda, y que con la derecha empieza como esas
cosas que nunca hace, pero, por la bendita mal-
dición, atraviesa el papel y llega a un sitio nunca
visto; en realidad, es como otra dimensión en que,
52 53
XXVII
ellos me preguntan por qué solo tengo mi cama,
la biblioteca y una pequeña cocina, pero así es el
olvido, así…
54 55
XXVIII XXIX
¿Story or History?
A la puerta de aquel callejón llegaron, se besaron El reflejo hizo ahogar a Narciso, imagínese su
y acariciaron los cabellos, en seguida se fundieron rostro. Ahora imagine a un marinero que, al en-
en la noche, después de abreviarse la vida, como contrar una botella con una carta dentro (los
esas noches en que es avaro el destino. azarosos movimientos de las olas no se la entre-
garon a Santiago o Arthur Gordon Pym), la abrió
En el crepúsculo, la noticia se imprimió para los con gran felicidad, pero en el momento en que
diarios matutinos, los que leen viejos pensiona- sus ojos copulaban con las letras, al marinero se
dos con ganas de hacer el amor entre los residuos le llenaba de humedad el rostro por la desenca-
citadinos, y uno de ellos, antes de morir, com- denada frialdad de las palabras, tanto que sus lá-
prenderá que recordar es vivir donde se ha vivido; grimas, ni el ron las calmaría. Imagínese el rostro
que el antaño de lo que fue alguna vez, ahora en de las letras al ver el rostro del marinero… Años
el geriátrico, daría todo por estar no en la noticia, pasaron en el rocío salado del mar, y la botella
sino, en el callejón, en un puente, en un relato o, ahora con cera derretida, se fragmentaba al cho-
en un teatro; etc.; … quizá la repetición en las his- car con la duela, en el intento de dejar un pedazo
torias no es por azar y menos por mimesis, pues, de carne sobre el papel. ¿Quién está verdadera-
en cualquier momento, el cráneo de Shakespeare, mente detrás de los folios?
se dará cuenta de ello.
56 57
XXX XXXI
Evolución
Mientras contemplaba los astros y los bellos colo- Una aguja pasa de un lado a otro, posee un cierto
res del infinito, el australopiteco soñó lo siguiente: movimiento danzarín en el aire, corre con su hilo,
que es como un amante persiguiéndola; se siente
Que su especie metamorfoseaba hasta cubrirse orgullosa en las manos de su cosedor; de vez en
con piel de animales; que el fuego sería una ben- cuando se preguntan cómo han estado sus días,
dición que no aprenderían nunca a utilizar; que un antes de llegar al trabajo, o los fines de semana en
imperio dominaba otros imperios; que un hombre que a veces no se ven; aunque en otros es cuando
era crucificado un viernes; que unos hombres de más pasan juntos por los desaciertos humanos.
ojos pequeños darían dos armas poderosas: el pa- Logran calmar la vanidad de las personas que a la
pel y la pólvora; que tres naves enfermas llegarían muerte las lleva, y más cuando cosen un vientre
por azar a costas desconocidas; que las guerras después de una necropsia.
serían parte de la evolución del pensamiento; que
muchos libros serían quemados para comprobar
que el petróleo es inflamable; que la hazaña de
llegar al cielo se eclipsaría con la llegada al espa-
cio; que un joven estaría leyendo, en la soledad
de su habitación, la evolución de Alonso Quijano
a Don Quijote de la Mancha; que en una futura
alba, después de unas caricias imborrables como
el fuego, un óvulo y un espermatozoide darían la
nueva etapa evolutiva.
58 59
XXXII XXXIII
60 61
XXXIV XXXV
Si está a punto de ser asesinado, marque uno… Los muros de un laberinto no son una compañía
sana; además, por cierto gusto a estar perdido,
siempre se consigue andar de la mano con dios
y el diablo. El Minotauro que, en busca de una
felicidad ficticia, no pararía de vagar, encontraría
alguna solución en el suicidio, en comerse vivo a
Minos o en los puños de Teseo. Y el día de la fuga
de Dédalo e Ícaro, el Minotauro lloró amargamen-
te por la soledad impuesta.
******
62 63
XXXVI
Omega
64 65
XXXVII XXXVIII
—Si el destino me hubiese acompañado con un Ella escribió un cuento; de éste, alguien hizo una
buen disparo… película; otro más intrépido escribió una nove-
la; aquel sabio elaboró una enciclopedia; el señor
universitario, un atlas; ese joven, una minificción;
ellos, una obra de teatro hicieron; y así, esta ela-
borada forma de alquimia empezó a crecer sin que
nadie la detenga… pero en la música encontró
algo más abstracto y metafísico quizá, empezó a
desmayarse cada vez que escuchaba unos bellos
acordes y sus emociones puramente musicales la
dejaban en el suelo; poco a poco entendió el fi-
nal del cuento que había escrito, con tanta, pero
tantas ganas de escribir siempre lo contrario, de
hacer gritar a ese demonio a través de los folios,
de ponerse la soga al cuello y decirle a caballo que
corra. Pasaron años de escritura y un par de callos
en los dedos, ninguna publicación hizo; pues no
todos los que escriben tienen deseos de ser escu-
chados (¡cuántas literaturas muertas en cajones!).
Miles y miles de años perdidos en el tiempo con
gente que escribe y seguirá escribiendo hasta el
final y el último de sus días. Nadie se gana el cielo
o el infierno escribiendo, pero si gana eso que la
misma literatura no alcanza a explicar.
66 67
XXXIX
68 69
XL
******
70 71
HIDDEN TRACK Epilogo
72 73
XXVIII. ¿Story or History? 56
Índice XXIX. 57
XXX. Evolución 58
XXXI. 59
XXXII. Diálogo Entre Robots 60
pag.
XXXIII. Tripas 61
XXXIV. 62
I. The Best Sellers 11
XXXV. 63
II. Bizarro 13
XXXVI. Omega 65
III. Antropófagos 17
XXXVII. Reflexiones Sobre la Muerte 66
IV. El Reciclador de Letras 18
de Alexander Pushkin
V. 19
XXXVIII. Placer 67
VI. Infamia Radioactiva 21
XXXIX. El Paciente 68
VII. 22
XL. De los Anfiteatros 70
VIII.
IX. La Permuta de un Circo por 23
un Siquiátrico
X. Cosas Cotidianas 25
XI. Zzzzzz 27
XII. 29
XIII. Viernes Trece 30
XIV. Vindicta de las Letras 33
XV. 37
XVI. 38
XVII. Fábula Enferma 39
XVIII. El Papel Aguanta Todo 40
XIX. ¿Ilegible? 42
XX. 43
XXI. 44
XXII. 46
XXIII. 47
XXIV. 50
XXV. Enfermedades Modernas 51
XXVI. 52
XXVII. 54
74 75
76 77
BONUS TRACK
Historias de Insectos
Prefacio
He decidido adentrarme en la tarea de contar ciertas cosas, de
las que tal vez se debería ocupar la entomología; sin embargo,
el devenir se ha confabulado con el azar para que yo cuente
esto. Ojalá el tiempo, con su divina misericordia, haga que es-
tas historias pasen al olvido, como todo, como la nada.
79 78
II I
—Es cómodo el lugar donde vivimos con mi hermana, es- Un mosquito volaba sobre las teclas del piano; lo aplastó el
tamos cubiertas del frío y tenemos comida por donde vaya dedo índice de un virtuoso pianista. Esa noche, el pianista se
nuestra vista, ya no nos preocupará el porvenir ni nuestra emborrachó por el homicidio de un seguidor de su música,
existencia; nunca habíamos sido tan felices, ¿recuerdas? Pero, pero no logró entender que el mosquito también gozaba de las
en el pasado, siempre vivimos con preocupaciones dónde vi- sinfónicas demostraciones y, en sus manos, empezó a aplicar
vir; ¡qué vida esta!, la de las pulgas. insecticida cada vez que iba al piano. Una mañana de esas
calurosas, su novia lo encontró con una chelista y, después
—Tienes razón —dijo mamá chimpancé, y se la comió. de darle una cachetada: ¡cucaracha!, le dijo. Al pianista no le
importó, llegó a su casa y empezó a tocar el piano para rela-
jarse. Tres días pasaron y lo encontraron cubierto de moscas.
El pianista se había envenenado con las teclas.
81 80
IV III
La Extinción de los Gusa nos
De niño, mi madre nos llevaba al bosque, cogíamos flores y — ¿Qué enseñaron hoy en la clase de historia?
moras; y con las rodillas manchadas de hierba, perseguía ma-
riposas. Las sacrifiqué para mi colección de ese entonces; una —Estuvo muy divertida, que la gente se enamoraba.
a una empecé a obsesionarme, hasta el punto en que en mis
sueños catalogaba sus especies, e incluso observé a algunas — ¿En serio? Qué ilusos.
que solo la mente de un niño es capaz de inventar. Un día co-
nocí a una niña que tenía mi misma obsesión (tan pequeños y —Sí, además, que se mataban e, incluso, hubo guerras, como
ya con esas tendencias a las adicciones), nos vimos cada tarde la de Troya… ¡Que fácil sería enamorarse ahora que podemos
hasta el último día de vacaciones; después, desapareció ella, resucitar a nuestros muertos!
acompañada por mi gusto por los lepidópteros. La otra noche,
que llegaba renegando de todo, la soñé sonriéndome con sus
dientes de leche, que corríamos por las praderas amarillas por
la canícula y nadie la desprendía de mis manos.
83 82
V
El Beso de las Hormigas
Un par de estos invertebrados se enamoró en algún momen-
to del tiempo; y el día en que por primera vez se besaron,
destrozaron sus cabezas con las mandíbulas que tienen como
tenazas; murieron, después de aquel beso delicioso.
—Pero, abuelo… ¿las hormigas no tienen boca?
—Pregúntale a tu abuela.
85 84
VI
Discurso Universal
He sido preparado genéticamente para dar la siguiente información:
Ustedes, hijos de todo lo que conocen, carne y materiales sintéticos,
creadores del caos de la creación, que capaces fueron de develar
una gran cantidad de los humanados paradigmas, que tienen el
tiempo en las yemas de sus manos y viajan en él, constantemen-
te a saturarlo; demiurgos del agua actual, la anterior se la dieron
de beber al sol y todo pareció la venganza del primer diluvio; que
miedo no tienen a nada, porque la muerte tiene panacea. Vengo a
develarles esta noche, que es la última, para qué fueron…
(Bullicio)
Coro: ¡Oh, lo han matado como a un sucio insecto!
¡Despierta! Es hora del último discurso.
87 86
VII
Polilla 6: Qué estúpidos vertebrados, unen sexo y afecto; vo-
lemos al farol.
Cabina Pública
Polilla 9: Luego nos juzgan de suicidas.
—Qué pena no llamarte antes, pero tu número tan pronto
como lo conseguí…
— ¿sí?…
—Pues… solo decirte que seas mi amante, no alcanza en esta
noche; quiero sentarme en tu regazo; quiero sentir todo, cuan-
do me besas el cuello y me dices cosas al oído, y acaricias mis
pies…
—Ehh…
—Deseo vendar tus ojos y que mi corpiño lo quites suave-
mente, y me digas que te gustan mis senos, y beses mi ombli-
go y mi entrepierna.
—Espera…
— ¡Cállate!, quiero sentir orgasmos que asfixian y mojarte de
la manera más sutil, que me muerdas el hueso de la cadera y
sentir…
—Creo…
—Te amo…
—…Creo que te equivocaste de número, pero siento como si
te conociera de hace mucho tiempo, si quieres puedo…………
Colgó………… No papá, nada importante, unos evangélicos.
—Ojalá nunca se atreva a llamar.
89 88