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nú mero. Dimos aquí nuestra opinió n sobre esta cuestió n, que ya hemos
discutido en el Tü binger Theologische Quartalschrift.
derecho de actuar así, citó un canon del Concilio de Nicea, que contiene
estas palabras: “Cuando un obispo cree que ha sido destituido
contemporá neos, que también mezclaron los cá nones de Nicea con los de
Sá rdica. Los obispos Africanos, al no encontrar el canon citado por el
Nicea, había traído a Cartago. Los legados del Papa declararon entonces
que no confiaban en estas copias, y acordaron enviar a Alejandría y
deseaban a su vez que el Papa Bonifacio diera el mismo paso (el Papa
Zó simo había muerto mientras tanto en 418), que pidiera copias a los
Arzobispos de Constantinopla, Alejandría y Antioquía. Cirilo de Alejandría
y Á tico de Constantinopla, de hecho, enviaron copias exactas y fieles del
una nota histó rica adjunta a los cá nones de Nicea por los Padres de
Cartago. Está concebido en estos términos: “Después de que los obispos
Los obispos de Á frica enviaron al Papa Bonifacio las copias que les habían
sido enviadas desde Alejandría y Constantinopla, en el mes de
dado antes, en 1608, el texto griego de los veinte cá nones de Nicea. Este
texto de los editores romanos, con la excepció n de algunas variaciones
a del Vaticano. El texto de esta edició n romana pasó a todas las siguientes
colecciones, incluso a las de Hardouin y Mansi; mientras que Justell en su
poseemos.
Las colecciones latinas de los cá nones de los Concilios también dan el
mismo resultado, por ejemplo, la má s antigua y la má s notable de
Nomocanon, así como los otros dos escritores en sus comentarios sobre
los cá nones de los antiguos Concilios, citan y conocen só lo veinte cá nones
la traducció n del padre Baptista. Por la misma época, otro jesuita, Alfonso
Pisano, compuso una historia latina del Concilio de Nicea, con la ayuda
á rabes. Fue así como la traducció n latina de los ochenta llamados cá nones
á rabes de Nicea pasó a las otras colecciones de los Concilios,
particularmente a la de Venecia y Binius. Sin embargo, algunas
colecciones má s recientes adoptaron el texto de una traducció n posterior,
que había
hecho Turrianus.
parte de ellos.