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- Dualismo cartesiano.
- Conductismo.
- Carnap.
Esta traducción es posible porque, según Carnap, ... para todo concepto (es decir,
expresión) psicológico puede formularse una definición que, directa o indirectamente
[es decir, con ayuda de otras definiciones, C. M.] lo reduzca a conceptos físicos.
Si esto es así, entonces toda proposición psicológica P1 puede ser traducida a una
proposición fisicalista P2, en el sentido de que ambas proposiciones tienen el mismo
contenido y pueden deducirse la una de la otra. De este modo, ambas proposiciones
dicen lo mismo, describen el mismo estado de cosas y tienen, en último término, el
mismo significado. Así, según Carnap, P1 [a saber, «El señor A está excitado ahora»]
tiene el mismo contenido que una proposición P2 que aseverara la existencia de una
estructura física caracterizada por la propensión a reaccionar de una manera
determinada a determinado estímulo físico.
En este caso, puesto que la proposición psicológica «Juan tiene dolor» y la proposición
física «el cuerpo de Juan se mueve de tal y cual forma y emite tales y cuales sonidos»
son verificadas por el mismo conjunto de observaciones, ambas proposiciones dicen lo
mismo y pueden traducirse la una a la otra. La proposición psicológica se reduce a la
proposición física sin pérdida de significado. Esto supone, si ha de generalizarse, que
los predicados psicológicos, «x tiene dolor», «x está intranquilo», «x es amable», etc.
pueden definirse mediante predicados físicos.
A fin de cuentas, podemos decir, la primera proposición habla del dolor de Juan, es
decir, de una sensación de Juan, no de su comportamiento, mientras que la segunda no
habla en absoluto de una sensación. ¿Cómo, pues, podrían significar lo mismo? La
respuesta de Carnap, suponemos, sobre la base del Principio de Verificación, sería la
siguiente. Si del significado de «Juan tiene dolor» formase parte esa supuesta sensación,
un objeto o episodio cuya existencia es totalmente independiente de la conducta de
Juan, entonces, ya que este aspecto de su significado sería inverificable, esa proposición
no tendría sentido, no la entenderíamos. Pero la entendemos. Por lo tanto, la proposición
no habla en realidad de nada distinto e independiente de la conducta de Juan. En un
punto al menos hemos de dar la razón a Carnap: para verificar la proposición en
cuestión, nos basamos realmente en la conducta de Juan, no en el dolor sentido por
Juan, puesto que no lo sentimos nosotros.
Por otra parte, la concepción cartesiana conduce a la idea según la cual, cuando yo digo
«siento dolor», nadie más puede estar seguro de entenderme, pues sólo yo tengo la
sensación que verifica y da sentido a mi enunciado. Así, el significado de los términos
psicológicos sería privado. Ahora bien, dado el Principio de Verificación, el único
modo en que Carnap puede asegurar el significado unitario y público de «dolor»
consiste en suponer que las proposiciones psicológicas, no sólo en tercera persona, sino
también en primera persona, hablan en realidad de procesos físicos, en principio
comprobables por observación.
Así, pues, todas las proposiciones psicológicas, tanto acerca de los demás como acerca
de uno mismo, son verificadas por la observación del comportamiento y tienen, de
acuerdo con el principio de verificación, el mismo contenido que las proposiciones
físicas acerca del comportamiento y de las disposiciones para el mismo que serían
verificadas mediante las mismas observaciones. De este modo, se respeta el significado
unívoco y público de los términos psicológicos, tanto si son usados en atribuciones a los
demás como a uno mismo.
- Ryle.
La confusión conceptual que está en la base del cartesianismo es lo que Ryle denomina
un «error categorial». Un error categorial consiste en concebir ciertos hechos que
pertenecen a una categoría en términos de una categoría distinta.
Según Ryle, el mito del fantasma en la máquina surge de un error categorial semejante,
consistente en concebir la mente y las actividades mentales como una entidad y unas
actividades añadidas al cuerpo y a las actividades físicas, y situadas al mismo nivel
ontológico que éstas, pero al mismo tiempo distintas de ellas.
Como alternativa a este mito, que considera radicalmente erróneo, Ryle ofrece una
concepción de los fenómenos mentales que no hace referencia alguna a actividades
internas llevadas a cabo por una entidad inmaterial. Los fenómenos mentales hacen
referencia más bien a la manera de llevar a cabo actividades públicas o a ciertas
disposiciones y capacidades para desempeñar esas tareas. Y tener propiedades mentales,
como deseos, intenciones o creencias, e incluso sentimientos y emociones, equivale a
tener ciertas disposiciones para la conducta manifiesta en ciertas circunstancias. Así,
decir de alguien que desea X equivale a decir de esa persona que se comportará, llegado
el caso, con vistas a conseguir X. Lo mismo sucede si decimos de él que es bondadoso o
sensible o que tiene miedo de tal o cual cosa. Estos términos no designan procesos o
estados que discurrirían paralelos a su conducta pública, sino que han de entenderse en
términos de esa conducta pública, como formas de llevarla a cabo o como predicciones
de la misma.
- Wittgenstein.
- Materialismo de la identidad.
- Argumento de Mary.
Jackson nos pide que imaginemos el siguiente caso. Mary es especialista –supongamos
que es la mejor especialista del mundo– en la neurofisiología de la visión y posee toda
la información física que se puede lograr acerca de lo que sucede cuando vemos tomates
maduros, o el cielo sin nubes, y usamos términos de color. Sin embargo, vive y ha
vivido siempre en un entorno de grises y toda su investigación se desarrolla a través de
un televisor en blanco y negro. (Supongamos que su propio cuerpo se halla pigmentado
en gris). La cuestión es ahora la siguiente, en palabras de Jackson: ¿Qué sucederá
cuando Mary sea liberada de su habitación en blanco y negro o se le entregue un
televisor en color? ¿Aprenderá algo o no? Parece sencillamente obvio que aprenderá
algo sobre el mundo y sobre nuestra experiencia visual del mismo. Pero entonces no
podemos evitar la conclusión de que su conocimiento anterior era incompleto. Ahora
bien, ella tenía toda la información física. Ergo, hay que tener más información que ésa
y el fisicalismo es falso.
¿Qué es exactamente lo que Mary aprende en ese momento? ¿Qué es lo que ahora sabe
y antes no sabía? Jackson no da una respuesta precisa a esta pregunta y la confía a
nuestra intuición. No me parece correcto decir que Mary no sabía qué eran los colores.
De hecho, podría ofrecer definiciones correctas de los mismos. Podría decir, por
ejemplo, que el azul es el color del cielo sin nubes y sabría perfectamente qué efectos
tiene ese color en nuestros ojos, sistema nervioso, etc., de modo que podría decir: el
azul es la propiedad que tiene tales y cuales efectos, ofreciendo así una caracterización
funcional correcta de ese color. Podría ofrecer también una caracterización física, en
términos de la longitud de onda de la luzbreflejada por ciertos objetos. Lo que Mary no
tenía, tal vez, era un conocimiento experiencial de los colores, no sabía qué es la
experiencia visual del color. Así, hay algo que Mary no sabe acerca de los colores:
cómo aparecen a nuestra experiencia. De nuevo, es la experiencia subjetiva y su
cualidad lo que se opone a las concepciones objetivas de lo mental, como la teoría de la
identidad. Ningún grado de información física o neurofisiológica puede decirnos qué es
la experiencia del color, del dolor, del sabor, etc. A esto sólo podemos acceder de modo
subjetivo, teniendo esa experiencia.
- Respuesta.
- Funcionalismo.