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Aldo Ferrer. El regreso del neoliberalismo (extractos) Le Monde. Febrero, 2016.

Desde el fin de la segunda guerra mundial la economía argentina alterna entre dos modelos de
desarrollo que podemos denominar “nacional y popular” y “neoliberal”. Ambos modelos – el
“nacional y popular” y el “neoliberal”- se despliegan dentro de la economía de mercado. El
primero se caracteriza por el protagonismo del Estado, el impulso soberanista y énfasis en la
inclusión social. El segundo por su confianza en las virtudes del mercado, la apertura
incondicional al orden mundial y la prescindencia en la distribución del ingreso.la
industrialización por sustitución de importaciones predomina en el modelo nacional y popular; el
énfasis en la producción y las exportaciones primarias y las finanzas en el neoliberal.

La alternancia en la historia

En los poco más de ochenta años transcurridos desde el inicio de la Organización Nacional en
1862, con la presidencia de Bartolomé Mitre, hasta la crisis mundial de 1930, predominó el
modelo primario-exportador, con una relación privilegiada con Gran Bretaña. El cambio del
orden conservador al gobierno de Yrigoyen fue sólo en el plano político. En lo fundamental, la
política económica se mantuvo. Lo mismo sucedió desde el golpe de Estado de 1930 hasta el
ascenso de Perón.

La alternancia, en suma, nunca se planteó antes de 1945. Su historia comienza en ese


entonces. El proyecto “nacional y popular” abarca el primer peronismo (1946-1955) y el
peronismo kirchnerista (2003-2015). El modelo ”neoliberal” incluye la última dictadura (1976-
1983) y el peronismo menemista (1989-1999). Sumados, ambos abarcan casi cuarenta años
de historia. Los otros treinta corresponden a experiencias más breves, en las cuales
predominaron, en distinto grado, una u otra de esas orientaciones. Se trata del gobierno de
facto entre 1955 y 1958, el desarrollismo frondicista (1958-1962), la presidencia de Arturo Illia
(1963-1966), el gobierno de facto entre 1966 y 1973, que incluye mi breve gestión ministerial
(1970-71), el segundo peronismo (1973-1976), y las presidencias de Raúl Alfonsín (1983-1989)
y Fernando de la Rúa (1999-2001).

En las economías industriales avanzadas también se registra la alternancia, que a veces


incluye cambios de rumbo radicales. Por ejemplo, el que tuvo lugar, hacia 1980, entre los
modelos keynesiano y neoliberal a partir de los triunfos electorales de Ronald Reagan en
Estados Unidos y Margaret Thatcher en Gran Bretaña. En esas economías la alternancia
afecta principalmente la distribución del ingreso y el nivel de actividad. La estructura productiva
diversificada y compleja, el papel esencial de la ciencia y la tecnología y la posición en el
mercado mundial no se ven esencialmente comprometidos. En Argentina, en cambio, se pone
en juego la totalidad del modelo de desarrollo e inserción internacional, la distribución de la
riqueza y el ingreso y los equilibrios macroeconómicos.

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En nuestro país, la alternancia refleja la dificultad para construir un proyecto de desarrollo
hegemónico viable y de largo plazo. Ninguno logró consolidar se y prolongarse en el tiempo,
pero la comparación de sus resultados es ampliamente favorable al “nacional y popular”. El
PBI, en los 22 años de este último, registró un aumento anual de 5%, frente a menos de 2% en
los 17 años del modelo neoliberal. La brecha es significativa en todos los otros indicadores
económicos y sociales, así como en el problema de la corrupción. En el modelo nacional y
popular la corrupción es vernácula: se manifiesta principalmente en ilícitos vinculados a
transacciones en el mercado interno. En el neoliberal es cipaya, porque tiene lugar
principalmente a través de la especulación financiera con el exterior y la extranjerización de la
explotación de los recursos naturales y los servicios públicos. Es decir, agrede la soberanía.
Por su magnitud y consecuencias colaterales, la corrupción y el “capitalismo de amigos”
propios del modelo neoliberal son mucho más graves que los ilícitos vernáculos característicos
del nacional y popular.

Por otro lado, las dos experiencias neoliberales culminaron con severas crisis y endeudamiento
extremo. Los factores económicos explican su derrumbe. En cambio, el fracaso de las
experiencias nacionales y populares responde más a factores políticos que a la situación
económica, que puede estar en una encrucijada pero razonablemente controlada y con bajo
endeudamiento externo.

En conclusión, la actual alternancia es un caso más de la historia de los últimos 70 años, pero
se da en condiciones absolutamente inéditas. Es la primera vez que se produce como
consecuencia de elecciones bajo la Constitución. Las alternancias anteriores fueron
provocadas por golpes de Estado, retornos a la democracia o estuvieron enmascaradas en otro
encuadre político, como en el peronismo menemista. Este último, sin embargo, fue relegitimado
en 1995, cuando ya estaba plenamente comprometido con la convertibilidad y el proyecto
neoliberal. Del mismo modo, en 1999 De la Rúa y Eduardo Duhalde compitieron prometiendo
sostener la convertibilidad. Es decir que ya en otros momentos el proyecto neoliberal contó con
apoyo mayoritario.

En el escenario de la actual alternancia se plantean los problemas fundamentales


(estructurales) de la economía argentina. Tales problemas son los siguientes:

Estructura productiva. Es preciso integrar, a niveles crecientes de valor agregado y


tecnología, las cadenas de valor de los sectores manufactureros y de la producción primaria,
del campo y la industria, hacia adentro del mercado interno, y hacia afuera en el mercado
mundial. La industrialización de los recursos naturales en sus regiones de origen es indivisible
de la transformación de la estructura productiva, la integración del territorio y la inclusión social.
Esta transformación es condición necesaria para establecer una relación simétrica, no
periférica, con el orden mundial.

La acumulación de capital requiere, en primer lugar, la inversión productiva del ahorro interno.
En la economía mundial el ahorro de los países financia más del 90% de la acumulación de
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capital, y las inversiones extranjeras menos del 10%. La movilización del ahorro interno es, en
consecuencia, esencial. El cambio estructural descansa en la eficacia de las políticas públicas,
el protagonismo del empresariado nacional y la participación de inversiones extranjeras que
incorporen tecnología, exporten y generen al menos las divisas que demanda su propia
operatoria. La capacidad de gestión del conocimiento revelada en el desarrollo de actividades
de frontera (energía nuclear, satélites, agro-tecnologías, etc.), la dimensión, riqueza y variedad
de recursos del territorio nacional, configuran el potencial de medios necesario para el
desarrollo nacional.

Restricción externa. La transformación estructural es indispensable para eliminar el déficit de


manufacturas de origen industrial, factor principal de la restricción externa. Esto requiere la
generación de divisas a través de la economía real, es decir las exportaciones, y el cierre de la
brecha tecnológica del comercio exterior. Esto exige una política fiscal y monetaria que apunte
al equilibrio macroeconómico y el pleno empleo, un tipo de cambio real competitivo, estable y
diferenciado conforme a las circunstancias de cada sector, y la toma de deuda externa
sustentable.

Inclusión y bienestar social. La elevación del bienestar descansa, en primer lugar, en la


generación de empleo a niveles crecientes de productividad y salarios reales. Para tales fines,
son indispensables la elevación del nivel educativo y cultural, la innovación a través del
conocimiento científico y el progreso técnico y un aumento de la tasa de inversión. Sobre estas
bases son sustentables los programas de atención a los sectores vulnerables.

Soberanía y autonomía de la política económica. La historia económica mundial revela que


ambas son imprescindibles para el desarrollo económico. En el marco de la creciente
globalización del orden mundial sólo son viables las economías - abiertas al mundo que
mantienen, al mismo tiempo, el comando de su propio destino.

El proyecto Neoliberal

¿Qué respuestas a los problemas fundamentales de la economía argentina cabe esperar de la


inspiración neoliberal del actual gobierno a la luz de las dos anteriores experiencias
neoliberales?

Estructura productiva. El imaginario neoliberal no reconoce la existencia de un problema de


estructura productiva. Concibe la inserción internacional en función de las ventajas
comparativas estáticas de la economía, basadas en su dotación de recursos naturales. Confía
en los impulsos propios del mercado y rechaza el protagonismo del Estado en la creación de
ventajas comparativas dinámicas, de base científico-tecnológica, esenciales en la formación de
la estructura productiva. Para el neoliberalismo, el capital es uno solo y opera a escala
planetaria. Por lo tanto, es indistinto si una actividad, incluyendo las que operan en la frontera

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tecnológica, es realizada por una filial o una empresa de capital nacional. Desconoce que el
control de la innovación por parte de las casas matrices de las corporaciones transnacionales
limita el avance tecnológico de las economías extranjerizadas y las reduce a una posición
periférica.

Restricción externa. Al desconocer el carácter estructural de la restricción externa, el


neoliberalismo la atribuye a la intromisión del Estado en los mercados. Como estos se
autorregulan, asignan eficientemente los recursos y sirven al interés general, las “reformas
estructurales” consisten en abrir, desregular la economía y las finanzas y reducir la intervención
estatal. Esto resolvería la restricción externa. El endeudamiento externo, independientemente
de su sustentabilidad determinada por la evolución de la economía real, es fundamental en la
resolución de la insuficiencia de divisas.

Inclusión y bienestar social. El ingreso de capitales extranjeros y las fuerzas del crecimiento,
liberadas de la intromisión del Estado, “derraman” al conjunto de la sociedad, a través del
aumento del empleo y los salarios. Complementariamente, las políticas focalizadas en los
sectores vulnerables contribuyen al bienestar social y la erradicación de la pobreza.

Soberanía y autonomía de la política económica. Son conceptos ausentes en el imaginario


neoliberal. Contradicen la idea de un orden mundial globalizado, sin fronteras, en el cual cada
país ocupa el lugar que le corresponde en virtud de su dotación de recursos. Planteos como
“vivir con lo nuestro” o “densidad nacional” directamente no existen. El concepto del desarrollo
nacional es una ficción en un país que es una “pequeña economía abierta” y un segmento del
mercado mundial. Esta visión preserva las posiciones dominantes en el espacio argentino y su
condición periférica. El alineamiento con el antiguo centro hegemónico del Atlántico Norte y la
eventual incorporación a organismos (como la OCDE) y tratados comerciales (como la. Alianza
del Pacífico), liderados por los países dominantes del antiguo orden unipolar, constituyen el
paradigma de la política exterior. -

A partir de estas ideas se configura la política económica neoliberal. La misma consiste en


asegurar el equilibrio presupuestario, vincular la oferta monetaria a la evolución de las reservas
internacionales, liberar los movimientos de capitales (incluso los especulativos) y dejar la
evolución del tipo de cambio librada a la oferta y demanda de divisas, con la posibilidad de una
“flotación sucia” mediante la intervención discreta de la autoridad monetaria. A través de la
“autonomía del Banco Central”, la política monetaria y cambiaria se desvincula de la gestión
económica del Poder Ejecutivo. La inflación es un fenómeno monetario, controlable por la
administración de la oferta de dinero y la tasa de interés, dentro de las “metas de inflación”
fijadas por el Banco Central. Antes de explorar los primeros pasos del actual gobierno y las
perspectivas para el futuro, conviene detenerse en un problema que no es fundamental pero
cuya resolución marcará el rumbo de la política económica.

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