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MOVIMIENTO SOCIAL Y CAMBIOS POLÍTICOS EN

REPÚBLICA DOMINICANA (1982-1996)

Autora: Vilma Díaz Cabrera.


El estudio crítico de los procesos de cambios o transición económica, social y

política ocurridos en los últimos treinta años, tiene un lugar privilegiado en la

recomposición de las raíces más profundas del legado histórico de lucha de nuestros

pueblos latinoamericanos y caribeños con el objetivo de renovar nuestra memoria

histórica. Es conocido que las transformaciones globales han sido muy significativas

para las perspectivas de desarrollo del Caribe, por tener en su seno economías

pequeñas, dependientes, de poca actividad productiva y, por tanto, más vulnerables

a los cambios mundiales.

República Dominicana, país que durante siglo y medio conoció regímenes

autoritarios, logró, a partir de 1978, comenzar a construir el largo y complejo proceso

democrático. El estudio de este fenómeno despierta un interés particular, ya que la

apertura democrática en Quisqueya fue pionera del proceso político que tuvo lugar

en el continente americano en los años ochenta. A pesar de ello, ha recibido escasa

atención por parte de los estudiosos del tema, ya que a diferencia de los demás

procesos, este se produjo a partir del gobierno civil-autoritario de Joaquín Balaguer

(1966-1978) y no después de concluir una cruenta dictadura militar, como sucedió

en los demás países. Por esta razón, la región caribeña vivió una temprana

transición política que permite profundizar en el estudio de los fenómenos socio-

políticos ocurridos en el área en los últimos tiempos.

La apertura democrática representativa, que impulsó el Partido Revolucionario

Dominicano (PRD) desde el poder en 1978, inició un proceso organizativo y de

protesta de distintos sectores sociales. El auge del movimiento social en República

Dominicana varió en el período 1978-1996 en función de varios factores: la situación

económica, las estrategias del gobierno, el tipo de relación entre los partidos

1
políticos y las organizaciones sociales y el grado de madurez política alcanzado por

las organizaciones.

El objetivo de este trabajo es analizar la conflictiva relación entre el Estado y los

movimientos sociales, sus cambios y continuidades, sus fortalezas y debilidades en

el contexto político del país entre 1982 y 1996. Sin llegar a establecer conceptos

acabados sobre un tema que se debate dentro de la opinión pública del país, la

importancia de abordar ese período sirve de base para interpretar la realidad actual

y enfocar los principales cambios y desafíos económicos que enfrentó la sociedad

dominicana en un contexto político difícil.

La posición que asumimos en este trabajo es que si bien en un principio la

ciudadanía movilizada actuó antagónicamente respecto al Estado y viceversa, en

espacios bien definidos, este proceso evolucionó hacia una lucha de la ciudadanía

en todos los campos de acción, incluyendo la objetividad de la gestión

gubernamental. Esta ampliación se produjo por la necesidad de lograr, por parte de

la ciudadanía, la equidad política y social y por parte del Estado la estabilidad

política y económica necesaria a los grupos dominantes. Tal relación dependió, en

cada coyuntura histórica, de los objetivos de las organizaciones, sus métodos de

lucha y niveles de organización. Aunque, generalmente, las organizaciones sociales

buscaban la conquista de derechos ciudadanos y la transformación profunda del

sistema económico y político, este proceso no fue uniforme ni ascendente.

La discusión teórica acerca de los movimientos sociales en América Latina y el

Caribe ha girado en torno a la siguiente pregunta: ¿en qué medida o de qué manera

estos movimientos sociales contribuyen a la democratización estructural de la

sociedad o sólo se manifiestan en una coyuntura política? Los defensores de la

democracia representativa observan y analizan los movimientos sociales con

2
cautela, ya que según ellos pueden llegar a obstaculizar el proceso democratizador

por la inestabilidad política que crean sus acciones. Sin embargo, para una gran

mayoría de intelectuales latinoamericanos y caribeños los movimientos sociales se

convierten en un nuevo actor socio-político capaz de transformar la situación

existente. En este sentido Paulo Freire, desde su punto de vista educativo-

antropológico y Pedro Jacobi, en el ámbito político, son considerados fundadores de

la corriente de pensamiento que defiende la objetividad política, económica, social y

cultural de los movimientos sociales.

A partir de los años ochenta y principios de los noventa se ha difundido el estudio

de los movimientos sociales, que según el destacado intelectual Andrés Serbín son

actores no-estatales capaces de movilizarse para encontrar solución a las

contradicciones que afectan a la sociedad. En muchas ocasiones se hace referencia

a una ciudadanía movilizada en los primeros tiempos (años 80), que ha

evolucionado en cada país o región en dependencia del grado de madurez política y

cultural alcanzado por las organizaciones populares1.

En el campo específico del estudio sobre los movimientos sociales o populares

en República Dominicana se destacan los trabajos pioneros de Marcos Villamán y

Vanna Ianni en los años ochenta, que trataron de manera sistemática las acciones

de los movimientos sociales. Ambos autores observaron la pluralidad presente a la

hora de interpretar un cambio o suceso político y la emergencia de nuevos actores

sociales del país, sin cuya presión no hubiese sido posible alcanzar las pocas

reformas establecidas. Además, la presencia de estas organizaciones que influyeron

1
Serbín, A. Globalización, Regionalismo y Sociedad Civil. En: http://www.cries.org/4.5_doccries.php

3
en el ámbito de la política pública, minimizó las posibilidades de un nuevo golpe de

estado militar en el país2.

El desarrollo del movimiento social en República Dominicana durante esta etapa

histórica tiene su causalidad en la profunda crisis económica de los años ochenta,

basada en el agotamiento del modelo desarrollista sustitutivo de importaciones y en

las incidencias negativas de la crisis económica mundial 3. La crisis coincidió con la

apertura democrática, que adoptó un modelo económico de tendencia neoliberal

reclamado por el gran capital local y el imperialismo. Esta tendencia política -que

finalmente controló al gobierno- se insertó dentro del marco regional de la Iniciativa

para la Cuenca del Caribe. En consecuencia, a partir de 1978 se comenzó a

implantar todo el cuerpo legal y económico de reajuste del patrón de acumulación

desarrollista y a ejecutar un esquema económico que tiene sus ramas dinámicas en

la exportación de bienes y servicios y en la esfera financiera. La neoliberalización de

la economía dominicana fue un proceso paulatino, que poco a poco fue

transformando la función del Estado y este, a su vez, redefinió su sistema político,

para que dentro de una situación, aparentemente democrática, se crearan las

condiciones materiales para consolidar este modelo en la nación. Esta época de

transición resultó incierta. La gestión del PRD tuvo un saldo negativo y la firma de

los acuerdos económicos con el Fondo Monetario Internacional impidió que el

Estado tuviera un control soberano sobre los recursos naturales.

La naturaleza política y económica de este modelo no incluyó beneficios para la

gran mayoría y en muchas ocasiones la apertura democrática se vio cooptada por la

2
Pérez, C. y L. Artiles. Movimientos sociales dominicanos: identidad y dilemas. Santo Domingo: INTEC, 1992.
pp.-3-7.
3
Dilla, Haroldo y Félix Calvo. Crisis y evolución del sistema político dominicano. La Habana: Centro de
Estudios de América, 1986. p. 36.

4
ausencia de un Estado soberano para financiar políticas de beneficio social lo que

condicionó el aseguramiento de las desigualdades en la sociedad dominicana.

Desde 1982 la sociedad dominicana se transforma con el nacimiento de nuevas

formas de organización y asociación sociales y políticas, al margen de los actores

tradicionales del sistema político. Todos los sectores de alguna manera protestaron

ante la constante crisis económica y política. Así, a partir de experiencias de lucha

sindical, social, barrial y partidaria, se consolidó una ciudadanía participativa que

atravesó diferentes etapas y se organizó según su actividad económica, de género o

asuntos barriales. Este es el objeto de estudio del trabajo. En él identificamos tres

etapas fundamentales: 1982-1986, 1987-1993 y 1994-1996.

Dentro de este proceso es fundamental considerar la relación de los movimientos

sociales con los partidos políticos. En determinadas coyunturas políticas los

movimientos sociales tuvieron una mayor capacidad de transformar el régimen

cuando recibieron apoyo de algún partido político. Por el contrario, los partidos se

alejaron del movimiento social, perdieron su capacidad de controlar la política

pública y, por tanto, fue en medio de esta debilidad partidaria que se fortalecieron los

movimientos sociales. En general, estos movimientos sociales no se detuvieron en

exigir demandas puntuales a los problemas económicos, sino que trataron de

conquistar los derechos ciudadanos y la transformación profunda del sistema

político. De hecho, el principal reto de esta época fue ratificar, por la vía legislativa,

los derechos conquistados en las calles.

5
La organización obrera y la movilización de los sectores

populares: primeras experiencias (1982-1986).

El cambio de gobierno en 1978 fue fruto de la lucha popular contra la dictadura

balaguerista4. Las acciones reivindicativas y de protestas orientadas contra el

gobierno y canalizadas a través del Movimiento 14 de junio (M-14) y el Partido

Revolucionario Dominicano, permitieron una sólida vinculación entre las masas

populares, particularmente con las radicadas en las áreas urbanas. Estos grupos

políticos estaban convencidos de que la única salida era el regreso al gobierno

democrático de Juan Bosch. Durante los doce años de Balaguer el movimiento no

descansó apoyando toda manifestación política que se opusiera a Balaguer5.

El PRD tenía influencia en las organizaciones de izquierda y estableció una

alianza con el Partido “Movimiento Popular Dominicano”. Este partido ayudó al PRD

a captar un grupo de agentes sociales de extracción popular. A través de la

formación de cuadros políticos, los agentes sociales que habían adquirido

experiencia organizativa en las luchas antibalagueristas y eran miembros de los

clubes culturales fundaron 30 escuelas barriales, que fueron oficializadas por el

Estado para divulgar la labor política del PRD. De modo que, ante el cese de la

lucha antibalaguerista en 1978 y la esperanza depositada en el PRD, los principales

líderes populares se convirtieron en cuadros políticos con el interés de transformar el

orden socio-económico.

Sin embargo, el nuevo pacto de dominación de 1978 excluyó la base popular.

Antes de celebrarse las votaciones ya el partido había firmado un pacto secreto con

los grupos del capital financiero para establecer los lineamientos económicos del

4
Varios. América Latina: documentos e información para el estudio de problemas latinoamericanos .Ciudad de
La Habana: ICAIC, 1975.
5
Prieto, A. Ob. cit, p. 163.

6
gobierno. Para las masas populares el cambio se redujo a la instauración de ciertas

libertades públicas que no bastaban para alimentarse, conseguir un empleo o

asegurar los servicios básicos. La situación de las masas empeoró al descargarse

sobre ellas el peso de la crisis económica de 19806, sentenciada cuando, en 1983, el

Consejo Nacional de Hombres de Empresa 7 firma un acuerdo con el Fondo

Monetario Internacional y estrecha relaciones con Estados Unidos en el marco de la

Iniciativa para la Cuenca del Caribe8.

Fue en este escenario donde se modificaron las anteriores formas de

participación política de los sectores populares. La falta de tradición movilizadora del

Partido Reformista Social Cristiano (PRSC) y el descalabro gubernamental del PRD,

provocaron que el pueblo comprendiera que a través de los partidos tradicionales

había pocas posibilidades de solución. La izquierda, por su parte, a pesar de su

debilidad, nunca abandonó la práctica de mantener vínculos con organizaciones

populares y clubes culturales. Las relaciones se mantuvieron a través de la militancia

directa de sus efectivos hacia el interior de las organizaciones populares, además

muchos militantes sin vinculación partidaria mantuvieron su compromiso político a

través de diferentes agrupaciones barriales.

A medida que transcurría la década de los ochenta la polarización de la sociedad

se acentuaba cada vez más y cualquier acción social -inevitablemente- era contra el

6
A partir de 1974 desapareció la coyuntura favorable, se redujeron los precios de los productos básicos de
exportación, se incrementaron los gastos de importación de combustible, bienes de capital, se constriñeron los
flujos inversionistas. En 1978 el déficit de la balanza comercial ascendía a 326 millones de dólares. La deuda
externa del país absorbía el 21,4% de las exportaciones. Ibidem. p. 224
7
Grupo económico formada por la mayoría del empresariado dominicano con intereses en desarrollar el
comercio exterior del país. Dilla, H. y F. Calvo. Crisis y evolución ….p. 51
8
Una parte del empresariado dominicano fue el principal beneficiario del ICC. En noviembre de 1981 el
embajador de EUA en República Dominicana condicionó la ayuda gubernamental a la necesidad de “poner la
casa en orden”. Se clamaba por la liberalización económica a pesar de los recelos de algunos grupos políticos y
de algunos segmentos de la comunidad empresarial. Caroit, J. “Relaciones Internacionales”. En: Estudios
Sociales, año XX, número 89/90. Santo Domingo, julio-diciembre de 1992, p 52.

7
gobierno. Los problemas económicos de los setenta se heredaron en los ochenta y

sirvieron de experiencia para que el pueblo rompiera su vinculación partidaria ante la

falta de objetividad política y económica de los partidos políticos9.

En 1984, en el país había un déficit de más de 500 mil toneladas de alimentos,

por lo que se había tenido que importar productos básicos, como arroz, habichuelas,

carne de pollo, aceite comestible, etc. En esa misma fecha se calculó que el 90% de

la población dominicana se alimentaba mal. La asistencia médica experimentó su

más bajo grado de funcionamiento y muchos centros médicos, urbanos y rurales

tuvieron que cerrar por carecer de material de trabajo10.

Las audiencias populares celebradas en el Palacio Nacional no resolvieron el

problema a fondo11. En los primeros tres años de gobierno de Antonio Guzmán se

fundaron un número de sindicatos equivalente al 85% de los creados en los doce

años de Balaguer12. El objetivo fundamental de estos sindicatos era controlar la

organización obrera por medio del corporativismo y segmentar las contradicciones

sociales. Se constituyó la Unión General de Trabajadores Dominicanos (UGTD),

sindicato que actuó como correa de transmisión del partido de gobierno con los

sectores laborales, según un intento de aproximación a modo de experimento 13.

De acuerdo con las estadísticas compiladas por Pablo Mariñez, entre 1980 y

1982 ocurrieron en el país 129 huelgas y 40 ocupaciones de tierras, además de

otros actos de apoyo como ocupaciones de locales, bloqueos de caminos, etc.14

9
Pérez, C. y L. Artiles. Las organizaciones populares dominicanas en la búsqueda de su identidad.
(documento).
10
Mariñez, P. Democracia y procesos electorales. Santo Domingo: Editora Alfa y Omega, 1994. p. 91.
11
Ibidem, p. 93.
12
Castillo, J. “El proceso electoral en República Dominicana”. En: Forum, Santo Domingo, 1982. p. 84.
13
Vanna I. El territorio de las masas. Espacios y movimientos sociales en República Dominicana. Publicaciones
de la UASD, Santo Domingo. p. 19.
14
Mariñez, P. Ob. cit, p. 97.

8
En este nuevo flujo influyeron los numerosos ajustes monetarios, que tenían

como premisa fundamental la restricción del consumo popular en función de la

acumulación y como resultado la acentuación de la tradicional depauperación social

existente en el país15.

Las masas oprimidas y excluidas comenzaron la irrupción singular que

individualizó el estallido de abril de 1984. En este año se presenció un alza notable

del ritmo de las protestas con la ejecución de actividades multitudinarias y de

resonancia nacional, como fueron las marchas contra el hambre el 5 de marzo y el 7

y 8 de abril, la última –de mayor magnitud- orientada y dirigida por el Partido de la

Liberación Dominicana. En ellas se levantaron consignas contra el FMI y la política

económica del gobierno, por aumentos salariales, rebajas de precios de artículos de

primera necesidad, democratización y reforma agraria. A niveles locales se

multiplicaron las ocupaciones de tierras, marchas y huelgas comunitarias.

La espontaneidad en las jornadas de abril de 198416 no minimizó el contenido

orgánico de las protestas, sesgadas por una insuficiente cultura política. Por

ejemplo, el movimiento sindical, que estuvo inmerso en las jornadas precedentes a

abril y durante el estallido popular, logró una mínima articulación, que tuvo como

resultado que las principales exigencias del movimiento de masas fueran aumento

salarial, rebaja de precios de los productos alimenticios, arreglo de calles y lugares

públicos, suministro de agua y energía eléctrica17. La falta de madurez política

provocó el sectarismo y contradicciones de las centrales sindicales. Se produjeron

divisiones en la Central Unitaria de Trabajadores (CUT), la Unión General de

15
Ruiz, V. Ob. cit, p. 22.
16
El anuncio del paquete neoliberal en Semana Santa provocó el repudio instantáneo de la población,
espontáneamente se lanzaron a las calles todos los sectores afectados.
17
Pérez, C. y L. Artiles. Ob. cit, p. 60.

9
Trabajadores Dominicanos (UGTD) y la Central Nacional de Trabajadores

Dominicanos (CTD)18.

El gobierno, por su parte, tuvo que improvisar algunas medidas. Los cuerpos

antimotines de la Policía Nacional fueron lanzados a las calles para contener el

movimiento. Se censuraron los medios de comunicación, particularmente la radio y

la televisión y se emplearon tropas élites que atacaron a la ciudadanía, dejando un

saldo de decenas de muertos y heridos. La conquista más importante de 1984 fue el

aplazamiento de las conversaciones con el FMI, aún cuando los problemas cruciales

no se resolvieron. Esto quebrantó, en parte, la política autoritaria del Estado19.

Desde otra perspectiva, 1984 representó, a nivel organizativo, el surgimiento y/o

desarrollo de los Comités de Lucha Popular (CLP), donde influyeron diversas

fuerzas políticas, incluyendo a la izquierda y a los Comités de Unidad Popular

(CUP). Víctor Morales, dirigente de uno de los primeros Comités de Lucha Popular y

del Partido Bloque Socialista, explicó en una entrevista que la búsqueda de una

articulación de las luchas sociales recién iniciadas condujo a fundar el primer Comité

Coordinador de Lucha Popular, integrado por representantes del sector clubístico,

del público, sindical y por un delegado estudiantil20.

Otro movimiento social significativo en el país fue el de las comunidades

territoriales de base, conocidas como Comunidades Eclesiales de Base (CEBS) 21

integradas por el pueblo, especialmente los activistas de diferentes fuerzas de

izquierda y antiguos miembros de clubes culturales.

18
Mariñez, P. Ob. cit, p. 202.
19
Ibidem, p. 204.
20
Pérez, C. y L. Artiles. Ob. cit, p. 44.
21
Surgen a principios de la década de los años setenta, como resultado de la aparición de una corriente
renovadora del cristianismo católico a raíz del Concilio Vaticano II, en 1962-1963 y el Concilio de Medellín
(1968). Pérez, C. y L. Artiles. Las organizaciones populares (documento).

10
Las organizaciones religiosas apelaron a las interpretaciones populares más

inclinadas a la participación y a la organización. “Hace falta un gobierno que no esté

al servicio de los empresarios sino de la mayoría del pueblo; que dé participación al

pueblo, que escuche sus declaraciones y que no los resuelva comprando

conciencias con regalos individuales ni con represión.”22. Así, durante los años 80,

proyectaron una labor educativa, más que una dimensión propiamente política. Los

propios límites de no querer transgredir los márgenes educativos manifestaron un

distanciamiento y un bloqueo bastante marcado, que debilitó la incidencia de las

comunidades eclesiales dentro de la sociedad y los procesos de constitución del

pueblo como sujeto.

La agudización del conflicto social se confirmó, en gran medida, con el

debilitamiento de las mediaciones entre masas y Estado. El divorcio se produjo no

sólo con el PRD, sino también con el PRSC, que presentó conflictos y descontentos

hacia dentro en la organización y hacia fuera en el apoyo social.

Estos movimientos sociales no se realizaron en escenarios permanentes. Exigían

demandas generales, tales como aumento salarial, rebaja de los productos

alimenticios básicos de mayor consumo, arreglo de calles y de lugares para servicios

colectivos, hospitales, escuelas, mejoría del transporte, suministro de agua y de

energía. Por tanto, tuvieron un carácter general, donde quedaron expresados,

simultáneamente, los intereses de los partidos, de sindicatos, gremios de oficios y

pobladores23.

Las principales organizaciones populares de carácter esencialmente urbano más

destacadas fueron el Consejo de Unidad Popular, los Comités de Lucha Popular, el

22
Encuentro, año XI, número 121, p. 7. Citado por Vanna, I. Ob. cit, p. 26.
23
Ibidem, p. 60.

11
Frente Amplio de Lucha Popular (FALPO), el Colectivo de Organizaciones

Populares, las Juntas o Asociaciones de Vecinos y el Comité para la Defensa de los

Derechos Barriales (COPADEBA). Estas organizaciones participaron en la huelga

nacional de abril, que paralizó a todo el país y, a la que se incorporaron sectores

comerciales e industriales medios, demostrando mayor nivel de organización24.

Jorge Cela en un relevante estudio25 compiló las opiniones de la población que

reflejaban creencias religiosas, las cuales se convirtieron en un elemento de

pasividad que frenaba las acciones reivindicativas de las masas, contribuyendo a la

creencia de que el hombre común es parte de una maquinaria que no tiene ni voz ni

voto. Dicha pasividad, unida a los estrechos márgenes de autonomía de los

movimientos sindicales, campesinos y estudiantiles, inmersos en la crisis, atentaron

contra el logro de todas las demandas elaboradas en esta coyuntura.

En consecuencia, la mayor parte de las protestas efectuadas en el período 1984-

1986 resultaron producto de las intervenciones de organizaciones locales, barriales y

municipales, con resultados muy limitados. Los vínculos entre los movimientos

urbanos y el movimiento sindical fueron reducidos. Esta limitación reconocida en la

bibliografía dominicana, si bien restringió, en su momento, el alcance de las

acciones, paralelamente mostró –aún dispersa- independencia de acción, por parte

de ciertas organizaciones, en relación con las tradicionales estructuras del escenario

político (Estado, partidos, sindicatos). Asimismo, emergieron la Asociación Médica

Dominicana (AMD), la Asociación Nacional de Profesionales Agrícolas (ANPA) y el

Colegio Dominicano de Abogados. Estos movimientos de la clase media mostraron

la validez de nuevas formas de agrupación que podían influir en las acciones

24
Dilla, H. Ob. cit, pp. 15-16.
25
Cela, J. “La cultura de la pobreza”. En: C:/documents and setttings/ipérez/consumariofolleton7.

12
políticas del país26. La participación de los sectores medios, que hasta el momento

habían permanecido al margen de este tipo de lucha, pone de manifiesto el grado

profundo de concientización de la grave realidad económica y la crisis social y

política que vivía el país. Por lo menos dos movilizaciones merecen ser destacadas:

la serie de paros y huelgas escalonadas realizadas por la Asociación Médica

Dominicana, de abril a junio de 1985, y la huelga indefinida llevada a cabo por el

Colegio Dominicano de Abogados durante los meses de julio y agosto del mismo

año. Aún con la paralización del sector de la salud y el sistema judicial de la nación,

el gobierno se negó reiteradamente a negociar las demandas formuladas por dichos

colegios profesionales, hasta obligarlos a tomar medidas extremas.

Los sectores populares que más se destacaron durante estos dos años fueron los

obreros, profesionales/técnicos, campesinos, estudiantes y otros27, de los que no se

especifica su actividad económica pero que inferimos que sean los marginados.

Esta situación de inquietud social llegó al campo con niveles alarmantes. Se creó

el Movimiento Campesino Independiente, que organizó invasiones en las cuales

participaron alrededor de 2000 campesinos y lograron establecerse en 4000

hectáreas de tierras. Según Pablo Mariñez, se produjeron seis ocupaciones, que

involucraron a 1156 campesinos y 2296 hectáreas de terreno28.

Por otra parte, la izquierda concertó esfuerzos en la formación de Comités de

Lucha Popular, tratando de este modo de establecer una vinculación con las masas

populares. Pero su gestión creó mucha desconfianza. “El Frente de Izquierda

Dominicana (FID) sobre la base de una apreciación subjetivista de la coyuntura

(tesis de la revolución inminente) aceleró los tiempos de formación de los Comités

26
Vanna, I. Ob. cit, p. 26.
27
Periódico Hoy, 25 de noviembre de 1992.
28
Mariñez, P. Ob. cit, p. 93.

13
de Lucha Popular, tratando de adecuarlos a la supuesta secuencia de los

acontecimientos”29. En este caso, el militarismo y el dogmatismo que distinguieron a

estas organizaciones causaron una desvinculación aún mayor con las masas. “La

articulación entre reivindicaciones urbanas y lucha política no se realiza por sí sola:

requiere una intervención organizada, capaz de vincularlos con la práctica política de

las masas”30. Pero esta táctica no era uniforme, los diferentes grupos de izquierda

que influyeron en los Comités de Lucha Popular y otras organizaciones de base

alcanzaron su punto de ruptura cuando se intentó crear la llamada Coordinadora

Nacional de Protestas Populares. La coordinadora estaría integrada por algunas

centrales sindicales, asociaciones gremiales y de estudiantes, pero ello limitó la

fuerza y el protagonismo de las organizaciones territoriales de base,

subordinándolas y orientando su lucha a intereses como aumento salarial, derecho

de sindicalización, que no eran los exclusivos problemas que aquejaban a los

Comités de Lucha Popular31.

Todos los sucesos acaecidos, en esencia, no afectaron los mecanismos de

poder. Ya hacia 1986 aparecía desactivado el tejido conectivo de las organizaciones

populares. La mayoría de las organizaciones populares activas en los años

anteriores, entraron posteriormente en una etapa de repliegue y ensimismamiento.

La izquierda, descontextualizada respecto al ritmo y al tono de los acontecimientos,

acentuó la magnitud de su separación de las masas.

Los resultados electorales de 1986 confirieron visibilidad a las debilidades de los

movimientos sociales lo que, junto a la crisis de los partidos del orden y de la

29
Vanna, I .Ob. cit, p. 45.
30
Ibidem, p. 47.
31
Pérez, C. y L. Artiles. (documento).

14
izquierda, produjo un distanciamiento acentuado entre todos, creando el espacio

político para el retorno balaguerista.

De los acontecimientos analizados los sectores populares pudieron extraer

algunas experiencias importantes, como fue la carencia de un liderazgo político

capaz de asumir la dirección de las protestas sociales. El gobierno, para deslegitimar

el movimiento social, recurrió a una nueva estrategia. A través de los medios de

comunicación se lanzó una amplia campaña publicitaria contra los paros barriales,

argumentando que respondían a intereses ocultos que trataban de derrocar al

régimen constitucional, por lo que se llamaba a la ciudadanía a retirarle su apoyo y a

reflexionar sobre la gravedad que podían acarrear. A la vez, el autoritarismo, que

nunca desapareció del gobierno, continuó jugando un papel destacado en las

relaciones Estado-sociedad, lo que contribuyó al deterioro de la base de

sustentación social del gobierno y, por lo tanto, a agudizar la pérdida de legitimidad

del mismo.

En resumen, los gobiernos del PRD no lograron sintonizarse con una

multiplicidad de actores sociales, que los espacios democráticos innegablemente

abrieron. Tal como se ha descrito, se produjo un crecimiento del nivel de

organización laboral y de constitución de movimientos comunitarios y sociales, tanto

en las zonas urbanas como rurales. Estos nuevos actores jugaron un importante

papel, como único canal a través del cual la población pudo expresar sus demandas

de inclusión. Por su parte, el sistema no logró crear mecanismos para procesar las

demandas de los movimientos comunitarios, en tanto que estos carecían de la

fuerza suficiente para obligar al gobierno a darles una respuesta en el sentido

demandado, por lo cual sus luchas, la mayoría de las veces, terminaban sin

15
conquistas significativas, lo que creaba una situación política que más que de

equilibrio inestable, era de alerta, tanto para el Estado como para la sociedad.

Respuesta popular a la fragmentación sindical y a las pugnas

interpartidarias (1987-1993)

La etapa de 1987 a 1993 fue la más difícil para el movimiento social y se

caracterizó por la separación del movimiento popular y sindical, el no reconocimiento

oficial del movimiento social y el incumplimiento por parte del Estado de los

compromisos con este sector. A pesar de este balance negativo se considera como

la etapa de mayor actividad social en el país. En 1987, según un estudio del

periódico Hoy, la cifra de huelgas realizadas fue de 32 por mes32.

Con el surgimiento de la Coordinadora de Luchas Populares (CLP) se logró la

unidad de los sectores descontentos con las políticas del gobierno y que no se

identificaban con la lucha sindical. La CLP, rechazada por los sindicatos, los partidos

y el gobierno, que aseguraban que ningún ciudadano legítimo era parten de esta

organización, fue acusada de tramar asuntos oscuros que atentaban a la estabilidad

de la nación. Lo cierto es que su ascenso y reconocimiento social demostró a los

sectores políticos que la mayoría de los sectores populares se identificaban con la

organización.

En 1987 se realizó el Diálogo Tripartito entre el gobierno, los empresarios y las

centrales sindicales, al cual no fue invitado el CLP y en el que participó la Iglesia

Católica como mediadora. El éxito de este diálogo fue muy cuestionado, varias

centrales sindicales le retiraron su apoyo ante el alza de precios de productos

básicos que afectaba a la población y favorecía a los empresarios. Mientras tanto, la

32
Periódico Hoy, junio de 1997. Citado por Ruiz, Víctor. Ob. cit. p. 61.

16
CLP y las asociaciones de profesionales en el Distrito Nacional, Santiago de los

Caballeros, Barahona, Cotuí, Baní, Moca y Azua realizaron 217 huelgas entre enero

y septiembre de 198833.

En 1989 la CLP se convirtió en la Confederación Nacional de Organizaciones

Populares (CNOP) para abarcar otros sectores sociales. La consolidación ideológica

de esta organización se mostró cuando presentó ante el gobierno aquellos

problemas centrales que debían resolverse: cambios en la política económica y

moratoria a la deuda externa, reforma al sistema de seguridad social para incluir en

la cobertura médica a los familiares de los trabajadores, aumento del salario mínimo,

cumplimiento de acuerdos por parte del gobierno con las asociaciones profesionales,

la no-privatización de las empresas estatales, mejoramiento del transporte y otros

servicios públicos, control de precios para los alimentos y tierras para los

campesinos. Esto demostró la experiencia adquirida por las organizaciones

populares, porque fueron capaces de formular leyes y diseñar planes para el

mejoramiento humano34.

Pero el gobierno ignoró todas estas demandas bajo el pretexto de que la CNOP

no tenía estatus legal ni estaba claramente establecido a qué grupos representaba.

Los sindicatos no apoyaron sus actividades por miedo a perder su autonomía, según

las centrales, la CNOP representaba a tantos sectores que esto podría ser

perjudicial para el movimiento sindical. Por su parte, los empresarios no entraron en

el conflicto, su postura estuvo al margen de los acontecimientos. El resultado de la

gestión de la CNOP en el año 1989 fue un mínimo aumento salarial35.

33
Pérez, C. y L. Artiles. Ob. cit, p. 56.
34
Ibidem, p. 60.
35
Espinal, R. Ob. cit., pp. 17-18.

17
El presidente Balaguer nunca reconoció la fuerza social y política de la CNOP. El

28 de septiembre de 1989, en la localidad de Cristóbal expresó: “el país se deja

intimidar y todo ante las amenazas de entelequias, de un grupo de entelequias que

no tiene ninguna representatividad (…) Eso causa un grave daño a la economía

nacional, (…) esas actividades derivan en terrorismo y profundizan la inquietud que

prevalece en toda la población dominicana”36.

En medio de esta crisis socio-económica se realizan las elecciones

presidenciales, en mayo de 1990. Los resultados de los comicios electorales fueron

cuestionados, pues se aseguraba que la victoria era del líder democrático Juan

Bosch37.

El reclamo de la población estuvo dirigido a lograr una institucionalización

democrática del régimen político. Se planteó incrementar el poder y los recursos

económicos de Ayuntamientos para democratizar el ejercicio político municipal.

Varias organizaciones populares unieron sus fuerzas y formaron el Movimiento

Independencia Unidad y Cambio (MIUCA) que conjuntamente con la Unión de

Vecinos Activos y la Unión de Organizaciones Vecinales realizaron huelgas entre

agosto y noviembre de 199038.

La respuesta del Estado fue anunciar nuevos ajustes económicos y la necesidad

de firmar otro pacto con el FMI39. Inmediatamente el país entró en una crisis

política, considerada la mayor ocurrida en su historia40. Algunos partidos políticos

demandaban cambios en la estructura del Estado. Particularmente el PRD hizo una

36
Ruiz, V. Ob. cit, p. 138.
37
Para ampliar información véase Díaz, V. “República Dominicana: repercusiones de las reformas del Estado
en la sociedad civil” (Tesis de Maestría) p. 58.
38
Pimentel, J. L. Mapeo de Organizaciones de la Sociedad Civil en República Dominicana. 31 de diciembre de
1997, pp. 13-14.
39
Discurso de J. Balaguer, 9 de agosto de 1990.
40
Ruiz, V. Ob. cit, p. 139

18
propuesta oficial de convocar a un Consejo de Secretarios de Estado con la

participación del PRSC, que ejercería funciones administrativas. Esta posición

conciliadora por parte del PRD no era compartida por la ciudadanía organizada en

centrales sindicales, asociaciones, organizaciones populares y profesionales. Es

importante destacar la labor del Partido de la Liberación Dominicana que en su

semanario “Vanguardia del Pueblo” manifestó “…el actual gobierno ilegítimo del Dr.

Balaguer, que es una continuación del trujillismo, se caracteriza por ser un violador

constante de la propia Constitución y las leyes que él mismo juró respetar cuando en

forma ilegal se juramentó como Presidente de la República”.41

Un estudio realizado en octubre de 1990 por César Pérez y Leopoldo Antiles,

conjuntamente con dirigentes de organizaciones barriales y de grupos para la acción

social, marcó un punto de viraje en los estudios relacionados a la ciudadanía

organizada, ya que propició el marco para que estas organizaciones, por sí mismas,

expresaran “la posibilidad de un nuevo sujeto político, capaz de ser el nuevo príncipe

que habrá de conducir al pueblo a su liberación”42. Fue notoria la percepción por

parte de estos dirigentes de las posibilidades de que el movimiento de protesta se

convirtiera en agente de cambio del sistema político dominicano. Las huelgas

nacionales en este período fueron impresionantes. Nunca antes se habían

producido, en un lapso de tiempo tan breve, tantos movimientos huelguísticos de

alcance nacional.

Para el movimiento sindical los reclamos debían girar en torno al reajuste salarial,

mientras que para las organizaciones populares el reclamo del momento era la

modificación de los ajustes económicos y la renuncia del gobierno, condicionada

solo a la eventual posibilidad de que se corrigieran todos los males que aquejaban la

41
Bosh, J. Vanguardia del Pueblo. No5 junio 1990
42
Pérez, C. y L. Artiles. Ob. cit, p.31.

19
nación. Ante la actitud intransigente del gobierno de no variar su política económica

y la brutal represión contra SITRACODE (Sindicato de Trabajadores de la Compañía

de Electricidad) en agosto de 199043 las centrales sindicales convocaron a la

Primera Conferencia de Organizaciones en la que se discutieron los ajustes

económicos, derechos civiles y las posibilidades de convocar a huelgas nacionales.

Estas demandas fueron respaldadas por el Colectivo de Organizaciones Populares

con el llamado a “huelga automática” que manifestó un breve período de unión entre

el movimiento obrero y las organizaciones populares44.

En septiembre comenzaron conversaciones entre el Presidente de la República y

varias centrales sindicales (CASC, CNTD, CTI, CTP, UGTD Y CTM), que advirtieron

que Balaguer debía revocar los ajustes impuestos mediante el Pacto de

Solidaridad45. Dicho pacto fue criticado por otros dirigentes sindicales y todas las

organizaciones populares, quienes advertían que era una trampa política para

calmar la situación46.

En efecto, la indiferencia del gobierno se mostró al día siguiente, cuando se

dispuso un nuevo aumento del precio de los combustibles, por lo que el COP

convocó una nueva huelga para los días 26, 27, y 28 de septiembre. La respuesta

gubernamental fue una brutal represión policial con un saldo de cuatro víctimas,

decenas de heridos y más de cuatrocientos detenidos. El ejemplo más triste de la

etapa fue el asesinato del dirigente Manuel Diplán Martínez de FALPO.

Tras esta amarga experiencia, el movimiento sindical estaba definitivamente

dividido entre la Coordinadora Sindical y otras tres centrales (CTC, CTM, CGT). La

sociedad dominicana atravesaba entonces por una crisis singular, que ya había
43
Ruiz, V. Ob. cit, p. 27.
44
Ibidem, p. 28.
45
Ibidem, p. 99.
46
Ibidem, p. 66-69.

20
desbordado las expresiones puramente materiales y se manifestaba marcadamente

en la esfera política. A pesar de los desencuentros entre los diversos sectores

populares y los sindicatos, la huelga del mes de noviembre del 90 tuvo como

consigna fundamental la renuncia del presidente. El profesor Juan Bosch y el Dr.

Francisco Peña Gómez presidentes del PLD y el PRD, respectivamente, exigieron la

renuncia del presidente de la República, bajo la consigna “que se vaya ya”, mientras

que Jacobo Majluta, presidente del Partido Revolucionario Institucional, sostuvo su

posición conciliadora al confiar una vez más en las medidas de Balaguer.

A partir de entonces, la acción social se multiplicó. Los sectores medios

coordinaron las actividades de diferentes gremios en la Unión Nacional de Técnicos

y Profesionales (UNATEP), la que organizó huelgas en 1991 y respetó la autonomía

de cada gremio a la hora de exigir sus demandas47. Durante todo el año, tanto la

UNATEP como la COP se unieron en diferentes huelgas, mientras que los

sindicatos, partidos tradicionales y de izquierda, si bien apoyaban las huelgas,

también estaban inmersos en sus divergencias históricas y contraproducentes

respecto a la época histórica que se vivía 48. Por su parte, la Iglesia Católica

manifestó siempre su firme oposición a todo lo que significara desavenencia con el

Estado.

En 1992 se creó el Proyecto de Iniciativas Democráticas (PIC)49 y un año

después, Participación Ciudadana (PC)50. Estas organizaciones, financiadas con

47
En 1990 el Poder Ejecutivo vetó las medidas congresistas de aumentos salariales para médicos, profesores,
agrónomos y profesionales de la construcción, bajo la excusa de que todo estaba paralizado por la realización de
negociaciones con el FMI. Vargas, T. “Las organizaciones de base de Santo Domingo”. Santo Domingo:
Talleres Centro Editorial, 1996. pp. 86-95
48
El secretario general del PCD Narciso Isa Conde manifestó que la huelga “necesitaba otra conducción, una
conducción donde la dirección del PRD no determine en función de su proyecto electoral”. 31 de julio de 1991.
Ruiz, V. Ob. cit. p 113.
49
Su objetivo fue promover la cultura democrática en el país diseñado por intelectuales y especialistas radicados
en el país. Espinal, R. Ob. cit, p 121.

21
fondos de organizaciones internacionales, serían los pilares en el proceso de

institucionalización democrática que viviría la nación a partir de 1996. La ayuda

internacional fue decisiva, pero a la vez constituyó una de sus limitantes, por la

incapacidad de estos sectores de sostenerse o concebir su sustentabilidad futura al

margen de esa ayuda51. Su otra limitante es la centralización de la acción en Santo

Domingo, a pesar de los esfuerzos por parte de estas organizaciones de incorporar

a otras personas de diferentes partes del país.

El ascenso de sectores medios a la acción política significó un pequeño giro en el

análisis de la situación económica y política. La gran mayoría de la nación entendió

que para solucionar todos los problemas debía comenzarse por democratizar la

política dominicana.

La resistencia de Balaguer a establecer reformas económicas y políticas generó

también descontento entre algunos sectores empresariales interesados en la

modernización y democratización del Estado mediante el establecimiento de

procedimientos institucionales favorables a la democracia y factibles a su aplicación.

Fue así que surgió la intención de formar un Grupo de Acción por la Democracia

orientado por la Universidad Pontificia Católica Madre y Maestra de Santo Domingo,

con el apoyo económico de la USAID. Esta organización trabajó para fortalecer

organizaciones comunitarias a nivel municipal, con una dirección nacional

encaminada a promover la transparencia electoral en 1996 y desaparece después

de logrado este proceso52.

50
Surgió como movimiento cívico no partidista, su tarea fundamental fue formar una red de observadores
electorales que no se materializó hasta 1996. Ibidem, p 122.
51
Serbín, A. Ob. cit.

52
Pimentel, J.L. Ob.cit p.38

22
Ante la crisis de alternabilidad en el liderazgo carismático tradicional, se generó

en los partidos mayoritarios la necesidad de readaptarse a las demandas de un

electorado cada vez menos fiel, cambiante e imprevisible, fruto de los efectos de la

crisis económica y el desgaste de las instituciones políticas, en un entorno

sociopolítico influido por el aumento de los medios de comunicación, los cambios

tecnológicos y la crisis de las ideologías resultantes del fin del bloque socialista. La

población expresó su descontento mediante las protestas, pero la desafección

ocasionó altos niveles de abstención electoral.

El abstencionismo en las elecciones del 90 expresaba los profundos cambios que

se habían producido en la sociedad dominicana. La migración del campo a la ciudad,

como consecuencia de la crisis del sector agrario, había socavado las bases del

clientelismo político tradicional. La acumulación de fracasos de las sucesivas

administraciones, tanto en lo económico como en lo político, había provocado el

incremento del flujo migratorio externo, legal o ilegal, fundamentalmente hacia los

EE.UU. Las políticas neoliberales, que estimularon la creación de zonas francas y

polos turísticos contribuyeron a la subversión de los valores y las tradiciones. De tal

forma, la ciudadanía y los motivos del electorado eran muy diferentes a los de

cualquier época anterior y los liderazgos tradicionales no fueron capaces de percibir

estos cambios en toda su intensidad. A pesar de todas las limitaciones que tuvieron

en esta etapa, los movimientos comunitarios y populares constituyeron una suerte

de espacio donde se cristalizaba el vasto sentimiento de protesta y de deseos de

inclusión de la población, por lo cual, en una sociedad hiperpolitizada como la

dominicana, algunos dirigentes políticos podían, en determinadas coyunturas, tener

una influencia y/o un papel que sobrepasaba o sustituía el de las instituciones. Es

por eso que muchos dirigentes, independientemente de la debilidad de sus

23
organizaciones, tuvieron poder de convocatoria en detrimento del liderazgo

tradicional.

A partir de 1992 se exigieron demandas relativas al sistema de salud que tuvieron

como resultado, hacia 1996, la elaboración de un anteproyecto del Código de Salud.

En este sentido se concibió el Plan Decenal de Educación a partir de un esfuerzo del

movimiento social, que el Congreso no aprobó hasta 1997 con la Ley de Educación

auspiciada por Naciones Unidas. El programa educativo tuvo un avance indiscutible,

registrando crecimientos de la tasa de escolaridad de la población estudiantil entre 1

y 5 años, con un incremento promedio anual del 19%, donde la cobertura de la

educación pública fue 12,72%, mientras que en la educación privada fue de un

11.57%53.

En relación a temas como la vivienda, los derechos de la mujer, el desarrollo

social y el medio ambiente, el Estado no comenzó a elaborar políticas hasta después

1996. Antes, los servicios sociales y públicos eran manejados por instituciones

autónomas, creadas por ley, con un Consejo Directivo designado por el Presidente

de la República y representantes sociales. Los directores generales eran nombrados

y removidos por decreto presidencial. Este modelo institucional tuvo poca

receptividad en la ciudadanía, ya que los Consejos no tenían funciones reales, no

trazaban políticas ni tomaban decisiones relevantes, aunque tuvieran la voluntad. Es

por ello que diversas organizaciones sociales no prestaron atención a estos

Consejos.

Desde el Estado no existía un proyecto de peso en sectores tan vitales como

fomento agrícola, salud, educación, medio ambiente y empleo. Es interesante

53
Espinosa, Y. y D. Olaya. “La reforma educativa de los 90 como resultado de la disputa entre diferentes
racionalidades”. En: Estudios Sociales, volumen XXXVI, número 132, abril-junio. Centro Bonó. República
Dominicana, 2003, pp. 53-122.

24
destacar la labor que en el campo de la capacitación agrícola desplegaron varias

organizaciones, desarrollando escuelas agrícolas, proyectos de innovación, servicios

de extensión, financiamiento de rubros, hasta políticas de comercialización y

operaciones de mercadeo internacional54. Otro valor agregado fue el fomento del

empleo, promocionando la micro, pequeña y mediana empresa, según iniciativas de

la Fundación Dominicana de Desarrollo.

Junto a la indiferencia estatal ante la solución de los servicios públicos atentaron

dos elementos más. En primer lugar, las autoridades concedían o no la participación

como una prerrogativa de la autoridad y no como un derecho o mérito. En segundo

lugar, al no existir mecanismos sometidos al escrutinio público sobre la facultad que

debe tener la sociedad para controlar la calidad de la gestión, los mecanismos

centralizados soslayaban la cuestión municipal.

Las escasas conquistas obtenidas constituyeron los únicos espacios donde se

realizó verdadera oposición al gobierno, pues los partidos políticos no lograron salir

de sus apremios y pugnas, mantenidas en los estrechos marcos del Parlamento o

medios de comunicación.

En resumen, la intolerancia de Balaguer hacia la acción opositora fue

posiblemente “la variable más significativa para que se crease en la sociedad

dominicana una cultura basada en la perversa concepción de que toda oposición es

desestabilizadora, una acción subversiva. Esto ha sido determinante para que la

interacción entre los actores y los agentes sociales y políticos, discurra bajo el

permanente signo del conflicto infecundo”55.

54
Pimentel, J. L. Ob. cit, pp. 16-17.
55
César P. Ob. cit, pp. 224-225.

25
Labor de la sociedad civil ante los cambios políticos (1994-

1996). Principales resultados.

Hacia 1994 crecieron las esperanzas de las masas populares para una

transformación profunda, cuando se esperaba el cierre de un ciclo político y la

eventual llegada al poder de una nueva generación con la sustitución del régimen

personalista y autoritario por uno más abierto y participativo.

Ello nos propone establecer una nueva etapa política para el pueblo dominicano

en un medio más complejo y afrontando nuevas adversidades. La transición de

1994-1996 fue el resultado de tensiones acumuladas en el sistema político

dominicano desde 1978. Por estas razones, la participación popular en las

elecciones de 1994 fue masiva (87%). Sin embargo, el PRD denunció que existían

alrededor de 200 000 personas que no habían podido votar al no aparecer en las

listas. El estrecho margen de 22 000 votos entre el PRSC y el PRD, más las

irregularidades señaladas por observadores extranjeros, propició que la Junta

Electoral Central estuviera durante casi tres meses analizando el caso. Finalmente,

el 2 de agosto de 1994 se certificó que J. Balaguer había ganado las elecciones con

un 42, 2% de votos56. Esta cuestionada victoria se selló cuando el PLD y el PRSC

firmaron el Pacto por la Democracia de 1994. La unión de ambos partidos confirmó

la mayoría necesaria en la Asamblea Nacional para el gobierno de Joaquín

Balaguer. Las causas políticas de este pacto son disímiles, pero lo más importante

fue que se confirmó el clientelismo político del sistema político dominicano.

56
Jiménez P, J. “Las elecciones dominicanas de 1994: último clivaje de una cuasipoliarquía gorontocrítica y
delegativa”. Citado por: Sagás, E. “Las elecciones de 1994 y 1996 en República Dominicana: coyuntura política
y crisis en ocaso de las caudillos”. En: Revista Mexicana del Caribe, año 6, número 11. Universidad Autónoma
de Quintana Roo, Chetumal, México. p. 188.

26
Uno de los aspectos más importantes de la crisis postelectoral fue el papel de la

comunidad internacional, particularmente de Estados Unidos. Los observadores

internacionales denunciaron la exclusión de miles de votantes; el PRD denunció el

fraude en escenarios internacionales y, lo más importante, la influencia de la

administración del presidente norteamericano Bill Clinton, quien presionó a Balaguer

garantizándole su apoyo a cambio de respetar el embargo haitiano, lo que hacía que

la situación en la frontera se tornara muy difícil para los comerciantes dominicanos,

quienes constantemente violaban las leyes norteamericanas impuestas a Haití en

esta coyuntura57.

La crisis postelectoral sirvió de escenario para la implementación de reformas

constitucionales, que venían siendo demandadas por diversos sectores de la

sociedad. En 1994 fue promulgada la reforma constitucional y la unión del PRD y el

PRSC en el Frente Patriótico Nacional.

La Constitución consagró el derecho de los ciudadanos y ciudadanas a la libre

asociación para fines pacíficos. Este derecho está acotado por la ley según la

naturaleza de asociación que se limita a considerar tres posibles vías de reunión:

partidos políticos, sindicatos y asociaciones con fines no pecuniarios o instituciones

sin fines de lucro. Para ejecutar este proyecto se dictó la ley 520. En ella se hace

alusión a la Junta de Vecinos, válida para el municipio y careciendo de efectividad

en cuanto al reconocimiento legal de derechos. La ley implicó una serie de

restricciones para la participación y estructuración de las organizaciones sociales.

En términos de cobertura la ley era muy amplia, pues cualquier entidad (formada por

dos personas) podía incorporarse y obtener personería jurídica. Sin embargo, la

solicitud de incorporación se remitía a la Procuraduría General de la República,

57
Sagás, E. Ob. cit, pp. 151-191.

27
directamente al Poder Ejecutivo y era autorizada por el Presidente de la República y

expedida mediante decreto. Ello significó la centralización del procedimiento y el

retraso hasta de doce meses para emitir el decreto. La exigencia de la notarización

del documento, cuando muchas organizaciones no tenían dinero para pagar por el

trabajo y la negación de la personería jurídica por razones políticas o supresiones

discrecionales provocaron que la mayoría de ellas no se incorporaran al proceso.

Fue así que se estableció desde el punto de vista legal una segmentación muy

amplia: las organizaciones con personería jurídica que redondeaban las trescientas

y las organizaciones sin personería jurídica que eran la mayoría, alrededor del 95%

de las organizaciones58. Este criterio de clasificación de dicha ley, desde la mirada

popular, no tuvo mucha relevancia, ya que los actores que intervenían en el proceso

eran los mismos en roles diferentes y agrupados en distintas organizaciones, fuesen

legales o no. Pero desde el Estado, este proceso contribuyó a diferenciar las

organizaciones de la clase media-alta y los sectores populares a la hora de ser

invitadas por éste para cualquier discusión de temas nacionales. Ello explica la

diversidad y multiplicidad de discursos, posiciones e identidades que caracterizan la

sociedad en esta etapa.

En esta coyuntura el destacado sociólogo Jorge Cela expresó “Todo el caudal de

recursos humanos y materiales, acumulada por las organizaciones no

gubernamentales, las organizaciones comunitarias, las iglesias, las universidades y

el sector privado siguen sin ser aprovechados. Siguen siendo percibidas por la

mayoría de los funcionarios como competidoras y no como colaboradoras en la tarea

de construir un país”59.

58
Salcedo, C. R. Discurso ofrecido al Colegio de Abogados dominicanos en 2003. ISBN 09674696-3-5.
59
Cela, J. Ob. cit, p. 32.

28
Lamentablemente no se extendió la política social como un elemento constitutivo

de la política de desarrollo, en la medida en que el ser humano es el portador del

conocimiento y habilidades que, junto con las tecnologías necesarias, puedan

transformar la función de la producción. Ernesto Sagás señala que muchos cambios

promovidos en 1994 se hicieron apresuradamente y a través de un “acuerdo de

caballeros” entre los líderes de los tres partidos políticos. Por ejemplo, la separación

de las elecciones presidenciales de las congresionales y municipales eliminó el

fenómeno de “arrastre”, pero esto obligó al país a mantenerse en un vendaval

eleccionario cada dos años, del cual apenas hay descanso. Además, trae como

consecuencia que el Congreso cambie completamente, afectando negativamente la

gobernabilidad60.

La transición democrática de 1994 resultó muy difícil. En 1996 no se había podido

completar el relevo de los caudillos. Todavía el respeto a la libertad individual de

cada ciudadano es valorado desde el Estado en dependencia de la clase social que

represente el gobierno o las instituciones como la Policía Nacional o las Fuerzas

Armadas, que son realmente intocables. La justicia siguió siendo un poder que,

aunque mejorado, era irrespetado en su gran mayoría y la corrupción administrativa

parece ser el gran reto para la gobernabilidad dominicana.

Sin embargo, lo más importante no es lo negativo del proceso, sino la respuesta

que se adopta ante tal situación. Una de ellas fue la constante búsqueda de

legitimación del sistema político del país. Aún cuando fueron criticadas la mayoría de

las instituciones del país, la ciudadanía confió en el proceso eleccionario. El

resultado fueron las presidenciales de 1996, donde Participación Ciudadana pudo

observar el proceso en la primera y segunda vueltas con más de 6000

60
Sagás, Ob. cit, p. 175.

29
observadores61. Se creó la Comisión Nacional de Ética y Combate para responder a

demandas sociales y de organismos internacionales. Esta iniciativa fue apoyada en

acto público con delegaciones de Santiago, San Pedro de Macorís, San Cristóbal y

Azua62.

En esta etapa la acción social no tuvo como objetivo romper con el modelo de

Estado. La exigencia fue más bien de participación, mediante el ejercicio de los

derechos de la ciudadanía y el logro de ciertas reformas políticas. Se pedía derecho

al techo, a un barrio o a una ciudad con luz, agua, electricidad, con libertad y sin

represión. Se pidió apoyo al Estado contra la criminalidad, las pandillas y el

narcotráfico en los barrios populares.

Se comenzaron a difundir Principios/Guías para la reforma del sistema político

dominicano y se crearon cientos de organizaciones63. La reforma propugnaba la

participación política con la creación de espacios de concentración y difusión de la

modernización administrativa, actualización de la legislación orgánica y reforma

constitucional.

En este nuevo contexto se reorientó el comportamiento de los partidos con

respecto a la sociedad. La Ley Electoral de 1995 estableció la calificación máxima

de los dirigentes para manejar la diversidad de materias involucradas en las

agendas económicas, social, política, judicial e internacional64.

Las estrategias fueron múltiples, las nuevas organizaciones sociales estaban

conscientes de que era necesario su fortalecimiento y superar la dispersión para

61
Díaz, M. Sociedad civil expresa inquietudes sobre estabilidad democrática en República Dominicana.
(documento).
62
www.hoy.com.do. Fecha de consulta, diciembre de 2005.
63
En el ámbito local, surgieron cientos de organizaciones como Comunidad Cosecha, Fundación Solidaridad,
Centro Cultural Poveda, Centro de Apoyo Aquelarre, Núcleo de Apoyo a la Mujer (NAM), Centro Dominicano
de Educación Ecológica (CEDECO), etc. Pimentel, J. L. Ob. cit, anexo 1.
64
Ibidem, p. 38.

30
lograr un espacio en el debate de la agenda nacional mediante la celebración de

congresos, foros y jornadas que sirvieran de encuentro a organizaciones de base,

las instituciones y organizaciones nacionales y regionales.

La mayoría de estos movimientos después de 1996 tuvieron el interés general de

cambio, rescatando otras identidades y demandando a la clase política un espacio

en un proceso de democratización de la sociedad, en el cual jugarían el papel

protagónico los sectores populares. El desafío fue lograr entender toda la

complejidad de estos movimientos, asumir críticamente sus especificidades y tratar

de encontrar, en la pluralidad, actores con posibilidades para potenciar una sociedad

basada en un orden social no excluyente.

En estas páginas pudiéramos seguir enumerando las constantes luchas barriales,

sindicales y demás exigencias que el dominicano realizó durante toda una década,

aún después del fin del balaguerismo.

Resulta necesario aclarar nuevas adversidades de la realidad social dominicana

que quedan configuradas en esta etapa. Me refiero a “los informales o ilegales”

dominicanos. En las ciudades, esta población se encuentra en los barrios y

probablemente ellos son los que -eufemísticamente- el Estado llama

“microempresarios”. En realidad, el sector informal de la economía es un mecanismo

de supervivencia, oculta su desempleo en la chiripa o trabajo ocasional por su

cuenta.65 Estos sujetos son portadores de una cultura, que según Jorge Cela tiene

como norma ideal asumir lo que en la práctica no funciona y los condena; ante la

indiferencia estatal, la respuesta de los excluidos es otra. Aún sin profundizar en su

totalidad, mencionaremos algunos ejemplos que muestran la complejidad realidad

de la sociedad dominicana.

65
Cela, J. Ob.cit, p. 15

31
Este sector vive con el peligro constante del desalojo, la vivienda que se

construye está en un espacio ajeno y la vida, por ende, se realiza en espacios

públicos ocupados para nuevos fines. Para ellos “la obediencia no se da como

expresión del respeto a la autoridad, sino como sometimiento al poder impuesto por

la violencia”66. Esto permite entender las actitudes de resentimiento del pueblo

dominicano, que lo ha llevado a expresiones de violencia colectiva, como vía para

obtener una participación que se les niega. En muchas ocasiones el letrero, los

graffiti, representan la afirmación de su existencia y su continuidad en la historia67.

Es por esto, que el espacio urbano, segregado, ajeno y escaso, se convierte en un

espacio económico y de lucha contra las prácticas excluyentes del Estado, pero a la

vez, reafirma un valor simbólico de construcción de la identidad68.

Estamos hablando de personas que no han asistido a la escuela o si lo hicieron

fue por poco tiempo, por lo que la primera relación institucional, la escuela primaria,

no llegó a convertirse en parte de su cultura. Su experiencia económica ha sido la

baja institucionalidad y el trabajo por cuenta propia (chiriperos y trabajadores

temporales). La experiencia familiar es dispersa, no cuenta en su seno con vínculos

institucionales que definan los roles de género, económicos, educacionales, etc. Con

los problemas que afronta el poder legislativo y judicial se les hace difícil entender

las complejidades de la institución y sienten que todo trámite burocrático es contra

ellos.

Por último, debemos señalar ciertas debilidades de este grupo, que fueron

aprovechadas por el propio Estado para no dar solución práctica a las difíciles

condiciones de los excluidos. La primera es la débil memoria histórica. Los hechos

66
Ibidem. p. 11.
67
Cela, J. Ibidem, p. 12.
68
Díaz, V. República Dominicana…

32
aparecen sin conexión causal, ni herencia histórica, por el contrario, lo que

predomina es la causalidad inmediata, en muchos casos conectada a figuras

mesiánicas, el azar o la intervención sobrenatural, lo que debilita el potencial del

recuerdo. Se les hace más fácil la protesta espontánea y a veces violenta, que la

organización estable. Esta parte del pueblo, que no constituye aún la mayoría de los

sujetos de las organizaciones populares mencionadas, puede serlo de las marchas,

mítines, protestas y revueltas69.

Estas personas marginadas quedan atrapadas en la duda de levantarse cada día

para ver si aparecen los recursos económicos con qué hacer frente a la situación

desesperada en que se encuentran. Tienen la sensación de vivir en dos mundos, el

de la ciudad donde son extranjeros, desposeídos, sin derecho, desconocedores de

los caminos para conducirse, y el otro, el del barrio, donde, aunque no tengan título

de propiedad, nadie se atreve a penetrar. Lo que muchas veces no perciben es que

existe un único mundo, siendo ellos parte integrante del pueblo, de donde la élite los

expulsa sin derechos ni representación social. “No hay ruptura entre dos mundos,

sino subordinación”70.

Indudablemente la labor del movimiento social en sus diferentes variantes y

matices ha mostrado que República Dominicana ha transitado por un período de

cambios generales que llegaron a influir en la cultura, la identidad71 y valores de la

sociedad dominicana. Los movimientos sociales, a pesar de su desarrollo, aún no

han podido captar a esta gran masa de marginados para convertirlos en sujetos

políticos activos, lo que constituye una insuficiencia notable que solo será resuelto

69
Ibidem, p. 20.
70
Ibidem, p. 23.
71
Ver: Liriano, A. Identidad Nacional: algunos elementos para su comprensión, Santo Domingo: Centro de
Estudios, 1989.

33
en la medida en que estas organizaciones ganen en madurez y unidad para formular

un proyecto movilizativo de carácter nacional.

Conclusiones

Durante el período 1978-1996 República Dominicana transita hacia un nuevo

modelo económico y político que influyó decisivamente en la sociedad. Las

sucesivas crisis económicas y políticas reactivaron un movimiento social integrado

por una intelectualidad comprometida con la realidad nacional, sectores medios y

comerciantes vinculados al mercado nacional y el pueblo concentrado en las

ciudades y barrios.

Las luchas fueron duras, pero de ellas surgió un sujeto político diverso, activo,

consciente de su necesidad y ahora más influenciado por las corrientes políticas

democráticas. El interés público deja de ser asunto exclusivo de partidos y sindicatos

para convertirse en tema de todas las organizaciones populares. Sin embargo, aún

es difícil lograr su unidad para discutir como frente común en el diálogo con el

Estado.

La complementariedad entre los partidos políticos y el movimiento social no se

logró materializar en toda su dimensión. Contra ella incidieron muchos factores que

contribuyeron a que los partidos perdieran su histórica base popular, lo que motivó el

surgimiento en la población de la idea de la imposibilidad de canalizar ninguna

petición, convencimiento que alcanzó su momento culminante en 1984 cuando se

produjo el divorcio circunstancial entre la población y los partidos tradicionales, junto

con el surgimiento de organizaciones populares.

La participación popular en el período analizado tuvo momentos importantes, en

los que descuellan tres acontecimientos relevantes:

34
• las protestas de abril de 1984, período caracterizado por el surgimiento,

reorganización y agrupación de organizaciones populares que representaban

nuevos actores sociales y políticos.

• las huelgas de 1990 y 1991, que marcaron un hito en la historia debido al

carácter nacional asumido por éstas y a la magnitud de sus demandas que

rebasaban el plano económico.

• El Pacto por la Democracia de 1994, mediante el cual fueron reconocidas las

instituciones de la sociedad civil y que además sentó las bases de la estabilidad

política del sistema.

35
Bibliografía

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Editora Alfa y Omega, 1987.

2. Banco Interamericano de Desarrollo. Evaluación del Programa de país:

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