Está en la página 1de 144

t) i i f t t iti ®

ti comentario
ti Î ti «
®i »4 %

de textos literarios
Análisis estilísticos
I

<í t t i % t ¡ t » t i î tí 9 t
t f t, t, $ t í *< ti ï iti « i
i t t «i 4 4 € 6 t €
I

Félix Bello Vázquez


O^© Ç) î Î .1 íi e «l
î
f1 bt í Ê í ît
« «. í> $ <f t í<é íi1

Óí\ y/í/í/oí////-,

Paidós
PAPELES DE PEDAGOGÍA/31
Félix Bello Vázquez
1. F. Barragán - Laeducación sexual. Guía teórica y práctica
2. E. Bassedas y otros - Intervención educativa y diagnóstico
psicopedagógico
3. J. Deval - Crecer y pensar
4. C. Coll - Psicología y currículum
5. E. del Río y otros - Formación y empleo
6. J. Trilla - El profesor y los valores controvertidos
7. P. Tschorne y otros - Padres y madres en la escuela
8. J. Ferrés - Vídeo y educación
9. L. Molina y N. Jiménez - La escuela infantil
El comentario de textos
10. F. Hernández y J. M. Sancho - Para enseñar no basta con literarios
saber la asignatura
11. F. Imbernón - La formación del profesorado
12. M. López Melero y J. F. Guerrero - Lecturas sobre integra­
Análisis estilísticos
ción escolar y social
13. C. Lomas, A. Osoro y A. Tusón - Ciencias del lenguaje, com­
petencia comunicativa y enseñanza de la lengua
14. C. Lomas y A. Osoro (compiladores) - El enfoque comuni­
cativo de la enseñanza de la lengua
15. A. J. Colom y J. C. Mélich - Después de la modernidad
16. J. A. Jordán - La escuela multicultural
17. J. Franch y A. Martinell - Animar un proyecto de educación
social
18. J. Ferrés - Televisión y educación
19. C. Maza - Aritmética y representación
20. J. M. Calvo - Educación y filosofía en el aula
21. J. M. Esteve - El malestar docente
22. J. F. Guerrero - Nuevas perspectivas en la educación e inte­
gración de los niños con síndrome de Down
23. L. Sánchez Corral - Literatura infantil y lenguaje literario
24. J. Parejo - Comunicación no verbal y educación
25. C. Izquierdo - La reunión de profesores
26. A. Vásquez Bronfman e I. Martínez - La socialización en la
escuela
27. Ma V. Crespo - El retomo a la educación
28. J. Ferrés - Televisión subliminal
29. J. C. Mélich - Antropología simbólica y acción educativa
30. J. M. Puig Rovira - La construcción de la personalidad moral
31. F. Bello Vázquez - El comentario de textos literarios
PAIDÓS ^
Barcelona • Buenos Aires • México
SUMARIO

Prólogo.................................................................... 13

Primera parte
INTRODUCCIÓN AL COMENTARIO DE TEXTOS

1. El objeto del comentario............................... 19


2. Paradigma de la explicación de textos........... 23
1. La explicación filológica y literaria................. 24
2. La organización de las partes del texto. El tipo
de escrito....................................................... 24
3. Análisis lingüístico......................................... 25
3.1.1. Nivel fónico.......................................... 27
3.1.2. Nivel morfosintáctico............................ 28
3.2. Semántica de la expresión.............................. 31
3.2.1. Nivel léxico semántico........................... 31
Ia edición, 1997
3.2.2. Los campos semánticos........................ 31
Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorización escrita de los titulares del «Copyright», 3.2.3. Los efectos evocadores.......................... 32
bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproducción total o parcial de esta obra por
cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático,
3.2.4. Significación emotiva de las palabras . 32
y la distribución de ejemplares de ella mediante alquiler o préstamo públicos. 3.2.5. Las desviaciones semánticas y otras
© de todas las ediciones en castellano,
figuras.................................................. 33
Ediciones Paidós Ibérica, S. A., 4. Análisis semiológico....................................... 34
Mariano Cubí, 92 - 08021 Barcelona 4.1. Análisis semiológico genético.......................... 34
y Editorial Paidós, SAICF 4.2. Análisis semiológico social.............................. 34
Defensa, 599 - Buenos Aires.
4.3. Análisis semiológico literario........................... 35
ISBN: 84-493-0356-7 5. Las connotaciones y la apreciación del lector 36
Depósito legal: B-49/1997 3. Aplicación del análisis estructuralista al relato . 37
4. Apéndice al análisis estructural del relato .. 39
Impreso en Hurope, S.L.,
1. La lengua del relato....................................... 39
Recaredo, 2 - 08005 Barcelona
1.1. Los niveles del sentido........................... 40
Impreso en España - Printed in Spain 2. Las funciones................................................. 41

7
4.2. Significación emotiva de las palabras . . . 102
2.1. La determinación de las unidades.................. 41
4.3. Las desviaciones semánticas y otras figuras . 104
2.2. Clases de unidades......................................... 42
5. Análisis morfosintáctico...................................... 107
2.3. La sintaxis funcional....................................... 44
5.1. Las estructuras lingüísticas........................ 107
3. Las acciones.......................................................... 45
5.2. La determinación ........................................ 109
5. Explicación de un texto dramático........................... 47
5.3. Las formas verbales..................................... 110
1. La estructura externa............................................ 48
5.4. Sintaxis........................................................ 112
2. La estructuración de la acción............................... 48
6. Nivel prosódico.................................................... 122
3. El lenguaje teatral................................................. 50 3. Jorge Luis Borges, El Sur................................... 125
3.1. Elementos verbales: El encadenamiento. 51 Comentario............................................................. 126
3.2. El monólogo y el aparte........................... 52 1. Comentario semántico........................................ 126
3.3. Los elementos paraverbales..................... 53 1.1. Comentario léxico-semántico....................... 126
3.3.1. Los signos auditivos....................... 53 1.2. Significación emotiva de las palabras . . . 130
3.3.2. Los signos visuales........................ 54 1.3. Las desviaciones semánticas y otras figuras 131
2. Comentario morfosintáctico................................ 132
Segunda parte 2.1. Las formas verbales..................................... 132
PRÁCTICA DEL COMENTARIO: 2.2. Sintaxis........................................................ 134
ANÁLISIS ESTILÍSTICOS 4. Quevedo, Grandes anales de quince días ... 139
Comentario............................................................. 140
1. Pío Baroja, El árbol de la ciencia................................ 59 1. Comentario semántico........................................ 141
1. Comentario psicoanalítico..................................... 60 1.1. Nivel léxico-semántico................................. 141
2. Comentario semántico........................................... 61 1.1.1. En el plano gramatical....................... 141
2.1. Nivel léxico-semántico............................. 61 1.1.2. En el plano léxico-semántico . . . . 144
2.2. Significación emotiva de las palabras . . . 62 1.2. Significación emotiva de las palabras . . . 146
2.3. Las desviaciones semánticas y otrasfiguras . 63 1.3. Las desviaciones semánticas y otras figuras 147
3. Comentario morfosintáctico................................... 64 2. Comentario morfosintáctico................................ 149
3.1. Formas verbales...................................... 64 2.1. Las formas verbales..................................... 149
3.2. Sintaxis................................................... 66 2.2. Sintaxis........................................................ 150
3.2.1. Comentario.................................... 66 5. Azorín, Las confesiones de un pequeño filósofo 155
3.2.2. Construcción de las oraciones ... 66 Comentario............................................................. 156
4. Nivel prosódico...................................................... 70 1. Comentario semántico........................................ 156
2. Luis Martín Santos, Tiempo de destrucción . . 73 1.1. Nivel léxico-semántico............................... 156
1. Comentario psicoanalítico..................................... 75 1.2. Significación emotiva de las palabras . . . 158
2. Comentario estructural......................................... 83 1.3. Las desviaciones semánticas y otras figuras 159
2.1. Análisis de las funciones ............................... 83 2. Comentario morfosintáctico................................ 162
2.2. La sintaxis funcional............................... 91 2.1. Las formas verbales..................................... 162
2.3. Las acciones............................................ 92 2.2. Sintaxis........................................................ 163
2.4. Los aspectos del relato............................. 94 3. Organización prosódica....................................... 166
2.5. Los modos del relato................................ 95 6. Urso de Molina, El Burlador de Sevilla.............. 169
3. Nivel apreciativo.................................................... 97 Comentario............................................................. 172
1. Los elementos paraverbales del lenguaje dra­
4. Comentario semántico de la expresión . . . . 98
mático ............................................................... 172
4.1. Nivel léxico-semántico................................... 98

9
8
1.1. Relación entre la situación del fragmento 1.3. Las desviaciones semánticas..................... 239
y la acción .................................................... 172 2. Las recurrencias................................................ 241
1.2. Elementos funcionales de la acción dramá­ 3. Las estructuras del verso................................... 243
tica .............................................................. 174 3.1. Regularidad rítmica..................................... 243
1.3. Las didascalias............................................. 176 3.2. Correspondencias fónicas............................ 246
2. Los elementos verbales........................................ 177 10. Notas al lenguaje de la poesía moderna eu­
2.1. Notas preliminares........................................ 177 ropea .................................................................... 249
2.2. Nivel léxico-semántico................................... 177 11. Juan Ramón Jiménez, Dios deseado y deseante 255
2.3. La significación intensiva.............................. 180 Observaciones........................................................ 256
2.4. El encadenamiento de las réplicas . . . . 181 1. Comentario semántico ...................................... 257
3. Las desviaciones semánticas y otras figuras 186 1.1. Nivel léxico-semántico................................. 257
4. La versificación.................................................... 189 1.2. Significación emotiva de las palabras . . 260
7. Calderón de la Barca, La vida es sueño . . . . 193 1.3. Las desviaciones semánticas y otras figuras 261
Comentario.............................................................. 195 2. Comentario morfosintáctico............................... 264
1. Relación entre la situación del fragmento y la 2.1. Las formas verbales..................................... 264
acción de la comedia...................................... 195 2.2. Sintaxis....................................................... 265
2. La función del monólogo y su organización 3. Las estructuras del verso................................... 268
razonadora.................................................... 197 3.1. La expresión rítmica.................................... 268
3. Comentario semántico................................... 201 3.2. Correspondencias fónicas .......................... 271
3.1. Nivel léxico-semántico............................ 201 12. Neruda, Canto general..................................... 273
3.2. La significación intensiva........................ 204 1. Comentario semántico ...................................... 274
3.3. Las desviaciones semánticas y otras figuras 206 1.1. Nivel léxico-semántico................................. 274
4. Comentario morfosintáctico........................... 209 1.2. Significación emotiva de las palabras . . 277
4.1. Las formas verbales................................ 209 1.3. Las desviaciones semánticas y otras figuras 277
4.2. Sintaxis.................................................. 210 2. Comentario morfosintáctico............................... 280
5. La versificación............................................. 215 2.1. Las formas verbales................................... 280
8. Gustavo Adolfo Bécquer, Rimas............................... 221 \ 2.2. Sintaxis ...................................................... 281
1. Comentario semántico........................................ 221 3. Las estructuras del verso................................... 282
1.1. Nivel léxico-semántico. La expresión del / 3.1. Regularidad rítmica..................................... 283
dolor afectivo.......................................... 221 / 3.2. Correspondencias fónicas .............................. 285
1.2. Significación emotiva de las palabras . . . 223
1.3. Las desviaciones semánticas y otras figuras 224
1.4. Las correspondencias léxicas y sintácticas 226
2. Comentario morfosintáctico........................... 227
2. 1. Las formas verbales............................. 227
2. 2. Sintaxis........................................ ........... 228
3. Las estructuras del verso............................... 230
9. Antonio Machado, Galerías...................................... 235
1. Comentario semántico................................. 235
1.1. Nivel léxico-semántico............................ 235
1.2. Significación emotiva de las palabras . . . 238

10 11
PRÓLOGO

La estilística práctica debería ser la actividad más im­


portante en la enseñanza de la literatura, porque el desco­
nocimiento de los procedimientos expresivos lleva al fra­
caso o al mediocre rendimiento escolar.
La lectura directa y reflexiva tiene por objeto explorar
el mensaje del autor y situarlo en su condición humana.
L¿t reflexión sobre los recursos expresivos es de gran utili­
dad en la formación del hábito de leer con precisión e in-
' teligencia.
^ .En el plano teórico, actualmente, hay muchos libros
sobre lingüística, retórica y estilística, pero unos son poco
accesibles para aquellos que desean llevar la teoría a la
practica, otros presentan una metodología anticuada y
^íemental. Por eso, este libro tiene como objeto intentar
hacer una estilística práctica, pero no simplista. Como
son estudios de estilo en profundidad, se necesitan unos
conocimientos indispensables; de ahí que en la Primera
Parte hagamos una revisión de las bases teóricas y de los
métodos de análisis.
En el conjunto de métodos y procedimientos de análi­
sis resulta difícil para el lector, no familiarizado en temas
de teoría literaria, adaptar el método a cada tipo de texto
y conseguir un esquema que convenga a los textos más di­
versos. Por lo tanto, el paradigma que presentamos tiene
el propósito de establecer un proyecto que sintetice las di­
ferentes perspectivas de análisis, del que se extraerá un
objeto común: dar razón precisa de la interdependencia
entre la expresión y el contenido de un texto. Es decir, pre­
sentar una estilística práctica que permita proceder del

13
plano de la expresión al plano del contenido, y lo más ade­ todología dramática eficaz y válida para progresar en el
cuada posible a las exigencias actuales. estudio de los textos teatrales. El lenguaje dramático exi­
El fin último es adquirir una técnica del estudio del es­ ge distinguir los elementos paraverbales (la acción, la si­
tilo, eficaz y segura para proceder a las operaciones esen­ tuación, la entonación, los gestos, la decoración, etc.) de
ciales del comentario, y aplicable a toda clase de textos, los elementos verbales (el encadenamiento de las réplicas,
diversos por la época y diversos por el género. la concentración de efectos, etc.). El conocimiento de es­
De la teoría a la práctica rigurosa es lo que caracteriza tos procedimientos y de algunas de las formas dramáticas,
la Segunda Parte de este libro: la descripción del disposi­ como el monólogo y el aparte, se encuentra expuesto su­
tivo expresivo de once textos pertenecientes a distintas cintamente en la Primera Parte y su práctica consta en la
épocas y a distintos géneros (novela, ensayo, teatro, poe­ Segunda Parte, aplicada detalladamente a dos textos fa­
sía). Como ya se hace constar en la Primera Parte, a estas mosos del teatro español.
prospecciones estilísticas se une una serie de disciplinas
indispensables: la lingüística, la retórica, la semiología e
incluso la historia literaria.
Aunque cada texto necesita un método adecuado, pro­
curamos seguir un esquema común, que comprende las
siguientes etapas: la identificación del texto, el análisis se­
mántico (nivel léxico-semántico, la significación intensi­
va, las desviaciones semánticas), el análisis gramatical
(comentario morfosintáctico y comentario prosódico).
Sistemáticamente se aplica a cada una de estas etapas un
método riguroso y preciso que es transferible a cualquier
clase de texto. Nuestra finalidad es, sobre todo, práctica:
describir, examinar la configuración expresiva que pre­
senta un determinado texto.
Aunque los once estudios de análisis que componen la
Segunda Parte son profundos y prácticos en sus princi­
pios y finalidades, somos conscientes de que son selecti­
vos y que abren las puertas a estudios más específicos.
A pesar de que abundan los libros teóricos sobre el es-
tructuralismo, raramente se ha hecho uso práctico de este
método. El lector encontrará en este libro una exposición
sucinta de los elementos esenciales del análisis estructural
(la lengua del relato, las funciones, las acciones, etc.) y su
aplicación, de un modo preciso, al relato, concretamente
a un texto tomado de Tiempo de destrucción de Luis Mar­
tín Santos (véase págs. 73-124).
Queda por decir que el teatro presenta unas caracte­
rísticas estructurales que exigen, al menos para el estudio
de algunas de ellas, un método de análisis diferente al de
los otros géneros. Fue necesario, pues, elaborar una me­

14 15
Primera Parte

INTRODUCCIÓN AL COMENTARIO
DE TEXTOS
1
EL OBJETO DEL COMENTARIO

Como ya quedó dicho, el estudio directo y reflexivo de


las obras contribuye profundamente a la educación hu­
manística y estética. Se fomentaría aún más la actual ten­
dencia de rechazo a los estudios literarios si éstos consis­
tieran en un aprendizaje, poco útil, de historia literaria o
en una exposición de teorías literarias.
La literatura no puede vivir aislada y a espaldas de
nuestra sociedad, cada vez más interesada por las aplica­
ciones técnicas de la ciencia y por el ideal de la uniformi­
dad del consumismo económico, sino que su presencia
queda justificada más que nunca como cúmulo de los idea­
les y del esfuerzo humano por crear una visión del mundo
a través de la conciencia y de la fuerza del talento de los
escritores.
La lectura directa y reflexiva tiene por objeto explorar
el mensaje del autor en totalidad y situarlo en su condi­
ción humana. El escritor no es un ser encerrado en sí mis­
mo, sino un indicio del destino colectivo hombre-mundo.
Por lo tanto, la explicación de una obra, además de la ex­
ploración de los valores estilísticos, es un ejercicio crítico
que responde a la inquietud del hombre por encontrar
una respuesta a determinadas situaciones vitales en cada
época.
En cuanto que los buenos escritores están dotados de
una sensibilidad especial, podemos seguir, a través de sus
obras, la historia de los sentimientos humanos. De ahí que
T. S. Eliot, a pesar de haber creado una literatura de gran-
des valores estéticos, decía que «la grandeza de una obra ne me parece exacta: «la littérature est une psychologie
literaria no puede medirse sólo desde el punto de vista es­ vivante».
tético». Dentro de esta perspectiva surge la crítica filosófi­ Comentar un texto, además de precisar la significa­
ca de posguerra. Sartre, Blanchot, G. Poulet, Richard, se ción en el contenido, en cuanto que el mensaje escrito entra
preocupan por encontrar en la literatura una base filosó­ dentro del acto de la comunicación, implica esclarecer la
fica, en cuanto que son muchas las obras que contienen situación en la que se sitúa el autor. Debemos reconocer
una representación o una recreación del mundo. En su Teo­ que las obras literarias, aunque no indispensablemente,
ría de la novela y también en Significación actual del rea­ representan de alguna manera la civilización de una épo­
lismo crítico, Lukács insiste más en los contenidos ideoló­ ca, la visión del mundo y de la conducta humana, las cos­
gicos de la literatura que en los valores estéticos. Esta tumbres y los hechos.
interpretación de la literatura arranca de Marx Wundt, pa­ En cuanto que la literatura entra en relación con el
ra el cual la creación literaria se acercaba a la filosófica: contexto de una colectividad, será preciso, en muchos de
«Una poesía no llega nunca a comprenderse en toda su los textos seleccionados para el comentario, que el estudio
profundidad cuando no se comprende también la concep­ rebase el enfoque interno, que es el propiamente intrínse­
ción del mundo que alienta en ella». co al ejercicio literario, para prestar atención al nivel his-
Ahora bien, la literatura no da soluciones a las pre­ tórico-didáctico, que establecerá las referencias necesa­
guntas más inquietantes. El escritor lanza un mensaje rias con el contexto histórico-social, cultural, ideológico,
abierto, y cuanto más intemporal y más humano, tendrá artístico, etc.; referencias a noticias biográficas, a la con­
más validez universal. Pero puede producir influjos y servación y transformación de la obra, fuentes, etc.
transformaciones en la sociedad, y así Dickens ha hecho Pero una obra literaria esencialmente se define por sus
más en favor de los desamparados que todo el parlamento valores estéticos. De hecho, existen obras literarias sin re­
inglés de su tiempo. ferencias externas, casi aisladas de la situación histórica-
El escritor puede tomar conciencia de una situación social e incluso muy desviadas de los usos cotidianos de
de injusticia y comprometer su actividad creadora con un comunicación lingüística. Son textos sin circunstancias
ideario político. Como se sabe, éste es el único sentido que coadyuvantes. En estos casos, la comprensión del texto
admitía Sartre, y que lo ha expuesto en su libro ¿Qué es la sólo puede conseguirse desde los procedimientos lingüís­
literatura? Para éste, como para los críticos marxistas ticos del mismo texto, desde la complejidad de los ele­
(Lukács, Goldmann, B. Brecht) la literatura está determi­ mentos más técnicos de la lengua. Las obras que prescin­
nada en cada época por las relaciones entre las clases so­ den de los aspectos culturales no lingüísticos buscan
ciales. Desde este punto de vista, es comprensible que ha­ única y deliberadamente lo lingüístico, los artificios lite­
yan prestado mucha atención a las obras que sirven de rarios, como muchos de los poemas de Valéry.
instrumento a la acción directa revolucionaria. Fundamentalmente, la explicación del texto se debe
Me saldría de los límites de este estudio si continuara orientar e instalar en tomo a la forma. Para definir su va­
reflexionando sobre la función intelectual, humanística y lor expresivo y para explicar su significación y su secreto
social de la literatura. Lo evidente es que la literatura po­ hay que sumergirse en la literariedad del texto y recons­
see un carácter pluridimensional. Ante la crisis que atra­ truir el acto de creación, pero sin perder nunca de vista la
viesan los estudios literarios y ante la incesante pregunta interdependencia entre expresión y contenido.
para qué sirve la literatura, los profesores tienen la obli­ Sin embargo, tenemos que llegar a una conclusión de
gación de iniciar a los alumnos en la significación de los síntesis. El estudio de los textos literarios debe abarcar
textos literarios, tanto en el marco del humanismo como dos aspectos: el elemento humano y el hecho artístico. En
en el de la vida de la comunidad social. La fórmula de Tai- el plano humano la literatura aporta sus contribuciones

20 21
en dos niveles: a) en el nivel individual contribuye a la for­ 2
mación del espíritu del hombre; b) en el nivel social con­ PARADIGMA
tribuye a los ideales más nobles: la libertad, la solidaridad DE LA EXPLICACIÓN DE TEXTOS
del sentimiento humano, la dignidad de los códigos mora­
les. Por lo tanto, a través del estudio directo de los textos
sacamos a la literatura del anacronismo de las aulas ma­
gistrales; la libramos del peso del aprendizaje memorísti-
co, además de devolverle uno de los fines que ya le habían
concedido los clásicos: ser útil a la comunidad. En el pla­
no artístico hay que dirigir toda la atención hacia la ca­
racterización formal del texto.
¿Qué hace que un enunciado o un mensaje sea una
obra de arte? Si tenemos en cuenta que lo que diferencia
al lenguaje literario son los medios de embellecimiento y
las desviaciones semánticas, con respecto a la norma co­ En el conjunto de métodos y procedimientos de análi­
mún establecida, el análisis de un texto requiere, como di­ sis (el método lingüístico, el método psicoanalítico, el mé­
ce R. Jakobson, «una consideración profunda de su fun­ todo sociológico, la crítica temática, el análisis estructural,
ción poética». el análisis estilístico), resulta difícil para el lector no fami­
La poética de Jakobson se basa fundamentalmente en liarizado en temas de teoría literaria adaptar el método a
la descripción de los valores intrínsecos de la obra litera­ cada tipo de texto o conseguir un esquema que convenga
ria, de la arquitectura formal (las recurrencias, los para­ a los textos más diversos.
lelismos, las simetrías). Pero un mensaje poético tiene Si se hiciera una síntesis de todo lo que se dice sobre
otros componentes (referenciales, emotivos, connotati- el estudio de los textos literarios, habría que señalar el he­
vos, etc.), es decir, que las estructuras poéticas sólo son cho de que todo proyecto de estudio de estilo gira en tor­
pertinentes cuando tienen una función en la comunica­ no a dos temas: primero, la necesidad de la lectura inma­
ción. Precisamente en esto reside el objeto del comentario nente; segundo, el derecho de cada lector a una libertad
de texto: en saber qué es lo específico de esta comunica­ de contacto personal con la obra. Se debe no sólo respe­
ción, en determinar las relaciones intrínsecas entre es­ tar, sino también incitar al lector, en el primer contacto
tructuras y significaciones, en describir el dispositivo ex­ con el texto, a que exprese las primeras impresiones que
presivo que presenta y apreciar sus efectos en relación con suscite en él.
el contenido temático. La lectura inmanente tiene por objeto tratar de com­
prender el texto desde el interior, excluyendo todo lo que
le es ajeno. De esta manera se reducirá el papel de la his­
toria literaria en beneficio de una enseñanza de la litera­
tura más abierta a los problemas teóricos y metodológicos
internos.
Sin embargo, no hay un método bien definido para el
tipo de lectura preconizado por aquellos que piden que se
reconozca el derecho al contacto personal, más directo y
subjetivo, con el mundo de la creación literaria. Se propo­
ne el método impresionista, pero este método, fundado

22 23
•*< ilii 111 « nif sobre las intuiciones e impresiones, resulta pe­ ner una actitud de receptividad de las impresiones que el
lilloso, texto va a ejercer sobre él.
l'oi lo tanto, el paradigma que se establece a continua­ En cuanto que el autor se dirige al lector mediante di­
ción tiene como objetivo encauzar la labor intelectual de versos intereses (humanos, sociales y estéticos) éste debe
los estudiantes, ayudarles a desarrollar su capacidad dis­ dejarse impresionar a través de una lectura capaz de reve­
cursiva y crítica, sin que se pierdan en el complejo pa-' lar múltiples significaciones que contiene el texto.
norama de métodos de aproximación al texto. Por ser lo Después de una lectura atenta del texto, el alumno de­
más práctico, tratamos de establecer un proyecto que sin­ limitará las partes que lo componen, indicará, siguiendo
tetice las diferentes perspectivas de análisis, de las que se en este caso el apartado denominado dispositivo externo
extraerá un objeto común: dar razón de la interdependen­ de la retórica clásica, la idea o ideas que se expresan en ca­
cia entre la expresión y el contenido de un enunciado. da una de estas partes.
2. En tanto que las diversas partes de un escrito exigen
fundamentos diversos, se aconseja relacionar los distintos
1. La explicación filológica y literaria aspectos del contenido con el tipo de escrito que el autor
emplea para llegar a la conclusión sobre la adecuación
El comentario filológico será necesario en ciertos contenido-forma.
casos bien precisos: cuando hay una distancia conside­ El texto pertenece a un género literario estrictamente
rable entre la lengua del autor y la nuestra o cuando codificado (el soneto, el drama) o relativamente libre (la
existe un alejamiento de la lengua del escritor respecto novela, el ensayo). Se deben determinarlas características
a la de su tiempo (en este caso suelen aparecer voces ar­ lingüísticas según el tipo de escrito, y discernir el tono do­
caicas, dialectales o neologismos). En todo caso, la ex­ minante (lírico, irónico, patético, narrativo, descriptivo)
plicación filológica debe limitarse sólo a lo preciso pa­ en relación con el género a que pertenece el texto.
ra no desviar demasiado la atención del comentario 3. Análisis de la función de cada una de las partes en
literario. relación con el contenido del discurso: Presentación, De­
También cabe aquí la explicación literaria. Se trata de sarrollo (iniciación, núcleo), Conclusión.
determinar el contexto literario en que surge la obra y se­ La presentación tiene por objeto motivar al lector ha­
ñalar cuáles son las normas y códigos literarios de la épo­ cia la orientación de un contenido temático. Con el desa­
ca en que aparece el texto, objeto de comentario. rrollo temático el autor pretende captar el interés del lec­
tor en un movimiento ascendente que va desde el
desarrollo inicial al núcleo de la acción o del sentimiento.
2. La organización de las partes del texto. En la última fase de elaboración del discurso el autor tra­
El tipo de escrito ta de conseguir un alto grado de credibilidad, de convic­
ción, mediante la reflexión y enjuiciamiento crítico de lo
1. Este primer punto está orientado al estudio del expuesto.
planteamiento que el autor ha hecho en el texto. En esta
primera aproximación quedará, pues, fijado el número y
el orden de las partes, sus límites estrúcturales y el conte­ 3. Análisis lingüístico
nido de cada una de ellas.
La comprensión del texto es la culminación de una En la práctica del comentario de textos debe evitarse
buena lectura; por lo tanto, la primera tarea del comenta­ la tajante disociación de los términos lengua y literatura.
rista es abandonarse a la curiosidad como lector y mante­ El lenguaje literario, igual que el usual, es tanto comuni-

25
cat ión como expresión, aunque con diferentes fifies. Pero nes. Puesto que el estudio lingüístico de un texto trata de
esencialmente lengua y literatura no son más que dos ca­ explicar cómo lo representado se realiza en la lengua, esto
ras de una misma cosa. Los textos, tanto los utilitarios co­ nos lleva a distinguir varios niveles:
mo los literarios, son realidades lingüísticas/Lo que hace
el escritor es crear unas ideas que estructura lingüística­
mente conforme a su intención comunicativa. En este 3.1.1. Nivel fónico
sentido han de entenderse las siguientes palabras de Ja-
kobson: «Los recursos poéticos ocultos en la estructura La entonación y la dicción constituyen variantes esti­
morfológica y sintáctica del lenguaje —en una palabra, la lísticas que definen la expresión. El estudio de la dicción
poesía de la gramática y su producto literario, la gramá­ constituía una de las cuatro partes de la retórica.
tica de la poesía— han sido raramente reconocidos por La lengua dispone de una gama de variantes fono-esti­
los críticos y casi del todo olvidados por los lingüistas; los lísticas, entre las cuales cabe distinguir, siguiendo a Bally,
creadores, en cambio, han debido con frecuencia sacar de los efectos naturales: el acento, la reduplicación, el alar­
ellos un partido magistral».1 gamiento, la onomatopeya, la aliteración; y los efectos
Hay que tener en cuenta, al introducir en el dominio por evocación: acentos de clase social, de provincia, de ex­
del análisis literario el concepto de estructura, que este tranjero, etc.
elemento es un préstamo tomado de la lingüística. Pero la Los elementos fónicos de la lengua adquieren diferen­
noción de estructura no será eficaz en la explicación de te relevancia según se trate de un texto poético, de un tex­
textos si no va acompañada de la noción de pertinencia y to narrativo o expositivo. Todos los recursos de la lengua
de la de función. Hay que subrayar que para el lingüista (por lo tanto, también los sonidos) son aptos para conse­
una estructura solamente es pertinente en la medida en guir efecto estético. A este propósito escribe E. Alarcos, re­
que cumple una función en la comunicación lingüística. firiéndose a las unidades fónicas: «estas sustancias puras
Por lo tanto, el problema no está en buscar estructuras en sin valor significativo pueden cargarse de valor y signifi­
un texto literario (que son numerosas y de todas las cla­ cación cuando se emplean en el lenguaje poético».2 Y estos
ses), sino en descubrir cuáles son las funciones de estas valores los descubre en un poema de Dámaso Alonso, con­
estructuras y desde qué punto de vista son pertinentes. Es tribuyendo al conjunto de la comunicación estética. El
evidente que en una obra literaria solo son pertinentes propio Dámaso Alonso se esforzó en demostrar en el Poli-
aquellas estructuras que contienen una función estética. femo de Góngora la contribución de los efectos de las uni­
Nada se habrá hecho en la exploración de la significación dades sonoras vocálicas, especialmente en los momentos
de una obra literaria en tanto que no se haya demostrado de mayor tensión, al reforzamiento de la significación
que tal o cual estructura colabora en el efecto estético que poética de la obra.3
aquélla produce. Como ya quedó dicho, hablar de función También tiene interés el estudio de las unidades pro­
estética es lo mismo que hablar del efecto producido por sódicas y suprasegmentales: el acento, la entonación.
la obra en el lector. Éste es precisamente el punto de par­ En cuanto a la entonación es relevante literariamente
tida de toda investigación estética: no hay interés estético hacer constar en qué partes predomina la entonación
si no se produce dicho efecto sobre el lector. enunciativa y en cuáles predomina la exclamativa o la in­
Insistimos en que todo texto es ante todo un conjunto terrogativa, según la naturaleza del texto. Asimismo se de-
de signos (palabras, frases, oraciones) a partir de los cua­
les el receptor construye significaciones y representacio­ 2. E. Alarcos, El comentario de textos, Ed. Castalia, Madrid, 1985.
3. D. Alonso, Góngora y el Polifemo. Poesía española. Ensayo de métodos
1. R. Jakobson, Essais de linguistique genérale (París, 1963, pág. 224). y límites estilísticos.

26
In k. ii.il.it m l.i extensión de los grupos fónicos (extensos o las oraciones (es decir, el orden de sus constituyentes y de
elti Ion) enc ubre alguna intención. las proposiciones, la relación entre los términos). Tanto las
Pero donde tienen más relevancia los hechos fónicos y diferentes relaciones que se establecen entre las oraciones,
I u i »sódicos es en los textos poéticos, especialmente el aná- como la naturaleza de las relaciones, pueden obedecer a
lisis del metro, de la rima, de las homofonías y de las for­ intenciones estilísticas. Y así en la narración, si es simple
mas estróficas en cuanto que todos estos elementos poéti­ sucesión de hechos, predominará la coordinación copula­
cos se basan en la idea de la repetición. Todos estos tiva, y entonces puede aparecer el procedimiento denomi­
recursos que la antigua retórica trataba como adornos, nado polisíndeton para producir un especial efecto estilís­
hoy en día, se estudian dentro de las estructuras lingüísti­ tico. El uso de la coordinación presta mayor movilidad a la
cas. Para el comentario de este nivel (el estudio de la re­ descripción, por medio de la ágil presentación, en sucesi-
partición de los sonidos, sus recurrencias y su valor sim­ vidad, de los elementos descriptivos. La coordinación ad­
bólico) véase el libro indicado abajo.4 versativa algunas veces también añade expresividad. Otras
Sobre las figuras por recurrencia fónicas y prosódicas veces la coordinación está ordenada de forma que refleje la
(rimas, asonancias, aliteraciones, grupos rítmicos, estro­ progresión de los sentimientos. La yuxtaposición, aunque
fas) se ha escrito mucho, pero merecen especial mención es una variante de la coordinación, guarda relación con la
los libros señalados abajo.5 actitud contemplativa del autor. Para el estudio de la coor­
dinación, como procedimiento literario, se recomienda el
libro de Jean Cohén, indicado abajo.6
3.1.2. Nivel morfosintáctico En lo que respecta a la estructura oracional, tam­
bién hay que tener en cuenta que un elemento o un seg­
El estudio de los elementos lingüísticos de este nivel es­ mento oracional puede ir introducido en una oración
tá en función de la intención comunicativa del autor, del por conexión conjuntiva, si sustituye a uno de sus cons­
tema del texto y de la clase de escrito (descripción, narra­ tituyentes (por ejemplo, una subordinada reemplazan­
ción, diálogo, ensayo, etc.). Hay que tener presente que la do a un complemento directo o a un circunstancial) o
posibilidad de elegir entre distintas estructuras sintácticas por expansión, si prolonga uno de los constituyentes
para expresar los mismos contenidos da lugar a diferentes (adjetivo calificativo, complemento del nombre, propo­
estilísticas. Con la construcción de la frase se aborda una sición adjetiva, etc.).
de las cuestiones más interesantes de la sintaxis del estilo. El nombre necesita ser actualizado para funcionar en
La retórica antigua ya observaba diferencias de estilo entre la oración. Los actualizadores, llamados determinantes,
la oración simple y la compleja, entre la yuxtaposición, la además de su función gramatical, pueden tener una fun­
coordinación, la subordinación, entre los encadenamien­ ción estilística. Y así los demostrativos, en sentido des­
tos y las rupturas, etc. Aunque no es posible reagrupar aquí criptivo, pueden aproximarnos lo evocado como una cá­
todos los procedimientos, se tendrán en cuenta, en grandes mara en el movimiento del travelling: un desplazamiento
líneas, los principales empleos de las estructuras morfo- en el sentido de la profundidad y de lo directo. Este efecto
sintácticas. Por ejemplo, las oraciones largas y complejas lo encontramos sabiamente empleado por Azorín.
convienen a textos explicativos o de mucha elaboración En español, como en las demás lenguas románicas, el
mental. Es muy importante examinar la construcción de orden gramatical es lineal. En la construcción primero
aparece el sintagma nominal (actualizador/determinante +
+ núcleo + modificadores) y a continuación el sintagma
4. Paul Delbouille, Poesie et sonorités, París, 1961.
5. Navarro Tomás, Métrica española, Nueva York, 1956 y R. de Balbín,
Sistema de rítmica castellana, Ed. Gredos, 1968. 6. J. Cohén, Estructura del lenguaje poético, Gredos, 1974.

28 29
verbal. El orden lógico del sintagma nominal es aquel en la introducción de elementos heterogéneos con relación al
el que el adjetivo sigue al sustantivo. Pero el lenguaje contexto: una palabra vulgar en un texto de nivel culto y
poético se caracteriza por desviarse de la norma. Y la tono grave, la introducción de una oración compleja en un
norma del orden lineal que impone la gramática se reali­ discurso en el que predomina el asíndeton, el paso de la
za frecuentemente en poesía a la inversa. Al menos en el forma de usted al tú, etc.
lenguaje literario español hay varios casos de inversión:
el más usado es la inversión del epíteto. El adjetivo ante­
puesto, en algunos casos, tiene un valor más metafórico, 3.2. Semántica de la expresión
y, en otros, un valor genérico; pospuesto, en cambio, la
expresión de la cualidad puede adquirir un valor especi­
ficativo. 3.2.1. Nivel léxico-semántico
El uso de las distintas formas verbales depende del
contenido que se desea exponer, por ejemplo, la mayor ob­ En esa parte del comentario se estudiará toda la riqueza
jetividad se consigue mediante el presente de indicativo. expresiva del vocabulario. Pero se debe partir para el análi­
Mediante el aspecto se pueden conseguir importantes sis del componente léxico del tipo de escrito elegido por el
efectos estilísticos. Y así el tiempo narrativo por excelen­ autor y de la naturaleza temática. Es evidente que difiere el
cia es el perfecto simple, mientras que el imperfecto es el vocabulario empleado, por ejemplo, en un texto de carácter
tiempo propio de los tiempos descriptivos. En la narra­ expositivo al de un texto descriptivo. En el poema lírico pre­
ción importa fundamentalmente la acción, el movimien­ dominará el léxico connotativo; en el ensayo, en cambio, el
to, frente al estatismo y la simultaneidad de la descrip­ autor utilizará el lenguaje denotativo. Hay obras en las que
ción. Por eso en la narración predominan los períodos de predomina la intención intelectiva; en otras, la expresiva,
proposiciones coordinadas y yuxtapuestas, mientras que dando lugar a diferencias de vocabulario. Dado que lo que
la riqueza de la acción, la perspectiva temporal, los incisos diferencia la obra literaria es el desvío de la norma lingüísti­
aclaratorios y el análisis de los caracteres, exigen un pe­ ca, se observarán todas aquellas desviaciones léxicas con las
ríodo sintáctico fundamentalmente constitutivo por su­ que el autor logra especiales efectos expresivos.
bordinación. Hay que identificar el nivel de lengua (vulgar, familiar,
Los recursos expresivos de la modalidad oracional común o estándar, culto), el registro (referente al sector so­
dependen de la intención del autor, del tema del texto y del cial o profesional) y el tono a través del vocabulario. Estas
tipo de escrito. El autor usará las oraciones enunciativas tres características son muy importantes para la identifi­
para enunciar tesis de absoluta objetividad; en cambio, cación semántica y estilística del texto.
usará las modalidades exclamativas, interrogativas o du­
bitativas para expresar ideas o sentimientos personales.
Aunque ya se dijo que las recurrencias (empleo reitera­ 3.2.2. Los campos semánticos
do de una misma forma o de formas análogas) merecen
especial atención en el nivel fónico, en el plano morfosin- Los textos presentan significaciones agrupadas según
táctico también conviene observar las estructuras basadas ciertos campos semánticos, que se componen de una
en el procedimiento de la repetición, las que presentan amalgama de objetos, de ideas y de sentimientos.
una disposición simétrica o una disposición correlativa, Se recomienda seguir para este apartado del comenta­
pues, además de marcar con fuerza una insistencia con­ rio el método propuesto por el profesor Matoré.7
tribuyen a la coherencia del texto.
También hay que tener en cuenta las rupturas, es decir, 7. G. Matoré, La méthode en lexicologie. Domaine français, París, 1953.

30 31
A partir del estudio del vocabulario se puede intuir la güísticos que tienen la intención de originar tonalidades
estructura social de un período dado. Matoré distingue emotivas. A ejemplo de orientación pueden observarse
entre palabras testigo y palabras clave. En torno a las pa­ las onomatopeyas, las voces eufónicas, los sufijos que
labras testigo se organiza y se coordina la estructura lexi­ añaden una nota emotiva, especialmente los diminutivos
cológica, mientras que las palabras clave expresan con­ y los aumentativos, y aquellas palabras cuya función
ceptos, sentimientos o ideas dominantes de una época principal, según S. Ullmann, es expresar una evaluación
social. emotiva {bueno, horrible, etc.), sin olvidar las expresiones
Es importante, pues, organizar el vocabulario del texto prosaicas e incluso vulgares cuya presencia en la frase
en torno a una cabeza de serie (palabras testigo) estable­ implique una expresividad. Pero hay otros recursos lin­
ciéndose así una convergencia de diversas series nociona­ güísticos para poner de relieve la carga emotiva: el acen­
les. Las palabras clave se organizan mediante la distinción to enfático, las reiteraciones, la hipérbole, la posición de
de términos clave principales y términos clave secundarios. las palabras en la oración, y especialmente los morfemas
El alumno tratará de sacar provecho estilístico a las pa­ de intensificación.
labras clave. Por ejemplo, el honor es una palabra clave
principal en el teatro del Siglo de Oro y que comprendía el
ideal socio-moral de entonces. 3.2.5. Las desviaciones semánticas y otras figuras

Las figuras literarias que tanta importancia tienen en


3.2.3. Los efectos evocadores la antigua retórica, constituyen uno de los principales me­
dios de la expresión literaria. También la estilística mo­
Esta fase constituye el campo propio de la semántica derna les concede especial importancia. Estos modos ex­
del estilo. Hay que tener en cuenta que las formas reflejan presivos tienen por finalidad embellecer y enriquecer el
las situaciones en las que se actualizan, y su efecto expre­ contenido de la expresión. Existen muchos manuales de­
sivo depende del grupo social que las emplea. Cada pala­ dicados a la definición y clasificación de las figuras. Lo
bra, cada estructura, pertenece a un estado determinado importante es advertir que la figura no consiste única­
de lengua, a una clase particular del lenguaje. De modo mente en la constitución lingüística del enunciado; sobre
que se deberá estudiar la lengua del texto en función de la todo reside en una ruptura entre la forma y el contenido
clase o medio social que representa. Todos los recursos del enunciado. Por consiguiente, es de escasa utilidad una
propios de la lengua (vocabulario, sintaxis, estilo) guar­ interpretación de las figuras fuera del contexto del acto
dan directa relación con la actitud mental o social del me­ comunicativo.
dio representado. También se ha de tener en cuenta la Proponemos el nombre de desviaciones semánticas
época. Cada época representa variantes de la lengua, so­ para los tropos de la retórica tradicional (metáforas, si­
bre todo en el léxico. nécdoques, metonimias, perífrasis, hipérboles, ironías,
etc.) porque modifican la significación de las palabras o
dan como resultados cambios de significado.
3.2.4. Significación emotiva de las palabras Especial consideración merecen los equívocos que tie­
nen su origen en la polisemia. Los equívocos (retruécanos,
En este apartado se debe considerar, siguiendo a A. Ri­ juego de palabras) no sólo añaden ingenio a la expresión,
chards, que las palabras no sólo tienen un uso simbólico sino que, bien usados, también pueden aportar humor,
o referencial, sino también emotivo. En el texto, por lo ironía, énfasis, contrastes y otros valores estilísticos.
tanto, se señalarán los diversos elementos y artificios lin­

32 33
4. Análisis semiológico 4.3. Análisis semiológico literario
Estudiados los aspectos lingüísticos en función de la A diferencia de los dos apartados anteriores que bus­
intención del autor y del tema del texto, que también se can una explicación de la obra fuera del texto, es decir, en
podrá denominar semiología de la comunicación, reser­ el autor o en la sociedad, y que sólo proporcionan un co­
vamos este epígrafe para la semiología de la significación. nocimiento periférico y superficial del texto, se pretende
Se trata de buscar en la obra las significaciones no apa­ buscar en la obra una explicación interna, inmanente, co­
rentes, las no perceptibles desde el primer momento por mo ha señalado Leo Spitzer.9 Este modo de análisis com­
los lectores, es decir las significaciones más profundas. pleta los apartados anteriores y exige estudiar todos los
Para ello, conviene distinguir tres tipos dentro de la se­ procedimientos estilísticos empleados por el autor.
miología de la significación. En los epígrafes dedicados al análisis lingüístico ya se
prestó atención a los elementos que constituyen el objeto
estético: recurrencias fónicas y prosódicas, recursos gra­
4.1. Análisis semiológico genético maticales y semánticos. Lo que se pretende en esta fase
del comentario es dirigir todos los recursos lingüísticos,
Se trata de descubrir las relaciones entre la obra y el estéticamente relevantes, hacia el étymon espiritual de
autor para llegar a una mejor comprensión del texto. Se se­ la obra, siguiendo la estilística genética de Spitzer y de
ñalarán solamente aquellos hechos que tengan pertinencia D. Alonso. La obra es un pequeño cosmos, un todo, y sólo
desde el punto de vista del funcionamiento de la obra. se puede penetrar en él tratando de reproducir la intuición
Pero este análisis de los datos de la personalidad del que dio origen a la obra. Por lo tanto, el lector debe ser ca­
autor, con fines de crítica literaria, inversamente nos lleva paz de expresar y condensar todas las intuiciones profun­
a su conocimiento a través de la obra. De manera que si el das que le sugiere el texto.
texto aportara datos suficientes para el psicoanálisis, se En el estudio de los estilemas se procederá por medio
podría reconstruir a partir de él la psicología del autor. de un doble movimiento: los aspectos excéntricos y parti­
culares llevarán al factor nuclear, y de éste se pasará a los
elementos excéntricos. Los estilemas sólo tienen valor si
4.2. Análisis semiológico social marcan relaciones de dependencias con el conjunto, pues
en una obra literaria todos los factores se hallan orgánica­
Se estudiarán aquí las relaciones que enlazan el texto mente estructurados y todos los recursos lingüísticos se­
con la sociedad en la que le tocó vivir al autor. Se trata, rán fijados en función del núcleo. Por eso, el lector debe
pues, de explicar la obra a través de la sociedad. Es nece­ descubrir las múltiples relaciones entre significante y sig­
sario aportar los medios necesarios para llegar al conoci­ nificado, tanto en los nexos verticales como en los hori­
miento de los condicionamientos sociales. zontales, en la terminología de D. Alonso.10 Debemos in­
Pero también aquí se puede proceder a la inversa: por sistir en que todos estos elementos deben ser analizados
medio del texto literario el lector puede determinar las es­ en función del núcleo, del centro de la obra.
tructuras sociales de la época, llegando a fijar los rasgos
socio-económicos, morales y culturales de cada clase so­
cial. Para una mejor orientación, sobre estos aspectos
puede verse el libro, abajo indicado, de G. Mounin.8 9. Leo Spitzer, Stylistics and Literary History, Princeton, 1948. Leo
Spitzer, Études de stile, París, Gallimard, 1970.
10. Dámaso Alonso, Poesía española. Ensayo de métodos y límites esti­
8. G. Mounin, La semiología, Barcelona, 1972. lísticos, Madrid, 1950.

34 35
3
w —,--- UVI IOCIUI
APLICACIÓN DEL ANÁLISIS
Con este último apartado del comentario se pretende ESTRUCTURALISTA AL RELATO
descubrir el secreto más oculto del texto a partir del lector.
Muchos textos, a pesar de poseer estructuras identifi­
cadas como estilísticas, no producen sobre el lector el
efecto particular que contienen otros. De modo que esta
fase tiene por objeto que el lector exprese las relaciones, el
efecto específico, estético, que le produce el texto, inde­
pendientemente de lo retórico o ideológico. Este efecto se
produce sólo si el lector participa de las connotaciones del
autor. Las connotaciones son todos los significados añadi­
dos al propio de una palabra: todo lo que sugiere, a partir
del contexto en que es utilizada. Martinet las define como El relato puede ser explotado en sus estructuras me­
todo lo que un término puede evocar, sugerir, implicar, de diante el método del estructuralismo literario. Todo análi­
manera neta o vaga, en cada uno de nosotros considerado sis estructural tendrá en cuenta estos puntos: I. La lengua.
individualmente. Es decir que el efecto del mensaje poéti­ II. Las funciones. III. Las acciones. IV. La narración.
co radica en la potenciación de las connotaciones. Por
ejemplo, cuando Andrés Hurtado, el personaje principal Distribucionales: Si las relaciones están si­
de El árbol de la ciencia exclama: «-¡Yo, que me alegraría I. La lengua Los niveles de tuadas en un mismo nivel.
que cada una de ellas llevara una toxina que envenenara a Integrantes: Si las relaciones están forma­
del relato sentido
das de un nivel a otro.
doscientos hijos de familia!». El objeto principal de esta
reflexión feroz no es la abominación del vicio sexual, sino a. Determinación de las unidades: Éstas vienen dadas por el
suscitar en el lector la idea de que la norma de las relacio­ carácter funcional de ciertos segmentos de la historia (argu­
nes de los hombres entre sí consiste en la injusticia, y la mento), de ahí el nombre de funciones. Como hay muchos ti­
desesperación íntima que a Hurtado le producía aquel pos de correlaciones, habrá muchas funciones. El relato está
ambiente social. hecho de funciones. La función es una unidad de contenido.

Desde esta concepción de la obra literaria es posible Inicial


Cardinales Medio
afirmar que la única marca del funcionamiento estético
Funcio­ (núcleo) Final
de una obra es la huella personal que el autor deja en el
nales
lector. Por ello, éste debe esforzarse en recoger y analizar II. Las b. Clases de Catálisis
estas connotaciones, estas experiencias individuales, co­ funciones unidades
mo única marca objetiva estética. Indicios propiamente di­
Integran­ chos.
tes Informaciones.

c. La sintaxis funcional. 1. Informantes e indicios pueden


combinarse libremente. 2. Las relaciones cardinales son soli­
darias: una función obliga a otra. 3. Una catálisis implica una
función cardinal. 4. La unidad base de la organización es un
grupo de funciones que recibe el nombre de secuencia. 5. Las

36 37
4
Las unidades funcionales corresponden a las funcio­
nes de Propp; comprenden las operaciones, no las signifi­
APÉNDICE AL ANÁLISIS ESTRUCTURAL
caciones, por ejemplo los cuentos populares. DEL RELATO
Las funciones integrantes comprenden los indicios
que remiten no a un acto, sino que contienen una signifi­
cación narrativa, bien referida a la historia bien a la ac­
ción de los personajes, a un nivel superior. Ejemplo de re­
latos indiciales son las novelas psicológicas. Para una
ampliación de estos conceptos véase El análisis estructu­
ral del relato en el apéndice a este epígrafe.

III. Las acciones

Se trata de establecer los agentes participantes en las acciones. Cada Como complemento del epígrafe anterior, cuyo conte­
personaje es el héroe de su propia secuencia. Greimas clasifica los persona­
jes en tanto que participan en tres grandes ejes semánticos (comunicación,
nido está indicado esquemáticamente, paso a exponer los
deseo y prueba) y los ordena por parejas conforme a esta estructura para­ puntos básicos del análisis estructural, siguiendo el méto­
digmática: Sujeto/objeto, emisor/destinatario, ayudante/oponente. do de T. Todorov y de Roland Barthes.

IV. La narración. Los aspectos del relato.


1. La lengua del relato
En el relato, en cuanto comunicación, hay un emisor y un destinatario.
Por lo tanto se establecerán los signos del narrador y los del lector a lo largo
La lengua del relato no es más que uno de los idiomas
del relato.
Sobre el emisor del relato existen tres concepciones: a) Narrador > Per­ ofrecidos a la lingüística del discurso. En la tipología del
sonaje. El narrador sabe más que el personaje. El narrador lo conoce todo: discurso se distinguen tres clases: metonímico (propio
Narrador omnisciente, b) Narrador = Personaje. Esta manera es muy fre­ del relato), metafórico (para la lírica), entimemático (dis­
cuente en la literatura moderna. El narrador sabe tanto como los persona­
curso intelectual). Por lo tanto, estructuralmente el relato
jes. Esta forma admite que el relato esté presentado en primera persona o en
tercera persona, pero siempre según la visión que de los acontecimientos tie­ participa de la frase, aunque no se puede reducir a un con­
ne un mismo personaje, c) Narrador < Personaje (visión desde fuera). El na­ junto de frases. El relato es a modo de una frase grande.
rrador sabe menos que cualquier personaje, y sólo nos describe lo que ve y En el relato, aunque los significados sean complejos, se
oye. Este punto de vista también se conoce como narrador-testigo, lo que
importa es la objetividad del relato.
encuentran agrandadas y transformadas las principales
En la segunda forma de narración puede aparecer la visión estereoscó­ categorías del verbo: tiempo, aspecto, modo y persona;
pica: cuando un mismo suceso es referido por varios personajes. igual que en la oración los sintagmas nominales se opo­
También se tendrá en cuenta si se da o no el artificio llamado «evolu­
nen a los verbales; en la tipología actancial propuesta por
ción de los aspectos del relato», que consiste en presentar la historia a través
de sus proyecciones en la conciencia del personaje.
Greimas se encuentran a través de los personajes del rela­
Los modos de relato. Se debe determinar cuáles son los modos del rela­ to las funciones elementales del análisis gramatical. Esto
to (la representación o la narración). La existencia de dos modos implica quiere decir que entre la frase y el discurso literario hay
una oposición entre la palabra de los personajes (que es el estilo directo) y la
una relación homológica. En otras palabras, en cuanto
palabra del narrador (enunciación histórica).
Nivel apreciativo. La imagen del narrador va acompañada de la imagen que la literatura se sirve del lenguaje para expresar un
del lector. Éste sólo se puede acercar al autor por medio del nivel apreciati­ mensaje participa de las propias estructuras lingüísticas.
vo. Por lo tanto, todo comentario de un relato debe terminar por la interpre­
tación moral que hace el lector.

39
38
1.1. Los niveles del sentido 2. Las funciones

En primer lugar, la lingüística proporciona al análisis


estructural del relato un concepto decisivo. Le permite co­ 2.1. La determinación de las unidades
nocer cómo un relato no es una simple suma de proposi­
ciones y clasificar la enorme masa de elementos que en­ Todo sistema es la combinación de unidades cuyas cla­
tran en la composición del relato. Este concepto es el de
ses no son conocidas; por lo tanto, lo primero que hay que
nivel de descripción. determinar en un relato narrativo es definir las unidades
Benveniste es el lingüista que mejor ha expuesto la narrativas más pequeñas. El criterio de la unidad es el
teoría de los niveles. Establece dos tipos de relaciones: sentido. Es decir, las unidades vienen dadas por el carác­
distribucionales (si las relaciones están situadas en un ter funcional de ciertos segmentos de la historia (argu­
mismo nivel), integrantes (si se sitúan de uno a otro ni­
mento): de ahí el nombre de funciones que se les ha dado
vel). Las relaciones distribucionales son insuficientes pa­
a estas primeras unidades. Desde los formalistas rusos, se
ra la interpretación del sentido, por lo tanto, el análisis entiende por unidad todo segmento de la historia que se
estructural debe enfocarse en una perspectiva jerárquica presenta como el término de una correlación. El alma de
integradora. toda función es lo que permite germinar en el relato un
T. Todorov, partiendo de los formalistas rusos, propo­
elemento que madurará más tarde sobre el mismo nivel o
ne trabajar sobre dos grandes niveles: la historia (el argu­ sobre otro nivel.
mento), que comprende una lógica de las acciones y una
¿Todo es funcional en un relato? ¿Todo, hasta el más
sintaxis de los personajes, y el discurso, que comprende el
pequeño detalle, tiene sentido? ¿Puede ser dividido todo el
tiempo, los aspectos y los modos del relato. Aproximada­ relato en unidades funcionales? Lo que está claro es que
mente, equivaldría a lo que la retórica tradicional llamaba todo el relato está hecho de funciones, y todo significa,
la dispositio y la elocutio. pues todo está estructurado.
Está claro que comprender un relato no es sólo enten­ Desde el punto de vista lingüístico la función es una uni­
der la historia, sino también reconocer los diferentes pla­ dad de contenidos, es decir, que la unidad funcional está
nos, proyectar los encadenamientos horizontales del hilo constituida por el enunciado. Ahora bien, la funcionalidad
narrativo sobre un eje implícitamente vertical, es decir, de una obra narrativa es más o menos inmediata (aparente)
pasar de un nivel a otro. según el nivel en que aparece. Cuando las unidades están si­
Generalmente los lingüistas distinguen tres niveles tuadas sobre el mismo nivel (en el caso de suspense, por
de descripción en la obra narrativa: el nivel de las fun­ ejemplo), la finalidad es muy aparente; pero lo es mucho
ciones (Propp, Bremond), el nivel de las acciones (en el menos cuando la función se sitúa sobre el nivel narrativo:
sentido que Greimas da a esta palabra cuando habla de un texto moderno, escasamente significativo en la anécdo­
los personajes como actantes) y el nivel de la narración ta, sólo encuentra sentido en el plano de la escritura.
(que equivale al nivel del discurso en terminología de Para determinar las primeras unidades narrativas, es
Todorov). entonces necesario no perder nunca de vista el carácter
funcional de los segmentos que se examinan, y tener pre­
sente que no coincidirán con las formas que damos tradi­
cionalmente a las diferentes partes del discurso narrativo:
acciones, escenas, parágrafos, diálogos, monólogos, etc., y
menos aún con las diversas clases psicológicas (conductas,
sentimientos, intenciones, motivaciones, etc.).

40 41
De la misma manera, las unidades narrativas serán la t lii’ill íi ación de relatos. Ciertos relatos son fuertemente
sustancialmente independientes de las unidades lingüísti­ liltn límales (los cuentos populares), y, en cambio, otros
son iiiili< íales (las novelas psicológicas), y entre estos dos
cas; podrán coincidir ocasionalmente, pero no sistemáti­
polos hay una serie de formas intermedias.
camente. Las funciones estarán representadas ya por uni­
* li i las funciones constituyen verdaderas bisagras del
dades superiores a la oración (desde grupos de oraciones
hasta la obra entera), o inferiores (el sintagma, la palabra, reía! 1111 ile un fragmento; otras sólo rellenan el espacio na-
e incluso ciertos elementos de la palabra). Ciertas unida­ ri rtllviM|tie separa dos funciones bisagras. Las primeras se
des funcionales que son inferiores a la oración pueden llNlnau funciones cardinales o núcleos y las segundas, ca-
tiillslV
desbordar el nivel denotativo al que pertenecen, precisa­
l'ara que una función sea cardinal, es suficiente que la
mente por su valor connotativo.
acción a la que se refiere abra una alternativa consecuen-
le | ni i ,i la continuación de la historia. Entre dos funciones
i ai (hílales es posible introducir notaciones subsidiarias
2.2. Clases de unidades
eri lumo de un núcleo o de otro.
Estas unidades funcionales deben encuadrarse en un Las catálisis no son más que unidades consecutivas;
pequeño número de clases formales. De modo que es ne­ niliml i as que las funciones cardinales son a la vez conse-
cesario de nuevo considerar los diferentes niveles de sen­ eiith as y consecuentes. Éstas constituyen los momentos
tido: ciertas unidades tienen por correlatos unidades del ¡lilamente significativos del relato, de tensión; entre estos
mismo nivel; y al contrario, otras veces, hay que pasar a intuios de alternativa, las catálisis disponen otras zonas,
otro nivel. De ahí que sea necesario distinguir dos grandes iltf iiei'uridad, de reposo, de lujo, pero estas zonas no son
i i lu I lies, sino que despiertan la tensión semántica del dis-
clases de funciones: distribucionales e integrantes. Las pri­
meras corresponden a las funciones de Propp y de Bre- etn si i, usando la terminología de Jakobson, diríamos que
mond, y a éstas les reservamos el nombre propiamente di­ In luí a ión constante de la catálisis es una función fáctica:
cho de funciones (por ejemplo, la compra de un revólver piles mantiene el contacto entre el narrador y la narrativa.
tiene por correlato el momento en que se va a hacer uso de Aiii i i uno no se puede suprimir un núcleo sin alterar el dis-
i iii si i, lampoco se puede suprimir una catálisis sin alterar
él). La segunda clase de unidades, integrantes, comprende
el discurso.
todos los indicios; la unidad envía no a un acto comple­
mentario y consecuente, sino a un concepto más o menos Ki specto a la segunda clase de unidades narrativas
(los indicios), clase integrante, sólo pueden completarse
difuso, necesario, sin embargo, para el sentido de la histo­
ria: indicios que caracterizan a los personajes, informati­ en el nivel de los personajes o de la narración; forman par­
le de una relación paramétrica (es decir son un elemento
vos relativos a su identidad, notaciones de atmósfera, etc.
Para comprender para qué sirve una notación indicial hay constante en un episodio, en un personaje o en una obra
que pasar a un nivel superior (acciones de los personajes cillera). Pueden distinguirse indicios propiamente dichos
o narración) porque es solamente allí donde aparece el de­ <|Ur remiten a un carácter, a un sentimiento, a una atmós-
lui a, a una filosofía, e informaciones, que sirven para iden-
senlace del indicio. Los indicios, por la naturaleza vertical
I ll li ai, para situar en el tiempo y en el espacio.
de sus relaciones, son unidades verdaderamente semánti­
cas, porque, al contrario de las funciones propiamente di­ I ,< >s indicios tienen siempre significados implícitos; los
chas, remiten a un significado, no a una operación. El al­ in/m mantés, no; éstos son datos inmediatamente signifi-
cance de los indicios va más lejos, es paradigmático; en ( antes. Su funcionalidad, como las de las catálisis, es es-
i usa, pero no nula.
cambio, el de las funciones es sintagmático.
Estas dos grandes unidades nos permiten ya una cier- Pol lo tanto, núcleos y catálisis, indicios e informantes,

42 43
son las primeras clases en que se pueden dividir las uni­ minos ya no tiene consecuente. La secuencia es siempre
dades de nivel funcional. Ahora bien, una unidad puede nombrable: la lógica cerrada que estructura una secuen­
pertenecer a dos clases diferentes; algunas pueden ser cia está individualmente ligada a su nombre.
mixtas. Las catálisis, los indicios y los informantes tienen La secuencia constituye una unidad nueva, presta a
un carácter en común: que son expansiones con relación a funcionar como término de otra secuencia más amplia. Se
los núcleos. podrían denominar micro-secuencias aquellas que for­
man el grano más fino del tejido narrativo, y que se englo­
ban en una secuencia más amplia. De esta forma el relato
2.3. La sintaxis funcional aparece estructurado de las más pequeñas matrices a las
más grandes funciones. Se trata de una jerarquía que per­
¿Cuáles son las reglas de la combinatoria funcional? manece dentro del nivel funcional; solamente cuando el
Los informantes y los indicios pueden combinarse libre­ relato ha podido ser agrandado poco a poco es cuando se
mente entre ellos. Una relación de implicación simple considera terminado el análisis funcional que da paso al
une las catálisis y los núcleos: una catálisis implica nece­ análisis del nivel siguiente: el de las acciones. Una secuen­
sariamente la existencia de una función cardinal con la cia implica otra y esta implicación sólo puede cesar en el
que se relaciona. En cuanto a las relaciones cardinales, es interior de una obra por un fenómeno de ruptura radical
una relación de solidaridad que las une: una función obli­ en el caso de que los bloques estancos (stemmas) que la
ga a otra. componen, en alguna manera sean recuperados en el nivel
¿Hay detrás del tiempo del relato una lógica intempo­ superior de las acciones, es decir, de los personajes. Puede
ral? Ya Aristóteles atribuía la primacía a la lógica sobre lo ser que un relato se componga de episodios independien­
cronológico. Y esto es lo que hacen los críticos actuales tes a nivel funcional, pero puede existir una relación ac-
(Lévi-Strauss, Greimas, Todorov). El análisis actual tien­ tancial, si los personajes son los mismos. Y así la épica o el
de a descronologizar el continuo narrativo. Lo importan­ teatro de Brecht son relatos rotos a nivel funcional pero
te es llegar a dar una descripción estructural de la ilusión unitarios a nivel actancial.
cronológica. Desde el punto de vista del relato, lo que en­
tendemos por tiempo no existe, o al menos sólo existe
funcionalmente como elemento de un sistema semiótico: 3. Las acciones
el tiempo no pertenece al discurso propiamente dicho, si­
no al referente; el relato y la lengua sólo conocen el tiem­ Ya Aristóteles consideraba como noción secundaria la
po semiológico; el tiempo verdadero es una ilusión refe- noción de personaje, enteramente sometida a la noción de
rencial. acción. El personaje no era más que el agente de una ac­
Hay que tener presente que las funciones núcleos sólo ción, pero con el tiempo tomó una consistencia psicológi­
pueden ser determinadas por la naturaleza de sus relacio­ ca y vino a ser un individuo.
nes. La cobertura funcional del relato impone una organi­ El análisis estructural se muestra reacio a tratar los
zación de repetición cuya unidad base no puede ser más personajes como una esencia, y así Propp los reducía a
que un pequeño grupo de funciones, que reciben el nom­ una tipología simple fundada, no sobre la psicología, sino
bre de secuencia. sobre la unidad de las acciones presentes en el relato. Des­
Una secuencia es una continuación lógica de los nú­ de Propp, el personaje no cesa de imponer al análisis es­
cleos, unidos entre ellos por una relación de solidaridad. tructural del relato el mismo problema: los actantes for­
La secuencia se abre cuando uno de sus términos no tiene man un plan de descripción necesaria, fuera del cual las
antecedente solidario y se cierra cuando otro de sus tér­ pequeñas acciones referidas dejan de ser inteligibles, de

44
manera que se puede decir que no existe relato alguno sin 5
personajes, o al menos sin agentes. El análisis estructural, EXPLICACIÓN DE UN TEXTO DRAMÁTICO
preocupado en no definir el personaje en términos de
esencias psicológicas, se ha esforzado en definirlo no co­
mo un ser sino como un participante. Y así para Bre-
mond, cada personaje puede ser el agente de secuencias
de acciones que le son propias (fraude, seducción); cuan­
do una secuencia implica dos personajes (que es el caso
normal), la secuencia comporta dos perspectivas; en su­
ma, cada personaje es el héroe de su propia secuencia.
T. Todorov parte de los personajes del relato, no por lo
que son, sino por lo que hacen (de ahí su nombre de actan-
tes) en tanto que participan en tres grandes ejes semánti­
cos, que son la comunicación, el deseo y la prueba; como
esta participación se ordena por parejas, el enorme mun­ El teatro presenta unas características estructurales
do de personajes queda sometido a una estructura para­ que exigen un método de interpretación diferente al de los
digmática (Sujeto/Objeto, Emisor/Destinatario, Ayudan­ otros géneros literarios. Las piezas dramáticas han de es­
te/Oponente), proyectado a lo largo del relato; y como el tudiarse tanto en la estructura interna como en la externa;
actante define una clase, puede acrecentarse con actores y como están hechas para ser representadas contienen
diferentes. una técnica teatral que debe formar parte de su estudio.
Estas tres concepciones tienen muchos puntos en co­ Dentro de la historia del teatro son escasas las obras es­
mún. El principal es definir el personaje por su participa­ critas solamente para la lectura, como la Celestina o el
ción en una esfera de acciones, siendo estas esferas poco Fausto de Goethe. Por lo tanto se debe enfocar la explica­
numerosas, típicas y clasificables. Hay que repetir que no ción de las piezas teatrales sin disociar unos elementos de
se debe entender la palabra acciones en el sentido de pe­ los otros y sin prescindir de los recursos propiamente tea­
queños actos que forman el tejido del primer nivel, sino en trales.
el sentido de las grandes articulaciones de la praxis (de­ Por otra parte, el teatro es el más social de los géneros
sear, comunicar, luchar). literarios por varios motivos: por sus orígenes el teatro es­
taría vinculado a los rituales de la religión griega. Y así
Aristóteles hace derivar la comedia del himno en honor
del falo, al que se le atribuía carácter divino; y la tragedia
estaba relacionada con los ritos en honor a Baco. Además,
el teatro refleja acontecimientos y hechos vivos, idearios y
actitudes propios de una nación. Como decía Víctor Hu­
go, el teatro es la síntesis de la vida. Su carácter social
también queda resaltado por el hecho de que el autor
cuenta con la colaboración del público en cuanto que éste
admite unos supuestos necesarios para que pueda darse lo
convencional teatral. Los espectadores se convierten en
elemento importante en el momento de la representación
escénica, participando en la acción y colaborando con el

47
director de escena, supliendo con su imaginación las limi­ tructura dramática: los antecedentes de la acción, el pro­
taciones de la escenificación, asistiendo o rechazando el ceso de la exposición, los factores que crean suspense y
planteamiento de un problema. Y así en la representación que culminan en el clímax, los factores retardantes, así co­
escénica de una comedia el director necesita de la colabo­ mo el hilo principal de la acción y los cuadros secundarios.
ración inteligente del público para que los supuestos so­ La palabra acción designa el conjunto de la pieza, que
bre los que se basa la comicidad puedan hallar un desa­ constituye un todo. La acción, aunque es una, se divide
rrollo favorable. De modo que el esquema de la pieza en actos, los actos en escenas, las escenas en situaciones.
teatral es el siguiente: Autor —» Actores (Representación) Los actos y las escenas están indicados por el autor; las si­
—> Espectadores. tuaciones, en cambio, tienen que ser discernidas por el
mismo espectador a partir del desarrollo del lenguaje
dramático.
1. La estructura externa Una pieza se compone de elementos estáticos, que
constituyen el relato, y de elementos dinámicos, que hacen
Los principales elementos de la estructuración externa que la acción nunca deje de progresar. El estudio estilísti­
son las escenas y los actos. Las entradas y salidas de los co deberá mostrar la coexistencia de estos dos elementos.
personajes son las que marcan el principio o el fin de una Un problema fundamental es saber cuáles son las re­
escena. La función de la escena es puramente externa, un laciones entre las escenas y las situaciones, porque los
medio de fragmentación. En cambio, el acto posee más límites a veces son imprecisos. Algunos críticos han intro­
importancia dentro de la acción del drama, aunque anti­ ducido la noción de movimiento, como principio de delimi­
guamente indicaba una parte del drama representada en tación. Cada movimiento se justificaría por la unidad del
un lugar. La división en actos es un problema antiguo que problema planteado o por la presencia constante del per­
los teóricos del Renacimiento trataron de resolver. Gene­ sonaje. Son muy diversos los medios de que dispone el
ralmente el número de actos oscila entre cinco y tres. El autor para el desarrollo y tratamiento de las escenas de
drama español prefiere la división en tres actos, mientras situación (palabras y expresiones significativas y rele­
que el francés lo presentó dividido en cinco actos. Los ac­ vantes, gestos o movimientos fuertes, silencios, etc.). El
tos, además de poseer una función en la estructuración análisis estilístico debe dar razón de todos estos procedi­
externa del drama, constituyen también un elemento de la mientos.
acción dramática, correspondiéndose con las unidades in­ También se debe justificar cómo se articulan unas par­
ternas. Y así la división en tres actos conviene al esquema tes con otras, si la estructura es rígida, cerrada o abierta,
de presentación, conflicto y desenlace; mientras que la di­ de qué elementos se vale el autor para marcar unos esta­
visión en cinco actos conviene al análisis de la acción dra­ dos de otros, unas escenas de otras y unas situaciones de
mática en exposición, intensificación, clímax, declinación otras.
y desenlace. En el análisis del drama se debe tener presente que to­
dos los elementos de la acción contribuyen al proceso de
la tensión dramática. En el drama todo está ordenado a lo
2. La estructuración de la acción que va a suceder, por lo tanto, todo es tensión: tensión en
los hechos, tensión en el escenario, tensión en las actitu­
La explicación de una obra de teatro exige penetrar en des de los personajes.
la profundidad del proceso creador, es decir, en el análisis La estructura dramática cambia en función del ele­
de la estructuración de la pieza. Por ello, el espectador o el mento predominante en cada drama. Los elementos fun­
lector deben conocer los elementos determinantes de la es­ damentales sobre los que puede estar organizado el dra­

48 49
ma son el suceso, el espacio y el personaje. Aquí la acción bemos distinguir dos planos textuales: a) el texto dramáti­
está por encima de los personajes y es el elemento que or­ co fundamental de la acción dialogada susceptible de ser
ganiza el principio, el medio y el fin del drama. El aconte­ leída o representada; b) el texto dramático subsidiario,
cimiento es de naturaleza trágica, de ahí que la tensión que viene dado por el lenguaje de las didascalias, que son
hacia la catástrofe inspira los efectos de compasión y mie­ segmentos extratextuales que indican los gestos o movi­
do. Todos los aspectos del drama de acción llevan necesa­ mientos visibles que acompañan a las réplicas, y sirven
riamente a lo inevitable, a un fin de ruina. para orientar a los directores y técnicos de la representa­
Aristóteles dice que el drama implica necesidad. En el ción escénica. Es un lenguaje de indicaciones, de orde­
drama trágico tanto los personajes como el tiempo y el es­ nanzas, pero en algunos casos posee una función relevan­
pacio, los presentimientos y los presagios están confor­ te, poética, como es el caso de las acotaciones del teatro de
mados por el suceso que lleva a la catástrofe. Valle-Inclán.
Si predomina el personaje, tenemos el drama del per­ Para la ampliación del estudio del lenguaje teatral
sonaje que concentra la atención en el análisis del perso­ véase el libro que se indica abajo.'
naje, y de éste deriva la unidad de la pieza. El drama
llamado de espacio se caracteriza por sucederse unos es­
cenarios a otros enlazados por medio del personaje prin­ 3.1. Elementos verbales: El encadenamiento
cipal.
Las principales diferencias de lo cómico con lo dramá­ Es imposible hacer un comentario en este esquema de
tico residen en el lenguaje (explotación de los rasgos lin­ todos los elementos verbales que diferencian un texto dra­
güísticos creadores de comicidad o de expresividad) y en mático. Haría falta un volumen. Nos limitaremos a hacer
el final de la tensión. La comedia de sucesos es la que pre­ algunas observaciones sobre el encadenamiento.
senta una estructuración más propia a la comicidad. Esta Tanto Lope de Vega como Molière creían que la princi­
se deriva fundamentalmente del azar de las situaciones; pal regla del teatro era agradar. Por agradar se entiende
en especial en la comedia de intriga. En cambio, la come­ llegar a conmover, hacer reír, interesar, actuar eficazmen­
dia de costumbres contiene una comicidad próxima de lo te sobre el público.
agresivo y de lo satírico. Un diálogo dramático para ser eficaz debe poseer estas
cualidades: un buen encadenamiento, la concentración de
efectos, la unidad de tono y el ritmo.
3. El lenguaje teatral De todas estas características, el encadenamiento es la
más importante. La noción de encadenamiento quiere de­
Por lo que hemos dicho en otros apartados, la obra de cir que un diálogo dramático es una serie de réplicas fuer­
teatro no consiste sólo en el texto dramático, sino que es temente dependientes unas de otras. El valor estético del
un complejo de pluralidad de códigos que exigen un estu­ diálogo dramático será más eficaz si está bien encadena­
dio específico. do. Son muchos los elementos que favorecen el encadena­
La cuestión del lenguaje debe plantearse en toda su miento. Una acción intensa, una situación dramática y el
complejidad. Para ello hay que distinguir entre lenguaje tiempo intensamente vivido por los personajes y el públi­
verbal propiamente dicho y lenguaje paraverbal. co dan ciertamente fuerza dramática al diálogo y pueden
El lenguaje verbal es el que determina la esencia y el suplir la deficiencia del encadenamiento. La decoración
desarrollo de una acción. Tanto el contenido como los re­ visual y los efectos sonoros pueden también ayudar a la
cursos expresivos del texto dramático pueden ser analiza­
dos como cualquier otro código verbal literario. Pero de­ 1. P. Larthomas, Le langage dramatique, PUF, 1980.

50 51
cohesión del diálogo. Pero cuando hablamos de encadena­ corta del pensamiento que produce sorpresa en el espec­
miento nos referimos esencialmente a los elementos enca­ tador. En este sentido el aparte, al igual que el monólogo,
denados que se suceden en el tiempo: las palabras, los ges­ sirve para conocer a un personaje desde el interior o es­
tos o movimientos y los silencios. Una enumeración clarecer su psicología. El aparte, como quedó indicado, ha
detallada de todos estos factores de cohesión sería muy de ser escaso de palabras y sutil de pensamiento.
larga y se desviaría de la intención de este esquema, pero También podría incluirse en este apartado la canción
pueden verse aplicados en el comentario de El Burlador de del teatro clásico español. Su función era la de anticipar, a
Sevilla (capítulo VI de la Segunda Parte). modo de secuencia expresiva, un momento culminante de
la acción. Pero no solía afectar al desarrollo de la acción,
sino que, generalmente, cumplía la función de no dejar el
3.2. El monólogo y el aparte escenario vacío.

Se denomina monólogo dramático al momento de la


escena en que un personaje habla consigo mismo o se di­ 3.3. Los elementos paraverbales
rige, como en el apostrofe, a un ser ausente. El monólogo
es fundamentalmente pensamiento exteriorizado, y nos Como quedó dicho, la obra dramática fue escrita para
permite conocer al personaje desde el interior. Sin embar­ ser representada; por lo tanto, lo específico de la pieza dra­
go, el monólogo, en cuanto que no es palabra dialogada, mática está en la teatralidad, en el espectáculo de la repre­
no cumple la función principal de la comunicación; por lo sentación, que consiste en convertir el texto dramático en
tanto es una forma convencional. El monólogo general­ texto teatral. Pero esta conversión o realización puede al­
mente aparece en los momentos críticos de la obra, bien terar o modificar gravemente el texto dramático según el
para marcar un momento esencial de la acción, bien para concepto que tenga de la teatralidad el director de escena.
atraer la atención sobre la gravedad que amenaza al hé­ Con la revolución teatral que parte de Antonin Artaud el
roe. Esta es la función propiamente dramática del monó­ texto dramático queda subordinado a la puesta en escena.
logo: un elemento del desarrollo de la acción. El lenguaje de la teatralidad se caracteriza por una
Fue Shakespeare el que supo conseguir profundos pluralidad de códigos (visuales, auditivos, poéticos) que el
efectos con el empleo de este recurso, por ejemplo en espectador percibe simultáneamente y que, juntamente
Hamlet. Otra variedad es el monólogo épico, que es a mo­ con la expresión verbal dialogada, constituyen el encanta­
do de prólogo para informar a los espectadores de hechos miento teatral.
no representados. El monólogo lírico tiene como función
esencial permitir la expresión lírica del sentimiento.
El aparte es otro elemento particular del lenguaje dra­ 3.3.1. Los signos auditivos
mático. Se caracteriza por ser un pequeño discurso que
dice para sí mismo un actor en presencia de otro, pero su­ La palabra: El propósito de todo autor dramático es
poniendo que éste no le oye. hacer hablar a sus personajes, como si fuera verdad. Cual­
Los apartes, aunque van insertos en el diálogo y son quier obra teatral se define por medio de la palabra dialo­
medio de encadenamiento, tienen un carácter artificial; gada. Pero el teatro contemporáneo se caracteriza, entre
por eso, muchos autores clásicos no los admitían. Hay que otros factores, por desarrollar todas las posibilidades ex­
distinguir los falsos apartes, en los que el actor se dirige al pansivas de la palabra, tanto en el plano denotativo como
público, y que cada vez son más raros, de lo que en princi­ en el connotativo.
pio se entiende por aparte, es decir, una manifestación La entonación es una de las expansiones semiológicas

52 53
teatrales de la palabra que más importancia tiene en el marcar diferencias sociales, profesionales, costumbristas,
teatro. Un buen declamador sabe arrancarle a la palabra de edad, etc.
muchas posibilidades de matices que en la escena engen­ La iluminación es un elemento material auxiliar del
dran valores significativos. decorado y de la escena que el teatro contemporáneo sabe
La decoración sonora: La música y los ruidos. El teatro, aprovechar en todas sus posibilidades expresivas.
en cuanto espectáculo total de todas las artes, también re­ La pieza teatral también está en dependencia del deco­
curre a la música. En el teatro clásico tenía mucha impor­ rado teatral. El siglo xx transformó completamente el es­
tancia (las loas, los bailes, las canciones, etc.). En el teatro cenario tradicional. Craig puede servir de referencia a mu­
contemporáneo la música se emplea como signo paratex- chas experiencias llevadas a cabo. Ha propuesto la escena
tual de diversas posibilidades de utilización: para comple­ arquitectónica hecha de volúmenes y planos, y ha dado a
tar la ambientación de una época, para subrayar la im­ la luz su pleno valor plástico. No dudó en combinar lí­
portancia o lo patético de una situación, para anticipar neas, colores, gestos, palabras y movimientos con vistas a
diversos momentos de tensión en el drama, para marcar crear el sortilegio teatral. Stanislavski sobrepasó el natu­
la entrada en escena de un personaje, para sugerir efectos ralismo escénico y buscó lo invisible a través de la interio­
especiales exigidos por el drama, etc. rización, aunque más tarde se acomodó más a lo político
Los ruidos en el teatro son significativos e incluso que a lo artístico, siguiendo la dirección del llamado rea­
pueden ser simbólicos. Sus funciones son muy variadas. lismo socialista. Piscator lleva al espectáculo teatral las in­
novaciones técnicas más atrevidas, y preconiza el teatro
épico. Arte, técnica y revolución son partes de un mismo
3.3.2. Los signos visuales conjunto. Sin embargo, su técnica sigue siendo un realis­
mo enriquecido a través de las aportaciones técnicas más
La mímica es un signo denominado cinésico que atrevidas.
acompaña a la experiencia verbal del actor. Éste no se va­ El teatro expresionista hizo grandes aportaciones en el
le sólo de las palabras para comunicarse, sino también de campo de la escenificación y de la utilización de los recur­
los gestos del rostro, que en las escuelas de arte dramático sos escénicos. Reacciona contra el ilusionismo del natura­
se estudian como un sistema de signos. Las máscaras y el lismo y contra la tendencia por lo decorativo del impre­
maquillaje forman parte de la expresión del rostro, por lo sionismo. Los directores de escena del expresionismo se
tanto, de la mímica. Como es sabido, en el teatro clásico valen de signos sugestivos tanto para el decorado, reduci­
griego las máscaras expresaban distintos sentimientos. do a sus elementos mínimos, como para los trajes, la luz y
Las máscaras en la commedia dell’arte poseen una función los colores, que ya no copian de lo real. Se liberan así de
principal caracterizadora de la fisonomía de un personaje toda la arquitectura teatral que los naturalistas considera­
convencional. ban necesaria para producir la ilusión de lo real.
Los gestos y movimientos son elementos esenciales del
lenguaje dramático. Son signos espacio-temporales rele­
vantes que completan la escenificación visual. Jean-Louis
Barrault dice: «El arte del actor se compone a la vez del ar­
te del gesto y del arte de la palabra». Las deficiencias del
decorado pueden suplirse por medio de gestos y movi­
mientos.
Los trajes constituyen también signos paratextuales
bien para completar el ambiente de una época, bien para

54 55
Segunda Parte

PRÁCTICA DEL COMENTARIO:


ANÁLISIS ESTILÍSTICOS
1
PÍO BAROJA,
EL ÁRBOL DE LA CIENCIA

Texto:

Un año, próximamente, después de casados, Lulú se pu­


so algo enferma; estaba distraída, melancólica, preocupada.
«¿Qué le pasa? ¿Qué tiene?», se preguntaba Andrés con
inquietud.
Pasó aquella racha de tristeza, pero al poco tiempo
volvió de nuevo con más fuerza; los ojos de Lulú estaban
velados; en su rostro se notaban señales de haber llorado.
Andrés, preocupado, hacía esfuerzos para parecer dis­
traído; pero llegó un momento en que le fue imposible fin­
gir que no se daba cuenta del estado de su mujer.
Una noche le preguntó lo que ocurría, y ella, abrazán­
dose a su cuello, le hizo tímidamente la confesión de lo
que pasaba.
Era lo que temía Andrés. La tristeza de no tener el hi­
jo, la sospecha de que su marido no quería tenerlo, hacía
llorar a Lulú a lágrima viva, con el corazón hinchado por
la pena.
¿Qué actitud tomar ante un dolor semejante? ¿Cómo
decir a aquella mujer que él se consideraba como un pro­
ducto envenenado y podrido, que no debía tener descen­
dencia?
Andrés intentó consolarla, explicarse... Era imposible.
Lulú lloraba, le abrazaba, le besaba con la cara llena de lá­
grimas.
—¡Sea lo que sea! — murmuró Andrés.

Pío Baroja, El árbol de la ciencia (O.C., t. II, pág. 566,


Ed. Biblioteca Nueva, Madrid, 1974).
1. Comentario psicoanalítico 2. Comentario semántico

Este fragmento trata del primer conflicto grave en las


relaciones matrimoniales de Andrés y Lulú. El desacuerdo 2.1. Nivel léxico-semántico
desencadena una profunda depresión espiritual en Andrés,
que había creído que, casándose con Lulú, «una mujer ce­ Excepto la precisión circunstancial del comienzo (un
rebral, sin fuerza orgánica y sin sensualidad», sus pensa­ año, próximamente, después de casados) que nos permite
mientos atormentados y nihilistas desaparecerían. Poseído circunscribir los hechos en el transcurso de la acción na­
de esta confianza que le inspiraba Lulú, contrajo matrimo­ rrativa, el texto carece de notaciones sobre la realidad con­
nio, aunque sabía que casarse quería decir someterse. creta en la que se enmarca la historia, pues debemos con­
Andrés era un neurasténico e hipocondríaco; Lulú tenía siderar las numerosas precisiones descriptivas sobre el
algo de histérica. Las consideraciones de su tío Iturrioz in­ aspecto físico de Lulú (los ojos... estaban velados; en su
fluyeron en su decisión de renunciar al instinto de procrea­ rostro se notaban señales de haber llorado; hacía llorar a Lu­
ción ante el temor de una prole enfermiza. Pero el instinto es lú a lágrima viva, con el corazón hinchado por la pena; con
más fuerte que la reflexión intelectual, y Lulú aunque se da la cara llena de lágrimas) como una manifestación del dolor
cuenta de la estratagema de Andrés, cooperará en los fines de provocado por el grave desacuerdo matrimonial. Por eso,
la Naturaleza. La armonía matrimonial, que ya duraba varios en el texto se manifiesta una oposición lexical que eviden­
meses, no tarda en convertirse en amenazante disonancia. cia, por una parte, la desesperación de Lulú, y, por otra, la
No percibiendo a su alrededor más que miserias mora­ inquietud de Andrés. La depresión de ella estaba motivada
les, por temor a ser invadido por este ambiente, Andrés por la amenaza de verse frustrada en su legítima ilusión de
abandona toda relación social por una vida profunda com­ ser madre, y la preocupación de él sólo puede imputarse a
partida con su mujer, e incluso renuncia a la plaza de médi­ su nihilista disposición mental (él se consideraba como un
co de Higiene por un trabajo cotidiano y oscuro. Su inteli­ producto envenenado y podrido, que no debía tener descen­
gencia es de primer orden. Lúcido y atormentado, se bate dencia). Pero esta diversa manifestación léxica presenta
contra lo que hay de vulgar y convencional en el matrimo­ una homogeneidad semántica a través de vocablos abs­
nio. Pero advierte que su esfuerzo es inútil. A medida que tractos que significan sufrimiento moral (melancólica, preo­
transcurría el tiempo del embarazo, las voliciones y reaccio­ cupada, inquietud, tristeza, preocupado, temía, tristeza, pe­
nes de Lulú le sugerían que no era una mujer completamen­ na, dolor, producto envenenado y podrido) de vocablos más
te distinta de las otras. Las primeras inquietudes asoman concretos que expresan dolor físico (enferma, ojos (...) ve­
después de un oasis de felicidad íntima. El pensamiento de lados, señales de haber llorado, hacía llorar, a lágrima viva,
que él, que se consideraba «como un producto envenenado lloraba, cara llena de lágrimas). El vocabulario pertenece,
y podrido», iba a tener un hijo, y las condiciones interiores pues, al registro emotivo-afectivo y al registro moral.
de Lulú que la hacían celosa y egoísta, acababan con el equi­ Aunque el quiasmo distraída, preocupada/preocupado,
librio adquirido en los últimos meses, y estaba persuadido distraído pone en evidencia la homogeneidad semántica a
de que eran signos evidentes de un fatal destino, como se de­ la que antes nos referimos, podría expresar también dis­
duce de la frase que pronuncia Andrés, y que pone fin a la cordancia, que es el tema del texto. Las siguientes frases
primera querella grave entre los esposos: «—¡Sea lo que claves: la tristeza de no tener el hijo, la sospecha de que su
sea!». Sin embargo, a pesar de haberse desvanecido aparen­ marido no quería tenerlo se refieren al conflicto y a la dis­
temente la nube, la nueva situación del matrimonio cam­ cordia en el fin matrimonial.
biaba profundamente la intención con que Andrés lo había En los términos en que se describe el comportamiento
contraído. Este primer conflicto fue fatal para él. de Lulú interviene claramente el efecto de dramatización

60 61
(ella, abrazándose a su cuello, le hizo tímidamente la confe­ buye la expresión metafórica: los ojos (...) velados. Incluso la
sión), especialmente en las proposiciones breves yuxta­ declaración que Lulú hace a su marido está representada en
puestas (lloraba, le abrazaba, le besaba con la cara llena de lá­ términos comedidos (le hizo tímidamente la confesión). A
grimas). En cambio, los vocablos que se refieren a la partir de aquí, los signos de intensificación toman más relie­
conducta de Andrés expresan, al principio, extrañeza (¿Qué ve, y las palabras refieren con más fuerza el momento crucial
le pasa? ¿Qué tiene?), inquietud (preocupado, hacía esfuer­ de la discordia (temía, tristeza, sospecha, hacía llorar a Lulú,
zos para parecer distraído), y luego, reflexión y patetismo a lágrima viva, con el corazón hinchado por la pena). Pero, a
(¿Qué actitud tomar ante un dolor semejante?, él se conside­ pesar de la vehemencia que se manifiesta en estos términos,
especialmente en el circunstancial modal a lágrima viva y en
raba como un producto envenenado y podrido, que no debía
la expresión metafórica con el corazón hinchado por la pena,
tener descendencia). Estas consideraciones axiológicas do­
no dejan de pertenecer al paradigma de la moderación. Aun
tan al texto de una significación trágica al verse dominadas
en el comportamiento más desesperado es perceptible la re­
por el impulso de procreación. Convencido Andrés de que
lación afectiva, como lo indica esta secuencia jalonada de
sus esfuerzos de reflexión eran inútiles ante la fuerza con
tres verbos yuxtapuestos de intensidad creciente (lloraba, le
que se manifestaba el instinto de la especie en Lulú, se de­
abrazaba, le besaba, con la cara llena de lágrimas) en el último
cide por la resignación, lo que corrobora la frase ¡Sea lo que
de los cuales un complemento circunstancial seguido de un
sea!, que hace presentir un fatal destino.
complemento del nombre concurre a la intensificación.
Aunque el texto narra un grave conflicto originado por La insistencia de qué en las dos interrogativas delibe­
dos conductas opuestas (lo instintivo frente a la racionalidad, rativas (¿Qué le pasa? ¿Qué tiene?) da mayor intensidad al
las razones del corazón frente a las del pensamiento), el vo­ discurso reflexivo en estilo directo y al que se entrega An­
cabulario se caracteriza por la sobriedad y la exactitud, tanto drés, como respuesta al mal que aqueja a Lulú. En este
en el lenguaje afectivo como en el lenguaje de la racionalidad. efecto, también interviene la interpretación del narrador
por medio del circunstancial modal con inquietud.
Andrés no responde agriamente a los reproches de Lu­
2.2. Significación emotiva de las palabras lú. Hay reciprocidad en ambos comportamientos. Pero la
reconciliación, por parte de Lulú, se produce con las lá­
Por este motivo de sobriedad expresiva el autor evita grimas; por parte de Andrés, con la reflexión.
caer en la profusidad verbal, tan frecuente en la narración de En las dos interrogativas deliberativas de la interpre­
las relaciones amorosas que se deterioran irremediablemen­ tación narrativa es reconocible el pensamiento de Andrés.
te. Por otra parte, su tendencia a la moderación hace que los Las conclusiones que se deducen del análisis le distancian
comportamientos de los personajes no se expresen con vio­ intelectualmente de Lulú. El patetismo de las interroga­
lencia. Aun en el momento de más tensión los personajes ex­ ciones retóricas toma pleno relieve por medio del adjetivo
presan sus penas y quejas sin herirse mutuamente, sin de­ interrogativo qué y del adverbio modal cómo. Concurre
sencadenar una situación irreparable en el matrimonio. El también a este efecto de intensificación emotiva la pareja
llanto que se eleva del corazón de Lulú lleva una pena sofo­ de vocablos de sentido fuerte utilizados en la compara­
cada, contenida y expresada con palabras que atenúan apa­ ción (envenenado y podrido).
rentemente su desgracia (algo enferma, distraída, melancóli­
ca, preocupada). A pesar del efecto intensificador de esta
acumulación asindética, adviértase cómo el adverbio algo 2.3. Las desviaciones semánticas y otras figuras
modifica cuantitativamente la significación de enferma. El
adverbio de grado más, que modifica a fuerza, refiere el re­ Aunque el control del lenguaje, la sobriedad y la econo­
crudecimiento del desgarramiento. A este propósito contri­ mía expresiva son los rasgos que caracterizan a este frag­

62 63
mentó, el narrador se vale, además de los signos de inten­ uso del imperfecto, en vez del indefinido, se pretende dar
sificación ya señalados, de algunos recursos figurados en preferencia al aspecto durativo de la acción pasada sobre
la descripción del comportamiento desesperado de Lulú, y el sentido perfectivo {Era imposible). Los demás empleos
de la meditación atormentada a que se entrega Andrés. del imperfecto que aparecen en el texto {ocurría, pasaba,
La exigencia de precisión y de claridad es perceptible, era lo que temía, quería, hacía) adquieren el valor propio
en algunos casos, en la técnica de alargamiento del enun­ del imperfecto: enunciado de los hechos presentados en su
ciado por medio de adjetivos calificativos (distraída, me­ duración. Con los verbos imperfectivos {era, temía, quería,
lancólica, preocupada; envenenado y podrido) de expansio­ se consideraba) queda acrecentado el aspecto de duración.
nes circunstanciales propias, por su modulación lexical, de En la secuencia interrogativa de estilo directo el pre­
la elocución literaria {a lágrima viva, con el corazón hin­ sente está correctamente empleado {pasa, tiene), y expre­
chado por la pena) y por medio de la acumulación asindéti- sa incertidumbre. La secuencia exclamativa {¡Sea lo que
ca de proposiciones de parecida estructura (lloraba, le sea!) se caracteriza por llevar los verbos en presente de
abrazaba, le besaba). A estas agregaciones cualificativas, subjuntivo, pero que van referidos al futuro, e incluso es
circunstanciales y preposicionales, hay que añadir la apo­ posible conmutar el verbo repetido por la forma «fuere».
sición caracterizadora (Andrés, preocupado) que es un re­ El infinitivo y el gerundio, en sus formas simples, con­
curso propio de la lengua literaria. tribuyen a expresar tensión en la simultaneidad de los he­
Todas las metáforas que aparecen en el texto están chos {parecer, fingir, consolarla, explicarse). La continuidad
orientadas hacia la tristeza de Lulú {racha de tristeza, ojos del acto de llorar guarda relación con la continuidad de la
velados, el corazón hinchado por la pena). La referencia fi­ acción que denota tener, tenerlo. También en los casos de
gurada al otro polo temático —la preocupación depresiva las interrogativas los infinitivos independientes {tomar,
de Andrés— se encuentra desarrollada en una estremece- decir) presentan mejor la acción deliberativa que las for­
dora comparación que se alarga en una pareja de adjeti­ mas conjugadas correspondientes. Por el carácter de su
vos verbales que coinciden en el tema del nihilismo {como aspecto el infinitivo es muy apto para expresar la finalidad
un producto envenenado y podrido). (para parecer).
La presentación de una acción en curso de realización
en simultaneidad con otra acción puede expresarse con­
3. Comentario morfosintáctico venientemente por medio del gerundio simple. Por ejem­
plo «ella, abrazándose a su cuello, le hizo tímidamente la
confesión». En este caso la proposición circunstancial de
3.1. Formas verbales gerundio tiene un carácter explicativo respecto al sujeto
de la proposición principal.
El pretérito perfecto simple es la forma verbal general­ En cuanto que este texto trata de analizar el motivo de
mente empleada en el desarrollo de la acción narrativa {se donde proviene el sufrimiento de Lulú, y cómo el desacuer­
puso, pasó, llegó, preguntó, hizo, intentó, murmuró). En do es consecuencia de la falsa idea que del matrimonio se ha­
cambio, el imperfecto de indicativo, de acuerdo con su ca­ bía hecho Andrés, explica que abunden los participios pasi­
rácter más estático, predomina en las descripciones {esta­ vos que expresan el resultado de un proceso o de una acción
ba, estaban, se notaban, se consideraba). Pero algunas veces sobre uno de los personajes {distraída, preocupada, velados,
en la narración propiamente dicha de los hechos se hace preocupado, distraído, hinchado, envenenado, podrido). En
uso del imperfecto, en lugar del perfecto simple, al enun­ cuanto verbo el participio puede constituir una proposición
ciar acciones que indican reiteración {se preguntaba, hacía circunstancial, como se puede ver en la construcción con
esfuerzos, lloraba, abrazaba, besaba). En algún caso con el sentido modal «Andrés, preocupado».

64 65
3.2. Sintaxis el que incide el adverbio aproximadamente, y una proposi­
ción de tiempo con el infinitivo estar omitido, que sirven
para precisar los hechos en un tiempo determinado. La
3.2.1. Comentario constatación del hecho figura mediante los elementos cen­
trales de la proposición: sujeto (Lulú) + verbo de estado (se
puso) + complemento predicativo, constituido por el grupo
Rigor y sobriedad de expresión son las principales ca­ adjetival algo (adverbio) enferma. Como se puede ver, el ad­
racterísticas en el relato de este conflicto matrimonial. Sin verbio modifica en este caso al adjetivo. La oración se com­
embargo, con la manifestación del motivo de la discordia pleta, por asíndesis, señalada con punto y coma, con la
y, sobre todo, cuando el texto adquiere un carácter reflexi­ proposición estaba distraída, melancólica, preocupada, que
vo, la sintaxis subraya la culminación del desarrollo con­ presenta una estructura parecida a la anterior, pues el su­
flictivo haciéndose algo más compleja. El predominio de jeto, aunque no va expreso, es el mismo; la variación está
las oraciones asindéticas y coordinadas y la contención en en la forma verbal del verbo atributivo. El atributo apare­
la manifestación léxica constituyen un buen ejemplo de la ce amplificado mediante acumulación de adjetivos que
prosa barojiana, que se caracteriza por la eficacia expresi­ contribuyen a la intensificación de la significación. La yux­
va con economía de medios. taposición implica aquí una relación explicativa respecto a
El relato está cortado, después de la primera oración, la proposición anterior.
por dos secuencias de estilo directo, y otra frase en estilo Las dos proposiciones de discurso directo alineadas
directo establece el final. Pero, como ya se dijo, el modo asindéticamente y en yuxtaposición respecto al verbo su­
narrativo objetivo contiene dos interrogaciones retóricas bordinante se preguntaba, no inician un diálogo, sino un
en que se desliza hacia lo reflexivo y, por lo tanto, hacia lo monólogo que descubre la inquietud de Andrés. No hay in­
subjetivo. Estos diversos modos de la narración presentan terpelaciones ni marcas de diálogo; el pronombre le y el
una diversificación morfológica y sintáctica, como vere­ verbo tiene designan a la tercera persona. Si observamos
mos a continuación. El indefinido y el imperfecto de indi­ las estructuras de las dos proposiciones, nos daremos fá­
cativo alternan en la enunciación objetiva de los hechos y cilmente cuenta de que el pronombre interrogativo qué tie­
en la descripción. Las expresiones que recogen el habla de ne una función sintáctica distinta en una y en otra: como
Andrés están en presente. Las interrogativas retóricas su­ sujeto en la primera, como complemento directo en la se­
ponen un desplazamiento hacia lo representativo. Ahora gunda. Las secuencias de discurso directo incrementan la
los hechos más que relatados parecen pensados, y tienen dramatización con el cambio de entonación. A este efecto
la apariencia de un monólogo. En contraste con la consta­ también contribuye la insistencia interrogativa con frases
tación objetiva el relato deviene una modalización inter­ equivalentes, breves y yuxtapuestas. De este modo la mor-
pretativa que delata el pensamiento pesimista del narra­ fosintaxis refuerza la noción de los anteriores lexemas (dis­
dor. La incertidumbre del conflicto se expresa mediante traída, melancólica, preocupada), y de los que manifiesten
una frase usual exclamativa con el verbo en subjuntivo. el desconcierto de Andrés (se preguntaba, con inquietud).
Para la progresión del relato se vuelve al pretérito in­
definido (pasó, volvió) y a la estructura paratáctica que es
3.2.2. Construcción de las oraciones el modo de articulación más característico del texto. Estas
dos formas verbales están explícitamente relacionadas por
El texto comienza con una oración que contiene dos la conjunción adversativa pero, que marca una oposición
proposiciones, con sujeto común, articuladas por yuxtapo­ significativa entre ellas. En la primera proposición se han
sición. Se abre con un complemento circunstancial sobre eliminado las preposiciones circunstanciales; en la segun­

66 67
da, aun siendo también de expresión sobria encontramos de complemento directo de preguntó, y la segunda en fun­
un circunstancial que indica la duración (al poco tiempo) ción de complemento del nombre de confesión. Estas pro­
y otro modal en grado comparativo que asegura la cohe­ posiciones sustantivadas, de forma simétrica, sirven tam­
sión referencial. A estas proposiciones coordinadas les si­ bién de enlace con las oraciones interrogativas en estilo
guen otras dos en yuxtaposición, pero que implican una directo, quedando así asegurada la referencia contextual.
relación de consecuencia. El núcleo del sujeto de la se­ El resto de la narración se centra en el motivo del con­
gunda (señales) desarrolla una completiva en función de flicto que da lugar al desacuerdo entre marido y mujer.
complemento del nombre. Los procedimientos sintácticos empleados refuerzan esta
La siguiente oración está más elaborada asociando por oposición matrimonial. Nunca aparece un pronombre
parasintaxis adversativa varias proposiciones. La aparición gramatical uniendo a los dos esposos, sino que las se­
del participio adjetivo al principio de frase {preocupado), en cuencias del enunciado subrayan la alternancia de los ac-
simetría antitética con distraído, tiene la intención de desta­ tantes él, ella. Por otra parte, el narrador se vale del dis­
car el estado de espíritu de Andrés, afirmando así la comu­ curso indirecto libre (línea 14-21) para expresar con más
nidad de sentimientos con un conjunto de palabras y de eficacia lo que piensa el personaje.
frases que presagian un conflicto: enferma, distraída, melan­ Los reproches de Lulú están formulados en el grupo
cólica, preocupada, racha de tristeza, (ojos) velados, haber llo­ del sujeto, que presenta dos segmentos paralelos yuxta­
rado. Para expresar la concomitancia de un modo más es­ puestos en paralelismo sintáctico e incluso semántico:
trecho entre el estado aparente (distraído) y el verdadero artículo + nombre + proposición sustantiva en infinitivo
(preocupado) se emplea el infinitivo {parecer). La sobriedad {La tristeza de no tener el h i j o ) ] artículo + nombre + pro­
sintáctica de las secuencias precedentes se complica en el posición sustantiva con verbo perifrástico en forma per­
segundo período coordinado, cuyo sujeto {un momento) de­ sonal {la sospecha de que su marido no quería tenerlo). El
sarrolla una proposición relativa que tiene como sujeto un efecto de dramatización es particularmente intenso con
infinitivo que presenta como complemento directo una pro­ la usual expresión modal «a lágrima viva», que se expan­
posición sustantiva, cuyo predicado está constituido por la siona en una imagen más poética, en que se pone de re­
frase verbal {se daba cuenta) que necesariamente lleva como lieve el complemento agente del participio hinchado (por
régimen la preposición de {de su estado) (suplemento), al la pena).
que le sigue un complemento del nombre con función de­ Las dos interrogativas deliberativas, también en discur­
terminativa {de su mujer). El desequilibrio en la despropor­ so indirecto libre, marcan el cambio del discurso narrativo
ción de volumen entre la primera proposición y la segunda al discurso reflexivo, y también el alto efecto de dramatiza­
que explica la imposibilidad de seguir aparentando tranqui­ ción. Los infinitivos tomar, decir reemplazan a las formas
lidad, anuncia una escena dramática. A excepción del cir­ personales para expresar la tensión y la perplejidad de An­
cunstancial de tiempo {una noche), que poco aporta al cua­ drés. La segunda interrogativa es una oración compleja con
dro de la historia, la única precisión concreta en la predominio de expansiones binarias: pareja de proposicio­
manifestación de la pena de Lulú la aporta la expansión cir­ nes completivas (que él se consideraba como un producto...;
cunstancial en gerundio {abrazándose a su cuello), que es que no debía tener descendencia)] pareja de adjetivos carac­
más apto para expresar la simultaneidad del abrazo y de la terizando a producto (envenenado y podrido).
confesión que una proposición subordinada con verbo en El desarrollo narrativo del último párrafo está indica­
forma personal. Estos dos circunstanciales están integrados do por la representación de dos actitudes antagónicas
en una oración compuesta por coordinación copulativa. Ca­ (Andrés intentó consolarla, Lulú lloraba). Cada una de es­
da coordinada presenta una proposición de relativo sustan­ tas dos proposiciones presenta expansiones simétricas
tivada {lo que ocurría, lo que pasaba)] la primera en función con ligeras variantes que contribuyen a expresar el grave

69
desacuerdo conyugal. Andrés intenta la reconciliación con el corazón / hinchado por la pena /
mediante el razonamiento; Lulú, mediante las lágrimas, 5 7
con tal energía que en la expresión se traduce por acu­
mulaciones simétricas de verbos (lloraba, le abrazaba, le Andrés intentó / consolarla / explicarse.
besaba), el último de los cuales se destaca por llevar un 5 4 4
segmento amplificador (con la cara llena de lágrimas).
Era imposible / Lulú lloraba / le abrazaba /
También la alternancia de los sujetos (Andrés, Lulú)
6 5 5
muestra el antagonismo de los dos actantes.
El texto termina con una expresión usual exclamativa, le besaba / con la cara / llena de lágrimas /
conclusiva (¡Sea lo que sea!). Esta frase independiente con 4 4+6
el verbo en subjuntivo expresa la resignación de Andrés an­
te la incertidumbre. Sea mantiene aquí su significado ori­
ginario de «ocurrir, suceder» y la proposición de relativo, Este recurso de la recurrencia regular ejerce un con­
que no presenta antecedente expreso, constituye su sujeto. trol, una contención del ímpetu emotivo provocado por el
desacuerdo matrimonial. Es evidente, pues, el predominio
de la cadencia menor; pero hay cadencia mayor en algu­
4. Nivel prosódico nas frases consideradas en el análisis sintáctico como ex­
pansiones o amplificaciones (con el corazón hinchado por
Predomina la entonación simétrica, excepto en las se­ la pena, con la cara llena de lágrimas, etc.) y en las interro­
cuencias interrogativas. La sobriedad de la expresión, la gativas que aparecen al final del texto, donde se explican
parataxis asindética y sindètica, y los paralelismos (bina­ las causas de la desolación íntima de Andrés. La mayor
rios y ternarios) contribuyen a la homogeneidad de los complicación sintáctica de estas oraciones, especialmen­
grupos prosódicos que van generalmente de 3 a 8 sílabas. te de la segunda, en correspondencia con la tensión paté­
Veamos algunos ejemplos más característicos: tica que el desarrollo temático adquiere en esta secuencia,
influye en que los grupos prosódicos sean de amplitud
Un año / próximamente / después de casados / creciente. Salvo en esta parte más crucial del relato, tanto
3 5 6 la sobriedad y la claridad gramatical, como la precisión
del vocabulario, dan al texto ritmo contenido y eficacia re­
Lulú se puso / algo enferma / flexiva.
5 5

estaba distraída / melancólica / preocupada.


7 5 5

La tristeza / de no tener el hijo /


4 7

la sospecha / de que su marido no quería tenerlo /


4 11

hacía llorar a Lulú / a lágrima viva /


86

70 71
2
LUIS MARTÍN SANTOS,
TIEMPO DE DESTRUCCIÓN

Texto:

Desde su observatorio pudo comprobar que algunos


caballeros de escaso pelo, mejor vestidos quizá, más grue­
sos que él, de aspecto físico que —sin razón alguna— le
parecía vagamente repulsivo, se acercaban a las mismas
que le habían rechazado un momento antes y, sin dificul­
tad alguna, bailaban primero, bebían después, las hacían
reír estruendosamente o sonreír con modestia y finalmen­
te, llevándolas del brazo (como pareja distinguida, como
matrimonio canónico, como novios formales), empren­
dían solemnemente el ascenso por las escaleras a cuyo final
estaba la calle y, apretujados en ella, infinitos automóviles
dispuestos a transportarlas al nido en todo semejante al
que él indeclinablemente estaba también dispuesto a al­
canzar. Al paso ascendente de estas parejas acompañaba
una paralela agitación de los servidores. Acudía primero el
camarero a cobrar las bebidas del señor y de la señorita.
Recibida la propina, sonreía y ayudaba a la señorita a co­
locarse la piel o lo que fuera, acercándole el bolso tras una
inclinación. Algunas —quizá profesionalmente más hábi­
les—, antes de comenzar a andar, deslizaban unos largos
guantes negros en sus brazos desnudos. Más arriba era el
portero quien echaba a un lado los pesados cortinajes y
abría la puerta y se inclinaba sonriente aunque esta vez
quizá no hubiera propina. Más arriba aún, aparecía un en­
te vestido de azul, como limpiabotas, que proponía «taxi»
y que tenía el pelo rizado, que era pequeñito y flaco y que
lanzaba una mirada codiciosa a los brazos de la casi aja-

73
monada, en la parte que quedaba libre y blanca entre man­ este cambio de táctica su aquiescencia. «¿Estás cansada?»
ga y guantes negros. «Sí, es ya muy tarde.»
Iban pasando los minutos y quizá las horas mientras Agustín dijo: «Si quieres beber algo; pero ya sabes lo
Agustín bebía prudentemente su copa de ginebra y la her­ que me queda». La mujer le miró satisfecha de su sabiduría.
mosa sala de fiestas comenzaba a vaciarse. No sólo los ca­ «¿Cómo te llamas?» «Luis», dijo Agustín.
balleros reverenciales, portando hermosas mujeres del «Bueno, vamos por esta vez; pero no creas que cobro
bracete, habían —al ir desapareciendo— hecho disminuir menos de trescientas.» Le miró, levemente perpleja. «Es que
la población masculina posiblemente competitiva, sino me has caído simpático», mintió al fin descaradamente.
que también grupos aparentemente alegres de hombres
solos y unidades aisladas se habían deslizado por su mis­
mo camino, mucho menos acompañados de saludos ni Martín-Santos, Tiempo de destrucción,
de reverencias, mucho menos abundantes en propinas. (ed. de José-Carlos Mainer,
¿Es que hay que impresionar con nuestra magnificencia Ed. Seix Barral, 1975, págs. 67-69).
incluso a la comprada compañera de una noche? ¿Qué ex­
traño tipo de relaciones sentimentales se establecerán con
ella para que sea preciso hacerla reír con chistes oportu­ 1. Comentario psicoanalítico
nos, para que sea necesario —quizá tendiendo a una ma­
yor perfección del placer erótico consecutivo— ser admi­ Antes de acercarnos al texto, conviene explicar el al­
rado por ella a expensas de la munificencia exhibida con el cance simbólico de la obra de donde hemos extraído este
personal subalterno?
fragmento. Me limitaré a anotar algunas reflexiones que
Agustín, habiendo decidido que llegado era su momen­
nos ayuden a encontrar el verdadero sentido del texto, sin
to, procedió a dar el paso decisivo. Antes de poder lograrlo
que este empeño nos desvíe del fin intrínseco del comen­
hubo de hacerse la luz en su cerebro acerca del criterio me­
diante el cual aquellas señoritas escogían y comprender la tario, que es el estudio del texto en sí. Pero es evidente que
escasa calidad de presa que él (a pesar de su virgo inco- el conocimiento de la significación profunda de la obra
rrompido) representaba en esta lucha por la vida, no cruel nos permitirá esclarecer mejor el sentido del texto, y nos
pero sí cuantitativa. Habiendo ya renunciado a exquisitas facilitará lo necesario para la dimensión de síntesis.
proporciones físicas e incluso a cálida sensualidad de ros­ Es en Tiempo de destrucción donde Martín-Santos llevó
tro, las simples piernas largas de una mujer que iba que­ más lejos el empeño de su mensaje. Lo que el autor nos ha
dando solitaria en una mesa sola, lanzando miradas alter­ dejado en esta novela inconclusa es el esfuerzo de Agustín,
nantes a su reloj supuestamente en marcha y a la escalera de la estirpe, rara en España, de Andrés Hurtado, el héroe
donde los posibles clientes ascendían, fueron motivo sufi­ barojiano de El árbol de la ciencia, por salir del aislamiento
ciente para declararla objeto deseable. Gozaba de un esco­ y de la psiconeurosis, que son las situaciones que trae con­
te tan profundo como el de la más provocativa de las idas,
sigo la vida en una sociedad caótica en la que los individuos
en el que, en un reposo palpitante, lucía un collar de perlas
de consciencia fuerte están totalmente perdidos. Yacen en
grises tan grandes como evidentemente falsas.
En el intervalo de los diez minutos últimos antes de la el fondo de esta sociedad diversos tipos de complejos (reli­
hora de clausura, Agustín puso las cosas a punto. giosos, sociales, sexuales, raciales) que llenan la conciencia
«¿Quiere usted bailar?» «No bailo.» «¿Puedo sentarme de obstáculos para el libre desenvolvimiento. El medio
con usted?» «Es ya muy tarde.» «¿Tú qué cobras?» «Yo, cuando es propicio a la desilusión y a la derrota tiene en
trescientas.» «Te doy doscientas cincuenta.» «No puedo frente a las personas de cualidades superiores. Una socie­
menos de trescientas.» «Es que no tengo más que doscien­ dad así hace estragos en tales vidas. Martín-Santos, cons­
tas sesenta.» ciente de la servidumbre que trae consigo la tiranía de los
«Estoy cansada», anunció la mujer, proclamando con complejos del pasado; se propone destruir este pesado las­

74 75
tre. De ahí el título del relato: Tiempo de destrucción, des­ didos del análisis de sus motivaciones. Por eso esperó a la
trucción de los complejos y de los mitos de la vida espa­ superación de todos los complejos, el último de los cuales
ñola, debilitadores del espíritu que hacen retornar a la es­ era de orden económico, antes de entregarse a la consu­
clavitud mental. Prisionero en una civilización llena de mación de esta experiencia, exigida no tanto por el deseo
simulacros, de temores y de frustraciones, el autor refle­ vivo de la libido, como por la necesidad de la especie y de
xiona sobre los principales hechos y hábitos de la socie­ rebelarse contra la moral represiva. La rebeldía interna es
dad española que alcanzan el valor de los mitos falsos y de el único modo de eliminar las causas de la neurosis y de la
los tabúes indubitables. Es un relato nada tranquilizador, frustración, y, como dijo A. Camus, es la condición propia
en el que se advierte la ruptura entre la sociedad y el autor, del hombre fuerte.
que selecciona unos hechos simbólicos que le permiten la Como es sabido, la moral católica prohíbe la experien­
reflexión sobre los principales elementos de que se nutre cia sexual antes del matrimonio. Esta tiranía contra natura
el comportamiento de los individuos. A través de una dis­ ha producido en los países de moral católica extravíos, an­
posición compleja, próxima a la estructura del Bildungs- gustia y el falso concepto de pecado. Martín-Santos mues­
roman, y de una expresión que se vale frecuentemente tra todo su empeño en hacer comprender que la rebelión
del estilo indirecto libre y del monólogo interior, el narra­ ponderada es el único modo de escapar de estos males de­
dor explica una serie de situaciones que marcan el largo rivados de una errónea interpretación del instinto sexual.
proceso del protagonista en la iniciación a la vida. Pero el ¿Por qué Agustín elige el prostíbulo para la primera ex­
objeto principal del autor no es contar una historia, sino periencia sexual? La sociedad, aun en los países católicos,
demostrar, a través de los comportamientos de Agustín, dándose cuenta que la castidad forzada presenta un ca­
que los valores tradicionales no resuelven los problemas rácter antinatural, permitía la prostitución de forma vela­
psicológicos, y hacen que la sociedad se vuelva más hostil da como medio de satisfacer la necesidad del instinto se­
e incompatible con la verdad. De la lectura que ha hecho xual. A falta de algo mejor, se ha aceptado ocultamente el
el crítico José Carlos Mainer se deduce que la vida de sexo de precio. Esta solución, que era generalmente, si no
Agustín estaba destinada a ser la víctima de un mundo la única posible, la más fácil para el hombre, es la que se
alienado contra el que se había rebelado. Esto hace que consentía en la sociedad española de posguerra, que es el
sea difícil separar lo propiamente narrativo de lo discursi­ contexto que se reconoce en todo lo que se escribe en
vo. En efecto, aparecen continuamente contenidos teóri­ Tiempo de destrucción. A esta situación determinada por la
cos, reflexiones y comentarios donde el autor plantea pro­ norma social, hay que añadir los complejos, en gran parte
blemas que hacen referencia a la vida caótica en la que neuróticos, que aparecen en la personalidad del persona­
caen presas las conciencias. je, tales como la misoginia, la sumisión a la mujer, la re­
La vida española reflejada en la conciencia de Agustín pugnancia hacia lo fisiológico (la grasa, el sudor y demás
tiene por objeto desenmascarar los obstáculos que, en for­ sustancias segregadas por el cuerpo humano), complejos
ma de valores tradicionales, determinan fatalmente la que representaban un obstáculo invencible para que
conducta. A la frustración infantil sucederán otros fraca­ Agustín pudiera mantener las relaciones amorosas nor­
sos hasta la derrota final. El texto que nos proponemos co­ males dentro de una moral convencional.
mentar pertenece al relato de la primera experiencia se­ A pesar de estos complejos negativos, que pueden ob­
xual completa de Agustín, que terminará en frustración. servarse en gran parte en los tres primeros capítulos y en
En esta decisión de experimentar el goce sexual, el autor sus tres correspondientes variantes del referido relato, la
no se deja influir por la teoría de Freud para quien la ley fuerza del sexo no ha perdido para Agustín todo su sentido.
de la motivación interna humana es expresión de la libido. También era para él una necesidad que exigía ser satisfe­
Agustín es un ser reflexivo, y sus actos siempre van prece­ cha. La conducta de Agustín se basa en el sentido de la ver­

76 77
dad frente a la mediocridad, y en la idea de que el hombre portadoras de documentos humanos de una época con­
se engrandece con el esfuerzo. Por esto renuncia a todo lo creta. Con la técnica propia de los objetivistas, el autor
que se puede obtener sin esfuerzo, con sólo consentir las nos da un gran número de rasgos que caracterizan a la so­
normas que rigen los lazos sociales. La elección de la mu­ ciedad de posguerra.
jer de precio para su primera experiencia sexual es un de­ Agustín tiene puntos en común, como antes dije, con
safío a la mediocridad que preside la vida amorosa. Acep­ Andrés Hurtado de El árbol de la ciencia. Ambos están do­
tar la declaración de amor de la adolescente, hija de tados de cualidades superiores respecto al medio, de una
notario, era limitar ridiculamente el interés de la vida y fuerte capacidad de análisis que les obliga a ser conscien­
una amenaza para la concepción del esfuerzo como valor. tes de sus determinaciones. Los dos personajes mantienen
El otro complejo que Agustín supera es la contradic­ una lucha contra el medio, pero Agustín lleva en su sangre
ción entre sexo y pecado. La reflexión, en la que se perci­ mayor energía, se bate con más vigor, y ello le impide caer
be una parte de neurosis, le conduce a la liberación. No en la inanidad de todas las cosas. Estas dos novelas no só­
puede haber pecado, si no hay libertad. El sexo es una ne­ lo poseen el valor de análisis del mundo exterior, sino que
cesidad de la especie; por lo tanto, el hombre al realizar el también en la mente de los dos personajes se agita un
acto sexual actúa bajo un determinismo insalvable. Como mundo de ideas, de emociones y de determinaciones en
se ve, Agustín no acepta ninguna influencia del medio sin contradicción con el medio. De aquí derivan sus dobles
que antes intervenga la fuerza de la reflexión. Se puede vertientes significativas. Por un lado, se aplican al análisis
observar, al seguir la conducta del personaje, que el indi­ crítico de la realidad exterior y, por otro, al estudio de la
viduo superior hace residir la libertad en el interior de la voluntad del héroe. Esto es lo que hay en común entre
persona, que de este modo, aun siendo muy influyente el Martín-Santos y Baroja: individualismo, crítica agresiva
medio, no queda totalmente anulada. de la sociedad española, análisis de una personalidad muy
Siguiendo a Taine, diríamos que la raza, el medio y el superior al medio, portadora en muchos aspectos de sig­
momento son de gran importancia para la caracterización nificaciones autobiográficas. Pero así como lo negativo
de una obra. Esto mismo se puede comprobar, y en parte del ambiente es la causa de la derrota total de Hurtado, así
ya quedó explicado, en Tiempo de destrucción, relato que también lo es de la reacción personal de Agustín, que no
está condicionado por la sociedad española de posguerra, se deja dominar. El inconformismo ante un medio adver­
y que se explica por la situación histórica, reflejada no só­ so le lleva a Hurtado al pesimismo invencible; a Agustín, a
lo en las consecuencias negativas de unas estructuras so­ una actitud de fría dialéctica.
cioeconómicas desesperadas, sino también en las huellas Pasemos a precisar lo significativo del texto. La prime­
seculares del catolicismo sobre las conciencias sometidas ra parte consiste en la descripción objetivista de las apa­
a la esclavitud. Estos dos factores, la pobreza del país y la riencias formales de los clientes de un cabaret. En la se­
moral represiva, se encargan de cercenar todo lo que es gunda Agustín reflexiona sobre la dosis de mentira que
noble y delicado. Parece que Agustín fracasó en el amor, preside todo acto sexual; y en la tercera se apresura a pac­
que en la juventud se impone como un destino, por no lo­ tar los servicios de la prostituta que será cómplice en la re­
grar acomodarse a un medio de miseria física y moral. nuncia a su virginidad.
Torturado en su adolescencia por el miedo al pecado, y Hay mucho de extraño en la decisión de Agustín de li­
convencido del irreparable engaño en el que vive, renun­ berarse de los complejos sexuales —que es la idea principal
cia voluntariamente a la delicadeza de los amores juveni­ del texto— en unas circunstancias que no le liberan mucho
les, y resuelve la necesidad de la experiencia sexual, cuan­ más que de permanecer virgen. Todo lo que ha hecho para
do tiene medios propios para pagar a una prostituta. A salir de este estado le produce un agravamiento de la re­
este respecto, Tiempo de destrucción está entre las obras pugnancia que sentía por lo que hay de degradante en este

78 79
acto de la libido. Y así nos parece perfectamente sincero al gocio. El autor nos muestra cómo también en el lupanar
figurarse la unión sexual como «charco pestilente», y al re­ existe la intriga amatoria. Aquí la importancia del papel es­
velarnos la perspectiva de su ánimo en la concepción de tá en la habilidad para rodear de ceremonia y de signos de
aquel deseo: «como quien traga una cucharada de ricino, distinción el objeto de la persecución. El placer sexual, aun
cerrando las narices, aguantando el vómito con energía efi­ el conseguido mediante un pago monetario, en la natura­
caz». Esta situación, consentida a todo precio, le dispone a leza humana se manifiesta siempre disfrazado, precedido
una derrota: la impotencia. Tantos años de represión sexual de apariencias. Por esto los caballeros, expertos en este ne­
no son superados por esta experiencia. Pero quizás esto gocio, se muestran reverenciales, como pareja distinguida,
cuente menos que la posible intención oculta que emana de solemnemente. La norma también exige que se revistan las
este fracaso. El lector, sin duda, se sorprende al ver que tan­ efímeras relaciones con la mujer comprada, no como un
tos años de ansiedad erótica terminan banalmente y en una derecho al placer mediante pago, sino como un éxito justi­
apatía biológica. Y sin embargo, esta experiencia ha servi­ ficado por la simpatía del caballero ante la mujer. No es se­
do para cumplir su objetivo principal: la curación psicoa- cundario el saber distraer a las mujeres cortesanas. Agus­
nalítica. Siguiendo a Freud, Martín-Santos es partidario de tín reconoce que le faltaba este rodaje que poseían aquellos
afrontar el complejo sexual no con engaños, sino con atre­ caballeros, que sin dificultad alguna, bailaban primero, be­
vida autenticidad, haciendo pasar las causas neuróticas de bían después, las hacían reír estruendosamente o sonreír con
lo inconsciente a lo consciente. Lo que ocurrió no es lo que modestia.
Agustín esperaba, que es víctima de la ley de la fatalidad se­ La otra razón que mueve al sexo es el dinero. La mujer
gún la interpretación de Kafka. Pero se entrevé el comienzo en el fondo siempre cree que su entrega sexual al hombre
de la psicoterapia, que consiste en desenmascarar la vida de es a modo de premio por los beneficios que recibirá de él.
todo lo molesto, de lo amenazante y de lo inútil. La con­ Esta es la base de todo contrato en general y en pormenor,
ciencia, reprimida por los lazos sociales y los prejuicios de entre el hombre y la mujer. Y así vemos en este texto que
la moral católica, está predispuesta a la neurosis. Por esto, los hombres para tener éxito con ellas muestran ciertos
la tentativa de Agustín, a pesar de terminar en decepción signos que indican apariencia de alguna riqueza, de la que
brutal, apunta a una curación psicoanalítica poniendo al todo el mundo participa: los cocheros, los camareros, el
descubierto todas las mentiras, las trampas y las banalida­ portero, el limpiabotas.
des que giran en torno a la sexualidad reprimida. Estos caballeros avezados conocían la psicología de
Lo que se abre a los ojos de Agustín desde su observa­ las mujeres, que fácilmente se rinden a los deseos de los
torio es un mundo ridiculamente sometido a la necesidad hombres, si éstos consiguen rodear el momento presente
del sexo, cuya satisfacción engendra competencia y lucha. con todo lo que halaga la vanidad de ellas. Las sensacio­
El sexo se plantea como una carga que requiere esfuerzos nes agradables del exterior y el brillo son factores que con­
incesantes para librarse de ella. El propio autor pone aten­ tribuyen a la seducción, como se percibe en el texto: el ca­
ción en este aspecto: la escasa calidad de presa que él (...) re­ marero sonreía, acercándole el bolso tras una inclinación,
presentaba en esta lucha por la vida. Todos los clientes del el portero se inclinaba sonriente, el limpiabotas lanzaba
cabaret desean sustraerse al dolor que produce la priva­ una mirada codiciosa.
ción sexual y adoptan las actitudes más ridiculas por obte­ Esta afectación maliciosa es el motivo de que aquellos
ner un momento de voluptuosidad. Todo lo que se presen­ caballeros le parezcan a Agustín repulsivos, y a su vez, que
ta en este cuadro a Agustín le produce cierto horror. El éste parezca extraño para los demás, sobre todo para las
aspecto de algunos caballeros «le parecía vagamente re­ mujeres prostitutas, porque el éxito exterior nada tiene
pulsivo», a pesar de ir mejor vestidos que él. Eran hombres que ver muchas veces con las grandes dotes interiores de
maduros (de escaso pelo) que dominaban el secreto del ne­ un individuo. En la primera parte del texto vemos cómo

80 81
estos dos extremos no se comprenden. En el espíritu de de competir con el dinero y la pompa. Esto es lo que viene
Agustín se produce un sentimiento de desprecio y de ex- a significar la escasa calidad de presa que él (...) represen­
trañeza hacia la ficticia felicidad. Los únicos goces para taba en la lucha por la vida, no cruel pero sí cuantitativa.
aquéllos son los sensuales y los goces de la vanidad, con­ Aunque sus recursos no le permitían comprar los servicios
cretamente, acompañar a mujeres que brillan por su be­ de la mujer que él hubiera deseado, se acomodó fácilmen­
lleza y suscitar la envidia de los demás. Y así el limpiabo­ te a la situación. Aunque procede de igual manera que los
tas no puede ocultar este deseo cuando lanzaba una demás al insinuar los motivos que provocaron su volición:
mirada codiciosa a los brazos de la casi ajamonada. las simples piernas largas y un escote tan profundo como la
En tales lugares la estima o consideración de las per­ más provocativa, se distingue de ellos en retener la fanta­
sonas se hace únicamente por el dinero y el rango que sía, pues parece saber que la felicidad sexual no es más
ostentan. Por eso el autor observa en la segunda parte que ilusión.
del texto que el personal no disimulaba un trato de infe­ La cuarta parte se abre, como las anteriores, con una
rioridad con aquellos que, por ir solos, no necesitaban información del tiempo transcurrido. Los dos comple­
recurrir a la exhibición de riqueza, y, en consecuencia, mentos circunstanciales (En el intervalo de los diez últi­
salían menos acompañados de saludos ni de reverencias, mos minutos antes de la hora de clausura) encuadran los
mucho menos abundantes en propinas. hechos que transformarán la situación del relato. Esta
Se pregunta el autor en esta segunda parte qué rela­ última parte está constituida por el diálogo en el que se
ción se establece entre este valor simulado y el acto sexual desarrolla el proceso de la negociación, que concluye en
comprado, y, entre paréntesis, apunta una razón probable: pacto.
la mayor perfección del amor erótico. Pronto reconoce­ Descubiertos los motivos de las acciones de la gente de
mos que la alegría de la gente que frecuenta el cabaret es cabaret, Agustín va resueltamente a la caza del fin pro­
simulada, así como todos los placeres que allí se descri­ puesto. Ante la estudiada afectación por parte de la mujer
ben. Son placeres negativos que requieren ser revestidos elegida, responde con maravillosa inteligencia, como un
de la simulación. Y hasta la manera de conducirse con las hombre de experiencia. Se dio cuenta de que el éxito con­
prostitutas mediante un trato no acostumbrado, sólo re­ sistía en abandonar la tendencia reflexiva, y en cargar el
servado para la mujer legal «llevándolas del brazo (como lenguaje de mordacidad contra el que se descompondría
pareja distinguida, como matrimonio canónico, como no­ el juego del disimulo con que actuaba la prostituta. Y así
vios formales)» nos pone en evidencia el falso destello de observamos que ésta termina aceptando las condiciones
este acto grotesco. Desde este punto de vista, la vida es propuestas por Agustín.
una cacería de bajos placeres, planeada con todas las apa­
riencias de la ilusión. Por otra parte, vemos en esta escena
cómo las mujeres cumplen perfectamente con su princi­ 2. Comentario estructural
pal función, que es la de comerciar con las debilidades del
hombre. Pero aun aquí la explotación la ejercen con las
veladuras de la coquetería, con hábil disimulación. Y ape­ 2.1. Análisis de las funciones
lan a todos los medios que sirvan al logro de la excitación
de la voluntad. Entre ellos está la galantería a la francesa, Vamos a comentar, siguiendo las observaciones ex­
que hace que todo revista un aspecto encantador, a modo puestas sobre el método estructuralista, las funciones car­
de espejo transfigurados que contribuye a falsear la esce­ dinales que configuran el tejido narrativo del texto que es­
na del acto erótico. tamos estudiando.
En la tercera parte Agustín se da cuenta de que no pue­ Todo relato está ordenado en torno a tres funciones

82 83
que marcan las fases por las que pasa todo proceso narra­ reacción en los actos de éste. El proceso de la seducción en­
tivo. La primera función corresponde a la entrada de globa una serie de anotaciones de menor a mayor impor­
Agustín en el cabaret, situación que abre la posibilidad tancia funcional: «sin dificultad alguna, bailaban primero,
de que Agustín obtenga el logro de sus deseos. Se inicia así bebían después, las hacían reír estruendosamente o son­
un proceso con una posible sucesión de hechos y de com­ reír con modestia y finalmente, llevándolas del brazo (co­
portamientos. Se trata, pues, de una elección por parte del mo pareja distinguida, como matrimonio canónico, como
personaje, como punto de partida. La segunda función novios formales)». Son catálisis en tomo a la función cardi­
realiza esta posibilidad; es la actualización de esta situa­ nal de la seducción. Estas expansiones podían prolongarse
ción básica, y a su vez engendra una serie de comporta­ o reducirse, pero no podrían suprimirse totalmente sin al­
mientos y de hechos concretos, tal como lo veremos deta­ terar la historia del relato, porque abren una acción conse­
lladamente. La tercera función cierra el proceso con el cuente. Es decir, la situación de simpatía, de admiración y
éxito o el fracaso alcanzados. de pompa (seducción) que crean los caballeros desencade­
Pasamos a comentar cómo se realiza dicho proceso, la na la acción de los deseos acordados. Esta función cataliza­
trayectoria a que da lugar la situación en que se encuentra da en varias notaciones no sólo decide una alternativa, sino
Agustín. Esta función, como se puede ver en el esquema, que está en relación con distintas secuencias del fragmento.
implica una red de unidades funcionales cardinales, que a (Véase la reflexión que hace Agustín en la segunda parte del
su vez dan lugar a otras unidades funcionales menos im­ texto sobre la extraña relación que se establece en la mujer
portantes, denominadas catálisis, constituyendo así la es­ entre simpatía y voluntad. Esta misma motivación hará que
tructura narrativa. la mujer elegida por Agustín se decida a «ir» con él.)
El intento de actualización de una situación puede lle­ Entre las partes de este largo sintagma existen relacio­
var al éxito o al fracaso. El primer momento importante del nes de tiempo, marcadas por términos en correlación
texto es el fracaso de Agustín. Sus deseos son rechazados: «primero», «después», «finalmente». Es una funcionali­
«pudo comprobar que algunos caballeros... se acercaban a dad puramente cronológica que separa diversos momen­
las mismas que le habían rechazado». Pero esta función po­ tos de la secuencia. La catálisis «llevándolas del brazo»
see semánticamente una estructura doble en cuanto que muestra una expansión mediante acumulación de expre­
opone dos términos: personaje (Agustínj/rivales (algunos siones comparativas de igual estructura gramatical, y que
caballeros) y dos acontecimientos: rechazo de Agustín/éxito tiene un fuerte valor indicial. Son indicio de acompaña­
de los rivales. Por eso la designamos función de disjunción. miento distinguido. Por lo tanto, esta unidad pertenece al
Esta función lleva algunos informantes de lugar «desde su mismo tiempo a dos clases diferentes: sirve de catálisis a
observatorio», cuantitativos «algunos», descriptivos «de es­ la función cardinal en la que está incluida, pero también
caso pelo, mejor vestidos quiza, más gruesos», pero estas es indicio de una atmósfera de pompa, y en cuanto unidad
dos últimas notas son al mismo tiempo indicios de cierta integrativa está en relación paramétrica en toda la secuen­
aparente riqueza, que condiciona el éxito. Un informante cia que describe la conducta de los caballeros y de los ca­
de tiempo es «un momento antes». Este segmento muestra mareros. En esta misma categoría indicial, se encuentra
también una unidad indicial: «de aspecto físico que le pare­ «solemnemente», pero esta anotación indicial, como la
cía vagamente repulsivo», que, aunque no tiene una funcio­ anteriormente señalada, pertenece a la función cardinal
nalidad importante, sirve para marcar el carácter de los ri­ de emprender la salida «emprendían solemnemente el as­
vales, totalmente opuesto a la conducta de Agustín. Esta censo por las escaleras», puesto que el hecho de dirigirse
función abre, por una parte, el proceso de seducción de los a la calle no sólo concluye la incertidumbre de la seduc­
«caballeros» y una degradación que se produce en el ánimo ción, sino que, a su vez, desencadena una serie de accio­
de Agustín, la cual, a su vez, dará lugar más tarde a una nes por parte de los camareros, que, como se verá, están

84 85
en correlación con esta función. «A cuyo final estaba la ca­ una función expletiva, de alargamiento del discurso, como
lle» es una catálisis que tiene una funcionalidad informa­ la frase «o lo que fuera». A continuación nos encontramos
tiva. La función cardinal que sigue, cuyo funtivo nuclear con una unidad indicial de lujo, de distinción o exhibi­
es nido, constituye el final del proceso de la seducción. ción, que contiene al mismo tiempo datos puramente in­
Comienza esta función con una catálisis descriptiva formativos («algunas», «antes de comenzar a andar»,
«apretujados en ella, infinitos automóviles...» que en al­ etc.). La unidad que sigue está en conexión por medio de
gún término se puede advertir algún valor indicial, por la frase adverbial «más arriba» con la señalada anterior­
ejemplo, en «infinitos» se deduce que el negocio de sexo mente («Acudía primero...») y agrupa una serie de catáli­
va más allá de las puertas del cabaret. La misma metáfora sis de la función cardinal de la conducta de los camareros.
«nido», aunque es palabra clave de la unidad cardinal (fi­ Éstas, igual que las anteriores, son descriptivas, e incluyen
nal), como su significado pertenece al campo semántico expansiones indiciales de pompa («abría la puerta», «se
de ave, constituye un indicio de una situación final degra­ inclinaba») y de cierto lujo («los pesados cortinajes»), al
dante. La ironía implícita con que el narrador describe la mismo tiempo que nos dan alguna información poco sig­
atmósfera de galantería y exhibición de las parejas rema­ nificativa («esta vez quizá no hubiera propina»). La fun­
ta en una sanción. Luego sigue una unidad mixta de catá­ ción de la conducta termina con unidades más indiciales
lisis e indicio: «en todo semejante al que él estaba también que funcionales, unidas a las anteriores por medio del co­
dispuesto a alcanzar». «Indeclinablemente», «estaba dis­ rrelato «más arriba aún». Las informaciones sobre el as­
puesto a alcanzar» remiten a una acción que todavía no se pecto externo del limpiabotas, algunas son datos de signi­
conoce, pero que deja entrever la disposición obsesiva del ficación inmediata, por ejemplo «vestido de azul», y otras
personaje. La unidad que sigue: «al paso ascendente de es­ son mixtas, con significación precisa e implícita, es decir,
tas parejas acompañaba una paralela agitación de los ser­ que también tienen valor indicial, y así «pelo rizado», «pe-
vidores» marca una nueva función, que es la conducta queñito y flaco», además de su significado inmediato, in­
de los camareros. Esta función está en correlación con la de dican connotaciones peyorativas raciales. El último seg­
«emprendían el ascenso» y con sus notaciones indiciales mento es mixto; es a la vez notación indicial e informante.
correspondientes de solemnidad y distinción. Todo lo que Hay indicios de deseos libidinosos y de represión sexual
sigue a esta función son catálisis que están en correlación («mirada codiciosa a los brazos de la casi ajamonada»).
con este núcleo. Su funcionalidad es, pues, tan sólo con­ Este último término (sustantivación metafórica) es un ca­
secutiva. Pero, aunque no relevantes en la estructura del so de animalización y de degradación que revela la mise­
relato, son importantes en cuanto a sus numerosas refe­ ria moral que rodea al negocio del sexo. Finalmente apa­
rencias indiciales. Estas expansiones indiciales nos apor­ rece un informante de valor funcional casi nulo.
tan un mejor conocimiento de las relaciones humanas, El relato continúa con una función cardinal que llama­
cuando son resultado del disimulo y del interés, y concre­ mos de la espera. La acción de «Agustín bebía prudente­
tamente del espectáculo ceremonioso por parte del perso­ mente su copa de ginebra» sirve de catálisis a dicha función
nal del cabaret. Y así «acudía primero el camarero a co­ nuclear. «Prudentemente» posee valor indicial; este control
brar las bebidas del señor y de la señorita» es una acción de la mente en cierto modo remite a la reflexión de más
que sirve de catálisis a la función anterior. «Recibida la abajo. La información sobre el tiempo transcurrido es sub­
propina, sonreía y ayudaba a la señorita a colocar la piel o sidiaria de la función de espera. «La hermosa sala de fiestas
lo que fuera, acercándole el bolso tras una inclinación» comenzaba a vaciarse» es una función cardinal, y tiene su
son catálisis concatenadas, pero con mayor significación correlato en la oportunidad y también en la amenaza que
indicial: sonreír, ayudar, inclinación son indicios de una implica este hecho para el logro de los deseos de Agustín,
motivación (la propina ). Algunos términos cumplen sólo que por tal circunstancia creerá que habría llegado el mo-

86 87
mentó de dar el paso decisivo. Le siguen dos funciones ex­ vo «las simples piernas largas», además de ser informan­
pletivas sobre el abandono de la sala, relacionadas median­ te, es indicio de deseo lujurioso. Esta función cardinal lle­
te nexos conjuntivos; la primera de ellas contiene algunas va tres catálisis: «que iba quedando solitaria en una mesa
notaciones indiciales, la ya conocida «caballeros reveren­ sola», «lanzando miradas alternantes a su reloj (...) y a la
ciales» y «competitiva», que nos remite al concepto de «lu­ escalera por donde los posibles clientes ascendían». Esta
cha por la vida, no cruel, pero sí cuantitativa», que aparece­ última catálisis también es indicio de esperar a alguien.
rá más adelante en el texto; la segunda catálisis termina «Supuestamente en marcha» es una expansión de reloj sin
también con una notación indicial, pues ya sabemos que en ningún valor funcional. La tercera catálisis es principal­
esta situación los saludos y las reverencias son indicios de mente descriptiva, pero el collar, además de su valor in­
las propinas recibidas. Estas connotaciones van a provocar mediato en el discurso, remite a la escena de la cama, don­
una reflexión fuertemente indicial, y que constituye el final de adquiere una significación simbólica.
de la función cardinal de la espera. A partir de aquí comienza el proceso de la seducción,
La degradación producida en el ánimo de Agustín por el que es una de las formas de negociación. Esta consiste en es­
fracaso del primer intento da lugar a una reacción positiva. tablecer, por una y otra parte, las modalidades del intercam­
Se abre esta secuencia con una función cardinal «procedió bio de servicios. En el relato nuestro personaje trata de con­
a dar el paso decisivo» como consecuencia de la situación vencer a la mujer elegida de que acepte lo que le ofrece a
dada, y cuyo correlato es cómo mejorar la actuación para el cambio del deseo que él le pide. Aunque trataremos de ajus­
fin propuesto. La función del mejoramiento de la actuación tar este caso concreto de la narración al proceso de la nego­
equivale a establecer una adecuación entre los medios y ciación, tal como quedó expuesto en el esquema, siguiendo
la oferta, y su núcleo está constituido por «hubo de hacerse la el análisis de Bremond, nuestro objetivo sigue siendo preci­
luz en su cerebro acerca del criterio mediante el cual aque­ sar la funcionalidad de cada una de las unidades:
llas señoritas escogían». Este núcleo lleva dos expansiones de
Perspectiva del seductor Perspectiva del seducido
funcionalidad menos importante que son consecuencia Proceso de la seducción Recepción del deseo
de él. La primera es ésta: «la escasa calidad de presa que él
representaba en esta lucha por la vida». Este último sintag­ «¿Quiere usted bailar?» «No bailo»
(Función cardinal) (Función cardinal)
ma lleva a su vez otra expansión menos importante: «no
«¿Puedo sentarme con usted?» «Es ya muy tarde»
cruel pero sí cuantitativa». Dicha catálisis tiene también sig­ (Función cardinal) (Función cardinal)
nificaciones indiciales en tomo a la idea de competencia, ya «¿Tú qué cobras?» «Yo, trescientas»
referida en secuencias anteriores: «escasa calidad de pre­ (Función cardinal) (Función cardinal)
«Te doy doscientas cincuenta» «No puedo menos de trescientas»
sa», «lucha por la vida... cuantitativa». La otra hace refe­
(Función cardinal) (Función cardinal)
rencia a la supresión de un obstáculo, la excesiva pretensión «Es que no tengo más que doscien­ «Estoy cansada»
(«Habiendo ya renunciado a exquisitas proporciones físi­ tas sesenta» (Función de disjunción)
cas»), que se prolonga en otra expansión «e incluso a cálida (Función cardinal)
«¿Estás cansada?» «Sí, es ya muy tarde»
sensualidad del rostro». Señalemos, por último, una infor­
(Unidades de suspense o de expan­ (Suspense)
mación «a pesar de su virgo incorrumpido», que también sión)
sirve como indicio de una situación aún más angustiosa. «Si quieres beber algo; pero ya sa­ «No tengo sed»
Habiendo mejorado su actitud mental, Agustín apro­ bes lo que me queda» (Distorsión)
(Distorsión)
vecha una posibilidad de seducción. Esta función cardinal
«Yo tampoco» «¿Cómo te llamas?»
está representada por la siguiente unidad: «las simples (Distorsión) (Función cardinal)
piernas largas de una mujer (...) fueron motivo suficiente
para declararla objeto deseable». A su vez el primer funti- (Función cardinal)

88 89
2.2. La sintaxis funcional

convenido
13 Como hemos visto, las diferentes unidades se encade­
a
nan unas a las otras a lo largo del relato. ¿Cuáles son las
^ 53 -B
tí t>
tí es
-
O reglas de la combinatoria funcional? Los informantes y
o ■j/5 tí w>
ex O 0) los indicios pueden combinarse libremente entre ellos,
tí 13

Pacto
por ejemplo la descripción que el narrador hace del lim­
piabotas, donde una serie de rasgos externos y caracteri-
13
§ tio 03 o G
'O o zadores van yuxtapuestos: «aparecía un ente vestido de
a 13 <u
X
«O 13
s tí •X) o»
►ex <U
azul, como limpiabotas, que proponía taxi y que tenía el
ex
<s>5»<0 tí

acordado
13
13 ’</)
o
pelo rizado, que era pequeñito y flaco...». Sin embargo,
O
G
'O o3
tí 13 C* 13 una relación de implicación simple une las catálisis y las
tíeS

G G funciones cardinales. Como se puede ver a lo largo del
13 0) 'O
|§ '§'S
13
03 "o
<J
^ o análisis, una catálisis implica siempre la existencia de una
o ¿3 o2
A
oS «ü siy s a- tí
G
13
►c/) 3
función cardinal a la que va unida, por ejemplo: «Agustín
ex ^ O &P ^<D-TJ
O
O (ü
oj

Dese*
vT Xi
c/) <
aj ' *5) C/3 vi bebía prudentemente su copa de ginebra» es una unidad
w Js 3 ;-< <d
tí ^3 tí 13
o 0)
tí 13 £^
2 que sirve de catálisis a la función de la espera. En cuanto a
O O
o <u 13 las funciones cardinales, es una relación de solidaridad
2 tíeses G G ctf
£
P o
O
o
O
O
que las une: una función cardinal obliga a otra de igual va­
tí O

Éxito Tde
O
C/D
G
G
¿C
.3e/i 00
<D
lor, estableciéndose entre ellas una relación de reciproci­
O
< c X tí es
tí c3 <u o dad. Tomemos un ejemplo del texto. La pregunta «¿Tú qué
03 tí0) <u
13
w
X*
¡JTI 13 cobras?» tiene su correlato en la respuesta. Las dos unida­
Q cS 03 B 0}
< O u'O 13 des se presuponen una a la otra: la primera abre una al­
£
tí o ternativa consecuente para la continuación del relato; la

proceso
P <u 13
3 13
O 00 O
O
tí segunda concluye una incertidumbre, que, a su vez, im­
c/) <
tí "O O
l_
V) plica necesariamente que la acción del relato vaya en una
13
a
0313 c 0) o O u otra dirección. Entre dos funciones cardinales puede ha­
1) 13 G
►N
es 2g5° •3(U
^
13
03 c/i '2 tí -rt SE ber zonas subsidiarias que se aglomeran en tomo a uno u
O «O~^
el
O O x£ otro núcleo; tienen más importancia discursiva que fun­
ex tí g © 6 -tí ü¡
es X S l_ cional, y su supresión no alteraría el sentido del relato: el
G 'tí
G
<D 2|
con el fin alcanzado ► ¡a seducción espacio entre emprender la salida y dirigirse al «nido»
cierra

13
O 1) £§ (que, como se indicó, son funciones cardinales) está com­
13
'O !► 603
G
► 'O
G pletado por una serie de detalles informativos y descripti­
G i 3 *5T O o3, H vos, tales como «solemnemente», «por las escaleras, a cu­
G
13 O
03 3 tí <v ” yo final estaba la calle y, apretujados en ella, infinitos
tí 13 J-i -rt 2 13
Funciórfque

&0« O
w-► 2
tícS Q tí automóviles dispuestos a transportarles».
1> El análisis que hemos hecho de las funciones es más
3
cr ^ bien lógico, es decir, la lógica es la que impone las princi­
c'O 133 G ¿j

:o pales funciones del relato ¿Y en qué consiste esta lógica?
o^ ’o
c & O
58 2 O-TS Consiste en reconstruir la sintaxis de los comportamien­
• tíCJ
2 tíG O o3 o3
2, ^G
(J o "2 tos humanos utilizados en el relato, en contar o recons-
3.

03

90 91
truir la trayectoria de las elecciones a las que estaba so­ grandes ejes semánticos: deseo, comunicación y participa­
metido el personaje (Agustín) en cada momento de la his­ ción. A estas relaciones universales las denominamos pre­
toria. Esta lógica se basa en la alternativa (hacer esto o lo dicados de base. Todas las otras relaciones pueden deri­
otro) que se le presenta al personaje en el momento en varse de estos tres predicados mediante las reglas de la
que se decide a obrar. Una sucesión de núcleos (funciones derivación, que describen las relaciones entre los diferen­
cardinales) unidos entre ellos por una relación de solida­ tes predicados. Pero con la aplicación de estas nociones
ridad constituye una secuencia. La unidad base de la se­ sólo llegaríamos a una descripción puramente estética;
cuencia es un pequeño grupo de funciones. Por ejemplo, para poder describir el movimiento de estas relaciones To-
en el relato que comentamos, la secuencia de la seducción dorov introdujo las reglas de acción.
da lugar a una serie de funciones, estructuradas de una Volvamos al texto para hacer un rápido comentario de
forma lógica, que desarrollan todo el proceso de la seduc­ los personajes y de sus relaciones. Comencemos por la re­
ción. La secuencia se abre cuando uno de sus términos tie­ lación de deseo, que está atestiguado en todos los perso­
ne un antecedente solidario, y se cierra cuando ningún najes. El deseo de goce sexual se encuentra en Agustín y
término presenta una relación consiguiente. A su vez la se­ también en los caballeros. El deseo de obtener ganancia o
cuencia puede estar integrada de microsecuencias. Y así recompensa está presente en las mujeres y los camareros
la secuencia señalada anteriormente puede analizarse en del cabaret. El segundo eje de relaciones, la comunica­
secuencias más pequeñas: encuentro («se acercaban»), di­ ción, en el texto se realiza en la conducta de ostentación y
versión («bailaban»), distensión («las hacían reír»), etc. de simpatía de los caballeros para que sus parejas los
De este modo el relato está estructurado de los más acepten. Estas, por su parte, manifiestan evidentes signos
pequeños matices a las funciones más grandes, como se de corresponderles amistosamente. En el personaje prin­
puede ver en el esquema de las funciones de este episodio cipal la comunicación se realiza principalmente en la ne­
narrativo. Se trata, pues, de una jerarquía interna que ha­ gociación con la mujer que estaba sola, y además se mani­
ce que el relato se vaya agrandando hasta alcanzar el nivel fiesta en la importancia de sus propias reflexiones. La
siguiente, que es el de las acciones. tercera relación está subordinada a la primera, y resulta
menos frecuente que las otras. Aquí se manifiesta en los
servicios ostentosos de los camareros que de este modo
2.3. Las acciones ayudan a hacer más brillante el éxito de las parejas.
Estos tres predicados contienen las relaciones de base.
El análisis estructural enfoca el estudio de los perso­ Las otras relaciones pueden derivarse de aquéllos, me­
najes, no como encarnaciones de determinadas esencias diante las reglas de derivación. La primera regla se deno­
psicológicas, sino como agentes de unas acciones. Exami­ mina regla de oposición. Cada uno de estos tres predicados
na el personaje no como un ser, sino como un participan­ posee un predicado opuesto. Y así lo opuesto al amor es el
te; no según lo que ellos son, sino según lo que ellos hacen, odio. Pero en el texto que estamos comentando el odio de
de ahí el nombre de actantes. Por eso a este nivel de des­ Agustín por los caballeros no es un acto, sino un elemento
cripción se le denomina nivel de las acciones, que son po­ anterior a las acciones del relato. También se puede ad­
co numerosas y clasificables. Sin embargo, no debemos vertir indiferencia por parte de las mujeres que habían re­
considerarlas en el sentido de los pequeños actos, que chazado a Agustín. En el texto no se encuentra ninguna
constituyen, como hemos visto, los elementos de las fun­ relación que se oponga al predicado de la comunicación.
ciones, sino en el sentido de las grandes articulaciones del Lo opuesto al tercer predicado son los obstáculos que en­
relato. Nosotros nos atenemos a la clasificación que hace cuentra Agustín para alcanzar el fin propuesto: la compe­
Greimas de los personajes, en tanto que participan en tres tencia, la conducta de exhibición de los caballeros.

92 93
La segunda regla de derivación, que Todorov denomi­ lógico. Pero, aun así, no puede ser considerado como
na regla pasiva, no es significativa en la descripción de las ejemplo de visión omnisciente o visión por detrás propia
acciones de este texto. No obstante, la correspondencia de de los relatos clásicos, pues no siempre es evidente la su­
la voz activa con la pasiva vemos que se cumple cuando perioridad del narrador sobre el personaje. Pero en algún
los caballeros desean a las mujeres, y al mismo tiempo és­ momento el narrador muestra conocer los deseos secretos
tos son deseados por ellas. de Agustín, y ve a través de su cerebro: «Antes de poder lo­
La regla del ser y parecer está presente en todas las rela­ grarlo, hubo de hacerse la luz en su cerebro acerca del cri­
ciones señaladas. Y así vemos cómo los caballeros se valen terio mediante el cual aquellas señoritas escogían». Sin
de artificios para conseguir sus fines. Los camareros tam­ embargo, estamos lejos del objetivismo de la novela deci­
bién utilizan esta duplicidad en la conducta para obtener monónica, porque el narrador expresa en varias ocasiones
más ganancia. La mujer que llega a un acuerdo con Agus­ su visión subjetiva de los hechos, e interviene mediante re­
tín también finge. Esta falta de coincidencia entre el ser y flexiones con intención crítica. Ejemplo de estas digresio­
el parecer hace que aparezca en el relato el predicado de la nes lo constituye el largo final del segundo parágrafo, que
reflexión, es decir, que Agustín se dé cuenta de que las re­ nos informa sobre la visión del narrador y no sobre la del
laciones que se establecen entre los hombres y las mujeres personaje. Tampoco la objetividad es absoluta en las des­
del cabaret no son las que él esperaba. cripciones, como lo pone de manifiesto la frase «le parecía
Por último, consideraremos la regla de las transforma­ vagamente repulsivo». Además es evidente que el narra­
ciones personales. A lo largo de un relato la conducta y los dor se identifica mucho más con Agustín que con los otros
sentimientos de los personajes están sujetos a modificacio­ personajes. Pero en otros momentos del fragmento el na­
nes. También en el relato que estamos analizando se apre­ rrador nos da la sensación de que no sabe más que el per­
cia esta transformación. Agustín modificará su actuación sonaje, y que no nos puede dar una explicación de los he­
después de observar la conducta de los clientes del cabaret. chos antes que el personaje la haya encontrado.
Respecto a las reglas de acción, que establecen nuevas Ejemplo de esta visión (narrador = personaje) es la se­
relaciones entre los agentes, no es posible su aplicación en cuencia en la que se describe la conducta de las parejas y
el extracto que hemos elegido para ser comentado, a ex­ de los camareros. Finalmente, también encontramos al­
cepción de la primera regla, es decir, A ama a B; entonces guna muestra de narración propiamente realista, tal como
A actúa de modo que sea amado por B. se puede ver en el diálogo que recoge, a nivel conversacio­
nal, el desarrollo del acuerdo entre Agustín y la mujer que
estaba sola. Pero no es tan objetivista como podría pare­
2.4. Los aspectos del relato cer a primera vista, pues algunas frases que no cubren el
estilo directo indican subjetividad, por parte del narrador:
Llamamos aspectos del relato a los diferentes modos «le miró satisfecha de su sabiduría», «le miró levemente
de percepción reconocibles en el relato. El aspecto refleja perpleja», «mintió al fin descaradamente».
la relación entre el personaje y el narrador, es decir, la per­
cepción que tiene el narrador del personaje y de los acon­
tecimientos. Esta percepción interna conoce tres tipos di­ 2.5. Los modos del relato
ferentes, siguiendo la clasificación de J. Pouillon, tal como
quedó dicho. » Los aspectos del relato se refieren a la manera cómo
El relato contenido en este fragmento está en tercera el narrador percibe la historia. Los modos del relato se
persona y tiene una estructura lineal, es decir, los aconte­ refieren a la manera cómo el narrador nos expone esa
cimientos de esta historia están contados en orden crono­ historia, cómo nos la presenta. Existen dos modos prin­

94 95
cipales: la representación y la narración, aunque esos ra, a excepción de las frases que no entran en el estilo di­
dos modos no son exclusivos de sus respectivos tipos de recto: «anunció la mujer, proclamando con este cambio de
escrito, es decir, en un drama puede haber partes narra­ táctica su aquiescencia», «Agustín dijo», «La mujer le miró
tivas, y en una novela puede haber formas propias de la satisfecha de su sabiduría», «dijo Agustín», «le miró, leve­
representación. mente perpleja», «mintió al fin descaradamente». Ciertas
Es evidente que en este texto predomina el modo na­ frases indican la palabra del narrador y no la narración, y
rrativo, es decir, el autor es un testigo que nos cuenta unos tienen un sentido equivalente al de las réplicas de los perso­
hechos ocurridos. Como sabemos, el discurso del narrador najes. Veamos algunas: «como pareja distinguida, como
pertenece generalmente a la modalidad de la enunciación matrimonio canónico, como novios formales», «nido», «ca­
histórica. Por lo tanto, predomina el aspecto objetivo del si ajamonada», «en esta lucha por la vida», «supuestamen­
lenguaje. Pero también encontramos secuencias y frases te en marcha», «como el de la más provocativa». De igual
en las que aparece el modo de la representación y, por lo modo las reflexiones de carácter general reflejan la palabra
tanto, el aspecto subjetivo del lenguaje. Los medios de que del narrador, pero no la pura narración de los hechos. Así
se vale el modo de la representación son muy diversos: el vemos que la imagen del narrador se acerca al lector me­
estilo directo que, como se sabe, recoge el habla de los per­ diante las apreciaciones contenidas en las tres preguntas
sonajes, las digresiones o reflexiones que hace el narrador, retóricas que constituyen el final del segundo parágrafo.
las imágenes, las comparaciones y todos aquellos recursos Es necesario observar que los aspectos y los modos del
metafóricos que ponen de manifiesto la subjetividad del relato son dos categorías que vemos vinculadas en el texto
narrador. El aspecto subjetivo del lenguaje puede, pues, en cuanto que presenta partes de estilo panorámico, que
encontrarse en las réplicas de los personajes y en aquellas es la narración y visión por detrás, y partes de estilo escé­
formas del discurso que nos muestran la imagen del na­ nico, que es propio de la representación, y es visión con
rrador. narrador igual a personaje.
Resulta evidente que en este extracto predomina la pa­
labra del narrador en un plano objetivo. A este respecto el
autor utiliza un lenguaje de carácter constativo, y usa 3. Nivel apreciativo
como formas verbales el pretérito perfecto simple, que es
el tiempo narrativo por excelencia, y el imperfecto, que es el Como sabemos, el narrador es el que muestra la acción
tiempo dominante en las descripciones. Pero estos aspec­ del relato por medio de sus propios ojos, o por medio de los
tos lingüísticos serán estudiados en otro apartado del co­ ojos de un personaje o de varios personajes. Existe un na­
mentario. Conviene indicar aquí que, aunque en la práctica rrador que relata la historia que no se deja acercar al lector
del comentario sea necesario distinguir la forma narrativa que sigue el relato. Pero acabamos de ver, al estudiar los
de la descriptiva, los relatos comportan, en proporciones modos del relato, que no son solamente los hechos referi­
muy variables, por una parte, la relación de hechos y ac­ dos lo que cuenta ante el lector, sino también la manera có­
ciones, que constituyen la narración propiamente dicha, y, mo el narrador se los hace conocer. Existe un medio que
por otra parte, la descripción de objetos y personajes. permite acercarnos a la imagen del narrador, y es el nivel
Aunque entre estas dos formas hay una dependencia mu­ apreciativo. Cada una de las partes de este relato lleva ex­
tua, la parte narrativa propiamente dicha desempeña una plícita o implícitamente su apreciación moral, que forma
función relevante en el modo narrativo, en cambio [a for­ parte de la estructura interna de la obra. El código moral
ma descriptiva es siempre subsidiaria de la narrativa. del autor hace trascender esta historia de cabaret a un pla­
Pero hay partes que indican el modo de la representa­ no de significación simbólica que acaba en una reflexión
ción, por ejemplo el diálogo de Agustín con su interlocuto- sobre la falsedad y sobre la miseria moral que envuelve a

96 97
todo lo relacionado con el negocio del sexo. Detrás de lo la expresión tradicional. El narrador describe todo lo que
anecdótico se advierte el código moral del autor. Es enton­ percibe: el ambiente del cabaret, los personajes, los com­
ces cuando aparece la imagen del lector, el receptor del portamientos. La representación del medio obliga al na­
enunciado, que hará su propia apreciación e interpretación rrador a adoptar un lenguaje realista donde queda supri­
moral. Las reacciones del lector pueden producirse desde mida la ambigüedad de las palabras, pero también
una perspectiva múltiple: estética, ideológica, moral, histó­ behaviorista en cuanto que se estudia el comportamiento
rica, etc. Una obra no cumple su último objetivo si no pro­ de los sujetos a través de sus reacciones y actos en un me­
duce estos efectos en el lector. Este objetivo se alcanza si el dio determinado. En la psicología moderna se entiende
lector participa de las connotaciones de la obra. Como aca­ por comportamiento al conjunto de reacciones mecánicas
bamos de ver, el objeto principal en este texto no es la ex­ ajustadas a los estímulos provenientes del medio, lo que
posición de los hechos que ocurren en un ambiente de ca­ pone en duda el poder del espíritu humano. Aunque en el
baret, sino suscitar en el lector la idea de que el engaño y la plano de la significación el texto aparenta una escritura
mentira son la norma que rige las relaciones humanas. La objetivista, hay importantes diferencias respecto del rea­
obra literaria es abierta en cuanto tiene el poder de suscitar lismo de la narrativa tradicional, que camuflaba frecuen­
en cada lector esos efectos y sugerencias asociados. El lec­ temente la realidad en nombre de una ideología o de una
tor debe desarrollar y analizar estas experiencias indivi­ tesis. Como quedó dicho, Martín-Santos ha abandonado
dualmente, que no se pueden imponer desde el exterior, los procedimientos tradicionales de la novela, que resul­
porque son efectos que vienen no del texto, sino del lector. tan inservibles para la expresión de un mundo absurdo e
Y así, por ejemplo, la triste iniciación de Agustín a la expe­ inquietante. Detrás del sentido aparente de las palabras de
riencia sexual producirá efectos diversos en cada lector, que este texto, se percibe una tensión intelectual que se inten­
sólo se podrán captar si se hace una tarea comparativa so­ sifica con los comentarios del propio narrador, que nada
bre varios lectores. La implícita derrota de Agustín también tiene que ver con la dramatización de las situaciones de la
puede tener múltiples significaciones: la limitación a la que novela decimonónica.
se ve sometido el hombre intelectual en nombre de los va­ Gran parte del vocabulario (nombres, verbos) se refie­
lores impuestos por el poder burgués, la disimulación co­ re a la descripción del cabaret y de las actividades de las
mo algo natural en la conducta de la mujer, etc. Todas estas personas que concurren en la representación de este am­
sugerencias son válidas, y el significado preferido depende biente. Esta visión de una escena cotidiana de cabaret tie­
de la apreciación que cada lector haga de este hecho. ne como soporte expresivo un vocabulario referente a lo
concreto: sustantivos que designan lugares (observatorio,
escaleras, calle, puerta, sala de fiestas, camino); seres y sus
4. Comentario semántico de la expresión estados, o miembros del cuerpo humano (caballeros, as­
pecto, pelo, brazo, servidores, camarero, señor, señorita,
brazos, portero, limpiabotas, mirada, mujeres, bracete,
4.1. Nivel léxico-semántico hombres, compañera, personal, virgo, rostro, piernas, clien­
tes, escote); objetos (automóviles, bebidas, la piel, reloj, es­
Como ya dijimos, Tiempo de destrucción está dentro de calera, collar de perlas)-, verbos y grupos verbales que re­
la tendencia objetivista. La representación objetiva de una miten a comportamientos (se acercaban, bailaban, bebían,
situación concreta se percibe claramente en los rq^gos es­ las hacían reír, llevándolas del brazo, emprendían solemne­
tilísticos de este fragmento. Y así el vocabulario, tanto en mente, portando del bracete); actividades propias de esta
su nivel denotativo, que es el predominante, como en el ni­ clase de negocio (acudía a cobrar, recibida la propina, son­
vel de ciertas connotaciones, cumple las características de reía y ayudaba... a colocarse, acercándole, echaba a un la­

99
do, abría, se inclinaba, proponía, comenzaba a vaciarse, se Ialies de las personas que allí se encuentran obliga al em­
habían deslizado). pleo de los nombres acompañados de adjetivos. Este efecto
En esta visión del ambiente cotidiano de un cabaret de verosimilitud realzada por medio del adjetivo calificati­
queda justificado el nivel familiar de ciertas palabras (aja­ vo aparece tanto en la presentación de los caballeros y de
monada, que es una animalización metafórica, virgo), de sus parejas como en la de los camareros. Veamos cómo se
las elipsis del diálogo propias del habla popular y espontá­ consigue la particularización descriptiva: escaso, gruesos,
nea que tiende a evitar lo innecesario (Yo, trescientas, No físico, repulsivo, ascendente, paralela, hábiles, largos, negros,
puedo menos de trescientas). Otro medio de expresión po­ desnudos, rizado, pequeñito, flaco, codiciosa, ajamonada, li­
pular es la repetición de palabras y frases para actuar con bre, blanca, negros, reverenciales, hermosas, masculina,
mayor eficacia sobre el interlocutor, tal como sucede aquí competitiva, alegres, solos, aisladas. También el cuadro que
con la palabra trescientas, menos de trescientas; con tal per­ representa a la mujer que Agustín elige para su primera ex­
sistencia no sólo se indica el precio de un servicio sino periencia del acto sexual está precisado por este medio (ex­
también del grado de estimación que de su cuerpo tenía la quisitas proporciones físicas, cálida sensualidad, simples
cabaretera. La representación de las últimas palabras del piernas largas, solitarias, sola, miradas alternantes, motivo
interlocutor Estoy cansada, en este caso con cambio de en­ suficiente, objeto deseable, escote tan profundo como el de
tonación ¿Estás cansada?, es de uso frecuente en el habla la más provocativa, reposo palpitante, perlas grises tan gran­
coloquial para atraer el interés de la conversación. El paso des como falsas).
en el tratamiento de la forma usted al tú (¿Quiere usted bai­ Aunque el lector, en el relato que precede a este punto,
lar?, ¿Tú qué cobras?) no sólo confiere al diálogo un cam­ pudo ya informarse del aspecto externo de la sala de fies­
bio de tono muy familiar, sino que forma parte de la estra­ tas, el narrador manifiesta un interés secundario por el es­
tegia de Agustín de «poner las cosas en su punto». Es que, cenario en el que se desarrolla la realidad de los hechos.
que aparece repetida en el fragmento dialogado, es una No obstante, las escasas referencias a la sala tienen por
fórmula del lenguaje coloquial para replicar o aclarar base gramatical el nombre concreto más el adjetivo (los
una circunstancia. Pero es un enlace coordinante que tiene pesados cortinajes, la hermosa sala).
significación restrictiva entre los dos elementos coordina­ El otro procedimiento más empleado en el texto para la
dos. Usado en este sentido el comienzo de la apódosis (pro­ precisión descriptiva es el adverbio modal en -mente, cuyo
posición principal) de una cláusula condicional, se produ­ origen morfológico es el del adjetivo. Y así la mayor parte
ce una incoherencia en la relación establecida entre los dos de estos adverbios tienen valor de adjetivos de cualidad (es­
elementos del período condicional. Este uso, que lo pode­ truendosamente, solemnemente, aparentemente, evidente­
mos observar en el texto, es muy popular (Si quieres beber mente, descaradamente)-, en algunos casos indican incerti-
algo; pero ya sabes lo que me queda), y trata de insistir en dumbre o inseguridad (vagamente repulsivo, posiblemente
una restricción a la que se ha hecho referencia anterior­ competitiva, supuestamente en marcha); profesionalmente
mente. Bueno, vamos: al comienzo de cláusula bueno pue­ más hábiles indica una relación de causa a consecuencia.
de significar a nivel coloquial enlace lógico, pero el valor La última parte del texto con sus dos secuencias (posi­
principal que tiene aquí es el de afirmación. Como quedó bilidad de seducción y la negociación) donde la reflexión, la
dicho, las elipsis son muy frecuentes en el habla familiar. narración, la descripción y el diálogo se imbrican, confirma
La que figura en vamos incluye un valor deíctico, y condu­ tanto la agitación mental de Agustín como la representa­
ce a evitar una palabra considerada como tabú. La breve­ ción de lo concreto. La escena en la que el narrador presen-
dad que se observa en las preguntas y respuestas reprodu­ la a la que será la compañera de Agustín contiene una des­
ce también el lenguaje oral. cripción precisa de datos físicos: las simples piernas largas,
El interés de precisar la descripción del cabaret y los de- miradas alternantes, escote tan profundo, reposo palpitante.

100 101
11 aireadas por diversos signos de intensificación. En primer
A la idea de tensión y de incertidumbre presentes en todo el
lugar, abundan las palabras de sentido fuerte (repulsivo, re­
discurso directo se le une el efecto de lo real mantenido por
chazado, indeclinablemente, presa, lucha). La expresión
expresiones calcadas del habla coloquial.
metafórica ajamonada, el adjetivo verbal comprada y la fra­
Aunque en el plano lexical predominan, como acaba­
se objeto deseable, desvalorizan el ser de la mujer, connotan
mos de ver, las palabras concretas de carácter descriptivo,
un estado inferior de ser (animalización o cosificación).
en relación con la naturaleza temática, y un vocabulario de
También los adverbios modales estruendosamente, solem­
la galantería (llevándolas del brazo, (como pareja distingui­
nemente, que contrastan con prudentemente, tratándose de
da, como matrimonio canónico, como novios formales), em­
Agustín, ayudan a intensificar la acción verbal que ellos ca­
prendían solemnemente el ascenso, etc.), en la parte del frag­
racterizan, o la significación del adjetivo (evidentemente fal­
mento en que se manifiesta la presencia del autor se puede
sas), a veces precedido de morfemas evaluativos de la in­
observar un cambio en el vocabulario y en la sintaxis para
tensidad (profesionalmente más hábiles). Este efecto de
expresar, ya no la percepción del mundo exterior, sino con­
intensificación o de evaluación también se manifiesta por
sideraciones subjetivas cargadas de tensión que se prestan
medio de adverbios comparativos de cualidad o de grado
a la reflexión. Las dos preguntas retóricas, la última consi­
(mejor vestidos quizá, más gruesos que él) y de frases com­
derablemente larga y desarrollada en forma ordinaria, en
parativas seguidas de un superlativo relativo (tan profundo
las que el autor se oculta bajo una marca impersonal (¿Es
como el de la más provocativa). Los signos axiológicos se
que hay), con un tono predominantemente irónico y me­
presentan en el texto generalmente por medio del adjetivo
diante una rigurosa organización sintáctica, logran expre­
calificativo (repulsivo, codiciosa), que puede ir realzado
sar no sólo la agitación interior del narrador, sino también
dentro de una amplificación (como pareja distinguida, co­
la intención moralizante. Este discurso subjetivo, de consi­
mo matrimonio canónico, como novios formales).
deraciones axiológicas, se prolonga cuando el relato vuelve
En las manifestaciones ponderativas que indican una
a la tercera persona para presentar de nuevo a Agustín. El
presencia del autor, aunque no hay marcas de primera
vocabulario gana considerablemente en abstracción (mu­
persona sino de impersonalidad, aparecen signos de sub­
nificencia, qué extraño tipo de relaciones sentimentales, per­
jetividad. La contrariedad está marcada al comienzo de
fección, placer, munificencia, hacerse la luz, criterio, calidad,
cada pregunta; en la primera por medio de la forma inte­
lucha por la vida), aunque subsisten vocablos de la galante­
rrogativa Es que; en la segunda por medio del interrogati­
ría de cabaret (impresionar con nuestra magnificencia, com­
vo qué. Las dos oraciones contienen alto grado de emo­
pañera de una noche, placer erótico, munificencia exhibida).
ción y de énfasis que atestiguan la intervención de una
En conclusión, en el plano lexical se encuentra la com­
subjetividad, en este caso con intención moralizante, per­
binación de muchos registros: una gran parte del voca­
ceptible, además de lo que quedó dicho, en el aspecto glo-
bulario refiere bien actividades bien comportamientos
balizante que denota el adjetivo posesivo nuestra en la fra­
relacionados con la vida de cabaret; un vocabulario de la ga­
se modal (con nuestra magnificencia) y en el futuro de
lantería; en los comentarios del narrador se observa un tono
sorpresa se establecerán, cuyo efecto se intensifica con el
elevado de clara intención reflexiva, y en la parte dialogada
adverbio de posibilidad quizá. Por otra parte, en buena
se advierten marcas y giros propios del habla familiar.
parte del vocabulario, como se verá más adelante, espe­
cialmente en el campo semántico de la galantería, domina
el sentido peyorativo, incluido en el sema de la palabra o
4.2. Significación emotiva de las palabras •
debido al contexto, por ejemplo, reverenciales no implica
idea de respeto, sino de presuntuosidad. Esta misma con­
Las dos dominantes tonales del fragmento: la tensión
notación está incluida en las comparaciones (como pareja
del autor ante las bajezas humanas y la caricatura, están

103
102
distinguida, como matrimonio canónico, como novios for­
Im emplea el recurso de la ironía de un modo más elabo-
males)-, nido, como ya se dijo, también tiene connotacio­
i mío. El tema de la galantería abarca las dos primeras par­
nes peyorativas; por otra parte, el cambio del plural (de es­
le', del fragmento. La galantería va acompañada con sig­
tas parejas) a la particularización (del señor y de la
uí >s de sonoroso triunfo (las hacían reír estruendosamente)
señorita) presenta una significación irónica. La descrip­
i m le sumisión (sonreír con modestia) por parte de las cor­
ción del cuadro ceremonioso de la salida de las parejas es
le.anas, y está caracterizada por analogía con la conducta
también burlesca. El diminutivo de bracete indica un ma­
i uiivencional de las parejas, tal como la evoca la solemni-
tiz familiar e irónico. El mismo proceso devaluativo se ob­
i l.ul de las tres comparaciones paralelísticas de desarrollo
serva en relaciones sentimentales; perfección está afectado
binario (como pareja distinguida, como matrimonio canó-
de la significación de su complemento (del placer erótico).
nico, como novios formales). Esta profusión figurada evi-
En el campo semántico de lo sexual hay que incluir los vo­
i Inicia aún más su carácter burlesco al estar en contraste
cablos piernas, escote, provocativa.
■ i m la palabra nido, que es la definición que da el narrador
.ti lugar adonde se dirigen estas parejas. Nido no puede
aplicarse a cosas relacionadas con el ser humano, salvo en
4.3. Las desviaciones semánticas y otras figuras
i nl ido peyorativo con gente de mal vivir, y entonces signi-
lli aria guarida. Parecida degradación del estado propio
La exuberancia verbal del fragmento y la compleja
del ser humano indica ajamonada.
construcción sintáctica de algunos pasajes produce un
Las atenciones de los camareros con las cortesanas,
distanciamiento entre la expresión y el contenido. Pero
■ i uno si se tratase de reverencias debidas a personas esti­
esta desproporción, esta preeminencia de lo formal sobre
madas por su mucha dignidad, no dejan de contener tam­
la idea, acentúa las connotaciones burlescas. En efecto, la
bién connotaciones de mofa. La metonimia colocarse la
ironía prevalece en todo el texto como un recurso para re­
piel, seguida de una equivalencia que pone en duda la cali­
presentar la galantería y desenmascarar la simulación. El
dad del abrigo y, que contrasta con la pompa ostentada, si­
estilo sostenido, amplificatorio, enfático, deriva hacia lo
ma la expresión en el campo de la animalidad, como nido
irrisorio.
V ajamonada. La expresión aclaratoria profesionalmente
El vocablo observatorio más bien evoca un lugar rela­
mus hábiles, por una parte, facilita la asociación del éxito
cionado con la observación científica, que con la observa­
■ le las cortesanas con las pillerías, y por otra, entra en con-
ción de una escena de cabaret; por medio de la perífrasis
Imutación con las tres comparaciones, dispuestas en pa-
verbal (pudo comprobar) se da mayor intensificación a la
i alelismo, que aludían homogéneamente al registro de la
experiencia a la que se entrega el personaje. Caballeros es
galantería convencional. Llama la atención la verbosidad
un vocablo reservado para el tratamiento de respeto y de
excesiva para burlarse del hombre que se dedicaba a va-
estimación, pero en esta situación de galantería de cabaret
i n >s servicios marginales, y que puede connotar lo picaro
este sentido propio se desplaza hacia la significación peyo­
\ lo repugnante. Es claramente despreciadora la forma de
rativa, que el mismo narrador confirma más adelante,
drsignarlo, por medio de un vocablo abstracto precedido
cuando califica de repulsivo el aspecto físico de aquéllos.
ibl artículo indeterminado más un complemento del adje-
El adjetivo reverenciales (caballeros reverenciales) y todas
lívo para indicar el color del traje, y seguido de palabras
las palabras de este campo semántico, referidas en el frag­
< 111c aluden a sus inciertas ocupaciones. Las únicas notas
mento (solemnemente, inclinación, se inclinabat saludos,
Im manas que siguen son peyorativas (el pelo rizado, pe-
reverencias), subrayan claramente el desplazamiento de
i/ueñito y flaco). La ridiculez de esta imagen, que en parte
significado hacia un tono burlesco. Pero es al describir el
es una cosificación, se acentúa con ocasión del vocablo
comportamiento burlesco de estos caballeros donde el au-
metafórico ajamonada, que alude a la mujer de cuerpo

104
105
5. Análisis morfosintáctico
grueso. El sarcasmo también es evidente en los despro­
porcionados recursos lingüísticos de que se vale el autor
para la descripción de un personaje tan banal, entre los
5.1. Las estructuras lingüísticas
que se destacan las expansiones proposicionales de relati­
vo dispuestas en un doble paralelismo binario asindético,
A excepción de la parte dialogada que, como hemos
pero, a su vez, los dos miembros oracionales de cada pa­
visto, no excluye las expresiones familiares, el texto está
ralelismo van coordinados por la copulativa y (que propo­
escrito en un estilo cuidado, sin que la fluidez quede alte­
nía taxi y que tenía el pelo rizado, que era pequeñito y flaco
rada. Prueba de ello son las estructuras sintácticas riguro­
y que lanzaba una mirada). La galantería lleva asociada
samente elaboradas, alargadas en amplios períodos, a ve­
bien la idea de triunfo, bien la de servilismo. La noción de
ces simétricos, que se adecúan en todo momento al tema
servilismo se manifiesta en el comportamiento de los ca­
del texto: el abatimiento de Agustín y su esfuerzo por al­
mareros mediante inclinaciones, saludos, reverencias. La
canzar un deseo libidinoso. A continuación vamos a seña­
galantería asociada a la idea de victoria corresponde a los
lar las principales formas lingüísticas: el empleo de la
caballeros que, como triunfo de sus conquistas, desapare­
construcción absoluta, bien por medio del participio {Re­
cieron de la sala de fiestas portando hermosas mujeres. El
cibida la propina), bien por medio del gerundio {Habiendo
empleo semianticuado de portar por llevar está en cohe­
renunciado a exquisitas proporciones físicas); los enlaces
sión lógica con el despliegue de estos comportamientos
correlativos {No sólo los caballeros... sino que también, tan
galantes pasados de moda, y también con objetos en desu­
grandes como evidentemente falsas)] la complejidad y la ex-
so que en el texto indican algún lujo (largos guantes... en
lensión de la primera oración con largas expansiones en
sus brazos, pesados cortinajes).
torno al nombre que hace de sujeto de la proposición sus­
Hasta aquí el fragmento se presta más a la observación
tantiva de complemento directo de la perífrasis verbal
irónica y burlesca que a la reflexión sobre la inmoralidad
(pudo comprobar), con frases aclaratorias intercaladas en-
del comercio sexual. Pero en las interrogaciones retóricas
I re el sujeto y el predicado (que —sin razón alguna— le pa­
aparece directamente la reflexión del propio autor sobre
recía), con acumulación de predicados verbales de estruc­
los procedimientos de la ridiculez mundana. Si ya eran
tura simétrica (bailaban primero, bebían después, las
evidentes las connotaciones peyorativas en toda la des­
hacían reír o sonreír con modestia) o de frases modales,
cripción del galanteo, su duplicidad aparece ahora sin
también de estructura simétrica (como pareja distinguida,
ocultación por medio de palabras clave de un acto de
como matrimonio canónico, como novios formales), com­
compra {magnificencia, comprada compañera de una no­
plejidad que guarda relación con la expresión de los senti­
che, a expensas de la munificencia).
mientos depresivos que la discordante situación referida
En la última parte del fragmento, el personaje princi­
suscita en el personaje; asimismo la complejidad oracio­
pal prescinde de todo procedimiento subrepticio, y se diri­
nal de la segunda pregunta retórica alargándose por me­
ge a la mujer elegida para tratar de un asunto negociable:
tí io de dos proposiciones finales de parecida estructura
las simples piernas largas. Y el diálogo, después de una pre­
(para que sea preciso hacerla reír, para que sea necesario ser
sentación cortés, gira bruscamente hacia un acuerdo en el
admirado), que contribuyen a reforzar la intensificación
precio {¿Tú qué cobras?, te doy...). La exclusión en esta
de la reflexión; la cuidada selección del vocabulario (vaga­
parte de recursos expresivos cultos y, en su lugar, el empleo
mente repulsivo, estruendosamente, matrimonio canónico,
del habla coloquial acentúa el tono burlesco y «el carácter
indeclinablemente, paso ascendente, paralela agitación, en
caricatural que había en los comportamientos de la galan­
sus brazos deslizaban unos largos guantes, un ente, mirada
tería anteriormente descritos.
codiciosa, caballeros reverenciales, magnificencia, munifi-

107
106
cencía exhibida, procedió a dar, hacerse la luz en su cerebro, comprada compañera, provocativa, mintió), e incluso de lu­
sensualidad de rostro, miradas alternantes, reposo palpi­ cha (competitiva, unidades aisladas, paso decisivo, calidad
tante, levemente perpleja); el uso de la perífrasis verbal de presa, lucha por la vida, no cruel pero sí cuantitativa).
haber de + infinitivo para expresar obligación (hubo de ha­ La parte de la negociación marca una oposición lexical,
cerse) en vez de tener que; la interposición de palabras morfológica y sintáctica con el cuadro narrativo que le pre­
entre el auxiliar y el participio (habían —al ir desapare­ cede, en el que, como acabamos de ver, destacan los proce­
ciendo— hecho, habiendo ya renunciado); el empleo en de­ dimientos de expresión cultos. Hay un cambio de tono, de
suso en español moderno de la pasiva con ser cuando se acuerdo con la situación y con las personas que intervienen
trata de una acción momentánea de un verbo perfectivo, en ella. A la frase compleja sucede la frase breve propia del
por lo que la construcción llegado era su momento, en vez habla familiar; a las redundancias y a la perífrasis de los
de había llegado su momento, adquiere un aire arcaizante; segmentos anteriores se oponen ahora las elipsis. Un voca­
las frecuentes inversiones del orden de las palabras y de las bulario apropiado para la negociación con una prostituta
frases para reflejar el fluir desbordante de las impresiones acentúa el carácter caricatural que había en los comporta­
que surgen en la conciencia del personaje ante una reali­ mientos galantes y en las apariencias. El campo léxico se
dad abominable. Y así la colocación anticipada del com­ desplaza ahora hacia el acuerdo (¿Tú qué cobras?, Yo, tres­
plemento circunstancial (Desde su observatorio pudo com­ cientas, Te doy, No puedo menos, no tengo más, aquiescencia,
probar) encierra la intención de poner mayor atención en ya sabes lo que me queda, Bueno, vamos). La organización
la presentación de unos hechos por los que Agustín sentía sintáctica corrobora este efecto de cambio en el discurso.
repulsa; su decisión irrenunciable queda confirmada al Predominan las oraciones interrogativas directas y las
dar prioridad al adverbio indeclinablemente sobre el ver­ enunciativas simples sin elementos secundarios.
bo; también hay casos de hipérbaton de sujeto (Al paso as­
cendente de estas parejas acompañaba una paralela agita­
ción de los servidores, Acudía primero el camarero, 5.2. La determinación
llegado era su momento). Un ejemplo del hipérbaton vio­
lento es el que hemos señalado en la secuencia donde una A excepción de algunos nombres que van precedidos
proposición de valor temporal desplaza los dos elementos de un determinativo indefinido (algunos caballeros, infini­
de la forma verbal compuesta (habían —al ir desapare­ tos automóviles) o que carecen de determinantes, la reali­
ciendo— hecho disminuir). dad que se describe en este fragmento está representada
La organización de oraciones complejas formadas por por medio de la determinación definida, como se puede
medio de proposiciones o constituyentes de proposiciones observar en el texto. Esta forma de actualizar el nombre y
que se desarrollan en agregaciones paralelas, o por medio el empleo de un vocabulario predominantemente concre­
de segmentos no necesarios (subordinadas de relativo, apo­ to, donde abundan los adjetivos y otros modificadores,
siciones, incisos, complementos circunstanciales), además presentan un cuadro de un modo preciso y conforme a la
de indicar el gran dominio que poseía el autor del lenguaje experiencia de lo real. Y además por medio de la determi­
elaborado, recargado, es una manifestación del impulso fe­ nación definida queda asegurada la continuidad de la re­
bril, de la tensión desbordante con que el autor expresa el ferencia a todo aquello que el lector ya conocía.
drama, el conflicto del personaje. Esta situación se afirma Caballeros lleva el determinante indefinido algunos
con una serie de palabras y expresiones que refierer^la no­ porque no se había hecho anteriormente mención a ellos.
ción de desagrado y de rechazo (escaso pelo, sin razón al­ El narrador presenta, de forma correcta, las prendas que
guna, vagamente repulsivo, la habían rechazado, nido, un pertenecen a una de las «señoritas» con el artículo defini­
ente, como limpiabotas, ajamonada, caballeros reverenciales, do (la piel, el bolso), pero dice unos largos guantes negros,

108 109
que se debe entender como una expresión enfática, ya que lo indefinido (deslizaban). En la primera parte es percep-
el indefinido aplicado a un sustantivo acompañado de ad­ lible, como ya quedó dicho, la abundancia de imperfectos
jetivo sirve para encarecer o intensificar la cualidad. Hay de aspecto iterativo (Acudía, sonreía, ayudaba, echaba,
algunos casos de indeterminación por falta de artículo i diría, se inclinaba, proponía), indicando repetición de ca­
(pareja, matrimonio, novios, limpiabotas, entre manga y da uno de estos actos, tantas veces como parejas había en
guantes, grupos). Los nombres pareja, matrimonio, novios, la sala. Son también numerosos los que indican hechos
sin presentador adquieren sentido general, aunque se ha­ dispuestos correlativamente, contribuyendo a ello adver­
llan determinados por las palabras añadidas (distinguida, bios o frases adverbiales correlativas (bailaban primero,
canónico, formales) que concretan su significación; el vo­ bebían después, finalmente... emprendían, Acudía prime-
cablo grupos se halla determinado por los modificadores lo... Más arriba era... Más arriba aún, aparecía). Pero su
que le siguen. El determinativo posesivo nuestra (nuestra valor dominante de duración en el pasado se manifiesta
magnificencia) es un signo de la subjetividad de esta se­ en las secuencias descriptivas (1 e parecía vagamente re­
cuencia; el autor se incluye en la pluralidad por sentirse en pulsivo, tenía el pelo rizado, era pequeñito... y que lanza-
estrecha relación con los hechos vividos por el personaje. lia una mirada, gozaba de un escote, lucía un collar). Por
u l t i m o , hay que indicar que el carácter durativo del im­
perfecto se acrecienta construido en perífrasis con gerun­
5.3. Las formas verbales dio (iban pasando, iba quedando); en algunas frases verba­
les, seguido de la preposición a + infinitivo (comenzaba a
El imperfecto de indicativo es la forma verbal más em­ vaciarse) adquiere significación incoativa.
pleada en todo el texto, a excepción de la parte dialogada En cambio, el pretérito indefinido siempre es emplea­
en la que predomina el presente de indicativo para repro­ do en el texto para destacar hechos que se suceden pun­
ducir la conversación directa. Destaca su empleo en ver­ tualmente en la historia narrativa, tomados bajo el aspec­
bos que indican acción (se acercaban, bailaban, bebían, to perfectivo: pudo comprobar, procedió a dar, hubo de
emprendían, acudía, ayudaba, deslizaban, echaba, abría, se hacerse, fueron, puso, dijo, miró, mintió. Debemos advertir
inclinaba, etc.); en algunos la acción es perfectiva, y el c pie la frase verbal obligatoria haber de + infinitivo (hubo
enunciarla en imperfecto indica que es repetida, reiterada de hacerse), por usarse poco en el habla espontánea, se
(bailaban, bebían, acudía, sonreía); con acudía y sonreía el siente como literaria.
autor quiere comunicarnos que el camarero repetía estas No es posible estar de acuerdo, por nuestra parte, con
acciones con cada una de las parejas. En otros está más I. Feuillet, que no basa la oposición imperfecto/indefinido
señalada la acción durativa (representaba, gozaba), que en la marca aspectual durativo/puntual, sino en una opo­
aparece mucho más marcada en los verbos llamados per­ sición estática/dinámica. Hay que insistir en que también
manentes (tenía el pelo rizado, era pequeñito). se pueden enunciar mediante el imperfecto, como se ha
Aunque el imperfecto de indicativo suele predominar visto, nuevos hechos en el desarrollo de la historia, e in­
en las descripciones, también suele usarse en la narración cluso nuevas secuencias del proceso narrativo, como ésta
para contar hechos, como se puede ver en este fragmento: que inicia la segunda parte del texto, donde se relatan en
unas veces expresando una acción pasada como transcu­ imperfecto hechos desplegados simultáneamente: «iban
rriendo, dentro de la cual se sitúa otra acción pasada, por pasando los minutos... mientras Agustín bebía... y la her­
ejemplo el pretérito indefinido (pudo observa^ que... se mosa sola... comenzaba a vaciarse».
acercaban... bailaban... bebían, las hacían reír... empren­ Por último, hay hechos relatados en pretérito plus­
dían; hubo de hacerse... escogían); otras veces expresando cuamperfecto para indicar anterioridad con respecto a
una acción pasada perfectiva, equivalente a la del pretéri- otro pasado: habían rechazado, habían hecho, habían des­

110 111
lizado. El segmento en el que aparece el comentario del mera oración de la parte primera es el mejor ejemplo para
propio narrador está enunciado en tiempos y modos que ilustrar los procedimientos de expansión y de subordina­
contrastan con las formas verbales empleadas para la ción. Lo primero que hay que observar es el enorme dese­
constatación de los hechos. La primera pregunta se expre­ quilibrio entre la proposición principal (Desde su observa­
sa mediante la fórmula interrogativa ya fija en la lengua torio pudo comprobar) y la constatación de un hecho
¿Es que...'? En la segunda pregunta el autor marca su re­ enunciado por una proposición completiva, cuyo sujeto
serva por medio de un futuro de sorpresa (se establecerán), (algunos caballeros) se alarga con complementos del nom­
y consigue distanciarse de la realidad mediante el aspecto bre en frases asindéticas, constituyendo paralelismos bi­
hipotético del subjuntivo (sea preciso). El infinitivo es ap­ narios de adjetivo más nombre (de escaso pelo, de aspecto
to para expresar la finalidad (hacerla reír, ser admirado) físico) o adverbio más adjetivo (mejor vestidos, más grue­
marcada por el conectorpara que. sos), la última de las cuales se desarrolla mediante una su­
Dada la significación de plena tensión del infinitivo, y bordinación relativa, cuyo pronombre (que) queda aislado
la de aspecto durativo del gerundio, ambas formas verba­ de la proposición por un inciso (sin razón alguna), que­
les contribuyen a expresar dinamismo en la simultaneidad dando así subrayada su función anafórica. Estas expan­
de los hechos. Y así muchas expansiones circunstanciales siones determinantes, por un lado, sirven para caracteri­
se expresan tanto en gerundio simple (llevándolas, portan­ zar con más precisión el núcleo del sujeto, y por otro, al
do, teniendo) o formando perífrasis con el infinitivo (al ir romper con el esquema normalmente esperado, las con­
desapareciendo), tanto en infinitivo, bien expresando fina­ notaciones peyorativas se multiplican, y reflejan la altera­
lidad (a transportarles, a alcanzar, a cobrar, a colocarse) bien ción anímica que se estaba produciendo en el personaje
constituyendo proposiciones circunstanciales de tiempo espectador. A su vez, la subordinada relativa que le habían
(antes de comenzar a andar, antes de poder lograrlo). rechazado, en cuanto que determina al pronombre las mis­
También esta presentación de hechos en curso de rea­ mas, forma parte integrante del predicado de la proposi­
lización está contenida en los dos participios de presente ción sustantiva, a la que sigue el coordinante y, que intro­
adjetivados que aún conservan aspecto activo (paso as­ duce otra proposición sustantiva, pero entre ésta y aquél
cendente, miradas alternantes). vemos que se inserta un inciso (sin dificultad alguna) si­
A la parte narrativa y descriptiva le sigue la dialogada métrico en todos sus elementos al señalado anteriormente
que favorece aún más el realismo de los personajes. El (sin razón alguna); a esta proposición le siguen por enca­
presente de indicativo es el tiempo casi exclusivo de la denamiento asindético (yuxtaposición) otras tres, las dos
conversación narrada en estilo directo. primeras de igual valor y una por paralelismo sindètico
(coordinación copulativa). Las dos primeras de igual valor
y en paralelismo (bailaban primero, bebían después) sobre
5.4. Sintaxis una triple correspondencia: fónica, morfológica y sintácti­
ca; por su parte, la que lleva verbo perifrástico se desarro­
A primera vista, el texto presenta dos organizaciones lla en una expansión disyuntiva (hacían reír o sonreír) en la
sintácticas diferentes. Las tres primeras partes están cons­ que las expansiones modales (estruendosamente, con mo­
truidas con oraciones de estructura compleja. En cambio, destia) refuerzan el significado de las distintas formas no
en la última parte predominan las réplicas de predicación conjugadas a las que complementan. La yuxtaposición de
simple, e incluso las frases elípticas, propias de la conver­ estas proposiciones reducidas al verbo y al adverbio dina-
sación directa. miza el encadenamiento. La última coordinada anuncia,
Las oraciones complejas se organizan por expansiones mediante la locución conjuntiva y finalmente el cierre de
asindéticas y conjuncionales, y por subordinación. La pri­ la acumulación de proposiciones que se suceden lineal­

112
mente en el tiempo {primero, después, y finalmente), pero cen varias palabras de función modalizadora, es decir, que
entre la marca conjuntiva y el núcleo de la proposición se designan subjetividad o emotividad del que se expresa
inserta una subordinada circunstancial {llevándolas del {quizá, sin razón alguna, vagamente, indeclinablemente).
brazo) que, a su vez constituye el núcleo de tres expansio­ Por otra parte, esta complicación tan elaborada del objeto
nes modificadoras, en yuxtaposición e introducidas por el directo de pudo comprobar coincide con un momento de
gradativo como, en rigurosa simetría formal y léxica {co­ movilidad de la descripción, que continúa desarrollándo­
mo pareja distinguida, como matrimonio canónico, como se hasta culminar, al final de la primera parte, con la des­
novios formales). Las expansiones descriptivas se prolon­ cripción del limpiabotas.
gan en torno al circunstancial por las escaleras que se dila­ Las seis oraciones que siguen van aumentando en
ta en una proposición de relativo de significación espacial, complejidad conforme el desarrollo descriptivo llega a la
a la que sigue una copulativa, y cuyo enunciado presenta última secuencia. De una estructura simple se pasa a es­
una ruptura con la inserción de una frase verbal modal, tructuras gradualmente más complejas. La noción de mo­
cuyo núcleo es gramaticalmente catafórico y el pronombre, vilidad está reforzada por las frases nominales {paralela
anafórico {apretujados en ella). Es de notar que el núcleo agitación, al paso ascendente), las estructuras frásticas
del sujeto de esta copulativa de verbo elíptico va precedido {acudía a cobrar, ayudaba a colocarse, comenzar a andar),
de un determinante indefinido {infinitos), que da énfasis a y los mismos verbos que indican movimiento {acercándo­
la descripción, y seguido de un adjetivo sobre el que incide le, deslizaban, echaba, abría, se inclinaba).
una proposición, sustantiva {a transportarles) que, para Por una parte, las correspondencias morfológicas
asegurar la cohesión textual de esta larga oración lleva en­ (imperfecto + infinitivo: acudía a cobrar, ayudaba a colocar­
clítico el pronombre personal les, que reenvía anafórica­ se); la tercera persona de imperfecto: {acompañaba, son­
mente al lejano sujeto de la oración {caballeros), y un com­ reía, ayudaba, deslizaban, echaba, abría, se inclinaba, apa­
plemento preposicional circunstancial {al nido) con el recía, proponía, tenía, era, lanzaba, quedaban)', también las
modificador semejante que da lugar a una subordinada re­ correspondencias en la construcción de frases nominales
lativa, que introduce una intención futura, y cuyo atributo (determinante + adjetivo + nombre, o bien pospuesto el
{dispuesto a alcanzar), repitiendo el adjetivo verbal y la adjetivo: una paralela agitación, unos largos guantes, sus
estructura de la frase dispuesto a transportarles, marca brazos desnudos, los pesados cortinajes, el pelo rizado, una
la coincidencia de intenciones. mirada codiciosa); los adverbios y frases adverbiales (pri­
Como acabamos de ver, tanto las expansiones, aña­ mero, Más arriba, Más arriba aún) que implican cierta co­
diendo precisiones, como la inserción de proposiciones rrelación en la ordenación de las oraciones; la repetición
subordinadas relativas, circunstanciales e incisos, hin­ de lexemas y frases (señorita, señoritas; sonreír, sonreía,
chan en exceso el enunciado. Esta sintaxis compleja con sonriente; guantes negros; en sus brazos, a los brazos), son
acumulaciones de términos en yuxtaposición o en coordi­ elementos que dan cohesión y refuerzan el encadena­
nación, según se quiera dar movilidad o vehemencia a la miento del texto. El paralelismo es otro procedimiento del
frase, con prolongaciones de frases que, a su vez, se dila­ discurso. Obsérvese cómo el paralelismo binario por
tan con otras expansiones y subordinaciones, con inser­ coordinación copulativa, entre parejas de sustantivos, de
ciones entre los constituyentes de una proposición, con adjetivos calificativos y también de proposiciones va to­
términos en correlación, además de los hipérbatos ya se­ mando más amplitud (del señor y de la señorita, pequeñito
ñalados, es un medio de expresar el rechazo al espectácu­ y flaco, libre y blanca, manga y guante, sonreía y ayudaba,
lo que Agustín contemplaba. El discurso progresa emoti­ que proponía taxi y que tenía el pelo rizado, que era peque­
vamente; la oración se llena fragmentariamente por ñito y que lanzaba una mirada).
impulsiones motivadas desde el exterior, y por eso apare­ Por otra parte, hay que indicar que el polisíndeton de

114 115
la copulativa y, perceptible en las dos últimas oraciones, de los dos hechos. Aunque las dos proposiciones principa-
(echaba... y abría... se inclinaba, pequeñito y flaco y que les van unidas por el coordinante copulativoy, entre ellas se
lanzaba..., libre y blanca entre manga y guante), y la acu­ establece una relación de causa a consecuencia. La siguien­
mulación de subordinadas relativas, alargando excesiva­ te oración, muy elaborada, cierra la descripción de las pa­
mente la última oración, ayudan a expresar la vehemencia rejas. Se despliega en dos períodos coordinados mediante
creciente y la repulsa del narrador, sobre todo, al describir nexos correlativos (No sólo... sino también). El primero es
al último servidor. Esta subjetividad intensiva que aflora l i t á i s complejo que el segundo; el sujeto caballeros se pro­
constantemente en el texto se muestra en la frecuente in­ longa en una expansión descriptiva (reverenciales), y otra
versión de los constituyentes centrales de la oración, en la i ¡rcunstancial en gerundio (portando hermosas mujeres del
inserción de frases estimativas, como ésta que separa el bracete), que subraya una acción en curso de desarrollo.
sujeto del verbo (Algunas -—quizá profesionalmente más Tanto el núcleo como las expansiones del sujeto pueden
hábiles) o de adverbios modalizadores (esta vez quizá) en considerarse como una variante repetitiva de nociones y de
la anticipación de proposiciones circunstanciales respec­ referencias ya expresadas anteriormente (algunos caballe­
to a la principal (antes de comenzar a andar), imponiendo, ros... llevándolas del brazo... solemnemente, portando her­
de este modo, un ritmo inestable. mosas mujeres del bracete), de modo que si la continuidad
La oración conclusiva de la descripción presenta interés referencial con lo anterior queda subrayada, el desarrollo
porque aparece, como en la primera oración, aunque en or­ descriptivo queda estancado. Pero el inciso (al ir desapare­
den inverso, un enorme desequilibrio entre el sujeto y el ciendo) que se introduce aislando la forma conjugada de las
predicado. El elemento central del sujeto (ente) va acompa­ formas no conjugadas de la perífrasis verbal, contribuye a
ñado de los siguientes modificadores de carácter devaluati- dar tensión al enunciado. La ruptura violenta de una es­
vo: una frase preposicional (vestido de azul), una frase mo­ tructura gramatical, cuyos elementos van normalmente en
dal (como limpiabotas) y cuatro proposiciones relativas un orden fijo, que, como ya dijimos, es una característica
morfológicamente idénticas en agrupamiento binario, si de la técnica estilística de Martín-Santos, es un medio de
bien en la coordinación del primer grupo se produce una crear suspensión, de alertar al lector, y la mayoría de las ve­
incompatibilidad semántica. A su vez el complemento indi­ ces introduce en el relato una notación subjetiva. Pero en
recto de la última da lugar a una expansión también relati­ este caso añade una precisión al relato; en cambio, la sub­
va dilatándose en precisiones accesorias mediante una pa­ jetividad la expresa el adverbio modalizador posiblemente.
reja de adjetivos y otra de sustantivos. Esta multiplifícación El segundo período se abre con el nexo correlativo sino que,
en grupos breves, de progresión febril, oscila entre el realis­ y presenta un doble sujeto por coordinación copulativa. Es
mo y lo subjetivo. perceptible el sentido anafórico del complemento circuns­
En la segunda parte el relato está cortado por una se­ tancial por su mismo camino, el camino que habían toma­
cuencia subjetiva desarrollada en dos oraciones de entona­ do los caballeros reverenciales, quedando asegurada así una
ción interrogativa. El texto propiamente narrativo también continuidad entre los dos movimientos de la oración. La
se compone de dos oraciones complejas. La sintaxis es la proposición se dilata con una doble aposición simétrica por
apropiada para hacer percibir una idea del movimiento por sucesión asindética, y está constituida por un participio
medio de las perífrasis verbales (Iban pasando, comenzaba conjunto (acompañados) precedido de un determinante ad­
a vaciarse) y de los semas de tiempo amplificados (los mi­ verbial (mucho menos) y seguido de una pareja de comple­
nutos y quizá las horas). Esta idea de transcurso destiempo mentos circunstanciales (suplementos) en coordinación,
contrasta con la aparente calma de Agustín, actitud indica­ pero la segunda expansión, en vez de participio pasivo lleva
da mediante la subordinada adverbial de tiempo introduci­ un participio de presente adjetivado provisto solamente de
da por la conjunción mientras que expresa simultaneidad un suplemento.

116 117
La modalidad interrogativa de las dos oraciones si­
guíente hubo de hacerse a la luz. ■ ■ y comprender, están en
guientes dan al texto una apariencia conversacional. La
acuerdo con la temática de la incertidumbre del cuadro na­
organización sintáctica que ambas presentan es la apro­
rrativo. Estas dos últimas perífrasis verbales constituyen
piada para expresar el movimiento de una reflexión vehe­
núcleos de predicados verbales que acaban en expansiones
mente sobre los hechos descritos. La primera comienza
relativas. Hubo de hacerse, además del complemento direc­
con la fórmula gramatical Es que para marcar la interro­
to {la luz), se alarga con dos circunstanciales, dando lugar
gación, seguida de una construcción perifrástica imperso­
el segundo a una expansión relativa. El núcleo predicativo
nal. La estructura compleja de la segunda señala una pro­
que va coordinado {comprender) se despliega en una es­
gresión tanto razonadora como vehemente, atestiguando
tructura oracional compleja en torno al núcleo del comple­
la presencia del autor. Obsérvese cómo el verbo no con­
mento directo {calidad) que asocia dos modificadores, con
cierta con el elemento central del sujeto sino con el com­
función determinativa, el adjetivo escasa y el complemento
plemento del nombre.
del nombre {de presa) que origina una expansión subordi­
Una sintaxis claramente bien articulada consigue dar a
nada relativa, cuyo sujeto aparece aislado del verbo por un
la oración una progresión afectada de una modalidad de in-
inciso que integra una proposición elíptica de valor conce­
certidumbre, a la que contribuyen, además del futuro de
sivo, y a cuyos complementos circunstanciales {en esta lu­
sorpresa {se establecerán), las dos subordínales finales en
cha por la vida), a su vez, se adjunta otra expansión en apo­
modo subjuntivo en sucesión asindética y con correspon­
sición explicativa. Esta acumulación de circunstanciales o
dencias semánticas formales entre ellas {para que sea preci­
de modificadores del nombre que generan expansiones, in­
so + infinitivo perifrástico, para que sea necesario + infiniti­
cisos y aposiciones, sobre los segmentos de ambos predica­
vo pasivo), pero la segunda se amplifica mediante una
dos verbales, es uno de los medios habituales de que se vale
proposición modalizadora de la probabilidad, interpuesta
el narrador para expresar la agitación interior de Agustín, al
entre el atributo y el sujeto, que, a su vez, se dilata en un en­
que se hace referencia continua mediante pronombres (ha­
cadenamiento de complementos circunstanciales acceso­
cerse) y posesivos repetidos de tercera persona {su momen­
rios {a expensas de la munificencia exhibida con el personal
to, su cerebro, su virgo). A este recurso hay que añadir, co­
subalterno). Como ya se indicó, la ruptura de los esquemas
mo quedó indicado en el comentario semántico, los
gramaticales refiere el estado de tensión del narrador. El
términos de intensificación que concurren a la expresión de
grado de subjetividad e incertidumbre que se refleja en los
dicha noción: su momento, paso decisivo, escasa calidad de
elementos sintácticos señalados se refuerza con el califica­
presa, lucha por la vida, y especialmente aquellos que mani­
tivo axiológico extraño y el adverbio modalizador quizá.
fiestan subjetividad y apreciación por parte del narrador
Además de las correspondencias simétricas que dan cohe­
{no cruel, pero sí cuantitativa).
sión a las dos oraciones interrogativas, hay que señalar los
La siguiente oración se abre con una subordinada cir­
deícticos (pronombres personales) con ella, hacerla, por
cunstancial que indica la supresión de un obstáculo para la
ella, que también contribuyen a la continuidad entre ellas.
realización de los deseos de Agustín. El paralelismo por
La tercera parte del texto empieza haciendo referencia
coordinación copulativa entre los grupos que constituyen el
a Agustín, con lo cual se asegura la coherencia del desarro­
complemento directo {exquisitas proporciones físicas, cáli­
llo descriptivo. Una proposición circunstancial en gerundio
da sensualidad de rostro) marca la amplitud de la renuncia.
compuesto seguida de una completiva, interpuesta entre el
La técnica amplificatoria, tal como aparecía en segmentos
sujeto y el predicado de la principal, encuadra en el conjun­
anteriores, hace que el sujeto se prolongue excesivamente.
to del tiempo narrativo la apertura de una nueva fase na­
En torno al elemento central (piernas) se agrupan los adje­
rrativa. Tanto la perífrasis verbal procedió a dar como las
tivos simples y largas, manteniendo la misma estructura de
que aparecen en coordinación copulativa en la oración si-
exquisitas proporciones físicas, y el complemento del nom­

118
119
bre de una mujer sobre el que se multiplican precisiones ac­ lodos los elementos innecesarios o que se sobreentienden.
Y así a la pregunta «¿Puedo sentarme con Vd. ?» se respon­
cesorias enunciadas mediante subordinación relativa (que
iba quedando...) y circunstancial (lanzando miradas...); es­ de indicando la causa: «Es ya muy tarde». A imitación del
habla coloquial también se producen saltos en el diálogo
ta última también desarrolla expansiones asociadas a la
pareja de objetos indirectos: reloj lleva una expansión «mo- que implican relaciones lógicas con el desarrollo de la
conversación. Y así la respuesta que inicia la segunda se­
dalizadora» (supuestamente en marcha), y escalera, una ex­
pansión relativa (por donde los posibles clientes ascendían). cuencia «Estoy cansada», aunque formalmente no apa­
renta continuidad con el enunciado precedente, contiene
La última oración de esta parte es descriptiva. El sujeto
elíptico marca la coherencia referencial del desarrollo des­ una relación implícita en cuanto que supone acuerdo en el
criptivo. Abre la oración el elemento nuclear del predicado precio. Esta réplica tiene, pues, valor adversativo: mani­
(Gozaba), cuyo suplemento (escote) da lugar a una expan­ fiesta una contrariedad respecto de lo que se ha dicho an­
sión comparativa de igualdad marcada por los adverbios, tes. Todos los segmentos del discurso directo están en pre­
que algunos denominan gradativos, tan como, y a una su­ sente, omitiéndose en la estructura superficial los verbos
bordinada relativa, en cuyo segmento, además de insertar­ de lengua de los que aquéllos lógicamente dependen, y es­
se una aposición metafórica en participio de presente en­ ta homogeneidad es un elemento de cohesión textual; pe­
tre el pronombre relativo y el predicado, se integra una ro a partir de la réplica «Estoy cansada», suelen ir encua­
drados en la enunciación narrativa por yuxtaposición con
expansión comparativa correlativa a la anterior caracteri­
zando al complemento del nombre (de perlas) que está di­ relación a los verbos subordinantes que están en pretérito
rectamente calificado por el calificativo grises. Esta articu­ indefinido (anunció, dijo, mintió). La aparición de estos
lación tan compleja, en la que predomina la subordinación verbos introductores del discurso directo, además de or­
y los agrupamientos binarios, puede interpretarse como denar el encadenamiento preguntas-respuestas, le permi­
ten al narrador añadir informaciones no sólo objetivas si­
análisis de una situación concreta por una inteligencia re­
flexiva que tiende a jerarquizar y a reagrupar los aspectos no también subjetivas. Sin embargo, en contraste con las
percibidos de la realidad. partes anteriores del fragmento, los elementos informati­
vos están reducidos al mínimo, y desprovistos de precisio­
La cuarta parte representa un cambio en el desarrollo
narrativo, y también en la técnica y en el movimiento. En nes anecdóticas. Esto explica, a excepción de la proposi­
la parte dialogada los medios de expresión son diferentes ción circunstancial (proclamando con este cambio de
a los empleados en las partes anteriores: las oraciones de táctica su aquiescencia), la ausencia de expansiones, de
estilo directo generalmente son breves, a imitación del ha­ incisos, de subordinadas relativas y circunstanciales.
bla espontánea, y la subordinación está excluida en toda Las caracterizaciones subjetivas, o informaciones del na­
la secuencia dialogada. La primera oración asegura la rrador sobre un segmento del diálogo, se reducen a los
transición entre esta parte y las dos anteriores. Dos cir­ adverbios levemente, que modifica al complemento pre­
cunstanciales enmarcan la oración de apertura, y señalan dicativo perpleja, y descaradamente (mintió al fin desca­
la coherencia referencial del transcurso del tiempo, en co­ radamente).
rrelación con el inicio de la segunda parte (Iban pasando Entre las preguntas y las respuestas predomina el ali­
los minutos y quizá las horas) y de la tercera parte (ha­ neamiento asindético, pero la yuxtaposición en algunas
biendo decidido que llegado era su momento). El diálogo se réplicas manifiesta objeción: («Es ya muy tarde», «Estoy
introduce sin previo anuncio. El cambio de réplicas es di­ cansada») o la causa («Sí, es ya muy tarde») «Es que me
recto y rápido. Las preguntas y las respuestas alternan de has caído simpático»). Son escasas las conjunciones, o
igual manera, y se ajustan a la ley de la economía de la len­ los morfemas equivalentes a ellas, de referencia al enun­
gua, practicada en la conversación corriente, que suprime ciado precedente para asegurar un encadenamiento lógi­

120 121
co y evitar la rigidez en el diálogo. Pero, aunque en esta
bailaban primero / bebían después / las hacían reír /
situación su empleo es incorrecto, señala una restricción 6 5 6
en el contenido de la proposición anterior, y al mismo
tiempo da por hecho el haber llegado a un acuerdo en el estruendosamente / o sonreír / con modestia /
6 4 4
precio de las doscientas cincuenta pesetas. Bueno, que
aparece destacado por el acento al ir al comienzo de fra­ un ente vestido de azul, (...) que proponía taxi /
se y seguido de pausa, articula esta secuencia con el de­ 9 7
sarrollo anterior del diálogo, e introduce una oración y que tenía el pelo rizado / que era pequeñito y flaco
compuesta con el segundo período adversativo. Las ad­ 11 10
versativas señaladas permiten ver cómo los personajes se mucho menos acompañados de saludos /(...)/
encuentran con contrariedades que retrasan el logro de 1 3
sus deseos. mucho menos abundantes en propinas /
Diremos para terminar que los rasgos del habla colo­ 12
quial, o la manera de hablar propia del lenguaje oral, y al­
a exquisitas proporciones físicas /
gunas elipsis que se observan en las respuestas, ya han si­
12
do señalados en otra parte del comentario.
e incluso a cálida sensualidad de rostro /
1 5
6. Nivel prosódico A pesar de la homogeneidad de los grupos no es posi­
ble asegurar una recurrencia regular. Es siempre arries­
Aunque la organización sintáctica está bien elaborada, gado y, discutible, tratar de buscar en textos no poéticos
y el estilo es culto, la fragmentación de las expansiones y cadencias que el autor no se ha propuesto marcar. La ma­
de las proposiciones en grupos de extensión desigual, pro­ yoría de las veces son concordancias inesperadas, sin in­
duce un ritmo inestable y de ruptura en correspondencia tención de subrayar un efecto sugestivo, como ésta que
con el desarrollo del tema. Hemos visto cómo la despro­ aparece al final de la primera parte del texto:
porción de volumen entre los constituyentes centrales de
varias oraciones, y la complejidad, tanto de los sujetos co­ en la parte /
mo de los predicados, imponen un movimiento rítmico 4
muy contrastado. que quedaba/
Sin embargo, los numerosos paralelismos, ya señalados 4
en el análisis sintáctico, desarrollan, dentro del movimien­ libre y blanca /
to global del discurso, grupos de estructura semejante o pa­ ' 4
recida. Esta proyección de identidad morfosintáctica en ex­ entre manga /
pansiones afines semánticas a veces aparece subrayada 4
mediante correspondencias rítmicas. Veamos algunas de
y guante negros.
las secuencias que tienden a la regularidad:
4
algunos caballeros / de escaso pelo / mejor vestidos quizá /
Las recurrencias rítmicas sobre segmentos de corres­
7 6 7
pondencias gramaticales y semánticas son muy inestables
más gruesos que él / de aspecto físico / en este texto, y en general en toda la obra de Luis Martín-
5 7 Santos. Su estilo vehemente es contrario a la ordenación

122 123
prolongada de secuencias rítmicas. La ruptura se produce 3
constantemente, como vimos en la articulación sintáctica, JORGE LUIS BORGES,
con la dilatación de las frases y con la inserción de incisos EL SUR
y subordinados. Sin embargo, se advierte en varios frag­
mentos descriptivos del texto una tendencia al predomi­
nio de series en grupos crecientes, motivada por la vehe­
mencia pasional. Pongamos un ejemplo:

Habiendo ya renunciado /
8
a exquisitas proporciones físicas /
12
e incluso / a cálida sensualidad de rostro /
4 + 1 1
Texto:
las simples piernas largas / de una mujer/
7 + 5
El compadrito de la cara achinada se paró, tambaleán­
que iba quedando solitaria / en una mesa sola / dose. A un paso de Juan Dahlmann, lo injurió a gritos, co­
1 0 + 7 mo si estuviera muy lejos. Jugaba a exagerar su borrache­
lanzando miradas alternantes a su reloj / supuestamente ra y esa exageración era una ferocidad y una burla. En-
en marcha 5 tre malas palabras y obscenidades tiró al aire un largo cu­
1 4 + 8 chillo, lo siguió con los ojos, lo barajó, e invitó a Dahl­
mann a pelear. El patrón objetó con trémula voz que
y ala escalera /por donde posibles clientes ascendían
Dahlmann estaba desarmado. En ese punto, algo impre­
7 + 1 3
visible ocurrió.
fueron motivo suficiente / para declararla objeto deseable 10 Desde un rincón, el viejo gaucho extático, en el que
9 + 1 3 Dahlmann vio una cifra del Sur (del Sur que era suyo), le
tiró una daga desnuda que vino a caer a sus pies. Era como
si el Sur hubiera resuelto que Dahlmann aceptara el due­
Pero esta propensión a la extensión creciente rara vez lo. Dahlmann se inclinó a recoger la daga y sintió dos co-
se cumple rigurosamente, porque las aposiciones, los in­ 15 sas. La primera, que ese acto casi instintivo lo comprome­
cisos y las subordinaciones producen variaciones rítmicas tía a pelear. La segunda, que el arma, en su mano torpe, no
o regresiones bruscas a la cadencia menor. serviría para defenderlo, sino para justificar que lo mata­
ran. Alguna vez había jugado con un puñal, como todos
los hombres, pero su esgrima no pasaba de una noción de
20 que los golpes deben ir hacia arriba y con el filo para aden­
tro. «No hubieran permitido en el sanatorio que me pasaran
estas cosas», pensó.
—Vamos saliendo —dijo el otro.
Salieron, y si en Dahlmann no había esperanza, tam-
25 poco había temor. Sintió, al atravesar el umbral, que mo­
rir en una pelea a cuchillo, a cielo abierto y acometiendo,
hubiera sido una liberación para él, una felicidad y una

124 125
fiesta, en la primera noche del sanatorio, cuando le clava­ Hit i ts v la organización enunciativa del pasaje tienen como
ron la aguja. Sintió que si él, entonces, hubiera podido ele- |M Im ipal función la reconstitución imaginaria de una esce­
30 gir o soñar su muerte, ésta es la muerte que hubiera elegi­ na ilr cuchilleros gauchos, a través de notaciones realistas.
do o soñado. I I lexto consiste en un relato con partes descriptivas,
Dahlmann empuña con firmeza el cuchillo, que acaso t tu lado solamente por dos secuencias de discurso directo.
no sabrá manejar, y sale a la llanura. \ l,i narración y la descripción va asociada la reflexión.
I'i Imoro estudiaremos los vocablos desde el punto de vis-
la i le la historia propiamente dicha, tanto en las frases na-
Jorge Luis Borges, Ficciones.
1 1 , 1 1 ivas como en las descriptivas, y luego veremos cómo a
(Ed. Alianza Editorial, 1995, págs. 203-204.)
fMos hechos el autor les da una trascendencia axiológica.
Dahlmann, protagonista de la historia, emprendió un
Comentario v I a |t ‘ u 1 Sur, a convalecer de una operación quirúrgica que se
había complicado. Pero este deseo de retomar a una forma
Este texto es el final del cuento El Sur que forma parte de tío vida tradicional, de carácter autóctono, se verá absurda­
una serie de pequeños relatos publicados en 1944 con el títu­ mente obstaculizado por unos hechos insólitos. Como la no­
lo de Artificios, y que luego, juntamente con los ocho cuentos che caía, Dahlmann se vio obligado a entrar en un estableci­
de El jardín de senderos que se bifurcan (1941), integrarán el miento y decidió cenar allí. En el local, además del patrón,
libro Ficciones. Éste y otros libros de Borges ilustran su teo­ oslaban un viejo gaucho, acurrucado junto al mostrador, y,
ría del relato como ficción fantástica, lo que le lleva a un ale­ ion lados en una mesa, dos peones y otro tipo aún más pen­
jamiento de la novela realista. Sin embargo, Borges, quizá el denciero que, aparentemente sin motivo alguno, se diver-
autor hispanoamericano más europeo, se vale frecuente­ ii.m molestando a Dahlmann. Pero la burla se convirtió
mente del relato para explicar su visión negativa del mundo, pronto en hostilidad anormal y feroz, pues el mozalbete de
inspirada, en gran parte, en filósofos y escritores europeos. ni re brutal le retó a una pelea a cuchillo, a pesar de la pro­
Aunque los episodios que se narran en El Sur sólo se les la del patrón. Dahlmann comprendió la obligación de ba-
sostienen desde la fantasía, presenta una estructura na­ i irse cuando el viejo gaucho le procuró una daga. Incapaz de
rrativa no muy diferente de la realista. El orden cronoló­ i Infenderse e indiferente a la muerte, se dejó ir al descampa­
gico permite una lectura tradicional de los hechos. Pero do, donde se batiría con aquel matón que él desconocía.
hay otros aspectos que no responden a la experiencia ex­ Como dijimos, la descripción del cuadro de aparente re-
terior, sino a la conciencia desasida de Dahlmann, y tie­ •ilidad y la dramatización de la escena se hacen por medio
nen, por lo tanto, carácter de símbolo. tic un vocabulario concreto. Y así el narrador nos da una
descripción precisa de rasgos físicos (El compadrito de la
cara achinada, 1; ojos, 6; trémula voz, 7; viejo gaucho extáti­
1. Comentario semántico co, 10)pies, 12; mano torpe, \6), de gestos (separó, tambale­
ándose, 1; injurió a gritos, 2; tiró al aire, 5; lo siguió con los
ojos, lo barajó, 6; le tiró, 12; se inclinó a recoger, 14; empuña
1.1. Comentario léxico-semántico con firmeza, 32). En esta representación de lo concreto hay
que añadir las palabras que designan objetos y lugares (cu­
La mayor parte de las palabras designan lo concreto, chillo, 6, 32; daga, 12, 14; arma, 16; puñal, 18; aguja, 29; rin­
sirviendo ya para la descripción de los personajes qug ha­ cón, 10; Sur, 11, 13; sanatorio, 21, 28; umbral, 25; a la llanu­
bía en el establecimiento, ya para la representación de la ra, 33) y las frases circunstanciales (A un paso, 2; a gritos, 3;
escena de matonería. El efecto real de los componentes lé- muy lejos, 3; En este punto, 8; hacia arriba, 20; para adentro,

126 127
20; a cielo abierto, 26; en la primera noche, 28; entonces, 29). daga desnuda, 11-12), la obligación de batirse y recupera-
También las expresiones coloquiales aumentan el efecto de i ión del honor (aceptara el duelo, 13; se inclinó a recoger la
lo real, y así, compadrito (1), que es diminutivo de compa­ daga, 14; lo comprometía a pelear, 15-16), asociación con la
dre, aplicado a un personaje desconocido y pendenciero, i nuerte (no serviría para defenderlo, sino para justificar que
tiene un claro significativo peyorativo; de igual modo, la se­ lo mataran, 16-18; morir en una pelea a cuchillo, 25-26), el
cuencia dialogada en la que aparece el gerundio con valor lugar del duelo (a cielo abierto, 26; sale a la llanura, 33).
de mandato (Vamos saliendo, 23) refleja el uso coloquial. Como se puede observar, el final del cuento no contie­
La dramatización de la escena se basa también en com­ ne desenlace, aunque se deduce. Este procedimiento de
ponentes léxicos y gramaticales. El narrador presenta con suspensión es frecuente en los relatos de Borges.
mucha fuerza caracterizadora al bravucón que injuria y de­ Como quedó dicho, al relato de la historia va asociado
safía a Dahlmann. La mayor parte de los nombres presen­ un sentido simbólico, un contenido reflexivo. ¿Qué es lo
tan semas depreciativos que, por un lado, confirman el te­ que quiso expresar el autor? La aventura ocurre en el via­
ma del matonismo y, por otro, caracterizan el estado je que Dahlmann hacía al Sur, después de haber vencido
inferior del ser humano, comparable a la animalidad; (bo­ la enfermedad. El viaje tiene connotaciones literarias,
rrachera, 3; una ferocidad y una burla, 4; Entre malas pala­ pues es un artificio narrativo muy antiguo, recobrado, co­
bras y obscenidades, 4-5). Otros procedimientos empleados mo se sabe, por Joyce. El viaje se embrolla con unos suce­
para la caracterización son el calificativo depreciativo (ma­ sos absurdos. El Sur llega a ser en la vida de Dahlmann
las, 5) y el caracterizante circunstancial (a gritos, 2). Tam­ (del Sur que era suyo, 11) una entidad y un destino inapre-
bién los verbos y grupos verbales remiten a los comporta­ hensibles.
mientos de este personaje (injurió, 2; jugaba a exagerar, 3). El autor parece plantearse la eterna pregunta ¿es libre el
A la inversa, la caracterización del viejo gaucho entra­ hombre? Y responde presentando un cuadro lleno de irra­
ña una significación valorizante. Los calificativos viejo cionalidades. Este sentimiento de lo absurdo hace que Dahl­
gaucho extático (10) no son depreciativos, sino que se reco­ mann aceptara el duelo como un acto casi instintivo (15).
noce en ellos la supervivencia de una dignidad a punto de Sin embargo, tenía conciencia de la condición absurda en
extinguirse, y el hecho de que le tirara una daga permitió que se encontraba. Era lúcido. Pero la conciencia de nada
oponer a la impotencia humillada, el coraje, al deshonor el sirve en un mundo absurdo. El haber aceptado el duelo no
honor. Para el Sur el honor era un deber (Era como si el Sur serviría... sino para justificar que lo mataran (17-18). Borges,
hubiera resuelto que Dahlmann aceptara el duelo, 12, 14). por tanto, en este punto se separa de Camus que afirmaba
La idea de movilidad y de tensión está expresada prin­ que el hombre es profundamente libre a partir del momen­
cipalmente por verbos de acción (se paró tambaleándose, 1; to en que conoce lúcidamente su condición sin esperanza.
tiró, 12; vino a caer, 12; se inclinó a recoger, 14; Vamos sa­ En esta situación Dahlmann tiene la sensación de lo
liendo, 23; Salieron, 24; atravesar, 25; acometiendo, 26; em­ extraño y de la soledad. Y es aquí que aparece por trasla­
puña, 32; sale, 33), especialmente por aquellos que relatan ción el tema de la experiencia del sanatorio: No hubieran
hechos tomados en su sucesividad (tiró al aire... lo siguió... permitido en el sanatorio que me pasaran estas cosas (21-
lo barajó, e invitó a Dahlmann a pelear, 5-7). 22). En el sanatorio no era libre, estaba vigilado, pero se
El vocabulario del duelo cubre casi todo el texto en to­ sentía protegido. Puede conjeturarse que para el autor la
dos sus diversos campos: la afrenta y el deshonor (lo inju­ libertad del hombre está condenada de antemano a causa
rió, 2; ferocidad, burla, 4; malas palabras y obscenidades, 5), de la hostilidad del mundo.
la provocación a duelo (tiró al aire un largo cuchillo, 5-6; in­ Con la introducción de temas reflexivos, en el penúlti­
vitó a Dahlmann a pelear, 6-7), las reglas del desafío (El pa­ mo parágrafo, aparecen las palabras abstractas (esperan­
trón objetó... que Dahlmann estaba desaunado, 7; le tiró una za, 24; temor, 25; liberación, 27; felicidad, 27; muerte, 30),

128 129
los verbos que expresan percepción intelectual (Sintió, 25, mático es señal de crueldad—; malas, 5) y el circunstan­
29), los que indican una acción mental (elegir; 29; elegido, cial modal a gritos (2) realzado por una amplificación co­
31) y los que denotan mera irrealidad (hubiera podido, 29). mo si estuviera muy lejos (3). La acumulación de verbos,
El narrador, omnisciente, penetra en la conciencia de en coordinación copulativa, tiró al aire... lo siguió con los
Dahlmann y transmite al lector lo que aquél piensa en los ojos, lo barajó, e invitó (6) denotan una progresión de la in­
instantes que preceden al duelo. En todo el proceso mental tensidad significativa y del efecto dramático.
se advierte una justificación metafísica de la muerte. Dahl­ Los actos atribuidos a Dahlmann contrastan con los
mann tiene conciencia que camina sin esperanza (24) por del matón en el caracterizante (mano torpe, 16) y en el in-
un mundo irracional, absurdo. La liberación del dolor, de tensivo-restrictivo casi (casi instintivo, 15) que pone de re­
la enfermedad, de que son símbolo el sanatorio (28), de las lieve su actuación apenas consciente. Hay que añadir que
experiencias absurdas, como la descrita en este relato, de el adverbio de posibilidad acaso (32) acrecienta el efecto
los deseos irrealizables (adviértase la sustancia simbólica dramático al final del relato.
del Sur) sólo puede conseguirse abandonando este mundo Como quedó visto, en el relato, especialmente en la úl­
con agrado. Dahlmann había comprendido en el sanatorio tima parte, subyace un sentido oculto, en el que es reco­
que sólo se podría alcanzar la liberación (27), la felicidad nocible el pensamiento del autor. Tanto los hechos exter­
(27) renunciando a la voluntad de vivir. Pero la muerte que nos acaecidos a Dahlmann, como lo que éste piensa,
hubiera elegido sería una muerte trágica, como la que le tienen por fin la reflexión sobre la condición del hombre.
esperaba ahora (ésta es la muerte que hubiera elegido, 30). Esta característica conduce a una modalización interpre­
El final trágico quizá exprese la rebelión total del hombre tativa. Frases como éstas hubiera sido una liberación para
ante el confrontamiento diario con lo absurdo. él (27), la muerte que hubiera elegido o soñado (30-31) ase­
De un modo muy conciso y encubierto, el autor vuelve guran el desplazamiento de lo real a lo conceptual.
a aludir al tema de la libertad por medio de una disyunti­
va (hubiera podido elegir o soñar, 29-30) que presenta cla­
ramente en oposición los dos términos. Esto quiere decir 1.3. Las desviaciones semánticas y otras figuras
si somos seres libres o tenemos la ilusión de ser libres.
Esta narración de una pelea a cuchillo en un espacio
rural, a pesar de que contiene vocablos usuales para la
1.2. Significación emotiva de las palabras descripción de una escena de matonería, no emplea un
lenguaje vulgar, sino cuidado. Los hechos están expresa­
Aunque parezca extraño, el autor se ocupa con preci­ dos de una forma precisa y a la vez límpida, e incluso se
sión y concisión de la representación de un universo ficti­ pueden descubrir formas de dicción elaborada, como el
cio. Su maestría consiste en hacer creíbles y aprehensibles uso del pretérito pluscuamperfecto de subjuntivo, y de efi­
los contenidos fantásticos. Su escritura se revela ajena a la cacia estilística que permiten la transición de una realidad
profusión emotiva. Ya quedó visto cómo los componentes vulgar hacia los dominios de la reflexión.
léxicos producen el efecto de lo real. Sin embargo, se pue­ La elegancia cuidada de la secuencia El patrón objetó
den observar algunos signos de intensidad expresiva y de con trémula voz (8) se encuentra en otras secuencias: algo
modalización que apelan la intervención de una subjetivi­ imprevisible ocurrió (8-9); no había esperanza, tampoco
dad, y que permiten encuadrar algunas partes dfel texto en había temor (24-25), etc.
el discurso reflexivo y axiológico. Observaremos los principales medios estilísticos que
Los signos axiológicos se presentan por medio de los favorecen el deslizamiento de una situación de gran cruel­
caracterizantes devaluativos (achinada, 1 —este rasgo so­ dad al punto de vista del comentador. Desde la primera lí­

130 131
nea aparece la idea de la crueldad, discernible en el signifi­ rió, tiró, siguió, barajó, invitó, objetó, vio, vino, inclinó, sin­
cado metafórico del calificativo achinada, que se refuerza tió, dijo, Salieron, clavaron). En el último parágrafo el pre­
en las parejas de términos una ferocidad y una burla (4), sente histórico sustituye al pretérito perfecto simple para
malas palabras y obscenidades (5). Por otra parte, el gerun­ dar más viveza a la acción (empuña, 32; sale, 33). También
dio tambaleándose desvía el significado del verbo se paró '•ti la narración de los hechos se hace uso del imperfecto,
hacia la irracionalidad, que se refuerza con el vocablo bo­ unas veces, para enunciar acciones que indican reiteración
rrachera (4). Los verbos en sucesión asindética tiró al aire... (jugaba a exagerar su borrachera, 3); otras la acción pasada
lo siguió, lo barajó (5-6) no describen sólo un movimiento en su aspecto de duración (comprometía, 15; pasaba, 19).
sino que también tienen connotaciones de lo espantoso y lo ('on los verbos imperfectivos se acrecienta el aspecto dura-
criminal. Estos vocablos que expresan crueldad encuen­ llvo (era una ferocidad, 4; era suyo, 11 había, 24, 25). Para
tran contraste en los calificativos de los circunstanciales indicar una acción anterior con respecto a lo que sintió (14)
con trémula voz (7), en su mano torpe, que son signos axio- I )ahlmann en el momento de recoger la daga, se usa el pre-
lógicos del pavor y de la inexperiencia pendenciera. tórito pluscuamperfecto había jugado (18). El pluscuam­
En el pasaje en que se hace referencia al Sur el narra­ perfecto de subjuntivo interviene en proposiciones subor­
dor pretende evocar un mundo insólito. A los términos dinadas sustantivas (hubieran permitido, 21; hubiera sido,
que, entre otros conceptos, denotan antigüedad como vie­ 27; hubiera elegido o soñado, 30-31), modales (hubiera re­
jo, daga (arma antigua) hay que añadir las expresiones suelto, 13) y condicionales (hubiera podido, 29), con verbos
metafóricas: gaucho extático (10), una cifra del Sur (11), subordinantes en pasado (pensó, 22; sintió, 25, 29) e indi­
una daga desnuda (12) y la densa personificación como si cando, como en el indicativo, una acción anterior a una ac­
el Sur hubiera resuelto que Dahlmann aceptara el duelo (12- ción pasada. En todas estas proposiciones en subjuntivo es
13), que también resulta ser una sinécdoque. evidente el valor de lo imaginario (como si el Sur hubiera re­
El desplazamiento del significado literal de los hechos suelto que Dahlmann aceptara el duelo, 12-13) y de lo irreal
hacia lo conceptual se hace al final del relato asociando el (hubiera podido elegir o soñar su muerte, 29-30).
semantismo de la muerte en duelo, expresado en términos El infinitivo y el gerundio contribuyen a expresar dina-
concretos mediante el verbo morir y los segmentos circuns­ mismo en la simultaneidad de los hechos. El infinitivo in-
tanciales (g cuchillo es complemento del nombre) a cielo Iinviene en la frase verbal vino a caer (12) que expresa una
abierto (imagen banal) y acometiendo (26), el semantismo • icción que alcanzó su fin, en las proposiciones completi­
de la finalidad metafísica, expresada en la expansión de tér­ vas exagerar (3), ir (20) (debemos decir que el verbo deber
minos abstractos una liberación, una felicidad y una fiesta seguido de infinitivo no pierde su significado propio, por lo
(27-28). La imagen soñar su muerte (30) asegura también la tanto no constituye una frase verbal), morir (25), manejar
transición de una realidad horrible hacia el dominio de la (13), en proposiciones que expresan finalidad a recoger
metafísica al insinuar la negación de un mundo verdadero. (14), a pelear (16), para defenderlo( 17), para justificar (17) y
en la proposición circunstancial al atravesar (25) donde se
subraya el aspecto durativo del infinitivo. El gerundio in-
2. Comentario morfosintáctico leiviene en la proposición circunstancial modal tambaleán­
dose (1), y puede interpretarse como una acción incidente
del verbo se paró y como acción atribuida al sujeto El com­
2.1. Las formas verbales padrito. También aparece en la secuencia dialogada Vamos
saliendo (23) que es una frase verbal que expresa que la
La forma verbal más empleada en el desarrollo de la ac­ idea de movimiento se realiza con lentitud. Es evidente
ción narrativa es el pretérito perfecto simple (se paró, inju­ que en este contexto el presente indica mandato. La acción

132 133
del gerundio acometiendo (26) puede presentarse ante i i.iliva que, juntamente con los componentes léxicos ya es-
nuestra mente como una acción coincidente con la de mo­ 11 uIiados, produce el efecto de lo real. Las oraciones se suce-
rir (25), aunque, en rigor, la acción de éste es consecuencia • h n sin morfemas de enlace ni elementos anafóricos, a ex-
del otro; por lo tanto expresa una anterioridad inmediata. . rpción de la última, que se inicia con la frase anafórica En
Hay que decir que el nexo copulativo y pone de manifiesto fie punto (8). Pero todas ellas tienen en común el mismo su-
el valor circunstancial que aquí posee acometiendo, pues va |rl<>. En todo caso, el encadenamiento asindético, sin enla-
coordinado a las expansiones circunstanciales en una pelea i es entre las oraciones que constituyen el discurso, es una
a cuchillo, a cielo abierto (26). i .ii acterística de este texto. Las primeras oraciones presen-
Iiiii circunstancias que anuncian el inicio del drama y des-
i i Iben el comportamiento bestial del compadrito que es pre­
2.2. Sintaxis sentado peyorativamente (de la cara achinada, 1), como si se
Ilutara de un delincuente. En la primera, el gerundio tam­
La originalidad de este texto reside en una oscilación baleándose constituye una proposición adverbial de modo
entre la constatación de los hechos ocurridos en el esta­ .il i ¡huida al sujeto. En la segunda, el complemento circuns-
blecimiento y la realidad interior, es decir, la psique in­ Iuncial a gritos (2) va seguido de una expansión en forma de
consciente del protagonista. En la enunciación de los he­ I ii oposición adverbial de modo (como si estuviera muy lejos,
chos predomina la parataxis. Los hechos se suceden \). Esta misma noción de hechos injuriosos también la ob­
mediante un encadenamiento inmediato, es decir sin ne­ servamos en la pareja de términos Entre malas palabras y
xos conjuntivos o mediante encadenamiento copulativo. obscenidades (4-5) que introduce la cuarta oración. Pero
Este procedimiento se hace perceptible desde el principio, nquí el efecto dramático aún se hace más eficaz por la acu­
especialmente en los hechos enunciados en frases sucesi­ mulación de proposiciones coordinadas que denotan una
vas (tiró al aire un largo cuchillo, lo siguió con los ojos, lo progresión febril de la bestialidad (tiró al aire un largo cu-
barajó e invitó..., 5-6), hasta el final (empuña con firmeza . hillo, lo siguió con los ojos, lo barajó, e invitó a Dahlmann a
el cuchillo/.../y sale a la llanura, 32-33). La parataxis es pelear (5-7). La siguiente oración (subordinada sustantiva)
también el medio de organizar un conjunto de agrupa- .muque no presenta ningún morfema de enlace, tiene senti-
mientos binarios (una ferocidad y una burla, 4; Entre ma­ i le i adversativo. La última oración se inicia con una frase en
las palabras y obscenidades, 4-5) o terciarios (una libera­ 1.1 que el adjetivo demostrativo seguido de sustantivo (En ese
ción, una felicidad y una fiesta, 27-28), aunque aquí se punto) tiene valor anafórico y, por lo tanto, asegura la rela­
hace referencia a lo psíquico subjetivo. ción con la oración anterior. La brevedad de la oración y la
El contenido referente a lo mental o a la psique incons­ •ilusión a lo que va a venir por medio del indefinido neutro
ciente presenta una organización sintáctica más compleja ulgo (8) mantienen en suspenso el ánimo del lector.
y un ritmo más lento. Para expresar este oculto sentido, el La sintaxis se hace más compleja, con predominio de
autor se vale de subordinadas relativas, de aposiciones, de 1.1 hipotaxis, a partir del momento en que el narrador pe­
proposiciones circunstanciales, de extrañas asociaciones, netra en el pensamiento del protagonista. Y así el sujeto
etc. Pero ni la mayor complejidad semántica y estilística al­ ile la primera oración del segundo parágrafo (gaucho, 10),
tera las características dominantes de este texto narrativo: además de los adjetivos caracterizadores viejo, extático
propiedad, sobriedad y corrección sintácticas. (10), se dilata en una proposición de relativo (en el que
En el primer parágrafo del pasaje el narrador'se limita a Dahlmann vio una cifra del Sur, 10-11) que va seguida de
exponer unos hechos que darán lugar al comienzo de una un inciso, en aposición a la palabra Sur, que aparece repe-
escena dramática. Tanto en la presentación de este cuadro I ¡da (epanáfora), con función explicativa, pues nos da una
como en su dramatización se observa la organización enun- precisión caracterizante de la psique del personaje. Tam­

134 135
bién el complemento directo daga (12) da lugar a otra pro* titilo, y constituye una orden perentoria por su concisión
posición de relativo que añade precisiones espaciales. El
Milnlma.
autor se convierte en la siguiente oración en comentador I I discurso reflexivo vuelve a aflorar en el parágrafo pe-
del pensamiento del personaje: Era como si el Sur hubiera iHilllmo (líneas 24-31). El conjunto de los hechos narrados
resuelto que Dahlmann aceptara el duelo. La locución con­ i"i Insignificante, a excepción de la acción relatada en el pa-
juntiva como si introduce una proposición modal que in­ <nii h i simple Salieron (24), en la proposición circunstancial al
dica de un modo imaginario la razón de la decisión de ílltn’csarel umbral (25) y en las expansiones circunstancia-
Dahlmann. En la primera proposición de la oración que |m ii cuchillo, a cielo abierto (26). Por otra parte, la sintaxis es
sigue (coordinada copulativa) es perceptible el discurso HiAh elaborada, ajustada a la representación de elementos
narrativo (Dahlmann se inclinó a recoger la daga, 14) y en l|lir se sitúan tras la conciencia. Las oraciones son comple-
la segunda, que tiene sentido adversativo, el paso al dis­ |tiN y se organizan mediante proposiciones organizadas si-
curso psíquico (sintió dos cosas, 14). Las dos oraciones si­ incli icamente (no había esperanza, tampoco había temor, 24-
guientes (15-18) expresan lo mentado por Dahlmann y, ,"■<), o elementos de proposiciones en oposición (elegir o
aunque aparentemente independientes, en realidad, son liiihir, 29-30; elegido o soñado, 30-31), mediante expansiones
subordinadas sustantivas en estilo indirecto, introducidas •tiniel ricas (a cuchillo, a cielo abierto, 26), la acumulación de
por la conjunción que (15, 16) y mentalmente dependien­ léi minos (una liberación..., una felicidad y una fiesta, 27-28),
tes del verbo sintió (14). El comienzo de cada oración está ln Inserción acumulativa de circunstanciales (en una pelea a
marcado por los términos correlativos La primera (15), La i míi¡lio, a cielo abierto y acometiendo, 26; en la primera no-
segunda (16) que, además, son anafóricos, es decir, inter­ i lie del sanatorio, cuando le clavaron la aguja, 28-29), la re-
pretan y remiten a dos cosas (14). La proposición coordi­ |irlición de palabras (muerte, 30). Todos estos elementos
nada de la segunda oración (sino para justificar que lo illl¡úan las oraciones, especialmente el segundo período ora-
mataran, 17-18) incrementa el efecto dramático. El plus­ 1 1< mal (25-29). Es perceptible en el enunciado de la comple-
cuamperfecto había jugado (18) indica anterioridad men­ llvn de Sintió (25) que las tres expansiones circunstanciales
talmente también con respecto a sintió (14), y constata un (ni una pelea a cuchillo, a cielo abierto y acometiendo, 26) que
hecho del pasado de Dahlmann del que el autor nos da i c miplementan al infinitivo morir (25) (núcleo del sujeto de
precisiones, unas innecesarias como la que se indica en la hubiera sido, 27), se presentan en contraposición y en coin-
proposición comparativa (como todos los hombres, 18-19), i Idencia númerica con los términos que constituyen el atri-
pero otras van en el sentido dramático de la escena como Imto (una liberación, una felicidad y una fiesta).
las que se refieren en la segunda oración coordinada ad­ El último período (32-33) rompe el tono reflexivo y
versativa (19-21). Obsérvese que el complemento (noción, nxiológico que había tomado la narración y refiere el final
19) del verbo pasaba desarrolla una proposición sustanti­ de la historia, aunque no el desenlace. Se compone de dos
va de complemento preposicional del nombre (de que los oraciones coordinadas copulativas. La primera desarrolla
golpes deben ir hacia arriba y con el filo para adentro, 19- una subordinada de relativo por la que se manifiesta sutil­
21). El monólogo interior (21-22) pone fin al discurso re­ mente la duda del narrador sobre el desenlace mediante el
flexivo de esta parte del texto y descubre que Dahlmann modalizador acaso (32) y el futuro de probabilidad sabrá
tiene la conciencia de ser, en esta situación, un ser contin­ manejar (33). Esta oración establece una relación inter­
gente, es decir, entre la necesidad y la imposibilidad (No textual con otra del segundo parágrafo (que el arma, en su
hubiera permitido... que me pasara). El monólogo está re­ mano torpe, no serviría para defenderlo, 16-17). La segunda
producido en estilo directo y constituye el complemento oración coordinada refiere el último hecho (sale a la lla­
directo de pensó (22). También está en estilo directo la se­ nura, 33) que por su concisión mínima hace más vivo el
cuencia dialogada que refleja el habla familiar del compa-
efecto de suspensión.

136 137
4
QUEVEDO,
GRANDES ANALES DE QUINCE DÍAS

Juéves, á 21 de octubre de 1621, salió de su casa con


sesenta alguaciles de Corte, pregoneros y campanillas, y
los cristos de los ajusticiados, atado en una muía, con un
capuz y una caperuza de bayeta, cuello escarolado, el ca­
bello largo, el Cristo en las manos, los ojos en el Cristo. El
pregón decia: A este hombre, porque mató a otro alevosa y
asesinadamente, y por otra muerte, y por otros delitos
contenidos en su sentencia. El pregón le dió la vida y le or­
denó la muerte; porque como la gente estaba azorada con
los delitos tan inormes como se habian creído, y oyeron el
pregón, momentáneamente arrebató los corazones de to­
dos, y de la venganza los trujo á piedad encarecida, con
tantas demostraciones que las lágrimas y los ruegos públi­
cos achacaban á la justicia moderada nombre de tiranía.
Tanto pudo lo conciso del pregón , y fuéron tales las
causas deste hombre, que se hallaron obligados los jueces
á castigarle con tanto recato que no se pudiese sospechar
por qué; y tuvieron por menor inconviniente padecer esta
liviandad del vulgo mal informado, que dar á entender
cuánta clemencia usaban con él.
Admiraron todos el valor y entereza suya, y cada mo­
vimiento que hizo le contaron por hazaña, porque murió
no solo con brío sino con gala, y (si se puede decir) con
desprecio (b). Y pudo tener vanidad de la burla que hizo á
muchos prevenidos para vengarse tanto en su flaqueza co­
mo en su afrenta. No apartó la cristiandad de la bizarría,
ni la humildad de la entereza. ¡Oh secretos de Dios! que

139
hasta la plaza se desquitó de su soberbia; pues quien siem­ I. Comentario semántico
pre la despejaba para la muerte de un toro, aquel dia la lle-
30 nó de gente para que viese la suya.
I 1. Nivel léxico-semántico
F. de Quevedo, Grandes anales de quince días
(B. A. E„ Madrid, 1976,1.1, pág. 209) El alejamiento diacrónico no plantea problemas a este
loxto, que, a excepción de la vacilación de timbre en vocal
no acentuada (inorme) y de la forma verbal trujo que en­
Comentario tonces alternaba con trajo, no contiene formas excluidas
del uso actual. No obstante, conviene dar el justo valor a
Este fragmento de Grandes Anales de quince días se ins­ ciertas palabras relacionadas?con las circunstancias histó­
cribe dentro del género de la crónica de los sucesos que acae­ ricas y culturales en que se sitúa este texto, tales como ca­
cieron a la muerte de Felipe III y a la llegada al poder del ía iz (vestidura larga a modo de capa, cerrada por delante,
Conde Duque de Olivares, que había ganado la voluntad de i |iie se ponía encima de la demás ropa y se traía por luto),
Felipe IV. Aunque el rey Felipe III ya había alejado de sí al i nello escarolado (cuello alechugado, que se usaba mucho
Duque de Lerma y a don Rodrigo Calderón, su favorito, des­ en los cuellos abiertos con moldes).
terrados a Valladolid en 1618, el Conde Duque hizo recaer El texto pertenece a la prosa histórica. El cuadro na-
todo el peso de la justicia sobre los cuatro grandes del reina­ I I ativo presenta la siguiente estructura: abren el texto
do anterior: el Duque de Lerma, el Duque de Uceda, su hijo, unas mínimas precisiones de tiempo y una descripción
el Marqués de Siete Iglesias y el Duque de Osuna, a quien ad­ concisa, pero con detalles de mucho efecto, del momento
miró y defendió Quevedo, entonces prisionero en la Torre de en que el reo es sacado a la vergüenza. El desarrollo cen-
Juan Abad. El Duque de Uceda y el de Osuna murieron en I ral de los hechos ocupa la mayor parte del fragmento, en
prisión, en el cadalso el Marqués don Rodrigo Calderón. Na­ el que de vez en cuando emergen consideraciones subjeti­
da pudo, sin embargo, el Conde Duque contra el cardenal vas. El texto termina con una reflexión axiológica, a modo
Duque de Lerma, protegido por la Iglesia. Estos y otros suce­ de conclusión.
sos que ocurrieron a la muerte de Felipe III, con los que el Reconocemos dos tonos a lo largo del segmento: el re-
Conde Duque pretendía agradar al pueblo, hambriento de l-'.istro puntual de los hechos históricos, propio del género
justicia, y aniquilar a la poderosa casa de Sandoval, dieron de los anales, al que pertenece este texto, y una interpreta­
ocasión a Quevedo para escribir esta imponente memoria en ción maliciosa de los hechos a causa del partidismo del
venganza del Duque de Lerma y en adulación del Conde Du­ autor, pero que en nada compromete la veracidad.
que de Olivares. En efecto, el cambio de política fue favorable Examinemos las marcas del enunciado histórico:
para el prisionero de la Torre de Juan Abad, como él mismo
confiesa con alivio en los Anales: «a no morir su majestad,
por muchos años no se me concediera la vuelta a Madrid». 1.1.1. En el plano gramatical
Crítico lúcido de aquellos años borrascosos, Quevedo
aun cuando hizo un sincero elogio de la vida de Felipe III, El empleo de formas verbales que indican pasado abso­
se vengó del ambicioso poder de don Rodrigo Calderón, a luto (pretérito perfecto simple): salió (1), mató (6), dio, orde­
quien, a pesar de su arrepentimiento, no perdoné sus de­ nó (8-9), oyeron (10), arrebató (11), trujo (12), pudo (15), fue­
litos, antes bien da la impresión de parecerle justo tan te­ ron (15), hallaron (16), tuvieron (18), Admiraron (21), hizo,
rrible final, como se podrá observar en la expresión que contaron, murió (22), pudo (24), hizo (24), apartó (26), des-
subrepticiamente traduce su propia opinión. quitó (28), llenó (30). Los sujetos siempre hacen referencia a

140 141
la tercera persona; ni siquiera en las secuencias discursivas I ii osar la intensidad (tantas demostraciones que, 13; tanto ré­
emerge el yo, que prefiere ocultarse en la construcción im­ talo que, 17). Además de los determinantes, significan ex-
personal (se puede decir, 23). Para presentar una realidad I i.iustividad en el examen los complementos del nombre (al­
concreta y conocida se emplea el artículo definido (El Cristo, guaciles de corte, los cristos de los ajusticiados, los corazones
El pregón, del pregón, del vulgo, la plaza). Si la realidad no es tl< • lodos, lo conciso del pregón, las causas deste hombre, livia-
conocida o no fue previamente presentada, la determinación uidad del vulgo, secretos de Dios, muerte de un toro) o los
se completa por medio de modificadores (los delitos tan complementos de los adjetivos verbales (atado en una muía,
enormes como se había creído, las lágrimas y los ruegos públi­ contenidos en su sentencia, azorada con los delitos), los com­
cos, las causas deste hombre). El artículo definido puede re­ plementos circunstanciales y las proposiciones subordina­
ferirse a una clase o categoría (los jueces). Una referencia das adverbiales, muy numerosos para ser mencionados ex­
global de lo observado es perceptible en el uso de indefinidos clusivamente. Abren y cierran el texto complementos
de significado totalizador (los corazones de todos). Algunas i i rcunstanciales del tiempo (Juéves, á21 de octubre de 1621,
veces el artículo definido remite a una disposición de ánimo I; aquel día, 29). A la frase inicial de tiempo le sigue una lar­
(el valor, 21; la humildad, la entereza, 27) o a una cualidad ga enumeración de circunstanciales de lugar, de compañía y
moral o virtud (la cristiandad, 26). Es normal que los nom­ (lo modo que llenan de precisiones reales la oración que des-
bres abstractos se presenten con el artículo definido, a no ser ■ libe al ajusticiado; algunos de los complementos de modo
que les acompañe un elemento que restrinja su extensión, llevan expansiones adjetivales (cuello escarolado, el cabello
como se puede ver en los siguientes vocablos, además de los largo) o a su vez se dilatan en expansiones circunstanciales
antes citados: la vida, la muerte, 9-10; la venganza, 12; la jus­ ilo lugar (el Cristo en las manos, los ojos en el Cristo). El pre­
ticia, 14; la burla, 24; la bizarría, 26). Frente a la determina­ gón, a pesar de su concisión, contiene referencias concretas
ción definida contrasta la del artículo indefinido (una muía, mediante dos parejas de complementos circunstanciales
un capuz, una caperuza, 3-4) que realiza la primera presen­ (idevosa y asesinadamente, y por otra muerte, y por otros deli­
tación y que, como es evidente, tiene un valor numeral. Pero tos), el último de los cuales lleva una expansión adjetival
en el siguiente nombre cuello (parte de una prenda) se pres­ (contenidos) que da origen a un complemento circunstan­
cinde de presentador; de llevarlo sería el por ir asociado, por cial de lugar (en su sentencia). El autor también emplea tres
contigüidad, a esa parte del cuerpo, y las partes del cuerpo complementos circunstanciales para describir el modo có­
que son órganos impares se presentan con artículo determi­ mo murió don Rodrigo (con brío, con gala, con desprecio).
nado. En la línea 2 nos encontramos dos nombres comunes La sintaxis, como veremos más adelante, presenta una
sin ningún grado de determinación (pregones y campanillas)', organización diferente en correspondencia con las partes y
pueden entenderse como casos particulares del indefinido, y el contenido del fragmento. A la parte descriptiva y a la enun­
también como un modo de dar agilidad a la enumeración. ciación objetiva de los hechos le corresponde una organiza­
Tampoco lleva presentador secretos (27), lo que le da signifi­ ción sintáctica sencilla. Y así las cinco primeras líneas cons-
cación enfática, aunque los nombres abstractos pueden apa­ lituyen una oración independiente en cuyo interior se
recer completamente indeterminados. desarrollan numerosos sintagmas preposicionales formando
Casi siempre los demás determinantes determinan con series enumerativas ágiles. Al segundo movimiento del texto,
el máximo de singularización (su casa, 1; sesenta alguaciles, el contenido del pregón, le corresponde la enunciación en es-
2; este hombre, 6; su sentencia, 8; entereza suya, 21; cada mo­ (ilo directo. Pero conforme emerge la interpretación de los
vimiento, 21-22; su soberbia, 28; aquel día, 29), aunque tam­ liechos, aunque las marcas formales de intervención del au­
bién observamos el uso de determinantes indefinidos bien tor son discretas, la sintaxis se hace más complicada con el
para expresar la cantidad (otros delitos, 7; muchos preveni­ empleo de la subordinación y las construcciones que com­
dos, 25) o ponderarla (cuánta demencia, 20) bien para ex- portan vocablos intensificadores o morfemas evaluativos de

142 143
la intensidad, que evidentemente denotan la intervención de i>'i minantes. La presencia de algunas precisiones circuns-
una subjetividad. No obstante, la parataxis, que es la forma I n i u i a les circunscriben los hechos en un espacio y un tiem-
que debe prevalecer en la narración de los sucesos, domina I h i (lo terminados (Jueves, octubre, de su casa, 1; hasta la pla­
en el desarrollo reflexivo de los hechos (El pregón le dio la vi­ ta. 28; día, 29). Muchas palabras significan la afrenta y
da y le ordenó la muerte; arrebató los corazones de todos, y de I I infusión pública a las que fue expuesto el reo; otras, los
la venganza los trujo a piedad; Tanto pudo lo conciso del pre­ delitos y castigos (alguaciles de corte, pregoneros, campani­
gón y fueron tales las causas deste hombre; Admiraron todos el llas, Cristos, ajusticiados, muía, pregón, 6, 8, 11, 15; hombre,
valor y entereza, y cada movimiento... le contaron por hazaña; (i, 16; muerte, 7, 9; delitos, 7, 10; sentencia, 8; gente, 9, 30;
Y pudo tener vanidad...; No apartó la cristiandad de la bizarría venganza, causas, jueces, flaqueza, afrenta). El segundo eje
ni la humildad de la entereza). neinántico: la tensión en el ánimo de la gente, el movimien­
to de la pasión de la ira al sentimiento de la piedad, se ma­
ní tiesta en las expresiones metafóricas (estaba azorada, 9;
1.1.2. En el plano léxico-semántico arrebató los corazones, 11) y en los vocablos evaluativos (de
la venganza los trujo á piedad encarecida, 12). A este campo
La credibilidad histórica del texto y el tono reflexivo y nocional pertenece un conjunto de vocablos que significan
moral que se deduce de la enunciación de los hechos exi­ piedad y exasperación (demostraciones, 13; lágrimas, rue­
gen que la referencia se establezca sobre seres individua­ dos públicos, 13; tiranía, 14) y la frase de intención irónica
lizados y situaciones observadas. Y así aparecen numero­ liviandad del vulgo mal informado (19). Los vocablos del
sos verbos en pasado, que relatan la sucesión de hechos: I creer eje semántico dan testimonio de la valentía y fortale-
salió, atado, decía, mató, dio, ordenó, estaba azorada, se ha­ /.i de don Rodrigo ante la muerte. La reiteración del inde-
bían creído, oyeron, arrebató, trujo, achacaban, pudo, fue­ Imido todos (12, 21), el segundo empleo, en función de
ron, tuvieron, Admiraron, hizo, murió, apartó, llenó. sujeto de admiraron y de contaron (22), asegura la uni­
Los adjetivos son claramente minoritarios, y en ningún versalidad y la firmeza irrefutable del testimonio. Los
caso son imaginativos sino que añaden exactitud (cabello siguientes vocablos asocian el registro moral (valor y ente-
largo, 4-5; delitos inormes, 10; piedad encarecida, 12; justicia n'za, 21, 27; cristiandad) y el del orgullo (hazaña, 22; brío,
moderada, 14). Algunos de los modificadores poseen una líala, 23; desprecio, vanidad, 24; bizarría, 26; soberbia, 28).
función determinativa y forman parte integrante de la de­ Estas dos nociones marcan un fuerte contraste al aparecer
signación (cuello escarolado, 4; ruegos públicos, 13). seguidas en No apartó la cristiandad de la bizarría, 26.
Los pronombres y los posesivos de tercera persona (su Por último, debemos señalar que una parte del voca­
casa, 1; le dio y le ordenó, 8-9; castigarle, 17; con él, 20; ente­ bulario remite al registro ético. Se percibe claramente, es­
reza suya, 21; su flaqueza, su afrenta, 25-26; su soberbia, 28; pecialmente al final del texto, un desplazamiento de la re­
la suya, 30) y también el pronombre relativo quien (28), al presentación hacia lo reflexivo. El autor, sin alterar la
designar anafóricamente a la persona de don Rodrigo, no verdad, adopta un tono moral, e incluso denunciador, an-
sólo sirven para indicar coherencia referencial del desa­ le el dramático final de este hombre, que en vida tuvo el
rrollo de los acontecimientos, sino que su reiteración en poder y la autoridad del valido. El empleo del morfema de
todas las partes del texto señalan la presencia obsesionan­ grado tan seguido del adjetivo evaluativo inormes (10) da
te del condenado a muerte, sobre el cual se centra toda la a delitos apariencia de firme denuncia. Las voces discul-
predicación. • patorias del público el autor las interpreta peyorativa­
En cuanto a los sustantivos hay que distinguir grupos. mente (liviandad del vulgo mal informado, 19). La tenden­
La mayor parte de ellos hacen referencia a hechos concre­ cia moral se expresa a través de semas devaluativos
tos, significan particularización, ya marcada por los de- (vanidad, 24; bizarría, 26; soberbia, 28), de la frase nomi­

144 145
nal exclamativa (¡Oh secretos de Dios!, 27) que nos recuer­ S'lilgo mal informado, 19. La réplica de aquél se hace más
da la inanidad del poder temporal ante el destino, y de la ♦'vidente en la continuación del enunciado por el tono pon­
personificación (hasta la plaza se desquitó de su soberbia, derativo marcado por el exclamativo cuánta clemencia usa­
28), que, como veremos más adelante, encierran una evi­ ban con él, 20. La constatación del modo como don Rodri-
dente ironía contextual. l"i murió conduce hacia una modalización interpretativa,
Wtuque la manifestación de la presencia del autor sea dis-
i i el a y se oculte bajo el signo impersonal se (murió no sólo
1.2. Significación emotiva de las palabras 1 1 ni brío sino con gala, y (si se puede decir) con desprecio,
} 1 24). La conclusión está más dentro de la interpretación
Es realmente impresionante la descripción inicial del que del relato. La frase exclamativa encabezada por inter­
reo y el momento de ser expuesto a la vergüenza pública. jección (¡Oh secretos de Dios!, 27) tiñe de emotividad y de
Un cuadro patético donde la observación rigurosa y la eva­ -¡objetividad la evaluación final de los hechos, que remite
luación se entremezclan. Con maestría y fuerte sobriedad mas al moralista que al analista. Que hasta (27-28) es un
(recordemos el predominio de sintagmas nominales en su­ mlguo de intensificación o ponderación (que hasta la plaza
cesión sindètica y asindética) el autor refleja varios niveles \r desquitó de su soberbia, 28).
representativos: el final de una vida de delitos, la desgracia
última de un hombre, temido en vida, expuesto ahora a la
afrenta y a la burla de sus enemigos, y su arrepentimiento I 3. Las desviaciones semánticas y otras figuras
y conversión cristiana. La acumulación de frases nomina­
les con vocablos intensivos que denotan delito e infamia, Como quedó dicho, el comentario de este texto debe
produce un mayor grado de intensidad significativa. El to­ ¡»poyarse en el reconocimiento de los dos tonos indicados:
no peyorativo está, en algunos casos, precisado por com­ «•I enunciado histórico y, subrepticiamente, el significado
plementos del nombre o circunstanciales (los cristos de los Irónico. Bajo la formulación sobria y ágil, fundamental­
ajusticiados, 3; en una mula, con un capuz y una caperuza mente de vocablos denotativos, hay que reconocer, des­
de bayeta, 3-4). La frase adjetiva (atado en una mula) con­ pués de haber señalado las marcas de intensificación, los
nota infamia, un estado vil de ser. Los adverbios modales principales procedimientos figurados que ponen de relie­
alevosa y asesinadamente (6-7) intensifican la acción del ve estos dos efectos: lo dramático y lo irónico.
verbo al que caracterizan (mató). La intensificación tam­ La exigencia de precisión y de análisis en la narración
bién se manifiesta en la expansión comparativa cuyos tér­ de los hechos y en la descripción del reo se manifiesta en
minos refieren en grado indefinido los delitos del reo (tan los agrupamientos de vocablos, sintagmas y proposicio­
inormes como se habían creído, 10), en contraste con la úni­ nes, con neta predominancia de los agrupamientos bina­
ca muerte que le imputaba el pregón. El adverbio momen­ rios, dando lugar a una serie de paralelismos, que señala­
táneamente (11) concurre a la modalización de la expre­ remos en el apartado siguiente sobre la sintaxis. Pero en
sión de alto grado de emoción de la gente (arrebató los los dispositivos enumerativos con polisíndeton se percibe,
corazones de todos, 11). Frecuentemente el autor refiere las unas veces, la energía creciente de la acusación directa y
intensas manifestaciones del público en favor del reo me­ de las señales que denotan infamia (alguaciles, pregoneros
diante morfemas que introducen una relación de causa a y campanillas, y los cristos, 2-3; alevosa y asesinadamente,
efecto (con tantas demostraciones que las lágrimas y los rue­ y por otra muerte y por otros delitos, 7), otras veces, la agi­
gos públicos, 13; fueron tales las causas de este que...; con tación, la tensión del público (arrebató los corazones... y
tanto recato que, 17). El autor desacredita esta ceguera po­ los trujo a piedad/las lágrimas y los ruegos, 11-13); pero al­
pular por medio de la expresión devaluativa liviandad del guna vez manifiestan la vehemencia del autor (con brío...

146 147
con gala, y... con desprecio, 23-24). El efecto de dramatiza- l.t relación que se establece entre la muerte de un toro (29)
ción es muy vivo y particularmente irónico en el paralelis­ V la suya (30), de modo que la anterior expresión murió...
mo con epanadiplosis el Cristo en las manos, los ojos en el i on brío (22-23) permita asociar ambas muertes.
Cristo (5). La repetición de la palabra Cristo al comienzo y La antítesis subyace a lo largo del fragmento por la do-
al final de esta construcción simétrica asocia la imagen I >lc representación de la causa del reo, por una parte, como
vergonzosa del condenado a muerte a la del triunfo que le el infame criminal merecedor de los mayores castigos, y
asegura la fe en Cristo, y el conjunto de la secuencia ex­ l >or otra, como el arrepentido de delitos sin la gravedad ne-
presa una parodia de la reciprocidad propia del éxtasis. i osaría para ser ajusticiado en la horca (el pregón le dio la vi­
Situándose en la actitud del místico que habla a Dios, don lla y le ordenó la muerte, 8-9; de la venganza los trujo a piedad
Rodrigo aparece como triunfador de la ignominia y del encarecida, 12; fueron tales las causas..., que se hallaron
patíbulo. Es evidente que esta escena tan dramática con­ i • bligados a castigarle con tanto recato, 15-17). La otra red de
nota la Pasión de Cristo, sublimemente victorioso de la .mlítesis se encuentra en el triunfo sobre la muerte (le dio la
muerte en la cruz. El sentido del vocablo desprecio (24) es­ eida y le ordenó la muerte, 8-9; murió no sólo con brío sino
tá en conexión con este contexto. Pero la red de connota­ ron gala, 22-23; No apartó la cristiandad de la bizarría, 26).
ciones irónicas que se desprende de esta parodia es mu­ Los tropos no son numerosos. Algunos son tropos léxi-
cho más compleja, pues algunos de los sambenitos con i os, como cuello escarolado; otros son poco originales: arre­
que se presenta al reo (el paseo en muía, la burda vestidu­ bató los corazones (metonimia). Mayor fuerza posee la perso­
ra, la exposición a la burla) sugieren ciertos hechos del nificación, ya citada, la plaza se desquitó de su soberbia (28),
Evangelio, especialmente de la Pasión. donde el agente de la personificación es el verbo desquitó.
No escapan a la ironía del autor los sentimientos mal
controlados de la gente que cayó en el engaño. Bajo una
apariencia de seriedad, aquél no oculta, ante el repentino 2. Comentario morfosintáctico
cambio de opinión del vulgo, el tono despectivo de su re­
flexión, que se basa en la desproporción del castigo a los
delitos (fueron tales las causas deste hombre, que se hallaron 2.1. Las formas verbales
obligados los jueces a castigarle con tanto recato, 15-17)yen
la inadecuación del juicio popular a la verdad de los he­ Como dijimos en el comentario semántico, el pretérito
chos (liviandad del vulgo mal informado/cuánta clemencia I terfecto simple es el tiempo más usado en el enunciado de
usaban con él, 19-20). Obsérvase un tono de ironía cuando los hechos. Como se sabe, el pretérito simple es la forma
el autor se refiere a las manifestaciones de la gente ante la absoluta del pasado; significa acción pasada que no re­
entereza con que el reo fue a la muerte, como si se tratase percute en el momento presente. Por eso, es el tiempo de
de una victoria heroica (cada movimiento que hizo le con­ más uso en la historia. Pero también se encuentra el pre-
taron por hazaña, 21-22). La ironía también reside en la no­ lérito imperfecto (decía, 6; estaba, 9; achacaban, 14; despe­
tación de comportamientos poco compatibles (No apartó jaba, 29). Cuando la acción de un verbo es perfectiva, al
la cristiandad de la bizarría, ni la humildad de la entereza, enunciarla en imperfecto, indica reiteración. Y así en El
26-27). Al final del texto la ironía se presenta en forma de pregón decía se entiende que la acción de decir se produjo
meditación, de juicio reflexivo, en el que se superponen a varias veces. La misma explicación sirve para achacaban.
la información histórica (aquel día la llenó de gente* 29-30) t ambién indica reiteración despejaba. En cambio, el as­
la expresión satírica, manifiesta en la personificación has­ pecto de estaba es más estático, y en el texto aparece en
ta la plaza se desquitó de su soberbia (28), perceptible tam­ una secuencia descriptiva (la gente estaba azorada). El
bién en la antítesis la despejaba/la llenó de gente (29-30) y en pluscuamperfecto habían creído (10) expresa anterioridad

148 149
inmediata respecto al imperfecto estaba. La forma pudie­ del texto, requiere que en la organización sintáctica domi­
se (17) en cuanto verbo subordinado, está en pasado, pero ne la yuxtaposición y la coordinación, sin incisos ni seg­
los tiempos del subjuntivo son relativos y su significado mentos innecesarios. A medida que el autor pretende cre­
temporal depende del contexto, por eso aquí indica acción dibilidad de los juicios razonados, el período sintáctico se
futura respecto a se hallaron (16). El mismo significado hace más complejo, más correlativo, con subordinaciones
temporal tiene la forma verbal viese (30), por la razón adverbiales que implican relaciones lógicas de causa, con­
señalada y, además, porque las proposiciones finales se secuencia, o conceptos en relación comparativa, con pro­
construyen en subjuntivo si tienen diferente sujeto del de posiciones sustantivas, relativas e incisos. En el último
la principal. El presente de indicativo puede expresa que la movimiento del texto, que corresponde al período final, la
condición, aun conteniendo un matiz subjetivo, es de organización sintáctica refleja más la vehemencia y la iro­
cumplimiento posible. nía del autor que la enumeración rigurosamente objetiva.
En cuanto a las formas no personales, la más empleada Sus estructuras indican más bien una reflexión diligente
es el participio que, en cuanto adjetivo verbal, modifica al que opone y deduce.
nombre y puede llevar adverbios o complementos verbales La primera oración del texto ilustra bien esa sintaxis
(idelitos contenidos en su sentencia, 7-8; piedad encarecida, apta para enunciar hechos en frases sucesivas. En tomo al
12; justicia moderada, 14; vulgo mal informado, 19; muchos verbo principal salió se acumulan varios complementos
prevenidos, 25). Obligados (16) aparece como atributo del circunstanciales, de tiempo preciso, que abren el texto
verbo semicopulativo se hallaron, y lleva un complemento (Jueves, á 21 de octubre de 1621), y de compañía en expan­
en construcción de infinitivo (a castigarle, 17). En cuanto siones enumerativas (con sesenta alguaciles..., pregoneros
verbo, el participio puede constituir una proposición cir­ y campanillas, y los cristos...). No debe entenderse la repe­
cunstancial, como puede observarse en este ejemplo del tición de la copulativa y como polisíndeton que indique
texto, en construcción disjunta (entre comas) y sentido intensidad en la progresión, sino que en el primer caso tie­
modal: atado en una muía (3). A continuación indicamos ne una función prepositiva, semejante a la de con. La pro­
las construcciones verbales con infinitivo. Por el carácter posición de participio con significación modal (atado) de­
de su aspecto el infinitivo es muy apto para expresar la fi­ sarrolla otra serie de circunstanciales (de lugar y de
nalidad, como en este ejemplo (obligados... a castigarle, 16- modo) en sucesión asindética, que se reagrupan en desa­
17). En las frases pudiese sospechar (17), puede decir (23), rrollos binarios sindéticos (con un capuz y una caperuza),
pudo tener (24) los infinitivos están afectados de la signifi­ asindéticos (cuello escarolado, el cabello largo) o en parale­
cación modal del verbo poder, padecer se encuadra en el as­ lismo con epanadiplosis (el Cristo en las manos, los ojos en
pecto evaluativo que emana de tuvieron por menor incon­ el Cristo). La secuencia del discurso directo que contiene
veniente (18); por último, la frase verbal dar a entender (19) las palabras del pregón, introducidas por el verbo de len­
expresa acción hacia el futuro. gua decía, aparentemente carece de los elementos princi­
pales de la oración, pero en realidad se sobreentiende un
verbo de percepción como ved, mirad, cuyo complemento
2.2. Sintaxis es A este hombre. Como se sabe, las elipsis entran dentro
de la ley de la economía de la lengua coloquial. En con­
El rigor de la sintaxis caracteriza esta página de Que- traste con esta reducción al mínimo de los constituyentes
vedo. Diferentes medios (parataxis, hipotaxis, desajrrollos centrales de la proposición principal, se introduce una tri­
binarios) producen el efecto de una fuerte articulación y ple subordinación causal que señala los motivos del casti­
progresión de las ideas. La presentación de los hechos es­ go capital (las dos últimas con infinitivo elidido, simple o
trictamente objetivos, especialmente en la introducción compuesto, tal vez del verbo cometer): porque mató..., y

150 151
por otra muerte, y por otros delitos. La repetición de la con­ mor elemento oracional se abre con dos proposiciones
junción y marca una intensificación de la progresión. Las principales en parataxis sindètica que llevan morfemas in­
dos frases últimas constituyen paralelismos binarios, pero dicadores de la intensidad {Tanto pudo lo conciso del pre-
la tercera desarrolla una expansión adjetival con comple­ yón, y fuéron tales las causas deste hombre)', el segundo ele­
mento circunstancial. El desarrollo binario se ve también mento de la oración está marcado por el nexo conjuntivo
en la pareja de adverbios modales (alevosa y asesinada- (¡lie, y se desarrolla en dos proposiciones consecutivas,
mente) que intensifican la acción de mató. también en coordinación copulativa {se hallaron obligados
La dramatización se incrementa con la secuencia que los jueces a castigarle; y tuvieron por menor inconveniente
reproduce las palabras del pregón. Dos proposiciones padecer esta liviandad del vulgo mal informado). Cada una
coordinadas, en perfecta simetría fónica, morfológica y sin­ de estas subordinadas se dilata, a su vez, en sendas subordi­
táctica, expresan por medio de una aparente contradicción naciones: la primera de significación consecutiva, con las
(oxímoron) la alteración que el pregón produjo en los áni­ marcas de intensificación en el primer miembro (con tan­
mos de la gente {le dio la vida y le ordenó la muerte). Les si­ to recato), y en el segundo se expresa la consecuencia {que
gue, por yuxtaposición, otra pareja de oraciones coordina­ no se pudiese sospechar por qué). La expansión a que da lu­
das copulativas {momentáneamente arrebató los corazones gar la segunda proposición coordinada consecutiva pre­
de todos, y de la venganza los trujo a piedad encarecida), con senta una estructura bipolar comparativa, marcada por los
dos expansiones preposicionales causales en parasintaxis nexos correlativos menor (comparativo) que (conjunción).
copulativa, con el mismo sujeto {la gente) que, a causa de la Tanto en la información contenida en el complemento di­
idea colectiva que encierra, en la segunda proposición con­ recto de padecer (determinante + nombre + complemento
cuerda con el verbo en plural {oyeron) e introducidas por el del nombre, seguido de una expansión calificativa) esta li­
nexo pleonàstico porque como. La primera, a su vez, se di­ viandad del vulgo mal informado, como en la del objeto di­
lata en una subordinada comparativa en tomo al comple­ recto de dar a entender, constituido por la proposición inte­
mento {delitos) del atributo azorada, marcada por los gra- rrogativa indirecta (cuánta clemencia usaban con él), se
dativos tan como, en cuya intensificación concurren el manifiestan, como ya se indicó, evidentes signos de subje­
axiológico inormes y la indefinición que subsiste en la im­ tividad.
personalidad de se habían creído. Además, el determinante El esquema binario, tanto intraproposicional como in-
intensivo tan de la última expansión circunstancial de tru­ lerproposicional, es claramente predominante en la si­
jo {con tantas demostraciones) da lugar a otra inserción guiente oración, que se desarrolla en dos proposiciones
preposicional consecutiva {que las lágrimas y los ruegos pú­ coordinadas copulativas, que generan una subordinación
blicos achacaban a la justicia moderada nombre de tiranía) de causa con precisiones caracterizantes del reo ante la
con continuidad de los grupos binarios, como se observa muerte (Admiraron... y... contaron...). El primer verbo
en la pareja de sujetos {las lágrimas y los ruegos); por otra asocia como complemento directo una pareja de nombres
parte, cada uno de los complementos del verbo {justicia, {el valor y entereza suya)', el del segundo se prolonga en
nombre) lleva sendas expansiones caracterizantes que in­ una subordinada de relativo (cada movimiento que hizo)
troducen un contraste {moderada, de tiranía, 14). La ora­ que luego reproduce el pronombre le (leísmo). La propo­
ción que sigue aumenta en complejidad mediante elemen­ sición causal contiene las razones de los hechos constata­
tos intensificadores que se dilatan en subordinaciones que dos en las principales, y presenta dos elementos coordi­
establecen relaciones de causa a consecuencia, y mediante nados mediante nexos correlativos {no solo con brío sino
agolpamientos binarios de proposiciones, rigurosamente con gala), pero el segundo de ellos desarrolla una expan­
bien organizadas. Todo el período oracional se caracteriza sión copulativa en la que se inserta un inciso de significa­
por presentar una estructura bipolar consecutiva. El pri­ ción modalizadora {si se puede decir). La continuidad del

152 153
enunciado está realzada por la copulativa Y (24) que aquí 5
tiene sentido ilativo. El infinitivo tener forma una propo­ AZORÍN,
sición completiva y lleva como complemento un sustantivo LAS CONFESIONES
seguido de complemento del nombre (vanidad de la burla) DE UN PEQUEÑO FILÓSOFO
que, a su vez, introduce una subordinada de relativo {que
hizo...). Es de notar que sobre el adjetivo verbal preveni­
dos que modifica a muchos (complemento indirecto) inci­
de una proposición final que se desarrolla en un paralelis­
mo binario {en su flaqueza-en su afrenta) marcado por los
correlativos tanto como.
Aunque el dispositivo sintáctico de las dos últimas
oraciones es complejo (coordinación, subordinación, pa­
ralelismos) no impide el dinamismo de las articulaciones,
que señalan la progresión razonadora en esta reconstitu­
ción polémica de la muerte de don Rodrigo Calderón. En Texto:
la continuidad de la observación axiológica, el autor vuel­
ve al desarrollo binario interproposicional (el verbo va En la ciudad hay diez o doce iglesias; las campanas to­
sobreentendido en la segunda copulativa) e intraproposi- can a todas horas; pasan labriegos con capas pardas; van y
cional {la cristiandad de la bizarría, la humildad de la ente­ vienen devotas con mantillas negras. Y de cuando en cuan­
reza). El último parágrafo comienza con una frase excla­ do discurre por las calles un hombre triste que hace tinti-
mativa nominal {¡Oh secretos de Dios!), que se destaca 5 near una campanilla, y nos anuncia que un convecino
con energía, y tiñe de subjetividad la evaluación final de nuestro acaba de morirse.
En Semana Santa toda esta melancolía congènita lle­
los hechos. Lo que sigue podría mentalmente considerar­
ga a su estado agudo: forman las procesiones largas filas
se el sujeto de la oración nominal, cuyo verbo no se ex­ de encapuchados, negros, morados, amarillos, que llevan
presa, pero se sobreentiende la cópula fueron. Que hasta 10 Cristos sanguinosos y Vírgenes doloridas; suenan a lo lejos
es una expresión ponderativa e introduce una proposi­ unas bocinas roncas con sones plañideros; tañen las cam­
ción principal, que va seguida de una circunstancial que panas; en las iglesias, sobre las losas, entre cuatro blan­
expresa la causa de lo que aquélla enuncia {pues aquel día dones, en la penumbra de la nave, un crucifijo abre sus
la llenó de gente). El sujeto de la proposición de causa, en brazos, y las devotas suspiran, lloran y besan sus pies cla-
vez del pronombre personal él, está constituido por la 15 veteados.
proposición de relativo {quien siempre la despejaba para la Y esta tristeza, a través de siglos y siglos, en un pueblo
muerte de un toro) que dilata el enunciado de precisiones pobre, en que los inviernos son crueles, en que apenas se
caracterizantes de la personalidad del marqués de Siete- come, en que las casas son desabrigadas, han ido forman­
do como un sedimento milenario, como un recio ambien-
Iglesias. La circunstancial final, incluida en la proposi­
20 te de dolor, de resignación, de mudo e impasible renuncia­
ción de causa, {para que viese la suya) y el complemento
miento a las luchas vibrantes de la vida.
indirecto de la de relativo (para la muerte de un toro)
guardan entre sí una relación funcional y una asociación
semántica de connotaciones negativas. En la larga es­ Azorín, Las confesiones de un pequeño filósofo.
tructura compleja de esta oración conclusiva prevalece, (Ed. Espasa-Calpe, Selecciones Austral,
como ya se dijo, la vehemencia y el juicio del autor sobre 1976, págs. 87-88.)
la notación objetiva.

154 155
Comentario ni lorno a la noción de tristeza, dolor, privación y muerte
(negras, 3; triste, 4; negros, morados, 9; sanguinosos, 10;
Este extracto de Las confesiones de un pequeño filósofo doloridas, 10; plañideros, 11; claveteados, 15; pobre, 17;
es una presentación y una crítica de las costumbres de los > nieles, 17; desabrigadas, 18). Las referencias a cierta de­
habitantes de Yecla. Se observa en el texto esta doble ten­ lectación mórbida en el dolor y a la exaltación primitiva
dencia: la percepción inmediata de lo real y la expresión '.cm constantes (nos anuncia que un convecino nuestro
reflexiva, eficaz, unas veces irónica, otras, subrepticia­ eraba de morirse, 5-6; melancolía congénita, 7; estado agu­
mente subversiva, de la mentalidad de los moradores de do, 8; suspiran, lloran y besan sus pies claveteados, 14-15;
este pueblo manchego. Observación y crítica de la reali­ n isteza, a través de siglos y siglos, 16; sedimento milenario,
dad evocada son aquí inesperables. Trataremos de demos­ 19). Al campo de la pasividad de la gente registramos ex-
trar esta bipolaridad a través de las características del vo­ I »l esiones que denotan un papel más pasivo que activo,
cabulario, de la morfología, de la sintaxis y de las figuras tina situación que padecen y no dominan (ambiente de do­
estilísticas. lor, de resignación, de mudo e impasible renunciamiento,
19-21). Obsérvese que la abstracción es predominante en
el vocabulario que indica devaluación.
1. Comentario semántico En cuanto a los predeterminantes (los presentadores
i leí nombre) se observa un predominio del artículo definido
en la referencia a objetos concretos o elementos de una rea­
1.1. Nivel léxico-semántico lidad conocida o previamente mencionada (las campanas,
1, 11; las calles, las procesiones, las iglesias, las losas, la nave,
Una gran parte del vocabulario designa la realidad or­ las devotas, las casas), también aparece el empleo del defi­
dinaria, el universo concreto de Yecla, aprehendido me­ nido genérico en los inviernos (17), las luchas... de la vida
diante verbos de percepción inmediata (tocan, pasan, 1-2; (21). Como es normal, los nombres abstractos van acompa­
van y vienen, 2-3; tintinear, 4; suenan, 10; tañen, 14; lloran ñados del artículo definido la penumbra (13). Los indefini­
y besan, 14). Prevalecen los sustantivos concretos (ciudad, dos marcan la indeterminación, destacando una unidad
iglesias, campanas, labriegos, capas, mantillas, calles, cam­ ion relación a un conjunto (un hombre, 4; una campanilla,
panillas, etc.). Algunas palabras y frases describen aspec­ 5; un convecino, 5; un crucifijo, 13), o un grupo de objetos,
tos pintorescos de la vida de un pueblo manchego, a prin­ i io señalados previamente, entre los de la clase que designa

cipios de siglo, especialmente los referentes a los clichés el sustantivo (unas bocinas, 11). El artículo indeterminado
descriptivos de la Semana Santa (capas pardas, 2; mantillas adquiere significación intensificadora, ponderativa o enfá-
negras, 3; un hombre triste que hace tintinear una campa­ I ica cuando se emplea ante un sustantivo acompañado de
nilla, 4-5; filas de encapuchados, 8-9; Cristos sanguinosos y adjetivo (en un pueblo pobre, 16-17; un sedimento milenario,
Vírgenes doloridas, 10). Otra parte considerable del voca­ 19; un recio ambiente, 19). Hay algún caso de indetermina­
bulario remite al registro evaluativo. El autor no se limita ción completa (labriegos, 2; devotas, 3; siglos, 16), pero dice
a una representación impersonal, lacónica, de la realidad, las devotas (14) en la segunda presentación; y varios casos
más bien lo hace a través de vocablos evaluativos de sema de sustantivos sin predeterminantes pero que van acompa­
negativo, que expresan privación de alegría, de dicha o de ñados de adjetivos u otros modificadores que los determi­
vida (morirse, 6; melancolía, 7; penumbra, 13', suspiran, llo­ nan cualitativamente (largas filas, 8; de encapuchados ne­
ran, 14; tristeza., 16; dolor, 20; resignación, 20; renuncia­ gros..., 9; Cristos sanguinosos y Vírgenes doloridas, 10).
miento, 20). Tanto los primeros ejemplos como los segundos pueden
Los abundantes adjetivos calificativos giran también entenderse como casos particulares del indefinido. Los de-

156 157
más determinantes determinan con el máximo de singula- l.i noción de tristeza o de melancolía. Los detalles de la vesti­
rización (diez o doce iglesias, 1 ; esta melancolía, 7; su estado, menta concuerdan con este cuadro gris {capas pardas, 2;
8; cuatro blandones, 12; sus brazos, 13; sus pies, 14; esta tris­ mantillas negras, 3). El lector advierte la prioridad dada a las
teza, 16). Los adjetivos demostrativos esta melancolía, esta Impresiones sobre el papel predominante de la Iglesia. Los
tristeza aseguran la cohesión interna de los tres parágrafos; numerales diez o doce iglesias y el circunstancial totalizador
los posesivos sus brazos, sus pies, la referencia reiterada a (a todas horas) aseguran la preeminencia de la influencia re­
un crucifijo (13). Por último, una referencia globalizante de ligiosa, que no dulcifica el espíritu de la gente, sino que lo
una situación observada se puede ver en el empleo del de­ transporta hacia el dominio de lo irracional y del misticismo
terminante indefinido a todas horas (2). exaltado, como lo indican las connotaciones de duelo que se
I icrciben en la representación de la Semana Santa. La vida
II iste de los habitantes tiene visos de irracionalidad. La ré­
1.2. Significación emotiva de las palabras plica del autor a estas extrañas manifestaciones, antagóni-
i as de la vida, está marcada en términos de diagnóstico que
Aunque al autor la exigencia de exactitud le importa denotan ironía {melancolía congènita, 7; estado agudo, 8). El
más que lo estimativo, se pueden observar, entre los proce­ vocabulario de la tristeza adquiere aquí su mayor relieve por
dimientos de expresión, numerosos signos de intensifica­ las intensificaciones de la significación. Es de efecto inten-
ción de la expresión que atestiguan, a pesar de que no hay iíicador la acumulación asindética de calificativos que in­
ninguna marca de la presencia del autor, la intervención de dican colores fuertes, asociados al ritual mortuorio {negros,
una subjetividad, y que dan fundamento para situar este morados, amarillos, 9) que van complementando al término
cuadro descriptivo en el discurso crítico y moralizador. encapuchados, que produce una doble referencia de lo per­
En torno a las palabras clave melancolía (7) y tristeza ceptible y de lo fantasmagórico. La percepción de las imá­
(16) gira gran número de frases evaluativas {un hombre genes procesionales tan sólo como símbolos de dolor a tra­
triste, 4; melancolía congènita, 7; Cristos sanguinosos y Vír­ vés de construcciones simétricas {Cristos sanguinosos y
genes doloridas, 10; sones plañideros, lì; tristeza, a través de Vírgenes doloridas, 10), además de pretender ser un evalua-
siglos y siglos, 16). La repetición de la palabra siglos es un livo, constituye también un medio de intensificación de la
procedimiento de intensificación de la expresión. Por otra expresión. El efecto de dramatización es vivo en la abun­
parte, el adverbio de intensidad apenas (17) modifica cuan­ dancia de expansiones circunstanciales en sucesión asindé-
titativamente la acción del verbo {come, 18). I ica {en las iglesias, sobre las losas, entre cuatro blandones, en
Los devaluativos también se manifiestan en las compa­ la penumbra, 12-13), y se hace particularmente patético e
raciones que sirven para ponderar los efectos negativos de la irónico en la acumulación de verbos que denotan una pro­
tristeza. La multiplicación de los términos de comparación, gresión de la intensidad significativa {suspiran, lloran, be­
en acumulación asindética, produce una progresión de la san), y que acentúan el desvío de la realidad hacia un extra-
intensidad, cada vez más febril, realzada por el sufrimiento ilo misticismo.
moral que significan las palabras que establecen la compa­
ración {como un sedimento milenario, como un recio am­
biente de dolor, de resignación, de mudo e impasible renun­ 1.3. Las desviaciones semánticas y otras figuras
ciamiento, 19-21). Podría, pues, decirse que la evocación de
la realidad exterior, de los comportamientos y costujnbres A causa de la subjetividad que, como acabamos de ver,
de los habitantes de Yecla, se expresa a través de devaluati­ aflora en este extracto de Las confesiones de un pequeño fi­
vos. Ninguna palabra del texto se relaciona con el tema de la lósofo y, consecuentemente a causa de la ironía que sub-
dicha. Todas las impresiones percibidas gravitan en torno a yace en él, de la observación se pasa a una interpretación

158 159
crítica de la realidad evocada. Para esta ambivalencia del liigónica de los elementos y atributos vitales: encapucha­
texto el autor se vale de los signos de intensificación seña­ dos negros (9), entre cuatro blandones, en la penumbra (12-
lados (principalmente de las expansiones en acumulación 1.1) connotan lo tenebroso, la falta de luz; Cristos sangui­
y de paralelismos) de connotaciones y de otros recursos nosos y Vírgenes doloridas (10), sones plañideros (11) tañen
estilísticos que señalaremos a continuación. las campanas (11-12), un crucifijo abre sus brazos (13),
Tanto la organización sintáctica como la estilística son itdemás de sus significados propios, tienen connotaciones
diferentes en cada uno de los tres parágrafos. El primero es de muerte; las devotas suspiran, lloran (14) remite a un es-
de una claridad y una precisión parecidas a las que carac­ iudo de neurosis que impide la alegría.
terizan a la escritura informativa; el segundo, aunque pre­ Cada designación es un síntoma de la falta de vida, de
senta una estructura sintáctica sencilla (la parataxis), hay irnunciamiento a las luchas vibrantes de la vida (20-21).
que reconocer la riqueza léxica, los medios de intensifica­ fin gran medida, la eficacia sugestiva de estas expresiones
ción (los apareamientos), las imágenes, los efectos de dra- de significación negativa resulta del alargamiento del
matización. El tercer parágrafo es más complejo por el enunciado por medio de calificativos y de expansiones
alargamiento del enunciado por medio de expansiones cir­ i ¡rcunstanciales de intensidad creciente (encapuchados
cunstanciales, de relativo, y por la acumulación de compa­ negros/ Cristos sanguinosos/vírgenes doloridas/; bocinas
raciones. Esta complejidad estructural y estilística mani­ roncas/con sones plañideros/; en las iglesias/sobre las lo­
fiesta subjetividad, valoración, es decir, lucidez de analista. sas/entre cuatro blandones/en la penumbra) o por medio de
En el primer parágrafo, más que descripción, hay enu­ paralelismos de las formas verbales (suspiran, lloran y be­
meración de elementos presentados en secuencias simé­ se m). Este procedimiento de inserción de elementos de
tricas, que corresponden a conjuntos no humanos (hay... proposiciones o de proposiciones para señalar una pro­
iglesias, las campanas tocan) y a conjuntos humanos (pa­ gresión tanto razonadora como vehemente se observa en
san labriegos, van y vienen devotas, discurre por las calles la última parte del texto. En esta serie enumerativa de pro­
un hombre). De este dispositivo enumerativo resulta una posiciones morfológicamente idénticas hay una progre­
serie de paralelismos: pasan labriegos/con capas largas; sión, una gradual intensificación de la expresión (en que
van y vienen devotas/con mantillas largas, en los que es fá­ los inviernos son crueles, en que apenas se come, en que las
cil reconocer como se verá más adelante, una disposición casas son desabrigadas, 17-18). La relevancia de la perso­
rítmica. Pero de estas construcciones en que los vocablos nificación los inviernos son crueles es mínima por ser bas­
presentan identidad de función gramatical hay numero­ tante usual.
sos ejemplos en las partes descriptivas del texto: suenan La moderación del lenguaje figurado es notorio por la
unas bocinas.../con sones plañideros; tañen las campanas, exigencia de precisión. Las figuras analógicas observadas
un crucifijo abre sus brazos, las devotas suspiran. El autor son también de gran claridad, sugestivas y en perfecta re­
se propone mediante su empleo ilustrar, representar la vi­ lación con el desarrollo del tema. La escasez de imágenes
da monótona de Yecla. Podemos, pues, considerar estas está compensada con las características sensoriales del
construcciones recursivas como figuras de la monotonía. referente: tocan, pardas, negras, tintinear (voz onomatopé-
El cuadro descriptivo de la Semana Santa está presen­ yica), negros, morados, amarillos, roncas (voz onomatopéyi-
tado como una metamorfosis de la vida de Yecla. El voca­ ea), tañen, suspiran, vibrantes. Cristos sanguinosos (10) y
bulario es fuertemente connotativo. Adjetivos calificativos sones plañideros (11) no son más que imágenes banales, a
y circunstanciales, en forma acumulativa, evocan, £n ma­ pesar de la analogía sugerida entre Cristo y sangre, entre
yor o menor grado de intensidad, la predisposición de la cierta clase de sonidos y plañidos. Luchas vibrantes tam­
gente española para las tenebrosas manifestaciones de do­ bién es una metáfora desgastada por el uso. En cambio, la
lor. Todos los signos descritos son una caracterización an- prosopopeya, tal como está enunciada, un crucifijo abre

160 161
sus brazos (13), y por encontrarse al final de un contexto de hechos en una temporalidad posterior respecto a la de
efecto fantasmal, produce una referencia hacia el alucina- los verbos pasan (2), van y vienen (2-3), cuyas acciones po­
miento religioso. Una doble comparación final (como un drían coexistir estrictamente con el acto del discurso. En
sedimento milenario, como un recio ambiente de dolor, 19- cambio, esos menudos sucesos que ocurren por la muerte
20) explica las raíces de la tristeza congènita de los habi­ de alguien o en Semana Santa no coinciden con el mo­
tantes de Yecla, pero la segunda expresión analógica se mento del discurso, sino que se producen solamente en co­
alarga en expansiones caracterizantes (de dolor, de resigna­ rrelación con los circunstanciales de tiempo, por lo tanto,
ción, de mudo e impasible renunciamiento, 20-21) que des­ se aproximan al valor del presente habitual.
cubren la vehemencia del autor, todas ellas contrarias a las En cuanto a las formas no conjugadas, todas forman
luchas vibrantes de la vida (21 ). La expresión así formulada perífrasis verbales. La frase verbal hace tintinear (4), en ri­
se acentúa por la antítesis implícita de la frase final. gor no contiene los rasgos que caracterizan a las perífrasis
verbales. Son dos acciones simultáneas, y la de tintinear es
completiva de hace, que no ha perdido su significado pro­
2. Comentario morfosintáctico
pio y, por lo tanto, no se ha convertido en mero auxiliar;
pero en cuanto verbo factitivo de algún modo influye en la
asociación de los dos verbos con una significación de ac­
2.1. Las formas verbales
ción perfectiva. Acaba de morirse (6) indica acción cum­
plida, poniendo en perspectiva las dos acciones del con­
El presente es el tiempo casi exclusivo de las formas texto (la durativa de anuncia y la perfectiva de acaba de
verbales conjugadas. La permanencia expresada coincide morirse). Ha ido formando significa que la acción se pro­
con el acto de la enunciación, presentándola de un modo dujo de un modo gradual y sucesivo.
inmediato y con más viveza al lector (tocan, pasan, van y
vienen, forman, suenan, tañen, etc.). En nos anuncia (5) el
pronombre coopera en esa sensación de inmediatez y de 2.2. Sintaxis
participación en la acción producida. Además esta homo­
geneidad de las acciones verbales constituye un factor de Los dos rasgos más notorios de la estructura sintácti­
cohesión textual.
ca de este texto son la yuxtaposición y las expansiones,
Como es sabido, el presente tiene distintos valores, y a que constituyen una técnica eficaz en la descripción y en
veces no resulta clara la diferenciación. En este texto per­ la presentación de hechos menudos. En las series enume­
cibimos formas que describen una situación sin indicación rativas domina ampliamente el asíndeton, que general­
de comienzo ni de término, pero que incluyen el tiempo en mente tiene valor adjuntivo, y significa encadenamiento
que se habla (presentepermanente o durativo): hay (1), abre inmediato. La coordinación copulativa oracional está ex-
(13), come (18), son (18); formas en las que el valor domi­ plicitada en algunos casos (3, 5, 14). La copulativa y (16),
nante es de intemporalidad (son, 17); en el caso de tocan al comienzo del último parágrafo, tiene sentido ilativo con
(1) la omnitemporalidad está indicada por la expresión to­ lo antes expuesto. Pero a veces el asíndeton interproposi-
talizadora a todas horas. Muchos de los presentes que des­ cional permite implicitar relaciones lógicas, por ejemplo,
criben situaciones o experiencias humanas están en un de causa a consecuencia (hay diez o doce iglesias; las cam­
contexto referencial restringido por los circunstanciales de panas tocan a todas horas, 1-2; en Semana Santa toda esta
tiempo de cuando en cuando (3) (discurre, 4; anuncia, 5), melancolía llega a su estado agudo: forman las procesiones,
En Semana Santa (7)... (forman, 8; llevan, 9; suenan, 10; etc., 7-15). Asimismo, la parataxis permite entender otras
tañen, 11; suspiran, lloran y besan, 14) que exigen situar los relaciones; entre las oraciones un crucifijo abre sus brazos,

162 163
y las devotas suspiran (13-14) se establece también una re­ una expansión circunstancial (con sones plañideros, 11),
lación de causa a consecuencia. accesoriamente caracterizante. La proposición que sigue
El primer parágrafo, como ya se indicó, presenta la es­ contrasta por sus mínimos elementos constitutivos (tañen
tructura sintáctica parecida a la de los textos informati­ las campanas, 11-12). Todas estas oraciones descriptivas
vos. Está constituido por dos períodos oracionales coordi­ llevan el verbo antepuesto al sujeto, bien para dar relieve
nados por la copulativa Y (3). Ya quedó explicada la .«I verbo, bien por razón de estilo, formando de este modo
relación entre la primera oración del primer período y las estructuras paralelas. Las dos oraciones finales, aunque
restantes, que constituyen una serie enumerativa con el llevan explícito el nexo conjuntivo y, guardan relación de
mismo dispositivo sintáctico: sujeto + verbo en presente causa-consecuencia. Encuadra la primera coordinada una
(o verbo + sujeto) + complemento circunstancial. Algunas serie de circunstanciales yuxtapuestos, formando sintag­
de estas proposiciones presentan correspondencias for­ mas nominales de estructura simétrica (preposición + de­
males y semánticas en todos sus elementos (pasan labrie­ le rminan te + nombre) en las iglesias, sobre las losas, entre
gos con capas pardas/van y vienen devotas con mantillas cuatro blandones, en la penumbra (12-13). Estas expansio­
negras, 2-3). El siguiente período contiene una oración nes descriptivas, al ir antepuestas, adquieren mayor indi­
compuesta por coordinación copulativa, cuyo sujeto, co­ vidualidad, y más relieve la progresión de la intensidad.
mún a ambos verbos, lleva una expansión relativa deter­ I ,a descripción de las devotas ante el crucifijo moviliza
minativa (que hace tintinear una campanilla, 4-5). Una una abundante predicación caracterizante, formando una
completiva con el núcleo verbal en voz media (morirse, 6) serie paratáctica (suspiran, lloran y besan sus pies clave­
constituye el complemento directo de verbo de la segunda teados, 14-15).
proposición coordinada, en cuya acción también influye El último parágrafo está constituido por una oración
la precisión circunstancial de cuando en cuando (3), que es compleja por la inserción de una serie de subordinadas re­
el modificador de discurre (4). lativas. Los dos elementos constitutivos de la oración se
El siguiente parágrafo presenta una estructura por alargan en expansiones que, a su vez, dan lugar a otras
yuxtaposición y adjunción de expansiones (adjetivos cali­ amplificaciones, que hinchan en exceso la oración. Este
ficativos y complementos circunstanciales). La oración sucesivo alargamiento del enunciado está en acuerdo con
que encuadra esta parte formula un juicio, cuya declara­ la expresión vehemente con la que el autor señala las con­
ción genera el resto del parágrafo. Los dos puntos en la es­ secuencias de la tristeza, que el catolicismo lleva hasta la
critura (8) funcionan como nexo conjuntivo entre ambas neurosis. Abre la oración el sujeto (tristeza, 16), acompa­
partes del discurso. Como ya se dijo, se observa una rela­ ñado de un determinante anafórico, y esta palabra produ­
ción implícita de consecuencia entre la primera oración y ce un efecto fuerte por contraste con la que la cierra (vida,
las restantes, y aunque se suceden asindéticamente, entre 21). Entre el sujeto y el verbo se intercalan dos comple­
ellas hay una relación de suma. Las dos últimas guardan mentos circunstanciales, desarrollándose sobre el segun­
relación semántica, explícitamente marcada por la copu­ do una serie enumerativa de proposiciones de relativo
lativa y (14). El complemento directo deforman (largas fi­ yuxtapuestas en paralelismo sintáctico, todas ellas de sig­
las de encapuchados, 8-9) aparece amplificado mediante nificación negativa. El predicado está constituido, además
acumulación de adjetivos caracterizantes que acompañan del verbo, por dos segmentos comparativos de estructura
al complemento del nombre (encapuchados) y9 mediante parecida, con variación en la colocación de los adjetivos
la expansión relativa que introduce, cuyo complemento que complementan a los nombres (como un sedimento mi­
directo desarrolla una expansión simétrica binaria por lenario, como un recio ambiente). El segundo de los seg­
coordinación, de carácter descriptivo (Cristos sanguinosos mentos se dilata con tres complementos del nombre en
y Vírgenes doloridas, 10). La siguiente proposición presenta sucesión asindética, el último de los cuales (renuncia­

164 165
miento, 20) acumula una expansión calificativa, forman­ modo de ejemplo, el siguiente fraccionamiento de la se-
do una pareja de calificativos (mudo e impasible, 20), un i nencia para ver el efecto sonoro:
complemento proposicional (a las luchas, 21) que acumu­
las campanas tocan
la, a su vez, un adjetivo caracterizante (vibrantes, 21) y un
a todas horas;
complemento del nombre {de la vida, 21).
pasan labriegos
Como ya se indicó, la complejidad de esta oración, con con capas pardas;
numerosas expansiones calificativas, determinativas, cir­ van y vienen devotas
cunstanciales y relativas, introduce una ruptura del dis­ con mantillas negras
positivo sintáctico del texto (la yuxtaposición y la coordi­
nación), que refiere el estado de tensión del autor, y que
atestigua, al mismo tiempo, espíritu de análisis e inten­ suenan a lo lejos
ción moralizante, perceptible ésta en los vocablos y frases unas bocinas roncas
axiológicos contenidos en la amplificación comparativa con sones plañideros;
{recio ambiente de dolor, de resignación, de mudo e impasi­ tañen las campanas
ble renunciamiento).
en las iglesias,
sobre las losas

3. Organización prosódica un crucifijo


abre sus brazos
La armonía es un rasgo notorio de este texto, y, en y las devotas
gran medida, se pone de manifiesto en los numerosos suspiran, lloran,
paralelismos de que consta el discurso. Y así podemos y besan sus pies
observar en los siguientes ejemplos cómo la homogenei­ claveteados.
dad de los grupos silábicos realza las correspondencias
gramaticales y semánticas {pasan labriegos con capas
en un pueblo pobre
pardas; van y vienen devotas con mantillas negras), {que
en que los inviernos
llevan Cristos sanguinosos y Vírgenes doloridas; suenan a
son crueles
lo lejos unas bocinas roncas con sones plañideros), {en en que apenas se come,
que los inviernos son crueles, en que apenas se come, en que en que las casas
las casas son desabrigadas). Las aliteraciones, demasiado son desabrigadas
numerosas para ser señaladas exhaustivamente, contri­ han ido formando
buyen a la sonoridad de la prosa. Obsérvese, por ejem­ como un sedimento
plo, la frecuencia con que se repiten los sonidos a, o {las milenario,
campanas tocan a todas horas)', la consonante n {hace tin­ como un recio ambiente
tinear una campanilla, y nos anuncia que un convecino de dolor, de resignación,
nuestro...)] los sonidos o, n, s {suenan... unas bocinas de mudo e impasible
renunciamiento
roncas con sones plañideros)] las nasales y la vocal o {han
ido formando como un sedimento milenario, como un re­
cio ambiente de dolor). La repartición de las frases en grupos silábicos iguales
También las rimas internas constituyen un elemento < > parecidos (forman mayoría los de 5 y 6 sílabas) asegura
de armonía en este fragmento. Me limitaré a proponer, a un efecto de recurrencia regular, que es la base del ritmo.

166 167
Los efectos de la concordancia sonora aparecen realzados 6
con las numerosas asonancias que acabamos de señalar. TIRSO DE MOLINA,
Los sonidos aliterados, muy numerosos para ser mencio­ EL BURLADOR DE SEVILLA
nados, juntamente con las repeticiones de vocablos al co­
mienzo de secuencia {en que, 17, 18, como, 19) y con la an-
nominatio (empleo de palabras derivadas de la misma
raíz) suenan (10), sones (11), constituyen recurrencias efi­
caces en la estructuración fónica del texto.
Como ya se dijo, la expansión más frecuente en todo el
desarrollo del texto es la del adjetivo caracterizando al
nombre {capas pardas, mantillas negras, hombre triste, me­
lancolía congènita, estado agudo, largas filas, Cristos san­
guinosos, Vírgenes doloridas, bocinas roncas, sones plañi­
deros, pies claveteados, pueblo pobre, inviernos crueles,
casas desabrigadas, sedimento milenario, recio ambiente, Texto:
luchas vibrantes). Estas frases binarias, de significaciones
sugestivas, son un factor estructural, e imponen una ho­ Tisbea.
mogeneidad formal a lo largo del texto. La semejanza de El rato que sin ti estoy
estas unidades adquiere más relieve al estar repartidas en estoy ajena de mí.
grupos acentuales iguales o proporcionales y marcados
por acentos. Don Juan.
Por lo que finges ansí,
Esta estructuración rítmica hace que la prosa se sien­
ningún crédito te doy.
ta próxima al lenguaje lírico. Si el espíritu de análisis se
manifiesta en el rigor de la expresión, y en la lucidez men­
Tisbea.
tal, en crítica de la realidad que aquí se describe, también ¿Por qué?
5
es incontestable que la armonía que le confieren la cuida­
da organización de las cadencias y las recurrencias fóni­ Don Juan.
cas hace que en esta prosa se perciba la sensibilidad lírica Porque si me amaras,
del autor. mi alma favorecieras.

Tisbea.
Tuya soy.

Don Juan.
Pues di: ¿qué esperas,
10 o en qué, señora, reparas?

Tisbea.
Reparo que fue castigo
de amor el que he hallado en ti.

169
(Alto.)
Don Juan.
40 Y mientras Dios me dé vida,
Si vivo, mi bien, en ti
yo vuestro esclavo seré.
a cualquier cosa me obligo.
Ésta es mi mano y mi fe.
15 Aunque yo sepa perder
en tu servicio la vida,
Tisbea.
la diera por bien perdida,
No seré en pagarte esquiva.
y te prometo de ser
tu esposo.
Don Juan.
Ya en mí mismo no sosiego.
Tisbea.
20 Soy desigual
Tisbea.
a tu ser.
45 Ven; y será la cabaña
del amor que me acompaña
Don Juan.
tálamo de nuestro fuego.
Amor es rey
Entre estas cañas te esconde
que iguala con justa ley
hasta que tenga lugar.
la seda con el sayal.

Don Juan.
Tisbea.
50 ¿Por dónde tengo de entrar?
25 Casi te quiero creer;
mas sois los hombres traidores.
Tisbea.
Ven y te diré por dónde.
Don Juan.
¿Posible es, mi bien, que ignores
Don Juan.
mi amoroso proceder?
Gloria al alma, mi bien, dais.
Hoy prendes con tus cabellos
30 mi alma.
Tisbea.
Esa voluntad te obligue,
Tisbea.
y si no, Dios te castigue.
Yo a ti me allano
bajo la palabra y mano
Don Juan. — (Aparte.)
de esposo.
55 ¡Qué largo me lo fiáis!
Don Juan.
Juro, ojos bellos, El Burlador de Sevilla,
35 que mirando me matáis, Jornada Primera, escena XVI
de ser vuestro esposo. (Ed. Aguilar, O.C., II, págs. 648-649.)
Tisbea.
Advierte,
mi bien, que hay Dios y que hay muerte.

Don Juan. — (Aparte.)


¡Qué largo me lo fiáis!

170 171
Comentario la continua falta de correspondencia de sus actos humanos
a la gracia divina. Es necesario insistir en este punto que es
esencial en la comedia de Tirso: el auxilio divino depende
1. Los elementos paraverbales del lenguaje dramático de nuestro libre albedrío. Se peligra de ser injusto con la in­
tención del ilustre fraile mercedario, que pretendía esclare­
cer por medio del teatro el problema, tan polémico en su
1.1. Relación entre la situación del fragmento y la acción época, de la predestinación (la salvación o la reprobación)
y el de la libertad humana. Sobre este ángulo instructivo
Este texto constituye la escena XVI de la Jomada Pri­ hay que considerar la vida disoluta del seductor.
mera de El Burlador de Sevilla y Convidado de piedra de En la otra visión de la comedia, la más superficial, es
Tirso de Molina, que, juntamente con La vida es sueño, es decir, la vida libertina del personaje, depravada hasta el
la comedia más famosa del teatro español, cuyo protago­ crimen, Tirso muestra también la inteligencia del psicólo­
nista se ha convertido en uno de los personajes míticos de go, del conocedor de las pasiones humanas. Por otra par­
la literatura universal. Pero la rica pintura psicológica de te, los distintos escenarios, las aventuras, los conflictos y
Don Juan no debe hacemos olvidar la intención moraliza- lances más atrevidos, si bien contribuyen a configurar el
dora y la idea teológica del autor. La contradictoria psico­ mito donjuanesco, son elementos o unidades parciales
logía del burlador y el profundo contenido teológico es la que muestran la complicación del teatro de aquella época.
visión que domina todo el drama. Tirso estuvo al servicio En el Don Juan de Tirso de Molina, estas dos perspec­
de la Iglesia católica salida del Concilio de Trento. Frente tivas son inseparables, hasta que la literatura moderna las
a la Iglesia reformada que veía en la salvación un asunto separó.
de la predestinación y de la bondad de Dios la doctrina ca­ El alma del Tenorio nació con la condición de la lasci­
tólica atribuye la salvación a los siguientes elementos: la via: «Burlar es hábito antiguo mío». Este es el concepto
libertad (el P. Molina defendía que la conversión es obra de que tiene de sí mismo (escena XV). Sus aventuras conoci­
la libertad), el auxilio suficiente de la gracia y la existencia das comienzan en Nápoles. Una noche entra en el palacio
de la predestinación. Estos tres factores constituyen la del rey y logra introducirse en los aposentos de la duque­
teología de la salvación, según la escuela tomista. sa Isabela, a quien engaña y goza fingiendo ser su prome­
Tirso escribió El condenado por desconfiado para poner tido el duque Octavio. Ayudado por su tío, don Pedro Te­
de manifiesto que la salvación es cosa de dos factores: de norio, embajador de España en Nápoles, logra escapar a
los actos libres de la voluntad y del auxilio de la gracia, lla­ la orden de detención, dada por el rey, y se embarca para
mada en teología, eficaz, que es un don gratuito. En El Bur­ España. Pero ante las costas de Tarragona, la nave naufra­
lador de Sevilla Tirso se esfuerza por mostrar la libertad de ga, cuya escena y situación de los náufragos describe la
las acciones humanas, que es indispensable en la valora­ joven y hermosa pescadora Tisbea en un maravilloso mo­
ción de los actos. Las malas acciones de Don Juan, su vida nólogo de versos cultos (escena X). Ella se manifiesta en­
libertina y desastrada dependen del mal uso que éste hace cantadora, graciosa, pero, en el orden psicológico, contra­
del arbitrio humano. Y también pretende explicar el pro­ dictoria y propensa a la ligereza, que, según el propio
blema de la predestinación de los malos. Don Juan se con­ Tirso, en la mujer es tan natural como la belleza. Se siente
dena, a pesar de creer en Dios, por sus obras, realizadas con libre sobre un horizonte infinito de mar y cielo. Canta a su
menosprecio de la gracia divina, del que constantemente suerte de no haber caído en los lazos engañosos del amor
hace gala con la famosa frase ¡Qué largo me lo fiáis? La so­ (escena VI). Don Juan es salvado por su criado, y ambos
berbia del personaje no se deja rendir ante la gracia, que to­ fueron acogidos por Tisbea. Del bello diálogo de la escena
dos los hombres reciben, y Dios le condena al infierno por XII se exhala el deseo de aquél por la bella pescadora. Es­

172 173
ta decide acoger en su cabaña a los náufragos. Mientras da lugar a una réplica alternativa consecuente en la conti­
en la aldea los pescadores se disponen a cantar y bailar, nuación del proceso de la seducción (9-10), que tiene su
don Juan trama la seducción de Tisbea (escena XIII). correlato en los versos 11-12, que manifiestan la incerti-
Mientras tanto, el rey don Alfonso de Castilla quiere casar dumbre de Tisbea. La relación de deseo por parte del se­
a Doña Ana de Ulloa, hija del Comendador de Calatrava, ductor halla oposición en el hechizo maléfico del que se
con Don Juan Tenorio (escena XIV). La escena XV ad­ considera víctima Tisbea. Se abre una subunidad dramá­
quiere significación moral y teológica profunda al recor­ tica en la situación del proceso de la seducción al emplear
darle Catalinón a Don Juan que, a la hora de la muerte, Don Juan, para dominar la temerosa conciencia de la pes­
Dios da castigo al que ha hecho mal uso de la libertad y, cadora, el arma irresistible de su elocuente palabra (13-
consecuentemente, ha realizado malas obras. Don Juan 17) y al jurar ser su esposo (18-19). (Nadie vería en este ju­
desprecia la advertencia de su criado, exclamando ¡Qué ramento una aplicación de la restricción mental, con
largo me lo fiáis! intención de criticar ese aspecto de la moral jesuítica, co­
Estos son los distintos movimientos de la acción de la mo quiere ver Joaquín Casalduero en su libro Contribu­
Jornada Primera que preceden a la escena XVI, objeto de ción al estudio del tema de Don Juan en el teatro español.)
nuestro análisis. Como se puede ver, se pasa muy deprisa El proceso de la seducción engloba los indicios de riqueza
de una situación a otra. En esta escena el autor trata de es­ y de alto linaje que condicionan el éxito de Don Juan, y
clarecer la psicología de su personaje en relación con el que en el teatro clásico español, por ir unido al concepto
amor. Es la acción de la seducción, pero, a lo largo de la de la honra, contienen alguna importancia funcional. Es­
escena, en las réplicas y los apartes, se advierten situacio­ ta dificultad que hace dudar a Tisbea y que amenaza el
nes secundarias, que configuran la situación dramática éxito de la seducción (20-21) halla su correlato en el argu­
nuclear, y se distinguen indicios que remiten a la psicolo­ mento basado en la fuerza igualatoria del amor (22-24).
gía de Don Juan. Es conmovedor el estado psicológico de Tisbea, en el que
aparece un presentimiento de ser engañada, y somete al
seductor a la última prueba (25-26), que éste vence con su
1.2. Elementos funcionales de la acción dramática elocuencia amorosa y con una bella imagen en la que se
aprecia el simbolismo de la rendición amorosa (29-30).
Las tres situaciones básicas por las que pasa la acción Todas las réplicas que siguen en el proceso de la seducción
dramática de esta escena son el proceso de la seducción se relacionan con la promesa de matrimonio (31-43), que
(1-44), el éxito de la seducción (45-54), el engaño y la in­ tiene una significación funcional en el éxito de la seduc­
tención de la huida, simbolizados en el estribillo de los ción (45-54). La condición que impone Tisbea (31-33) ha­
apartes (w. 41 y 55). En el proceso del enamoramiento lla su correlato en la réplica de Don Juan (34-36), cuyo ju­
aparecen unidades menores y también varios indicios de ramento, aunque para él es una cuestión banal, tiene una
la psicología del seductor y de la seducida. La escena se significación funcional en el éxito consiguiente de la se­
abre con una confesión de Tisbea sobre la transformación ducción. La réplica de la promesa de matrimonio es muy
sentimental operada en ella (1-2), que en la estructura bella, dicha para seducir. Pero Tisbea obliga al seductor a
dramática es el correlato antitético de la situación pasada reafirmar su juramento poniendo a Dios por testigo y em­
en que cantaba, ante el mar y el cielo, su libertad. Don peñando el destino de su propia alma (37-42). El diálogo
Juan se vale de una maniobra (3-7) que obliga a la pescado­ nos muestra indicios de una neta oposición entre los in­
ra a confesarle su amor (8). La réplica de Don Juan (6-7) tie­ terlocutores. Tisbea se presenta como soñadora, sincera,
ne su correlato en la respuesta de Tisbea Tuya soy (8), que, r espetuosa con la honra y con lo divino, bondadosa (43).
por lo tanto, es una unidad de contenido. Esta confidencia Tenorio, en cambio, es egoísta, vanidoso, hipócrita, irres­

174 175
petuoso, vulgar en sus deseos de amor. Todas estas rela­ tentes. Además de los movimientos apropiados para el
ciones opuestas, admirablemente implícitas en el diálogo, aparte (w. 39 y 55), sólo aparece indicada la actitud {Alto)
llegan a conmover al público, que conoce a través del que debe tomar la voz cuando Don Juan reafirma su pro­
aparte {¡Qué largo me lo fiáis!, 39) la intención de Don mesa de ser el esposo de Tisbea, porque, de este modo, sus
Juan de burlar a Tisbea. palabras se harían más creíbles, después de que ésta le ad­
La reafirmación del juramento es la última condición virtiera de la responsabilidad de su acto ante Dios. Es un
para la claudicación interior de Tisbea, y abre la situación gesto, pues, de acompañamiento, y cumple una función
escénica del éxito de la seducción (45-54). El último grado emotiva del lenguaje.
del proceso del enamoramiento y del rendimiento total
aparece en los versos 45-49. La pregunta de Don Juan
(v. 50) aparentemente es un mero informante; pero la res­ 2. Los elementos verbales
puesta de Tisbea Ven y te diré por dónde (51) constituye un
indicio, delicadamente insinuado, de la palpitante entrega
amorosa. La siguiente réplica de Don Juan (52) contiene 2.1. Notas preliminares
la efusión feliz, al mismo tiempo que hace alarde de un al­
to concepto del amor. Es conmovedora por su ingenuidad Aunque este texto pertenece a una época diferente del
que esta impresión engañosa sirva de garantía o punto de español actual y, en consecuencia, hay diferencias diacró-
apoyo de la honra de Tisbea, que vuelve a recordarle al se­ nicas, no presenta, sin embargo, ningún problema de
ductor la trascendencia moral de esta acción (53-54). Este comprensión. Explicamos simplemente algunos usos y
recurso sobrenatural, marcado por el amenazante y si no, grafías de la lengua de aquella época: finges (3), en este
Dios te castigue (54) desempeña en la escena y en la pieza contexto, significa «ideas o imaginas lo que no hay». La
una función básica. grafía ansí (3) es arcaica; en el español moderno ha preva­
Con el Aparte (55), marcado por el famoso comentario lecido la forma reducida así. En el siglo xvil prevalecía el
¡Qué largo me lo fiáis!, llegamos al final de la acción escé­ uso proclítico de los pronombres átonos con el imperativo
nica. Don Juan no replica por el diálogo a la imprecación {te esconde, 48); como se sabe, la lengua moderna exige el
de Tisbea, sino mediante el aparte, porque teme revelar uso enclítico en este caso. La perífrasis verbal tener de +
su intención secreta: huir después de haberla poseído. f infinitivo {tengo de entrar, 50) no era rara entre los clási­
La función del aparte es un comentario que no pueda en­ cos, pero hoy se siente como arcaica, aunque en ciertas
tender el otro interlocutor, pero, sorprendentemente, es partes aún subsiste su uso en la primera persona.
percibido por el público. El autor ha querido que de este
modo el público se enterara del pensamiento y de la in­
tención interior del seductor, y se conmoviera ante la inmi­ 2.2. Nivel léxico-semántico
nente desgracia de Tisbea.
Esta escena, aunque es un diálogo amoroso, desde el
punto de vista semántico y estilístico, refleja muchos nive­
1.3. Las didascalias les en las relaciones de los interlocutores. Por otra parte, al­
gunas expresiones crean una situación moral compleja. En
Como quedó dicho, las didascalias son los segmentos consecuencia, una parte importante del vocabulario perte­
extratextuales que indican los gestos o movimientos visi­ nece al campo nocional de la emoción: la ternura y la duda,
bles que acompañan a las réplicas. Sin embargo, como se en el caso de Tisbea. Amor, honra y deshonra gravitan sobre
puede observar, en esta escena los gestos son casi inexis­ la conciencia de la pescadora. Por parte de Don Juan, el vo­

176 177
cabulario gira en tomo al tema de la galantería, que se ma­ logia del triunfo o de la esclavitud. A esto responden los
nifiesta en la locuacidad, en la exageración y en el uso de vocablos y frases que giran en torno a la idea señora-es­
expresiones propias de la conquista amorosa, entre veladas clavo {perder en tu servicio la vida, 15-16; yo vuestro escla­
alusiones a sus intenciones infames. Al mismo tiempo, este vo seré. Esta es mi mano y mi fe, 41-42), y la imagen del
texto contiene varios términos clave para comprender el Amor rey (22) que iguala a todos sus súbditos (23-24).
concepto de la honra desde el punto de vista social de la El texto también es ilustrativo de la obsesión de aquella
época y desde el punto de vista religioso-católico. sociedad por el concepto del honor. En gran medida la hon­
Indican rendimiento amoroso y ternura los siguientes ra de un individuo estaba en relación con la fama del linaje
términos: estoy ajena de mí (2), Tuya soy (8), mi bien (38), al que pertenecía. Esta posición social de privilegio es algo
no seré en pagarte esquiva (43), cabaña del amor (45-46), tá­ que explota Don Juan en todas sus conquistas. Catalinón
lamo de nuestro fuego (47). Las referencias a la dicha, por había informado a Tisbea de la alta categoría social de los
parte del protagonista, evocan el éxito de la seducción (en Tenorio. Esta enorme desproporción social es un obstáculo
mí mismo no sosiego, 44; Gloria al alma, mi bien, dais, 52). para el rendimiento amoroso de la doncella pescadora. A
Refiere duda y combate interior: castigo de amor (11- esto se refiere en la réplica Soy desigual a tu ser (20-21). Pe­
12), Soy desigual a tu ser (20-21). Casi te quiero creer (25), ro del concepto y de las reglas sociales de la honra se pasa
traidores (26), me allano bajo la palabra y mano de esposo en la escena al enfoque cristiano de esta cuestión. Tisbea,
(31-33). También la advertencia moral y la imprecación consciente de los graves riesgos para su honor, negocia el
que Tisbea dirige al seductor indican desconfianza y duda asunto tan grave de la entrega amorosa, oponiendo a la pa­
por la deshonra que puede caer sobre ella: Advierte... que labrería de Don Juan la trascendencia cristiana del amor y
hay Dios y que hay muerte (37-38), Esa voluntad te obligue, de la promesa matrimonial {Advierte... que hay Dios y que
y si no, Dios te castigue (53-54). hay muerte, 37-38). Con esta razón seria termina el proceso
Se observará que los términos más repetidos en las ré­ y el rendimiento amoroso (y si no, Dios te castigue, 54). Es­
plicas de Don Juan son identificables con el concepto más ta imprecación ejerce en la obra un peso tan grande que
noble del amor (amor y sus derivados amaras, amoroso; preludia la catástrofe final del protagonista.
alma, esposo, mi bien), lo que significa un contraste pro­ Pero Don Juan no tenía un concepto ético ni cristiano
longado entre lo dicho y lo pensado en los apartes. Este de la honra. La gloria, el valer más que los otros en cual­
contraste produce un efecto muy sensible en el público. quier empresa, hazaña o desafío que requieren brillantez,
Tanto la locuacidad y la exageración, como la viveza bravura y desprecio a la muerte, es el ideal que marcaba la
del encadenamiento de las réplicas, son manifestacio­ vida de los caballeros. La idea de ser admirado y la del ho­
nes del arte de la galantería. Las palabras y locuciones nor van juntas en el Tenorio. El engaño en el amor, si va
propias de la declaración amorosa son numerosas en las acompañado de la galantería, del riesgo y de la huida, da
réplicas de Don Juan: mi bien (13, 27, 38, 52), esposo (19, más honra. Don Juan obra guiado por este ideal caballe­
36), mi amoroso proceder (28), prendes con tus cabellos mi resco, y, por eso, reacciona cínicamente {¡Qué largo me lo
alma (29-30), ojos bellos (34), me matáis (35). Las prome­ fiáis!, 39, 55) ante la moral cristiana, que intentaba poner
sas de matrimonio {tu esposo, 19; vuestro esposo, 36), en freno a los abusos de los más fuertes. Al mismo tiempo, el
cuanto que aseguran el éxito de la seducción, tienen una aparte informa al público de la diferencia entre lo pensado
fácil cohesión con el contexto de la banal galantería. Tam­ y lo dicho por Don Juan.
bién se asocian a ésta algunas réplicas que suponen mali­ Como se puede observar, el tema de la honra desde el
cia o artimaña {ningún crédito te doy, 4; Si me amaras, mi punto de vista social y cristiano, está representado en
alma favorecieras, 6-7). En las referencias a la conquista el texto en términos concretos.
amorosa se notan significados convencionales por la ana-

178 179
2.3. La significación intensiva 2.4. El encadenamiento de las réplicas

En ningún momento de la escena los personajes se di­ Aun teniendo en cuenta sólo los elementos verbales del
rigen el uno al otro utilizando sus propios nombres, sino texto, el diálogo aparece bien encadenado. Pero también
mediante el vocativo señora (10) y los apostrofes figurados la situación, la acción y el tiempo dan valor dramático al
mi bien (13, 27, 38, 52), ojos bellos (34). El empleo tan re­ diálogo. Los espectadores saben que Tisbea, hasta el mo­
petido de estos apostrofes es un elemento importante del mento presente, era dichosa y se sentía orgullosa de verse
diálogo amoroso y cumple la función de dar énfasis y de libre de las redes del amor. Eso hace que interpreten en to­
subrayar los sentimientos apasionados de los amantes. da su significación esta réplica:
Don Juan va a producir un efecto de curiosidad en Tis-
bea empleando el adverbio modalizador ansí (3) y el de­ Reparo que fue castigo
terminante indefinido ningún (4). Estos elementos inten- de amor el que he hallado en ti.
sificadores provocan la réplica siguiente. También la frase
verbal quiero creer (25) adquiere alguna modalización por La cabaña, rodeada del infinito del mar y del cielo, es el
medio del adverbio casi. símbolo de la virginidad, de la belleza de Tisbea. Don Juan,
Como Don Juan advierte una reacción de indecisión disfrazado de amante, será su enemigo, que va a convertir
en Tisbea, decide pasar al tono interrogativo (w. 27-28), este mundo maravilloso en una tragedia. Este fuerte con­
acompañado de la enfatización que le da el apostrofe (27), traste se carga de toda su fuerza a lo largo de la escena, pe­
pensando que la vehemencia de los sentimientos haría la ro de manera especial en los versos la cabaña del amor que
tarea del rendimiento más fácil. Las restantes interroga­ me acompaña (45-46) que, debido al contexto, adquieren
ciones del diálogo no tienen valor enfático, sino que son mucho valor dramático en el encadenamiento. También es
maneras de decir del lenguaje oral. fácil para el público advertir cómo la acción hace que los
Como ya se dijo, el público se ve sorprendido en el mo­ breves apartes de Don Juan se carguen de un dramatismo
mento más intenso de la expresión amorosa por el clima añadido al de la situación, al ver que el burlador paga la
de traición que anuncia el aparte. La intención interior de hospitalidad de la pescadora seduciéndola con engaño.
Don Juan se señala por medio de la entonación ascenden- Las interrogaciones son un elemento de encadena­
te-descendente de la modalidad exclamativa (39, 55). La miento muy frecuente en el teatro, como en la conversa­
exclamación modaliza naturalmente el aparte, especial­ ción corriente, en cuanto que constituyen un medio eficaz
mente en la exclamativa del último aparte por cerrar la es­ para que un personaje obtenga información del otro in­
cena con un clima de tensión, y en la declamación el actor terlocutor. En este texto aparecen tres interrogaciones.
sacará partido del aumento de intensidad y de la tensión Pero solamente las contenidas en los versos 5 y 50 son
del sentimiento, aunque la voz debe debilitarse por tratar­ verdaderas preguntas, y van seguidas de la información
se sólo de una confidencia hecha a los espectadores, sin deseada en las réplicas correspondientes. La pregunta que
que la advierta Tisbea. se hace Don Juan en los versos 27-28 es una interrogación
Ante la inseguridad que le inspiraba Don Juan, Tisbea afectiva o, lo que es lo mismo, una confirmación apasio­
concluye el diálogo con dos exhortativas (distíngase la im­ nada de su amor por Tisbea.
precación vehemente de la segunda) en subjuntivo optati­ Veamos a continuación el encadenamiento de las ré­
vo (te obligue, 53; te castigue, 54), que, por un lado, intro­ plicas por medio de los elementos verbales. Como se sabe,
ducen eficazmente un clima de tensión en el drama, y, por el modo obligatorio del avance de la acción es el paso de
otro, denotan la intención axiológica del autor. una réplica a otra réplica. Ahora bien, se puede replicar
sobre la palabra o solamente sobre el mensaje en sí mismo.

180 181
Esta última manera suele hacerse mediante el empleo de El encadenamiento aquí se hace por medio del deter­
elementos gramaticales, nexos de coordinación, deícticos, minante anafórico Esa. Pero también son frecuentes los
posesivos, etc. Precisamente, el diálogo del texto se abre encadenamientos sobre el sentido sin la presencia de
por este procedimiento: los elementos gramaticales arriba citados. Son encadena­
mientos sintácticos que se hacen por asíndeton, pero la
Tisbea. yuxtaposición lleva implícita una relación adversativa o
El rato que sin ti estoy
consecutiva. Veamos, por ejemplo, cómo el encadena­
estoy ajena de mí.
miento de estas dos réplicas implica una contrariedad de
Don Juan. lo expresado por uno y otro personaje:
Por lo que finges ansí,
ningún crédito te doy. Don Juan.

El adverbio ansí, por el valor anafórico que adquiere, Aunque yo sepa perder
hace que el encadenamiento de las réplicas sea más estre­ en tu servicio la vida,
cho. Veamos algunos ejemplos más: la diera por bien perdida,
y te prometo de ser
Don Juan. tu esposo.
Porque si me amaras, Tisbea.
mi alma favorecieras. Soy desigual
Tisbea. a tu ser.
Tuya soy.
La contrariedad de las dos oraciones es clara, y se so­
El posesivo Tuya es el elemento que liga la réplica a la breentiende el nexo adversativo pero. El mismo carácter
anterior. adversativo se produce entre estas réplicas:

Don Juan. Don Juan.


Juro, ojos bellos,
Amor es rey
que mirando me matáis,
que iguala con justa ley
la seda con el sayal. de ser vuestro esposo.

Tisbea. Tisbea.
Advierte,
Casi te quiero creer;
mi bien, que hay Dios y que hay muerte.
mas sois los hombres traidores.

Entre las réplicas que siguen se articula una relación


La alusión a las palabras que acaba de decir Don Juan
conclusiva, aunque no intervengan elementos de enlace:
se hace por medio del pronombre personal te.
Don Juan.
Don Juan.
yo vuestro esclavo seré.
Gloria al alma, mi bien, dais.
» Esta es mi mano y mi fe.
Tisbea.
Tisbea.
Esa voluntad te obligue, No seré en pagarte esquiva.
y si no, Dios te castigue.

182 183
Don Juan. En las últimas réplicas precedentes, además de las re­
Gloria al alma, mi bien, dais. peticiones, los paralelismos sintácticos y semánticos de­
sempeñan un papel importante en el encadenamiento Yo a
Tisbea.
ti me allano - yo vuestro esclavo seré; la palabra y mano - mi
Esa voluntad te obligue,
y si no, Dios te castigue.
mano y mi fe; de ser tu esposo (18-19) - de esposo (33) - de
vuestro esposo (36); Ven y será - Ven y te diré. Las frases de
Veamos ahora los encadenamientos sobre la palabra. amor, marcadas por apostrofes afectivos (mi bien, 13, 27,
En estos casos el procedimiento más frecuente es por me­ 38, 52; ojos bellos, 34), dichas cada vez más rendidaménte,
dio de repeticiones de palabras, de paralelismos y de opo­ constituyen también elementos de encadenamiento.
siciones de términos. Las repeticiones pueden ser de mu­ Las oposiciones de términos que encontramos en al­
chas clases como muestran los ejemplos que siguen: gunas réplicas hacen que el encadenamiento sea más rico
Don Juan. y variado. Citemos este ejemplo:
Pues di: ¿qué esperas,
Tisbea.
o en qué, señora, reparas? Soy desigual
Tisbea. a tu ser.
Reparo que fue un castigo Don Juan.
de amor el que he hallado en ti. Amor es rey
que iguala con justa ley
Tisbea. la seda con el sayal.
Yo a ti me allano
bajo la palabra y mano La contraposición de las dos oraciones queda más
de esposo. acentuada por los términos contrarios desigual/iguala. Las
dos réplicas que siguen también se oponen:
Don Juan.
Juro, ojos bellos, Tisbea.
que mirando me matáis, Casi te quiero creer;
de ser vuestro esposo. mas sois los hombres traidores.

Tisbea. Don Juan.


Advierte, ¿Posible es, mi bien, que ignores
mi bien, que hay Dios y que hay muerte. mi amoroso proceder?

Don Juan. Es interesante observar cómo en una réplica de Don


Y mientras Dios me dé vida, Juan, ya citada, aparecen varios elementos de encadena­
yo vuestro esclavo seré. miento: la conjunción Y al comienzo de la cláusula, que
Esta es mi mano y mi fe. sirve para indicar enlace afectivo con lo anteriormente di­
cho por Tisbea, la repetición de la palabra Dios y la oposi­
Tisbea. ción de los términos muerte-vida:
Ven;y será la cabaña del amor (...)
Tisbea.
Don Juan. Advierte,
¿Por dónde tengo de entrar? mi bien, que hay Dios y que hay muerte.

Tisbea. Don Juan.


Ven y te diré por dónde. Y mientras Dios me dé vida (...)

184 185
Dentro del encadenamiento por términos contrarios A primera vista, las metáforas son las convencionales
puede incluirse el contraste entre expresiones comple­ de la expresión galante y amorosa: castigo de amor (11-
mentarias, como el que se percibe en este ejemplo: 12), tálamo de nuestro fuego (47). Algunas son propias del
habla corriente (me allano, 32) o de la lengua paremioló-
Don Juan. gica, como ya la citada metáfora metonímica la seda con el
yo vuestro esclavo seré. sayal (24). Un poco estereotipada nos parece la imagen
Tisbea. prendes con tus cabellos mi alma (29-30) con la que Don
No seré en pagarte esquiva. Juan finge idealizar la pasión amorosa. Esta semejanza
entre amor sensual y amor místico vuelve a aparecer en
Como se puede ver, en la precedente réplica de Don boca del seductor para expresar la efusión amorosa como
Juan el encadenamiento por repetición y oposición de tér­ una gracia divina (Gloria al alma, mi bien, dais, 52). Ver­
minos se hace como si el aparte ¡Qué largo me lo fiáis! (39) dadero cliché es la imagen eufórica, próxima al oxímoron,
no existiese. Ya se dijo que el aparte es un elemento de ojos bellos, que mirando me matáis (35-36).
ruptura en el diálogo, con el objeto de que un personaje La dualidad dicha/desdicha que se observa en el proce­
pueda hacer una reflexión o confidencia cara al público y so amoroso de Tisbea encuentra reflejo en algunas antíte­
a espaldas del otro interlocutor. Es, pues, como un parén­ sis, además de las oposiciones de términos, ya señaladas
tesis que no impide el encadenamiento entre las réplicas. (desigual/iguala; seda/sayal). La más significativa, a este
respecto, y la que marca mayor tensión en el diálogo, es la
constituida por el término muerte (38) y su traducción por
3. Las desviaciones semánticas y otras figuras vida (40) que Don Juan hace en la réplica siguiente.
En cuanto a las figuras sintácticas prestaremos atención
Este diálogo es una manifestación amorosa sentida a las repeticiones. Por ejemplo, la que se desarrolla en ana-
por los personajes. Es bien perceptible la progresión de diplosis enunciando una proporcionalidad entre el sujeto y
los sentimientos conforme avanza la escena. A ello concu­ el predicado (que sin ti estoy estoy ajena de mí, 1-2). Otras ve­
rre el lenguaje lírico que, por medio de figuras semánticas ces la repetición de un término puede servir para marcar in­
y sintácticas, se va desenmascarando del lenguaje conver­ sistencia y vehemenciaperder-perdida (15-17). Eso mismo se
sacional del inicio del diálogo. Entre las figuras semánti­ observa en la tendencia egocéntrica de Don Juan, manifes­
cas se observan metonimias, metáforas, personificacio­ tada en los numerosos determinantes posesivos y pronom­
nes, antítesis. Entre las figuras sintácticas se prestará bres personales que señalan la primera persona: me amaras
atención a los paralelismos, repeticiones y pleonasmos. (6), mi alma (7), mi bien (27), mi amoroso proceder (28), mi
Para referirse a la clase rica y a la pobre, el autor em­ alma (30), yo (41), mi mano y mi fe, en mí mismo (44).
plea una metonimia banal, propia de la época (la seda con Con la repetición de la frase fija mi bien, además de la
el sayal, 24). También es una metonimia convencional del importancia cohesiva en el encadenamiento, el autor pre­
lenguaje amoroso ojos bellos (34) que se refiere a la vez a tende caracterizar el diálogo amoroso. Ya se dijo que es­
la belleza y a la afectividad. En cambio, en mi bien (13,27, poso es una palabra clave en el proceso de la seducción.
38, 52) se produce una transferencia de lo somático a lo Ello explica que Don Juan la repita con insistencia, como
psíquico para la designación de la persona humana. Mano se puede ver en la disposición simétrica de los términos
(32) es una metonimia asociada al contrato matrimonial. (de ser tu esposo, 18-19; de esposo, 33; de ser vuestro espo­
Las personificaciones que se observan son de concep­ so, 36). La anáfora Ven (45, 51), en la situación de la esce­
tos abstractos: Amores rey que iguala con justa ley (22-23), na en que se encuentra, es significativa de la afectividad
del amor que me acompaña (46). desbordada en Tisbea.

186 187
También los pleonasmos son recursos aptos para re­ citadas, también presentan una estructura simétrica (Esa
producir la vehemencia del lenguaje apasionado. En el voluntad obligue - Dios te castigue, 53-54). A nivel intrapro-
texto se observan expresiones pleonásticas en el empleo posicional, los ejemplos más notorios son el paralelismo de
del pronombre sujeto en la primera persona (yo, 15, 31, complemento preposicional en ti (w. 12-13) y las dos pare­
41), en el adjetivo mismo que acompaña como refuerzo jas de sustantivos (la palabra y mano, 32; mi mano y mi fe,
enfático al pronombre personal mi (44). 42), que marcan con fuerza la promesa de matrimonio.
Para terminar mencionemos algunos de los paralelis­
mos que presenta el texto. En las oraciones hipotácticas
predomina un esquema binario (prótasis/apódosis). Véan­ 4. La versificación
se algunos ejemplos: prótasis constituida por una subor­
dinada causal que presenta una intensidad a la que se de­ El texto está constituido por doce redondillas de rimas
be la principal (Por lo que finges ansí - ningún crédito te abrazadas (abba). Todas las estrofas son de cuatro versos,
doy, 3-4); prótasis constituida por una subordinada condi­ aunque en algunos casos, por la vivacidad del encadena­
cional (si me amaras, 6) a la que sigue una apódosis (mi al­ miento del diálogo, su número queda desbordado por ver­
ma favorecieras, 7). El efecto de regularidad se acrecienta sos extraestróficos y segmentos desiguales (w. 5, 8, 19, 21,
con la concordancia de los morfemas verbales en el inte­ 30, 33, 36), encontrándose casi todos ellos en encabalga­
rior de cada miembro. La réplica de Don Juan de los ver­ mientos de versos, como frecuentemente ocurre en la len­
sos 13-19 contiene dos oraciones de esquema semejante gua dialogada. Los encabalgamientos disocian los versos
(prótasis condicional Si vivo, apódosis en ti a cualquier co­ en partes desiguales, produciéndose una ruptura de la
sa me obligo; prótasis concesiva Aunque yo sepa perder..., unidad enunciativa del verso. Por otra parte, la distribu­
apódosis la diera por bien perdida). La segunda oración ción estrófica separa los versos 34-35, que sintácticamen­
presenta una coordinada copulativa (w. 18-19), pero que te van unidos.
exige por razón de coherencia gramatical y semántica Son redondillas octosílabas, pero, como suele ser fre­
que se la relacione con la estructura de la primera oración cuente en el diálogo escénico, se observan algunos versos
de dicha réplica. Se trata, pues, de un anacoluto. Los ver­ irregulares, que fluctúan generalmente entre cinco y seis sí­
sos 40-41 presentan también un enunciado binario: próta­ labas (w. 6, 9, 20, 22, 31, 34). Observando el conjunto de los
sis constituida por la subordinada de tiempo (mientras octosílabos se advierte un uso correcto de las reglas métri­
Dios me dé vida), apódosis constituida porla principal (yo cas, aunque la sinalefa del verso 11, que une varias vocales
vuestro esclavo seré). El cumplimiento de la apódosis Dios (que he hallado) lo hace pesado. La diéresis de fiáis (39, 55)
te castigue (54) depende de la prótasis elíptica Si no (54). no debe considerarse propiamente sobre las vocales del
El efecto de regularidad de la apódosis se acrecienta por triptongo si tenemos en cuenta una posible influencia del
las simetrías y concordancias gramaticales con la oración sistema verbal del español antiguo que en la segunda per­
anterior Esa voluntad te obligue (53). sona del plural del presente de este verbo tenía un diptongo
A nivel interproposicional se observan algunos para­ seguido de la sílaba -des.
lelismos en los que predominan los grupos binarios, El acento rítmico mayor, como se sabe, recae en la pe­
asociando ya proposiciones que enuncian una relación núltima sílaba de cada verso. Pero todos los octosílabos del
disyuntiva (¿qué esperas o en qué reparas?, 10), ya propo­ texto presentan otros acentos secundarios y, como su dispo­
siciones subordinadas sustantivas (que hay DioS y que hay sición no es regular, se produce una gran variedad de grupos
muerte, 38). Esta expansión simétrica tiene por objeto la rítmicos, que oscilan entre cuatro y dos sílabas. Son octosí­
insistencia en la dimensión axiológica de la que hablamos labos, por lo tanto, polirrítmicos, con predominio de los ti­
en apartados anteriores. Las coordinadas adversativas, ya pos mixtos, que son los más apropiados para el diálogo. Las

188 189
combinaciones de acentos rítmicos más repetidas son: 4 + 3 ¡Qué / lár / go me lo fiáis (39)
(w. 3, 14, 15, 16, 18, 49, 54) que aparece con la alternancia 1 1 5
3 + 4 en los versos 28, 35, 46 e incluso los versos 4 y 44, si Yó/vuestro esclá/vo seré (41)
consideramos débiles los acentos sobre las palabras ningún 1 3 3
(4) y mí (44); 2 + 2 + 3 (w. 2, 10, 26, 50) que presenta una al­
És / ta es mi ma / no y mi fé (42)
ternancia de las unidades posteriores 2 + 3+2 (w. 13,17, 23, 1 3 3
27) y un quiasmo métrico 3 + 2 + 2 (v. 43). Otras combina­
Vén / y será / la caba / ña (45)
ciones son menos frecuentes: 1 + 3 + 3 (w. 25, 42, 45); 2 + 5
1 3 3
(7, 29) con la alternancia 5 + 2 (32). A pesar de esta diversi­
dad acentual, los versos se reparten en unidades métricas de tá / lamo de nuestro fué / go (47)
cuatro, tres o dos sílabas, adquiriendo así fluidez. El esque­ 16
ma 3 + 4 o 4 + 3 logra un ritmo equilibrado y vigoroso: Gló / ria al al / ma, mi bién, / dais (52)
1 2 3
Aunque yo sé / pa perdér (15)
4' 3 É / sa voluntád / te oblí / gue (53)
1 4 2
en tu serví / ció la vi / da (16)
4 3 I ,a densidad acentual del verso 38, a pesar de los acen­
mi amoró / so procedér (28) tos contiguos en tercera y cuarta sílabas y en sexta y sépti­
3 4 ma (acentos antirrítmicos),
que mirán / do me matáis (35) mi bién,/ que háy/ Diós/ y que háy/ muér/te
3 4 2 1 1 2 1
del amor / que me acompá / ña (46) •ti* corresponde con su densidad conceptual y con las pau-
3 4 HttS meditativas que la declamación debe evocar.
Y si no, Diós / te castí / gue (54)
Es perceptible cómo la disposición de los acentos en
4 3 h is versos subraya las correspondencias sintácticas: ¿Qué
tupirás o en qué repáras?; la palabra y la máno; mi mano y
La acumulación de acentos, especialmente mediante mi fé; Esa volúntad te obligue y si no, Diós te castigue.
la combinación 2 + 3 + 2, conviene al impulso del diálogo 'lodos los octosílabos presentan rima consonante, que
y le da expresividad y viveza: varía de redondilla en redondilla. Como se puede observar,
abundan los versos en rimas agudas terminadas en vocal
Si vi / vo, mi bién, / en tí (13)
(mí, ansí, ti, seré, fe) y terminadas en consonante (perder, ser,
2 3 2
desigual, sayal, creer, proceder, lugar, entrar). Como la estro-
le dié/ra por bién/ perdí / da (17) la es de rima consonante, las agudas asonantadas también
2 3 2 v las considera aconsonantadas. Como se sabe, la rima es
¿Posí / ble es, mi bién, / que ignó / res (27) lina de las recurrencias fónicas que, juntamente con las rít­
2 3 2 micas, constituyen la armonía poética. Aunque las rimas
Las palabras que, al comienzo de verso, adquiéren én­ varían de estrofa en estrofa, se advierten bastantes rimas
fasis o fuerte emoción se ven resaltadas por un acento rít­ banales y pobres: rimas homónimas (ti, 12-13), rimas entre
mico: lormas morfológicas (estoy-doy, 1-4; amaras-reparas, favo­
recieras-esperas, 6-10; perder-ser, 15-18; matáis-fiais, 35,39),

190 191
rimas simuladas (vida-esquiva, 40, 44), rimas imperfectas 7
(favorecieras-esperas, 7-10; advierte-muerte, 37-38). A pesar CALDERÓN DE LA BARCA,
de ello, se encuentran muchas estrofas de rimas ricas y ex­ LA VIDA ES SUEÑO
presivas (w. 20-24, 25-28, 29-34, 44-48, 49-51).
Las asonancias internas y las aliteraciones son también
recursos de intensificación de la sonoridad del verso. Las
asonancias internas son en corto número. La más repre­
sentativa se encuentra en las sílabas cuarta y quinta de los
versos 41-42 (mano-esclavo). Otro tipo de asonancias in­
ternas son las que se advierten entre el primer término y el
final de un verso (bajo-mano, 32), entre el principio de un
verso y el final del siguiente (vivo-obligo, 13-14), o la que se
produce entre palabras contiguas (hombres traidores, 26).
La complejidad sonora se completa con las numerosas
aliteraciones. Entre los sonidos vocálicos los más recurren­ Texto:
tes son los de mayor abertura (a, e). También es relevante la
aliteración con la vocal o. Adviértanse los efectos sonoros en Cielos, si es verdad que sueño,
los siguientes ejemplos: ¿qué esperas,/o en qué, señora repa- suspendedme la memoria,
ras? (w. 6-7); que iguala con justa ley la seda con el sayal (w. que no es posible que quepan
23-24); me allano bajo la palabra y mano, 31 -32 (obsérvese la en un sueño tantas cosas,
asonancia en a - o); Juro ojos bellos (34); No seré en pagarte ¡Válgame Dios, quién supiera,
esquiva (43). Nótese el eco profundo de la repetición de la e, o saber salir de todas,
ya sola ya formando diptongo, en la advertencia moral que o no pensar en ninguna!
¿Quién vió penas dudosas?
Tisbea hace a Don Juan: Advierte,/ mi bien, que hay Dios y
Si soñé aquella grandeza
que hay muerte (37-38), o en este otro verso vuestro esclavo
en que me vi, ¿cómo ahora
seré (41). También la repetición de la i da a los versos una
esta mujer me refiere
homogeneidad muy sonora: Si vivo, mi bien, en ti (13) en tu
unas señas tan notorias?
servicio la vida,/ la diera por bien perdida (16-17).
Luego fue verdad, no sueño,
Entre las homofonías de sonidos consonantes, nos y si fue verdad, (que es otra
ocuparemos de las nasales (m, n), de la vibrante r, de la confusión y no menor),
dental d, t, de la alveolar s y de la lateral /. Se observará ¿cómo mi vida le nombra
que casi siempre van acompañadas de aliteraciones vocá­ sueño? Pues, ¿tan parecidas
licas: Si me amaras./ mi alma (6); mi mano y mi fe (42); en a los sueños son las glorias,
mí mismo no sosiego (44); dónde tengo de entrar (50); al al­ que las verdaderas son
ma. mi bien (52); en qué, señora, reparas (10); Dios me dé tenidas por mentirosas,
vida (40); vuestro esclavo seré (41). y las fingidas por ciertas?
Como se ve la elaboración formal del texto es notable. ¡Tan poco hay de unas a otras,
Hemos visto cómo por medio de la repetición, ya sga léxi­ que hay cuestión sobre saber
ca, ya sintáctica (paralelismos y simetrías) o prosódica si lo que se ve y se goza
(unidades rítmicas, homofonías) resalta las relaciones se­ es mentira o es verdad!
mánticas que ella pone en correlación. ¿Tan semejante es la copia

193
al original, que hay duda 70 antes que de mi corona.
en saber si es ella propia? Huyamos de la ocasión,
Pues si es así, y ha de verse que es muy fuerte. (...)
30 desvanecida entre sombras
la grandeza y el poder, Calderón de la Barca. La vida es sueño,
la majestad y la pompa, Tercera Jornada, escena X, W. 2922-2993.
sepamos aprovechar (Ed. Cátedra, 1992.)
este rato que nos toca,
35 pues sólo se goza en ella
lo que entre sueños se goza. ( omentario
Rosaura está en mi poder;
su hermosura el alma adora;
gocemos, pues, la ocasión;
I. Relación entre la situación del fragmento
40 el amor las leyes rompa
y la acción de la comedia
del valor y la confianza
con que a mis plantas se postra.
Esto es sueño; y pues lo es, Este texto pertenece al final de la escena X de la Jorna­
soñemos dichas ahora, da Tercera de La vida es sueño. Después que el pueblo de
45 que después serán pesares. Polonia se hubiera rebelado contra la decisión del rey Ba­
Mas ¡con mis razones propias silio de designar herederos del trono a sus sobrinos Astol-
vuelvo a convencerme a mí! lo y Estrella, y hubiera proclamado rey a su hijo Segis­
Si es sueño, si es vanagloria, mundo, que seguía encerrado en la torre, éste, aunque
¿quién por vanagloria humana dudaba que estos acontecimientos fueran también un sue­
50 pierde una divina gloria? ño, aceptó ponerse al frente del levantamiento popular.
¿Qué pasado bien no es sueño? Por otra parte, Rosaura, vestida de soldado, corre a su en­
¿Quién tuvo dichas heroicas cuentro y le pide ayuda para vengarse de Astolfo, que la
que entre sí no diga, cuando había traicionado gravemente. Ella le recuerda a Segis­
las revuelve en su memoria: mundo sus anteriores encuentros con él: el primero en
55 sin duda que fue soñado la prisión (donde fue tu vida de mis desdichas lisonja,
cuanto vi? Pues si esto toca
vv. 2718-2719), el segundo en el palacio (cuando fue la
mi desengaño; si sé
pompa de tu majestad un sueño, w. 2721-2722). Después
que es el gusto llama hermosa
de contarle sus desgracias, se muestra dispuesta a luchar a
que la convierte en cenizas
su lado para obtener venganza para ella y el trono para él.
60 cualquiera viento que sopla;
acudamos a lo eterno,
Este soliloquio de setenta y seis versos interrumpe el
que es la fama vividora diálogo con que Rosaura abre la escena, y es uno de los
donde ni duermen las dichas cuatro monólogos célebres de Segismundo. La función
ni las grandezas reposan. principal del monólogo es que el público se dé cuenta de la
65 Rosaura está sin honor; situación particular en que se encuentra el héroe, que ma­
más a un príncipe le toca nifiesta sus pensamientos más secretos. La confesión vio­
el dar honor que quitarle; lenta de Rosaura hace renacer en Segismundo la duda so­
¡vive Dios! que de su honra bre si fue verdadera su experiencia de príncipe en el
he de ser conquistador, palacio real (versos 9-17). Pero la duda sobre la existencia

194 195
de un hecho particular es un pretexto en la comedia para ' H i gen del mal. Su sufrimiento es consecuencia de la falta,
el planteamiento de la existencia verdadera de las cosas. del error de su padre, el rey Basilio, en la que se descubre
¿Tiene una existencia segura todo lo que nos rodea? (ver­ una influencia del mito de la caída del hombre. Él se vio
sos 17-28). La duda, la inseguridad atormentan al héroe. obligado a hacerse cargo de toda la culpabilidad imputa­
Si las cosas no son más que sombras, un sueño, Segis­ ble no a su persona sino al destino. La esclavitud, las mi­
mundo no duda en experimentar todos los goces que la serias y las penas a las que fue reducido, la duda sin fin
breve existencia le pueda ofrecer (versos 28-45), como el ■ pie le atormentaba y los deseos que le devoraban, no po­
de aprovecharse de la hermosura y del amor de Rosaura, dían ser compensados por ningún bien ni siquiera por la
allí presente. Segismundo vive el drama de su situación. esperanza. La consideración de estos motivos se refleja en
En perpetua lucha consigo mismo, advierte que la dicha el pensamiento del autor acerca de la vida: el delito mayor
sólo pertenece al mundo del sueño (solo se goza... lo que del hombre es haber nacido (w. 110-111). Esta idea de que
entre sueños se goza, 35-36). Pero si la dicha no es más que más valdría no existir que existir traspasa toda la obra. Pe­
un sueño, es decir engañosa como su experiencia pasada ro el deudor de tantos males es el progenitor. Por eso, Se­
en palacio, no es dicha completa, es a medias. Todo goce gismundo puede protestar: Si no me lo hubieras dado (el
trae consigo un sufrimiento; las dichas de ahora después ser), no me quejara de ti, w. 1492-1493; pues eres tú mi deu­
serán pesares (45). Por esta argumentación Segismundo se dor, v. 1519. Segismundo, si antes suscitaba nuestra com­
convence a sí mismo de que los bienes sensibles son inse­ pasión, ahora suscita nuestra admiración, pues logra po­
guros (¿Qué pasado bien no es sueño?, 51), caducos, pues ner fin a sus largos sufrimientos, a los temores y deseos,
cualquier circunstancia insignificante los convierte en ce­ entregándose al convencimiento puro y libre de la reali­
nizas, y pueden comprometer la dicha absoluta, la eterna. dad. Ya no contempla las cosas en sus relaciones con la
Apercibimos una situación de escena de mucha importan­ voluntad, sino de una manera libre del tiempo y de los de­
cia en el resto de la acción. Por este razonamiento el com­ seos. Por una eficaz argumentación adquirida de la expe­
portamiento de Segismundo se transforma, y desde ahora riencia se convence acerca del desengaño de la vida, y al
permitirá que su estado y su destino varíen radicalmente. mismo tiempo logra llegar al conocimiento de las Ideas,
Pero esta actitud mental a la que ha llegado nace de la si­ lal como las entendía Platón. Este modo de conocimiento
tuación creada por Rosaura al comienzo de la escena. (Es de la realidad le librará del temor, de las desgracias y de la
necesario recordar que la acción total de una obra teatral duda, y le aportará el medio de alcanzar la tranquilidad y
surge de las distintas situaciones de las escenas.) El eficaz la dicha. La situación se carga de significación y eficacia
autoconvencimiento del desgraciado príncipe explica la dramáticas, pues favorece el encadenamiento de las situa­
prudencia en todas sus acciones futuras, y le conduce a ciones anteriores y el desencadenamiento del final de la
la moral estoica, que desprecia tanto los bienes como los acción. Veremos más adelante que a la eficacia dramática
males, a la moral cristiana, que considera la vida como se le une la eficacia expresiva, especialmente por el em­
una expiación que nos devolverá a la vida y bienes verda­ pleo de correspondencias que dan energía y coherencia al
deros (versos 46-64), e incluso le conduce a la buena razón razonamiento.
de Estado, que, siguiendo a los escritores políticos de su
tiempo, ha de vencer la ocasión (w. 65-72). Por eso dice
Huyamos de la ocasión (71). 2. La función del monólogo
Calderón es un melancólico que nos invita ^conside­ y su organización razonadora
rar la vida como un mal. El verdadero origen del dolor hu­
mano está en una falta grave original. Segismundo es un El monólogo aparece en un momento esencial de la
personaje simbólico, con el que el autor quiere explicar el acción. La intervención de Rosaura produce perplejidad

196 197
en el héroe, como revelan el apostrofe, las numerosas ex­ marcadas por deícticos, concretamente determinantes de­
clamaciones e interrogaciones, que analizaremos más mostrativos aquella grandeza (9), esta mujer (11) y por la
adelante. Hallándose confundido, Segismundo se vuelve personalización me vi (10), me refiere (11). El verso 13 con­
sobre sus propios pensamientos, y se los da a conocer al tiene la conclusión silogística, cuya enunciación afirmativa
público. Se queda solo ante el drama de las situaciones pa­ contrasta fuertemente con la vehemencia de los sentimien­
sadas: ¿fue verdad o sueño?, y ante el dilema de la situa­ tos de los siete primeros versos. El desarrollo central del
ción presente: ¿la pasión o la razón? Y resuelve solo su monólogo (17-64), de tono reflexivo y ejemplificante, tiene
destino, como en las tragedias clásicas (61-72). Esta es la como pretexto la experiencia personal del héroe (13-16). La
función esencial del monólogo, la de darnos a conocer los argumentación, pues, va de lo particular a lo general: la in­
pensamientos y la lucha interna del héroe, que difícilmen­ seguridad de los bienes sensibles, y es repetitiva, pues in­
te se podrían comunicar mediante el diálogo. Es cierto siste en la misma idea, aun cuando los medios empleados
que el carácter razonador y moral resta naturalidad a los son diferentes (la interrogación retórica en alternancia con
sentimientos. Pero cuando el teatro es considerado como la exclamación, versos 17-28). También emplea la técnica
al servicio del pensamiento y de la moral, que es el caso de escolástica del antecedente y del consecuente, dando lugar
La vida es sueño y de otras obras de Calderón, siempre re­ a construcciones rigurosas en las que queda patente la re­
sulta artificiosa la adecuación de las formas del lenguaje lación de causa a consecuencia o de causa a efecto. Formu­
dramático al contenido. Los mismos recursos que suelen lada la hipótesis (Si es así..., 29-32; Si es sueño, si es vana­
emplearse en el monólogo (el apostrofe, la interrogación gloria, 48; Si esto toca... si sé que es el gusto, 56-60), o
retórica, la sujeción, la exclamación, la imprecación) le expuesto el hecho (Rosaura está en mi poder; su hermosura
dan un marcado carácter artificial. Pero a pesar de eso, es el alma adora, 37-38; Esto es sueño, 43), síguese la conse­
la mejor forma de alcanzar la más alta expresión psicoló­ cuencia (sepamos aprovechar este rato que nos toca, 34; go­
gica en situaciones dramáticas. cemos, pues, la ocasión, 39; soñemos dichas ahora, 44; acu­
La disposición de las partes es la usual en un monólo­ damos a lo eterno, 61), gracias al empleo de morfemas
go razonador: exordio (1-17), desarrollo argumentador o ilativos, que dan rigor a la argumentación y aseguran un
probado (17-64) y conclusión (65-72). encadenamiento de las premisas y el consiguiente (pues,
El exordio se encadena al discurso de Rosaura y remite 29, 39, 56), y de conjunciones causales (pues, 35-43). Ob­
brevemente al contexto dramático. Los ocho primeros ver­ sérvese la polisemia de la conjunción pues. Otro procedi­
sos expresan perplejidad y extrañeza. El apostrofe (1-4) y la miento utilizado en la progresión amplificadora es la inte­
entonación exclamativa (5-7) identifican la situación en rrogación retórica, que es un medio fácil para expresar la
que se encuentra el personaje. En el verso 8 vuelve a cues­ vehemencia de los sentimientos o para volver más dramá-
tionar su drama vivido. Con estos recursos intensificadores I ica la situación (versos 49-56).
(acompañados de gestos en la representación) se pretende Los versos 37-42 constituyen en el razonamiento una
que el público se interese por la nueva situación creada. En I ransición narrativa. Vuelve al recuerdo de los hechos en
los versos (8-17) Segismundo expone un razonamiento que dos oraciones simples yuxtapuestas seguidas de una doble
permite establecer la verdad de su experiencia vivida en pa­ articulación consecutiva en subjuntivo exhortativo. La
lacio mediante dos silogismos encadenados. El primero transición del tema filosófico-moralista al narrativo es su­
consta de premisa mayor (Si soñé aquella grandeza en que til; rompe la monotonía del monólogo, y da eficacia dra­
me vi), de premisa menor (¿cómo ahora esta myjer me refie­ mática al cuadro. El nombre de Rosaura y todo lo que se
re unas señas tan notorias?) y de conclusión (luego fue ver­ dice de ella asegura la cohesión referencial. Pero resulta
dad, no sueño). Además, contienen referencias al contexto, artificioso el paso de lo narrativo a la reanudación de las
lo que da cohesión al monólogo. Estas referencias están consideraciones morales, que ocupan los versos 43-47

199
(Esto es sueño; y pues lo es...). Una progresión rigurosa 1. Comentario semántico
de las razones tomadas de la doctrina estoica como freno de
las pasiones perdería interés dramático. Para obtenerlo, el
autor se vale de la intensa personalización del verso 47 U. Nivel léxico-semántico
vuelvo a convencerme a mL y de la acumulación, en suce­
sión asindética, de interrogativas retóricas (49-56), en Este texto, aunque fue escrito en 1635, no presenta di-
conjuntos variables en cuanto al número de versos. La l'trencias importantes que puedan afectar a la correcta
argumentación aplicada al tema del desengaño vuelve a i omprensión del mismo. Presentado en ortografía moder­
estar organizada siguiendo la relación de hipótesis y con­ nizada, apenas difiere del español contemporáneo. La
siguiente, de premisa condicional y conclusión, en un es­ unica diferencia que podría señalarse es la forma plena de
quema que se parece al del silogismo (48-50; 56-64). Pero i ualquiera seguido de nombre (cualquiera viento, 60) en
las interrogativas comprendidas entre los versos 51-56 vez de la forma contracta cualquier. Ambas formas eran
rompen el esquema y se insertan como reflexiones de al­ « orrectas en los siglos xvn y xvm, y sus usos no estaban re­
cance universal, que recuerdan las reflexiones manrique- culados, a juzgar por la variedad con que los autores de
ñas ante el paso del tiempo y de los bienes temporales, al nquella época las han usado. Con todo, parece más común
tiempo que comprueban la especial importancia de la fi­ i ni re ellos la forma contracta cuando le sigue inmediata­
losofía estoica en el teatro calderoniano. Tan acentuado es mente el nombre.
el carácter convencional y retórico de estos versos que El vocabulario, aunque hacia el final del desarrollo se
pueden separarse del contexto adquiriendo, de alguna lince moderadamente imaginativo, es homogéneo. Sus ca-
manera, un contenido moral independiente. i ncterísticas más relevantes son el tono discursivo, los ele­
El verso 65 es una variante del 37, y además de reforzar mentos de coherencia y el alto grado de intensificación.
la cohesión referencial, señala el comienzo del final del Además del apostrofe Cielos, que abre el discurso, y
monólogo, enunciando una nueva transición narrativa. La <pie señala el deseo del personaje de poner a la divinidad
conclusión consiste en el triunfo de la razón tras una paté­ como testigo de lo que va a decir, las referencias persona­
tica lucha interior. El héroe reparará el honor de Rosaura, les son discretas y están designadas por los pronombres
y establecerá el orden en Polonia (66-70). La conclusión personales {me, 2, 5, 10, lì) le, 16; nos, 34; con vencerme a
termina con una exhortación (71-72). El verso Huyamos de mí, 47) por los determinantes posesivos {mi vida, 16; mi
la ocasión (71) es una oposición semántica a gocemos, poder, 37; su hermosura, 38; mis plantas, 42; mis razones,
pues, la ocasión (39), pero los dos presentan la misma es­ •16; mi desengaño, 57; su honra, 68; mi corona, 70), por un
tructura, la misma modalidad oracional, la misma forma nombre de rasgo humano precedido de un demostrativo
verbal, y repiten la palabra ocasión en función de comple­ (esta mujer, 11), por el nombre propio {Rosaura, 37, 65),
mento del verbo. La oposición radica en los lexemas ver­ por la indicación de un título {a un príncipe, 66).
bales (gocemos/Huyamos) y en la ausencia en la última del A las marcas de primera persona se añaden las de pri­
morfema ilativo pues. mera persona de plural, en tanto que variante de modestia
El retoricismo del monólogo es evidente. La totalidad del yo {sepamos, 33; gocemos, 39; soñemos, 44; acudamos,
del soliloquio podría tomarse como un sutil juego inter­ 61; Huyamos, 71). Igualmente habría que añadir el em­
pretativo de la aserción central: Luego fue verdad, no sueño pleo de Quién supiera (5) que, aunque designa a cualquier
(13) y como una amplificación de la pregunta ¿ Qué pasa­ I lersona, remite también al emisor.
do bien no es sueño? (51), de la que se deducen rigurosa­ El nombre de Dios aparece en dos lexías exclamativas.
mente dos proposiciones exhortativas: acudamos a lo eter­ I.a primera {Válgame Dios, 5) cumple una función inter­
no (61), Huyamos de la ocasión (71). activa, muy frecuente en la lengua espontánea. En la se-

200 201
gunda el nombre de Dios es solicitado como testigo de un dos tantas (4), cualquiera (60), el pronombre neutro esto
juramento (¡vive Dios!, 68). (56), el pronombre interrogativo quién, que aparece reite­
Además de estas designaciones personales, las si­ rado (5, 8, 49, 52), el pronombre relativo cuanto (56), el
guientes formas verbales señalan también situaciones grupo nominal Qué pasado bien (51), las construcciones
enunciativas particulares (sueño, 1; soñé, 9; vi, 10, 55; re­ impersonales Tan poco hay de unas a otras, que hay cues­
fiere, 11; nombra, 16; está, 37, 65; se postra, 42; vuelvo a tión sobre saber si lo que se ve y se goza (22-24), hay duda
convencerme, 47; sé, 57; he de ser, 69). (27), se goza (35-36).
Fuera de estos elementos que señalan una situación La casi totalidad de las otras palabras nocionales perte­
particular o dan lugar al recuerdo de los hechos, la propen­ necen a cinco registros: el sueño, el destino, el desengaño, lo
sión a la reflexión intelectual y moral confiere al texto un eterno y el honor. Los temas del destino y del desengaño es-
claro predominio de sustantivos abstractos y de sustantiva- tán con el del sueño en relación de causa a consecuencia. El
ciones especialmente en el desarrollo del razonamiento: lema del deshonor se corresponde con la acción secundaria.
verdad, memoria, grandeza, confusión, las verdaderas, las Ll tema del sueño se afirma a través de todo el monólogo.
fingidas, sueño, vida, mentira, poder, majestad, pompa, sue­ Tanto el sustantivo sueño, que aparece nueve veces, como el
ños, poder, hermosura, alma, ocasión, amor, valor, confian­ verbo soñar, que se presenta en distintas formas verbales
za, dichas, pesares, vanagloria, gloria, bien, desengaño, el (sueño, 1 -,soñé, 9; soñemos, 44; soñado, 55) son palabras cla­
gusto, lo eterno, fama, honor, honra, etc. Es normal que los ve del texto. El destino aparece tanto en su grandeza: como
nombres abstractos se presenten con el artículo definido (Ujuella grandeza en que me vi (9-10), glorias (18), la grandeza
(la memoria, 2; los sueños, 18; las glorias, 18; la grandeza y el y el poder (31), la majestady la pompa (32), hermosura (38),
poder, 31; la majestad y la pompa, 32; el alma, 38; la ocasión, adora (38), dichas (45); como en su declinación: penas dudo­
39;elamor, 40; del valor y la confianza, 41; el gusto, 58; la fa­ sas (8), confusión (15), desvaneciera entre sombras (30), pe­
ma, 62), pero pueden ir precedidos de otros determinantes sares (45). En algunas expresiones se superponen los temas
(aquella grandeza, 9; otra ocasión, 14-15). Los determinan­ del sueño y del destino marcando oposiciones por acerca­
tes posesivos, como ya se dijo, aseguran la referencia a las miento de los vocablos que comportan semas contradicto­
personas (mi vida, 16; su hermosura, 38; su memoria, 54; rios, que son variaciones múltiples de las antítesis centrales
mi desengaño, 57; su honra, 68). La falta de determinante verdad/sueño (13), mentira/verdad (25): las verdaderas son te­
en la presentación de los nombres abstractos puede susti­ nidas por mentirosas, y las fingidas por ciertas (19-21), soñe­
tuirse con modificadores que restrinjan su extensión, como mos dichas ahora, que después serán pesares (44-45). El tema
se puede ver en penas dudosas (8), vanagloria humana (49), del desengaño, aunque se afirma también en todo el monó­
dichas heroicas (52), Qué pasado bien (51). Los dos casos de logo, prevalece entre los versos 46-60: Si es un sueño, si es
empleo del artículo indefinido con abstractos presentan va­ vanagloria (48), vanagloria humana (49), ¿Quépasado bien
lores diferentes: particularizante en un sueño (4), y no in­ no es sueño (49), fue soñado cuanto vi (55-56), desengaño
dividualizante en una divina gloria (50), que, en este caso, (57), cenizas (59). Veamos que en algunas de estas expresio­
opera como enfático. Pero también hay ejemplos de nom­ nes se sobreponen los temas del sueño y del desengaño. El
bres abstractos que aparecen completamente indetermina­ tema de lo eterno ocupa los versos 61-64. El poeta opone lo
dos (sueño, 17, 43, 48, 51; sueños, 36; dichas, 44; pesares, efímero (cenizas, 59) a lo eterno (61), la fama vividora (62),
45; vanagloria, 48; honor, 65, 67), lo que, en la mayoría de donde las dichas (63) y las grandezas (64) triunfan de la
las veces, les da significación enfática. • muerte. El vocabulario del honor y del deshonor aparece en
Confirman esta tendencia a la abstracción el lexema los versos 40-43 (las leyes... del valor y la confianza) y en la
generalizante cosas (4), los pronombres indefinidos todas última secuencia sin honor (65), dar honor (67), honra (68),
(6), ninguna (7), unas a otras (22), los adjetivos indefini­ conquistador (69).

202 203
El tono discursivo es una característica evidente d J Un mólogo, se vuelve a crear un efecto impresionante al
texto. La fuerza argumentadora se muestra en los razona fWin iimar a Dios como testigo de una acción extraordi-
mientos que se suceden guardando entre sí una relación t)|#lllu (¡Vive Dios!, 68).
de coherencia lógica y formando encadenamientos rigu» 1(1 alto grado intensivo está expresado por determinan-
rosamente deductivos, como quedó explicado. También so M| llr extensión indefinida en cuanto al número o en cuan­
muestra en los morfemas de enlace y en las conjuncionc» to H lu identidad (tantas cosas, 4; cualquiera viento, 60), por
consecutivas (Luego, 13; Pues, 17, 29, 39, 56). Algunos di lo* | 'i' mombres cuantitativos indefinidos todas (6), ningu­
los razonamientos presentan un método próximo al silo na (7), unas a otras (22), todos ellos en deixis anafórica; por
gismo, tanto en el contenido como en la forma: t4 | ii i mombre relativo neutro cuanto (56); por adverbios de
a) Probatio per signa: Verosimilitud de los hechos acae­ (lili ii'.idad (tan notorias, 12; tan parecidas, 16; Tan poco, 22]
cidos en el palacio (= tesis que hay que demostrar): 1 llin semejante, 26; muy fuerte, 72); por el adverbio de modo
»»)/(»(35) o la locución adverbial sin duda (55); incluso por
Si soñé aquella grandeza «o*' interrogativo (51). La reiteración del morfema intensi-
en que me vi, ¿cómo ahora I fli ndor tan seguido de adjetivo no sólo pone de relieve la
esta mujer me refiere »mlnictura del monólogo, sino que también debe entender-
unas señas tan notorias? ■»•• como una amplificación intensiva de la misma idea; la
Conclusio: luego fue verdad, no sueño (9-13) falsedad de los bienes mundanales.
La expresión modalizada por las exclamativas cargan
b) Probatio per argumenta: Los bienes verdaderos son i le eficacia dramática las diferentes secuencias discursi-
los eternos (= tesis que hay que demostrar): vus: el deseo de librarse de una existencia insegura (¡Val­
en me Dios, quién supiera, o saber salir de todas, o no pensar
¿Qué pasado bien no es sueño?
en ninguna!, 5-7), el problema del conocimiento (/... si lo
que se ve o se goza es mentira o es verdad!, 24-25), el con­
.... Pues si esto toca
mi desengaño; si sé vencimiento del desengaño de la vida (¡con mis razones
que es el gusto llama hermosa propias vuelvo a convencerme a mí!, 46-47).
que la convierte en cenizas Otro medio de modalización relevante es la interroga­
cualquiera viento que sopla; ción retórica que abarca casi un tercio de los versos, y, que
Conclusio: acudamos a lo eterno, reviste de subjetividad y emotividad la expresión total del
que es la fama vividora pensamiento. La acumulación de interrogaciones no es
donde ni duermen las dichas simplemente un recurso oratorio que amontona preguntas
ni las grandezas reposan (51-64) con palabras que representan la misma idea. Como es evi­
dente, los versos 17-28 presentan una construcción interro­
gativa diferente a la de los versos 49-56. En la primera acu­
3.2. La significación intensiva mulación, la tonalidad exclamativa de los versos 22-25 (que
es otro medio de intensificación de la tensión) hace que va
La invocación al cielo (Cielos, 1), con que se inicia el ríe la monotonía del rimo interrogativo, si bien la coir t 1 1 u
monólogo, al igual que la frase interjectiva ¡Válgame Dios ción gramatical presenta el mismo desarrollo binario leí
(5), más que una invocación afectiva a lo drvino, evocan nario: Tan parecidas * a los sueños * son las glorias / tan po< <>
una situación en la que predominan hechos asombrosos. hay de unas a otras * /Tan semejante * es la copia* a! original*
La interrogación que sigue (8) contribuye a dar un tono Pero estos elementos enumerativos, de estruclui a api i al
extraordinario a la evocación. De modo análogo, al final mativa, presentan una estilización, es deci r, 1 1 1 1 a v a 1 1 e 1 1 ai I

204 205
en el orden y en la forma de los elementos, además de una |ili mis, También el autor emplea algunas repeticiones al co-
sutil progresión del razonamiento. Semejante complejidad ttili'iizo de verso (anáfora) o (6, 7), Tan (22, 26), quién (49,
se advierte en la segunda acumulación de interrogaciones “i)) Tantas repeticiones, además de insistir en el concepto
retóricas (49-56), como veremos en otro epígrafe. IIiimi >t io de la realidad y en la brevedad de los bienes, mar-
La repetición excesiva de la palabra sueño, expresa el i un < istensiblemente la exaltación de tales conceptos y pro­
lado más dramático de la existencia. Por otra parte, los vo­ longan el efecto de la emoción poética.
cablos de sema negativo (confusión, 15; mentirosas, 20; I .a amplificación por reiteración de la misma idea bajo
finjidas, 21; mentira, 25; duda, 27; desvanecida entre som­ til Ir rentes aspectos es la técnica organizadora de este mo­
bras, 30; pesares, 45; vanagloria, 48; desengaño, 57; cenizas, ni 4i >go, como ya quedó dicho. En este sentido, la totalidad
59) significan la conjunción transitoria entre la verdad y el il< I discurso puede entenderse como una amplificación de
engaño. Por medio de las formas verbales sepamos (33), ln aserción central el engaño y la brevedad de las cosas terre­
gocemos (39), soñemos (44), acudamos (61), relacionadas na'., seguida de conclusión deprecatoria: acudamos a lo
lógicamente con el discurso interrogativo precedente, pre­ $ilrrno. Pero hay que tener en cuenta, dada la diferencia an­
valece la vehemencia en la evaluación final de la situación tagónica entre lo temporal y lo eterno, que el discurso ad-
dramática. Esta serie de verbos, en subjuntivo y en prime­ i|iiiere un desarrollo antitético sobre la vanagloria humana
ra persona de plural, tiñen de fuerte modalización al razo­ i ln divina gloria. Los recursos antitéticos son continuos,
namiento, y denotan la intención axiológica del autor de i libren todo el monólogo desplegando complicadas corre-
influir en la voluntad del público. lar iones reiterativas e imágenes usuales de la estética ba-
11 oca. Si ordenamos las correlaciones por sus contenidos
i onceptuales (no exactamente verbales) tenemos los si­
3.3. Las desviaciones semánticas y otras figuras guientes esquemas básicos: Vida terrena: Verdad (A) - Menti-
Ki (B) - Vida divina (C).
A la eficacia dramática se le une la eficacia expresiva,
B
ante todo por el empleo de las diferentes recurrencias, co­
Mnas-------------- dudosas (8)
rrespondencias y de otros procedimientos figurados de es­ lli|iiclla grandeza- soñé (9)
pecial interés, como las antítesis y las imágenes. lUC verdad----------- no sueño (13)
Un dispositivo de repeticiones refuerza la significación l a s glorias--------- los sueños (18)
verdaderas (19) — mentirosas (20)
de los centros semánticos señalados en el apartado 3. Y así
e» verdad------------ es mentira (25)
ocurre con quién (5, 8), con el sustantivo sueño y con el em­ original (27)--------- copia (26)
pleo de las distintas formas verbales de soñar, a veces colo­ la grandeza y el poder (31) —— desvanecida entre
cados tan próximamente el nombre, el pronombre y el ver­ la majestad y la pompa (32) ^ sombras (30)
bo que llegan a formar una repetición poliptótica (Esto es •e goza (35)-------------------------- entre sueños (36)
dichas-------------------------------- soñemos (44)
sueño; y pues lo es, soñemos, 43-44), seguida de una figura
vanagloria----------------------------sueño (48)
etimológica soñemos dichas (44); con verdad (1, 13, 14, 25) vanagloria humana divina gloria (50)
para el tema base de la duda existencial; con glorias (18, pasado bien sueño (51)
50), con goza (25, 35, 36), gocemos (39), con dichas (39, 52, manto vi (56) -------------------- fue soñado (55)
gusto (llama hermosa) (58) cenizas (59)—— eterno (61)
63) y con vanagloria (48, 49) para el tema del desengaño; y,
fama vividora (62)
por último, con honor (65, 67), que presentc^una variación malquiera viento que convierte en ni duermen las
sinonímica honra (68), para el tema del honor. Obsérvese Nopla (60) cenizas (59) dichas (63)
que la posición de las dos últimas reiteraciones del verbo " ni las grandezas
pronominal se goza equivale, en la práctica, a una epanadi- reposan (64)

206 207
I Como se ve, los versos presentan una estructura corre­
lativa antitética. Los términos de cada columna hallan su
correlato contrapuesto en los elementos correspondientes
fti Comentario morfosintáctico

de las otras columnas. Y así los términos del conjunto B son 4 I I .as formas verbales
correlatos de los de A, y los que integran la pluralidad básica
C lo son de los elementos correspondientes de los conjuntos I os hechos de la parte narrativa inicial (versos 1-16)
A y B. A veces la reiteración de la misma idea consiste en 9 iilitii referidos en el presente actual (sueño, 1; refiere, 11;
una afirmación seguida de la negación de su contrario (fue Wt »abra, 16) y en pretérito perfecto simple (vio, 8; soñó, 9;
verdad, no sueño, 13). Este sistema de reiteraciones y de I I 10; fue, 13, 14), lo que pone en perspectiva la situación
oposiciones semánticas, que dan cohesión y fuerza a la ar­ plrscnte y la anterior vivida por Segismundo. Pero, como
gumentación, generan frecuentes paralelismos y simetrías, Mi dijo, el exordio presenta diversas modalidades ora-
como se verá más adelante en el análisis sintáctico. A la or­ 1 tonales. Los cuatro primeros versos, por constituir un
ganización repetitiva pertenecen también las acumulacio­ Hpnstrofe, tienen carácter exhortativo, por eso aparece
nes coordinantes, que aparecen con frecuencia en el teatro 1 mpicado el imperativo en la proposición principal de la
de Calderón con un recurso de ordenación de las ideas, tam­ Hliódosis (suspendedme, 2). La incertidumbre de los he-
bién de significación correlativa: la grandeza y el poder, la t líos hace que Segismundo exprese juicios de significa-
majestad y la pompa (31-32), Si es sueño, si es vanagloria 1 i o n improbable que presentan otras marcas modalizado-
(48), ni duermen las dichas ni las grandezas reposan (63-64). 1 te., como el subjuntivo quepan (3). Con el imperfecto de
Hay que reseñar otros recursos formales, como el mbjuntivo supiera (5) se expresa un deseo, sentido como
quiasmo y el zeugma, que contribuyen a la eficacia con­ n 1 ralizable, referido en futuro, cuyo valor queda realzado
ceptista. Obsérvese en los siguientes versos un quiasmo III ir el aspecto imperfectivo de los infinitivos que le siguen
semántico y un zeugma simple: que las verdaderas son te­ I .aher salir, pensar). La exclamación contribuye a modali-
nidas por mentirosas, y las fingidas por ciertas (20-21). Se -.11 aún más la oración desiderativa (5-7).
reconocen otros ejemplos de zeugmas simples; entre los La argumentación de que la felicidad terrena se mues-
más importantes: Luego fue verdad, no sueño (13), que de 11.1 como ilusoria se ve interrumpida por la transición na-
su honra he de ser conquistador, antes que de mi corona II .itiva de los versos 37-42, que devuelve la acción al re-
(28-30). No menos evidente es el quiasmo de los versos 63- 1 ucrdo de Rosaura. Para la narración propiamente dicha
64: ni duermen las dichas ni las grandezas reposan. nc hace empleo del presente actual (está, 37; adora, 38;
En cuanto a las figuras de analogía, el texto contiene me­ postra, 42) y del presente del subjuntivo en la oración ex­
táforas muy usadas en el Barroco para suscitar la reflexión hortativa gocemos, pues, la ocasión (39) y en la optativa
sobre el tema del desengaño (desvanecida entre sombras, 30), rompa (40). La conclusión consiste en una reiteración de
especialmente las que aparecen reconcentradas en los versos la situación en que se encontraba Rosaura (está, 65) y en
58-60: es el gusto llama hermosa que la convierte en cenizas una promesa de reparación de su honor, que se expresa
cualquiera viento que sopla. Lo mismo hay que decir de la i n presente intemporal (toca, 66) seguido de infinitivos
comparación ¿tan parecidas a los sueños son las glorias, 17- sustantivados que indican acción proyectada hacia el fu­
18. En la metáfora que es la fama vividora (62) se reconoce la ll 110 (dar, quitarle, 67) y en presente perifrástico (he de ser,
influencia manriqueña de los versos pues otra vida más larga 69) que indica la obligación de ejecutar la acción de con­
/ de fama tan gloriosa. Por otra parte, una serie de personifi­ quistador. El subjuntivo-exhortativo Huyamos de la oca­
caciones, para representar de modo concreto y*con más vive­ sión (71), en paralelismo antitético con el verso 39, anun­
za la otra vida, se concentran en los versos 62-64: la fama vi­ cia el deseo de sumisión a la razón.
vidora donde ni duermen las riquezas ni las grandezas reposan. El presente intemporal es la forma verbal de más uso

208 209
para la expresión del pensamiento central de que los bie­ sa, hipótesis, consecuencia) resultan estructuras distintas.
nes, objetos de nuestros deseos, son engañosos, no son Pero, en todo caso, se observa la estructura escolástica del
más que un sueño, de los que conviene apartarse (son, 18, antecedente y del consecuente, con nexos que aseguran un
19; hay, 23; ve, 24; goza, 24, 35, 36; es, 25, 26, 28, 51, 62; encadenamiento consecuencial, excepto en los ocho pri­
duermen, 63; reposan 64). En los juicios hipotéticos, el pe­ meros versos del exordio, en que la subjetividad del ha­
ríodo condicional va en presente de indicativo (condición blante contrasta con el rigor argumental en el desarrollo
real) y hace de premisa mayor (si es, ha de verse, 29; Si es, de la tesis fundamental del monólogo.
48; si esto toca, 56; si sé, 57), de la que se deduce necesaria­ El apostrofe del encabezamiento Cielos (1) da lugar a
mente la proposición concluyente, expresada en imperati­ un ruego encarecido (suspendedme la memoria, 2) que Se­
vo-exhortativo (sepamos, 33; acudamos, 61), o que genera gismundo desearía ver cumplido en el caso de ser cierta la
otro juicio de modalidad interrogativa, expresada en pre­ conjetura, la hipótesis del verso 1 si es verdad que sueño.
sente con valor de futuro (pierde, 50). Observamos que la La proposición causal de los versos 3-4 explica el motivo de
relación temporal que guardan los dos períodos de la ora­ la exhortación, y coincide con la condicional precedente en
ción causal de los versos 43-44 es semejante a la empleada su estructura atributiva, seguida de una proposición sus­
en las condicionales. La causa hipotética (Esto es sueño; y tantiva en función de sujeto (que quepan en un sueño tan­
pues lo es, 43) equivale a una condición que, de hecho, es la tas cosas). La frase ¡Válgame Dios (5), aunque tiene sentido
premisa mayor de la que se deduce la conclusión (soñe­ por sí misma, pues formula el deseo de que Dios ayude al
mos, 4). La última de las interrogaciones retóricas (versos hablante, debe considerarse como una interjección que sir­
52-56) presenta una organización argumentativa diferente ve de enlace con la optativa exclamativa que sigue (quién
de las dos anteriores, aunque es una amplificación de la supiera..., 5), que, como dijimos, da una fuerte modaliza-
que le precede (v. 51). La variación reside en la rigurosa co­ ción al enunciado. Como se sabe, las oraciones optativas se
hesión del conjunto y en las formas verbales (pretérito per­ caracterizan por llevar el verbo en subjuntivo. Supiera (5)
fecto simple, tuvo, fue, vi / presente de subjuntivo, diga / expresa un deseo irreal y lleva como complemento directo
presente de indicativo, resuelve). El tiempo de base es el dos proposiciones disyuntivas constituidas por infinitivo
pretérito perfecto simple tuvo, que enuncia la perfección precedidas de la conjunción o. La interrogativa retórica del
del acto en el pasado remoto, en oposición significativa verso 8 es otro recurso para suscitar la emoción, pues dada
con el presente resuelve, que aquí implica valor de futuro. la evidencia de sus términos, el interlocutor no espera res­
A su vez, el presente de subjuntivo diga indica acción futu­ puesta. Los versos 9-13 constituyen un silogismo hipotéti­
ra respecto a la proposición temporal. El carácter perfecto co: La premisa mayor es la condicional (si soñé aquella
y absoluto de las formas verbales del discurso directo (fue, grandeza, 9) seguida de una adjetiva especificativa (en que
vi) hacen resaltar el pasado frente al presente. me vi). La siguiente premisa es la apódosis expresada co­
mo un juicio interrogativo dubitativo. La ilativa luego (13)
asegura la deducción (13), constituida por dos oraciones
4.2. Sintaxis asindéticas de valor adversativo (fue verdad, no sueño). La
oración que sigue es una coordinada copulativa que repite
Dos son las dominantes formales que caracterizan la las estructuras de la oración anterior (condicional en tiem­
sintaxis de este monólogo: las numerosas estructuras pa- po pasado del indicativo + apódosis expresada en modali­
ralelísticas y, siguiendo la lógica aristotélica, la organiza­ dad interrogativa). Pero la prótasis queda aislada de la
ción de estructuras oracionales en torno al antecedente y principal por un inciso, integrada por una proposición ad­
al consecuente. Según la perspectiva desde la que se con­ jetiva explicativa (que es otra confusión y no menor, 14-15).
sidere la relación lógica que existe entre dos hechos (cau­ La conjunción Pues (17) hace de enlace extraoracional

210 211
asegurando así una transición mental en el razonamiento. el resultado de la acción supuesta. El verso 33 inicia la ora­
La modalidad interrogativa o exclamativa de las tres ora­ ción conclusiva o consecuente, que presenta, en torno al
ciones siguientes (17-28) indica una evidente relación entre complemento directo de aprovechar (33) una expresión re­
ellas. La estructura sintáctica compleja que presentan es lativa especificativa (que nos toca, 34) para precisar la con-
apropiada para expresar la reflexión vehemente sobre la lingencia de nuestra vida, y termina en una subordinación
inanidad de las cosas. Se reconoce el mismo esquema de causal impersonal (35), que refuerza la idea expresada en
subordinación consecutiva de intensificación marcada por el antecedente, la cual, a su vez, desarrolla como comple­
los intensificativos correlativos tan (17, 22, 26) que (19, 23, mento directo una proposición de relativo sustantivada
27). Sin embargo, la estructura del segundo elemento ora­ (36), que repite elementos de la causal (se goza) para ase­
cional es diferente en cada una de ellas. La primera presen­ gurar de un modo redundante la similitud entre la realidad
ta dos coordinadas copulativas desarrollando grupos simé­ y el sueño. Los nexos (algunos implícitos) indican una ló­
tricos (las verdaderas por mentirosas, / las finjidas por gica deductiva y redundante (en el caso de pues, 29, 35). El
ciertas), si bien la última coordinada lleva el verbo elíptico. esquema del antecedente-consecuente es observable en los
El de la segunda se despliega en una estructura oracional versos 37-39. El antecedente está constituido por dos ora­
compleja en torno al complemento del nombre, en cons­ ciones asindéticas, y la oración conclusiva (39) presenta el
trucción de infinitivo (sobre saber, 23), cuyo complemento nexo consecutivo pues separado por comas, a diferencia
directo está constituido por una pareja de interrogativas in­ del pues causal. Un procedimiento similar se desarrolla en
directas disyuntivas que presentan como sujeto dos propo­ los versos 43-44, aunque ofrecen una forma de silogismo en
siciones relativas sustantivadas unidas por conjunción co­ que la proposición principal Esto es sueño hace de premisa
pulativa (si lo que se ve y se goza es mentira o es verdad, mayor, y la causal y pues lo es (43) de premisa menor, con
24-25). El segundo período de la tercera consecutiva está relación a la conclusión implícita formulada en la proposi­
organizado sobre el esquema de la anterior, generándose ción soñemos dichas ahora (44), cuyo sintagma nominal da
entre ellas paralelismos (que hay duda en saber, 27-28) y si­ lugar a una expansión relativa explicativa en la que se in­
metrías sintácticas (si es ella propia, 28), pero no es tan troducen términos contrapuestos a los de la principal, en
complejo el complemento directo de la construcción de in­ un orden inverso (dichas ahora, 44 / después... pesares, 45).
finitivo. A continuación, el desarrollo sigue la teoría lógica La articulación antecedente-consecuente se reconoce
del antecedente y del consecuente para indicar la relación en los versos 48-50. La causa hipotética la introducen las
entre la causa y la consecuencia o la relación de un hecho dos condicionales yuxtapuestas simétricas, de significa­
supuesto y un efecto. El antecedente va incluido en los ver­ ción correlativa (Si es sueño, si es vanagloria), mientras
sos (29-32). La conjunción Pues (29) que va al comienzo de que la consecuencia está implícita en la interrogativa re­
la proposición asegura el encadenamiento con el discurso tórica, en la que los complementos del verbo presentan
anterior; en cambio, Si (29) anuncia la hipótesis, aunque una correlación antitética (por vanagloria humana / una
tiene también un matiz causal, de la que se va a deducir la divina gloria, 49-50) e incluso puede verse un quiasmo se­
consecuencia (33-34). La premisa hipotética está constitui­ mántico. La modalidad interrogativa de las dos oraciones
da por dos coordinadas copulativas, que deben interpretar­ siguientes (51-56) intensifican y modalizan la reflexión
se en relación consecutiva. La primera es atributiva; y la se­ ética-metafísica en relación con la subjetividad del enun-
gunda presenta el sujeto invertido, y amplificado mediante ciador. La última puede considerarse como una amplifi­
enumeraciones agrupadas en dos parejas simétricas de sus­ cación conceptual de la anterior. Ambas, al igual que la
tantivos (31-32) como un recurso intensificador de la argu­ primera, presentan una estructura correlativa antitética
mentación, y el verbo (ha de verse) va seguido del participio (pasado bien /sueño, 51; fue soñado /cuanto vi, 55-56). Sin
pasivo desvanecida (complemento predicativo) que expresa embargo, en su organización sintáctica son disimétricas,

212 213
aunque los pronombres interrogativos quién (49), qué una comparación de conceptos contrarios (más... toca el
(51), quién (52) contribuyen a la continuidad entre ellas. dar honor que quitarle). El hipérbaton persiste en todo el
La estructura sintáctica de la última es más compleja, desarrollo: además del cambio de lugar del sujeto (67), el
apropiada para expresar el movimiento de una reflexión morfema más está separado de las otras palabras de que
vehemente que va de la experiencia interior a la máxima consta el primer miembro comparativo. La frase interjec­
universal (fue soñado cuanto vi). La proposición principal tiva ¡vive Dios! (69) tiene como función poner a Dios co­
¿Quién tuvo dichas heroicas desarrolla una expansión re­ mo testigo de las promesas anunciadas. La proposición
lativa, insertándose entre el verbo de esta proposición (di­ principal que sigue se inicia con un que (69) expletivo, en
ga, 53) y su complemento una adverbial temporal (cuando la que también se observa un hipérbaton en la anteposi­
las resuelve en su memoria, 53-54), que puede asimilarse a ción del complemento del adjetivo verbal (de su honra,
una condicional. La secuencia en discurso directo (55-56) 68). El verso 70 constituye una circunstancial de tiempo
va acompañada del adverbio modalizador sin duda, y con algunos de sus constituyentes elípticos.
constituye una proposición sustantiva en función de com­ Los dos últimos versos llaman la atención por su con­
plemento directo de diga, la cual lleva como sujeto otra densación. Se reconoce la articulación causa-consecuen­
sustantiva relativa (cuanto vi, 56). cia o efecto (versos 71-72). Es de señalar que la exhorta­
En los versos 56-64 reaparece el esquema de los versos ción (Huyamos, pues, de la ocasión) no va introducida por
29-37: antecedente-consecuente, premisa mayor condi­ una conjunción conclusiva como la del verso 39 (gocemos,
cional de la que se deduce la proposición concluyente. El pues, de la ocasión). A pesar de ello, y de que sean semán­
mismo nexo ilativo Pues (56) articula el período condicio­ ticamente antitéticas, ambas estructuras son correlativas.
nal con lo precedente, constituyendo un encadenamiento
razonado. De la primera condicional simple (si esto toca
mi desengaño, 56) con sujeto anafórico (esto), se pasa a 5. La versificación
otra, yuxtapuesta, de estructura más compleja, que toma
un valor explicativo de desengaño (57). La proposición El texto es un romance de versos octosílabos con rima
sustantiva de complemento directo (que es el gusto llama asonante (o-a) en los versos pares, mientras que los impa­
hermosa, 58) se alarga en una expansión relativa, cuyo nú­ res quedan libres. A pesar de la introducción de los metros
cleo nominal en función de sujeto, pospuesto al verbo, se italianos en el siglo xvi, el octosílabo siguió predominan­
dilata a su vez en otra relativa (que sopla, 60). La proposi­ do, durante mucho tiempo, en la poesía dramática clásica;
ción principal (acudamos a lo externo, 61) implica una y así, es el más usado en La vida es sueño, y se le encuen­
consecuencia de lo anterior, a la que sigue una expansión tra con bastante frecuencia formando romances. Pero el
adjetiva explicativa, que se prolonga en dos circunstancia­ de este monólogo constituye un romance autónomo, y
les copulativas, introducidas por el adverbio relativo don­ el único de la obra que presenta la asonancia o-a. No apa­
de (63), con ordenación cruzada de los elementos que rece ningún caso de asonancia aguda. Aunque las rimas
componen ambas subordinadas (ni duermen las dichas ni son variadas, se advierten bastantes entre palabras idénti­
las grandezas reposan, 63-64). cas o con variaciones morfológicas: memoria (2-54); ahora
La última parte del monólogo está constituida por una (10-54); otra, otras (14-22); se goza (24-36); propia, propias
transición narrativa (v. 65), enunciada sin ningún enlace (28-46); toca (34-55-65). También se encuentra algún caso
extraoracional que asegure explícitamente la cohesión re- de rima parónima (glorias, vanagloria, gloria, (18-48-50)).
ferencial con el desarrollo precedente, pero, en la medida En cuanto a la medida son versos regulares, y no pre­
en que la oración es una variante de la del verso 37, aqué­ sentan licencias (aféresis, síncopa, apócope) que pudieran
lla queda sobreentendida. Los versos 66-67 desarrollan ser objeto de particular observación. El acento rítmico ma­

214
yor recae en la penúltima sílaba de cada verso. Pero todos una musicalidad armoniosa, si bien la multiplicación de
los octosílabos de este texto, excepto el verso 70, presentan los acentos produce a veces un desequilibrio del ritmo, co­
otros acentos secundarios, y como la disposición de éstos mo sucede en el verso 8 ¿Quién vió pénas (se observa dié­
no es regular, hace que aparezca gran variedad de unida­ resis en vió) y en el verso 52 ¿Quién túvo. A pesar de las
des métricas. Las combinaciones de los acentos rítmicos numerosas conjunciones ilativas o locuciones lógicas (w.
más frecuentes son: 4 +3 (w. 3, 7, 11,21, 26, 29, 30, 32, 36, 13, 17, 29, 39, etc.) y del inciso entre dos versos (14-15), de
42, 57, 59, 63, 64, 67), pero esta combinación presenta va­ las frecuentes discordancias entre las estructuras métricas
riaciones en el primer grupo rítmico, formando grupos y sintácticas, la maestría y eficacia versificatoria en rela­
acentuales menores desiguales 1 + 3 (w. 5, 16) o iguales 2 ción con el conjunto del texto, no resultan perjudicadas.
+ 2 (w. 23, 44, 60); 3 + 4, que es una alternancia en la com­ No obstante, algunos encabalgamientos abruptos presen­
binación de las unidades rítmicas (w. 2, 9, 12, 15, 25, 31, tan fuertes rupturas del ritmo (w. 16-17, 26-27, 55-56). La
34, 38, 54, 56, 61, 62,69), en la que también se observan va­ anteposición del atributo al nombre (17-18, 30-31), la an­
riaciones en la disposición del segundo grupo dando lugar teposición del objeto al verbo (w. 38, 40) y la interposición
a dos unidades rítmicas iguales 2 + 2 (w. 4, 6,13, 14, 18,28, del verbo entre el nombre y su complemento (40-41) son
40, 45, 51, 53, 58). En los versos en los que predomina el medios de expresión propios de la poesía de todos los
grupo acentual 2 + 2, constituyendo la combinación, bien tiempos. La discordancia entre las estructuras métrica y
2 + 2 + 3, bien 3 + 2+2, el ritmo es muy vigoroso (de todos sintáctica de los versos 55-56, donde se observa posposi­
ellos es el verso 51, mediante la combinación 1 + 2 + 2 + 2, ción del sujeto, no sólo se acuerda bien con la agitación
el que posee una tonalidad más insistente), estableciéndo­ mental de Segismundo, sino que también acentúa la in­
se, además, en muchos versos un refuerzo del significado tensificación de las estructuras correlativas antitéticas
por medio de las recurrencias rítmicas: que se suceden sin pausa al final y al comienzo de dichos
versos (fue soñado - cuanto vi).
en un suéño tántas cosas (4) Las palabras clave, como sueño y sus variaciones mor­
Luego fué verdád, no suéño, (13) fológicas (poliptoton), están valorizadas siempre con un
a los suéños són las glorias (18) acento rítmico (sueño, 1,4, 13, 17, 18, 36, 43, 48, 51; soñé,
el amor las léyes rómpa (40) 9; soñemos, 44; soñado, 55). Asimismo aparecen realzadas
soñémos dichas ahora (44) todas aquellas palabras que guardan relación semántica
que después serán pesáres (45) por afinidad con sueño (mentira, 25; sombras, 30; vana­
¿Qué pasádo bién no es suéño? (51) gloria, 48; desengaño, 57; cenizas, 59). Los acentos rítmi­
que es el gusto lláma hermosa (58) cos también subrayan los paralelismos (la grandeza y el
cualquiéra viénto que sopla (60)
poder - la majestad y la pompa, 31-32; ni duermen las di­
chas - ni las grandezas reposan, 63-64), y las repeticiones
La distribución de los acentos produce un ritmo fun­ de palabras, además de sueño: verdad - verdaderas, 13, 14,
damentalmente trocaico, como se puede observar en estas 19, 25; mentirosas - mentira, 20, 25; se goza - gocemos, 35-
unidades, aunque hay otras estructuras, como 1+4 + 2 36, 39; vanagloria - gloria, 48-50. Pero son los correlatos
(w. 1, 49, 50) que están constituidos por un dáctilo, un an­ antitéticos, que son muy abundantes en el texto, los que
fíbraco y un troqueo; 1+3 + 3 (w. 5, 16) que son mixtos, más se benefician de la intensificación acentual. La con­
es decir, compuestos de dos dáctilos y un troqueo. p traposición queda realzada si cada uno de sus términos
Por otra parte, como todas las secuencias, excepto el coincide con el final de la pausa verbal: todas/ninguna
verso 70, se reparten en grupos métricos de 2, 3 o 4 síla­ (6-7), vanagloria humana/divina gloria (48-49), cenizas/
bas, el ritmo es muy regular, y la impresión general es de eterno (59-61). Pero aún resulta más acentuada si la pareja

216 217
de correlatos se encuentra al principio y al final del verso, Además de las recurrencias fónicas y rítmicas y de las
pues aparecen encuadrados por una sucesión de acentos correspondencias, constituyendo un conjunto admira­
rítmicos: sueños/glorías (18), finjidas/ciertas (21), menti­ blemente elaborado, no hay que olvidar el efecto de los
ra/verdad (25). Unas veces, los correlatos antitéticos apa­ elementos paraverbales del lenguaje dramático: la ento­
recen juntos verdad/sueño (13); otras veces, distanciados: nación, las pausas, el timbre de la voz, los diferentes valo­
verdaderas/mentirosas (19-20), y no es raro que las corres­ res de las exclamaciones, los gestos en estrecha alianza
pondencias presenten una ordenación cruzada de los ele­ con la palabra, y otros recursos escénicos, que aún hacen
mentos (quiasmo): dichas ahora / después pesares (44-45). más complejo el texto.
Finalmente, además de la rima, que ya fue examinada,
se observan otras recurrencias fónicas, especialmente las
asonancias internas y las aliteraciones, que, conveniente­
mente combinadas con el ritmo y el significado del verso,
constituyen un medio de intensificación más poética. Las
asonancias internas (o-a) no son numerosas. Las más per­
ceptibles se encuentran en los versos 34-36 (toca, goza) y
49-50 (vanagloria-gloria). En cambio, abundan las alitera­
ciones. Nos ocuparemos de las más resonantes. Entre los
sonidos vocálicos el más recurrente es la e: Cielos si es ver­
dad que sueño (\),que no es posible que quepan (3), Luego
fue verdad no sueño (13), es mentira o es verdad (25), lo que
entre sueños se goza (36). A veces va acompañada de alite­
raciones nasales (Suspendedme la memoria. 2), de nasales
y bilabiales (vuelvo a convencerme. 47; revuelve en su me-
moria, 54), de nasales y dentales (donde ni duermen. 63),
de la oclusiva alveolar 5 {pues sólo se goza en ella, 35; Esto
es sueño, y pues, lo es_, 43; que después serán pecares., 45).
También hay aliteraciones con la vocal a (su hermosura el
alma adora, 38) o bien en alternancia con una nasal (voz
nagloria humana. 49). Entre los sonidos consonánticos,
además de las nasales, se hace muy perceptible la alitera­
ción de la t, especialmente cuando va formando sílaba con
la o: este rato, que nos toca (34); cuanto vi? Pues si esto, toz
ca (56). Los casos ya reseñados de repetición de la s (w.
43-45) se completan con el siguiente: a los sueños son las
glorias (18). Quizá las homofonías más resonantes del tex­
to sean las producidas por la 5, casi siempre acompañada
de la vocal e:

Esto es sueño y pues lo es


que después serán pesares (45).

218 219
8
GUSTAVO ADOLFO BÉCQUER,
RIMAS

Texto:

Como se arranca el hierro de una herida,


su amor de las entrañas me arranqué,
aunque sentí al hacerlo que la vida
me arrancaba con él.

5 Del altar que le alcé en el alma mía


la voluntad su imagen arrojó,
y la luz de la fe que en ella ardía
ante el ara desierta se apagó.
Aún para combatir mi firme empeño
10 viene a mi mente su visión tenaz...
¡Cuándo podré dormir con ese sueño
en que acaba el soñar!

Gustavo Adolfo Bécquer,


Rimas, XLVIII (Ed. Aguilar,
O. C., Madrid, 1981, pág. 434).

1. Comentario semántico

1.1. Nivel léxico-semántico. La expresión del dolor afectivo

Éste es uno de los poemas que mejor representan, en el


conjunto de las Rimas, la expresión del dolor (idea prin-

221
cipal de las dos primeras estrofas) y de la desesperanza i i icurable soledad de su alma (sentí... que la vida me arran-
(dominante en la última estrofa). Comienza con una con­ <•<iba, 3-4), implora el consuelo de la muerte (¡Cuándo po­
fesión del fin de una relación amorosa que culmina en un dré dormir, 11), que le librará del deseo (ese sueño en que
estado de ruina moral y de pesimismo. La ruptura se con­ acaba el soñar, 11-12).
firma a través de las marcas personales de primera y ter­
cera persona (su, 2, 6, 10; le, 5; me arranqué, 2; sentí, 3; me
arrancaba, 4; alcé, 5; mi, 9, 10). La expresión del dolor de 1.2. Significación emotiva de las palabras
la separación se refiere con palabras concretas (hierro, he­
rida, entrañas, altar, ara) y con palabras abstractas (vida, El vocabulario de fuerte significación connotativa, el
alma, voluntad, imagen, luz de la fe, empeño, visión, sue­ lenguaje figurado, las construcciones recurrentes, la repeti­
ño), pero todas ellas adquieren en el contexto una homo­ ción excesiva de algunos vocablos, expresan el lado más trá­
geneidad semántica: la manifestación de la desolación. gico del amor. En este epígrafe señalaremos los recursos in-
La determinación y la individualización predominan tensificadores de la expresión. El campo semántico de la
en todo el poema, como se puede observar en el uso de los emoción se organiza en la mayor parte del poema, en tomo
pronombres personales, de los determinantes del nombre a dos polos, positivo y negativo. Al pasado feliz correspon­
(artículo definido, adjetivos posesivos y demostrativos), den amor (2), altar (5), alcé (5), imagen (6), luz de la fe (7), ar­
en la particularización de los grupos o frases preposicio­ día (7), ara (8), visión (10), soñar (12). A la idea de dolor se
nales anunciando una circunstancia de lugar (de las entra­ vinculan arranca (1), hierro (1), herida (1), arranqué (2), sen­
ñas, 2; en el alma mía, 5; ante el ara, 8; a mi mente, 10) o de tí (3), vida (3), arrancaba (4), arrojó (6), desierto (8), apagó
modo (con ese sueño, 12). También favorece la identifica­ (8), combatir (9), firme empeño (9); y a la de la muerte, dor­
ción la presentación de los hechos en una cronología refe­ mir (11), sueño (11), acaba (12). La bipolaridad semántica
rida al pasado, al presente y al futuro de la existencia del articula todas las estrofas llegando en la segunda a la opo­
poeta. Además las constantes referencias al mundo afecti­ sición de dos versos de contenido contrario: Del altar que le
vo de éste refuerzan la designación de lo individual (amor, alcé en el alma mía/ la voluntad su imagen arrojó, y la luz de
entrañas, 2; vida, 3; alma, 5; voluntad, 6; fe, 7; empeño, 9; la fe que en ella ardía/ante el ara desierta se apagó. Este mis­
mente, 10). Como se puede observar, las palabras están es­ mo procedimiento lo encontramos en la última estrofa, si
tructuradas en torno al campo semántico del dolor afecti­ tenemos en cuenta que dormir con ese sueño (11) significa
vo, motivado por la privación del amor (arranca, hierro, la muerte, y soñar (12) se identifica con el deseo de felici­
herida, 1; arranqué, 2; sentí, 3; arrancaba, 4; arrojó, 6; de­ dad. Es evidente que los dos primeros versos de esta estro­
sierta, apagó, 8) y del comportamiento desesperanzado fa comportan bipolaridad semántica: Aún para combatir mi
(combatir, firme empeño, 9; visión tenaz, 10; dormir, sueño, firme empeño / viene a mi mente su visión tenaz.
11; acaba, soñar, 12). Incluso los vocablos y expresiones La bipolaridad semántica permite realzar por contras­
referidos a la tradición del culto espiritual (altar, 5; ima­ te el patetismo de los versos atribuidos a la expresión del
gen, 6; luz de la fe, ardía, 7; ara, 8), excluida su significa­ dolor y de la desesperanza. Independientemente del en­
ción propia, adquieren una interpretación humana afecti­ frentamiento de significado de un verso con el siguiente,
va. Pero también hay que retener un vocabulario de fuerte todo el poema adquiere una expresión dolorosa. El simbo­
significación axiológica. Del ardor exaltado, hasta la divi­ lismo desplegado, que arranca con la imagen del primer
nización de la amada (Del altar que le alcé en el alma mía, verso (el hierro de una herida), remite a la noción del sufri­
5), Bécquer cae en las tinieblas de la soledad (ara desierta, miento, de privación y de abandono moral. Esta noción ne­
se apagó, 8). Extenuado de luchar contra el deseo (comba­ gativa se intensifica en el poema de diversas maneras. El
tir, firme empeño, 9; visión tenaz, 10), y persuadido de la verbo arrancar (arranca, 1; arranqué, 2; arrancaba, 4) al que

222 223
se le asocian atrojó (6), apagó (8) en la estrofa siguiente, da es una metáfora usual que no sólo indica la violencia, en el
la tonalidad patética de este conjunto semántico, y su sig­ orden psíquico, de la ruptura amorosa, sino que también
nificación está intensificada por su triple presencia en el tiene connotaciones de orden físico, lo que permite en los
primer cuarteto, aunque en distintos tiempos (arranca, 1; dos versos siguientes la explicitación de la afinidad entre
arranqué, 2; arrancaba, 4), y por una mención deíctica (ha­ amor y vida, y entre cesación de amor y muerte {la vida me
cer/o, 3). Esta figura de repetición, llamada poliptoton, sir­ arrancaba con él, 4). En todo el poema, especialmente en
ve para la intensificación de la fuerza y de la agudeza se­ esta estrofa, subyace el tema, muy propio del simbolismo,
mántica. Hay que distinguir una doble referencia: las del amor como sustento y privación de la vida. Hay otras
causas del dolor y sus efectos. Todos los vocablos que per­ connotaciones del uso poético tradicional como las que
tenecen al registro moral de la causa del dolor se caracteri­ suscitan los vocablos hierro (1) y herida (1) haciendo pen­
zan por el sema negativo de la privación (los versos 1 y 2 de sar en la idea de amor violento representado bajo la figu­
las dos primeras estrofas). Esta asociación sucesiva produ­ ra de un niño alado (Cupido) con flechas y carcaj. Esta ex­
ce en el conjunto de estas dos estrofas un mayor grado de presión metafórica adquiere más fuerza y agudeza por la
intensidad significativa. El dolor moral también lo corro­ triple aparición, con variaciones de tiempo, del verbo
bora el simbolismo desarrollado en dichas estrofas, como arrancar, que constituye el centro del semantismo negati­
se verá más adelante. Los efectos del dolor se manifiestan vo del poema.
en los versos 3 y 4 de las dos primeras estrofas y, de forma En la frase Del altar que le alcé (5) figura metonímica-
patética, en la última. La eficacia significativa de estas ex­ mente el culto que el poeta rendía a su amada; en el alma
presiones de dolor reside en las imágenes de la muerte mía (5) significa la espiritualidad de su afecto. La expre­
afectiva {la vida me arrancaba con él, 4), de la muerte espi­ sión sublimada del amor, mediante símbolos tomados del
ritual {la luz de la fe... ante el ara desierta se apagó, 7, 8), de culto religioso, es algo convencional en la tradición lírica.
la muerte corporal {dormir con ese sueño en que acaba el Este convencionalismo continúa en los versos siguientes.
soñar, 11, 12). La palabra sueño revela, de un modo figura­ Y así la significación de imagen (6) está asociada a las
do, la aspiración del poeta al nihilismo, como único cami­ imágenes del culto; la luz de la fe (7) es una expresión me­
no que le liberará de la soledad horrible. tafórica tomada del lenguaje teológico; ara es otro signo
Las exclamaciones también son elementos intensifica- figurado que hace admisible a la interpretación religiosa
dores de la expresión. Y así la inflexión de la entonación del amor. Arrojó (6) es una imagen que reactiva el lengua­
en los versos 11 y 12 realza la obsesión del sueño nihilista. je trágico, y está en correspondencia léxica con arranqué
(2), pero el yo fue restringido a una de sus facultades espi­
rituales, la Voluntad. Este empleo metonímico no sólo evi­
1.3. Las desviaciones semánticas y otras figuras ta la repetición de la rima en e, sino que refiere lo que hay
de axiológico positivo en este violento final de relación
El poeta se vale de figuras analógicas, de connotacio­ amorosa: el rechazo de la amada es una exigencia de la ra­
nes y de construcciones recursivas para la expresión del zón y de la libertad espiritual. Tanto ardía como apagó
universo interno. (términos en contraposición léxica) polongan las imáge­
La primera estrofa aparece como una larga analogía nes del culto y ponen de relieve la espiritualidad afectiva.
formulada mediante un grupo de oraciones complejas. La A esta descripción simbólica del estado interior del poeta
comparación se aclara detalladamente en los cyatro ver­ hay que añadir el empleo figurado de desierta {ara desier­
sos. La extirpación del hierro de una herida sirve como ta, 8), que completa la noción negativa de apagó. Los efec­
imagen al dolor del poeta, forzosamente obligado a sepa­ tos del dolor se prolongan en la última estrofa. Imágenes
rarse de su amada. Su amor de las entrañas me arranqué (2) de combate {combatir mi firme empeño, 9) y de pesadilla

224 225
(su visión tenaz, 10) caracterizan su desgracia. La falta de mtensificadores de la emoción que hemos señalado, el poe­
vida y de luz, el angustioso tormento interior, culminan en ma resulta algo monótono a causa de las corresponden­
las metáforas de la desesperanza y de la muerte (dormir cias semánticas y sintácticas.
con ese sueño en que acaba el soñar, 11, 12). La repetición Sin embargo, los dos últimos versos rompen la mono-
del radical sueño-soñar (figura etimológica) poseen, en es­ lonía mediante la alteración del esquema semántico y gra­
te contexto, un significado contrario a causa de la expan­ matical de las estrofas. Los versos 3 y 4 de las dos primeras
sión relativa especificativa que neutraliza la significación estrofas son expansiones de los dos primeros versos de ca­
positiva de sueño y de soñar. La eficacia significativa de da estrofa. La alteración provocada en los versos 11 y 12 in­
esta expresión metafórica es doble. Por una parte, resume terrumpe bruscamente la evocación del dolor interiorizado
la metamorfosis de lo positivo (vida, luz) en negativo (de­ V se desliza hacia el misterio que trasciende la realidad.
sierta, se apagó, visión tenaz). Por otra parte, traduce, en
expresión modalizada por la exclamativa, el deseo de des­
lizamiento de ese mundo interior en que se apagó el sol 2. Comentario morfosintáctico
hacia el abismo de la nada.
La moderación en el empleo de adjetivos calificativos
es notoria (desierta, firme, tenaz). El poeta prefiere otras 2.1. Las formas verbales
expansiones caracterizadoras, tales como la expansión
comparativa (Como se arrancó el hierro de una herida), las El poeta refiere una historia particular afectiva en una
expansiones de relativo (que en ella ardía, 7; en que acaba cronología situada en el pasado (arranqué, 2; sentí, 3;
el soñar, 12). Entre los adjetivos mencionados percibimos arrancaba, 4; alcé, 5; arrojó, 6; ardía, 7; se apagó, 8), en el
que el epíteto firme empeño (9), se diferencia de la función presente (viene, 10) y en el futuro (podré dormir, 11). La
de los otros adjetivos en que es redundante y sirve para in­ comparación se abre con un presente intemporal (arran­
tensificar el sema de empeño. ca), pero tanto el hecho como la experiencia cruciales es­
tán anunciados en pretérito perfecto simple (arranqué,
sentí, alcé, arrojó, apagó). Esta serie de pretéritos indefi­
1.4. Las correspondencias léxicas y sintácticas nidos marcan con claridad los movimientos del texto de
las dos primeras estrofas. El aspecto perfectivo de este
Aunque los dos períodos de la comparación presentan tiempo permite que el proceso adquiera un significado
un quiasmo, es decir, una ordenación cruzada de las es­ puntual, como un punto en la línea de los hechos. A ex­
tructuras sintácticas (Como se arranca el hierro de una he­ cepción de sentí (3), todos estos verbos son perfectivos, de
rida, (1)/ su amor de las entrañas me arranqué, 2), la iden­ modo que queda intensificada la anterioridad de toda la
tidad semántica de los dos períodos genera alguna acción expresada. En cambio, sentí, en cuanto verbo de
estructura simétrica (el hierrro de una herida - su amor de aspecto imperfectivo, aunque también indica acción com­
las entrañas). Esta estructura (Det. + nombre + comple­ pletamente pasada y acabada, no se opone a que después
mento del nombre) volverá a encontrarse en la estrofa si­ siga sintiendo. Con el pretérito perfecto simple interviene
guiente (la luz de la fe, 7). En las expansiones relativas de el pretérito imperfecto, que sirve para anunciar hechos
la segunda estrofa (que le alcé en el alma mía (5) / que en presentados en su duración. Y así, las acciones verbales
ella ardía, 7) es también perceptible un parecido Esquema tanto de arrancaba como de ardía implican mayor dura­
sintáctico. Por último, señalaremos en la tercera estrofa ción que los pretéritos indefinidos con los que se relacio­
una correspondencia, en esta situación, por oposición (mi nan. Al ser arrancar un verbo perfectivo, podría tener sig­
firme empeño (9) - su visión tenaz). A pesar de los signos nificación reiterada, pero tal valor queda anulado por la

226 227
proposición circunstancial en infinitivo que determina parecida. Cada una de ellas está encuadrada por dos se­
que la acción de arrancar se produce como presente de cuencias. En la primera se manifiesta un hecho o una cir­
sentí. En cambio, el carácter imperfectivo del verbo arder cunstancia referente al mundo afectivo, de la que se dedu­
intensifica el aspecto durativo del pretérito ardía. Arran­ ce, en la segunda secuencia, un efecto negativo para el
caba es más dinámico; por el contrario, en ardía domina poeta. La sintaxis es la adecuada para marcar la relación
un desarrollo más descriptivo de una situación. existente entre las dos secuencias. Y así la oración de la
La última estrofa se abre con el infinitivo combatir que primera estrofa se caracteriza por presentar una estructu­
denota acción máxima, tanto por la tensión que implica ra bipolar. El primer elemento que enuncia un hecho {te­
esta forma verbal como por el sema dinámico del verbo sis) está constituido por una oración comparativa, tam­
combatir. Viene es la única forma verbal que coexiste con bién de estructura bipolar, con elipsis del nexo conjuntivo
el acto de la confesión poética. Su significado de acción en el núcleo principal {Su amor de las entrañas me arran­
que continúa queda reforzado con la continuidad de la ac­ qué, 2). El segundo elemento es un tipo de oración inter­
ción que implica la construcción final en infinitivo {para media entre el significado concesivo y el adversativo —an­
combatir). La referencia al futuro está indicada por el títesis— {aunque sentí, 3) que contiene una proposición
tiempo de la perífrasis verbal {podré dormir), muy matiza­ completiva objetiva {que la vida me arrancaba con él, 3-4)
da de modalidad. Ya dijimos que el infinitivo, que en esta y una circunstancial construida de forma concisa en infi­
situación es el elemento principal de la frase verbal, indi­ nitivo {al hacerlo, 3). La segunda estrofa está constituida
ca acción hacia el futuro. El presente acaba, mirado desde por dos oraciones que se suceden copulativamente, pero
la perspectiva de podré dormir, adquiere cierto significado pueden interpretarse en relación bipolar consecutiva, pues
futuro. El infinitivo soñar funciona como nombre y, en la segunda coordinada aparece como consecuencia de la
cuanto tal, lleva artículo. acción antecedente. La anteposición del complemento cir­
cunstancial {Del altar, 5), con el objeto de destacar este tér­
mino tomado de la tradición espiritual, da lugar a que en­
2.2. Sintaxis tre este complemento y los otros elementos con los que
está sintácticamente unido se intercale una expansión en
Esta confesión de un fracaso afectivo, que se traduce forma de proposición adjetiva {que le alcé en el alma mía,
en angustia y desesperanza, se expresa en una forma de 5). El sujeto de la siguiente oración toma alguna amplitud
estricto dominio sintáctico. Y tanto más sugestiva nos pa­ por los elementos que actúan como modificadores del
rece aquélla cuanto mayor es el contraste entre el rigor núcleo {luz), una frase preposicional en función de com­
sintáctico y la evocación del sentimiento. plemento del nombre {de la fe, 7) y una proposición adjeti­
El pretérito perfecto simple y el pretérito imperfecto va {que en ella ardía). Debemos observar ciertas corres­
son las únicas formas verbales conjugadas en la expresión pondencias sintácticas: cada una de las dos oraciones está
enunciativa de las dos primeras estrofas, a excepción del dispuesta en dos versos sin pausa versal entre ellos; en
presente intemporal arranca del primer término de la cambio, una pausa de final de verso separa las dos se­
comparación. La omisión del yo, ya contenido en las for­ cuencias. El período oracional, encuadrado en una es­
mas verbales, y la referencia a la tercera persona sin más tructura binaria, se extiende así sobre dos secuencias de
determinaciones que los deícticos, no sólo produce un ali­ igual extensión. Son numerosos los elementos de estruc­
geramiento del enunciado, sino que también implica ma­ tura parecida en las dos secuencias: nombre + expansión
yor disponibilidad para la sinceridad por parte del autor y relativa en los versos 5 y 7, la inversión del orden normal
cierta contención de la emotividad. de los complementos verbales de las proposiciones princi­
Las tres estrofas presentan una estructura discursiva pales, haciendo que los verbos aparezcan al final de cada

228 229
oración. Y por este motivo, las dos oraciones presentan sáfico con acentos en la primera, cuarta y octava sílabas
igual valor en la estrofa, y la tensión aparece repartida cí­ (verso 10). Dentro del primer tipo encontramos las si­
clicamente entre miembros de estructura parecida. guientes variedades: el endecasílabo heroico, con acentos
La tercera estrofa consta de dos oraciones que se suce­ en la segunda y sexta sílabas (verso 2), el endecasílabo me­
den por yuxtaposición. Sin embargo, aunque no hay enla­ lódico, con acentos en la tercera y sexta sílabas (versos 5,
ces formales, guardan entre sí una relación lógica. La cau­ 7, 8), endecasílabo enfático, con acento en la primera y
sa del sufrimiento, tema de la oración principal, explica el sexta sílabas (versos 9, 11).
simbolismo nihilista del consiguiente (segunda oración). Los versos 1,3,6, además del acento constitutivo en la
La anteposición de la proposición final (para combatir mi sexta, llevan otro acento en la cuarta sílaba. Por otra par­
firme empeño, 9), y la posposición del sujeto de la principal le, como se sabe, la penúltima sílaba del verso está marca­
(su visión tenaz, 10) hacen que de este modo aparezcan en da por un acento rítmico. Teniendo en cuenta todos estos
la misma posición los miembros correlativos mi firme em­ datos de escanción de los versos, observamos que la dis­
peño (9) - su visión tenaz (10), lo que produce mayor en­ tribución de los acentos da lugar a unidades o cláusulas
frentamiento entre él y ella. La oración con que finaliza el rítmicas que se suceden regularmente, y aun uniforme­
poema aparece marcada con entonación exclamativa y el mente. Aprécianse períodos métricos iguales: 4 + 2 + 4
adverbio exclamativo (¡Cuándo, 11), expresa el vivo deseo versos (1, 3, 6), o con una alternancia en la combinación
del poeta de sumergirse en el olvido de la nada, y por lo del primer hemistiquio 2 + 4 + 4 (verso 2); 3+ 3+ 4 es la
tanto, tiene el valor de oración desiderativa. El demostrati­ disposición acentual que se advierte en los versos 5, 7, 8.
vo ese (ese sueño, 11) posee un valor catafórico, pues anti­ Ll tercer dispositivo presenta la combinación 1 + 3 + 4 + 2
cipa lo que se expresa en la expansión de relativo que com­ (verso 10) o con alternancia de los grupos finales 1 + 3 + 2 +
plementa a sueño (en que acaba el soñar, 12). i 4 (verso 11). Respecto a los heptasílabos hay que notar
la exacta simetría de los grupos métricos 3 + 3. Contra es­
ta división regular contrasta un poco el desequilibrio rít­
3. Las estructuras del verso mico del verso 9(l + 5 + 2 + 2) que se acuerda bien con la
iclea de la agitación mental a que aluden los versos 9-10.
La versificación representa una de las varias formas de I’ero el conjunto es de una gran homogeneidad en las re­
cuartetos empleados en la poesía romántica. Pero Béc- currencias rítmicas: en cuatro hemistiquios la escanción
quer, imitando a otros poetas románticos, emplea aquí la se hace sobre medidas de 4 + 2 sílabas, o con la alternan­
rima asonante aguda en los versos segundo y cuarto. Las cia 2 + 4, en tres; el esquema 3 + 3 sílabas se repite en ciñ­
estrofas primera y tercera son imparisílabas por tener di­ ió versos, en tres de ellos en los primeros hemistiquios; a
ferente medida el verso cuarto (heptasílabo). La segunda, excepción del verso 10, los segundos hemistiquios están
en cambio, es parasílaba o isosilábica pues todos los ver­ en relación de igualdad x + 4.
sos son endecasílabos. A excepción del verso 9, donde La coincidencia entre la pausa de final de verso y las
aparece reducida a una sola sílaba la palabra bisílaba Aún articulaciones sintácticas es característica de los versos
(sinéresis), los metros presentan una medida regular, ya I - 2 de cada estrofa. Pero se produce de un modo cons­
que las sinalefas no constituyen una libertad poética, y el ciente encabalgamiento en los versos 3 - 4 de todas las es­
verso agudo, como es sabido, se cuenta siempre añadién­ trofas. Se trata de encabalgamientos suaves que evitan
dole una sílaba. Según las descripciones que*se han hecho con el contraste de la discordancia la monotonía rítmica,
del endecasílabo, tenemos dos tipos en este poema: el en­ y, además, logran crear un efecto de suspensión.
decasílabo común o italiano con acento rítmico en la sex­ A pesar de algunas rimas pobres mía - ardía, arrojó -
ta sílaba (versos 1, 2, 3, 5, 6, 7, 8, 9, 11) y el endecasílabo apagó, en general la rima, aunque no muy original, cum-

230 231
pie con las normas de la asonancia, y no importa que apa­ dormir (11); y también de las frases que refuerzan su fun­
rezca alguna consonancia herida - vida. ción en cuanto partes simétricas de cláusulas interordina-
Las aliteraciones son muy numerosas, y juntamente das hierro de una herida (1) - amor de las entrañas (2), o
con los casos de annominatio (empleo de palabras deriva­ que ponen en evidencia el contraste que hay entre ellas mi
das de la misma raíz) arranca (1), arranqué (2), arrancaba firme empeño (9) - su visión tenaz (10). La musicalidad co­
(3) - sueño (11), soñar (12), contribuyen a la sonoridad del rrige y, en gran medida, compensa la facilidad de alguna
verso. Así como reconocimos elementos diferenciadores l ima y la escasa originalidad de ciertas imágenes muy
en el estudio semántico y en el morfosintáctico de las dos usadas en la historia de la poesía, y que para un lector de
primeras estrofas respecto de la tercera, también hay que hoy quizá resulten afectadas (Del altar que le alcé (5), la luz
subrayar diferencias de los sonidos aliterados en una y de la fe (7), ardía (7), ara desierta (8)).
otra parte del poema. El sonido más repetido en las dos
primeras estrofas es la vocal /aJ, de cuatro a seis veces por
verso, que en total hacen 41 recurrencias (su amor de las
entrañas me arranqué, ante el ara desierta se apagó, etc.); el
efecto sonoro es más intenso en el verso 5 por la frecuen­
cia con que se repite a comienzo de palabra la sílaba al-,
además de los otros casos de repetición de la consonante
lateral /// (Del altar que le alcé en el almajnía). Entre las
consonantes, las aliteraciones más insistentes son las na­
sales y las vibrantes (Como se atranca el hierro de una heri­
da (1), su amor de las entrañas me arranqué (2)...). En la
última estrofa, en cambio, los sonidos dominantes son las
vocales anteriores, especialmente la /el, y las nasales
¡mlnlñl entre las consonantes {Aún para combatir mi fírme
empeño (9), viene a mi mente su visión tenaz... (2)). Estas
recurrencias nasales convergen en dormir, sueño (11), que
el lector asocia con morir y muerte. Por otra parte, aun sin
ser partidario del simbolismo fonético, es evidente el pre­
dominio de las vocales cerradas, «sombrías» en el verso
11, de acuerdo con el tema del dolor. Añadamos que los
efectos de la concordancia sonora quedan realzados en es­
ta estrofa con las rimas entre los primeros hemistiquios de
los versos 9 y 11 (combatir -dormir) y con la asonancia in­
terna del verso 12 (en que acaba el soñar).
Estas correspondencias rítmicas y fónicas formando
una estructuración, una homogeneidad formal, no sólo
constituyen una marca evidente de poeticidad, sino que
también subrayan las significaciones de todos los voca­
blos realzados por la rima o por los acentos rítmicos prin­
cipales al final de la pausa interna como, por ejemplo, hie­
rro (1), entrañas (2), imagen (6), combatir (9), mente (10),

232 233
9
ANTONIO MACHADO,
GALERÍAS

Texto:

¿Y ha de morir contigo el mundo mago


donde guarda el recuerdo
los hálitos más puros de la vida,
la blanca sombra del amor primero,
5 la voz que fue a tu corazón, la mano
que tú querías retener en sueños,
y todos los amores
que llegaron al alma, al hondo cielo?
¿Y ha de morir contigo el mundo tuyo,
10 la vieja vida en orden tuyo y nuevo?
¿Los yunques y crisoles de tu alma
trabajan para el polvo y para el viento?

Antonio Machado, Poesías Completas,


LXXVIII (Ed. Espasa-Calpe, Madrid,
1978, pág. 126).

1. Comentario semántico

1.1. Nivel léxico-semántico

Nos hallamos ante un poema que no ve en la muci Ir


más que el aniquilamiento de la conciencia individual. I

235
te planteamiento absolutamente negativo de la muerte, Pero no es la individualidad de los goces físicos y mezqui­
hace que el poeta se nos manifieste penetrado de angustia. nos lo que le importa perder con la muerte, sino las accio­
Pero el sentimiento que cada hombre tiene de su con­ nes hermosas (mundo mago, 1): los impulsos incesantes,
dición imperecedera le impide admitir con serenidad esa inmateriales de la vida (los hálitos más puros, 3); lo espiri­
idea. Por esto, no hay una reflexión imperturbable, sino tual de los afectos (amor primero, 4; que fue a tu corazón,
deprimente, sobre el conflicto entre la destrucción de la 5; amores que llegaron al alma, 7-8), representados aquí
naturaleza y el instinto de sobrevivencia de la conciencia. por medio de notaciones perceptibles, visuales (la blanca
El temor de la muerte se da sólo en los seres que tienen sombra, 4), auditivas (la voz, 5), táctiles (la mano que tú
conciencia directa de lo inmediato, es decir, sólo en el querías retener, 5-6). Pero todos estos contenidos de la con­
hombre. Esto explica lo que dice E. Mounier: «La desespe­ ciencia, aun los descritos sensorialmente, están penetra­
ración sigue la existencia humana hasta la tumba».1 For­ dos de espiritualidad, y así dominan, en los ocho primeros
mularse el hecho indefectible de nuestra destrucción es versos, las palabras que, por significación bien propia,
absurdo, desde un punto de vista objetivo; pero subjetiva­ bien simbólica, representan o evocan lo extraño, lo espiri­
mente es razonable que nos preguntemos si ha de morir tual (mago, 1; puros, 3; blanca, 4; corazón, 5; sueños, 6; al­
(1) con nosotros, es decir, con la materia, lo mas íntimo de ma, 8; hondo cielo, 8).
nuestro ser: la conciencia. Por eso, la forma interrogativa Del hecho de que «el yo es en la conciencia el elemen­
que encierra todo el desarrollo del poema no sólo me pa­ to inmediato para el cual y por el cual únicamente existe
rece eficaz, sino que además concuerda con nuestro dere­ el mundo»,2 síguese que cada yo tiene su conciencia. Con
cho a preguntarnos por nuestra identidad y nuestra per­ rigurosa propiedad, por lo tanto, el poeta se hace con in­
manencia más allá de un tiempo y espacio determinados. sistencia la pregunta si será destruida con el fin temporal de
A pesar de las marcas de segunda persona (contigo, 1, la materia la conciencia surgida de la corriente infinita
9; tu, 5,11; tú, 6; tuyo, 9, 10), el poeta se dirige a sí mismo. de la vida (vieja vida, 10), pero siempre nueva en cada in­
Pero uno de los aspectos de la poeticidad de este texto dividuo (el mundo tuyo, 9; en orden tuyo y nuevo, 10). El
consiste en que las referencias a la segunda persona poseen último plano de conciencia que nos hace apegamos a la
también el efecto de designar, de representar el senti­ existencia, y por tanto temer a la muerte, desaparecer en
miento del lector. El poeta se convierte así en el portavoz el polvo (12) y en el viento (12), es el del contenido de nues­
de las emociones humanas ante la muerte. El empleo de la tra personalidad, forjada con incesantes trabajos (los yun­
conjunción copulativa y al comienzo de cláusula, versos 1, ques y crisoles de tu alma, 11).
9, refuerza la intensidad de la emoción. El primer grupo El tema del poema se desarrolla con gran coherencia. Y
rítmico del verso inicial (y ha de morir contigo) da ya la to­ así notamos diferentes planos de conciencia: desde el re­
nalidad emotiva del poema e inicia el despliegue del cua­ cuerdo puro (los hálitos más puros de la vida, 3) hasta las
dro interior desde el mundo mago (1) hasta el verso 8. impresiones del alma, traducidas en imágenes que deno­
El vocabulario está organizado, de un modo simbóli­ tan la conjunción de lo sensorial y de lo espiritual (sombra,
co, en torno a las experiencias íntimas de la conciencia. voz, mano, corazón, sueños, alma, cielo). En los últimos
Pero «conciencia significa ante todo, memoria», como di­ versos, especialmente en el 9 y el 10, intervienen vocablos
ce Bergson, con cuya filosofía Machado coincide en algu­ más abstractos (el mundo tuyo, en orden tuyo y nuevo) que
nos aspectos. Y así el poeta retiene de la rueda del tiempo interpretan la realidad como expresión del yo, que el mun­
aquellos recuerdos que forman parte de su yo, y le parece do sólo tiene significación desde nuestra intimidad. Ahora
imposible de concebir el tiempo en que ya no existirán.
2. A. Schopenhauer, El mundo como voluntad y como representación.
1. Mounier, E.: Introducción a los existencialismos. Madrid, 1973, pág. 84. Ed. Aguilar, 1960, III, pág. 135.

236 237
bien, tanto la evocación de estos planos de conciencia, co­ vida interior {recuerdo, 2; hálitos, 3; amor, 4; corazón, 5;
mo la concepción de la realidad desde el punto de vista del yunques y crisoles, 11). En varios vocablos se ha operado
sujeto, llevan a una reflexión determinada: la destrucción una traslación de lo somático a lo afectivo y espiritual, co­
o la permanencia de nuestro ser más íntimo. mo un recurso significativo de la definición del ser por sus
emociones, aunque en el caso de corazón sea de uso común
{hálitos, 3; sombra, 4; voz, 5; corazón 5; mano, 5; yunques y
1.2. Significación emotiva de las palabras crisoles, 11). Los adjetivos calificativos giran en tomo a la
noción de lo espiritual {puros, 3; blanca, 4; hondo, 8); mago
Quizá lo que más nos impresione de este poema, ade­ significa que causa encantamiento, y, por lo tanto, hace re­
más del sentido trascendente, ontológico, es la expresión ferencia a la noción de las impresiones agradables y dul­
de la emoción por medio de vocablos y de formas grama­ ces. Todos estos vocablos, fuertemente connotativos, cons­
ticales relativos a la subjetividad. El temor de que el ser de tituyen el campo semántico de la emoción, que se organiza
la conciencia se vea amenazada de destrucción es el senti­ en tomo a dos polos: el de la vida (véanse las palabras arri­
miento dominante de esta mirada interiorizada del poeta. ba señaladas) y el de la muerte {morir, 1,9; polvo, 12; vien­
A la finitud del ser humano se opone su deseo de existir to, 12). La emotividad también se expresa a través del gra-
más allá de la muerte. Esta incertidumbre reviste en el dativo de intensidad más puros (3). Además de estas formas
poema un ritmo angustioso. Es el temor de que la muerte evaluativas de lo emocional, la construcción verbal ha de
represente la desaparición del ser y de la conciencia. La morir ligada a la modalidad interrogativa, que marca glo­
imposible aspiración, tras la muerte, a una total posesión balmente el poema, es el medio de modalización más rele­
del en-sí, y del para-sí se impone insistentemente con la vante para expresar la posición emotiva y afectiva del poe­
pregunta ¿ Y ha de morir contigo... ? con la que se inicia el ma frente a la cuestión del enunciado.
campo semántico de la emoción. Con esta pregunta repe­
tida (w. 1 y 9), y con la interrogación de los versos 11 y 12,
sentimos que nuestra existencia es vana porque esconde 1.3. Las desviaciones semánticas
una conciencia desgraciada. Por relación a este tema de
poner en cuestión el destino del ser de la conciencia se es­ Las metáforas, las personificaciones, las antítesis, las
tablece una doble perspectiva temporal: la de posterioridad evocaciones, y las diversas recurrencias: repetición de pa­
expresada por la forma de futuro perifrástico (ha de morir), labras, construciones paralelas, dan al poema una signifi­
y la de presente (trabajan, 12), que acentúa la emoción de cación más rica.
que el perpetuo esfuerzo del ser humano hacia la plenitud La metáfora mundo mago (1) es una noción central pa­
(los yunques y crisoles de tu alma, 11) acabe en la victoria de ra el semantismo del texto, que a través de una expansión
la nada (trabajan para el polvo y para el viento, 12). circunstancial desarrolla un paradigma enumerativo ali­
La percepción del mundo interior el poeta la expresa neado sobre el significado de esta expresión metafórica
en soliloquio consigo mismo por medio de referencias a la (versos 3-8), es decir, mundo mago son los hálitos. ..,la blan­
segunda persona: pronombres personales en caso prepo­ ca sombra..., la voz.todos los amores... El adjetivo mago,
sicional (contigo, 1, 9), en caso nominativo o sujeto {tú, 6); metáfora personificante, significa que tiene el poder de en­
adjetivos posesivos de segunda persona bien en forma cantar. Mundo mago presenta en el verso 9 la variación
apocopada {tu, 5, 11) bien en forma plena {tuyo, 9, 10). mundo tuyo, que pertenece al lenguaje cotidiano, pero aquí
Algunas veces la función del tú es delegada, metoními- está en sentido figurado; su significación contextual es la
camente, a órganos {corazón, 5) o facultades {alma, 8, 11); conciencia, es decir, el contenido total de experiencia inme­
y, como quedó dicho, por medio de palabras referentes a la diata en el representar, sentir y querer. En tomo a estas im­

238 239
presiones del alma gravita un conjunto de imágenes, meto­ soles) se basa en que la existencia humana es lo que > udn
nimias y sinécdoques. La imagen los hálitos más puros de la uno de nosotros se hace; la personalidad es el continuo . ,
vida (3) es una figuración de la vida como soplo vital. La fuerzo de ir haciéndonos. Sólo en virtud de esta semr|.in/ii
metáfora referente al recuerdo del primer amor se presenta debe explicarse el traspaso de lo no humano a lo humano
mediante la frase no animada la blanca sombra (4), en la Para el polvo y para el viento es una imagen de la matci ¡a
que subyace una antítesis, pero que suscita complejas evo­ muerta, de la nada. En esta expresión metafórica podemos
caciones que convienen a la experiencia del amor primero: ver una alusión al verso de Calderón {humo, polvo, sombra
lo inmaterial, lo soñado, lo misterioso, lo fugaz. Por otra y viento) sobre la negación del optimismo existencial, o al
parte, el adjetivo calificativo blanca evoca la idea de pureza. menos reminiscencias literarias del barroco español.
Los siguientes tropos (versos 5-8) designan la vida afectiva La antítesis, que subyace en todo el poema, sirve para
y espiritual. Y así la voz que fue a tu corazón figura metoní- producir el efecto de contraste de los conceptos muerte/vi­
micamente la amada pura; la mano (sinécdoque) que tú da. En la primera interrogación (versos 1-8) se contrapo­
querías retener en sueños designa el amor ideal. Los dos úl­ ne ha de morir con mundo mago, que desarrolla una larga
timos versos de los referidos (7 y 8) se destacan como con­ expansión relativa cuyas frases en función de comple-
clusión (todos los amores, 7) y como una variación del mis­ mentariedad simbólica, en sucesión asindética, designan
mo tema: que llegaron (personificación) al alma (la parte propia o figuradamente la vida {hálitos, vida, amor, voz,
espiritual del ser, y, por sinécdoque, designa al ser entero); corazón, mano, amores, alma). En la segunda interroga­
si alma significa la espiritualidad que el poeta ha retenido ción (versos 9-10) la significación del primer hemistiquio
del amor, la amplificación que le sigue, al hondo cielo, re­ del verso 9 {¿Y ha de morir contigo) se opone a la del se­
presenta figuradamente el poder misterioso del amor que gundo {el mundo tuyo) y al contenido total del verso 10,
transciende la realidad. Obsérvese cómo estas referencias a que es una amplificación de mundo tuyo, donde aparece
recuerdos muy dulces evocan lo psíquico a través de delica­ vida como el antónimo de muerte. En la última interroga­
das impresiones sensoriales, auditivas, (hálitos, 3; voz, 5), ción retórica la antítesis se presenta de un modo más per­
visuales (blanca sombra, 4), táctiles {mano, 5). fecto por la disposición bimembre de que consta. Además
Como dijimos, el encanto de este poema reside en es­ del contenido opuesto de los versos 11 y 12, la estructura
tas emocionadas imágenes de la experiencia inmediata contiene una correspondencia binaria antitética {los yun­
del poeta en contraste con la amenaza de destrucción. Se ques y crisoles, 11/ para el polvo y para el viento, 12).
trata de imágenes simbolistas de la vida interior: la ima­
gen visual {la blanca sombra del amor primero, 4), la sines-
tesia {la voz que fue a tu corazón, 5), la imagen soñada (1 a 2. Las recurrencias
mano que tú querías retener en sueños, 5-6).
El verso 9 es una repetición del verso 1 con variación Lo patético de la meditación sobre la precariedad de
del sintagma final; de este modo, además de intensificar el nuestro ser y sobre nuestra marcha inexorable hacia la
patetismo, mantiene en estrecha continuidad intelectual destrucción no es original, pues es un sentimiento que per­
el contenido de la primera interrogación retórica (versos tenece a la tradición literaria universal. Tampoco es origi­
1-8) y el de la segunda (versos 9-10). La variación el mun­ nal por las palabras ni por las metáforas, que son del uso
do tuyo (9) aparece como sinónimo de mundo mago (1), y general poético. La originalidad procede fundamental­
es un cliché que, por sinécdoque, significa la experiencia mente de la disposición de determinadas estructuras lin­
de la vida que va con nosotros mismos. Los yunques y cri­ güísticas y de aquellos recursos que sirven de registro de
soles de tu alma es una metáfora de la personalidad hu­ las emociones del poeta: las recurrencias léxicas y rítmi­
mana. Su semejanza con algo no humano {yunques y cri­ cas. Observaremos primeramente la repetición de palabras

240 241
y frases, las construcciones paralelas, las interrogaciones primero; determinante (o determinantes) + nombre + pro­
retóricas y los paradigmas enumerativos. Ya quedó dicho, posición adjetiva la voz que fue a tu corazón - la mano que
que la interrogación retórica es un enunciado marcado que tú querías retener - todos los amores que llegaron al alma.
añade un mayor grado de intensidad a la expresión de la Para la oposición que expresa la inanidad del esfuerzo del
afectividad y de la emotividad. El poema está marcado pol­ alma (versos 11-12) el poeta se vale también de una co­
la insistencia de la pregunta ¿Yha de morir contigo (1,9), rrespondencia entre el sujeto del verbo trabajan y el com­
con su entonación pertinente, y la pregunta final (11, 12). plemento indirecto, incluyendo ambos sintagmas una pa­
Por medio de la recurrencia interrogativa el poeta con­ reja de términos coordinados por conjunción (los yunques
sigue que su intensa emotividad pase eficaz y abundante­ y crisoles - para el polvo y para el viento).
mente al conjunto del mensaje. Se encuentran muchos Estas recurrencias cumplen dos finalidades. Por una
matices en la interrogación retórica que aparece repetida: parte, contribuyen de un modo eficaz al desarrollo cohe­
y así, la conjunción copulativa Y al comienzo de la frase rente de la idea principal de acuerdo con las estructuras
verbal significa enlace emotivo con lo mental implícito, propias de la poesía lírica de tono elegiaco; y por otra par­
como si el poeta volviera sobre su pensamiento obsesivo; te, expresan con insistencia la incertidumbre del destino y
también es de observar la modulación de la frase verbal el temor de lo finito.
obligativa (ha de morir) por la subjetividad que le acom­
paña. La reiteración de la misma idea (vs. 1, 9) con la
misma estructura (conjunción copulativa + frase verbal + 3. Las estructuras del verso
+ complemento circunstancial + sujeto) sólo presenta una
variación en la modificación del sujeto (mundo mago/ Señalaremos ahora las correspondencias rítmicas y
mundo tuyo). La eficacia de esta estructura reiterada se sonoras del poema.
hace más evidente por las connotaciones sutiles que pro­
vocan en el lector las variaciones finales de verso. La tota­
lidad de los versos 1-10 puede comprenderse como una 3.1. Regularidad rítmica
amplificación de esta pregunta, una reiteración modulada
de la misma idea por medio de variaciones que van de lo La estrofa es una silva, composición poética formada
general a lo particular. Y así un paradigma enumerativo por endecasílabos y heptasílabos. Los versos pares riman
alineado en tomo al núcleo del predicado verbal guarda de en asonante, como los del romance. La medida de los ver­
la proposición de relativo incluye los versos 3 a 8 (los háli­ sos es regular, incluso cuando se deja de hacer sinalefa en­
tos..., la (...) sombra..., la voz..., la mano..., y todos los tre las palabras tu alma (v. 11). Según las normas clásicas
amores...). Las correspondencias formales se observan en debe evitarse la sinalefa cuando en una vocal recae uno de
el vocabulario homogéneo o sinonímico, fuertemente me- los acentos rítmicos, como es el caso de alma. La pausa in­
taforizado, con cierto predominio de las parejas de voca­ terna se observa con regularidad en todos los endecasíla­
blos o complejos binarios (mundo mago, mundo tuyo; al bos y hace que se repartan en dos grupos en 7 + 4 sílabas (a
alma, al hondo cielo; mundo tuyo, vieja vida; tuyo y nuevo; maiore), versos 1, 3, 8, 9, 11, 12, y en 5 + 6 (a minore), ver­
para el polvo, para el viento), en los paralelismos y sime­ sos 4, 6, 10. La cadencia 7 + 4 es la más frecuente y asegura
trías. Y así, además de la estructura similar de los versos 1 la cohesión y la uniformidad rítmicas. Los acentos rítmicos
y 9, las siguientes frases se organizan según los siguientes también se ajustan a las normas clásicas del endecasílabo.
esquemas sintácticos: artículo + nombre seguido o prece­ El poeta tiene predilección por dos tipos de endecasíla­
dido de un modificador + complemento del nombre los bos: el heroico (versos 1,3, 9, 11, 12) y el sáfico (versos 4, 5,
hálitos más puros de la vida - la blanca sombra del amor 6, 10). El acento constitutivo del verso 1 y del verso 9, a pe­

242 243
sar de que también llevan acentos de intensidad en las síla­ ¿Los y un/ ques y criso / les de tu al / ma
bas cuarta y octava, recae en la sexta sílaba (contigo), por­ 2 4 4
que la pausa coincide con el final de la unidad sintáctica, el traba!jan para elpol/voy para elvien/to? (versos 11, 12)
sintagma predicativo (ha de morir contigo). También es la 2 4 4
pausa la que establece la acentuación rítmica más intensa
del verso 10, que resulta polirrítmico al tener acentos en la
segunda, cuarta, sexta y octava sílabas. Sin embargo, es de El grupo acentual 2 + 2 domina ampliamente. Sugiere
la clase de los sáficos, ya que la pausa va entre la frase no­ un ritmo grave, monótono, casi elegiaco.
minal (la vieja vida) y la frase preposicional (en orden tuyo
y nuevo), evitando así que queden separados los elementos la vie / ja vi / da en or /den tu/yo y nue / vo (verso 10)
que pertenecen a la misma unidad gramatical. El endeca­ 22222
sílabo del verso 8 es melódico. Como se puede ver, la dis­
tribución de los acentos es segura, y da lugar a unidades También atrae la atención sobre una relación de senti­
rítmicas que se suceden regularmente. Tenemos cuatro nú­ do entre frases paralelas o simétricas, constituidas de
cleos rítmicos: 4 + 2 + 2 + 2 sílabas (versos 1, 9), o con una nombre + adjetivo:
alternancia en la combinación del primer hemistiquio y
mun/do ma/go - mun/do tu/yo (versos 1-9)
con un acento solamente en el segundo 2 + 4 + 4 sílabas
la blan / ca som / bra - hon / do ciej lo -
(versos 3, 11, 12); el segundo núcleo presenta respecto del
la viej ja vU da (versos 4-8-10)
primero, una alternancia en la disposición de los hemisti­
quios 2 + 2 + 4 + 2 (versos 4, 5, 6) o con una variación que Lo mismo podemos observar en el esquema rítmico
hace que todos los grupos acentuales sean iguales 2 + 2 + 2 + 2 + 4 + 4 que, por ejemplo, no sólo refuerza la relación de
+ 2 + 2 (verso 10); el tercer dispositivo central está consti­ sentido que hay entre los versos 3 y 11, sino también la co­
tuido por el ritmo del verso melódico 3 + 3 + 2 + 2 sílabas rrespondencia simétrica entre algunos vocablos de uno y
(verso 8), cuyos dos primeros grupos de medidas se repiten otro verso (artículo + nombre (...) + complemento del
en los heptasílabos (versos 2, 7). La recurrencia de los es­ nombre). También los elementos que están en correspon­
quemas 4 + 2 (versos 1, 4, 5, 6, 9) o con alternancia 2 + 4 dencia simétrica, bien por su misma función gramatical
(versos 3, 11, 12)y2 + 2 (versos 1, 4, 5, 6, 8, 9, 10) confieren bien por su semejanza semántica, quedan a veces más
gran homogeneidad al conjunto del poema. Esta cadencia unidos por la presencia del acento rítmico: la voz - la ma­
se hace perceptible en muchos versos, y realza los parale­ no, 5; alma - cielo, 8; polvo - viento, 12. Asimismo, hay que
lismos, las simetrías y las correspondencias léxicas: señalar que casi todos los pronombres y adjetivos que
hacen referencia a la segunda persona adquieren relieve
¿ Y ha de morir / conti / go el mun/ do ma / go mediante el acento rítmico (contigo, 1, 9; tú, 6; tuyo, 9, 10).
4 2 2 2 También es perceptible que los elementos de las oposi­
¿Yha de morir/conti/go el mun/do tu/yo (versos 1, 9) ciones que estructuran el texto morir/mundo mago, re­
4 2 2 2 cuerdo, hálitos, puros, vida, amor, voz, corazón, mano, sue­
ños, amores, alma, quedan realzados por los acentos
la blan / casom/ bra del amor primero, rítmicos. Por último, hay que señalar que cada uno de los
términos de contraposición de la vida (verso 11) y de la
que tú/querí/as retener/en sue/ños (versos 4 y 6) nada (verso 12) están marcados por acentos, haciendo que
2 2 4 2 la significación de las correspondencias semánticas sea
más intensa (yunques, crisoles/polvo, viento).

244 245
3.2. Correspondencias fónicas labas, el ritmo es muy regular y rotundo, especialmente
en los versos en que predomina el grupo acentual del
Como se sabe, las recurrencias fónicas (la rima, las yámbico puro 2 + 2, que impone una tonalidad vigorosa,
asonancias internas, las aliteraciones, etc.), juntamente insistente, de marcha lenta, poniendo así en relación los
con las recurrencias rítmicas, constituyen elementos esen­ efectos sonoros y la emotividad del lenguaje: ¿Y ha de
ciales de la armonía poética. La rima hace más intensa la morir contigo el múndo mágo (1), la blánca sombra del
combinación armónica. Como ya se dijo, esta composi­ amor priméro (4), ¿Y ha de morir contigo el múndo túyo
ción es una silva arromanzada; por lo tanto, sólo los ver­ (9), la viéja vida en orden túyo y nuévo? (10).
sos pares poseen rima asonante ene - o. Como informa­
ción complementaria diremos que este tipo de silva es
muy frecuente en la poesía de A. Machado. Algunas de las
asonancias son atenuadas (recuerdo : primero : cielo). En
los versos impares aparece una sola rima terminal mago :
mano. Son numerosas las asonancias internas (guarda (1),
blanca (4), alma (8, 11), trabajan (12); mundo (1, 9), puros
(3), tuyo (9, 10); amor (4), voz, (5), corazón (5); todos (7),
hondo (8), polvo (12); amores (7), orden (10), crisoles (11).
También hay que señalar las aliteraciones. Las más insis­
tentes son las nasales de los versos 1, 9 (morir contigo - el
mundo mago) que realzan la idea de morir, por ir asociada
la /m/ a este vocablo; igualmente el verso 4 está jalonado
de consonantes nasales (blanca sombra del amor primero):
las bilabiales iniciales Ivl, /p/ se hacen más perceptibles
por la homofonía en i: vieja, vida, viento (10, 12), para el
polvo y para (12); la fricativa alveolar /s/, (Los yunques, y
crisoles, 11). Entre los sonidos vocálicos los más recurren­
tes son la /aJ la blanca sombra (4), llegaron al alma, al (8);
la leí que querías retener en sueños (6); notemos la recu­
rrencia de la /i/ realzada por el acento, morir contigo (1,9);
la /o/ en los versos 7, 8 (todos los amores - llegaron al hon­
do cielo).
Como se puede ver, tanto las correspondencias rítmi­
cas como las fónicas son elementos de armonía verbal y
de especial pertinencia. Las regularidades rítmicas, las
asonancias y las aliteraciones no sólo realzan las pala­
bras clave y las frases que están en correspondencia si­
métrica, sino que son muy eficaces para hacer percibir el
acuerdo, la relación entre las significaciones y 1^ for­
mas, la red de conexiones o de oposiciones de los voca­
blos y las connotaciones. Por otra parte, como todas las
secuencias se reparten en grupos métricos de 2, 3 o 4 sí­

246
10
NOTAS AL LENGUAJE
DE LA POESÍA MODERNA EUROPEA

La poesía moderna arranca de la poesía simbolista, es­


pecialmente de Rimbaud y de Mallarmé. Reacciona contra
una corriente que subestimaba la forma en beneficio del
contenido. Todos los poetas postsimbolistas nos muestran
que la obra poética contiene una complejidad expresiva que
en un primer momento no siempre es comprendida. Desde
entonces los poemas se construyen mediante estructuras
lingüísticas de naturaleza objetiva, que producen en el lec­
tor un doble efecto de extrañeza y de desconcierto. Esta
novedad fascinante proviene especialmente de aquellos
recursos que constituyen el autolenguaje poético: las reite­
raciones, la metáfora, los símbolos, la ambigüedad, las aná­
foras, las elipsis, etc. La esencialidad poética se funda prin­
cipalmente en la magia verbal, y se llega a un hermetismo
como una reacción contra la quietud clásica. El hermetis­
mo es una característica válida para los grandes poetas mo­
dernos: Valéry, Apollinaire, Saint John Perse, Trakl, Rilke,
Benn, Eliot, Pound y otros. Tratan premeditadamente de
ser difíciles y a veces incomprensibles. La ruptura con la ar­
monía de la poesía clásica, promovida por el vanguardis­
mo, y, después del paréntesis existencial y protestario de
posguerra, por el neovanguardismo que en Europa aparece
a partir de la década de los sesenta, se explica como una di­
sonancia del espíritu, como manifestación del carácter con­
tradictorio que envuelve la vida del siglo xx.
La poesía hermética insiste en la concepción de la pa­
labra confundida con su función puramente formal, exen-

249
ta de su función objetiva y de emotividad personal. De ahí formas bellas, no está exenta de dureza y de brusquedades
la denominación de poesía pura, es decir, esencialmente sintácticas, de elipsis, de dislocaciones violentas, de inco­
lírica, absoluta, alejada de las realidades concretas. El poe­ herencias y de otras categorías negativas, propias, a juicio
ma se presenta como una creación de estructura autosu- de Dámaso Alonso, del arte poético moderno.
ficiente, plurisignificativa y fuera de los criterios y de las Todas las formas artísticas del siglo xx —poesía, pin­
categorías racionales. «La realidad —dice H. Friedrich— tura, música— más que hacerse entender mediante temas
es concebida fuera del orden del tiempo, del espacio, de y sentimientos normalmente aceptados, lucha por hacer
los elementos concretos o de los del alma.»1 El poeta re­ entender lo inapresable de los objetos por medio de su­
nuncia a los datos de la experiencia y al mundo afectivo. gestiones. Tal es la interpretación dada por H. Friedrich
La obra surge como un acto de creación intelectual con­ en estos términos: «se instaura una polisemia más evoca­
cebido mediante palabras que, aunque bellas, evitan los dora, la voluntad de hacer del poema algo autónomo que
matices de naturaleza sentimental, y se oponen a toda no se refiere más que a sí mismo, procurando que el con­
idea de armonía. Y así los poemas son brillantes por la so­ tenido sólo exista gracias a la lengua, a la imaginación ili­
noridad y la extrañeza que nos produce su lenguaje artifi­ mitada, al juego onírico irreal, sin que nunca se reproduz­
cioso, pero el rigor intelectual con que está elaborado im­ ca el mundo ni la sentimentalidad».2
plica oscuridad y un intento de encubrir los contenidos El valor de la poesía moderna no está en el tema, sino en
afectivos. la palabra considerada como elemento puro. El poeta libe­
La poesía moderna rehúye los elementos que no se jus­ ra a la palabra de toda traba, incluso la del contenido. La re­
tifiquen dentro de la función poética. Se produce también lación entre el fondo y la forma aparece con frecuencia de­
una ruptura con el sentido tradicional de la comunicación sintegrada. El equilibrio queda roto en favor de la expresión
poética, y así pueden surgir estructuras no determinadas y del rigor de la técnica. La libertad poética también con­
por el sentido del poema, a veces desprovistas de toda sig­ duce al desconcierto lingüístico al rechazar las normas gra­
nificación. Esta ruptura con lo habitualmente esperado maticales y las estructuras sintácticas. Como ya se dijo, la
tiene su razón de ser en una nueva intensidad poética que ruptura con las formas tradicionales está ligada a la con­
refleja las múltiples significaciones y matices del objeto. La ciencia de las contradicciones que pesan sobre el hombre
poesía se adelantó a la música y a la pintura en romper con moderno. En consecuencia, la lengua se abre a todos los
la estética clásica, con la división de la antigua retórica en­ elementos capaces de crear tensión, intensidad y compleji­
tre fondo y forma, con el hábito de la significación lógica. dad: hipérbaton, antítesis, elipsis, analogías léxicas, anaco­
Fue un intento por superar el lenguaje de carácter excesi­ lutos, cambios de funciones gramaticales, yuxtaposiciones,
vamente objetivo del realismo, y por buscar una mayor in­ expresiones ambiguas y plurivalentes, suspensión, acumu­
tensidad de los matices. Los poetas modernos intentan re­ lación de términos (a veces sin relación lógica), símbolos,
solver las contradicciones y angustias del siglo xx a través imágenes.
de un lenguaje más libre, mediante signos, alusiones e imá­ Debemos subrayar que en la poesía contemporánea las
genes que constituyen verdaderos símbolos del mundo imágenes adquieren nuevos valores. Para acceder a la
irracional y de la angustia. El carácter contradictorio de transformación de la realidad el poeta se aplica a la crea­
nuestro tiempo contribuye a dar un sentido extraño a la ex­ ción de imágenes nuevas. La tendencia sintética e intelec­
presión poética moderna. Aunque esta poesía descubrido­ tual ha aportado la imagen abstracta. La expresión del in­
ra de lo nuevo, de lo irracional y oscuro se complaceven las consciente ha dado la imagen surrealista, automática o
inventada. La expresión simbólica del mundo de la fanta-
1. H. Friedrich, Structures de la poésie modeme. Ed. Denoél, París,
1976. pág. 11. 2. Ibíd., pág. 193.

250 251
sía ya aparece mucho antes en William Blake. Pero a par louse-Lautrec: «À nôtre époque, il y a beaucoup d’artistes
tir de las teorías de Hartmann, de Schopenhauer, de Freucl qui font quelque chose parce que c’est nouveau; ils voient
y de Jung, tanto el dadaísmo como el expresionismo se dans ce fait d’être nouveau leur valeur et leur justification,
distinguen por la búsqueda de las fuerzas simbolizantes ils se trompent: le fait d’être nouveau est rarement l'essen­
de lo inconsciente y de lo imaginativo. tiel. Il n’y a qu’une seule chose qui compte: faire mieux
La destrucción de las formas estéticas tradicionales une chose en partant de ce qu’elle est».
conduce a una actitud de rechazo de los contenidos basa­ La espontaneidad queda sacrificada en beneficio de la
dos en lo objetivo y en la lógica. Y así la poesía denomina­ creación reflexiva. El lenguaje de creación exige una rigu­
da «pura» debe aparecer, en palabras textuales de Pedro rosa elaboración formal que le distancia de la expresión
Salinas, «poco cargada de temas y de objetos a fin de que romántica de fácil inspiración. Esta conciencia estilística,
el movimiento creador de la lengua disponga de libertad». largamente madurada, concierne a la mayor parte de los
Desde el simbolismo al vanguardismo y al neovanguardis- poetas de nuestra época: García Lorca, T. S. Eliot, Paul Va­
mo el arte se distingue por la búsqueda de un lenguaje léry, Reverdy, G. Benn. Y aunque Henri Micheaux se rebe­
trascendental «puro», encaminado a provocar, a sorpren­ ló contra esta voluntad de estilo —«la voluntad, muerte
der al lector, con un sentido crítico de romper con la nor­ del arte»— y consideraba que el secreto de la poesía esta­
ma de lo objetivo, de lo lógico, y descubrir el valor suges­ ba en una fuerza superior de inspiración y divinación, sus
tivo de las cosas y el influjo de las fuerzas irracionales. extrañas experiencias poéticas están expresadas mediante
Ninguna forma artística contemporánea ha escapado de un lenguaje original y a veces hermético, de igual modo
esta ruptura con lo racional, puesto que en todas las artes que sus dibujos y su pintura. Otro tanto puede decirse de
domina la tendencia hacia la expresión del mundo irra­ los poetas surrealistas que proclamaban la necesidad
cional. Y así la pintura se decide por la simplificación de de hacer poesía para todos, y centraban la inspiración en
la forma y por la abstracción, y prescinde de elementos la escritura espontánea y automática del mundo de los
que permiten un reconocimiento fácil de la realidad, co­ sueños y de los estados psíquicos irracionales con ausen­
mo la perspectiva y el claroscuro, reteniendo de ella sólo cia de toda preocupación estética. Pero lo cierto es que la
las sugestiones cromáticas y formales. Pero esta búsqueda búsqueda de las experiencias extrañas ha terminado por
de la sugestión y del efecto de choque, que, como quedó reconocer el valor de la creación estética hecha de esfuer­
dicho, caracteriza a todo el arte contemporáneo, aparece zo y de artificio, a pesar de la influencia, durante mucho
primero en poesía. Después de Mallarmé, ésta se distingue tiempo incontestable, de la actitud teórica de André Bre­
por elaborar un lenguaje en el lenguaje, que, en expresión ton, que interpretaba las imágenes surrealistas como ha­
de Paul Valéry, «tiende a construir el discurso de un ser llazgos espontáneos de la mente.
más puro, más poderoso y más profundo en sus pensa­
mientos». El objeto de la poesía es la superación de lo or­
dinario, es un revulsivo entre el mundo trivial de fuera y el
mundo intenso de dentro. Pero, a pesar del hermetismo,
los buenos poetas no se proponen desviarse de los demás,
de los lectores, porque la novedad, la extrañeza solamen­
te, no es la razón de la belleza de la creación artística. La
novedad no es lo esencial en poesía, sino la intensidad «y
la sensación de plenitud muy diferente de los sentimientos
que despierta en nosotros la poesía del pasado, incluso la
más grande», como bien dice Eliot. También lo dijo Tou-

252 253
11
JUAN RAMÓN JIMÉNEZ
DIOS DESEADO Y DESEANTE

Texto:

Los pájaros del aire


se mecen en las ramas de las nubes,
los pájaros del agua
se mecen en las nubes de la mar
5 (y viento, lluvia, espuma, sol en torno)
como yo, dios, me mezco en los embates
de ola y rama, viento y sol, espuma y lluvia
de la conciencia mecedora bienandante.

(¿No es el goce
10 mayor de lo divino de lo humano
el dejarse mecer en Dios, en la conciencia
regazada de Dios, en la inmanencia madreada,
con su vaivén seguro interminable?)

Va y ven el movimiento
15 de lo eterno que vuelve, en ello mismo
y en uno mismo;
esa órbita abierta
que no se sale de sí nunca, abierta,
y que nunca se libra de sí, abierta,
20 (porque)
lo cerrado no existe en su infinito
aunque sea regazo y madre y gloria.

Juan Ramón Jiménez, Dios deseado y deseante,


17. (Ed. Aguilar, Libros de poesía,
Madrid, 1972, pág. 1316-1317.)

255
Observaciones la muerte, a la angustia y tristeza existencial, que constitu­
yen los temas principales de su primera etapa poética. Y
Este poema, que figura con el número 10 de Animal de así consideró que el secreto de la poesía estaba en una
fondo (1948), ilustra la corriente renovadora de la poesía fuerza superior de inspiración, en tender hacia un más allá
juanrramoniana, iniciada con La estación total con las de la existencia humana. Esta concepción de la poesía exi­
canciones de la nueva luz (1923-1936) y que culmina con los gía al poeta un rigor intelectual y un lenguaje reflexivo pa­
poemas de Dios deseado y deseante (1949). En general, ra sus especiales experiencias místicas, que le alejaban de
los libros que Juan Ramón escribió en torno a estos años la expresión sensitiva e intimista de sus primeros libros.
reflejan la influencia que ejerció sobre él la tendencia do­
minante de la poesía moderna, poesía difícil y a menudo
hermética, como ya se dijo en las notas anteriores. Juan 1. Comentario semántico
Ramón rompe con la poesía de las realidades concretas y
con la poesía sensitiva de su primera etapa, para intelec-
tualizarse y hacerse oscuro. 1.1. Nivel léxico-semántico
El tema de Animal de fondo es el encuentro emociona­
do del poeta con su idea de Dios, y, en consecuencia, de su El sentido del poema es claro, aunque contiene ideas
experiencia mística, también particular, provocada por la filosóficas bastante oscuras y complejas. El título Esa ór­
contemplación del mar, con el que él se comunica, por bita abierta anuncia ya cierto contrasentido, pues la órbita
gracia especial, como si se tratara del mismo Dios. El pro­ es una curva cerrada. En su última etapa poética, Juan
pio poeta definía así la evolución de su poesía: «... al final Ramón Jiménez estaba tan penetrado de la idea del pan­
de la (etapa) segunda, cuando yo tenía unos cuarenta teísmo acosmista que no podía evocarla sin experimentar
años, pasó dios por mí como un fenómeno intelectual, las emociones más intensas, desde el entusiasmo hasta la
con acento de conquista mutua, ahora, que entro en lo pe­ identificación con Dios y el éxtasis, como vemos en este
núltimo de mi destinada época tercera, que supone las poema. Aquí el poeta se siente unificado con la sustancia
otras dos, se me ha atesorado dios como un hallazgo». Del divina (como yo, dios, 6), y se define como contenido de
recuerdo de su comunicación con Dios saldrá al año si­ conciencia divina me mezco en los embates... de tu con­
guiente, el libro Dios deseado y deseante. Estos dos libros ciencia (6-7), dejarse mecer en dios, en la conciencia rega­
surgen como un acto de creación intelectual, y rompen zada de Dios (11-12). El panteísmo implica la inmanencia
con el sentido tradicional de la armonía poética, y, en ge­ de Dios, es decir, que la divinidad está contenida en el
neral, de las formas estéticas tradicionales, como veremos mundo (en la conciencia regazada de Dios, en la inmanen­
a lo largo del comentario. Pero nunca se llega a una rup­ cia madreada 11-12). Si el hombre es un elemento de la
tura total, como sucede con la poesía irracional, surrealis­ substancia divina, su verdadero fin es el amor a Dios (el
ta y con la poesía pura o intencionadamente oscura. La goce mayor de lo divino de lo humano, 9-10), transformar­
oscuridad de Animal de fondo y de Dios deseado y desean­ se en él (dejarse mecer en dios, 11). Para J. R. Jiménez, lo
te, aunque se alinean en la moda de su tiempo, por una esencial de la substancia divina es el movimiento, lo que le
parte proviene de lo inefable de la experiencia mística, y acerca a la teoría del monismo (con su vaivén seguro inter­
por otra, de la búsqueda de un lenguaje más profundo e minable. Va y ven, el movimiento de lo eterno, 13-14). La ac­
intelectual, pero no, como opina Sánchez Barbudo,, «del tividad es eterna (el movimiento de lo eterno) y constante,
gusto por la oscuridad misma». Dichos libros son un es­ que retoma en su inmanencia y unidad (que vuelve, en ello
fuerzo de Juan Ramón Jiménez por encontrar una solu­ mismo y en uno mismo, 15-16). Esta interpretación hace
ción al temor de la descomposición de la conciencia tras pensar en la del Eterno Retomo de Nietzsche, para quien

256 257
el Universo es «una fuerza finita y constante que se desa­ ción del nombre, por medio del artículo definido, es cons­
rrolla en un espacio finito y según un devenir en donde to­ tante en los cuatro primeros versos que hacen referencia a
do se repite». Pero entre uno y otro hay diferencias esen­ la naturaleza (los pájaros del aire, 1; las ramas de las nubes,
ciales. Nietzsche se basa en el principio de la finitud de la 2; los pájaros del agua, 3; las nubes de la mar, 4). En el ver­
fuerza para excluir la idea creadora de la divinidad, y en el so 5 los sustantivos aparecen como simples acumulacio­
carácter cíclico de esa energía, es decir, que se repite ne­ nes sin determinante alguno; en el verso 6 se suceden por
cesariamente, siempre en devenir, y, por lo tanto, no se
parejas, pero tampoco llevan artículo. El empleo de sus­
puede equiparar con la substancia. Para Juan Ramón Ji­ tantivos sin artículo, en acumulaciones asindéticas o sin-
ménez, en cambio, Dios es el principio del conocimiento
déticas, se utiliza en la poesía moderna para acrecentar el
(conciencia), la fuerza creadora y la razón de todo (con­ valor emocional del sustantivo. El pronombre personal yo
ciencia regazada de Dios, inmanencia madreada, 11-12).
(6) y el adjetivo posesivo tu (8) son los únicos elementos
Juan Ramón se esfuerza en definir a Dios como acción, de individualización, los únicos casos de personalización
movimiento, es decir, causa inmanente de todo lo que que hacen referencia a un sujeto (el poeta) y a un destina­
existe (el movimiento de lo eterno que vuelve, en ello mismo
tario (Dios).
y en uno mismo, 14-16). Pero la fuerza causante del movi­ La segunda estrofa rompe con la descripción exterior
miento, del devenir, es infinita, tal como lo expresan los
e interior y con el tono confidencial de la primera estrofa,
vocablos antitéticos órbita abierta (17), es decir, devenir de y sorprende al lector con una reflexión intelectual, en for­
todo lo posible, y no circular o cerrada, porque el número
ma interrogativa y entre paréntesis, sobre la voluntad del
de cosas producidas en lo cerrado no es infinito (versos alma (lo divino de lo humano, 10) de adherirse a Dios, de
20, 21), aunque sean eternas por la ley de la constancia.
gozar de Dios (el dejarse mecer en dios, 1). Consecuente­
Es evidente que estamos ante una poesía intelectual de mente, todos los sustantivos (y sustantivaciones) son abs­
forma rigurosa. El poeta se aleja de lo objetivo, de lo sen­
tractos (goce, 9; lo divino, lo humano, 10; dios, conciencia,
sitivo, de lo inmediato de la condición humana, y escruta 11; inmanencia, 12\ vaivén, 13). El desbordamiento nomi­
mediante la razón especulativa los atributos de la divini­
nal se observa sobre todo en las expansiones circunstan­
dad. (Véase lo dicho sobre las dos direcciones de la poesía ciales yuxtapuestas (en dios, en la conciencia, en la inma­
en las Notas de la poesía moderna que preceden a este co­
nencia, 11-12).
mentario.) Esta meditación especulativa se realiza me­ La tercera estrofa enlaza con la anterior al interpretar
diante un lenguaje trascendental, como se puede ver. Sin cómo se manifiesta el ser de Dios (vaivén interminable,
embargo, la primera estrofa presenta un lenguaje poético 13), es decir, como actividad incesante (el movimiento de
convencional de la descripción de la emotividad. Pero no
lo eterno que vuelve, 14-15), según quedó dicho. Por su ca­
se trata de una descripción realista y particularizante, si­ rácter metafísico es la estrofa más difícil de todo el poe­
no simbólica. Y así aunque los vocablos, predominante­ ma. Se excluyen las palabras no esenciales, como elemen­
mente concretos, hacen referencia a la realidad natural tos de adorno, de intensificación de la emoción, de enlace,
(pájaros, 1, 3; aire, 1; ramas, 2; nube, 2, 4; agua, 3; mar, 4; etc. A este respecto, podemos ver cómo el autor duda de la
viento, lluvia, espuma, sol, 5) tienen otra función que la
necesidad de la utilización de la conjunción causal (por­
simple enunciación descriptiva; son signos de la transfor­
que, 20), y, por eso, la pone entre paréntesis formando un
mación interior que experimenta el poeta, de su identifi­
verso; de este modo, siendo sólo un elemento de enlace sin
cación y abandono en Dios (como yo, dios, 6). De estg mo­ relieve rítmico, pasa a ser un elemento de fuerte ruptura
do el lenguaje de la metamorfosis, de la unión con Dios se
en el equilibrio de los versos de esta estrofa. Este esfuerzo
articula con el precedente (me mezco en los embates de ola por llegar al concepto divino se distingue por el uso pre­
y rama, viento y sol, espuma y lluvia, 6, 7). La determina­
dominante de sustantivos abstractos y de sustantivacio-

258 259
nes, propios de la especulación (movimiento, 14; lo eterno, presentativos, que al mismo tiempo valen para evocar el
15; órbita, 17; su infinito, 21; regazo y madre y gloria, 21). paisaje del alma del poeta. Tanto las vivas metáforas que
En cuanto a los verbos diremos que el poeta tiende a abren el poema (versos 1-4) como la acumulación de tér­
prescindir de ellos. Es un poema construido más bien en minos, que también es un medio de intensificación de la
torno al sustantivo. En la primera estrofa sólo aparece el emoción (y viento, lluvia, espuma, sol en tomo, 15), son
verbo reflexivo mecerse (2, 4, 6). En la segunda estrofa hay simbólicos, ya que se corresponden con las impresiones
un verbo copulativo (es, 9) y una perífrasis en infinitivo sus­ del alma, es decir, Dios. Los elementos descriptivos enu­
tantivada (el dejarse mecer, 11). En la estrofa tercera, entre merados y el poeta coinciden (como yo, dios, me mezco en
los elementos nucleares de la oración, el verbo es el que me­ los embates de ola y rama, viento y sol, espuma y lluvia, 6-
nos abunda. Con exclusión de va y ven (14), usado como 7). Las repeticiones de palabras no sólo cumplen una fun­
sustantivo en el verso precedente, que figura ahora con sus ción informativa, sino también afectiva o emotiva. En es­
componentes verbales separados, sólo hay un verbo de ac­ ta estrofa es muy frecuente la repetición de la misma
ción vuelve (15), dos que indican proceso (se sale, 8; se libra, palabra (los pájaros, 1,3; se mecen, 2, 4; nubes, 2, 4; viento,
19), otro, existencia existe (21) y un copulativo sea (22). 5, 7) o del mismo grupo de palabras aunque con el orden
invertido en los versos 5 y 7.
En la segunda estrofa el medio de modalización más
1.2. Significación emotiva de las palabras relevante que expresa emotividad es la interrogación que
la abarca totalmente. El efecto de intensificación también
Como dijimos, este poema es un acto de creación inte­ se manifiesta por medio del adjetivo comparativo mayor
lectual, y, por lo tanto, se prescinde de palabras de natura­ (10). En la acumulación de expansiones circunstanciales
leza afectiva. Esto es claro para la segunda estrofa y, sobre (en dios, en la conciencia, en la inmanencia, 11-12) hay sig­
todo, para la tercera. Pero en la primera el poeta no evita nos de vehemencia afectiva. La tercera estrofa, como se
la emoción en la contemplación de su identificación con la dijo, es de contenido más abstracto y absoluto. Desapare­
esencia divina, ni rompe con la armonía poética tradicio­ cen las referencias personales y las circunstancias preci­
nal. Los cinco primeros versos desarrollan una doble refe­ sas. El poeta renuncia a los matices sentimentales. Sólo la
rencia a lo real y a lo imaginario, mientras que los tres si­ estructuración repetitiva por la recurrencia, léxica y fóni­
guientes, que forman el término de la comparación, se ca, de la palabra abierta (17, 18, 19) podría ser signo de
refieren al tema de la metamorfosis, de la deificación. En emotividad.
los primeros versos aparecen todas las palabras que de­
signan objetos comunes (pájaros, aire, ramas, nubes, agua,
mar) y representan una descripción del mar, cargada de 1.3. Las desviaciones semánticas y otras figuras
emoción. Las imágenes, las construcciones recurrentes,
las repeticiones y acumulaciones de vocablos, son los me­ Los ocho versos que constituyen la primera estrofa for­
dios de que se vale el poeta para la expresión de la emo­ man una larga comparación, que constituye el eje de la
ción de sentirse mecido en Dios. También la comparación identidad del ser interior con el exterior. El primer período
es un medio de intensificación o de evaluación. Toda la es­ se abre con dos bellas imágenes en paralelismo, que dan
trofa es una comparación que sirve de eje para la identifi­ mucha viveza y ritmo a los versos. Cabe señalar el sentido
cación del ser interior del poeta con el universo exterior, metafórico de se mecen (2, 4) y la metáfora que le sigue en
en este caso con el mar. Por lo tanto, toda ella está teñida uno y otro verso (se mecen en la ramas de las nubes, / se me­
de subjetividad y de emotividad. Y así la descripción que cen en las nubes de la mar, 2,4). Son metáforas denomina­
hace del mar está hecha con elementos restringidos y re­ das de genitivo apuesto. Una y otra sorprenden por la se­

260 261
posición. La ausencia de determinante no sólo acrecienta
lección de los seres y aspectos más dinámicos, aéreos, del
el valor emocional del sustantivo, sino que, al mismo tiem­
mundo exterior (pájaros, aire, se mecen, nubes), por la or­
po, es interpretable como un matiz de la representación
denación cruzada de algunos términos componentes de la
pan teísta, de la divinidad universal.
repetición, a modo de quiasmo, (en las ramas de las nubes /
Conciencia lleva un modificador metafórico (mecedora,
en las nubes de la mar), y también por la doble repetición
8), derivado del único verbo de la estrofa que aparece repe­
anafórica, de forma alterna, en los cuatro primeros versos.
tido en la misma forma en el primer elemento de la compa­
Hay que destacar los matices brillantes que sugieren todas
ración (se mecen), y en el segundo en distinto tiempo (me
estas palabras (aire, ramas, nubes, agua, mar), y un doble
mezco, 7). La variación verbal va precedida de una varia­
movimiento, de abajo arriba (pájaros en las ramas de las
ción pronominal se mecen - me mezco, figura que los trata­
nubes) y de arriba abajo (pájaros en las nubes de la mar),
distas denominan poliptoton. La repetición del verbo mecer
simbolizando así la unidad del universo exterior.
(mecen, 2,4; mezco, 6; mecer, 11) y del derivado mecedora, 8,
Las acumulaciones de términos asindéticas o sindéti-
sirve para influir intelectualmente sobre el lector, remitien­
cas son una característica muy frecuente en este poema y,
do insistentemente a la noción de actividad creadora, mo­
en general, en la poesía moderna. Son un recurso para
vimiento eterno de la esencia divina, que es una de las
crear intensidad, tal como acontece en el verso 5 (y viento,
ideas que articulan todo el poema. A su vez, la frase de la
lluvia, espuma, sol en tomo), sin mucha relación con los
conciencia mecedora va seguida del modificador bienan­
elementos precedentes del predicado; más bien hay un
dante (8), que aún conserva el valor aspectual de durativo, y
efecto de ruptura con ellos. Por eso figura como paréntesis.
remite a la noción de afortunado, que tiene ventura.
El poeta sólo pretende expresar las sugestiones que a él le
La pregunta retórica de la estrofa segunda, que, como
produce el paisaje. También nos sorprende el contraste en­
dijimos, es una marca de modalización, por la entonación
tre la determinación de los sustantivos de los cuatro pri­
que requiere, le da al razonamiento viveza y expresividad.
meros versos, marcada por el artículo determinado, y la no
La larga imagen de los versos 11-13 encierra una referen­
individualización de los sustantivos del quinto verso, pre­
cia a la intensidad intelectual del poeta. De nuevo aparece
sentados sin artículo. De este modo se crea una tensión en
el verbo mecer en sentido figurado (dejarse mecer en Dios,
la expresión. En el período secundario de la comparativa
12) para la expresión de la unión del alma con Dios. Rega­
aparecen las únicas referencias personales de todo el poe­
zada, hecha regazo (conciencia regazada de Dios, 11-12) y
ma: yo (6) y el adjetivo posesivo de segunda persona tu (8).
madreada, hecha madre (inmanencia madreada, 12) son
El pronombre de primera persona va seguido de la aposi­
metáforas alusivas a Dios como principio orgánico de la
ción para indicar la identificación, la asimilación del poe­
Naturaleza. Madreada es una formación por analogía,
ta a Dios. Esta identificación se da en la intemporalidad,
pues el significado correcto de esta palabra no conviene al
favorecida por el empleo del presente de indicativo (me
contexto. El autor la forma de la voz etimológica matrix,
mezco, 6), y en la universalidad (de ola y rama, viento y sol,
«el vientre donde concibe la mujer, que llamamos Madre»
espuma y lluvia, 7), elementos naturales con los que coin­
(Diccionario de Autoridades). La imagen se prolonga con
cide la conciencia divina (de tu conciencia, 8). Esta acumu­
la frase preposicional con su vaivén seguro interminable
lación de nombres ordenada por parejas se articula con los
(13). Los adjetivos que modifican a vaivén remiten a la no­
referidos en el primer período comparativo, a excepción de
ción de Dios como lo único verdadero (seguro) e infinito
ola (7). Por lo tanto, no sólo hay una conexión formal entre
(;interminable). La sucesión de los dos adjetivos sin nexo
los dos elementos de la comparación, sino también urta co­
alguno ni pausa en la escritura es característica frecuente
nexión semántica que deriva de la interpretación simbóli­
ca de la realidad exterior. La indeterminación es patente en en la poesía moderna.
La tercera estrofa, como se dijo, es la más difícil: voca­
estos grupos binarios nominales que se suceden en vuxta-

263
262
blos abstractos, elipsis, expresiones antitéticas, acumulacio­ temporales y espaciales. La realidad es concebida fuera
nes, aposiciones, repeticiones, nexos aislados, expresiones del orden del tiempo y del espacio. Se abandonan las for­
ambiguas o plurivalentes. Pero, a pesar de todos estos ele­ mas convencionales de la afectividad y de lo descriptivo.
mentos de cierta complejidad, propia del lenguaje trascen­ Esta modernidad hemos podido observarla en los ras­
dental, el ritmo logra representar la imagen mental del gos estudiados de este poema, aunque en la primera es­
movimiento incesante de esa órbita abierta, infinita. La co­ trofa no se rompe totalmente con los elementos líricos
herencia de la estrofa está favorecida por el empleo inicial de convencionales, como ya se dijo, y, consecuentemente, po­
va y ven, que, aunque con distinta forma gramatical, consti­ demos ver el empleo de las formas verbales reducido al
tuía el elemento nuclear del último verso de la estrofa prece­ presente, cuya acción en la primera estrofa, por coincidir
dente. La expresión contradictoria órbita abierta (un modo, el tiempo en que se expresa el poeta, denominamos pre­
quizá, de designar lo inconcebible) estructura toda la estro­ sente actual (se mecen, 2, 4; me mezco); distinguimos el
fa. Al sema de órbita hacen referencia que no se sale de sí presente durativo para las acciones que indican perma­
nunca y que nunca se libra de sí. El otro término opuesto nencia en su duración (vuelve, 15; se sale, 18; se libra, 19);
abierta se repite al final de los versos 16, 17, 18 (epífora), que el presente intemporal aparece en la segunda estrofa (es,
traduce el desbordamiento afectivo del poeta. Por otra parte, 9) y en la tercera (existe, 21). A pesar de que la significa­
los numerosos paralelismos (en ello mismo - en uno mismo; ción aspectual de los verbos volver y salir es generalmente
que no sale de sí nunca, abierta - que nunca se libra de sí, perfectiva, en el contexto toman aspecto imperfectivo,
abierta) y las dos largas frases en aposición (versos 14-16; 17, pues indican acciones de duración ilimitada; por ello los
19) en función explicatica de va y ven, dan a la expresión clasificamos no como presentes actuales, sino durativos.
poética un nivel sostenido. La ruptura o disonancia la pro­ En lo que atañe a se mecen (2, 4) podría apreciarse algún
duce el verso 20, constituido por el nexo causal porque, significado incoativo por efecto del pronombre reflexivo.
provocando en el espíritu del lector más bien tensión que
quietud. La antítesis que subyace en toda esta estrofa vuelve
a encontrarse en lo cerrado (21) que se contrapone a abierta. 2.2. Sintaxis
El poema termina con una acumulación coordinante (regazo
y madre y gloria), aunque los dos primeros miembros podrían Las estructuras sintácticas varían en cada estrofa, se­
aparecer como pareja de sinónimos por su identidad signifi­ gún el grado de abstracción que va adquiriendo la refle­
cativa, y gloria sería su complementario figurado. Además de xión. La dicha procurada por la contemplación de la natu­
la función de sentido figurado y de la plurivalencia sintácti­ raleza y la aplicación de lo universal sobre sí mismo
ca, dichos vocablos tienen una función de coherencia en el constituyen el tema de la primera estrofa. Esta doble ten­
poema al remitir al concepto de conciencia divina (regazada, dencia, de lo afectivo a lo reflexivo, de la sensación a la in­
madreada) expresado en la estrofa anterior (verso 11-12). telección, se caracteriza por una sintaxis bien articulada,
que contribuye a dar al texto una progresión de lo concre­
to a lo abstracto. Toda la estrofa es una oración que se ca­
2. Comentario morfosintáctico racteriza por presentar una estructura bipolar comparati­
va. El primer elemento (el principal según la gramática
tradicional) está constituido por dos proposiciones yuxla
2.1. Las formas verbales • puestas que aparecen en riguroso paralelismo, y una 11 a .c
incidental (verso 5), de verbo impersonal elidido (Iniv) con
La poesía moderna, como quedó dicho, tiende a evitar enlace coordinado copulativoy, para describir la realidad
los elementos concretos de la realidad, las circunstancias más próxima al poeta. El segundo elemento esla man ado

264 265
es un procedimiento de nuestra gramática para designar un
por el nexo como que desarrolla una proposición compa­
concepto o un nombre abstracto. Como se dijo en los apar­
rativa. El esquema repetitivo de las dos primeras proposi­
tados anteriores, lo divino de lo humano se refiere al alma.
ciones genera una serie de paralelismos (determinante +
La estrofa final implica alguna oscuridad, por el rigor
+ nombre + complemento del nombre) en los sujetos (Los
intelectual con que está elaborada. No siempre se siguen
pájaros del aire - los pájaros del agua) y en los respectivos
las normas de la gramática, ni la oración aparece con cla­
predicados (verbo reflexivo + complemento circunstancial
ridad regida por un sujeto, un objeto o un atributo y unas
+ sintagma preposicional) se mecen en las ramas de las nu­
formas verbales. Toda la oración es una aposición de la pa­
bes - se mecen en las nubes de la mar. El sujeto del segundo
labra va y ven (14) y de dos palabras movimiento (14) y ór­
período oracional va seguido de una exposición explicativa
bita (17) que se alargan con determinantes, con modifica­
(yo, dios, 6), y el complemento circunstancial (en los emba­
dores y con expansiones de relativo y circunstanciales, y en
tes) va seguido de una sucesión de parejas de sintagmas
la cual, por lo tanto, no figura el verbo principal. El primer
preposicionales (de ola y rama, viento y sed, espuma y llu­
elemento de la aposición, como dijimos, es va y ven, que
via), ellos mismos seguidos de un complemento del nom­
aparece descompuesto en sus vocablos simples. A pesar de
bre (de tu conciencia) acompañado de los adjetivos modifi­
cadores (mecedora, bienandante). estar escrito en esta forma, no se puede interpretar como
una pareja de verbos, porque estas formas verbales, en
La segunda estrofa es de transición (por eso, en la escri­
coordinación copulativa, son incompatibles gramatical­
tura figura como algo incidental que va entre paréntesis)
mente, y porque la aposición implica idéntica categoría
hacia la abstracción dominante en la estrofa tercera. Es una
gramatical de los dos elementos yuxtapuestos. Por lo tan­
reflexión del poeta sobre la dicha de dejarse mecer en la
to, va y ven debe considerarse como nombre, que es la ca­
substancia divina. Los cinco versos de la estrofa constitu­
tegoría a la que pertenecen los otros miembros de la aposi­
yen una oración enunciada en forma interrogativa. El suje­
ción (movimiento y órbita). No está clara la explicación de
to va pospuesto al predicado nominal, y es de cierta com­
la formación compuesta de vaivén. Según P. Coraminas
plejidad por las expansiones circunstanciales que lleva la
parece tomado del catalán vaivé (ve, en catalán, es la 3a
perífrasis verbal dejarse mecer, aunque dejarse también pue­
persona del presente del indicativo de venir); por lo tanto,
de analizarse como verbo de significación plena y, en este
la segunda forma verbal ven sería una castellanización
caso, mecer sería su complemento directo. El núcleo del su­
errónea. Es de suponer que J. R. Jiménez ha escrito de for­
jeto es la perífrasis en infinitivo, que está sustantivada por
ma separada esta palabra compuesta por razones de ritmo,
medio del artículo (el dejarse mecer) y que va seguida de dos
donde predominan los grupos binarios (va y ven; en ello
expansiones circunstanciales, una de lugar ternaria (en
mismo y en uno mismo; que no se sale de sí y que nunca se
dios, en la conciencia de Dios, en la inmanencia, 11-12), que,
libra de sí), y también porque estaba de moda permitirse
además, los núcleos de los dos últimos sintagmas van
ciertos usos que se apartaban de la norma gramatical.
acompañados de participios adjetivados (regazada, 12; ma­
El segundo miembro de la primera aposición (movi­
dreada, 12); y otra de valor modal (con su vaivén) seguida
miento) lleva como modificadores un complemento del
también de una pareja de adjetivos calificativos (seguro in­
nombre, por sustantivación del adjetivo eterno, y una pro­
terminable, 13). El núcleo del predicado nominal es goce
posición de relativo (que vuelve, 14) con dos sintagmas cir­
(11) que lleva artículo determinado por la selección que im­
cunstanciales simétricos coordinados (en ello mismo y en
plica el adjetivo en grado comparativo mayor (10), cuyo tér­
uno mismo, 15-16). Ello opera como deíctico o anafórico
mino de comparación es de lo divino de lo humano (1Q). Es­
del concepto abstracto que acaba de ser anunciado (el mo­
ta forma de determinar la cualidad (artículo el + adjetivo en
vimiento de lo eterno). La segunda aposición, yuxtapuesta a
grado comparativo + de) también se le denomina superlati­
la primera, tiene como núcleo nominal órbita que se alarga
vo relativo. La sustantivación por medio del artículo neutro

266 267
hasta el final de la estrofa mediante los siguientes modifi­ con perfecta regularidad, formando grupos de 7 + 4 síla
cadores: el adjetivo calificativo abierta (17), que se repite al bas (versos 2, 4, 5, 6). El hecho de que todos presenten
final de los dos versos siguientes, y la pareja de proposicio­ acentos rítmicos en la segunda y sexta sílabas (endecasí­
nes de relativo formando versos en paralelismo (18, 19); el labos heroicos), acentúa la uniformidad rítmica de la es­
adjetivo, en aposición, abierta (18), que aparece repetido en tructura por establecerse una estructura rítmica semejan­
el v. 19, da lugar, a su vez, a dos proposiciones subordinadas te entre los primeros grupos de los endecasílabos y los dos
adverbiales que cierran el poema. Porque, constituyendo heptasílabos (1,3).
incidentalmente un verso, introduce la subordinada causal Esta estructura rítmica realza los numerosos parale­
que se desplaza hacia lo abstracto mediante dos sustan- lismos sintácticos y las correlaciones léxicas, ya señalados
tivaciones {lo cerrado - en su infinito, 21). La segunda en otro apartado:
sustantivación se vale de un procedimiento gramatical in­
sólito (posesivo + adjetivo), explicable por analogía con la se me / cen en las ra / mas de las nu / bes (verso 2)
sustantivación por medio del artículo {el infinito) o quizá, 2 4 4
por analogía con la sustantivación, propios de la expresión se me/cen en las nu/bes de la mar (verso 4)
coloquial, en que se omite el sustantivo {se fijó en su more­ 2 4 4
no). La otra subordinación, con enlace concesivo {aunque, (yvien/to, llu/via, espu/ma, sol/en tor/no) (verso 5)
13), entraña alguna ambigüedad, ya que semánticamente 22222
va asociada al núcleo nominal {órbita) con sus modificado­
res abierta + expansiones de relativo, señalando el cumpli­ como yo, / dios me mez / co en los emba / tes (verso 6)
miento de lo expresado en él a pesar de la objeción conteni­ 3 3 4
da en la subordinada, pero gramaticalmente parece
guardar relación con la subordinada que le precede. En el En el verso se mezclan acentos rítmicos del endecasí­
atributo de la proposición concesiva se produce una ampli­ labo heroico con los del sáfico, dando lugar al grupo recu­
ficación por acumulación coordinada {regazo y madre y glo­ rrente 2 + 2. El 6 es melódico, pero la sílaba cuarta lleva
ria) de escasa compatibilidad semántica entre los dos pri­ un acento secundario, que por ir en sílabas consecutivas
meros términos y el último; como ya se indicó, regazo y es antirrítmico. El verso 7 es dodecasílabo con pausa in­
madre podrían considerarse como pareja de sinónimos, terna en la séptima sílaba, formando grupos de 7 y 5 síla­
y gloria, en sentido figurado, su complementario. bas y unidades rítmicas homogéneas (1+2+2+2+2+2). El
verso 8 es tredecasílabo con grupos acentuales iguales (4 +
+ 4 + 4). El ritmo de los heptasílabos es 2 + 4. Como se
3. Las estructuras del verso puede observar, la distribución de los acentos en esta pri­
mera estrofa da lugar a unidades rítmicas que se suceden
regularmene (2 + 4 + 4) o con una variación al comienzo
3.1 .La expresión rítmica del primer grupo (4 + 4 + 4, v. 8), o formando grupos acen­
tuales menores e iguales (2 + 2 + 2 + 2 + 2, versos 5, 7). La
Los versos no presentan ni forma regular ni rima, pero evidente homogeneidad métrica se rompe en la segunda
poseen un ritmo bien perceptible. Estamos ante un poema estrofa, que es de transición entre la primera, de lenguaje
de verso libre, aunque los versos aparecen agrupados en más concreto y de ritmo sugestivo, y la tercera, de lengua­
estrofas con predominio de los endecasílabos. Los seis je abstracto y esencial.
primeros versos poseen un ritmo de gran regularidad, ya A pesar de la densidad conceptual, la última estrofa
que todas las secuencias de los endecasílabos se reparten también posee un ritmo de regularidad apropiada para

268 269
evocar la idea que de la eternidad tiene el poeta, particu­ Señalemos, en fin, que todos los vocablos y expresio­
larmente los versos 14-15, 19 y 21. Coinciden, pues, ritmo nes que significan movimiento, eternidad e infinitud, pa­
y pensamiento. Todos los endecasílabos son melódicos, labras clave en esta estrofa, van reforzados con acentos
excepto el del verso 18, que es sáfico, y, en consecuencia, rítmicos (va y ven, movimiento, 4; eterno, vuelve. 15; órbi­
todas las secuencias se reparten en grupos acentuales de
ta abierta, 17; sale de sí nunca abierta, 18; nunca se libra de
2, 3 o 4 sílabas (3 + 3 + 4, versos 15, 19, 21, 22) o (4 + 4 + 2,
si abierta, 19; infinito, 21). Por último, mencionamos co­
verso 18) o 2 + 4 sílabas (verso 14):
mo signos de coherencia y valoración del conjunto del
poema los acentos rítmicos de regazo y madre que guardan
Va y ven / el movimien/to
2 4 relación semántica con los participios adjetivados regaza-
da-madreada (12) de la segunda estrofa.
de lo eter / no que vuel/ve, en ello mis/mo
3 3 4
que no se sa / le de sí nun / ca, abier/ ta 3.2. Correspondencias fónicas
4 4 2
Aunque son versos sin rima, las homofonías de fin de
y que nun / ca se li/bra de sí, abier/ta
verso e internas, juntamente con las aliteraciones, produ­
3 3 4 cen un efecto de rima. Y así en la primera estrofa hay aso­
lo cerra / do no exis / te en su infini / to nancia final en aire - embates- bienandante; agua - mar, y
3 3 4 alguna homofonía interna (lluvia -espuma, 5). Las alitera­
ciones más perceptibles son las nasales de los versos 2,4,
6, 8 (mecen, ramas, nubes (2), mecen nubes mar (4), corno
Así como hay elementos sintácticos implícitos y signifi­ me mezco en los embates (6), conciencia mecedora bienaru
caciones contradictorias o ambiguas en esta estrofa, tam­ dante (8)). Entre los sonidos vocálicos los más recurrentes
bién hay transgresiones y rupturas del ritmo, lo que, junta­ son la e: se mecen en - de las nubes (2), se mecen en nubes
mente con la irregularidad de los versos, forma parte de la (4), me mezco en los embates (6); la o: viento sol en torno
modernidad del poema. Vemos, por ejemplo, que el segun­ (5), como yo, dios, me mezco los (6); la a: pájaros aire (1),
do acento rítmico constitutivo del verso 17 (nunca) sigue a
pájaros agua (3).
una sílaba tónica (sí), y que el último acento rítmico del En la tercera estrofa se encuentran versos que riman
verso siguiente (abierta) también va a continuación de pa­ (15-16; 17-18-19) por reiteración de las palabras mismo y
labra monosílaba con acento prosódico (sí). Quizá el poeta abierta. El vocablo final del verso 21 (infinito) recuerda la
haya utilizado estos acentos arrítmicos sobre el pronombre rima (i - o) de los versos 15-16. Algunas asonancias inter­
sí para acrecentar el valor emocional del sustantivo órbita. nas ayudan a este efecto de rima , en e-o (etemo_- dio, 15)
La interrupción brusca del ritmo aparece en el verso 20, en a-o (cerrado - regazo, 21-22). Las aliteraciones son tam­
constituido por la conjunción porque, cuya función va des­ bién un recurso eficaz para hacer percibir la concordancia
ligada de la unidad sintáctica a que pertenece. Los acentos del verso o de las palabras. Señalemos las aliteraciones en
rítmicos de se mecen (2, 4), me mezco (6), mecer (11) y del n, m, y v de los versos 14-16 (va y ven, movimiento, eterno,
derivado mecedora (8) acrecientan su importancia en el te­ vuelve, en, mismo, en uno mismo), en s en los versos 18-19
ma de la plenitud de la armonía cósmica. También los (se sale, sí, se, sí), en r (regazo, madre, gloria, 22); en órbita
acentos que recaen sobre las voces que hacen referencia a abierta (17) se reúnen varias aliteraciones. Las recurren­
la primera persona (yo, mezco, 6) traducen la intensidad de cias más frecuentes entre los sonidos vocálicos son la e:
la conciencia del poeta de estar poseído de divinidad. (versos 14-15 y 18) Va y ven d movimiento de lo eterno que

270 271
vuelve, en ello; que se sale de, abierta (7); la o: (14-16) movi­ 12
miento, lo_etemo, ello mismo, uno mismo; la a\ esa órbita NERUDA,
abierta (verso 17), seg_regazo y madre y gloria (22). Las re­ CANTO GENERAL
currencias rítmicas , ya subrayadas, junto con la rima que
reúne el final de los versos 15-16, 17-19 y con las alitera­
ciones, se combinan eficazmente con el ritmo mental evo­
cador del movimiento eterno.

Texto:

Yo vengo a hablar por vuestra boca muerta.


A través de la tierra juntad todos
los silenciosos labios derramados
y desde el fondo habladme toda esta larga noche
5 como si yo estuviera con vosotros anclado,
contadme todo, cadena a cadena,
eslabón a eslabón, y paso a paso,
afilad los cuchillos que guardasteis,
ponedlos en mi pecho y en mi mano,
10 como un río de rayos amarillos,
como un río de tigres enterrados,
y dejadme llorar, horas, días, años,
edades ciegas, siglos estelares.

Dadme el silencio, el agua, la esperanza.

15 Dadme la lucha, el hierro, los volcanes.

Apegadme los cuerpos como imanes.

Acudid a mis venas y a mi boca.

Hablad por mis palabras y mi sangre.

Pablo Neruda, Canto general,


II Alturas de Macchu Picchu
(Ed. Seix Barral, Barcelona, 1988, págs. 42-43).

273
1. Comentario semántico tadme, 6; afilad, 8; ponedlos, 9; dejadme, 2; dadme, 14, 15;
Apegadme, 16; Acudid, 17; Hablad, 18) y del pretérito inde­
finido (guardasteis, 8), y de un modo explícito por medio
1.1. Nivel léxico-semántico del nombre personal (vosotros, 5). La insistencia de la pri­
mera persona hace pensar, por una parte en la sinceridad
Este fragmento pertenece al final de Alturas de Macchu del poeta, y por otra, en la disponibilidad desinteresada de
Picchu, uno de los poemas más conocidos del Canto gene­ éste en cuanto portavoz del sufrimiento humano motiva­
ral, y representativo de la idea de fusión de lo particular y do por la injusticia. El tema enunciado, de un modo paté­
de lo general que domina en todo el libro. Neruda en esta tico, en el primer verso (Yo vengo a hablar por vuestra boca
obra se muestra como un visionario del destino de Améri­ muerta) se va desarrollando por medio de un vocabulario
ca y como el cronista, desde un principio subjetivo y revo­ de fuerte carga connotativa, de metáforas audaces, de
lucionario, de la realidad total americana, de sus raíces y construcciones recursivas y, sobre todo, por medio de un
de su historia. Si el primer cuadro de Canto general —La despliegue de imperativos recurrentes, unas veces redun­
lámpara de la Tierra— está dedicado a la evocación poéti­ dantes (habladme, 4; contadme, 6); otras veces repetitivos
ca de los elementos que conformaron la Naturaleza de (habladme, 4, Hablad, 18; Dadme, 14, 15), coincidentes to­
América, en el segundo —Alturas de Macchu Picchu— en­ dos ellos en el significado exhortativo. La acumulación de
contramos la descripción de la imponente ciudad andina. imperativos (juntad, habladme, contadme, afilad, dejadme,
Pero aquí el poeta se muestra más sugestivo al evitar idea­ Dadme, 14, 15; Apegadme, Acudid, Hablad) no sólo acre­
lizar la vida en tiempo del imperio de los incas, pues con­ cienta la expresividad del apostrofe y la tonalidad emoti­
vencido de la crueldad universal del hombre, hace una va, sino que también dramatiza la hipótesis de un dolor
evocación de la civilización indígena desde el plano de la imaginario, aunque, por otro lado, le da al poema un tono
opresión y de la injusticia. enfático y oratorio. El énfasis y la solemnidad de esta in­
Este fragmento es una fusión del «yo lírico», es decir, terpelación a los muertos aparecen realzados en los cinco
de la voz del poeta con el dolor del pueblo indígena del an­ últimos versos introducidos por imperativos que marcan
tiguo imperio inca, víctima de la opresión. Tanto esta in­ una insistencia, agrupando estructuras simétricas (Dadme
tegración de lo individual y de lo general, como los com­ el silencio, el agua, la esperanza, Dadme la lucha, el hierro,
ponentes semánticos (denotativos y connotativos) que los volcanes, 14-15) o en combinación con el quiasmo se­
expresan, a través de una evocación imaginaria, el sufri­ mántico (Acudid a mis venas y a mi boca, Hablad por mis
miento en el pasado del pueblo inca, y los elementos for­ palabras y mi sangre, 17-18). Por otra parte, la disposición
males rítmicos, constituyen los aspectos de poeticidad de especial de los versos, que es una ruptura con la forma de
este texto. espaciar habitualmente el verso, también ayuda a reflejar
En la fusión de la palabra individual y la palabra gene­ la tensión del poeta.
ral reside la peculiaridad expresiva. Por eso, el texto co­ La selección de los vocablos está en función de la do­
mienza enfáticamente con el pronombre de primera per­ ble referencia temática: la identificación del poeta con el
sona (Ib, 1) que asume el dolor de los antepasados muertos dolor de los indios oprimidos del pasado. Pero también
(vuestra boca muerta, 1). Esta identificación está presente hay un desarrollo descriptivo del mundo de los muertos
en todos los versos por medio de marcas personales refe­ mediante un despliegue de metonimias y metáforas (boca
rentes a la primera persona (habladme, 4; yo, 5; contadrñe, muerta, 1; labios derramados, 3) o mediante vocablos que
6; mi, 9, 18, 19; dejadme, 12; Dadme, 14, 15; apegadme, 16; denotan duración o profundidad tenebrosas (A través de la
mis, 17, 18) y a la segunda persona, de un modo implícito tierra, 2; larga noche, 4). En contraste con estos rasgos ne­
en las formas del imperativo (juntad, 2; habladme, 4; con­ gativos del aspecto externo de los muertos se percibe una

274 275
alusión a la pervivencia de su conciencia (juntad... los si­ 1.2. Significación emotiva de las palabras
lenciosos labios, 2-3; habladme, 4; contadme todo, 6; afilad
los cuchillos, 8; ponedlos, 9; Dadme el silencio, 14; Dadme El campo semántico de la emoción abarca gran parte
la lucha, 15; Acudid, 17; Hablad, 18). A esta evocación, un del vocabulario en torno a dos polos: a la idea de la muer­
tanto fantástica, de la conciencia de los muertos va aso­ te, aludida mediante metonimias (boca muerta, 1; labios
ciado el deseo de venganza mediante expresiones figura­ derramados, 3) o expresiones que evocan ai paisaje de los
das (afilad los cuchillos que guardasteis, 8; como un río de muertos (desde el fondo, 4; larga noche, 4), y a la afectivi­
rayos amarillos, 10; como un río de tigres enterrados, 11). dad del poeta, aludida principalmente mediante metoni­
Los muertos no están privados de conciencia, que aparece mias (mi pecho, 9; mi mano, 9; mis venas, 17; mi sangre,
encarnada en la del poeta dando lugar al registro de voca­ 18) y también mediante la comparación, que es un medio
bulario más importante, que podríamos denominar regis­ de intensificación, como si yo estuviera con vosotros an­
tro ético porque incluye las nociones de justicia reivindi- clado (5). Se verá, además, que el tema de la aflicción está
cativa y de participación activa del poeta en el proceso de anunciado sin ninguna marca intensificadora (dejadme
desarrollo de la realidad americana, expresadas mediante llorar, 12).
términos denotativos y metafóricos (Yo vengo a hablar por La acumulación de vocablos es otro medio para la in­
vuestra boca muerta, 1; como si yo estuviera con vosotros tensificación de la emoción, como se puede ver en las frases
anclado, 5; ponedlos en mi pecho y en mi mano, 9; y dejad­ que siguen al intensivo todo (6) cadena a cadena, eslabón a
me llorar..., 12; Dadme el silencio..., 14; Dadme la lucha, el eslabón, y paso a paso (6-7). El tema de la aflicción está
hierro, los volcanes, 15; Apegadme los cuerpos, 16; Acudid a anunciado también por una serie de vocablos que se suce­
mis venas y a mi boca, 17; Hablad por mis palabras y mi den incrementando hasta lo indefinible la idea de duración
sangre, 18). Como se puede observar, todas estas palabras (horas, días, años, edades ciegas, siglos estelares, 12-13).
están organizadas en torno al campo semántico de la iden­ Para expresar la emotividad, el poeta también se vale
tificación, casi obsesiva, del poeta con el dolor vindicativo de recurrencias, como las repeticiones (como un río, 10-
de los antepasados oprimidos. 11; Dadme, 14-15), las construcciones simétricas o parale-
La determinación y la individualización predominan, lísticas (como un río de rayos amarillos - como un río de ti­
como se puede ver en el uso de los personales, de los deter­ gres enterrados, 10-11; Dadme el silencio, el agua, la
minantes (artículo definido, adjetivos demostrativos y po­ esperanza - Dadme la lucha, el hierro, los volcanes, 14-15,
sesivos), en las frases preposicionales indicando una cir­ etc.). Ya dijimos que la comparación es otro medio de in­
cunstancia de lugar (A través de la tierra, 2; desde el fondo, tensificación de la emoción, y así la eficacia significativa
4). Pero en los versos 12-13 aparece la no individualización de la expresión de identificación con el dolor reside en la
de los sustantivos presentados sin artículo (horas, días, comparación Apegadme los cuerpos como imanes (16). Se­
años, edades ciegas, siglos estelares) y en acumulaciones ñalemos, por último, que las comparaciones paralelísti-
asindéticas para acrecentar, como veremos más adelante, la cas, en acumulación asindética, producen una progresión
significación intensificadora que se prolonga de un modo de la intensidad (como un río de rayos amarillos, como un
máximo en los modificadores ciegas, estelares. Las constan­ río de tigres enterrados, 10-11).
tes referencias a la persona del poeta y a su afectividad re­
fuerzan la particularización (en mi pecho y en mi mano, 9;
Apegadme los cuerpos, 11; venas y a mi boca, 17; misjpala- 1.3. Las desviaciones semánticas y otras figuras
bras y mi sangre, 18). Pero, de otra parte, las figuras analó­
gicas, como veremos más adelante, deslizan esta evocación El apostrofe, que abarca todo el fragmento, da al poema
de percepción realista hacia lo obsesivo y lo fantástico. una tonalidad patética y enfática, como ya quedó dicho.

276 277
Por otra parte, el texto presenta una dualidad formal ma-
minos, los paralelismos y los quiasmos. El esquema repe­
croestructural yo/vosotros (Yo vengo a hablar por vuestra bo­
titivo que presenta el texto, y en gran medida también el
ca muerta, 1; como si yo estuviera con vosotros anclado, 5)
acumulativo, como ya se dijo, es un generador de modula­
que sólo es diferencial en la referencia de los conceptos vi­
ciones léxicas y un indicador de la carga emotiva que llega
da/muerte, pero en los otros conceptos expresados figura
a sugerir la insistencia obsesiva. Y así el paralelismo man­
asociada como soporte de un simbolismo del sufrimiento.
tenido con el imperativo aparece prácticamente en todo el
Para la expresión de la identificación con el dolor de
texto, casi siempre al comienzo del verso. En este desplie­
los antepasados oprimidos, el poeta se vale, entre los otros gue de imperativos se observan significados coincidentes
recursos, de figuras analógicas y de figuras de construc­
en habladme, contadme (4-6), Acudid... a mi boca, Hablad
ción. Las figuras analógicas que merecen atención son los
por mis palabras (17-18); repetición en habladme, Ha­
blad; anáfora en Dadme 14, 15. Todo este desarrollo invo-
tropos y las comparaciones figuradas. Es de notar, entre
los tropos, el despliegue de metonimias en todo el texto
cativo y exhortativo ilustra una desbordante emotividad
(boca, 1; labios, 3; pecho, 9; a mis venas y a mi boca, 17;
próxima a la obsesión.
sangre, 18). Unas hacen referencia a la conciencia de los
Los numerosos paralelismos y las estructuras simétri­
muertos, aludida por órganos de la palabra (boca, labios),
cas dan al poema un tono monótono. Pero, por otra parte,
cuyo portavoz es el poeta. Las restantes metonimias o me­
pueden interpretarse como representación de una insis­
tonimias sinécdoques de la parte por el todo ponen de ma­ tencia indefinida y obsesiva. La identidad simétrica de las
nifiesto la afectividad del poeta. Las imágenes más auda­
tres frases —la primera con connotaciones— (cadena a
ces son las de combate (afilad los cuchillos, 8; ponedlos en
cadena, eslabón a eslabón, paso a paso, 6-7) sugieren re­
mi pecho y en mi mano, 9), que desencadenan las compa­
dundancia y repetición indefinida.
raciones surrealistas como un río de rayos amarillos, como
Los semas del sufrimiento aparecen en estructuras pa-
un río de tigres enterrados (10-11), cuyos términos compa­
ralelísticas binarias sindéticas (en mi pecho y en mi mano,
rantes desarrollan, a su vez, metáforas que refuerzan la
9; a mis venas y a mi boca, 17; por mis palabras y mi sangre,
isotopía de combate (de rayos amarillos, de tigres enterra­
18). Estas parejas de términos son símbolos del desborda­
dos). Los términos en acumulación asindética del verso 15
miento afectivo. La presencia de la venganza de los muer­
(la lucha, el hierro, los volcanes) permiten connotaciones tos aparece expresada de un modo figurado, como ya se
también asociadas a la idea de combate.
dijo, e intensificada por la recurrencia paralelística (como
Los calificativos de las secuencias edades ciegas (perso­
un río de rayos amarillos - como un río de tigres enterrados,
nificación) siglos estelares (metáfora) hacen que sus signifi­
10-11). La apelación a la justicia y a la regeneración ame­
caciones sean el equivalente de dolor infinito e insondable. ricana se presenta enfáticamente y de un modo amplifica­
El paisaje imaginario de los muertos se percibe con
do en el paralelismo de los versos 14 y 15 a través de dos
nociones que indican profundidad y tenebrosidad. La fra­ series de vocablos simbólicos que incluyen metáforas la­
se larga noche confirma esta isotopía, pero, además, con­ tentes. Señalada ya la anáfora Dadme, obsérvense las co­
tiene connotaciones asociadas con la muerte. El adjetivo
rrespondencias que mantienen todos los términos, dada la
verbal anclado constituye una metáfora que remite a la vo­
misma disposición e idéntica función gramatical (Dadme
luntad de identificación del poeta con los indios muertos.
el silencio, el agua y la esperanza, 14; Dadme la lucha, el hie­
Esta misma idea la vuelve a expresar mediante una ima­
rro y los volcanes, 15).
gen simbólica seguida de una expansión comparativa
Un quiasmo semántico, combinado con paralelismo,
(Apegadme los cuerpos como imanes, 16). cierra el poema, sin que supongan una progresión en el se-
Por lo que concierne a las figuras de construcción es mantismo. Pero las ideas ya expresadas aparecen presen­
necesario considerar las repeticiones, las parejas de tér­ tadas de un modo más elaborado. Al paralelismo de las

278 279
formas verbales Acudid (17) Hablad (18) le sigue el parale­ de la invocación (vosotros, los muertos), pero la persona
lismo de los complementos, presentados en secuencias si­ del poeta está siempre asociada a ellos por medio del per­
métricas binarias por coordinación (a mis venas y a mi bo­ sonal me y de los determinantes posesivos mi, mis, esta­
ca, 17; por mis palabras y mi sangre, 18). La estructura del bleciéndose así una circularidad.
quiasmo se advierte entre el primer hemistiquio del verso En cuanto al imperfecto de subjuntivo yo estuviera (5)
17 y el segundo del verso siguiente (mis venas - mi sangre) hay que decir que indica acción presente, pues está en re­
y entre el segundo hemistiquio del verso 17 y el primero lación de coexistencia con el imperativo habladme. Nótese
del verso 18 (mi boca - mis palabras). La combinación de que el pronombre sujeto yo es enfático. La otra forma es
estas dos figuras hace que resalten más las recurrencias y, guardasteis (8) que indica una acción pasada ya cumplida.
por lo tanto, que la eficacia expresiva sea mayor al sugerir Respecto a las formas no conjugadas el infinitivo llorar
un significado de circularidad. (12) indica plena tensión de la acción en simultaneidad con
la de dejadme. En cuanto a los participios pasivos derrama­
dos (3), anclado (5) expresan el resultado de una acción o de
2. Comentario morfosintáctico un proceso. El significado de derramados es plurivalente,
porque puede equivaler a esparcidos o puede indicar el re­
sultado del proceso de la descomposición corporal.
2.1. Las formas verbales

El imperativo es la forma verbal conjugada casi exclu­ 2.2. Sintaxis


siva. Esta homogeneidad morfológica verbal es un factor
de cohesión textual. Sin embargo, el texto comienza con La parataxis asindética y sindètica es el procedimiento
una perífrasis verbal de aspecto ingresivo, precedida del de encadenamiento característico del texto. En las series
pronombre personal de primera persona (Yo vengo a ha­ enumerativas predomina el asíndeton. Otro rasgo impor­
blar, 1), que designa exclusivamente al poeta, para asumir tante de la estructura sintáctica son las expansiones.
la actitud irracional de una interpelación a los muertos. El texto comienza con una oración simple y breve. Las
Esto es suficiente para percibir una distinción entre este dos oraciones siguientes presentan una estructura coordi­
verso introductor y el resto del poema. El tiempo presen­ nada por la copulativa y (4), y son las únicas que contienen
te, al referir un instante cualquiera que coincide con la re­ desarrollos descriptivos, al menos de la espacialidad verti­
presentación mental, favorece la identificación del poeta cal, por medio de los circunstanciales A través de la tierra
con el destinatario, que está mencionado por el deíctico (2), desde el fondo (3), situados en posición idéntica en ca­
vuestra. A partir del segundo verso, el imperativo es la úni­ da oración, a comienzo de verso, lo que le da un valor in­
ca forma verbal conjugada, a excepción del imperfecto tensivo, y también de la falta de vida significada por el
(estuviera, 5) y del pretérito perfecto simple (guardasteis, calificativo silenciosos (4) y el participio adjetivado derra­
8), y, al ir la mayoría de las veces en posición inicial de ver­ mados (4) que acompaña a labios, y por el valor simbólico
so, despliega una recursividad evidente. Como ya se dijo, de noche (4), que es una concretización de la muerte. I
el empleo repetido del imperativo realza la solemnidad de dos oraciones presentan una construcción gramatical pa
esta súplica a los muertos. Normalmente, el imperativo recida, pero la segunda da lugar a una expansión si 1 1 ><• 11 1 i
presenta acción en la inmediatez. Pero la invocación^en sí nada comparativa que también podría ser modaI man . n í a
misma está situada fuera de una cronología precisa, pre­ por el nexo conjuntivo como si, cuyos deícticos yo, rosonm,
ferible es pensar en la omnitemporalidad de lo represen­ (5) apelan a la identificación de las dos personas, q u e a u n
tado. La función de sujeto pasa ahora a los destinatarios refuerza más el participio adjetivado anclado (5), I ,as t na

280 281
tro siguientes oraciones forman un encadenamiento para- 3. Las estructuras del verso
táctico, pero la última lleva explícito el coordinante copu­
lativo y (12). El paralelismo de las formas verbales (con­ En este apartado observaremos las coi responden. i.r.
tadme, 6; afilad, 8; ponedlos, 9; dejadme, 11) en posición rítmicas y sonoras del verso.
simétrica a comienzo de verso presenta una progresión de
la emoción cada vez más impulsiva. La primera de estas
oraciones lleva en función de expansión circunstancial una 3.1. Regularidad rítmica
acumulación de frases sindécticas (cadena a cadena, esla­
bón a eslabón y paso a paso, 6-7), como un recurso para Sin metros completamente regulares ni rimas, el 1 <• si< >
crear intensidad; la segunda desarrolla una subordinada presenta, en cambio, rigurosas correspondencias rílmu as
de relativo determinativa que guardasteis (8). En la si­ y sonoras. La versificación se ajusta a las reglas clásii as
guiente oración la vehemencia culmina en los complemen­ del endecasílabo, a excepción de los versos 4 y 5 que son
tos circunstanciales, en secuencias simétricas (en mi pecho alejandrinos y del verso 12 que es dodecasílabo. Como se
y en mi mano, 9), y en el paralelismo de las expansiones de puede observar, los versos no están estructurados por es
las comparaciones (obsérvese que la segunda comparación trofas. Es una serie de endecasílabos, exceptuados los ver
es una variante amplificatoria de la primera ) como un río sos 4, 5, 12, que de un modo muy general e irregular cum­
de rayos amarillos, como un río de tigres enterrados (10-11). plen con la asonancia.
Como se dijo, la última oración de esta serie paratáctica La pausa interna de los endecasílabos se observa con re­
lleva nexo copulativo y expresa el tema de la aflicción pro­ gularidad, a excepción del primero que es sáfico, en la mis
piamente dicho. A la tensión característica del infinitivo ma sílaba (séptima) formando todos ellos grupos de 7 + 4,
hay que notar la acumulación asindética de vocablos que lo que constituye un elemento de cohesión rítmica. Por su
se imponen por significado de duración ilimitada (12-13). parte, los alejandrinos forman hemistiquios iguales 7 + 7.
Las restantes oraciones (espaciadas entre sí) constituyen A excepción del endecasílabo sáfico (v. 1) que lleva los
el segundo movimiento del texto. Presentan un encadena­ acentos en la primera, cuarta y octava sílabas, todos los
miento por yuxtaposición e idéntico esquema sintáctico (im­ demás endecasílabos llevan el acento principal en la sexta
perativo + complementos), con notable regularidad simétri­ sílaba (endecasílabo común o italiano). Dentro de este 11
ca para las contenidas en los versos 14 y 15, subrayada por la po se observan tres variedades: el endecasílabo melódico
anáfora Dadme y por la correspondencia formal de los voca­ (versos 2, 7, 8, 9, 10, 11, 16, 17) con acentos en la tercei a v
blos en sucesión asindética. La oración del verso 16 marca, sexta sílabas, el heroico (versos 6, 13, 18) con acentos en la
en todo caso, una distinción al añadir un segmento modal cuarta y sexta sílabas, y el enfático (verso 14, 15) con a r e n
(como imanes, 16). El desarrollo de las dos últimas oraciones tos en la primera y sexta sílabas. El verso 3, además d e l
es amplifica torio. Las correspondencias formales están mu­ acento constitutivo en la sexta, lleva otro acento e n l a
cho más elaboradas al presentar una alternancia en quiasmo cuarta. Los versos heroicos, a excepción del v. 18, y lam
de los complementos en combinación con el paralelismo, co­ bién los enfáticos, llevan un acento rítmico secundai i.........
mo ya quedó explicado. Al paralelismo entre los verbos (Acu­ la cuarta sílaba. Además, como se sabe, la penúltima ala
did - Hablad) se añade el paralelismo por coordinación co­ ba de los versos está marcada por un acento ni mu . < I’i *
pulativa entre grupos complementarios (a mis venas y a mi dominan los endecasílabos melódicos. Respecto a los al»
boca - por mis palabras y mi sangre). Este juego de corres­ jandrinos hay que notar la exacta simetría de los guipo,
pondencias sintácticas y léxicas muestra no sólo emotividad, métricos 7 + 7. Sus acentos rítmicos principales reí aeu en
sino también rigor en la evocación de lo imaginario. las sílabas sexta y decimotercera, pero llevan l u m i a , o
acentos secundarios en la sílaba cuarta y undécima ( v e i n o

282 283
4) y en la cuarta y décima (verso 5). En esta regularidad Hablad/por mis pala / bras y mi san /gre (v. 18)
rítmica contrasta el desequilibrio rítmico del verso 12 (do­ 2 4 4
decasílabo) con acento en las sílabas tercera, sexta, sépti­
ma, novena y undécima. El acento de la séptima es arrít­ También es perceptible que los vocablos que marcan
mico. La acentuación polirrítmica corresponde con la un contraste de la euforia del poeta y de la muerte están
agitación anímica a que alude el verso (y dejadme llorar, realzados por los acentos rítmicos (Yo vengo - boca muer­
horas, días, años). El verso sáfico (1) lleva un acento arrít­ ta, 1; yo estuviera - con vosotros anclado, 5). Tanto las pa­
mico en la segunda sílaba, quizá para exaltar la primera labras clave de invocación (las formas verbales de impera­
persona (Yo vengo). También el acento de la sílaba novena tivo) como las de combate (afilad los cuchillos, 8; rayos,
del verso 2, por ir en sílabas consecutivas, es antirrítmico. 10; tigres, 11) acrecientan su expresividad por medio de
Como se puede observar, la distribución de los acentos los acentos rítmicos. Por último, los elementos que están
en el conjunto del texto da lugar a unidades rítmicas que se en correspondencia simétrica de una y otra parte de la
suceden regularmente 3 + 3 + 4 sílabas (versos melódicos pausa, bien por su misma función gramatical bien por su
2, 7, 8, 9, 10, 11, 16, 17); 2 + 2 + 2 + 4 sílabas o 2 + 4 + 4 (ver­ semejanza semántica, quedan más relacionados por los
sos heroicos 6, 13, 18) o con alternancia de los grupos ini­ acentos rítmicos (en mi pecho y en mi mano, 9; mis venas,
ciales 4 + 2 + 4 (v. 2). El tercer núcleo rítmico está repre­ mi boca, 17; mis palabras, mi sangre, 18).
sentado en los alejandrinos 4 + 2 + 5 + 2 sílabas o con una
variación en los últimos grupos 4 + 2 + 4 + 3. El ritmo del
verso dodecasílabo está constituido por 3 + 3 + 3 + 2 síla­ 3.2. Correspondencias fónicas
bas. Las recurrencias rítmicas son de completa homoge­
neidad en el último grupo silábico de los endecasílabos (la Respecto a las recurrencias fónicas, analizaremos bre­
casi totalidad de los versos), al llevar todos el acento prin­ vemente la rima, las asonancias internas y las aliteracio­
cipal en la sexta sílaba. En cambio, la escansión del primer nes, aunque somos conscientes de que existen otros ele­
período se hace sobre las medidas de 3 + 3 sílabas, que mentos de armonía musical.
también conviene al del dodecasílabo, y de 2 + 2 + 2 síla­ La distribución de la rima no es segura ni regular. El
bas, traducible en 2 + 4 sílabas. Esta cadencia se percibe en texto presenta rima asonante en a - o al principio y en a- e
muchos versos y pone de relieve los numerosos paralelis­ al final. Dejando libre el primer verso, percibiremos que
mos y correspondencias léxicas: los versos pares están unidos por la asonancia a - o, si­
guiendo un esquema arromanzado, pero el verso doce es
Como unrí/o de ra /yos aman / líos (v. 10) disfuncional. Los seis restantes versos presentan una rima
3 3 4 distinta (a - e), irregular y libre. Posiblemente, la ruptura
como unrí/o de ti/ gres enterra / dos (v. 11) de la recursividad de la rima sea un reflejo del aumento de
3 3 4 la vehemencia que reflejan los últimos versos. Algunas ri­
Dad / me el silen / ció, el a/ gua, la esperan / za (v. 14) mas internas ayudan al efecto de musicalidad (mano - rcu
1 3 2 4 yos, 9-11, edades - estelares - Dadme, 13-14; volcanes - Apa­
Dad / me la lu / cha, el hie / rro, los volca / nes (v. 15) gadme, 15-16). Las homofonías internas son también un
1 3 2 4 elemento de armonía (vuestra - muerta. 1; todos -silencio-
sos, 2-3; labios - derramados, 3; habladme_-contadme_- de­
Apegad / me los cuer/pos como ima / nes (v. 16)
3 3 4 jadme,- edades - Dadme - Apegadme; ponedlos - pecho, 9; río
Acudid /a mis ve / ñas y a mi bo / ca (v. 17) -amarillo, 10; agua - esperanza, 14; Hablad - palabras, 18).
3 3 4 Las aliteraciones más insistentes son las nasales (po-

284 285
nedlos en mi pecho y en mi mano, 9; como imanes, 16), las
vibrantes Irl y /r/ (río de tigres enterrados, 11), la fricativa
alveolarIsl (los silenciosos labios derramados, 3). Los soni­
dos vocálicos más recurrentes son la /a/ (habladme toda es­
ta larga^ 6; Hablad por mis palabras, 18), la leí (edades cié-
gas... estelares, 13) y la lol (como si yo... con vosotros
anclado, 10).
Tanto las regularidades rítmicas como las recurrencias
fónicas que acabamos de señalar pueden realzar o inten­
sificar los componentes denotativos y connotativos, ya ex­
plicados, de esta invocación angustiosa y vehemente.

286
Pese a las dificultades que entraña, el autor
establece en este libro un método que permite
sintetizar las diferentes perspectivas
de caracterización formal de los textos
más diversos. Se trata de una obra de estilística
práctica cuya finalidad es adquirir una técnica
del estudio del estilo, eficaz y segura,
con el fin de proceder a las operaciones esenciales
del comentario de textos. Para asegurar mejor
la eficacia fue necesario establecer, en la primera
parte, las diferentes técnicas del análisis estilístico.
La segunda parte, en cambio, traza el trayecto
que va de la teoría a la práctica rigurosa:
la descripción del dispositivo expresivo de once
textos fundamentales pertenecientes a distintas
épocas y a distintos géneros.
Desde el primer capítulo, el autor procura seguir
un esquema común, que comprende las siguientes
etapas: la identificación del texto, el comentario
semántico, el comentario morfosintáctico
y el comentario prosódico. Este método, expuesto
y aplicado sistemáticamente en los textos
seleccionados, pretende ser útil a los estudiantes,
ayudándoles a abordar con lucidez y rigor
la práctica del comentario de textos.
Félix Bello Vázquez estudió Filología Románica
en las universidades de Salamanca, Madrid
y La Sorbona. Doctor y catedrático de Lengua
y Literatura Española, ha publicado los siguientes
libros: Lenguaje y estilo en Pío Baroja (1988),
El pensamiento social y político de Pío Baroja
(1990) y Pío Baroja: el hombre y el filósofo (1993).

978844930356250031

#1

También podría gustarte