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REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA

MINISTERIO DEL PODER POPULAR PARA LA DEFENSA


UNIVERSIDAD NACIONAL EXPERIMENTAL POLITÉCNICA DE
LA FUERZA ARMADA NACIONAL
UNEFA
NUCLEO MIRANDA
SEDE LOS TEQUES
LICENCIATURA EN ADMINISTRACION DE DESASTRES
1ER SEMESTRE
SECCION 0814-D1
ASIGNATURA: DEFENSA INTEGRAL DE LA NACION I

MOVIMIENTOS INDEPENDENTISTAS

ALUMNO: PROFESOR:
Oscar. A Matamoros B 1er Tte. Wilmer Flores Vega
C.I V – 16922749
INDICE

INDICE 2

INTRODUCCION 3

MOVIMIENTOS INDEPENDENTISTAS DE VENEZUELA 4

PENSAMIENTO Y ACCION MILITAR DE SIMON BOLIVAR 9

PENSAMIENTO Y ACCION MILITAR DE ANTONIO JOSE DE SUCRE


13

PENSAMIENTO Y ACCION MILITAR DE PEDRO CAMEJO 15

PENSAMIENTO Y ACCION MILITAR DE EZEQUIEL ZAMORA 16

CAMPAÑA ADMIRABLE 21

CAMPAÑA DE ORIENTE 22

CAMPAÑA DEL SUR 23

CONCLUSION 28

ANEXOS 29

BIBLIOGRAFIA 30
INTRODUCCION

La guerra de independencia dejo en Venezuela, huellas mas


profundas que en cualquiera de los otros países bolivarianos. Para
Venezuela fueron 15 largos años que sacudieron su economía, su
estructura social y la mentalidad de sus pobladores.
Cualquier intento de restauración del orden social colonial será ya
imposible, siendo un factor importante de movilidad social , que la
guerra afectó. Esta doble realidad del mundo colonial herida de muerte
y la radical insuficiencia para crear una nueva sociedad estable, explica
en gran parte la historia venezolana del siglo XIX.
MOVIMIENTOS INDEPENDENTISTAS DE VENEZUELA

Si bien es cierto que las rebeliones ocurridas entre 1730 y 1806


fueron pieza fundamental de la reacción anticolonialista en Venezuela,
el 19 de Abril de 1810 marca el hito de ser el primer movimiento
independentista propiamente dicho. Ese dia se inició la lucha contra el
dominio español en Venezuela. La disolución de la Junta Suprema de
España y la renuncia Vicente Emparan, el Capitán General de
Venezuela, en un cabildo extraordinario marca el inicio de la lucha de
un movimiento popular del 18 de abril jueves santo y se consolida el
viernes santo 19 de abril. 
La independencia de Venezuela fue el proceso jurídico-político
desarrollado entre 1810 y 1830., el cual implicó el reemplazo de la
monarquía absoluta por la república como forma de gobierno en
Venezuela.
Se establece entonces una Junta de Gobierno que toma las
siguientes iniciativas: establecer juntas similares en las provincias de
Cumaná, Margarita, Barinas, Barcelona, Trujillo y Mérida. Se crea la
Sociedad Patriótica y se envían representantes diplomáticos a
Inglaterra, Estados Unidos y Nueva Granada apoyar a Venezuela en
esta insurrección.
La Sociedad Patriótica, que había sido convocada para ocuparse
del desarrollo económico del país, se convirtió en un foro en donde se
llevaron a cabo las discusiones y los discursos que condujeron a la
independencia del país. Entre los más asiduos participantes estuvieron
Simón Bolívar y Francisco de Miranda, a su regreso de Londres.
El 5 de Julio de 1811, los miembros de la Sociedad Patriótica,
convencieron a todos los congresantes menos uno, de declarar la
independencia de Venezuela, olvidándose de una vez de la defensa de
los derechos de Fernando VII. Esto marcó la fundación del Estado
Venezolano. El acta de independencia fue encomendada a Juan
Germán Roscio y el texto definitivo fue aprobado el 7 de julio.
El recién creado estado necesitaba una constitución, para lo cual
se encargó a Francisco Javier Ustáriz, a Gabriel Ponte y a Juan
Germán Roscio para que la redactaran. La primera constitución fue muy
similar a la de los Estados Unidos, es decir de tipo federalista (o
descentralizada), en donde las provincias conservaban mucha
autonomía y podían tener sus propias leyes. A pesar de que este
sistema fue objetado por varios miembros de la Sociedad Patriótica
(entre ellos Bolívar y Miranda), fue aprobado por la mayoría. Esta
constitución también estuvo inspirada en las ideas francesas,
respetando los derechos del hombre y dándole a todos los habitantes el
tratamiento de ciudadano, sin importar la clase social. Había nacido la
Primera República.
A esta república no le faltaron las dificultades. Los que se oponían
a la independencia de Venezuela, llamados los realistas, dominaban las
provincias de Maracaibo, Guayana y Coro. España había ordenado el
bloqueo a Venezuela, dificultando el comercio exterior, y organizó la
resistencia bajo el mando del capitán Domingo Monteverde.
Para colmo de males, el Jueves Santo de 1812, un fuerte
terremoto sacudió al país, matando a más de 10.000 personas y
causando una gran destrucción en Caracas y otras ciudades. Allí es
cuando Bolívar pronunció su famosa frase: Aunque la naturaleza se
oponga, lucharemos contra ella y haremos que nos obedezca. Sin
embargo los realistas, y muchos religiosos que los apoyaban,
aprovechándose de la ignorancia del la gente, decían que aquello era el
castigo de Dios.
El poder ejecutivo, dividido entre 3 personas (triunvirato) resultaba
poco ágil y decidió darle poderes absolutos a Francisco de Miranda
para que defendiera la naciente patria, nombrándolo Generalísimo. Sin
embargo, ya era tarde. Miranda encargó al coronel Ustáriz la defensa
de Valencia y al Coronel Simón Bolívar la de Puerto Cabello. Pero
ninguno de los dos logró su objetivo, siendo derrotados.

En Puerto Cabello, un soldado traicionó a Simón Bolívar,


sublevando parte de la guarnición. A pesar de eso Bolívar luchó
desesperadamente para defender la plaza, hasta que tuvo que huir a La
Guaira. En una carta a Miranda, escribió: "Si un solo soldado me
hubiese quedado, con ese habría combatido al enemigo; si me
abandonaron no fue por mi culpa. Nada me quedó que hacer para
contenerlos y comprometerlos a que salvasen la patria; pero, ¡ah! esta
se ha perdido en mis manos.
A Miranda no le quedó más remedio que rendirse en San Mateo el
25 de julio de 1812, firmando un armisticio, el cual no fue cumplido por
Monteverde quien lo mandó a encarcelar cuando se preparaba para ir al
exterior. Igualmente, mandó a matar a miles de personas, incluyendo
mujeres y niños, entre los patriotas (los que apoyaban la
independencia). Miranda murió encarcelado en la cárcel de La Carraca,
en España, el 24 de Julio de 1816. También había muerto en forma
prematura la Primera República.
Para los principales actores de la revolución anticolonialista la
independencia, fue el primer principio que guió su ideal anticolonial. En
el transcurso de sus obras la constante es que los pueblos americanos
debían ser libres de toda dominación extranjera. Planteaban que cada
nación tenía que decidir sobre su propio destino. La independencia,
más que un acto de separación de España, era el respeto propio, la
dignidad del pueblo de ejercer su libertad. No se trataba de cambiar un
imperio por otro, era el modo en que los latinoamericanos existieran en
el mundo.
El Libertador Simón Bolívar fue el gran ejecutor del
anticolonialismo en la época de la naciente república. En una reflexión
determinante de su visión sobre América Latina nos dice: “Tengamos
presente que nuestro pueblo no es el europeo ni el americano del
Norte; más bien es un compuesto de África y América que una
emanación de Europa…” (Bolívar: Congreso de Angostura, 1819). O
como afirmara en su Carta de Jamaica, en 1817: “Nosotros somos un
pequeño género humano… No somos indios ni europeos, sino una
especie intermedia entre los legítimos propietarios del país y los
usurpadores españoles: en suma, siendo nosotros americanos por
nacimiento y nuestros derechos los de Europa, tenemos que disputar
éstos a los del país y que mantenernos en él contra la invasión de los
invasores. En esta visión de lo que era Venezuela como sociedad al
momento de declarar su independencia,
Bolívar vislumbra así el imperialismo norteamericano. Tiene
conciencia clara de que la unidad de Hispanoamérica cerraba el camino
a la hegemonía de los Estados Unidos y que la desintegración le
favorecía. Desde época bien temprana los Estados Unidos
obstaculizaron el proyecto integrador e independentista que alimentaba
Bolívar. En este sentido, fue Bolívar el primero en comprender que el
desarrollo de los Estados Unidos los conduciría a expandirse por todo el
continente y, por lo tanto, era indispensable crear una fuerza que
contrarrestara esa expansión “unir en un haz de pueblos libres a
aquellos cuyos intereses históricos, sociales y económicos fueran
verdaderamente comunes.
 Pero una Hispanoamérica parcelada en un grupo de Estados que
lucharon entre sí (balcanización) era el marco perfecto para los
expansionistas yanquis que se proponían suplantar a España. A esos
propósitos se sumaron los mantuanos de Venezuela, los pelucones de
Chile, los plutócratas de Nueva Granada, los mercaderes de Buenos
Aires, etc. Es aquí, donde chocaban los intereses que defendía Bolívar
y los intereses que defendían las clases criollas económicamente
dominantes.
Evidentemente que el imperialismo no podía sobrevivir a su
expansión sin el consentimiento de las oligarquías locales de
Latinoamérica y sin esa comunidad de intereses que forman estos
sectores dominantes y retrógrados.
Como mejor podemos comprender los esfuerzos del Libertador
por forjar esa gran Nación que se libraba de los peligros del
imperialismo es leyendo y estudiando el pensamiento de Bolívar, a
través de algunas ejemplificaciones sobre los variados sentidos que
daría a América, muy especialmente, en esos momentos de inmediata
diferenciación: independencia de España y resistencia hacia la política
expansionista de Estados Unidos. Desde 1815 (carta de Jamaica) hasta
1830 (año de su muerte) Bolívar no deja de formular severas críticas a
los Estados Unidos por su política de simples espectadores, de fingida
neutralidad frente al esfuerzos que llevan a cabo los pueblos de
Hispanoamérica en su afán por liberarse del yugo español. Los califica
de “egoístas”, “los peores, “capaces de vender a Colombia por un
real”.
Bolívar fue por lo tanto, el precursor del pensamiento
antiimperialista hispanoamericano, porque el preimperialismo fue el
germen del actual imperialismo de la era monopolista. Pero no sólo en
cuanto a su visión y sus reflexión propia plasmada en sus escritos,
proclamas y discursos, sino también, y fundamentalmente, en su
liberación y en su lucha por la independencia y la integración de
Latinoamérica. A modo de ejemplo podemos tomar dos casos
concretos, claves en el futuro de América Latina.
PENSAMIENTO Y ACCION MILITAR DE SIMON BOLIVAR

«El día del triunfo vendremos a ofrecer en el altar del Padre


americano, el fruto de nuestra redención y el brillo y el honor de nuestra
historia». José Martí. Sin lugar a dudas fue el Libertador Simón Bolívar
la figura histórica más destacada de nuestra América en el siglo XIX. Su
personalidad fue el espejo […]
«El día del triunfo vendremos a ofrecer en el altar del Padre
americano, el fruto de nuestra redención y el brillo y el honor de nuestra
historia». José Martí.
Sin duda alguna, el Libertador Simón Bolívar la figura histórica
más destacada de nuestra América en el siglo XIX.

Su personalidad fue el espejo que descifra la epopeya


emancipadora anticolonialista y revolucionaria de nuestros
antepasados.
El más consecuente y avanzado de nuestros libertadores. Fue él,
quien vislumbró por primera vez la importancia estratégica que para el
futuro de su verdadera independencia tenía la unidad de América
Latina, y delineó proyectos concretos para transformar la sociedad
mediante la alianza de los elementos más progresistas de la incipiente
burguesía con los sectores más humildes y explotados, hacia la
construcción de un sistema social más avanzado, equitativo y justo.
Bolívar ha pervivido en el recuerdo de las sucesivas generaciones,
no solo como padre de la unidad latinoamericana, sino también como
símbolo de la revolución y de los oprimidos. Es por ello que en la faceta
militar de El Libertador, destaca su tenacidad y genio para conducir por
una senda de victorias al naciente Ejercito Libertador.
El sabía que no bastaba unir a los ricos; Bolívar fue el primero en
entender la necesidad de incorporar la gran masa del pueblo a la lucha
por las transformaciones revolucionarias. Estaba convencido que sin el
respaldo popular a la guerra independentista, la revolución sería
nuevamente derrotada, tal como ocurrio con la primera y segunda
republica
De la misma manera, comprendía que la incorporación de esos
sectores a la lucha anticolonialista, solo sería posible reivindicando sus
necesidades y derechos. Sabía que resultaba imposible construir un
amplio frente revolucionario sin garantizar a los esclavos el fin de la
esclavitud, y la solución al problema de la tierra exigida por indígenas y
campesinos. Era imposible construir el amplio frente sin contar con la
mayoría de la nación: esclavos, indígenas y campesinos.

Ese es el sentido de toda la estrategia política y militar bolivariana.


De allí sus permanentes llamados a la igualdad y a la abolición de la
esclavitud como condición para sacar adelante su proyecto
revolucionario.
No le extrañaba al Libertador que esa revolución ajena al
pueblo, lejana de sus intereses, poco a poco fuera perdiendo interés
para las masas que no veían ninguna mejora en su situación sino
simplemente el cambio de unos explotadores por otros. Esta situación
fue hábilmente por los colonialistas para alentar al interior, el germen de
la contra-revolución mediante el surgimiento de una terrible fuerza
paramilitar que a la postre daría al traste con el régimen Republicano en
Venezuela: los llaneros de Boves . Esos míticos jinetes de las planicies
ganaderas, ubicadas entre las montañas del litoral y márgenes del río
Orinoco se agruparon en torno a un torvo caudillo peninsular llamado
José Tomás Boves , quien apelando a su sentido de Clase, les hacía
ver a los grandes hacendados criollos, dueños de las plantaciones
como sus verdaderos enemigos. Para lograr que los llaneros
respaldaran la causa de España, el astuto Boves proclamó en sus
territorios la abolición de la esclavitud y entregó a la furia de su tropa los
bienes y mujeres de los ricos propietarios de Venezuela. Al poco tiempo
había logrado consolidar un poderoso ejército de raíces populares
aunque con fines contrarrevolucionarios.
 Había llegado a la trascendental conclusión, de que solo los
llaneros podían convertirse en la fuerza social que arrastrase a los
plantadores y esclavos a la lucha contra el colonialismo. Ambas clases
estaban objetivamente interesadas en liquidar el dominio español
aunque tuvieran contradicciones entre sí. Además ya no defendían el
colonialismo como lo hicieran en vida de Boves sino que militaban en
las filas patrióticas. El milagro lo habían conseguido Páez, Monagas,
Zaraza, Cedeño y Santander.
Una vez en territorio venezolano el Libertador reanudó su febril
actividad revolucionaria. Con el propósito de estimular la permanencia
de los llaneros en la tropa, ordenó que los bienes confiscados al
enemigo fuesen repartidos entre los combatientes según su rango y
méritos y no mediante la subasta, como era la costumbre, ya que esta
solo beneficiaba a los ricos. La propuesta bolivariana sustentada en la
proporcionalidad de la riqueza y la jerarquía, sin ser perfecta, si era muy
avanzada para su época. Para tal efecto ordenó: – «Artículo Primero:
Todos los bienes raíces e inmuebles que se han secuestrado y
confiscado, o deben secuestrarse y confiscarse, y no se hayan
enajenado ni pueden enajenarse a beneficio del erario nacional serán
repartidos y adjudicados a los generales, jefes, oficiales y soldados de
la República en los términos que abajo se expresan. – «Artículo
Tercero: Los oficiales, sargentos, cabos y soldados que obtuvieron
ascenso posterior a la repartición tendrán derecho para reclamar el
déficit que hayan entre la cantidad que recibieron cuando ejercían el
empleo anterior y la que les corresponde por el que últimamente se les
hubiera conferido y ejerzan al tiempo de la última repartición.» Bolívar
también dispuso que se interviniera la mayor parte de las producciones
agropecuarias de las regiones que iba liberando para intercambiarlas
por armas y pólvora con el exterior.
Todo esto dentro del más estricto cumplimiento de la Ley. Los
transgresores eran severamente sancionados, aunque se tratase de
oficiales de la más alta graduación: «Ponga usted en arresto (escribió
por esos días al Fiscal militar) al jefe del Estado Mayor de la Caballería
por malversación de los intereses del Estado». Siempre se mostró
inflexible contra quienes abusaban del cargo para apropiarse de los
bienes públicos. Por esos días dirige encendidos mensajes a todos los
jefes guerrilleros, Piar, Mariño, Arismendi , Bermúdez, invitándolos a la
unidad, mientras tanto se reúne con Páez. Tiene la vista puesta en el
objetivo fundamental de unir todas las fuerzas guerrilleras
revolucionarias bajo un mandato político y militar único e indiscutible.
Tarea no muy fácil, si tenemos en cuenta las ambiciones caudillistas de
todos ellos.
Y con este pie de fuerza, basado en un ejercito netamente
popular, con una conducción brillante, Simon Bolivar conduijo a las
fuerzas militares de la republica en las siguientes batallas:

1813:
28 de febrero: Batalla de Cúcuta. Derrota al coronel realista Ramón
Correa. 
31 de julio: Batalla de Taguanes. Vence al coronel Julián Izquierdo. 
5 de diciembre: gana la Batalla de Araure. 
1814:
15 de junio: Bolívar y Santiago Mariño derrotados por José Tomás
Boves en la segunda Batalla de La Puerta. 
1819:
25 de julio: triunfo en la Batalla del Pantano de Vargas. 
7 de agosto: Batalla de Boyacá. 
1821:
24 de junio: el ejército de Bolívar ataca y destruye al ejército español en
la Batalla de Carabobo. 
1822:
7 de abril: Batalla de Bomboná. 
24 de mayo: la campaña del sur queda virtualmente concluida al vencer
el General Antonio José de Sucre: al ejército español en la Batalla de
Pichincha. 

1824:
6 de agosto: las fuerzas bolivarianas, mandadas por Sucre, ganan
la Batalla de Junín. 
9 de diciembre: tiene lugar la Batalla de Ayacucho, en que capitula ante
Sucre el ejército español y de hecho concluye la dominación española.

PENSAMIENTO Y ACCIÓN MILITAR DE ANTONIO JOSE DE


SUCRE

Antonio José de Sucre fue uno de los héroes de la independencia


latinoamericana más laureados y admirados. Se destacó como militar
en las numerosas victorias que logró en los campos de batalla
evidenciando su talento innato para dirigir tropas. De esta manera
consiguió triunfos fundamentales para liberar al continente del dominio
español, siendo la batalla Ayacucho su mayor obra bélica. Como
político ejerció la presidencia de Bolivia y se preocupó por los servicios
públicos y el correcto funcionamiento de la administración pública. Fue
riguroso en el cumplimiento de las penas por crímenes o hechos de
corrupción pero fue piadoso y justo con los vencidos.
También impulsó causas relacionadas con la abolición de la
esclavitud y un mejor trato hacia los indígenas. Además resaltó como
diplomático a la hora de participar activamente en el Armisticio de 1820.
Fue una de las figuras más completas de la época independentista.
Fue educado hasta los quince años por su tío José Manuel. Luego
estudió matemáticas y fortificaciones en la escuela de Ingenieros
de Caracas en 1808.
En 1810 ascendió a la posición de alférez del ejército, En 1812
fue ascendido a teniente bajo el mando de Francisco de Miranda,
sirviendo con distinción en las campañas contra los realistas. Al caer
la primera república emigró a Trinidad, de donde regresó en 1813, bajo
las órdenes de Santiago Mariño. Durante ese periodo contribuyó a
organizar el Ejército de Oriente siendo ascendió al rango de teniente
coronel. Para el año siguiente presenció la unión de las fuerzas de
Occidente y Oriente en los valles de Aragua. No obstante su ejército fue
derrotado y debió exiliarse en las Antillas.
Regresó para proseguir con los esfuerzos de la causa de la
Independencia y para 1815 pasó a combatir en Guayana y El Orinoco.
Posteriormente fue designado Comandante de la provincia de Cumaná.
En 1817 fue nombrado Coronel por parte de Simón Bolívar y en 1818
se dirigió a Angostura, donde El Libertador emplazó su Cuartel General
y ofreció su Discurso de Angostura. Allí se convirtió en uno de los
mejores y más cercanos lugartenientes de Bolívar, iniciándose entre
ellos una duradera amistad.
Prosiguió su ascenso militar y para 1819 fue designado General
de Brigada por Francisco Zea, presidente del congreso venezolano, y
ratificado un año después en su cargo por El Libertador.
En 1821, fue nombrado Jefe del ejército del Sur de Colombia, en
donde logró la independencia de las provincias de Ecuador en las
batallas de Río Bamba y Pichincha. Participó en la batalla de Junín y
ganó la batalla de Ayacucho en 1824, al mando del ejército unido, con
lo cual logró el título de Gran Mariscal de Ayacucho.

PENSAMIENTO Y ACCION MILITAR DE PEDRO CAMEJO

Actuó como oficial de caballería (teniente) del ejército de


Venezuela en la Guerra de Independencia. El apodo de Negro Primero
con el que se le conoce, se inspiró en su bravura y destreza en el
manejo de la lanza. Fue esclavo de Vicente Alonzo en Apure. A
comienzos de la gesta independentista formó parte del ejército
realista. En 1818, cuando el general en jefe Simón Bolívar llegó a San
Juan de Payara, durante el desarrollo de la Campaña del Centro, vio a
Camejo por primera vez.
La valentía y corpulencia del guerrero, junto a las referencias que
le dio el general José Antonio Páez acerca del mismo, despertaron el
interés del Libertador y, en una breve charla que sostuvieron, Bolívar
le formuló algunas preguntas, las cuales fueron contestadas por Pedro
Camejo con algo de ingenuidad y sencillez; al explicar las razones que
le llevaron a unirse a las filas del ejército republicano, respondió de
manera sincera que había sido por codicia; pero que luego
comprendió que la lucha tenía otros propósitos más elevados.
Fue uno de los 150 lanceros que participaron en la Batalla de las
Queseras del Medio 2 de Abril de 1819 y en esa ocasión, recibió la
Orden de los Libertadores de Venezuela.
En la Batalla de Carabobo 24 de Junio de1821, formó parte de
uno de los regimientos de caballería de la primera división comandada
por José Antonio Páez. Eduardo Blanco en "Venezuela Heroica", narra
el momento cuando herido de gravedad, Camejo se presentó ante el
general Páez y, con voz desfalleciente le dijo: "Mi general, vengo a
decirle adiós porque estoy muerto". Su ímpetu y arrojo al momento de
la batalla lo hace ser un claro ejemplo para el modelo militar
venezolano.

PENSAMIENTO Y ACCIÓN MILITAR DE EZEQUIEL ZAMORA

El Partido Liberal agrupaba inicialmente a los terratenientes


endeudados o marginados del poder, enfrentados a una burguesía
mercantil y usurera que había venido apoderándose del control
económico y político de la República bajo la sombra protectora del
antiguo héroe José Antonio Páez. Antonio Leocadio Guzmán bautizaría
a este sector explotador dominante con un apelativo que desbordaría
sus propias intenciones demagógicas y que sobreviviría a su propia
memoria: lo llamó “la Oligarquía”. En efecto, pronto los sectores
populares que se convirtieron en la audiencia dura de El Venezolano,
alimentando las ambiciones solapadas de Guzmán, hicieron suya
aquella calificación política. La Oligarquía pasó a representar el rostro
aborrecible de una República que había restaurado a sangre y fuego la
opresión y el vasallaje contra el que el pueblo insurgió en la Guerra de
Independencia.
Entre los pequeños propietarios y comerciantes de los centros
urbanos, devorados y arruinados por las leyes e instituciones que
amparaban la usura desenfrenada de los grandes capitales mercantiles,
pero también entre los esclavos artesanos y criados, entre los
manumisos que esperaban la mayoría de edad para obtener una
libertad dudosa.
Bajo la sombra protectora de José Antonio Páez se yergue la
"oligarquía conservadora" y tras el verbo de Antonio Leocadio Guzmán,
la crítica feroz al régimen conservador. La Oligarquía pasó a
representar el rostro aborrecible de una República que había restaurado
a sangre y fuego la opresión y el vasallaje contra el que el pueblo
insurgió en la Guerra de Independencia.
En 1846 se evidencian enormes contradicciones entre las élites
políticas y el malestar de las masas
desposeídas que aguardan todavía mejoras ofrecidas durante la
independencia. El general Zamora, acompañado de otros líderes
locales, se pone al frente de importantes movimientos militares bajo las
ideas
del liberalismo más radical de entonces. En Guambra, en
septiembre de 1846, bajo las consignas de
¡Respeto a los campesinos! y ¡Muerte a los blancos! lanza un
llamado a las armas, consiguiendo un importante respaldo y dando
inicio, así, a las insurrecciones campesinas, preludio de la Guerra
Federal.
Una de las estrategias políticas de mayor significación del general
Zamora fue el haber atraído a su causa a antiguos caudillos y hombres
levantiscos, indomables y veteranos en el pillaje, que si bien no
luchaban antes por ideales de justicia o libertad, formaron parte del un
grupo social insatisfecho y maltratado. Zamora los convenció, reunió a
los azotes del Llano y los concentró hacia una causa justa y ética:
Tierra y hombres libres. He aquí parte del elemento reivindicativo del
ideal zamorano. Unido a personalidades como la del indio Rangel,
conocidísimo insurrecto en los Llanos, Pedro Aquino y Santiago Pérez,
todos hombres de armas y dispuestos a guerrear bajo cualquier
bandera, emprende Zamora las primeras insurrecciones y su labor de
concientizar a estos luchadores populares. El primer encuentro será el 1
de septiembre.
Capitaneados por el indio Rangel, unos trescientos hombres
invaden Güigüe (actual estado Carabobo); luego pasan a Yuma, en
donde ajustician a los empleados de uno de los oligarcas más odiados:
Ángel Quintero. Proceden a liberar esclavos y a instigar a que se les
unan. La lucha comienza a tomar matices raciales que la encarnizan.
Se le unen a Rangel más indígenas y negros sometidos a situación de
esclavitud.
Los valles centrales y los Llanos se encendieron de principio a fin
con las consignas: Principio alternativo, elección popular, horror a la
oligarquía y tierra y hombres libres.
La Guerra Federal se conoce como la guerra más larga y cruenta
de nuestra historia. Algunos estudiosos de este suceso han propuesto
considerarla como una guerra de guerrillas, dado que la mayoría de los
encuentros no contaron con más de 300 soldados de un bando y de
otro; aun así, la escandalosa cantidad de enfrentamientos reportó
considerables bajas en los ejércitos tanto oficiales como populares.
Iniciada oficialmente el 20 de febrero de 1859 con el desembarco de
Zamora en La Vela de Coro, recorrió parte de los llanos de Venezuela
avivando la llama de la insurrección campesina iniciada en 1846.
La fuerte carga igualitaria y popular de esta guerra la diferenció de
las guerras de independencia, que aunque apoyadas por un importante
contingente popular llanero, fueron concebidas y dirigidas por una élite
militar y civil. La Guerra Federal, en cambio, fue el resultado del
cansancio de un pueblo ante las numerosas desigualdades sociales y
raciales presentes.
La Guerra Federal se extendió desde Coro hasta Barinas,
teniendo un recorrido que cubrió Cojedes, Portuguesa, Barinas, Guarico
y Apure, zonas difíciles de dominar en acciones bélicas. El escenario de
los llanos le hizo posible a Zamora obtener muchos éxitos en la guerra,
específicamente con la construcción de trincheras y con las marchas y
contramarchas, sacándole el mayor provecho al emplazamiento
geográfico. Los participantes directos en la contienda, diarios de la
época e investigaciones posteriores, hacen referencia a la incidencia
que tendría la topografía, el conocimiento que de ésta tenían los
prácticos (como se les llamaba en la época a los conocedores del
terreno) y la personalidad del llanero en el éxito de estos encuentros
armados.
Este personaje jugaría, junto a su lanza y las condiciones del
campo de batalla, un papel fundamental. José Antonio Páez, uno de los
llaneros que más honor hiciera a su origen, más por su forma de
guerrear y su carácter, que por su fidelidad a las causas
revolucionarias. El plan de la Batalla de Santa Inés consistía en un
movimiento retrógrado clásico en donde se atrae al enemigo hasta el
lugar deseado para aniquilarlo.
Entre las tres acciones bélicas más notables de este conflicto
armado conocido como la Guerra Federal, (Santa Inés, Coplé y
Buchivacoa) resalta la memorable y casi mítica, Batalla de Santa Inés,
librada el 10 de diciembre de 1859. Se habla de 3.000 hombres, 11
laberintos con trincheras, “… mujeres… que salían voluntariamente de
las selvas y atravesaban grandes distancias para llevar a Zamora
bastimentos y pertrechos… negros… se le incorporaban con
espontaneidad, armados de tercerolas, fusiles y carabinas…”, llaneros
listos para enfrentar lo que viniese, pues el furor y la convicción hacia la
causa federalista zamorana estaban ya bien grabados como misión y
acción de este ejercito popular. Desde el momento de su confección y
preparación, efectuada por el general Ezequiel Zamora, la construcción
de los teatros de operaciones (trincheras) hasta el desenvolvimiento en
el campo de batalla (donde se libró una verdadera hazaña militar
llevada a cabo por campesinos de escasa preparación en las artes de la
guerra contra un ejército bien equipado) tenía como objetivo generar un
gran desgaste a las fuerzas de la oligarquía en sólo casi tres días de
enfrentamientos ininterrumpidos. El plan de la Batalla de Santa Inés
consistía en un movimiento retrogrado clásico en donde se atrae al
enemigo hasta el lugar deseado para aniquilarlo. Dicho plan sería
ejecutado por medio de avanzadas y contraataques. Las avanzadas
además de canalizar las fuerzas del atacante, cumplían con el objeto de
causar el mayor desgaste posible por medio del enfrentamiento con el
ejercito zamorano situado en tres puntos medianamente distantes, el
caserío La Palma, el Trapiche y la Encrucijada; posiciones defensivas
atrincheradas. Luego de esta primera resistencia, las fuerzas federales
abandonarían las posiciones iniciales para replegarse a las próximas
haciendo creer al enemigo que iban de retirada. En la última posición
(Santa Inés) era en donde los atacantes recibirían la descarga del
máximo poder de combate de la reserva e incrementada por las fuerzas
que se habían replegado hasta dicha posición. Santa Inés fue un teatro
colosal. Contó con la posibilidad, dada la distribución de sus espacios,
de la construcción de trincheras, las cuales tenían, justamente para
proveer de mejores resultados al ataque, una estructura específica.
Convencido al fin de lo infructuoso de su empresa, el general
Ramos decidió ordenar la retirada, la cual se efectuó a partir de la
medianoche de ese día. Finalmente, el día 11 de diciembre al
amanecer, al advertir la ausencia de los atacantes, Zamora dispuso lo
conveniente para la realización de las reliquias del ejército centralista de
occidente.
C
AMPAÑA ADMIRABLE

Hacía poco menos de un año había caído la primera república


venezolana, declarada en abril de 1810. Corrían los primeros meses de
1813 y el general en jefe del Ejército del Norte, Simón Bolívar, alistaba
a sus tropas en las Provincias Unidas de Nueva Granada para
reconquistar su país. Acompañaban al libertador unos 1.600 hombres,
pero debían enfrentarse a un ejército diez veces más grande, que
esperaba refuerzos desde España y las Antillas. Habría que apelar a
una guerra de movimiento, rápida, ágil, que se sobrepusiera al dominio
del tiempo y el espacio que ejercía el más numeroso ejército español.
Urdaneta, Girardot, Ribas y Ricaurte eran los valientes mandos que
encabezarían aquella avanzada.
Primero fue la neogranadina Ocaña, en enero de 1813. Un mes
más tarde, Cúcuta. Al borde del país venezolano, el ejército bolivariano
acumuló fuerzas y energías para, entonces sí, comenzar la campaña
hacia el norte. Esto sucedió el 14 de mayo de 1813. En un ascenso
zigzagueante, con avances y retrocesos, sorpresivo y astuto, los
generales del ejército libertador fueron derrotando a los realistas y
tomando las ciudades camino a Caracas. San Cristóbal, La Grita,
Mérida, Trujillo, fueron las avanzadas al occidente. Llegados a esta
última, Bolívar lanzó su proclama de “guerra a muerte”, llamando a los
españoles a sumarse a la lucha contra los realistas o sufrir el frío
contacto de los sables libertadores.
En pocas semanas, el ejército español fue derrotado
consecutivamente, retrocediendo hacia Caracas. A fines de julio,
perdieron en Los Horcones (Lara) y días más tarde, el 2 de agosto,
Bolívar entró en el importante bastión de Valencia y, sin demora, el 6 de
este mes, a menos de tres meses de iniciada la avanzada, el pequeño
ejército patriota ingresaba en Caracas. La campaña había resultado
“admirable”, y de ahí el nombre con que se la conocería.
Recordando la fecha de inicio de la campaña hacia Venezuela, el
14de mayo de 1813, que culminaría con la instauración de la segunda
república venezolana, traemos las palabras de Bolívar, en su proclama
de Trujillo, conocida como “Guerra a muerte”, firmada el 15 de julio de
1813.

CAMPAÑA DE ORIENTE

El 13 de enero de 1813 luego del asalto de las tropas del General


del Ejército de Venezuela, Santiago Mariño a la ciudad de Güiria en el
estado Sucre, quedó por iniciada la Campaña de Oriente.
Para ello, 45 patriotas firmaron un pacto en la Isla de Trinidad tras
la fuerte persecución del militar español Domingo Monteverde, quienes
se encontraban en el exilio, entre ellos destacan Santiago Mariño, José
Francisco Bermúdez, Agustín Armario, Manuel Piar, entre otros.
En ese documento, todos se comprometían a reconocer a Mariño
como jefe supremo de la expedición sobre Venezuela y mantenerse
unidos hasta la muerte a fin de liberar al oriente venezolano.
Entonces, de Trinidad pasaron hacia el islote de Chacachacare
donde en una asamblea Santiago Mariño fue nombrado jefe de la
expedición y planearon las operaciones. Tras la firma del Acta de
Chacachare los orientales se embarcan en una goleta cargada con
municiones y zarpan hacia tierra firme, cruzan las Bocas del Dragón y
desembarcan en la península de Paria.
Se armó lo que en ese entonces llamaron el grupo de “los
cuarenta y cinco de Chacachare”, estos se dividieron en dos equipos:
uno al mando de Mariño y el segundo con José Francisco Bermúdez.
La columna de Mariño asalta Güiria el 13 de enero tomándola con
un ataque tipo comando, de allí partió Bermúdez en dirección
a Cumaná tomando Irapa en el camino el 15 de ese mes.
Luego de meses de enfrentamiento entre el grupo de Mariño y los
realistas, estos últimos embarcan el 03 de agosto de 1813 en los
buques de guerra y mercantes que tienen en Cumaná y se hacen a la
mar, combatiendo contra la flota republicana.
Esa noche las tropas de Mariño entran en la ciudad. Cervériz,
quien sostenía Yaguaraparo contra José Francisco Bermúdez, huye
hacia Guayana.
Finalmente, el 19 de agosto, Mariño toma la ciudad de Barcelona
después de un breve combate. Cajigal se retira a Guayana.
Es así como el oriente del país quedó liberado y Mariño se apresta
a coordinar sus esfuerzos con los de Simón Bolívar, que el 6 de agosto
de 1813 había entrado en Caracas a consecuencia de su victoriosa
Campaña Admirable.

CAMPAÑA DEL SUR

Entre 1819 y 1824, Simón Bolívar lideró una victoriosa campaña


militar que le permitió otorgar la independencia a Venezuela, la Nueva
Granada, Ecuador, Perú y Bolivia. A finales de 1826 volvió a Bogotá a
afrontar la crisis de la disolución de su sueño republicano.
El 23 de mayo de 1819, en la aldea La Setenta, a orillas del río
Apure en Venezuela, comenzó la campaña libertadora de la Nueva
Granada. Ese día, Simón Bolívar expuso a sus oficiales su cambio de
planes. En vez de concentrar sus fuerzas en la liberación de Venezuela,
les explicó que la idea era tomarse Bogotá, acabar con el virreinato de
la Nueva Granada, y después reanudar la lucha en Venezuela. La
campaña demoró 76 días y terminó con las batallas del Pantano de
Vargas en julio y la de Boyacá en agosto, que permitieron consolidar la
independencia de España.
Una vez lograda la victoria, inicialmente se constituyeron los tres
poderes públicos -ejecutivo, legislativo y judicial-, se dieron diversos
nombramientos, Francisco de Paula Santander asumió como jefe de
Estado en calidad de vicepresidente, y Bolívar, tras enviar varias
expediciones militares a diversas regiones para garantizar el triunfo
militar, partió a Venezuela a reorganizar los ejércitos. Hacia octubre
estaba en Bucaramanga, y luego, por la vía Soatá-Uvita-Chita, cruzó
por Boyacá y Casanare hasta internarse en territorio venezolano, rumbo
al Orinoco.

En noviembre de 1819, mientras recibía noticias alentadoras de


triunfos patriotas en Popayán, Bolívar le hizo saber a los neogranadinos
recién liberados que confiaba la autoridad en Santander. “Al separarme
de la Nueva Granada, voy con la firma confianza de que no se notará
mi ausencia, quedando V.E encargado del gobierno y la dirección de la
guerra”, escribió al vicepresidente desde Pore. Comenzando diciembre,
se reunió con José Antonio Páez, y luego, río abajo, tomó la ruta del
Orinoco hasta llegar a Angostura el 11 de diciembre, para dar pasos
decisivos en pro de la república.
El más importante, la expedición de la Ley Fundamental de la
República el 17 de diciembre, a través de la cual se selló la unión entre
Venezuela y la Nueva Granada, adoptando el nombre de Colombia. Ese
mismo día, el Congreso de Angostura ratificó a Bolívar en su condición
de presidente y para vicepresidente fue designado el antioqueño
Francisco Antonio Zea. En Bogotá continuó gobernando Santander. El
año concluyó con varios homenajes al general José Antonio
Anzoátegui, otro de los héroes de la campaña, quien sorpresivamente
falleció el 15 de noviembre en Pamplona.
A comienzos de 1820, mientras Bolívar impartía órdenes a sus
principales oficiales, Rafael Urdaneta, Germán Roscio, Francisco de
Paula Santander o Carlos Soublette, entre otros, llegaron noticias de
España que terminaron favoreciendo la causa republicana. El 1 de
enero, en la localidad de Las Cabezas de San Juan, perteneciente a
Sevilla, el coronel español Rafael del Riego se sublevó contra el rey
Fernando VII e invocó la derogada constitución liberal de 1812. La
revuelta se expandió por todo el país y para marzo, el rey se vio
obligado a aceptar sus exigencias legales.

La rebelión de Rafael del Riego fue clave para la independencia


de las colonias americanas porque lo primero que produjo fue la
suspensión de una nueva expedición militar al nuevo continente.
Cuando este contingente se preparaba para embarcarse a América y
apoyar al general Pablo Morillo, Del Riego ordenó la detención del jefe
de la expedición y con ello las fuerzas republicanas ganaron tiempo y
territorios. En particular, Bolívar regresó a Bogotá, donde llegó a
principios de marzo, no sin antes pasar por El Socorro y rendir un
homenaje a las mujeres de la región.

Producto de la crisis en España, varios presos políticos quedaron


en libertad, entre ellos Antonio Nariño, quien de inmediato, bajo el
seudónimo de Enrique Somoyar, empezó a publicar cartas en La
Gaceta de Cádiz, invocando la lucha libertadora y denunciando los
atropellos de Morillo en la Nueva Granada. Entre tanto, el 17 de junio,
sorpresivamente Morillo envió a Bolívar una carta proponiéndole
suspensión de armas para adelantar una negociación pacífica. En julio,
Bolívar aceptó la propuesta y, entre el 25 y 26 de noviembre
suscribieron el Tratado de Regularización de la Guerra.
La tregua duró cinco meses y la confrontación se reanudó a partir
del 17 de abril de 1821. Del exterior llegaban noticias favorables a la
independencia como la creación del Plan de Iguala en Méjico que
permitió a Agustín de Iturbide dar pasos importantes para la libertad. El
24 de junio, en la batalla de Carabobo, el ejército patriota logró la
victoria y aseguró la independencia de Venezuela. De inmediato, en
Cúcuta, Bolívar impulsó el llamado Congreso Constituyente que aportó
la primera constitución y luego el Libertador retornó a Bogotá a preparar
la campaña en el sur del país.

A finales de 1821, mientras en Perú el general José de San Martín


era proclamado “protector”, Bolívar avanzaba en la ruta que lo llevó a
Huila y Cauca. El nuevo año lo recibió en Cali, listo para partir hacia
Popayán. Tras su paso victorioso por El Tambo o Mercaderes, el 7 de
abril triunfó en Bomboná y entró victorioso a Quito el 16 de junio, fecha
en la que conoció a quien sería su compañera inseparable, Manuela
Sáenz. Un mes después ascendió a las cumbres del Chimborazo,
escribió su pieza magistral del delirio, y se encaminó a Guayaquil para
encontrarse con José de San Martín.

El resto de 1822 lo pasó en Ecuador, y sólo hasta agosto de 1823


inició su ruta hacia Perú. El 4 de septiembre entró a Lima. Se quedó en
ese territorio hasta el 9 de diciembre que derrotó al ejército español en
la batalla de Ayacucho. En ese momento concluyó la campaña
libertadora, razón por la que Bolívar pronunció una de sus fases
célebres: “nunca más volveré a vestir un uniforme”. Todo el año 1825
se mantuvo en el Alto Perú y sólo hasta septiembre de 1826 emprendió
su regreso a Bogotá. Habían transcurrido cinco años y once meses
fuera de la capital y empezaba otro momento de la historia.
”.

}
CONCLUSION
En la vida del Libertador hay un cambio a lo largo de la lucha entre
1810 y 1830, sobre la aparición de las condiciones y posibilidades de
una América hispana independiente.
A partir de 1816 en Venezuela, los mantuanos de la costa central
dejan de ser el eje efectivo de la guerra, pasando a ser una guerra civil,
pero a medida que la balanza de la guerra sobre todo después de 1820,
empieza a inclinarse por el lado patriota, los mantuanos que perseguían
sus propios intereses, empezaron a percibir los elementos opuestos a
sus intereses que habían en los proyectos y sueños de Bolívar.
ANEXOS

General en Jefe Libertador


Simón Bolívar

Gran Mariscal de Ayacucho


Antonio José de Sucre

General del Pueblo Soberano


Ezequiel Zamora
BIBLIOGRAFIA
 https://www.ecured.cu/Batalla_de_Santa_In%C3%A9s
 https://www.telesurtv.net/news/Simon-Bolivar-185-anos-de-
legado-anticolonialista-20151217-0015.html
 http://www.minci.gob.ve/simon-bolivar-escritos-
anticolonialistas/
 https://bicentenario.gob.pe/antonio-jose-de-sucre-el-gran-
mariscal-de-ayacucho-cumple-anos/

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