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Alto Perú: de lo sucedido antes de Junín y después de Ayacucho.

Prólogo de la
Batalla de Tumusla (1 de abril de 1825) que puso fin a la guerra de la
independencia en las Provincias Unidas del Río de La Plata y posibilitó el
nacimiento de Bolivia

Martín R. Villagrán San Millán1

“Bien conozco que los movimientos en pequeño dan mucho más trabajo y
no tienen la brillantez que las grandes batallas pero cuando el objeto
principal de una guerra como ésta es conservar un país de la extensión de
éste, no hay más remedio que operar según lo permitan las particulares
circunstancias.”.

El Virrey La Serna al General en Jefe del Ejército del Norte (Canterac). En


Cuzco y Junio 3 de 1824.

“Yo os lo aseguro y sabéis que en ningún tiempo he acostumbrado


practicar el arte tan usado en la guerra moderna, de exagerar con falsas
narraciones los prósperos acontecimientos”.

Pedro Antonio de Olañeta. Cuartel general en potosí, febrero 25 de 1815.

¿Batalla? de Tumusla

¿Batalla, combate, encuentro o simple balazo rencoroso?2 Estas son las principales interrogantes
con los que nos encontramos cuando se aproxima a la aprehensión de este hecho de armas, tan

1
Martin Villagran San Millán, es vicedirector de la Universidad Favaloro, destacado intelectual del país, magister en
historia. Miembro del Instituto Belgraniano de Salta.
poco conocido -no solamente por el común-, sino aún por muchos de quienes por razones de
especificidad profesional o académica podrían tenerlo no solo incorporado al acervo intelectual
sino al recuerdo agradecido hacia quienes tuvieron a su cargo dar fin a la más gloriosa guerra de
los argentinos: la Guerra de la independencia. Guerra en la que la patria tuvo su primera victoria
3
en el Alto Perú, en Suipacha, merced a la protagónica y oportuna llegada de los salteños al
mando de un joven oficial Martín Güemes; culminó en el Alto Perú, en Tumusla, el 1 de abril de

2
Giebel, Florián. Historia de Bolivia. Algunos historiadores, entre ellos Teodosio Imaña, afirman que en Tumusla
sólo hubo un intercambio de balas y por lo tanto consideran que la batalla no existió. Urcullo, quien tenía la misión
de intimar la rendición de Olañeta, declaró que sólo se disparó el tiro que mató a Olañeta, hecho por un soldado que
vengó la honra de su esposa.
Vazquez Machicado, Humberto, Mesa, José de y Gisbert, Teresa. Manual de Historia de Bolivia. Con 201
ilustraciones, 24 mapas y diagramas de J. de Mesa y T. Gisbert. P 298. Gisbert y Cía. S.A. Libreros Editores. La
Paz. Bolivia. “En Tumusla se sublevó su tropa de chicheños con el coronel Carlos Medinaceli a la cabeza y el único
disparo de fusil que se dio, fue para victimar al general Olañeta (1º de abril de 1825)” seguidamente, y no sin
contradicciones, se dice: “Fue el último combate de esa épica lucha que había comenzado el 25 de mayo de 1809 en
Chuquisaca”.
Cfr. Miller, John General. Memorias. Traducción al castellano por el general Torrijos. Madrid. Biblioteca Ayacucho
bajo la dirección de don Rufino Blanco Fombona. Sin año de edición ni colofón. Editorial América. Inv. Bib. ESG
Nº30476. T. II. Pág. 215 Narra Miller, bien que muy escuetamente, el hecho de Tumusla. Su estado de salud le
impedía marchar y desplazarse con celeridad por lo que habiendo entrado en Potosí recién el 25 de abril de 1825 fue
cuando tomó conocimiento de que “Olañeta había sido herido mortalmente en Tumusla” dando a entender que la
acción fue algo más que un incidente entre las tropas que respondían a Olañeta y las sublevadas dirigidas por
Medinaceli.
Frías, Bernardo. Historia del General Martín Güemes y de la Provincia de Salta o sea de la independencia
argentina. T. V. Cap. LVIII. P.636 se refiere al combate de Tumusla.
Menéndez, R. (Rómulo) F. coronel. Las conquistas territoriales argentinas. P 188. Círculo Militar. 1982. Buenos
Aires. Describe todo un movimiento de maniobra de Olañeta: Ante el avance de Sucre, Olañeta se retira de La Paz
hasta Potosí. Intenta apoderarse de Chuquisaca al tiempo que envía al coronel Medinaceli avanza hacia la frontera de
Jujuy. Medinaceli informa el 29 de marzo a Arenales que se declara a favor de los patriotas. Olañeta marcha contra
Medinaceli y “Acto seguido se dirigió a Tumusla donde el 1º de abril, [Medinaceli] enfrenta y derrota a su ex jefe
[Olañeta] quien, con sus últimos hombres, se bate heroicamente, perdiendo allí la vida”.
Ortiz Linares, Julio. El Libertador de Charcas. Citado en el diario El Nuevo Día en su edición del domingo 6 de
agosto de 2006 http://elnuevodia.info/Versiones/20060806_006819/nota_244_316975.htm “Según el abogado
potosino Julio Ortiz Linares, en su libro El Libertador de Charcas, fue entonces que se llevó a cabo la verdadera
batalla decisiva para el Alto Perú: la de Tumusla, en tierras potosinas, y que supuestamente le daría la victoria a los
patriotas. / Esta batalla negada por muchos historiadores, según la investigación documental que hizo Linares, duró
tres veces más que la de Ayacucho. En este encuentro, el ejército colombiano contaba con un cañón frente a 14 del
ejército realista. En Tumusla, el general Olañeta tenía seis piezas de artillería contra ninguna de la fuerzas
patriotas.”
3
La batalla de Suipacha fue librada el 7 de noviembre de 1810 por la Vanguardia Salteña reforzada con 275 soldados
del ejército de Buenos Aires: 75 de Balcarce y 200 de Castelli. Recuérdese que la gobernación intendencia de Salta
comprendía las actuales provincias argentinas de Salta, Jujuy, Tucumán, Santiago del Estero y Catamarca y el actual
departamento boliviano de Tarija. El parte de esta batalla informa que los oficiales muertos en la acción fueron,
justamente, tarijeños y salteños www.camdipsalta.gov.ar/INFSALTA/suipacha.htm. Otero, Miguel. Memorias.
Güemes a Rosas. Estudios preliminares del Dr. José Armando Seco Villalba y Miguel Solá. Buenos Aires. 1946.
1825, con la derrota y muerte de quien fuera designado desde España el último Virrey del Río de
la Plata4: el controvertido5 general D. Pedro de Olañeta. También en esta oportunidad la
participación de las fuerzas de Salta, al mando de su gobernador D. José Antonio Álvarez de
Arenales, fueron un aporte sustantivo al resultado de esta acción.
En la diversa bibliografía consultada se refiere esta acción desde una batalla formal de larga
duración hasta la iniciativa individual de un marido despechado que habría disparado un
rencoroso y vengativo balazo a Olañeta, con cuya sangre, creía, se redimiría de sus astados
apéndices frontales.6
Sobre este último aspecto no nos detendremos más que para señalar que los feroces rencores
generados durante los tres lustros de lucha emancipadora,7 y llevaron a que se tejieran leyendas

4
El agraciado nunca se enteró de su designación ya que la misma estaba fechada, irónicamente, a tres meses de
producida su muerte. Ergo, tampoco se enteró Olañeta la desautorización real a su pretendido –y autoproclamado-,
virreinato del Perú.
5
Torata Conde de Documentos para la Historia de la Guerra Separatista del Perú publicados por el… coronel
retirado de Artillería – Traición de Olañeta. Tomo IV. Madrid. 1898.
García Camba, Andrés. Memoriasdel General García Camba para la Historia de las Armas Españolas en el Perú
1809-1821T.II. Cap. XXVI. Biblioteca Ayacucho - Editorial América. Madrid. S/f.e. Ca. 1916. pp.216//266.
Torrente, Mariano. Historia de la Revolución Hispano – Americana. 1ª Ed. Tomo III. Madrid. 1830p.453/454-510-
515.
6
Lo ocurrido en esa batalla, tiende a tener diferentes versiones y argumentos discordes, debido al protagonismo que
se dio a Bolívar y Sucre por parte de los chuquisaqueños de aquel tiempo, los cuales dejaron este hecho casi al
olvido. http://www.e-ciencia.com/recursos/enciclopedia/Batalla_del_Tumuslael Tumusla De Wikipedia, la
enciclopedia libre.
7
No puede soslayarse en relación directa con la batalla de Tumusla, las consecuencias de tono militar, personal y
político que le siguieron al vencedor, coronel Medinaceli, los algunas veces sordos y otras, estentóreos conflictos en
que se encontraban envueltos los protagonistas de las luchas de la emancipación hispanoamericana en tiempos de
inclementes turbulencias. Algunas peleas se daban a plena luz y otras, soterradas. Véase lo que expresa don Víctor
Hugo Medinaceli en la segunda de dos notas de su autoría publicadas en El Diario de La Paz, Bolivia, con fecha 25
de mayo de 2008: “A propósito de la Batalla de Tumusla. La logia de las dos caras. El lector querrá saber quiénes
formaban la masonería de la “logia de los dos caras”. Pertenecían a ella los Olañeta (Pedro, Antonio y Casimiro),
Urcullo, Uzín, Antequera, Alvarado, Serrano, Arenales, Urdininea, Rodríguez, Sánchez de Velasco, entre los más
conocidos. Este apelativo les pusieron los argentinos desde Salta, sin verse la cara en el espejo, porque muchos
argentinos, desde las republiquetas y de los llamados ejércitos auxiliares, también tenían doble personalidad. / ¿De
qué se ocupaban estos masones? De ayudar, enaltecer, premiar, ascender, elegir, designar a los miembros de la
logia, pero si fallaban y no seguían las normas y reglamentos tramaban, destituían, envilecían, difamaban y
destruían soterradamente a sus propios componentes. El Coronel Medinaceli no perteneció a alguna logia y por eso
después del triunfo de Tumusla lo aislaron en su triunfal Cotagaita, opacaron la victoria y desairaron a los
chicheños y tarijeños (el valeroso Moto Méndez envió 500 hombres para reforzar al ejército patriota en Tumusla),
hasta llegaron a la hipocresía de hacerle creer al Mariscal Sucre que le iban a adjudicar el triunfo de Tumusla; con
este aviso el Mariscal se adjudicó la batalla y el 9 de abril de 1825 le escribió al colombiano Soublette: / “El 1 de
abril hubo un encuentro de una columna nuestra con Olañeta, éste salió gravemente herido y murió el 2”.
Aberración imperdonable que ha confundido y confunde aún más a historiadores y ensayistas, a más de las actitudes
hipócritas y perversas de la logia. Estas falsedades le han hecho incurrir al Premio Nobel de Literatura, Gabriel
García Márquez, en la mentira y el desprestigio personal porque en su libro “El General en su laberinto”, Pág. 26,
escribe que el Mariscal Sucre” fue héroe en Pichincha, en TUMUSLA, en Tarqui...”, mutatis mutandis aberrante,
falso e imperdonable”.
de tono menor fácilmente receptadas por los espíritus en medida correspondiente o por los
infaltables pícaros interesados en hacerlas correr en su abono.8 La mayoría de los autores
canónicos y modernos coinciden en la existencia de una acción bélica en forma de resultas de la
cual Olañeta recibe una herida de bala muriendo en su consecuencia algunas horas más tarde. 9 La
prueba concluyente de este hecho de armas librado en regla, lo da la existencia de un parte de
batalla que, aún cuando ha sido acerbamente criticado por su brevedad, del mismo surge
indubitadamente la existencia del hecho de armas, el lugar del encuentro, la hora de finalización,
y resulta fácil inferir su duración.10
A los efectos de este trabajo, se dan por reproducidos los argumentos expresados en el capítulo
introductorio y, en su mérito, se caracteriza este hecho de armas como “batalla” por la cantidad
de fuerzas presentes – significativas en el medio y contexto, aun cuando no se cuenten con datos
exactos–, la presencia en el campo del jefe de máxima jerarquía en uno de los bandos, la
consecuencia estratégica de la muerte del jefe realista. En tales términos, nos adentraremos en el
momento, lugar y circunstancias inmediatos a la batalla de Tumusla.

8
Un testimonio concluyente del estado de feroz conflictividad que tuvo el nacimiento de Bolivia – y la historia que
le sucedió– lo cual explicaría muchos silencios históricos lo brinda O‟Connor rememorando la finalización de la
campaña en el Alto Perú de 1825: “El general Sucre me escribía con mucha frecuencia por cada correo y con todos
los oficiales en comisión. Me dijo en una de sus cartas que estaba muy contento y satisfecho de haberme dado el
mando de la división, porque estábamos ya en los días de las intrigas y de las seducciones, y que, siendo y
extranjero, nada podrían los intrigantes conmigo”. Burdett O‟Connor, F. Independencia Americana. Recuerdos de
Francisco Burdett O’Connor Coronel del ejército libertador de Colombia y General de División de los del Perú y
Bolivia. Los publica su nieto F. O’Connor D’Arlach. Biblioteca Ayacucho bajo la dirección de D. Rufino Blanco
Fombona. S/f.e. Madrid. Ver Cap. XI. P. 172.
9
Tal cual sucedió con las circunstancias que imaginaran los enemigos de Güemes con relación a los hechos que
culminarían con su muerte, en procura de desmerecerlo ante la posteridad. ¡Qué curioso! Los dos generales de la
Guerra de independencia muertos de resultas de un balazo recibido en acción de guerra, fueron el patriota Güemes y
el realista Olañeta, ambos vecinos de la gobernación intendencia de Salta del Tucumán; el primero, hijo de jujeña y
el segundo, casado con jujeña. Ambos vecinos de Salta.
10
Tampoco hubo una lista de muertos, heridos, prisioneros, ni demás detalles de rigor en un oficial de carrera.
http://www.e-ciencia.com/recursos/enciclopedia/Batalla_del_Tumusla el Tumusla.
Cfr. Medinaceli Denus, René. Batalla de Tumusla. Allí se precisa el número de bajas de las fuerza de Medinaceli y
se ratifica la falta de datos referida tan solo sobre las bajas realistas: “a eso de las 3 de la tarde, con una duración de
4 horas se produjo el choque sangriento, con un saldo de 150 muertos por parte del ejército patriota, una decena de
heridos entre jefes o oficiales, se desconoce las bajas del enemigo, sin embargo cae muerto su comandante y último
Gral. realista Pedro Antonio Olañeta, en La Colina de "San Carlos", ribera Norte del río Tumusla escenario del
combate.” http://www.opinion.com.bo/Portal.html?CodNot=23111&CodSec=15 08 de Septiembre de 2008 De
Wikipedia, la enciclopedia libre.
Tumusla: conclusión de Ayacucho
Bien es cierto que Tumusla es consecuencia de Ayacucho, pero no menos cierto es que el
resultado de Ayacucho se debió, en gran medida, al hecho de no encontrarse en aquellos campos
las fuerzas de Olañeta11 que permanecían aferradas en el Alto Perú, con su vanguardia orientada
al norte luego de sus encuentros con Valdés, vigilante hacia el sur, hacia las Provincias Unidas,
con las que tenía firmado un armisticio con la provincia de Salta12 suscripto luego de la muerte
de Güemes, el 14 de julio de 1821. A este respecto no pueden ser más ilustrativas las palabras
que dirigía por carta de fecha 24 de mayo de 1824, desde Yungay, del virrey La Serna a Valdés,
su jefe del Ejército del Sur:
“…no he dudado ni puedo dudar que sus ideas [las de Olañeta] son las de un malvado encubierto
con la máscara de la religión y de la fidelidad al Rey, tata de obrar de acuerdo con los enemigos
del Rey y de la Nación. Es este supuesto, y que en virtud de mi orden de 28 de abril último, que
transcribo a V. S. previno al General Olañeta de moverse con su división sobre Salta, no tiene
contestación lo demás de que trata el citad oficio de V. S. y así sólo diré que si Olañeta no
obedece mi orden citada del 28 de Abril, debe V. S. con las fuerzas que considere necesarias,
hacer entrar en el orden al insubordinado Olañeta, pues ni el servicio del Rey, ni la seguridad del
Perú, ni la disciplina militar, permiten por más tiempo se tolere á un General que más bien
parece enemigo que General del Rey.”13
Ausencia de Olañeta en Ayacucho. “Persas”14 y Constitucionales
La ausencia de Olañeta en los campos de Ayacucho, desde la explicación que nos brinda una
mirada política, se debía a las inconciliables divergencias que se presentaban entre el

11
Vadillo, José Manuel de. Apuntes sobre los principales sucesos que más han influido en el actual estado de la
América del Sur. Segunda Edición. Corregida y aumentada. 1830. París. P.234. Nota 67: “Pero lo que no deja duda
es que Olañeta, por contrario que fuese a la independencia del Perú, como yo lo creo, batiéndose con una división
del ejército de Laserna, destruyéndola, y teniendo luego entretenida otra, en vez de concurrir él mismo al triunfo de
las armas españolas, habría dado el más poderoso auxilio á los insurgentes, si todavía no fuese mayor el que les
proporcionaba con el escándalo de tales disensiones, y el desmayo, incertidumbres y defecciones que ellas
necesariamente traían entre los naturales del país adictos antes á la causa de la unión del Perú y su metrópolis”
12
Torata, Conde de. Documentos para la Historia de la Guerra Separatista del Perú publicados por el… coronel
retirado de Artillería – Traición de Olañeta. Madrid. 1898. Tomo IV. Cap. “Del Mariscal de Campo Don Pedro
Antonio de Olañeta”. Nº 183. P. 334. Mismo autor. Tomo III doble. P.183.
13
Ídem. , pp.152/153.
14
Realista. El secreto revelado en cartas confidenciales, que un constitucional rezagado escribía á sus amigos
refugiados en Lóndres (sic), reconviniéndolos por los graves yerros que han cometido, y dándoles instrucciones
seguras para su final enmienda. Publícalas un… para desengaño de los obstinados. Tomo II. P 114. Imprenta de E.
Aguado. 1827. Madrid. Impagable escrito de época que fija la posición realista en esta disputa.
La versión liberal, véase en Escalera, Evaristo y González Llana, Manuel La España del siglo XIX. Sus hombres y
acontecimientos más notables. Cap. XXVI. Pp. 350/351 Juan José Martínez Editor. Madrid. 1861..
autoproclamado virrey del Perú: Olañeta,15 que era el representante paradigmático del estólido
absolutismo borbónico16 del tristemente célebre Fernando VII, quién asimismo, se presentaba
como el representante “de la religión”17 en abierto conflicto con quien se desempeñaba en la
titularidad del virreinato de Lima: el liberal La Serna.18
La toma de posición de Olañeta tornaba inconciliable toda propuesta de acuerdo con La Serna.19
De tal modo, el frente interno realista se encontraba irremediablemente fracturado. Por otra parte,
no menos importante a la comprensión de la personalidad de Olañeta y sus consecuencias
militares y políticas, este jefe realista era de todos conocido por su desmesurada vocación por el

15
Por su parte, Fernando VII no bien estuvo de regreso en Madrid, el 19 de octubre de 1823, confirmó a La Serna en
el virreinato del Perú, aprobando todos los actos que realizara en tal carácter con anterioridad. GARCÍA CAMBA,
Andrés Memorias... Pág. 213.
ANÓNIMO. La España bajo el poder arbitrario de la Congregación Apostólica ó apuntes documentados para la
historia de este país desde 1820 á 1832. Segunda edición, considerablemente aumentada de la primera, espendida
(sic) en los Estados Unidos. En la Librería Europea de Baudry. 1833. Paris. Ver P. 402 carta de Fernando VII a
Apodaca, virrey de México, ya en 24 de diciembre de 1820: “Tengo noticias positivas de que vos y mis amados
vasallos los americanos, detestando el nombre de Constitución, sólo apreciáis y estimáis mi Real Nombre: este se ha
hecho odioso en la mayor parte de los españoles que ingratos, desagradecidos y traidores, solo quieren y aprecian el
gobierno constitucional y que su Rey apoye providencias y leyes opuestas a nuestra sagrada religión” Las
bastardillas en el original. P. 404: Los liberales se referían a Fernando VII y los persas como los “que no tienen más
patria que Roma, mas afecciones que las de su estado, mas intereses y empeño que el de vivir sobre la ignorancia
de los pueblos, fascinándolos con la misma religión que abomina sus intrigas y manejos y que nunca puede servir de
base al trastorno de las naciones, ni al descrédito de sus individuos. Igual trama urdieron con el estúpido general
Olañeta, ofreciéndole el virreinato de Lima é introduciendo el cisma que perdió el ejército y el Perú donde murió
Olañeta, como en España Bessieres”.
16
CARRILLO, Joaquín. Jujui provincia federal argentina. Apuntes de su historia civil. (Con muchos documentos)
por el Doctor… 1ª Ed. cap. XLI. Buenos Aires. 1877. p. 406.
17
GUERRA, François-Xavier. Las mutaciones de la identidad en la América hispana. En ANNINO, Antonio y
GUERRA, François-Xavier (coordinadores) Inventando la nación. Iberoamérica. Siglo XIX. p 202. Fondo de
Cultura Económica. 2003. México. “De esta identificación del catolicismo con la lealtad monárquica resultará poco
después la dificultad para concebir la Independencia: ¿cómo se puede ser, al mismo tiempo, independiente,
republicano y católico? De ahí también la importancia de los preámbulos religiosos de las primeras constituciones
hispánicas y la abundancia en los dos bandos de los argumentos religiosos durante la guerra de la independencia”.
Véase texto íntegro de la célebre proclama de Olañeta emitida en Potosí el 4 de febrero de 1824 en BIDONDO.
Emilio A Alto Perú- Insurrección, libertad, Independencia. (Campañas militares) 1809-1825. Anexo 27.. La Paz.
Bolivia. pp. 518/519 “Mis soldados y yo trabajamos con heroico entusiasmo por la religión, el Rey y por los
derechos de la nación española a que tenemos el honor de pertenecer”.
18
Una exposición novedosa e inteligente sobre el liberalismo español y sus reales alcances y consecuencias en
América, véase: BREÑA, ROBERTO. El primer liberalismo español y la emancipación de América: tradición y
reforma. El Colegio de México. Diciembre de 2002 Presentado en el Seminario de Historia Intelectual. El Colegio de
México.
http://shial.colmex.mx/SHI/RobertoBrenadic2002.pdf. Citado con autorización del autor.
19
VADILLO, José Manuel de. Apuntes sobre los principales sucesos que más han influido en el actual estado de la
América del Sur. Segunda Edición. Corregida y aumentada. 1830. París. P.233. Nota 65. “La insolencia y estolidez
no parecen que puedan subir del punto á que Olañeta los llevó con su proclama del 21 de febrero desde el Potosí,
llamando en ella al general Laserna y demás generales obedientes al gobierno, “facciosos que á la sombra de un
vano fantasma de libertad querían fundar su engrandecimiento sobre las ruinas del trono y del altar”, y añadiendo
“que la Providencia que velaba por la religión y el rey, había salvado la península, y querido que la América
subsistiese católica y española; y que el cielo lo había escogido á él para que ejecutase esta última parte de su
voluntad”.
lucro y la acumulación de riquezas,20lo que no le impedía, además, procurar los títulos, honores y
grados necesarios para asegurar sus lucrativos emprendimientos21 y, dícese que su objetivo

20
Era directamente o por medio de sus agentes el proveedor de tropas y surtidor general de los mercados internos.
http://nuevodia.glradio.com/Versiones/20060806_006819/nota_244_316976.htm 7/09/08 Valdés, Jerónimo, Don.
Exposición que dirige al Rey Don Fernando VII el mariscal de campo… Pp. 85/86. “Olañeta se hallaba en el año
12 de simple particular, en bancarrota, con infinidad de deudas, sin crédito para encontrar un peso, y entró en la
honrosa carrera de las armas por buscar la fortuna, que hasta entonces le había sido ingrata. Sentando plaza de
Capitán, la encontró, en efecto, puesto que, sin haber hecho grandes cosas sin haber movido un soldado en regla y
sin haber dado una sola voz de mando, se halló en el año 16 de Brigadier con un capital de 100.000 duros,
adquiridos por los medios vergonzosos que hacen ver los números 83, 84 y 85, además de un hacienda que le había
sido adjudicada, cuyo valor no bajaba de los 80.000”
Cfr. Carrillo, Joaquín. Jujui provincia federal argentina. Apuntes de su historia civil. (Con muchos documentos) por
el Doctor… Buenos Aires. 1877. 1ª Ed. cap. XLI. p. 406. “Olañeta era vecino de Jujui, donde había tenido el grado
de Capitán de Milicias. Era casado con la hermosa señora Doña Josefa Marquiegui, a la que tenía mucho amor;
gozaba de mui buena posición, i la familia de su esposa era una de las más acaudaladas i opulentas. Al iniciarse la
revolución, se afilió entre los defensores del dominio de la metrópoli. Se le han atribuido móviles poco dignos de su
dedicación i constancia; el lucro, se ha dicho, que era el norte de todas sus empresas: hai que conceder que sus
ideas han sido infleccibles; llegando hasta la obsecación. Su poder del año XX al XXV fue grande respetándose su
voz desde el Desaguadero hasta la frontera verdaderamente argentina: si no tuvo jenio, era perseverante; si se le
debe negar gloria, por haber servido a una casa injusta, tuvo prestijio, honores, triunfos, riqueza i poder (…) su
muerte, acaeció el 1º de Abril de 1825, habiendo sobrevivido a la derrota de su causa en Ayacucho”. Lo resaltado
en negrita es nuestro. Se respetó la ortografía original.
21
Crf. Wagner de Reyna, Alberto Ocho años de La Serna en el Perú (De la “Venganza” a la “Ernestine”).
Publicado en Quinto Centenario. Universidad Complutense de Madrid 1985. En la p. 46 se puede leer: “La
historiografía oficial –la hispánica y la americana- cubre de improperios al mariscal Don Juan Antonio de Olañeta,
subrayando sus apetencias económicas, su ambición política y su carácter retrechero, su desobediencia a un virrey
de autoridad espúrea (sic) (sólo llega a manos de éste el 14 de junio de 1824 la Real Orden de 19 de diciembre de
1823 que reconoce por vice soberano ¡casi tres años después de Aznapuquio!), y –como lo hace Paz Soldán- lo
acusa de traidor a su rey y a su patria[8b Mariano Felipe Paz Soldán, Historia del Perú Independiente, segundo
período (1822-1827), tomo I. Lima. MDCCCLXX, p. 293]”. Para Canterac, “la defección de Olañeta es la verdadera
casa de la pérdida del Perú”, mientras que Bolívar –desde la óptica patriota- sostiene que él “y sus ilustres
compañeros son dignos de la gratitud americana”, homenaje que el general no acepta. / Sería interesante
considerar alguna vez a Olañeta en su función de símbolo de la resistencia del Perú “profundo” tanto al liberalismo
constitucional español (irreligioso y masónico) como al liberalismo revolucionario patriota, sin que por ello le sean
ajenos algunos móviles autonomistas. Es decir, la expresión bélica, con sus múltiples fallas, de ese “otro modelo”
históricamente frustrado de quienes pedían un acuerdo de ambas facciones en lucha y buscaban una fórmula que
combinara libertad y tradición. Y al evaluar esa figura desprovista de la simpatía de las generaciones venideras no
habría que olvidar que de todos los altos generales que toman parte en la contienda –de uno y otro lado- es el único
que encuentra la muerte a causa de una acción de armas. Muerte que en los páramos del altiplano lo lleva, cuando
ya no era de este mundo, a ser virrey y capitán general en esas tierras indiana que habían cesado de pertenecer a la
Corona de Castilla. ¡El real nombramiento le llegó dos veces tarde! / Las cuestiones sugeridas quedan abiertas –y
nos hemos adelantado a los acontecimientos-, pero la comprensión del motín de Aznapuquio se halla presa de esta
malla de interrogaciones sospechas e incógnitas” Tal es lo que expresa el profesor de la Universidad de San Marcos
de Lima. Sin entrar a discutir sus interesantes opiniones sobre un Olañeta representante de un “Perú profundo”, debe
señalársele al ilustre académico que el 17 de junio de 1821 muere en la Cañada de la Horqueta el general don Martín
Güemes, gobernador y capitán general de la gobernación intendencia de Salta, de resultas de una herida producida
por tropas al mando del coronel Valdés (a) Barbarucho. Fue el único general argentino de la guerra de la
independencia muerto en acción de guerra. El segundo, y último, fue el realista Olañeta. También vecino, en sus
tiempos, de la gobernación intendencia de Salta del Tucumán.
definitivo había estado en independizarse del Perú primero22 y luego, según fuese su fortuna, del
Río de la Plata.23 En tales maquinaciones contó con la eficiente ayuda de su sobrino el
camaleónico, lúcido y prudente24 Dr. Casimiro Olañeta25 quien, como alguna vez se dijera:

22
Invocando el real decreto de fecha 1 de octubre de 1823 mediante el cual se abolía y declaraba nulo lo actuado por
el gobierno constitucional de España, Olañeta desconoció la autoridad virreinal de La Serna y los cargos de Canterac
y Valdés.
23
Vadillo, José Manuel de. Apuntes sobre los principales sucesos que más han influido en el actual estado de la
América del Sur. Segunda Edición. Corregida y aumentada. 1830. París. P.234. Nota 67: “No tengo yo datos
bastantes para graduar hasta qué punto procedió Olañeta de acuerdo con los patriotas del Perú, ni porque fue luego
batido por estos, sin embargo de que no sería extraño que así que se hubiesen servido de él, trataran de eximirse del
obstáculo que mirarían siempre en un gefe (sic) europeo”
24
Imposible sustraernos a la tentación de transcribir en su totalidad la carta dirigida por D. Casimiro Olañeta a
Bolívar en la que justifica y pondera su doblez. Al día siguiente de haber remitido el general Olañeta sus cartas a
Sucre y Bolívar (Ver Nota 23) el sobrino y secretario no desea ser menos. Su original está registrado bajo el Nº 1640
y transcripto en O‟Leary, Simón B. Memorias del General O’Leary publicadas por su hijo … por órden (sic) del
Gobierno de Venezuela y bajo los auspicios de su Presidente General Guzmán Blanco, ilustre americano,
regenerador de la República. Tomo XXII. Documentos. Caracas. . 1883. pp 595/597. No tiene desperdicio. Dice:
“Al Excmo. Señor don Simón Bolívar. / Muy señor mío y de todo mi respeto. / Desde Buenos Aires yo tuve el honor
de dirigirme á V. E. por conducto del señor Doctor don Gregorio Funes, Encargado de los negocios de Colombia en
aquel Gobierno, Entónces (sic) aseguré a V. E. que las diferencias entre los Generales españoles, opresores del
Perú, eran de tal naturaleza, que parecía imposible una transacción, siendo por consiguiente muy preciosos los
momentos para abrir la campaña. Obando V. E. con el mejor cálculo, la emprendió antes de recibir mi
comunicación. El éxito ha correspondido a los esfuerzos. V. E. dio al Perú en Junín un segundo día de Boyacá. Un
americano amante de la liberad de su patria, a quien los españoles han perseguido tanto, no puede ménos (sic) que
tributar el homenaje de su gratitud al héroe de Colombia, salvador del Perú. Ruego a V. E. quiera admitir estos
sentimientos. / Tan luego como el General Olañeta hizo una seña a los pueblos para sustraerse de la dominación del
injusto poder aristócrata de La Serna, fui el primero en seguir la causa del Rey absoluto: era necesario que el
gérmen (sic) de la discordia se hiciese reproductivo. La patria debía recoger grandes frutos, y no me negué a
servirla bajo cualquier apariencia. Los resultados han sido felices; me lisonjeo que la obra llegará a su fin. Hablo a
V.E. con la mejor buena fé (sic) y el interés que demanda la suerte del país. Como Secretario y amigo del General
Olañeta, estoy impuesto en pormenores que no pueden fiarse á la pluma en tan largas distancias, y con peligros que
frustrarían mis deseos: debe V. E. creerme tanto más cuanto que sentenciado á muerte por La Serna como adicto á
la casa de la independencia según V. E. lo habrá visto en sus papeles públicos, yo pertenezco enteramente á la
revolución. / Este ejército se halla á las órdenes de V. E. desde el momento en que se le mande obrar, sin embargo
de que todavía no puede decidirse públicamente. Hay mil dificultades que vencer, y elementos muy encontrados, que
pronto se unirán. ¿Qué importa, señor, marchar por diferentes caminos, si hemos de llega á la jornada? Poco
significa que se lleve la voz del Rey: las consecuencias son las que han de examinarse. Cierto en la verdad de este
hecho, mi empeño y mayor conato se reducen á que el genio del mal sople incesantemente la discordia, haciendo
irreconciliables los ánimos. De aquí debe resultar indispensablemente la nulidad de La Serna. Si los recursos del
dinero que extraía de estas Provincias y su ejército empieza a sentir una extrema necesidad. El descontento es
general, grande la deserción y el hambre fatal. ¡Ojalá sea tanta que lo veamos disolverse sin perder un americano!
Al retirarse Valdés después de tres consecutivas derrotas en Tarabuquillo, Zalo y Cotagaita, su triunfo parcial en La
Lava no le dio ventaja alguna. Dos mil veteranos había perdido, y en su marcha al Cuzco llevó consigo 4.000
hombres, cuasi todos reclutas que tomaba á su tránsito en los pueblos. No por esto dejó de intrigar contra nosotros,
reparó una revolución en la frontera de Chuquisaca y otra en Mojos. Para terminarlas, han pasado tres meses, y
cuando el ejército se hallaba pronto á emprender sus operaciones, sucedió otra en La Paz, y el General Lanza
seducido por el mismo Valdés nos declaró la guerra. Ha sido preciso que yo en persona allane mil dificultades,
Lanza está unido y libres de inconvenientes nos aproximamos al desaguadero. Será señor, mi mayor fortuna saludar
personalmente á V. E., para que ligados de un modo indisoluble desaparezcan los tiranos y la América se llene de
gloria, disfrutando de los días venturosos que la esperan. Entonces sabrá V. E. cuánto han trabajado los buenos por
la salvación de la patria, por esta tan cara patria, y que tanto nos cuesta. / Ruego á V. E. la mayor reserva de esta
carta. Por lo que respecta á mí, todo me es indiferente. No sería yo la primera víctima sacrificada al viejo furor de
“estaba dispuesto a acompañarlo hasta las puertas del infierno pero de ninguna manera a meterse
en él”. 26 Por el contrario, el general Olañeta sí estuvo dispuesto a reconocer, condicionadamente,
a La Serna solamente como virrey del Perú, pero en lo que hace a los territorios del Río de la
Plata, desde el río Desaguadero al Sur, exigía que no se reconociese más autoridad que la suya
propia.27

Situación estratégica en el teatro operacional


La situación previa a la batalla de Ayacucho semejaba una comedia de enredos. Olañeta
privilegiaba en tan crítica situación el diálogo con Bolívar por sobre sus camaradas realistas
como el menor de dos males que aparecían inmediatos: o triunfaba La Serna y recibía auxilios de
España con cuyas fuerzas operaría sobre Olañeta dándole fin; o, en su caso, restándole apoyo de

los españoles, ni a primera que enterrasen en el gran cementerio de la América de que han sido los sepultureros há
300 años. La nulidad de mis planes es lo único que sentiré al acercarse los momentos de conseguirlo todo, todo. / En
este ejército hay una porción de verdaderos liberales que trabajan por la conclusión de la obra que V. E. ha
empezado. Uno de ellos es el auditor del ejército muy antiguo y benemérito patriota. Por lo que respecta á los
realistas, locos adoradores de Fernando, sin pensarlo ni quererlo, van á sellar con V. E. la suerte del país. ¡Qué día
señor aquel e que unidos todos los americanos en torno del árbol santo de la libertad, contemos himnos de gratitud
á la memoria de nuestro Libertador! Parece que se aproxima. / Entre tanto, al saludar á V. E. respetuosamente, yo
tengo el honor de llamarme su más atento obediente súbdito q.b.s.m. /Dios etc. Cochabamba, Diciembre 23 de
1824. / Casimiro de Olañeta” Lo resaltado en negrita es nuestro.
25
García Camba, Andrés. Memorias. T. II., pp. 23.
26
Abandonó a su tío, no sin informar su traición, mientras viajaba a Iquique con $18.000 destinados a compra de
armas y reclutamiento de refuerzos.
27
Aspiración que se le cumpliría tardíamente ya que su muerte de resultas de la herida recibida en la batalla de
Tumusla le impediría conocer su designación de virrey del Río de la Plata con que lo distinguiera su amo mediante
real decreto del 27 de mayo de 1825 que se cita en la real orden de fecha 29 de mayo y que dice: “El rey N. S.,
enterado de la situación política de toda la América meridional y de los últimos sucesos militares, que tan
desgraciadamente han tenido lugar en ella, y atendiendo al mérito y circunstancias que V. S. se ha servido
nombrarle virrey, gobernador y capitán general de las provincias del Río de la Plata, con la presidencia de s real
audiencia, por Real decreto del 27 de Mayo último, de cuya gracia acompaño á V. S. el correspondiente real
despacho expedido con esta fecha, encargándole muy particularmente de orden de Su Majestad que, desplegando
sus luces y conocimientos con la energía, actividad y acierto que se promete de su acreditada fidelidad á su augusta
real persona, procure por todos los medios posibles restituirlo todo á la antigua tranquilidad que gozaban esas ricas
provincias, alteradas por resentimientos particulares y hombres ambiciosos, que aunque no ofenden la acrisolada
lealtad de sus naturales al rey N. S., obstruyen no obstante la gloria que se le ha propuesto su real ánimo de que
todo vuelva a su paternal gobierno y vengar los ultrajes de os usurpadores que intentan subyugarlas; a cuyo loable
fin cuenta Su Majestad con que V. S. redoblará su celo por el bien de su real servicio, y que nada omitirá al efecto
por más sacrificios que sean necesarios, así como hasta aquí lo ha hecho, pues en ello, después de cumplir V. S. con
los deberes más sagrados, afianzará en la soberana consideración del rey N. S. la confianza que le merece. D su
real orden comunico lo comunico á V. S. para su inteligencia, cumplimiento satisfacción. Dios, etc., Madrid 12 de
Julio de 1825 – Zambrano”. En Suplemento del diario Mercantil de Cádiz del 18 de Agosto de 1829. Citado como
nota (1) García Camba, Andrés. Ob. Cit. T. II, pp. 214.
La Serna y manteniendo el diálogo con Bolívar28 le permitía alentar esperanzas de alguna forma
de solución que contemplase en alguna medida la satisfacción de sus intereses.29

Convenio de Tarapaya
Por su parte, Bolívar se beneficiaba con la discordia realista y mantener a Olañeta fuera del
campo de La Serna le era una necesidad táctica. En cuanto a La Serna, no pudiendo contar con el
concurso de Olañeta, hubo de resignarse a neutralizarlo entregando a éste el dominio del Alto
Perú solicitando su paz y amistad a fuerza de españoles ante el peligro cercano, suscribiéndose en
tales circunstancias el llamado convenio de Tarapaya30 entre el jefe del Ejército del Sur, el

28
Prueba incontrovertible son las dos cartas que, en su parte pertinente, se transcriben a continuación: “Al señor
General A.J. de Sucre, Jefe del Ejército Unido. / Señor General: / Por conducto de don Valerio Arrisueño he
recibido el duplicado de las comunicaciones de U.S., fecha 14 de octubre en Mamara, y con ella la nota que me
incluye del Excmo. Señor Bolívar. / A mediados de septiembre ya mis tropas guarnecían la cuidad de La Paz; si
hasta ahora no he podido arrimar todas ellas hacia el desaguadero, ha sido por motivos urgentísimos, El General
Valdés minó aún las más remotas plazas de estas Provincias, y diseminó sus agentes por todas partes para sostener
la constitución, ó su soñado imperio. Sucesivamente he tenido que contener los levantamientos que en su favor
hicieron la frontera de Charcas, Mojos, Chiquitos y últimamente La Paz. Lanza mismo, después de haberse puesto
á mis órdenes desde el 20 de junio, seducido por Valdés, ha entretenido una buena parte de mi ejército con
diferencias, que por fin hemos transado. ..á quien se dignará US. pasar adjunto pliego. / Tengo el honor de
ponerme á las órdenes de US. Como su más atento y seguro servidor, Q.S.MB. / Pedro Antonio de Olañeta / Cuartel
General en Cochabamba y Diciembre 22 de 1824. Al Excmo. Señor don Simón Bolívar, Presidente Libertador de
Colombia, Dictador del Perú. / Señor General: / He contestado á las diferentes comunicaciones con que V. E. me
ha honrado, dirigiéndome dos de ellas por conducto del señor General Arenales, Gobernador de Salta, y otra por
Iquique á Chile. / Nada me resta añadir á lo que entonces tengo dicho, sino rendir á V.E. las debidas gracias por la
amistad que generosamente me brinda de nuevo. Yo la acepto gustosísimo, si ha de resultar en bien de estos
pueblos, y espero dar a V. E. pruebas de mi gratitud bien pronto. / Muchos elementos de turbulencias intestinas me
dejó el General Valdés á su retirada, con el empeñoso capricho de levar adelante su mal trazado plan de Imperio
Peruano. Para apagarlas ha sido menester tiempo, trabajos inmensos y mucha vigilancia. Ahora que me hallo libre
de atenciones iré a situarme a la banda del sud del Desaguadero, y de allí me será más fácil entablar con el señor
General Sucre mis relaciones. / Aprovecho gustoso la oportunidad de ofrecer a V E. la consideración y respetos que
justamente se merece, como su más obediente servidor Q.B.S.M. / Cuartel General en Cochabamba, y Diciembre 22
de 1824. Pedro Antonio de Olañeta”. Ambas cartas publicadas bajo los Nºs. 1638 y 1639 respectivamente de los
originales en: O‟Leary, Simón B. Memorias del General O’Leary publicadas por su hijo … por órden del Gobierno
de Venezuela y bajo los auspicios de su Presidente General Guzmán Blanco, ilustre americano, regenerador de la
República. Tomo XXII. Documentos. Pp. 594/595. 1883. Caracas. El subrayado es mío.
29
Frías, Bernardo. Historia del General Martín Güemes… T. V. Págs622/626... En nota 13 pág. 624, se lee: “Con
fecha en La Paz, a 9 de febrero de 1825, dice Sucre en una comunicación a los gobiernos argentinos que,
cumpliendo instrucciones de Bolívar, ha pasado el Desaguadero porque Olañeta, que les había ofrecido su amistad,
se negaba ahora a reunírseles, decidido a continuar sosteniendo la autoridad española (sesión del 3 de mayo de
1825, Congreso Nacional). Esta prueba corrobora la verdad de las comunicaciones de Olañeta a Bolívar, tomadas
por La Serna, y que se habían puesto en duda por algunos historiadores. Véase Camba, Apéndice. / “Convencido
por mus razones, por lo difícil de su situación o por interés personal –dice el Dr. Olañeta, su secretario-, lo cierto es
que mil veces me ha ofrecido unirse a la causa santa de los americanos. Con este objeto marchábamos al
Desaguadero…”. Paz Soldán, cit., pág. 384.”
30
Texto completo en Valdés, Jerónimo, Don. Exposición que dirige al Rey Don Fernando VII el mariscal de
campo… sobre las causas que motivaron la pérdida del Perú. Documentos justificativos. Pág. 184 Número 44.
Russo Oros, Juan. En el diario “El Potosí” de Potosí, Bolivia, edición del jueves de marzo de 2006, se publica un
artículo titulado: “La capitulación de Valdés”, en el que resume el convenio de Tarapaya en los siguientes puntos: 1.-
general D. Jerónimo Valdés, a nombre de La Serna, y Olañeta; procurando el primero, con
desdoro de las atribuciones virreinales, contar con la asistencia, finalmente fallida, del segundo.31
Desde el punto de vista táctico, Sucre y el Ejército Unido Libertador se vieron más que
beneficiados en Ayacucho por el hecho de que Olañeta estuviese aferrado en el Alto Perú. Por
otra parte, no menos significativo era el hecho de que las fuerzas del bravo Valdés concurrieron a
los campos de Ayacucho muy menguadas por los encuentros sufridos con Olañeta poco antes de
la batalla.32
El último esfuerzo realizado por La Serna para salvar su autoridad formal ante Olañeta,
desencantado por los repetidos incumplimientos de Olañeta a lo que se conviniera en Tarapaya,
intentó volverlo al orden mediante la providencia de fecha 4 de junio de 1824 mediante la cual se
le ordenaba comparecer en el Cuzco en el perentorio término de tres días para someterse a juicio
conforme las ordenanzas o, en su caso, marchar a España a tales efectos acompañado de quienes
estimase pertinentes.33 Es de imaginar el caso que haría Olañeta de esta intimación. En muy
apretada síntesis, los acontecimientos se precipitaron y se sucedieron los enfrentamientos con
diversos resultados para sus contendientes,34 pero que pusieron de manifiesto una increíble

Reconocimiento y jura de la Autoridad del Rey, por todos los militares y ciudadanos españoles que eran
constitucionales en la ciudad del Cuzco, reconociendo las prerrogativas de monarca absoluto. 2.- Por su parte,
Olañeta se comprometía a la contribución de 10.000 pesos mensuales, para el sostenimiento del Ejército Realista. 3.-
Contribuir con un contingente de soldados para la defensa de la monarquía. 4.- Quedaría independiente el Alto Perú,
bajo el mando del Mariscal Pedro Olañeta, mientras el Rey vea lo conveniente. El articulista, hijo de Tarapaya,
propone como día de la independencia del Alto Perú el 9 de marzo de 1824, fecha de suscripción del tratado de
Tarapaya y, en consecuencia, como el del nacimiento de Bolivia. http://www.elpotosi.net/2006/0309/n_p__10.html.
21/09/08.
31
García Camba, Andrés. Ob. Cit. T. II., pp. 205/215.
Valdés, Jerónimo, Don. Pb. Cit., pp. 61/86. Este tratado fue celebrado entre el general Valdés el general Olañeta en
el paraje de Tarapaya, a cuatro leguas de Potosí, el 9 de marzo de 1824. Por el mismo se obligaba Olañeta a
reconocer al virrey como jefe superior y a obedecer sus órdenes y La Serna reconocía a Olañeta como jefe del Alto
Perú y sus ejércitos, (La Paz, Cochabamba, Santa Cruz, Charcas y Potosí. En Tarija, jurisdicción de Salta, había
colocado como gobernador a su hermano D. Gaspar Olañeta), cuyas fuerzas concurrirían en apoyo de La Serna que
abriría campaña contra Bolívar. En su mérito, el general Valdés (jefe del llamado “Ejército del Sur) [El jefe del
“Ejército del Norte” era el general Canterac y todos a las órdenes del virrey La Serna] ordenó contramarchar con
dirección a Arequipa a su caballería con la que se dirigían a Potosí en procura de someter a Olañeta. Valdés en
persona con la infantería incursionó sobre La Paz. Canterac, por su parte, se dirigió también a Olañeta en procura de
avenirse. Tales esfuerzos e intenciones duraron o que un gas en una canasta.
García Camba, Andrés. Ob. Cit. T.476/497.
32
Torrente, Mariano. Ob. Cit., pp. .473. Recrimina el esfuerzo realizado por a Serna en sujetar a Olañeta “I aun
reconocida la insubordinación de dicho Olañeta con todo el carácter de reprensible, debieron en nuestro concepto las
tropas del virei (sic) Laserna, más bien que entretenerse en esta funesta pugna, haberse dirigido a reforzar el ejército
de Canterac para que este pudiera haber podido avanzar por el Norte sobre Bolívar antes de que hubiera concluido su
organización i aumento”.
33
García Camba, Andrés. Ob. Cit. Tomo II. pp. 225/206.
34
Tortata CondeE de. Ob. Cit. T.IV. pp. 75-152/159-164/165-167. Madrid. 1898. En orden cronológico, desde la
posición de La Serna, se sucedieron los siguientes hechos durante el año 1824: 24 de mayo: Se instruye a Valdés
capacidad de maniobra y desplazamiento de parte de quienes estaban involucrados en este
conflicto.

prepararse para operar contra Olañeta ante el incumplimiento de lo que tenía ordenado (24 abril) de moverse con su
división sobre Salta. 26 de mayo: ante la negativa de Olañeta de remitir a La Serna un batallón y dos escuadrones
que les fueran requeridos, se ordena a Valdés arrojar a Olañeta a Tarija y si no se le puede quitar el mando, “que
quede como Comandante general de la vanguardia, que no debe componerse de más fuerza que un batallón y dos
esquadrones… El echar a Olañeta a Tarija interesa, porque no teniendo con qué mantener sus tropas, éstas se le
desertarán y él se verá en el caso, ó de unirse descaradamente a los insurgentes, ó de sujetarse á lo que se le mande,
y en mi concepto es lo primero mejor que el estado actual…” 4 de junio: desde Cuzco La Serna a Valdés:
“…ordenar que toda persona de cualquiera case ó condición que obedezca al General Olañeta sea reputado como
conspirador de la tranquilidad pública y sujeto á las penas que pronuncian las leyes.” 12 de junio: La Serna a
Canterac desde el Cuzco: “Yo he penetrado, me parece, desde el principio las ideas de los que rodeaban á Olañeta,
y por eso he temido y temo que el Perú se pierda si no se corta de raíz el mal; y me ha parecido que debía preferir
esto á ir sobre Bolívar, pues el peligro amenazaba más por la parte de Olañeta”. [lo resaltado en negrita es
nuestro]. 22 de junio: desde Cuzco, La Serna al Ministro de la Guerra: “El inicuo comportamiento de Olañeta ha
paralizado las operaciones que de lo contrario se hubieran empezado á hacer contra Bolívar, el único caudillo que
queda en el territorio peruano”. 8 de julio: desde Cuzco La Serna al Ministro de la Guerra: “Los males que
Olañeta y sus secuaces han causado y pueden casar son incalculables, especialmente si se verifica la notica que
oficialmente acabo de recibir del General en Jefe del Ejército del Norte Canterac, de que el caudillo Bolívar,
después de haberse organizado y reforzado su ejército en Trujillo, va a emprender su movimiento sobre el valle de
Jauja, en donde el Ejército Real se halla acantonado … El número de las fuerzas de los enemigos según las noticias
es superior a las nuestras, y en tal estado de cosas, el General Canterac se verá precisado a retirarse sobre
Huamanga ó más atrás… aunque en este movimiento retrógrado ha de perder gente, por muchas razones; pero de
esto y demás males, repito, siempre será causante el malvado Olañeta, pues su inicuo comportamiento ha
obligado á que el General en Jefe del Ejército del Sur, Valdés, marche sobre Potosí y Charcas para cortar la
anarquía. Esta operación es tan temible como precisa… y si el tal General [Olañeta] no hubiera procedido tan
criminalmente, no se hallaría el Perú en la crítica situación en que actualmente se halla, porque el Ejército del
Norte hubiera sido reforzado con tropas de del Sur, y entonces nada habrá que temer del caudillo Bolívar”. El
subrayado es mío.
Campaña de Valdés contra Olañeta en 1824
El 20 de junio de 1824 Olañeta responde a las intimaciones de Valdés en los términos más
picantes y descomedidos – al decir de Torrente–, quedaba planteada la lucha a lo que Dios
quisiese.35 Las fuerzas de Valdés estaban compuestas por: 2 batallones del Gerona, el 2º batallón
del Imperial Alejandro, el 1er. Batallón del 1er. Regimiento de Infantería, 3 escuadrones de
Granaderos de la Guardia, 1 escuadrón de Granaderos de Cochabamba y 2 piezas de artillería
de montaña. Su dirección de marcha: de Oruro a Potosí. Por su parte, Olañeta había distribuido
sus efectivos de la siguiente manera:36 él mismo, en Potosí; en Chuquisaca, el coronel
37
Marquiegui con su segundo el comandante Francisco Valdés “el Barbarucho”38, en
Cochabamba, llegados desde Santa Cruz de la Sierra, los soldados de la división al mando del Br
Aguilera., con unos 4.000 efectivos.

Maniobras y encuentros
Valdés bajo su iniciativa, maniobró dejando de lado el camino que lo llevaba a Potosí, tomando
el que iba hacia Chayanta. Este movimiento le obligaba a moverse a Olañeta de Potosí ante el
peligro de ver cortadas sus líneas por el centro y la libertad en que quedaba Valdés de poder batir
separadamente a su enemigo. En su retirada, Olañeta se alzó con las máquinas de la Casa de
Moneda y los fondos depositados en el banco de rescate. Entonces fue que Carratalá toma
posesión de Potosí al tiempo que Valdés hacía lo propio con Chuquisaca. Inmediatamente Valdés
avanzó sobre su homónimo “el Barbarucho” que se encontraba en La Laguna. A Carratalá no le
dura mucho el contento ya que una partida de caballería de Olañeta lo toma prisionero y lo remite
a Tarija. En tiempo de este desplazamiento se produce el pase de los Dragones de la Laguna

35
Torrente, Mariano. Historia de la revolución Hispano-Americana. Madrid. 1830. 1ª Ed. Tomo III. Cap. XXII.
pp.463-464/473.
36
Del Moral Martín, Victoriano Teniente Coronel del Servicio Histórico Militar. Los últimos años del Ejército
Español en el Perú. Bosquejo histórico y aportaciones documentales. Revista de Historia Militar. Año XVI. 1972.
Num. 32, pp. 145/182. Madrid. P.159: “Olañeta, que cubría las provincias situadas al sur del desaguadero y tenía
su Cuartel General en Oruro, so pretexto de que el Virrey no había abolido aún la Constitución, como Fernando VII
ya había decretado, resolvió desobedecer sus órdenes y saliendo con sus tropas de la localidad, se encaminó hacia
el sur, a la provincia fronteriza de Tarija. Laserna desautorizó su extraña conducta y ordenó a los coroneles de
Olañeta que le desobedecieran. Pero éste ya los había arrestado, sustituyéndolos por otros mandos de su confianza.
Levantado ya en abierta rebelión atacó Potosí destituyendo a La Hera y, marchando sobre Charcas, logró que se le
unieran las fuerzas de Maroto quien se vio obligado a refugiarse en Oruro. El brigadier Aguilera, gobernador de la
provincia de Santa Cruz, se adhirió también al pronunciamiento. Olañeta, titulándose Capitán General de las
Provincias del Río de la Plata, abolió el régimen constitucional y se hizo dueño absoluto de toda la región”
37
Cuñado de Olañeta.
38
Quien mandaba las fuerzas que en el año 21 dispararon sobre el general Güemes ocasionándole su muerte.
–teniente coronel Rivas– al Ejército del Sur. Alcanzado el „Barbarucho‟ en Tarabuquillo se
produce el célebre incidente de la descarga fallida de los granaderos sobre Valdés.39 Y, a
continuación se dio una de las acciones más sangrientas de este enfrentamiento entre realista, ya
que desde el mediodía y durante toda la tarde, hasta llegado el anochecer estuvieron empeñando
en masacrarse los unos a los otros. Los primeros en cagar fueron los jinetes de una de las
compañías de caballería de Valdés, rápidamente, se movieron las compañías de cazadores y
granaderos del célebre Gerona, obligando a los del Barbarucho a retirarse buscando la cima de un
cerro próximo en protección. Según Torrente, esta acción se cobró entre 500 y 600 bajas de cada
uno de los contendientes, siendo de lamentar para Valdés la pérdida de una parte sustantiva de
soldados europeos que constituían el nervio de sus fuerzas.40
Protegido por la oscuridad de la noche el Barbarucho se retiró sobre el río San Juan, quedando
cortadas sus comunicaciones con las tropas del Br Aguilera.41 Tarija se pronunció a favor de
Valdés y el capitán Rivera se pasó a Valdés con su destacamento de caballería y le volvió la
alegría a Carratalá quien se vio libre42 y a cargo de la ciudad de los chapacos.43 Estos hechos
obligaron a Olañeta a retirarse sobre Llivillivi, en observación de Valdés, al tiempo que se
liberaba de toda impedimenta para operar con más libertad y celeridad. Ante la proximidad de
Valdés, prosigue su retirada sobre Santa Victoria. Para mantener la actividad y la energía, Valdés,
a su vez, se desembaraza de heridos y equipajes a quienes remite a Potosí al mando de Carratalá.

39
Torrente, Mariano, b. Cit. T. III. Cap. XXII, pp.465/466. A la vista de la retaguardia del Barbarucho, Valdés se
dirige acompañado por un ordenanza y dos ayudantes a arengar a las tropas contrarias para persuadirlas a que
desistan de su actitud. Ya había conseguido que una compañía de infantería y 25 jinetes se sometieran al virrey,
cuando el Barbarucho ordenó a sus granaderos arcabucear al general adversario y sus tres acompañantes. Pese a la
inmediatez en que se encontraban los involucrados, las víctimas fueron las de quedar muertos los caballos de Valdés
y su ayudante; heridos los caballos de los ordenanzas y uno de ellos, también. Valdés atribuye esto no a la mala
puntería de los granaderos, sino a su resistencia a ejecutar un acto de tal vileza.
García Camba, Andrés. Ob. Cit. T. II pp.231.
40
Unos Patriotas. Apuntes para la historia de la revolución del Alto Perú, hoy Bolivia por … 1855. Sucre. Bolivia.
“El día 12 se le presentó en los llanos de Tarabuquillo, entre Tomina y la laguna, el intrépido Barbarucho con
trescientos cincuenta hombres del primer batallón de su mando: esta pequeña porción de valientes formando en
cuadro y complaciéndose en los peligros de la guerra rechazó varias cargas de la caballería, se replegó a una
posición desde la que combatió toda la tarde contra el ejército entero del enemigo, y por la noche se retiró sin que
supiesen la dirección que tomaba.- Con la sola pérdida de 80 hombres causó grande estrago en las filas del Jeneral
(sic) Valdez”.
http://books.google.com.ar/books?id=PMlpa7ZoPXEC&pg=PA137&lpg=PA137&dq=coronel+jose+maria+valdes+
BARBARUCHO&source=web&ots=Z_9LS4bB5Z&sig=Ns1WpXX7HKVMPvNNuR-
QI51M3A0&hl=es&sa=X&oi=book_result&resnum=6&ct=result#PPP5,M1 11/11/08
García Camba, Andrés. Ob. Cit. T.II. P.232.
42
Sobre los detalles de cómo fue sorprendido Carratalá en Potosí y llevado prisionero a Tarija, véase: García Camba,
Andrés. Ob. Cit. T. II. P.232.
43
Gentilicio: “Chapaco” o “Tarijeño” Oriundo de Tarija.
Ambas fuerzas queda a la vista en el Abra de Queta y postergado el encuentro para posibilitar que
el descanso pusiese a los hombres de Valdés en posibilidad de dar batalla, Olañeta, una vez más,
divide sus fuerzas y se retira maniobrando de la siguiente manera: una columna bajo su directo
mando se dirige a Tarija; otra, integrada principalmente por infantes, al mando del Barbarucho se
pone en persecución de Carratalá con rumbo a Potosí; y la tercera, a las órdenes de Marquiegui,
emprende su marcha hacia Jujuy con todos los equipajes de mayor peso. El ardid de Olañeta
desconcertó a Valdés quien optó por perseguir la columna de Marquiegui por considerar que sería
la principal ya que sus huellas eran las más trilladas. En cinco días estuvo, en Santa Victoria,
sobre Marquiegui, a quién tomó su inmenso convoy, aprisionó a don Gaspar de Olañeta (hermano
del general) y al mismo Marquiegui (cuñado del general) y demás jefes y oficiales. Por su parte,
el Barbarucho alcanzó a Carratalá en la posta de Salo apoderándose de todo cuanto éste
transportaba y de Carratalá mismo. El Br Aguilera, por su parte, había batido a las fuerzas de un
escuadrón de caballería de Valdés que tenía a su frente, pero el Br Vigil logró preservar la
infantería marchando sobre Chuquisaca.

Combate de La Lava
En estas circunstancias, quedaba Valdés de tal modo en situación más que comprometida: con el
Barbarucho a su retaguardia, falto de artillería, municiones y demás pertrechos cualquier otro
comandante hubiera caído en la desazón. No era el caso de don Jerónimo Valdés. Advertido del
desplazamiento del victorioso Aguilera desde Potosí hacia la fortificada Santiago de Cotagaita,
comisionó al general La Hera para cubrir sus movimientos afectando a tal efecto a 25 jinetes de
los Granaderos de la Guardia, dos compañías de cazadores del Gerona y del Imperial. Esta fuerza
cumplió su cometido con eficiencia no sin pagar tributo a ello ya que debió soportar un combate
que le causó algunos muertos, varios heridos entre los que se contó el propio La Hera, y ello, de
alguna significación. Valdés flanquea Cotagaita y marchando por el Despoblado, va a caer sobre
el camino real de Potosí. Así pues, el 6 de agosto ya se encuentra en La Lava44 a tan solo 9 leguas

44
García Camba, Andrés. Ob. Cit. T.II, pp. 235/236. Ambas fuerzas estuvieron a la vista el día 16 y se prepararon
para el combate que se dio el día 17. Con la decisión y bravura que le eran características, la iniciativa partió del
Barbarucho quien atacó violentamente, siendo recibido con absoluta firmeza produciéndose un choque encarnizado
que culminó con “el triunfo más completo de las armas leales. Toda la división extraviada atacante quedó en poder
del general Valdés, menos algunos pocos individuos bien montados, aunque á costa de la irreparable pérdida de
muchos valientes veteranos de una y otra parte, contándose entre los muertos de la nuestra el distinguido brigadier
D. Cayetano Ameller, coronel del regimiento de Gerona; el capitán de granaderos del propio cuerpo Casanova, y
otros brillantes oficiales. La caballería que mandaba el brigadier D. Valentín Ferraz tuvo una parte muy influyente
de Potosí. Se da allí la segunda feroz batalla entre las fuerzas de Valdés y Olañeta solo que en
este caso la acción fue entre los dos Valdés, Don Jerónimo y el Barbarucho. Fue un combate en el
que no se ahorró obstinación, furor, ni sangre. Fue un encuentro en el que se desperdició valentía
y esfuerzo hasta la prodigalidad. Atacó el Barbarucho con una acción fingida sobre el ala derecha
de Valdés, mientras se empeñaba real y personalmente sobre el centro donde se situaba éste. Los
dos campeones del ejército realista se ponían frente a frente. Si el esfuerzo del Barbarucho
hubiese sido cierto –y no fingido–, sobre a derecha de Valdés, quizás hubiese evitado el oportuno
auxilio que recibiera el centro de Valdés de parte de las fuerzas de caballería que desde la
izquierda de los virreinales llegaron a sostener el tambaleante. De las fuerzas del Barbarucho,
solamente se salvaron 40 o 50 jinetes a uña de buenos caballos. Los demás, incluido el
Barbarucho, quedaron prisioneros de Valdés quien, desobedeciendo la orden de ejecutar a
cuantos rebeldes cayesen en sus manos, mandó asistir a los heridos cual si fuesen propios. 45

Oportunidad perdida
Olañeta se situó en Tarija, sobre el río Cinti. Enterados los oficiales de éste de la derrota de La
lava, ofrecieron entregar a Olañeta al Br Ferraz a quien Valdés dejara al mando de parte de sus
fuerzas mientras él mismo operaba sobre Aguilera. Ferraz no quiso asumir la decisión sin
consulta a su jefe y así pasó la oportunidad de lograr una solución oportuna y con economía de
conflicto.46

Junín. Regreso de Valdés al Cuzco


Canterac es vencido en Junín y La Serna pide el urgente concurso del Ejército del Sur y su
comandante el general don Jerónimo Valdés.47 De resultas de estas circunstancias se esteriliza el

en la decisión de esta triste, memorable, pero necesaria jornada, cuya cooperación llegó a ser absolutamente
precisa. Entre los prisioneros se contaba el mismo Barbarucho, á quien el generoso Valdés dirigió algunas palabras
no como orgulloso y envanecido vencedor, sino como antiguo compañero lastimado de la sangre preciosa
derramada.”.
45
García Camba, Andrés. Ob. Cit. T.II. pp.234/236.
Torrente, Mariano. Ob. Cit. T.III, pp.473.
46
Torrente, Mariano. Ob. Cit. T.III, pp..472
47
Del Moral Martín, Victoriano Teniente Coronel del Servicio Histórico Militar. Los últimos años del Ejército
Español en el Perú. Bosquejo histórico y aportaciones documentales. Revista de Historia Militar. Año XVI. 1972.
Num. 32. PP. 145/182. Madrid. P.160: “Mientras tanto Valdés, que había recibido la orden de su Virrey de
abandonar la guerra con Olañeta, en una de aquellas marchas forzadas, que tanta celebridad le dieron y que
acreditaron a las tropas españolas como las más maniobreras del mundo, después de recorrer más de mil quinientos
esfuerzo de Valdés y queda librado al arbitrio de Olañeta todo el Alto Perú. Se le ha recriminado
ácidamente a La Serna haber distraído las fuerzas de Valdés en el estéril enfrentamiento con
Olañeta en lugar de haber concentrado su poder sobre Bolívar y, luego, operar sobre el
insubordinado jefe del Alto Perú.48 Pero, sobre la historia que no fue… solo cabe expresarse en
subjuntivo.

Ayacucho
Lo cierto de todo ello es que, Valdés concurre a Ayacucho con sus fuerzas disminuidas casi en un
50% y habiendo perdido la mayor parte de sus efectivos europeos, que eran los de mayor calidad
combativa,49 toda vez que la tropa americana del ejército real debía ser mantenida en cuadro o en
columnas, durante las noches, para aminorar los terribles efectos de las deserciones. 50
El sol de América brilla en Ayacucho el 8 de diciembre de 1824, para iluminar la victoria de sus
hijos conducidos por Sucre, sobre las fuerzas reunidas de los Ejércitos del Norte (Canterac) y del
Sur (Valdés), comandados en jefe por el mismísimo virrey La Serna. Ello hace alimentar
esperanzas de llegar a un pronto acuerdo con el general Olañeta. Esperanzas que resultarían
frustradas pero que, en su momento, tuvieron fuertes asideros.

kilómetros a campo través, por escabrosos derroteros, se unió también a las fuerzas de Canterac. Eran ya mediados
de septiembre”
Carta de Bolívar a Santander, en Chancay a 10 de noviembre de 1824.”El enemigo no quiso dar una batalla en
Junín, porque llevábamos 1.000 hombres más que él, y con una precipitación sin igual se retiró hacia el Cuzco,
perdiendo en su marcha 3 o 4.000 hombres. Sus ropas marchan como gamos. Las nuestras son como perezas; por
lo mismo no hemos podido dares alcance. Además, ellos iban a reunirse con el Ejército del sur que manda Valdés,
en tanto que nosotros no esperamos auxilio de ninguna parte. [Se refiere a los auxilios que habían sido solicitados a
Chile y el Río de l Plata] Así nuestra archa se ha hecho con mucha lentitud, pero con infinita comodidad; nuestro
ejército se ha conservado sin perder un hombre”. Restrepo Tirado, Ernesto. Director. Archivo Santander. Vol. XII. P
111 MCMXVII. Bogotá.
48
Torrente, Mariano. Ob. Cit. T.III, pp.473.
49
O‟Leary, Simón B. Memorias del General O’Leary publicadas por su hijo … por órden del Gobierno de
Venezuela y bajo los auspicios de su Presidente General Guzmán Blanco, ilustre americano, regenerador de la
República. Tomo XXII. Documentos. Pp. 596. 1883. Caracas. Carta de Casimiro Olañeta a Bolívar del 23 de
diciembre de 1824, en Cochabamba, refiriéndose al ejército realista: “De aquí debe resultar indispensablemente la
nulidad de La Serna. Si los recursos del dinero que extraía de estas Provincias y su ejército empieza a sentir una
extrema necesidad. El descontento es general, grande la deserción y el hambre fatal. ¡Ojalá sea tanta que lo veamos
disolverse sin perder un americano! Al retirarse Valdés después de tres consecutivas derrotas en Tarabuquillo, Zalo
y Cotagaita, su triunfo parcial en La Lava no le dio ventaja alguna. Dos mil veteranos había perdido, y en su
marcha al Cuzco llevó consigo 4.000 hombres, cuasi todos reclutas que tomaba á su tránsito en los pueblos”. El
Subrayado es propio.
50
Cortés, Manuel José. Ensayo sobre la historia de Bolivia. Capítulo 2º. P 91 1861. Sucre. Imprenta de Beeche. “A
la noticia de la victoria de Junín, obtenida por el Libertador, dejó Valdez el Alto Perú, i después de perder más de
2.000 hombres condujo los restos de su ejército a Ayacucho, donde una suerte adversa esperaba a las armas
españolas”.
Olañeta dueño del Alto Perú
Quedaba intacto y jactancioso Olañeta en posesión del Alto Perú, con acceso al Pacífico por
Iquique, lo que le hacía alentar esperanzas de recibir apoyo y refuerzos desde la península
Ibérica. El ejército de Olañeta estaba compuesto por: Regimiento de Dragones – 400 jinetes–;
Escuadrón Santa Victoria –150 jinetes– Batallón de Fernando VII –600 infantes–; Batallón
Cazadores –600 infantes–; Dragones de Charcas – 180 jinetes–; Dragones de Santa Cruz –300
jinetes–; Infantería de Santa Cruz –180 infantes–; Regimiento de la Unión –1.400 sables–;
Batallón de Partidarios –600 infantes–; Regimiento de Cazadores de á Caballo –300 jinetes–, lo
cual conformaba una fuerza total de 4.710 hombres. Sin contar la artillería.51
Para entonces estaba en la intención de Olañeta desplazarse hacia la banda sud del Desaguadero y
convenir con Sucre una solución que mejor satisficiese, a su entender, los intereses suyos a los
que identificaba con los del Perú. La percepción de Olañeta era de que para entonces:
“ya no tengo atenciones algunas a retaguardia, y dentro de ocho días me dirijo a La Paz con
cuatro batallones y seis escuadrones. El General don Francisco Javier Aguilera, mi segundo,
seguirá la marcha con los restantes cuerpos; y muy en breve serán más fáciles y continuadas mis
relaciones con U.S. (Sucre) Entonces arreglaremos tratados útiles á la causa que sostengo y al
Perú todo, según lo desea S.E. (Bolívar) á quien se dignará US. pasar adjunto pliego”.52

Al mismo tiempo, es interesante observar que la percepción que tenía Bolívar del poder de Olañeta no era
poca cosa. El 18 de febrero de 1825, desde Lima escribía a Santander a propósito del permiso que
solicitara a su gobierno para pasar al Alto Perú o a territorio argentino:
“El Potosí es en el día el eje de una inmensa esfera. Toda la América Meridional tiene una parte
de su suerte comprometida en aquel territorio, que puede venir a ser la grande hoguera que
encienda nuevamente la guerra y la anarquía. Espero que el Congreso decida si me es permitido
o nó (sic) pisar el suelo argentino, en el caso de que mi presencia sea reclamada allí por las
circunstancias”.53

51
Burdett O‟Connor, F. Ob. Cit. Cap. XI, pp. 169.
52
O‟Leary, Simón B. Ob. Cit., pp. 594.
53
Restrepo T. , Ernesto. Ob. Cit., MCMXVI, pp. 252.
LOS ACONTECIMIENTOS SE PRECIPITAN.
La primera reacción de Olañeta luego de Ayacucho fue procurar agregar a sus fuerzas las del
nuevo virrey don Pío Tristán – Sí, el derrotado en Tucumán y Salta–54 que se encontraba en
Arequipa, donde, según Torrente,55 sobraban armas en tanto que a Olañeta le abundaban los
desarmados. A tales efectos despachó primero a su ayudante de campo, coronel mayor don Ángel
Hevia adelantarse sobre el Desaguadero con todas las fuerzas que pudiere sacar de Potosí y
Chichas, luego, hizo lo propio con el célebre coronel José María Valdés –Sí, el “Barbarucho” – a
quien, con las fuerzas de Cochabamba, debía ir sobre Puno y fijarse en ella con un batallón y un
escuadrón hasta hacer contacto con Tristán. Por su parte, Olañeta iría en persona a La Paz
procurando levantar nuevos cuerpos para afrontar la campaña en ciernes. Valdés quedó cerca de
Puno y su capellán (el P. Archondo) fue comisionado para convenir con Tristán las futuras
operaciones. Todo ello resultó frustrado y las desgracias no tardaron en sucederse.

54
Miller, John Mr. Memorias del General Miller al servicio de la República del Perú escritas en inglés por…
traducidas al castellano por el General Torrijos. Madrid. Biblioteca Ayacucho dirigida por D. Rufino Blanco
Fombona. Editorial América. Sin fecha de edición. Tomo II y último. Cap. XXVII. P.205. Llama a Tristán el “que
vergonzosamente quebrantó su palabra en 1813, se rindió en Arequipa al coronel Otero.”
55
Torrente, Mariano. Ob. Cit. Tomo III. Cap. XXIII. pp.512/513.

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