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gresistas" del capitalismo comercial período colonial, aunque la tenden-


para rei vindicar el retorn o a una cia principal es que así sea. En la
época "próspera" y a un "pasado
feliz", lo cual suponía la defensa de la
I I I 10 • primera parte de este ensayo haré
una descripción somera de este tipo
pequeña propiedad, la lucha contra I I I I de novela, para luego pasar al comen-
tario de la más reciente de ellas, El
la usura y los monopolios , como
acción ese proceder era revoluciona- • I general en su laberinto (Bogotá: Edi-
ri o . Efectivamente, en el caso de los torial La Ovej a Negra, 1989), de
artesanos lo fundamental para defi- Gabriel García Márquez. Esta obra
ha abandonado el período colonial
nir su papel histórico en la coyuntura
de med io siglo no es descalificar
I I I para centrarse en la figura de Simón
Bolívar, y narrar lo que vendría a ser
olímpicamente su acción como "retró-
grada ", por oponerse a la rueda de la
historia, si no tener en cuenta que
• I I una especie de segund o Big Bang his-
tórico (si el Descubrimiento fue el
primero): la fragmentación de Amé-
para defender sus formas de existen- rica Latina, inmediatamente después
cia acudieron a la acción directa e García Márquez y de la independencia, en la constela-
intentaron controlar los dispositivos ción de naciones .que hoy la compo-
del Estado . Que hayan fracasado en la voz de Bolívar! nen . M i teoría sobre las ficciones del
ese intento o que ésta fuera histórica archivo parte de un concepto de la
y estructuralmente imposible , eso es novela basado en la picaresca, las
o tra cosa. Lo importante es que su crónicas de Indias y la obra de Cer-
Robeno González Echcvarria
acción po lítica fue resultado de la vantes, que paso ahora a esbozar.
Oepartment of Spanish and Portuguese
defensa de sus intereses de clase, Depanmenl of Comparative Literature
Como no viene dotada . de una
hecho que hace a esa lucha represen- Yale University forma propia, la novela con frecuen-
tativa; así la acción de los artesanos cia asume o pretende asumir la de un
se basa rá en una utopía, al fin y al tipo de texto al que la sociedad atri-
cabo fue acción . Y eso es lo impor- buye la capacidad de contener y trans-
tante para el historiador. A esta con- mitir el conocimiento y el poder en un
A pesar de las declaraciones de los
clusión llega finalmente Carmen Esco- momento histórico específico. La nove-
novelistas, y de cierta crítica que se
bar, aunque no la haga tan claramente la, o lo que se ha llamado novela en
hace eco de ellas, la principal razón diversos momentos a lo largo de más
como fuera deseable (págs , 301-302). por la que la historia es fuente predi- o menos cuatro siglos, imita esos tex-
En resumen podemos decir que el lecta de perso najes y peripecias de la
tos para poner de manifiesto sus con-
libro reseñado es desigual e innecesa- narrativa latin oamericana es que los vencionalismos, su dependencia en
riamente extenso. Se habrían podid o textos hist ó ricos no so n literarios. reglas de producción textual similares
evitar algo así como cien páginas , Sacada de documento s y crónicas, la a las que rigen la literatura. Es median-
ci tand o men os, trabajand o más el historia da acceso a un conocimiento te esta falsificación que la novela pro-
anexo d oc umental y suprimiendo al- de la cultura latinoamericana que clama , contradictoria y oblicuamente,
gunos temas poco importantes. El se ría a la vez verdadero y legitimador su pertenencia a la literatura. El poder
tratamient o te ó rico del tema es am- de la escritura. Los textos coloniales para dotar un texto de la aptitud para
bigu o, porque en unos casos existen poseen el hechizo del origen, de un contener y comunicar la verdad se
análisis bastante lúcidos mientras que principi o que no ha cesado de serlo revela así como algo que está fuera del
e n otras se nota una fácil y apresu- porque las cuestiones que engendró texto; se trata de un agente exógeno
rada interpretación . Si, en el paso de siguen todavía vigentes en América que reviste de autoridad un texto
Latina. Re-esc ribir esos textos equi- específico en virtud a la estructura
tesis a libro, la autora se hubiera
vale a narrar tanto un presente car- ideológica de un período , no de algo
apresurado men os, revisand o el text o,
gado de urgencias como un pasado inherente al texto mismo o al propio
afi nando el a náli sis conceptual y teó-
que no deja de ser actual. Al se rvir de agente externo.
ri co, suprimi end o la so breca rga de
vehículo a relatos verídicos, y de esa La novela, por lo tanto, forma
erudición y acortándolo, se habría manera contagiarse del aura del ori-
publicad o un buen estudio so bre la parte de la totalidad discursiva de
gen que irradia de esos textos que una época, y se ubica en el lugar
lucha artesanal de mediados del deci- dicen las primeras historias, la novela
mo no no co lombian o . opuesto a su núcleo de autoridad
se reviste de legitimidad . En el sen- ideológica. La propia concepción de
tido más amplio posible este retorno la novela constituye un relato de fuga
R ENÁN VEGA CANTOR de la novela latinoamericana a documen- o escape, frecuentemente de la ley , las
tos histó ricos, muchos de ellos de
índole jurídica y relativos al descu-
brimiento y conquista, es lo que I El presente trabajo resume ideas que desarro--
110 más ampliamente en mi libro de próxima
genera lo que he denominado ficcio- aparición. My lh and Archive: A 7heory o/
nes del archivo. No todas esas nove- La,in American Narrol;w (Cambridge: Cam-
las , desde luego, se desarrollan en el bridge University Pross, \990) .

160 80lelin Cultural )' Biblio8,6I'ico, Vnl. 17 , n u m ~ 24¡::!~ . 1990

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autoridades, o la prisión misma; éste relación al Emperador Carlos V. Resul- ges "Tlon. Uq bar. Orbis Tertiu,". la
aparece habitualmente como subargu- taría imposible exagerar la prepon- primera ficción del archiV O en un ,en -
mento, pero también, en la pica- derancialle la retórica legal ojurídica tido pleno fue Los pasOJ /",,,,,,,,,.1
resca por ejemplo, como argumento en la temprana historiografía de Amé- (1953) . Y la arquetípica Cien Uf!O .1 de
principal. De más está decir que esa rica. Por ejemplo. en el propio campo soledad ( 196 7). Con todo el respeto y
fuga hacia una especie de libertad no de la historia había historiadores reconocimiento mereci dos a F Oucau It.
es más que un simulacro de escape, nombrados por la Corona. con el Derrida y Bachtine . pien so que derivo
reflejo del mimetismo falsificador título de Cronista Mayor de Indias. a de esas no ve fas mi teoría . Otras fic-
inherente a la novela misma, aunque los que se les daban instrucciones ciones del archivo son Crúni('(J de una
por su persistencia parece ser el relato específicas de cómo incorporar los muerte anunciada. A uro. Terra Nos'
primario, irreductible, subyacente en millares de relaciones a sus volumi- tra. Yo el Supremo. El arpa y la SOIll'
toda narración . Tal vez sea por ello nosas obras. Estos macizos volúme- hra, Noticias dI! imperio. La ,·u.m de
que el derecho - la ley y sus representan- nes son la contrapartida textual de los espíritus. El mar d,' las len/(~¡u.l'. y
tes- figure tan prominentemente en Simancas, y son antecedentes remo- La no che ()Jcura del Niño A l 'il':.I .
La vida de Lazarillo de Tormes. las tos pero contundentes de las moder- Hay. además. otras nove las latino-
"novelas ejemplares" de Cervantes, y nas ficciones del archivo . La obra americanas destacadas que comparten
las crónicas de Indias . La novela más importante de este género fue la rasgos importantes con las anteriores :
retendrá de ese origen su obsesión Historia general de los hechos de los Tres tristes tigres, Ellihro de Munuel.
con temas como el castigo, la ¡,cumu- castellanos en las islas i tierra firme y Los perros del paraí.H> . En nreve.las
lación de conocimiento, y el control del mar Océano (Madrid, 160 1). redac- ficciones del archivo son novelas sobre
social ejercido mediante el uso de la tada por el incansable Antonio de los orígenes del discurso narrativo
escritura, elementos que motivaron Herrera y Tordesillas, un contempo- latinoamericano (tanto novelístico co-
su propensión mimética desde el prin- ráneo de Mateo Alemán y Cervantes . mo histórico) . que también se remon -
cipio. Cuando la novelística moderna Las ficciones del archivo son nove- tan al origen mismo de la novela

latinoamericana retorna a ese origen. las históricas, generalmente ubicadas como genero.
lo hace a través de la figura del en el período colonial. Su calidad Las ficciones del archivo recuer-
archivo, el depósito legal de informa- archivista proviene de ser compen- dan (en el sentido arcaico de "desper-
ción y poder del que surgió en el siglo dios de documentos de carácter histó- tar" también) el origen jurídico de la
XVI, y cuyos monumentos más visi- rico, muchas veces legal, que apare- narrativa para cuestionar la legitimi-
bles son los archivos estatales erigi- cen en contextos que no ocultan su dad de los lazos entre el poder y el
dos entonces en Si mancas y El Esco- origen o indole, sino al contrario. Son conocimiento. o. mejor dicho la entro-
rial por la corona española. éstas obras erizadas de citas explícitas
La forma que reviste la novela e implícitas, en las que el proceso de
picaresca es la relación, porque esta acumulación de conocimiento resulta
especie de carta, confesión o informe evidente del acopio de textos que se
dirigido a una autoridad superior era distinguen, dado su origen, por su
un vehículo retórico común de la autenticidad . Un edificio, recámara,
vasta burocracia imperial que admi- habitación, caja, arca, baúl, o cual-
nistraba el poder en España y sus quier otro tipo de receptáculo o depó-
posesiones. La temprana historia de sito contiene y custodia estos docu-
América Latina, así como las prime- mentos, como hipóstasis del Archivo
ras ficciones de y sobre ésta, se narran ~s decir, como materialización simbó-
utilizando los moldes retóricos de las lica del mismo. La manera en que se
artes notariales, que determinaban la disponen u ordenan estos documen-
composición de textos como las rela- tos no arroja, por cierto, un relato
ciones, los memoriales y otros docu- completo o coherente, ni conduce al
mentos de índole similar. Estas car- tipo de revelación que su prosapia
tas de relación no eran simplemente prometía. El conjunto de documentos
epístolas, sino cartas de fundación, aparece frecuentemente en vías de ser
escrituras, constituciones o estatutos procesado, copiado y salvaguardado
de los territorios ocupados. Tanto el por un archivista o historiador interno
que suscribía como el territorio mismo a la ficción, que a su vez está empe-
adquirían legalidad y derecho por ñado en la producción de un manus-
virtud de estos documentos que, como crito que puede o no ser explícita-
el texto de Lazarillo, estaban dirigi- mente el de la novela que leemos, pero
dos a una persona que ocupaba una que también pudiera ser sus prole-
posición de autoridad (en el caso del gómenos o pre-texto . Aunque hay
pícaro probablemente a un juez). ficciones del archivo precursoras o
Hernán Cortés escribió sus Cartas de embriónicas, como el relato de Bor-

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nen significado cultural. Pero el archi- hasta el remoto recodo donde se aloja
vo . como re sulta evidente en El arpa el secreto de secretos, el arcano de
y la JOmhra. de Carpentier. también la voz y la escritura (con)fundidos en
se constituye en base a la pérdida y a una plenitud que destila poder. prin-
la negación, no solamente al acopio. cipios y verdad. Bolívar no es sólo el
represe ntadas frecuentemente por la héroe supremo de la independencia.
vejez o la muerte . En El arpa y la el Libertador. sino además el redac-
somhra se sugiere que los huesos de tor de constituciones. el engend rador
Co lón . como los documentos que del texto de fundación, del estatuto
componen su corpus literario y legal. legitimador , la figura que encarna la
serán diseminados y confundidos con hipóstasis de poder y escritura. La
los de otros. que no configurarán, en más famosa de esas constituciones es
fin. un cuerpo. una reliquia . Las fic- la que escribió para Bolivia, país que
ciones del archivo son también crip- lleva como en una especie de pleo-
tas, maus o leos. como el Escorial en nasmo o tal vez sublime prosopo-
Terra Nostra. símbolo del libro mismo peya. nada menos que su propio
nización del conocimiento mediante que leemos, depósi tos monumentales nombre. Como sabemos, Bolívar innu-
la Icguleya actividad de la esc ritura . de reliquias y documentos ya caren- yó o colaboró en la redacción de
Este proceso de análisi s hace evi- tes de vigencia y sentido. Si el secreto muchas otras constituciones, así como

dente la naturaleza arbitraria y vio- del archivo es que no guarda secreto de incontables proclamas que tenían
lenta del acceso al poder. y el vínculo alguno. a no ser esta dialéctica de la mi sma intención fundadora. Bolí-
de la escritura con la pri sión y el cas- acumulación y pérdida, este secreto var es, por si poco fuera todo esto,
tigo en ge neral. El poder no es cono- se devela mediante un desfile de per- autor de la más famosa carta en la
cimiento; en última instancia no es ni sonajes y tópicos que configuran la historia de América Latina, la lla-
siquiera di sc ursivo . En su más recón- tipología del discurso novelístico mada "Carta Profética de Jamaica",
dit o recinto el archivo no custodia latinoamericano actual. de septiembre 6, de 1815. (Esta es una
sec ret o alguno. la violencia de la ins- El general en su laberinto exhibe de varias cartas famosas en la histo-
cripción ca rece de voz. Esta se reviste una serie de rasgos que bien pudieran ria latinoamericana, desde la de Colón
de autoridad en el garbo militar de marcar un nuevo tipo de novelística a Luis de Santángel, las de Cortés a
s us representantes más visibles histórica latinoamericana, específica- Carlos V, la de Aguirre a Felipe n, y
- generales. comendadores, capita- mente un nuevo giro en las ficciones la de Martí a Manuel Mercado, escrita
nes. dictadore s. comandantes - o La del archivo. Los cambios más apa- el día antes de su muerte) . La Carta
narrativa , novelística o histórica, a rente s so n que la novela ya no está de Jamaica ofrecia un boceto del
menud o revela (es decir, muestra y ubicada en el período colonial, y que proyecto político de Bolívar, nota-
oculta : re-vela , vuelve a velar) la vio- el protagonista es una figura funda- blemente su anhelo de fundar, en la
len cia co n el subargumento de fuga cional de la independencia ameri- Gran Colombia, un enorme país, o al
menci o nado antes, como en la pica- cana. La novela contiene otras inno- menos, una especie de liga de nacio-
• ••
re sca. O. mas proxlmo a nuestros vaciones, si bien más sutiles, no menos nes latinoamericanas, con una supra-
días, en Biografía de un cimarrón. de significativas, aunque su afinidad con capital cuya sede sería Panamá.
Miguel Barnet, o El mundo aluci- previas ficciones del archivo es pal- Garcia Márquez se ha atrevido, si
nante. de Re ynaldo Arenas . maria , hasta en el timbre borgeano no a vulnerar, por lo menos a desa-
Las ficciones del archivo también de su título . En la novela Bolívar cralizar uno de los ídolos de la retó-
tratan de la acumulación de conoci- carga con sus archivos personales en rica patriótica latinoamericana. La
mient o . y la composición de ese cono- su viaje de regreso a Venezuela. El narrativa hispanoamericana ha pre-
cimiento como concepto de cultura Libertador aparece, además, decré- sentado con no poca frecuencia figu-
que concede derecho y poder políti- pito y próximo a la muerte, y se le ras históricas , como el Dr. Francia,
cos . Co mo depósitos de conocimien- concede gran significación a su f rené- la Emperadora Carlota, Juan Manuel
tos e información, las ficciones del tica actividad como escritor de car- Rosas, y toda una galería de dictado-
archivo so n acumulaciones atávicas tas . Las diez mil que se dice ha escrito res , para no hablar de descubridores
de lo dado, de la tradición en el sen- no sólo desempeñan un papel promi- y conquistadores desde Colón hasta
tid o más fuerte y cabalístico de la nente en la novela, sino que en una Lope de Aguirre . Pero no recuerdo
palabra. Por eso so n casi siempre his- especie de epílogo, Garcia Márquez ninguna novela que se ocupara direc-
.. .
toncas y se conslltuyen como una dice haber pasado dos largos años tamente y con tanto desenfado de
compleja red intertextual que absorbe sumido en "las arenas movedizas de uno de los ídolos intocables del pan-
las crónicas de la conquista, otras fic- una documentación torrencial, con- teón latinoamericano: Benito Juárez,
ciones, documentos y personajes his- tradictoria y muchas veces incierta" José Martí, Simón Bolívar, San Mar-
tóricos, canciones, poemas, informes (pág. 270). Al centrarse en Bolívar tín ... Garcia Márquez no ha dejado
científicos, figuras literarias, y mitos Garcia Márquez ha intentado pe- de pagar por tamaño atrevimiento,
- una amalgama de textos que tie- netrar hasta el centro del archivo, provocando la ira de bolivarianos en

162 Bolelln Cultural y Bibliol,'lico, Vol. 21. numl. 24 / 2S. 1990

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todo el Continente, que han escrito dor, todas herederas de Fa cundo, ra histo ria . Carpentier se rem o nt ó lo
airadas cartas denunciando los erro- que ya era de por si el retrato de una más atrás que pud o, y d otó a Co lón
res históricos de la novela, y desaca- figura más bien controvertida. si del aura ambigua de los fundadore s.
tos como el de presentar al Liberta- bien indi sc utiblemente inaugural. La ficción histó rica tenía en el Des-
dor valiéndose de un lenguaje grosero Quiroga comparte con otras figura s cubridor un principio controvertido
de grueso calibre. García Márquez. mencionadas una inclinación a la y contradictorio, en el que cri stali za-
por su parte. asevera haber presen- violencia y un voluntarismo desme- ban la lujuria y la voluntad de poder.
tado a un Bolivar más veriélico. más dido . Tal vez la figura arquetípica Para sellar esa unidad . Ca rpentier
cercano a sus auténticas raíces cari - entre todas estas y, con el Colón de hizo a Co lón amante de la rein a Isa-
beñas. sin excluir sus rasgos negroi- Carpentier la más próxima al Bolí- bel de Castilla. Pero , al mismo tiempo.
des. que habían sido eliminados pro- var de García Márquez, sea el Felipe Carpentier revela que su pretensió n
gresivamente de bustos. medallas . y 11 de Terra Nostra, otro arrebatado al origen del Archivo está basad a en
sellos. donde figura con el afilado redactor de leyes y cartas. Pero su documentos dispersos que, como sus
perfil aguileño de un senador romano . cerrado dogmatismo religioso, su huesos, so n de discutible legitimidad .
No cabe duda de que García Már- despiadada persecusión de todo sos- García Márquez ha remplazado la
quez ha cometido una profanación. pechoso de heterodoxia o "dudoso" delumbrante figura del Desc ubrid or
Pero el desafío de El general en su linaje, no le permiten, ni con mucho, por la del Libertador. Pero la genea-
laberinto no es tanto a la retórica ser héroe en la tradici ón latinoame- logía textual es clara. En El general
patriotera, o a la iconografía cficial, ricana. El nicho de Felipe en el en su laberinto Bolívar cita del Dia-
sino a la narrativa histórica latino- Archivo está ensombrecido por su rio de Colón, y, en cierto sentid o lo
americana, inclusive a la suya propia. aura de demencia mística, y su necro- que hace es repetir el viaje del Descu-
Como ya he sugerid o , una de las filia. Bolívar, por otra parte, es un bridor, pero al revés . El segund o o ri-
diferencias más significativas entre héroe moderno, exento de aspira- gen que García Márquez ofrece -el
El general en su laberinto y otras ciones fanáticas de trascendencia, y Big Bang dos- no es la independen-
ficciones del archivo es la magnitud sin propensión a la violencia indis- cia per se, sino el momento cuando el
y calidad de su héroe protagonista. criminada. Su nicho en el Archivo movimiento independentista alcanza
Colón y Aguirre son figuras de fun- podría revelar el secreto racional de su cenit y la disgregación de América
dación, pero su gloria ha sido entur- lo que sea que vincula el poder con la Latina comienza. Es el períod o en
biada por la controversia. Así, por ley, la ley de leyes, el discurso del que surgen los caudillos. Si Sama n-
ejemplo, parte de El arpa y la som- método. Curiosamente, en la Carta cas y El Escorial eran los archivos
bra es un juicio, donde se debate y de Jamaica; Bolívar se refiere a sus implícitos en previas ficcione s del
deniega la canonización del Descu- proyectos utilizando un oxímoron: archivo, aquí el archivo se materializa
bridor, tanto por haber traído la "Me atrevo aventurar algunas conje- en edificios como el que aparece con
esclavitud al N uevo M undo, como turas que desde luego caracterizo de esa función en Yo el Suprem o, o el
por su vida un tanto licenciosa. En arbitrarias, dictadas por un deseo Palacio de Justicia de Riohacha en
Daimón, el demencial Aguirre hace racional, y no por un raciocinio pro- Crónica de una muerte anunciada.
el primer esfuerzo por crear un estado bable". "Deseo racional" es una Bolívar es el héroe de la unidad. de la
independiente en América, pero su combinación que augura más el recur- integración , y de la libertad ; su sueño
predilección por la violencia, a veces so que el discurso del método . fue , como ya vimos, crear una especie
ejercida contra sus propios adeptos, En El arpa y la sombra, Carpentier de superpaís, una Gran Colombia.
y hasta contra su propia hija, lo mar- se vale de Colón para reescribir lo tanto como una liga de naciones lati-
can como un héroe en extremo pro- que él consideraba la narrativa de noamericanas, que fuera próspera,
blemático. En Noticias del imperio fundación en América Latina, la prime- poderosa , y regid a por su ideología
Carlota aparece como una anciana
senil y lunática. Lo mismo puede
decirse del Dr. Francia en Yo el
supremo. No importa cuánto poda-
mos admirar hoy su postura antim-
perialista, el estricto control que
Francia ejerció sobre el Paraguay, y
su irascibilidad paranoide lindaban
con la demencia, algo que Roa Bas-
tos manipula con gran pericia. Poco
habría que decir sobre los más evi-
dentemente criminales dictadores que
han dejado su estampa, a veces clara,
• otras borrosa, en El otoño del patriar-
ca, El recurso del método, y otras
novelas latinoamericanas de dicta-
-
Boletln Cul1ura¡ '1 8 iblio'f'fico, Vol. 27. numl. 24/ 2S. 1990 163
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diec ioc hesca . Pero tan pronto como El sub-argumento que narra el des- Quijote de la segund a parte, Bolívar
algo parecido a esa unidad comenzó tino de esos baúles ambulantes con- se encuentra con obras literarias en
a logra rse. los intereses locales y las duce a un fuego en casa de su amante, las que él mismo aparece, como el
diferencias regionales empezaron a años después de la muerte del Gene- libro sobre la vida galante de Lima
desmembrar aquella entelequia polí- ral , en que so n reducidos a cenizas. que Manuela le lee. Y en una de las
tica. cuya unidad se encontraba en Una historia secundaria dentro de paradas del viaje, una niña le recita al
los miles de papeles que el Libertador ese argumento secundario, sobre una General estrofas de la odade Olmedo,
produj o. y que García Márquez con- misteriosa caja que ha sido tran spor- "La vitoria de Junín : Canto a Bolí-
sult ó diligente y malhumorado por tada de lugar en lugar, revela que var", poema que el ecuatoriano com-
su implacable tiranía. El general en ésta, a fin de cuentas, no contenía puso, como es sabido, asesorado por
su laberilllo narra la Dispersión de la nada de inten\s. el propio Libertador. Pero el ele-
Ca rla, la Explosión del Estatuto, la mento cervantino se nota so bre todo
Fund ació n del Archivo al hacerse en lo que podríamos llamar el cariz
trizas el Documento de Fundación . recolectivo o recupera tivo del viaje de
El efecto de la nove la es socavar la Bolívar. Como Don Quijote en su
unidad engañosa de constituciones, último regreso al hogar, Bolívar vuelve
escritura, y agendas políticas, disol- a vivir experiencias de su itinerario de
ver la aparente consubstancialidad aventuras, y se encuentra con perso-
entre el hé roe podero so situado en el najes que dese mpeñaron algún papel
comienzo, y la continuidad de su en el mismo, y que surgen ahora
legado textual , salvo como construc- como para redondear el libro en que
ción ficticia, como literatura. El Coro- todos viven . Es como si Bolívar ya
nel Aureliano Buendía tiene una visión estuviese leyendo su propia vida, como
de orden frente al pelot ó n de f usila- si este laborioso y dilatado final de la
mient o; el General Bo lí var tiene otra vida del Libertador fuese esencial-
de dispersió n en su lecho de muerte. mente la realizació n de una lectura de
El archivo de Bolívar en El general su periplo de aventuras; un final que
en su laberinto no posee, sin embargo, Pero lo fundamental del archivo en constituyese a su vez un comienzo,
ni siquiera las proporciones monu- El general en su laberinto es el carác- pero un co mienzo de la lectura.
mentales del de Asunci ón en Yo el ter tan marcadamente literario de la Lajornada de aventuras guerreras,
Supremo, ni el barniz histórico del de vida de Bolívar, que aparece como básicamente la vida entera del Liber-
Riohacha en Crónica de una muerle reflejo de una poderosa tradición tador antes de su decisión de dimitir a
anun ciada. No se aloja ni en un edifi- narrativa, en vez de pretenderse que la presidencia y abandonar Bogotá,
cio só lidamente afincado sobre la tie- sus fuentes son documentales, como se narra como parte de este desplie-
rra, sino que lo constituye una men- suele ocurrir en ficciones del archivo . gue . La aventura no puede ser dicha
. ..
guante recua de mulas cargadas con La Odisea, la Eneida, pero sobre todo por pnmera vez SinO siempre ya
los baúles que contienen sus papeles, el Quijote se ciernen como modelos como parte de una ficción de la que el
libros, ropa y recuerd os: ineludibles sobre el mundo ficticio de héroe no tiene escapatoria. Este encie-
El general en su laberinto. Si en la rro literario se expresa desde la frase
En sus siete mulas de carga, sin habitación de Melquíades los libros inicial de la novela, que describe una
embargo, iban otras cajas con de fundación eran la Enciclopedia y escena que se hará recurrente : "José
m edallas y cubiertos de oro y Las mil y una noches - conocimiento Palacios, su se rvidor más antiguo, lo
cosas múltiples de cierto valor, y ficción - aquí los documentos y encontró flotando en las aguas depu-
diez baúles de papeles priva- legajos típicos del archivo compiten rativas de la bañera, desnudo y con
dos, dos de libros leídos y por lo desfavorablemente contra Ho mero , los ojos abiertos, y creyó que se había
menos cinco de ropa , y varias Virgilio, Cervantes, y hasta los inicios ahogado . Sabía que ése era uno de
cajas con toda clase de cosas de una tradición literaria latinoame- sus muchos modos de meditar, pero
buenas y malas que nadie había ricana sobre Bolívar. Como Ulises y el estado de éxtasis en que yacía a la
tenido la paciencia de contar. Eneas, Bolívar emprende un último deriva parecía de alguien que ya no
Con todo, aquello no era ni la viaje de regreso, casi todo por barco, era de este mundo ". A flote como un
sombra del equipaje con que después de una existencia heroica feto o un ahogad o, Bolívar es un des-
regresó de Lima tres años antes, dedicada a la guerra. Pero la presen- terrado del mundo y de la temporali-
investido con el triple p oder de cia más significativa y visible es la de dad; es un naúfrago bogando desnor-
presidente de Bolivia y Colom- Cervantes. Hay algo quijotesco , para tado. En esta especie de probeta o
bia y dictador del Perú: una empezar, en un Bolívar empecinado cápsula de tiempo, el héroe carece de
• • •
recua con setenta y dos baúles y en crear una nactOn enorme, especie todo telas. Como el axoltl de Cortá-
más de cuatrocientas cajas con de Insula de Barataria, para hacer que zar, es un monstruo flotante en una
cosas innumerables cuyo valor la realidad coincida con ideales que piscina transparente que hace una
no se estableció [pág. 38]. ha sacado de libros. Como el Don travesía al infinito. El viaje doble de

164 Bolclin Cu!lural y B¡blioar'fico, Vol. 21 , numl. 14 ( 25. 1990

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El general en su laberinto, es también estratégica termina siendo. en boca


un viaje sin fin, "un ir y venir hacia la del Mariscal. inadvertidamente . la
nada". He aquí, evidentemente, el verdad . Verdad que aparece garanti-
laberinto del General. No puede verse zada nada menos que por el propi o
sino en la reflexión literaria del poema General, y que él quiere reprimir. Es
de Olmedo. así como nosotros no como si la verdad sólo pudiera apa-
podemos verlo sino a través del lente recer como eco de algú que quiso ser
.. . .
desfigurador y creador de la literatura. una agrestOn, y se repite, como SI se
Semejante encierro literario es sig- tratara de un guión, por alguien que
nificativo por la obsesión de Bolívar realmente quisiera decir lo opuesto. y
' . .
con la libertad -se trata, después de no es nI siquiera su autor.
todo. del Libertador- y refleja a su Es también digno de notarse que el
vez el subargumento presente en tan- Mariscal le atribuye todo esto a una
tas novelas relativo a la fuga. El viaje burla del destino . Tras la mala inten-
de Bolívar es, después de todo, tam- ción del enemigo se oculta una fuente
bién una evasión, sólo que, como superior de verdades que es inconme-
tantas cosas en la obra, es una eva- surable, y que se expresa humorísti-
sión invertida. No se trata de un camente y de manera oblicua. Pero lo
escape río arriba, hacia el interior de que es aún más significativo es que el
la selva, como el del protagonista de diálogo sea sobre la libertad, el obje-
Los pasos perdidos, sino de un viaje tivo principal de la empresa boliva-
río abajo, hacia el mar. Y en vez de riana, y lo que está siempre en juego
ser un escape de la autoridad y el en la escritura de la novela, y tal vez
poder, se trata de la autoridad y el de toda novela . La esencia de lo que
poder mismos que huyen, abando- Sucre dice es que la libertad se ha
nando su centro. La novela articula generalizado tanto que ha ido dema-
un rechazo de la ley antes de la ley, siado lejos,lIegar.do a un punto donde
una especie de negación anterior a la no hay unidad concebi ble salvo como
negación. El general en su laberinto bién el laberinto del que el General coerción, y donde no hay orden posible
relata no el acceso al poder, o la lucha trata de escapar, y el componente salvo traicionando la libertad. El sueño
por retener el poder, sino la renuncia fundamental del encierro literario en bolivariano de integración resultaría
a éste, la dimisión y partida del For- que se encuentra. así un retorno a la ausencia de liber-
jador de la ley. En ello la novela cons- ¿Dónde está la libertad, en qué tad que pretendió abolir. La libertad
tituye una desviación radical de la dirección fugarse? En un diálogo con se revela, pues, como la represión d is-
novelística histórica latinoamericana, Sucre, éste le dice a Bolívar que ellos frazada, como la burla de que habla
particularmente de aquellas que tie- han promovido la independencia con Sucre, y como la ironía de que el
nen algún héroe o dictador como tanto ahínco que ahora las flamantes Mariscal aparezca repitiendo las cana-
protagonista. El Dr. Francia enlo- nacione~ quieren ser independientes lladas del enemigo. La libertad se
quece en medio de una montaña de no sólo de España sino las unas de las manifiesta como la figura maestra de
papeles; Bolívar, por el contrario, al otras. De ahí el fracaso del proyecto la escritura, que puede significar lo
renunciar al poder y comenzar su de Bolívar: opuesto de lo que pretende significar.
última aventura, promete no escribir He aquí también otro pasadizo remoto
otra carta en lo que le quede de vida "Es una burla del descino ", dijo del laberinto del General . del que
(promesa que por cierto no cumple). el mariscal Suere. "Tal parece parece no tener escape posible. y tal
El pícaro escribe para escapar la ley como si hubiéramos sembrado vez el motivo de la melancolía que lo
imitando su retórica, el héroe huye de tan hondo el ideal de la inde- aqueja a lo largo de toda la novela .
la ley que él mismo instituye al renun- pendencia, que estos pueblos La melancolía refleja a su ve7 el
ciar a la escritura. Además, y esto es están tratando ahora de inde- estado de la Constitución o constitu-
lo que la novela plantea en última pendizarse los unos de los otros". ciones producidas por el General.
instancia, ¿a quién le iba a escribir El general reaccionó con una A través de la novela. Bolivar repite
sino a sí mismo, que es la fuente gran vivacidad. con desconsuelo que "Nadie entendi ó
suprema de autoridad? El, que es la "No repita las canalladas del nada ". Se refiere, sin duda. al proyectO
autoridad ausente pero implícita a enemigo", dijo. "aun si son tan suyo de integración americana . Pero
quien se dirigen todos los documen-
.
certeras como esa .
.. es también contrapunto de una fra se
tos legales, retira con su partida tanto que repite su secretario: "Lo que mi
el origen como el destino de la escri- Son ~stas palabras muy significa- señor piensa. sólo mi señor lo sabe".
• tura. Esta quedaría así a flote en las tivas . La verdad dicha por Sucre Casi no hay correspondencia en la
aguas depurativas de la bañera, como refleja una canallada del enemigo: es novela entre lo que Bolivar siente o
el cuerpo del General. Este es tam- decir, lo que surge como una mentira piensa y lo que escribe. entre una

8011:11" Cullural y Blblloartrico. Vol. 17 , num), 24 !2S, 1m 165


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VARIA

supuesta interioridad y su texto o laberinto desmonumentaliza aún más sión que la marca desde el principio,
voz . Antes de su decadencia física y el archivo al hacerlo ambulatorio, y aunque en este caso, es la misma
mental, su produc~ión epistolar era darle un carácter esencialmente lite- figura de autoridad la que huye y
verdaderamente asombrosa: "de allí rario, y sobre tod o al presentar a su desaparece,
surgió la leyenda nunca desmentida fígura central como un simulacro de La destrucción del sueño de Bolí-
de que dictaba a varios amanuenses autoridad de la escritura. La novela var es significativa a un nivel inme-
varias cartas distintas al mismo tiem- abre una temática que, aunque c1a- diato como comentario sobre la de-
po". Tomada esta leyenda literalmente sesperada situación política latinoame-
tendría que significar que cada enun- ricana en la actualidad, Bolívar aún
ciado se plasmaría de forma distinta se presenta como profeta cuyas adver-
en cada carta, aunque se originara tencias sobre los peligros de la deuda
como uno solo, ya que resulta impo- son desoídas. Pero el fracaso de su
sible emitir dos enunciados a la vez . sueño de integración también alude
La voz se refractaría en la escritura, a la narrativa misma, porque junto con
como una especie de arcoiris de letras. la ruina física y moral del Liberta-
Tiene que haber un vacío o brecha dor, la fragmentación de la Gran Colom-
entre dictado y texto. Pero, aún si bia conlleva también la de todo pro-
tomamos la leyenda figuradamente, yecto narrativo que pretenda dar una
es decir, que el General dictaba a visión coherente y global de la cul-
varios amanuenses a la vez - con tura y la historia latinoamericanas
intervalos, y dirigiéndose a cada uno -por ejemplo-, Cien años de soledad.
por separado- - Bolívar no podría Esto es algo que el Archivo proclamaba
aparecer como fuente fidedigna o antes en ésa y otras novelas, pero que
autorizada de su escritura. Porque se hace aún más explícito en ésta al
para dictar varias cartas al mismo verse en relación al fallido proyecto
tiempo tendría que ser más una espe- de Bolívar. Como el laberinto en que
cie de máquina de dictar que un ser se encuentra atrapado el General, las
coherente proyectand o sobre su escri- ficciones del archivo nos regresan,
tura voluntad y razón . A medida que una y otra vez, al principio en busca
decae, el lazo entre su ser y su escri- de los principios.
tura, entre su voz y los textos, se hace
cada vez más ténue. Depende más y
más en su sobrino Fernando, su ROBERTO GONZALEZ ECHEVARRIA,
Sagua la Grande, Cuba, 1943. Catedrático
amanuense preferido, para inyectar titular de español y literatu ra comparada en la
vida a sus escritos ("era único para Universidad de Yale, donde ocupa la R. SeI-
inventar recursos de folletín"). Este den Rose Chair. González Echevarria es direc-
tor del Departamento de Español y Panu-
parentesco indirecto, en vez de pater- gués de dicha universidad , y ha sido director
nal, con su escribano, subraya lo de su Programa de Estudios Latinoamerica-
oblicuo de su autoridad, de su auto- nos . Ha publicado, entre otros libros, Relee-
turas; estudios de Uteratura cubana (1976) ,
ría; es a lo sumo tío, no padre de ésta. ramente relacionada a novelas ubi- Calderón y la crilica (1976), Alejo Carpentier:
Hacia el fi.nal, "Si tenía que escribir cadas en el período colonial, ofrece The Pilgrim al Home (1977; 2nd ed . 1990),
cartas se contentaba con instruir a The Voice 01 the Maslers: Wri/;ng and Aul-
un archivo más inmediato, fuente de hority in Madern LAtin American Lileralure
Fernando, y no revisaba siquiera las historias sobre el poder, la escritura y (1985, 2nd ed, 1987), La rUla de Severo Sar-
pocas que debía rubricar". El Redac- la ley más próximas a las creencias duy (1986), Y Mylh and Archive: A Theory 01
Lalin American Narratiye (1990) . Co-edita la
tor de la Constitución, Autor de la que componen hoy la ideología de la Cambridge History o/ Latin American Lite-
Carta Profética, es apenas una figura mayoría de los latinoamericanos. El rature, en tres volúmenes, que aparecerán en
menguante en cuyo nombre se escri- general en su laberinto sitúa la fusión 1992. Ha publicado una edición crítica de Los
pasos perdidos (1987). Formó parte del grupo
ben textos . original de poder y escritura no en las que inició Diacrilics, una de las revistas de
El general en su laberinto ratifica Leyes de Indias, sino en las constitu- teoría de la critica más importantes en los
la preminencia del Archivo como ciones de las repúblicas, y las rela- Estados Unidos, y ha sido o eS miembro de la
comisión editorial de la Revista Iberoameri·
símbolo del carácter espiritual, lega- ciona directamente al tema de la cana, DisciJrso Literario, Latin Amerü'an
lista y libresco de la cultura literaria y libertad. Es una libertad que en toda Liurary Rl'vil'w, y de la Yole Journal o/Criti-
política latinoamericanas. El Archivo su abstracción dieciochesca surge ava- cism. Sus artículos han aparecido en revistas
norteamericanas, europeas e hispanoameri-
no constituye, desde luego, una cele- lado por su opuesto, la limitación de canas, y ha colaborado en el Vil/agl' Voice yel
bración de esa cultura como algo la libertad. Al final, la Constitución New York Times Book R;v;t>w. González
inerte, sino el espacio donde la narra- dice no, o si no no es tal. La narrativa Echevarría se doctoró por Vale en 1970 con
una tesis sobre Lo vida es sueño de Calderón,
tiva medita corrosivamente sobre su describe el perímetro de esa libertad, los y. entre otras. ha recibido becas de la Gug-
propio origen, y el de la cultura en choques de ésta con la negación y genheim Foundation y la Nationa' Endow·
cuyo contexto surge. El general en su repite la persistente historia de eva- ment for the Humanities.

166 80ltlln Cuhur.1 y Biblio,rUi('o. Vol. n . "Üms. 24/2j, 1990

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