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Francisco de Quevedo
El Barroco aportó a la literatura española el florecimiento de los escritos satíricos y
político-morales, que fueron consecuencia del pesimismo y el desengaño, y que
reaccionaron frente al sentimiento de decadencia. Ahora bien aun tratándose de
textos predominantemente reflexivos y severos, los escritores adoptaron la postura
común de tomar el lenguaje y la escritura como campo de indagación verbal y de
juego ingenioso.
La reacción ante la situación política, en cualquier caso, tuvo dos direcciones: la
intención satírica y burlesca, y las actitudes didácticas y moralizadoras.
La prosa satírica
La sátira, cuyo origen se encuentra en la literatura latina, estuvo presente en el
Renacimiento con la obra anónima El Crotalón. En el siglo XVII dejó de ser una
dolorosa mirada a la sociedad para convertirse en una punzada despiadada y cruel.
Con una falta total de simpatía hacia lo criticado, la prosa satírica arremetió con igual
fuerza contra vicios repelentes y contra defectos insignificantes.
En el terreno de la sátira el maestro indiscutible fue Quevedo, dotado de un espíritu
crítico y burlón y una inagotable capacidad de ingenio para zaherir los vicios y las
costumbres sociales. Muestras de ellos fueron sus obras festivas Premáticas y
aranceles, El siglo del cuerno o Cartas del Caballero de la Tenaza.
Los Sueños
No obstante, el punto culminante de la sátira quevedesca lo constituyen Los sueños.
Obra de juventud escrita entre 1606 y 1610, aunque publicada en 1627. Fue reimpresa
con el título Juguetes de la niñez.
Valiéndose del procedimiento literario del sueño, Quevedo realiza una sátira de la
sociedad: el autor-narrador es transportado en sueños a un más allá fantástico
habitado por tipos que son objeto de la sátira quevedesca. Consta de cinco sueños:
Sueño del juicio Final o Sueño de las calaveras, El alguacil alguacilado, Las
zahúrdas de Plutón o Sueño del infierno, El mundo por dentro y Sueño de la muerte,
más conocido como La visita de los chistes.
Quevedo nos ofrece en esta obra un mirada burlesca, pero también preocupada,
desengañada y crítica, de la sociedad española de la época. Utiliza el ingenio que le es
propio y un lenguaje que domina y moldea a la perfección.
Lee un fragmento del Sueño de la muerte:
Tres cosas son las que hacen ridículos a los hombres: la primera, la nobleza; la
segunda, la honra; y la tercera, la valentía. Pues es cierto que os contentáis con que
hayan tenido vuestros padres virtud y nobleza para decir que la tenéis vosotros;
siendo inútil parte del mundo. Acierta a tener muchas letras el hijo del labrador; es
arzobispo el villano que se aplica a honestos estudios, y el caballero que desciende
de César y no gasta como él en guerras y victorias el tiempo y vida, sino en juegos y
rameras, dice que fue mal dada la mitra a quien no desciende de buenos padres;
como si hubieran ellos de gobernar el cargo que les dan, quieren, ¡ved qué ciegos!,
que les valga a ellos, viciosos; la virtud ajena de trescientos mil años, ya casi
olvidada; y no quieren que el pobre se honre con la propia.
Carcomióse el hidalgo de oír estas cosas, y el caballero que estaba a su lado se
afligía, pegando los abanillos del cuello y volviendo las cuchilladas de las calzas.
—Pues, ¿qué diré de la honra mundana, que más tiranías hace en el mundo y más
daños y más gustos estorba? Muere de hambre un caballero pobre, no tiene con qué
vestirse, ándase roto y remendado, o da en ladrón, y no lo pide, porque dice que
tiene honra. ¡Oh, lo que gasta la honra! Y llegado a ver lo que es la honra mundana,
no es nada. Por la honra no come el que tiene gana donde le sabría bien. Por la
honra se muere la viuda entre dos paredes. Por la honra, sin saber qué es hombre ni
qué es gusto se pasa la doncella treinta años casada consigo misma. Por la honra,
la casada le quita a su deseo cuanto pide. Por la honra pasan los hombres el mar.
Por la honra mata un hombre a otro. Por la honra gastan todos más de lo que
tienen. Y es la honra mundana, según esto, una necedad del cuerpo y alma, pues al
uno quita los gustos y al otro la gloria. Y porque veáis cuáles sois los hombres
desgraciados y cuán a peligro tenéis lo que más estimáis, hase de advertir que las
cosas de más valor en vosotros son la honra, la vida y la hacienda. La honra está
junto al culo de las mujeres; la vida, en manos de los doctores; y la hacienda, en las
plumas de los escribanos. ¡Desvaneceos, pues, bien, mortales!
La prosa política
En las obras de carácter político, tratados que se refieren a aspectos de
comportamiento público, administrativo o de gobierno, vuelve a destacar Quevedo.
De hecho, el grupo más extenso de sus escritos en prosa es el de carácter político.
Escribe varias obras sobre la política italiana, opúsculos de intenso nacionalismo
español como España defendida, diatribas contra Olivares, requisitorias
antisemitas como la Execración contra judíos, libelos contra las pretensiones
separatistas catalanas de 1640…
Las más destacadas son Política de Dios, gobierno de Cristo y tiranía de Satanás. En
esta obra expone la idea del príncipe cristiano, opuesta al príncipe renacentista de
Maquiavelo. Quevedo utiliza la alegoría evangélica para expresar sus teorías sobre lo
que debería ser un buen gobierno.
La Vida de Marco Bruto es un comentario político-moral en el que se aprueba el
crimen contra Julio César que representaba la tiranía frente a Bruto, que simboliza la
república.