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A. INTRODUCCIÓN.
En diciembre de 1927, un grupo de poetas amigos se reúnen para conmemorar el
tercer centenario de la muerte de otro poeta español, Góngora, que será guía y luz en sus
primeros pasos. Esta conmemoración es, a la vez, un homenaje y una toma de princi-
pios. Estos amigos (F. G. Lorca, R. Alberti, G. Diego, D. Alonso, J. Guillén y P.
Salinas, a los que se les unirían Aleixandre y Cernuda) constituyen el llamado grupo
poético del 27, el de mayor calidad desde nuestra poesía del siglo de oro. Como
Góngora, serán fuente de inspiración todos los poetas clásicos y populares españoles
como Garcilaso, Lope de Vega, San Juan de la Cruz, Fray Luis de León, Quevedo,
Bécquer, Machado (aunque al principio tomado como poeta poco puro y demasiado
sentimental, a partir de 1930 influirá, junto a Pablo Neruda, en la rehumanización de la
generación) y J. R. Jiménez (sobre todo éste, en la primera etapa del grupo).
La poesía suficiente, autónoma, formal del gongorismo dará primacía a lo
conceptual sobre lo emotivo, lo intelectual sobre lo sentimental, y el arte se concebirá
como deshumanizado al estilo vanguardista (véase el libro La deshumanización del arte
de J. Ortega y Gasset). Pero la guerra civil (y posteriormente la segunda guerra
mundial) pondrá fin a esta etapa inicial, "exigiendo" un compromiso social y hasta
político a los integrantes del grupo; su poesía se rehumanizará y la generación será
también llamada "de la república".
De esta toma de conciencia resultará el exilio exterior (Guillén, Salinas,
Cernuda, Alberti), la muerte (Lorca) o el "exilio interior" e incluso el conformismo con
el nuevo régimen (Alonso, Diego, Aleixandre).
B. AFINIDADES.
* Además de la celebración del centenario de Góngora, los jóvenes poetas,
procedentes de Andalucía (Lorca, Alberti, Cernuda, Aleixandre), Madrid (Salinas,
Alonso), Santander (Diego), Valladolid (Guillén), se reúnen en la Residencia de
Estudiantes, en Madrid, lugar de convivencia y encuentro, así como en el Centro de
Estudios Históricos.
* Sus nombres aparecerán en las mismas revistas, sobre todo en las más
importantes, la Revista de Occidente (Madrid), dirigida por Ortega y Gasset, La Gaceta
Literaria (Madrid), Litoral (Málaga), Verso y prosa (Murcia), Mediodía (Sevilla),
Carmen (Santander), etc., y las posteriores: Cruz y raya y Caballo verde para la poesía.
* G. Diego, en 1932, compone una antología fundamental para entender la vida
del grupo, donde recoge poemas de éstos y otros poetas españoles de la época
(Machado, Juan Ramón, Unamuno, etc.), además de mostrar la poética de cada uno de
ellos.
* Quizá fue la guerra civil la que truncó la amistad y la relación de todos,
aunque no totalmente ya que, en algunos casos, la amistad sobrevivió a la guerra.
* En cuanto a la estética, lo común fue la tendencia a la síntesis de corrientes y
formas poéticas tradicionales y vanguardistas: junto a poemas deshumanizados y puros,
encontramos otros llenos de vida y patetismo; junto a la inspiración sin retoques, la
elaboración técnica; junto a la consideración elitista del poema, el lanzamiento del
mensaje a la inmensa mayoría; junto a metros y estrofas cultos, lo popular y su vena
poética recorren los versos del 27; junto a lo español (temas, tópicos, influencias), lo
universal y sus grandes conceptos (vida, muerte, tiempo, amor).
Leyeron a Paul Valéry (en los años de la poesía pura), a Baudelaire, al
vanguardista César Vallejo, pero también consideraron maestro a Juan Ramón Jiménez,
Machado, Unamuno y también a Rubén Darío. Del siglo XIX les interesó Bécquer, y
entre los clásicos (aparte de Góngora) tenemos a Manrique, Garcilaso, San Juan de la
Cruz, Fray Luis, Quevedo, Lope de Vega y toda la poesía del romancero.
C. ETAPAS Y EVOLUCIÓN.
Acerca de la influencia de Góngora, a los del 27 les interesa esa rara belleza que
incorpora una gran distancia del significado, a través de una metáfora doble, de
aclaración progresiva, pero luminosa en el momento que penetramos en su sistema. Y
les interesa como orientación central porque, en el ámbito en el que van a moverse, un
objetivo programático es deshumanizar el arte, es decir, desdotarlo de la presencia del
hombre, de emociones y sentimientos, para obtener un resultado de belleza rotunda,
ensimismada, al margen del hombre, de la biografía del poeta, de sus gozos y sus
sufrimientos. Este objetivo de pureza artística coincidente con al análisis que Ortega y
Gasset está haciendo del arte contemporáneo (en La deshumanización del arte), va
abriendo una serie de características comunes: el hermetismo, el intelectualismo, la
depuración de los poemas de sentimientos para ir creando una distancia rotunda entre
vida y arte, etc., los ideales en definitiva de la poesía pura.
Estas tendencias, que conforman, en mayor o menor grado, la obra inicial de este
grupo de escritores, empiezan a transformarse inmediatamente en varios de ellos.
Mientras que Guillén mantiene los objetivos de pureza artística, con la declaración
inmediata de que lo que busca es la poesía pura, "pero no demasiado", puesto que la
suya es "poesía compleja" en la que entran "el poema con poesía más otras cosas
humanas", Lorca y Alberti inician un camino hacia la poesía popular, y en éstos dos,
más en Cernuda y Aleixandre, penetra al tiempo la lección del surrealismo europeo,
dinamizando una evolución poética que inmediatamente sólo tendrá en común el origen.
Los años de la República, con la nueva dimensión que el arte adquiere, intensifican
distancias de los componentes del grupo con su propio origen, porque, como analiza
Dámaso Alonso -poeta, crítico de la generación y profesor universitario- "irrumpirá la
vida como poderosa inundación" en todos ellos.
* Los comienzos de la generación coinciden con los primeros años veinte. En
1920 aparece el primer libro de Gerardo Diego, Romancero de la novia; en 1921, el de
Dámaso Alonso, Poemas puros. Poemillas de la ciudad; en 1923, el de Pedro Salinas,
Presagios; en 1925, el de Rafael Alberti, Marinero en tierra (Premio Nacional de
Literatura de ese año), y el de Emilio Prados, Tiempo; en 1926, el de Altolaguirre, Las
islas invitadas; en 1927, el de Luis Cernuda, Perfil del aire; y en 1928, el de Lorca,
Romancero gitano, el de Guillén, Cántico, y el de Aleixandre, Ámbito. Pronto se
descubrirá la calidad de la poesía contenida en estos primeros libros, que fueron, en
general, de lectura minoritaria. El Premio Nacional de Alberti será la primera puerta
abierta al grupo, que también publicará en la prestigiosa Revista de Occidente, dirigida
por Ortega (esta revista será la encargada de editar los primeros libros de Lorca y
Guillén). También recibió el grupo el espaldarazo de un poeta consagrado como Juan
Ramón, que se ocupó de la edición del libro de Salinas, Presagios, así como de otros
poemas del mismo, y también prologó la edición de Marinero en tierra de Alberti. De
Juan Ramón van a heredar los del 27 el ansia de pureza y perfección en poesía, la nueva
sensibilidad al expresar los más delicados matices de las cosas y las sensaciones, y la
exigencia y el rigor en el léxico. Lo importante para los poetas puros era la belleza del
poema, el goce estético. Estamos en la primera etapa que engloba la producción de los
años 1920-1927.
Este distanciamiento entre vida y poesía no dejó de provocar críticas a la poesía
del grupo, que fue juzgada por algunos demasiado intelectual y esteticista, fría y
aburrida (como reconocieron después Guillén y G. Diego). Al terminar la década de los
veinte y comenzar la de los treinta podía notarse un cambio de clima, un tono más
cálido en su poesía. Se inicia una segunda fase llamada neorromántica que notamos en
libros como Pasión de la tierra y Espadas como labios de Aleixandre; Sobre los
ángeles, de Alberti; Donde habita el olvido, de Cernuda. Es a partir de la Segunda
República, en 1931, y paralelamente a la progresiva politización de la literatura y el
pueblo, cuando se produce la crisis del esteticismo de los primeros momentos, el
alejamiento de la poesía pura y el acercamiento al compromiso y la poesía de corte
popular. Alberti, en 1934, escribe: "publico aquí la mayor parte de mi obra poética
comprendida entre 1924 y 1930, por considerarla un ciclo cerrado, contribución mía,
irremediablemente, a la poesía burguesa. Pero a partir de 1931, mi obra y mi vida están
al servicio de la revolución española".
Emilio Prados, por otro lado, publicará dos libros comprometidos: No podréis y
Calendario incompleto del pan y del pescado. La revolución de los obreros asturianos
de octubre de 1934 politizó aún más la situación intelectual española y a los poetas del
27. Además, Pablo Neruda, poeta chileno concienciado y comprometido, llega a España
como embajador de su país, publica la segunda edición de su Residencia en la Tierra, y
lanza una nueva revista poética: "Caballo verde para la poesía"; curiosamente, el título
del manifiesto que aparece en el primer número es "Sobre una poesía sin pureza". Juan
Ramón Jiménez interpretó este cambio como un alejamiento de sus concepciones
poéticas y acabó criticando este giro y enemistándose con Neruda. En junio de 1936,
Lorca decía: "ese concepto del arte por el arte es una cosa que sería cruel si no fuera
afortunadamente cursi. Ningún hombre verdadero cree ya en esa zarandaja del arte
puro, del arte por el arte mismo. En este momento dramático del mundo el artista debe
llorar y reír con su pueblo. Hay que dejar el ramo de azucenas y meterse en el fango
hasta la cintura para ayudar a los que buscan las azucenas". Este momento dramático se
concretará un mes después: comienza al guerra civil.
Cuando se inicia la contienda, los poetas toman partido, en general, por el
régimen vigente y en contra de la sublevación militar (como Alberti, Lorca, Aleixandre,
Cernuda, Prados, Altolaguirre) y colaboran en revistas literarias de tendencia
republicana como El mono azul y Hora de España, sobre todo componiendo cientos de
romances. En 1936 apareció en Madrid el primer Romancero de la guerra civil, que
incluía romances de guerra de Alberti, Bergamín, Aleixandre, Prados, Garfias,
Altolaguirre, Miguel Hernández. Al año siguiente se publica el Romancero General de
la guerra de España, dedicado a García Lorca, en protesta contra su fusilamiento.
Estamos en una tercera etapa en el grupo.
Las consecuencias del final de la guerra civil, con la derrota del bando de los
poetas del 27, son conocidas: el exilio (exterior e interior), la nostalgia, el dolor por la
patria perdida. En tierras americanas, aquellos poetas continuaron su obra, desde
entonces marcada por la herida de la guerra y la añoranza. La poesía de Cernuda,
Salinas, Guillén, Alberti (en el exilio exterior) y Alonso y Aleixandre (exilio interior) va
a experimentar cambio profundos. Se hace más grave, preocupada, más dolorida.
Tiende cada vez más a reflejar problemas humanos y sociales del tiempo histórico que
les tocó vivir, y deja de ser estetizante y minoritaria. Jorge Guillén subtitulará "tiempo
de historia" el segundo ciclo de su poesía, el de Clamor, y escoge, para uno de los libros
de ese ciclo, un título machadiano, A la altura de las circunstancias, y para otro un título
al estilo de Manrique: Que van a dar a la mar. El protagonista del ciclo de Clamor es el
hombre contemporáneo, el español que ha sufrido la guerra y el exilio. La poesía de
Cernuda también cambiará. Él mismo nos confiesa que aquellos sucesos trágicos
enturbiaban su vida diaria, y la muerte de su amigo García Lorca, no podía apartarla de
su mente. Ya en Inglaterra, primer país donde se exilia, tuvo una pesadilla constante: se
veía perseguido en sueños. El resultado de su nostalgia de España es un grupo de libros:
Las nubes, Ocnos, Como quien espera el alba.
En España, en el "exilio interior", Alonso publicará, en 1944, su Hijos de la ira,
angustiado diario íntimo como protesta contra la injusticia, la crueldad y el destino
trágico producido por la guerra. En este libro podemos leer: "Madrid es una ciudad de
más de un millón de cadáveres".
El caso de V. Aleixandre, premio Nobel de Literatura en 1977 en representación
de toda la generación, es también significativo. Como consecuencia de su compromiso
en la guerra sus libros fueron prohibidos y su nombre vetado por la censura. Sólo a
partir de la publicación de un gran libro, en 1944, Sombra del paraíso, comienza a
conocerse su obra. Su influencia sobre las nuevas generaciones poéticas nacionales fue
enorme, sobre todo a partir de su concepción de la poesía como comunicación, como
expresión del tiempo, que vemos en sus libros Historia del corazón (1954) y En un
vasto dominio (1962), en los que no falta el canto de la realidad social, del hombre
situado en un contexto determinado.
La generación del 27, la Edad de Plata de nuestra poesía, ha logrado no sólo
enriquecer la poesía española de todos los tiempos, sino también modificar y establecer
un concepto de poesía, pura o deshumanizada en un principio, comprometida y
militante después, que pervive en los poetas actuales de todo el mundo. Los poetas del
27 fueron vanguardia artística y punta de lanza de reivindicaciones humanas y sociales
del siglo XX.
* R. ALBERTI (1902). Su poesía es de las más variadas de los poetas del 27,
tanto en temas, estilos y tonos, aunque un mismo hilo conductor la aúna. En sus libros
encontramos huellas populares, vanguardistas, gongorinas, poesía política, etc.
Esencialmente, la poesía de Alberti derrocha alegría, humor, sorpresa, y, a veces, sátira
feroz, siempre cuidando la faceta técnica. Sus orígenes andaluces y marineros los evoca
constantemente en sus poemas. En 1917 se traslada a Madrid para dedicarse a la
pintura; una enfermedad pulmonar le obliga a trasladarse a la sierra madrileña donde
comienza a escribir su primer libro, Marinero en tierra (1924) con el que conseguirá el
Premio Nacional de Literatura al año siguiente y que supondrá un giro importante en el
modo de hacer poesía en aquellos años. Sin dejar la pintura, será ahora la literatura su
principal trabajo. En 1927 una profunda crisis religiosa le hace perder la fe y
replantearse su vida. Se afilia al Partido Comunista. A partir de la instauración de la
Segunda República opta por poner su poesía al servicio de fines políticos y
revolucionarios, implicándose en contra del régimen de Franco. Se exilió en París,
Buenos Aires, Roma, etc. En 1983 se le concedió el Premio Cervantes. En su primer
libro, de carácter popular, el mar significa la libertad ligada a la infancia. Entre 1926 y
1927 escribe Cal y canto, que supone un cambio hacia la poesía vanguardista y donde
recarga la expresión con formas típicamente barrocas. Las imágenes complejas
dificultan una comprensión de los textos, pero la inspiración y el virtuosismo de las
metáforas, imágenes, etc., así como la visión crítica que se da de la sociedad española,
lo convierten en uno de los libros más interesantes de poesía de vanguardia. En 1928
publica uno de sus libros más importantes, Sobre los ángeles, obra que causó sorpresa y
conmoción en la literatura de su momento. Escrito en el mismo tono vanguardista, en
una época de crisis personal, los temas más importantes son el tormento y la angustia.
Los ángeles simbolizan la crueldad, la muerte, la desesperanza, la tristeza, y luchan
contra el hombre, que es un ángel caído que vive en el desamparo. Los tonos son grises,
cortantes, pesimistas. Sermones y moradas (1929-1930) continúa la línea de su libro
anterior, pero hay un cambio: se busca una salida, nuevos valores, y para ello Alberti
vuelve a los versos populares, cortos, directos, abandonando la estética vanguardista.
En 1929 publica Yo era un tonto y lo que he visto me ha hecho dos tontos, libro donde
encontramos diversos poemas homenaje a figuras populares del cine de entonces
(Charlot, B. Keaton, Laurel y Hardy, etc.). Hacia 1930, Alberti encuentra una salida
aceptable: el compromiso político desde posiciones izquierdistas y revolucionarias.
Producto de este cambio son sus libros: Elegía cívica (1930), El poeta en la calle
(1931), De un momento a otro (1932) y Entre el clavel y la espada (1939), éste último
redactado ya en su exilio de París. En estos textos encontramos un buen número de
poemas escritos en la guerra, para animar a las tropas republicanas, de carácter
combativo y propagandístico. En marzo de 1939, Alberti sale de España, iniciando un
exilio que se prolongará 38 años. Sigue escribiendo mucho, poesía civil como Coplas
de Juan Panadero, y libros de temática popular. En su Vida bilingüe de un refugiado
español en Francia (1939-1940) encontramos los temas típicos del exilio: la nostalgia
de la tierra, la soledad, el anhelo, las ansias de volver. Su siguiente libro, Pleamar
(1942-1944), vuelve a los temas marítimos del pasado. En 1952 publica la primera
versión de A la pintura, que tuvo diversas reediciones posteriores, con poemas
dedicados a grandes pintores. En 1954 publica otro de sus libros importantes de esta
época, Baladas y canciones del Panamá, síntesis de sus sentimientos nostálgicos. De
1963 a 1976 vive en Italia, etapa de la que destacan dos libros, Canciones del Alto Valle
del Aniene y Roma, peligro para caminantes. En 1988, ya en España, publicó un libro
de poemas eróticos, Diálogo de Venus y Príapo y Canciones para Altair.