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El taller de educadores, una herramienta conceptual y

metodológica para el análisis de la propia práctica

INTRODUCCIÓN AL TALLER

Rodrigo Vera Godoy

En primer lugar, vamos a compartir es un mapa con conceptual, que opera a modo
de coordenadas imaginarias para organizar el universo, que nos ayudará a mirar la
realidad.
Lo que vamos a ver se entiende dentro del marco de la metodología que se llama
investigación protagónica. Hablamos de investigación porque la idea es producir
conocimiento a partir del análisis del protagonismo; es decir, que la investigación va
a estar centrada en el protagonista de la situación. Este tipo de abordaje se basa en
el concepto de profesionalización de la práctica entendido como el hacerse cargo
por los resultados de aprendizaje de los estudiantes. Significa que los educadores
asuman la práctica como objeto de reflexividad, lo que les permitirá que desarrollen
competencias para aprender a partir de la práctica, producir conocimientos,
desarrollar competencias a partir de la práctica. De esta manera, avanzar en la
profesionalización significa avanzar en la autonomía, en responsabilidad, en
adecuación a la singularidad, en la creatividad para hacerse cargo de la diversidad,
en asumir la responsabilidad por el logro de los resultados esperados respecto de
los niños en términos de desarrollo integral, armónico y efectivo.
Entonces, necesitamos decir qué entendemos por práctica pedagógica. Aquí
práctica nos es sinónimo de acción, sino una construcción conceptual, social. Es el
trabajo que el educador realiza con sus alumnos, que se centra en la transmisión de
conocimientos en sentido amplio.
El punto de partida, cuando nos aproximamos a reflexionar sobre la educación nos
enfrentamos a una situación educativa, que se da en un espacio y tiempo, donde se
establece una relación de enseñanza y aprendizaje entre un docente y un
estudiante. Si bien el estudiante y el docente están con otros y están ubicados en el
sistema escolar, lo medular es la relación entre ambos. Estos son roles

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complementarios en la medida que así se los viva. Uno tiene por misión que el
estudiante satisfaga su necesidad de aprendizaje y el estudiante necesita satisfacer
esa necesidad, esto significa que sean complementarios.
La gran revolución pedagógica del siglo XX es la caída del guión que se intercalaba
entre enseñanza-aprendizaje. En ese momento se comienza a escribir: enseñanza y
aprendizaje. Esto es porque cae el mito de que lo que uno enseña el otro lo aprende.
Se descubre la singularidad de cada uno, del docente y del estudiante, se los
reconoce como sujetos sociales ubicados en una pluralidad de contextos y sus
historias son personales pero determinadas por el contexto. Se nos revela el mundo
de la enseñanza como pequeño en comparación con el del aprendizaje, que es
enorme.
En una situación educativa estamos frente a un docente en acción. Por ejemplo, el
médico es médico mientras está en un rol terapéutico. Lo mismo pasa con el
docente, él está allí con todo su cuerpo y está con el estudiante. Entendemos por
práctica pedagógica a la construcción en la cual se da la relación docente estudiante
en un triángulo que tiene objetivos. Se espera que el estudiante logre los objetivos
para ello existen prescripciones e incertidumbres. Los objetivos son de aprendizaje.
Lo que da sentido a la práctica pedagógica.

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Para esto, el docente cuenta con prescripciones, tales como: el currículo, las
normas, el reglamento, los horarios, etc. Al mismo tiempo, está llamado a hacerse
cargo de la incertidumbre es decir de hacerse cargo de la diversidad de estudiantes,
de contextos, de circunstancias.
La crisis que se vive, hoy en día, tiene por base a un docente muy disciplinado, que
si bien cumple con las prescripciones, no logra los objetivos. En el caso de los
noveles suelen egresar con una bagaje en trono a qué hay que hacer y de qué
manera, pero no basta con que tenga modelos, prescripciones, todo lo que es
anticipatorio. La mirada que tengan sobre la situación va a ser fundamental para el
cumplimiento de los objetivos.
Existe un debate a nivel mundial en educación, que podríamos presentarlo como
una oposición entre, por un lado, las políticas que han optado por lograr resultados
acrecentando las prescripciones. Tendencia que dominó América Latina durante la
década de los 90 donde las grandes inversiones se realizaron en texto, con
información sobre las prescripciones, donde se promueve una tecnificación de las
prácticas pedagógicas, es decir, aplicar fórmulas sabidas. Por otro lado se puede
pensar en un rol docente como profesional. Así imaginamos a un maestro o profesor
que puede hacerse cargo de la situación, y que use normas, pero que se vea frente
a personas en circunstancias determinadas a tomar decisiones para lograr los
objetivos.
Se su pone que si una persona obtiene un título docente entonces, tiene todas las
herramientas prescriptas para enseñar, pero el trabajo docente, también requiere
tomar decisiones en situación y eso es otra cosa. Un rol profesional no está marcado
sólo por la titularización o el salario, sino, también, por la búsqueda de socializar las
responsabilidades entre las personas que intervienen.
Quiero plantear, aquí dos cosas. La primera es que la profesión es la delegación que
la sociedad hace a ciertas personas para decir que tiene determinadas capacidades.
La sociedad de dice usted puede realizar un diagnóstico y operar en consecuencia.
Desde un enfoque técnico, el docente no es responsable de la diversidad sino del
método que se le asigna. Por otro lado, el concepto de profesionalización, que se
entiende como una responsabilidad personal e institucional a desarrollar de manera
individual y colectiva. Se entra en diálogo con otros para hacerse cargo de las

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incertidumbres.
Lo prescripto está por fuera y por dentro del docente y lo incierto está en el propio
docente, el estudiante y el contexto. El juego entre lo anticipable y lo no. Lo no
anticipable es más grande que lo anticipable.
La propuesta es potenciar la capacidad de percibir, buscar diferentes formas de ver
esa realidad, para comprender al otro y llevar a los objetivos.
¿Qué papel juega, aquí, la investigación protagónica? Como habíamos anticipado,
producir conocimiento a partir del análisis del protagonismo, es decir, promover la
revisión de las propias actuaciones de los protagonistas de la acción. Si el propio
sujeto genera conocimiento sobre si mismo está en condiciones de aprender y de
transformar la situación.
Se entiende, en este contexto, que todo educador tiene una sabiduría que está poco
considerada y que podría ser más efectivo de si se considerara con ese bagaje.
Dicho saber está ligado a la práctica y es posible de ser gestionado.
En la producción protagónica se hace una construcción, desconstrucción y
reconstrucción de mi marco de referencia. Que va produciendo un proceso de
articulación, desarticulación y rearticulación. Para poder cambiar tenemos que saber
en qué punto estoy.
En los talleres de educadores se trabaja la competencia para la reflexividad, es
decir, se reflexiona sobre la realidad en la cual estoy involucrado y sobre todo lo que
veo, pienso y actúo. Allí tengo coloco mi cuota de significación. Si revisamos esto,
entonces podemos entender por qué percibimos de la manera que percibimos. La
competencia para la reflexividad es puesta en función de la responsabilidad sobre
los resultados.
Lo desarrollado en talleres de educadores supone una sistematización de los
conocimientos y del aprendizaje. Si sistematizamos podemos desarrollar una
dinámica de círculos de aprendizaje. Sistematizar para volver a ver lo hecho y
entender por qué, de esta manera, la gama de posibilidades que se abren, son
superiores.

Buenos Aires, 21 y 22 de mayo de 2008

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