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Virrey de Buenos Aires que después de haber ejercido de las funciones de Gobernador

de la misma ciudad, volvió al mando de uri poderoso ejército el 15 de octubre de 1779


para hacerse cargo del Virreinato y desalojar a las huestes lusitanas de las tierras que
habían ocupado sin autorización de los españoles.

Merced a esta nueva organización de la Colonia española, la audiencia de Charcas


devino en una dependencia del nuevo Virrey de Buenos Aires. En realidad, esto en sí
mismo no causo perjuicio real en el poder de la Audiencia, había cuenta que el nuevo
Virrey estaba muy distante de Chuquisaca como esta lo estaba de Lima. Pero ahora cada
virreinato tenía menos territorio y la tarea de supervisar se hizo más fácil.
Paralelamente, dos nuevas Audiencias fueron organizadas, una en Buenos Aires y otra
en el Cuzco, no muy distantes de Chuquisaca.

Lo que realmente afecto a la majestuosa dirección de la Audiencia de Charcas fue la


reforma de 1782 que creo intendencias, ocho de ellas en el territorio de charcas.

A la cabeza de cada una se bailaba un intendente, responsable de sus ministrarías se fue


así arrebatando a la Audiencia, que limito sus facultades casi solo a lo que corresponde
a una corte de apelación. La erección de las Audiencias de Buenos Aires y Cuzco, más
las reformas administrativas y el cambio de Charcas a un nuevo Virreinato, fueron las
causales para el fin de la edad de oro de la Audiencia de Charcas. Sin embargo, fue así
un organismo de innegable poder y sus Ministros, los OIDORES, comenzaron a sentirse
más y más arrogantes. Por ejemplo, aplicaron con particular estrictez las normas de
etiqueta hasta llegar casi al absurdo. No saludaban a nadie, pero demandaban que todos
le saludasen respetuosamente. Cuando caminaban por la calle otros habitantes al
cruzarse con un Oidor tenían que descender de la acera.
Apoyaron una vez, mediante decisión judicial, a quien rehusó dirigirse a un intendente
con el título aceptado de SEÑORIA.

´´Su conducta arrogante y puntillosa pronto los cegó para asuntos más urgentes,
haciendo inconscientemente de ellos el instrumento de los elementos subversivo. ´´ (15)

Esta relación tiene por objeto formarnos una idea de cómo se desenvolvían las
autoridades coloniales, y así podemos decir, en suma, que en representación del Rey de
España, el Virrey estaba a la cabeza de un Virreinato con los mas amplios poderes
políticos, administrativos, judiciales y legislativos. En lo militar era el Capitán General
quien le seguía en autoridad; el Presidente de una Real Audiencia que era la más alta
Corte de Apelación, llego a constituir la autoridad ejecutiva, administrativa y judicial
por excelencia, en algunos casos con más poder que el mismo Virrey, asumiendo
funciones políticas, legislativas, eclesiásticas y hasta militares. Esta entidad estaba
integrada por Oidores con atribuciones de jueces.

El gobierno comunal lo ejercían los Cabildos que se componían de dos Alcaldes


ordinarios, dos Regidores, un fiel Ejecutor, un Alcalde de Aguas y un Alférez real.

Los cabildos elegidos con carácter concejil, ejercían funciones policiarias, resolviendo e
interviniendo en asuntos de salubridad, ornato público, instrucción primaria, aseo y
limpieza de calles y otros relacionados con el orden y las buenas construmentos. A
través de sus Alcaldes ordinarios resolvían los asuntos relacionados con causas civiles y
criminales en primera instancia, es decir que en realidad eran verdaderos funcionarios
judiciales, conduciendo en algunos casos las actividades de la ¨hermandad¨ o ¨ Santa
Hermandad¨, encargada de prevenir y castigar los delitos cometidos en poblado. Esta
institución fue trasplantada de España a las tierras de la Colonia y colocada más tarde
bajo la dirección de los Alcaldes de Hermandad.

FUNCIONES POLICIARIAS
Las funciones policiarías propiamente dichas se manifiestan como una respuesta a la
necesidad de proteger la vida y la hacienda de los conquistadores, así como, asegurar
una convivencia tranquila entre los habitantes de las poblaciones, sobre la base de
medidas que provenían los delitos y sanciones a los contraventores, emergentes del
derecho consuetudinario que se fue modelando poco a poco con el trasplante de leyes y
costumbres del Reino de España.

En las capitales de las provincias los Gobernadores representaban al Virrey y tenían


bajo su mando a los Corregidores y a los Intendentes, cuyas funciones policiales eran
defendidas, puesto que encabezaban las actividades de conservación del orden público,
el resguardo de la seguridad personal y real con los elementos que en los primeros
tiempos estaban compuestos por piquetes de soldados de las guarniciones españolas y
vecinos honorables voluntarios.

El ejercicio de la autoridad estaba sujeto a las leyes y ordenanzas que se dictaban en el


Real Consejo de las Indias y a las que se daban en las tierras colonizadas por sus
propios Virreyes, constituyendo el cuerpo de legislación más adecuado y sabiamente
elaborado, el conjunto de leyes y disposiciones dictadas por el Virrey don Francisco de
Toledo en 1574 y en 1577 que por su importancia son conocidas por ¨Las Ordenanzas
de Toledo¨.

A medida que las poblaciones aumentaban en importancia y habitantes, la necesidad de


vigilar las heredades y la seguridad de las personas se hacía más compleja. Piquetes
especiales de gente armada sobre la base de las fuerzas irregulares con el nombre de
VIGILANTES, recorrían durante el día las poblaciones imponiendo el cumplimiento de
las ordenanzas y bandos de carácter policial y comunal. Juntos a estos también se
organizaron grupos de funcionarios contratados exprofesamente para que mediante
rondas nocturnas velaran por la tranquilidad de los habitantes, sirviendo de auxilio a las
personas obligadas a transitar las calles en esas horas. Manifestaban su presencia con
anuncios de hora y tiempo, logrando de este modo ahuyentar a los malhechores que
pudieran haber actuado en acecho. Estos eran los SERENOS, de quienes se han tejido
un sinnúmero de anécdotas interesantes.

Para que las leyes del Monarca, las disposiciones de buen gobierno de las altas
autoridades o las ordenanzas de los cabildos y las órdenes reglamentarias de policía
fuesen conocidas por todos los habitantes y nadie alegara un desconocimiento, se
realizaba una ceremonia pública y solemne, en la que se leía el mandato que adquiría
vigencia desde ese momento. Este era el BANDO.

La fidelidad de los indios a las autoridades de sus antepasados, a sus tradiciones y


costumbres, no pudo ser borrada con el nuevo sistema del gobierno. De ahí junto a sus
prácticas religiosas, continuaban acatando y respetando a sus jefes, curacas e llacatas y
practicando una evidente mezcla de ritmos paganos y católicos. Con tales antecedentes
y discriminación que imponían los colonizadores en su trato con los criollos, mestizos e
indios, concordando las actividades de estas autoridades con las que representaban a los
aborígenes.

Con estas características hasta entonces pacíficas, se van desenvolviendo las actividades
de la Colonia amparadas en sus leyes y en sus autoridades; más los trajines sediciosos se
dejaban sentir, si no como un intento emancipador, por lo menos aparentando adhesión
a las corrientes políticas que se estaban desarrollando en la madre patria, por lo que la
actividad de Policía se vuelva al control secreto de quienes hacen reuniones en las
cantinas, billares y otros lugares de diversión publica, con la misión de informar de los
pormenores de esta latente conspiración dando paso a una nueva forma de vigilancia
pulicaria destacada para desenmascarar a los que escudados en el anonimato debían ser
tratados como perturbadores del orden público.

LA POLICIA DURANTE LA GUERRA.

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