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´´Su conducta arrogante y puntillosa pronto los cegó para asuntos más urgentes,
haciendo inconscientemente de ellos el instrumento de los elementos subversivo. ´´ (15)
Esta relación tiene por objeto formarnos una idea de cómo se desenvolvían las
autoridades coloniales, y así podemos decir, en suma, que en representación del Rey de
España, el Virrey estaba a la cabeza de un Virreinato con los mas amplios poderes
políticos, administrativos, judiciales y legislativos. En lo militar era el Capitán General
quien le seguía en autoridad; el Presidente de una Real Audiencia que era la más alta
Corte de Apelación, llego a constituir la autoridad ejecutiva, administrativa y judicial
por excelencia, en algunos casos con más poder que el mismo Virrey, asumiendo
funciones políticas, legislativas, eclesiásticas y hasta militares. Esta entidad estaba
integrada por Oidores con atribuciones de jueces.
Los cabildos elegidos con carácter concejil, ejercían funciones policiarias, resolviendo e
interviniendo en asuntos de salubridad, ornato público, instrucción primaria, aseo y
limpieza de calles y otros relacionados con el orden y las buenas construmentos. A
través de sus Alcaldes ordinarios resolvían los asuntos relacionados con causas civiles y
criminales en primera instancia, es decir que en realidad eran verdaderos funcionarios
judiciales, conduciendo en algunos casos las actividades de la ¨hermandad¨ o ¨ Santa
Hermandad¨, encargada de prevenir y castigar los delitos cometidos en poblado. Esta
institución fue trasplantada de España a las tierras de la Colonia y colocada más tarde
bajo la dirección de los Alcaldes de Hermandad.
FUNCIONES POLICIARIAS
Las funciones policiarías propiamente dichas se manifiestan como una respuesta a la
necesidad de proteger la vida y la hacienda de los conquistadores, así como, asegurar
una convivencia tranquila entre los habitantes de las poblaciones, sobre la base de
medidas que provenían los delitos y sanciones a los contraventores, emergentes del
derecho consuetudinario que se fue modelando poco a poco con el trasplante de leyes y
costumbres del Reino de España.
Para que las leyes del Monarca, las disposiciones de buen gobierno de las altas
autoridades o las ordenanzas de los cabildos y las órdenes reglamentarias de policía
fuesen conocidas por todos los habitantes y nadie alegara un desconocimiento, se
realizaba una ceremonia pública y solemne, en la que se leía el mandato que adquiría
vigencia desde ese momento. Este era el BANDO.
Con estas características hasta entonces pacíficas, se van desenvolviendo las actividades
de la Colonia amparadas en sus leyes y en sus autoridades; más los trajines sediciosos se
dejaban sentir, si no como un intento emancipador, por lo menos aparentando adhesión
a las corrientes políticas que se estaban desarrollando en la madre patria, por lo que la
actividad de Policía se vuelva al control secreto de quienes hacen reuniones en las
cantinas, billares y otros lugares de diversión publica, con la misión de informar de los
pormenores de esta latente conspiración dando paso a una nueva forma de vigilancia
pulicaria destacada para desenmascarar a los que escudados en el anonimato debían ser
tratados como perturbadores del orden público.