0 calificaciones0% encontró este documento útil (0 votos)
6 vistas1 página
La infancia comenzó a ser vista como una etapa distinta de la adultez durante la modernidad, caracterizada como incompleta y requiriendo educación. Se construyó la figura del "alumno" como sujeto pedagógico y sinónimo de niño normal, sometiendo toda la vida del infante a la escuela. Educar pasó a ser completar al niño para la adultez, llevando a una infantilización de cualquier persona en posición de alumno, como los adultos analfabetos.
La infancia comenzó a ser vista como una etapa distinta de la adultez durante la modernidad, caracterizada como incompleta y requiriendo educación. Se construyó la figura del "alumno" como sujeto pedagógico y sinónimo de niño normal, sometiendo toda la vida del infante a la escuela. Educar pasó a ser completar al niño para la adultez, llevando a una infantilización de cualquier persona en posición de alumno, como los adultos analfabetos.
La infancia comenzó a ser vista como una etapa distinta de la adultez durante la modernidad, caracterizada como incompleta y requiriendo educación. Se construyó la figura del "alumno" como sujeto pedagógico y sinónimo de niño normal, sometiendo toda la vida del infante a la escuela. Educar pasó a ser completar al niño para la adultez, llevando a una infantilización de cualquier persona en posición de alumno, como los adultos analfabetos.
En la modernidad comenzó el proceso de diferenciación de
las edades, y el colectivo “infancia” fue segregado del de los adultos (Ariès, 1975; Narodowsky, 1994). La infancia comenzó a ser interpelada y caracterizada desde posturas negativas: hombre primitivo, “buen salvaje”, perverso polimorfo, futuro delincuente o loco, sujeto ingenuo, egoísta, egocéntrico, pasional, etc. Así, se aportó a la construcción de su especificidad, diferenciándola de la adultez a partir de su “incompletud”, lo que la convirtió en la etapa educativa del ser humano por excelencia. Se construyó un sujeto pedagógico, el “alumno”, y se lo volvió sinónimo de infante normal, y la totalidad de la vida de este niño normal fue escolarizada —v.g. la totalidad de las actividades diarias, como la hora de desper4 Por ejemplo, en el Código de Enseñanza Primaria i (sic) Normal de la Provincia de Buenos Aires de 1898, Francisco Berra sostenía en su artículo 480 que la “mala fama” de un docente era impedimento suficiente para enseñar en las escuelas públicas, aunque no se tuviera certeza respecto de la veracidad de los hechos. Justificaba esta decisión del siguiente modo: La mala fama será originada a veces en imputaciones verdaderas, otras veces en imputaciones falsas; pero, sea lo uno o lo otro, la mala fama existe, se impone de igual manera en la creencia general, ejerce igualmente su acción corrosiva, daña a la escuela, mata su prestigio. La enseñanza primaria es tan delicada, que quienes la dan, como quienes la dirigen, deben, no sólo ser, sino también parecer la encarnación de todas las virtudes, a fin de que la honorabilidad de la escuela esté en todo tiempo a salvo de toda sospecha inconveniente (destacado en el original) (pág. 656 y sigs.) 314 Modernidad y Educación tarse, se ordenan en función de la escuela. Educar fue completar al niño para volverlo adulto, lo que conllevó a una infantilización de todo aquel que en cualquier circunstancia ocupara el lugar de alumno —v.g. el adulto analfabeto.Véase al respecto el filme Cinema Paradiso.