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DIOSES

CRIATURAS
AMAZONICAS

¿Quieres saber qué es la mitología amazónica?

Te invitamos a conocer las creencias de los pueblos que constituyen la mitología amazó nica,
conoceremos có mo se desenvuelven dentro esos vastos territorios, el arraigo de los pueblos
por sus tradiciones ancestrales y có mo con el transcurso del tiempo se notan
transformaciones en los territorios a raíz del desinterés de un nú cleo de personas. Cuando
hablamos de la mitología amazó nica nos referimos a una vasta cultura que se sitú a en América
del Sur, abarcado por distintos países. Está constituida por la selva del tró pico, incluyendo el
territorio de las Guayanas y el Gran Chaco, ya que también goza de selva tropical. Por lo tanto,
se les otorga el nombramiento dentro de la mitología amazó nica. El territorio amazó nico es
considerado como el Pulmó n del Planeta.
La mitología amazó nica también se puede nombrar como amazonía o amazonia. Al momento
de investigar sobre el territorio de la mitología amazó nica, conseguimos que son las tierras
má s extensas a nivel mundial. Los países que constituyen la amazonía con un territorio de
siete kiló metros principalmente son Perú , Venezuela, Colombia, Brasil, Ecuador, Bolivia,
también se incorporaron Guyana, Guayana Francesa y Surinam. En el añ o 2011 las selvas del
Amazonas le otorgaron el título de ser una de las siete maravillas naturales del mundo .

1 Seres de la mitología amazónica


1.1 Boraro
1.2 Yacuruna
1.3 Iasá
1.4 Amalivaca
1.5 Kuartam la rana
1.6 Mascha
2 Ritos amazó nicos
2.1 Matses en Ecuador
2.2 Rito de curació n en Perú
2.3 La Pelazó n en Colombia
3 Dialectos de la mitología amazó nica

Seres de la mitología amazónica


Te contaremos algunos seres mitoló gicos que pertenecen a los pueblos
amazó nicos de Suramérica, segú n cada país.
Boraro
Es dirige en la direcció n contraria a las huellas que se observan.
Boraro es el ser terrorífico para los indígenas que habitan el río Vaupés, se escucha su
presencia a través de los aullidos que entona desde la parte má s recó ndita de la selva. La
tradició n cuenta que el Boraro cuando acecha su presa humana, los abraza tan fuerte que la
carne del humano se convierta en pulpa, sin quebrar ningú n hueso. Abre un orificio en la
cabeza de la víctima para obtener su pulpa, por ú ltimo, lo infla como un globo y deja que se
marche en su lecho de muerte.
uno de los seres pertenecientes al Amazonas de la cultura colombiana, lo describen como un
hombre altísimo de cabello negro, puede que se vea sin dedos y ombligo. Tiene colmillos y sus
pies está n del lado contrario, sus pies son el factor distractor para aquellos que van a
atraparlo, pero realmente se

El método para escapar del Boraro es poner un puñ o sobre las marcas que deja el Boruro,
imposibilitando el movimiento de las rodillas del ser, otro método puede ser correr en el
sentido del monstruo, huyendo de él.
Yacuruna
Es uno de los dioses má s importantes dentro de la mitología amazó nica del Perú , se puede
topar con él en los ríos, posee un gran misticismo por el dominio que tiene sobre los demá s
seres que habitan la selva y el agua.

Los chamanes peruanos lo evocan en las ceremonias de ayahuasca, con fines malignos o por el
bienestar de todos. Los ancestros cuentan que se le observa en las noches sobre un cocodrilo
de color negro, en las mañ anas duerme en la parte honda de los ríos, dejando un ojo abierto.

Se le conoce por raptar a jó venes bellas, se trasforma en un hombre atractivo cuando ya tiene
a su víctima. Utiliza sus dones de caballero para embelesar a la joven, cuando la tiene
convencida de su amor, se la lleva a las profundidades del río sin que pueda retornar a la vida
de la tierra, viviendo con él.

Iasá
La etnia de los Cashinahuas que pertenecen a la mitología amazó nica de Brasil, tiene la
creencia que en tiempos remotos existió una muchacha bellísima llamada Iasá . Los dioses
estaban enloquecidos por la hermosura de Iasá , el dios Tupá fundador del universo se
enamoró de joven. (Ver artículo: Toante)

De igual manera, el dios del infierno Anhangá estaba enamorado de la muchacha, ideó un plan
para quedarse con ella, se dirigió a la madre de Iasá para pedir su mano y como recompensa
viviría en abundancia y nada le faltaría. La bella joven, triste por la noticia de su unió n con
Anhangá , le hizo una petició n, que por ú ltima vez pudiera ascender a los cielos para ver a
Tupá.

A cambio Anhangá le dijo que debería cortarse y marcar el camino con la sangre. Sin embargo,
Tupá le pidió al cielo, al sol que dejara sus marcas con distintos colores, pero
lamentablemente Iasá no lo logró ascender al cielo, perdió tanta sangre que cayó tendida y la
mezcla de los colores que hacían el camino formaron los siete colores del arco iris.

Amalivaca
Reconocido en la mitología amazó nica venezolana como el dios que originó al mundo y al
hombre, en otras etnias indígenas es conocido como Amaruaca y Amarivaca.

Fue el autor de las aguas del Orinoco y de las personas, la tradició n cuenta que los seres
humanos eran infinitos, pero el mal comportamiento hizo que el dios los convirtiera en
mortales. En tiempos remotos hubo un desborde de las aguas, por lo que Amalivaca junto con
su hermano decidieron ir a solventar los dañ os ocasionados por la tempestad.

Solo hallaron vivos a una pareja, él los trasladó a una montañ a llevando consigo granos de
palma de moriche y empezaron a regarlas hacia el universo. A partir de ese momento fue el
nacimiento de los seres humanos que habitan la Tierra.

Kuartam la rana
La tradició n de la mitología amazó nica ecuatoriana, tiene la creencia que un hombre que se
dedicaba a cazar, proveniente de la tribu Shuar, decidió entrar a las profundidades de la selva,
antes de emprender el viaje su mujer le pidió que no se burlara si escuchaba a una rana emitir
sonidos.

En efecto, el hombre empezó a escuchar un sonido peculiar y empezó a burlarse, la rana se


enfadó y se convirtió en un puma, se devoró la mitad del cazador.

La mujer del cazador, en medio de su molestia decidió vengar la muerte del esposo y fue en
bú squeda de la rana, la mató cortando un á rbol donde se hallaba. La esposa consiguió los
sobrantes de su esposo cuando mató a la rana.

Mascha
Los animales forman parte de la mitología amazó nica boliviana, esencialmente las creencias
hacen menció n recurrente del jaguar.

Mascha el jaguar, tiene la posibilidad de convertirse invisible ante los ojos de los seres
humanos, tiene la habilidad de proporcionar buena cosecha y también se cuenta que eleva la
cantidad de animales para la caza que ejerce el hombre.

El jaguar só lo puede mostrarse ante los ojos de los cucusí o yanacona que son los sabios
sacerdotes de las tribus, el sabio invita a tomar chicha que es una bebida derivada de la
fermentació n del maíz. mitología amazó nica
Ritos amazó nicos
A continuació n, te presentaremos diversos ritos que se encuentran presentes dentro de la
cautivante mitología amazó nica:

Matses en Ecuador
Tienen un gran abanico de ritos para dar energía a otro. Por lo general, el donador de energía
es un hombre mayor y el que recibe la energía es un joven que está iniciando su experiencia
en determinada á rea, es comú n que estos rituales vayan de la mano del dolor.
Rito de curación en Perú
Los chamanes o sabios que curan hacen este tipo de rito cuando una persona padece
enfermedades contagiosas, son alcohó licos o drogadictos entre otras enfermedades. Es comú n
que este rito vaya acompañ ado de cantos y por mezclas que se hacen para poder fumarlas con
un tabaco y así poder entrar en conexió n con el universo, los cantos se entonan para hacer las
peticiones a los dioses que componen el universo para sanar al enfermo. La persona que
solicitó el rito debe colaborar con los animales al chamá n como en forma de agradecimiento,
este rito no tiene ningú n costo.

La Pelazón en Colombia
Se lleva a cabo en la tribu ticunas cuando las niñ as han tenido su primer periodo menstrual
son encerradas durante un tiempo determinado, en ese encierro se encarga una mujer de
enseñ arle todo lo necesario para ser una mujer de familia y productiva a la comunidad.
Cuando está preparada, el ritual comienza cuando le arrancan el cabello por partes hasta
dejarla calva, la arrojan al río y el primer joven que la toque se convertirá en su compañ ero de
vida.

Dialectos de la mitología amazónica

Se mencionó anteriormente que el Amazonas es un vasto territorio que incluye varios países
que se ubican en América del Sur. Por lo que, no só lo encontraremos un dialecto,
encontraremos muchos, esto se debe al gran nú mero de etnias que se establecieron en
tiempos remotos. Es decir, en estos territorios no se implantaban mandatos duraderos y por
eso se hallan gran cantidad de etnias con su propio dialecto.

Es comú n que muchas etnias indígenas que pertenezcan a los países de habla castellana,
sepan hablar españ ol. En cambio, en Brasil hablan portugués y hay pocas etnias que
mantengan sus dialectos.

Los dialectos que aú n se mantienen son las lenguas tupíes que abarca gran parte de
Suramérica, lenguas ye pertenecen a Brasil, lenguas caribes son propias de Venezuela, algunos
lugares de Colombia, Guyana, Guyana Francesa, Surinam y Brasil.

Las lenguas arahuacas está n distribuidas desde América hasta el Sur, de modo que cubre
grandes territorios. Por ú ltimo, hallamos en la mitología amazó nica, las lenguas panotacanas
es comú n escucharlas en Perú , Bolivia y Brasil.

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LEYENDAS
COSTUMBRES Y TRADICIONES DE LA
PROVINCIA DE NAPO

ECUADOR

Provincia de Napo

La provincia del Napo tiene buenos atractivos turísticos para quienes gustan de
la selva tropical, que es visitada por turistas que les gusta los paseos en bote por
los ríos o simplemente observar la fauna y flora. Pero la característica más
importante que tiene el visitante de esta provincia es que quiere relacionarse
con los habitantes de la zona que son indígenas, además de querer conocer su
cultura y tradiciones.

Mitos y Leyendas de la provincia de NAPO

EL DESEO DE LAS PIEDRAS


..
Esta es una leyenda muy conocida en la provincia de Napo, en la ciudad de Tena.
Dice la historia que en un rincó n del río Jatun yacu, hace muchísimos añ os, existían
dos grandes piedras. Una era macho, otra hembra. En las tardes de sol, conversaban
de sus sueñ os y aspiraciones. Querían conocer el mar. El río, burlá ndose y riéndose,
las salpicaba de espuma.
Un día de junio el cielo se cubrió de nubarrones y el sol se perdió tras ellos. Todo se
oscureció como si fuese de noche.
La gente de la comunidad vecina tuvo miedo. Con el pá nico en la voz gritaba... Parecía
que habla llegado el fin del mundo. Un gran diluvio encharcó los senderos y un ruido
descomunal se descolgaba en las cabeceras del Jatun yacu.
A media noche todos abandonaron sus casas para refugiarse en los terrenos má s altos.
La creciente desbordó las aguas de sus cauces normales.
La piedra macho comenzó a rodar lentamente. En cada vuelta se escuchaban las
maldiciones del supai que en ella habitaba.
Era un espíritu varó n, desagradable y maligno. Cuando bajó el nivel del río la piedra se
encontraba en el Tereré, en Pañ acocha, muy abajo del río Napo.
Allí espera el advenimiento de otro diluvio para llegar al mar. Cada añ o, cuando llega
junio y el Jatun yacu crece enfurecidamente hinchá ndose como vientre de inflado con
pará sitos, en la oscuridad de la noche se oye el llanto de la piedra mujer que maldice
su soledad y pide al río que la lleve junto a su amado... allá ., a Pañ acocha.

LEYENDA Y ORIGEN DEL RIO TENA


Muchísimos añ os antes de la sublevació n del gran cacique Jumandy, má s arriba de
donde actualmente se asienta la parroquia del Pano, vivían unas doscientas familias
quijos, procedentes de lo que es actualmente Archidona. Cuando se inicia esta
narració n el gran Curaca, celebra el nacimiento de su hijo, a quien puso por nombre
Pano; mientras que, en la comunidad del Calvario, llenando de felicidad a la familia del
gran cacique nacía una hermosísima niñ a, a la que le pusieron por nombre Tena. El
tiempo pasó veloz, como vuelo de azulejo y Pano y Tena crecieron, transformá ndose
ella en una bellísima mujer y él en un robusto guerrero. Pano hombre diestro en el
manejo de las armas, con un grupo de jó venes de su edad, participaba en una larga
partida de caza. Cruzaron buscando animales, lomas y planicies, llenas de guaduales,
pasos y pitones; era la época que maduraba la guaba y la chonta, las guantas y las
guatusas se escabullían gordas y satisfechas. Los muchachos cansados por el esfuerzo
realizado, acamparon a la orilla de un río repleto de carachamas. Cuando estaban
tomá ndose el ú ltimo mate de chicha, tintineó como campanilla de fiesta, un alegre
coro de risas femeninas. Era la hermosísima Tena que, con un grupo de compañ eras,
tomaban desnudas un bañ o en un remanso del río. De este inesperado encuentro
nació un intenso amor entre Tena y Pano y comenzaron a verse diariamente en un
hermoso lugar junto a un gran á rbol de caoba, ubicado en un recodo del río, sitio
discreto y alejado de la murmuració n. Pero como ningú n secreto dura mucho tiempo,
el padre de Tena se enteró del romance y prohibió terminantemente que continú en
las citas clandestinas. Tena estaba prometida por su padre, al hijo de un gran Curaca
de las cabeceras del río Misahuallí.
A partir de ese día, cuando Pano emocionado y tembloroso llegaba al lugar de sus
encuentros amorosos, este siempre estaba solitario, hasta las aves que anidaban el
gran á rbol de caoba, se habían alejado del sector. El enamorado joven cayó en un
estado de mutismo y depresió n, el vigor de su juventud se extinguió rá pidamente, sin
que existiera enfermedad visible. Los shamanes se reunieron para tomar ayahuasca y
estudiar el caso. Uno dijo que un poderoso banco (brujo mayor) de una comarca
cercana le había enviado un mortal virote (dardo-maldició n). Otro aventuró la
posibilidad, de que el cuerpo del joven estuviera poseído por un maligno supay
(diablo-demonio). Un tercero sostuvo, que Pano simplemente estaba enamorado de
una bella y esquiva princesa. Pero a pesar de este ú ltimo diagnó stico y a la terapia que
le impusieron, el desconocido mal iba minando la salud del joven.
Pano ante la falta total de noticias de su amada, decidió inmolarse cometiendo suicidio
para acabar con su vida, escogió lanzarse al río de aguas turbulentas y así desaparecer
para siempre de la tierra. Tal como lo planificó lo hizo; saltando de una saliente cayó
en lo má s profundo del río y mientras era arrastrado por la correntada y giraba con
los remolinos, iba llorando lastimeramente su desgracia. Las piedras y las garzas, las
apangoras y carachamas, los yutzos y los pindos, las ranas y los grillos, todos se
enteraron de su pena y dolor.
Una lluviosa tarde, cuando Tena triste y resignada a su suerte, tejía monó tonamente
sin ninguna prisa ni ilusió n, una ashanga (canasta) para transportar los productos de
la chacra, un pingullo pishco (ave de mal agü ero) que se posó en una rama cercana
con su canto aflautado, le contó el triste final de Pano. Tena agobiada por un inmenso
dolor decidió seguir la suerte de su amado; huyó de la casa de sus padres, corrió y
corrió por senderos y barrancos, por playas y lodazales y cuando ya no pudo má s, se
lanzó finalmente al agua y bajó arrastrada por la fuerte correntada, golpeá ndose
contra las piedras y tostá ndose con el sol en los remansos.
Un hermoso día lleno de sol y mariposas se encontró con su amado, que bajaba
llorando su desgracia, fundido con las aguas del río, que había tomado el nombre de
Pano, y ella rendida de amor lo acogió en sus brazos, juntando los caudales de ambos
ríos, que se hicieron uno para toda la eternidad. Pano y Tena de esta forma
engendraron un solo río: El caudaloso Tena, que desde entonces corre alegre y
rumoroso lamiendo las blancas playas y las orillas llenas de guabas, guayabas y
orquídeas fragantes.

EL PUNGARA URCO:
LA CASA DEL DIABLO
Mucho antes de que los jesuitas llegaran a Loreto y Archidona, un puñ ado de
indígenas quichuas vivía ya en las faldas del cerro Pungara Urco (cerro de brea), hoy
comunidad de San Pedro al Oriente del actual centro poblado de Muyuna. En esos días
cuatro niñ os desaparecieron en el río, por má s que los buscaron no encontraron
ninguna huella, así pasaron varios meses, hasta que dos mujeres que salieron en busca
de agua no retornaron jamá s.
Muy preocupados por estas desapariciones, se reunieron los moradores del lugar para
consultar a sus guías espirituales, los brujos. El má s anciano, pero también el má s
famoso de ellos, vivía en las faldas del chiuta. Junto con él hicieron los ayunos rituales
tres brujos má s, durante cuatro días bebieron esencia de ayahuasca y guando y al final
estuvieron de acuerdo en afirmar, que aquel peligroso lugar donde ocurrieron las
desapariciones, estaba asentado sobre un antiguo cementerio y que los supais
(diablos) eran dueñ os de ese territorio porque algunas almas les pertenecían.
Los bancos (poderosos brujos) dijeron que para alejar a los espíritus era necesario
emplear algunas hierbas ceremoniales y mucho ayuno, pero que ademá s tenían que
cancelar el precio estipulado y este consistía en cuatro guanganas (sajinos) y cuatro
canoas llenas de pescado ahumado. Efectuado el pago los brujos se dedicaron a la
tarea de exorcizar aquel siniestro lugar; por las tardes, uno de ellos, el que estaba de
turno, acompañ aba a las mujeres y a los niñ os hasta el río y les mostraba las piedras
negras, donde vivían los diablos.
Una noche especialmente oscura y lluviosa, los cuatro brujos se dirigieron al playó n
del río; llevaban consigo ollas, hierbas y algunos maitos, de los que ellos nunca
dejaron ver su contenido. Nadie pudo asistir a la ceremonia de exorcismo, pero se
escucharon con toda claridad insultos, gritos, maldiciones y silbidos. Luego vino la
lluvia fuerte, copiosa y persistente. Se incrementó el caudal de las aguas del río y los
animales que viven en sus riveras enmudecieron. Al día siguiente los brujos agotados
pero satisfechos, informaron que habían expulsado a los diablos y que estos se habían
refugiado en el cerro de Pungara Urco; recomendaron no bañ arse en el río cuando sus
aguas crecieran, no lavar la ropa en el río pasadas las 6 de la tarde y no pescar
carachamas durante la noche. Después de haber dicho esto, les brindaron chicha de
chonta y pescado ahumado y cada quien se fue para su comunidad.
Pasó el tiempo y cuando la normalidad parecía haber sentado sus reales en la comuna,
una hermosa tarde de sol y bulliciosos pericos, una hermosa y lustrosa guatusa llegó a
una chacra, el dueñ o de la misma un joven cazador, las siguió sigilosamente hasta el
cerro del Pungara Urco y no volvió má s. Sus amigos y familiares angustiados lo fueron
a buscar, encontraron varios senderos misteriosos y escucharon silbidos
escalofriantes, que los invitaban a perderse en la selva; la gente temerosa tuvo que
regresar y del cazador no se supo nada má s.
En las noches de luna llena, casi al filo de la medianoche, quienes por desgracia se
aventuran a pasar cerca del cerro de Pungara Urco, o se atreven a caminar a través de
él, escuchan espantados gritos desgarradores, seguidos de una risa diabó lica, que se
alarga insistentemente como un eco. Y son pocos los que han podido escapar a este
reclamo. A veces por los potreros o chacras de la comunidad de San Pedro, asoman
venados, guatusas, sajinos y pavas del monte. Ya nadie los persigue, ni se deja
engañ ar. Estos animales son los diablos, que buscan tentar a los hombres para
atraerlos al centro del Pungara Urco y no dejarlos regresar jamá s.
ALREDEDOR DEL FOGÓN O LA HORA DE LA
GUAYUSA
Los indígenas de la amazonía no tenían la escritura, pero sí una gran memoria, su
historia y sus conocimientos se podían admirar en sus artesanías y en sus narraciones.
Es costumbre entre las familias indígenas levantarse en horas de la madrugada a
tomar guayusa, una infusió n con un olor ligeramente aromá tico y color marró n
oscuro, que se obtiene de las hojas del á rbol del mismo nombre. Es una bebida
diurética, vigorizante y medicinal; capaz de ahuyentar el sueñ o y despertar la
memoria, dejando que los recuerdos se desgranen en la mente de las personas.
Mientras que toda la familia se cobijaba junto al fogó n y su agradable calor, ocupados
en alguna labor como: torcer chambira, hacer ashangas (canastas) tejer shigras,
preparar los maitos con el pescado o ahumar la carne de monte. El jefe de la familia
narraba entonces sus recuerdos, que eran los recuerdos de todo el grupo familiar;
desde los enfrentamientos tribales, hasta los mitos de la creació n, y las burlas que a
manera de enseñ anza eran impartidas a los menos despabilados. Cuando la claridad
del nuevo día se comenzaba a vislumbrar, se distribuían los trabajos entre la familia;
la caza, la chacra, la pesca, etc.
Quienes hablan de la incultura de los indígenas de la amazonía, pecan por ignorar que
ellos son el fruto de un pasado violento y cambiante. Desde tiempos muy remotos y a
lo largo de las riveras de los caudalosos ríos, se asentaron diferentes pueblos y
culturas, que vivieron chocando y mezclá ndose al mismo ritmo furioso de las aguas.
Cuando el hombre blanco llegó , trajo una nueva y sofisticada violencia que los obligó a
evolucionar y adaptarse, por el temor de ser exterminados. ¿En épocas no muy
lejanas, las compañ ías petroleras los miraban como un estorbo que era necesario
eliminar y en aras del progreso? Se cometieron con la gente y la selva, muchas
barbaridades.
El asalto a los ú ltimos vestigios de la cultura indígena parece difícil de detener, el
hombre blanco llevado por la codicia los integra a su cultura, les brinda tecnología de
destrucció n como los tractores y las motosierras, con capacidad para destruir lo que
parecía eterno. La selva hú meda tropical se ha mostrado mucho má s frá gil de lo que
antiguamente se creía.
Esta postrera batalla, amenaza de muerte la delicada estructura de la vida indígena,
sus legados ancestrales les son suplantados por costumbres nuevas, extrañ as,
negá ndoles la posibilidad de seguir viviendo su propio estilo de vida. Estos episodios
recientes, se fijaron en la mente de los sobrevivientes, convirtiéndose en relatos que
se recuerdan entre sorbos de guayusa y tragos de chicha fermentada caliente.
GRAN EL CACIQUE DE LOS QUIJOS:
JUMANDY
Cuando en 1563, Bartolomé Marín y Andrés Contero recorrían la zona del Sumaco,
escucharon por primero vez el nombre de Jumandy pronunciado con mucho respeto
por los indígenas, se enteraron que se trataba del má s importante y aguerrido Cacique
de los Quijos. Cuando por fin llegaron a la aldea donde se encontraba el gran Cacique
Jumandy, este agasajó a Bartolomé Marín, y le pidió que no causara problemas en su
territorio, porque el disponía de quince mil guerreros armados y listos para la guerra.
Y tiempo después de este aviso, el 29 de noviembre de 1578, Jumandy al frente de sus
hombres tuvo que rodear la ciudad de Avila, para impedir que se escapen los
españ oles.
Después de la destrucció n de Avila y Archidona, cuando se reunieron los Pendes y
Caciques, nombraron por unanimidad a Jumandy como “El Gran Cacique de la Guerra”,
para que condujera a los ejércitos quijos que iban a marchar contra Baeza. Jumandy
inmediatamente se comunicó con los Caciques de las otras confederaciones de la
amazonía y comprometió la ayuda de varios Caciques de la serranía, pues pretendía
expulsar a los españ oles no solo de la amazonía, sino de toda la Real Audiencia de
Quito. Este solo hecho lo convierte en uno de los héroes má s importante del Ecuador y
América.
Pero desgraciadamente no pudo realizar lo que había planificado, debido a que los
habitantes de Baeza oportunamente alertados, habían traído de quito tropas de
refuerzo. A Jumandy le traicionaron los Caciques de la Sierra, que avisaron a los
españ oles de las intenciones de los Quijos.
Cuando Jumandy al frente de sus guerreros llegó a Baeza, fue recibido por el fuego
nutrido de los arcabuces y aunque lucho con denuedo junto a sus hombres, tuvo que
emprender la retirada hacia la selva, y es que solo el valor, las pucunas (cerbatanas) y
las lanzas de chonta, no eran suficientes contra las armas de fuego del enemigo
Los soldados españ oles lo persiguieron día y noche, en su retirada Jumandy les
preparaba emboscadas y atacaba de sorpresa a sus encarnizados perseguidores; pero
al fin fue capturado y enviado a Quito, en donde fue juzgado por la Real Audiencia que
lo condenó a muerte. Murió ahorcado junto con Beto, Guami e Imbate, en el sitio
donde actualmente se encuentra la plaza de San Blas. Jumandy es uno de los grandes
héroes americanos, que con su sangre y sacrificio nos mostró el camino de la libertad.
EL MISTERIO DE LA BOCANA DEL RIO
MISAHUALLI
Cuando recién se iniciaba la colonizació n del Oriente ecuatoriano, aguas arriba de la
bocana del río Misahuallí y en un fresco claro de la selva, asentó su campamento un
hombre blanco, que se dedicaba a la explotació n del á rbol de caucho en la cuenca del
río Aguarico. Así pasaron los meses y un nuevo colono llegó al lugar acompañ ado de
su hermosísima hija, la que inmediatamente causó estragos en el corazó n del
cauchero. La playa, las aves y las flores, propiciaron el florecimiento del amor, y el
romance sonreía en los recodos del río.
Como vivían en plena selva y ante la ausencia de una autoridad que legalizara la
relació n de la pareja, ésta decidió unir sus cuerpos y sus destinos a la sombra de los
frondosos y florecidos á rboles de guaba. Pero como el amor no produce para vivir, el
cauchero tuvo que viajar una vez má s al Aguarico para recoger la balata recolectada
por sus trabajadores y llevarla a los mercados de Iquitos.
La bella chica con el recuerdo de su amado en la hermosa sonrisa de sus labios,
recorría la extensa playa solitaria cuando la bañ aba el suave sol de la mañ ana, era ésta
una costumbre que le había impuesto el amor. Mas el tiempo pasaba inmisericorde y
al final de su paso el cauchero jamá s volvió .
La bellísima mujer presa de una indescriptible pena, desapareció un aciago día como
si se la hubiera tragado la tierra. Sus familiares y amigos la buscaron afanosamente
por doquier, pero todo fue en vano; las lá grimas y el tiempo, fueron borrando el dolor
de su ausencia.
Los añ os pasaron dá ndole espacio a la historia y una mañ ana brumosa y fría, unos
indígenas que pescaban por el sector, vieron a una hermosísima mujer parada en la
piedra grande de la margen izquierda del río; se acercaron a ella y cuando le
preguntaron donde vivía solo señ aló el agua, y lanzá ndose al torrente sin salpicar una
gota ni producir una onda en la superficie se sumergió .
Los ancianos al escuchar lo ocurrido, aseguraron que la dama era el espíritu de
aquella mujer que desapareció sin dejar rastros.
En esa enorme piedra rojiza de estructura volcá nica asentada en el recodo del río
Misahuallí, se escucha con frecuencia en las mañ anas, una dulce voz de mujer que
canta a su amor perdido. Algunas veces ella se aparece a los que pescan en el río, pero
quien acude al lugar con intenció n expresa de encontrarse con ella, nunca logran su
objetivo.
EL PUMA DE RÍO VERDE

Se conoce por lo que cuentan los ancianos, que, por la Cordillera de Napo Galeras, los
pumas tenían sus madrigueras y desde allí amenazaban diariamente a las
comunidades aledañ as. Una noche por la cabecera del Jatun Yacu (río grande),
apareció uno de estos felinos, un depredador gigante y sanguinario, que solo muerte,
destrucció n y llanto, iba sembrando su paso.
Las huellas de las pisadas que dejaba por los lugares donde merodeaba, eran enormes
y nadie se atrevía a salir de sus chozas y los que lo hacían iban en grupos compactos,
fuertemente armados, acompañ ados de perros y mirando hacia todos lados. A pesar
de esto, un temerario indígena hijo del anciano brujo del sector, se preparó durante
varios meses purificando su cuerpo, siempre bajo la mirada atenta y severa de su
padre, y al finalizar todo el ritual, salió resueltamente a la selva para dar caza al puma.
Tuvo que recorrer varias jornadas hacia el oeste y muy cerca de la Cordillera de
Galeras, allí donde nace el río Verde Yacu (río verde), sobre una gran roca blanca,
mirando hacia la selva con ojos hipnó ticos, estaba el enorme puma asesino. Un frío
sepulcral le recorrió el cuerpo del indígena, retrocedió muy despacio e invocó la ayuda
de los espíritus y de sus antepasados; bebió sin perder de vista al animal, ¡¡¡una
pó cima que traía consigo y ... Oh!! prodigio, una fuerza y un valor, venidos de má s allá
de las cimas de las montañ as, le invadió todo su cuerpo, y así, con decisió n de titá n, se
dispuso a enfrentar a la fiera.
Asiendo con ambas manos una enorme lanza de chonta, avanza hacia la fiera, el
gigantesco Puma, al darse cuenta de su presencia, se le enfrenta y lo persigue; el joven
corre veloz por los desfiladeros, salta barrancos y se arroja a las profundidades de los
cañ ones; de pronto se encuentra atrapado en un callejó n sin salida. Las paredes son
altas y perpendiculares, el indígena a duras penas logra trepar en una minú scula
saliente; el puma lanza dentelladas y peligrosos zarpazos. El joven afirma el mango de
la lanza en la roca y espera firme la cometida final; el puma salta y la punta de la lanza
penetra por su pecho, un descomunal rugido con sonido a muerte, provoca una
enorme avalancha de piedras, que lo sepultan para siempre. El joven después de
agradecer a los espíritus retorna a su hogar y toda la comunidad conoce y aplaude su
intrépida hazañ a.
La leyenda dice que cuando la gente va al Verde Yacu a lavar el oro de sus arenas,
espesas y amenazantes nubes cubren la zona, el día se convierte en noche, llueve
torrencialmente y crece el río. Abajo a lo lejos ... en el encañ onado se escucha el
furioso rugir de un puma; la gente siente temor y se retiran respetuosamente del
lugar.
Este es el territorio del puma, donde la realidad y la leyenda se unen, junto a los
lavaderos de oro.
http://lasmejoresleyendasamazonicas.blogspot.com/2012/05/leyendas.html

LA MUJER BOA
LEYENDA DEL ALTO NAPO

s
  e dice que cerca de una casa, había una matita de ají bien cargada. Todos los
días, el dueño iba a cosechar, pero nunca encontraba, parecía que alguien se
adelantaba a cosechar.
Un día el dueño de la casa tuvo curiosidad de investigar quien era el ladrón. Se
escondió detrás de una mata de plátano, allí espero. De pronto vio a dos señoritas
lindas que venían del río, recogían el ají y se regresaban. Así repetían varias veces.
Como eran tan bonitas, el joven se enamoró y se puso de acuerdo con el otro
hermano menor para atraparlas el momento que lleguen.
Al otro día. los dos hermanos esperaron. Al verlas llegar, cada quien intentó atrapar
a una mujer, pero las señoritas eran tan fuertes que pelearon y al final se
convirtieron en boa.
Al ver esto, el hermano menor tuvo miedo y la soltó desesperadamente, pero el otro
hermano le abrazó duro de manera que la señorita no pudo soltarse y nuevamente
se convirtió en una mujer muy bonita.
El hermano mayor le llevó a la casa, tuvieron un hijo y pasaron felices. Cuando no
tenían que comer, los dos iban de pesca. Al llegar al río, ella se convertía en boa y a
su alrededor se encontraban muchos peces; entonces, el marido cogía lo necesario
para llevar a la casa. De igual manera hacían en la cazería y así nunca faltaba la
comida. Un día, dejaron al niño con la abuela. Ese día el niño lloraba y lloraba; lo
poco que había preparado la abuela, se acabó.
Entonces, la abuela tuvo que dar el seno para entretenerlo, pero el niño mordió el
seno de la abuelita y ella se murió.
Los padres del niño llegaron muy tarde y encontraron a la abuela muerta. Allí,
ambos empezaron a discutir y el esposo amenazó con matar a su esposa.
Como la señora tenía poder, le hizo pasar su poder por todo el cuerpo de la
abuelita y ella revivió. La mujer boa cogió a su hijo en sus brazos y dijo. "yo me voy
al lugar de donde he venido", diciendo así, se marchó.
El marido pensó que ella le mentía. Paso esperando noche y día, pero su mujer
nunca regresó. Ella y su hijo pasan felices en el río.
LEYENDA DE TENA, NAPO

Esta narració n de hechos histó ricos o mitos, que es una combinació n de la verdad o fantasía,
cuenta que mucho antes de la sublevació n del cacique Jumandy, justo donde actualmente se
asienta la parroquia Pano, vivían varias familias quijos, procedentes de Archidona.

Segú n esta cró nica ancestral el gran Curaca del pueblo, celebraba el nacimiento de su hijo, a
quien puso por nombre Pano; mientras que, en la comunidad del Calvario, sucedía lo mismo
en la familia del principal de la comunidad, nacía una hermosísima niñ a, a la que le pusieron
por nombre Tena.
El pasar de los días fue rá pido, ambos niñ os se convirtieron en jó venes Pano y Tena crecieron,
transformá ndose ella en una bellísima mujer y él en un robusto guerrero.
Pano hombre diestro en el manejo de armas, con un grupo de jó venes de su edad, participaba
en una larga partida de caza. Cruzaron buscando animales, lomas y planicies, llenas de
guaduales, pasos y pitones; era la época que maduraba la guaba y la chonta, las guantas y las
guatusas se escabullían gordas y satisfechas. Los muchachos cansados por el esfuerzo
realizado, acamparon a la orilla de un río repleto de carachamas. Cuando estaban tomá ndose
el ú ltimo mate de chicha, tintineó como campanilla de fiesta, un alegre coro de risas
femeninas. Era la hermosísima Tena que, con un grupo de compañ eras, tomaban desnudas un
bañ o en un remanso del río.
De este inesperado encuentro nació un intenso amor entre ambos, y comenzaron a verse
diariamente en un hermoso lugar, junto a un gran á rbol de caoba, ubicado en un recodo del
río, sitio discreto y alejado de la murmuració n.
Pero como ningú n secreto dura mucho tiempo, el padre de Tena se enteró del romance y
prohibió terminantemente que continú en las citas clandestinas. A Tena su padre la había
comprometido con el hijo de un gran Curaca de las cabeceras del río Misahuallí.
A partir de ese día, cuando Pano emocionado y tembloroso llegaba al lugar de sus encuentros
amorosos, nunca volvió a ver a su amada. El enamorado joven cayó en un estado de mutismo y
depresió n, el vigor de su juventud se extinguió rá pidamente, sin que existiera enfermedad
visible. Los shamanes se reunieron para tomar ayahuasca y estudiar el caso. Uno dijo que un
poderoso banco (brujo mayor) de una comarca cercana le había enviado un mortal virote
(dardo-maldició n). Otro aventuró la posibilidad, de que el cuerpo del joven estuviera poseído
por un maligno supay (diablo-demonio). Un tercero sostuvo, que Pano simplemente estaba
enamorado de una bella y esquiva princesa. Pero a pesar de este ú ltimo diagnó stico y a la
terapia que le impusieron, el desconocido mal iba minando la salud del joven.
Pano ante la falta de noticias de su adorada, decidió inmolarse cometiendo suicidio para
acabar con su vida, escogió lanzarse al río de aguas turbulentas y así desaparecer para
siempre de la tierra. Tal como lo planificó lo hizo; saltando de una saliente cayó en lo má s
profundo del río y mientras era arrastrado por la correntada y giraba con los remolinos, iba
llorando lastimeramente su desgracia. Todos los seres de la selva y las piedras se enteraron de
su pena y dolor.
Una lluviosa tarde, cuando Tena triste y resignada a su suerte, tejía monó tonamente sin
ninguna prisa ni ilusió n, una ashanga (canasta) para transportar los productos de la chacra,
un pingullo pishco (ave de mal agü ero) que se posó en una rama cercana con su canto
aflautado, le contó el triste final de Pano.
Tena agobiada por el dolor decidió tomar la misma determinació n de su amado; huyó de la
casa de sus padres, corrió por senderos y barrancos, y cuando ya no pudo má s, se lanzó
finalmente al agua y bajó arrastrada por la fuerte correntada, golpeá ndose contra rocas y
tostá ndose con el sol en los remansos.
Un día lleno de sol y mariposas se encontró con su adorado, que bajaba llorando su desgracia,
fundido con las aguas del río, que había tomado el nombre de Pano, y ella rendida de amor lo
acogió en sus brazos, juntando de esta forma los caudales de ambos ríos, para formar uno
para toda la eternidad. Pano y Tena de esta forma engendraron un solo río: El caudaloso Tena,
que desde entonces corre alegre y rumoroso lamiendo las blancas playas y las orillas llenas de
guabas, guayabas y orquídeas fragantes. Hoy a los 458 añ os, aú n muchos escuchan sus voces a
la orilla de los ríos.
https://ame.gob.ec/tena-pano-la-leyenda/

LA BOA Y EL TIGRE
(ORIENTE)

Por el camino que lleva a Misahuallí, a 6 Km. de Puerto Napo, en la comunidad de Latas vivía
una familia indígena dedicada a lavar oro en las orillas del río Napo. Un día la madre lavaba
ropa de la familia, mientras la hija má s pequeń a jugaba tranquilamente en la playa: tan
concentrada estaba la seń ora en su duro trabajo, que no se percató que la niń a se acercaba
peligrosamente al agua, justo en el lugar donde el río era má s profundo. Una sú bita
corazonada la obligó a levantar su cabeza, pero ya era demasiado tarde; la niń a era arrastrada
por la fuerte correntada y só lo su cabecita aparecía por momentos en las crestas de las
agitadas aguas.
La mujer transida de dolor y desesperació n, hincando sus rodillas en la arena implora a gritos
… yaya Dios! …. yaya Dios! Te lo suplico salva a mi guagua, y Oh! sorpresa, la tierna niń a
retorna en la boca de una inmensa boa de casi 14 metros de largo, que la deposita sana y salva
en la mismísima playa; la mujer abrazando a la niń a llora y sonríe agradecida. Desde aquel día
la enorme boa se convirtió en un miembro má s de la familia, a tal punto que cuando el
matrimonio salía al trabajo cotidiano, el gigantesco reptil se encargaba del cuidado de los
niń os.
Pero un tormentoso día, cuando los padres fueron a la selva en busca de guatusas para la cena,
la boa no llegó a vigilar a los niń os como solía hacerlo todos los días. Este descuido fue
aprovechado por un inmenso y hambriento tigre, que se hizo presente con intenciones
malignas.
Los muchachos desesperados gritaron a todo pulmó n “!yacuman amarul! (boa del agua), el
gigantesco reptil al oír las voces de los niń os salió del río y deslizá ndose velozmente entró a la
casa; se colocó junto a la puerta, para recibir al tigre que trataba de entrar sigilosamente en el
hogar de sus amigos; la lucha que se desató fue a muerte; la boa se enroscó en el cuerpo de
felino, pese a las dentelladas del sanguinario animal; los anillos constrictores del reptil se
cerraron con fuerza, mientras el tigre la mordía justo en la parte de la cabeza, al final se
escuchó un crujido de huesos rotos y ambos animales quedaron muertos en la entrada de la
casa.
Cuando regresaron los padres de los chicos, recogieron con dolor los restos de su boa amiga y
ceremoniosamente la velaron durante dos días, para luego enterrarla con todos los honores y
ritos que se acostumbraban utilizar para con los seres queridos.

http://leyendasdeecuador.blogspot.com/2011/10/la-boa-y-el-tigre-oriente.html

Fuente: libro “Leyendas del Ecuador”

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