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El origen del universo según los Uitoto

Una de las versiones de este gran mito o leyenda es la de los uitoto, huitoto,


witoto, guitoto o murui-minane, que se expresa en lengua bora-witoto. Los
uitoto son una etnia  que se distribuye entre la Amazonía colombiana y
la peruana, aunque más en la primera.  

Su territorio originario se localiza en la parte media del río Caquetá y en la zona


selvática que se extiende hasta el río Putumayo. 

El Caquetá nace en el macizo colombiano, transcurre entre Colombia y Brasil, y


desemboca en el río Amazonas. 
El Putumayo  nace en los Andes colombianos, corre en territorios de los
actuales países Colombia, Ecuador y Perú, marcando el límite sur de la
Amazonía colombiana con la del Perú, hasta desembocar en el río
Amazonas.   

Según esa gran leyenda o  leyenda mayor, en la Amazonía había una virgen,
Jitiriguza, que fue  preñada y concibió un hijo que se transformó en el árbol de
la vida, y de los alimentos. 

Nadie sabe cómo nació ese niño-árbol, pero se volvió un árbol gigantesco de
la  abundancia, que creció y siguió creciendo y creciendo, hasta que
sus frutos se volvieron inalcanzables para la gente. 

Para disponer de sus frutos, el árbol debió ser derribado por seres mitológicos
(Púa-Mora 2010; Roldán-Cárdenas 2005).

Otra versión del mito


Una variante de la historia señala que el derribamiento del árbol de la
abundancia fue decidida en una reunión de jefes de todas las tribus.  

Merú, el padre creador de los blancos, robó un hacha para tumbar al árbol,
ocasionando un diluvio devastador.  

El árbol cayó, con gran estruendo, y sus ramas, hojas y raíces se


desparramaron por toda la Tierra. 

De su grueso  tronco nació el río Amazonas. 

De sus ramas, follaje y raíces, nacieron los numerosos ríos tributarios del


Amazonas, y los  afluentes de éstos, hasta formar una vasta e intrincada red de
agua dulce.  
De la savia del árbol nació el agua, que es el verdadero soporte de la vida
amazónica. Y en el agua crecieron los peces, que es una de las grandes
riquezas de la cuenca. 

La gran leyenda amazónica versión 3.0


Otra variante, recogida por Montoya-Galeano (2017) y Murillo-Primero (2001),
narra que hubo un tiempo en que el hambre reinaba en la selva. No había
comida y la gente sentía mucha hambre. 

Una muchacha buscaba qué comer en la selva y se encontró con una gran
lombriz de tierra, que se transformó en un joven. 

El joven-lombriz le propuso a la muchacha que si lo visitaba con frecuencia,


proveería de alimentos a su etnia. 

Y así fue, y se enamoraron. La madre de la muchacha los sorprendió en un


lecho de hojas secas y les lanzó una olla con agua hirviendo. 

El joven murió y la muchacha sobrevivió, pero con una gran pena de amor. La
selva se oscureció y se llenó de tristeza. 

En el lugar donde murió el joven creció un árbol tan alto, cargado de


numerosos y variados frutos, que llegaba hasta el cielo. 

Pero la codicia pudo más, y el árbol fue derribado para el provecho de unos
pocos. Y volvió de nuevo el hambre y la desolación a la selva. 

Los espíritus se apiadaron de la gente e hicieron que el tronco del árbol se


pudriera para que se formara un gran río que les daría de comer a todos. Así 
nació el Amazonas y sus afluentes. 
Desde entonces se acabó el hambre en la selva, a menos que alguien venga de
nuevo a apropiarse de los frutos que pertenecen a todos.       

Mitos sobre la ayahuasca


La ayahuasca, yajé  o yagé, por ejemplo, aparece de manera directa o indirecta
en el mito. 

De manera directa en varias leyendas, de las que presentaremos solo una,


compartida por los  pueblos desano y tukano, ambos pueblos amazónicos
residen en las riberas de los ríos Vaupés, o Uaupés, y Negro, que están
situados en las fronteras entre Colombia y Brasil.
Los grupos desano y tukano están emparentados, y corresponen a grupos
patrilineales y exogámicos. Comparten una mitología común en la que el agua
y la anaconda juegan un papel clave en su concepción del mundo, y el sol es el
padre creador de todas las cosas (energía, agua, aire y tierra). 

Una planta sagrada que ayuda a resolver un crimen

La ayahuasca aparece también de manera indirecta en algunas leyendas. 


Los awajún o aguaruna  viven en la línea fronteriza entre Perú y Ecuador, en la
zona del alto Ucayali, tocando regiones peruanas como Loreto y Madre de Dios.

Uno de los animales que juega un rol muy importante en sus mitos fundadores
es el murciélago.
La leyenda cuenta que había un murciélago gigante llamado Aetsetseu , que
habitaba en la selva. Mataba a las personas y les cortaba la cabeza, pero la
gente no sabía quién las mataba.
Para saberlo, usaron una planta sagrada, con el fin de adquirir fuerzas
sobrenaturales para descubrir al asesino. Bajo sus efectos, encontraron que el
“cortador” de las cabezas era Aetsetseu (Wong-Robles, Arbaiza-Gonzales
2010). 
El mito cosmogónico de la anaconda: origen del universo.
Uno de esos mitos relacionados con la gran serpiente, origen del universo,
dadora de la vida, guardiana de las aguas, es una leyenda de los desano, etnia
amazónica que vive en la cuenca alta del  río Vaupés, en la zona fronteriza
entre Colombia y Brasil, y específicamente en el departamento colombiano del
Vaupés y el estado brasileño de Amazonas. 
Una gran anaconda ancestral penetró en el universo/casa, a través de la puerta
del agua y ascendió por los ríos Negro y Vaupé cargando dentro de su cuerpo
a los ancestros de toda la humanidad. 
A lo largo de su viaje los remotos ancestros se transformaron en humanos. Al
llegar a la cascada del  ipanoré, formada por el raudal del río Jirijirimo, que en
lengua indígena significa la cama de la anaconda, los ancestros se repartieron en
la tierra por lo que serían sus territorios particulares. 

El largo cuerpo de esa anaconda gigantesca representa el lugar de residencia,


la vivienda o maloca y la forma como los distintos  grupos están integrados y
actúan, definiendo su identidad, es decir su nombre, su historia y su lengua. 

En cada clan de ese grupo patrilineal y exogámico, abierto al mundo,  los hijos
de los primeros ancestros de la gran anaconda se organizan de acuerdo a una
estructura en la cual, a la cabeza de la anaconda se encuentran los jefes, en la
parte media los chamanes y en la cola, el pueblo. 

El mito de la Gran Anaconda o Yacumama 


La anaconda recibe muchos nombres en los mitos amazónicos: yacumama (de
yacu, yaku, agua, y mama, madre), sachamama (de sacha monte). 

En los mitos la gran anaconda es la madre del agua, su protectora y hasta el


origen de la vida. Es una culebra gigantesca que vive en el agua, y llega a
medir unos cincuenta metros. Poseía una gran fuerza y lanzaba fuertes chorros
de agua que derribaba árboles. Podía succionar cosas desde una distancia de
cien metros.

Los muertos para poder entrar al cielo, debían seducirla. 

Para algunos pueblos, como los huaorani, de la Amazonía ecuatoriana, la


anaconda se relacionaba con la vía láctea que, al descender a la tierra, creó el
río Amazonas. 

Para otros, como sucede con  algunos grupos amazónicos de Brasil (Gómez-
Platero, Palma-Elrichs 2011; Llorente, Sacona 2012),  el río Amazonas nació
del amor imposible entre el Sol y la Luna, en los tiempos en los que los
animales hablaban. 

Era un amor imposible porque al acercarse, el sol derretía a la luna, y la luna


apagaba al sol. Por eso, a pesar de amarse tanto, decidieron separarse. 

La luna lloró y lloró sin parar. Y sus lágrimas se derramaron sobre la tierra, pero
fueron rechazadas por el mar. Y formaron, entonces, el caudaloso y largo río
Amazonas.  

En algunos mitos la yacumama o gran anaconda era el guardián de la puerta


del cielo. 

Anaconda: verde y gigante


La anaconda verde (Eunectes murinus) es una especie de serpiente constrictora
de la familia Boidae. 
Es  considerada  la serpiente más grande  de todas las de esa familia que viven
en la cuenca de  la Amazonía, e incluso de todo el continente americano, y la más
larga del mundo. 

Se encuentra también en la lista de  las mayores serpientes del planeta,


compitiendo con la pitón reticulata, del Asia, famosa por su peso, pues alcanza
hasta 250 kg,  y por su longitud, de hasta 8 m.

El árbol de la abundancia
ra un tiempo en que escaseaban los alimentos en la Amazonía. Había una
prolongada sequía. Los ríos se secaban y los peces escaseaban. La tierra se
agrietaba de lo seca que estaba. No se veían animales en el monte. El hambre
se sentía en todas partes.

Los gemelos Cuillor y Ducero viajaron desde su aldea para pedirle comida a su
amigo  Mangia, que vivía en una aldea lejana. Caminaron días y noches. En
todas partes no había otra cosa que pobreza. Las chagras estaban secas y
abandonadas. Por ninguna parte llovía.  

Mangia los recibió con alegría, obsequiándoles chicha de yuca. En su casa


vieron restos de escamas, y los gemelos le preguntaron a Mangia dónde había
pescado, y éste los acompañó hasta el río para que lanzaran la atarraya, pero
cada vez regresaba vacía. Acosados por el hambre, amenazaron a Mangia
para que les dijera donde había alimentos.  Éste, presionado por los gemelos,
les contó que, muy lejos, había un elevado árbol con muchos alimentos,
custodiado por una enorme boa. Los tres se pusieron en camino. Caminaron
sin parar  durante muchos días y noches, hasta que, al fin, asustados, vieron  a
la enorme boa cerca del árbol. Pero, para suerte de los viajeros,  estaba
dormida, digiriendo un gran  animal del monte que se había tragado. 

Vieron entonces un árbol corpulento,  muy elevado, con muchas ramas y una
amplia copa. Trataron de cortar el tronco cerca de la raíz, pero era muy duro, y
por más que lo  intentaban, no lo lograban. Estaban desanimados por tanto
esfuerzo inútil, hasta que un halcón,  que por allí pasaba,  les dijo que el
secreto estaba guardado en la copa del árbol. Uno de los  gemelos
tomó ayahuasca. En trance por la bebida, se convirtió en una ágil ardilla, y subió
hasta la cima del árbol. Desde lo alto, la ardilla vio, en la copa,  una inmensa
laguna llena de peces, con islotes donde había  numerosos animales. Vio
también un largo bejuco tan largo como el árbol, y que lo sostenía desde la
raíz. Entonces, la ardilla se lanzó al agua, y con sus afilados dientes logró,
después de un gran esfuerzo, cortar el bejuco, y el gigantesco árbol se
derrumbó con  un ruido  ensordecedor, derramándose todo  lo que contenía en
su  copa. El agua de la laguna se esparció por doquier, buscando el cauce de
los ríos  cercanos para alimentar su caudal, mientras se llenaban de peces.
Las aves salieron espantadas volando hacia el cielo. Los animales liberados se
refugiaron en el bosque.  

Toda la gente que poblaban las aldeas se beneficiaron con los alimentos que
estaban en el árbol de la abundancia. Todos, menos los gemelos Cuuillor y
Duero y su amigo Mangia, que murieron sepultados por unas grandes piedras
negras que salieron del fondo de la laguna cuando se desplomó el árbol.  

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