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Dispensa Oficial: 1º.

Teología – Ier Semestre


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C APÍTUL O IX - F UNDAME NTACIÓN T E OLÓGICA DE LA L ITU RGIA


 La Liturgia: Ejercicio del Sacerdocio de Cristo
(Fundamento Cristológico–Pneumatológico)

El límite de la «Mediator Dei» es el haber tentado de deducir la teología litúrgica desde el concepto de
culto y de las varias formas de actuación de éste. El Vaticano II supera tal visión, presentando el art. 5-7, el
discurso de la revelación como historia de la salvación. La revelación se ha realizado como una presencia
de acontecimientos, en diversos modos y tiempos (heb 1,1) manifestándose la realización del misterio de
la salvación, existente en la mente de Dios. La diversidad de modos designa los diferentes planos en los
cuales se realiza tal actuación: a) la religión natural y su ámbito cultual; b) la religión revelada en sus dos
fases: hebraica y cristiana.
La diversidad de los tiempos en los que concierne el misterio de Cristo como acontecimiento en su
dimensión histórica comprende tres momentos:
 a) el primer momento profético y de anuncio dirigido no solo al pueblo hebreo, sino a los hombres de las
religiones naturales.
 b) el segundo momento es aquel de la plenitud de los tiempos, en el que la salvación es dada por la Palabra y
se hace realidad (carne), donde Cristo es la perfecta realización de la salvación.
 c) el tercer momento es aquel que prolonga la salvación en el tiempo de la Iglesia, porque por medio de ella
pueda unir a todos los hombres, la Iglesia es esencialmente para el mundo y para la humanidad.
Bien sabemos que la línea de continuación que une al tiempo de Cristo y el tiempo de la Iglesia es en
realidad la liturgia y tal unión viene concebida no solo como sucesión cronológica, sino como una
realidad de presencia. Ésta anuncia un evangelio ya actual y realizado en Cristo, bajo un doble plano: 1) de
acontecimiento histórico de la realidad de salvación; 2) de presentación sacramental; porque Cristo es el
sacramento o signo visible o imagen de Dios (cf. Col 1,27; 4,3; Ef 3,4).
El art. 6 de la SC, desarrolla estos temas en una síntesis orgánica, en cuanto que en la liturgia se hace
visible la actuación del misterio de Cristo: Sea en sí mismo, sea en cuanto anuncio. De esta forma hoy la
liturgia aparece bajo un doble aspecto: De acontecimiento o momento – síntesis de la historia de la
salvación, ya que engloba anuncio y acontecimiento, la palabra de evangelización y su actuación
sacramental; además como el momento último de esta historia salvífica.
La liturgia, vista en relación con el acontecimiento Cristo, es actuación de su realidad salvífica; y por tanto
debe postularse la presencia real de Cristo en las acciones litúrgicas (SC 7), las cinco formas de presencias
son reales en sus signos rituales, como es también real el acontecimiento Cristo. El fundamento
cristológico de la liturgia se puede presentar en los siguientes argumentos:
1. La vida histórica de Jesús ha sido una vida sacerdotal: - Jesús es «sacerdote» eterno según el rito de
Melquisedec. - La muerte de Cristo como una ofrenda de sí mismo. - Los dos relatos de las apariciones del
resucitado, que según Lucas, son expresión del culto de la Iglesia naciente. - La resonancia de la eucaristía
con el relato de la multiplicación de los panes. - En el orden litúrgico tradicional: el ministerio en Galilea
(sinópticos), donde la predicación de Jesús tiene semejanza con la liturgia de la palabra ó a la primitiva
misa de los catecúmenos. - Ministerio en Jerusalén: muerte y resurrección = Misterio Pascual, hasta la
ascensión. - En este sentido la liturgia es actuación del culto mesiánico del Cristo histórico.
2. El culto de Cristo, temporal y celeste: el culto de Cristo tiene una dimensión temporal mucho más vasta
respecto al tiempo comprendido entre la encarnación y la ascensión: se presenta ya un culto celeste del
Cordero, «predestinado ya antes de la creación del mudo» (1 Ped 1,19-20), entrando en el cielo como
sumo sacerdote (Heb 4,14). Él ha llegado a ser el liturgo del verdadero santuario y de la verdadera tienda
(Heb 8,2). El culto celeste aparece como una continuación del culto realizado una vez y para siempre con
el sacrificio: al tiempo de la «parusía», el ministerio sacerdotal de Cristo no será ya más expiatorio sino
santificador. La ascensión de Cristo al cielo aparece así como una procesión no solo real sino también

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litúrgica hacia el santuario celeste. - El fundamento cristológico del culto, además, es doble: el culto
terrestre del Cristo histórico y el culto celeste; esta dimensión de la liturgia se encuentra expresado en SC
8:
«En la Liturgia terrena pregustamos y tomamos parte en aquella Liturgia celestial, que se celebra en la santa ciudad de Jerusalén hacia
la cual nos dirigimos como peregrinos, y donde Cristo está sentado a la diestra de Dios como ministro del santuario y el tabernáculo
verdadero; cantamos al Señor el himno de gloria con todo el ejército celestial; veneramos la memoria de los Santos y esperamos tener
parte asociada con ellos; aguardamos al Salvador, nuestro Señor Jesucristo, hasta que se manifieste El, nuestra vida, y nosotros nos
manifestemos también gloriosos con El».

En síntesis, podemos decir que «la liturgia es la actuación del Misterio Pascual de Cristo que cumple la
obra de la humana redención y de la perfecta glorificación». De esta manera el acontecimiento pascual es
el centro, donde en la Iglesia la celebración ritual de la pascua es el culmen de la vida litúrgica del nuevo
pueblo, con la diferencia que se sitúa en el nivel de la realidad (respecto a la sombra-figura del A.T.
La liturgia es entonces, la recapitulación de la historia de la salvación en sentido cronológico, sea como
anámnesis o memoria actualizada de la obra realizada por Cristo (1Cor 11,24: «Haced esto en memoria
mía») sea como anticipación de su retorno, por lo cual nosotros celebrando la liturgia somos partícipes ya
de la anticipación del reino que vendrá; sea como glorificación del presente, participando del banquete de
los cristianos: Hech 2, 46; 16,34; 1 Ped 1,8; 4,13.
3. La liturgia como recapitulación de la historia salvífica. La liturgia es recapitulación de la historia salvífica
en el sentido teológico: es decir que, la obra de Cristo en cuanto profeta (lo que Dios ha revelado),
sacerdote (lo que ha hecho para reconciliarnos) rey (la garantía de la victoria del Señor).
En este sentido, se puede decir que la historia de la salvación, ya realizada «una vez para siempre»
(«ephapax»: Heb 9,12), ha llegado a ser ahora «economía» por medio del anámnesis o memorial del
misterio pascual que le da sentido a la historia, aplicando eficazmente lo que Dios ha realizado en Cristo
el «aquí y ahora» (hic et nunc).
4. La presencia de Cristo en las acciones litúrgicas es real por medio del Espíritu. Las cinco formas de la
presencia real de Cristo en la Iglesia, de modo especial en las acciones litúrgicas, SC 7:Para realizar obra
tan grande, Cristo está siempre presente en su Iglesia, sobre todo en la acción litúrgica. Está presente
en: - el Sacrificio de la Misa, - ya en la persona del ministro, ofreciéndose ahora por el ministerio de los
sacerdotes él mismo que entonces se ofreció en la cruz; - ya, sobre todo, bajo las especies eucarísticas. -
Está presente con su poder en los Sacramentos, de modo que, cuando alguien bautiza, es Cristo quien
bautiza. - Está presente con su palabra, pues cuando se lee en la Iglesia la Sagrada Escritura, es El quien
habla. - Está presente, por último, cuando la Iglesia suplica y canta salmos, El, que así prometió: Donde
están dos o tres congregados en mi nombre allí estoy Yo en medio de ellos (Mt., 18, 20).
Realmente, en esta obra tan grande, por la que Dios es perfectamente glorificado y los hombres
santificados, Cristo asocia siempre consigo a su amadísima Esposa la Iglesia, que invoca a su Señor y por
El tributa culto al Padre Eterno.
Luego con razón se considera la Liturgia como el ejercicio del sacerdocio de Jesucristo. En ella los signos
sensibles significan y, cada uno a su manera, realizan la santificación del hombre, y así el Cuerpo místico
de Jesucristo, es decir, su Cabeza y sus miembros, ejerce el culto público íntegro.
En consecuencia, toda celebración litúrgica, por ser obra de Cristo sacerdote y de su Cuerpo, que es la
Iglesia, es, por excelencia, acción sagrada cuya eficacia, con el mismo título y en el mismo grado, no la
iguala ninguna otra acción de la Iglesia.
Téngase presente que esta presencia no reduce la acción de Cristo sino que provoca, invoca (recuerda el
verbo griego «epikaléisthai»= invocar), ahora encontramos el término epíclesis. Así, la liturgia es siempre
epiclética o invocatoria. Esta esencialidad de la epíclesis, alimenta un típico clima de espera y de
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esperanza: el «Maranatha» ("Ven Señor", utilizado ya en el siglo II, y siempre con referencia al Espíritu) en
1 Cor 16,22 se encuentra al final de la carta, y en la Didaché (10,6) está situado en el curso de la
celebración Eucarística. La presencia real de Cristo depende por tanto de la gracia “invocada” al Espíritu
Santo; y tal invocación o “epíclesis” encuentra su eficacia infaliblemente por la promesa de Cristo mismo,
ya sea que se encuentre antes de las palabras sacrametales de la institución, como en la tradición
romano-alejandrina, ya sea que se encuentres después, como en la tradición oriental y siriaca de la
eucaristía. Invoca, evoca, provoca, convoca.
 La Liturgia: Culto del Cuerpo Místico de Cristo
(Fundamento eclesiológico)
1. La Iglesia como asamblea “Litúrgica”. El art., 7 de la SC afirma que “el culto público integral viene
ejercitado por el cuerpo místico de Jesucristo, es decir de la cabeza y de sus miembros”. El art., 2 nos
afirma, por otra parte, que “la liturgia contribuye en sumo grado a que los fieles expresen en sus ideas y
manifiesten a los demás sobre todo el misterio de Cristo y la genuina naturaleza de la verdadera Iglesia”
(SC 2). Es por medio de la liturgia donde la Iglesia es capaz de aparecer como: aquella asamblea o qahal
de Señor, recuerde que los LXX traduce qahal con la “ecclesia” Dt 4,10: la asamblea a los pies del Sinaí.
A ese encuentro del pueblo reunido con su Dios, se le conoce con el término técnico ióm ha-qahal (Dt
9,10; 18,16) es decir el día de la asamblea. Las asambleas más importantes de Israel son cuatro: -asamblea
de Josué (Jos 8,30); -asamblea de Salomón (para la dedicación del Templo: 1 Re 8; 2 Cro 6-7); -asamblea
de Josafat (para la guerra santa contra los enemigos: 2 Cro 20,5ss): - la asamblea de Esdras y Nehemias
(para la reforma: 2 Cro 20-30).
En el NT la asamblea de “Pentecostés” (Hech 2,1) donde se realizan todas las figuras veterotestamentarias
de asamblea, y de suyo, posee una sentido no ya sociológico sino específicamente litúrgico. La liturgia, en
cuanto asamblea en el nombre de Jesús, es entonces el modo de expresión más visible de la Iglesia sobre
la tierra, la verdadera “epifanía” de la Iglesia. Por otra parte, el paso de la antigua a la nueva alianza es por
tanto, un paso litúrgico: de hecho cambian los sacramentos, cambia el día del culto, cambia el lugar, ya
que el nuevo templo es la misma asamblea.
2. En la liturgia la Iglesia vive y expresa su misterio. No es solamente el culto, “el culmen hacia el cual
tiende la acción de la Iglesia y además el manantial del cual dimana toda su vida” (SC 10), sino que
además es necesario el “lugar” más apropiado para definir esta Iglesia. Es por esta razón del porque la
Iglesia toma conciencia de ser una comunidad designada por estas cinco notas:
 La Iglesia se manifiesta sobretodo como una comunidad Bautismal, es decir una Iglesia de santificados que no
son del mundo. La liturgia en sus celebraciones revela más plenamente, que la Iglesia no es una sociedad
natural, sino una Iglesia de salvados-redimidos (la liturgia se celebra en el perdón) en el misterio pascual. Por
otra parte el bautismo no reclama solo a la muerte como separación del mundo, sino que celebra también la
resurrección.
 La liturgia revela una Iglesia como comunidad nupcial, es decir, como esposa de Cristo: en el sentido de una
comunidad de fe que responde un “sí” a Cristo en su palabra; como una comunidad de esperanza que atiende a
la venida del Señor según su promesa; como comunidad de caridad que ama a su liberador y esposo
(comunidad de amor).
 La liturgia revela a la Iglesia como una comunidad católica, es decir que supera las barreras sociológicas: ella se
convierte en el lugar de acogida para todos aquellos que aceptan el cuidado del buen samaritano (Lc 10,34) sin
distinción de edad, sexo, raza, cultura... lo que significa por tanto, que los bautizados, que celebran la liturgia en
la Iglesia, permanecen fieles a su riqueza antropológica, sea además redimida por la gracia bautismal (significado
de la curación evangélica de Cristo).
 Todavía aún el culto nos revela a la Iglesia como una comunidad diaconal, y esto en doble sentido: sobre todo
en el sentido de que ella no encuentra su fin a sí misma, sino doblemente orientada, como Cristo, ya tanto hacia
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Dios como al mundo; ya que ella no es un cuerpo monolítico sino diferenciado por sus miembros y por sus
funciones (cf. 1Cor 12; 1Pe 4,10: debemos ser buenos administradores de las multiformes gracias de Dios).
 Por último la Iglesia se manifiesta en la liturgia como comunidad apostólica, (huyendo de la profanidad en el
ambiente en el cual esta inmersa) porque reúne solo a los bautizados (ó a los cristianos-catecumenos), y por
esto no comprende a todos los hombres (solo a los elegidos o enviados); además de celebrar su culto
principalmente en domingo. Esta reunión cada domingo “cada ocho días” (Jn 20,26), hace aparecer a la Iglesia en
su alteridad en relación con el mundo; de esta manera aparece como “la primacía de la creación” (Stgo 1,18), se
reúne el primer día de la semana (Hech 20,7). Por otra parte, la Iglesia misionaria esta obligada a re-enviar en
medio del mundo, y todos los días de la semana, a aquellos que ha “reunido” del mundo el primer día de la
semana (de aquí el término “missa” = despido o envío, utilizado para los antiguos catecúmenos, y ahora para los
fieles en medio del mundo).
3. En la liturgia la Iglesia se auto-comprende al mismo tiempo “local” y “católica” . Las dimensiones
eclesiológicas de la liturgia implica también a las relaciones entre la Iglesia universal y la Iglesia particular.
En la SC 41-42 encontramos estas expresiónes: “la vía litúrgica de la diócesis se desarrolla en torno al
obispo, el gran sacerdote de su grey, porque de él deriva y depende en cierto modo la vida de sus fieles
en Cristo”, principalmente en la iglesia catedral (vgr. SC 41).
Por extensión ó participación, también las parroquias organizadas localmente bajo la guía de su pastor,
que hace las veces de obispo, representando en cierto modo a la Iglesia visible establecida sobre la tierra.
De esta manera bien se podría plasmar una verdadera liturgia parroquial, con las siguientes perspectivas:
una catequesis que forme verdaderos adoradores del Padre (Jn 4,23); una diaconía que se manifieste
como el desgaste práctico de las intercesiones de la Iglesia; una organización Parroquial, que tenga
referencia constante con la vida litúrgica de la parroquia y de ella dé testimonio.
 El Doble Movimiento de la Liturgia
(Fundamento teándrico)
1. Dios y el hombre en la liturgia. La definición de liturgia dada por SC 7, indica este doble movimiento
que la caracteriza: a) el culto mismo como glorificación-adoración-súplica, que es el aspecto más
desarrollado en la teología pos-tridentina; b) la santificación del hombre, es decir, el movimiento
descendente de la redención, que se realiza especialmente a través de los sacramentos, que constituyen la
esencia misma de la liturgia1.
De estos dos movimientos, el descendente es primero, en cuanto a su pre-eminencia y finalidad, ya que
de su momento escatológico la liturgia (SC 8) consistirá solamente en la glorificación de Dios. Pero esta
dimensión de la liturgia (recapitulación de la historia de la salvación en Cristo sacerdote y de la Epifanía de
la Iglesia), no debemos olvidar que el culto es celebrado en este mundo, y que la alegría de la presencia
mistérica de Cristo no es todavía la exultanza perfecta del reino de los cielos. En este sentido la liturgia
puede ser vista desde dos puntos: tanto como contestación del mundo, tanto como promoción del
mundo.
2. La Liturgia como “contestación” del mundo. - Puede ser considerada bajo estos tres aspectos:
A) El culto litúrgico proclama el fin del mundo presente, poniendo en cuestión la justicia mundana. Puesto
que “proclamando en la eucaristía la muerte del Señor” (1Cor 11,26) así proclama que sólo a través de
la muerte a este mundo, es en la resurrección, donde la vida toma sentido.
B) El culto es por tanto preludio del juicio del mundo presente, ya que reúne a los bautizados, es decir a
los individuos ya transferidos en el reino del Hijo (Col 1,13).

1
Téngase presente que la sacramentaria anteriormente era tratada solo de la manualística, como parte de la teología dogmática sistemática sin
relación con la liturgia, que se limitaba a los aspectos rituales o ceremoniales de la celebración, vgr. E. LODI, La liturgia della chiesa, Ed.
Dehoniae, Bologna 1982.
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C) El culto cristiano además es una protesta contra todas las otras formas del culto no cristianas, ya que
los hombres antes de acercarse a la liturgia, necesitan que sean llamados a la fe y se conviertan (Rm
10,14-15; SC 9).
3. La liturgia como promoción del mundo. El culto litúrgico es también auténtica promoción del mundo, no
solo porque ella se sitúa en relación al mundo, como si el reino se situara en relación a la gran reunión
escatológica, sino más bien porque proclama nuestra esperanza en Cristo. 3 nivles:
A) En primer nivel, el culto celebrado “hic et nunc” es expresión concreta y vicaria de la acción
fundamental del entero universo, el cumplimiento de la finalidad creadora de Dios, que es en
definitiva una acción litúrgica. Así, la acción de Cristo es portadora de paz no solo a los hombres sino
también al cosmos.
B) El segundo nivel de este aspecto cósmico de la liturgia es que ella es expresión del misterio escondido
de la creación y el propio sentido; el lugar donde se inicia ya aquella metamorfosis escatológica. Por
otra parte, le solidaridad del hombre con la creación se revela sobretodo con los signos cósmicos que
la liturgia bendice y santifica (sacramentos y sacramentales).
C) El tercer nivel de esta santificación cósmica se tiene en el hecho que el culto no es solo protesta, sino
sobre todo perdón, cumplimiento del culto no cristiano.

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