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LITURGIA FUNDAMENTAL
- I N TR OD UCCIÓN .
Necesitamos comenzar con un comentario muy general sobre el tema de la ‘Liturgia’, porque ello afectará todos los
puntos específicos acerca de la liturgia, de igual modo que el color de una luz afecta todo lo que ilumina.
Para muchas personas, “liturgia” suena a algo “suave”, algo vagamente dulce y adormilado. Términos litúrgicos
como “misterio pascual” y “signos sacramentales” suenan de algún modo remotos y alejados de la vida real, como
un cuento de hadas. A muchos les desagrada el tema de la liturgia porque se siente “ suave” comparado con los
credos y los mandamientos, las otras dos partes de la fe católica. Otros experimentan exactamente la misma
sensación de “suavidad”, pero les gusta.
Piensan que es más “creativa”, y les gusta “celebrar la comunidad”, o sea, a ellos mismos. Les desagradan los
credos y mandamientos “duros”, pero les gusta la liturgia “suave”. Ambas visiones son erróneas. La liturgia no es
una cosa “suave”, como una experiencia o sentimiento humano; es “dura”, es objetivamente real. No es una obra de
arte humanamente inventada, ni antigua ni moderna; no es ni una antigüedad delicada, ornamentada y anticuada, ni
una pieza práctica y actualizada de “pertenencia” contemporánea.
Porque no se trata de algo, sino de alguien: es Jesucristo, quien se hace realmente presente y activo en la liturgia.
“Es el Misterio de Cristo lo que la Iglesia anuncia y celebra en su liturgia…” (CIgC 1068). Además, esta persona no
está muerta sino viva. Él no es sólo el objeto de nuestros pensamientos y símbolos; él realmente nos hace cosas en
sus sacramentos. (¡Por eso él los instituyó!) Y la cosa que hace es, en una palabra… salvación.
“En la liturgia, la Iglesia celebra principalmente el misterio pascual [la muerte y resurrección de Cristo] por el que
Cristo realizó la obra de nuestra salvación” (C 1067). Sin embargo, estos acontecimientos pasados no se repiten,
como si hubiesen quedado incompletos cuando se hicieron por primera vez en la historia. Cristo dijo en la Cruz,
“Todo está cumplido” (Jn 19, 30). “El Misterio pascual de Cristo se celebra, no se repite; son las celebraciones las
que se repiten” (C 1104).
Finalmente, “la Liturgia cristiana no sólo recuerda los acontecimientos que nos salvaron, sino que los actualiza, los
hace presentes”(C 1104).
TEMA – I
LA LITURGIA DE LA IGLESIA
La intención de este curso sobre Sagrada Liturgia, tiene como finalidad el conocer de manera científica, es decir a
nivel de la teología litúrgica, lo que es la Sagrada liturgia de la Iglesia, para así, comprender y celebrar con mayor
dignidad; y posteriormente realizar una comprometida y vivencial liturgia pastoral. Por ello, se desea ofrecer una
síntesis completa, clara y precisa de los elementos que conciernen al saber litúrgico actual, en lo que es común y
básico en las celebraciones litúrgicas de la Iglesia.
Por otra parte, somos conscientes que el estudio de la liturgia interesa hoy afortunadamente a todos los miembros del
Pueblo de Dios, por esta razón nos vemos en la necesidad de poseer una formación amplia y actualizada, desde la
liturgia, en todos los temas que afectan a la fe, a la vida y misión de la Iglesia. Concluida hace mucho tiempo la
etapa de la reforma litúrgica, querida y diseñada por el Concilio Vaticano II; y estando pendiente todavía una tarea
de asimilación profunda de los libros litúrgicos promulgados en las dos últimas décadas, los pastores (Obispos), los
presbíteros, y los fieles laicos, más sensibles a lo que constituye «la fuente primaria e indispensable del espíritu
cristiano» (SC 14), vienen reclamando y buscando, unas celebraciones litúrgicas más dignas, más acordes con el
sentido del misterio de la liturgia y más densas espiritualmente.
En este sentido, la orientación de toda la obra es decididamente teológica, aunque sin olvidar los restantes aspectos
desde los que se ha de abordar el hecho litúrgico cristiano: histórico, espiritual, pastoral y jurídico (cf. SC 16; OT
16). Por otra parte, el estudio de la liturgia no solamente ha de ilustrar el conocimiento de la celebración del misterio
en todas sus dimensiones, sino que ha de contribuir también al desarrollo de la vida interior y a la práctica pastoral
relacionada con la santificación de los hombres y el culto a Dios (cfr. SC 7).
1
Fueron definidos así por Juan XXIII en 1960, en AAS 52 (1960, 954, y consisten en los «principios fundamentales» expuestos en la Constitución Conciliar sobre la
Sagrada Liturgia y que, en palabras de Juan Pablo II, «es necesario mantener constantemente presentes y profundizarlos», en Carta Vigesimus quintus annus,
n.5.
Pbro. Lic. Juan José Martínez M.