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1.

El lenguaje humano 1
1.1. La comunicación

Si se observa el comportamiento de los animales, incluyendo entre éstos al hombre, se


notará que los miembros de cada especie manifiestan la tendencia natural a establecer relaciones
sociales con los otros miembros de la misma especie, y consecuentemente, a comunicarse con
ellos. Si por ejemplo dos personas se encuentran en un lugar, muy probablemente tratarán de
establecer una relación social entre ellas e intentarán comunicarse. Cada una pensará en algo y lo
expresará en palabras, y si no resulta, lo expresará con gestos, y luego quizás con un dibujo. Si la
otra persona comprende uno de estos recursos, lo manifestará usando métodos similares. Si esto
sucede, ha habido comunicación y se ha establecido una relación social.
Para que haya comunicación hace falta un emisor, que es el que transmite algo, un
receptor, que es el que recibe algo y un mensaje, que es el concepto o idea que se transmite
usando un canal o medio comunicativo, como por ejemplo la voz, los gestos o los dibujos.
Naturalmente, para establecer comunicación hace falta que el mensaje sea comprendido. ¿Qué
condiciones son necesarias para que haya realmente mensaje? En primer lugar hay que tener
presente que un mensaje es un conjunto de signos cada uno constituido por una parte concreta de
algo que se percibe -la voz, el gesto, el dibujo, etc.- y de una parte abstracta: el concepto. Por
ejemplo, la parte material, que llamaremos significante podría ser la mano en forma de puño con el
pulgar levantado hacia arriba, y la parte abstracta, que llamaremos significado2, podría ser "¡Muy
bien!”. Suponiendo que fuera así, es necesario que la asociación hecha por el emisor entre la
mano y “muy bien”, sea válida también para el receptor; de otra manera, éste no comprenderá o
comprenderá otra cosa. En efecto, a priori no hay razón para que se dé esa asociación: al gesto de
la mano podría corresponder cualquier otro significado. En este sentido, la relación entre
significante y significado es arbitrarla. Piénsese en lo siguiente: a una misma idea, por ejemplo,
“silla” corresponden palabras y combinaciones de sonidos distintos en cada idioma. Sin embargo,
el emisor usa el signo de la mano, porque la mayoría de las personas, por convención
generalmente tácita, relacionan el gesto con la idea de "muy bien', y espera que el receptor
conozca también esa relación. Si así sucede, existe comunicación. De modo que los mensajes de
una comunicación están hechos de signos arbitrarios y, al mismo tiempo, convencionales. Los
signos constituyen un conjunto conocido por sus usuarios. Si no fuera así, si alguien usara signos
que no estuvieran incluidos en ese conjunto, o si desconociera algunos signos incluidos en ese
conjunto, no podría haber un proceso de comunicación efectivo.
Tomemos el ejemplo de las señales de tránsito. Estas constituyen un sistema de signos
arbitrarios y convencionales, cada uno con un significante y un significado particular. Los usuarios
conocen el valor de cada señal y nadie inventa una nueva señal sin el consenso de todos los otros
usuarios. Además, nadie puede cambiar la relación existente entre cada significante y cada
significado (el rojo significa "pare" y no puede significar "pase") ni la relación existente entre todas
las señales. Ello porque el significado de una señal depende en gran medida del significado de las
otras señales. Por ejemplo, la existencia de una señal roja que significa "pare" implica la existencia
de otra señal que significa "pase" que es de otro color, la señal verde. Las señales de tránsito
1
. Tomado de Francesco D’Introno, Jorge Guitart y Juan Zamora, Fundamentos de Filología Hispánica, Madrid:
Editorial Payor, 1988, pp.11-22.
2
. Estos términos fueron introducidos en la lingüística moderna por Ferdinand de Saussure, en su Curso de Lingüística
General, publicado en 1915 como libro póstumo.
constituyen por lo tanto un sistema, un conjunto armónico en el que cada señal se define en
función de las demás, Los usuarios de tal sistema las conocen y comprenden el valor de cada una,
porque éstas son parte de ese sistema.
Otra característica de los signos es que cada uno tiene ciertas propiedades combinatorias.
Para formar mensajes, un signo puede combinarse con ciertos signos, pero no con otros.
Volvamos al tema de las señales de tránsito. Si se pretende transmitir a un conductor que debe
tener cuidado porque hay un cruce peligroso y que debe detenerse, pueden usarse tres señales:
"cuidado", "cruce" y "pare", y pueden colocarse una cerca de la otra. Pero sería contradictorio e
incomprensible para un conductor, colocar juntas las señales de "pare" y "pase". Los usuarios de
un sistema de signos conocen tanto cada signo como sus posibilidades combinatorias.
Un sistema de signos como las señales de tránsito permite transferir ideas o signos
particulares y permite construir mensajes incomprensibles para los no-usuarios. Dicho sistema
constituye así un código: las ideas se codifican, o traducen, en signos y mensajes que pueden ser
decodificados o descifrados únicamente por los que conocen el sistema. Esto se comprende
fácilmente si se piensa en otros sistemas comunicativos menos usuales, tales como el alfabeto
Morse o el de las señales marinas con banderas, etc. Estos son códigos que se aprenden
conscientemente, pero, por supuesto, hay códigos que se incorporan inconscientemente, por
simple contacto con los datos y por imitación. Los códigos culturales, como la moda o el lenguaje,
son de este tipo.
Retomando, el tema inicial y resumiendo lo que hemos dicho, podemos definir la
comunicación como un proceso por el que un emisor transmite a un receptor un mensaje
codificado, construido a partir de un sistema de signos arbitrarios y convencionales.

1.2. El lenguaje humano

El ser humano, que se distingue de las otras especies animales por sus características
físicas (p. ej., anda de pie) e intelectuales (pues interpreta el mundo como un conjunto de objetos
con valor simbólico), posee varios tipos de sistemas de signos, como los que señalábamos más
arriba, y otros, entre los cuales se distingue, por su naturaleza, y riqueza expresivas, el lenguaje
hablado. Decimos "hablado", porque los gestos pueden considerarse también un lenguaje, así
como las representaciones pictóricas, incluyendo en ésta la escritura. En otras palabras, si
llamamos lenguaje a cualquier sistema de signos empleado por el hombre, el lenguaje por
excelencia será el hablado, ya que es el medio natural que el hombre usa para comunicarse: en
condiciones normales todo hombre está capacitado para aprender y emplear el lenguaje hablado.
Por supuesto, el gestual y el pictórico lo acompañan y hasta lo sustituyen en circunstancias
particulares (conviniéndose a veces en el único medio disponible) como sucede con el lenguaje
gestual -altamente especializado-de los sordomudos, aunque nuestra condición natural es la de
emplear un lenguaje cuyos signos sean orales, producibles con el aparato articulatorio y percibibles
por el oído.
Cómo ha llegado el hombre a desarrollar tal lenguaje, es un misterio, pero se supone que su
aparición debe haber seguido la misma evolución que la del homo sapiens; porque el lenguaje
humano es una característica propia de nuestra especie. Las otras especies animales tienen
sistemas de comunicación semejantes en algunos aspectos al nuestro, pero ninguno posee un
sistema con los rasgos y las propiedades del lenguaje humano.
¿Cuáles son esos rasgos y esas propiedades? Los más importantes son los siguientes:
2
1. Los signos del lenguaje humano (que identificamos con el lenguaje hablado) tienen un
significante oral. El significante es una secuencia de sonidos. Por ejemplo, la palabra mesa es la
secuencia de los sonidos m, e, s, y a que, en español, tiene el significado correspondiente.
2. En el lenguaje humano existen dos tipos de unidades: los sonidos, que de por sí no
tienen significado, y los signos, que se forman al combinar los sonidos y que sí tienen significado.
El lenguaje humano es, por tanto, un sistema de doble articulación,. según la terminología del
lingüista francés André Martinet3 una, correspondiente a los elementos distintivos: los sonidos, que
permiten distinguir signos (por ejemplo, mesa se distingue de pesa por el sonido inicial), y la
segunda, correspondiente a los elementos significativos, es decir, los signos.
3. Los mensajes del lenguaje humano son divisibles en segmentos correspondientes a los
elementos señalados en el punto anterior. Un mensaje es divisible en signos, digamos en palabras,
y éstas son divisibles en sonidos. Esta segmentación es la que el hablante realiza al reconocer el
mismo sonido en dos palabras (por ejemplo, “e” en mesa y pesa) y una palabra en dos frases
distintas (p. ej. mesa en me gusta esta mesa y la mesa es grande). Los elementos lingüísticos son
de un número finito, pero sus combinaciones (las oraciones) son de un número infinito. Volveremos
sobre esto más tarde.
Vale la pena notar que la escritura refleja esa segmentación a que nos referimos más
arriba. Si bien las oraciones son, desde el punto de vista acústico, un continuo, las pensamos -y las
escribimos- divididas en palabras, y éstas, a su vez, en símbolos correspondientes a sonidos.
4. El lenguaje humano goza de una gran creatividad, por un lado, porque siempre es
posible inventar nuevas palabras, de las cuales algunas ni siquiera son referenciales-son
abstractas-, y, por otro lado, porque no existe un límite máximo a la longitud de una frase, ya que
ésta, por más larga que sea, puede ser ampliada agregando otra palabra. En otros términos, el
lenguaje posee la propiedad de la recursividad: existen ciertos elementos que pueden incluirse una
y otra vez (esto es, recursivamente) en una frase. Piénsese en una frase "interminable" como: "El
perro persiguió al gato que persiguió al ratón que vio al perro que persiguió al gato que..." Uno
podría extenderla ad infinitum y esto sería posible porque la frase en cuestión contiene una
oración, que a su vez contiene otra oración, y ésta a su vez contiene otra, y así sucesivamente. La
oración es, por lo tanto, un elemento recursivo. Así que, además de la creatividad temática
dependiente de los conceptos que se pueden expresar en el lenguaje, existe una creatividad
estructural dependiente del tipo de elementos y reglas que pueden usarse en el lenguaje.
Ahora bien, la creatividad del lenguaje hace que el hablante pueda producir y entender un
número infinito de frases.
5. Otra propiedad del lenguaje humano es la de estar regido por principios estructurales y
funcionales. A uno de esos principios lo llamaremos de "estructura jerarquizada". Este principio
expresa que las frases u oraciones no se forman agregando un elemento a otro de manera
puramente secuencial, como si se tratara de una sarta de palabras, sino teniendo en cuenta cierta
disposición y organización jerárquica. Si esto fuera cierto, una oración con cuatro elementos,
digamos A, B. C y D, podría estar organizada de la manera indicada en (a), donde A y B
constituyen una unidad: X, que junto a C constituye otra unidad: Z, que junto a D constituye otra
unidad: W.

3
. C. André Martinet (1965)
3
A)

¿Cómo podríamos saber eso? La respuesta es bastante sencilla: si es verdad que el


hombre reconoce en los mensajes sus elementos constitutivos y si es verdad que usa esos mismos
elementos en la construcción de otros mensajes (como ya sostuvimos), entonces el ser humano
que se enfrentara a una oración con la organización de (a) no sólo reconocería los elementos A, B,
C y D, sino también las unidades o elementos mayores X, Z y W y los usaría en la formación de
otras oraciones. Y en efecto, así es. P. ej. en la oración (1):

1. El perro blanco ladró.

El corresponde a A, perro a B, blanco a C y ladró a D y la organización correspondiente es


la que aparece en (a). Por la tanto, El perro es una unidad, El perro blanco es otra, El perro
blanco ladró una más, pero blanco ladró no es una unidad a pesar de que esos dos últimos
elementos sean adyacentes. En consecuencia, se puede separar ladró de el perro blanco y se
puede construir otra oración con esas dos unidades, invirtiendo el orden, de manera de obtener
(2) cuya estructura sería (b).

2. Ladró el perro blanco.

Pero no se podría incluir ladró dentro de otra unidad. X o Z, de manera de obtener El ladró

4
perro blanco" o "El perro ladró blanco", que como se notará, son disparates, ni se puede anteponer
blanco ladró: el perro, porque estas dos palabras no constituyen una unidad. Blanco ladró el perro
es también un disparate.
En conclusión, en el lenguaje humano las oraciones no son una simple secuencia de
palabras, sino estructuras jerarquizadas de elementos. El principio de la estructura jerarquizada es,
por lo tanto, una propiedad inherente al lenguaje humano.
6 Otra característica del lenguaje que vale la pena mencionar es su retransmisibilidad es
decir, el receptor de un mensaje puede convertirse en emisor y así comunicar a otra persona el
mismo mensaje.

1.3. Lenguaje humano y comunicación animal

En la sección anterior hemos descrito algunas características del lenguaje humano.


Preguntémonos ahora en qué se distingue el lenguaje humano de la comunicación animal, por
ejemplo, la comunicación de las abejas y la de los pájaros.

La comunicación de las abejas ha sido bien estudiada y consiste fundamentalmente en lo


siguiente: cuando la abeja descubre una fuente de alimento, regresa a su colmena y realiza una
"danza"; una manera especial de volar al interior de la colmena. De acuerdo con el tipo de vuelo
(circular o en forma de ocho), de acuerdo con su velocidad y su duración, con la cantidad de vuelos
y la orientación de éstos respecto del sol, la abeja expresa la ubicación, v. gr. la dirección y la
distancia, de la fuente de alimento. Las abejas presentes interpretan los vuelos y salen a buscar el
alimento. Ahora bien, en este proceso existe comunicación, puesto que hay un emisor, un receptor
y un mensaje. Pero esta comunicación se diferencia del lenguaje humano en cada uno de los
aspectos que lo tipifican. Por ejemplo, los signos aquí no son orales, sino visuales, los mensajes no
son retrasmisibles (las abejas -que reciben el mensaje no pueden repetirlo), los contenidos son
limitados -se refieren sólo a la dirección y distancia de la fuente de alimento-, los mensajes no
tienen carácter recursivo ni se basan en principios como el de la estructura jerarquizada. etc.
Las mismas observaciones se pueden hacer al comparar la comunicación de los pájaros
con el lenguaje humano. De hecho, los pájaros se comunican entre sí por medio de cantos, y se
transmiten mensajes para atraer a otros pájaros de su misma especie, o para ahuyentarlos de su
territorio, o para avisar a sus compañeros sobre un peligro o sobre una fuente de alimento.
También se ha constatado que los pájaros de una misma especie tienen una
misma "lengua', y que cada grupo canta su propio dialecto regional" que cada pájaro aprende de
los otros en los primeros meses de vida. Si en este período un pájaro no aprende a cantar su
"dialecto", termina por desarrollar una variante individual que es incomprensible para los demás.
Estos hechos hacen pensar que la similitud entre la comunicación de los pájaros y el
lenguaje humano es mayor que la que se da entre la comunicación de las abejas y el lenguaje
humano. En efecto, en la comunicación de los pájaros los mensajes son orales y se observa la
misma tendencia a usar los 'dialectos regionales" que se observa entre los hombres. Sin embargo,
las diferencias fundamentales persisten: no hay retrasmisión, ni principios como los del lenguaje
humano, ni riqueza temática, etc. Tampoco hay doble articulación, porque cuando se toman
grabaciones de varios cantos y se recortan las cintas magnetofónicas para crear con sus pedazos
una nueva cinta, que se hace escuchar a los pájaros, éstos no reaccionan en conformidad, cosa
que sí hacen al escuchar la repetición magnetofónica de un solo canto. En conclusión, los
5
mensajes de la comunicación animal no son analizables en unidades discretas ya que, al
combinarse de maneras distintas, pueden dar lugar a otros mensajes4.
Existen, sin embargo, estudiosos dispuestos a sostener que no hay una diferencia
fundamental entre comunicación animal y lenguaje humano. La razón de ello es que dichos
estudiosos han tomado en cuenta sólo las características más superficiales del lenguaje humano,
las que permiten definirlo como un mero sistema comunicativo. Afortunadamente, la lingüística ha
logrado un desarrollo tal, que nos ha llevado al descubrimiento de varios principios y propiedades
básicas del lenguaje humano, que no sólo no se encuentran en ninguna otra forma de
comunicación, sino que, además, no se encuentra -como lo sostiene Noam Chomsky 5 ningún otro
sistema cognoscitivo humano.
Algunos antropólogos han tratado de demostrar no sólo que los gorilas y otros antropoides
tienen "lenguajes" similares al humano, sino que, además, son capaces de aprenderlo y, por lo
tanto, podrían comunicarse por este medio con el hombre.
Sobre este tema ha habido varias investigaciones y trabajos, algunos bastante conocidos.
Se han realizado intentos de enseñar a hablar a los gorilas y a los chimpancés, algunos por medio
de un vocabulario gestual –v-gr. el de los sordomudos- y otros más, por medio de un vocabulario
pictórico -por ejemplo, por medio de tarjetas con dibujos. En muchos casos, después de algunos
años de enseñanza, los gorilas y los chimpancés han aprendido un número determinado de
"palabras" y han aprendido a combinarlas para formar "frases". No hay dudas sobre esto, pero el
problema es saber cómo lo hacen y sobre todo si este proceso es realmente comparable al que
subyace en la comunicación lingüística del hombre. La respuesta, en efecto, parece ser la
siguiente: la elaboración de las frases -de un número reducido-es "supervisada" por el entrenador,
quien, sin darse cuenta, orienta la formación de la frase con índices a veces imperceptibles
inclusive para él. Este proceso ha sido comprobado en varios casos de entrenamiento de animales.
En todos ellos se ha descubierto que la respuesta correcta que el animal proporciona es sugerida o
aprobada por el entrenador, por medio de leves gestos faciales o corporales que son, en realidad,
involuntarios y escapan a la atención, inclusive, del propio entrenador, pero no del animal, que la
reconoce como señal necesaria y suficiente en la selección de la respuesta correcta.
Pero aún cuando esto no fuera cierto, y el antropoide hubiera aprendido a forma
frases, ¿mostraría ello que la comunicación en cuestión es igual al lenguaje humano? La respuesta
seria positiva sólo si la formación de las frases se hiciera acudiendo a los mismos principios que
rigen el lenguaje humano. Ahora bien, la respuesta es -negativa: las frases que los antropoides
forman no obedecen ni al principio de recursividad ni al de estructura jerarquizada. Por ejemplo,
Sarah, un chimpancé entrenada por David Premack para usar un lenguaje cuyos signos son
figuras geométricas de distintos colores, es capaz de formar oraciones, pero éstas son siempre del
mismo tipo, pues siguen siempre los mismos patrones estructurales que Premack le ha enseñado.
Sarah es incapaz de crear un tipo de frase para la que no haya tenido cierto entrenamiento
Lo que hemos dicho pareciera ser refutado por un experimento que Premack realizó y que
resumiremos: si a Sarah se le decía "Sarah pone la manzana en el plato" y "Sarah pone la banana
en el vaso", Sarah cumplía las dos tareas señaladas. Si luego se le decía "Sarah pone la manzana
en el plato, la banana en el vaso", que en cierto sentido es una oración que resulta de la
combinación y transformación de las anteriores, Sarah realizaba las dos tareas correctamente.
Esto indicaría, según Premack, que Sarah a capaz de analizar, y por lo tanto, de modificar la

4
5
. Véase, por ejemplo, lo que Chomsky sostiene en Piatelli-Plamarini (1980).
6
estructura jerarquizada. agregaríamos nosotros, de las dos oraciones.6
Sin embargo, el experimento no muestra, en nuestra opinión, que Sarah posea ese principio.
En efecto, nos parece que Sarah primero hace dos tareas correspondientes a las dos oraciones, y
luego repite esta secuencia de dos tareas cuando se le suministra la oración con los cuatro
nombres, manzana en el plato, banana en
el vaso. Para confirmar la hipótesis, se le debería suministrar una oración con los términos
invertidos, banana en el plato, manzana en el vaso, o una oración incongruente, por ejemplo con
plato en manzana, vaso en banana. En cuyo caso, creemos. Sarah repetiría la secuencia de
tareas, a pesar de que el orden de los nombres cambiare, y no realizaría las tareas
correspondientes a las nuevas instrucciones.
En conclusión, estos experimentos no muestran de manera convincente que el chimpancé no
esté siguiendo las pistas involuntarias que le da el investigador, hecho que ha motivado la
elaboración de otros experimentos. Hay investigaciones en las que los chimpancés son entrenados
por medio de computadoras, de manera que no se acostumbren a interpretar alguna señal del
entrenador como indicación para la respuesta correcta En estos experimentos, cuyos resultados
son aún incompletos pero que no parecen arrojar luz sobre la cuestión. el chimpancé no ve al
entrenador y contesta a través de un terminal de computadora cuyas teclas tienen símbolos
abstractos de colores, como en el experimento de Sarah. Otra observación que valdría la pena
señalar a propósito de estos experimentos es que en ningún caso el lenguaje empleado goza de
doble articulación. Los símbolos usados son unidades indivisibles. A un símbolo corresponde una
idea, pero el símbolo no es divisible en unidades distintivas comparables a los sonidos, o si se
quiere, a las letras.
Las observaciones que hemos hecho a estos experimentos han sido a veces rebatidas
aduciendo que los chimpancés no pueden compararse con los hombres adultos sino con los niños,
y quizás con los niños sordomudos. Esta idea se justifica: pero no se sostiene por tres razones. En
primer lugar, los niños no aprenden a hablar como los chimpancés: no son 'entrenados" para
hablar ni se limitan a interpretar y repetir un grupo especifico y limitado de oraciones. En segundo
lugar, los niños desarrollan plenamente su lenguaje antes de los cinco años, y lo entienden ya a
una edad mucho más temprana. En tercer lugar, aun los niños sordomudos aprenden un lenguaje:
o el gestual, o, con el debido entrenamiento, el oral. Por lo tanto, la comparación que se establece
entre chimpancés y niños es insostenible. Mientras los chimpancés, y los otros animales,
desarrollan un sistema comunicativo en el que los mensajes son condicionados por estímulos
exteriores inmediatos, los seres
humanos desarrollan un lenguaje en el que los mensajes no se limitan a esta función
y gozan de una gran creatividad formal y temática.

Estas observaciones no quieren quitarles mérito a las investigaciones sobre comunicación


animal. Al contrario, creemos que estas son imprescindibles para comprender mejor a las otras
especies y a la mima especie humana. Gracias a estas investigaciones hemos aprendido que los
animales tienen sus propios sistemas comunicativos y, en el caso de ¡os chimpancés, que son
capaces de aprender símbolos arbitrarios de otro sistema, y de realizar una comunicación con ellos
hasta cierto nivel. Pero, claro, también hemos aprendido que el lenguaje humano es distinto de los
sistemas comunicativos animales.

1.4. Lenguaje, lengua y habla


6
. Véase Premack y Premack (1972).
7
De las observaciones hechas en las secciones anteriores y en particular en la sección 1.3. se
desprende que los principios y características que hemos atribuido al lenguaje son parte de la
propia condición del ser humano. Por supuesto, el hombre aprende a hablar, pero aprende dentro
de ciertos limites, condiciones y patrones establecidos por su mismo lenguaje. Los principios y
características en cuestión no son los de esta o aquella lengua, por ejemplo del español, del inglés
o del chino. Son propios del lenguaje y son pare integrante de la constitución genética del ser
humano así como éste nace para desarrollarse físicamente de una determinada manera, así nace
con una facultad que le permite tener un lenguaje hablado. De manera paralela, toda especie
animal nace con una predisposición a desarrollar su propio sistema comunicativo.
El lenguaje es de carácter universal porque es común a todos los hombres. Por supuesto, cada
grupo social tiene su sistema particular, con sus propios signos, sus propios sonidos, etc. Este
sistema particular es lo que Saussure 7 llamó lengua. Esto es, el sistema común a un grupo de
personas que permite que los miembros del grupo puedan comunicarse. En otras palabras, todos
los hombres tienen un lenguaje, los españoles y los hispanoamericanos se comunican en lengua
española, los ingleses y los norteamericanos en lengua inglesa, etc.
Si tomamos a un grupo de personas que poseen una misma lengua, notamos que cada
persona tiene una pronunciación y un vocabulario un tanto distinto de las otras. Cada una se
caracteriza por su propia manera de hablar. Si, por ejemplo, escuchamos a un español de Madrid y
a un español de las Islas Canarias, notamos que hay una diferencia en sus usos del español. Es
más, si estas dos personas hablan entre sí, se comprenden a pesar de las diferencias. Esta
comprensión mutua es posible porque existe un sistema común: la lengua. Las diferencias se
deben al hecho de que cada persona hace un uso individual de ese sistema. A tal uso individual
Saussure lo llamó habla.
Volviendo al ejemplo inicial, notemos también que el habla del madrileño se distingue más del
habla del canario que del habla de otro madrileño. Esto sucede porque existen normas de
comportamiento lingüístico que caracterizan las hablas regionales (o sociales). Es decir, que la
lengua española se pronuncia de acuerdo con ciertas normas, regionales y sociales, y que los
hablantes de una región (o de un grupo social) siguen estas normas, de manera que sus
pronunciaciones se asemejan y se diferencian de las pronunciaciones de los hablantes de otra
región (u otro grupo social). En conclusión, toda lengua tiene normas, regionales o sociales, que
los hablantes respetan al hacer sus usos personales del .sistema general.
La lengua es, por lo tanto, el sistema por medio del cual se hace posible la comunicación, y el
habla es el uso individual del sistema dentro de los patrones establecidos por las normas.

1.5. Competencia y ejecución8

Una persona que hable una lengua conoce esa lengua: conoce sus sonidos y sus signos,
sus propiedades combinatorias y, por supuesto, puede producir y entender cualquier oración en
esa lengua. Dicho conocimiento no es consciente: ningún hablante es capaz de identificar todos los
7
. Los términos de lengua y habla corresponden a los de langue y parole, respectivamente, que Saussure introdujo en su
Curso.
8
. Las nociones de competencia y ejecución fueron introducidas en la lingüística por N. Chomsky, en 1965, en su
Aspects of the Theory of Syntax, traducido al español en 1970. En esta traducción, el término inglés performance aparece
como actuación en lugar de ejecución.
8
elementos significativos de su lengua, a menos que sea un lingüista experto. Sin embargo, el
simple hecho de que hable la lengua implica que la conoce. Se llama competencia a este
conocimiento inconsciente e intuitivo.
La competencia le permite al hablante producir y entender un número infinito de oraciones en
su lengua. Como lo señalábamos en la sección 1.2., de hecho nos enfrentamos a diario con
oraciones nunca oídas antes y, sin embargo, las interpretamos correctamente.
Desde el punto de vista teórico, el hablante puede también producir oraciones de una longitud
infinita. Claro está, nadie lo hace, porque -entre otras razones- su memoria no le permitiría
recordar, después de un elevado número de palabras a qué se refería la primera. La situación
mejoraría si escribiera la oración, pero su intento, a la larga, fallaría. Así que existe una diferencia
entre lo que el hablante sabe y lo que el hablante hace. Su conocimiento lingüístico le permite
producir y entender mucho más de lo que realmente entiende y produce, porque la memoria y otros
factores psicológicos -e inclusive físicos, como p. ej, los ruidos- coartan su actuación lingüística. En
conclusión, todo hablante tiene una competencia que se realiza como una ejecución lingüística,
condicionada por factores ajenos a la competencia.
¿En qué consiste, entonces, el conocimiento de un hablante? Consiste en saber:
a) Cuáles son las palabras de la lengua. Conoce el vocabulario o léxico de su lengua.
b) Cómo se combinan las palabras para formar las oraciones. Conoce la sintaxis de su l
engua.
c) Qué significan las palabras y oraciones. Conoce la semántica de su lengua.
d) Cómo se pronuncian las palabras y las oraciones. Conoce la fonología de su lengua.

En pocas palabras, la competencia es el conocimiento gramatical -o gramática- que el


hablante tiene de su lengua y está constituido de un léxico, una sintaxis, una semántica y una
fonología.
El hablante del español sabe cuáles son los sonidos de la lengua española, cómo se
combinan y cómo se forman las palabras con esos sonidos. Sabe que hay dos tipos de r, la de
pero y la de perro y que esta última es la que se pronuncia, p.ej., a comienzo de palabra, así en
remo, rama, etc., a pesar de que se escriba como la primera. El hablante del inglés, por otro lado,
no tiene ese conocimiento.
Además el hablante del español sabe que perro es una palabra de su lengua, pero no la
palabra dog. Es más, sabe que coche y automóvil son sinónimos (tienen el mismo significado) y
que muñeca de jugar y muñeca de la mano son homónimas (tienen el mismo significante).
Además, el hablante del español sabe que la oración Pedro hizo llorar a Juan es buena,
pero no *Pedro hizo Juan llorar, mientras que el hablante del inglés sabe que *Peter made cry (to)
John es mala mientras que *Peter made John cry es buena.
Como último ejemplo, nótese que el hablante del español conoce el significado de las palabras
contenidas en la oración Los soldados viejos se rindieron, pero también sabe cuál es el significado
de toda la oración y reconoce que es distinto del significado de Los viejos soldados se rindieron,
puesto que en el primer caso se rindieron únicamente un grupo de soldados, los viejos, mientras
que en el segundo caso, donde todos los soldados son viejos, todos se rindieron.
En conclusión, el conocimiento de un hablante, que, huelga decirlo, incluye también los
principios del lenguaje -p. ej. el de estructura jerarquizada- no es más que una gramática, en el
sentido de mecanismo, que le confiere al hablante la capacidad de producir y entender las
oraciones de su lengua. Esto no quiere decir que el hablante sea siempre capaz de hacerlo, pues,
como lo hemos visto, la ejecución es distinta de la competencia. En efecto, el hablante puede
9
cometer "errores" tanto al producir una oración como al oírla. Puede cometer un error fonológico, o
de pronunciación, de léxico, etc., cosa por lo demás bastante común bajo condiciones de fatiga
física o mental. Sin embargo, el hablante sabe también reconocer sus errores, lo que es prueba
adicional de su competencia.
Nótese ahora que las nociones de competencia y ejecución son similares –pero no
idénticas- a las de lengua y habla. Competencia se refiere a la capacidad de producir y entender
oraciones pero no al sistema comunicativo que hemos llamado lengua; ejecución se refiere al uso
concreto de esa capacidad, y habla se refiere al conjunto de actos lingüísticos resultantes de la
ejecución. Estas distinciones son sutiles pero válidas e importantes, y podrían ejemplificarse en
otros dominios del saber, como en el juego de ajedrez. En éste, el juego en sí, con sus piezas,
cada una con su valor, sus reglas de movimiento, etc., constituye el sistema (comparable a la
lengua). El conocimiento que un jugador tenga del sistema es su competencia y la realización de
esa competencia es su ejecución, mientras que "el habla" correspondería al conjunto de jugadas
que haya realizado en una partida.
Quisiéramos, sin embargo, añadir que a pesar de estas diferencias, a veces usaremos
indistintamente los términos de habla y ejecución, manteniendo, sin embargo, separados los de
lengua y competencia.

1.6. Lengua oral y lengua escrita

La definición que hemos dado de lengua concierne únicamente a la lengua oral. Sin
embargo, a menudo, cuando se habla de ese concepto se piensa en la escritura. Por ejemplo,
cuando decimos que el español tiene un determinado sonido, a veces se piensa en la letra o las
letras que representan ese sonido. Esta confusión es muy común, pero es incorrecta, puesto que la
lengua es un sistema de signos orales, y la escritura es un medio para representar gráficamente la
lengua. Recuérdese que la mayoría de las lenguas del mundo carecen de escritura y que hay
hablantes de lenguas con escritura (p. ej. español o inglés) que son analfabetos, pero en todos
estos casos los hablantes poseen una lengua. Ahora bien, nuestro interés es el estudio del
lenguaje oral, por lo tanto, no nos detendremos sobre el estudio de la escritura, excepto para
aclarar algunas nociones básicas.9
Hay, fundamentalmente, tres tipos de escritura: el de palabras, el silábico y el fonético. El
primero está constituido por símbolos o caracteres que representan cada uno a una palabra, como
los primeros jeroglíficos egipcios o el chino contemporáneo. En el segundo, cada símbolo
corresponde a una sílaba, como con los jeroglíficos egipcios a parir de 1500 a.C. y el japonés
contemporáneo. El tercer tipo corresponde al español, al inglés y la mayoría de las lenguas
contemporáneas. En este último tipo, cada símbolo o grafema corresponde a un sonido. Sin
embargo esta correspondencia no es siempre unívoca. Por ejemplo, en español hay sonidos que
tienen más de una representación ortográfica, como en el caso de la [s] (los símbolos incluidos
entre corchetes, [ ], representan sonidos) que se representa (en el español hispanoamericano) con
las letras s, z, y c, También sucede que un mismo grafema representa sonidos distintos, como es
el caso de e que a veces representa [s] y a veces [k]. Al mismo tiempo hay sonidos que se
representan con dos letras juntas, por ejemplos ch y ll. La letra h sola no representa ningún sonido.
De estos tres tipos de escritura, la última es la más práctica, porque permite representar la
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. Para los temas tratados en esta sección, se puede consultar Fromkun y Rodman (1978) y Gleason (1970), entre otros.
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lengua con un promedio de 25 caracteres, mientras que en chino, por ejemplo, existen alrededor
de 3,000 caracteres.

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