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El abordaje de las problemáticas ambientales en la escuela | Seminario 2
UNIDAD TEMÁTICA 3
Problemáticas ambientales y conciencia ambiental
Introducción
Una de las grandes metas del Capítulo 36 de la Agenda 21 fue la concientización, y el despertar
de la conciencia ambiental, que en relación con la problemática de los ambientes, se basa en
el desarrollo sustentable y la capacidad para afrontar los riesgos y crisis ambientales.
La utilización de los ríos y, en general de todos los am-
bientes, debe basarse en el desarrollo sustentable, esto
significa que: “[…] se satisfacen las necesidades del pre-
sente sin comprometer la capacidad de las futuras gene-
raciones para satisfacer las suyas. Este tipo de desarrollo
significa conservar la productividad de la base de recur-
sos y la integridad de los sistemas ecológicos en su
diversidad geográfica y de los patrones culturales de los
pueblos […”]1. Implica mantener vigente el recurso, usarlo
pero a la vez evitar los desastres naturales que traen con-
secuencias negativas sobre la propia sociedad que la
utiliza. Por supuesto, que en este camino se debe definir
un patrón de desarrollo, diferente al del “[…] estilo ascen-
dente […]”2 basado en el capital trasnacional y el capitalismo globalizado. Requiere, por lo
tanto, de la implementación de políticas públicas por parte del Estado3.
Es importante destacar que se debe contar con el compromiso de cada comunidad y de la
sociedad en el desarrollo de la conciencia ambiental. En relación con esto último hay que
avanzar de la incipiente conciencia ambiental a una profundamente arraigada en la población.
Aquí es donde la enseñanza juega un rol preponderante para las futuras generaciones. La
escuela debe ser un lugar difusor de la conciencia ambiental tanto en los alumnos como en la
comunidad que la rodea.
1
Durán, Diana, El Desarrollo Sustentable ¿Un nuevo modelo?, En Realidad Económica Nº 113. Instituto Argentino para el Desa-
rrollo Económico, Buenos Aries, 1993, página 31.
2
José Villamil, Concepto de Estilo de Desarrollo, una aproximación, Estilo de desarrollo y medio ambiente en América Latina,
Fondo de Cultura Económica, México, 1980, página 94
3
Las funciones del Estado en la política ambiental son: a) Elaboración de planes de manejo y conservación del medio. b) Coor-
dinar los inventarios de recursos naturales. c) Diagnósticos de contaminación. d) Estudios de patrimonio natural. e) Manejo,
restauración, y conservación, de los recursos naturales en cuencas, parques nacionales y otros sistemas. f) Legalizar el uso
de los recursos. g) Diseño de controles.
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1. El capítulo 36 y el papel de la EA
El papel de la educación en la promoción del desarrollo sostenible se trata por primera vez con
la mayor claridad en el Capítulo 36 de la Sección IV de la Agenda 21 que se titula: "Promovien-
do la Concienciación Ambiental".
Un análisis del capítulo 36 posibilita concluir que, para la Agenda 21, la educación para el
desarrollo sustentable se resume en diferentes procesos pedagógicos complementarios:
Concienciación, entendida como la comprensión de las relaciones entre sociedades humanas
y la naturaleza, entre medio ambiente y desarrollo y entre los niveles global y local.
Comportamiento, visto como desarrollo de actitudes menos predatorias y de habilidades
técnicas y científicas orientadas para la sustentabilidad.
Las personas se concientizan en la medida que son informadas e incorporan una comprensión
crítica de las relaciones sociedad-naturaleza. En varias partes del documento, la educación
aparece como capacitación individual y de grupos sociales, y se resalta la necesidad de am-
pliar los horizontes culturales y las oportunidades para los jóvenes. La educación se manifies-
ta también como construcción de una nueva sensibilidad y visión del mundo, que se debe am-
pliar a todos los segmentos de la sociedad.
En el aspecto de la capacitación y formación, la Agenda 21 propone un amplio programa de
desarrollo de recursos humanos. Las áreas descriptas en este capítulo son:
Se sugiere consultar el texto acerca de otros aspectos del desarrollo sustentable en Di Pace
(2004), que se encuentra en la sección citas textuales, al final de la unidad temática 3 del
Seminario 2.
4
Agenda 21, Cap. 36.2.
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5
González Gaudiano (1998), p. 125.
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Un efecto negativo que impacta sobre los ecosistemas y altera la diversidad biológica como
recurso, es la acumulación de contaminantes a lo largo de los diferentes niveles tróficos. Los
metales pesados, como el plomo, que se encuentra en el aire por la quema de nafta, se alojan
en el cuerpo de los organismos y se transmite a sus consumidores. Así, el consumidor recibe
los contaminantes provenientes del aire o el agua y además, las sustancias tóxicas se acumu-
lan en los diferentes eslabones de la trama trófica6.
Las tendencias actuales en la pérdida de biodiversidad resultan alarmantes. En el Convenio
sobre diversidad biológica, firmado en Río de Janeiro en 1992, se asumía una visión dinámica
con respecto a la íntima relación entre la biodiversidad y los comportamientos humanos y se
planteaba la necesidad de reducir la tasa de pérdida de biodiversidad. Ahora bien, ¿qué puede
hacer la educación y comunicación frente a este problema? Sin lugar a dudas, puede mejorar
el empeño colectivo de la humanidad para comprender, evaluar y utilizar en forma sostenible
los recursos naturales, y en particular los biológicos. Esto se puede lograr mediante el inter-
cambio de información pertinente a la toma de decisiones, el diálogo y la educación sobre con-
servación y uso sostenible de la diversidad biológica. Con el compromiso de los diferentes
actores sociales, se pueden dar a conocer los problemas de degradación de los suelos, la con-
taminación del aire, o el control de la desaparición de la flora y la fauna por aumento de la defo-
restación y reflexionar y actuar para cambiar los comportamientos de la población respeto de
la utilización responsable de los recursos .
Al respecto García (2000) sostiene que los:
“Los impactos y las problemáticas ambientales así definidas se relacionan con el deterioro de la cali-
dad de vida de los medios urbano y rural, la contaminación, la extinción de especies, la pérdida de los
ambientes naturales, y muchos otros, no se pueden enfocar aisladamente y deben abordarse a partir de
las interrelaciones recíprocas que los vinculan con diferentes actores sociales y entre sí, ya que la com-
plejidad de un sistema ambiental no está determinada solamente por la heterogeneidad de los elemen-
tos (o subsistemas) que lo componen sino mayormente por mutua dependencia de las funciones que
cumplen dichos elementos dentro del sistema total7.
A la contaminación edáfica, o del suelo, en especial por la acumulación de residuos, se unen
otros factores diversos como la desertificación, la deforestación, la tala y la salinización, así
como también el impacto creciente de las actividades agropecuarias e industriales.
El suelo constituye una fuente esencial de recursos y
se halla sometido a diversos impactos y riesgos que
lo degradan, por lo que es necesaria su utilización de
forma sostenible. Al evolucionar como consecuencia
de complejas interacciones entre diferentes sistemas
terrestres: unos abióticos, como la geosfera (litosfe-
ra; esfera de rocas o minerales), la atmósfera (esfera
de aire) y la hidrosfera (esfera de agua líquida, inclui-
da la criosfera o esfera de hielo y nieve), y otros bióti-
cos, como la biosfera (o esfera de vida) y la antropos-
fera (o esfera de la vida humana).
6
Álvarez y otros (2009), p. 27.
7
García (2000), p. 18.
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Por ejemplo, la atmósfera y la hidrosfera actúan sobre la geosfera y alteran las rocas y prepa-
rándolas para poder ser colonizadas por organismos de la biosfera. Estos organismos, con sus
actividades metabólicas, producen sustancias que participan en la alteración de las rocas de
la litosfera y hacen progresar la evolución del suelo. A su turno, los organismos productores de
la biosfera toman sus nutrientes directamente del suelo, nutrientes que proceden de la litosfe-
ra (sales minerales), de la atmósfera (aire del suelo) o de la hidrosfera (agua edáfica), y los
transforman en sustancias orgánicas que sirven de alimento a todos los demás seres vivos de
la biosfera. En suma, se trata de una entidad dinámica y susceptible de sufrir modificaciones
con cualquier variación de las condiciones ambientales. Cuando esto ocurre, se produce un
cambio de sus características y una evolución progresiva hasta alcanzar un nuevo estado de
equilibrio con esas nuevas condiciones a través de una sucesión, o una regresión ecológica.
3. La corrección ambiental
En numerosas ocasiones, y especialmente a nivel global, la falta de predicción, previsión y pre-
vención lleva a la creación o agravamiento de los problemas ambientales, o a que un riesgo se
convierta en un daño real. En esos casos, es preciso acudir a medidas correctoras o correcti-
vas que deberían, en cualquier caso, formar parte de planes definidos que, en sí mismos, cons-
tituyen instrumentos preventivos, de forma que, en el momento de ocurrir o producirse, se su-
piera cómo actuar.
Aunque corregir tiene el significado de enmendar los errores, también significa disminuir los
efectos, ya que, por lo general, es prácticamente imposible corregir todos los errores o daños
generados, una vez que se han producido. Por ello, las técnicas y mecanismos de corrección
se pueden organizar en tres grandes grupos, no del todo independientes:
Procedimientos, técnicas y mecanismos de mitigación de daños o efectos. Consisten en tratar
de reducir los efectos negativos o la magnitud de los peligros y riesgos o de los efectos de los
problemas ambientales ya iniciados. En el caso de los peligros o riesgos, la mitigación de
daños consiste en tratar de reducirlos para preservar a la población o los bienes. En el caso de
los problemas ambientales, se trata de reducir sus efectos. Así, por ejemplo, el proceso de ca-
lentamiento global ya es imposible detenerlo por completo, pero sí es factible mitigar sus efec-
tos y reducirlos lo máximo posible.
Procedimientos de control de procesos ambientales. Consisten en actuar sobre el proceso que
causa daños o tiene efectos ambientales con el fin de revertirlo o reducirlo. En el caso de los
peligros o riesgos, se trata de controlar o actuar sobre el proceso natural que los ocasiona
mientras se opera (por ejemplo, sobre una avenida o desbordamiento). En ocasiones, es difícil
diferenciar entre los procedimientos de mitigación y control, ya que la mayoría de los de control
suponen una mitigación de los efectos y daños, y buena parte de la mitigación de un problema
viene del intento de controlar los procesos que lo causan. No obstante, mientras que la mitiga-
ción se centra en paliar los efectos; el control trata de actuar sobre los procesos.
Procedimientos y técnicas de restauración, regeneración y recuperación. Aunque en rigor
representan conceptos distintos, todos ellos tratan de eliminar los efectos ambientales ya
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causados, tratan de recuperar las situaciones anteriores favorables o lo más parecido posible
a ellas. Esto se puede alcanzar mediante actuaciones activas, el fomento de procesos natura-
les, o el abandono de las presiones e impactos ambientales. Procedimientos de este tipo inclu-
yen, por ejemplo, la biorremediación o la desintoxicación de zonas contaminadas. Las técnicas
de restauración ecológica han empezado a aplicarse en ocasiones a ecosistemas enteros,
aunque no siempre es factible su realización.
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pastizales y sabanas, así como en una disminución general de la producción alimentaria. Por
otra parte, algunos de los efectos asociados a la sequía y a la desertificación incluyen la pobre-
za y la inanición.
El problema mundial de la desertificación está relacionado con la amenaza que afecta a los
suelos, que son los hábitats para las personas, animales y plantas, la producción, cultura, y
reglamentaciones, pero a los que se presta todavía escasa atención. Por esta razón, las políti-
cas de protección del suelo han de tener mayor relevancia, y deben figurar en las agendas polí-
ticas de los gobiernos, en ellas deben constar los instrumentos para la lucha contra la deserti-
ficación, como ser la siembra de árboles y otras plantas que retengan agua y/o preserven la
calidad del suelo.
El Convenio de Lucha contra la Desertificación (2000) aclara que se trata de un fenómeno real-
mente mundial que afecta a un 40% aproximadamente de la masa terrestre de nuestro planeta,
incluidas algunas regiones de Sudamérica y la Argentina. Un 70% de todas las tierras secas
están afectadas por la desertificación, con una superficie de 36 millones de km2; los países
menos adelantados son los más afectados por ese fenómeno.
Según datos del año 2006 del PNUMA (Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente),
la desertización se produce en todos los continentes excepto en la Antártida. Afecta sobre
todo a las zonas áridas, que ocupan el 41% de la superficie continental y acogen a 2000 millo-
nes de habitantes, de los que el 90% viven en países en desarrollo. Entre un 10 y un 20%, esto
es, entre 6 y 12 millones de kilómetros cuadrados, podrían encontrarse ya degradadas (aproxi-
madamente, la suma de las superficies de Brasil, Canadá y China).
Se ha detectado cierto grado de desertización en el 30% de las tierras de regadío, el 47% de las
de secano y el 73% de las zonas de pastoreo.
Además, la desertización afecta a lugares que son exteriores a las zonas áridas, a través del
viaje de grandes masas de polvo que provocan problemas ambientales y sanitarios, y las dife-
rentes problemáticas sociales, debido a las olas migratorias de la población que huye de las
regiones desertizadas y en búsqueda de agua potable.
En África, continente en que los desiertos o zonas áridas constituyen dos terceras partes de la
superficie total y en el que un 73% de los suelos se halla ya gravemente, o moderadamente de-
gradado; en cambio, en América Latina y el Caribe, las tierras áridas representan casi la cuarta
parte de toda esta región. Globalmente, es casi la tercera parte de las tierras cultivadas del
mundo, el suelo superficial se erosiona con mayor rapidez de la que se forma. Más de la mitad
de la Tierra está afectada por la erosión del suelo: Nepal (95%), Perú (95%), Madagascar (79%)
y Etiopía (53%), por ejemplo. En África, la erosión edáfica ha aumentado hasta veinte veces en
los últimos treinta años.
De acuerdo con el Convenio de Lucha contra la Desertificación (CNLUD), firmado en el año
2000, la problemática de la degradación de tierras se define como:
“[…] la reducción o la pérdida de la productividad biológica o económica y la diversidad de las tierras
agrícolas, las tierras de cultivo de regadío o los pastizales, los bosques y las tierras arboladas, ocasio-
nada en zonas áridas, semiáridas y subhúmedas secas, por los sistemas de uso de la tierra o por un
proceso o una combinación de procesos, incluidos los resultantes de actividades humanas y pautas de
ocupación del territorio, tales como la erosión del suelo causada por el viento o el agua, el deterioro de
las propiedades físicas, químicas y biológicas o de la productividad del suelo y la pérdida duradera de
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la vegetación natural.”
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Por otra parte, la OMS agrega que la desertización representa una grave amenaza para la salud
humana, pues incrementa las enfermedades respiratorias, las infecciosas, las quemaduras, la
malnutrición y otros numerosos tipos de lesiones y trastornos.
En Argentina, la reaparición de diversas enfermedades endémicas (que se creían erradicadas)
es consecuencia directa de los procesos de desertificación que se producen en nuestro país, y
los cambios en el comportamiento animal que trae aparejado. Por lo tanto, es necesario enten-
der la desertificación como un proceso con múltiples causas y consecuencias y no como una
problemática lineal que se circunscribe al cuidado del medio ambiente, ya que trae consigo se-
cuelas que impactan sobre toda la sociedad. Las zoonosis son infecciones transmisibles de
animales vertebrados a los seres humanos8.
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(Primera Jornadas sobre Desertificación, Zoonosis y Comportamiento Animal y Humano; Fundación Agreste; 2008) (Zoono-
sis Hospital FJ Muñiz) (GCBA).
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superficie del suelo y forman una costra salina que perjudica a las plantas y reduce la permea-
bilidad del suelo.
• El anegamiento. También está relacionado con el riego. Cuando se riega en exceso y el suelo
no tiene el drenaje adecuado, el agua se acumula en el subsuelo, hace subir el nivel freático por
encima de la superficie del suelo, que, así, queda anegado. Al menos el 10% de los suelos de
regadío sufren este impacto.
• La lixiviación, o lavado de nutrientes. Si la permeabilidad es elevada, el exceso de agua en el
suelo puede producir también un lavado de los nutrientes que son arrastrados hacia niveles
inferiores, se provoca el empobrecimiento del complejo absorbente. Las aguas ácidas favore-
cen el lavado de los nutrientes alcalinos, como el calcio, el magnesio o el potasio9.
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Álvarez et al. (2009), p. 335.
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no deben ser considerados aún residuos aquellos restos de los procesos de producción y con-
sumo que son reutilizados o se reciclan dentro del sistema industrial o doméstico. De esta ma-
nera, se puede reducir la cantidad de residuos vertidos al medio ambiente si se fomentan los
procesos que mantienen a los desechos o subproductos de las actividades económicas me-
diante recirculación dentro de los sistemas.
Al igual que los recursos, los residuos pueden ser clasificados como materiales o energéticos.
En este caso, sin embargo, la clasificación material o energética del residuo se refiere a su cua-
lidad como materia o como forma de energía no ligada a la materia.
Los residuos materiales pueden adoptar la forma de gases, líquidos o sólidos, aunque a menu-
do aparezcan mezclados residuos en los tres estados. Técnicamente, se suele hacer distinción
según el estado material, y reciben distintas denominaciones que se relacionan con el proceso
de liberación, y que en definitiva constituyen la contaminación o polución química (o biológica
o bioquímica, según los casos).
• Emisiones. Residuos gaseosos liberados a la atmósfera.
• Efluentes o vertidos líquidos. Residuos líquidos vertidos en el medio.
• Vertidos sólidos. Residuos sólidos depositados o vertidos en el medio.
Por otra parte, se suele recurrir a una clasificación económica basada en el sector económico
de procedencia:
• Residuos del sector primario. Provienen de los usos extractivos de recursos naturales.
• Residuos del sector secundario. Proceden de la transformación industrial y energética.
• Residuos del sector terciario. Se originan en las industrias de transportes y servicios, y en la
actividad doméstica. En ellos se incluyen los residuos urbanos (RU).
Los residuos materiales van a parar a los sistemas naturales, donde se integran en los ciclos
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6. Gestión de residuos
El problema de la acumulación de los residuos ha crecido hasta convertirse en una de las ma-
yores preocupaciones ambientales. La superación de las capacidades globales de asimilación
de los sistemas naturales y la generación de disfunciones y efectos ambientales negativos a
escala planetaria han conducido a la necesidad de aplicar soluciones generales al crecimiento
de los residuos en el planeta.
Los aspectos generales desde los que se puede incidir en la solución de estos problemas se
resumen en cuatro grupos de acciones:
Legislativas. Consisten en promover leyes o normas dirigidas a proveer soporte legal a otras
medidas y a crear un marco jurídico que fomente la reducción de la producción de residuos y
de sus efectos ambientales.
De control de los sistemas de producción y consumo. Resulta fundamental introducir meca-
nismos económicos o avances tecnológicos que ayuden a la reducción de la producción de
residuos, y particularmente de aquellos con efectos más negativos.
Sociales de sensibilización y fomento del cambio de actitudes y comportamientos individua-
les. En este marco, la EA y las campañas de información y sensibilización sobre el problema de
los residuos se hacen imprescindibles.
Técnicas de gestión de los residuos. La recolección, tratamiento, almacenamiento y recupera-
ción de los residuos deben formar parte de planes de gestión sostenible.
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Se sugiere consultar un fragmento del texto acerca de los problemas ambientales urbanos aso-
ciados con los residuos sólidos de Ana Herrero (2004) en la sección citas textuales, al final de la
unidad temática 3 del Seminario 2.
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El primer objetivo de cualquier política moderna de gestión de los residuos reside en tratar de
disminuir el número y volumen de los generados. Para ello, se debe actuar sobre los procesos
de producción y consumo, se busca fomentar los procesos, las actitudes y las tecnologías ca-
paces de satisfacer las necesidades sociales que generen el menor número de residuos posi-
ble. Para ello, se cuenta con dos grupos de métodos:
Métodos de reducción en origen. Consisten en fomentar que se generen menos residuos, se
actúa sobre los procesos de producción y se mejora la eficiencia en el uso de los materiales y
la energía por la sociedad.
Métodos de reutilización o reciclado de los residuos. Su objetivo es evitar o retrasar el momen-
to en el que materias o productos ya utilizados se conviertan en residuos definitivos, rescatán-
dolos el proceso de eliminación de desechos.
En conjunto, constituyen la llamada Regla de las tres R: reducir, reutilizar y reciclar. De esta
manera, los residuos pueden constituir nuevas fuentes de recursos. Este concepto puede
abordarse a partir de los desechos domiciliarios, de los de las escuelas, del barrio u otros cen-
tros de la localidad (tanto urbana como rural) siempre y cuando no se incluyan residuos peli-
grosos, tóxicos y/o contaminantes10.
La recuperación de metales, vidrios, plástico y papel también llevan al ahorro de materias pri-
mas y energía. Para evitar el derroche de recursos, habría que fomentar o imponer la duración
10
Álvarez et al. (2009), p. 358.
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de los bienes, así como sus posibilidades de reparación y de reciclaje. Este tipo de temáticas
permite a nuestros interlocutores tomar conciencia del problema de los desechos en el aula, en
la escuela, en las viviendas, en la manzana, o en el barrio de cada pueblo, ciudad y/o localidad.
Esto acerca a los alumnos a la problemática ambiental, pero desde una perspectiva de posibili-
dades que brindarían un mejor manejo de los residuos a su hábitat o lugar.
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• El agua atmósferica, gaseosa o vapor de agua forma parte de la capa de aire que rodea
al planeta: la atmósfera. La presencia de este gas en la atmósfera es variable y, al con-
densarse, forma las gotas de lluvia de las nubes.
• La humedad es una medida de la cantidad de vapor de agua contenida en el aire, y pro-
viene de la evaporación.
• El agua litosférica ingresa por los poros del suelo y fluye hacia el subsuelo formando
el “agua subterránea”.
• El agua biosférica forma parte del cuerpo de todos los organismos de la biosfera.
El agua es una sustancia con propiedades físico-químicas, en cierto modo anómalo, debido a
su asimetría, que le da un marcado carácter dipolar. Esto permite la formación de enlaces de
hidrógeno entre sus moléculas y con otras sustancias. Las propiedades más importantes son:
a. Elevadas temperaturas de cambio de estado. Las temperaturas de fusión (0
ºC) y ebullición (100 ºC) no se corresponden con las esperables para una molécula tan peque-
ña, (muchos gases tienen masas moleculares mayores que las del agua, pero la atracción
entre sus moléculas es mucho menor).
b. Elevadas entalpías de cambio de estado. El agua, cuando cambia de estado, cede o absorbe
gran cantidad de energía, porque para ello deben formarse o romperse enlaces de hidrógeno.
Los cambios de estado del agua desempeñan un papel esencial en las transferencias de ener-
gía de la atmósfera y la hidrosfera. Esta energía no se manifiesta como cambio de temperatura,
por lo que se la llama calor latente.
c. Elevado calor específico. Los cambios de temperatura del agua también implican importan-
tes intercambios de energía, por lo que las masas de agua tienen una gran inercia térmica, y
cambian de temperatura de forma mucho más lenta que el aire o las tierras emergidas.
d. Cambios de densidad. Al contrario que la mayoría de las sustancias, el agua en estado sóli-
do, al tener una estructura cristalina muy abierta, tiene una densidad menor que en estado
líquido. Por ello, el hielo flota, lo que impide que la mayor parte del volumen oceánico esté con-
gelado. Además, la densidad máxima se alcanza a 4 ºC y no a 0 ºC, que es la menor temperatu-
ra en estado líquido.
e. Gran capacidad como disolvente. Debido a su carácter polar, el agua establece atracciones
eléctricas con otras sustancias polares e iónicas, favoreciendo su disolución. Los gases
atmosféricos también se disuelven en agua, pero su solubilidad es pequeña, excepto en el caso
del CO2, que reacciona con ella formando ácido carbónico.
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de los bosques ecuatoriales procede de la propia transpiración vegetal, de modo que su des-
trucción provoca una disminución significativa de la precipitación.
La hidrosfera forma un sistema casi cerrado. Hay ganancias y pérdidas de agua del sistema
debidas a procesos geológicos y astronómicos, aunque, globalmente, son muy pequeñas
comparadas con la cantidad de agua que circula cíclicamente.
GANANCIAS. Se deben, por ejemplo, al vapor de agua emitido por los volcanes. Aunque una
parte procede del agua subterránea que se incorpora al magma o se calienta en las proximida-
des de este, otra parte procede del manto terrestre, por lo que se incorpora por primera vez al
ciclo. Algunos estudios geoquímicos indican que en el manto podría haber tanta agua como en
la hidrosfera. Los cometas están constituidos en gran parte por hielo; cuando caen a la Tierra
(normalmente, en pequeños fragmentos), esta agua se incorpora a la hidrosfera. En las prime-
ras etapas de formación del planeta, el agua procedente de los cometas pudo ser una cantidad
importante, pero, en la actualidad, su aporte es mínimo.
PÉRDIDAS. Hay varios procesos geológicos que sustraen agua de la hidrosfera. El principal es
la subducción en el manto de rocas de la corteza oceánica que contienen minerales hidrata-
dos. También la sedimentación de minerales hidratados, como el yeso, retira agua hacia alma-
cenes geológicos. En los límites de la atmósfera se escapan pequeñas cantidades de hidróge-
no hacia el espacio exterior. Este elemento procede de la rotura de moléculas de agua, fotólisis,
al absorber radiaciones de alta energía y, por tanto, representa una pérdida neta de agua.
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En climas áridos, cuando no tienen comunicación con el mar (cuencas endorreicas), al ser
mayor la evaporación que el aporte de agua dulce, se acumulan sales que pueden alcanzar
concentraciones de saturación, como en el mar Muerto. Las zonas inundadas de poca profun-
didad que permiten el crecimiento de plantas enraizadas en el fondo se denominan marismas
o pantanos.
A su turno, una cuenca hidrográfica es la parte de la superficie terrestre que drena el agua en
un punto, que puede ser la desembocadura de un río, en el mar, en un lago o en otro río mayor.
En general, se considera el área que incluye todo el territorio que vierte sus aguas al mismo río.
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El límite entre dos cuencas contiguas viene marcado por la divisoria de aguas. El tamaño de las
cuencas es muy variable, desde dimensiones continentales, como la del Amazonas, hasta
unos pocos kilómetros cuadrados.
Las cuencas exorreicas (ríos que se dirigen al
mar) ocupan la mayor parte del territorio. Se
distingue la cuenca del Plata, con el Río de la
Plata, el río Paraná, el río Uruguay y el río Para-
guay. Los ríos de las cuencas endorreicas (cor-
tos y de régimen torrencial) pertenecen princi-
palmente a la Puna, las Sierras Pampeanas y el
Sistema del Desaguadero. Las cuencas arreicas
se caracterizan por la ausencia de ríos o la for-
mación transitoria de ellos, donde resulta difícil
trazar la divisoria de aguas, como en las zonas
semiáridas del Chaco y La Pampa.
El drenaje en las cuencas hidrográficas se orga-
niza con intercambios de agua entre los elementos que la componen (ríos, lagos, aguas subte-
rráneas, suelos, rocas y seres vivos) y, por tanto, son sistemas abiertos en que todos estos
componentes están relacionados. Pero los sistemas hidráulicos artificiales a menudo consti-
tuyen también elementos muy importantes en las cuencas, por lo que en su balance hídrico
hay que tener en cuenta todos estos elementos y no solo las aguas superficiales. En definitiva,
los ríos son el elemento principal del drenaje del agua de los continentes. Son alimentados por
las aguas de escorrentía superficial difusa provenientes de la lluvia y la fusión de la nieve, por
los glaciares, los lagos y las aguas subterráneas. A su vez, los ríos alimentan a las aguas sub-
terráneas y a los lagos.
Los ríos son corrientes de agua que circulan por un cauce. Dado que son los principales agen-
tes de erosión y transporte geológico, dan forma al paisaje y organizan las redes hidrográficas.
El caudal de un río depende, fundamentalmente, del tamaño de la cuenca y de las precipitacio-
nes. Se trata de un parámetro irregular que varía de acuerdo con las entradas y salidas de
agua. Cuando las precipitaciones o el deshielo son intensos, se producen grandes aumentos
del caudal denominado avenidas. El caudal de base se debe principalmente al aporte de agua
procedente de las capas freáticas, aunque se debe aclarar que los tamaños fluviales son muy
diversos, desde arroyos con caudales de pocos dm3/s, hasta el Amazonas, un gigantesco río,
con un caudal de avenida de 300 000 m³/s.
Las aguas subterráneas representan normalmente la mayor parte del agua almacenada en las
cuencas hidrográficas. El agua se encuentra en los poros o grietas de las rocas, por los que cir-
cula lentamente debido al rozamiento. Un cuerpo de rocas que contiene agua es un acuífero o
capa freática. El nivel que alcanza la zona saturada de agua en un determinado momento es el
nivel freático y corresponde al nivel de agua de los pozos.
Un acuífero libre es el que está conectado con la superficie mediante rocas permeables que
permiten el intercambio de agua. Si el acuífero está entre capas impermeables, se denomina
acuífero cautivo.
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La gestión de la oferta, que incluye el recurso y cómo se hace llegar a los usuarios.
La gestión de la demanda, que se refiere a los usos y los usuarios, estableciendo priori-
dades y racionalizándola.
• La calidad del recurso. Debe tratar de ofrecer la calidad que se requiere para satisfacer los
usos para los que se necesita el agua, así como asegurar su reincorporación al medio natural
sin generar problemas de contaminación.
• La gestión de la oferta de recurso. Se centra en ofrecer la cantidad necesaria a los usuarios
que la requieren, en la cantidad precisa y en los momentos en los que es necesitada. Se basa
en la constatación que no siempre se dispone de suficiente cantidad de agua en el lugar o en
el momento preciso. En ambos casos, la solución, desde el aumento de la oferta, descansa en
la realización de actuaciones y obras en los sistemas hídricos, reteniéndolos, canalizándolos,
desviándolos, etc. Las principales actuaciones son:
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Todas las medidas ligadas a la gestión de la oferta suelen provocar importantes impactos o
efectos ambientales sobre los sistemas hídricos, generalmente de dos maneras:
Por alteración de la estructura y la dinámica natural de los ecosistemas acuáticos: desvío de
ríos, reducción de caudal, construcciones, etc.
Por sobreexplotación. Esto puede ocurrir cuando se extrae más cantidad de agua de la que se
repone naturalmente en un stock o almacén como un acuífero, pero también en un lago o un
mar interior. Esto sucede cuando se extrae tanta agua del medio, que este experimenta una
reducción por debajo de la capacidad mínima para mantener viable el ecosistema, es decir, por
debajo del caudal ecológico, en el caso de los ríos.
Por otra parte, a menudo, las cuencas hidrográficas forman parte de unidades de gestión polí-
tica o administrativa diferentes, lo que genera problemáticas particulares, como en el caso de
la Cuenca Matanza-Riachuelo, compartida entre la C.A.B.A. y la Provincia de Buenos Aires.
• La gestión de la demanda del recurso. Supone actuar sobre los usos del agua a partir de la
racionalización de las demandas, de forma que sean menores y más acordes con la oferta na-
tural del agua. Algunas medidas son:
- Establecer prioridades entre los usos del agua, por ejemplo, se priorizan los usos de
consumo frente a los de regadío. Esta medida, en general, establece el criterio de primar
los usos básicos y de interés social frente al resto.
- Fomentar las mejoras en la eficiencia de los usos, así como los usos más eficientes.
En el primer caso, esto se logra mediante tecnologías como el riego por goteo frente al
riego a manta, o mediante el riego nocturno frente al diurno; en el segundo, primando la
agricultura ecológica y diversificada, sin riego artificial, frente a la agricultura industria-
lizada e intensificada, con regadío artificial.
- Utilizar mecanismos económicos para disuadir de usos ineficientes o despilfarradores
del agua. Estos mecanismos incluyen políticas de precios que se ajusten al coste real
del recurso, ya que en muchas ocasiones, los precios subvencionados inducen a su
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despilfarro.
- Fomentar los sistemas de reutilización y reciclado del agua y el empleo de agua reci-
clada para usos adecuados como el riego de jardines, baldeo de calles, etc.
− Gestión del agua desde la perspectiva de la unidad funcional que mantiene las cuen-
cas hidrográficas y las aguas subterráneas relacionadas.
− Fomento de la participación de las comunidades locales en la toma de decisiones
sobre los usos del agua, particularmente en las situaciones de mayor escasez, como
ocurre en los países situados en zonas áridas.
− Contemplación de las necesidades de agua de los ecosistemas como requisitos esen-
ciales para mantener su funcionalidad, biodiversidad y su provisión de servicios ecoló-
gicos a la humanidad.
− Planificación en un modelo integrado y coherente con los principios ecológicos, socia-
les y económicos de la sostenibilidad aplicados a la gestión de los recursos hídricos.
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Estas medidas de sostenibilidad, para ser efectivas, deben adoptarse a todas las esca-
las posibles –locales, regionales, nacionales e internacionales– mediante acuerdos,
sistemas de seguimiento, etc.
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envergadura, que constituye los arroyos del sudeste. En este sector se han encauzado artifi-
cialmente los arroyos Sarandí y Santo Domingo. El primero tiene sus nacientes en el Arroyo de
Las Perdices y sirve de colector a los desagües pluviales del área urbana por la que discurre.
Está entubado a la altura de la estación ferroviaria Monte Chingolo, luego cruza a cielo abierto
el Camino General Belgrano, desparece nuevamente hasta el encuentro con la avenida Mitre y
desde allí hasta su desembocadura en el Río de la Plata circula canalizado.
El Arroyo Santo Domingo nace de la confluencia de los arroyos Las Piedras y San Francisco, su
tránsito por áreas con cierta dificultad de escurrimiento y densamente urbanizadas ha obliga-
do a un entubado parcial. Desde las inmediaciones de la estación Villa Dominico hasta su des-
embocadura, el cauce corre a cielo abierto regulado por un canal revestido. Desde el punto de
vista sanitario se lo considera altamente contaminado.
El sector comprendido entre los arroyos Jiménez y Pescado incluye las cuencas de los arroyos
Jiménez, Conchitas-Plátanos, Baldovinos, Pereyra, Carnaval, Martín, Rodríguez, Del Gato, Mal-
donado y El Pescado o del Tío Pedro. Los dos primeros son los que presentan las mayores pro-
blemáticas ambientales pues al internarse en la terraza baja pierden pendiente. Desde el
Arroyo Baldovinos y hasta el Arroyo Del Gato, los cauces han sido canalizados para evitar los
inconvenientes que genera la pérdida del gradiente una vez que se introducen en la planicie
baja.
Es importante tener en cuenta que el 13,5% de la población argentina se encuentra asociada a
la Cuenca Matanza-Riachuelo (viven casi 3,5 millones de personas). El 64% pertenece a la
Ciudad de Buenos Aires siguen en orden los partidos de Avellaneda, Almirante Brown, Esteban
Echeverría, Ezeiza, La Matanza, Marcos Paz, General Las Heras, Lanús y Lomas de Zamora.
Una disociación entre el proceso cultural y los fenómenos naturales a la hora de planificar u
ordenar territorialmente, han derivado en la modificación del escurrimiento de la cuenca en su
tramo inferior. A todas estas falencias se sumaron las inundaciones originadas en los aportes
pluviales excepcionales las cuales ejercieron y ejercen su impacto en la trama urbana debido
a que facilita el escurrimiento. El atrapamiento de las aguas por efecto de las sudestadas pro-
pició por otra parte importantes obras de canalización y rectificación.
Estas interacciones con el recurso hídrico son importantes desde el origen de la ciudad. Desde
el punto de vista hidrológico, el Riachuelo se comporta como todos los ríos de la llanura pam-
peana, lo que explica su dificultad natural para absorber y depurar la carga contaminante: es
lento, de caudal sumamente irregular (oscila entre 3 y 100 metros cúbicos por segundo), tiene
una escasísima pendiente hacia la desembocadura (su promedio es de apenas 0,35 metros/ki-
lómetro) y está influenciado por las mareas del Río de la Plata que alteran decididamente su
capacidad de evacuación.
La región en que se halla localizada la cuenca se caracteriza por un clima húmedo subhúmedo,
con una media pluviométrica de 1110 m y una temperatura media anual de 16,9 °C, inviernos
suaves y veranos cálidos. Llueve todos los meses del año, pero en marzo se ubican los records
(cerca del 11%). El excedente hídrico anual es de 200 mm. El valor anual de precipitaciones
supera la evapo-transpiración potencial que alcanza los 837 m.
El basamento en que se asienta la región es de naturaleza cristalina y corresponde a un des-
prendimiento del escudo de Brasilia. La región pampásica es una llanura de construcción, es
decir, una inmensa cuenca tectónica de hundimiento (graben) paulatinamente rellenada por
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Vecinos Autoconvocados .Ceibales interiores y selvas ribereñas.
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Los factores de riesgo se presentan asociados de alguna manera a los accidentes, o al aconte-
cimiento que se estudia. No necesariamente son las causas, sino que se encuentran asocia-
dos al acontecimiento.
El riesgo puede medirse de diferentes maneras:
– Referido al total de la población. Por ejemplo, el número de personas que mueren anualmen-
te en nuestro país por el tabaquismo pasivo.
– Referido a un período de tiempo diferente. Por ejemplo: 100 millones de personas morirán a
consecuencia de accidentes de tránsito en todo el planeta en los próximos 10 años.
– Referido a un sector de la población (sector que está más expuesto).
Por ejemplo: los niños muy pequeños son más propensos cada año a padecer atragantamien-
tos e intoxicaciones accidentales.
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obras o tecnologías humanas. Ejemplos: caída de un edificio por errores de construcción, acci-
dente nuclear por fallos humanos o tecnológicos, etc.
Los riesgos naturales e inducidos pueden clasificarse, a su vez, según el proceso al que están
ligados, en:
- Riesgos o peligros de origen extraterrestre. Caída de asteroides o variaciones en la constante
solar.
- Riesgos o peligros geoclimáticos (desde los puramente geológicos hasta los puramente
climáticos). Cambios en el campo magnético terrestre, vulcanismo, terremotos y tsunamis,
subsidencias y expansividad de suelos, movimientos de ladera, erosión, avenidas e inundacio-
nes, vientos, lluvias torrenciales, gota fría, huracanes, ciclones o cambios climáticos.
- Riesgos o peligros biológicos. Plagas y enfermedades, mutaciones, comportamiento agresi-
vo de animales, efectos ecológicos de cambios de distribución, extinciones, etc.
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Álvarez et al. (2009), p. 54.
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SINTESIS
Una de las grandes metas del Capítulo 36 de la Agenda 21 fue la concientización, y el despertar
de la conciencia ambiental, que en relación con la problemática de los ambientes se basa en el
desarrollo sustentable y la capacidad para afrontar los riesgos y crisis ambientales.
Las problemáticas ambientales se relacionan con diferentes acciones naturales o humanas
que provocan alteraciones en los ambientes humanos, o humanizados, y generan consecuen-
cias en la salud y supervivencia de las poblaciones.
En numerosas ocasiones, y especialmente a nivel global, la falta de predicción, previsión y pre-
vención lleva a la creación o agravamiento de los problemas ambientales o a que un riesgo se
convierta en un daño real. En esos casos, es preciso acudir a medidas de corrección ambiental.
Entre las principales problemáticas ligadas al suelo figura la desertificación, es el proceso de
degradación de terrenos por variaciones climáticas y por consecuencias de la actividad
humana, por el que las tierras fértiles se convierten en zonas desérticas.
Al igual que en el caso de los recursos, los residuos constituyen un concepto ligado a los usos
del sistema económico, y generan una parte de la contaminación relacionada con las proble-
máticas del suelo. Al hablar de residuos y planes de residuos, frecuentemente se hace limitán-
dose a los residuos materiales de naturaleza sólida o a aquellos que contienen fracciones
líquidas y gaseosas encerradas o confinadas en compartimentos controlados.
El problema de la acumulación de residuos genera la problemática de la contaminación edáfi-
ca, y requiere diferentes protocolos de gestión, así como eliminación.
Entre las principales problemáticas ambientales ligadas al agua sobresale la contaminación
de los cursos de agua y de los acuíferos y las inundaciones, tal como se observa en la Cuenca
Matanza Riachuelo.
La gestión de la demanda de los recursos hídricos supone actuar sobre los usos del agua a
partir de la racionalización de las demandas, de forma que sean menores y más acordes con
la oferta natural del agua.
Dos aspectos adicionales a tener en cuenta son el de riesgo y crisis ambiental.
Se entiende por riesgo la probabilidad de que se produzcan accidentes, desastres, daños o
catástrofes para una persona o para un conjunto de personas, población de una zona o para
sus bienes. A su turno, una crisis ambiental es consecuencia de un desastre o riesgo natural,
mixto o artificial.
Para encontrar soluciones a las problemáticas ambientales se requiere la formación de la con-
ciencia ambiental en sus tres aspectos: económico, social y ambiental (en sentido estricto).
Como consecuencia, se fomenta el aspecto de sutentabilidad de los recursos, y en particular
del suelo y del agua.
La ética para la sustentabilidad se basa en un principio de solidaridad al concebir al mundo
como el espacio donde los individuos debieran compartir y disfrutar sus bienes, mediante el
uso sustentable de los recursos naturales, con equidad y justicia social.
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AUTOEVALUACIÓN
1. Clasifique los principales riesgos y desastres ambientales. Evalúe los principales factores
relacionados con los riesgos y diferencie entre desastres naturales y antropogénicos. Con la
información seleccionada elabore un cuadro comparativo.
2. Defina el concepto de crisis ambiental y, a continuación, analice la importancia de la con-
ciencia ambiental y el manejo sustentable de los recursos para la prevención de estas proble-
máticas.
CITAS TEXTUALES
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13
Di Pace (2004), p. 289.
14
Di Pace (2004), p. 290.
15
Di Pace (2004), p. 294.
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16
Herrero (2004), p. 195.
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BIBLIOGRAFÍA OBLIGATORIA
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del autor sostenidas en el capítulo 2: “Gestión del agua u cultura del agua”, de su libro La Cultu-
ra del Agua: Lecciones de la América Indígena; PHI – VI / Serie agua y Cultura Nº 1; UNESCO;
Montevideo.
17
Herrero (2004), p. 205.
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