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Universidad de Chile

Facultad de Filosofía y Humanidades


Departamento de Ciencias Históricas

Nombre del alumno(a): Lía Colicheo, Braulio González y Gustavo Villalobos

PRUEBA 1: GEOGRAFÍA HUMANA


Responda con total libertad, considerando los temas tratados en clases y las lecturas que los
complementan. Cada respuesta a las preguntas considera un puntaje máximo de acuerdo con el
nivel de logro alcanzado. La suma de puntajes obtenidos luego se convierte de acuerdo con una
Escala de notas, la que considera el mínimo aprobatorio (cuatro coma cero) con un 60% de
exigencia.

1.- El desarrollo de la Geografía Humana se enmarca en un proceso de


institucionalización de la ciencia y la creación de numerosas cátedras universitarias en
distintos ámbitos del saber, que acompaña el desarrollo del Estado contemporáneo y la
consolidación de un sistema económico de producción en occidente en el siglo XIX. En
este contexto, ¿Cómo es posible explicar la conformación de un cuerpo teórico y
metodológico que le permita validarse a la Geografía de la Población como un saber útil
para la vida en sociedad? (30 puntos)

Respuesta:
En primer lugar, es importante destacar el proceso de institucionalización de la
Geografía y su vínculo con los intereses de la sociedad europea del siglo XIX. Para poder
generar un conocimiento básico de la territorialidad, la geografía comenzó a ser impartida
en los establecimientos educacionales básicos y secundarios. En consecuencia, la
formación de geógrafos docentes en las universidades era absolutamente necesaria para
la escolarización. Estos esfuerzos educativos dieron inicio a la integración de la Geografía
en el ámbito universitario, y, por ende, pusieron en marcha su institucionalización. Es
más, el principal resultado de la inclusión académica fue la génesis de la comunidad de
geógrafos, los cuales comenzaron una gran producción de conocimiento geográfico. Por
otro lado, las Sociedades de Geografía cumplieron un rol informativo para el desarrollo del
imperialismo europeo, en donde la exploración alimentaba la expansión colonial. Debido a
ello, el vínculo entre los Estados contemporáneos y la geografía fue consolidado a través
de la promoción de estudios geográficos. Por último, la presencia del factor nacionalista
en el proceso es relevante, ya que la idea de la unión del ser humano con la nación
territorial de la patria se estaba proyectando (Capel, 1977).
En segundo lugar, la influencia del positivismo y del evolucionismo fue significativa
para la construcción del cuerpo teórico y metodológico de la Geografía. Por una parte, la
biología evolucionista integró la conceptualización del organismo, el entendimiento de la
realidad a partir de la teorización biológica. Por otro lado, la mentalidad positivista aportó
el razonamiento científico, la aplicación de una metodología para responder a los
problemas de la sociedad a través de la causalidad y las leyes. A partir de estos
planteamientos, la Geografía Determinista de Friedrich Ratzel desarrolló una combinación
de la teoría biológica con el encadenamiento causal de los organismos vivos con el
medioambiente. En consecuencia, la Geografía había adquirido una concepción científica
según los parámetros de la sociedad del siglo XIX, adjudicándose el estudio de la relación
hombre-medio, sirviendo como base para los estudios geográficos posteriores (Capel y
Urteaga, 1991). Esto último derivó en un determinismo ambiental que sirvió para justificar
el nacionalismo y el imperialismo. De hecho, mediante el uso de la teoría del espacio vital,
el nazismo justificó sus ideas expansionistas durante el siglo XX.
En tercer lugar, las primeras manifestaciones de la Geografía Humana se
desarrollaron a finales del siglo XIX. En este auge de conocimiento, la Geografía Regional
se propuso estudiar la interacción del ser humano con el medio físico, limitando los
aspectos más excluyentes de la Geografía Determinista. Dentro de esta rama, destaca el
trabajo de Paul Vidal de la Blache, el cual planteó que el medio podía posibilitar la
actividad humana, pero no determinarla. Asimismo, la acción humana podía incidir en el
medio. Ya en el siglo XX, la Geografía Humana adquirió un importante peso en el
desarrollo geográfico. Sin ir más lejos, se planteó que todos los estudios geográficos
sobre la sociedad son, en parte, de la Geografía Humana. Asimismo, todo estudio
geográfico es humano (Capel, 1987).
Finalmente, la importancia de la Geografía Humana radica en la descripción del
ecúmene, en el entendimiento de la actividad humana en el medio físico. A partir de ella,
es posible estudiar el impacto de la acción humana en un espacio determinado. A su vez,
también son las implicaciones del propio ambiente sobre el ser humano. Es decir, el
análisis del medio social y su vinculación con el medio natural constituye un saber útil
para los intereses de la sociedad actual. Por lo tanto, la Geografía Humana, desde una
perspectiva global, asiste en la comprensión de las sociedades del mundo, y en la historia
de la humanidad (Sorre, 1967). En otras palabras, la Geografía Humana, a través de sus
cuatro principales ramas, permite el desarrollo de estudios históricos, demográficos,
económicos y sociales.

Bibliografía:
Capel, H. (1977). Institucionalización de la geografía y estrategias de la comunidad
científica de los geógrafos, I.
Capel, H. (1987). Geografía humana y ciencias sociales (Vol. 38). Editorial Montesinos.
Capel, H. y Urteaga, L. (1991). Las Nuevas Geografías. Salvat Ediciones Generales, S. A.
Barcelona, España.
Sorre, M. (1967). El hombre en la tierra. Editorial Labor, S. A. Barcelona, España.

2.- William Godwin, político y escritor británico, realizó una profunda crítica, a fines del
siglo XVIII, a todos los sistemas de gobierno y abogó por un sistema social presidido por
la ausencia de Estado y por la abolición de la propiedad privada, de esta manera dicho
sistema podría garantizar un progreso indefinido de la humanidad, independiente del
crecimiento de ésta. Por su parte, Robert Malthus, en la misma época, afirmaba que era
una ley de la naturaleza la que hace que unos ganen y otros pierdan, es ella la que
instauraría las desigualdades sociales y la miseria de buena parte de la población. A
mediado del siglo XX, el médico brasileño Josué de Castro en libro Geopolítica del
Hambre, señalaba que “Si en el mundo existe hambre y miseria no se debe a que haya
demasiados hombres, sino porque hay pocos hombres para producir y muchos para
comer”. Más tarde, el estadounidense Paul Ehrlich, en 1968, no dudó en describir el
crecimiento poblacional como una «bomba demográfica». Incluso, profetizó que "la batalla
para alimentar a toda la humanidad se acabó. En la década de los 70, nos enfrentaremos
a hambrunas, y cientos de millones de habitantes morirán a causa del hambre a pesar de
cualquier programa que se ponga en marcha ahora". Dos años después, señaló que "65
millones de americanos y otros 4.000 millones de personas morirán de hambre en la Gran
Mortandad que ocurrirá entre 1980 y 1989". Esto obviamente lo vaticinado no ocurrió. Al
respecto, ¿Qué diferencias hay entre los postulados de los neomalthusianistas y de los
optimistas demográficos? Refiérase a los supuestos básicos, a las diversas
argumentaciones y las relaciones que se efectúan entre el comportamiento demográfico y
las posibilidades de superación de la miseria obteniendo mejores condiciones de vida
para la humanidad. (30 puntos)

Respuesta:
Los postulados básicos de Thomas Robert Malthus sostienen que la tendencia
general de la población es crecer más rápido que la producción de alimentos. También,
planteaba que al aumentar la población “empeoraría la razón alimentos-población, se
elevarían los precios de los alimentos, declinarían los niveles de vida reales, y más
personas tendrían que solicitar la asistencia pública”. Por ello, proponía una restricción
moral al crecimiento de la población. Ello hacía alusión a procrear únicamente cuando se
estuviese en condiciones de mantener una familia. Además, proponía que la cantidad de
tierra cultivable estaba limitada y que, por tanto, la productividad de la tierra estaba
restringida y la capacidad de aumentar los medios de subsistencia era inferior a la
capacidad de multiplicación de la población. Por último, Malthus pensaba que los
trabajadores podrían aliviar su pobreza, derivada del “principio de población” mediante su
propia acción independiente, es decir, fijando un límite a la propia descendencia
(Overbeek, 1984, pp.61-71).
Si bien estas ideas fueron planteadas en el siglo XIX, en 1968 se presentó un
retorno a las ideas de Malthus, con el denominado neomalthusianismo, principalmente
con Ehrlich, autor del libro “The Population Bomb”, en él, Ehrlich planteaba que el principal
problema del planeta en aquel momento era el demográfico. Para él, la base de todos los
problemas de escasez estaba en el hecho de que había excesiva cantidad de población
en el mundo. Para este neomalthusiano, los gobiernos debían restringir de manera
planificada el crecimiento poblacional, sobre todo en países con altos índices de natalidad
para prevenir cualquier tipo de escasez, no solo la del tipo alimenticio (Jiménez, 2010,
pp.71).
En la misma línea que Ehrlich, el Club de Roma creado en 1970 planteó gracias a
sus investigaciones, que si se mantenían las tendencias actuales (los de la década de los
70’) de crecimiento de la población mundial, el planeta alcanzaría sus límites de su
crecimiento dentro de los próximos 100 años. El resultado más probable para ellos sería
un “súbito e incontrolable descenso tanto de la población como de la capacidad industrial”.
Además, planteaban que esta crisis vendría acompañada de “tasas de contaminación
mucho más altas y la mortandad consiguiente reduciría la población humana, incluso a
grados inferiores a los de la secuencia tipo. La introducción de controles sobre el uso de
los recursos, producción de contaminantes y natalidad, tampoco conseguirían impedir el
colapso final” (Jiménez, 2010, pp. 71-72).
En resumen, podemos decir que los neomalthusianos aceptan la idea de Malthus
sobre las causas del crecimiento de población y sobre sus consecuencias, pero no
aceptan la restricción moral sobre el control de los nacimientos. Además, van más allá
que Malthus, quien se centra más en el problema de escasez alimentaria producto del
crecimiento de población y proponen que esto también provocará la destrucción del medio
ambiente. Por último, defienden la utilización de mecanismos para parar el crecimiento de
la población, ya que ello es una condición necesaria para aumentar la riqueza y detener el
deterioro ambiental.
Por otro lado, debemos mencionar que a partir del fin de la década de los 70’
algunos científicos y economistas comenzaron a tener un moderado optimismo respecto
del crecimiento demográfico. Por ejemplo, Julián L. Simón en 1981 planteó que “cuanto
mayor la población que puede inventar e innovar en una sociedad, más fácilmente dicha
sociedad podrá elevar sus índices de bienestar y resolver sus problemas de suministro.
En la misma línea, el autor planteaba la idea de que una población en crecimiento
significaba más un beneficio que un costo, y que la humanidad no estaba encaminada a
agotar sus recursos, ya que, para él, tan pronto “que un recurso en particular se vuelve
escaso, su precio sube. Esta subida en los precios incentiva la búsqueda de más
recursos, el racionamiento de estos y eventualmente el desarrollo de sustitutos”. Además,
otros autores planteaban que un aumento de la población significaba una “presión para
mejorar las técnicas de producción, y para hacer posible un uso más eficiente de los
recursos” (Jiménez, 2010, pp.74-77).
Por otro lado, y para finalizar, debemos tener en cuenta que la multiplicación de la
población implica más alimento, infraestructura, cultura, etc., no necesariamente escasez
como planteó Malthus en sus tiempos. De hecho, China ha aprovechado su gran cantidad
de población para alcanzar grados elevados de competitividad económica, en este caso,
mientras más gente haya, menos pobreza va a haber. Sin embargo, para que ello sea
posible, es necesario administrar a la población con condiciones favorables para su
desarrollo, es decir, en medida que un país no tenga a su mano recursos para motivar la
educación, los servicios y el empleo, el aumento de la población lejos de ser favorable
será una complicación.

Bibliografía:
Jiménez, R. (2010). Crisis global: neomalthusianos versus poblacionistas. Mundo siglo
XXI, (20), pp. 69-80.
Overbeek, J. (1984). Del maltusianismo clásico al moderno. En E. Suárez, Historia de las
teorías demográficas (52-90). México: FCE.

3.- Actualmente, presenciamos un crecimiento extraordinario de la población a nivel


mundial, con ritmos muy diferentes en regiones, algunos aseguran que esta dinámica
demográfica pueda colocar en riesgo el desarrollo de la humanidad y por tanto poner fin al
capitalismo y la modernidad. Otros en cambio, afirman que esta forma de crecimiento
puede resultar beneficioso pues al enfrentar la humanidad condiciones cambiantes en el
entorno natural originan nuevos mecanismos de adaptación cultural y por tanto nuevas
posibilidades de desarrollo social. En este contexto, Las migraciones internacionales, lejos
de representar un fenómeno novedoso, constituyen un elemento constante y esencial de
la historia de la humanidad. En tanto proceso dinámico, sus causas, características,
composición, volumen y tratamiento cambian permanentemente, por lo cual su estudio
obliga a la delimitación temporal. En este entendido establezca semejanzas y diferencias
en los procesos migratorios de los siglos XIX, XX y XXI, considerando los impactos
provocados tanto en regiones de ingreso de población como en las de salida. (30 puntos)

Respuesta:
En el siglo XIX, específicamente desde 1860, se produjo una gran afluencia de
europeos que viajaban a América, principalmente con destino a Estados Unidos. Quienes
componían estos grupos, eran en su mayoría hombres jóvenes en edad de trabajar y sin
formación profesional, que venían escapando de la pobreza de Europa producida por el
crecimiento demográfico y la industrialización. En América se requería mano de obra para
producir, así que los aceptaron sin muchos problemas, hasta se dieron algunos casos en
que se decretaron políticas que incentivaron la migración como en Brasil. Los
perjudicados eran la mano de obra no cualificada de los países receptores, aunque de
manera bastante sosegada. En los países de donde emigra la gente, la reducción de
mano de obra permitió una mejora en los salarios de los obreros (Sánchez, 2002).
Además de ello, debemos considerar que hubo migraciones desde Rusia a Siberia y
desde China al sureste de Asia. Otra corriente migratoria se dio por los asiáticos hacia los
países de la costa del Pacífico, además de la gran corriente (ya menor, pero importante
aún) de esclavos negros con destino al continente americano. Por último, debemos
mencionar que una de las causas de la emigración europea del siglo XIX se debió, en
parte, al avance de los nuevos sistemas de transporte y de comunicación. Además,
también se debe hacer notar la migración interna (campo-ciudad) del continente europeo,
desde regiones atrasadas a otras industrializadas (los irlandeses hacia Inglaterra), de
mediterráneos, principalmente italianos, hacia Francia o de polacos hacia Alemania
(UNAM, 2020).
Las guerras que ocurrieron a lo largo del siglo XX afectaron los flujos migratorios.
En primera instancia, existe una migración forzada puesta en marcha por los Estados con
respecto a personas disidentes, por ejemplo, con el triunfo del régimen Nazi en Alemania
o la victoria del régimen franquista en España, se generó una gran cantidad de exiliados.
Sin embargo, las salidas más masivas se dan con la recuperación económica luego de la
Segunda Guerra Mundial, los Estados con un desarrollo mayor tenían una demanda de
mano de obra que no se podía satisfacer con la población local, entonces la población de
países con menor desarrollo, como la mediterránea, vio como oportunidad emigrar, ya
que en su lugar de origen había exceso de población y subdesarrollo que no generaba la
demanda productiva necesaria; siendo esto beneficioso para ambos agentes, ya que las
personas obtenían un trabajo y los países de origen recibían remesas. También ocurrió el
traslado de gran parte de la población de Europa oriental a la Europa occidental por
razones similares (Sánchez, 2002).
El panorama del flujo migratorio en el siglo XXI no ha cambiado mucho respecto a
esto último, siguen emigrando personas de países menos desarrollados hacia los que
tienen un mayor desarrollo, agregando factores como la sobrepoblación en los países
pobres, dificultando la búsqueda de un trabajo sin estudios y una masificación del envío
de remesas. En los países de llegada se da una inmigración incontrolable que debe ser
respondida con políticas restrictivas cada vez más duras, debido al exceso de mano de
obra no cualificada, restricciones que intentan ser eludidas mediante el ingreso de
migrantes de manera indocumentada (Domínguez, 2010).
Las similitudes que encontramos en los distintos siglos es la búsqueda por parte
de los individuos de una mejor calidad de vida. En los flujos dirigidos primeramente yendo
hacia América y luego a los países desarrollados de Europa; la población que emigra
también es similar, es decir mayormente jóvenes hombres en edad de trabajar; y el envío
de remesas también ha sido una constante a lo largo de la historia. La gran diferencia que
surge en la Era Posmoderna es la gran cantidad de políticas restrictivas que decretan los
gobiernos de los países receptores, ya que no hay una capacidad ilimitada de oferta de
trabajo, si bien la población local está envejeciendo y disminuyendo la cantidad de
personas en edad activa, no dando abasto para toda la población de los países
subdesarrollados. Los países emisores tampoco están interesados en buscarle un freno a
la emigración, ya que el dinero sigue circulando en su economía mediante las remesas y
el consumo formal. Generando la problemática de una sobrepoblación no capacitada que
tampoco es tan necesaria en los países industrializados, dado que hay una
tecnologización extrema que vuelve prácticamente obsoleta la fuerza de la mano de obra.
Una problemática que no existía en los anteriores siglos, ya que se requería de mucha
mano de obra en los sectores industriales y a la que no se le busca una solución, sino
detenerla con fuerza. Los países receptores no buscan ayudar en el desarrollo de los
países pobres, ya que significa más competencia y una pérdida de recursos que ellos
podrían explotar; los emisores dejan que los que puedan se vayan, ya que en el lugar de
origen no hay trabajo para toda la población y al permitir la emigración se liberan de un
peso de la sociedad y consiguen más circulación de dinero.

Bibliografía:
Sánchez, Beatriz (2002). La época de las grandes migraciones desde mediados del siglo
XIX a 1930. En Manuel Pimentel Siles Las migraciones del siglo XX, (1). pp. 19-32.
Domínguez, Josefina & Godenau, Dirk (2010). Las migraciones internacionales en el siglo
XXI. Margarita Isabel Ramos Migraciones laborales. Acción de la OIT y política europea.
pp. 59- 122
UNAM (2020). Migraciones europeas en el siglo XIX: las causas. Coordinación de
Universidad Abierta, Innovación Educativa y Educación a Distancia.

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