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Introducción
En 1968, el entonces coronel del Estado Mayor Chileno y profesor de
la Academia de Guerra del Ejército, Augusto Pinochet Ugarte (1915-
2006) publicó su Geopolítica. Leyes que se deducen el estudio de la
expansión de los Estados1. Se trata de una obra en la que el futuro
dictador intentaba aplicar los principios de la geopolítica de Friedrich
Ratzel (1844-1904) o de Rudolf Kjellén (1864-1922), entre otros, al
contexto chileno en unas condiciones históricas, socio-políticas y
estratégicas bien diferentes a las que generaron las políticas
expansionistas e imperialistas de los estados europeos liberales de
finales del siglo XIX y comienzos del XX.
Este libro de Pinochet se sitúa en el marco de una importante
tradición de estudios geopolíticos en el ejército chileno, introducida
con anterioridad por el geógrafo militar Ramón Cañas Montalva, que
llegó a ser Comandante en jefe de Ejército de Chile entre 1947 y 1949
y que tuvo un destacado protagonismo en las políticas de expansión
territorial chilena hacia la Antártida2. Cañas formuló, además, la
necesidad de recuperar territorios estratégicos, como la Patagonia.
Colonizaciones y luchas geográficas y de conquista del territorio
fuertemente influidas por la Polistiche Geographie (1896) de Friedrich
Ratzel3. La línea de trabajo y de enseñanza iniciada por Ramón Cañas
1
*Este texto fue realizado gracias a las conversaciones con Rafael Huertas, Cristián
Palacios, Marcelo Sánchez, Víctor Neira y el grupo de investigación Lapsos de la
Universidad de Chile.
Pinochet, Augusto (1968), Geopolítica. Santiago, Ed. Andrés Bello.
2
Cañas Montalva, Ramón (1940), “La zona Austral y el futuro de Chile”. Hoy, nº
432, pp. 11-19; Cañas Montalva, Ramón (1941), “Nuestra soberanía hacia el
Antártico”. Hoy, nº 479, pp. 19-20;
3
Santis, Hernan (1998), “El pensamiento geográfico-político de Ratzel en la
geopolítica chilena”. Revista de Geografía Norte Grande, 25: 135-140.
Montalva fue continuada con entusiasmo por oficiales del ejército con
responsabilidades docentes en la Academia de Guerra, donde se
impartieron cursos sobre Geografía y Geopolítica a cargo del general
Gregorio Rodríguez Tascón y del propio Pinochet. Existe, además, una
producción nada desdeñable de textos que demuestran el especial
interés de los militares chilenos por los aspectos geoestratégicos y
geopolíticos4, entre los que destacan los del futuro dictador, autor de
obras como Síntesis Geográfica de Chile, Argentina Bolivia y Perú
(1953)5, Síntesis Geográfica de Chile (las relaciones espaciales,
aspectos geofísicos, geohumanos, geografía política y económica de
Chile) (1955)6, y, de manera especial, el Ensayo Sobre un Estudio
Preliminar de una Geopolítica de Chile (1965) y la ya citada
Geopolítica (1968). La propuesta geopolítica de Pinochet no es
original pues se limita a recopilar, de manera más o menos ordenada,
las ideas de otros autores; incluso recientes acusaciones de plagio
ponen en duda tanto su capacidad científica como su honestidad
intelectual7. Sin embargo, lo que nos interesa destacar aquí es la
importancia que la “ciencia de la geopolítica” llegó a tener, como
veremos, en el diseño de las estrategias de erradicación que la
dictadura militar puso en marcha a partir del golpe de Estado de
1973.
Para ello fue necesaria una adecuación de la vieja Geopolitik
alemana, con su concepción darwinista del estado y sus metáforas
organicistas, que tanta importancia había tenido no solo en la
Alemania de entreguerras, como soporte ideológico y científico del
4
Chrismar Escutii, Julio von (1968), Geopolítica: leyes que se deducen del estudio
de la expansión de los Estados. Santiago, Instituto Geográfico del Ejército.; Buzeta,
Oscar (1978), Chile geopolítico: presente y futuro. Santiago, CISEC.
5
Pinochet, Augusto (1953), Síntesis Geográfica de Chile, Argentina Bolivia y Perú.
Santiago, Instituto Geográfico Militar.
6
Pinochet, Augusto (1955), Síntesis Geográfica de Chile (las relaciones espaciales,
aspectos geofísicos, geohumanos, geografía política y económica de Chile).
Santiago, Instituto Geográfico Militar.
7
Véase Peña, Juan Cristobal (2013), La secreta vida literaria de Augusto Pinochet.
Santiago, Debate.
Tercer Reich8, sino en otros estados fascistas, como la Italia 9 o el
Japón10 del Eje, o como la España franquista11. Tras la Segunda Guerra
Mundial, y la derrota del nazi-fascismo, esta Geopolitik alemana fue
muy criticada12 y, en cierto modo, sustituida por una orientación
diferente, ligada a los intereses imperialistas de Estados Unidos -y a
su política anticomunista- lucha contra la conspiración marxista
mundial13. Sin embargo, en América Latina esta nueva geopolítica
norteamericana, con las obras de Nicholas Spykman (1893-1943)
como manuales de cabecera14, centrada en la supremacía de los
Estados Unidos y en la lucha contra el comunismo pudo llegar a
convivir con ciertos “brotes tardíos” de las teorías geopolíticas de
entreguerras15, cuyas reminiscencias fascistas debieron resultar muy
atractivas a los dictadores del Cono Sur. Todo ello en el marco de la
Doctrina de la Seguridad Nacional16 que, como se sabe, llevó la lucha
contra la amenaza comunista a sus máximas consecuencias,
propiciando golpes de Estado, poniendo en marcha políticas de
8
Cairo, Heriberto (2011), “La Geopolítica como ‘ciencia del Estado’. El mundo del
general Haushofer”. Geopolitica(s). Revista de estudios sobre espacio y poder, 3 (2):
337-345.
9
Massi, Ernesto (1986), “Geopolitica: della teoría originaria ai nouvi orientamenti”.
Bollettino della Società Geografica Italiana, 11: 3-45.
10
Takeuchi, K. (1980), “Geopolitics and geography in Japan reexamined”.
Hitotsubashi Journal of Social Studies, 12: 14-24.
11
Vicens Vives, Jaime (1940), España. Geopolítica del Estado y del Imperio.
Barcelona, Ediciones Yunque. Sobre esta cuestión, véase Carreras i Verdaguer,
Carles (2011), “Jaume Vicens Vives y la geopolítica”. Boletín de la Real Sociedad
Geográfica, 146: 55-70.
12
Para un análisis de dichas críticas y, en general, para una evaluación de las
relaciones entre Geopolítica y Nacionalsocialismo, puede verse Paterson, J.H.
(1987), “German geopolitics ressessed”. Political Geography Quarterly, 6 (2): 107-
114. También Bassin, Mark (1987), “Race contra space: the conflicto between
German Geopolitik and national socialism”. Political Geography Quarterly, 6 (2):
115-134.
13
Tuathail, Gearóid (1996), Critical Geopolitics: The Politics of Writing Global Space,
Londres, Routledge, p. 140.
14
Spykman, Nicholas (1942), America's strategy in world politics, the United States
and the balance of power. N. York, Harcourt, Brace and Co.; Spykman, Nicholas
(1944), The geography of the peace Harcourt, Brace and Co. Véase Fiori, José Luis
(2007), “El geopolítico Nicholas Spykman y América Latina” [en línea]
http://www.sinpermiso.info/textos/index.php?id=1564 (consultado el 30 de
diciembre de 2014).
15
Child, Jack (1979), “Geopolitical thinking in Latin America”. Latin American
Recharch Review, 14: 89-11.; Child, Jack (1985), Geopolitics and conflict in South
America: Quarrels among neighbors. N. York, Preager.
16
Existe una amplia bibliografía al respecto. Una buena síntesis puede encontrarse
en Velásquez Rivera, Édgar de Jesús (2002), “Historia de la Doctrina de la Seguridad
Nacional”. Convergencia. Revista de Ciencias Sociales, 9 (27): 11-39.
exterminio del “enemigo interior” y ejerciendo el más férreo control
de la población con el fin de erradicar, de cortar de raíz, cualquier
elemento individual o colectivo que amenazara el orden instituido.
Ahora bien, aunque todo este proceso está, como acabamos de
ver, suficientemente documentado, la historiografía no parece haber
prestado especial atención a la convivencia entre las nuevas y las
viejas doctrinas geopolíticas. Por esta razón y por lo hasta aquí
expuesto, podemos aventurarnos a plantear como hipótesis de este
trabajo que la fusión entre la geopolítica impuesta desde Estados
Unidos tras la Segunda Guerra Mundial y la de origen prusiano
anterior a la misma, permitió unos desarrollos que difícilmente
pueden entenderse sin tener en cuenta el soporte científico
propiciado por el determinismo positivista decimonónico. Darwinismo
y darwinismo social, determinismo biológico y ciencia positiva, pero
también racismo científico, eugenesia, prevención e higiene social,
aparecen como telón de fondo de una geopolítica cuyas conexiones
con la llamada biopolítica 17 resulta evidente y será uno de los hilos
conductores de este ensayo.
Así, pues, el objetivo del presente trabajo es, como ya se ha
adelantado, analizar hasta qué punto las políticas de erradicación y
segregación urbana llevadas a cabo por la dictadura militar contaron
con un soporte científico que, teniendo su origen en la modernidad
liberal, conectó directamente con una modernidad neoliberal, violenta
y autoritaria, que adaptó proyectos higienistas y eugénicos, diseños
urbanísticos y políticas sociales, con el fin configurar un modelo
específico de control de la población y de regulación social. Con este
17
Fue, precisamente, Rudolf Kjellén el primero en utilizar tanto el término
geopolítica como el de biopolítica. Véase al respecto, Espósito, Roberto (2006),
Bios. Biopolítica y filosofía. Buenos Aires, Amorrortu. Fernández Agis, Domingo
(2008), “¿Qué es la biopolítica?”, Cuadernos del Ateneo (La Laguna), 26: 93-98;
Vázquez, Francisco (2009), La invención del racismo. Nacimiento de la biopolítica
en España. 1600-1940. Madrid, Akal. Sin embargo, es indudable que las líneas
historiográficas y teóricas en torno a la biopolítica se establecen a partir de los
trabajos de Michel Foucault, entre los que destacaremos aquí los cursos que
impartió en el Collège de France a finales de los años setenta, y que no fueron
publicados hasta la primera década del siglo XXI: Foucault, Michel (2004),
Naissance de la Biopolitique. Cours au Collège de France. 1978-1979. Paris,
Gallimard-Seuil. También resulta imprescindible Foucault, Michel (2004), Secutité,
territoire, population. Cours au Collège de France (1977-78). Paris, Gallimard-Seuil.
fin, estudiaremos en primer lugar el discurso teórico de la
geopolítica/biopolítica chilena tomando como hilo conductor la
Geopolítica de Pinochet, para a continuación analizar el desarrollo
concreto de las estrategias y prácticas de segregación y limpieza
social que caracterizaron dichas políticas de erradicación en la ciudad
de Santiago durante la dictadura militar.
Para el análisis de las erradicaciones, se utilizó el trabajo de Miguel
Budnik, investigador periodístico de la Revista “Hoy”, quien en 1986
recopiló una serie de crónicas llamada “ Los Marginados” que
trataban sobre la situación de los pobladores, objetos del “programa
de erradicación” de la dictadura. Basadas en entrevistas, estas
crónicas destacaron distintos tópicos de la vida cotidiana de los
pobladores, sus experiencias en su nuevo hábitat y las dificultades en
el contexto político social en que vivían. Aspectos como: la represión
política; su vida anterior en los campamentos y en las nuevas
viviendas sociales; los sistemas de alimentación y trabajo, salud y
organización social, entre otros.
Es fundamental destacar que la utilización de la investigación de
Budnik como fuente primaria, hace visible la crueldad del programa
neoliberal y cómo este desplazamiento masivo significó una gran
crisis social para los pobladores involucrados.
La Geopolítica de Pinochet
Como ya se ha indicado, la Geopolítica (1968) de Pinochet aparece
como la obra de un profesor de la Academia de Guerra del Ejército,
pero trasciende la mera voluntad docente, en el ámbito militar, para
convertirse en una obra ideológica que pretende justificar
científicamente el expansionismo chileno en el área.
No se trata aquí de analizar en profundidad sus contenidos,
pero sí de destacar los elementos más sobresalientes en función de
nuestros objetivos. En este sentido, lo que más nos interesa enfatizar
es la influencia de autores como Friedrich Ratzel y, de manera
particular, su visión evolucionista y determinista de las relaciones
entre territorio y población18. Un concepto fundamental en el
pensamiento de Ratzel es el de “espacio vital” (Lebensraum),
expresión con claras reminiscencias darwinistas y, en cierto modo,
emparentada con las nociones de lucha por la vida, selección natural,
supervivencia del más apto, etc. Aunque es discutible que la obra de
Ratzel deba situarse en el marco del llamado darwinismo social 19, no
cabe duda que su obra constituyó una justificación política de la
expansión de los estados poderosos a costa de sus vecinos más
pequeños o más débiles20. Para Ratzel los estados no son realidades
estáticas sino que se encuentran en continua evolución, como si
fueran organismos vivos. Como se sabe, primero Rudolf Kjellén 21 y
más tarde Karl Haushofer politizaron las ideas de Ratzel y sentaron
las bases de la geopolítica nazi. El propio Adolf Hitler utilizó la
terminología del Lebensraum para describir la necesidad del Tercer
Reich de encontrar nuevos territorios para expandirse, principalmente
a costa de los pueblos eslavos de Europa del este. A este respecto, tal
como afirmó George Sabine, “el Lebensraum y la teoría racial
combinaban simplemente la forma más burda del imperialismo
explotador (alemán y de dominio de la raza blanca)”22.
Pues bien, Pinochet cita repetidamente a todos estos autores,
esforzándose en sintetizar sus ideas. Es interesante constatar, por
ejemplo, la influencia de Haushofer, para el que el espacio vital no
tiene que coincidir con el territorio delimitado jurídicamente para un
18
Aunque su obra más importante es Ratzel, Friedrich (1897), Politische
Geographie, Munich, Olderburg., tiene interés Ratzel, Friedrich (1896), “Die Gesetze
des räumlichen Wachstums der Staaten”. Petermanns Geographische Mitteilungen,
42: 97-107 [existe una versión en castellano de este trabajo (traducida por M. Díaz)
y publicada en 2011, “Las leyes del crecimiento espacial de los Estados. Una
contribución a la Geografía geo-política”, Geopolitica(s). Revista de Estudios sobre
espacio y poder, 2 (1): 135-156]
19
Cairo (2011), p. 340.
20
Bassin, Mark (1987), “Imperialism and the nation state in Fredrich Ratzel’s
political geography”. Progress in Human Geography, 11 (4): 473-495.
21
Kjellén, Rudolf (1916), Stataen som Lifsform, Estocolmo, Hugo Gebers Förlang.
Sobre este autor, Holdar, Sven (1992), “The ideal state and the power of geography
the life-work of Rudolf Kjellén”. Political Geography, 11 (3): 307-323.
22
Sabine, George H. (1963), Historia de la Teoría Política, México, Fondo de Cultura
Económica, 2ª edición, p. 652.
Estado, sino con la extensión de la cultura y del grupo étnico 23, lo que
es recogido por Pinochet cuando afirma que:
“También el espacio físico puede lograrse por la influencia espiritual,
por el alcance que toman las ideas de un pueblo de mayor cultura en
otros de inferior capacidad. Esta inferioridad muchas veces llega a
subordinar por completo un pueblo a otro hasta llegar a su
subordinación total, significando con ello un aumento de espacio
físico”24.
34
Ruggeri, Andrés (2006). De la teoría geopolítica a la práctica del genocidio. La
doctrina de seguridad nacional y el exterminio indígena en la amazonia brasileña.
CEME, Centros de Estudios Miguel Enriquez.
http://www.archivochile.com/Chile_actual/20_tras_interna/chact_trasintern0036.pdf
(consultado el 20 de diciembre de 2013).
35
Ibidem.
36
Cavalla, Antonio (2001), “Seguridad nacional o seguridad del pueblo”, Estudios
político-militares, 1 (2): 45-73. Tomado de Ruggeri (2006).
37
Tomamos el término de Virilio, Paul; Lotringer, Sylvere (2003). Amanecer
crepuscular. Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica.
subversivos, porque el espacio urbano/social y político debía estar
libre de marginalidad para el mercado, una asepsia territorial que se
tradujo en trasladar a las poblaciones pobres a depósitos en nuevos
territorios, que llamaremos comunas container localizadas en los
extramuros de la ciudad, preparando el terreno para el libre acceso
de las empresas inmobiliarias, herederas naturales de la segregación
social de la ciudad neoliberal y del crecimiento “espontáneo” de la
metrópoli.
Es en esta profilaxis territorial que el discurso higienista
eugenésico es re-actualizado por las autoridades castrenses y civiles,
utilizándolo para justificar el traslado masivo de pobladores y es
funcional en esta nueva geopolítica o biopolítica militar. La
segregación de la miseria obliga a renovar estrategias de mediación
social del espacio público y del privado, donde las disposiciones
sanitarias se enfocarán en las condiciones de marginalidad como
posibles trasmisores de enfermedades, tanto para los mismos sujetos
enfermos en términos fisiológicos o para los que se opongan a la
doctrina neoliberal. La modificación empezará en el mismo corazón
de los pobladores: sus viviendas, su hábitat, su cuerpo, su lazo social.
Itinerario de la Erradicación
38
Rodríguez Alfredo y Rodriguez, Paula (2009) Santiago, una ciudad neoliberal,
Quito, Organización Latinoamericana y del Caribe de Centros Históricos (OLACCHI),
p. 11.
39
Canessa Robert, Julio (1982), Visión geopolítica de la regionalización chilena. Es
tirada a parte de la revista Seguridad Nacional, N° 24. Santiago de Chile, Editores
Academia Superior de Seguridad Nacional, p. 21.
40
Ibid, p.21. La Universidad de Chile fue controlada por la dictadura (delación,
desaparición de profesores progresistas, rectorías y decanatos militares, etc.); el
estamento académico fue silenciado y dirigido por simpatizantes al régimen,
aunque muchos profesores permanecieron fieles a los principios de Estado laico,
que había sido parte de la historia de la Universidad de Chile, y también al
allendismo, que fue mutilado física e intelectualmente por los militares. Acuña
Elena y Montesinos, Sonia (2013) Anales de la Universidad de Chile. Las Huellas de
un acecho. Editorial Tinta Azul, Ediciones de la Universidad de Chile.
económicas de Friedrich Hayek (1899-1992) y Milton Friedman (1912-
2006), aplicadas en la línea académica de esta institución, pieza clave
en el proceso fundacional del modelo neoliberal chileno41.
Las ideas de los tecnócratas neoliberales de privatizar los
recursos naturales se sumaron a estrategias geopolíticas (el control
de espacio), claramente adaptadas a detectar al enemigo interno,
comunista o no, que pusiera en peligro el proceso económico
neoliberal. Así lo explican Alfredo y Paula Rodríguez cuando afirman
que:
“Al interior de cada sector se establecieron unidades menores,
utilizando para esto las unidades vecinales como universo, y
estableciendo en cada una de ellas, canales autoritarios de
vinculación con la población. De esta manera, el universo confuso y
difuso tras el cual estaba el enemigo, se ordenaba y hacía posible
ubicar, detectar, separar y dispersar” 42.
39: 97-106. También Sohr, Raúl (1982), “El triángulo Washington- Buenos Aires-
Pretoria”. Nueva Sociedad, 59: 47-54.
47
Budnik, Miguel (1986), Los Marginados. Santiago, Hoy, p. 98.
mejora no ocurrió en este proceso de erradicación militar, pues más
de 29.000 familias de la Región Metropolitana fueron sacadas de
estas comunas ricas para concentrarse en sectores geográficos
periféricos, que volvieron a constituirse en guetos sociales. Las
comunas receptoras en este marco de erradicación o desplazamiento
fueron las comunas pobres preexistentes y otras creadas para el
proyecto, que a través de supuestos fondos de sus pares potentados,
podrían enfrentar la implementación del asentamiento de miles de
pobladores. La mayoría de estas personas fueron instaladas en el sur
de Santiago, en las comunas de La Granja, Puente Alto y San
Bernardo, tres de las comunas consideradas, hasta el día de hoy,
como nuevas fronteras urbanas, donde la violencia es parte de la
cuestión social contemporánea de la ciudad. Estas tres comunas
recibieron casi el 51 % de la erradicación y los ayuntamientos pobres,
que las dirigían quebraron al no estar preparados para recibir a una
población que llegó a doblar o triplicar su número, y ser incapaces,
por falta de infraestructuras y de capacidad de inversión, de estos
cubrir las demandas en salud y educación principalmente:
“La Pintana, que tenía 79 mil habitantes en 1982, alcanzó a 148 mil
en diciembre de 1984. Ello significó el crecimiento poblacional del 88
por ciento, que posteriormente volvió a incrementarse en forma
importante (…) ¿cuántas escuelas, cuántos policlínicos, cuántos
jardines infantiles más se han construido para esta nueva realidad
habitacional?…”48.
50
Morales, E.; Rojas, S (1986), Relocalización socio-espacial de la pobreza. Política
estatal y presión popular, 1979-1985. Documento de trabajo nº 280. Santiago,
FLACSO.
51
Budnik (1986), p. 100.
52
(Vergara, 1990). Políticas hacia la extrema pobreza en chile. 1973-1988. FLACSO,
Santiago, Chile.
convirtieron en un símbolo de la periferia de la mayoría de las
ciudades chilenas” 53.
53
Hidalgo, Rodrigo (2004), “La vivienda social en Santiago de Chile en la segunda
mitad del siglo XX: Actores y tendencias espaciales”. En De Mattos, Carlos; Ducci,
María Elena; Rodríguez, Alfredo; Yáñez Warner, Gloria (editores), Santiago en la
globalización: ¿Una nueva ciudad? Santiago de Chile, Ediciones SUR, pp. 219-241.
p.228.
54
René Sand, René (1925), “La etiología social, la eugenesia y la higiene social de la
vivienda”. Revista de Beneficencia Pública, 9 (1): pp.39-63., p. 58. Sobre el discurso
y las prácticas higienistas en relación con la vivienda de la clase obrera o de las
clases populares, véase Romero, Luis Alberto (1997), ¿Qué hacer con los pobres?:
élite y sectores populares en Santiago de Chile, 1840-1895. Buenos Aires, Ed.
Sudamericana, en particular el capítulo titulado “Higienismo en Chile. Arrabales,
vivienda y salud” pp. 159-194. La cuestión de la vivienda higiénica fue una
preocupación constante en los procesos de urbanización e industrialización tanto en
Europa como en América. Sobre el particular, puede verse Corbin, Alain (2005), El
perfume o el miasma. El olfato y el imaginario social. Siglos XVIII y XIX. México,
Fondo de Cultura Económica. También Huertas, Rafael (2002), “Vivir y morir en
Madrid. La vivienda como factor determinante del estado de salud de la población
madrileña (1874-1923)”. Asclepio, 54 (2): 253-276.
que Alfons Labisch ha denominado Homus higienycus,55 que sea parte
fundamental del proyecto estatal industrial. Sin embargo, en relación
con la tipología habitacional de la dictadura cabe plantearse una
diferenciación ya que, como estamos viendo, tenía otro objetivo
-aunque la intervención del hábitat sigue siendo fundamental-,
imponer las normas del mercado basadas en la segregación social,
justificando la erradicación por condiciones sanitarias de los más
pobres:
“Dicho así parece un simple cambio de domicilio. Vivido, significa
dejar atrás un promedio de 10 ó 12 años de pesadilla diaria entre
pozos negros, promiscuidad, barriales de invierno y sequías y tierrales
insoportables de verano, hacinamiento, niños enfermos y famélicos,
la imperiosa tentación del alcoholismo para paliar tanta desgracia,
etc.”56
55
Alfons Labisch (1985), Doctors, Workers and the Scientific Coscology of the
Industrial World: the social construction of health and the homo hygienicus. Journal
of the Contemporary History, 20: 599-615. Sobre esta categoría de análisis y sus
aplicaciones a la historia de la medicina y de la salud, puede verse Huertas, Rafael
(2008). Los laboratorios de la norma: Medicina y regulación Social en el Estado
liberal. Barcelona, Octaedro.
56
Diario El Mercurio 17 de Abril de 1983 en ROJAS, Sergio. Políticas de erradicación
y radicación de campamentos. 1982-1984. Discursos, logros y problemas.
Documento de Trabajo. Programa FLACSO, Nº 215. Santiago: Agosto 1984, p.38
57
Diario El Cabildo de Santiago, N° 9. Abril de 1983, pp.8-9
transformaron en una verdadera trampa de deudas para ellos y sus
familias:
“En esta materia el Estado considera cumplida su responsabilidad en
el rubro de vivienda con la instalación de esta llamada caseta
sanitaria, en el marco de un sector con electricidad y alcantarillado,
financiado en un 75 por ciento por el Estado y en un 25 por ciento
que deben pagar los pobladores a través de un crédito que les otorga
para esos efectos” 58
58
Budnik (1986) p.104.
59
Ibid, p. 104.
60
Ibid, p.104
Hay que recordar que el crédito hipotecario consumía un tercio
del sueldo total del jefe del hogar. La situación era aún más precaria
cuando no se entregaban los 18 metros cuadrados construidos y
solamente se entregaba la caseta sanitaria y la cocina, o sea 6
metros cuadrados, que por supuesto significaba una situación
infrahumana para una familia mínima de 5 personas (sumándole
casos de allegados, que eran un porcentaje importante de los
erradicados):
“Sin embargo, estos pobladores aparecen como “privilegiados” en
relación a otros que, al ser erradicados sólo se encuentran con seis
metros construidos, que constituyen el espacio para la instalación de
una cocina y un baño, de una vivienda que, de acuerdo a las actuales
políticas estatales, nunca se levantarán” 61.
Por lo tanto, ese 25% que debían colocar los pobladores para su
higienización, para la construcción de sistemas de alcantarillado y
saneamiento, se convertía en una deuda impagable para ellos. Lo
más cruel y perverso del sistema es que muchas casas recibían apoyo
para construcción de la caseta sanitaria (ideología higiénica), pero
nunca las inmobiliarias privadas se interesaban en construir el resto,
ya que no les convenía por el bajo monto que el Estado entregaba a
estas personas.
“Según algunos estudios, la caseta sanitaria tiene un costo para el
Fisco claramente inferior al aporte estatal que reciben otros sectores
sociales por conceptos de vivienda. Es decir, el subsidio que reciben
los estratos de extrema pobreza es el orden de las 90 UF; en cambio
el subsidio habitacional para la adquisición de vivienda hasta 400 UF
es de 162UF. En el fondo, esto significa que la ayuda estatal es
menor para los que tiene más necesidades y viceversa”. 62
61
Ibid, p. 104.
62
Ibid, p. 105.
convirtiendo el sueño de la casa propia y digna en una pesadilla de
deudas que se diluía bajo el remate de las inmobiliarias que
recuperaban para ellas lo invertido por el Estado y lo poco que
pudieron juntar los pobladores para cubrir sus préstamos. En palabras
de Budnik, la caseta significó:
“La caseta sanitaria en sí, sea dicho, es una forma de la
institucionalización de la pobreza. No pueden aspirar los que reciben
este beneficio a ningún otro tipo de ayuda estatal que les permita
continuar el proceso de construcción de una vivienda digna”. 63
67
Sería importante recordar que a fines del siglo XIX y comienzos del XX, las Juntas
de Beneficencia, asociadas al estado liberal asistencial, actuaban a modo de
administradoras inmobiliarias, disponiendo de las donaciones de caridad para
procurar asistencia a los más necesitados. Por eso, fue fundamental para las
aristocracias civiles y clericales, dominar espacios hospitalarios e instituciones de
caridad para pobres, ya que no solo administraban a estos, sino también a los
bienes raíces que se entregaban a estas industrias o instituciones de administrar la
pobreza. Véase el pionero artículo, publicado en pleno proceso de privatización de
los derechos sociales en el Chile de la dictadura, de Salinas, René (1983), “Salud,
ideología y desarrollo social en Chile. 1830-1950”. Cuadernos de Historia, 3: 99-126.
68
Haramoto, Edwin (1983), “Políticas de vivienda social: experiencia chilena de las
tres últimas décadas”. En MacDonald, Joan (ed.). Vivienda Social. Reflexiones y
experiencias. Santiago, Corporación de Promoción Universitaria. pp. 75-153, p. 141
69
Véase Iglesias, Mónica (2011), Rompiendo el cerco. El movimiento de pobladores
contra la dictadura. Santiago de Chile, Radio Universidad de Chile.
“Sala de estar en el día y dormitorio en la noche (…) Una idea
moderna para solucionar la falta de un dormitorio en casa pequeñas.
Lo normal es que la sala tenga un sofá con dos sillones, pero el uso
de este tipo de muebles es caro, achica el espacio y no soluciona el
problema de falta de camas. Cambiando esta forma tradicional de
amoblar la sala por simples y económicas camas…se obtendrá el
dormitorio que falta durante la noche, y un acogedor ambiente de
reunión para el día… Las camas no deben tener piesera, ni respaldo
sino que simples soportes de colchón. Deben ubicarse pegadas a la
pared para poder apoyar los cojines que darán color a la sala y
comodidad para sentarse…”70
70
Diario El Cabildo de Santiago, N° 1. Agosto de 1982, p. 7
71
Diario El Cabildo de Santiago, N° 1. Agosto de 1982, p. 9
72
DiarioEl Cabildo de Santiago, N° 1. Agosto de 1982, p. 9
dicha, favoreciendo la gubernamentalidad del Estado 73. Dicha
categoría es claramente aplicable a las políticas de segregación que
estamos analizando; en ellas pueden identificarse los “mecanismos
reguladores” o “dispositivos de seguridad” destinados a controlar la
vida, y la forma de vida, de las personas y propiciando, en suma, una
biopolítica de las poblaciones.
Si estas dinámicas caracterizaron, según Foucault, el arranque
de la modernidad liberal, resultan asimismo importantes en la
construcción de un modelo biopolítico neoliberal. En el caso que nos
ocupa, incentivar la segregación y administrar a la población en su
espacio habitacional, con pautas de normativa social impuestas por el
higienismo, la seguridad y el consumo. La “subjetivación de la
norma”74 o, si se prefiere la “conducción de conductas” 75 propició
actitudes y prácticas entre los propios pobladores, que llegaron a
organizarse en juntas de vigilancia al desconfiar de sus iguales que
llegaban de otros lados de la ciudad en estos procesos de
erradicación76. La organización de pobladores se entendió dentro de
un marco de prevención de enfermedades y de conflictos sociales,
negando la crítica política a los contextos que se vivían:
“También se notaron cambios importantes en el comportamiento de
la comunidad. Espontáneamente aparecieron organizaciones
comunitarias: junta de vigilancia, centro de madres, junta de vecinos.
Estas organizaciones realizaron además una activa campaña que
entre otras cosas, cambió el aspecto físico de la población: mayor
limpieza, árboles, jardines, etc.” 77
73
Véase Foucault, Michel (2004), Secutité, territoire, population. Cours au Collège
de France (1977-78). Paris, Gallimard-Seuil. También el comentario que a una de las
versiones en castellano de este texto [Foucault, Michel (2006), Seguridad, territorio,
población. Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica] realiza Álvarez Solis, Ángel
Octavio (2009), “Prolegómenos para una historia de la gubernamentalidad”. Signos
Filosóficos, 10 (19): 207-213.
74
Véase Huertas, Rafael (2008), Los laboratorios de la norma. Medicina y regulación
social en el estado liberal, Barcelona, Octaedro.
75
Véase Castilla, José Luis (1999), Análisis del poder en Michel Foucault. Santa Cruz
de Tenerife, Universidad de la Laguna. También Vázquez, Francisco (2009), La
invención del racismo. Nacimiento de la biopolítica en España. 1600-1940. Madrid,
Akal
76
Una reflexión sobre este tipo de desajustes puede encontrarse en Lemke, Thomas
(2010). “Los riesgos de la seguridad: liberalismo, biopolítica y miedo”. En Lemm,
Vanessa (ed.), Michael Foucault: Neoliberalismo y biopolítica. Santiago de Chile,
Ediciones Universidad Diego Portales, pp. 247-274.
77
Schlesinger et al (1983), p. 235.
Así, se desmembró a la comunidad diversa, la que había
luchado, durante todo el siglo XX, por sus derechos políticos y no
solamente por el acceso económico. Los grupos intervenidos con
discursos de mejoramientos sanitarios y tecnológicos, fueron
concebidos como pilotos de avance social:
“Se observó también un progreso importante en el equipamiento del
hogar. Durante los 20 meses, fueron numerosas las familias que se
esforzaron en adquirir diversos equipos (máquina de coser,
refrigerador, maquina lavadora y/o televisor). Tanto en el grupo con
unidad sanitaria como en el grupo control, se notó igual tendencia. Al
término de la experiencia, más del 90% de las familias tenían uno o
más de estos equipos” 78
78
Ibid, p. 235.
79
Véase Vázquez, Francisco (2005), Tras la autoestima. Variaciones sobre el yo
expresivo en la modernidad tardía. SanSebastián, Gakoa, p. 196.
su “gubernamentalidad”, concepto foucaultiano en el que soberanía,
disciplinas y mecanismos de seguridad, aparecen como los ejes sobre
los que pivota el biopoder y las prácticas biopolíticas. Según hemos
visto, la geopolítica se amplía “hacia dentro” del Estado, hacia las
fronteras internas, hacia sus propios ciudadanos. En el caso chileno, y
de la mano de la geopolítica del dictador Pinochet, se llega a una
biopolítica que tiene elementos peculiares pues la instauración del
modelo económico neoliberal en el marco de una cruel dictadura
militar permite entender la convivencia de una biopolítica totalitaria,
característica de los regímenes nazis o fascistas, y una neoliberal. La
tanatopolítica nazi respondió a una economía minuciosamente
regulada y orientada a la guerra como horizonte político, lo que, para
algunos autores, resultaría incompatible con el liberalismo 80. Sin
embargo, salvando las distancias históricas y con las matizaciones
necesarias, pensamos que ambas formas son biopolítica.
Las políticas de exterminio, las ejecuciones sin juicio, los
desaparecidos, los detenidos, etc., responden a una tanatopolítica,
que forma parte sustancial de la biopolítica (totalitaria) en la que se
asegura la función de la muerte en la economía del (bio)poder; dicho
de otro modo: la muerte de los otros no es sino un reforzamiento
biológico de si-mismo, en tanto que miembro de una raza o nación.
Esos “otros” (enemigos políticos, indígenas, pobres, etc.) suponen un
peligro de contaminación del que es preciso defenderse e
“inmunizarse”81. Pero, como venimos diciendo, esta bio(-
tanato)política convivió, durante la dictadura militar chilena, con un
modelo en el que la libertad de mercado (neo)liberal pasa por un
mínimo intervencionismo económico pero con un máximo
intervencionismo jurídico; es decir, el Estado ya no influiría en la
economía, ni se responsabilizaría de las políticas sociales -entendidas
80
Cayuela, Salvador (2008), “¿Biopolítica o tanatopolítica? Una defensa de la
discontinuidad histórica”. Daimon. Revista de Filosofía, 43: 33-49.
81
Sobre la idea de “cuerpo-nación” en clave biopolítica, véase Espósito, Roberto
(2005), Inmunitas. Protección y negación de la vida. Buenos Aires, Amorrortu. De
este mismo autor, Esposito, Roberto (2009) Comunidad, inmunidad y biopolítica.
Barcelona, Herder.
como áreas de justicia redistributiva-, tal y como ocurría en el Estado
del bienestar, sino que se limitaría a garantizar, lo que no es poca
cosa, la paz social con el fin de crear unas condiciones marco para el
desarrollo de la iniciativa privada. El análisis del proceso de de
erradicación en la ciudad de Santiago durante la dictadura militar nos
ha permitido ilustrar este proceso, así como explorar el soporte
científico que, en buena medida, sustentó las prácticas políticas.