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Geopolítica y ciudad gueto: Erradicaciones

eugenésicas en la Dictadura Militar. Santiago de


Chile 1973 -1990*
César Leyton Robinson
Universidad de Chile

Introducción
En 1968, el entonces coronel del Estado Mayor Chileno y profesor de
la Academia de Guerra del Ejército, Augusto Pinochet Ugarte (1915-
2006) publicó su Geopolítica. Leyes que se deducen el estudio de la
expansión de los Estados1. Se trata de una obra en la que el futuro
dictador intentaba aplicar los principios de la geopolítica de Friedrich
Ratzel (1844-1904) o de Rudolf Kjellén (1864-1922), entre otros, al
contexto chileno en unas condiciones históricas, socio-políticas y
estratégicas bien diferentes a las que generaron las políticas
expansionistas e imperialistas de los estados europeos liberales de
finales del siglo XIX y comienzos del XX.
Este libro de Pinochet se sitúa en el marco de una importante
tradición de estudios geopolíticos en el ejército chileno, introducida
con anterioridad por el geógrafo militar Ramón Cañas Montalva, que
llegó a ser Comandante en jefe de Ejército de Chile entre 1947 y 1949
y que tuvo un destacado protagonismo en las políticas de expansión
territorial chilena hacia la Antártida2. Cañas formuló, además, la
necesidad de recuperar territorios estratégicos, como la Patagonia.
Colonizaciones y luchas geográficas y de conquista del territorio
fuertemente influidas por la Polistiche Geographie (1896) de Friedrich
Ratzel3. La línea de trabajo y de enseñanza iniciada por Ramón Cañas

1
*Este texto fue realizado gracias a las conversaciones con Rafael Huertas, Cristián
Palacios, Marcelo Sánchez, Víctor Neira y el grupo de investigación Lapsos de la
Universidad de Chile.
Pinochet, Augusto (1968), Geopolítica. Santiago, Ed. Andrés Bello.
2
Cañas Montalva, Ramón (1940), “La zona Austral y el futuro de Chile”. Hoy, nº
432, pp. 11-19; Cañas Montalva, Ramón (1941), “Nuestra soberanía hacia el
Antártico”. Hoy, nº 479, pp. 19-20;
3
Santis, Hernan (1998), “El pensamiento geográfico-político de Ratzel en la
geopolítica chilena”. Revista de Geografía Norte Grande, 25: 135-140.
Montalva fue continuada con entusiasmo por oficiales del ejército con
responsabilidades docentes en la Academia de Guerra, donde se
impartieron cursos sobre Geografía y Geopolítica a cargo del general
Gregorio Rodríguez Tascón y del propio Pinochet. Existe, además, una
producción nada desdeñable de textos que demuestran el especial
interés de los militares chilenos por los aspectos geoestratégicos y
geopolíticos4, entre los que destacan los del futuro dictador, autor de
obras como Síntesis Geográfica de Chile, Argentina Bolivia y Perú
(1953)5, Síntesis Geográfica de Chile (las relaciones espaciales,
aspectos geofísicos, geohumanos, geografía política y económica de
Chile) (1955)6, y, de manera especial, el Ensayo Sobre un Estudio
Preliminar de una Geopolítica de Chile (1965) y la ya citada
Geopolítica (1968). La propuesta geopolítica de Pinochet no es
original pues se limita a recopilar, de manera más o menos ordenada,
las ideas de otros autores; incluso recientes acusaciones de plagio
ponen en duda tanto su capacidad científica como su honestidad
intelectual7. Sin embargo, lo que nos interesa destacar aquí es la
importancia que la “ciencia de la geopolítica” llegó a tener, como
veremos, en el diseño de las estrategias de erradicación que la
dictadura militar puso en marcha a partir del golpe de Estado de
1973.
Para ello fue necesaria una adecuación de la vieja Geopolitik
alemana, con su concepción darwinista del estado y sus metáforas
organicistas, que tanta importancia había tenido no solo en la
Alemania de entreguerras, como soporte ideológico y científico del

4
Chrismar Escutii, Julio von (1968), Geopolítica: leyes que se deducen del estudio
de la expansión de los Estados. Santiago, Instituto Geográfico del Ejército.; Buzeta,
Oscar (1978), Chile geopolítico: presente y futuro. Santiago, CISEC.
5
Pinochet, Augusto (1953), Síntesis Geográfica de Chile, Argentina Bolivia y Perú.
Santiago, Instituto Geográfico Militar.
6
Pinochet, Augusto (1955), Síntesis Geográfica de Chile (las relaciones espaciales,
aspectos geofísicos, geohumanos, geografía política y económica de Chile).
Santiago, Instituto Geográfico Militar.
7
Véase Peña, Juan Cristobal (2013), La secreta vida literaria de Augusto Pinochet.
Santiago, Debate.
Tercer Reich8, sino en otros estados fascistas, como la Italia 9 o el
Japón10 del Eje, o como la España franquista11. Tras la Segunda Guerra
Mundial, y la derrota del nazi-fascismo, esta Geopolitik alemana fue
muy criticada12 y, en cierto modo, sustituida por una orientación
diferente, ligada a los intereses imperialistas de Estados Unidos -y a
su política anticomunista- lucha contra la conspiración marxista
mundial13. Sin embargo, en América Latina esta nueva geopolítica
norteamericana, con las obras de Nicholas Spykman (1893-1943)
como manuales de cabecera14, centrada en la supremacía de los
Estados Unidos y en la lucha contra el comunismo pudo llegar a
convivir con ciertos “brotes tardíos” de las teorías geopolíticas de
entreguerras15, cuyas reminiscencias fascistas debieron resultar muy
atractivas a los dictadores del Cono Sur. Todo ello en el marco de la
Doctrina de la Seguridad Nacional16 que, como se sabe, llevó la lucha
contra la amenaza comunista a sus máximas consecuencias,
propiciando golpes de Estado, poniendo en marcha políticas de
8
Cairo, Heriberto (2011), “La Geopolítica como ‘ciencia del Estado’. El mundo del
general Haushofer”. Geopolitica(s). Revista de estudios sobre espacio y poder, 3 (2):
337-345.
9
Massi, Ernesto (1986), “Geopolitica: della teoría originaria ai nouvi orientamenti”.
Bollettino della Società Geografica Italiana, 11: 3-45.
10
Takeuchi, K. (1980), “Geopolitics and geography in Japan reexamined”.
Hitotsubashi Journal of Social Studies, 12: 14-24.
11
Vicens Vives, Jaime (1940), España. Geopolítica del Estado y del Imperio.
Barcelona, Ediciones Yunque. Sobre esta cuestión, véase Carreras i Verdaguer,
Carles (2011), “Jaume Vicens Vives y la geopolítica”. Boletín de la Real Sociedad
Geográfica, 146: 55-70.
12
Para un análisis de dichas críticas y, en general, para una evaluación de las
relaciones entre Geopolítica y Nacionalsocialismo, puede verse Paterson, J.H.
(1987), “German geopolitics ressessed”. Political Geography Quarterly, 6 (2): 107-
114. También Bassin, Mark (1987), “Race contra space: the conflicto between
German Geopolitik and national socialism”. Political Geography Quarterly, 6 (2):
115-134.
13
Tuathail, Gearóid (1996), Critical Geopolitics: The Politics of Writing Global Space,
Londres, Routledge, p. 140.
14
Spykman, Nicholas (1942), America's strategy in world politics, the United States
and the balance of power. N. York, Harcourt, Brace and Co.; Spykman, Nicholas
(1944), The geography of the peace Harcourt, Brace and Co. Véase Fiori, José Luis
(2007), “El geopolítico Nicholas Spykman y América Latina” [en línea]
http://www.sinpermiso.info/textos/index.php?id=1564 (consultado el 30 de
diciembre de 2014).
15
Child, Jack (1979), “Geopolitical thinking in Latin America”. Latin American
Recharch Review, 14: 89-11.; Child, Jack (1985), Geopolitics and conflict in South
America: Quarrels among neighbors. N. York, Preager.
16
Existe una amplia bibliografía al respecto. Una buena síntesis puede encontrarse
en Velásquez Rivera, Édgar de Jesús (2002), “Historia de la Doctrina de la Seguridad
Nacional”. Convergencia. Revista de Ciencias Sociales, 9 (27): 11-39.
exterminio del “enemigo interior” y ejerciendo el más férreo control
de la población con el fin de erradicar, de cortar de raíz, cualquier
elemento individual o colectivo que amenazara el orden instituido.
Ahora bien, aunque todo este proceso está, como acabamos de
ver, suficientemente documentado, la historiografía no parece haber
prestado especial atención a la convivencia entre las nuevas y las
viejas doctrinas geopolíticas. Por esta razón y por lo hasta aquí
expuesto, podemos aventurarnos a plantear como hipótesis de este
trabajo que la fusión entre la geopolítica impuesta desde Estados
Unidos tras la Segunda Guerra Mundial y la de origen prusiano
anterior a la misma, permitió unos desarrollos que difícilmente
pueden entenderse sin tener en cuenta el soporte científico
propiciado por el determinismo positivista decimonónico. Darwinismo
y darwinismo social, determinismo biológico y ciencia positiva, pero
también racismo científico, eugenesia, prevención e higiene social,
aparecen como telón de fondo de una geopolítica cuyas conexiones
con la llamada biopolítica 17 resulta evidente y será uno de los hilos
conductores de este ensayo.
Así, pues, el objetivo del presente trabajo es, como ya se ha
adelantado, analizar hasta qué punto las políticas de erradicación y
segregación urbana llevadas a cabo por la dictadura militar contaron
con un soporte científico que, teniendo su origen en la modernidad
liberal, conectó directamente con una modernidad neoliberal, violenta
y autoritaria, que adaptó proyectos higienistas y eugénicos, diseños
urbanísticos y políticas sociales, con el fin configurar un modelo
específico de control de la población y de regulación social. Con este
17
Fue, precisamente, Rudolf Kjellén el primero en utilizar tanto el término
geopolítica como el de biopolítica. Véase al respecto, Espósito, Roberto (2006),
Bios. Biopolítica y filosofía. Buenos Aires, Amorrortu. Fernández Agis, Domingo
(2008), “¿Qué es la biopolítica?”, Cuadernos del Ateneo (La Laguna), 26: 93-98;
Vázquez, Francisco (2009), La invención del racismo. Nacimiento de la biopolítica
en España. 1600-1940. Madrid, Akal. Sin embargo, es indudable que las líneas
historiográficas y teóricas en torno a la biopolítica se establecen a partir de los
trabajos de Michel Foucault, entre los que destacaremos aquí los cursos que
impartió en el Collège de France a finales de los años setenta, y que no fueron
publicados hasta la primera década del siglo XXI: Foucault, Michel (2004),
Naissance de la Biopolitique. Cours au Collège de France. 1978-1979. Paris,
Gallimard-Seuil. También resulta imprescindible Foucault, Michel (2004), Secutité,
territoire, population. Cours au Collège de France (1977-78). Paris, Gallimard-Seuil.
fin, estudiaremos en primer lugar el discurso teórico de la
geopolítica/biopolítica chilena tomando como hilo conductor la
Geopolítica de Pinochet, para a continuación analizar el desarrollo
concreto de las estrategias y prácticas de segregación y limpieza
social que caracterizaron dichas políticas de erradicación en la ciudad
de Santiago durante la dictadura militar.
Para el análisis de las erradicaciones, se utilizó el trabajo de Miguel
Budnik, investigador periodístico de la Revista “Hoy”, quien en 1986
recopiló una serie de crónicas llamada “ Los Marginados” que
trataban sobre la situación de los pobladores, objetos del “programa
de erradicación” de la dictadura. Basadas en entrevistas, estas
crónicas destacaron distintos tópicos de la vida cotidiana de los
pobladores, sus experiencias en su nuevo hábitat y las dificultades en
el contexto político social en que vivían. Aspectos como: la represión
política; su vida anterior en los campamentos y en las nuevas
viviendas sociales; los sistemas de alimentación y trabajo, salud y
organización social, entre otros.
Es fundamental destacar que la utilización de la investigación de
Budnik como fuente primaria, hace visible la crueldad del programa
neoliberal y cómo este desplazamiento masivo significó una gran
crisis social para los pobladores involucrados.
La Geopolítica de Pinochet
Como ya se ha indicado, la Geopolítica (1968) de Pinochet aparece
como la obra de un profesor de la Academia de Guerra del Ejército,
pero trasciende la mera voluntad docente, en el ámbito militar, para
convertirse en una obra ideológica que pretende justificar
científicamente el expansionismo chileno en el área.
No se trata aquí de analizar en profundidad sus contenidos,
pero sí de destacar los elementos más sobresalientes en función de
nuestros objetivos. En este sentido, lo que más nos interesa enfatizar
es la influencia de autores como Friedrich Ratzel y, de manera
particular, su visión evolucionista y determinista de las relaciones
entre territorio y población18. Un concepto fundamental en el
pensamiento de Ratzel es el de “espacio vital” (Lebensraum),
expresión con claras reminiscencias darwinistas y, en cierto modo,
emparentada con las nociones de lucha por la vida, selección natural,
supervivencia del más apto, etc. Aunque es discutible que la obra de
Ratzel deba situarse en el marco del llamado darwinismo social 19, no
cabe duda que su obra constituyó una justificación política de la
expansión de los estados poderosos a costa de sus vecinos más
pequeños o más débiles20. Para Ratzel los estados no son realidades
estáticas sino que se encuentran en continua evolución, como si
fueran organismos vivos. Como se sabe, primero Rudolf Kjellén 21 y
más tarde Karl Haushofer politizaron las ideas de Ratzel y sentaron
las bases de la geopolítica nazi. El propio Adolf Hitler utilizó la
terminología del Lebensraum para describir la necesidad del Tercer
Reich de encontrar nuevos territorios para expandirse, principalmente
a costa de los pueblos eslavos de Europa del este. A este respecto, tal
como afirmó George Sabine, “el Lebensraum y la teoría racial
combinaban simplemente la forma más burda del imperialismo
explotador (alemán y de dominio de la raza blanca)”22.
Pues bien, Pinochet cita repetidamente a todos estos autores,
esforzándose en sintetizar sus ideas. Es interesante constatar, por
ejemplo, la influencia de Haushofer, para el que el espacio vital no
tiene que coincidir con el territorio delimitado jurídicamente para un

18
Aunque su obra más importante es Ratzel, Friedrich (1897), Politische
Geographie, Munich, Olderburg., tiene interés Ratzel, Friedrich (1896), “Die Gesetze
des räumlichen Wachstums der Staaten”. Petermanns Geographische Mitteilungen,
42: 97-107 [existe una versión en castellano de este trabajo (traducida por M. Díaz)
y publicada en 2011, “Las leyes del crecimiento espacial de los Estados. Una
contribución a la Geografía geo-política”, Geopolitica(s). Revista de Estudios sobre
espacio y poder, 2 (1): 135-156]
19
Cairo (2011), p. 340.
20
Bassin, Mark (1987), “Imperialism and the nation state in Fredrich Ratzel’s
political geography”. Progress in Human Geography, 11 (4): 473-495.
21
Kjellén, Rudolf (1916), Stataen som Lifsform, Estocolmo, Hugo Gebers Förlang.
Sobre este autor, Holdar, Sven (1992), “The ideal state and the power of geography
the life-work of Rudolf Kjellén”. Political Geography, 11 (3): 307-323.
22
Sabine, George H. (1963), Historia de la Teoría Política, México, Fondo de Cultura
Económica, 2ª edición, p. 652.
Estado, sino con la extensión de la cultura y del grupo étnico 23, lo que
es recogido por Pinochet cuando afirma que:
“También el espacio físico puede lograrse por la influencia espiritual,
por el alcance que toman las ideas de un pueblo de mayor cultura en
otros de inferior capacidad. Esta inferioridad muchas veces llega a
subordinar por completo un pueblo a otro hasta llegar a su
subordinación total, significando con ello un aumento de espacio
físico”24.

Pero en la obra de Pinochet puede identificarse también la influencia


del geopolítico británico Halford John Mackinder (1861-1947) y su
teoría del Heartland (teoría de la “región cardial” o “área pivote”),
zona nuclear –que este autor sitúa en Europa del Este- de la máxima
estrategia geopolítica desde la que se controlaría el mundo. Es
famosa la conferencia que Mackinder pronunció ante la Real Sociedad
Geográfica de Londres el 25 de enero de 1904, en la que expone por
primera vez su teoría del área pivote, y que fue publicada en inglés
ese mismo año25, pero resulta especialmente significativo que
Pinochet incorpore este texto en castellano como anexo en su
Geopolítica26. La importancia que el militar chileno otorga a la obra de
Mackinder se hace también evidente en la utilización de la teoría del
Heartland, y en su peculiar traslación al Pacífico Sur, con un diseño
geopolítico en el que incluye a tres continentes (América del Sur,
Oceanía y la Antártida) en el que el núcleo vital (el Heartland) estaría
en el Chile continental27. La supremacía de Chile en el Pacífico Sur es,
sin duda, uno de los ejes fundamentales del discurso de Pinochet.
Destaquemos, finalmente, que el modelo de Mackinder es
utilizado para describir una anatomía del Estado (nunca se renuncia
a la ya comentada visión organicista del mismo) en la que distingue
cinco estructuras morfologicas: 1) Fronteras: Capa envolvente cuya
resistencia está con el grado de potencialidad del núcleo vital. 2)
Hinterland o espacio alimentador del núcleo vital, su crecimiento se
23
Cairo (2011), p. 342.
24
Pinochet, Augusto [1968] (1974). Geopolítica. Santiago, Editorial Andrés Bello, 2ª
edición p. 216.
25
Mackinder, Halold John (1904), “The Geografical Pivot of History”. The Geografical
Journal, 23 (4): 421-437.
26
Pinochet, Augusto [1968] (1974). Geopolítica, pp. 231-249.
27
Ibid, p. 70.
expande hasta las fronteras buscando el espacio vital; 3) Núcleo vital
o Heartland, que es núcleo más poderoso del Estado y el que la da
vida; 4) Comunicaciones, son los nervios que unen las diferentes
zonas entre sí y dentro de ellas; 5) Ciclo Vital del Estado: debe
tenerse en cuanta también los elementos que permiten explicar el
nacimiento, desarrollo y muerte de los estados28.
Sin embargo, donde más claramente puede identificarse el peso
que esta geopolítica organicista y determinista tiene en la obra de
Pinochet es en su propuesta de considerar al estado como una
ameba. La metáfora biologicista llega a su máxima expresión al
considerar el Estado como un organismo vivo que tendría unas
propiedades similares al de dicho protozoo:
“El Estado como un organismo formado por los elementos señalados
[…] adquiere en su composición una constitución semejante a una
Ameba”
[…] “Para la geopolítica, el Estado no es una creación legalista. Por el
contrario, ve en él un organismo vivo, sometido a ciertas leyes y
sujetos a influencias naturales al igual que cualquier otro organismo
animal. Por lo tanto, un Estado experimenta fenómenos de
nacimiento, crecimiento y muerte; se expande, enferma y envejece
como todos los seres”29.

La formulación de este estado-ameba resulta bastante


apropiada para los fines del autor. La ameba, descrita por Johann
Rösel von Rosenhof (1705-1759) a mediados del siglo XVIII 30, ha sido
mostrada tradicionalmente como un ejemplo muy característico de
organismo unicelular: Su forma cambiante; su capacidad para
moverse hacia los nutrientes y de emitir pseudópodos con los que
desplazarse y alimentarse con un cierto componente “depredador”;
sus posibilidades de expandirse y reproducirse y, finalmente, la
función específica de determinados orgánulos, como las vacuolas,
que permiten atrapar sustancias nutritivas, pero también digerirlas y
asimilarlas o destruirlas y eliminarlas desde el interior del citoplasma.
No resulta difícil establecer paralelismos, más o menos
metafóricos, con los Estados en expansión que luchan por su espacio
28
Ibid, p. 30.
29
Ibid, p. 30.
30
Money, Nicholas (2014), The amoeba in the room. Lives of the Microbes. Oxford,
Oxford University Press, p. 195.
vital, se abastecen y crecen a expensas de los organismos más
débiles y controlan y eliminan sus desechos internos. Aplicando el
símil a Chile parece obvio que esta concepción de estado-ameba
permite entender que, como la célula, su forma es también
cambiante o, lo que es lo mismo, sus fronteras no son estables y
pueden ampliarse “fagocitando” y “alimentándose” del territorio
peruano y boliviano31. Y lo mismo ocurrió hacia el sur con la otra
frontera, la que se traspasa con la Ocupación de la Araucania, en
pleno expansionismo liberal y con la finalidad someter e iniciar la
aculturación del pueblo mapuche. La ameba de Pinochet fagocitó
también las tierras mapuches con la fuerza de las armas, con la
represión y desarticulación del movimiento indígena, y de la
legislación, al promulgar el decreto ley de 1978 –Nº 2.568- que
produjo la división y liquidación de las comunidades mapuches32.
En el contexto que estamos considerando, el expolio y la
anexión de los territorios mapuches (Wallmapu) tiene puntos de
contacto con las acciones del gobierno brasileño en los territorios
amazónicos. En Brasil, tan solo dos años antes de la publicación del
libro de Pinochet, apareció la Geopolitica do Brasil33, del general
Golbery do Couto e Silva (1911-1987), también profesor de la Escola
Superior de Guerra y uno de los referente de la Doctrina de la
Seguridad Nacional en su país durante la dictadura militar instaurada
a partir del golpe de Estado de 1964. Se trata de una obra
importante, que recoge influencias intelectuales y políticas muy
similares a las de Pinochet (Kjellen, Raztel, Haushafer, Spykman) y
que plantea, de manera expresa, la necesidad de exterminar a los
31
Los conflictos fronterizos de Chile con sus vecinos del norte vienen, como es
sabido, de larga data. Desde la Guerra del Pacífico en el siglo XIX que enfrentó a
Chile con Perú y Bolivia, hasta las más recientes controversias de límites marítimos
entre Chile y Perú, dichas disputas “geopolíticas” constituyen una constante
histórica. Véase, a modo de ejemplo, Huertas, Mario Andrés (2008), “Una lectura
histórica del diferendo chileno-boliviano y sus implicaciones geopolíticas”. Via Iuris,
5: 41-60.
32
Véase Espinoza, Claudio; Mella, Magaly (2013), “Dictadura militar y y movimiento
mapuche el Chile”. Pacarina del Sur. Revista de pensamiento crítico
latinoamericano [en línea] www.pacarinadelsur.com/dossier-9/815-dictadura-militar-
y-movimiento-mapuche-en-chile (Consultado el 8 de enero de 2015)
33
Couto e Silva, Golbery do (1966), Geopolitica do Brasil. Rio de Janeiro, Ed. José
Olimpyo.
enemigos internos –políticos y sociales- del Estado, así como la
ocupación de las llamadas áreas vacías (zonas de los indígenas
amazónicos) para asegurar los negocios de empresarios locales y de
las trasnacionales norteamericanas34. Como ha explicado Andrés
Ruggeri: “La geopolítica es la teorización de la política-militar de las
necesidades expansivas –de conquistas de materias primas y
mercado- de los monopolios en la fase superior del capitalismo”35.
Así pues, la geopolítica conformó fronteras y espacios vitales,
también en el interior de los Estados, con el fin de desarrollar los
procesos económicos regionales -industrialización, colonización de
mercados o construcción de comunicaciones- diseñados por las élites.
Además, asegurará militarmente un sistema macro regional orgánico
y económico:
“La concepción geopolítica de la necesaria concepción armónica entre
el heartlant y hinterland, los lleva a preocuparse preferentemente…
del desarrollo regional del poder. Se trata de la proposición de planes
de industrialización, colonización, vías y obras y otras políticas
estatales que robustezcan las fronteras, desarrollen hinterland
secundarios con el principal y comuniquen expeditivamente las
zonas de la célula – estado. De ahí se deprende un énfasis particular
en la subdivisión militar y política del territorio, que haga operable la
operación del gobierno, la dislocación de las fuerzas militares y la
densidad demográfica”36.

Los movimientos de colonos en el estado-ameba, no avanzarán


a otros Estados, sino a territorios internos que hay que repoblar y
sanear, para así, instaurar un modelo fundacional en el espacio
urbano. La “endocolonización” 37 de los militares del cono sur no es
síntoma de subdesarrollo o barbarie castrense, sino más bien un
anticipo del modelo de sociedad que se irá imponiendo. La
erradicación, cortar de raíz, fue más allá de los supuestos

34
Ruggeri, Andrés (2006). De la teoría geopolítica a la práctica del genocidio. La
doctrina de seguridad nacional y el exterminio indígena en la amazonia brasileña.
CEME, Centros de Estudios Miguel Enriquez.
http://www.archivochile.com/Chile_actual/20_tras_interna/chact_trasintern0036.pdf
(consultado el 20 de diciembre de 2013).
35
Ibidem.
36
Cavalla, Antonio (2001), “Seguridad nacional o seguridad del pueblo”, Estudios
político-militares, 1 (2): 45-73. Tomado de Ruggeri (2006).
37
Tomamos el término de Virilio, Paul; Lotringer, Sylvere (2003). Amanecer
crepuscular. Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica.
subversivos, porque el espacio urbano/social y político debía estar
libre de marginalidad para el mercado, una asepsia territorial que se
tradujo en trasladar a las poblaciones pobres a depósitos en nuevos
territorios, que llamaremos comunas container localizadas en los
extramuros de la ciudad, preparando el terreno para el libre acceso
de las empresas inmobiliarias, herederas naturales de la segregación
social de la ciudad neoliberal y del crecimiento “espontáneo” de la
metrópoli.
Es en esta profilaxis territorial que el discurso higienista
eugenésico es re-actualizado por las autoridades castrenses y civiles,
utilizándolo para justificar el traslado masivo de pobladores y es
funcional en esta nueva geopolítica o biopolítica militar. La
segregación de la miseria obliga a renovar estrategias de mediación
social del espacio público y del privado, donde las disposiciones
sanitarias se enfocarán en las condiciones de marginalidad como
posibles trasmisores de enfermedades, tanto para los mismos sujetos
enfermos en términos fisiológicos o para los que se opongan a la
doctrina neoliberal. La modificación empezará en el mismo corazón
de los pobladores: sus viviendas, su hábitat, su cuerpo, su lazo social.

Itinerario de la Erradicación

La Dictadura militar a cometió a partir de 1975 una profunda


reforma territorial a nivel nacional con la denominada regionalización,
y otra local, a la cual se le llamó erradicación. Se pretendía una
trasformación del país, con el objetivo de lograr un mejor control
económico para sus reformas neoliberales basadas en monocultivos
agroindustriales, tales como el pino, el eucalipto, salmón, etc. Pero
dicha reordenación territorial obedeció también a un objetivo de
control político, dirigido a las organizaciones sociales y poblacionales
sobrevivientes de tanatopolítica puesta en marcha tras el golpe de
Estado que derrocó a la Unidad Popular, y que seguían en franca
oposición al régimen. Los territorios fueron ocupados militarmente y
las divisiones geográficas fueron organizadas como regiones
militares: “El territorio, las ciudades, fueron divididos en zonas
militares coordinadas a nivel de los municipios”38.
La regionalización es el primer movimiento que se planifica en
este proceso y la participación de Pinochet es fundamental, como lo
manifiesta el militar al mando de varias de estas operaciones, el
Teniente General Julio Canessa, quien alaba el interés del dictador en
intervenir directamente en esta nueva política de administración del
territorio y la población, destacando la importancia de la teoría
geopolítica en la doctrina militar de organización espacial:
“Como además, la geopolítica como una ciencia interdisciplinaria,
constituye junto con las grandes orientaciones de la Estrategia, el
acervo básico de nuestra formación militar, no es mera casualidad
que S.E el presidente de la República y comandante en jefe del
ejército de Chile, fuera el principal gestor e impulsor de este magno
proceso de la Regionalización”39.

Pinochet no administra solamente la muerte, sino también la


vida, la gestión de la población en términos biológicos. Recurre
además a asesores civiles y universitarios:
“… y que su apoyo técnico en esta trascendente realización, fuera
precisamente la Comisión Nacional de Reforma Administrativa, que
es un organismo asesor presidencial, constituido por expertos
profesionales de nuestras fuerzas armadas, conjuntamente con
asesores civiles seleccionados de la Administración y de nuestros
principales centros universitarios” 40.

Es importante subrayar que las principales universidades


chilenas estaban siendo dirigidas por académicos y militares, equipos
de la dictadura. En la Universidad chilena y específicamente en la
Universidad Católica, se habían introducido, por primera vez, las ideas

38
Rodríguez Alfredo y Rodriguez, Paula (2009) Santiago, una ciudad neoliberal,
Quito, Organización Latinoamericana y del Caribe de Centros Históricos (OLACCHI),
p. 11.
39
Canessa Robert, Julio (1982), Visión geopolítica de la regionalización chilena. Es
tirada a parte de la revista Seguridad Nacional, N° 24. Santiago de Chile, Editores
Academia Superior de Seguridad Nacional, p. 21.
40
Ibid, p.21. La Universidad de Chile fue controlada por la dictadura (delación,
desaparición de profesores progresistas, rectorías y decanatos militares, etc.); el
estamento académico fue silenciado y dirigido por simpatizantes al régimen,
aunque muchos profesores permanecieron fieles a los principios de Estado laico,
que había sido parte de la historia de la Universidad de Chile, y también al
allendismo, que fue mutilado física e intelectualmente por los militares. Acuña
Elena y Montesinos, Sonia (2013) Anales de la Universidad de Chile. Las Huellas de
un acecho. Editorial Tinta Azul, Ediciones de la Universidad de Chile.
económicas de Friedrich Hayek (1899-1992) y Milton Friedman (1912-
2006), aplicadas en la línea académica de esta institución, pieza clave
en el proceso fundacional del modelo neoliberal chileno41.
Las ideas de los tecnócratas neoliberales de privatizar los
recursos naturales se sumaron a estrategias geopolíticas (el control
de espacio), claramente adaptadas a detectar al enemigo interno,
comunista o no, que pusiera en peligro el proceso económico
neoliberal. Así lo explican Alfredo y Paula Rodríguez cuando afirman
que:
“Al interior de cada sector se establecieron unidades menores,
utilizando para esto las unidades vecinales como universo, y
estableciendo en cada una de ellas, canales autoritarios de
vinculación con la población. De esta manera, el universo confuso y
difuso tras el cual estaba el enemigo, se ordenaba y hacía posible
ubicar, detectar, separar y dispersar” 42.

La DSN desprendida de la geopolítica, creó los mecanismos


orgánicos para producir el modelo neoliberal, superar las condiciones
geográficas que dificultaban el modelo y la colonización del territorio
para la explotación de sus recursos locales. Tal como lo describe, el
general Canessa:
“…Nadie mejor que nosotros, podía detectar, los graves problemas de
desvinculación geográfica, la presencia de vastos espacios vacíos que
atentaban con la Seguridad Nacional, el desequilibrado desarrollo de
las diversas áreas geográficas de nuestro dilatado y complejo
territorio nacional, y la macrocefalia metropolitana en desmedro de
las importantes zonas geográficas deprimidas y la generación de
cordones de miserias alrededor de los grandes centros urbanos,
donde yacían latentes la delincuencia y la subversión” 43.

Pero, como describe la última parte de la cita, no solamente las


instituciones geopolíticas militares fueron importantes en el control
de las materias primas, sino que también fueron fundamentales en la
41
En 1958 la Universidad Católica y la Universidad de Chicago firman acuerdos en
intercambio académico, naciendo la elite de los chicago boys chilenos (Fontaine,
Bardón, Kast, etc.); y es también en la Universidad Católica que salen los
movimientos de ultraderecha católica simpatizantes del Opus Dei y el franquismo
español, uniéndose neoliberales con ultraconservadores. La figura de Jaime Guzman
es, probablemente, una de las más conocidas en este sentido, al compaginar,
claramente influido por Hayeck, estado autoritario y economía de mercado. Véase,
entre otros, Cristi, Renato (2011), El pensamiento político de Jaime Guzmán. Una
biografía intelectual. Santiago, Lom (2ª edición)
42
Rodríguez Alfredo y Rodriguez, Paula (2009) p.11.
43
Canessa Robert, Julio (1982) p. 21.
eliminación de los opositores al modelo ideológico y económico,
accionando mecanismos de control y de funcionamiento genocida,
asociado al modelo neoliberal en su expansión territorial y de
obtención de capitales. Mecanismos que se aplicarían tanto a la
marginalidad delictual como a los grupos considerados subversivos,
elementos asociales que atentaban contra el régimen y debían ser
eliminados en aras de la Seguridad Nacional, pues atentaban contra
la propiedad o contra los privilegios políticos que monopolizaban las
élites. Un peligro que provenía, casi en su totalidad, de los sectores
más pobres y marginales, radicalizados en una época de crítica
política al capitalismo liberal del siglo XX:
“Con Humberto que trabajábamos en la Posta, se nos informó que
había que desinfectar un lado lateral del campamento en que se
habían colocado unas rejas, esa labor la fuimos a ver y nos
encontramos que había mucha gente, cortado el pelo al cero, que nos
pedían comida, tirándoles poco menos lo poco y nada que teníamos,
mirando como esos seres humanos en la forma desesperada que se
echaban a la boca, los alimentos y pan, nos decían que los traían de
Santiago y habían delincuentes y pobladores de diferentes sectores
de Santiago y alrededores, lamentablemente”.44

A fines de los años 70, comenzó la política de evacuar los


campamentos de la ciudad de Santiago45, hacia zonas nuevas o áreas
habitacionales “adecuadas”. Desde la prensa opositora a la dictadura
de la época se denunció el apartheid social que generó estas
deportaciones46. La revista Hoy creó su propia editorial que sirvió de
44
Entrevista a César Alfonso Leyton Gatica, prisionero del campo de concentración
de Chacabuco, dirigente sindical de la industria nacional de azúcar IANSA, militante
del partido socialista. Así, fueron categorizado los detenidos por el Servicio Nacional
de Detenidos. Testimonio oral de prisionero del campo de concentración de
Chacabuco. Ex ciudad salitrera ubicada en el desierto de Atacama, en el norte de
Chile.
45
A pesar de que estas políticas de desplazamiento de población pobre fueron
aplicadas desde mediados del siglo XIX, ya en la década de 1970, se habían
regulado los espacios, normando la segregación social, al prohibir barrios ricos,
separados de los pobres. Concibiendo además, la vivienda social como un derecho.
A partir de la dictadura, se volvió a alejar a los pobladores pobres del centro
urbano, se homogenizaron las comunas ricas y la vivienda social, que había sido un
motor de luchas sociales, se entendió como un bien de consumo y no un derecho
social. Sobre todo este proceso, puede verse MacDonald, Joan (ed.) (1983),
Vivienda Social. Reflexiones y experiencias. Santiago, Corporación de Promoción
Universitaria.
46
Las similitudes con la política de apartheid en Sudáfrica parecen evidentes.
Además, las relaciones entre el régimen de Pretoria y las dictaduras del Cono Sur
en la década de 1970 ha sido repetidamente apuntadas. Véase Waksman-Schinca,
Daniel (1978), “El eje entre Sudáfrica y el Cono Sur Americano”, Nueva Sociedad,
soporte a monografías y reportajes amplios entre los que destaca el
que en 1986 elaboró el periodista Miguel Budnik titulado Los
marginados. El escrito de Budnik es una crónica de los hechos y nos
acerca a una realidad inhumana sobre la vida de estos erradicados y
su desplazamiento masivo; nos entrega la visión de un observador
crítico contemporáneo en pleno auge del proceso de erradicación y su
trabajo constituye una fuente primordial para seguir los avatares del
mismo.
Los campamentos que habían surgido en las “tomas” de
terrenos baldíos eran producto de la emigración de la ruralidad que
había quedado expulsada en los procesos de urbanización y que
históricamente habían vivido en la ciudad, sumidos en la pobreza
urbana y la marginalidad social. Los campamentos no contaban con
agua, electricidad, ni infraestructuras sanitarias, lo que demostraba la
condición de exclusión social de sus habitantes. Estaban aislados de
todos los derechos que anunciaba una sociedad moderna en sus
códigos de organización comunitaria: salud, educación, trabajo,
vivienda, etc. Budnik describe estos asentamientos originales que no
habían sido incluidos en los procesos de bienestar social del siguiente
modo:
“Estos espacios, muchas veces, son potreros semirurales o rurales de
la periferia de Santiago, donde esos humanos, en la búsqueda de un
terreno donde vivir, no pocas veces han debido desplazar ganado
para constituirse en el mismo lugar en verdaderos ghettos”47.

Muchos de estos campamentos también se ubicaban en las


comunas ricas de Gran Santiago - Santiago, las Condes y Providencia
- que habían quedado atrapados en los procesos de crecimiento de
estas comunas históricamente acaudaladas. Estos bolsones de
pobreza fueron obligados a trasladarse, siendo desplazados por
convoyes de camiones del ejército, hacia comunas pobres con nuevas
instalaciones y soluciones habitacionales, lo que en teoría significaría
un mejoramiento en sus condiciones de vida. Por supuesto, esa

39: 97-106. También Sohr, Raúl (1982), “El triángulo Washington- Buenos Aires-
Pretoria”. Nueva Sociedad, 59: 47-54.
47
Budnik, Miguel (1986), Los Marginados. Santiago, Hoy, p. 98.
mejora no ocurrió en este proceso de erradicación militar, pues más
de 29.000 familias de la Región Metropolitana fueron sacadas de
estas comunas ricas para concentrarse en sectores geográficos
periféricos, que volvieron a constituirse en guetos sociales. Las
comunas receptoras en este marco de erradicación o desplazamiento
fueron las comunas pobres preexistentes y otras creadas para el
proyecto, que a través de supuestos fondos de sus pares potentados,
podrían enfrentar la implementación del asentamiento de miles de
pobladores. La mayoría de estas personas fueron instaladas en el sur
de Santiago, en las comunas de La Granja, Puente Alto y San
Bernardo, tres de las comunas consideradas, hasta el día de hoy,
como nuevas fronteras urbanas, donde la violencia es parte de la
cuestión social contemporánea de la ciudad. Estas tres comunas
recibieron casi el 51 % de la erradicación y los ayuntamientos pobres,
que las dirigían quebraron al no estar preparados para recibir a una
población que llegó a doblar o triplicar su número, y ser incapaces,
por falta de infraestructuras y de capacidad de inversión, de estos
cubrir las demandas en salud y educación principalmente:
“La Pintana, que tenía 79 mil habitantes en 1982, alcanzó a 148 mil
en diciembre de 1984. Ello significó el crecimiento poblacional del 88
por ciento, que posteriormente volvió a incrementarse en forma
importante (…) ¿cuántas escuelas, cuántos policlínicos, cuántos
jardines infantiles más se han construido para esta nueva realidad
habitacional?…”48.

Triplicar la población en el trascurso de 10 años en algunas comunas


como Puente Alto, provocó el sacrificio de estos ayuntamientos, para
favorecer el crecimiento inmobiliario y servicios de comunas ricas, que no
crecieron poblacionalmente entre 1982 y 1992, sino que acumularon
espacio y riqueza en sus municipios (no invirtieron en proyectos de
derechos sociales a los pobres), a costa de estas comunas container, que
cayeron en problemas de marginalidad y hacinamiento por las poblaciones
erradicadas49. Según un informe de FLACSO, la Política Nacional de
Desarrollo Urbano vigente entre 1979 y 1985 provocó en las comunas
48
Ibid., p.99
49
Comunas como Providencia tuvieron un crecimiento negativo (población): - 3.7 %,
mientras que las comunas receptoras crecieron en 125 % (Puente Alto) o 156 %
como la comuna de Pudahuel. Véase Rozas, Germán (2002), Efectos psicosociales,
ciudad y calidad de vida. Revista Intervención Psicosocial, 11 (2): 229-243.
receptoras efectos muy negativos para la población, sobre todo en los
factores organizadores y fundamentales en políticas sociales democráticas,
como la educación y la salud50. Aludiendo a este documento, Budnik explica
que:
“En relación al acceso de servicios básicos y atención hospitalaria,
policlínicos y acceso a establecimientos educacionales, se constatan,
a lo menos, tres situaciones: inexistencia de servicios, dificultades de
acceso en cuanto a distancia y sobresaturación de los servicios
existentes por crecimiento de la población” 51.

A la dictadura le interesaba aplicar el modelo neoliberal y


asumió, a partir de los primeros años, un rol subsidiario,
disminuyendo su papel de productor directo de bienes y servicios.
Con respecto a la política habitacional, se desarrolló un cambio
radical en relación al acceso a la vivienda, puesto que la vivienda
propia ya no se consideraba como un derecho social, sino como un
bien de consumo más a conseguir dentro de los límites impuestos por
el mercado. Se aceleró la privatización de los servicios sociales,
transfiriendo al mercado la responsabilidad en la satisfacción de las
necesidades esenciales de la población 52. En 1975, se promulga la Ley
de Vivienda Social de la dictadura, en la que se anuncia la forma, de
cómo debe constituirse y construirse esta nueva habitación. Un
hábitat levantado bajo el disciplinamiento y la subjetivación de los
valores neoliberales.
En este proceso se experimentó y creó, según la tesis de
Rodrigo Hidalgo, una nueva forma de vivienda, es decir, una nueva
"tipología habitacional” por parte del Estado neoliberal - militar.
“Las soluciones de viviendas entregadas a quienes habían sido objeto
de las erradicaciones instauraron una tipología habitacional que ha
perdurado hasta nuestros días y que constituye el principal diseño
utilizado por los planes de vivienda de los gobiernos de los años
noventa: las llamadas “viviendas sociales básicas”, unifamiliares o en
bloques en altura, cuya superficie construida promedio no supera los
42 metros cuadrados. Estos nuevos patrones habitacionales se

50
Morales, E.; Rojas, S (1986), Relocalización socio-espacial de la pobreza. Política
estatal y presión popular, 1979-1985. Documento de trabajo nº 280. Santiago,
FLACSO.
51
Budnik (1986), p. 100.
52
(Vergara, 1990). Políticas hacia la extrema pobreza en chile. 1973-1988. FLACSO,
Santiago, Chile.
convirtieron en un símbolo de la periferia de la mayoría de las
ciudades chilenas” 53.

Para nuestra reflexión, esta tipología habitacional se conforma


en un programa doctrinario, tal como lo planteaba el higienismo
decimonónico en la modificación del hábitat y los cambios culturales
de la población en términos sanitarios, pero ahora bajo los intereses
del mercado y las políticas de segregación generadas por el Estado
militar y sus herederas, las inmobiliarias. Se buscaba, al igual que a
comienzos del siglo XX, modificar no la biotipología o raza física, sino
las costumbres y las tradiciones culturales de esta población a partir
de un programa normativo del hábitat o vivienda social que introducía
los valores neoliberales. En el primer tercio del siglo XX, se abogaba,
desde la higiene y eugenesia habitacional, por determinadas
reformas urbanísticas:
“El urbanismo creará el cuadro material de la ciudad futura,
organismo colectivo viviente que hará sensible e íntima la solidaridad
cívica. La cuestión de la habitación empieza por la demolición del
tugurio y concluye por la construcción en la piedra y en el espíritu de
la sociedad futura”54.

La tipología habitacional y la construcción del discurso


higienista de los primeros años del siglo XX, significó la búsqueda de
una mano de obra sana para la productividad, un biotipo poblacional,

53
Hidalgo, Rodrigo (2004), “La vivienda social en Santiago de Chile en la segunda
mitad del siglo XX: Actores y tendencias espaciales”. En De Mattos, Carlos; Ducci,
María Elena; Rodríguez, Alfredo; Yáñez Warner, Gloria (editores), Santiago en la
globalización: ¿Una nueva ciudad? Santiago de Chile, Ediciones SUR, pp. 219-241.
p.228.
54
René Sand, René (1925), “La etiología social, la eugenesia y la higiene social de la
vivienda”. Revista de Beneficencia Pública, 9 (1): pp.39-63., p. 58. Sobre el discurso
y las prácticas higienistas en relación con la vivienda de la clase obrera o de las
clases populares, véase Romero, Luis Alberto (1997), ¿Qué hacer con los pobres?:
élite y sectores populares en Santiago de Chile, 1840-1895. Buenos Aires, Ed.
Sudamericana, en particular el capítulo titulado “Higienismo en Chile. Arrabales,
vivienda y salud” pp. 159-194. La cuestión de la vivienda higiénica fue una
preocupación constante en los procesos de urbanización e industrialización tanto en
Europa como en América. Sobre el particular, puede verse Corbin, Alain (2005), El
perfume o el miasma. El olfato y el imaginario social. Siglos XVIII y XIX. México,
Fondo de Cultura Económica. También Huertas, Rafael (2002), “Vivir y morir en
Madrid. La vivienda como factor determinante del estado de salud de la población
madrileña (1874-1923)”. Asclepio, 54 (2): 253-276.
que Alfons Labisch ha denominado Homus higienycus,55 que sea parte
fundamental del proyecto estatal industrial. Sin embargo, en relación
con la tipología habitacional de la dictadura cabe plantearse una
diferenciación ya que, como estamos viendo, tenía otro objetivo
-aunque la intervención del hábitat sigue siendo fundamental-,
imponer las normas del mercado basadas en la segregación social,
justificando la erradicación por condiciones sanitarias de los más
pobres:
“Dicho así parece un simple cambio de domicilio. Vivido, significa
dejar atrás un promedio de 10 ó 12 años de pesadilla diaria entre
pozos negros, promiscuidad, barriales de invierno y sequías y tierrales
insoportables de verano, hacinamiento, niños enfermos y famélicos,
la imperiosa tentación del alcoholismo para paliar tanta desgracia,
etc.”56

Las condiciones de miserias eran verdaderas y la necesidad de


instalar estos servicios básicos era importante para los pobladores
que serían erradicados:
“Me parece un sueño. Llevo siete años viviendo aquí. Por fin sabré lo
que es tener el baño y la cocina dentro de la casa. Lo más importante
es que será mi casa. Al fin podré dejarle a mis hijos un lugar digno
donde vivir”; “Es maravilloso. No sabe la felicidad que sentimos
todos de poder iniciar realmente una nueva vida. Atrás dejamos
inviernos llenos de frío y barro y veranos con problemas por las
enfermedades en los niños”; “Ya no cabe ni un pozo negro más en el
terreno. Son una incomodidad y una inmundicia. “¡El olor que hay en
las tardes!”.57

Esto habría sido una solución real a los problemas


habitacionales que existían, pero esta construcción sanitaria
neoliberal se fundamentó en la privatización de los bienes básicos, de
modo que el sistema de alcantarillado, la luz y el agua actuaran
contra la economía doméstica de los pobladores, trayendo más crisis
a su sobrevivencia, ya que estos factores urbanos básicos se

55
Alfons Labisch (1985), Doctors, Workers and the Scientific Coscology of the
Industrial World: the social construction of health and the homo hygienicus. Journal
of the Contemporary History, 20: 599-615. Sobre esta categoría de análisis y sus
aplicaciones a la historia de la medicina y de la salud, puede verse Huertas, Rafael
(2008). Los laboratorios de la norma: Medicina y regulación Social en el Estado
liberal. Barcelona, Octaedro.
56
Diario El Mercurio 17 de Abril de 1983 en ROJAS, Sergio. Políticas de erradicación
y radicación de campamentos. 1982-1984. Discursos, logros y problemas.
Documento de Trabajo. Programa FLACSO, Nº 215. Santiago: Agosto 1984, p.38
57
Diario El Cabildo de Santiago, N° 9. Abril de 1983, pp.8-9
transformaron en una verdadera trampa de deudas para ellos y sus
familias:
“En esta materia el Estado considera cumplida su responsabilidad en
el rubro de vivienda con la instalación de esta llamada caseta
sanitaria, en el marco de un sector con electricidad y alcantarillado,
financiado en un 75 por ciento por el Estado y en un 25 por ciento
que deben pagar los pobladores a través de un crédito que les otorga
para esos efectos” 58

Miguel Budnik analiza y viene a explicar de qué manera el


sistema de hipoteca habitacional (subsidio estatal) de la Dictadura,
arrastró a los pobladores a una situación desesperada de pérdida de
lo poco que tenían:
“Esta deuda es a doce años. Con un ocho por ciento de interés anual
y que se paga, en el caso de las poblaciones municipales, como
Santiago de Nueva Extremadura (comuna de la Pintana) en Unidades
de Fomento (UF). El precio de compraventa es de 187, 23 UF., de los
cuales los pobladores deben pagar 46,81 UF. En la práctica esto
equivale a una cifra aproximada mensual que un poblador recibe en
el PEM o un quinto de lo que recibe en el POJH” 59.

El desarraigo o desplazamiento de los pobladores significó la


privación de sus trabajos originales, incluso, la conservación de estos
provocó que el sueldo que ganaban se fuera en nuevos ítems de
gastos, como el de transporte para movilizarse a sus lugares de
faena. El pago de la luz y el agua más el propio dividendo
habitacional terminó por consumir rápidamente el poco dinero y las
esperanzas que pudieran restarles. Muchos de ellos terminaron
trabajando en el PEM (Programas de Empleo Mínimo) y el POJH
(Programas Ocupacionales de Jefes de Hogar), ambos eran proyectos
de la dictadura para ocultar la cesantía que había traído entre los más
pobres los ajustes neoliberales de privatización de las empresas
estatales y el término de los beneficios sociales (privatización de las
pensiones y la salud). En palabras de los pobladores citados por esta
publicación: “O no pagar mensualmente el dividendo o,
definitivamente, dejar de comer para pagarlo”60.

58
Budnik (1986) p.104.
59
Ibid, p. 104.
60
Ibid, p.104
Hay que recordar que el crédito hipotecario consumía un tercio
del sueldo total del jefe del hogar. La situación era aún más precaria
cuando no se entregaban los 18 metros cuadrados construidos y
solamente se entregaba la caseta sanitaria y la cocina, o sea 6
metros cuadrados, que por supuesto significaba una situación
infrahumana para una familia mínima de 5 personas (sumándole
casos de allegados, que eran un porcentaje importante de los
erradicados):
“Sin embargo, estos pobladores aparecen como “privilegiados” en
relación a otros que, al ser erradicados sólo se encuentran con seis
metros construidos, que constituyen el espacio para la instalación de
una cocina y un baño, de una vivienda que, de acuerdo a las actuales
políticas estatales, nunca se levantarán” 61.

Por lo tanto, ese 25% que debían colocar los pobladores para su
higienización, para la construcción de sistemas de alcantarillado y
saneamiento, se convertía en una deuda impagable para ellos. Lo
más cruel y perverso del sistema es que muchas casas recibían apoyo
para construcción de la caseta sanitaria (ideología higiénica), pero
nunca las inmobiliarias privadas se interesaban en construir el resto,
ya que no les convenía por el bajo monto que el Estado entregaba a
estas personas.
“Según algunos estudios, la caseta sanitaria tiene un costo para el
Fisco claramente inferior al aporte estatal que reciben otros sectores
sociales por conceptos de vivienda. Es decir, el subsidio que reciben
los estratos de extrema pobreza es el orden de las 90 UF; en cambio
el subsidio habitacional para la adquisición de vivienda hasta 400 UF
es de 162UF. En el fondo, esto significa que la ayuda estatal es
menor para los que tiene más necesidades y viceversa”. 62

El Estado entregaba más subsidios a los menos pobres, porque


aseguraba la construcción de una vivienda a las inmobiliarias
privadas, asegurando negocios con los sectores sociales que pudieran
pagar verdaderamente el crédito hipotecario. La caseta sanitaria
también significaba una doble trampa, ya que, al construirla, la
familia no tenía, según las nuevas leyes, más derecho a subsidios por
tener este elemento básico habitacional sanitario. Así se fue

61
Ibid, p. 104.
62
Ibid, p. 105.
convirtiendo el sueño de la casa propia y digna en una pesadilla de
deudas que se diluía bajo el remate de las inmobiliarias que
recuperaban para ellas lo invertido por el Estado y lo poco que
pudieron juntar los pobladores para cubrir sus préstamos. En palabras
de Budnik, la caseta significó:
“La caseta sanitaria en sí, sea dicho, es una forma de la
institucionalización de la pobreza. No pueden aspirar los que reciben
este beneficio a ningún otro tipo de ayuda estatal que les permita
continuar el proceso de construcción de una vivienda digna”. 63

Estos tipos de préstamos, y las deudas que generaba,


incorporados por la reforma neoliberal, terminaron anclando a las
poblaciones al territorio y condenándolas al gueto, lo que tiene que
haber sido mirado como una forma “civilizada” de mantener lejos a
los sectores populares del desarrollo de los barrios ostentosos y al
margen del mundo cultural.
En general, y desde ámbitos médicos y sanitarios se celebró la
implementación de casetas sanitarias, como un logro del control de
enfermedades que principalmente se asociaban a la contaminación
de alimentos por sistemas precarios de falta de agua:
“Los resultados obtenidos contrariamente a lo señalado en la
literatura (…) parecen demostrar un efecto claramente beneficioso
para el grupo en el cual se realizó la intervención sanitaria (…) la
mejoría del saneamiento ambiental fue substancial, como lo
demuestra la adecuada cantidad de agua consumida por las
personas”64.

Además de sanear los territorios de las comunas ricas de pobres,


homogeneizó la población de ricos para una nueva forma de
convivencia segregada y, por qué no decirlo, eugenésica (áreas de
selección de población exclusiva para los más ricos, siempre
vinculados a los grupos blancos). Las recientes aportaciones que,
desde la sociogenética, ha realizado Carlos Valenzuela introducen
otros elementos sobre los que merece la pena reflexionar y que
vienen a formular que la permanencia de la segregación racial o
63
Ibid, p. 105.
64
Schlesinger, L. ; Monckerberg, F. (1983), La caseta sanitaria: elemento básico de
saneamiento de la vivienda marginal urbana En MacDonald, Joan (ed.), Vivienda
Social. Reflexiones y experiencias. Santiago, Corporación de Promoción
Universitaria, pp. 217-239.
étnica en Chile, la composición genética y sanguínea siguen estando
supeditadas a los grupos históricamente separados: ricos -blancos de
origen europeo- y pobres -mestizos e indígenas-. Se sigue planteando
lo biológico como un índice importante de este ordenamiento social:
“Españoles tenían altas frecuencias de los alelos A y D y una
frecuencia apreciable de los alelos B. Aborígenes chilenos tenían
frecuencias muy bajas o totalmente carecían de estos alelos. Los
españoles mantuvieron los estratos socioeconómicos más altos y el
trabajo manual fue realizado por mestizos o aborígenes. Así, la
declinación sociogenética chilena se explica por la mezcla étnica, la
discriminación socioeconómica y emparejamiento selectivo
socioeconómico. Los resultados muestran que la explicación histórica
y cultural exclusiva de la declinación no es suficiente y un factor
genético, debe añadirse a los anteriores” 65.

Las erradicaciones podrían haber sido un intento de reponer un orden


histórico de las élites, segregación socio-racial que estaba siendo socavada
por los movimientos sociales que habían avanzado en sus derechos por todo
el siglo XX y que, de alguna forma, el neoliberalismo vino a restaurar:

“En Chile ha sido propuesto un Marco de Referencia Sociogenético


para estudios en Salud Pública. El fundamento de dicho marco es la
demostración que el porcentaje de mezcla aborigen es casi
inexistente en estratos socioeconómicos altos, y surge e incrementa
en una gradiente hasta llegar a ser casi el 50% en los estratos bajos.
Los estratos sociogenéticos son: alto (5%), de población sin
componente amerindio, un estrato medio (20%) con 20% de mezcla
amerindia, y un estrato bajo (75%) con 35% a 40% de mezcla
amerindia. Las implicancias de las diferencias sociogenéticas
condicionarían las estructuras antropométricas, de inmunidad,
morbilidad y mortalidad, que sumadas a las diferencias ambientales
y socioculturales conllevan a desarrollar inequidades sociales” 66. .

En estos artículos encontramos, desde el punto de vista


genético, que las clases altas en nuestro país no se han mezclado
con las clases bajas. Acaso es absurdo pensar en una modernidad
neoliberal vinculada a la ¿segregación?, ¿neocolonialismo?,
¿apartheid? o ¿eugenesia moderna?
En este proceso de erradicación, y de anclaje de las deudas
habitacionales, se concilió histórica segregación social-racial con un
65
Valenzuela, Carlos (1988), “On sociogenetic Clines”. Ethology and Sociobiology, 9
(5): 259-268, p. 259.
66
Venegas, Jairo, Villalón, Marcelo; Valenzuela, Carlos (2008), “Consideraciones
acerca del uso de la variable etnia/raza en investigación epidemiológica para la
Salud Pública: A propósito de investigaciones en inequidades”. Revista Médica de
Chile, 136: 637-644, p. 639. Véase también Valenzuela, Carlos (1984), “Marco de
Referencia Sociogenético para estudios en Salud Pública en Chile”. Revista Chilena
de Pediatría, 55: 123-127.
intento de integración, a través del consumo, de los grupos en
extrema pobreza, donde la construcción de la vivienda social
neoliberal modificó la idea de que la vivienda era un derecho, sino
algo que había que ganarse mediante la competencia individual, el
trabajo y el consumo supeditado al mercado inmobiliario 67; así, “ La
vivienda es un derecho que se adquiere con el esfuerzo y ahorro.
Familia y Estado comparten su cuota de responsabilidad (…) el
término derecho es reemplazado por el de bien”68.
Atrás quedaban las luchas de los movimientos sociales que
habían conquistado estos derechos69, y el pobre se convertía en un
consumidor, ni siquiera de productos, sino de deudas habitacionales
y de servicios. La tipología de vivienda social elaboraba un programa
perverso sobre cómo organizar el espacio para estas familias,
instruyéndolos con ideas prácticas de cómo vivir en estos diminutos
espacios guetos. La idea es convencer a las familias de que se puede
coexistir en una pequeña dimensión, donde logren compartir sus
necesidades vitales. Dividir el espacio central en comedor y sala de
estar (living room) para habitarlo durante durante el día y convertir
ese espacio, durante la noche, en el dormitorio de todos los
integrantes del hogar (loft). La crueldad con que se concibieron estas
dimensiones del modelo habitacional se refleja en la publicación de la
revista oficial del Municipio de Santiago, que enseñaba con infografía
cómo debería distribuirse el espacio habitacional. El Cabildo
entregaba las siguientes instrucciones:

67
Sería importante recordar que a fines del siglo XIX y comienzos del XX, las Juntas
de Beneficencia, asociadas al estado liberal asistencial, actuaban a modo de
administradoras inmobiliarias, disponiendo de las donaciones de caridad para
procurar asistencia a los más necesitados. Por eso, fue fundamental para las
aristocracias civiles y clericales, dominar espacios hospitalarios e instituciones de
caridad para pobres, ya que no solo administraban a estos, sino también a los
bienes raíces que se entregaban a estas industrias o instituciones de administrar la
pobreza. Véase el pionero artículo, publicado en pleno proceso de privatización de
los derechos sociales en el Chile de la dictadura, de Salinas, René (1983), “Salud,
ideología y desarrollo social en Chile. 1830-1950”. Cuadernos de Historia, 3: 99-126.
68
Haramoto, Edwin (1983), “Políticas de vivienda social: experiencia chilena de las
tres últimas décadas”. En MacDonald, Joan (ed.). Vivienda Social. Reflexiones y
experiencias. Santiago, Corporación de Promoción Universitaria. pp. 75-153, p. 141
69
Véase Iglesias, Mónica (2011), Rompiendo el cerco. El movimiento de pobladores
contra la dictadura. Santiago de Chile, Radio Universidad de Chile.
“Sala de estar en el día y dormitorio en la noche (…) Una idea
moderna para solucionar la falta de un dormitorio en casa pequeñas.
Lo normal es que la sala tenga un sofá con dos sillones, pero el uso
de este tipo de muebles es caro, achica el espacio y no soluciona el
problema de falta de camas. Cambiando esta forma tradicional de
amoblar la sala por simples y económicas camas…se obtendrá el
dormitorio que falta durante la noche, y un acogedor ambiente de
reunión para el día… Las camas no deben tener piesera, ni respaldo
sino que simples soportes de colchón. Deben ubicarse pegadas a la
pared para poder apoyar los cojines que darán color a la sala y
comodidad para sentarse…”70

La falta de espacio era el gran inconveniente para las familias


erradicadas, de los 40 m2 que se proyectaban para las viviendas,
muchas veces no superaba los 18 m2, lo que llevó a constituir este
lenguaje tecnocrático, indolente y cínico de los asesores del proyecto
frente a las necesidades de los pobladores. A los linvig room se
sumaron los modelos de camas-camarotes para ahorrar espacio,
cuatro cajones para cumplir la función de closet (cajones de
manzanas). “Una casa ordenada es una familia feliz” 71, según las
instrucciones de este diario municipal, dirigidas a que los habitantes
aceptaran de manera acrítica su destino y su “espacio vital”:
“No existe disculpa ni justificación para el desorden y la
preocupación, porque EL ORDEN no cuesta plata sino ingenio y un
poco de habilidad manual. Una casa ordenada, donde cada objeto se
le ha hecho un lugar para ser guardado produce felicidad y agranda el
aspecto interior, a pesar de los pocos metros de construcción…Porque
los niños van a preferir jugar en su casa a vagar en la calle, ya que el
orden les permite tener más espacio” 72.

Conclusiones: tecnologías de seguridad y biopolítica neoliberal


Individualismo, autorresponsabilidad, subjetivación de la norma,
serán elementos fundamentales para llegar a un buen orden social,
aceptado acríticamente por la población. Las tecnologías de
seguridad, tal como las definió Michel Foucault, pretenden la
regulación de esa población y de su forma de vida y se situarían en la
encrucijada entre la microfísica del poder y la biopolítica propiamente

70
Diario El Cabildo de Santiago, N° 1. Agosto de 1982, p. 7
71
Diario El Cabildo de Santiago, N° 1. Agosto de 1982, p. 9
72
DiarioEl Cabildo de Santiago, N° 1. Agosto de 1982, p. 9
dicha, favoreciendo la gubernamentalidad del Estado 73. Dicha
categoría es claramente aplicable a las políticas de segregación que
estamos analizando; en ellas pueden identificarse los “mecanismos
reguladores” o “dispositivos de seguridad” destinados a controlar la
vida, y la forma de vida, de las personas y propiciando, en suma, una
biopolítica de las poblaciones.
Si estas dinámicas caracterizaron, según Foucault, el arranque
de la modernidad liberal, resultan asimismo importantes en la
construcción de un modelo biopolítico neoliberal. En el caso que nos
ocupa, incentivar la segregación y administrar a la población en su
espacio habitacional, con pautas de normativa social impuestas por el
higienismo, la seguridad y el consumo. La “subjetivación de la
norma”74 o, si se prefiere la “conducción de conductas” 75 propició
actitudes y prácticas entre los propios pobladores, que llegaron a
organizarse en juntas de vigilancia al desconfiar de sus iguales que
llegaban de otros lados de la ciudad en estos procesos de
erradicación76. La organización de pobladores se entendió dentro de
un marco de prevención de enfermedades y de conflictos sociales,
negando la crítica política a los contextos que se vivían:
“También se notaron cambios importantes en el comportamiento de
la comunidad. Espontáneamente aparecieron organizaciones
comunitarias: junta de vigilancia, centro de madres, junta de vecinos.
Estas organizaciones realizaron además una activa campaña que
entre otras cosas, cambió el aspecto físico de la población: mayor
limpieza, árboles, jardines, etc.” 77

73
Véase Foucault, Michel (2004), Secutité, territoire, population. Cours au Collège
de France (1977-78). Paris, Gallimard-Seuil. También el comentario que a una de las
versiones en castellano de este texto [Foucault, Michel (2006), Seguridad, territorio,
población. Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica] realiza Álvarez Solis, Ángel
Octavio (2009), “Prolegómenos para una historia de la gubernamentalidad”. Signos
Filosóficos, 10 (19): 207-213.
74
Véase Huertas, Rafael (2008), Los laboratorios de la norma. Medicina y regulación
social en el estado liberal, Barcelona, Octaedro.
75
Véase Castilla, José Luis (1999), Análisis del poder en Michel Foucault. Santa Cruz
de Tenerife, Universidad de la Laguna. También Vázquez, Francisco (2009), La
invención del racismo. Nacimiento de la biopolítica en España. 1600-1940. Madrid,
Akal
76
Una reflexión sobre este tipo de desajustes puede encontrarse en Lemke, Thomas
(2010). “Los riesgos de la seguridad: liberalismo, biopolítica y miedo”. En Lemm,
Vanessa (ed.), Michael Foucault: Neoliberalismo y biopolítica. Santiago de Chile,
Ediciones Universidad Diego Portales, pp. 247-274.
77
Schlesinger et al (1983), p. 235.
Así, se desmembró a la comunidad diversa, la que había
luchado, durante todo el siglo XX, por sus derechos políticos y no
solamente por el acceso económico. Los grupos intervenidos con
discursos de mejoramientos sanitarios y tecnológicos, fueron
concebidos como pilotos de avance social:
“Se observó también un progreso importante en el equipamiento del
hogar. Durante los 20 meses, fueron numerosas las familias que se
esforzaron en adquirir diversos equipos (máquina de coser,
refrigerador, maquina lavadora y/o televisor). Tanto en el grupo con
unidad sanitaria como en el grupo control, se notó igual tendencia. Al
término de la experiencia, más del 90% de las familias tenían uno o
más de estos equipos” 78

La industria de la felicidad y la seguridad, a través del lenguaje


del consumo, se consideró como la única vía de ascenso social y
bienestar. La sociedad ya no se presentaba como una fuente de
necesidades (vivienda, empleo, salud, educación, vejez, etc.) por
cubrir sino como un potencial de energías, de actividad por suscitar.
Para ello, como ya hemos adelantado y queda patente en las fuentes
analizadas, el individuo debía responsabilizarse de su propia
existencia, debía “fabricarse” a sí mismo mediante el automoldeado
de sus propias capacidades y hábitos para poder alcanzar una vida de
calidad”79, por más que tal pretensión, como también hemos visto se
convirtiera en un objetivo falaz e imposible de conseguir.
En definitiva, la intervención preventiva sobre el espacio y la
población, mediante el ordenamiento geopolítico del territorio urbano
fue uno de los grandes soportes del modelo biopolítico neoliberal, en
una ciudad como Santiago de Chile, donde el miedo reinaba y donde
la Doctrina de Seguridad Nacional era el principio político fundacional.
Dualidad que se manifiesta y administra, hasta el día de hoy (Paz
Ciudadana y la ley antiterrorista, se podrían entender como la
extensión de la DSN en democracia).
Nuestro estudio de caso pone en evidencia la faceta “interna” de
la geopolítica, en conexión directa con la problemática del Estado y

78
Ibid, p. 235.
79
Véase Vázquez, Francisco (2005), Tras la autoestima. Variaciones sobre el yo
expresivo en la modernidad tardía. SanSebastián, Gakoa, p. 196.
su “gubernamentalidad”, concepto foucaultiano en el que soberanía,
disciplinas y mecanismos de seguridad, aparecen como los ejes sobre
los que pivota el biopoder y las prácticas biopolíticas. Según hemos
visto, la geopolítica se amplía “hacia dentro” del Estado, hacia las
fronteras internas, hacia sus propios ciudadanos. En el caso chileno, y
de la mano de la geopolítica del dictador Pinochet, se llega a una
biopolítica que tiene elementos peculiares pues la instauración del
modelo económico neoliberal en el marco de una cruel dictadura
militar permite entender la convivencia de una biopolítica totalitaria,
característica de los regímenes nazis o fascistas, y una neoliberal. La
tanatopolítica nazi respondió a una economía minuciosamente
regulada y orientada a la guerra como horizonte político, lo que, para
algunos autores, resultaría incompatible con el liberalismo 80. Sin
embargo, salvando las distancias históricas y con las matizaciones
necesarias, pensamos que ambas formas son biopolítica.
Las políticas de exterminio, las ejecuciones sin juicio, los
desaparecidos, los detenidos, etc., responden a una tanatopolítica,
que forma parte sustancial de la biopolítica (totalitaria) en la que se
asegura la función de la muerte en la economía del (bio)poder; dicho
de otro modo: la muerte de los otros no es sino un reforzamiento
biológico de si-mismo, en tanto que miembro de una raza o nación.
Esos “otros” (enemigos políticos, indígenas, pobres, etc.) suponen un
peligro de contaminación del que es preciso defenderse e
“inmunizarse”81. Pero, como venimos diciendo, esta bio(-
tanato)política convivió, durante la dictadura militar chilena, con un
modelo en el que la libertad de mercado (neo)liberal pasa por un
mínimo intervencionismo económico pero con un máximo
intervencionismo jurídico; es decir, el Estado ya no influiría en la
economía, ni se responsabilizaría de las políticas sociales -entendidas

80
Cayuela, Salvador (2008), “¿Biopolítica o tanatopolítica? Una defensa de la
discontinuidad histórica”. Daimon. Revista de Filosofía, 43: 33-49.
81
Sobre la idea de “cuerpo-nación” en clave biopolítica, véase Espósito, Roberto
(2005), Inmunitas. Protección y negación de la vida. Buenos Aires, Amorrortu. De
este mismo autor, Esposito, Roberto (2009) Comunidad, inmunidad y biopolítica.
Barcelona, Herder.
como áreas de justicia redistributiva-, tal y como ocurría en el Estado
del bienestar, sino que se limitaría a garantizar, lo que no es poca
cosa, la paz social con el fin de crear unas condiciones marco para el
desarrollo de la iniciativa privada. El análisis del proceso de de
erradicación en la ciudad de Santiago durante la dictadura militar nos
ha permitido ilustrar este proceso, así como explorar el soporte
científico que, en buena medida, sustentó las prácticas políticas.

Artículo publicado en: Leyton, César; Palacios, Cristián;


Sánchez Marcelo (eds.) (2015). Bulevar de los pobres.
Santiago: Ocho Libros Editores.

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