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FIBROMIALGIA: EL CUERPO ERÓGENO.

“...al que le duele su dolor, le dolerá sin descanso.


Y el que teme la muerte, la llevara sobre sus hombros..”F. G. Lorca.

“El dolor surge cuando un estímulo sobrepasa los medios de protección y pasa
a funcionar como un impulso pulsional continuo contra los cuales son
impotentes los actos musculares que sustraen al estimulo del lugar sobre el
cual él mismo recae” Así inaugura Freud un capitulo de su libro Inhibición,
síntoma y angustia.
El dolor se refiere efectivamente, a ese afecto contrario, del “placer”, llamado
“displacer(goce) y toca de este modo la pulsion, pero también la vivencia de la
enfermedad orgánica. El dolor le permite al sujeto tomar contacto con aquello
que llamamos propiocepcion o “sentimiento de sí” en tanto permite captar a
través de; cuerpo propio, sufriente, una relación con el objeto signada por la
pérdida del Otro.
La enfermedad proporcionaría al sujeto, un conocimiento de partes de su
cuerpo, que de otra manera pasarían inadvertidas, por ejemplo: por afecciones
dolorosas, se adquiere un nuevo conocimiento de los propios órganos, que es
tal vez prototípica, de la forma en que se llega a la representación del cuerpo
propio, en general. ( Freud, El Yo y el Ello)
Pero el dolor también muestra ser un lenguaje superyoico. Dice el poeta: “el
hombre tiene lugares, de su pobre corazón, que aun no existen, y en los que
entra el dolor, para que sean.”

Podemos entonces inferir que existe un sujeto en relación a su dolor, como lo


está en relación a su placer, y he aquí el lugar donde se va a jugar toda la
economía psíquica.

Precisamente, en ese punto del “dolor, al cual también llamaremos “goce”, el


dolor asume su dimensión de pasión, dolor físico y moral, dolor al fin, son
para el sujeto, indiscernibles.
Si el dolor, literalmente “se vive” la idea misma de dolor nos conduce a la
primera experiencia del aparato psíquico frente al mundo exterior, un
psiquismo incipiente, un primer origen, en el cual placer y dolor van a dejar su
impronta en el inconsciente, y a partir de allí, serán inseparables del objeto,
frente al cual el sujeto desplegará toda su dramática, es decir, su vida.
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La unión con el objeto, inicialmente montada sobre una necesidad, el hambre,


dará apertura a vivencias de placer, y la separación del objeto, montada sobre
un incremento de estímulos tal, vivida como displacer, hará que el
inconsciente se aparte, o se “duela”es decir, padezca en esa relación. Pero
desde el vamos, un goce lo llevará por estos derroteros donde, en el mismo
cuerpo donde se inscribe el placer, y tenemos allí toda la erogenizacion del
cuerpo, en sus zonas de borde, también allí, ese cuerpo gozará, y decimos
cuerpo, decimos inconsciente, registro inconsciente de goce, porque ya no
podremos separar cuerpo, goce, de psiquismo en tanto se trata de un cuerpo
humano.

Si hay un Principio de Placer, rector del funcionamiento psíquico


inconsciente, el dolor no puede ser sino una objeción interna a la economía del
placer. El dolor es propiamente físico, dado que algo debe sucederle al cuerpo
para que se instale displacer, de la misma manera, decimos que se instala el
dolor moral, que alude a una especie de dolor del ser mismo, si es posible
decirlo así: el dolor físico donde “eso lastima”en el dolor moral, se traduce
como “un dolor inherente al mismo existir..
Hablar de dolor, moral, en su sentido eminentemente psíquico, o de
sufrimiento corporal, en ambos casos nos tenemos que referir a un “sujeto del
dolor”, en tanto ese sentimiento sufriente da cuenta de una falla en la
metaforizacion: todo dolor va a invadir un campo, que puede permanecer en el
ámbito psíquico, como es el caso de la Melancolía. O puede también pasar al
cuerpo, apoderase del cuerpo. El caso que hoy nos ocupa: la Fibromialgia.

Aun si la lesión no es visible, o no es comprobable en el espacio corporal,


donde “hay dolor, hay que buscar la herida”. Desde aquí desprendemos la
herida siempre abierta y sangrante, de existir, de la cual da muestras de sobra
el hipocondríaco.

No hay dolor sin displacer ni desagrado, (subjetivo. Y más allá del dolor,
como suceso vivido y sufrido, se abren sus modalidades reflexivas que van
desde la pesadumbre hasta la tristeza. “Tener pesadumbre o tener tristeza, ya
estamos en el registro del “dolor moral”.

Pero que ocurre con este cuerpo que envía sensaciones dolientes, o que él
mismo, mas que cuerpos erógenos, preparado para el placer, es cuerpo
sufriente, cuerpo entregado al dolor.
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El dolor, en esta polaridad de inscripción desde el masoquismo erógeno, seria


también un registro de cuerpo, donde, mas que existir desde el placer de las
zonas erógenas, y gozar con ese goce acotado a estas; es un cuerpo recortado
por el dolor, un cuerpo que existe, que da sus señales de vida, por a través del
placer, sino del dolor.

Placer en el dolor es la mezcla pulsional que inaugura el masoquismo erógeno,


como: placer en recibir dolor. Dice Freud: “la excitación sexual se genera
como efecto colateral a raíz de una gran serie de procesos internos, para lo
cual basta que la intensidad de estos rebase ciertos limites cuantitativos. En el
organismo no ocurre nada de cierta importancia que no ceda sus componentes
a la excitación de la pulsion sexual, según esto, también la excitación de dolor
y la de displacer tendrían esta consecuencia., dando lugar a una
superestructura psíquica, el masoquismo erógeno”.

Cuando se goza con dolor, no es con el propio dolor con lo que se goza, sino
con la excitación sexual concomitante.

Pareciera que la tarea de la libido, sería la de volver inocua a la pulsión de


destrucción, desviándola hacia objetos del mundo exterior, una parte es puesta
al servicio de la función sexual, (sadismo) pero otra parte permanece en el
organismo y allí es ligado libidinalmente, con ayuda del masoquismo erógeno,
el placer en el dolor.

En el ser vivo la libido se enfrenta a la pulsión de destrucción o de muerte que


impera dentro de él,, queriendo desagregarlo y llevar a cada uno de los
organismos elementales a lo inorgánico. La tarea de la libido es volver inocua
esta pulsión destructora, la desvía hacia fuera, con ayuda de la musculatura,
dirigiéndola hacia los objetos del mundo exterior, recibe entonces el nombre
de “pulsion de destrucción”.
La historia de la humanidad nos enseña que la crueldad y la pulsion sexual se
ligan estrechamente, según algunos autores, esta agresión que va mezclada
con las pulsiones sexuales es en verdad un resto de apetitos cabalísticos;
también se ha sostenido que el dolor contiene en sí y por sí, la posibilidad de
una sensación placentera.

Un sector de esta pulsión es puesto directamente al servicio de la función


sexual, es la voluntad de poder o pulsión de apoderamiento del objeto. . Es el
sadismo propiamente dicho. Pero, en el interior del aparato, permanece como
reducto, un resto, un residuo dice Freud, del genuino masoquismo erógeno,
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que por una parte ha devenido un componente de la libido, pero por otro, sigue
teniendo como objeto al ser propio. Así, el masoquismo sería como un testigo
y un residuo de aquella fase de formación en que aconteció la liga, tan
importante por la vida, de Eros y Tánatos.”.

La designación de “masoquismo”, abarca todas las actitudes pasivas hacia la


vida, la más extrema de las cuales es el condicionamiento de la satisfacción al
hecho de padecer un dolor físico o anímico provocado por el objeto sexual. .

Lacan, en el Seminario 11, hablando de los pares pulsionales: Voyeurismo/


Exhibicionismo; Sadismo / Masoquismo, en relación a la perversión, dice
que en el exhibicionismo, el blanco del sujeto es lo que se realiza en el otro.
En el masoquismo, de lo que se trata es de una verdadera violencia que ejerce
el sujeto sobre sí mismo, en aras de un dominio, así, solo quiere captar,
designar al cuerpo propio como punto de partida, y el final de la pulsion.
El goce no puede ser atribuido ni puesto en ningún sujeto, es algo que señala
el limite impuesto por el principio del placer. El goce no tiene sujeto, es
acéfalo como la pulsion, a diferencia del deseo que, como tal, se inscribe en la
dialéctica del sujeto en relación al significante.
El goce masoquista no reside tanto en el hecho de soportar tal o cual dolor
corporal, sino en ese lugar de objeto en el cual queda colocado en relación al
fantasma primordial; la frase de “Pegan a un niño”. allí se hace puro objeto.

Lo que ocurre con el enfermo psicosomático, pensado desde este lugar de


goce masoquista, el cuerpo, en lugar de constituirse cuerpo libidinal, queda
investido como puro goce, es decir, una pulsion que saliendo de su fuente, al
no investir objeto por una falla en el mecanismo de la identificación, en el
Estadio del Espejo, retorna al cuerpo, sin transformación, marcando la zona
de la cual salió, coinciden fuente y fin de la pulsion, como zona oscura de
goce, sin sujeto, pura pulsion mortificando al cuerpo.

Consideramos al dolor físico como una manifestación orgánica, fenómeno


psicosomático, síntoma histérico, o hipocondríaco, pero algunos sujetos se nos
presentan como verdaderos melancólicos.
El sujeto hablara de su cuerpo doliente porque no conoce otra manera de
hablar de sí mismo, de sus cosas.
Toda su vida gira en torno a “su dolor” que no es otra cosa que su goce,
prisionero al fin de una relación autoerotica, primera, con su cuerpo, éste sería
el escenario a través del cual el sujeto escenifica su historia, su vida.
Es el cuerpo que habita, y que padece, lo aísla, lo condena.
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Las causas de dolor son independientes de las repercusiones del dolor. Así,
por ejemplo, ante esta misma afección que nos ocupa, algunos pacientes
padecen de la enfermedad como crónica y muy invalidante.
Hay otros, que no se presentan como minusválidos, toleran los dolores y son
capaces de continuar con sus tareas cotidianas.

Por ello decimos, mas allá del dolor, cuya existencia y tolerancia es siempre
subjetiva, se trata de la posición del paciente frente a la enfermedad, la
posición del sujeto psíquico frente al dolor, la castración.
En definitiva, el único dolor impuesto por la vida al sujeto, su propia
mortalidad.

Lic. Alejandra Madormo


Psicóloga- Psicoanalista
Docente en Psicosomatica
alejandramadormo@gmail.com

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