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La estrategia CAPÍTULO DOS

metodológica
A
l utilizar el término “estrategia”, que tiene en sus orígenes una
connotación política y militar, el PIEB ha querido subrayar su im­
portancia como conjunto de acciones mediante las cuales se bus­ca
lograr una serie de objetivos (Rodríguez y Rodríguez, 1988: 58). Se trata,
por tanto, de una serie de operaciones y decisiones metodológicas necesa­
rias que se diseñan en función de los objetivos, preguntas y problemáticas
planteadas.

La estrategia metodológica constituye, indiscutiblemente, el 50 por


ciento de un proyecto de investigación. Es decir que después de plantear
el tema, problema e hipótesis, así como la revisión bibliográfica y el mar-
co teórico conceptual, hemos avanzado sólo la mitad. Es imprescindible,
entonces, de­finir exactamente cómo haremos realidad nuestro proyecto;
qué “estrategia” diseñaremos y con la ayuda de qué instrumentos la im-
plementaremos. A veces se puede lograr la aprobación de un proyecto
porque presenta una metodología novedosa que se puede aplicar a otros
casos, una razón, entre otras, por la cual es importante profundizar este
aspecto del proyecto y la propuesta. Un(a) investigador(a) que piensa en
una forma nueva de conse­guir los datos para la investigación que pretende
realizar está demostrando creatividad y un excelente conocimiento del
problema de su investigación. El o la evaluadora del proyecto tomará en
cuenta este aspecto y seguramente tendrá una visión positiva del proyec-
to. Una estrategia metodológica novedosa puede ser un aporte importante
a las ciencias sociales.

Gran parte de los proyectos pecan precisamente por no otorgar a la


“estrategia metodológica” el lugar que tiene y debe tener. En muchos casos,
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la metodología constituye un acápite tratado como un espacio vacío que se


“llena” al último. Es absolutamente imprescindible evitar los enunciados
huecos como: “se recurrirá a técnicas cualitativas y cuantitativas”; a “me-
todologías propias de tal y tal disciplina”; se realizará la “recolección de
información en instituciones del campo”; se “tendrá un fuerte componente
participativo”; la “metodología consistirá en la observación participativa”,
se “combinará el trabajo empírico con el análisis y la interpretación...”; “se
acudirá a una diversidad de técnicas que permitirán resultados diferencia­
dos...” o que finalmente “la ejecución se llevará a cabo en trabajo de gabi­
nete...”. Obviamente, no es que estas afirmaciones sean erróneas per se. El
problema es que ni se desarrollan ni se articulan con los objetivos, pregun­
tas y problemas que se han establecido.

I. LOS ELEMENTOS CONSTITUTIVOS DE LA


METODOLOGÍA EN UN PROYECTO DE INVESTIGACIÓN

Rossana Barragán

La metodología y, más propiamente, la estrategia metodológica, puede ser


comparada con especies de planos de caminos y senderos que se trazan
para llegar a determinados objetivos, mientras que las técnicas serían los
instru­mentos utilizados para hacer y recorrer esos caminos (Ander Egg,
1972: 44; ver sobre método Grawitz, 1975). Recordemos, en este sentido,
que en griego la techne era el hacer, y en latín el ars manual; tenía que
ver con las formas o procedimientos prácticos, en oposición a la episteme
o scientia en latín (Tamayo y Tamayo, 1995: 42-43). En castellano, la
acepción de arte se ha reservado a las prácticas artísticas y la de “hacer”
a los procedimientos prác­ticos y técnicos. En otras palabras, las técnicas
pueden ser consideradas como la formas concretas de realizar las opera-
ciones del método. Un autor señalaba que el método es el procedimiento
general del conocimiento cien­tífico, mientras que las técnicas eran los
procedimientos de actuación con­cretos y particulares relacionados al mé-
todo (Sierra Bravo, 1986: 40). Tamayo y Tamayo consideran, por su parte,
que el método es el conjunto de procedimientos sistemáticos de trabajo
para llegar a un objetivo, mientras que la metodología es la investigación
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sistemática y la formulación de mé­todos a usarse en la investigación 3 (Ta-


mayo y Tamayo, 1995: 217).

Una condición imprescindible en todo proyecto es que la estrategia me-


todológica debe corresponder al carácter y características del proyecto de in-
vestigación. Un determinado tema y objeto de estudio puede requerir una
aproximación mucho más cualitativa y no así cuantitativa. Barnadas seña-
ló, desde esta perspectiva, que cada tipo de realidad que se enfoca exige una
metodología e instrumentos específicos de conocimiento, citando de manera
muy ilustrativa el ejemplo del microscopio y telescopio (Barnadas, 1991: 23).

Frente a los problemas concretos, el(la) investigador(a) y el equipo de­


ben, por tanto, buscar los métodos y técnicas más apropiados. Las diferen­
tes técnicas pueden contribuir, en medida diferente y con rendimientos
distintos, al conocimiento del objeto sólo si se las utilizan teniendo en
cuenta las condiciones y los límites de su validez.

Cada uno de los componentes de la estrategia metodológica —modali­


dades para la obtención de los datos y procesamiento, sistematización e
interpretación— que los desarrollaremos en los acápites siguientes, puede
tomar particularidades específicas, en función tanto de la disciplina en la
que se inserta (sociología, ciencias políticas, antropología, etc.), como del
tema tratado. En cualquier caso, se deben abordar los siguientes puntos:

1) Razones de la elección.

2) Criterios de la elección.

3) Posibilidades y límites: crítica y balance.

4) Elaboración de los instrumentos para la recolección de datos.


3
La mayoría de los autores distinguen el método de los métodos o procedimientos. El
primero se refiere, en un sentido más filosófico, al “conjunto de operaciones intelectua­
les por las que una disciplina trata de alcanzar las verdades que persigue”; es decir, como
procedimiento lógico y global. Cuando se habla de métodos, en cambio, se hace refe­
referencia más bien a formas concretas de enfocar u organizar la investigación y tiene,
por tanto, un sentido más pragmático (Grawitz, 1975: 13-14).
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Como la guía para la presentación de proyectos al Social Sciences


Research Council (Przeworski y Salomón, s/f.) lo explicita, esto supone
hacer refe­rencia a:

1) Las operaciones o los pasos de la investigación que se desarrollarán.

2) Explicar cómo estas tareas en conjunto constituyen la mejor manera de


abordar el problema y no limitarse a una lista de las tareas de la inves­
tigación (Przeworski y Salomón, s/f.).

3) Razones y argumentos por los que se eligió tal o cual instrumento. Se


trata, en otras palabras, de explicitar la manera de relacionar la masa
de datos con los objetivos, problemáticas e hipótesis.

4) Manera en que se han seleccionado las muestras, colectividades y gru­


pos, haciendo referencia también a los criterios elegidos.

5) Preparación del cuestionario (interrogatorio o encuesta), de las entre­


vistas, tests, etc.

6) Sistematización de los datos, interpretación y análisis de los resultados,


vinculándolos a las problemáticas centrales que se han planteado. Es decir,
cómo se interpretarán los resultados en términos de su problema central.

Bourdieu, Chamboredon y Passeron señalaban al respecto:

A la tentación que siempre surge de transformar los preceptos del método


en recetas de cocina científica o en objetos de laboratorio, sólo puede
oponérsele un ejercicio constante de la vigilancia epistemológica que,
su­bordinando el uso de técnicas y conceptos a un examen sobre las condi­
ciones y los límites de su validez, proscriba la comodidad de una aplica­
ción automática de procedimientos probados y señale que toda opera-
ción, no importa cuan rutinaria y repetida sea, debe repensarse a sí misma
y en función del caso particular (Bourdieu et al., 1978: 16).

Cada área y disciplina (incluso determinados temas) de las ciencias


so­ciales han desarrollado una serie de metodologías, técnicas e instrumen-
tos específicos bastante especializados. Así, por ejemplo, existen técnicas
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esta­dísticas para el estudio de la desigualdad social (ver Cortés y Rubal-


cava, 1984). Por esta razón y por el carácter de este trabajo, no podemos
detallar las distin­tas técnicas e instrumentos. Sin embargo, toda estrategia
metodológica tiene dos elementos constitutivos: las técnicas de observa-
ción y fuentes de infor­mación; las técnicas de análisis, procesamiento e
interpretación de los datos.

1. Técnicas de observación y fuentes de información

Usualmente existen dos grandes vías de obtener información: mediante la


observación, la creación de fuentes de información a través de encuestas,
entrevistas, etc., y mediante el recurso a archivos y fuentes de datos ya
existentes (Alvira, 1991: 20).

Se trata, entonces, de especificar:

a) Cómo se van a recolectar los datos: observación directa, extensiva


cuan­titativa, es decir sondeos; observación directa, entrevistas, pane-
les, etc.; observación cualitativa, de qué tipo, etc.

b) Qué técnicas y métodos se van a utilizar. Limitarse, por ejemplo, a afir­


mar que se harán entrevistas no es suficiente. Se debe señalar qué tipo
de entrevista se plantea: focalizada, estandarizada o no, semiestandari-
zada (...) Se tienen también que proporcionar los criterios para elegir
una u otra, los grandes temas que se abordarán en las preguntas, etc. De
igual mane­ra, se debe especificar el tipo de formulario que se implemen-
tará, el tipo de preguntas que se realizarán (abiertas, cerradas, múltiples,
etc.) y for­mularán (de opinión, de intenciones, de hecho, de acciones,
etc.). Final­mente, si se están utilizando escalas de actitudes y opiniones,
se deberá especificar qué tipo de escalas se está siguiendo y por qué4. Y
lo mismo puede decirse en cuanto a los tests, análisis de contenidos...


4
Ver para todo este tipo de técnicas, Ander-Egg, 1972; Arias Galicia, 1980. Estos libros
son simples referencias. De hecho se pueden encontrar estas técnicas en los distintos
manuales de metodología de la investigación.
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En las investigaciones que recurren a técnicas cuantitativas se debe:

a) Caracterizar el universo de investigación y las unidades de análisis.

b) Determinar la muestra (muestreo no probabilístico de cuotas o muestreos


probabilísticos aleatorios, estratificados, por racimos, etc.) que depende
de los recursos disponibles, del volumen del universo de estudio, de la ac-
cesibilidad al mismo y del tiempo del estudio. Se debe, frente a todas estas
consideraciones, especificar el tamaño de la muestra, el tipo de mues­tra y
el procedimiento de selección de la muestra (Alvira, 1991: 18-19).

c) Elaborar los instrumentos para la recolección de los datos: diseño de la


encuesta o cuestionarios por grandes partes y luego en detalle, niveles
de medición que se utilizarán, etc. De igual manera, se debe pensar en
los instrumentos de validación (interna y externa, de constructo, esta­
dística, etc.) y los planes de codificación.

Como parte de la etapa de preparación de la fase de recolección de los


datos debemos:

a) Listar las variables a medir.

b) Revisar su definición.

c) Operacionalizar las variables.

d) Elegir el instrumento adecuado para la medición de cada ítem in-


dicando los niveles de medición de las variables (nominal, ordinal,
por interva­los, racional o proporcional) cumpliendo los requisitos
de confiabilidad (si el instrumento de medición produce al aplicarlo
repetidamente a los sujetos iguales resultados) y validez (grado en
que un instrumento de medición mide realmente las variables que
pretende medir).

e) Codificar los datos y elaborar el libro de códigos de las preguntas cerra­


das (Hernández, Fernández y Baptista, 1991: 338-339).
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2. Procesamiento, sistematización e interpretación de los datos

Aquí se debe precisar qué y cómo se van a analizar los datos obtenidos,
tanto cuantitativos como cualitativos. Para el caso de los trabajos estadísti­
cos, qué medidas se van a utilizar en función de qué preguntas: estadísticas
descriptivas, estadística inferencial, regresión lineal, análisis de varianza,
covarianza, coeficientes de correlación o análisis multivariados, etc. Final­
mente se debe señalar cómo se van a interpretar los resultados.

Ahora bien, el diseño de la estrategia metodológica y los instrumentos y


herramientas concomitantes varían en función de la aproximación teórica
que se tenga pero también del tipo de investigación —cualitativa, cuantitati­
va o ambas— y de las modalidades para la obtención de los datos. Por esta
razón, antes de abordar en detalle los dos elementos y etapas de una estrategia
metodológica como son: las modalidades para la obtención de datos e infor­
mación, y el procesamiento, sistematización e interpretación de los datos, nos
referiremos a la investigación cualitativa y a la investigación cuantitativa.

II. LA INVESTIGACIÓN CUALITATIVA

La investigación cualitativa, como sostienen Denzin y Lincoln (1994), es


un campo muy amplio que atraviesa disciplinas, problemas de investiga­
ción, métodos y perspectivas epistemológicas. Implica una serie de prácti­
cas que no se encuentran ligadas con una determinada teoría o paradigma
en particular ni son privativas de una u otra área del conocimiento. Por
consiguiente, no es un conjunto unificado de principios compartidos por
numerosos estudiosos, sino un campo marcado por tensiones y contradic­
ciones que se expresan en distintas definiciones y concepciones, paradig-
mas y estilos de investigación.

Muchas veces se opone de manera irreconciliable la investigación cua­


litativa y cuantitativa. En los hechos, no hay nada que impida su combina­
ción y articulación. Puede ser más bien recomendable y enriquecedor el
combinar ambas aproximaciones.

Para dar una visión general y sintética sobre la investigación cualitati­


va, haremos referencia a lo que, se considera, son sus diferencias en rela­ción
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a las investigaciones cuantitativas. Mostraremos también algunas de sus


características, insistiendo, luego, en la complementariedad de ambas pers-
pectivas. Para terminar, nos referiremos a algunos tipos de investiga­ciones
cualitativas y a las etapas que generalmente se siguen en una aproxi­mación
de tipo cualitativa.

1. Algunas diferencias entre estudios cualitativos y cuantitativos

Ton Salman

Bryman sostiene que el debate entre investigación cuantitativa y cualitati­


va se entremezcla con las técnicas de investigación —encuesta vs.
observa­ción participativa— y su referencia a determinadas epistemologías
—posi­tivismo frente a fenomenología— ; pero más que positivismo, las
explica­ciones de tipo deductivo, de subsunción (covering law-model) y la
explica­ción nomológica-deductiva.

En general, las diferencias subrayadas tienen que ver con la base epis-
temológica, con el tipo de información con la que se trabaja y, ante todo,
con los objetivos que se buscan.

1.1. Sustento epistemológico

El marco epistemológico de las técnicas cuantitativas ha sido vinculado


al empirismo y al positivismo lógico mientras que las técnicas cualitativas
se enmarcarían en perspectivas como la fenomenología, la búsqueda de la
com­prensión o el interaccionismo simbólico (Martínez, 1996: 50).

Desde la perspectiva positivista se tiende a estudiar los eventos desde el


exterior, desde la perspectiva “etic”; es decir, con poca referencia al signifi­
cado que las observaciones tienen para los sujetos investigados, que quedan
como inertes. La fenomenología, en cambio, se interesa fundamentalmen­
te en la perspectiva de los actores, es decir, en rescatar la perspectiva “émi-
ca” y la experiencia efectivamente vivida.

Algunos autores han remarcado que la metodología cuantitativa es una


aproximación a la investigación social muy similar a las ciencias natura-
les: análisis del objeto de estudio como en laboratorio, obtención de datos

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