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Ávila Gutiérrez Sofía

Benítez Cruz Lorena Abigaíl


Parra Cadena Lucero Araceli
Romero Flores Antonieta Abigail
Uribe Hidalgo Mildred Elizabeth
Historia de la lengua española. R Lapesa
Resumen de los apartados 96, 97 y 98
Formas gramaticales
1.La conjugación en la primera mitad del S. XVI es muy irregular, amáis, tenéis, sois coexistían con amás,
tenés, sos pero fueron tomados por vulgares y desaparecieron de la península y de las zonas más
influenciadas por ella. Los imperativos cantad, tened, salid alternaban con cantá, tené, salí y algún
arcaísmo como erguide, amade. Había dudas entre só, vo, estó, dó y voy, estoy, doy. A principios del S.
XVII la lengua ya tenía las formas que prevalecerían para casi todos los casos.
2.Los esdrújulos amávades, sentíades, dixéredes, quisiérades estaban en lucha con sus reducciones
amarais, sentíais, dixéreis, quisiérais vistas desde principios del S. XVI y que triunfaron. La /d/ se resistía
en esas desinencias átonas, pero en las tónicas amades, tenedes, sentides cayó en los siglos XIV y XV
debido a la necesidad de distinguir al vos del tú. Al desaparecer las tónicas amás, tenés y sobreviviendo
amáis, tenéis ya no hubo riesgo de que amávades pasara a amaras, sintiéssedes a sintieses, dixéredes a
dixeres, ni érades, ívades a eras, ivas.
3.El verbo aver conservaba la duplicidad de las formas hemos y avemos, heis y aveis y el subjuntivo de ir
podía ser vayamos, vayáis o vamos y vais. Aún usamos en la exhortación la forma vamos. Se usaba
indistintamente traxo y truxo, conozgo, conosco y conozco, luzga y luzca. En literatura se admitía haiga
‘huya’, quies ‘quieres’ que luego serían tomadas por vulgarismos incultos.
4.Los gentilicios en -és en el nominal se resistían a admitir una terminación femenina; en escritores del S.
XVII vemos “provincia cartaginés”, “la leonés potencia”, aunque un siglo atrás Francisco Delicado
(1528), publicó La loçana andaluza. En el diminutivo se usaba el sufijo -illo, pero -uelo también estaba
presente y mucho más que ahora sobre todo en poesía, -ico e -ito eran los más populares.
5.El superlativo -ísimo se naturaliza en el S. XVI aunque ya se había visto en la Edad Media. Nebrija no
estaba de acuerdo con su uso, decía que para eso estaba el mui, pero el latín y el italiano influyeron para
consolidarlo, Valdés con perfettisssima, Garcilaso con clarísimo, hermosísima y altísimo. El uso se
incrementa en la segunda mitad del siglo, en el tiempo de Cervantes ya estaba plenamente arraigado.
6. La contienda entre nos, vos y nosotros, vosotros en referencia a varios individuos se resuelve a favor de
las formas compuestas y nunca designaban individuo singular, mientras nos y vos lo hacían en usos
reverenciales o corteses.
La forma ge de las combinaciones “ge te lo di”, es sustituida por se, bajo la acción conjunta de la confusión
con el dativo reflexivo y de los trueques fonéticos entre /s̊/, /ž/ y /š/. Nebrija comentó al respecto: “Otras
vezes escrevimos s y pronunciamos g; y por el contrario […]”. A partir de 1530 casi no aparece ge más
que en el lenguaje rústico.
Los demostrativos seguían conservando las formas dúplices /este, aquesse/ ese, aparte de estotro, esotro,
que conservaban en uso. El relativo quien resulta invariable etimológicamente, pero empezó a adoptar una
forma plural que la transformó a quienes.
7. Algunos adverbios y preposiciones han caído en desuso o cambiado su significado. Cabe y so se
empleaban en el siglo XVI, y hoy se usan mayormente en el lenguaje escrito. Estonces y ansí fueron
absorbidos por entonces, así; mientras que agora subsistía en tiempos de Cervantes, pero era minoritario
respecto a ahora.
Las conjunciones copulativas et, e derivaron a y, a veces escrito i. Durante la época de Carlos V hubo
escritores que siguieron empleando e sola o en alternancia con y, i. Esta forma persistió hasta 1681.
Sintaxis
1. Al periodo clásico pertenece la delimitación de usos entre los verbos tener y aver. Ambos se venían
empleando como transitivos con sentido de posesión o propiedad, pero separados por distinciones de
matiz; aver era incoativo, sinónimo de “obtener”, mientras tener era para una posesión durativa. Las
diferencias eran casi imperceptibles, tanto así que a comienzos del Siglo de Oro casi eran sinónimos, pero
en 1619 Juan de Luna documenta la perdida de ese sentido haciendo notorio que este se había vuelto un
auxiliar. El uso como verbo independiente persistió en arcaísmos como en la frase “los que han de hambre
y sed de justicia”.
2. Al mismo tiempo que aver perdía su valor posesivo, este se consolidaba como auxiliar. En los tiempos
compuestos con aver la concordancia entre el participio y el objeto directo ofrece algún ejemplo en la
primera mitad del siglo XVI: “los había aducido a su amistad, y hechos enemigos de estotros”, pero ya
había dominio para ese entonces y después de manera exclusiva el participio invariable. Haber se
generalizó como auxiliar en los tiempos compuestos de verbos intransitivos y reflexivos donde contendía
antes que ser que dominó desde la segunda mitad del siglo XVI y a mediados del siglo apenas y aparecían.
3. La repartición de usos entre ser y estar se hallaba ya configurada. La distinción era mucho menos fija
en la lengua moderna, de una parte, había más posibilidad de emplear el ser para indicar una situación
local: “Darazután, que es en Sierra Morena”; la presencia de esto es menos frecuente a fines del siglo XVI
y XVII, después se impone estar.
Por otra parte, en la voz pasiva, para las situaciones o estados resultantes de una acción interior; alternaba
aun el viejo prefecto “es escripto/está escripto”, empezando a usarse en el siglo XIV. Ser contribuía a una
función auxiliar en los perfectos de verbos intransitivos y reflexivos “somos obligados”, “ya es cumplido”;
que se valían por “nos hemos obligado, “ya se ha cumplido”; las cuales constituían un obstáculo más para
las formas “estamos”, “ya está”; dichas que progresaron a pesar de todo.
4. La pasiva con se atestiguada desde las glosas emilianenses, sigue ofreciéndose con su construcción
primigenia: ‘‘los vinos que en esta ciudad se venden’’ (Lazarillo); ‘‘Cautiváronse quasi dos mil personas’’
(Hurtado de Mendoza). Pero se extiende cuando el sujeto es un infinitivo, oración o conjunto ideal
equivalente. La construcción adquiere cada vez mayor carácter impersonal, manifiesto en su propagación
a verbos intransitivos: ‘‘Vívese con trabajo’’.
En ciertas perífrasis en que el verbo auxiliar era intransitivo y el transitivo auxiliado iba en infinitivo, el
auxiliar no concordaba a veces con el que sería sujeto paciente, acentuando la impersonalidad. Con verbo
transitivo y sujeto paciente personal la construcción se prestaba a ambigüedades: Podía interpretarse como
reflexiva, si había que entender propósito o consentimiento en la acción. Si el sujeto era una pluralidad de
persona, la acción podía entenderse pasiva o recíproca. Posterior a esto se fue convertido en índice de
impersonalidad y el sujeto paciente pasó a ser objeto directo, con la a propia del acusativo personal.
Transformada la construcción en impersonal activa, el verbo va en singular aunque el OD esté en plural.;
La invariabilidad del verbo empieza a darse alguna vez con OD de cosa.
La extensión del se impersonal y la de uno destierran el empleo de hombre como indefinido. Hombre
desaparece a lo largo del silo XVII.
5. Salvo en el romancero y en la canción tradicional el tiempo verbal cantara había perdido por completo
su originario valor de pluscuamperfecto de indicativo. Juan de Valdés no se satisface con viniera por había
venido, passara por había passado. Hay cambio de gran importancia en las oraciones condicionales. En
un principio la hipótesis futura se construía con el presente de indicativo o con el futuro de subjuntivo si
se acentuaba la idea de contingencia. La hipótesis más dudosa o irreal referida al futuro, al presente o a
un momento posterior al de los echos relatados, llevaba cantase en la condición, cantase o cantaría en la
consecuencia. Y la hipótesis referida a un pasado tenía los paradigmas (‘si ellos le hibiesen visto, no
hubiera escapado’, Mio Cid) o, algo más tardío, (‘dichoso había sido Poro si todos se hubieran portado
igual’, Alexandre). Entre los siglos XIII Y XVI este estado de cosas se había visto perturbado por la
formación y crecimiento de los pluscuamperfectos compuestos hubiese cantado, hubiera cantado. En la
mayor parte del siglo XVI todavía predominada en cantara el valor de pluscuamperfecto de subjuntivo
pero a finales del siglo y al principio del siguiente se invierte la proporción, prevaleciendo desde entonces
la función de imperfecto, en la que cantara llega a superar la frecuencia de cantase. A su vez, las
construcciones ‘‘si tuviere, daré’’ y ‘‘si tuviere, daría’’ decaen notablemente, combatidas en cada caso
por ‘‘si tengo, daré’’ y ‘‘si tuviese o tuviera, daría o diera’’.
6. Se extiende la inserción de a ante el acusativo de persona y cosa personificada.
7. Durante la edad media el empleo de los pronombres átonos de tercera persona había respondido en
general a su valor etimológico: El dativo de cualquier género se indicaba con le y les: El acusativo se
servía de lo para el singular masculino y para el neutro de la para el femenino, y de los y las para los
plurales masculino y femenino. Este sistema, satisfactorio para la distinción de casos, no lo era tanto para
la de géneros, indiferenciados en el dativo, y con un lo válido para masculino y neutro. No es de extrañar
que desde el Mio Cid haya ejemplos reveladores de un nuevo criterio que menoscaba la distinción casual
para reforzar la genérica. La muestra más frecuente es el uso de le para el acusativo masculino, sobre todo
referente a persona. No faltan desde los textos más viejos, quienes se valen de le para el acusativo de
persona y de lo para el de cosa. El leismo tuvo menos éxito en el plural, donde los conserva siempre
aplastante mayoría sobre les. Aún más restringido estuvo el uso de la y las para el dativo femenino, en
proporción variable a le, les.
8. El significado de algunos adverbios y modos adverbiales difería del actual. Ejemplo: Luego conservaba
el sentido de al momento, en seguida pronto. Lo mismo sucede con el empleo de las preposiciones,
ejemplo: ‘‘Viaje del pernaso’’ por ‘viaje al pernaso’. La locusión conjuntiva puesto que era concesiva,
sinónima, sinónima de ‘aunque’, y tras la negación pero se usaba donde hoy es necesario sino.
9. Las mayores diferencias entre el orden de palabras usual en la época clásica y el de la sintaxis moderna
consisten en la colocación del verbo y la de los pronombres inacentuados. Los autores de gusto más
latinizante -en el siglo XV- tendían a situar el verbo a final de la frase.
Respecto a los pronombres inacentuados seguía en vigor la regla de que en principio de frase o después
de pausa habían de ir tras el verbo, pero en los demás contextos se anteponían: “Rindióse Camila, Camila
se rindió”. También aparecen frecuentes ejemplos de proclisis (unión prosódica de una o más palabras
inacentuadas con la tónica que les sigue): “trabando de las correas, las arrojó”.
En los siglos XVI y XVII en cuanto al imperativo, infinitivo y gerundio el pronombre antecedía al verbo:
“la espada me da” ‘dame la espada’. Además, estos pronombres se apoyaban en el participio de los
tiempos compuestos cuando el verbo auxiliar estaba distante o suplido: “no han querido, antes atádome
mucho”.
10. Los escritores del Siglo de Oro no eran gramaticalmente rigurosos, las incongruencias del habla
pasaban con más frecuencia a la lengua escrita. La conjunción que ilustra lo anterior, pues solía repetirse,
como en la conversación, después de cada inciso: “me pidió las armas; yo le respondí que, sino eran
ofensivas contra las narices, que yo no tenía otras”. Y el verbo se sobrentendía en algunos casos, como en
las fórmulas de juramento: “Que por la fe que el noble estima y ama, / [juro] de guardarte secreto
eternamente”.

Vocabulario
1. El español áureo experimentó un acrecimiento de palabras. Al tratar de los estilos literarios se
introdujeron numerosos cultismos, al igual que los neologismos latinos y griegos, los cuales no llegaron
a producir envenenamiento intelectual en el léxico literario, pues los autores contrapesaban las
abstracciones propias del cultismo con el uso de palabras populares de significación concreta.
2. Muchas voces extranjeras penetraron en el habla español lo que dio paso a la introducción de palabras
italianas en numerosos aspectos:
• Guerra, pertenecen palabras como escopeta, parapeto, centinela, escolta.
• Navegación y comercio (venecianos y genoveses), fraga, galeaza, mesana.
• Artes y literatura, palabras como esbelto, escorzo, diseño, modelo, fachada.
• Vida de sociedad, palabras como cortejar, festejar.
En un breve lapso de tiempo se usaron ya con el significado de ‘en otro tiempo’, gastar ‘estropear’,
aquistar ‘conseguir’, entre otras.
3. Las palabras de origen francés que se introdujeron fueron:
• Nombres de prendas de vestir y modas: chapeo, manteo, ponleví
• Usos domésticos: servieta, después servilleta.
• Cargos: sumiller, panetier, ujier, los cuales revelan el influjo borgoñón.
• Distintivos: madama, damisela, rendibú.
Algunos galicismos en la poesía son rosicler y frenesí. El galicismo militar de los siglos XVI y XVII
incluye trinchea ‘trinchera’, batallón, batería, bayoneta, coronel, piquete, xefe, etc.
4. Durante la época de los Austrias, el portugués fue de buen tono en España; damas y galanes se preciaban
de tener a un punto una cita de camoes con que adornar la conversación.
La vida de corte los lusismos sarao y menino; la sentimental el significado de “melancolía” o “añoranza”
que el castellano soledad tomo frecuentemente por influjo del portugués saudade.
La nostalgia subyace también en achar menos, transformado por los españoles en echar menos y más tarde
en echar de menos.

5. Las lenguas germánicas prestaron escasas palabras, en tiempos de los reyes católicos durante la guerra
de granada soldados suizos, de largos mostachos, que prodigaban el juramento bî Got! “por dios”; los dos
rasgos se asociaron en el español a Bigote, desviado del sentido original y registrado ya por Nebrija.
Germanismos posteriores son:
• Lansquenete (<al. L a n d s k n e c h t),
• Trincar “beber” (<al. T r in k e r)
• Y brindis (<al. I c h b r i n g d i r’ s)
El general francés, de origen alemán, schomberg y sus tropas que con él vinieron vestían casacas que
recibieron el nombre de chambergas, lo mismo que el sombrero chambergo
Del flamenco procede escaparate (< s c h a p a r a d e), en el español peninsular vidriera
Carmesia “fiesta popular” especie de verbena (<c a r a m e s s e, k e r m e s s e) usado en el ambiente de
los tercios del siglo XVII y olvidado luego.
En Flandes y con referencia a instituciones flamencas empezó a tener curso en español finanzas, tomando
del francés valón finances.
6. La conquista y colonización del nuevo mundo trajo multitud de nombres referentes a su geografía física
y meteorología, plantas y animales antes desconocidos. Sirven de ejemplo, por haber alcanzado más rápida
difusión:
Canoa, huracán, cacique, nagua “enagua”, tabaco, patata, chocolate, tomate, vicuña.
Mas de quinientos figuran en la general y natural historia de las indias de Gonzalo Fernández de Oviedo,
lo que hace suponer que en el uso de españoles instalados en América el número de indigenismos sería
muy elevado.
7. aparte de la adopción de voces grecolatinas y extranjera, el léxico literario español aumentó su caudal
aprovechando los propios recursos del idioma debido a la abundante formación de derivados, sobre todo
en el siglo XCII.
Otro medio fue la admisión de palabras técnicas en el lenguaje corriente:
así términos militares (batería “brecha”, estratagema),
• Jurídicos (privilegio, exención)
• De la administración (arbitrario, tasa)
• Musicales y artísticos (prima de guitarra, lejos)
• De la filosofía (argumento, implicar, animar)
• De la física, alquimia y medicina (elemento, alquermes, huinor)
Usados en la literatura.
La jerga del hampa halló acogida:
• Cepos quedos ‘¡quieto!’
• La ene de palo ‘la horca’
• Gurapas ‘galeras’
Aparecen en nuestros escritores, independientemente de otras expresiones de germanía que sólo se ponen
en boca de picaros o jaques.
Tan amplia libertad de criterio contrasta con la restricción que por el mismo tiempo se operaba en otras
literaturas donde la consolidación del espíritu clásico condujo a un riguroso cernimiento del vocabulario.
En Italia fueron repudiados los tecnicismos;
En Francia desde malherbe y vaugelas, la selección léxica llevo al uso casi exclusivo de las llamadas <<
palabras nobles>>, desechándose términos vulgares, extranjerismos, cultismos crudos y tecnicismos.
La literatura barroca del siglo XVII español prefirió la abundancia a la depuración aprovecho desde los
vocablos más insólitos y deslumbrantes hasta los más plebeyos.
Comentarios:
El español clásico tiene la particularidad de ser más entendible para nosotros hispanohablantes del año
XXI que al español arcaico en algunas oraciones que leímos. Era difícil interpretar el significado de dichos
enunciados por la diferencia en la escritura del vocabulario y claro, también por otros factores; pero de
manera considerable por la diferencia en la escritura de ciertas palabras. Aun así, nos pareció curioso
como el significado de palabras que en ese entonces se utilizaban difiere al de la actualidad. Por mencionar
algunos ejemplos, el significado de algunos adverbios y modos adverbiales difería del actual; un ejemplo
claro de esto es el adverbio de tiempo luego que tenía el sentido de “al momento, en seguida, pronto”. Lo
mismo ocurre con el empleo de las preposiciones pues en el español clásico se decía ‘‘viaje del pernaso’’
y en la actualidad decimos ‘‘viaje al pernaso’’.
También es muy interesante observar las variaciones en la lengua motivadas por hechos históricos de gran
influencia como son las colonizaciones y demás eventos con fines expansionistas que permitieron el
contacto con otras lenguas las cuales trajeron modificaciones importantes especialmente al vocabulario,
introduciendo palabras que han llegado a nuestros días.
Los cambios que se dieron a través del tiempo para llegar a la actual lengua española resultan fascinantes
porque incluso es posible dar cuenta de fechas muy aproximadas donde sucedieron algunas variaciones
importantes. Además de que es muy curioso observar en la historia de la lengua cómo en algún punto hay
personas que no están de acuerdo con ciertas formas o cambios que se van introduciendo, como el tomar
las conjugaciones que hoy vemos en el voceo como pensas o amas, por ejemplo, como vulgar y relegarlas
en unas zonas específicas; o el caso de Nebrija con el enfático mui versus los superlativos que fueron
aceptados con el tiempo. Es lo mismo que vemos también en tiempos actuales con una cantidad enorme
de ejemplos como bien hemos estudiado, tales como los anglicismos, préstamos, la consciencia lingüística
como estatus social en las personas, como cuando piensan que hablar de una u otra forma los hace mejores
o peores que otros, etc.

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