Está en la página 1de 5

Arte y vida sin dicotomías.

La apuesta de Charles Linder


Por Roberto Rosique

El arte contemporáneo diversificado por senderos inimaginables en el pasado,


vanagloriándose de una libertad sin cortapisas se construye bajo diversas premisas y
líneas de acción, en ocasiones tan personales que hacen imposible su lectura o por lo
menos la lectura de lo que el artista desea expresar, que en aras de esa libertad que
pregona tampoco tendría por que ser necesaria.
El arte hoy se refugia con cierta frecuencia en su propio hermetismo y se desliga
también de comprometedoras traducciones. Desde la óptica del crítico tal vez esta
postura calza bien en esta independencia divulgada, pero como espectador las cosas
tienen sus bemoles; éste quiere o exige comprender de qué trata el asunto y creo que
en justicia merece la explicación y aún cuando habrá quien señale que el arte no tiene
porque explicarse, no comparto del todo esa justificación puesto que la razón de ser
del arte mismo, tiempo atrás busca dejar de ser la marioneta que cumple caprichos
del comprador y adorna muros como única razón de su existir.
Tan cuestionante es esto, como el arte que se extasía en su banalidad (lo que por
cierto abunda). El reto del artista es difícil en la medida que su producción se aleja de
estas dos condicionantes y no se doblega ante el facilismo de repetir historias
cansinas.

El arte como parte de la vida suele ser lo común, pero el arte como vida o la vida
como arte, no como un dilema, sino como una línea inseparable, a manera de un
continuum performance es una ruta que puede hacer la diferencia con las formas
convencionales de abordarlo. Este es el reto que asume Charles Linder (Pittsburgh,
Pennsylvania, 1967) con su vida y el arte.

Darle la misma relevancia a la obra producida manualmente que al registro de


imágenes construidas o simplemente fortuitas, que en el transitar de su vida el artista
realiza, captura y preserva. Transformar un acto común en obra de arte, englobar, con
la etiqueta de artística cualquier accionar de la vida, es el rotor en la producción de
este autor. Y es la justificación, que a decir por el mismo, le da sentido a su condición
de creador.

Su vida es el marco referencial, sus obras la bitácora y sus exposiciones un álbum


autobiográfico en los que se explaya con una gran instalación de objetos, imágenes e
ideas, crónicas todas de su pasado y probablemente ventana de su devenir.

La exposición MUDSLINGER (desde entonces hasta ahora), actualmente


exhibiéndose en La Casa del Túnel, es un muestrario de piezas entresacadas de
exposiciones previas que dan una idea precisa de la pluralidad de su accionar
creativo. Charles Linder es el autor (o reciclador) del carro-escultura: Ghostang, el
Mustang blanco perforado a balazos, que se exhibe a la entrada del espacio cultural
(prácticamente desde su inauguración), una pieza emblemática del artista, hoy ya un
icono de La Casa del Túnel.
En el comunicado de prensa que envía Luis Ituarte (Director del espacio expositivo),
podemos leer ─en relación al título de la muestra─ que deriva de Mudslinging
(insultos con lodo), que en el ámbito político se refiere al acto de vilipendiar al opositor
de la contienda electoral y que desde el ámbito ontológico de Linder, Mudslinging
hace alusión al rastro o salpicaduras de lodo en la ropa (particularmente sobre la
espalda del ciclista) que deja la rueda de una bicicleta cuando se viaja con ella en un
día lluvioso (actividad que realizó el artista en el pasado), y que en un nivel mas
metafórico, expresa Charles Linder, el título también hace referencia a la rueda de
relaciones superpuestas, las experiencias y los acontecimientos que han marcado mi
vida.

Las fotografías de Linder, no persiguen construir irrealidades, son memoria, aunque


bien podríamos aceptar que son ficciones como planteara Fontcuberta, que se
presentan como verdaderas.
Imágenes que rebasan la complejidad para recrearse de su propia simpleza, que dan
cuenta de un momento cualquiera del autor o refuerzan la historia del origen de sus
objetos de arte. Aun en la apariencia fortuita de algunas, esconden o traslucen
historias que en ocasiones adereza con anécdotas o frases que rayan en el
sarcasmo, en un juego de sentidos y contrasentidos.

Las pinturas ocupan un espacio en silencio, parecen mostrar únicamente que el


objeto de la pintura, es la propia pintura que sólo produce beneficios a ella misma.
Obras cuyo pigmento aprisionado tras una dura y transparente placa de resina
epoxica, la que exalta su cromatismo, hace que las pringas o el chorreado de un
accidente dirigido adquieran dramatismo o se extasíen en la pureza del color.

La irreverencia de una ciudadanía que parece no conforme con las reglas


establecidas, desata su ira (su inexperiencia o estupidez) balaceando las señales de
tránsito. Un acto, la mas de las veces, clandestino que parece proporcionarle
desfogue de frustraciones o por lo menos placer al ejecutor. Linder, fotografía esos
letreros perforados o los colecciona para luego mostrarlos como obras de arte,
colgadas al muro o colocados desordenadamente en el piso a manera de una
instalación como prueba del cansancio de la realidad social colmada de normas.
Reglas que aparentemente se acatan sin objetar, hasta que en su oportunidad, se
descarga en la ilegalidad una pistola, un rifle o una ametralladora, sobre esa señal
solitaria, cuyo pecado (cual sacerdote) se absuelve a balazos.

Sus objetos/esculturas recicladas, monocromáticas (cromadas), intervenidas por la


fuerza brutal de balas que las perforan marcándolas como improntas de violencia. El
autor incrementa la fatalidad o la suaviza, al iluminar su interior como lámparas de
mesa en un acto trágico, lúdico o decoracionista. Las piezas laceradas por los
proyectiles encaran un drama entre la violencia y el agrado. El arte es así, puede
fincarse en esas paradojas; sin embargo, la vida por igual, tiene sentido en su propio
contrasentido.

La extensión y alcances de sus piezas van de la mano con su experiencia de vida


(artista, escritor, fotógrafo, videasta, hombre común y cazador no furtivo). De su
accionar cotidiano entresaca imágenes y objetos, con estos últimos confirma su
afición por la actividad cinegética. De sus piezas taxidérmicas quedan cabezas de
mamíferos a las que recubre parcialmente con cintas coloridas o adosa cables (como
el caso de la cabeza de jabalí que exhibe en esta muestra a la que introduce unos
cables eléctricos por las fosas nasales), le agrega botellas, binoculares u otros
objetos, titulándolas "Taxidermia alterada".
Piezas polémicas, que por un lado descubren una veta del escenario común en que
se desenvuelve el autor y en ese sentido hay consonancia con su propuesta de arte
igual a vida y por otra, la desgarradora realidad del trofeo de caza, de la insensibilidad
del hombre ejemplificada con estas piezas que ponen de manifiesto su hegemonía
ante la naturaleza.
Quiero ver en estas piezas, rabiosamente crueles, probablemente una representación
manipulada de lo real, tal vez como una forma de interrogarnos o interpelarnos sobre
nuestro accionar intransigente.
La vida de Charles Linder revelada en un arte cuyas líneas de acción (diversas), como
tantas bifurcaciones puede procurar la vida, la ofrece para que la coloques en el
rincón que a tu consciencia convenga. Siendo así, probablemente sea pertinente
respondernos las preguntas que el propio autor propone:
¿Es esta una obra de ficción dramatizada o es una autobiografía elaborada... o un
poco de ambas?
Y tal vez, con la respuesta instalada en el plano consciente, se devele una
justificación más de la razón de ser del arte contemporáneo.
Tal vez.

Roberto Rosique. México, DF, 1956. Radica en Tijuana, B. C., desde 1986. Estudios: Licenciatura: Médico
Cirujano General (1980). Universidad Veracruzana. Postgrados: Pediatría (1984), Hospital Español
(Beneficencia Española, México, DF). Oftalmología General (1986). APEC. Asociación para evitar la Ceguera,
Coyoacán, México. Subespecialidad en Oftalmología Pediátrica (1988).Hospital Infantil Dr. Federico Gómez.
Cd, de México. Licenciatura: Escuela de Artes Plásticas. (1980). Universidad Veracruzana, Xalapa, Ver.
México. Maestría en Docencia (2012), Facultad de Idiomas y Pedagogía, Universidad Autónoma de Baja
California. Tesis: El arte instalación en la instrucción de las artes desde un modelo constructivista. Doctorado
en Pedagogía Crítica y Educación Popular (2016), Instituto McLaren, Fundación Peter McLaren,, Ensenada,
B. C., México. Tesis: La formación artística desde un Currículo Alternativo. Otras dimensiones para el
compromiso social del arte.
Ha realizado exposiciones individuales y colectivas desde 1970 en el país y el extranjero. Obtiene premios y
reconocimientos en las bienales locales y regionales, la UNICEF, en Houston Texas, le otorga un
reconocimiento por su participación con obras a favor de la niñez del mundo. Es Mérito Académico en Artes
por la UABC, 2008. Mérito Escolar en la Maestría en Docencia UABC, 2010. Obtiene la beca de Investigación
Artística, ICBC, 2010. Mención Honorifica en la defensa de su tesis para obtener el grado de Doctor en
Pedagogía Critica y Educación Popular. Creador Emérito (2020) Secretaría Cultura/ICBC. Es Fundador de la
Facultad de Artes de la UABC y actual catedrático e investigador de la misma.
Es autor de libros relacionados estrictamente con la cultura regional:
_Salvador Magaña. Del juego de las formas a la síntesis. (2019). Fondo Regional para la Cultura y las Artes
Noroeste. Secretaría de Cultura / ICABC, México
_Los 70s. Un periodo imprescindible de la plástica en Tijuana, (2017). UABC (Selección anual del libro
universitario, Mexicali: UABC)
_De aquellos paramos sin cultura… Tres décadas de arte bajacaliforniano: de lo retiniano a lo conceptual
(2016) México: CECUT, ICBC.
_Del arte en terciopelo negro al arte instalación. Apuntes sobre las artes visuales en Tijuana, (2010) INBA /
UABC, México.
_Hacedores de Imágenes. Plástica bajacaliforniana contemporánea (2004), imágenes y textos críticos,
México: CECUT, ICBC, IMAC, UABC.
_Los Rostros del Oficio (2001), (dibujos de 60 artistas del estado) Mexicali: ICBC/FOECABC
_30 Artistas Plásticos de Baja California (1998). México: CNCA/CECUT
_La otra realidad, Fotoplástica, (1997). México: CNCA/CECUT.

También podría gustarte