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Margarita Schultz*
Introducción
El grado de aproximación entre arte y realidad ha sido inter-
pretado por filósofos, artistas y otros teóricos de manera diversa.
Platón y Aristóteles, por ejemplo, sostuvieron criterios diferentes.
Platón exigía al arte un apego a la realidad: recriminaba a Hornero
porque hablaba sobre estrategia sin ser estratego y al pintor porque
mostraba sólo un escorzo de las cosas. Aristóteles, en cambio, afir-
2. Ambientes y Acontecimientos
"Environments" y "Happenings" son los términos correspon-
dientes a las palabras 'ambientes' y 'acontecimientos'. Las denomi-
naciones inglesas se instalaron con naturalidad en las terminologías
estéticas de otros idiomas. Estas formas —environments y happe-
nings— se han propuesto integrar al espectador en el espacio artís-
tico con el objeto de modificar la contemplación estética tradicio-
nal y transformarla en conducta de participación. Dicha integración
no habría sido posible sin una alteración del espacio. Fue necesario
ampliar las dimensiones de la superficie del cuadro —el cual por
grande que fuera permanecía siempre externo al sujeto— hasta in-
volucrar al receptor, envolverlo en el interior de la obra. Ahora —pa-
ra este criterio— el espacio artístico no está frente a mí sino que yo
estoy dentro de él; puedo entrar al espacio artístico en tanto que
no podía ingresar al espacio ficticio del cuadro. Uno de los primeros
que realizaron estos ambientes fue Allan Kaprow en 1958. Se busca-
ba la identificación entre arte y vida, superar la dicotomía sujeto-
objeto, la oposición dentro-fuera, las diferencias entre realidad y fic-
ción, entre creador y espectador, entre pasividad y actividad. Para
ello en el espacio del "ambiente" se acumulaba todo tipo de ele-
mentos. Así, formas, colores y texturas, se combinaban con la posi-
bilidad de manipulación de variados objetos.
El incremento de factores estimulantes condujo desde la orga-
nización estática de los 'ambientes' hasta los 'acontecimientos' en
los que se programaban sucesos y experiencias para los participan-
tes. El aumento de los estímulos tuvo que ver también con otros
campos sensoriales: auditivo, olfativo, gustativo. Experiencia
artística y experiencia lúdica parecían sinónimos. La descripción del
juego como fenómeno propuesta por Huizinga casi coincide con
estos casos; pero Huizinga marcó una diferencia entre arte y juego.
El arte produce un objeto estable —la obra— en tanto que el juego
es un proceso que se agota en sí mismo, una deslumbrante luz de
artificio.
El happening ha sido definido por Alian Kaprow como un
"collage de acontecimientos" en un principio programados median-
te un guión, y dejados posteriormente a su desarrollo imprevisto.
Actividad y participación son sus paradigmas. Jean-Jacques Lebel,
realizador de happenings, lo describe así: "La imagen (se refiere a la
pintura tradicional) era acabada, estática, fácil, como una pildora
para tragar sin esfuerzo y sin "experiencia". Ahora se nos pide cola-
borar en la construcción de la imagen, participar en la elaboración
de la obra de la cual cada uno (por cambio de papeles o simultánea-
mente) es el autor y el receptor"2.
2. Jean-Jacques Lebel, El happening. Ed. Nueva Visión. Bs. As. 1967 Trad.
E. Molina.
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11. Alfred J. Ayer, Lenguaje, verdad y lógica. Ed. EUDEBA. Bs. As. 1965
trad. R. Resta.
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—afirma Kosuth— por ser una presentación de las intenciones del ar-
tista, es decir, el artista nos está diciendo que aquella obra concreta
de arte es arte, lo cual significa que es una definición del arte" 12 .
5. Algunas Objeciones o la Defensa del Límite
He descrito brevemente algunas tendencias del arte contempo-
ráneo cuyo fundamento común es la voluntad de identificar arte y
vida. En todos esos casos hay una oposición clara y a menudo intran-
sigente respecto del arte tradicional porque se presenta como un fe-
nómeno aislado y fantástico; porque se manifiesta como lo caracte-
riza acertadamente Ortega: "Es la obra de arte una isla imaginaria
que flota rodeada de realidad por todas partes. Para que se produzca
es, pues, necesario que el cuerpo estético quede aislado del contor-
no vital"13.
La identificación entre arte y vida borra los límites, empareja,
y disuelve la "realidad-arte" en la "realidad-vida". Esta disolución
afecta no solamente al objeto artístico sino a su productor, el artis-
ta. La búsqueda de participación efectiva del público receptor en la
realización de esas acciones artísticas, su denominación como co-
creador de las 'obras' responde al objetivo complementario de soca-
var el "mito" del artista.
En este amplio movimiento de los años 60 creo ver algo más
que una nueva tendencia del arte, una nueva revolución artística
que pueda inscribirse en la historia de las transformaciones. La his-
toria del arte es una historia de cambios; en todas las épocas los ar-
tistas han sentido la necesidad de cambiar, de modificar los medios
expresivos en busca, precisamente, de una expresividad más honda,
más adecuada a sus ideales estéticos. Pero estos cambios se hacían
con el objetivo de afirmar más el estatuto del arte, no para negarlo.
El proceso seguido por esas tendencias parece haber logrado su
climax con el conceptualismo, en el sentido de sustituir el objeto ar-
tístico esta vez por el pensamiento del arte. Cabe preguntarse en
qué sentido el conceptualismo es el representante de una teoría se-
mejante; en qué sentido el conceptualismo es un ejemplo de identi-
ficación entre arte y vida, siendo que habitualmente se considera el
pensamiento como una actividad contrapuesta a lo vital.
Visto desde el ángulo propio de los conceptualistas, el proceso
por el que se piensa el arte sería más vivo, más dinámico que el re-
sultado concluido de ese proceso, la obra de arte tradicional. A la
idea de 'natura naturata' oponen ellos la idea de 'natura naturans'.
He pensado espontáneamente en las ideas estéticas de Hegel al
considerar las propuestas del conceptualismo. Estas propuestas pal-
pitan con el sentimiento de que el arte ha sido superado por el pen-
12. Simón Marchan, Del arte objetual al arte de concepto. Ed. A. Corazón
Madrid 1972.
13. J. Ortega y Gasset, Meditación del marco. O. C. T. II.
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14. G. W. Hegel, Estética. Ed. El Ateneo. Bs. Aires 1954 trad. H. Giner de
los Ríos.
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realiza.
La elección que realiza un artista 'tradicional' produce objetos
artísticos; la elección que efectúa un Duchamp declara artísticos
objetos ya dados. Salvando las diferencias entre el hacer y lo dado
—entre pintar un cuadro y declarar artístico un urinario— Duchamp
y el pintor tradicional ejercitan, cada uno a su modo, el derecho in-
dividual de proponer qué es arte.
Lo que no siempre se reconoce es que ese carácter de fantas-
magoría e irrealidad que se objeta a los productos artísticos tradi-
cionales afecta también a los objetos "declarados" y fenómenos afi-
nes. El urinario y el escurrebotellas mencionados pueden entrar al
dominio del arte sólo en la medida en que dejan a un lado su reali-
dad habitual, la utilitaria para asumir la irrealidad artística. Ese
abandono de la plenitud real posibilita la aparición de lo metafóri-
co. Picasso nos dejó un toro construido con un manubrio y un a-
siento de bicicleta. Vemos el toro imaginario si —y en la medida en
que— podemos desprendernos de la literalidad del manubrio y del
asiento.
Toda renovación es reactiva; los cambios que propone el arte
describen alguna forma de negación de lo anterior. Sin embargo,
hay negaciones que parecen empobrecer el campo artístico cuando
conllevan una devaluación de la creación y su obra, de la materia
artística y sus cualidades expresivas, de las diferencias entre las for-
mas artísticas, de la individualidad creadora. Creo ver una confirma-
ción de estas impresiones al examinar la actitud que asumió cohe-
rentemente el mismo Duchamp: desembocó en el silencio y dejó el
arte.