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EL OLVIDO

Es una acción involuntaria que consiste en dejar de recordar información


adquirida. También se le considera como un fracaso de transferencia de
información entre la memoria a corto plazo y la memoria de largo plazo.
Cabe recordar, que los recuerdos que la memoria olvida, en realidad no se
elimina totalmente, es decir no desaparecen; sino que pasan al plano
inconsciente, es por eso que las personas tienden a recordar que han
olvidado algo, sin saber que olvidaron.

El simple paso del tiempo parece tener un efecto negativo sobre la


capacidad de retención. Como ya se comentó en el capítulo 2, fue
Ebbinghaus (1885.  La tasa de olvido para cada periodo fue estimada
utilizando el método de los ahorros, consistente en medir el tiempo que
tardaba en reaprender la lista en cada intervalo, de forma que cuantos más
ensayos necesitaba para volver a aprenderla mayor era el olvido.

El decaimiento de la huella

Comprobar la teoría del decaimiento de la huella no resulta tarea fácil


debido a que, dado que supone que el deterioro de la huella se produce
espontáneamente, y por tanto no se debe a la interferencia del material
almacenado posteriormente, habría que asegurar de algún modo que en los
intervalos de retención el sujeto no realiza ninguna actividad que pueda
interferir. Desde un punto de vista neurológico, el decaimiento de la huella
se produciría por la modificación de las estructuras neuronales con el paso
del tiempo, por ello los primeros estudios (French, 1942; Hoagland, 1931),
en la tradición de las investigaciones psicológicas con animales (Romanes,
1887), trataron de generar esos intervalos sin actividad reduciendo al
mínimo la actividad fisiológica y metabólica. Sin embargo, la mayor actividad
fisiológica también podría implicar un incremento de la interferencia. Así
pues, esta teoría todavía no ha quedado probada. Quizá la tecnología más
avanzada de hoy día (por ejemplo, la RM funcional; Álvarez, Ríos y Calvo,
2006) podría permitirnos avanzar en este campo.

Interferencia y memoria

El decaimiento de la huella no ha quedado probado, sin embargo los


estudios sobre la teoría de la interferencia sí arrojan datos acerca de esta
hipótesis para explicar el olvido. Es más, los estudios sobre la interferencia a
su vez arrojan algo de luz sobre la teoría anterior utilizando diferentes
grados de interferencia.

Los primeros estudios relevantes sobre el efecto de la interferencia en la


memoria datan de principios del siglo XX. McGeoch y McDonald (1931)
manipularon la interferencia variando la semejanza del material a recordar y
la actividad de interferencia, encontrando que según aumentaba la
semejanza la amplitud de ítems retenidos disminuía. Estos datos venían a
confirmar la importancia de la interferencia en la memoria, como ya habían
propuesto los asociacionistas desde el siglo XVII. Los estudios sobre la
interferencia supusieron durante los sesenta y setenta una de las áreas más
importantes en psicología de la memoria, sin embargo, a partir de los
ochenta su interés se ha reducido sustancialmente. Los efectos de la
interferencia, no obstante, quedaron claramente establecidos,
distinguiéndose dos tipos básicos: retroactiva y proactiva.

La pérdida de información

En cualquier caso, los propios procesos de codificación y recuperación de la


información serán los principales responsables de la pérdida de información.
El procesamiento a que se somete la información provoca que, en cada
paso, en cada fase, la información original se vaya transformando y
deteriorando de modo que la información resultante al final de estos
procesos sólo sea una caricatura del original.

Basada en la localización cerebral

Otro tanto podría suceder cuando la clasificación se realiza atendiendo a


criterios basados en el área cerebral supuestamente dañada. Utilizando este
criterio podemos encontrar que las amnesias se clasifican en corticales y no-
corticales, o más específicamente amnesias por daño en el área frontal
dorsolateral, en el sistema límbico, en el lóbulo temporal medial...
(Markowitsch, 2003). El problema es que, como en la anterior, pacientes con
un daño en la misma zona desarrollan patologías diferentes. Quizá la
Resonancia Magnética funcional (RMf) permita realizar un diagnóstico más
preciso, hasta entonces desde el punto de vista del déficit de memoria
probablemente sería más práctico utilizar otros.

Manzanero, A.L. (2008): El olvido. En A.L. Manzanero, Psicología del


Testimonio (pág. 83-90). Madrid: Ed. Pirámide

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