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MEMORIA

EL OLVIDO

En general, nuestra capacidad para recordar sucesos, planes o caras, entre otra información, es
extraordinaria. Tanto es así que a lo largo de la vida acumulamos cantidades ingentes de
información, hasta el punto de que en las culturas que no poseen escritura se deja el conocimiento
de la historia del grupo en manos de los ancianos, capaces de rememorar acontecimientos de
varias generaciones remontándose a cientos de años, capacidad que tienen que compartir con los
propios recuerdos.
Bahrick, Bahrick y Wittlinger (1975) encontraron que incluso 48 años después de dejar el colegio,
los sujetos todavía eran capaces de identificar con relativa exactitud a sus compañeros de
entonces.
Sin embargo, la memoria no es perfecta, y diferentes factores afectan a la capacidad de retención
a lo largo del tiempo. En un estudio posterior, Bahrick (1984) mostró cómo profesores de
universidad identificaron dos semanas después al 69% de sus alumnos a los que dieron clase
durante 2-3 veces a la semana durante un período de 10 semanas, un año después al 48%, cuatro
años después al 31%, y ocho años después al 26%, ya próximo al azar.
Evidentemente, no es lo mismo identificar a un compañero de clase con el que estás compartiendo
varias horas al día durante años que a un alumno al que sólo ves unas pocas horas a la semana
durante un único año, ni hay tantos compañeros en clase como alumnos puede tener un profesor
a lo largo de un mismo año, y más aún con el paso de los cursos. Así, una persona vista una única
vez durante un corto espacio de tiempo (20-40 segundos) suele olvidarse en relativamente poco
tiempo. Sheperd (1983), por ejemplo, halló en una investigación que la tasa de identificaciones
correctas disminuía del 50% cuando se realizaba entre una semana y 3 meses, y al 10% cuando
se hacía a los 11 meses.
Es un hecho que no somos capaces de recordar absolutamente todo, y que en ocasiones
olvidamos cosas fundamentales. A lo largo del presente capítulo nos centraremos en el olvido, qué
es y por qué se produce, distinguiendo entre los olvidos que forman parte del funcionamiento
normal de la memoria y los olvidos patológicos.

La curva del olvido


El simple paso del tiempo parece tener un efecto negativo sobre la capacidad de retención. Como
ya se comentó en el capítulo 2, fue Ebbinghaus (1885) el primero en estudiar de forma sistemática
la perdida de información en la memoria como efecto del paso del tiempo, definiendo la que se
conoce como la curva del olvido de Ebbinghaus.  Él mismo fue el sujeto de sus investigaciones, y el
estudio consistió en aprender listas de trece sílabas que repetía hasta no cometer ningún error en
dos intentos sucesivos. Posteriormente, evaluó su capacidad de retención con intervalos entre
veinte minutos y un mes. Los resultados encontrados mostraron que el olvido se producía ya
incluso tras los intervalos más cortos, y que se incrementaba a medida que pasaba el tiempo,
mucho al principio y más lentamente después, en una función logarítmica. La tasa de olvido para
cada periodo fue estimada utilizando el método de los ahorros, consistente en medir el tiempo que
tardaba en reaprender la lista en cada intervalo, de forma que cuantos más ensayos necesitaba
para volver a aprenderla mayor era el olvido.

Ebbinghaus intentó explicar por qué se producía el olvido proponiendo varias teorías. La primera
afirmaba que las huellas de memoria se deterioraban por el paso del tiempo por erosión, como le
ocurre a una montaña, de forma que “las imágenes persistentes sufren cambios que afectan cada
vez más a su naturaleza”, es la conocida como teoría del decaimiento de la huella.  Otra posible
explicación sería la teoría de la interferencia, según la cual “las imágenes anteriores están cada vez
más superpuestas, por así decir, y cubiertas por las posteriores”. Por último la teoría de la
fragmentación  que suponía “el desmenuzamiento y la pérdida de distintos componentes antes que
un oscurecimiento”, en el marco de la teoría multicomponente  de la huella de memoria (Bower,
1967).

El decaimiento de la huella
Comprobar la teoría del decaimiento de la huella no resulta tarea fácil debido a que dado que
supone que el deterioro de la huella se produce espontáneamente, y por tanto no se debe a la
interferencia del material almacenado posteriormente, habría que asegurar de algún modo que en
los intervalos de retención el sujeto no realiza ninguna actividad que pueda interferir. Desde un
punto de vista neurológico, el decaimiento de la huella se produciría por la modificación de las
estructuras neuronales con el paso del tiempo, por ello los primeros estudios (French, 1942;
Hoagland, 1931), en la tradición de las investigación psicológicas con animales (Romanes, 1887),
trataron de generar esos intervalos sin actividad reduciendo al mínimo la actividad fisiológica y
metabólica. Sin embargo, la mayor actividad fisiológica también podría implicar un incremento de
la interferencia. Así pues, esta teoría todavía no ha quedado probada. Quizá la tecnología más
avanzada de hoy día (por ejemplo, la  RM funcional; Álvarez, Ríos y Calvo, 2006) podría
permitirnos avanzar en este campo.

Interferencia y memoria
El decaimiento de la huella no ha quedado probado, sin embargo los estudios sobre la teoría de la
interferencia sí arrojan datos acerca de esta hipótesis para explicar el olvido. Es más, los estudios
sobre la interferencia a su vez arrojan algo de luz sobre la teoría anterior utilizando diferentes
grados de interferencia.
Los primeros estudios relevantes sobre el efecto de la interferencia en la memoria datan de
principios del siglo XX. McGeoch y McDonald (1931) manipularon la interferencia variando la
semejanza del material a recordar y la actividad de interferencia, encontrando que según
aumentaba la semejanza la amplitud de ítems retenidos disminuía. Estos datos venían a confirmar
la importancia de la interferencia en la memoria, como ya habían propuesto los asociacionistas
desde el siglo XVII. Los estudios sobre la interferencia supusieron durante los sesenta y setenta
una de las áreas más importantes en psicología de la memoria, sin embargo a partir de los ochenta
su interés se ha reducido sustancialmente. Los efectos de la interferencias, no obstante, quedaron
claramente establecidos, distinguiéndose dos tipos básicos: retroactiva y proactiva.

Interferencia retroactiva
La interferencia retroactiva hace referencia a la interferencia que produce el aprendizaje posterior 
en el recuerdo. El método utilizado para su estudio consiste básicamente en aprender una lista de
ítems 1, seguida de otra lista 2 o un periodo de descanso según el grupo experimental, e intentar
recordar después la lista 1. Con este paradigma Slamecka (1960) encontró que el número de ítems
memorizado está en función del número de ensayos de aprendizaje iniciales, mientras que la
cantidad de olvido está en función del número de ensayos de interferencia con la segunda fase
(figura 22).
La interferencia retroactiva ha sido propuesta como explicación al efecto de la información post-
suceso del que hablaremos más adelante.
Interferencia proactiva
Hace referencia al caso en que el aprendizaje anterior interfiere con el posterior. Underwood
(1957), uno de los principales investigadores sobre la interferencia, explicó parte de los resultados
de sus experimentos por el efecto que las investigaciones realizadas, siempre con los mismos
sujetos, causaban en las siguientes. Así, representó la tasa de olvido como una función del número
de experimentos sobre sílabas sin sentido en que sus sujetos habían participado anteriormente.
Cuantas más listas previas aprende el sujeto, peor es la retención. No obstante, estos resultados y
los encontrados por otros investigadores con posterioridad estaban mediados por el número de
ensayos necesarios para aprender cada lista, sensiblemente menor a medida que iban participando
en sucesivos experimentos.
En cualquier caso, la interferencia proactiva se produce más allá  de la influencia en el efecto del
número de ensayos, ya que se encuentra también en sujetos que participan por primera vez en un
experimento. Por ello, Underwood y Postman (1960) proponen que el olvido podría producirse por
efecto de la interferencia de los hábitos del lenguaje del sujeto en la conocida como i nterferencia
extraexperimental. Sin embargo, los datos encontrados mostraron que la tasa de olvido no parecía
tener ninguna relación con la frecuencia de las palabras, o en el caso de sílabas sin sentido con la
frecuencia de los pares de letras constituyentes en la lengua inglesa. Es más Underwood (1964)
puso de manifiesto que el rendimiento medio en función del número de ítems correctos parece no
depender ni de la naturaleza del material ni del grado de aprendizaje, manteniéndose constante a
lo largo del tiempo y las circunstancias, incluso en pacientes amnésicos (Baddeley, 1999). Estos
datos que no terminan de explicar el efecto de la interferencia como causante del olvido llevaron a
buscar otras explicaciones menos asociacionistas y más cognitivas.

Olvido dependiente de claves


Entonces, ¿qué determina el olvido?. Tulving (Tulving y Osler, 1968; Tulving y Pearlstone; 1966;
Tulving y Thomson, 1973) propuso una alternativa a las teorías sobre el olvido, argumentando que
se produciría debido a la falta de claves de recuperación adecuadas, y no tanto por la sobrescritura
o destrucción de las huellas de memoria iniciales. Así, el olvido sería tanto un problema de pérdida
de la información como de accesibilidad a las huellas de memoria correctas (Tulving y Pearlstone,
1966). La interferencia retroactiva según este autor se debería a que los ensayos interpolados
dificultaban la ejecución de la tarea al eliminar claves de recuperación, pero no destruirían la
información en sí misma. Diferentes investigaciones le llevaron a proponer el principio de
codificación específica  al que nos hemos referido en varias ocasiones en diferentes temas, y que
es la principal teoría para explicar los errores cometidos por los testigos de un suceso al describir
los hechos presenciados.

La pérdida de información
En cualquier caso, los propios procesos de codificación y recuperación de la información serán los
principales responsables de la pérdida de información. El procesamiento a que se somete la
información provoca que en cada paso, en cada fase, la información original se vaya
transformando y deteriorando de modo que la información resultante al final de estos procesos
sólo sea una caricatura del original.
La primera pérdida de información se produce debido a los procesos de atención y percepción. Los
sistemas sensoriales humanos tienen limitaciones, de modo que parte de la información ambiental
no llega a estimular nuestros sentidos, y la que lo hace sufre los efectos de los procesos de
transducción (PROCESO POR EL CUAL LA CÉLULA CONVIERTE UN ESTÍMULO EXTERIOR EN OTRA
SEÑAL O RESPUESTA ESPECÍFICA) e interpretación. Pero, además, los filtros atencionales impiden
que todos los estímulos que llegan a nuestros sentidos se procesen con la misma intensidad, dado
que nuestros recuerdos atencionales necesarios para el procesamiento profundo de la información
son limitados. A partir de ahí, la información que llega (el imput) sufre un proceso de selección de
la información relevante, es interpretada de acuerdo con nuestros conocimientos previos, las
demandas de la tarea y el contexto, se abstrae su significado que implica la pérdida de parte de
la forma para quedarnos con el fondo, y finalmente se da un proceso de integración en las
estructuras de conocimiento (procedimentales, semánticas y episódicas) que supone un nueva
transformación (y contaminación de la información) y la pérdida de aquello que no encuentra un
lugar donde remplazarlo (aunque presenciar cómo una persona monta una bomba, en la medida
en que no tuviera conocimientos previos sobre mecánica, electrónica y explosivos, la
representación que del suceso generaría no iría más allá de alguien que junta “cosas” mediante
unos cables poniendo unas “cosas” dentro de otras, y que sólo sería interpretado como tal si se me
informaran de qué se trata; por mucho que me proporcionen información sobre mecánica cuántica,
si no tengo las estructuras previas de conocimiento suficiente la representación que generaré de
esa información será pobre y difícilmente integrable entre mis conocimientos previos). 
Durante el proceso de retención, la información además puede sufrir una transformación debido a
la difusión de la huella de memoria, en la medida en la que puede repetirse la información en
contextos diferentes, y al solapamiento con otra información, en la medida de que información
relacionada se presente en el mismo contexto. Así, se irán produciendo efectos de interferencia
que dificultarán la recuperación posterior.
Pero es el proceso de recuperación el que después de la codificación dará lugar a mayor pérdida y
distorsión de información.
Supuesta la existencia de la huella de memoria, unos indicios adecuados facilitarán su acceso,
aunque puede que no toda la información sea susceptible de ser accesible, por lo que la vía de
acceso será fundamental (ver en el capítulo 11 métodos de obtención de declaraciones).
Posteriormente la información se reconstruye, se dota de significado en el marco de los
conocimientos y del contexto actuales (que pueden ser diferentes a los del momento de la
codificación) y se completa rellenando los huecos que queden en la memoria de forma que
finalmente podamos relatar un suceso lo más completo y coherente posible. Por último, debemos
tener el vocabulario y las capacidades expresivas suficientes para describirlo.

Olvido, no amnesia
En ocasiones, el olvido como un fenómeno normal del sistema de memoria humano se confunde
con los problemas patológicos de memoria, las amnesias. Así ocurre por ejemplo en personas de
edad avanzada, que habitualmente se quejan de fallos en la memoria atribuyéndolos a una
patología (frecuentemente a una incipiente demencia), cuando no es así en todos los casos. De
este modo, la neuropsicología distingue entre olvidos benignos y amnesias. Siendo las causas de
los olvidos benignos muy variadas, y en muchas ocasiones relacionadas más con problemas
perceptivos y de atención que provocan un deficiente procesamiento de la información, que con
problemas de la memoria.
Desde un punto de vista de la memoria, tenemos que por un lado, como hemos visto de memoria
autobiográfica, la memoria se encarga de registrar información significativa. Por otro, la
distintividad es un factor a tener en cuenta en los procesos de recuperación. Así, sería normal no
recordar, por ejemplo, qué comimos hace tres días porque todos los días comemos, a no ser que
la comida tuviera un significado especial. Ya sea por la interferencia que producen las comidas
anteriores y posteriores, o por la dificultad de encontrar una información sin las claves adecuadas.
En el marco de ésta última teoría, la falta de significatividad y distintividad características de la
rutina de los ancianos podrían hacer parecer que su memoria falla más de lo que cabría esperar.
Tipos  de amnesia
Para comprender mejor la diferencia entre el olvido y las amnesias convendría revisar la taxonomía
acerca de los distintos tipos de amnesia existente, que permitirá hacerse una idea global acerca de
en qué consiste, aunque no profundizaremos en ellas.
La primera dificultad con la que nos encontramos al definir la amnesia es la variedad de problemas
de memoria diferentes que podrían ser catalogados bajo este epígrafe (Fernández-Guinea, 2004).
A esto debemos añadir que las posibles taxonomías que podemos encontrar se realizan bajo
criterios diferentes, de modo que en ocasiones se clasifican teniendo en cuenta el tipo de
enfermedad que la causa o a que va asociada, en otros casos el criterio tiene que ver con el área
cerebral supuestamente dañada, y por último podemos encontrar clasificaciones de las amnesias
basadas en función del déficit funcional que presentan los pacientes.

Basada en la enfermedad
Las clasificaciones en función de la enfermedad que causan la amnesia distinguen por regla
general entre amnesias por daño cerebral (cerrado o abierto), por patologías víricas, por
intoxicación (alcoholismo y otras drogas, CO 2...), vasculares (infartos cerebrales, ictus...), o por
deterioro asociado a alguna enfermedad degenerativa  (Alzheimer, por ejemplo), entre otras. El
principal problema con que nos encontramos al utilizar este criterio es que el estudio de casos
clínicos muestra que estas enfermedades provocan una gran variedad de síntomas, que no se dan
en todos los pacientes, que además pueden padecer con grados de afectación muy distintos, y que
se manifiestan conductualmente de forma diferente en cada paciente. No hay más que leer
algunos de los casos que describe Sacks (2002) para darse cuenta de ello. Aún así tiene su interés
desde un punto de vista clínico, pues marca las pautas para el estudio diagnóstico de estas
enfermedades y la posible predicción de su evolución. No obstante, desde el punto de vista de la
investigación nos encontramos con un grave problema al utilizar este criterio. Por un lado, por la
dificultad para adjudicar los sujetos a los grupos experimentales (Manzanero, 2007a), por otro por
la variabilidad intragrupo. Siendo especialmente grave en el caso de enfermedades cuyo
diagnóstico clínico resulta más que discutible, como por ejemplo en la Enfermedad de Alzheimer,
tal y como reconocía un prestigioso especialista en el XI Curso Nacional de la Enfermedad de
Alzheimer  celebrado en febrero de 2006 en Bilbao, donde afirmaba (no sin cierto rubor) que las
autopsias de sus pacientes diagnosticados de esta enfermedad sólo confirmaban en torno al 30%
de los casos.

Basada en la localización cerebral


Otro tanto podría suceder cuando la clasificación se realiza atendiendo a criterios basados en el
área cerebral supuestamente dañada. Utilizando este criterio podemos encontrar que las amnesias
se clasifican en corticales y no-corticales, o más específicamente amnesias por daño en el área
frontal dorsolateral, en el sistema límbico, en el lóbulo temporal medial... (Markowitsch, 2003). El
problema es que, como en la anterior, pacientes con un daño en la misma zona desarrollan
patologías diferentes. Quizá la Resonancia Magnética funcional (RMf) permita realizar un
diagnóstico más preciso, hasta entonces desde el punto de vista de los déficit de memoria
probablemente sería más práctico utilizar otros criterios (Baddeley, 1999).

Basada en un déficit funcional


Por último podemos encontrarnos con clasificaciones basadas en los déficit funcionales que
presentan los pacientes. Así podemos encontrar pacientes con déficit de la memoria operativa, de
la memoria episódica, de la memoria semántica o de la procedimental. Para la identificación de
personas, para la memoria autobiográfica e incluso, más específicamente, hasta pacientes con
déficit en la memoria semántica para seres no-vivos  (Peraita, 2001). Aquí lo más interesante
(aunque también lo más raro) son los pacientes con déficit puros, que posibilitan el estudio de
disociaciones entre distintos procesos y sistemas de memoria. De entre todas hay un tipo muy
especial e interesante que es el síndrome amnésico que implica un déficit severo de memoria en
ausencia de otros déficit cognitivos, y con la memoria operativa, autobiográfica y semántica
preservada.
Los tres grandes tipos de amnesias desde un punto de vista funcional son: la   amnesia post-
traumática,  la amnesia retrógrada  y la amnesia anterógrada:
La amnesia post-traumática es quizá la más común y cursa con lesiones cerebrales graves por
accidentes traumáticos. Se caracteriza por confusión, problemas para seguir actividades en curso,
identificar el contexto en que se encuentra el paciente o recordar material presentado. El grado de
afectación puede variar de unos momentos de lucidez a otros de amnesia severa, y en general es
un estado dinámico que evoluciona en el tiempo. La amnesia post-traumática generalmente
implica amnesia retrógrada y anterógrada, en diferentes grados.
La amnesia retrógrada se caracteriza por la dificultad para recordar hechos pasados. La
gravedad de la amnesia puede evaluarse por la cantidad de perdida que puede remontarse incluso
a varios años de la vida del paciente. La amnesia retrógrada asociada a lesiones post-traumáticas
suele mejorar con el tiempo recuperándose progresivamente los recuerdos. Aunque es común que
queden lagunas en la memoria de estos pacientes, que dependerá de la gravedad de la lesión
(Baddeley y Wilson. 1986). En cualquier caso, los recuerdos que generalmente no se recuperan
son los relativos a los momentos inmediatamente antes y durante el accidente. Este fenómeno se
ha explicado mediante diferentes hipótesis que ponen el énfasis en un fallo de los procesos de
codificación de la información o bien en los de recuperación. Yarnell y Linch (1970) proponen que
la información se habría codificado inicialmente pero no se habría concluido el proceso de
consolidación de la huella de memoria en la memoria a largo plazo. Para otros, (Miller y Springer,
1974) el problema sería claramente de recuperación.
La amnesia anterógrada hace referencia a problemas de la memoria en curso y al aprendizaje
de nuevos datos, de tal modo que los pacientes parecen no disponer de recuerdos nuevos desde el
momento de producirse la lesión hacia delante. En general, la mayoría de los déficit de memoria
presentan este tipo de amnesia. Que puede afectar a muy diferentes tipos de memoria, por
ejemplo la capacidad para material verbal y mantenerse intacta para viso-espacial o al contrario. Y
puede afectar a diferentes sistemas de memoria, lo que en diferentes enfermedades
neurodegenerativas depende del grado de afectación.
Así, en la enfermedad de Alzheimer, los primeros déficit, en fases iniciales, implican afasias y
fundamentalmente amnesia anterógrada, que afecta al sistema de memoria episódica. Más
adelante se producen déficit en el sistema de memoria semántica y en algunas tareas específicas
del sistema de memoria procedimental, que se muestran en el bajo rendimiento de los pacientes
en pruebas de facilitación perceptiva. En estados avanzados de la enfermedad se presentan
amnesias retrógradas, déficit en la memoria operativa y un bajo rendimiento en tareas de
facilitación conceptual. No obstante, no todos los estudios coinciden en sus resultados (Fleischman
y Gabrieli, 1998) debido fundamentalmente al tipo de tareas utilizado, al tipo de material
presentado y fundamentalmente a la selección de los pacientes.
MEMORIAS FALSAS

El síndrome de la memoria falsa se caracteriza por la presencia de recuerdos falsos que pueden


aparecer tanto de manera espontánea como de manera inducida. Se trata de un síndrome porque
hace referencia a un conjunto de elementos que son característicos de una determinada situación,
en este caso, la evocación de hechos cuya existencia sólo es reconocida por la persona que los
evoca.
No se trata de una enfermedad o de un trastorno, ya que no ha sido reconocida como categoría
clínica por las organizaciones internacionales especializadas. No obstante, el sindrome de memoria
falsa ha emergido de manera importante en investigaciones del ámbito científico y legal, como
consecuencia de distintas polémicas y controversias generadas en dicho
s contextos. Veremos a continuación algunos detalles sobre las características y la historia del
síndrome de la memoria falsa.
Síndrome de la memoria falsa: ¿qué es?
En el siglo XIX, las primeras hipótesis públicas sobre los falsos recuerdos fueron hechas por
Sigmund Freud, quien propuso que un trauma fundacional reprimido y ocurrido en la infancia daba
origen a los síntomas psicosomáticos de las mujeres adultas a las que atendía.
Posteriormente, el mismo Sigmund Freud modifica su teoría y habla de dichos recuerdos como una
serie de fantasías en las que subyacen los eventos traumáticos, y ofrece para esto una
interpretación desde su teoría del desarrollo psicosexual.
Tiempo después y con el desarrollo de distintos enfoques psicoterapéuticos, gran parte de los
acercamientos clínicos se basaron en la creencia de que existía un trauma reprimido y susceptible
de ser recordado. Es decir, estaba presente la intención de desvelar las experiencias traumáticas
de la infancia a través de distintas técnicas, que van desde la hipnosis hasta la terapia individual
clásica.
Con el paso del tiempo, todo lo anterior empezó a ser ampliamente cuestionado, debido a la
posibilidad de crear un entorno sugestivo en donde la persona terminara por evocar recuerdos de
experiencias que nunca ocurrieron, o evocarlos de manera distorsionada.

Falsos recuerdos: tipos y características

Un falso recuerdo, o una memoria falsa, es todo reporte memorístico en el que hay una diferencia
parcial o total con los hechos de interés (Pinchansky, Víquez y Zeledón, 2004). En otras palabras,
se trata de memorias que se recuerdan aunque no han ocurrido realmente, o que han sido
distorsionadas de manera importante.
Son imágenes del pasado que carecen de existencia objetiva (su existencia no puede corroborarse
por los testimonios de terceras personas), pero que una persona puede evocar asegurando que
han ocurrido tal como lo reporta. Por lo mismo se trata de recuerdos que pueden causar una
experiencia emocional importante y significativa en quien los reporta. Su conformación no
necesariamente depende del olvido, aunque puede estar estrechamente ligado a este.
Existen dos tipos básicos de falsos recuerdos, los recuerdos espontáneos y los recuerdos
implantados.
1. espontáneos: Se generan como resultado del funcionamiento interno de la memoria, pero
dicho funcionamiento puede ser evocado involuntariamente por influencia ajena, por ejemplo por
medio de una petición de alguien externo de reportar con claridad algún hecho.
2. Implantados
Son resultado de la exposición de una persona a información falsa, que se presenta de manera
coherente y lógica con los esquemas de conocimiento de la persona. Se origina a partir de un
tercer elemento informativo, que puede ser un comentario hecho por alguien, o por ejemplo
mediante una pregunta sugerente.
En este caso, el tercer elemento informativo se presenta con la intención de provocar o forzar al
reconocimiento de un falso acontecimiento. Es decir, los falsos recuerdos implantados, a diferencia
de los espontáneos, son creados de manera voluntaria por alguien que no es la persona los
reporta.
Los recuerdos falsos implantados fueron especialmente estudiados por la psicóloga estadounidense
Elizabeth Loftus. Los resultados de sus investigaciones impactaron de manera importante los
procedimientos legales del sistema penal.
Causas
Pinchanski, Víquez y Zeledón (2004) siguiendo a Brainerd y Reyna (1995), nos dice que los
mecanismos generales de conformación de los recuerdos falsos, así como en los recuerdos
verdaderos, dependen principalmente de los siguientes elementos:

El tipo de información que se memoriza (de sentido común o información compleja).

La vía de memorización (oral, táctil, auditiva, visual o combinada).

El momento de evaluación de la memoria (si es inmediato o tiempo después de haber sucedido el


evento).

El procedimiento para evocar el recuerdo (por reconocimiento o por recuerdo libre).

A su vez, dichos elementos dependen de mecanismos tanto cognitivos como socioculturales, en


donde se conjugan la elaboración memorística con las relaciones de poder que se establecen en un
contexto determinado. Por ejemplo, en el contexto penal, la instrucción de un abogado o del
ministerio público de recordar un acontecimiento determinado, puede ser un elemento detonador
para crear un falso recuerdo espontáneo.
Así mismo, la psiquiatra Janet Boakes (1999), quien es una de las pioneras en los estudios sobre el
síndrome de la memoria falsa (especialmente en relación con los recuerdos sobre abuso sexual
infantil), sugiere que este síndrome ocurre en gran medida como consecuencia de la sugestión
producida en el contexto psicoterapéutico.
De acuerdo con Boakes, muchas de las personas que reportan haber recuperado recuerdos de una
experiencia previa de abuso sexual, que no puede ser corroborada por elementos externos a la
propia persona, lo hacen dentro de un proceso terapéutico, lo que la misma autora atribuye a la
influencia de las prácticas, las creencias y la influencia del profesional.
MNEMOTECNIA

La mnemotecnia o nemotecnia como también se le conoce, es el nombre con el cual se describe a


la técnica de memorización que se basa en asociar la información a retener, con datos que ya son
parte de la memoria de una persona. Dentro de la psicología y pedagogía, la mnemotecnia es
considerada un arte, que se encarga de facilitar la memorización a través de medios o artificios
convencionales.

Los medios mnemotécnicos sobrecargan el espíritu utilizando para ellos una multitud
de ideas auxiliares que es necesario retener, además de su relación con las ideas centrales. Por lo
general las técnicas mnemotécnicas suelen radicar en vincular las estructuras y los contenidos que
necesitan ser retenidos con determinados emplazamientos físicos que se ordenan respecto sea la
convivencia

Es importante señalar que existen diferencias entre la memoria y mnemotecnia. Ya que por
un lado la memoria se describe como la capacidad de ingresar, mantener y recuperar cierta
información; mientras que la mnemotecnia es una técnica que se utiliza para poder recordar
algún hecho.

En la actualidad existen una serie de técnicas que sirven para incrementar el nivel de la retención,
como por ejemplo la creación de palabras con las iniciales de cada término que la persona en
cuestión quiere memorizar, la conformación de casilleros mentales, así como también las
conversiones de números.

Las reglas mnemotecnicas suelen tener grandes ventajas, sin mencionar el hecho de que es
bastante sencillo y estrictamente relacionada a las ideas que el individuo quiere guardar en su
memoria, como es el caso de una fecha de importancia, o una serie de palabras. En este sentido,
existen diversas mnemotécnicas, sin embargo, entre las más utilizadas se pueden mencionar las
siguientes:

 Casilleros mentales: esta se trata en enlazar las palabras que se quiere retener utilizando
para ello una lista de palabras conocidas y estructuradas por la propia persona.
 Conversiones numéricas: Esta se caracteriza por el hecho de transformar los números en
consonantes y también por el hecho de añadir vocales para formar una palabra. Por lo
tanto, el individuo debe de crear una tabla en el que a cada número le corresponda una
consonante.

Métodos.

Los métodos nemotécnicos consisten en asociar los contenidos y estructuras que quieren retenerse
con determinados emplazamientos físicos ordenados a conveniencia.

Estos métodos nos permitirán memorizar más fácilmente el contenido deseado. A pesar de que nos
lleve un tiempo la organización del material, permitiremos a nuestro cerebro acceder más
rápidamente a nuestro recuerdo. Además, evitaremos que el contenido se retenga en la memoria a
corto plazo, ya que aquí la información solo permanecerá unos segundos, facilitando así el acceso
a una memoria a largo plazo la cuál retendrá la información durante días, semanas e incluso años.
Un ejemplo sencillo es el que sirve para saber qué meses tienen 31 días:

1. Se cierra la mano en forma de puño.


2. Cada nudillo representa un mes con 31 días.

3. El hueco entre nudillos (valle) representa los meses que tienen menos de 31 días.

4. Enero es representado por el primer nudillo (el del dedo índice); por lo tanto tiene 31 días.

5. Febrero es representado por el primer valle (el que está junto al nudillo que representa a
enero), ya que tiene menos de 31 días.

6. A marzo le corresponde el segundo nudillo.

7. Y así sucesivamente hasta llegar a julio, que es representado por el último nudillo (el del
dedo meñique).

8. Se regresa al primer nudillo (el del dedo índice) para representar a agosto, que también
tiene 31 días. Y la secuencia continúa hasta diciembre.

Recuerdos

Estas técnicas pueden consistir en una frase, un poema muy corto o una palabra especial que se
utiliza para ayudar a recordar algo, especialmente listas. La mnemotecnia, de esta forma, no confía
sólo en la repetición para recordar los hechos, sino que también se basa en las asociaciones entre
conjuntos de datos para construir el recuerdo. Las sucesiones utilizadas por la mnemotecnia deben
tener sentido, ya que una mnemotecnia aleatoria no ayuda a la memoria.

Técnicas

Existen técnicas para aumentar la retención, como la formación de palabras con las iniciales de
cada palabra que se desea memorizar, la elaboración de casilleros mentales y las conversiones
numéricas. En el caso de los casilleros mentales, consiste en tener una lista de palabras
perfectamente conocida y ordenada en la mente, que se asocia con las palabras que se quieren
memorizar. En cuanto a las conversiones numéricas, el proceso reside en la conversión de
números en consonantes y, con esas consonantes, formar palabras añadiendo libremente vocales.

Ejemplos

 Para recordar la medida de un nudo, que es equivalente a 1,852 kilómetros por hora, se
utiliza la frase “Un ocho sin codos”.
 Para recordar la ecuación general de los gases (PV=nRT, donde P es presión, V es volumen,
n es el número de moles del gas, R es la constante ideal para los gases y T es la temperatura),
se utiliza la frase “Pájaros volando es igual al número de ratones trotando
ALTERACIONES DE LA MEMORIA

Las alteraciones de la memoria se pueden clasificar en alteraciones de la fijación y de evocación


(punto de vista clínico). Desde el punto de vista cronológico la alteración mnésica puede ser
anterógrada y retrógrada. Finalmente, hay otras cuyas causas son orgánicas.

La memoria constituye una de las actividades psíquicas más importantes de los seres humanos. De
hecho, todas las personas necesitamos esta habilidad mental para poder funcionar adecuadamente
en cualquiera de nuestros ámbitos u actividades que realizamos.

Popularmente, se relaciona la memoria con la capacidad de recordar aspectos o vivencias


anteriores.

Sin embargo, a pesar de que esta afirmación pueda interpretarse como cierta, la memoria es una
actividad que hace mucho más que proporcionar el recuerdo, ya que también permite captar y
almacenar la información en las estructuras cerebrales.

Así pues, como la memoria realiza diversas actividades, las alteraciones que se pueden padecer en
esta actividad psíquica también pueden adoptar distintas modalidades.

Las tres funciones básicas de la memoria

Antes de ponernos a explicar los distintos tipos de alteraciones en la memoria, resulta relevante
hacer una breve revisión sobre el funcionamiento de la memoria.

De hecho, para poder entender el por qué las personas podemos padecer trastornos mnésicos
distintos debemos comprender previamente cuáles son las actividades principales que realiza esta
habilidad psíquica.

De forma general, la memoria funciona como un aparato que desempeña tres funciones
principales. Estas son la fijación o codificación, la conservación o elaboración y la evocación o
recuperación.

Fijación o codificación.

Hace referencia a la actividad mental que realiza la captación de material, su elaboración


perceptiva y la fijación en las estructuras cerebrales correspondientes.

De este modo, la fijación constituye el elemento principal que determina el aprendizaje ya que
permite retener y almacenar la información captada por los sentidos.
Conservación o elaboración.

Constituye la siguiente actividad que desempeña la memoria y consiste en almacenar y sobretodo


conservar la información captada anteriormente.

Sin esta capacidad la información se introduciría en las estructuras cerebrales pero no se


mantendría, por lo que el recuerdo desaparecería con facilidad.

Evocación o recuperación.

Esta última función principal de la memoria permite actualizar y reproducir en la conciencia en


forma de imágenes mnésicas los recuerdos que ya están almacenados en la memoria.

Sin la actividad de evocación la información quedaría almacenada en la mente pero no seríamos


capaces de recuperarla, por lo que no serviría de nada tener memoria.

Alteraciones mnésicas

Las alteraciones en la memoria pueden ser distintas en función de la actividad mnésica que se vea
afectada. Además, este tipo de alteraciones se pueden clasificar en función de diferentes
categorías. Así pues, no sólo la actividad de memoria alterada o el fallo mnésico padecido resultan
relevantes. La clasificación etiológica, la clasificación cronológica y las modalidades de la alteración
en la memoria son también conceptos importantes.

A continuación revisaremos los distintos tipos de alteraciones mnésicas que se pueden presenciar
en función de cada una de las categorías clasificatorias.

Alteraciones en la memoria desde el punto de vista clínico

Clínicamente la relevancia sobre el tipo de alteración mnésica recae principalmente en el


mecanismo de memoria que se ve afectado. De este modo, podemos clasificar los tipos de
alteraciones a partir de la clasificación que hemos descrito anteriormente: fijación, conservación y
evocación. Las alteraciones que se pueden presenciar en función de estos criterios son los
siguientes.

Alteraciones de la memoria de fijación

Este tipo de alteraciones se caracterizan por presentar fallos en el proceso de fijación. Como
hemos dicho, esta actividad resulta imprescindible para poder recordar ya que si esta no funciona,
el recuerdo no consigue formarse y la memoria queda vacía de contenido. Las alteraciones en la
memoria de fijación se ponen de manifiesto cuando un hecho o una vivencia pasa por nosotros
desprovista de contenido afectivo, es decir, de forma indiferente. Este fallo va muy ligado con la
atención, ya que no conseguimos captar los estímulos con suficiente firmeza como para que se
forme un recuerdo consistente que pueda fijarse en las estructuras cerebrales.

La alteración puede presentarse de distintas formas y con diferentes intensidades, por lo que
puede confeccionar una condición patológica o una afección relativamente normal o benigna.
Cuando trata de una alteración patológica de la memoria de fijación, la persona puede sentir
interés por una vivencia o un estímulo concreto pero no ser capaz de captarlo y fijarlo, por lo que
los aspectos apenas dejan huella y posteriormente no se consigue recordarlo. Dicho de otra forma,
la afección patológica en este tipo de memoria produce una incapacidad de aprender y retener
información nueva.

Las tres modalidades principales que puede adoptar esta afección son:

Total o masiva

Se caracteriza por padecer una incapacidad total de fijar vivencia. Un caso muy significativo es el
que se produce en el Síndrome de Korsakoff, una alteración producida por el alcoholismo crónico y
algunos traumatismos craneoencefálicos. En estos casos, el enfermo está incapacitado para fijar en
su mente la totalidad de los acontecimientos que ocurren en su alrededor. La vida se desliza por el
paciente sin dejar huella y la persona se va quedando mentalmente vacía y reducida a los
recuerdos de los sucesos pasados, los cuales al estar ya almacenados sí que se recuerdan con
normalidad. En estos casos suele ser habitual presenciar lo que se conoce como fabulaciones, es
decir, relatos a veces detallados sobre sucesos vividos pero que no pertenecen a recuerdos sino
que son productos de procesos de fantasía e imaginación.

Lacunar

Esta condición no constituye propiamente una alteración de la memoria de fijación sino que se
produce como consecuencia de una profunda alteración de la conciencia. En estos casos, la
pérdida de los recueros abarca un periodo de tiempo determinado, normalmente durante los
momentos en los que se padece un síndrome confusional, una epilepsia o una psicosis tóxica.

Parcial

 Finalmente, en este último tipo de alteración de la memoria de fijación, la capacidad de retener


información nueva se encuentra inhibida o disminuida.

De este modo, la persona puede presentar cierta capacidad de fijar información en sus estructuras
cerebrales pero con mayores dificultades y con menor eficacia que el resto de gente.

Esta afección puede producirse o bien por casusas orgánicas  como lesiones cerebrales o bien por
alteraciones afectivas.

Alteraciones de la memoria de evocación


Como hemos visto, la memoria de evocación hace referencia a la capacidad que tenemos las
personas de recuperar la información que ha estado previamente almacenada en las estructuras
cerebrales.

Este tipo de alteraciones se pueden dividir en cuantitativas y cualitativas.

Alteraciones cuantitativas de la memoria de evocación.

Como su propio nombre indica esta afección hace referencia a la cantidad de fallos que se
presencian en la memoria de evocación. Es decir, delimita la cantidad de información almacenada
en el cerebro que se la persona es capaz de evocar. Podemos encontrar 3 alteraciones diferentes:

Hiperamnesia: constituye un aumento de la capacidad de evocación. Puede observarse en casos


de grandes calculadores y de ciertos prodigios memorísticos. Esta alteración también puede
observarse como síntoma de la excitación maníaca.

Hipomnesia: constituye una disminución de la capacidad de evocación, por lo que la persona


tiene más dificultades para recuperar sus recuerdos. Suele ser un síntoma típico de los cuadros
depresivos.

Amnesia retrógrada: confecciona una incapacidad de evocar los recuerdos. Los fallos pueden
hacer referencia a determinadas experiencias (amnesias sistémicas) épocas concretas (amnesias
localizadas) o a la totalidad de los recuerdos almacenados previamente (amnesias generales).

Alteraciones cualitativas de la memoria de evocación.

A diferencia de las alteraciones anteriores, este tipo de afecciones se clasifican en función de las
características del fallo mnésico que se presencia. Constituyen trastornos extraños con propiedades
particulares. Se pueden distinguir dos tipos principales.

Fabulaciones: constituye el relato realiza por un paciente sobre recuerdos inventados que nunca
han sucedido. En algunos casos sirven de “relleno” para cubrir lagunas de la memoria como ocurre
en algunas patologías como el Síndrome de Korsakoff.

Paramnesias: constituyen falsos reconocimientos. Se puede padecer el fenómeno de lo “Ya visto”


donde el sujeto atribuye el carácter de conocido a un hecho nuevo o desconocido, y el fenómeno
de lo “Nunca visto” donde el individuo atribuye el carácter de desconocido a un elemento ya
conocido.

Alteraciones en la memoria según cronología

Según las características cronológicas de los aspectos que no se consiguen recordar las
alteraciones mnésicas se pueden clasificar en dos tipos de afecciones distintas:
Amnesia anterógrada

Hace referencia a la incapacidad para aprender nueva información tras la aparición del trastorno
que dio lugar la amnesia. De este modo, la persona es capaz de recordar los aspectos previamente
almacenados pero olvida al mismo tiempo que se presenta y capta información nueva. Como
vemos, en estos casos se ve dañada la capacidad de fijación, se presenta tras traumatismos
craneoencefálicos u alteraciones orgánicas y suelen constituir afecciones reversibles.

Amnesia retrógrada

Este tipo de alteración hace referencia  a todo lo contrario de lo expuesto en el caso anterior. De
este modo, el individuo que presenta este amnesia retrógrada es incapaz de recordar la
información aprendida de forma previa a la aparición del trastorno. Normalmente se suelen olvidar
en primer lugar los recuerdos más próximos en el tiempo y posteriormente se van olvidando los
recuerdos más remotos. Este tipo de amnesia puede presenciarse en la Enfermedad de
Alzheimer donde la persona puede llegar a olvidar hasta su propia identidad o  la de sus familiares
más cercanos.

Alteraciones en la memoria en función de su causa

Las afecciones mnésicas también pueden adoptar distintas características en función de su


etiología, es decir, dependiendo de los factores que originan la aparición del fallo de memoria. De
forma general, podemos diferenciar dos tipos principales: las alteraciones originadas por causas
orgánicas y las originadas por factores afectivos o psicológicos.

Causas orgánicas

Estas alteraciones de la memoria están producidas por una spatología física que produce daños en
el funcionamiento cerebral y en los mecanismos de memorización.

Existen 6 tipos principales de este tipo de afecciones:

1- Síndrome de Korsakoff

Constituye un síndrome amnésico causado por un déficit de tiamina en el cerebro. La situación


más frecuente radica en el déficit nutricional producido por el alcoholismo crónico, aunque también
puede originarse tras otras enfermedades como el carcinoma gástrico o la hipermesis gravídica.

Ante la aparición de este síndrome, la memoria reciente se ve altamente afectada, mientras que la
memoria remota permanece más conservada.
Así mismo, la pérdida de memoria puede acompañarse de otros síntomas como apatía, pasividad,
falsos reconocimientos o fabulaciones.

2- Blakcouts alcohólicos

Tras una elevada ingesta de alcohol el individuo puede despertar sin capacidad de recordar lo
sucedido durante la embriaguez. Esta alteración mnésica afecta únicamente a la información
presenciada durante los momentos de intoxicación.

3- Amnesia global transitoria

Es un trastorno de inicio brusco que suele durar entre 6 y 24 horas en las que la persona es
incapaz de recordar absolutamente nada de lo sucedido durante el episodio.

4- Demencia

Es la principal causa de alteración de memoria, suele ser originado por enfermedades


neurodegenerativas como el Alzheimer o el Parkinson, y se acompaña de otros fallos cognitivos
como trastornos del lenguaje, alteración de habilidades motoras o déficit en la capacidad de
reconocer objetos.

La afección se caracteriza por ser crónica y progresiva, por lo que los fallos en la memoria
empiezan siendo leves pero se van incrementando de forma irreversible.

5- Delirium

Es un trastorno de memoria secundario a una grave de alteración de la conciencia y a la


disminución de la capacidad de mantener la atención.

6- Olvidos benignos de la edad

Con la edad pueden aparecer fallos en la memoria  y la capacidad de aprendizaje puede verse leve
disminuida. Esta condición forma parte del envejecimiento normal del individuo y no se considera
patológica.

Causas afectivas

Padecer ciertas alteraciones psicológicas puede ocasionar déficits y afecciones en el


funcionamiento de la memoria. Los casos más típicos son la amnesia selectiva producida por
el estrés postraumático donde la persona es incapaz de recordar algunos de los aspectos
sucedidos, y la amnesia por ansiedad en la que se puede ver alterada la memoria de fijación.
Otro caso muy común es la amnesia disociativa o psicógena en la que el individuo es incapaz de
recordar información personal relevante y que van acompañados de estados afectivos como
angustia, estrés elevado y, en algunos casos depresión.

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