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COMENTARIO DE UN TEXTO CIENTÍFICO

TEXTO
El ojo no es un analizador armónico, es decir, no es capaz de distinguir cuáles son
las radiaciones monocromáticas que constituyen un haz de luz que converge
impresionando un elemento de su retina.
Así, una luz que llamamos blanca puede estar constituida por infinidad de
radiaciones, como sucede con la luz blanca natural y la luz blanca artificial. Pero la misma
sensación de color blanco se obtiene por la superposición de dos radiaciones únicas,
monocromáticas, de longitudes de onda y de intensidades convenientes, constituyendo
entonces dos colores llamados complementarios. En el primer caso, la luz blanca constituye
el blanco objetivo; en el último caso se tiene un blanco subjetívo.
Análogamente, una luz coloreada, por ejemplo, amarilla, puede estar constituida
realmente por radiaciones amarillas (luz amarilla del sodio) o puede estarlo por radiaciones
de otro color que en conjunto nos dan impresión de amarillo. La luz solar nos parece
amarilla a través de un filtro constituido por una solución de cromato de potasio y una
solución alcalina de tornasol; sin embargo, el espectroscopio nos advierte que no contiene
amarillo sino sólo rojo y verde: una llama coloreada con sodio no es visible a través de
dicho filtro.
La reproducción discretamente fiel de todos los colores mediante el proceso de la
tricromía es posible por la incapacidad analizadora del ojo.
Es necesario utilizar un espectroscopio [...] para obtener el análisis armónico de la
onda luminosa producida por un manantial de luz, generalmente no sinusoidal, es decir, no
monocromática.

ELIGIO PERUCCA: Física general y experimental, Labor, 1948.

1. Haga un comentario de texto del fragmento que se propone contestando a las preguntas
siguientes:
a) Enuncie el tema (0,5 puntos); b) detalle las características lingüísticas y estilísticas del
texto (1,25 puntos); c) indique qué tipo de texto es (0,25 puntos).

c) Es éste un texto científico de carácter divulgativo, que pertenece a la óptica,


disciplina integrante de la Física. La forma de discurso que emplea es la expositiva.
a) Su tema es la incapacidad del ojo humano para discriminar las fuentes luminosas
complejas que son origen de sus percepciones de color.
b) El texto comienza (primer párrafo) con la idea principal (el ojo no es capaz de
análisis armónico) y acaba (párrafo final) con la formulación de su consecuencia (la necesidad
de un espectroscopio para ese análisis). Ambas sirven como marco para encuadrar la
presentación de tres casos concretos que vienen a ser ejemplo y prueba de esa incapacidad de
análisis: respecto a la luz blanca, a la amarilla, y a la tricromía. La división en párrafos coincide
exactamente con la del contenido. Así pues, si bien se trata de un fragmento de texto, queda
organizado de modo bastante claro y cerrado.
Como texto científico, predomina en él la función referencial, y responde a un afán de
precisión, objetividad y universalidad que, según vamos a ir viendo, tiene reflejo en el uso que
hace de la lengua.
Comenzando por el léxico, son precisión y objetividad, justamente, los motivos por los
que se utilizan tecnicismos en los textos científicos, tal como sucede aquí: encontramos algunos
de origen clásico (“monocromática”, “espectroscopio”, “sinusoidal”), otros formados por
composición sintagmática (“longitud de onda”, “cromato de potasio”), o por simple
especialización (“intensidad”, “radiación”). Sin embargo, no es éste el tipo de vocabulario que
predomina, lo cual se debe, probablemente, al hecho de ir dirigido a público no experto en el
tema. Ahora bien, del resto de palabras, no técnicas, puede decirse que constituyen un conjunto
puramente denotativo (como debe ser por objetividad), aunque lo cierto es que, si bien no hay

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palabras que transmitan valoración, sí las hay de las que suelen portar sentimientos o
sensaciones asociados (“luz”, “blanco”, “manantial”...), pero el contexto en que se hallan fuerza
una interpretación completamente desprovista de esas connotaciones.
Pasando a cuestiones morfológicas, y empezando por aspectos internos al sintagma
nominal, apreciamos el predominio de referencias genéricas gracias al uso del artículo
generalizador (“el ojo”, “la luz”, “el espectroscopio”, “la onda”…), del indeterminado (“un haz”,
“una luz”, “un manantial de luz”…) o de sustantivos sin determinación, especialmente en plural
(“de longitudes...”, “de intensidades...”, “por radiaciones...”). Obedece esto a la validez
universal de las observaciones.
Como consecuencia de la necesidad de precisión, abundan los adjetivos, siempre
especificativos (“armónico”, “monocromáticas”, “blanca”, “natural”, “artificial”, “únicas”,
“convenientes”, “objetivo”...). Esa necesidad lleva también a la repetición de sustantivos, pues
sería absurdo el recurso a la sinonimia (véase “luz”, “color”, “blanco”, “amarillo”, o
“radiación”). Respecto a los sustantivos, es destacable también, como nacida del carácter
conceptual del ejercicio científico, la presencia de sustantivos abstractos, especialmente
derivados de verbos (“radiación”, “superposición”, “reproducción”, impresión”..).
En el uso de los verbos, apreciamos la reiteración de “ser” y también (aunque menor) de
“constituir”, “parecer” y “contener”, verbos que corresponden bien con el carácter expositivo
(casi de definición de realidades) del texto. Éstos, y los demás, se utilizan en presente, con valor
atemporal (“es”, “son”, “constituye”...) pues enuncian verdades de validez general (universal).
Es también casi constante (y consecuencia de la objetividad) el uso de la tercera persona,
referida a las realidades de las que se habla, pero encontramos una primera persona del plural
(“llamamos”), que reaparece posteriormente en dos pronombres (“nos dan impresión”, “nos
advierte”), y que es recurso frecuente en los textos científicos para incorporar a emisor y
receptor en las observaciones, sin abandonar la objetividad.
En cuanto a la sintaxis, sin ser especialmente compleja, se observa abundancia de
construcciones subordinadas de las que responden al afán de precisión ya señalado. Así, las
proposiciones subordinadas sustantivas (“distinguir...”, “cuáles son...”, “que no contiene...”,
“utilizar un espectroscopio”..., pero, sobre todo, las adjetivas, casi siempre especificativas, y
tanto de relativo como de participio (“que constituyen...”, “que converge...”, “que llamamos”,
“que en conjunto nos dan impresión”, “coloreada con sodio”, “producida por...”).. A ellas se
suman un par de proposiciones adverbiales (final: “para obtener...”; de modo: “impresionando
un elemento...”).
Sobre la coordinación, escasa y, normalmente, vinculando elementos menores, cabe
resaltar que se recurre en dos ocasiones al enlace explicativo “es decir” (que une proposiciones
en el primer párrafo, y sintagmas adjetivos en el último). Por lo que tiene de aclaratorio, encaja
bien con la orientación divulgativa del escrito. En ese mismo sentido, pueden encontrarse,
finalmente, varios conectores textuales (“así”, “pero”, “análogamente”, “sin embargo”), que
hacen explícita la relación entre las partes del texto, facilitando al lector su comprensión.
Para terminar, sólo añadiremos que lo dicho hasta aquí puede bastar como prueba de
que cada uno de los aspectos de la lengua del texto comentado ilustra las cualidades propias de
todo texto científico (moderadas, eso sí, por su finalidad divulgativa).

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