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COMENTARIO DE TEXTO DE DISCIPLINA HUMANÍSTICA

TEXTO

En un principio, la actividad instrumental del hombre fue muy elemental y funcionó al


servicio de fines biológicos muy elementales –alimentación, defensa, alojamiento-, pero se
diferenció de la de los simios más cercanos en que éstos, capaces, por supuesto, de arrojar
piedras, de utilizar un palo como bastón o de convertir una rama en instrumento para robar miel
de una colmena, jamás llegaron a trascender los límites de esta actividad instrumental de primer
orden. Como ha mostrado no hace mucho Jrustov, un simio es totalmente incapaz de construir
instrumentos valiéndose de otros instrumentos, es incapaz de acceder a una actividad
instrumental de segundo orden, hazaña que, sin embargo, realizó el primer pitecántropo que
astilló una piedra con otra para conseguir artificialmente una potenciación rudimentaria de su
mano. En un principio, no obstante, esta actividad instrumental de segundo orden se hallaba, al
parecer, al servicio de fines biológicos muy elementales, semejantes a los perseguidos
instintivamente por otras especies; los primeros homínidos se movieron probablemente en una
precultura o cuasicultura: la cultura arcaica del Homo habilis, en el Paleolítico inferior, es
posible que presentara todavía tales características. El paso siguiente, probablemente unido al
desarrollo del lenguaje, consistió en ampliar los fines biológicos, de pura supervivencia, con
valores religiosos y artísticos totalmente desconocidos en el mundo animal: el ser humano
comenzó a enterrar a sus muertos de acuerdo con normas inventadas por él mismo, empezó a
construir adornos para su cuerpo y a decorar sus cuevas con pinturas y símbolos. La
humanización había comenzado.

José Luis Pinillos, La mente humana

COMENTARIO

(c) Estamos ante un texto de una disciplina humanística; en concreto, de Psicología (el
título de libro del que procede así lo indica), si bien el contenido se aproxima a la Antropología.
Parece ser un fragmento de un estudio divulgativo; esto es, su emisor (J.L. Pinillos), experto en
la materia, se dirige a un público amplio (receptor múltiple) y no especializado en ella (a jugar al
menos por lo básico que resulta lo que expone y por la escasez de vocabulario especializado).
Se trata de un texto expositivo, pues en él se presentan de forma ordenada unas pocas
ideas sobre el principio del proceso evolutivo de la “humanización”. Por ello, y por la ausencia
de expresiones personales o de rasgos literarios en el estilo (previsibles en un ensayo, pero no en
un estudio), puede decirse que en él se da de forma casi exclusiva la función representativa o
referencial del lenguaje.
(a) El tema del fragmento es el paso decisivo que constituyó para el proceso de
humanización la ampliación de los fines de la actividad instrumental de segundo grado, que era
propia de los primeros homínidos, más allá de la mera supervivencia.
(b) Como suele suceder en los estudios humanísticos, por lo que tienen de “ciencia”, en
este texto se percibe la búsqueda, como poco, de precisión, objetividad y validez “universal”;
todo ello se manifiesta en la forma en que en él se maneja la lengua, según veremos
continuación.
En cuanto a los aspectos fónicos, nada hay que decir sino que no hay otra entonación que
la enunciativa, hecho lógico cuando se evita la manifestación de la subjetividad del autor.
Respecto al plano de la morfología (o, al menos, del uso de las categorías gramaticales),
son destacables varios rasgos que obedecen al intento de expresión “universal”: así, el uso
generalizador del artículo determinado (“el hombre”, “el Homo habilis”, “el ser humano”), o del
sustantivo sin determinante (“alimentación, defensa, alojamiento”); y también el empleo de
verbos en presente de indicativo con valor atemporal (“un simio es [...] incapaz”). Es cierto, sin
embargo, que en el texto domina el pretérito, dado que lo que se presenta son hechos históricos.
Se puede diferenciar, eso sí, el perfecto simple, empleado para referirse a acontecimientos
(“realizó”, “comenzó a enterrar”, “empezó a construir”), del imperfecto, que refleja situaciones
estables en el pasado (“se hallaba”), aunque a veces se expresan éstas también con el perfecto
(“fue”, “se movieron”), quizá para acentuar el hecho, descrito en el texto, de su superación.
El afán de precisión queda patente en la presencia abundante de adjetivos (a veces
cuantificados) complementando de forma especificativa al nombre (a ellos se suman, desde
luego, complementos preposicionales): “fines biológicos muy elementales”, “simios más
cercanos”, “actividad instrumental de primer orden”, “cultura arcaica del Homo sapiens, etc. En
el ámbito de la precisión (y reforzando la objetividad), también es claro cómo se quiere matizar
el grado de verdad de lo expuesto, mediante el uso de adverbios como “probablemente” o de
expresiones perifrásticas con valor modal (“es posible que presentara”).
En el plano sintáctico, se aprecian también características que reflejan el interés por ser
preciso y exhaustivo: en primer lugar, ampliando algo que ya hemos dicho, la construcción de
sintagmas nominales extensos, con acumulación de múltiples complementos (véase, por ejemplo,
“fines biológicos muy elementales, semejantes a los perseguidos instintivamente por otras
especies”, donde resulta igualmente expandido por complementación el adjetivo “semejante”).
En este campo, se aprecia también el recurso ocasional a la subordinación adjetiva especificativa
(“hazaña que...”, “el primer pitecántropo que...”).
La búsqueda de exhaustividad y la presencia de la razón, que organiza y relaciona los
conceptos, es visible en la forma de construcción de las oraciones: son, salvo la última (y ello
resalta su valor de cierre) muy extensas, dando al conjunto una densidad notable. Ello es debido
no sólo a la expansión ya señalada de los sintagmas nominales, sino también al recurso reiterado
a la coordinación de proposiciones (copulativa, en la primera línea; adversativa, en la segunda;
disyuntiva, en la cuarta, y todo ello en la misma oración), y al empleo de una gama variada de
subordinadas (las adjetivas ya mencionadas; abundantes sustantivas, como “ampliar los fines
biológicos” o “que presentara tales características”; adverbiales de modo (“como ha mostrado
Jrustov”). En cuanto a las subordinadas, es clara la ausencia de las de implicación lógica: refleja
el hecho de que el texto no es argumentativo. Sin embargo, hay al menos un conector textual
para expresar contraste de ideas (“no obstante”).
En cuanto al léxico, aparecen algunos tecnicismos (no precisamente de la Psicología),
como “pitecántropo”, “homínidos”, “Homo habilis”, Paleolítico inferior”, y otras expresiones
utilizadas aquí con un sentido especializado, como “de segundo grado”, “actividad instrumental”.
No son, sin embargo, especialmente abundantes, y en general son expresiones difundidas ya
ampliamente, lo que es lógico en un texto divulgativo. El resto del vocabulario corresponde,
desde luego, a un registro formal y un nivel culto, según conviene a una materia intelectualmente
elevada como la que se trata aquí. Ejemplo de ello son sustantivos abstractos como
“humanización”, “potenciación”, “precultura”, “cuasicultura” , “valores” o “normas”. En
conjunto, y en consonancia con la objetividad buscada por el autor, es un léxico plenamente
denotativo (se supone, además, que el lector deberá apartar las asociaciones valorativas que
pueda suscitarle alguna de las palabras empleadas). Por último, hay que señalar, como prueba de
la búsqueda de precisión y de la indiferencia respecto al estilo, que se repiten con frecuencia
tanto palabras como sintagmas nominales enteros (“actividad instrumental” aparece al menos
cuatro veces; “fines biológicos”, tres; “elementales”, otras tres).
En definitiva, y según hemos ido viendo, el fragmento que comentamos responde claramente, en
todos los aspectos, tanto pragmáticos como lingüísticos, a las cualidades más frecuentes en los de su
clase.

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