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José-Julián Morente

EL CAMINO DE LOT: LA VISIÓN OPERATIVA

Lot es un personaje de la mitología bíblica, que vivió en las afueras


de la ciudad de Sodoma (ciudad corrupta); por consejo divino dejo
la ciudad con su familia, pero su mujer desobedeció la orden de no
mirar atrás y se convirtió en estatua de sal.

Pensemos esta historia del Génesis como mitopoyético; es decir,


fenómeno estético que puede orientar como modelo.

Tal vez, tenemos que seguir un camino análogo al de Lot, y salir de


la forma de vida perversa (una estructura es perversa cuando sus
partes funcionan de forma diferente a como dicen que funcionan) y
anómica (la incapacidad de la estructura social de proveer a ciertos
individuos de los valores para lograr sus metas personales y
sociales) en la cual nos encontramos.

Después de un si afirmativo a seguir un camino convergente con el


de Lot, la cuestión es cómo configurar la estructura y la
funcionalidad de una disposición comunitaria y nómada de acorde
con ello.

Cómo crear unos espacios en función del habitar del ser humano.
Unos espacios aptos para un habitar emocional, donde individuos
que priman la calidad de vida y las posibilidades de autoexpresión
puedan sentirse cómodos en un entorno favorable a la innovación.
Donde se desarrolla el “capital social”, «eso que mantiene a la
sociedad unida» (Robert Putnam).

Hemos de tener en cuenta que los vínculos sociales son


importantes gracias a las normas de conducta que los sustentan.
Las redes implican (casi por definición) obligaciones mutuas; no son
interesantes como meros “contactos”. Las redes de compromiso
comunitario fomentan normas sólidas de reciprocidad. Esto lleva a
que cuando los miembros del grupo o una red tienen el
convencimiento de que los demás se van a comportar con
formalidad y honestidad, nace la confianza entre ellos. La confianza
es como un lubricante que hace que cualquier grupo u organización
funcione con mayor eficiencia.

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El elemento esencial para la existencia de capital social son los


valores morales y las normas sociales, que no son meras
limitaciones arbitrarias de la libertad individual, sino la condición
previa para cualquier tipo de cooperación. Por medio de éstas, los
individuos amplían su poder y capacidades, al seguir normas
cooperativas que limitan su libertad de elección y les permiten
comunicarse con los demás y coordinar sus acciones. Las virtudes
sociales, como la honestidad, la reciprocidad y el cumplimiento de
los compromisos no son valiosos sólo como valores éticos sino que
además facilitan la consecución de objetivos comunes a los grupos
que las practican.

Para que exista una comunidad no sólo es necesario que la gente


del grupo interaccione, sino que las verdaderas comunidades estén
cohesionadas por los valores, las normas y las experiencias que
comparten sus miembros. Cuanto más profundos y sólidos sean
esos valores comunes, más fuerte será el sentido de comunidad.

Un elemento fundamental del capital social es el principio de la


reciprocidad generalizada. Así pues, la interacción frecuente entre
distintas personas tiende a generar una norma de reciprocidad
generalizada. Estas normas de reciprocidad generalizada resuelven
problemas de acción colectiva. Así, se transforma el interés propio
de los individuos y el egoísmo de los agentes en un pequeño
sentido de obligación hacia otros, lo que conduce a los miembros de
una comunidad a intentar conseguir objetivos compartidos.

Esto conduce a que una sociedad caracterizada por la reciprocidad


generalizada es más eficiente que otra desconfiada, ya que el
compromiso cívico y el capital social suponen obligación mutua y
responsabilidad para actuar. Las redes sociales y las normas de
reciprocidad pueden facilitar la cooperación en beneficio mutuo.
Cuando los tratos económicos y políticos se realizan dentro de unas
redes tupidas de interacción social, el oportunismo y la corrupción
ven reducidos sus incentivos.

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¿Cómo organizarnos?

Clúster de conocimiento

Expongamos como lo entendemos en el camino de Lot.

Un clúster es una concentración de individuos que se encuentran


interconectadas entre sí para ser más competitivos en un campo
particular de actuación. En un clúster se incluyen, a operadores
varios (creadores, proveedores, comercializadores, servicios de
apoyo, etc.). Un clúster se extienden verticalmente en la cadena de
valor y lateralmente con sectores relacionados.

Los clústeres afectan la competitividad en tres direcciones:


incrementando la productividad, dirigiendo y promoviendo la
innovación y estimulando la creación de nuevas unidades de
actuación.

Los clústeres son la llave de las unidades organizacionales, ya que


mejoran la marcha de las comunidades. La creación de clústeres
implica un grupo de individuos que interactúan entre sí.

Los clústeres facilitan tipos de colaboración o de asociación entre


individuos, ya que el contacto continuo ayuda a establecer unas
relaciones de confianza mutua. La colaboración a través de
estructuras organizativas en red es más usual. Los individuos
trabajan en red por múltiples razones, entre las que destacan las
siguientes: Reducir la incertidumbre, aprender unas de otras y
asimilar las mejores prácticas, reducir los costes de transacción,
conseguir mejoras en negociaciones con terceros y, acordar,
reconocer y mejorar estándares propios.

Los clústeres son una fuente importante de ventaja competitiva


sostenible en el tiempo. Los individuos que forman el clúster pueden
ganar en economías de alcance, por ejemplo, e incluso, en
economías de escala, a través de la especialización de cada una de
las unidades (formadas por los individuos), de la compra conjunta
de material, etc. En este sentido, en cuanto al alcance del
conocimiento se demuestra más importante que la propia
concentración de la capacidad operativa.

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Es interesante resaltar la importancia de las relaciones entre los


miembros de un clúster. La concentración de individuos en un
clúster implica la aparición de una infraestructura de especialistas
legales, profesionales, financieros, etc., así como de una base de
mano de obra especializada y centrada en las necesidades
particulares del clúster.

Un clúster del conocimiento es una estructura de interacción y


cooperación en gestión que se articula a través de procesos de
aprendizaje colectivo e intercambio de conocimiento de los agentes.
Desde el clúster de conocimiento se promueven iniciativas tales
como foros de intercambio de conocimiento, grupos de trabajo y se
impulsan foros de reflexión para difundir los productos alcanzados
por el clúster.

Un clúster del conocimiento representa la puerta de entrada de


criterios de competitividad. Este sistema es "responsable" de que a
los individuos y los grupos lleguen los conocimientos en gestión
necesarios para hacerlos eficaces y productivos

Para iniciar el clúster nos coordinamos los individuos que ya


estamos en red (previo contacto por afinidad), y planteamos una
puesta en común de habilidades, necesidades y expectativas.

Redes disipativas

¿Qué es una red disipativa? Una red de relaciones dinámicas sin


entidades fundamentales, que expulsa el desorden fuera de su
estructura.

Cuando pensamos en redes disipativas, estamos pensando en el


entramado explicativo dado por İlya Prigogine hace unos cincuenta
años para comprender el fenómeno de la autoorganización,
demostrando que en los sistemas abiertos, la disipación es una
fuente de orden. Demostró que, mientras las estructuras disipativas
reciben su energía del exterior, las inestabilidades y saltos a nuevas
formas de organización son el resultado de fluctuaciones internas y
aparecen como fuentes de un nuevo orden y complejidad.

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Las estructuras disipativas tienen la interesante propiedad de ser


auto-organizativas, actuando el sistema como una totalidad. Las
estructuras auto-organizativas surgen estableciendo una
comunicación por empatía entre los miembros del conjunto auto-
organizado.

Lejos del equilibrio las estructuras disipatívas pueden desarrollarse


y evolucionar hacia formas de complejidad creciente. El
comportamiento del sistema en los puntos críticos de bifurcación, no
sigue ninguna ley universal, sino que se desplaza de lo universal a
lo único; que es exclusivo del sistema, hacia la variedad. La
elección dependerá de los antecedentes del sistema y de varias
condiciones externas. La irreversibilidad es el mecanismo que
extrae orden del desorden.

Viéndolo en perspectiva y según la teoría Gaia (James Lovelock),


es la vida la que crea las condiciones aptas para su propia
existencia. La vida hace, conforma y cambia el entorno al que se
adapta, el cual a su vez, retroalimenta a la vida que cambia, actúa y
crece en él, contemplando la naturaleza viva como consciente e
inteligente, sin necesidad de un designio o propósito general y como
consecuencia de los bucles de retroalimentación entre los
organismos del planeta y su entorno, y que pueden ser formulados
con el diseño de modelos de interconectividad no-lineal
característica de las redes sistémicas dinámicas, que son unas
relaciones de cualidad más que de cantidad. En el mundo de lo
disipativo, la historia juega un papel importante, con futuro incierto
que está en el corazón de la creatividad; donde el mundo que
percibimos afuera y el que vemos adentro, convergen.

Lo disipativo es estar en sintonía con otros, coordinar actividades y


cuidar de los necesitados, que además son rasgos de muchas
especies de mamíferos. La empatía es un elemento de lo disipativo
y conjuntamente tienen tras de sí una larga historia evolutiva.

¿Cómo crear una red disipativa? Por empatía y afinidad, la empatía


es un producto de nuestra evolución y no precisamente reciente,
pues se trata de una aptitud innata muy antigua. No es una aptitud
muy compleja aunque los psico-predicadores digan que descansa
sobre la atribución de estados mentales a otros, o sobre la
capacidad de rememorar conscientemente las experiencias propias;
la empatía se encuentra más en nuestros cuerpos que en nuestras
mentes.

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Y no debemos de pensar que es difícil, por ser animales


competitivos. Las opiniones sobre la competitividad que tienen los
banqueros y los políticos, y que proyectan a toda la sociedad, es un
darwinismo social que no es más que una reminiscencia desfasada
de la era victoriana, y todavía muy presente, porque el tipo de
mundo que se diseño en ese contexto sigue imperante.

Ambas propuestas organizativas son una misma, planteadas de


forma diferente: una Red P2P (peer-to-peer, red entre pares) en
este tipo de red como indico Pekka Himanen en su libro La ética del
hacker, los hackers para crear valor necesitan libre acceso al
conocimiento y a sus pares. Las relaciones en la construcción de
esta nueva comunidad no tienen una jefatura central ni jerarquía
sino que se basan en la libre concurrencia de proyectos y en
relaciones entre iguales.

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