Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
SOLAMENTE
INTRODUCCIÓN
Bunge menciona que se han tomado tres posturas respecto de ese problema:
«considerar que es un pseudoproblema; que es un auténtico problema, aunque
insoluble; y, por último, que es un auténtico problema que tiene solución»6. La
primera postura, fue adoptada por el conductismo, la reflexología y el
positivismo lógico, teniendo como base la afirmación filosófica de que lo
único que se puede estudiar científicamente es la conducta. Pero, si se ve de
esa forma, examinar la conducta de las personas y saber qué está pasando
realmente con ella o qué es lo que la lleva a actuar de cierta manera, no es
cuestión de saberlo sin un margen de error, es decir, se estaría basando sólo en
probabilidades y, como es sabido, las cuestiones científicas no dan lugar a las
probabilidades; es por esta razón por la que esta postura ya no tuvo
2
MARIO BUNGE, El problema mente-cerebro. Un enfoque psicobiológico, Tecnos,
Madrid, 2002, pág., 19.
3
Ibíd., pág. 23.
4
Ibídem.
5
Ibídem.
6
Ibídem.
continuidad. Con respecto del estudio de la conducta, John Austin menciona
que
un tic de las cejas, una palidez, un temblor en la voz, todos éstos pueden ser síntomas de
enojo; pero un violento exabrupto o un puñetazo en la cara no lo son, son los actos en los
que se descarga el enojo. Donde sólo tenemos síntomas para basarnos, diríamos sólo que
creemos que el hombre en cuestión está enojado o alcanzando el enojo; mientras que
cuando él se ha puesto de manifiesto decimos que lo sabemos».7
MONISMO PSICOFÍSICO
Con eso quiere decir que dichas capacidades emergen del cerebro, es decir,
sus componentes celulares carecen de estas capacidades o propiedades y el
cerebro es ayudado por el SNC para ejecutarlas. Pero, ¿cómo suceden en
dicho sistema? Si se parte tomando en consideración a la conducta, se diría
que ésta «es una manifestación externa de procesos neurales y que éstos
incluyen algunos que no son ostensivos, ejemplo de los cuales pueden ser,
sentir, imaginar, soñar, desear y razonar»14. Por lo tanto, con dicho argumento
se puede suponer que ni la función psíquica ni la conducta existen por sí
12
Ibídem.
13
Ibíd., pág. 29.
14
Ibíd., pág. 53.
mismas; en cambio, Bunge dice que «el que hace el comportamiento es el
organismo como totalidad o algún subsistema suyo. Y es el SNC, o algún
subsistema suyo, el que controla la conducta y la sensación, el que imagina,
desea, razona, planea, etc.»15; llegando a la conclusión de que «no existe
mente independiente del cerebro, y mucho menos paralela a él o en
interacción con él. La mente no es más que una colección de funciones
(actividades, sucesos) de un SNC extremadamente complejo»16.
Una vez que se ha mencionado que para el monismo psicofísico (en el caso de
Bunge, un materialismo emergentista) la mente es una colección de funciones
de un Sistema Nervioso Central complejo, habría que cuestionarse ¿dónde está
la mente? Según Bunge, todo suceso mental está ligado al sistema neuronal o
neural, por lo tanto, los sucesos mentales ocurren en el cerebro; pero Bunge
aclara «esto no significa que la mente, el conjunto de todos los sucesos
15
Ibídem.
16
Ibídem.
17
Ibíd., pág. 80.
18
Ibídem.
19
Ibíd., pág. 81.
neurales, se encuentre en la cabeza: al ser un conjunto no se encuentra en
ningún sitio»20, argumentando que «los procesos mentales se localizan donde
se encuentran localizados los sistemas neurales que mientan»21. Por lo tanto,
para Bunge «los pensamientos son procesos cerebrales»22, ya que aquéllos
emergen de las actividades neuronales del cerebro. El neurocientífico
argentino dice que «el dualismo psicofísico no es una hipótesis científica
posible de lo mental, sino un mito acientífico que sólo se puede sostener por
razones ideológicas»23, debido a que el dualismo considera a la mente como
una entidad inmaterial, es decir, al no ser material, es irreal, tomando en
cuenta que la ciencia sólo considera real a lo material, a aquello que puede ser
percibido por los sentidos; por dicha circunstancia, considera al dualismo
como algo ideológico. Además, Bunge recalca que el materialismo
emergentista no deja ya resuelto el problema mente-cerebro, o al menos no
desde el plano filosófico, sino que podría solucionarse visto desde la
neurociencia, por lo que a los filósofos y teólogos no les correspondería dar
con dicha solución.
En defensa de la postura emergentista, Bunge señala «podemos sostener que la
mente es una colección de funciones o actividades de determinados sistemas
neurales, funciones o actividades que no poseen sus neuronas individuales»24,
es decir, la mente o dicha colección de funciones neurales, emergen de las
actividades realizadas por las neuronas; además, dice que
el materialismo emergentista es la única filosofía que disfruta del apoyo de todas las
ciencias, no ha sido elaborado para el problema mente-cerebro, defiende la neurociencia
y la psicología de la obstrucción a que las someten las filosofías y las ideologías
obsoletas y estériles. Al actuar así está defendiendo la libertad y la creatividad del
hombre, que no es ni una máquina a la que hay que programar ni un pichón que
podemos condicionar a voluntad, sino que se trata del único animal absolutamente
creativo, el único capaz de crear la ciencia de lo mental y de dar forma a su propia vida
―para bien o para mal― a la luz de su conocimiento y de sus preocupaciones.25
Por otra parte, como una posible aportación al monismo psicofísico, John
Searle en su obra Intencionalidad, la cual es un ensayo en la filosofía de la
mente, menciona que «los estados mentales son causados por fenómenos
20
Ibíd., pág. 107.
21
Ibíd., pág. 108.
22
Ibíd., pág. 176.
23
Ibíd., pág. 219.
24
Ibíd., pág. 230.
25
Ibíd., pág. 232.
biológicos y a su vez causan otros fenómenos biológicos»; 26 explicando que
«los estados mentales son a la vez causados por las operaciones del cerebro y
realizados en la estructura del cerebro (y el resto del sistema nervioso
central)».27 Pero, ¿qué quiere decir con esto? Searle pone como ejemplo que
«la experiencia visual es causada por el funcionamiento del cerebro en
respuesta a la estimulación óptica externa del sistema visual, pero es también
realizada en el cerebro»28. Además, señala otro ejemplo, como el hecho de que
un individuo experimenta la sed, sobre la cual explica que ocurre debido a que
«las secreciones del riñón causan la síntesis de la angiotensina, y parece
probable que esta sustancia a su vez actúa sobre las neuronas del hipotálamo
para causar la sed[…]En tal explicación la sed está causada por eventos
neuronales en el hipotálamo y realizados en el hipotálamo», 29 aunque Searle
no la muestra como una explicación correcta, sino sólo como una ‘posible’
explicación.
26
JOHN R. SEARLE, Intencionalidad. Un ensayo en la filosofía de la mente, Editorial
Tecnos, Madrid, 1992, p. 268.
27
Ibídem.
28
Ibíd., pág. 270.
29
Ibíd., pág. 271.
30
Ibíd., pág. 272.
explicó que «ni la función psíquica ni la conducta existen por sí mismas», 31
sino que es el sistema nervioso central, o algún subsistema suyo, el que
controla la conducta, la sensación y, en este caso, la intención de mover
alguna extremidad corporal. Por lo tanto, como dice Bunge, se puede decir
que «no existe mente independiente del cerebro, y mucho menos paralela a él
o en interacción con él. La mente no es más que una colección de funciones
(actividades, sucesos) de un SNC extremadamente complejo». 32 Con lo que
respecta de la explicación de la ‘intencionalidad’ de Searle, Hans Jonas dice
que «en el caso de levantar el brazo, sólo es correcta la explicación (o
descripción) objetiva, neuromuscular, siendo la subjetiva ―según la
«voluntad» y la «intención» ― una transcripción simbólica e inadecuada» 33.
Con esto se podría decir que sólo puede haber una explicación más precisa si
se toman en cuenta los sucesos físicos, ya que en ellos se puede encontrar
objetividad puesto que lo que ocurre puede ser observado por todos o muchos
individuos; en cambio, se caería en una subjetividad al querer estudiar o tomar
en cuenta cosas inmateriales como la voluntad o la intención, ya que éstas no
pueden ser percibidas por ninguno de los sentidos. Cabe señalar que el mismo
Hans Jonas habla (en su obra ya citada en el presente ensayo) sobre el
concepto del ‘epifenómeno’, el cual menciona lo siguiente: «en términos
generales expresa que lo subjetivo o psíquico o mental es la apariencia que
acompaña ciertos procesos físicos que tienen lugar en el cerebro. El hecho de
acompañar es unilateral, no recíproco: los procesos físicos primarios son
autónomos como tales, su apariencia psíquica secundaria es totalmente
heterónoma (sometida a una ley o fuerza exterior), o mero producto de algo
ajeno»34.
31
M. BUNGE, El problema mente-cerebro. Un enfoque psico-biológico, Tecnos,
Madrid, 2002, pág. 52.
32
Ibíd., pág. 53.
33
H. JONAS, Poder o impotencia de la subjetividad, Ediciones Paidós, Barcelona, 2005,
pág. 91.
34
Ibíd., pág. 99.
hablará a continuación del dualismo psicofísico y de cómo éste intenta
explicar cómo se da la interacción entre mente y cerebro.
DUALISMO PSICOFÍSICO
a) KARL POPPER
35
K. POPPER & J. ECCLES, El yo y su cerebro, Editorial Labor, Barcelona, 1993, pág.
43.
36
Ibídem.
Con ello, se puede decir que el Mundo1 está formado por los objetos físicos,
es decir, es el mundo de lo físico y lo material; el Mundo2 lo constituyen las
experiencias subjetivas (estados de conciencia, disposiciones psicológicas,
fenómenos subconscientes o inconscientes, las leyes lógicas, etc.), es decir, es
el mundo de lo psíquico, ya que Popper menciona que Platón «habla de las
afecciones del alma o estados del alma, que corresponden a nuestro Mundo
2»37. También, dice lo siguiente sobre el Mundo 2: «Además de los objetos y
estados físicos, conjeturo que hay estados mentales y que dichos estados son
reales ya que interactúan con nuestros cuerpos»38, y explica el siguiente
ejemplo: «Un conductor puede pisar el freno porque ve que el semáforo se
pone en rojo: es su conocimiento del código de circulación el que le hace
comportarse de ese modo»39, y con ello sugiere que hay una interacción entre
el Mundo 2 [lo psíquico] y el Mundo 1 [lo físico]. Con respecto del Mundo 3,
se podría interpretar que hay algo completamente diferente del sistema físico
que actúa de algún modo sobre el sistema físico; y aquí es donde entraría en
juego el Mundo 3, considerando que se trata del mundo del pensamiento
abstracto en general. ¿En qué consiste dicho mundo? El ser humano, a través
de los sentidos, percibe los objetos que le rodean: contempla un paisaje,
escucha el cantar de las aves, siente la frialdad de un cubo de hielo, saborea lo
dulce del azúcar, etcétera. Todas estas percepciones son abstraídas por lo que
llamamos ‘mente’; en otros casos se dirá que la abstracción la realiza el
cerebro, y esto es lo que quiere esclarecer, o al menos intenta hacerlo, Popper
con dicha división tripartita. Y, en lo que se refiere a la abstracción de los
objetos o de la realidad, le correspondería al Mundo 3 dicha labor. ¿Cómo se
explicaría el dualismo interaccionista mediante estos tres mundos que propone
Popper? Retomando el ejemplo del conductor anteriormente mencionado, éste,
mediante la abstracción, sabe que el color rojo en el semáforo significa ‘alto’,
es decir, el Mundo 3, el de la abstracción, actúa sobre el Mundo 1, el de lo
físico; por tanto, dicho conductor, al ver el semáforo en rojo y tener el
conocimiento de lo que significa, pisará el freno para detenerse, es decir, el
Mundo 2, el de lo psíquico, actuará sobre el Mundo 1, el de lo físico, actuando
primero el Mundo 3 sobre el Mundo 2, lo que le permite a éste último actuar
sobre el Mundo 1. O, al menos, es lo que afirma Popper al decir que «de este
modo, los objetos del Mundo 3 pueden actuar sobre el Mundo 2, es decir,
sobre nuestras mentes, sobre nosotros, y nosotros, a nuestra vez, podemos
37
Ibíd., pág. 49.
38
Ibíd., pág. 41.
39
Ibíd., pág. 42.
actuar sobre el Mundo 1»40. Parece ser una hipótesis aceptable, pero, al ser
Popper partidario del evolucionismo, se contradice porque creía en la mente
como entidad inmaterial, y de lo material se evoluciona a otra cosa material,
no inmaterial. Dicha situación provoca pensar que la hipótesis de Popper
queda invalidada por su contradicción en el tema.
b) JOHN ECCLES
318.
autoconsciente, Eccles trata un dualismo «que plantea los problemas
científicos más graves en relación con la línea de separación que media entre
el mundo de la materia-energía, en el caso especial del área de relación del
cerebro, y el mundo de los estados de conciencia, al que se alude como mente
autoconsciente»42. Dicha teoría se ha desarrollado en término de la hipótesis
de los ‘los tres mundos’ de Popper, la cual suministra una explicación muy
interesante del desarrollo de la mente autoconsciente, debido a que en dicha
hipótesis «se defiende la tesis de que el mundo de la mente autoconsciente
(Mundo 2) de cada yo individual se desarrolla en relación con la influencia
que el Mundo 3 ejerce sobre ese yo»43; además, «la hipótesis afirma que la
mente autoconsciente es una entidad independiente, activamente entregada a
interpretar la multitud de centros activos de los módulos de las áreas de
relación que hay en el hemisferio cerebral dominante»44 y añade que «la mente
autoconsciente hace una selección de dichos centros de acuerdo con su
atención e intereses, e integra su selección para producir la unidad de la
experiencia consciente en cada momento. También reacciona sobre los centros
nerviosos»45. De esta manera, «se propone que la mente autoconsciente ejerce
una función superior de control e interpretación sobre los sucesos nerviosos,
mediante una interacción en ambos sentidos a través de la línea de separación
que media entre el Mundo 1 y el Mundo 2»46. En efecto, «se propone que la
unidad de la experiencia consciente no procede de una síntesis última de la
maquinaria nerviosa, sino de la acción integradora de la mente autoconsciente,
ejercida sobre lo que capta en la inmensa diversidad de actividades nerviosas
del cerebro de relación»47 y es así como Eccles llega a concluir que la mente
autoconsciente, unida a los mecanismos cerebrales, actúa sobre ellos, les da
órdenes y es responsable de las decisiones tomadas.
42
K. POPPER & J. ECCLES, El yo y su cerebro, Editorial Labor, Barcelona, 1993, pág.
399.
43
Ibídem.
44
Ibídem.
45
Ibíd., pág. 400.
46
Ibídem.
47
Ibídem.
plazo que iría desde unas horas a toda una vida» 48. Sobre la memoria a corto
plazo, de unos pocos segundos, «se puede reconocer que el suceso recordado
ha de percibirse mediante repetición verbal continua como, por ejemplo,
cuando leemos y marcamos después un número de teléfono. Se conjetura que
estos recuerdos tan breves se retienen en la mente autoconsciente, dado que
está interpretando la continua actividad de los circuitos neuronales que
transportan la información que hay que recuperar» 49. Eccles señala que en la
memorización juega un papel muy importante una parte del cerebro llamada
‘hipocampo’, ya que «se conjetura que el hipocampo participa en la
consolidación de la memoria mediante la operación de circuitos que van
especialmente del lóbulo prefrontal al hipocampo y de vuelta al neocórtex» 50,
concluyendo que la memoria es un archivo copiosísimo de datos y vivencias
que se almacenan en el cerebro. Aquí es donde la mente autoconsciente
jugaría un papel muy importante ya que, según Eccles, «la mente
autoconsciente dirige los bancos de datos de la corteza cerebral […] y puede
provocar actividades cerebrales que resultan efectivas a la hora de retirar
información de los bancos de datos que probablemente se hallan ampliamente
distribuidos por la corteza cerebral»51, dando pie a la función de
reconocimiento de memoria de la mente autoconsciente y, por medio de dicho
reconocimiento, «la mente autoconsciente puede descubrir que la recuperación
del banco de datos es errónea, entablando otra investigación por los bancos de
datos del cerebro, en un intento de conseguir un recuerdo que se considere
correcto»52 y, como consecuencia, «es evidente que una interacción continua
entre la mente autoconsciente y el cerebro de relación es tan necesaria en la
recuperación de memoria como en la acción voluntaria» 53. Así, se puede
concluir que la mente autoconsciente, en interacción con el cerebro, se
encarga tanto del almacenamiento de datos y recuerdos, así como de recordar
aquella información que se encuentra almacenada en el cerebro, a lo que
Eccles llama ‘memoria de reconocimiento’, en la que la mente autoconsciente
examina esos recuerdos para saber si la recuperación es o no correcta.,
descartando que esa crítica la realicen las neuronas cerebrales; es así como se
da el dualismo interaccionista: la mente autoconsciente y el cerebro vistos
48
Ibíd., págs. 424-425.
49
K. POPPER & J. ECCLES, El yo y su cerebro, Editorial Labor, Barcelona, 1993, pág.
425.
50
Ibídem.
51
Ibídem.
52
Ibíd., pág. 426.
53
Ibídem.
como dos entidades independientes. No obstante, cabe señalar que hay un
hecho que hace dudar de este dualismo, refiriéndose a la memoria de
reconocimiento, y este hecho es: la enfermedad de Alzheimer, de la cual se
hablará más adelante.
Anteriormente se comentó que hay una situación que pone en tela de juicio al
dualismo interaccionista con respecto de la memoria de reconocimiento que
propone, y esta es la enfermedad de Alzheimer. Pero, ¿por qué afecta dicha
enfermedad a dicho dualismo? En la enfermedad de Alzheimer se produce una
grave degeneración en el cerebro, en distintas áreas cerebrales, que, explicadas
de la manera más simple, intervienen en la formación de aprendizajes, la
memoria y la regulación emocional y, dentro de dichas áreas afectadas, se
encuentra el hipocampo el cual, según Eccles, es necesario para llevar a cabo
los procesos de almacenamiento de todos los recuerdos, exceptuando los de
repetición verbal, aunque no sea él mismo el lugar de almacenamiento. ¿Y
cómo se degeneran estas áreas? Pues con el desarrollo de placas amiloides o
amiláceas y ovillos neurofibrilares. Las placas amiloides son depósitos que se
sitúan fuera de las células cerebrales compuestos por un núcleo cuya proteína
se llama beta-amiloide. Estos depósitos están rodeados de axones y dendritas
en proceso de degeneración. Este proceso de degeneración es natural en todo
cerebro humano, no es patológico. Además, junto a ellas
hay microgliocitos activados y astrocitos reactivos, que son células que están
implicadas en la destrucción de las células dañadas. También intervienen los
llamados neurogliocitos fagocíticos, que son los encargados de destruir los
axones y las dendritas degenerados, dejando tan solo un núcleo de beta-
amiloide. Los ovillos neurofibrilares constan de neuronas en proceso de
extinción que contienen acumulaciones intracelulares de filamentos
entrelazados de proteína tau. La proteína tau normal es un componente de los
microtúbulos, que proporcionan el mecanismo de transporte de la célula.
Durante la evolución de la enfermedad de Alzheimer, se adhiere a las hebras
de la proteína tau una cantidad excesiva de iones fosfato que alteran el
transporte de sustancias en el interior de la célula, de modo que esta muere.
Las neuronas se degeneran, y es algo que ocurre en el envejecimiento normal.
Pero en el caso de la enfermedad de Alzheimer la formación de las placas
amiloides se debe a la producción de una forma defectuosa de beta-amiloide,
lo que hace que la muerte neuronal se dispare, diferenciándolo así de la vejez
normal. Es decir, dentro de la plasticidad que todos tenemos en nuestro
cerebro, en la que hay neuronas que se degeneran pero que no causan ningún
daño o que son sustituidas por otras sin que se note su ausencia, se produce
una alteración de este proceso causado por las placas de beta-amiloide.
Provoca la pérdida gradual de neuronas cerebrales, con cuya muerte también
desaparece poco a poco la personalidad. A los fallos en la memoria se van
uniendo los problemas de pensamiento, de razonamiento y otros trastornos de
la función cerebral, además de cambios en la personalidad. Los pacientes
dejan de poder aprender cosas nuevas, tienen problemas para hablar y
expresarse con claridad, llevar a cabo actividades motoras o reconocer objetos.
También pueden aparecer síntomas similares a la depresión o ansiedad.
CONCLUSIÓN