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INTRODUCCIÓN
La filosofía de NIETZSCHE (1844-1900) es en grado sumo polémica y crítica. No en
vano es considerada como una crítica de toda la tradición platónico-cristiana occidental.
Muchos son sus “enemigos”: Parménides, Sócrates, Platón, Kant, el cristianismo, el
socialismo, etc.
CRÍTICA A LA MORAL
Nietzsche critica la moral, puesto que se opone a la vida y establece leyes o decálogos
en contra de los instintos vitales, esta moral prefiere la inhibición a la exuberancia,
condena los instintos. La base de esta moral antinatural es el platonismo (ya Sócrates
hizo triunfar la razón contra la vida, Apolo contra Dionisos). El platonismo acabó
convirtiéndose en la metafísica cristiana. En ella se pone el centro de la vida del ser
humano en el más allá salvador, en el mundo de las ideas. Según Nietzsche, “la vida
acaba donde comienza el reino de Dios” (Crepúsculo de los ídolos). La moral, según ha
sido impuesta, como forma de conducta en Occidente, es un síntoma de decadencia, de
nihilismo, un juicio que niega la vida misma. Lo paradójico es que se justifique en Dios
y no en el hombre mismo. Por ello, la moral ha de tener un primer objetivo: demostrar
la voluntad libre del ser humano. Para pecar y ser objeto de las iras divinas hemos de ser
libres. Nietzsche invierte el argumento: la responsabilidad es posible si el hombre es
libre, y esto, a su vez, es posible porque al ser humano y al mundo se les ha hecho
previamente “culpables”.
Lo que Nietzsche critica aquí es la idea de un orden moral del mundo, que sirva para
dirigir la historia del ser humano. Critica la moral cristiana, cuyo resentimiento hacia la
vida le ha obligado a buscar leyes exteriores a la propia vida, leyes del más allá. Este
orden no viene dado por el propio ser humano, sino por Dios. Según Nietzsche, si Dios
ha sido hasta ahora la gran objeción contra la vida, nosotros negamos a Dios, y negamos
la responsabilidad ante Dios; de esta forma “redimimos” el mundo. El ser humano no
necesita de Dios para saberse libre de origen, siempre lo ha sido y lo será, no hay
ninguna ley trascendente que le obligue. Nietzsche es, pues, el gran crítico de la moral
antinatural, que él identifica con la moral tradicional. Nietzsche solía llamarse
“inmoralista”, su moral va por caminos muy diferentes a los del cristianismo, pero no
deja de tener una moralidad: la exaltación de la vida en su completo desarrollo, en su
creatividad y destrucción naturales, en el originario devenir del ser. Nietzsche distingue
dos tipos de moral:
- moral de señores: caballeresca, que ama la vida, el poder, la grandeza, el
placer. Lo bueno = lo aristocrático / Lo malo = lo despreciable. Moral propia
del superhombre, que afirma la muerte de Dios (moral defendida por
Nietzsche); y
- moral de esclavos: supone una inversión de los verdaderos valores, afirma el
dolor, la resignación, la paciencia, la humildad... Lo bueno = lo débil / Lo
“malvado” = los dominadores. Esta moral nace con el judaísmo y la hereda
el cristianismo, moral burguesa, idealista, hipócrita, falsa. Moral tradicional
que mata la vida y está dirigida por Dios desde fuera del propio mundo. La
crítica más profunda de Nietzsche a la cultura occidental la realiza a través
de sus valores morales.
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CRÍTICA A LA METAFÍSICA
La crítica que hace Nietzsche a la filosofía tiene una estrecha relación con la crítica a la
moral, pues la moral (cristiana) tiene su base en la filosofía platónica (antítesis de
valores). Nietzsche admira a Heráclito, “el único que no ha falseado la realidad” y
critica duramente la escisión que origina Platón de la realidad en dos mundos:
- “mundo real” > razón (menosprecio de la vida > nihilismo) : negado por
Nietzsche; y
- “mundo aparente” > sentidos (afirmación de la vida) = ”Verdadera realidad”
para Nietzsche (inversión de la metafísica).
También critica a Kant, puesto que éste separaba la realidad en fenómeno y noúmeno.
Los filósofos han inventado para justificar una serie de valoraciones, o de categorías, un
mundo distinto de éste con categorías contrapuestas. La filosofía tradicional es
dogmática y considera al ser como algo estático, fijo; pero, para Nietzsche, ese ser no
existe en la realidad, sólo existe el devenir, el mundo de los fenómenos. Los conceptos o
categorías con los que la metafísica tradicional trata de aprehender el ser son meras
ficciones convencionales. Nosotros, los humanos, somos quienes creamos estas
categorías (unidad, identidad, causalidad....). Los filósofos se han dedicado hasta ahora
a “momificar” el devenir del ser a través de estos conceptos con los que etiquetamos la
realidad cambiante. Tanto Platón como Kant representan la necesidad de racionalizar lo
imposible de racionalizar, el ser como devenir. Lo que nos obliga a inventar ficciones
lógicas y modelos de conocimiento de forma tal que nos permitan la estabilidad frente a
lo que en sí es caos(sin ley ni orden sobrenaturales).
La metafísica tradicional se basa, a juicio de Nietzsche, en los prejuicios de los filósofos
contra algunas manifestaciones vitales, como son el horror a la muerte, a la vejez, al
cambio, etc. (Crepúsculo de los ídolos)
Hay, por tanto, en Nietzsche, una negación del concepto metafísico del ser, “el ser es
una ficción vacía”, todo es devenir. Sólo hay un mundo, el de la vida, y éste cambia
constantemente.
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Nietzsche no ataca la ciencia en sí, sino una metodología determinada: el mecanicismo
y positivismo de su época. La crítica a la ciencia y a su idea de progreso tiene dos
vertientes:
a) La ciencia investiga el curso de la naturaleza, pero nunca puede dar una orden al
hombre. Sólo conoce cantidad y número; nada sabe de la pasión, de la fuerza, del
amor, etc. La ciencia está muy lejos de poder hacer juicios valorativos sobre la vida,
y tampoco puede ofrecernos nada que se parezca a una ley moral vinculante.
b) La ciencia se ha convertido en “nodriza” al servicio de unos intereses creados; el
estado la ha tomado a su servicio con el fin de explotarla, para conseguir sus
objetivos. El estado posee en la ciencia a su más fiel servidor.
Nietzsche pensó y padeció las consecuencias del nihilismo. Su pensamiento refleja los
tres grandes momentos del nihilismo:
1. Nihilismo como consecuencia inmediata de la destrucción de los valores vigentes;
es el momento de la tremenda duda, de la desorientación y de la pérdida de sentido.
2. Nihilismo como afirmación, consecuencia necesaria del pensamiento platónico-
cristiano; es el momento de la reflexión, del distanciamiento con respecto a la
tradición.
3. El momento de la nueva valoración, de la vida, de la esperanza... como punto de
inflexión hacia una nueva perspectiva del ser y el hombre. Este aspecto no es
recorrido por la reflexión racional, sino por algo instintivo que Nietzsche llama
“voluntad de poder”. El nihilismo tratará de superar ese estado hacia una nueva
ontología y una nueva antropología. La voluntad de poder creará valores nuevos,
manifestando el “sí” del superhombre a la vida.
Pero qué significa la frase “Dios ha muerto”. Significa que se han derrumbado los
pilares que sostenían la tradición, la historia y la cultura de occidente, una tradición y
una cultura que se han apoyado en la idea de Dios. El nihilismo es la consecuencia
propia de la ausencia de valores, la falta de respuestas a las preguntas que se habían
respondido desde Dios. Al matar a Dios, se ha perdido el sentido de nuestra vida. Pero
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se niega para afirmar, para crear valores nuevos. Lo que ha muerto es el dios
monoteísta, el dios de los metafísicos. Para Nietzsche, el monoteísmo de la razón obliga
a descartar otras razones, otros dioses. Con Dios, se cree que verdaderamente existe un
sentido superior que guía al hombre a través de la razón. Sin embargo, la pluralidad de
perspectivas es condición de libertad, y el politeísmo siempre ha prefigurado el espíritu
libre y múltiple del hombre: la fuerza de crearse modos nuevos de ver el mundo. El que
ha muerto es el dios moral de las contraposiciones entre bien y mal, mundo real y
mundo aparente. Muere un Dios todopoderoso, pero renacen los dioses múltiples-
finitos. Nietzsche intentará superar el estado nihilista cuando reflexiona sobre el
pensamiento occidental, y cae en la cuenta de que él es el “asesino“ de Dios (La gaya
ciencia).
Interpretación de la REALIDAD
La realidad del mundo y del ser humano es múltiple, porque éste posee una pluralidad
de impulsos e instintos, cada uno con su perspectiva propia y en constante lucha entre
sí. El ser se nos muestra en un abanico de aspectos. Esta multiplicidad se convierte en
apariencia cuando lo que se nos muestra en una perspectiva se fija o queda establecida
como lo único determinante, menospreciando las demás perspectivas. El ser es devenir,
siempre está en un proceso infinito, de eterno retorno, con lo que la realidad del ser se
nos revela como cambio cualitativo (sin posibilidad de fin).
Se enfrentan, pues, dos tipos de argumentos: los de la metafísica dogmática
(considerados superiores por venir del mundo suprasensible) y los Nietzsche (que son
irracionales, por ser contrarios al platonismo). Contra lo uno, opone Nietzsche lo
múltiple, la pluralidad del ser en sus diversas manifestaciones, las perspectivas mediante
las que el ser humano aborda el mundo. Contra lo estático, el devenir.
VOLUNTAD DE PODER es “la esencia más íntima del ser”, “el mundo visto desde
dentro”. Se dice primariamente de la vida en todas sus manifestaciones; pero también
expresa toda energía o fuerza en general. Y la voluntad de poder es lucha, creación,
auto-superación. El mundo es una combinación inmensa de fuerzas diferentes y
desiguales, sin comienzo ni fin, en eterna transformación. Unas dominan y otras son
dominadas. La realidad es, pues, dinámica.
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La nueva idea de VERDAD
El problema de la verdad adquiere ahora un sentido distinto; la cuestión no es si un
juicio es verdadero o falso, sino si favorece o no a la vida. La verdad es una apariencia
que se ha impuesto a través de la costumbre, pero que no deja de ser un error. Nietzsche
afirma que “la verdad es aquella clase de error sin la que una determinada especie de
seres vivos no podría vivir. El valor para la vida es lo que decide en última instancia
(La voluntad de poder).
Este es el sentido de la radicalidad del pensamiento nietzscheano, que él denomina
voluntad de poder. Ésta justifica el error como condición necesaria para la afirmación de
la vida. Este tipo de voluntad conoce la realidad auténtica del ser, el devenir, y sabe que
la razón humana no podrá jamás abarcarla ni simplificarla en sus categorías.
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IV. LA TRANSVALORACIÓN MORAL Y EL IDEAL DEL SUPERHOMBRE
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hombre superior porque odian la vida. El hombre superior ama al ser humano por
encima de todo, porque lo ve no como es, sino como algo que hay que superar (Así
habló Zaratustra).
Dios ha muerto y sólo queda el hombre como posibilidad abierta hacia el superhombre.
Se nota ahí la influencia de Darwin, aunque el interés de Nietzsche es otro: la vida es
experimento porque hay posibilidad para vivir cada día con más fuerza y amor hacia la
vida. El hombre superior se ríe de los valores del mundo suprasensible porque no tiene
prejuicios y hace de su vida un continuo experimentarse a sí mismo; es el que se afirma
en el devenir de la vida, sin necesidad de crear otros mundos, se pasea jugando por la
cuerda floja del devenir, en riesgo permanente...
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ORTEGA Y GASSET: EL RACIOVITALISMO
INTRODUCCIÓN
El pensamiento de ORTEGA Y GASSET (1883-1955) representa el intento de pensar
las categorías de la modernidad desde una óptica constituida por los problemas de la
España de su tiempo. La crítica del racionalismo imperante desde Descartes, y de las
filosofías de la vida, lleva a nuestro pensador a adoptar la doctrina del punto de vista,
radical para cada individuo, que le obliga a afrontar su circunstancia histórica y vital
desde sí mismo. Esto implica un desarrollo de importantes problemas: la vida, la teoría
de las generaciones, el ser humano como ser histórico, la propia razón histórica...
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aparte, sino funcionando en una vida humana. Tanto la naturaleza como el intelecto son
relativizados por la única realidad radical, que es la misma vida humana, donde se
hallan funcionalmente integrados el mundo (las cosas) y el yo pensante. La razón es
sólo una forma y función de la vida.
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b) Estando ocupado en algo.
c) Y nos encontramos ocupados, dedicados a algo para una finalidad. La vida
no está nunca prefijada, es imprevista, es posibilidad y problema.
d) Vida es anticipación y proyecto, porque nada se nos da hecho.
e) Si decido es porque tengo “libertad para...”, puedo escoger, y el poder de
decisión dependerá siempre de que haya o no posibilidades frente al que
tiene que decidirse.
f) Pero el mundo de la vida es esencialmente circunstancial. Las posibilidades
no son en absoluto ilimitadas, puesto que estamos limitados por las
circunstancias (Qué es filosofía).
g) Y en la raíz misma de nuestra vida hay un atributo temporal; la vida es
futurización: consiste en decidir lo que vamos a hacer en el tiempo.
La sustancia de la vida es el tiempo, el cambio, ya que el ser no es estático, sino
movimiento continuo. Toda noción referente a la vida humana es función del tiempo
histórico (todo concepto que quiera representar alguna realidad humana lleva inclusa
una “fecha”).
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HISTORICISMO Y SOCIEDAD
Históricamente cada época se caracteriza por sus creencias, ideas, cultura,
problemáticas, etc. Estos factores constituyen unas formas de vida, unas costumbres,
modos de vivir, instituciones y relaciones de tipo social. En cada época se dan, pues,
unas formas de vida que duran cierto tiempo. En un mismo tiempo coinciden varias
generaciones: en esta diferencia se basa la posibilidad de la innovación, del cambio. Si
todos los contemporáneos fuesen coetáneos (tuvieran la misma edad), la historia se
detendría, puesto que cada generación –según Ortega- tiene dos dimensiones: una
consistente en recibir lo vivido y otra consistente en fluir su propia espontaneidad, en
aportar cosas nuevas. Cuando ambas no coinciden es cuando surgen polémicas entre
ellas (apareciendo la rebeldía), siendo posible la innovación. Cada generación posee una
sensibilidad, una manera concreta de ver, de sentir la realidad. Toda generación tiene su
misión propia, su tarea histórica; por ello, cada una ha de plantearse cuál es su tarea.
Conclusión
El historicismo tiene un significado claro: tanto el hombre como la sociedad no tienen
naturaleza, sino historia. El hombre es algo vivo, dinámico; la sociedad, al igual que el
hombre, es un quehacer en comunidad. La visión de Ortega sobre la historia es
penetrante y original, aunque su visión de España es pesimista (al hallarse desvinculada
de Europa). Por lo tanto, la preocupación más importante de Ortega en su momento es
la vertebración de España.
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BIBLIOGRAFÍA (MANUALES E HISTORIAS DE LA FILOSOFÍA)
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