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SEMINARIO DE INVESTIGACIÓN ACADÉMICA

CRITERIOS DE CALIFICACIÓN DEL ESTADO DE LA CUESTIÓN


2019-2
Del Castillo Barrios, Xiomara Brigitte
Galvez Aranda, Graciela Anggela
Integrantes García Borja, María Victoria
Ramos Cisneros, Francis Stefhany
Torres Nuñez, Kelly Tabita

Puntaje
Puntaje
Partes Criterios de calificación obtenid
máximo
o
– Se presenta información contextual que permite aclarar el tema y
despertar el interés del lector en este.
– El tema es viable y está correctamente delimitado de acuerdo con
límites espaciales, temporales y temáticos específicos.
Introducció
– La pregunta está correctamente planteada y se presenta y justifica 3
n
adecuadamente.
– La presentación de los autores revela que se trata de fuentes
autorizadas en el tema: se incluye datos útiles y pertinentes en el
texto o como nota a pie de página.
– Consiste en el desarrollo sistemático y organizado de las ideas
planteadas por, al menos, diez autores en relación con la pregunta de
investigación.
– El alumno explica, analiza, sintetiza, compara la información cada vez
que es pertinente.
– La información es pertinente y suficiente para analizar las soluciones
Cuerpo 8
(de los autores) al problema de investigación y se articula
correctamente.
– Se hace un uso adecuado de citas y notas a pie de página para
exponer los puntos de vista de los autores elegidos.
– Todas las citas tienen antecedentes y consecuentes que justifican su
inserción en el documento.
– El texto finaliza con una síntesis de todo lo expuesto en el cuerpo del
trabajo.
– Se expone la hipótesis planteada por el grupo para responder la
Cierre pregunta de investigación. 2
– Se mencionan al menos dos nuevas preguntas de investigación
pertinentes, derivadas del desarrollo del trabajo y correctamente
delimitadas.
─ Se presentan todas las fuentes utilizadas en el EC.
Referencias – Las referencias bibliográficas, completas y abreviadas, se presentan
3
bibliográfic según el Sistema APA de referencias.
as – Las citas y notas a pie de página siguen las normas de presentación
expuestas en el curso.
– Respeta las convenciones de ortografía y puntuación, sus errores no
Lenguaje 2
interfieren en la lectura del texto redactado.
– Formatos generales: márgenes, título, interlineados, orden alfabético
Presentació en la bibliografía, paginación del documento, justificación del texto,
2
n formal tipo y tamaño de letra.
– Se presenta la hoja de criterios de calificación de trabajo final.
Manejo de De no haber un manejo honesto de la información, se procede a la
la sanción correspondiente según el reglamento: nota cero (00) en el curso y (–20)
información amonestación.

1
TOTAL 20

Estado de cuestión acerca de la influencia de movimientos conservadores religiosos en


la educación sexual del Perú en la última década

La educación sexual es fundamental para el aprendizaje de conceptos referentes a la salud,


el desarrollo de estilos de vida y hábitos sanos, y, además, contribuye a la prevención de
diversas enfermedades. En el Perú, la currícula nacional incluye la educación sexual en los
colegios bajo el programa de Educación Sexual Integral (ESI), el cual tiene como propósito
dotar a los niños(as) y jóvenes de conocimientos, habilidades, actitudes y valores que los
ayuden a desarrollar un pensamiento positivo sobre la sexualidad, así como la adopción de
una visión holística que abarca mucho más que solo temas relacionados a la prevención de
embarazos y la transmisión sexual de enfermedades (UNFPA, 2014). Asimismo, la
UNESCO (2018) indica que el objetivo del programa es “preparar a los niños, niñas y
jóvenes con conocimientos, habilidades, actitudes y valores que los empoderarán para:
realizar su salud, bienestar y dignidad; desarrollar relaciones sociales y sexuales
respetuosas” (p.16). De hecho, la falta de una implementación adecuada de ESI tiene
consecuencias en las actitudes que presentan las personas a lo largo de su vida. Por
ejemplo, según lo señalado en un estudio de Salazar (2018) realizado a estudiantes
universitarios, se encontró una directa relación entre el nivel de conocimientos sobre
sexualidad humana y actitudes que presentaron a diversos temas de política sexual, pues
los estudiantes con un nivel medio y bajo de conocimientos obtuvieron los porcentajes más
bajos de aceptación a la homosexualidad (10,5%), al aborto (32.4%) y creen más
fácilmente en mitos sobre la sexualidad (24.3%).

En el año 2008, se aprobó la implementación del Programa de Educación Sexual Integral


mediante Resolución Ministerial N° 044-2008- ED, con la finalidad de “posibilitar el
desarrollo de conocimientos, capacidades y actitudes que permitan que los estudiantes
desarrollen el ejercicio saludable, placentero y responsable de la sexualidad. Reflexionar
sobre las vivencias, creencias, prejuicios y concepciones relacionadas con el ejercicio de la
sexualidad” (p.33). Desde entonces, no se ha logrado un gran avance, pues a la fecha no
existe una normativa con rango de ley que apoye el programa. Esto se debe,
principalmente, a la influencia de los grupos conservadores que existen en nuestro país y

2
que, además, cuentan con varios aliados políticos en el gobierno. Según Mujica (2007),
estos grupos no son solo conservadores que esperan restaurar un “antiguo régimen”, sino
que también quieren consolidar vínculos con el estado a través de la implementación de
ideas y posturas radicales en contra de los métodos anticonceptivos, matrimonio no
heterosexual, entre otros temas. Para estos sectores conservadores religiosos, la definición
de vida es muy compleja, pues consideran que debe protegerse incluso por encima de los
derechos individuales. Más aún, creen que la vida no le pertenece al sujeto sino a Dios, por
ello, la Iglesia considera que tiene el poder para decidir sobre la vida y cuerpos de las
personas. Asimismo, como indica Zavala (2012) en su investigación, lo que les preocupa
no es la educación sexual en sí misma, tampoco otros cambios en política sexual, sino lo
que esto significa a una escala mayor, pues “(…) representa todo un cambio de paradigma
y, como tal, un nuevo reto laico. La laicidad en estos conceptos para los conservadores
pone en riesgo la sobrevivencia de la iglesia como institución tutelar” (p. 96).

Tal como lo señalan Mujica (2011) y Jaime (2013), los grupos conservadores religiosos
han logrado desarrollarse y vincularse con el estado a lo largo de toda nuestra historia, lo
cual les permite influenciar en políticas públicas de manera directa e ir en contra de
reformas a los derechos sexuales y reproductivos, enfoques de género, políticas educativas
y de salud, sin que esto afecte su imagen en gran medida. Un ejemplo de esto es que la
congresista Tamar Arimborgo, actual presidenta de la Comisión de Educación del
Congreso, presenta una posición opositora a la inclusión de la igualdad de género en el
modelo educativo que propone el Ministerio de Educación del Perú y tiene vínculos con
grupos conservadores religiosos, pues invitó a la vocera de “Padres en Acción” y miembro
de “Con mis hijos no te metas”, Beatriz Mejía, a varias sesiones protocolares y la presentó
como una experta en temas de educación sexual (La República, 2019). Además, ha emitido
comentarios desafortunados a lo largo de su gestión congresal, como el señalar que el
enfoque de género causaba sida y cáncer, con lo que evidencia su parcialidad frente a estos
temas. A su vez, la bancada de Acción Republicana ha presentado en agosto de este año, el
proyecto "Ley que incorpora el principio del interés superior del niño y del adolescente
como principio rector de la educación y regula la vigilancia de los materiales educativos"
(RPP, 2019). De aprobarse, esta ley estaría atentando contra el carácter laico de la
educación pública y desestimando al estado en su rol rector.

3
Debido a todo lo expuesto, el presente trabajo tiene como objetivo exponer la posible
influencia de movimientos conservadores religiosos en la educación sexual del Perú en los
últimos diez años. En este aspecto, intentamos responder la siguiente interrogante: ¿De qué
manera han utilizado los líderes de movimientos conservadores religiosos a sus adeptos
como herramientas políticas en contra de reformas a la educación sexual en el Perú durante
la última década? Esta pregunta adquiere gran relevancia debido a los casos de corrupción
que han aparecido en la política peruana en los últimos años.

Para la elaboración de este estado de la cuestión se consultaron y analizaron varias


publicaciones como “Religión y políticas públicas en el Perú. El rol de las iglesias católica
y evangélica en la agendación de los proyectos legislativos de Unión Civil y de Unión
Solidaria” bajo la autoría de Sandra Avellaneda 1; en segundo lugar, “El dispositivo de la
obscenidad: el discurso pastoral católico y las resistencias en torno al ejercicio de la
sexualidad de las mujeres en el Perú” escrito por Martín Jaime 2; en tercer lugar,
“Transformaciones políticas de los grupos conservadores en el Perú” presentado por Jaris
Mujica3; en cuarto lugar, “Un panorama de los grupos fundamentalistas en Perú” escrito
por Jaris Mujica y Mauricio Cerna 4; en quinto lugar, “De la Normativa a la práctica: La
política de educación sexual y su implementación en el Perú” bajo la autoría de Angélica

1
Sandra Avellaneda es Licenciada en Ciencia Política y Gobierno de la Pontificia Universidad Católica del
Perú desde el 2018. Entre los años 2014 al 2018 se desempeñó como columnista invitada en la revista digital
de La República y El Comercio (Avellaneda, 2014, 2016, 2018), y actualmente trabaja como asistente de
redacción en la sección Política del Grupo Editorial El Comercio S.A. (Bolsa de Trabajo PUCP, 2019).
2
Martín Jaime es “un reconocido antropólogo, profesor en Historia de la Filosofía de la Universidad
Nacional Mayor de San Marcos, donde ha sido docente en la Facultad de Ciencias Sociales. (...) Dentro de
sus publicaciones más reconocidas se encuentran, Diversidad sexual y sistemas religiosos. Diálogos
trasnacionales en el mundo contemporáneo (2017). Laicidad y políticas públicas. Influencia de los discursos
pastorales en la protección y garantía de los derechos sexuales y reproductivos (2015). Actualmente es
Doctor en Estudios Culturales Latinoamericanos y magister en Relaciones Internacionales por la Universidad
Andina Simón Bolívar, Sede en Ecuador” (Perfil de profesores PUCP, 2019).
3
Jaris Mujica tiene una Maestría en Ciencia Política Comparada y una Licenciatura en Antropología en la
Pontifica Universidad Católica del Perú – PUCP. Tiene numerosos premios y becas de investigación, algunos
de ellos son: el Premio de la Asamblea Nacional de Rectores, la Beca Andina del IFEA y la Beca de
Investigación del Colegio Mexiquense. Sus principales publicaciones fueron: “El mercado negro” (2008),
“Economía política del cuerpo” (2007). Fue profesor en la Universidad de San Marcos, Universidad Jesuita
Antonio Ruiz de Montoya y Pontifica Universidad Católica del Perú-PUCP e Investigador Asociado del
Centro de Promoción y Defensa de los Derechos Sexuales y Reproductivos (PROMSEX) (PUCP, 2018).
4
Mauricio Cerna, tiene una Licenciatura en Antropología por la Pontificia Universidad Católica del Perú –
PUCP. Ha realizado numerosas investigaciones sobre antropología política y religión. Actualmente es parte
del Observatorio de Grupos Conservadores del Centro de Promoción y Defensa de los Derechos Sexuales y
Reproductivos (PROMSEX) (Instituto de Cuencias de la Naturaleza, Territorio y Energias Renovables,
2019).

4
Motta5, Sarah Keogh6, Elena Prada, Arón Núñez-Curto7, Kelika Konda8, Melissa Stillman9
y Carlos Cáceres10; y en último lugar, “Relación entre el nivel de conocimiento y las
actitudes acerca de sexualidad humana en universitarios”, escrito por Natalia Salazar11.

La influencia de movimientos conservadores religiosos en la política peruana comenzó


muchos años atrás, incluso antes de la fundación del estado colonial. Según Jaime (2013),
el estado colonial y la iglesia católica formaron alianzas y establecieron estrategias
políticas y de conquista sobre la población nativa:

La Iglesia por su parte, se encuentra firmemente enquistada en el aparato colonial.


Su esfera específica es el control de las manifestaciones ideológicas de la sociedad
(…) Es decir que va desde la justificación general del ‘derecho de conquista como
necesidad de cristianización’, hasta la implementación de organizaciones destinadas
a la aculturación de las masas indígenas y a la producción de los elementos
pedagógicos (…) (1980, como se cita en Jaime, 2013, p. 3).

Esto se debe a que las normas referentes a la sexualidad en culturas indígenas diferían de
manera sustancial con las de los misioneros católicos, pues no solo presentaban diferencias
con lo relacionado a los derechos sexuales de mujeres, sino a la homosexualidad. De
hecho, Jaime (2013) argumenta que un estudio de Michael Horswell señaló que “las

5
Ángelica Motta Ochoa es doctora en Salud Colectiva, Licenciada en Antropología Cultural e investigadora
del Centro de Investigación Interdisciplinaria en Sexualidad, Sida y Sociedad de la Universidad Cayetano
Heredia (CONCYTEC, 2018).
6
Sarah Keogh se desempeña como Investigadora Científica Senior para el instituto Guttmacher, sus temas de
investigación incluyen salud y derechos sexuales y reproductivos de los adolescentes, la necesidad
insatisfecha de planificación familiar, el aborto y el VIH / SIDA y su intersección con el comportamiento
reproductivo (Guttmacher Institute, 2019).
7
Arón Núnez-Curto es un antropólogo e investigador en la Unidad de Salud, Sexualidad y Desarrollo
Humano de la Universidad Peruana Cayetano Heredia (UPCH, s.f.).
8
Kelika Konda es una doctora en Salud Pública de Johns Hopkins Bloomberg School desde el 2005, “su
investigación se centra en estrategias de prevención del VIH e infecciones de transmisión sexual (ITS) en el
contexto social y epidemiológico local. En 2013, recibió una K01 del NIMH para investigar y desarrollar una
intervención de prevención del VIH en parejas homosexuales.” (CONCYTEC, 2018).
9
Melissa Stillman tiene una maestría en Ciencias de Salud Pública de Johns Hopkins Bloomberg School
desde el 2012. Actualmente ocupa el cargo de Investigadora Asociada Senior desde el 2013, sus
investigaciones están enfocadas en la sexualidad adolescente, educación sexual y aborto en países en
desarrollo. Es uno de los miembros del Population Association of America y el International Union for the
Scientific Study of Population. (Guttmacher Institute, 2019).
10
Carlos Cáceres es el profesor principal de Salud Pública y Administración “Carlos Vidal Layseca” de la
Universidad Peruana Cayetano Heredia y coordinador del Programa Integrado de Estudios en Género,
Sexualidad y Salud Reproductiva. Asimismo, dirige la Unidad de Salud, Sexualidad y Desarrollo Humano,
así como el Instituto de Estudios en Salud, Sexualidad y Desarrollo Humano de la Universidad Peruana
Cayetano Heredia (UPCH, s.f.).
11
Natalia Salazar, licenciada en Obstetricia de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y autora de la
tesis “Relación entre el nivel de conocimiento y las actitudes acerca de sexualidad humana en universitarios”,
en el cual se describe la relación que existe entre el nivel de conocimiento y actitudes sobre la sexualidad en
los estudiantes de obstetricia del tercer y cuarto año de la UNMSM.

5
prácticas homoeróticas constituían un tropo de la sexualidad flexible dentro de la cultura
inca” (p. 3).

Durante esta época, la iglesia católica ejercía dominio sobre la población, especialmente
sobre las mujeres, al utilizar peroratas sobre la conversión y cura de almas herejes. Jaime
(2013) resalta el uso del dispositivo de obscenidad en el discurso pastoral, el cual tenía dos
objetivos principales: controlar la vida y cuerpo de las mujeres, y evitar que intervinieran
en discusiones políticas al quedar relegadas a un rol doméstico, reproductivo y de
maternidad.

Una de las principales estrategias de la iglesia, durante la colonia, que podemos señalar en
el texto de Jaime (2013), es su influencia directa sobre la política del país:

Estas dinámicas entre la iglesia y la política han influido en la historia del estado
peruano, permitiendo la continua injerencia de dicha iglesia en los actores políticos,
en las acciones de los gobiernos y las políticas públicas, desde luego no sólo en el
aspecto legal sino sobre todo en la construcción de las mentalidades. En este
sentido, el carácter conservador del discurso de la iglesia católica ha afectado los
procesos de inclusión y de participación política, tan claramente manifiesto en su
apoyo a muchas dictaduras y en su negación a las reivindicaciones sociales (p. 5).

De esta manera, la iglesia se consagró como una entidad con autoridad política, no solo por
sus aliados en el gobierno, sino por el peso que tenían sus doctrinas en los debates sociales.

Otro tema recurrente utilizado en sus disertaciones es el de la protección de los derechos de


la familia, los cuales serán “legítimos siempre y cuando reproduzcan el orden doméstico,
cuyo único garante es la administración eclesiástica de la ley eterna que proviene de dios
(sic)” (Jaime, 2013, p. 8). Es decir, solo al cumplir estas condiciones se consideraba
legítima una unidad familiar.

En los años setenta, aparecieron diversos movimientos de derechos humanos que


demandaron la incorporación de derechos sexuales y reproductivos en el Perú. Uno de
ellos, de acuerdo a Jaime (2013), fue el movimiento feminista, el cual utilizó datos
cuantitativos y premisas democráticas como sustento para el uso de anticonceptivos y la
despenalización del aborto. Como respuesta, la iglesia católica presentó a un grupo de
médicos, a cargo de Luis Giusti, para argumentar en contra de la planificación familiar con
métodos artificiales (anticonceptivos). Esto tuvo el efecto deseado porque, en 1979, el
gobierno militar eliminó cualquier lineamiento de planificación familiar existente.

6
En 1984, se llevó a cabo la Segunda Conferencia Mundial de Población en México, la cual
motivó a la formulación del anteproyecto de la Ley de Política Nacional de Población en el
Perú. Sobre esto, Jaime (2013) menciona lo siguiente:

(…) el presidente de la Comisión de Familia del episcopado peruano, el obispo


Alfredo Noriega, denunció la existencia de un programa masivo de esterilización
apoyado por el Ministerio de Salud y el Instituto Peruano de Paternidad
Responsable (INPPARES). Esta denuncia permitió negociar con el estado sobre los
lineamientos de la futura ley de población (p. 10).

Como resultado a esta denuncia, el presidente Fernando Belaunde agregó, en uno de los
artículos de la ley de población, que no se emplearía la esterilización para la planificación
familiar y lo categorizó en la misma línea que los abortos.

Entre 1985 y 1990, el debate sobre la esterilización voluntaria y la despenalización del


aborto continuó, sobretodo porque el gobierno había anunciado que formularía una política
de población. Contradictoriamente a ello, los que mostraban su oposición a la legalización
del aborto eran en su mayoría representantes del Estado a cargo de legislar y diseñar
políticas públicas. Al respecto, Motta (2010) menciona que “los argumentos esgrimidos
por los voceros de estos sectores conservadores tienen que ver generalmente con la defensa
del derecho a la vida del concebido” (pp. 36). Este tipo de argumento también es
frecuentemente utilizado por los más altos niveles de la Iglesia católica cada vez que se
debate el tema públicamente, esto con la finalidad de influenciar en las decisiones
políticas.

Asimismo, Jaime (2013) indica que “es interesante observar como todos los obispos
mantenían un mensaje unificado, incluso aquellos que usualmente discrepaban en otras
materias” (pp. 11-12). Debido a las coincidencias en discursos eclesiásticos y al
señalamiento de alianzas, la iglesia vio la necesidad de un cambio de estrategia, en el
sentido que incluyó la intervención de intelectuales e instituciones, así como argumentos
médicos. En ese contexto, el único proyecto para modificar el Código Penal que fue
debatido y finalmente aprobado por el Pleno del Congreso se presentó en 1989, cuyo
contenido incluía, además del aborto terapéutico, la despenalización del aborto en el caso
de que el embarazo fuera a consecuencia de una violación o de una inseminación artificial
no consentida. Lamentablemente, el entonces presidente Alan García, ante la presión de los

7
altos niveles de la iglesia católica y de los representantes de las sociedades médicas, opto
por no promulgarlo y prefirió dejarlo a la opinión pública. (Motta, 2010).

Zavala (2012) señala que, a inicios de la década 90, se permitió la difusión de los múltiples
métodos anticonceptivos con el fin de tener una planificación familiar, tras la modificación
de las políticas públicas de salud reproductiva. Paralelamente, se fue desarrollando
métodos hormonales en la salud pública, generando conflictos sobre la inserción de la
Anticoncepción Oral de Emergencia (AOE).

Finalmente, durante el gobierno de Alberto Fujimori, se aceptó implementar una política


poblacional. En 1995, se modificó la ley nacional para incluir la anticoncepción quirúrgica
voluntaria que, según Zavala (2012), al comienzo fue vista como una buena alternativa, en
especial para mujeres que anteriormente habían sufrido alguna complicación de alto riesgo
para fecundar, pero luego de un tiempo el propósito de esta alternativa fue
transformándose, ya que el propósito de Fujimori era reducir la pobreza al someter a las
mujeres de zonas rurales a una ligadura de trompas. Ello llevó a que las organizaciones
feministas salieran en defensa de las mujeres y denunciaran la realización de estos
procedimientos médicos sin su consentimiento. También, durante su periodo presidencial,
se creó el Ministerio de la Mujer y Promoción del Desarrollo Humano (PROMUDEH) y el
Programa de Control de ITS/VIH-SIDA (PROCETTS). Además, se incluyó por primera
vez un curso de educación sexual en la currícula pública, el cual consistía en una guía
metodológica de orientación sexual (Jaime, 2013). La reacción de la iglesia católica frente
a estos sucesos es citada a continuación:

La iglesia católica frente a todo este proceso articuló una serie de pronunciamientos
tanto de la jerarquía como de políticos comprometidos con el catolicismo
conservador, vinculados con la familia, la sexualidad y la reproducción. De la
misma manera, la Conferencia Episcopal se ha pronunciado en diversas ocasiones
en contra de la despenalización del aborto, del uso de métodos modernos de
planificación familiar, de la entrega de información y métodos de anticoncepción a
la población adolescente, de la incorporación de temas como el aborto, el placer y
la orientación sexual en los contenidos de la educación sexual, de la flexibilización
de las normas sobre divorcio, del reconocimiento de derechos a las personas
homosexuales, de la distribución de métodos de barrera entre la población en riesgo
de contraer el VIH/SIDA, y, en general, a todos aquellos tópicos que reivindican los
derechos sexuales y reproductivos de las personas. También ha recurrido a la
presión política para forzar a las instancias del Estado a descartar propuestas o a
modificar políticas que a su juicio atentarían contra los principios y creencias
religiosas postulados por la iglesia (2003, como se cita en Jaime, 2013, pp. 11-12).

8
De esta manera, grupos poderosos de la iglesia católica ejercieron presión sobre políticas
de estado, utilizado los derechos humanos y el derecho a la vida como herramienta de
bloqueo. 

En la última década, ocurrió un cambio de mentalidad en el mundo debido a las


modificaciones que se dieron,  principalmente, en el proceso político y las estructuras de la
economía, como “el descentramiento del Estado, la irrupción del mercado, la expansión de
la democracia y la irrupción del discurso de los Derechos Humanos” (Mujica, 2011, p. 6).
Es decir, hechos como la globalización causaron alteraciones sociales, culturales y
tecnológicas que afectaron al mundo, incluyendo al Perú. El contexto de la defensa de los
derechos humanos, en particular la no-discriminación, se convirtió en un punto
fundamental en gran parte de debates políticos y sociales. Además, la información
comenzó a difundirse con gran rapidez y el debate pasó de ser local a global. Estos hechos
forzaron a los grupos conservadores religiosos a adaptarse y crear nuevas estrategias para
reordenar sus argumentos y mantenerse políticamente correctos ante la opinión pública.

(…) lo que ha ocurrido en este proceso es que el descentramiento del Estado, la


irrupción del mercado, la expansión de la democracia y la irrupción del discurso de
los Derechos Humanos han producido cambios severos en las estrategias de acción
y en las formas del discurso de los conservadores, que ahora se agrupan bajo la
autodenominación de “pro-vida”  (Mujica, 2011, p. 6).

Esto quiere decir, que parte del cambio fue replantear sus alegatos sobre la defensa de la
vida, la cual “implica la reproducción de la familia monogámica heterosexual” (Mujica,
2011, p. 3), aduciendo que la vida no pertenece a nadie, por el contrario, le pertenece a
Dios y sólo es un préstamo que está en nuestro cuerpo y no tenemos derecho a decidir qué
es lo que podemos o no hacer con ella. A tal punto, que el uso de métodos anticonceptivos
es visto por estos grupos como un acto en contra de la vida. En consecuencia, denominan
todo lo que no esté contemplado bajo su concepto de vida como “anti-natural”.  

Además, debido a la presión social de movimientos de diversidad sexual y sus aliados,


diversos grupos conservadores religiosos comenzaron un proceso de politización, con el fin
de incluirse en el debate público de los derechos sexuales. Al respecto, Sáenz y Morán
(2016) señalan lo siguiente:

Una de las características de esta politización, a diferencia de otros momentos y


debates, es la importancia adquirida por el derecho como codificador de los

9
principales posicionamientos. Con creciente insistencia se demandan, y con igual
intensidad se resisten, reformas que amplíen los márgenes legales para distintas
prácticas e identidades sexuales. Estos derechos, subsumidos bajo el rótulo de
sexuales y reproductivos, incluyen diferentes temáticas entre las que se encuentran
el aborto, los derechos de parejas del mismo sexo, el acceso universal a
anticonceptivos, la inseminación artificial, la educación sexual y la identidad de
género (p. 19).

En otras palabras, la presencia de elementos religiosos en debates legislativos es uno de los


ejes principales de resistencia de grupos conservadores religiosos frente a los derechos
sexuales y reproductivos.

Tal como indican Mujica (2011) y Jaime (2013), los grupos conservadores religiosos han
logrado desarrollarse y vincularse con el estado a lo largo de toda nuestra historia, lo cual
les permite influenciar en políticas públicas de manera directa e ir en contra de reformas a
los derechos sexuales y reproductivos, enfoques de género, políticas educativas y de salud,
sin que esto afecte su imagen en gran medida.

Hemos indicado algunos grupos conservadores que intervinieron en la política durante la


historia del Perú, sin embargo, es necesario señalar cuáles operan en la actualidad para
entender los vínculos que tienen entre sí. Es así que, de acuerdo a Zavala (2012), la
presencia de estos grupos no solo se encuentra “en la educación pública sino también en la
privada tanto a nivel escolar como en universidades, directamente a través de
congregaciones religiosas o indirectamente a través de patronatos y organizaciones civiles”
(p. 107). Es importante señalar que el papel más activo no lo realizan los grupos
conservadores religiosos, sino sus aliados políticos y sociales.

Al respecto la iglesia es muy cauta y sólo ocasionalmente ha salido a defender su


posición abiertamente, ya que generalmente lo hace a través de terceros en espacios
políticos tras ser reconocida como interlocutora en diversas mesas de coordinación.
Su voz en estos espacios es casi siempre la de respaldar el orden establecido (p.
107).

Debido a esto, podemos distinguir dos tipos de grupos conservadores religiosos en relación
a la naturaleza de sus funciones públicas: congregaciones religiosas y organizaciones
civiles afiliadas.

En los últimos años, según el trabajo de Mujica & Cerna (s.f.), las principales
congregaciones religiosas que se han opuesto a las políticas públicas en el Perú son: el

10
Opus Dei y el Sodalicio de la Vida Cristiana (CVC). Con respecto al primero, Mujica y
Cerna (s.f.) lo describen de la siguiente manera:                                              

(…) El Opus Dei ha logrado constituirse como una organización que desde la
Conferencia Episcopal y desde el Estado encuentra la posibilidad de promover el
bloqueo e incumplimiento de leyes que amparan el derecho a la vida y la salud de
las mujeres y de la ciudadanía en general. Sus miembros pretenden dominar la
estructura burocrática de la iglesia peruana y ejercer presión sobre el Estado (p. 5).

Es decir, el Opus Dei tiene el suficiente poder como para influenciar sobre diversos actores
del estado y desde ahí actúa de tal manera que las leyes que vayan en contra de sus
doctrinas sean bloqueadas o archivadas. 

Otra institución eclesiástica de importancia en la política peruana es el Sodalicio de la Vida


Cristiana (CVC), el cual busca “la catequización de fieles, la realización de actividades que
facilitan la difusión de ideas conservadores y la organización de los grupos afines a sus
postulados a través de sus más de cuarenta mil miembros” (Mujica & Cerna, s.f., p. 5).
Esta comunidad religiosa tiene una estructura organizada y medios de comunicación
diversos, pues “cuenta con un portal de difusión de noticias religiosas, ACI Prensa, y con
Ve-Multimedios, que es la institución sodalite encargada de brindar asesoría técnica para la
elaboración de páginas web y cursos virtuales para conservadores (Mujica & Cerna, s.f., p.
5).

El autor también menciona a las organizaciones civiles afiliadas, las cuales actúan de
forma coordinada con las instituciones eclesiásticas y, en muchos casos, fueron fundadas
por miembros de las primeras, por lo que presentan fuertes lazos con ellas. Entre las
principales se encuentran: el Centro de Promoción Familiar y Regulación Natural de la
Natalidad (CEPROFARENA), Alianza Latinoamericana para la Familia (ALAFA) y el
Population Research Institute (PRI).

Según Mujica (2011), el Centro de Promoción Familiar y Regulación Natural de la


Natalidad (CEPROFARENA) es una de las organizaciones civiles más importantes en el
Perú. Fue fundado en 1981 y está formado por médicos reconocidos del país que se
encargan de la difusión de métodos de control poblacional naturales. Además, instruyen a
niños y jóvenes sobre la importancia que tiene la castidad, la finalidad del sexo y la idea
que la vida empieza con la fecundación, por lo que prohíbe también el uso de la pastilla del
día siguiente.

11
La Alianza Latinoamericana para la Familia (ALAFA) es otra organización civil de
importancia a grupos conservadores. Esta centra sus funciones en "(…) la creación de los
programas educativos titulados “Aprendiendo a querer”, que difunden a través de la red de
colegios católicos.” (Mujica & Cerna, s.f., p. 7). Con esto, los autores señalan que ALAFA
difunde sus creencias a niños a través de la educación.

Mujica y Cerna (s.f.) describen al Population Research Institute (PRI) como otra
organización civil afiliada de importancia, la cual tiene como misión el “bloqueo del
financiamiento a instituciones que velan por los derechos sexuales y reproductivos de la
ciudadanía; realizan cabildeo y asesorías a parlamentarias/os y proponen leyes para
prohibir el uso de anticonceptivos, el matrimonio homosexual y el aborto terapéutico”
(Mujica & Cerna, s.f., p. 7). Con esta cita los autores dan a conocer que el PRI es la
institución encargada de desprestigiar a grupos que están a favor de los derechos sexuales y
reproductivos, por lo que su influencia afecta las políticas públicas.

Es más, según Mujica (2011), la misión del PRI tiene mayor incidencia, interviniendo
directamente en el ejercicio político.

Tanto la sede central del PRI como su filial en el Perú tienen una dedicación directa
a la labor de lobby en organizaciones del Estado, asesorar parlamentarios y
proponer leyes que respalden o alienten la acción de los conservadores, evitar el
Estado Laico, el uso de anticonceptivos, el matrimonio homosexual, etcétera (p.
10).

Esto quiere decir que el objetivo de este grupo es influir en el gobierno para que se
extiendan sus ideas de pro-vida, asesorando a actores políticos con el fin de proponer
nuevas leyes que respalden sus doctrinas o evitar otras que no lo hagan.

Cabe señalar que todas estas organizaciones son sedes locales y reciben financiamiento
internacional, en especial de origen estadounidense. Según Sáenz y Morán (2016), las
primeras organizaciones “Pro-Vida” se crearon en varios países de Latinoamérica entre la
década de los 80 y 90 y, además de presentar fuertes lazos con el Vaticano, también se
presentaban públicamente como grupos católicos. Sobre una de esas organizaciones,
Human Life International (HLI), los autores resaltan lo siguiente:

Human Life International, una organización católica surgida en los Estados Unidos
en 1981, fue una de las más importantes en este sentido. Entre sus objetivos
institucionales figura la formación de líderes que defienden la posición del

12
Vaticano en temas de sexualidad, así como la promoción de organizaciones
orientadas a este mismo fin. Bajo su alero se articularon diversas organizaciones de
distintos países de América Latina, como Ceprofarena en Perú (…), cuyo objetivo
común era defender la moral sexual impulsada por el Vaticano (…) esta
organización contribuyó al crecimiento de algunas ONG y fortaleció el activismo
de otras, favoreciendo la creación de una primera generación de organizaciones que
en gran medida adscribía a una identidad explícitamente católica (p. 211).

Es decir, HLI ayudó a fortalecer varias organizaciones con doctrinas similares y creó una
red estructurada de grupos conservadores en toda la región. Con relación a esto,
Avellaneda (2017) menciona un dato en común que comparten los movimientos
conservadores en Estados Unidos con los que existen en Perú, pues ambos “(…)
promueven la prohibición de la enseñanza sobre la evolución y la educación sexual en las
escuelas públicas” (p. 17). Esto se debe, a que lo consideraban una amenaza a la familia y
al orden natural.

Los  grupos conservadores citados tienen gran influencia y representación política, así
como funciones definidas, pero para entender cómo operan a gran escala es necesario
analizar las estrategias coordinadas que aplican sobre la sociedad civil. En este aspecto, el
trabajo de Avellaneda (2017) distingue algunos mecanismos de acción que han utilizado
grupos conservadores para intervenir en la legislación de políticas que van en contra de sus
doctrinas al analizar los sucesos políticos y sociales relacionados al proyecto legislativo
“Unión Civil” presentado en setiembre del 2013 por el congresista Carlos Ricardo Bruce
Montes de Oca. Este proyecto buscaba reivindicar los derechos de los homosexuales y,
como eje principal, señalaba el reconocimiento de la pareja como familia, sus derechos
personales y patrimoniales. Este caso tiene como característica la acción unificada de
diversos grupos conservadores religiosos, lo cual evidenció sus estrategias frente a cambios
en la legislatura que no apoyaban.

Antes de mencionar las estrategias, tenemos que resaltar el rol elemental de la sociedad
civil en la agenda política debido a que es por esta razón que los grupos conservadores
utilizan mecanismos de acción para influenciarlos directa e indirectamente. Según Subirats,
Varone y Larrue (2012, como se cita en Avellaneda, 2017) las principales estrategias para
colocar en agenda un problema público son las siguientes:

En primer lugar, la movilización y acción colectiva. También es clave la


mediatización. En tercer lugar, la iniciativa estatal o anticipación interna. Una
cuarta estrategia es el lobby, captura o acción corporativa silenciosa. Además, la

13
incidencia política, advocacy o cabildeo de la sociedad civil (en especial del
ambiente no empresarial) amplía el espectro de posibilidades. Por último, la
judicialización nacional e internacional, para la generación de precedentes (p. 26).

Como vemos, la mayoría de estos planes de acción tienen relación con la sociedad civil. Es
decir, para que los grupos conservadores impongan sus propias agendas, necesitan
influenciar a la población. Además, Avellaneda (2017) señala que hay una estrecha
relación entre la opinión pública y la mediatización, en el sentido que el público selecciona
temas de importancia a partir de lo que ve en los medios, lo cual convertiría a los medios
de comunicación en una valiosa herramienta si se desea cambiar o redirigir la opinión
pública.

Según los hechos sucedidos alrededor de la “Unión Civil”, desde su propuesta hasta su
archivamiento, podemos distinguir los siguientes mecanismos de acción: uso de redes
tecnocráticas, reinterpretación de conceptos políticos como la democracia, defensa de la
vida y la familia, alianzas estratégicas entre estos grupos y actores políticos, y consensos
políticos.

En primer lugar, las redes tecnocráticas están formadas por profesionales de diversas
disciplinas, como biólogos, abogados, doctores y obstetras, que otorgan soporte e
información a los argumentos de diversos grupos conservadores. Los que utilizan esta
información son, más comúnmente, organizaciones privadas que funcionan como ejes
militantes, reclutando profesionales y estos, a su vez, fundaron organizaciones que
compartían la misma doctrina (Avellaneda, 2017).

Por supuesto, la información que otorga esta red tecnócrata no va dirigida a la sociedad
civil. Para ellos, aún se practica la evangelización, haciendo hincapié en la palabra de Dios
y la protección de la familia. En escenarios más técnicos e institucionales, es común el uso
de datos e información obtenidos de la red tecnocrática. “Así, el discurso aparece como
laico y técnico-legalista en vez de estrictamente religiosa través de acciones (prácticas y
discursos) que buscan introducir principios bíblicos dogmáticos en la discusión de
conceptos como democracia y derechos humanos” (Avellaneda, 2017, p. 88).

De esta manera, sus alegatos salen del marco eclesiástico y se convierten en


argumentaciones con carácter científico contra posiciones que puedan amenazarlos. En
relación a esto, el texto de Huaco (2013), el cual analiza diversos procesos y discursos

14
contrahegemónicos sobre sexualidad y religión, cita el discurso de Rey en el debate del
aborto en el 2009, quien usó términos médicos y sobre genética contemporánea para
centrar la conversación en lo que se entendía como “fecundación”, en lugar de discutir la
estructura legal de la propuesta. Es así como su defensa consistió en “evitar usar
argumentos religiosos y plantear una ampulosa argumentación científica para demostrar
que el origen de la persona humana (…) se encontraba en la fecundación y no en la
implantación del óvulo fecundado en el útero materna” (p. 214). Discursos como este se
repetirían en el debate político de la Unión Civil.

En segundo lugar, los grupos conservadores religiosos en el Perú, a través de sus aliados
políticos, buscan reinterpretar conceptos relacionados a democracia y derechos humanos,
al introducir principios eclesiásticos en asuntos políticos. De esta manera, estos grupos
pueden participar en discusiones políticas e influir en los ciudadanos para que sigan sus
doctrinas a través de estrategias camufladas. Gracias a esto, pueden ir en contra de leyes y
proyectos argumentando que al conceder derechos a minorías se va en contra de lo que la
mayoría desea, otorgando privilegios que van en contra de la democracia. Esta alianza
beneficia a ambas partes, pues Pérez (2017), en su libro “Entre Dios y el César: El impacto
político de los evangélicos en el Perú y América Latina”, menciona lo siguiente:

Con esta estrategia, actualmente los líderes de estos grupos evangélicos pretenden
ofrecer a los políticos contemporáneos una masa (supuestamente) enfervorizada y
capaz de ser movilizada para apoyar iniciativas o ejercer presión ante la opinión
pública, con la misma pasión que desarrolla su labor proselitista a nivel religioso.

Es por esta razón que los discursos de los políticos que se oponen a reformas en políticas
sexuales van acorde a las doctrinas de los grupos conservadores religiosos y muchos
utilizan datos estadísticos otorgados por organizaciones civiles afines, como es el caso del
Population Research Institute – PRI. Para Zavala (2012), esta asociación entre políticos y
grupos conservadores religiosos se debe, en la actualidad, a que estos grupos están
perdiendo presencia frente a la sociedad civil laica, por lo que es importante para ellos
“abrirse un espacio en los estamentos del poder civil como los partidos políticos, agencias
gubernamentales, en el congreso o en las cortes” (p. 126).

En tercer lugar, la defensa de la vida y la familia es un argumento importante en las


movilizaciones civiles y declaraciones políticas. Para entender la razón, es necesario ver
ambos conceptos desde el estándar de producción económica tradicional, de acuerdo al

15
cual “todo aquello que atente contra el modelo tradicional de reproducción de la especie,
de la humanidad, es anormal” (Avellaneda, 2017, p. 16). Esta estrategia, en particular, ha
sido utilizada numerosas veces en debates sobre política sexual. Huaco (2013), señala que
la defensa de la familia por parte de estos grupos es la “verdadera premisa de todas las
otras características atribuidas como “naturales” a la familia y al matrimonio: su
heterosexualidad, su fin procreativo, su sacralidad que conlleva a su indisolubilidad y su
pertenencia al orden de los sacramentos tutelados por la Iglesia” (p. 257). De esta manera,
al incluir conceptos como vida o familia natural en sus disertaciones, agregan un elemento
de alta polarización que les favorece ante gran parte de la sociedad civil.

En cuarto lugar, si bien los grupos conservadores y sus asociados tienen agendas propias y,
a veces, presentan puntos de vista contrarios entre sí, forman alianzas que no desaparecen
cuando han logrado el objetivo común, sino que permanecen latentes hasta la siguiente
ocasión que necesiten actuar en bloque. Esto permite a los grupos proceder de forma
organizada y coordinada. Como lo señala Pérez (2017):

Al mismo tiempo, olvidándose del histórico y casi connatural anticatolicismo de los


evangélicos, el sector más neopentecostal y conservador del movimiento evangélico
se ha juntado ahora con un importante sector de la Iglesia Católica, en la defensa y
propagación publica de ‘valores cristianos’, tanto a nivel social como político; al
mismo tiempo, se están acercando a los grupos políticos más conservadores y
elitistas de la región, que años atrás menospreciaban a los evangélicos. Como
podemos observar, hay cosas inesperadas que solo la política puede lograr (p. 220).

Esto se debe a que los grupos conservadores evangélicos necesitan de la influencia y poder
de la Iglesia Católica para lograr un mejor posicionamiento social. Un ejemplo de este
mecanismo, es la alianza entre representantes de grupos conservadores católicos y
evangélicos con diversos partidos políticos, que se oficializó con la firma del
“Compromiso por el Perú”, con el cual se comprometían a defender la vida, la libertad
religiosa, el matrimonio y la educación, siempre y cuando esta última incluya la parte
espiritual.

En quinto lugar, la autora señala los consensos como herramienta política para cambiar o
archivar un proyecto. Esto se puede observar en el caso de “Unión Civil”, pues cuando
Bruce la propuso, tres congresistas de diversos partidos políticos con vínculos a grupos
conservadores presentaron proyectos de ley parecidos, es decir, iban dirigidos al mismo
grupo no heterosexual, pero que presentaban cambios fundamentales en sus propuestas.

16
Debido a los puntos en común que tenían, el presidente de la CJDH durante ese periodo, el
congresista Juan Carlos Eguren del Partido Popular Cristiano (PPC), propuso que se
juntaran todos los proyectos para facilitar su debate en la comisión. Con esto, lo que
buscaban era dar apariencia de querer cubrir estas necesidades y, a la vez, diluir las
propuestas por medio de consensos. De tal manera que el congresista Bruce se hubiese
visto obligado a aceptar cambios a su proyecto con tal de obtener el voto necesario. Esta
estrategia no es reciente, pues el tener décadas de experiencia en debates legislativos les ha
permitido entender cómo usar diferentes mecanismos políticos a su favor. Huaco (2013) lo
resume mejor en su texto:

A propósito del debate sobre los derechos sexuales y reproductivos, ya hemos visto
como en el Perú el discurso contrahegemónico se encontraba en clara posición
minoritaria y deslegitimada en comparación a los sectores conservadores y
fundamentalistas quienes sí poseían una comprensión clara de los temas que podían
ser planteados en el debate constitucional, y de las fórmulas textuales que podían
ser propuestas para neutralizar y –de ser posible– hacer retroceder aún más tales
derechos (p. 247).

Con lo cual se hace evidente un desbalance entre voces a favor y en contra, los primeros
tienen pocos actores políticos de poder y su discurso no es unificado. Más aún, carecen de
un mecanismo de acción a multinivel, propio de organizaciones de gran tamaño, como los
grupos conservadores, lo que hace que la influencia que tienen sobre la sociedad civil no
sea determinante.

Encontramos, entonces, un objetivo común en varias de estas estrategias y funciones de los


grupos conservadores: la educación sexual. Las razones por las que estos grupos se
enfocan en este punto no son del todo claras, aunque Mujica (2011) ofrece una mirada
interna y menciona que, para los grupos conservadores, es de “vital importancia el asunto
de la educación, sobre todo de la educación sexual y religiosa, a partir de la cual, como
dicen ellos, se moldea a los niños, a los jóvenes y por ende a las futuras familias” (p. 16).
Sin embargo, la investigación realizada por Motta et al. en algunas escuelas secundarias de
Lima, Ucayali y Ayacucho, y el estudio de Salazar (2018) en estudiantes universitarios de
la Universidad Mayor de San Marcos (UNMSM), ofrecen hallazgos importantes sobre las
consecuencias de la falta de una implementación adecuada del programa de Educación
Sexual Integral (ESI) en el Perú.

17
El texto de Motta et al. (2017) indica que, “en el año 2008, el MINEDU promulgó los
“Lineamientos Educativos y Orientación Pedagógica para la Educación Sexual Integral”.
Inicialmente, esta currícula se propuso como una política de Estado, pero terminó siendo
una política sectorial por falta de voluntad política y, hasta fines de 2016, sin presencia en
el debate público. Además, sectores de iglesias católicas y evangelistas criticaron varios
puntos del proyecto, como el enfoque de género. A consecuencia de esto, no se le ha
asignado un presupuesto, lo cual impide brindar capacitaciones a los profesores y dificulta
la compra del material necesario para impartir las clases (Motta et al., 2017). Asimismo,
tampoco se ejerce un monitoreo periódico que permita saber qué tanto están aprendiendo
los alumnos y si la información brindada por los profesores abarca todas las dimensiones
del enfoque integral. Es decir, que las clases impartidas incluyan temas “socioculturales,
biológicos, psicológicas, ética de la sexualidad, así como derechos humanos, género,
empoderamiento, igualdad y el reconocimiento de la actividad sexual en adolescentes”
(Motta et al., 2017, p. 5).

También, Motta et al. (2017) indican que para la elaboración de los lineamientos de la ESI
participaron expertos de la sociedad civil, los cuales formaron un equipo liderado por la
Dirección de Tutoría y Orientación Educativa del Ministerio de Educación y agencias de
cooperación internacional como El Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA).
De igual manera, se pidió la opinión de directores, profesores, estudiantes y jóvenes
activistas. Otros actores involucrados en el proceso fueron los miembros del Consorcio de
Colegios Católicos y de la Oficina Nacional de Educación Católica. Este último, tal como
lo indican Motta et al. (2017), es un “organismo civil representante de la Iglesia católica
ante el Estado peruano que tiene entre otras facultades, la potestad de decidir los
contenidos de religión en el currículo” (p. 23). En la investigación se entrevistó a expertos
y estos manifestaron que, de los participantes, ninguno realizó observación alguna a los
contenidos que se estaban discutiendo. Pese a ello, no se incluyeron todos los puntos
tocados por temor a la oposición de la Iglesia Católica y también por la intervención del
viceministro de Educación de este periodo, Idel Vexler Talledo, entre otros representantes
políticos. 

Más aún, los autores mencionan un dato importante con respecto a la presión de grupos
religiosos sobre los lineamientos de la ESI:

18
Desde noviembre de 2016 tiene lugar la campaña "Con mis hijos no te metas",
iniciada por una articulación de iglesias evangélicas, con una inversión grande de
recursos que les permite tomar las calles a nivel nacional con pancartas y
demostraciones públicas. La campaña cuestiona el nuevo currículo nacional en dos
aspectos clave: su inclusión de contenidos de sexualidad y la incorporación del
enfoque de género al cual llaman “ideología de género” para descalificarlo. Esta
campaña cuenta además con el respaldo de las altas jerarquías de la Iglesia católica.
Realizaron una gran marcha recientemente con el objetivo de eliminar el enfoque
de género del nuevo currículo y toda la política educativa (Motta et al., 2017, p.
52).

Lo citado nos muestra que, si los grupos conservadores religiosos no están de acuerdo con
determinados temas, porque van en contra de sus doctrinas, hacen presión para que la
educación que se dé se delimite según lo que ellos consideran correcto, sin tomar en cuenta
la libertad del conocimiento ni la implementación de mejoras a la educación sexual. Según
Motta et al. (2017), “la campaña ha sido diseñada desde referentes culturales de homofobia
y se basa en sugerir que la supuesta “ideología de género” busca promover soterradamente
orientaciones no heterosexuales o identidades transgénero, con la intención de generar
miedo en los padres” (pp. 20-21).

El trabajo de Motta et al. (2017) determinó que “por lo menos una tercera parte, comunica
con mucho énfasis mensajes más conservadores como que tener relaciones sexuales es
peligroso (37%), que el aborto es inmoral (35%) y que la gente joven debe evitar tener
relaciones sexuales antes de casarse (33%)” (p. 28). Sin embargo, mencionan que “el 86%
de los docentes comunica a sus estudiantes el derecho que tienen a recibir información
completa sobre relaciones sexuales y salud reproductiva” (Motta et al., 2017, p. 28).

La falta de una implementación adecuada del ESI tiene consecuencias inmediatas como las
que han recogido Motta et al. (2017) para su investigación, pero también tienen efecto en
factores a largo plazo como el señalado en el estudio cuantitativo de Salazar (2018), el cual
realizó encuestas a 173 estudiantes universitarios de 21 a 23 años de edad, en su mayoría
católicos. El método utilizado fue la escala de actitudes y conocimientos SKAT
desarrollada por Lief Harold. Los resultados del estudio de Salazar (2018) indicaron que el
nivel de conocimiento sobre sexualidad que los estudiantes universitarios presentaron tenía
relación con las actitudes que mostraban hacia temas relacionados con heterosexualidad,
aborto, autoerotismo, entre otros. Los estudiantes con un nivel medio y bajo de sexualidad
humana, presentaron los porcentajes más bajos de aceptación a la homosexualidad
(10,5%), al aborto (32.4%) y creen más fácilmente en mitos sobre la sexualidad (24.3%).

19
Asimismo, los resultados de la investigación de Motta et al. (2017) señalan que la mayoría
de los estudiantes encuestados (entre 71 a 76%) considera que la educación sexual debe ser
impartida en el colegio, principalmente porque necesitan saber cómo prevenir un
embarazo, el VIH y las infecciones de transmisión sexual. Igualmente, casi la mitad de
estudiantes indicaron que desean comprender cómo funciona su cuerpo y aprender a no
ceder ante la presión de tener relaciones sexuales (Motta et al., 2017, p. 49). Con respecto a
esto, Salazar (2018) hace el siguiente comentario:

(…) es de suponer que los conocimientos que poseen las personas y las actitudes
que toman frente a los temas de sexualidad, son mayormente producto de la propia
experiencia o la información obtenida por ellos mismos; en el mejor de los casos,
impartidos precozmente desde su hogar por una persona con cierto grado de
conocimiento en el tema. A pesar de esta situación, en nuestro país aún no se ha
creado un programa educacional adecuado acerca de Sexualidad Humana; este
debería estar dirigido principalmente a los niveles escolares tanto para sus alumnos
como para los padres de familia. También se podría implementar este programa a
los niveles universitarios, ya que en ellos lamentablemente se puede ver el resultado
de la deficiente educación que recibieron acerca del tema en sus etapas escolares (p.
11).

Ambas investigaciones resaltan la necesidad de un ESI que se aplique en las escuelas, pues
los resultados de las mismas demuestran que el estado de la salud sexual y reproductiva de
los adolescentes es todavía bastante crítico en el Perú, sobre todo, al tener en cuenta que la
situación es mucho más grave al interior del país, como lo señala Motta (2010):

En términos generales, se puede afirmar que la producción legislativa en materia de


violencia y en particular de violencia sexual, en la última década, ha sido coherente
con los principios de derechos humanos, habiéndose introducido cambios que
reflejan los acuerdos internacionales suscritos. Sin embargo, subsisten graves
dificultades para la implementación tanto en lo penal como en el terreno de las
políticas públicas de salud y educación, hecho que se agrava particularmente en las
zonas rurales del país (p. 64).

La falta de prioridad política del ESI, motivado por actores políticos conservadores, está
afectando su implementación y correcta gestión, con lo cual es difícil examinar que la
información brindada cumpla los estándares académicos y repercuta a largo plazo en las
personas. Para validar esta afirmación, Salazar (2018) menciona que, incluso en los grupos
de estudiantes universitarios que presentaron alto grado de conocimiento sobre sexualidad
humana, las respuestas a ciertos temas fueron dubitativas.

20
En síntesis, los autores concuerdan que los principales grupos conservadores religiosos han
utilizado a sus adeptos como herramientas políticas en contra de reformas en la educación
sexual del Perú en la última década por medio de diversas estrategias. Los profesionales
que forman las redes tecnocráticas de estos grupos se han encargado de otorgar
información académica a sus argumentos, de manera que su discurso se aleje de preceptos
eclesiásticos. También, los políticos con vínculos a estos grupos han introducido sus
doctrinas en el debate legislativo, disimuladamente, para que los grupos conservadores
religiosos tengan mayor participación en la discusión sobre políticas sexuales y, por medio
de consensos, han logrado el apoyo de otros actores políticos para dirigir la agenda
política. Además, debemos señalar que estos grupos utilizan a sus adeptos para que estos
manifiesten su rechazo a reformas que no están alineadas a sus doctrinas por medio de
protestas y marchas, coordinadas con la ayuda de los líderes de los grupos conservadores
religiosos y organizaciones civiles afiliadas. De esta manera, logran visibilizar su posición
de forma mediática, colaboran en la creación de mentalidades y ejercen presión sobre la
agenda política.

Teniendo en cuenta lo señalado, proponemos como hipótesis que la influencia de los


grupos conservadores religiosos en el Perú se produce a través del direccionamiento de la
opinión pública mediante acciones colectivas organizadas por sus adeptos y el uso de
discursos eclesiásticos asolapados en los debates políticos y académicos sobre educación
sexual planteados por profesionales afiliados a grupos conservadores. La sociedad civil
ejerce gran presión sobre los medios de comunicación y la agenda política, por lo que se le
considera una de las más importantes defensas que tienen los grupos conservadores
religiosos frente a reformas políticas que no siguen sus intereses. En este sentido, la
reinterpretación de conceptos como democracia y derechos humanos ha sido otro eje
fundamental para asegurar su participación en debates políticos. Ambas acciones son
peligrosas porque su objetivo es normalizar ciertas ideas radicales, de forma que un cambio
de mentalidad sea más difícil.

Al concluir este estado de la cuestión y, considerando la literatura citada, surgen nuevas


interrogantes a tratar: ¿Cuáles son las motivaciones de los grupos conservadores religiosos
y sus aliados políticos para estar en contra de la implementación de un ESI? ¿De qué
manera la influencia de los grupos conservadores en las políticas de educación sexual

21
afecta la tasa de embarazos en adolescentes? ¿Qué consecuencias sociales genera la falta
de reformas a la educación sexual en la niñez? Debido a la escasez de estudios sobre la
politización de grupos conservadores religiosos en el Perú durante los últimos diez años y
al contexto político actual que atraviesa el país, consideramos que estos cuestionamientos
constituyen puntos de partida importantes para futuras investigaciones.

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