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¿Qué es una familia?

Martín Wainstein y Valeria Wittner

¿Qué es una familia? ¿Quiénes la componen? ¿Hay alguna definición de


familia que pueda considerarse única o universal? ¿Qué hace una familia,
qué función cumple?

E
l concepto de familia tiene múltiples acepciones e implicancias.
Las diferencias transculturales están vinculadas a dos variables cla-
ves en el desarrollo humano, el tiempo y el espacio. Nos referimos
con esto a que la definición misma de familia, así como los miembros que
la componen, la forma en que se vinculan entre sí y las funciones que se
espera que cumplan, dependen de la cultura –en una época histórica y un
lugar específico– en la que la familia está inserta.
En este capítulo abordaremos esas preguntas desde la perspectiva de la
Psicología Social construccionista, definiendo previamente algunas ideas
que resultan de importancia para entender la postura teórica desde la que
construimos el mundo.

A modo de introducción

Un autor clásico en el pensamiento sistémico es el psicólogo ruso ame-


ricano Bronfenbrenner (1987). Este autor define que todo desarrollo huma-
no ocurre siempre en contexto y por ello es ecológico, dado que implica un
intercambio constante entre el sujeto y toda la complejidad que involucra
su medio ambiente. Debido a esto, el autor refiere que los procesos psico-
lógicos deben estudiarse necesariamente en los ambientes reales en los que
los seres humanos viven, y el ambiente primario y fundamental de una
persona es la familia. Su importancia reside en ser el primer contexto donde
se desarrolla cada individuo y también por ser el ambiente central donde
acontecen experiencias importantes para su desarrollo.
Siguiendo esta perspectiva ecológica y psicosocial podemos definir que
toda persona es un sujeto interaccional, cuya identidad es una construcción
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dinámica producto emergente de su relación con su medio ecológico,


marco multidimensional en el que ese sujeto está inmerso (Bateson,
1972/1998).
Aquí es donde podemos introducir un concepto clave para esta pers-
pectiva, la noción de contexto, que refiere a los ambientes ecológicos –socia-
les, culturales y físicos– en que las personas se hallan insertas, y que ejercen
algún tipo de influencia en su desarrollo. No estamos aislados de lo que
ocurre en nuestras familias, comunidades, países, culturas. Interactuamos
con todos ellos, con los valores que sostienen, con su idiosincrasia, sus
reglas, sus expectativas, sus compromisos y obligaciones. No es factible no
estar influenciados por el contexto que nos rodea. Puede afectarnos en
mayor o en menor medida, pero no deja de influenciarnos. Qué pensamos
que es una familia, cómo la definimos, cómo deben comportarse una mamá
y un papá, si ambos deben o no ser pareja, todas estas preguntas y también
sus respuestas están necesariamente vinculadas al grupo social en el que
nos hallamos insertos.
Esto nos lleva entonces a pensar que no hay de antemano una única
definición de familia, ni una que sea mejor que la otra. Los diferentes
grupos sociales establecen consensos lingüísticos que involucran prác-
ticas concretas que hacen a la expectativa de familia que como grupo
social tienen.
Por ello, las diferentes definiciones de familia posibles, son construc-
ciones lingüísticas vinculadas a un momento histórico y un espacio deter-
minados. No hay definición que no sea émica y que no valga para cierto
contexto específico.

Intentando definir la familia

Las características y funciones de aquello que se denomina familia ad-


quieren múltiples formas según épocas históricas, lugares geográficos, cul-
turas diversas y aún grupos dentro de una misma cultura, lo cual hace que
el concepto de familia sea complejo y difícil de delimitar. Esto nos lleva a
pensar, tal como se ha dicho, que no hay un único modelo de familia, sino
que esta acompaña las transformaciones de la cultura a lo largo de los
procesos históricos. Algunos autores coinciden en que la familia en la so-
ciedad actual estaría definida por la diversidad (Gracia Fuster, Musitu
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Ochoa, 2000). En este sentido el intento de ubicar una definición única de


familia dificultaría el entendimiento de su complejidad cultural y conlleva-
ría una visión reduccionista.
Siguiendo lo planteado, debemos tener en cuenta que cualquier defini-
ción de familia está necesariamente ligada al marco teórico del que la defi-
ne, así como también del contexto socio cultural en que se haya inserto.
Dicho esto, en este texto nos resulta de interés que la familia en tanto
organización social puede ser definida como un sistema abierto. Esta forma
de entenderla y nos permite hacer foco en la familia en tanto estructura
que tiene un tipo de funcionamiento determinado, más allá de quiénes
sean los miembros que la componen, y sorteando de esa forma una defini-
ción limitante que imposibilite describir su complejidad.

La familia como sistema

La teoría sistémica constituye hoy el modelo predominante en el estu-


dio de la familia, que la define como un sistema abierto con propiedades
que están vinculadas a sus interacciones más que a sus elementos aislados.
Esto quiere decir que el foco de estudio del modelo sistémico a la hora de
estudiar y entender familias, son las interacciones que hacen a su funciona-
miento, más que a las propiedades de los individuos que la componen.
Siguiendo la línea anterior, definir la familia como un sistema implica
pensarla como una estructura con características y funciones emergentes,
que son propias de la forma específica en que esas personas interactúan
entre sí en el seno familiar y con el contexto social en el que se hallan
insertas, más que de las personas que las componen en su individualidad.
El sistema familiar es cualitativamente diferente de la suma de los atributos
individuales de sus miembros dado que es de las interacciones entre los
integrantes de ese sistema que emergen sus características.
Lo interesante de la definición de familia como un sistema, es que nos
permite estudiar su funcionamiento en tanto estructura de forma casi in-
dependiente de quiénes son los miembros que la componen. Una familia
puede estar compuesta por una mamá, un papá y un niño, o bien por dos
papás y un niño, o por dos mamás y un niño, o por una mamá y un tío y un
niño. Lo que nos va a interesar en todo caso es cómo es el armado de esa
red de interacciones que hace que adultos estén a cargo de un niño y la
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forma en que se distribuyen roles para cumplir su función de socializa-


ción y crianza.
El psicólogo y terapeuta familiar italiano Maurizio Andolfi (1984)
define que
“la familia es un conjunto organizado e interdependiente de unidades ligadas
entre sí por reglas de comportamiento y por funciones dinámicas en
constante interacción entre sí y en intercambio permanente con el exterior”.

La familia en tanto sistema, es pensada entonces a partir de su estructu-


ra de funcionamiento, o sea, la forma en que se organizan las reglas que
regulan su funcionamiento tanto entre los miembros mismos, como con el
exterior. Estos patrones de interacción que hacen a su estructura definen la
forma en que la familia funciona –o disfunciona.
Los sistemas –cualquiera que podamos pensar incluida la familia– tie-
nen ciertas características que le son propias: son siempre sistemas abiertos,
tienen una organización jerárquica y suponen una trayectoria, un recorrido a lo
largo del tiempo.
Los sistemas humanos son siempre e indefectiblemente sistemas abiertos.
Esto quiere decir que suponen siempre un intercambio con el contexto en
el que se hallan insertos. En la introducción de este capítulo se mencionó al
psicólogo ruso americano Urie Bronfenbrenner (1987). Para caracterizar
el contexto en el que las personas se hallan insertas, el autor define cuatro
niveles interconectados entre sí, que plantea como un conjunto de siste-
mas concéntricos a través de un mapa de red: micro, meso, exo y macrosis-
tema, suponiendo cada nivel o sistema, una dinámica y un tempo particular,
a la vez que se afectan mutuamente.
A esto debe entrecruzarse la dimensión temporal o crono sistema que
hace referencia a las condiciones sociohistóricas del sujeto. Esto incluye el
momento histórico en el cual vive una persona, así como los cambios pro-
ducidos en el ciclo vital de las personas y la influencia de las épocas críticas
del desarrollo, implicando edad cronológica, periodo histórico, duración y
continuidad de exposición a situaciones o eventos. Se refiere, igualmente,
al efecto acumulativo de procesos e influencias del contexto.
Por tanto, la familia como sistema y la forma en que esta funciona, debe
ser entendida en ese contexto en el que se desarrolla y del que cual es un
fenómeno emergente, producto de la complejidad que esta supone, así
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como también las modificaciones que uno o varios eventos de la vida


familiar en cuestión generan en estos niveles.
Para que la familia pueda cumplir con sus funciones –las que serán
abordadas de manera específica en otro capítulo de este libro- debe supo-
ner una organización jerárquica en la que los adultos tengan más responsabi-
lidad en el cuidado y protección de los miembros más jóvenes asegurando
su desarrollo. Esto está vinculado a su vez con la distribución de roles:
cada miembro de la familia cumple un rol en el seno de esta, y este rol –o
posición social– implica ciertas conductas y funciones específicas.
Con respecto a la trayectoria del sistema familiar –y vinculado al concepto de
cronosistema– podemos definir que toda familia supone un desarrollo en el
ciclo vital, es decir diferentes etapas evolutivas que implican una modificación
en las reglas de interacción del sistema, y por ende de su estructura. La llega-
da de los hijos, su escolarización, el nido vacío son ejemplo de dichos mo-
mentos evolutivos. Lo interesante a tener en cuenta es que a medida que el
ciclo vital avanza, la organización familiar, así como la forma en que se
cumplen sus funciones y la distribución de roles se va modificando atento
a las necesidades por edad de cada uno de sus miembros. La familia no
funciona de la misma manera de forma independiente a su etapa vital.
Salvador Minuchin, psiquiatra argentino que reside en los Estados
Unidos y, quizá, el terapeuta familiar más importante de nuestros tiem-
pos, define la familia como un sistema sociocultural abierto en proceso de trans-
formación (Minuchin, 1974/1997) desarrollándose en un proceso cons-
tante de adaptación a un contexto cultural cambiante. Las funciones de
los sistemas familiares son apoyar –emocionalmente–, regular –las con-
ductas–, nutrir y socializar a sus miembros.
Para este autor la funcionalidad de una familia no depende de la ausencia
de estrés o de conflicto, sino de la forma –más o menos efectiva– de manejo
que la familia tiene de estos cuando se presentan, que implique la posibilidad
de pautas alternativas de conducta a la vez que se proteja el bienestar de sus
miembros. Esto está vinculado a su estructura y su capacidad de adaptabi-
lidad al tiempo y al contexto.
En el apartado que sigue definiremos algunos conceptos básicos de la
teoría de Minuchin que nos sirven para seguir pensando la familia como
sistema social.
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Estructura y funcionamiento familiar

El autor define que el concepto de estructura familiar refiere a la organiza-


ción interna de la familia que opera por medio de un conjunto de reglas tran-
saccionales, pautas o patrones, que organizan entre otras cosas, cómo rela-
cionarse, con quién, cómo vincularse con el medio externo, etc. Hay reglas
universales, otras culturales y otras más específicas de cada grupo familiar.
Estos tres tipos de reglas interactúan entre sí promoviendo un tipo de es-
tructura familiar determinado.
La estructura familiar es dinámica, oscila siempre entre la tendencia a
mantener su homeostasis y la modificación de su forma de funcionamien-
to, dependiendo esto de una combinatoria entre la etapa del ciclo vital en la
que la familia se encuentre, y los acontecimientos externos. Una familia
funcional es la que logra mantener la continuidad familiar a la vez que se
producen modificaciones en su estructura a los fines de adaptarse a las
exigencias internas o externas. La posibilidad de imponer pautas –patro-
nes– alternativas de funcionamiento refiere a la flexibilidad de ese sistema
familiar que permite una mejor adaptación a las circunstancias.
El sistema familiar supone una diferenciación de roles y funciones que
se llevan a cabo a través de diferentes subsistemas. Cada miembro de la
familia pertenece a diferentes subsistemas a la vez, lo cual le permite aprender
habilidades diferenciadas a partir experimentar diferentes jerarquías y dis-
tribución de poder en cada uno de ellos. Esta diferenciación depende de lo
que Minuchin denomina límites o fronteras, constituidos por las reglas
interaccionales que definen quiénes participan de los subsistemas y de qué
manera, por lo que deben estar definidos con cierta precisión o claridad.
Se pueden delinear cuatro subsistemas básicos en las familias que per-
miten evaluar el funcionamiento de su estructura a partir de cómo están
configurados y cómo se vinculan entre sí: los subsistemas conyugal, paren-
tal, fraterno y filial. Estos subsistemas involucran siempre pautas interac-
cionales que definen roles y funciones, a cada miembro de la familia le
competen funciones específicas según el rol que ejerza en cada subsistema.
En la medida en que las reglas de funcionamiento familiar sean claras y
flexibles, la familia tendrá la suficiente capacidad de acomodación tanto a
las conflictivas internas como a las exigencias externas, permitiendo de
esta manera un ajustado desarrollo de su ciclo vital. Los miembros más
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jóvenes de las familias necesitan crecer dentro de estructuras organizadas,


con jerarquías claras y subsistemas diferenciados en sus funciones y distri-
bución de roles, dado que la familia es el ambiente primario y fundamental
del desarrollo y socialización de las personas.

Familia, socialización e identidad

Tal como se dijo en la introducción de este capítulo, el desarrollo


humano implica un intercambio constante entre el sujeto y toda la com-
plejidad que involucra su contexto o medio ambiente, y a ello se ha deno-
minado el desarrollo ecológico de las personas. Estas ideas suponen que
las personas desarrollan el sentido de sí mismas y su autoconcepto en los
procesos de interacción social, de ahí la importancia de la familia en la
socialización y el desarrollo de la identidad de los sujetos –interaccionis-
mo simbólico.
La socialización es el proceso de cambio que experimenta una perso-
na como resultado de la interacción social y su influencia. Este es un
proceso complejo en el cual los niños participan activamente de la for-
mación de sus identidades por la vía de ir aprendiendo diversos roles. En
este sentido, la asunción y creación de roles son elementos clave del pro-
ceso de socialización.
Minuchin define la familia como matriz de la identidad organizada y en
continuo desarrollo, en la cual el sujeto aprende a diferenciarse. El indivi-
duo adquiere su individualidad gracias a participar en múltiples y variadas
interacciones familiares, esto le permite el aprendizaje constante de varia-
dos roles que luego replicará en su vida cotidiana no familiar. Por este mo-
tivo los vínculos familiares cumplen un papel fundamental en la construc-
ción del sujeto individual.
Así, como plantea Minuchin, la experiencia humana de identidad impli-
ca un sentimiento de identidad, dado por la pertenencia a una familia, a la vez
que un sentido de separación e individuación, dado por la participación en
múltiples interacciones intra y extrafamiliares.
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Referencias bibliográficas

Andolfi, M. (1984) Terapia familiar, Buenos Aires, Paidós.


Bateson, G. (1972/1998) Pasos hacia una ecología de la mente. Una aproximación
revolucionaria a la autocomprensión del hombre, (Argentina), Lohlé-Lumen.
Bronfenbrenner, U. (1987) La Ecología del Desarrollo Humano, Barcelona,
Paidós.
Gracia Fuster, E. y Musitu Ochoa, G. (2000) Psicología social de la familia,
Paidós Ibérica.
Minuchin, S. (1974/1997) Familias y Terapia Familiar, Barcelona, Gedisa.

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