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CAPÍTULO III

EL ARBITRAJE INTERNACIONAL EN LA LEY PERUANA.

Desde hace varios años el arbitraje internacional se ha ido consolidando


en todo el mundo; Esta realidad es particularmente cierta en Latinoamérica,
donde un gran número de países han adoptado nuevas leyes en materia
arbitral especialmente favorables al arbitraje internacional, principalmente en
nuestro Estado.

Sobre la nueva ley peruana, Decreto legislativo N° 1071, publicado en el


Diario oficial “El Peruano” el 28 de junio de 2008, a partir de esta forma nuestro
Estado, logro completar el trabajo de modernización iniciando con la Ley
General del arbitraje de 1996. Cuya redacción, al menos respecto al arbitraje
internacional, se inspiraba ya en la Ley de la CNUDMI, sobre Arbitraje
Internacional de 1985.

En cierto modo que el legislador peruano ve al arbitraje como un


instrumento clave; siendo estos principios reconocidos en la actualidad por toda
ley que se precie de moderna y favorable al arbitraje internacional. Estos
principios pueden ser resumidos del siguiente modo.

 Validez y autonomía del convenio arbitral.


 Respeto de la autonomía de la voluntad de las partes.
 Amplitud de poderes otorgados a los árbitros.
 Intervención limitada de los jueces.
 Carácter definitivo del laudo arbitral.

En estos aspectos se hace referencia sobre la forma que adopta la


nueva ley, para luego analizar los aspectos de fondo que consideramos más
relevantes.

[CITATION Mat19 \p 13 \l 2058 ] “Recordemos que el arbitraje internacional


sea regulado, totalmente o en gran medida, por normas distintas que las del
arbitraje nacional, que la anterior Ley general del arbitraje se divide en dos
secciones, siendo la sección primera dedicada al arbitraje nacional, en tanto la
segunda sección trataba al arbitraje internacional”.
El Decreto legislativo del arbitraje opta por un nuevo paradigma,
representando al modelo monista del arbitraje, el cual importa que las mismas
normas se apliquen al arbitraje nacional e internacional, pero sin desconocer
que el arbitraje internacional responde en muchas ocasiones a exigencias
distintas.

Asimismo, en el artículo 22 en el Decreto Legislativo del arbitraje, nos


señala que, “En el arbitraje nacional que deba decidirse en derecho, se
requiere ser abogado, salvo acuerdo en contrario, siendo por tanto facultativo.”

Es decir que las partes puedan designar a un no abogado, a diferencia


de la anterior Ley general del arbitraje la cual exigía ineludiblemente tal
condición. En tanto como el arbitraje internacional no viene requerida tal
exigencia para ser arbitro “en ningún caso”.

Además, señala de forma adecuada, que cuando venga exigida la


condición de abogado “no se requerirá ser abogado en ejercicio ni pertenecer a
una asociación o gremio de abogados nacional o extranjera.”

Nuestra norma recoge una moderna tendencia normativa, establece


también las disposiciones a regular el efecto de regular el arbitraje de tipo
internacional, quedando claro que se aplican solo en defecto de tratado
internacional al respecto.

Frente a todo esto expuesto podemos abordar la exigencia que esta


actividad llevada a cabo por el árbitro dirigida a satisfacer la pretensión
arbitrable, determinando en el plano jurídico la necesidad de su estudio por
medio de la ubicación de un lugar concreto y especifico del ordenamiento
jurídico como es aquel que denominaremos derecho de arbitraje, el cual como
objeto de estudio las diferentes implicaciones jurídicas y procesales que nos
plantea esta situación.

En el caso peruano es la misma norma general de arbitraje la que regula


en su sección segunda del arbitraje internacional, determinando que estas
disposiciones se aplicaran sin perjuicio de cualquier tratado bilateral o
multilateral vigente.
Por otra parte, si LGA, en el artículo 91°, la calidad internacional de un
arbitraje sobre la base de dos criterios.

1. Si las partes del convenio arbitral tienen el momento de la


celebración de este, sus domicilios en estados diferentes.

2. Si uno de los lugares siguientes se encuentra fuera del


estado donde las partes tienen domicilios:

El lugar del arbitraje si ha sido determinado en el convenio arbitral o


como arreglo a él o el lugar del cumplimiento de una parte sustancial de las
obligaciones de la relación jurídica o el lugar con el cual el objeto de la
pretensión arbitrable tiene una relación estrecha.

3.1 ANTECEDENTES DEL ARBITRAJE EN EL PERÚ.

Como antecedente del periodo republicano debemos señalar que en la


constitución de Cádiz 1812 se estableció en los artículos N°280 y 281 “El
derecho de los españoles de no privados del derecho de terminar sus
diferencias por medio de jueces árbitros elegidos por ambas partes, la
sentencia que expidieren los árbitros se ejecutara si las partes al hacer el
compromiso no se hubieran reservado el derecho de apelar”.

Producido el proceso de independencia del Perú del reino de España el


libertador José de San Martín dicto el reglamento provisional de 1821, en cuyo
artículo 18.

Textualmente se lee: “Todas las leyes, ordenanzas y reglamentos que


no estén en oposición con los principios de libertad e independencia
proclamados, con los decretos expedidos desde el 8 de septiembre anterior y
con lo establecido en el presente, quedan en su fuerza y vigor, mientras no
sean derogados, o abrogados por autoridad competente”.
Estimamos que el arbitraje, que se pacta voluntariamente por las
partes no se oponía en absoluto a los derechos dictados por el libertador San
Martin y desde esa perspectiva estaban vigentes por lo menos teóricamente.

La misma opinión puede aplicarse a la constitución política de 1823 que


en su artículo 121, repite la formula antes, referida al señalar que: “Todas las
leyes anteriores a la constitución, que no se opongan al sistema de
independencia y a los principios que aquí se establecen, quedan en vigor y
fuerza hasta la organización de los códigos civil, criminal, militar y comercio.”

Se entiende una omisión expresa a la institución del arbitraje en tanto y


en cuanto las principales preocupaciones de los fundadores de la República
era justamente establecer los valores y las bases fundamentales que guíen al
establecimiento y funcionamiento de la nueva República, es decir, el régimen
político y de gobierno, los poderes del Estado, como se eligen los
representantes, los derechos de los ciudadanos, etc.

Se considero un problema técnico como el arbitraje por que no se


discutió y por lo mismo tampoco se prohibió, pues esta circunstancia hubiera
exigido un pronunciamiento expreso, que no se produjo, por las circunstancias
antes acotadas.

Lo mismo aconteció con la Ley del 10 de febrero de 1824 firmado por


José María Galdiano como presidente del congreso, Joaquín de Arrese y José
Bartolomé Zárate como diputados secretario, por el cual el congreso
constituyente acuerda su receso, suspende el ejercicio del cargo del presidente
de la república y otorga poderes al libertador Simón Bolívar.

Posteriormente, por la ley del 10 de febrero de 1825 se le otorgaron


plenos poderes al libertador Simón Bolívar dada la delicada situación política
que atravesaba el proceso de consolidación de la independencia.

La efímera constitución vitalicia de 1826, como se le conoce no hace


mención expresa del arbitraje, pero si a las conciliaciones, que las promueve
de manera decidida, por la que la institución del arbitraje no se le prohibió de
manera expresa alguna sin que tampoco se le promoviera como se hacía con
relación a la conciliación.
La constitución política de 1828 dada por el Congreso General
Constituyente el 18 de marzo de 1828 en su capítulo referido a la
Administración de Justicia, articulo 119 a 131 no hace referencia expresa al
arbitraje.

Este contexto constitucional vigente hasta la entrada en vigencia de la


constitución de 1839 que fue dada por el congreso general el 10 de noviembre
del citado año.

La constitución política de 1839 a diferencias de las constituciones


políticas anteriores si hace expresa la referencia al arbitraje, como una garantía
individual regulada dentro de las garantías nacionales; así en el art. 164
establece:

“Ningún peruano puede ser privado del derecho de terminar sus


diferencias por medio de jueces árbitros.”

Esa tendencia continuaría con el Estatuto provisorio de 1855 dictado por


el libertador Ramon Castilla en su calidad de presidente provisorio,
recogiéndose una forma legislativa similar a la anterior, en el artículo 11, que
dice textualmente:

“Todo individuo en la republica tiene el derecho de terminar sus


diferencias por medio de jueces árbitros conforme a las leyes”.

El nuevo texto constitucional agrega que el arbitraje debe desarrollarse


“conforme a las leyes”; es decir el estatuto provisorio concebía la necesidad de
legislar dicho dispositivo con rango constitucional, es decir, dictar normas sobre
arbitraje en leyes conocidas como el desarrollo constitucional, por supuesto no
se dictaron en su oportunidad.

Con la entrada en vigencia la constitución política de 1860 promulgada


por el propio Ramon Castilla, esta vez en su condición de presidente
constitucional de la República, el arbitraje sufre una especie de retroceso, pues
en el texto constitucional no se hace referencia expresa a ella como si se hacia
en el Estatuto provisorio de 1855.

De igual forma se mantuvo en material arbitral la constitución de 1867


durante el periodo del presidente Mariano Ignacio Prado, que no hace
referencia alguna y que, por el contrario, en el titulo XVII Del poder judicial, en
su art. 121 precisa que la “La justicia será administrada por los tribunales y
juzgados” cerrándole el paso, en alguna forma y grado al arbitraje como
mecanismo se solución de controversias.

Con el advenimiento del siglo XX, luego de superada en alguna forma, la


guerra del pacifico y con Augusto B. Leguía en el poder, el arbitraje tuvo un
mejor tratamiento legislativo a nivel constitucional; La constitución Política de
1919 acorde con el propósito modernizador introducido por el presidente de la
República, así en el art. 48 referidos a los:

“Los conflictos entre el capital y el trabajo serán sometidos a arbitraje


obligatorio.”

En este texto constitucional también se hace referencia a la justicia


militar en su art. 156 en la que se perfila un sistema de administración de
justicia como la contenida en la constitución de 1979 y de 1993.

En la constitución política de 1979 y el código civil de 1984, uno de los


mejores textos constitucionales concebidos a finales del siglo XX como
producto de una transacción política para devolver la democracia civilizada y
que tuvo entre sus miembros a distintos dirigentes políticos del partido Aprista
Peruano y del Partido Popular Cristiano, incorporando en su texto y por vía de
excepción a las denominadas “Jurisdicción” arbitral y militar, en el art. 233.

El desarrollo del arbitraje incorporado por el texto constitucional antes


referido se efectuó a través de la cláusula compromisoria y compromiso arbitral
que fue incorporado en el texto del código civil promulgado por el Decreto
Legislativo N°295.

En el libro VII; Fuentes de las Obligaciones; Título IX se regulan los


primeros capítulos primero referido a la cláusula compromisoria, art. 1906 y
1907 y el segundo concerniente al Compromiso arbitral art. 1909 a 1922.

La clausula compromisoria conforme a lo señalado en el art. 1906 del


código civil facultaba a las partes a obligarse mediante un pacto principal, que
podía ser independiente de un contrato específico o una estipulación accesoria
centro de un contrato principal a celebrar en el futuro un compromiso arbitral.
Este compromiso no requiere la designación de árbitros, pero si fijar la
extensión de materia arbitral y además generaba la obligación de las partes a
materializar el arbitraje competiéndolos a la realización de cuantos actos sean
necesarios para que el compromiso pueda tener efecto, y en concreto se
designe a los árbitros y se determine el asunto controvertido.

En buena cuenta y conforme lo establecido la propia norma derogada se


trataba de un contrato preliminar, con todas sus normas.

El compromiso arbitral tenía una regulación más completa pues además


de ser definido legalmente en el art. 1909 del CC. “Por el compromiso arbitral
dos o más partes convienen que una controversia determinada, materia o no
de un juicio, sea resuelta por un tercero o terceros quienes designan y a cuya
jurisdicción y decisión se someten expresamente”.

La forma de la celebración es escrita bajo sanción de nulidad y debe de


contener el nombre y domicilio de los otorgantes y de los árbitros, la
controversia que se somete al fallo arbitral, con expresión de sus
circunstancias, el plazo para laudar y la sede o lugar debe de desarrollarse el
arbitraje.

El art. 1913 de CC establecía que materias no pueden ser objeto de


compromiso arbitral, entre ellas referidas al estado y la capacidad civil de las
personas, las que le interesan a la moral y las buenas costumbres.

Es interesante la norma contenida en el derogado art. 1914 del CC pues


la existencia de la cláusula compromisoria y del compromiso arbitral facultaba
la invocación como excepción en caso surgiera proceso ordinario.

De igual forma se establecía la diferencia entre arbitraje de derecho y de


equidad denominado a los árbitros que efectuaban este ultimo tipo de arbitraje
como amigables componedores.

Finalmente, debemos señalar que el art. 1922 del CC ya derogado


remitía el procedimiento arbitral a las normas establecidas en el Código de
Procedimientos Civiles, actualmente derogado por el Código Procesal Civil.
La Constitución Política del Perú de 1993 siguiendo la corriente
impregnada por la Constitución de 1920 y la derogada de 1979 también plasmó
a nivel normativo el arbitraje como una solución de controversias distinta a la
ordinaria, la militar y la de las comunidades campesinas y nativas que
establece el art. 149 del texto constitucional.

Efectivamente en el art. 139, de la carta magna referida se establece


una jurisdicción diferente a la ordinaria, en la arbitral y la militar.

“Artículo 139: - Son principios y derechos de la función jurisdiccional:

1. La unidad y exclusividad de la función jurisdiccional.


No existe ni puede establecerse jurisdicción alguna independiente,
con excepción de la militar y la arbitral.
No hay proceso judicial por comisión o delegación”.

Sobre la base de esta norma, el tribunal constitucional peruano se


pronunció recientemente en lo relativo a la naturaleza jurídica del arbitraje.

Al respecto, el máximo tribunal señaló que existe una sola jurisdicción


como potestad emanada del pueblo, la que a su vez se manifiesta en distintas
jurisdicciones, algunas de las cuales actúan fuera del ámbito del poder judicial,
como la jurisdicción militar, la electoral, la consuetudinaria y la arbitral.

Refiriéndose al arbitraje, el tribunal constitucional reconoció que se trata


de una jurisdicción de carácter privado, que goza de absoluta autonomía e
independencia.

Como tal, debe verse protegida de cualquier intromisión proveniente del


Poder Judicial, Ministerio Público u otras autoridades, incluidas las
administrativas, para que los árbitros puedan cumplir a plenitud y sin
interferencias su propósito de decir Derecho en el caso concreto y resolver los
conflictos de interés que las partes han puesto en sus manos.
Ahora bien, como señalamos el Decreto Ley Nº 25935 publicado el 09
de diciembre del año 1992 y vigente desde el 1992 derogó las normas del
Código Civil referidas a la Cláusula Compromisoria y al Compromiso Arbitral.

Su estructura normativa era la siguiente:

Estaba dividido en 2 grandes secciones uno referido a las disposiciones


generales y el segundo al arbitraje internacional. Esta última sección sólo tenía
un capítulo único.

En cambio, la sección primera tenía 4 capítulos divididos a su vez en


títulos.

El capítulo primero tenía un título único referido a las disposiciones


generales en el art. 1 al 3; El capítulo segundo también tenía un título único
referido al convenio arbitral en el art. 4 a 15; Siguiendo igual sistemática
legislativa el capítulo Tercero tenía un título único referido a Los árbitros que se
encontraba normado en los art. 16 al 25.

El Proceso Arbitral está regulado en el Título Primero del capítulo


Cuarto; lo concerniente al Laudo Arbitral en el Título Cuarto y en el Título Sexto
lo referido a las Medidas cautelares y Ejecución del Laudo en el Título Sexto.

Este Decreto Ley si bien no definía lo que es el arbitraje establecía en su


artículo 1º que podían someterse a arbitraje las controversias determinadas o
determinables sobre las cuales las partes tienen facultad de disposición,
extinguiendo respecto de ellas el proceso judicial existente o evitando el que
podría promoverse.

De igual forma es materia arbitrable las pretensiones y controversias


referentes a bienes muebles o inmuebles u obligaciones del estado y sus
dependencias, de los Gobiernos Central, regional y local y de las demás
personas de derecho público, siempre que deriven de una relación jurídica
patrimonial de derecho privado o de naturaleza contractual.
En esos casos el arbitraje será necesariamente de derecho.

El art. 2º contenía números clausus respecto de las materias no


arbitrables, estableciendo cinco supuestos:

1) Las que sean de competencia exclusiva del Poder Judicial o de la


jurisdicción militar.

2) Las que versan sobre el estado o la capacidad civil de las personas,


ni las relativas a bienes o derechos de incapaces sin la previa autorización
judicial.

3) Aquellos sobre los que ha recaído resolución judicial firme, salvo los
que surjan de cómo consecuencia de su ejecución en cuanto conciernan
exclusivamente a las partes del proceso.

4) Los que interesan a la moral, al orden público o a las buenas


costumbres o que versan sobre delitos o faltas. Sin embargo, sí podrá
arbitrarse sobre la cuantía de la responsabilidad civil, en cuanto ella no hubiera
sido fijada por resolución judicial firme.

5) los directamente concernientes a las atribuciones o funciones del


estado o de personas o entidades de derecho público.

El art. 3 establecía las clases o tipos de derecho, señalando la


presunción que cuando no se hacía referencia expresa al tipo de arbitraje de
derecho o de conciencia, se presume que es de derecho.

El arbitraje de conciencia cuando el o los árbitros resuelven la


controversia conforme a sus conocimientos y leal saber y entender, teniendo
presente los usos aplicables; a su vez, es de derecho cuando se resuelve
conforme al derecho aplicable.

En cuanto al laudo arbitral, necesariamente debe constar por escrito


como también deben constar por escrito los votos particulares de los árbitros, si
los hubiera. Tratándose de arbitraje colegiado basta que sea firmado por la
mayoría requerida para que haya decisión, entendiéndose que el árbitro que no
firma ni emite voto particular, adhiere su voto al de mayoría, lo que nos parece
una solución eficiente por parte de la ley.

El Capítulo Tercero regula en un título único quienes son los árbitros, la


designación, la forma de aceptación; quienes lo designan, la retribución de la
función arbitral, su número impar; quienes pueden ser árbitros, es decir
personas naturales, peruanas o extranjeras y, en caso de arbitraje de derecho,
que sean abogados y mayores de 25 años.

El art. 21 del referido Decreto Ley Nº 25935 establecía en 10 incisos


quienes tenían incompatibilidad para ser árbitros, estableciendo la sanción de
nulidad del nombramiento como del laudo; de igual forma el art. 22 señalaba
los únicos casos en que se el árbitro podía renunciar; luego se legislaba la
posibilidad de recusar a los árbitros y además la posibilidad de dispensar
expresamente las causas de recusación de los árbitros que ellos conocieran,
señalando la ley que el laudo que se emita no pueda ser impugnado por esta
causa, lo que resulta lógico y coherente.

En cuanto al proceso arbitral en sí, el Decreto Ley 25935 fijaba la


posibilidad que las partes ejerciendo la autonomía de la voluntad puedan
pactar, las reglas a que se sujeta el proceso correspondiente como también
pueden disponer la aplicación del reglamento que tenga establecido la
institución encargada de su organización.

La citada norma estatuye la posibilidad que durante el desarrollo del


proceso las partes concilien, transijan o se desistan del mismo exigiendo que,
en todo caso, estos actos se desenvuelvan antes de la expedición del laudo
arbitral.

El Título Sexto del Capítulo Cuarto de la Sección Primera regulaba la


interposición de medidas cautelares las que podían ser presentadas en tres
momentos diferentes:

a) antes de instalado el tribunal arbitral y por consiguiente antes de


iniciarse el proceso arbitral.
b) una vez iniciado el proceso arbitral y antes de emitido el laudo arbitral.

c) una vez emitido el laudo arbitral y éste haya quedado consentido y


ejecutoriado.

En el primer supuesto, el art. 73 establece de manera expresa la medida


cautelar solicitada a una autoridad judicial antes de la iniciación del arbitraje no
le es incompatible ni se considera renuncia al mismo.

De igual forma el art. 75 fijaba que, en cualquier estado del proceso, se


entiende que antes de la emisión de laudo a petición de cualquiera de las
partes y por cuenta, costo y riesgo del solicitante, los árbitros podrán optar las
medidas cautelares que consideren necesarias para asegurar los bienes
materia del proceso o garantizar el resultado de éste.

Finalmente, los arts.76 a 80 establecen el procedimiento una vez que el


laudo arbitral tenga la calidad de cosa juzgada consentida y/o ejecutoriada.

En cuanto al Arbitraje Internacional el art. 84 del derogado Decreto ley


N° 25935; Establecía que tenía tal condición cuando:

1) las partes de un convenio arbitral tienen, al momento de la


celebración de ese convenio, sus establecimientos en Estados diferentes.

2) Uno de los lugares siguientes está situado fuera del Estado en el que
las partes tienen sus establecimientos:

 El lugar del arbitraje, si éste se ha determinado en el convenio


arbitral o con arreglo al convenio arbitral;
 El lugar del cumplimiento de una parte sustancial de las
obligaciones de la relación comercial o el lugar con el cual el
objeto del litigio tenga una relación más estrecha.

3) las partes han convenido expresamente que la cuestión objeto del


convenio arbitral está relacionada con más de un Estado.

El art. 85 establecen que materias pueden ser objeto de arbitraje


internacional. el art. 86 contiene una serie de definiciones legales de conceptos
como arbitraje, tribunal arbitral; para en las demás normas desarrollar el
proceso arbitral desde la designación de los árbitros hasta la emisión de
respectivo laudo arbitral y su posterior ejecución.

3.2. MARCO LEGAL DEL ARBITRAJE

En las últimas tres décadas el arbitraje nacional ha sido regulado por


cuatro normas jurídicas:

El código civil desde el 14 de noviembre del año 1984 hasta el 4 de


marzo del año1992.

Ley general del arbitraje con el Decreto Ley N° 25935 desde el 5 de


marzo de 1992 hasta el 5 de enero de 1996 La ley general del arbitraje.

Posteriormente la ley N° 26572 desde el 6 de enero de 1996 hasta el 13


de noviembre del 2008.

Decreto Legislativo N° 1071 desde el 14 de noviembre del 2008 hasta la


actualidad esta última modificación en algunos artículos por el Decreto de
Urgencia N°020-2020.

La finalidad de describir de manera general el nuevo marco normativo


dentro del cual se desarrolla la práctica del arbitraje en el Perú.

El artículo 62 de la Constitución Política de 1993 dispone que los


conflictos derivados de relaciones contractuales “Solo se solucionan en la vía
arbitral o en la judicial, según los mecanismos de protección previstos en el
contrato o contemplados en la Ley”.

La principal de la Ley General del Arbitraje es la de regular el marco


normativo dentro del cual se desarrollará la práctica del arbitraje privado en el
Perú, la Ley General del Arbitraje, ha considerado pertinente trasladar a las
partes la decisión acerca del sometimiento de sus controversias al arbitraje. En
otras palabras, el acceso al arbitraje en asuntos privados dependerá de la libre
decisión de las partes.

Para efectos de sustraer del ámbito del Poder Judicial una determinada
controversia privada, se requerirá que las partes manifiesten su voluntad de
arbitrar, pactando para el efecto la sumisión de sus actuales o potenciales
conflictos al arbitraje.

Doce años de activa vigencia de la Ley de arbitraje peruana. Decreto


Legislativo N.º 1071 La práctica arbitral en el Perú es muy intensa y la Ley de
arbitraje peruana, a los doce años de su publicación, ha contribuido a su cada
vez mejor práctica últimamente modificada por el Decreto de Urgencia N°020-
2020.

Dentro de las distinciones de esta norma peruana DL. 1071, es que esta
ley es monista, es decir un solo tratamiento para el arbitraje doméstico e
internacional, contiene normas que separan claramente al arbitraje de la
intervención judicial, acotando su actuación a niveles de colaboración.

Podemos encontrar que contiene normas que resuelven patologías en


las cláusulas arbitrales y trae consigo una normativa que regula el alcance del
convenio arbitral a no signatarios, la participación de los árbitros y la
designación de estos; la renuncia al recurso de anulación, e incorpora el
arbitraje a los pactos societarios y a los testamentos.

El Decreto Legislativo 1071 o “Ley de Arbitraje” como se le conoce en el


Perú, se encuentra próxima a cumplir diez años de vigencia.

El hecho aconteció el 27 junio 2008, fecha en la cual se dictó el citado


Decreto Legislativo 1071, esta norma entro en vigencia el 31 agosto ese mismo
año, reemplazando a la Ley 26587 conocida como “Ley General de Arbitraje”.

Un apunte interesante en la gestación y dación de la norma, que explica


la razón por la cual la Ley de Arbitraje peruana, tiene características sin ningún
cariz o direccionamiento político, o intervención de políticos en su formación,
que la hace una ley eminentemente técnica, es que las normas contenidas en
este dispositivo legal no fueron dictadas por el Poder Legislativo del Perú.
Brindan las condiciones apropiadas para agilizar la solución de
controversias que pudieran generarse en el marco de los tratados y acuerdo
suscritos por el Perú, así lo señala expresamente la justificación legal de la ley
en la parte introductoria de la misma.

Ante ese escenario se plasmó legislativamente normas como las del art.
3 de la ley, titulada Principios y derechos de la función arbitral.

En esa norma se dispone que en los asuntos que rija la Ley de Arbitraje
no intervendrá autoridad judicial, salvo en aquellos que la misma ley lo autorice,
refiriéndose con ello y remitiendo a los casos de la solicitud de colaboración
judicial para la actuación de medios probatorios, medidas cautelares antes del
proceso arbitral, y recurso de anulación del laudo.

Con la Modificación e incorporación de artículos en el Decreto


Legislativo N° 1071 Modificándose los artículos 7, 8, 21, 29, 51, 56 y 65 e
incorporándose el artículo 50. del Decreto Legislativo N° 1071, Decreto
Legislativo que norma el arbitraje, en los siguientes términos:

Artículo 7.- Arbitraje ad hoc e institucional.

Cuando el Estado peruano interviene como parte, el arbitraje es


institucional, pudiendo ser ad hoc cuando el monto de la controversia no supere
las diez 10 unidades impositivas tributarias (UIT).

 En ambos casos son arbitrajes de derecho; con excepción de los


proyectos desarrollados mediante Asociación Público Privada, cuando sus
controversias son de naturaleza técnica que pueden ser atendidas
alternativamente por arbitrajes de conciencia.

Artículo 8.- Competencia en la colaboración y control judicial.

En los casos en los que el Estado peruano es la parte afectada con la


medida cautelar, se exige como contra cautela la presentación de una fianza
bancaria y/o patrimonial solidaria, incondicionada y de realización automática
en favor de la entidad pública afectada, por el tiempo que dure el proceso
arbitral.

Artículo 21.- Incompatibilidad.

En los arbitrajes en los que interviene como parte el Estado peruano,


tiene incompatibilidad para actuar como árbitro, el que ha tenido actuación
previa en el caso concreto que debe resolver, sea como abogado de alguna de
las partes, como perito o el que tenga intereses personales, laborales,
económicos, o financieros que pudieran estar en conflicto con el ejercicio de su
función arbitral, sea como abogados, expertos y/o profesionales en otras
materias.

Artículo 29.- Procedimiento de recusación.

En los arbitrajes en los que interviene como parte el Estado peruano, si


la otra parte no conviene en la recusación y el árbitro recusado niega la razón,
no se pronuncia o renuncia, resuelve la recusación la institución arbitral; a falta
de esta, la Cámara de Comercio correspondiente, conforme a los literales:
d) y e) del artículo 23. 

“Es nulo todo acuerdo que establezca la posibilidad de que los


miembros de un tribunal arbitral resuelvan la recusación de los demás
árbitros.”

Artículo 50. Abandono.

En los arbitrajes en que interviene como parte el Estado peruano, si no


se realiza acto que impulse el proceso arbitral durante cuatro meses, se
declara el abandono del proceso arbitral de oficio o a pedido de parte.
Si el arbitraje es institucional, esta declaración es efectuada por la
Secretaría General del Centro de Arbitraje. Si el arbitraje es ad hoc, la
declaración es efectuada por el/la árbitro/a único/a o el/la presidente/a del
tribunal arbitral.
La declaración de abandono del proceso arbitral impide iniciar otro
arbitraje con la misma pretensión durante seis meses. Si se declara el
abandono por segunda vez entre las mismas partes y en ejercicio de la misma
pretensión, caduca el derecho.

Artículo 51.- Confidencialidad y publicidad.

En los arbitrajes en los que interviene como parte el Estado peruano, las


actuaciones arbitrales y el laudo son públicos una vez que ha concluido el
proceso arbitral, observando las excepciones establecidas en las normas de
transparencia y acceso a la información pública.
Cada institución arbitral reglamenta las disposiciones pertinentes. En los
arbitrajes ad hoc asume dicha obligación la entidad estatal que intervino en el
arbitraje como parte.

Artículo 56.- Contenido del laudo.

El tribunal arbitral se pronunciará en el laudo sobre la asunción o


distribución de los costos del arbitraje, según lo previsto en el artículo 73.
En los arbitrajes en los que interviene como parte el Estado peruano, no
cabe la imposición de multas administrativas o similares; u, otros conceptos
diferentes a los costos del arbitraje.

Artículo 65.- Consecuencias de la anulación.

1. Anulado el laudo, se procede de la siguiente manera:

En los arbitrajes en los que interviene como parte el Estado peruano,


cualquiera de las partes está facultada a solicitar la sustitución del/la árbitro/a
que designó, siguiendo las mismas reglas que determinaron su designación; o,
en su caso, solicitar la recusación del árbitro u árbitros que emitieron el laudo
anulado.
En dicho supuesto se habilita el plazo para plantear recusación sin
admitir norma o pacto en contrario.

Artículo 3.
El Decreto de Urgencia es refrendado por el presidente del Consejo de
Ministros, la Ministra de Justicia y Derechos Humanos y la Ministra de
Economía y Finanzas.

DISPOSICIONES COMPLEMENTARIAS FINALES

Primera. - Registro Nacional de Árbitros y de Centros de Arbitraje en territorio


nacional.
El Ministerio de Justicia y Derechos Humanos tiene a su cargo el
Registro Nacional de Árbitros y de Centros de Arbitraje – RENACE.

El cual contiene la nómina de árbitros y de centros de arbitraje a nivel


nacional con información relevante respecto de sus actuaciones, así como el
registro de las declaraciones juradas de intereses de los/as árbitros que
participen en las controversias en los que es parte el Estado peruano.

Se exceptúa de esta disposición el Registro Nacional de Árbitros de


Negociaciones Colectivas para entidades y empresas del Sector Público a
cargo de la Autoridad Nacional de Servicio Civil.

Segunda. - Convenio arbitral en que es parte el Estado.

El convenio arbitral en el que es parte el Estado peruano se redacta por los


órganos competentes en coordinación con la procuraduría pública de la
respectiva entidad.

La Ley de Arbitraje Peruana opto por el tratamiento legislativo monista


del arbitraje, y por ello es una ley que sigue un criterio de unificación legislativa
dejando de lado la técnica legislativa de separar la normativa a aplicarse de un
lado al arbitraje en arbitraje doméstico y de otro al arbitraje internacional.

La unificando la legislación en esta ley le da igual tratamiento normativo


al procedimiento arbitral tanto para el arbitraje nacional o doméstico, como al
arbitraje internacional, con las precisiones que definen cuanto estamos frente a
un arbitraje internacional y que son de carácter objetivo, encontrándose estas
en el art. 5 titulado expresamente “Arbitraje internacional”.

En cuanto a la actividad complementaria de los jueces, en los


procedimientos arbitrales estas son las que se refieren a los casos de
actuación probatoria, art. 45 de la Ley de Arbitraje Peruana y de Medidas
cautelares antes del proceso arbitral, inc. 4 del art. 47 de la Ley de Arbitraje
Peruana.

Es decir, antes de la formación del Tribunal arbitral, el cual una vez


conformado podrá dictar medidas cautelares que le sean solicitadas y que
considere sean necesarias y/o posibles otorgar.

Una demostración del tratamiento especial del arbitraje y del privilegio


que se le otorga al uso de la cláusula arbitral es el acotamiento que se ha dado
a la participación del Poder Judicial limitándose tal accionar a situaciones
específicas y complementarias.

Especificas por que debido a la falta de poder coercitivo de los árbitros


se debe solicitar la intervención de los jueces para hacer cumplir de manera
forzada los laudos que se dictan, así el art. 68 de la ley lo provee.

En cuanto a las calificaciones de los árbitros, de acuerdo con la Ley de


Arbitraje Peruana, en procedimientos arbitrales nacionales que deban decidirse
en derecho estos deben ser abogados.

Sin embargo, esta regla puede ser variada por las partes quienes
pueden pactar una cualificación diferente y acordar que los árbitros puedan no
ser abogados. Para el caso de procesos arbitrales internacionales en ningún
caso se requiere que sea abogado.

Lo que debe tenerse en cuenta es que se ha definido que la actuación


de un abogado como árbitro en un proceso arbitral, no es necesario que sea
abogado en ejercicio, que este asociado o agremiado a una institución nacional
o extranjera, basta entonces que sea abogado, es decir con un título expedido
por alguna universidad que así lo acredite .

El legislador ha dado marco normativo a la participación del no


signatario que la doctrina arbitral trata extensamente y pone una solución que
ha venido dando resultado en nuestro país.

Esto lo entendemos por cuanto lo regular, lo pacíficamente aceptado y


convertido en norma legal es que el convenio arbitral es precisamente ello, un
acuerdo entre partes, lo que determina que sólo obligue a las partes que lo han
acordado y este acuerdo según nuestra legislación, debe constar por escrito
para los efectos de acreditar su existencia.

Al definir el acuerdo arbitral y abrir la posibilidad de acreditar el


contenido del acuerdo mediante otros medios e incluso por acciones o actos
que posteriormente pueden ser evidenciados se reorientó el concepto.

Es de aplicación por excepción por cuanto sin contradecir el concepto,


de que se trata de un acuerdo, abre un espectro mayor y extiende los efectos a
quienes no han suscrito el acuerdo.

La norma señala dos aspectos importantes a considerar que no van


separados sino enlazados, que son el consentimiento de someterse a arbitraje
y la buena fe.

El consentimiento de someterse a arbitraje determinado por la


participación activa y de manera determinante en la negociación, celebración,
ejecución o terminación del contrato.

La norma destaca la buena fe. Como lo señala la norma del 1362 del
Código Civil Peruano, los contratos deben negociarse, celebrarse y ejecutarse
según las reglas de la buena fe.

Este principio de la buena fe se revela en el contrato en el proceder de la


parte que ejecuta los actos con total libertad, y actuación ética, demostrando
que no se pretende sustraer a ningún convencionalismo acordado, recibiendo y
disfrutando en consecuencia los beneficios que este contrato le puede otorgar.

De otro lado en cuanto a anulación de laudo la ley distingue en el inciso


8 del art. 63, que cuando ninguna de las partes en el arbitraje sea de
nacionalidad peruana o tengan su domicilio, residencia habitual o lugar de sus
actividades principales en territorio peruano, se podrá acordar expresamente la
renuncia al recurso de anulación o la limitación de dicho recurso a una o más
causales establecidas en la ley peruana.

Si las partes renuncian al recurso de anulación y el laudo que se


pretende ejecutar en el territorio peruano, será aplicable lo previsto en el
Capítulo VIII el cual refiere a la aplicación de la Convención de Nueva York y a
los tratados suscritos por el Perú en esta materia.

3.3. INFLUENCIA DEL ARBITRAJE INTERNACIONAL EN EL


ÁMBITO NACIONAL.

El último párrafo del artículo 63 de la Constitución de 1993 Dispone que


el “Estado y las demás personas de derecho público pueden someter las
controversias derivadas de relación contractual...a arbitraje nacional o
internacional, en la forma en que lo disponga la Ley”.

En materia de controversias, se dispone que el Estado, sus


dependencias, el Gobierno Central, los Gobiernos Regionales y Municipales y
otras personas de derecho público, así como las empresas comprendidas en la
actividad empresarial del Estado, podrán someter a arbitraje nacional o
internacional, de acuerdo a la legislación nacional o a los tratados
internacionales de los cuales el Perú es parte.

Toda controversia referida a sus bienes y obligaciones, siempre que


deriven de una relación jurídica patrimonial de derecho privado o de naturaleza
contractual.

¿Por qué dictar una actual LA, si la anterior ley de 1996 ya era una ley
moderna?
[CITATION Car17 \p 3 \l 2058 ] “El Perú viene enfrentando un crecimiento
importante del comercio y la inversión y un nivel de interrelación mayor con
agentes internacionales que se verá incrementado aún más con la entrada en
vigencia del Acuerdo de Promoción Comercial con los Estados Unidos…
Tenemos entonces el reto de conseguir en el arbitraje internacional los mismos
éxitos y resultados que hemos alcanzado en el arbitraje doméstico y desarrollar
la capacidad institucional de enfrentar una mayor demanda de arbitrajes, tanto
en número como en importancia y complejidad.”

El Gobierno peruano ha modificado varias disposiciones de la Ley de


Arbitraje del país andino por la presión del caso Odebrecht.

Analizamos, desde un prisma crítico, el impacto y las consecuencias


de las novedades que introduce el Decreto de Urgencia No. 020-2020.

El Decreto Legislativo No. 1071, de 27 de junio de 2008, norma que


regula el arbitraje en el Perú, incorporó varias de las recomendaciones
proporcionadas por la Ley Modelo UNCITRAL, además de adoptar medidas
novedosas para esa época, como regular expresamente la extensión del
convenio arbitral a partes no signatarias del mismo.

Movido por el impacto del caso Odebrecht, el Gobierno peruano ha


publicado el pasado 24 de enero de 2020 el Decreto de Urgencia No. 020-
2020, que modifica varias disposiciones de la Ley de Arbitraje Peruana.

En el artículo 1 de la Ley de Arbitraje Peruana, su ámbito de


aplicación se encuentra definido por aquellos arbitrajes que tengan lugar en
el Perú; sin perjuicio de que, teniendo lugar en el Perú, resulten aplicables
tratados o leyes nacionales especiales, caso en el cual la Ley de Arbitraje
Peruana será aplicable de manera supletoria.

Por su parte, de acuerdo con el artículo 4, del mismo cuerpo


normativo, el Estado Peruano puede someter a arbitraje internacional,
dentro o fuera del Perú, las controversias derivadas de los contratos que
celebre con nacionales o extranjeros no domiciliados en el país.
En ese sentido, se puede colegir que las modificaciones antes
mencionadas a la Ley de Arbitraje Peruana sí serán de aplicación a los
arbitrajes internacionales en los que participe el Estado peruano, pero solo
a aquellos que tengan lugar en el Perú.

No obstante, de acuerdo al artículo 1 de la Ley de Arbitraje Peruana,


el requerimiento de la carta fianza por un valor no menor a la garantía de
fiel cumplimiento como contra cautela para el caso de medidas cautelares
otorgadas contra del Estado Peruano.

Resultará aplicable incluso para aquellos arbitrajes internacionales


que tengan lugar fuera del Perú, a menos que exista una clara contradicción
con algún tratado o convenio del cual el Perú sea parte.

Cualquier controversia que surja al respecto, deberá ser resuelta por


el tribunal arbitral.
Referencias Bibliográficas

Lopez, M. (2019). La nueva ley de arbitraje peruana . revista judicial , 34 .

Parodi, F. O. (2005). El arbitraje nacional e internacional del Peru . Documento del arbitraje, 32.

Soto, C. (2017). Comentarios de la ley peruana 2008. Minjus.gob.pe, 45.

SOTO, C. A. (2008). EL ARBITRAJE EN EL PERÚ Y EL MUNDO. LIMA: Magna.

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