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Avance Carol Rodway (1) Revisión Dra Zarebski
Avance Carol Rodway (1) Revisión Dra Zarebski
En el cotidiano vivir, hablar de la muerte suele ser casi un tabú, abordado solo cuando
ésta se hace una realidad cercana, casi tangible, ya sea de manera personal y/o de
algún cercano, incluso hoy en día a través de las redes sociales cuando se trata de
personas desconocidas, asociado habitualmente a sentimientos que suelen ser
convergentes a cada sociedad, respecto a esto es importante mencionar que:
En consonancia a lo anterior, existen algunas cifras que pueden orientar este escenario
de envejecimiento y mortalidad, ya que “para el 2050, el 17,7% de la población mundial
serán adultos mayores. En Chile la cifra alcanzará el 24,1% de la población total, siendo
el país más envejecido de América Latina” (Apablaza, Molina & Guzmán 2019, p. 2),
junto a esta información destaca que “durante el periodo de 2010 – 2015, el 60% de las
defunciones mundiales correspondían a adultos mayores. En Chile, el 76% de las
muertes corresponde a este segmento, situándolo entre los países de América Latina
con mayor proporción”. “La tasa de mortalidad en la población adulta mayor chilena,
aumentó de 3,8 en 1997 a 4,5 por 1.000 habitantes en 2016”, (Apablaza, Molina &
Guzmán, 2019, p. 2). Es por esto que al hablar de muerte y el miedo asociado a ella, en
especial en las personas mayores se pueden fundar en una relación directa con las
estadísticas que muestran que existe mayor probabilidad de morir al aumentar mi edad
cronológica.
Es por ello que, a pesar de las limitaciones asociadas a la edad y a las enfermedades
crónicas entre otras, la percepción del estado de salud como buena o muy buena, en
las personas mayores según la encuesta de Caracterización Socioeconómica
Nacional (CASEN, 2019), la percepción de satisfacción con la vida aumenta en la
medida que las personas tienen mayor nivel educacional, a diferencia de años
anteriores destaca con más de 10 puntos porcentuales de diferencia entre las personas
con educación básica versus quienes tienen algo de educación superior. Destaca que la
edad no implica una disminución de la satisfacción con la vida, por el contrario, las
personas de 80 años y más son quienes se sienten más satisfechas con su vida, a
pesar de ello existe una alta prevalencia de síntomas de ansiedad, con un alto nivel de
preocupaciones con un 48,2%, donde esta ansiedad es mayor en las mujeres y en
personas con menor nivel educacional, pese a esto, el nivel de resiliencia es
relativamente alto, siendo mayor entre los hombres, en las personas mayores de menor
edad y en las personas de mayor nivel educacional, destacando de esta manera el
factor protector del nivel educacional, junto a ello, la una trayectoria evolutiva que sigue
el bienestar psicológico, el cual a pesar de los cambios, pérdidas y amenazas, las
personas mayores se van adaptando a estos cambios por medio de diversas
estrategias.
Para los profesionales de la salud esta información debe tener especial ahínco en su
quehacer, al considerar a la persona como un todo, independiente de las vicisitudes
asociadas a su trayecto vital, las cuales deberían fortalecer la percepción de las
personas mayores de su estado de salud, respecto a la población general y/o personas
más jóvenes, asociado a la reflexión, sabiduría, reinvención, etc., que se espera para
lograr un envejecimiento saludable, asociado al apoyo, guía y contención que van
realizando los equipos de salud que trabajan de manera cercana a ellos.
En consonancia es relevante mencionar que la región del Maule, es la cuarta región con
mayor población de personas mayores con un 12.3 %, por sobre el promedio nacional
de un 11,4% (Instituto Nacional de Estadísticas, 2018). Destacando que la distribución
de estas personas tiende a ser mayor en zonas rurales, así pues, “más ruralidad mayor
porcentaje de mayores de 60 en la comuna” (Asociación de Municipalidades de Chile,
2017). La región del Maule es la cuarta con mayor cantidad de población rural con un
26,8%, según Censo 2017 (Instituto Nacional de Estadísticas, 2018).
A partir de los antecedentes presentados, resulta motivante para la autora del proyecto
comprender ¿Cómo los puntos de inflexión en las trayectorias vitales y el bienestar
subjetivo tanto como objetivo, influyen en la percepción hacia la muerte en las personas
mayores y en el equipo de salud, de un CESFAM de la provincia de Talca, en la región
del Maule, Chile?, ya que ante el envejecimiento de la población y, por ende, los
cambios epidemiológicos que el mundo, en especial Chile y la región del Maule están
viviendo, asociados a estos, resulta un desafío abordar las trayectorias vitales de las
personas mayores y el equipo de salud en relación al miedo a la muerte y como se
relaciona con el bienestar subjetivo y objetivo de estos, ya que la autora del proyecto,
durante su curso vital, experimento el miedo a la muerte de sus usuarios, al igual que el
miedo de estos y sus cercanos al proceso inminente, incluso cuando esta ocurría de
manera súbita o repentina y actualmente como docente de enfermería, la escasa
formación en la temática especialmente desde el punto de vista de la expresión de
emociones, sentimientos y la forma de trabajo en equipo frente a dilemas asociados a la
muerte, asociados a una deficiente comprensión de la relevancia de poder hacer latente
los miedos y la incertidumbre para hacer del presente una fuente de comunicación,
aceptación, reflexión y reinvención en cada trayectoria vital. Por esta razón la
enfermería desde su centro que corresponde la gestión del cuidado, debiera sensibilizar
a los equipos de salud y a los propios usuarios a poner sobre la mesa temas tabú como
la muerte y los sentimientos asociados a ella, armonizando la relación y atención
biopsicosocial espiritual, específicamente desde un punto neurálgico que es un
programa destinado a personas mayores de una provincia con un alto número de ellos.
Así pues, existen diversas teorías de enfermería, las cuales permiten aportar a la
disciplina y profesión un cuerpo de conocimientos propios, actualizados y llevados a la
práctica para mejorar y visibilizar los cuidados enfermeros, entre las cuales destaca la
Teoría del Humanbecoming o Teoría del Desarrollo Humano de Rosemarie Rizzo
Parse, cuyos principios han evolucionado en el tiempo, manteniendo su enfoque
biopsicosocial-espiritual. Los supuestos que sustentan este paradigma especifican
creencias fundamentales sobre el universo humano, su espíritu y la calidad de vida,
estructurándose en torno a tres principios permanentes: significado, ritmicidad y
trascendencia.
Es importante mencionar que “todos los humanos viven ritmos paradójicos de certeza-
incertidumbre, alegría-tristeza, etc., y se mueven con el ritmo de sus experiencias
paradójicas, centrándose a veces en la certeza o la alegría, por ejemplo, aunque
teniendo siempre una conciencia de vivir la incertidumbre o la tristeza inherente a las
situaciones”, (Marriner & Raile, 2011, p. 506), como en el caso de la muerte el miedo y
la aceptación de esta como parte del curso de la vida individual y social, junto con el
bienestar percibido y vivido de ellos como uno de los factores claves en cada trayectoria
vital.
No sabemos exactamente que hay después de la muerte, o cuando ocurrirá, pero existe
y debemos lidiar con esos sentimientos y pensamientos, para esto el equipo de salud
cumple un rol fundamental en canalizar estas ideas y sentimientos, en primer lugar,
ellos como seres humanos y así poder apoyar a las personas mayores y sus familias.
El proceso de reflexión que implica aceptar y reinventarse, y así obtener una mejor
calidad de vida, por lo que “El logro de este proceso se le conoce como una forma de
evolución humana” (Vilchez, Paravic & Salazar, 2013, p. 32). Al abordar los significados
asociados a la muerte, por medio del lenguaje verbal y no verbal entre las personas
mayores y el equipo de salud, permite movilizarnos más allá las distintas posibilidades
que puedan surgir en los cursos vitales y las decisiones asociados a ellos,
evolucionando y co-creando con otros y con el universo permitiendo así la co-
trascendencia.
4.1. Antecedentes:
El estudiar los sentimientos que genera la muerte en la población mayor y como estos a
través de su trayectoria vital pueden incluso influir en su calidad de vida, se evidencia
en el siguiente estudio mexicano, Miedo ante la muerte y calidad de vida en adultos
mayores, de Duran et al., 2020, cuyo objetivo era conocer la relación entre el miedo a la
muerte y calidad de vida de los adultos mayores. Por medio de un método correlacional
en 99 adultos mayores, a través de la aplicación de la Escala de Collet-Lester de Miedo
a la Muerte y al Proceso de Morir y el Cuestionario WHOQOL-BREF, de acuerdo a sus
resultados todos los adultos mayores presentaron miedo ante la muerte y al proceso de
morir, destacando en la escala global el 87.9% indica tener algo de miedo y el 12.1%
mucho miedo. Por dimensiones, en el miedo a la propia muerte el 98.0% presentó algo
de miedo y el 2.0% mucho miedo; en cuanto al miedo a la muerte de otros el 50.5% con
algo de miedo y el 49.5% mucho miedo; luego frente al miedo sobre el propio proceso
de morir el 50.5% algo de miedo y el 49.5% mucho miedo y en el miedo al proceso de
morir de otros el 87.9% algo de miedo y el 12.1% mucho miedo.
Destaca que 18.2% de los participantes percibió deficiente su estado de salud, el 49.5%
aceptable y el 32.3% alta. El 3.0% percibió deficiente su calidad de vida, el 64.6%
aceptable y el 32.3% como alta. Se observó diferencias por género en la dimensión
miedo ante la muerte de los otros, donde los hombres resultaron con mayor miedo en
comparación con las mujeres, así mismo, el miedo ante la muerte de los otros y el
miedo al propio proceso de morir se presentó con mayor intensidad en los que no
tienen un empleo remunerado en comparación con los que sí lo tienen.
No se observaron diferencias estadísticamente significativas en el miedo ante la muerte
en los que tienen pareja marital, en los que tienen un empleo remunerado, en los que
padecen enfermedades crónicas y en los que experimentaron la muerte de un ser
querido en los últimos seis meses en comparación con los que no. Se observó relación
negativa y significativa entre la dimensión de miedo a la propia muerte y la dimensión
física de la calidad de vida y en el miedo al propio proceso de morir con la dimensión
ambiental de la calidad de vida. Por último, se encontró relación positiva entre el miedo
a la muerte de los otros y la dimensión social de la calidad de vida.
En relación a lo anterior para Rosero, 2020, se relacionan los resultados obtenidos por
medio del trabajo Miedo a la muerte y al proceso de morir en un Programa de Atención
Integral en Adultos Mayores del Distrito Metropolitano de Quito, donde el objetivo
principal es describir los niveles de miedo a la muerte y al proceso de morir que
presentan los adultos mayores del Programa de Atención Integral para el Adulto Mayor
“Canas de Vida”, en el del Distrito Metropolitano de Quito, con enfoque cuantitativo, de
tipo no experimental y diseño transversal-descriptivo, que contó con una muestra de
138 adultos mayores, entre los 65 y 90 años de edad, se utilizó la Escala de miedo a la
muerte de Collet-Lester (EMMCL), obteniendo como resultados relevantes que el 50%
de los adultos mayores presentan un nivel de miedo moderado a la muerte y al proceso
de morir, mientras que el 48,6% de los participantes indican un nivel de miedo bajo y se
evidencia un mínimo porcentaje de adultos mayores (1,4%) que presentan un nivel de
miedo alto.
Junto a ello es importante destacar las actitudes que presentan las personas mayores
respecto a la muerte y como poder enfrentar de manera positiva esta problemática, es
así que por medio del trabajo de Brudek & Sekowski (2019), en Polonia, Wisdom as the
mediator in the relationships between religious meaning system and attitude toward
death among older adults. Cuyo objetivo fue investigar si la sabiduría es un mediador en
la asociación entre el sistema de significado religioso y la actitud hacia la muerte en el
período de la adultez tardía. El estudio incluyó a 315 personas de entre 60 y 75 años.
Se utilizaron tres medidas: escala del sistema de significado religioso (RMSS), escala
de sabiduría tridimensional (3D-WS), perfil de actitud ante la muerte revisado (DAP-R).
dentro de los resultados obtenidos: en términos de evaluación subjetiva de la salud,
más de la mitad de los encuestados n ¼ 172 (54,6%) la calificaron como buena. Todos
los encuestados eran católicos romanos, y más de la mitad de ellos, n = 195 (61,9%),
declararon que la religión juega un papel importante o muy importante en sus vidas.
Los análisis permitieron verificar parcialmente la hipótesis de que la sabiduría es un
mediador en la relación entre el sistema explícito de significado religioso y la actitud
multidimensional hacia la muerte en la adultez tardía. Se confirmó que la relación del
sistema de significado religioso con el miedo a la muerte, la evitación de la muerte, la
aceptación neutral, la aceptación del escape y la aceptación del enfoque está mediada
por al menos uno (cognitivo, reflexiva y / o afectiva) de las dimensiones consideradas,
siendo estas mediadoras de fuertes vínculos entre la religiosidad como fuente de
significado en la vida y la fe en una feliz vida después de la muerte.
Es así como a través de las diversas experiencias en el curso de vida de las personas
mayores van forjando o reeditando sus percepciones frente a la muerte, existen algunos
puntos posibles como protectores frente a ello, es así como Brudek & Sekowski (2019),
en Polonia, a través de la investigación Wisdom as the mediator in the relationships
between religious meaning system and attitude toward death among older adults, cuyo
objetivo correspondió el investigar si la sabiduría es un mediador en la asociación entre
el sistema de significado religioso y la actitud hacia la muerte en el período de la adultez
tardía. Incluyó a 315 personas de entre 60 y 75 años. Se utilizaron tres medidas: escala
del sistema de significado religioso (RMSS), escala de sabiduría tridimensional (3D-
WS), perfil de actitud ante la muerte revisado (PAM-R). A través de los resultados y sus
análisis, posibilitaron verificar parcialmente la hipótesis de que la sabiduría es un
mediador en la relación entre el sistema explícito de significado religioso y la actitud
multidimensional hacia la muerte en la adultez tardía. De los encuestados mayores
(52,5%) evaluaron su estado de salud como bueno. Se observó que las dimensiones de
la actitud hacia la muerte se correlacionan con el indicador general de sabiduría,
evidenciando correlaciones significativas entre el perfil personal de sentido de la vida y
la sabiduría, por lo tanto, a mayor sabiduría, menor es la tendencia a evitar la muerte en
las personas de mediana edad y mayores, lo mismo sucede con el sentido de la vida,
ya que, cuanto mayor era el nivel de sentido de la vida, menor era el miedo a la muerte
y menor es la tendencia a evitar la muerte, además se confirmó que un sentido de
significado de la vida es un predictor significativo de aceptación neutral a la muerte,
también a una mayor tendencia a escapar de la aceptación de la muerte, tanto entre las
personas en el período de mediana edad como en la adultez tardía. Junto a estos
resultados además se confirma que el sistema de significado religioso es un predictor
negativo del miedo a la muerte, y la dimensión cognitiva y reflexiva de la sabiduría son
los mediadores de esta relación, comprobando que la dimensión cognitiva de la
sabiduría es mediadora en la relación negativa del sistema religioso de significados y
evitación de la muerte, por lo cual, los adultos mayores menos intrínsecamente
religiosos estaban más ansiosos por la muerte, así mismo, el sistema de significado
religioso es un predictor positivo de la aceptación neutral, y la dimensión reflexiva de la
sabiduría (incluye una visión clara de la realidad, la distancia con uno mismo y la
capacidad de interpretar los eventos desde diferentes perspectivas) media en esta
relación. Finalmente se confirma el papel mediador de la dimensión cognitiva de la
sabiduría en las relaciones positivas del sistema de significado religioso y la aceptación
de escape de la muerte. Confirmando que la relación del sistema de significado
religioso con el miedo a la muerte, la evitación de la muerte, la aceptación neutral, la
aceptación del escape y la aceptación del enfoque está mediada por al menos una
(cognitivo, reflexivo y/o afectivo) de las dimensiones consideradas en el estudio.
Frente a las actitudes y miedos que puedan surgir en la persona mayor, también
pueden aflorar diversas creencias muchas veces asociadas a su entorno cultural y
social, es así como en la tesis Doctoral, española de Sanchíz, 2018, Afrontamiento del
miedo a la muerte, a través de una investigación exploratoria sobre el miedo a la
muerte, en una muestra de 152 adultos mayores, utilizado los instrumentos de medida:
Inventario de Estrategias de Afrontamiento (CSI), Inventario de Sistema de Creencias
Revisado (ISC-15r), Perfil Revisado de Actitudes Hacia la Muerte (PAM-R) y la Escala
de Miedo a la Muerte (EMMCL); teniendo en cuenta las variables sociodemográficas
sexo, edad y nivel de estudios. Destacan en sus resultados: la actitud más utilizada por
los adultos mayores es la de Aceptación Neutral ante la muerte, la cual es transversal a
la edad en los tres rangos establecidos en este estudio, tampoco existiendo una
distinción en el nivel de estudios. La actitud que menos puntuación ha alcanzado por
hombres y mujeres mayores es la actitud de Aceptación de Acercamiento, en relación al
sexo se pudo observar que las mujeres presentan mayores puntuaciones en las escalas
de Aceptación Neutral, Escape y Miedo a la muerte que los hombres. Respecto al
miedo a la muerte, la mujer ha obtenido puntuaciones más altas en ambos tipos de
miedo a la muerte: Ajena y Propia, que el hombre. En ambos sexos la puntuación en
Miedo a la Muerte Ajena es superior a la obtenida en Miedo a la Muerte Propia. Las
personas mayores Sin Estudios presentan las puntuaciones más altas en ambos tipos
de miedo a la muerte: Ajena y Propia. En cuanto a las estrategias de afrontamiento al
miedo a la muerte se puede afirmar que cuanto más Miedo a la Muerte Propia tienen
las personas mayores, más utilizan el Pensamiento Desiderativo como estrategia para
afrontar su muerte, y no se encuentra correlación significativa entre el Miedo a la
Muerte Ajena y las ocho estrategias de afrontamiento, tampoco existe correlación entre
el Miedo a la Muerte Propia, Creencias y Soporte Social. Al correlacionar el Miedo a la
Muerte Propia con las cinco actitudes ante la muerte, se encontró correlación
significativa entre ésta y la actitud de Miedo a la Muerte, además existe una relación
significativa entre el Miedo a la Muerte Propia y la actitud de Evitación a la Muerte, Al
correlacionar el Miedo a la Muerte Ajena con las actitudes ante la muerte, se encontró
correlación significativa entre ésta y tres, de las cinco, actitudes: Miedo a la Muerte,
Evitación a la Muerte, Aceptación de Acercamiento. Dentro de sus conclusiones destaca
la importancia de contribuir, desde la psicología y la pedagogía, a cambiar las actitudes
que generan reacciones negativas ante la muerte, garantizando bienestar y calidad de
vida a las personas que se encuentran en la última etapa de su vida.
Según lo revisado anteriormente, cómo sería posible beneficiar a las personas mayores
frente a mejorar y/o cambiar su precepción y/o sentimientos frente a la muerte, lograr un
acompañamiento afectivo, emocional, seguro como profesionales de la salud y que este
repercuta en su bienestar, si a continuación los autores muestran un déficit en la
formación de profesionales frente a esta temática, como lo es en el trabajo español de
Palomar et al., 2020, Educar para la vida y la muerte a los estudiantes de Enfermería:
“del miedo al amor”, por medio de una metodología enmarcada en el paradigma
interpretativo o hermenéutico, de enfoque cualitativo, desde una mirada
fenomenológica, se plantea un estudio descriptivo y como instrumento de investigación
se tomaron 36 diarios reflexivos, de los cuales se seleccionaron de forma aleatoria 14.
El análisis cualitativo ha permitido estructurar el discurso del alumnado en 5 categorías
de análisis: Motivo de elección de la asignatura; Crecimiento personal; Logros en el
proceso de aprendizaje; Aplicación profesional de las técnicas desarrolladas en la
asignatura; Valoración de la asignatura por parte del alumno. concluyendo: La
intervención educativa de la asignatura, ha tenido un alto impacto en los alumnos/as, en
dos dimensiones importantes para sus vidas. Por un lado, aumentando sus
competencias académicas como futuros profesionales, y por otro adquiriendo
habilidades y actitudes positivas sobre la muerte, para vivir y amar la vida.
En consonancia al estudio anterior para los autores Pérez- de la Cruz et al., 2020,
Factores y creencias que condicionan la actitud de los estudiantes de ciencias de la
salud hacia el final de la vida en España y Bolivia: un estudio Multicéntrico. Su objetivo
fue examinar el grado de formación, la seguridad autopercibida y las preferencias en
relación con la atención de pacientes terminales y no terminales. Se trata de un estudio
descriptivo, transversal y multicéntrico con estudiantes de Medicina, Enfermería y
Fisioterapia de España y Bolivia. Se evaluaron las variables: preparación asistencial y
preparación emocional para el cuidado de pacientes terminales y no terminales, el Perfil
de Actitud de Muerte Revisado (PAM-R) y la Escala de Bugen para afrontar la muerte.
La preparación autopercibida de los estudiantes para el cuidado de pacientes
terminales se puede considerar “fai” (media 2,15, DE 0,756), y este fue también el caso
de su preparación emocional percibida (media 2,19, SD 0,827). Por el contrario, la
puntuación obtenida por su preparación para el tratamiento de pacientes no terminales
fue mayor (media 2,99 y 3,16, respectivamente). Para los estudiantes de manera
transversal, el trabajar con usuarios terminales, incluidos pacientes con cáncer terminal
o geriátrico, fue la opción menos preferida, evidenciado una preferencia limitada por los
cuidados y tratamientos al final de la vida, junto a ellos destaca la falta de preparación y
motivación de los estudiantes de ciencias de la salud en España y Bolivia para trabajar
con estos usuarios.
Según lo anterior existen diversos factores que pueden influir en estudiantes del área
de la salud sobre su actitud frente la muerte, es por esto que Xu et al., 2019, en su
trabajo realizado en China, A Questionnaire Study on the Attitude towards Death of the
Nursing Interns in Eight Teaching Hospitals in Jiangsu, China, a. Materiales y métodos.
En ocho hospitales universitarios de la provincia de Jiangsu, China, se llevó a cabo una
encuesta sobre conocimientos, actitudes y prácticas (CAP) mediante dos cuestionarios
estandarizados, uno de ellos es la encuesta KAP que recopiló los datos con respecto a
la información general de los internos de enfermería, incluido el sexo, la edad, las
creencias religiosas, el hijo único en la familia, que vive con un solo padre, el área de
residencia, el nivel de educación, la percepción de la mente y el cuerpo, la experiencia
en el cuidado de pacientes moribundos , experiencia de un pariente fallecido en la
familia, educación sobre la muerte y ambiente familiar para discutir la muerte, el otro
cuestionario fue el Perfil de Actitud de Muerte revisado (PAM-R). En total, 357 pasantes
de enfermería entregaron una respuesta válida, cuyos resultados muestran: los internos
de enfermería tuvieron puntuaciones estadísticamente significativamente más altas en
los dominios de evitación de la muerte, aceptación del enfoque y miedo a la muerte, sin
embargo, puntuaciones estadísticamente significativamente más bajas se encontraron
en los dominios de aceptación natural y aceptación de escape. Las creencias religiosas,
la experiencia de un pariente fallecido en la familia, la educación sobre la muerte y la
atmósfera familiar para hablar de la muerte están asociadas positivamente con uno o
más dominios de la actitud hacia la muerte. Por lo que concluyen que la actitud positiva
hacia la muerte y la educación sobre la muerte antes de la práctica clínica son útiles
para los internos de enfermería cuando atienden a pacientes moribundos.
En cuanto a los estudiantes del área de la salud frente al proceso de morir y el miedo
asociado a ello, en el trabajo español Actitudes hacia el cuidado de pacientes al final de
la vida y miedo a la muerte en una muestra de estudiantes sociosanitarios, (Bermejo et
al., 2018), en el cual su objetivo fue analizar la relación entre el miedo ante la muerte (la
propia muerte, la de los demás y los procesos de morir de ambos) y las actitudes que
tienen los estudiantes del ámbito sanitario hacia el cuidado de pacientes al final de su
vida. Así mismo, determinar qué factores pueden estar asociados a este proceso. Por
medio del método descriptivo, correlacional y transversal. Se aplicó la escala de Collet-
Lester en su versión española, y la escala de Actitudes hacia el cuidado de pacientes al
final de la vida en una muestra de n = 84 estudiantes sociosanitarios (edad media de
27,7 a˜nos, DT = 10,09; 82,1% [69] mujeres), ejerciendo sus prácticas en un centro
sociosanitario de la Comunidad de Madrid. Respecto del miedo a la muerte la
puntuación más elevada se encuentra en el miedo a la muerte de otros (M = 3,88, DT =
0,680), le sigue el miedo hacia el propio proceso de morir (M = 3,81, DT = 0,719), luego
el miedo al proceso de morir de otros (M = 3,48, DT = 0,697) y por último el miedo a la
propia muerte (M = 3,23, DT = 0,848), siendo las diferencias entre todas ellas
estadísticamente significativas (p < 0,001). Destacando la variable principal del estudio,
cuanto más miedo se tiene tanto hacia la muerte propia como hacia la de otros, menos
favorables son las actitudes que se muestran los estudiantes hacia el cuidado de los
usuarios al final de su vida. Concluyendo la relevancia de conocer las variables que
pueden afectar a los profesionales de la salud en el cuidado de los usuarios al final de
la vida, y por ende su manejo adecuado.
En relación a lo anterior, destaca para los autores Santos et al., 2017, por medio del
estudio Avaliação do perfil de atitudes acerca da morte: estudo com graduandos da
área de saúde, realizado en Brasil, cuyo objetivo comprendió el identificar el perfil de
actitudes frente a la muerte por los graduandos del área de salud, por medio de un
estudio descriptivo y transversal realizado con 10005 graduandos de seis cursos de
salud de una universidad pública del Distrito Federal. Se aplicó la Escala de Evaluación
del Perfil de Actitudes Acerca de la Muerte y un cuestionario sociodemográfico.
Destacando en sus resultados que la actitud de aceptación neutra obtuvo mayores
promedios entre los graduandos de la muestra, las medias más elevadas en la
dimensión miedo a la muerte se presentan en graduandos más jóvenes y medias más
bajas de evitación de la muerte en graduandos con mayor edad, que cursaban los
primeros semestres de la graduación. Las dimensiones aceptadas de escape y religiosa
obtuvieron promedios más altos en los graduandos del sexo masculino. Se observó que
el 59,9% de los participantes no tuvieron experiencia previa de pérdida y el 75,4% dijo
que no había participado en discusiones sobre la muerte y el morir. Por ende,
concluyen los autores, con base en los resultados encontrados en la investigación, se
refuerza la necesidad de discusiones sobre la temática de la muerte y del morir desde
los primeros semestres en la graduación, con la finalidad de proveer una actitud positiva
frente a la muerte y el ejercicio de un cuidado más calificado entre los futuros
profesionales de la salud.
Es así como se puede evidenciar la interacción entre todos los participantes del cuidado
e interacción social de las personas mayores y que pueden influir dentro de su
trayectoria vital frente a sus percepciones frente a la muerte, es así como para Gafaar
et al., 2020 por medio del trabajo Good death: An exploratory study on perceptions and
attitudes of patients, relatives, and healthcare providers, in northern Tanzania. Cuyo
objetivo es evaluar las percepciones de la calidad de la muerte y avanzar en la
preparación de la atención al final de la vida en Moshi, Tanzania. Por medio del enfoque
cualitativo de la teoría fundamentada, se llevaron a cabo 13 discusiones de grupos
focales en suajili utilizando una guía semiestructurada. Con un total de 122
participantes, incluidos pacientes con enfermedades potencialmente mortales (34), sus
familiares / amigos (29), profesionales de la salud (29; médicos y enfermeras) y
profesionales de la salud aliados (30; trabajadores de salud comunitarios, líderes
religiosos, y trabajadores sociales) de Kilimanjaro Christian Medical Center (KCMC), o
cerca de Moshi. Dentro de sus resultados informan: Al caracterizar la Buena Muerte,
surgieron 7 temas de primer orden y, de estos temas, Bienestar Religioso y
Espiritual, Bienestar Familiar e Interpersonal, Afrontamiento del Duelo y Bienestar
Emocional y Momento Óptimo comprendieron el tema de segundo orden, Preparación
para la atención al final de la vida y Finalización de la Vida. Los otros temas de primer
orden para Buena Muerte fueron el sufrimiento y la carga mínimos, la calidad de la
atención de los cuidadores formales y la calidad de la atención de los cuidadores
informales. En cuanto a la Preparación y finalización de la vida destacan las
categorías;
1. Bienestar religioso y espiritual; destaca el consenso entre los participantes de la
importancia de los líderes religiosos, comunidades de la fe, y el mantener una buena
relación personal con Dios es importante para la Buena Muerte.
2. Bienestar familiar e interpersonal; para una buena muerte, los participantes
consideran fundamental las relaciones positivas familiares y sociales, el pedir perdón, y
perdonar, evitar disputas, como acciones importantes para la Buena Muerte. Sin
embargo, aquellos que presentaron conflicto en la toma de decisiones sobre el final de
la vida útil, en el contexto del cuidado de un usuario con soporte vital.
3. Afrontamiento del duelo y bienestar emocional; el prepararse mental y
emocionalmente se asocian a una buena calidad de muerte, en especial las creencias
del concepto de vida después de la muerte para aliviar temeros sobre esta.
4. Momento óptimo; se relaciona con el tiempo suficiente para las personas que le
permitan prepararse y preparar a la familia.
Otros temas de buena muerte
5. Mínimo sufrimiento y carga; para los usuarios una buena calidad de muerte se
relaciona a no sentirse una carga para su familia y tampoco sentir dolor. Lo cual se
condice con el trabajo de médicos, enfermeras y trabajadores de la salud comunitarios
quienes estaban más en sintonía con los aspectos de sufrimiento físico y cuidados de
confort, en especial el alivio del dolor.
6. Calidad de la atención por parte de los cuidadores formales; en relación a la medicina
moderna y los dilemas asociados a ella en cuanto a la escasez de recursos, terapias
agresivas, acceso a atención, utilización óptima de esta pueden afectar de manera
negativa en la percepción de una buena calidad de muerte.
7. Calidad de la atención de los cuidadores informales; el cuidado, cercanía, consuelo
por parte de los seres queridos y miembros de la comunidad se asocian a una buena
calidad de muerte y lo contrario a una peor calidad de vida.
Encontrando así en sus conclusiones con base a sus resultados, que el estudio
proporciona una descripción temática sólida de Good Death y que permitirán mejorar
los cuidados y esfuerzos en una mayor calidad al final de la vida. Los autores del
estudio observan de manera positiva la importancia de la preparación previa para el
cuidado al final de la vida útil y el incorporar adecuadamente a la propia familia, amigos,
profesionales de la salud, líderes religiosos y Dios.
Muerte
La muerte como concepto puede poseer diferentes significados, desde aspectos
biológicos, religiosos, determinados por la cultura y la sociedad donde se desenvuelven
las personas y las situaciones vividas relacionadas a ella. Es así como para la Real
Academia de la Lengua Española (RAE), 2019, el concepto proviene del latín mors,
mortis, lo cual significa cesación o término de la vida, en el pensamiento tradicional,
separación del cuerpo y el alma, también se asocia otros atributos como por ejemplo,
muerte civil que se refiere a la extinción de toda capacidad jurídica de un reo aun
cuando se conservase en vida, la muerte senil, la cual se produce por pura vejez o
decrepitud, de mala muerte que se refiere a lo que es de poco valor o importancia, de
muerte que consiste en algo que está muy bien, que agrada enormemente, hasta la
muerte que hace mención con inalterable, resolución de permanecer constante en la
acción, entre otras.
Skoll (2017) en la naturaleza todo tiene sentido ya que necesita que las cosas mueran
para que puedan surgir otras. Es así como Silva (2019) afirma que “la muerte no se
resume al fin de la vida biológica, incluyendo aspectos culturales, simbólicos, históricos
y socialmente construidos. Abordarla también demanda comprender la forma en que los
vivos la interpretan y lidian con ella”. Destaca la relevancia de la antropología y la
bioética frente a la perspectiva de la vida y la muerte frente a los diversos dilemas
asociados a ellos y como la diversidad social, histórica y simbólica puede definir las
distintas concepciones de moralidad y por ende como se podría extrapolar al
principalísimo y como puede influir en las políticas públicas. Es por esto que la autora
invita a reflexionar sobre la muerte como sociedad enfrentándola desde una
resignificación y constitución de vida.
En consonancia a lo anterior Bishop (2019), promueve la ética como primera filosofía en
la relación persona a persona y en virtud de ello la relevancia de considerar esta
relación simétrica entre personas y no objetos o cuerpos. Indica también la necesidad
de definir el concepto de muerte el cual se erige socialmente, menciona que identificar
la muerte desde el punto de vista del rigor mortis o la muerte cerebral suele ser
suficiente, sin embargo, se debe ir más allá, abordar la moral relacional fundamental
que exige la metafísica, debido a las presiones sociales que enfrenta el concepto de
muerte citando al autor a Miller y Troug, haciendo énfasis a fenómenos culturales en
especial la maximización utilitarista de la cultura occidental y el sentimiento de ser útiles
al final de la vida a través del “regalo de vida” y la donación de órganos, lo cual ha sido
debatido por dicho autor y por ende la definición de muerte propiamente tal.
Si bien conceptualizar la muerte suele ser un proceso complejo es más aun cuando
existe una gran diversidad de culturas y religiones, las cuales cada una otorga su propia
connotación pensada y vivida en torno a ella. Por consiguiente Guerri (2017) hace
referencia como varia este concepto en diferentes culturas, dando como ejemplo en
aquellas donde se normaliza, se acepta y se integra desde la infancia, como en el caso
de la cultura mexicana la práctica de ofrendar y los altares son comunes, en África, el
Lumbalú consiste en cánticos al muerto, bailes, alabanzas con la idea principal de
solidaridad e identidad comunitaria como rito de transición, en el Budismo la vida no
acaba con la muerte, sino que a través de la reencarnación se les permite a las
personas poder perfeccionarse en cada vida hasta ser puro espiritualmente, para un
buen morir requiere de un buen vivir. En el caso del hinduismo el morir consiste en
pasar a otra forma de existencia de esencia espiritual, corresponde a una manifestación
de lo divino, a través de un ciclo eterno de reencarnaciones o “samsara”. Para los
tibetanos la muerte se espera con respeto y veneración en especial cuando la persona
esta moribunda. Sin embargo, en la cultura occidental este concepto denota mayor
complejidad en las personas, ya que no se les prepara, se fomenta el “para siempre”,
se evita y se rodea de miedo.
En las culturas andinas como en el caso, del norte de Argentina donde se encuentran
los qollas destaca su cosmovisión andina, según Krmpotic & Vargas, 2018, “para el
hombre andino, la vida empieza en el mismo punto en que termina, para volver a
repetirse”, los rituales se caracterizan por la solidaridad entre la comunidad, la chicha,
los altares, las ofrendas, flores, agua venida, comida, también importante dentro de los
ritos los cementerios o ayapampa casi imponentes entre las montañas, destacando
además la temporalidad de estos procesos en el aquí y el ahora, donde todas las
generaciones se condensan en el ser viviente y en el muerto.
De acuerdo a lo anterior los rituales en cada cultura tienen una forma distinta, pero a la
vez común en cada cultura, es así que Serón, 2018, plantea que, “en definitiva, los
rituales mortuorios cumplirían el rol de permitir la renuncia de la existencia del ser
querido en un colchón social que sustenta al deudo y lo valida como ser sufriente”. El
autor indica la importancia del duelo dentro de estos ritos, ya que más allá de lo
emocional que se le pueda atribuir este cumple distintas funciones en las personas que
han tenido una pérdida además para su entorno, al darle un sentido de continuidad, a la
muerte y al existir. Destaca la riqueza artística en relación a la muerte al ser plasmada
esta realidad en cantos y poesías, llevando los sufrimientos asociados a la muerte
como a través de su personificación, la pobreza, rituales, barreras sociales, destino
inexorable, entre otros, menciona entre los autores de esas obras a Violeta Parra,
Gabriela Mistral y Pablo Neruda.
Respecto a la visión en las distintas culturas Serón (2018) menciona a los pueblos
precordilleranos de Tarapacá, como una cultura “libre de la negación de la muerte”, ya
que creen en la continuidad de la existencia, citando a Onofre donde destaca la
cooperación entre los familiares previo al funeral entregándose a los deudos apjatas
que consisten en alimentos y bebidas. En cuanto a la cosmovisión mapuche, sobre la
muerte, el autor menciona que esta corresponde como un viaje donde el alma de
moviliza por distintas plataformas y para poder acceder al cielo es relevante el rito del
funeral. Tal como Rojas (2016) agrega a rito fúnebre mapuche, el cual se llama el
descanso y se materializa también en un altar con el mismo nombre, tiene como
propósito insertar correctamente a los difuntos en el plano de los antepasados, el
concepto de muerte puede variar de un sector a otro desde una transición hasta un acto
moral.
Según lo revisado anteriormente es así que como para Morin (1988), citado por
Capaverde et al., 2017, “afirma que prácticamente no hay grupo, por primitivo que sea,
para abandonar a sus muertos o abandonarlos sin ritos”, también Morin 1970, p. 28,
hace referencia que
la ostentación del dolor, propia de ciertos funerales, está destinada a mostrar al
muerto la aflicción de los vivos con el propósito de asegurar su benevolencia. En
algunos pueblos, estas son ocasiones de alegre manifestación, con ello se
pretende demostrar tanto a los vivos como al muerto que este último ha
encontrado la felicidad.
La palabra actitud proviene del latín actitūdo, que significa para la RAE (2019) Postura
del cuerpo, especialmente cuando expresa un estado de ánimo y disposición de ánimo
manifestada de algún modo.
Existen distintos tipos de actitudes que pueden verse involucradas en las personas
frente a las vicisitudes de la vida, es así como (Adrián, 2020) define la “Actitud se trata
de una capacidad propia de los seres humanos con la que enfrentan el mundo y las
circunstancias que se les podrían presentar en la vida real”, para el autor marca una
diferencia el tipo de actitud de una persona frente a algún problema ya que denota su
capacidad de superación o afrontar dicha situación. Para el autor una actitud positiva de
funda en los principios de igual, tolerancia y paciencia lo que determina conductas
favorables y entornos sociales positivos, al contrario de las actitudes negativas.
Agregando el autor que la actitud puede ser influenciada por factores sociales como la
educación y la cultura, por lo tanto, cuando existen una falta de motivación o actitudes
negativas es importante promover la educación y así favorecer conductas y actitudes
basadas en el conocimiento y seguras.
Es así como la realidad persona juega un rol relevante frente a la actitud que cada
persona pueda determinar en su actuar, como expresa Cadillo, 2019, “la actitud se
relaciona con la percepción del mundo que las personas tienen, de forma que
responden ante estos estímulos según una conducta que tengan aprendida”, el autor
también se refiere a ella como una disposición mental que guía a las personas frente a
ciertos acontecimientos, lo que encasilla a la actitud a un tipo de motivación más bien
social producto de la interacción cognitiva-comportamental y afectiva. Sin embargo,
este autor indica que existen tres tipos de actitudes; actitud positiva o positiva que
permite resolver conflictos, actitud negativa o pesimista que no permite la resolución de
conflictos y actitud crítica que implica encontrar la verdad frente a una afirmación o
suceso.
Miedo a la muerte
En la cultura occidental al concebir la muerte como un tabú, incluso el tabú de los tabús,
por su connotación incierta, inexplicable, desconocida, las personas habitualmente
pueden experimentar emociones como ansiedad, estrés, temor, incluso miedo a su
propia muerte, la muerte de los demás o al proceso de morir, es así como Morin 1970,
pp 30-31, alude al traumatismo de la muerte, el cual se funda en la pérdida de la
individualidad determinando así todas las alteraciones que pueda generar la muerte de
una persona, en especial cuando esta es cercana, íntima o familiar, por ende, de
carácter “único”, siendo este traumatismo de la muerte el espacio entre la conciencia de
la muerte y lo que el ser humano aspira como inmortalidad como una contradicción.
Tal como García (2015) describe el miedo a la muerte: “lamentar no acabar proyectos,
no aceptar el fin de la propia existencia temporal, el miedo a la enfermedad o morir con
sufrimiento y dolor físico”, también el autor plantea que el miedo a la muerte se
relaciona con la incertidumbre al no saber que hay después de la muerte, si existe un
más allá.
En relación a lo anterior Duran-Badillo et al., 2020, afirman de acuerdo a su experiencia
que tanto el miedo ante la muerte y el proceso de morir, como la calidad de vida, son
variables que deben ser estudiadas especialmente por el equipo multidisciplinar de
salud, ya que estas pueden afectar de manera negativa en la persona mayor
reflejándose como un deterioro emocional y espiritual impactando en las relaciones
tanto familiares como sociales y en la familia también se experimenta sufrimiento al ver
las consecuencias que ocurren en la persona mayor.
Desde hace un tiempo las etapas normativas conocidas por medio del ciclo vital se han
ido transformando en un concepto más amplio y dinámico como lo son las trayectorias
vitales o cursos de vida, que para algunos autores se utilizan como sinónimos y para
otros las trayectorias serían parte del enfoque del curso de vida como se observará a
continuación.
Las trayectorias vitales o curso de vida se originan a partir de estudios realizados por
Glen Elder, Estados Unidos, entre los años 1928 y mediados de los años 60
(Sepúlveda, 2010). En las cuales realizó un seguimiento a diversas cohortes de niños
que experimentaron los efectos de crisis económicas y acontecimientos históricos,
combinando para ello enfoques psicológicos, sociológicos e históricos, estableciendo
así el vínculo entre la vida de cada sujeto y el contexto sociocultural, por ende este
paradigma requiere de una mirada interdisciplinaria incluso transdisciplinaria, aportando
significado a los roles según la edad cronológica que cada persona debiese ejercer y
como los referentes culturales pueden influir en ellos, señalando a través modelos
culturales organizan el curso de la vida a raves de calendarios sociales que regulan en
un cierto orden los acontecimientos a los individuos que implica el pasaje en cada etapa
por una reorganización general de su vida, en el seno de la sociedad (Yuni, 2011).
El tiempo tiene un papel trascendental en el curso de la vida, encontrándose tres
posibilidades para analizar el desarrollo de una vida: (a) la edad (el tiempo individual)
que puede referirse al desarrollo bio-psicológico o a la edad social, (b) el periodo (el
tiempo histórico), (c) la cohorte (Palmore, 1978; Schaie, 1965). Estas tres formas de
historicidad ponen en evidencia la historicidad del sujeto, en la que el individuo socio-
histórico y el ser bio-psicológico se integran (Lalive d´Epinay, 1988; ver también Lalive d
´Epinay et al., 2000, cap. 2).
Es así como para Kohli (1986) respecto a su concepción sobre el curso de la vida, hace
referencia a la “temporalización”, definida como el hecho de que las personas
adoptarán una perspectiva biográfica en la cual viven y aprehenden su existencia no día
a día sino como un proyecto, reflexivo de su biografía.
Para los autores Duran-Badillo et al., 2020, en las personas mayores sus experiencias
de vida y el significado que estos le otorguen influyen en su concepción sobre la muerte
y el proceso de morir, permitiéndoles prepararse frente a este acontecimiento de
manera positiva, lo cual influirá a una mayor calidad de vida.
En consonancia a la Salud Pública, Chile al igual que varios países, como Argentina,
Costa Rica, entre otros, ratificó la Convención Interamericana de los Derechos
Humanos de las Personas Mayores en el año 2017, siendo un gran hito para el país. Es
así como se adopta a partir de ella el enfoque de curso de vida a partir del cual se
puede contribuir al bienestar de las personas mayores. “Este enfoque nos habla de la
importancia que tiene la historia personal de cada uno de nosotros y cómo las distintas
sociedades generan oportunidades orientadas hacia este bienestar” (Servicio Nacional
del Adulto Mayor (SENAMA), 2018)
De acuerdo a la Matriz de cuidados a lo largo del curso de vida (2019) los cuidados a lo
largo del curso de vida deben estar centrados en un adecuado acompañamiento de
forma continua en la población, con énfasis en el respeto y participación, ejerciendo su
derecho de atención, y específicamente en las personas mayores para mejorar su
calidad de vida promoviendo su autonomía y valorándolo a través del indicador de la
funcionalidad, se deben implementar estrategias como la promoción de estilos de vida
saludable durante el curso de la vida.
Este enfoque del curso de vida para los autores Cenobio-Narcizo, et al., 2019
Da cuenta de un complejo proceso de cambios en las trayectorias vitales de la
población, derivados de eventos en el contexto social e individual de los sujetos,
además de que entrelaza el tiempo histórico y biológico para analizar la manera
en la que estos configuran la forma de pensar, sentir y actuar.
Este enfoque está conformado por los siguientes postulados: transición, trayectoria y
punto de inflexión (turning point), a los cuales se suman cinco principios: desarrollo a
largo plazo, principio de tiempo y lugar, principio de tiempo (timing), principio de vidas
interconectadas y el libre albedrío (agency) (Elder, 1998; Elder, 1994; Blanco, 2011).
Cenobio-Narcizo, et al., 2019 desde el enfoque del curso de la vida, la trayectoria hace
referencia a un camino de larga duración en el tiempo, como un proceso, el cual no
siempre puede permanecer estable y se espera algún grado de continuidad, esta no
supone secuencias en algún orden en particular ni velocidad en su avance. Además, los
autores señalan la importancia del enfoque del curso de vida en la investigación en
salud, puesto que la conjunción de diversos factores, ya sean cronológicos como la
edad, la etapa del ciclo vital, el nivel socioeconómico, los cambios epigenéticos pueden
ser analizados desde este enfoque y por ende como influye en la salud de las personas.
En relación a lo anterior para las autoras Zarebski & Marconi (2017, p. 5) para poder
comprender los distintos modos de envejecer se requiere de un paradigma que logre
abarcar la complejidad del ser humano, que no solo abarquen los determinantes
sociales y biológicos, sino que también los factores de personalidad y la historia de vida
en particular, los cuales estos últimos determinan la diferencia entre las distintas
vejeces y de esta manera poder entender de una forma más completa la calidad de vida
en el envejecer. Enfatizando las autoras que el ser humano es un sujeto pro-activo y
constructor de su cultura, cuerpo e historia y por ende de su envejecer, no solo un
resultado de esos factores (Zarebski & Marconi 2017, p. 7)
Calidad de vida
Marriner 2018, a juicio de Parse a través de su paradigma del desarrollo humano, se
enfoca en la calidad de vida y dignidad desde la perspectiva de los usuarios, define la
calidad de vida como “la característica nuclear del individuo, la materia de la vida”
(pág112) la calidad de vida es el llegar a ser visible – invisible del ahora emergente
(Parse 2013, 2014)
La OMS (1996) define la “calidad de vida” como la percepción del individuo sobre su
posición en la vida dentro del contexto cultural y el sistema de valores en el que vive y
con respecto a sus metas, expectativas, normas y preocupaciones. Denota de esta
definición su carácter subjetivo y multidimensional. Es así como es considerado como
un concepto extenso y complejo que engloba diversos elementos como la salud física,
el proceso psicológico, el nivel de independencia, las relaciones sociales, las creencias
personales y la relación con las características del entorno (Villaverde et al., 2000).
Bienestar
Según la RAE (2019), la palabra bienestar proviene de De bien y estar, definiéndose
como:
Conjunto de las cosas necesarias para vivir bien.
Vida holgada o abastecida de cuanto conduce a pasarlo bien y con tranquilidad.
Estado de la persona en el que se le hace sensible el buen funcionamiento de su
actividad somática y psíquica.
El concepto de bienestar subjetivo (BS), se refiere a las evaluaciones que hacen las
personas de sus propias vidas, que pueden ser juicios, tales como satisfacción con la
vida, las evaluaciones basadas en los sentimientos, incluidos los estados de ánimo y
emociones (Tov, 2009).
Persona mayor
Con base a lo anterior el trabajo en equipo interdisciplinario se basa según Abreu, 2019
Cuidado
El concepto cuidado proviene del latín cogitātus, pensamiento, lo cual significa solicitud
y atención para hacer bien algo (RAE, 2001).
Desde el punto de vista de enfermería este concepto se torna propio con base en la
historia y en la esencia de la profesión y disciplina, es así como el Consejo Internacional
de Enfermeras (CIE), 2002, en cuya definición de Enfermería explicita su rol de cuidar:
La enfermería abarca los cuidados autónomos y en colaboración que se prestan
a las personas de todas las edades, familias, grupos y comunidades, enfermas o
sanas, en todos los contextos, e incluye la promoción de la salud, la prevención
de la enfermedad y los cuidados de los enfermos, discapacitados y personas
moribundas. Funciones esenciales de la enfermería son la defensa, el fomento
de un entorno seguro, la investigación, la participación en las políticas de salud y
en la gestión de los pacientes y los sistemas de salud, y la formación.
Con base a lo anterior la “gestión del cuidado” ha sido reconocida en el Código
Sanitario Chileno, en el año 1997, dado el impacto social de la profesión, ya que a
través de todo el ciclo vital resuelven el problema social del cuidado en los distintos
niveles de atención, caracterizando su cuidado por medio del juicio crítico, jurídico, ético
y científico además por el alto impacto en el número de personas a quienes cuidan y su
inserción en las estructuras orgánicas de los centros de salud Campos et al., 2018. Se
reconoce su transversalidad y multiplicidad de herramientas para que estos cuidados
sean de calidad.
Por lo tanto, definir el cuidado como centro de la disciplina, Milos (2017) describe que
El cuidado de enfermería, es el conjunto de acciones sistematizadas,
organizadas, medibles, documentables, evaluables, basadas en modelos y
teorías de enfermería y en la evidencia científica, realizadas con el fin de
procurar que una persona, con problemas reales o potenciales de salud, reciba
una atención de enfermería segura, eficiente y eficaz, cuya finalidad sea lograr
su máximo bienestar; y el amparo y protección de sus valores y derechos,
amenazados por su estado de carencia o enfermedad
Finalmente, para Ceballos et al., 2015, “la gestión del cuidado es una labor rigurosa que
requiere de análisis, deducción, discernimiento y conocimiento; es decir, la aplicación
de “juicio enfermero”, sustentado en el ser, saber y quehacer de la Enfermería como
profesión y disciplina”.
Destacando que la ontología del cuidado es la humanización de este, siendo así, su
columna vertebral, en este sentido Cruz, 2020 concluye “que la realización del cuidado
humanizado requiere para ser desempeñado la comprensión de la existencia de los
cinco atributos básicos: el ser humano, relación profesional – usuario, sujeto del
cuidado, comunicación y enfoque holístico”, ya que según la autora “la práctica sin la
comprensión de los atributos sólo lleva a la realización de la atención, la cual presenta
una relación vertical unidireccional entre el profesional que realiza y el usuario”, también
hace referencia a la importancia de la comunicación, la cual debe ser bidireccional,
reconociendo la dignidad de este ser humano, permitiendo el ejercicio de la
comunicación “comprender la interacción en el acto de comunicar y cuidar”,
Para Watson J. (Marriner, 2011 p. 85) el ser humano corresponde a “una unidad de
mente/cuerpo/espíritu/naturaleza”, Watson en su Teoría Transpersonal del Cuidado
Humanizado, cuyo enfoque filosófico sostiene que el cuidado humano aborda el
compromiso moral que se refleja por el interés que se evidencia en el usuario de
manera integral, se constituye por acciones transpersonales, mejorando la humanidad y
ayudando así en los aspectos psicosociales del usuario Muñoz et al., 2009. Es así
como Macas et al., 2020, sostiene que “la base de la teoría de Watson, se sustenta en
incluir a la persona activamente en el proceso de atención de Enfermería, el mismo que
debe abarcar aspectos interpersonales, transpersonales y espirituales”.
Marco teórico
Para comprender las distintas vejeces, se requiere romper con la rigidez predominante
de considerar al ser humano en el transcurso de su vida, como un ser estático y pasivo,
es así como (Zarebski 2011-c) sostiene que “el enfoque psicogerontológico permite
entender por qué la riqueza material o las buenas condiciones sanitarias no garantizan
de por sí una buena vejez. La comprensión de los distintos modos de envejecer
requiere de un paradigma que abarque la complejidad humana”.
En este contexto es crucial establecer nuevos paradigmas en gerontología e ir
transformándose al igual que cada persona en su historia de vida, pero esto requiere un
trabajo anticipado, que implica voluntad y diálogo. Desde el punto de vista de la
anticipación del envejecimiento el cual según Zarebski & Marconi (2017, p. 8), esto
implica un proyecto en la vejez, ya sea consciente o inconsciente, el cual va gestándose
en el curso vital, se requiere de profundización teórica e investigativa de los sujetos,
que permita identificar y entender los procesos y mecanismos psíquicos de un
envejecer normal o patológico. Siendo relevante para todos los profesionales de la
salud que se desempeñan con personas mayores el concientizarse de esta nueva
realidad, en la cual el dinamismo propio de los seres vivientes invita a ser reflexivos y
particulares en el proceso de atención en el usuario, en especial cuando cada
experiencia va marcando patrones de conducta en los usuarios que puedan afectar su
integridad mental, social y física.
Ya que como plantea Zarebski (2019) estas fluctuaciones, flexibilidad, variabilidad,
serán las condiciones que permitirán o no la adaptación de las personas a los cambios,
en especial, la flexibilidad y sus factores como nudo de este equilibrio, los cuales
implicarían la auto transformación ante las vicisitudes o puntos de bifurcación en el
envejecer. La autora se refiere a estos puntos de bifurcación que pueden deberse a la
“condición de apertura o red flexible, fluctuación y permeabilidad que le permitirán al ser
humano soportar inestabilidades, pérdidas, incertidumbres y realizar giros en su
existencia que le permitan reconstruirse y seguir creándose”, con base, citado por la
misma autora, a lo que
dice Capra (2009) que, físicamente, los puntos de bifurcación corresponden a
puntos de inestabilidad en los que el sistema cambia abruptamente y aparecen
de repente nuevas formas de orden. Como demostró Prigogine (1984), tales
inestabilidades sólo se pueden dar en sistemas abiertos.
Por lo tanto, para Zarebski (2019) la flexibilidad, es la capacidad para soportar estas
paradojas, es “una condición humana cognitivo-emocional esencial para comandar la
plasticidad neuronal, la fluidez en nuestra red interna Psico Neuro Inmuno Endócrina,
así como la plasticidad corporal y la apertura al armado de redes vinculares”, dando
paso según la autora, a la creatividad frente a situaciones emergentes, auto
transformación y resiliencia. Complementando, se ha demostrado en el campo de las
neurociencias que el aprendizaje y la multi-estimulación generan la producción de
nuevas células y favorecen la plasticidad neuronal (Kabanchik, 2019). En este sentido,
cuando las personas durante su curso de vida, surgen diversas trayectorias vitales,
marcadas por situaciones de mayor o menor intensidad, incluso como una bifurcación y
genera en ellas cambios drásticos y/o definitivos en sus creencias y actitudes que
puede traducirse en un mayor o menor cuidado de su salud, incluso su visión respecto
a la finitud de la vida.
En este sentido, Parse (2007b, p. 308) destaca a las personas como seres abiertos que
se relacionan con la ilimitabilidad del universo, es decir, “con un conocimiento
indivisible, ilimitado, extendido al infinito”, por lo tanto, son indivisibles, impredecibles, lo
que permite el cambio constante y reconocido por patrones (Parse, 1981, 1998, 2007b,
2012b), Marriner (2018) complementa que según la Teoría del Desarrollo Humano, los
seres humanos no pueden separarse de sus relaciones con el universo, con una
postura significativa abierta con este y las personas, proyectos e ideas que constituyen
la experiencia de vida. De tal manera que el contexto y cada experiencia de vida
permite estructurar significados de esta interacción, entre el sujeto envejeciente, el
equipo de salud, familia, sociedad, entorno y universo.
Es relevante mencionar que el Bienestar Psicológico (BP), por medio del modelo de
Carol Ryff (1989), “se refiere a aspectos relacionados al funcionamiento positivo de las
personas”, dentro de su integración teórica ésta definió seis dimensiones por las cuales
se pueden evaluar el continuo positivo-negativo del BP de una persona, estas son: Auto
aceptación, Autonomía, Crecimiento personal, Propósito en la vida, Relaciones
positivas con otros y Dominio del entorno.
En el contexto del curso de vida y la muerte en las personas mayores, estos principios
se relacionan profundamente con las experiencias que van determinando finalmente el
propósito de su vida en torno a su nuevo contexto y por ende lo que esperan o no del
final de esta. Por medio de la auto aceptación frente a los cambios inminentes del
envejecimiento, las personas mayores deben realizar una evaluación positiva tanto de
su presente como del pasado, por medio de la autonomía las personas pueden lograr el
sentido de autodeterminación definiendo lo que esperan en su día a día y en el buen
morir, por lo tanto permite el desarrollo como persona a través de su crecimiento
personal, necesario en las personas mayores puesto a los múltiples estereotipos
vigentes y que se deben vencer, lo cual se potencia por medio de las relaciones
sociales, familiares etc., pero que estas relaciones sean de calidad y efectivas, como
por ejemplo al plantear sus miedos frente a la enfermedad, dependencia o la muerte,
para que finalmente logre manejar de manera efectiva su propio entorno.
De este modo Morin (1990, pp. 23-33-75) establece el carácter paradójico sobre que el
orden de lo viviente no es simple, por lo tanto, el sistema auto-organizador al
desprenderse del ambiente manifiesta su autonomía y libertad, pero eso no significa
que no exista una interacción entre ellos, todo lo contrario, se liga aún más a él,
incrementando su apertura frente a los estímulos e intercambio en el proceso y
progreso de la complejidad, potenciando de esta manera la auto eco-organización.
Siendo esta complejidad una apertura a lo inesperado, sin rechazar el orden, pero
invitando al ser humano a ser prudentes, atentos y no dejarse llevar por la trivialidad.
De esta manera se destaca el religar experiencias, oportunidades de mejora y
crecimiento en el curso de la vida, en especial cuando un hecho de carácter inesperado
como la muerte trunca el orden de las personas, sin embargo, se pueden identificar
estrategias que permitan disminuir sus efectos negativos y transformarlos en
oportunidades.
Frente a las diversas paradojas que pueden surgir en las trayectorias vitales en las
personas mayores, incluso en el personal de salud, desde el punto de vista de la
psicogerontología, por medio del Inventario FAPPREN (Zarebski & Marconi, 2017),
establecen diez dimensiones interdependientes, que corresponden a los factores
Psíquicos Protectores para el Envejecimiento, que caracterizan a una identidad flexible,
que definen como:
en un conjunto articulado y complejo, dan cuenta de la red autopoiética: la
apertura en red, la permeabilidad de la identidad flexible hacia la interioridad y
hacia el mundo exterior, por lo tanto, la fluidez de una identidad abierta al
intercambio, a la incertidumbre y a la creatividad autotransformadora.
Es así como los esfuerzos de los diversos equipos no deben plasmarse solo en el área
investigativa, sino que, en el trabajo diario con las personas mayores y su integralidad,
esfuerzos en común, con base a nuevos descubrimientos y conocimiento que emerge
de esta unión.
6. Hipótesis o Supuestos
Cada supuesto debe tener su justificación teórica y la cita respectiva.
Las personas mayores que tienen una percepción positiva sobre la muerte han
presentado puntos de inflexión y bienestar subjetivo como objetivo positivos.
El equipo de salud que tienen una percepción negativa sobre la muerte han
presentado puntos de inflexión y bienestar subjetivo como objetivo negativos.
Las personas mayores presentan una mayor percepción positiva hacia la muerte
que los profesionales de la salud
7. Metodología
Se realizarán las entrevistas tanto a las personas mayores como al equipo de salud, en
lugar a convenir con cada uno de ellos. Donde se les aplicarán los instrumentos junto a
la entrevista semiestructurada, con una duración aproximada de 1 hora.
Universo:
Adultos mayores y el equipo de salud que pertenezcan al Cesfam Maule, Chile.
Unidad de análisis:
Adultos mayores y equipo de salud, que pertenezcan al programa adulto mayor del
Cesfam Maule, Chile.
Muestra:
Corresponderá a una muestra no probabilística, por conveniencia. Se aplicarán las
entrevistas en profundidad hasta la saturación de los datos, considerando los
instrutmentos cuantitativos de aquellos participantes (ESTO REVISAR CON
ESTADISTICA). De acuerdo al autor. ……… se iniciará con una muestra de 20 adultos
mayores y 20 profesionales de la salud.
Variables:
Criterios de Inclusión
Adulto mayor de 60 años o más que pertenezcan al programa adulto mayor del
Cesfam Maule
Adulto mayor de 60 años o más, que no presente patología mental consignada
en su ficha clínica.
Profesional de salud con más de un año de antigüedad en el programa del
Adulto Mayor, del Cesfam Maule.
Adultos mayores y profesionales de la salud que deseen participar en la
investigación, firmando el consentimiento informado.
Criterios de Exclusión
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