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Intervenciones Cognitivo-Conductuales en adulto y adulto mayor

Mariana Fuentes González 597056

Dra. Sanjuana Gómez M.

Situación actual del envejecimiento

Durante las últimas décadas, en México la población de adultos mayores ha sido

mayor que la población infantil, y según Gutiérrez Robledo et al. (2016), esto va a ir en

aumento todavía hasta el año 2050, hablando de que habrá una cantidad increíblemente

mayor de personas arriba de 60 años que niños y adolescentes. La esperanza de vida se espera

que suba un 5-6% llegando casi a los 80 años. Estos datos abren la incógnita de si realmente

esta esperanza de vida de los adultos mayores estará a la par con una buena calidad de vida o

si los problemas y enfermedades del envejecimiento también aumentarán. Asombrosamente,

en un estudio de 9,047 adultos mayores, casi la mitad no tiene la primaria completa o su

educación es considerada como informal, así mismo, un poco más de la mitad está casado o

vive con su pareja, y hay un menor porcentaje que cuenta con un trabajo remunerado. En su

mayoría, según Salinas-Rodríguez et al. (2020), este aumento de adultos mayores se ha dado

en un contexto malo económicamente limitando ciertos recursos importantes a causa de la

pobreza, siendo esto un impedimento para el tratamiento adecuado de los síndromes

geriátricos y otras enfermedades de este sector de la población, agravando y aumentando su

prevalencia. Aunque haya adultos mayores que auto perciben que cuentan con una “buena

salud”, es importante remarcar que hay ciertas enfermedades prevalecientes en los adultos

mayores que han sido causas importantes de mortalidad, como lo son la diabetes y las

enfermedades del corazón (enfermedad isquémica del corazón), así como enfermedades

respiratorias que pueden llegar a ser mortales y desnutrición, principalmente en las mujeres;

éstas últimas son prevenibles, por lo cual es primordial estar atentos a factores de riesgo o
síntomas. Así mismo, se pueden identificar en este sector de la población un porcentaje

considerable con síntomas depresivos, deterioro cognitivo y demencia.

Tomando en cuenta los síndromes geriátricos, las enfermedades neurodegenerativas,

los trastornos psicológicos, la diabetes, enfermedades del corazón y todas las afecciones que

los adultos mayores pueden desarrollar a raíz de que van avanzando en edad, su

funcionalidad e independencia disminuyen considerablemente, perdiendo años de buena

salud. Esto aumenta el rol que tienen los miembros de las familias como cuidadores de los

adultos mayores; Gutiérrez Robledo et al. (2016) menciona que uno de cada cuatro adultos

mayores requiere de cuidados y asistencia de un tercero, siendo la necesidad más alta en

mujeres adultas mayores. También menciona que esta tarea de estar a cargo de la asistencia

de los adultos mayores recae principalmente en las mujeres (séase esposa, hija, pariente

cercano), y requiere de una gran cantidad de tiempo al día para estar al pendiente de los

cuidados necesarios del adulto mayor. Culturalmente, se considera que la familia ha y debe

seguir siendo el principal cuidador de las personas mayores pertenecientes a cada familia.

Actualmente se presentan diversos retos que, principalmente, tienen que ver con la

cuestión de salud de los adultos mayores. Estos retos van desde una falta de un servicio

integral dirigido al adulto mayor, hasta la poca cantidad de geriatras que existen

nacionalmente. Esto dificulta en gran medida la atención que se le da a este sector de la

población, incrementando el desarrollo de síndromes geriátricos u otras afecciones que

pueden aparecer por la edad, y con esto hay que tomar en cuenta que, en los hospitales, las

aulas y camas hospitalarias destinadas a los adultos mayores son escasas (Gutiérrez Robledo

et al. 2016). Otro de los retos mencionados por este autor es que la discriminación hacia las

personas mayores prevalece a medida que pasa el tiempo, sosteniendo estereotipos de la

“fragilidad, debilidad, poca salud” que tienen estos adultos a esa edad, contribuyendo así al

maltrato, que va desde psicológico hasta económico.


Considero ampliamente que en los próximos años dentro del campo psicológico, las

necesidades que los adultos mayores van a requerir van a ser principalmente para lidiar con la

falta de independencia que pueden llegar a tener al necesitar un cuidador de tiempo parcial o

completo, o para recuperar dicha independencia en caso de haberla perdido; otra de las

necesidades que creo que pueden emerger es para tratar con los estereotipos, la

discriminación y el maltrato que prevalece aún pasando los años, lo cual puede tener

repercusiones aún más negativas en la salud mental del individuo, considerando que los

síntomas depresivos en la vejez pueden llegar incrementar. Situaciones de cómo actualizarse

con la evolución de la tecnología y la sociedad para no sentirse inútiles y fuera de lugar

pueden ser otras necesidades que pueden llegar a surgir.

Al analizar la información de los dos autores mencionados anteriormente y tomando

en cuenta la información que se ha visto durante los últimos dos años en cuestión de la

pandemia del COVID-19, considero que la atención a los adultos mayores dio un gran giro ya

que era este sector de la población el que estaba más en riesgo, sin embargo, los recursos que

al menos en México, se cuentan para intervenir en adultos mayores son muy limitados. Esto

siendo un foco rojo que se debe de atender. En las consecuencias psicológicas que ha dejado

la pandemia, el aislamiento social ha repercutido negativamente en estos individuos ya que,

como menciona Callís-Fernández et al. (2021), el aislamiento obligado por la pandemia

desencadenó procesos de desesperación, angustia, ansiedad, tristeza, estrés, incertidumbre,

malestar, entre otros, lo cual “estas alteraciones psicológicas pueden ir desde síntomas

aislados hasta el desarrollo de un trastorno mental” (p. 4), interfiriendo también con la

autonomía que ciertos adultos mayores mantenían, sin poder decidir sobre cuándo poder salir

de su hogar o a donde, etc.

Ahora bien, en un estudio realizado por la Universidad de Valencia y El Bosque,

muchos de los adultos mayores suelen tener un mejor bienestar subjetivo (aspectos positivos
y placenteros) que los jóvenes, y se menciona que esto puede darse por que los adultos

mayores suelen involucrarse o seleccionar ciertas situaciones que les proporcionen donde la

respuesta emocional negativa sea mucho menor, también puntuando que a medida que las

personas van haciéndose más adultas, la autorregulación emocional mejora (Mora, 2018).

Personalmente, en el campo laboral con este grupo poblacional no me veo tanto, sin

embargo, teniendo abierta la posibilidad de que en algún momento pueda llegar a

introducirme en la psicoterapia para adultos mayores, creo que consideraría un poco más el

tratamiento psicológico de los cuidadores de estos adultos. El síndrome del cuidador suele

presentarse muy seguido en las personas encargadas de asistir a las personas mayores,

pudiendo esto repercutir en su salud física y mental, así como en la percepción que tiene

sobre el enfermo/adulto a su cargo; para tratar este síndrome y no elevar el sufrimiento del

paciente a su cuidado es indispensable que se le enseñe a esta persona el cuidado correcto,

una buena dinámica y trato familiar, así como mecanismos saludables de interacción

(Dueñas, 2014). Por último, cabe mencionar que, personalmente creo que el trabajar con este

sector poblacional es aún más retador por tener ciertas características, entre ellas el probable

declive cognitivo, así como las pérdidas que a su edad han tenido, que pueden llegar a

resultar un poco más difíciles de tratar. Como menciona Urriata y Villarraga (2010), hay una

gran variabilidad hablando de deterioro cognitivo entre los individuos, lo cuál es un aspecto

positivo, pero también señala que, a mayor edad, la muerte se ve como un evento próximo,

desencadenando procesos en su mente que pueden ser difíciles de tratar.

De una u otra manera, la atención psicológica en los adultos mayores debe de ser una

prioridad ya que podría mejorar la calidad de vida de estos, haciéndolos sentir bien en la

mayoría de los ámbitos de su vida y al priorizar la salud mental, la salud física también podría

mejorar.

Doy mi palabra de que he realizado esta actividad con integridad académica.


Referencias

Callís-Fernández, S., Guarton-Ortiz, O., Cruz-Sánchez, V., & de-Armas-Ferrera, A. (2021).

Estados afectivos emocionales en adultos mayores solos en aislamiento social durante

la pandemia COVID-19. Revista Electrónica Dr. Zoilo E. Marinello Vidaurreta, 46(1),

e2491. Recuperado de http://revzoilomarinello.sld.cu/index.php/zmv/article/view/2491

Dueñas, E., Martínez, M. A., Morales, B., Muñoz, C., Viáfara, A. S., & Herrera, J. A. (2014).

Síndrome del cuidador de adultos mayores discapacitados y sus implicaciones

psicosociales. Repositorio Temático de la Red Iberoamericana de Expertos en la

Convención de los Derechos de las Personas con Discapacidad.

Gutiérrez Robledo,L.M.,Agudelo Botero,M. (2016) Hechos y desafíos para un

envejecimiento saludable en México. Instituto Nacional de Geriatría.

http://www.geriatria.salud.gob.mx/descargas/publicaciones/hechos-desafios.pdf

Moral, J. C. M., Agustí, A. I., Delhom, I., Rodríguez, M. F. R., & Satorres, E. (2018).

Bienestar subjetivo y psicológico: comparación de jóvenes y adultos mayores. Summa

Psicológica UST, 15(1), 18-24.

Salinas-Rodríguez,A., De la Cruz-Góngora,V.,Manrique,B. (2020) Condiciones de salud,

síndromes geriátricos y estado nutricional de los adultos mayores en México. Salud

publica de Mexico 62(6):777-785

Urriata, N.., & Villarraga, C. (2010). Una vejez emocionalmente inteligente: retos y desafíos.

Contribuciones a las ciencias sociales, (2010-03).

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