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mini antología

SIGLO de ORO
RENACIMIENTO
Garcilaso de la Vega
Texto 1. SONETO V Texto 2. SONETO XIII

Escrito está en mi alma vuestro gesto, A Dafne ya los brazos le crecían,


y cuanto yo escribir de vos deseo; y en luengos ramos vueltos se mostraba;
vos sola lo escribisteis, yo lo leo en verdes hojas vi que se tornaban
tan solo, que aun de vos me guardo en esto. los cabellos que el oro oscurecían.

En esto estoy y estaré siempre puesto; De áspera corteza se cubrían


que aunque no cabe en mí cuanto en vos veo, los tiernos miembros, que aún bullendo estaban:
de tanto bien lo que no entiendo creo, los blancos pies en tierra se hincaban,
tomando ya la fe por presupuesto. y en torcidas raíces se volvían.

Yo no nací sino para quereros; Aquel que fue la causa de tal daño,
mi alma os ha cortado a su medida; a fuerza de llorar, crecer hacía
por hábito del alma mismo os quiero. este árbol que con lágrimas regaba.

Cuanto tengo confieso yo deberos; ¡Oh miserable estado! ¡oh mal tamaño!
por vos nací, por vos tengo la vida, ¡Que con llorarla crezca cada día
por vos he de morir, y por vos muero. la causa y la razón porque lloraba!
Garcilaso de la Vega
Texto 3. SONETO XXIII Texto 4. ÉGLOGA I (fragmento)

En tanto que de rosa y azucena Habla el pastor NEMOROSO:


se muestra la color en vuestro gesto,
y que vuestro mirar ardiente, honesto, Corrientes aguas puras, cristalinas,
enciende al corazón y lo refrena; árboles que os estáis mirando en ellas,
verde prado de fresca sombra lleno,
y en tanto que el cabello, que en la vena aves que aquí sembráis vuestras querellas,
del oro se escogió, con vuelo presto, hiedra que por los árboles caminas,
por el hermoso cuello blanco, enhiesto, torciendo el paso por su verde seno:
el viento mueve, esparce y desordena: yo me vi tan ajeno
del grave mal que siento
coged de vuestra alegre primavera que de puro contento
el dulce fruto, antes que el tiempo airado con vuestra soledad me recreaba,
cubra de nieve la hermosa cumbre; donde con dulce sueño reposaba,
o con el pensamiento discurría
marchitará la rosa el viento helado. por donde no hallaba
Todo lo mudará la edad ligera sino memorias llenas d’alegría;
por no hacer mudanza en su costumbre.
Garcilaso Gutierre de Cetina

Texto 5. SONETO Texto 6. MADRIGAL

Pasando el mar Leandro el animoso, Ojos claros, serenos,


en amoroso fuego todo ardiendo, si de un dulce mirar sois alabados,
esforzó el viento, y fuese embraveciendo ¿por qué, si me miráis, miráis airados?
el agua con un ímpetu furioso. Si cuanto más piadosos,
más bellos parecéis a aquel que os mira,
Vencido del trabajo presuroso, no me miréis con ira,
contrastar a los ondas no pudiendo, porque no parezcáis menos hermosos.
y más del bien que allí perdía muriendo, ¡Ay tormentos rabiosos!
que de su propia vida congojoso, Ojos claros, serenos,
ya que así me miráis, miradme al menos.
como pudo esforzó su voz cansada,
y a las ondas habló de esta manera,
mas nunca fue la voz de ellas oída:

-Ondas, pues no os excusa que yo muera,


dejadme allá llegar, y a la tornada
vuestro furor ejecuta en mi vida-.
Fray Luis de León
Texto 7. ODA A LA VIDA RETIRADA ¡Oh monte, oh fuente, oh río!
¡Oh secreto seguro, deleitoso!
¡Qué descansada vida Roto casi el navío
la del que huye el mundanal ruido a vuestro almo reposo,
y sigue la escondida huyo de aqueste mar tempestuoso.
senda por donde han ido
los pocos sabios que en el mundo han sido! Un no rompido sueño,
un día puro, alegre, libre quiero;
Que no le enturbia el pecho no quiero ver el ceño
de los soberbios grandes el estado, vanamente severo
ni del dorado techo de quien la sangre ensalza o el dinero.
se admira, fabricado
del sabio moro, en jaspes sustentado. Despiértenme las aves
con su cantar sabroso no aprendido,
No cura si la fama no los cuidados graves
canta con voz su nombre pregonera, de que es siempre seguido
ni cura si encarama el que al ajeno arbitrio está atenido.
la lengua lisonjera
lo que condena la verdad sincera. Vivir quiero conmigo,
gozar quiero del bien que debo al cielo
¿Qué presta a mi contento, a solas, sin testigo,
si soy del vano dedo señalado, libre de amor, de celo,
si en busca de este viento de odio, de esperanzas, de recelo.
ando desalentado
con ansias vivas, con mortal cuidado? Del monte en la ladera
por mi mano plantado tengo un huerto,
que con la primavera,
de bella flor cubierto,
ya muestra en esperanza el fruto cierto.
Fernando de Herrera
Texto 8. SONETO Texto 9. SONETO

Yo vi unos bellos ojos, que hirieron ¿Dó vas? ¿dó vas, crüel, dó vas?; refrena,
con dulce flecha un corazón cuitado, refrena el presuroso paso, en tanto
y que para encender nuevo cuidado que de mi dolor grave el largo llanto
su fuerza toda contra mí pusieron. a abrir comienza esta honda vena;

Yo vi que muchas veces prometieron oye la voz de mil suspiros llena,


remedio al mal, que sufro no cansado, y de mi mal sufrido el triste canto,
y que cuando esperé vello acabado, que no podrás ser fiera y dura tanto
poco mis esperanzas me valieron. que no te mueva esta mi acerba pena;

Yo veo que se esconden ya mis ojos vuelve tu luz a mí, vuelve tus ojos,
y crece mi dolor y llevo ausente antes que quede oscuro en ciega niebla",
en el rendido pecho el golpe fiero. dezía en sueño, o en ilusión perdido.

Yo veo ya perderse los despojos Volví, halléme solo y entre abrojos,


y la membrana de mi bien presente y en vez de luz, cercado de tiniebla,
y en ciego engaño de esperanza muero y en lágrimas ardientes convertido.
San Juan de la Cruz
Texto 10. NOCHE OSCURA DEL ALMA ¡Oh noche, que guiaste;
oh noche amable más que el alborada;
En una noche escura, oh noche que juntaste
con ansias en amores inflamada, Amado con amada,
¡oh dichosa ventura!, amada, con el Amado transformada!
salí sin ser notada,
estando ya mi casa sosegada. En mi pecho florido,
que entero para él solo se guardaba,
A escuras y segura allí quedó dormido,
por la secreta escala, disfrazada, y yo le regalaba
¡oh dichosa ventura!, y el ventalle de cedros aire daba.
a escuras y en celada,
estando ya mi casa sosegada. El aire del almena,
cuando yo sus cabellos esparcía,
En la noche dichosa, con su mano serena
en secreto, que nadie me veía en mi cuello hería
ni yo miraba cosa, y todos mis sentidos suspendía.
sin otra luz y guía
sino la que en el corazón ardía. Quedéme y olvidéme,
el rostro recliné sobre el Amado;
Aquesta me guiaba cesó todo y dejéme,
más cierto que la luz del mediodía, dejando mi cuidado
adonde me esperaba entre las azucenas olvidado.
quien yo bien me sabía,
en parte donde nadie parecía.
BARROCO
Luis de Góngora
Texto 11. SONETO Texto 12. SONETO

La dulce boca que a gustar convida Mientras por competir con tu cabello
Un humor entre perlas distilado, Oro bruñido al sol relumbra en vano,
Y a no invidiar aquel licor sagrado Mientras con menosprecio en medio el llano
Que a Júpiter ministra el garzón de Ida, Mira tu blanca frente al lilio bello;

Amantes, no toquéis, si queréis vida; Mientras a cada labio, por cogello,


Porque entre un labio y otro colorado Siguen más ojos que al clavel temprano,
Amor está, de su veneno armado, Y mientras triunfa con desdén lozano
Cual entre flor y flor sierpe escondida. Del luciente cristal tu gentil cuello,

No os engañen las rosas que a la Aurora Goza cuello, cabello, labio y frente,
Diréis que, aljofaradas y olorosas Antes que lo que fue en tu edad dorada
Se le cayeron del purpúreo seno; Oro, lilio, clavel, cristal luciente,

Manzanas son de Tántalo, y no rosas, No sólo en plata o vïola troncada


Que pronto huyen del que incitan hora Se vuelva, más tú y ello juntamente
Y sólo del Amor queda el veneno. En tierra, en humo, en polvo, en sombra, en nada.
Luis de Góngora
Texto 13. ÁNDEME YO CALIENTE Y RÍASE LA Busque muy en buena hora
GENTE el mercader nuevos soles;
yo conchas y caracoles
Ándeme yo caliente entre la menuda arena,
y ríase la gente. escuchando a Filomena
sobre el chopo de la fuente,
Traten otros del gobierno y ríase la gente.
del mundo y sus monarquías,
mientras gobiernan mis días Pase a media noche el mar
mantequillas y pan tierno; y arda en amorosa llama
y las mañanas de invierno Leandro por ver su dama;
naranjada y aguardiente, que yo más quiero pasar
y ríase la gente. del golfo de mi lagar
la blanca o roja corriente,
Coma en dorada vajilla y ríase la gente.
el Príncipe mil cuidados
como píldoras dorados, Pues Amor es tan cruel
que yo en mi pobre mesilla ¡que de Píramo y su amada
quiero más una morcilla hace tálamo una espada,
que en el asador reviente, ¡do se junten ella y él,
y ríase la gente. sea mi Tisbe un pastel
y la espada sea mi diente,
Cuando cubra las montañas y ríase la gente.
de blanca nieve el enero,
tenga yo lleno el brasero
de bellotas y castañas,
y quien las dulces patrañas
del Rey que rabió me cuente,
y ríase la gente.
Luis de Góngora
Texto 15 . FÁBULA DE PÍRAMO Y TISBE
(fragmento)
Texto 14. SONETO
De Tisbe y Píramo quiero,
Anacreonte español, no hay quien os tope, si quisiere mi guitarra,
Que no diga con mucha cortesía, cantaros la historia, ejemplo
Que ya que vuestros pies son de elegía, de firmeza y de desgracia.
Que vuestras suavidades son de arrope. No sé quién fueron sus padres,
mas bien sé cuál fue su patria;
¿No imitaréis al terenciano Lope, todos sabéis lo que yo,
Que al de Belerofonte cada día y para introdución basta.
Sobre zuecos de cómica poesía Era Tisbe una pintura
Se calza espuelas, y le da un galope? hecha en lámina de plata,
un brinco de oro y cristal,
Con cuidado especial vuestros antojos de un rubí y dos esmeraldas;
Dicen que quieren traducir al griego, su cabello eran sortijas,
No habiéndolo mirado vuestros ojos. memorias de oro y del alma;
su frente, el color bruñido
Prestádselos un rato a mi ojo ciego, que da el sol hiriendo al nácar;
Porque a luz saque ciertos versos flojos, la alegría eran, sus ojos,
Y entenderéis cualquier gregüesco luego. si no eran la esperanza
que viste, la primavera,
el día de mayor gala;
sus labios, la grana fina,
sus dientes, las perlas blancas,
por que como el oro en paño
guarden las perlas en grana;
desde la barba al pie, Venus,
su hijuelo y las tres Gracias
deshojando están jazmines
sobre rosas encarnadas.
Francisco de Quevedo
Texto 16. SONETO Texto 17. SONETO
A LA EDAD DE LAS MUJERES DESENGAÑO DE LAS MUJERES

De quince a veinte es niña; buena moza Puto es el hombre que de putas fía,
de veinte a veinticinco, y por la cuenta y puto el que sus gustos apetece;
gentil mujer de veinticinco a treinta. puto es el estipendio que se ofrece
¡Dichoso aquel que en tal edad la goza! en pago de su puta compañía.

De treinta a treinta y cinco no alboroza; Puto es el gusto, y puta la alegría


mas puédese comer con sal pimienta; que el rato putaril nos encarece;
pero de treinta y cinco hasta cuarenta y yo diré que es puto a quien parece
anda en vísperas ya de una coroza. que no sois puta vos, señora mía.

A los cuarenta y cinco es bachillera, Mas llámenme a mí puto enamorado,


ganguea, pide y juega del vocablo; si al cabo para puta no os dejare;
cumplidos los cincuenta, da en santera, y como puto muera yo quemado

y a los cincuenta y cinco echa el retablo. si de otras tales putas me pagare,


Niña, moza, mujer, vieja, hechicera, porque las putas graves son costosas,
bruja y santera, se la lleva el diablo. y las putillas viles, afrentosas.
Francisco de Quevedo
Texto 18. SONETO Texto 19. SONETO
A UNA NARIZ A LUIS DE GÓNGORA

Érase un hombre a una nariz pegado, Yo te untaré mis obras con tocino
érase una nariz superlativa, porque no me las muerdas, Gongorilla,
érase una nariz sayón y escriba, perro de los ingenios de Castilla,
érase un pez espada muy barbado. docto en pullas, cual mozo de camino;

Érase un reloj de sol mal encarado, apenas hombre, sacerdote indino,


érase un alquitara pensativa, que aprendiste sin cristus la cartilla;
érase un elefante boca aariba, chocarrero de Córdoba y Sevilla,
era Ovidio Nasón mas narizado. y en la Corte bufón a lo divino.

Érase un espolón de una galera, ¿Por qué censuras tú la lengua griega


érase una pirámide de Egipto, siendo sólo rabí de la judía,
las doce tribus de narices era. cosa que tu nariz aun no lo niega?

Érase un naricísimo infinito, No escribas versos más, por vida mía;


muchísima nariz, nariz tan fiera, aunque aquesto de escribas se te pega,
que en la cara de Anás fuera delito. por tener de sayón la rebeldía.
Francisco de Quevedo
Texto 20. SONETO Texto 21. SONETO
A APOLO SIGUIENDO A DAFNE AMOR CONSTANTE MÁS ALLÁ DE LA MUERTE

Bermejazo Platero de las cumbres Cerrar podrá mis ojos la postrera


A cuya luz se espulga la canalla: Sombra que me llevare el blanco día,
La ninfa Dafne, que se afufa y calla, Y podrá desatar esta alma mía
Si la quieres gozar, paga y no alumbres. Hora, a su afán ansioso lisonjera;

Si quieres ahorrar de pesadumbres, Mas no de esotra parte en la ribera


Ojo del Cielo, trata de compralla: Dejará la memoria, en donde ardía:
En confites gastó Marte la malla, Nadar sabe mi llama el agua fría,
Y la espada en pasteles y en azumbres. Y perder el respeto a ley severa.

Volvióse en bolsa Júpiter severo, Alma, a quien todo un Dios prisión ha sido,
Levantóse las faldas la doncella Venas, que humor a tanto fuego han dado,
Por recogerle en lluvia de dinero. Médulas, que han gloriosamente ardido,

Astucia fue de alguna Dueña Estrella, Su cuerpo dejará, no su cuidado;


Que de Estrella sin Dueña no lo infiero: Serán ceniza, mas tendrá sentido;
Febo, pues eres Sol, sírvete de ella. Polvo serán, mas polvo enamorado
Francisco de Quevedo
Texto 22. SONETO Texto 23. SONETO

Miré los muros de la patria mía, "¡Ah de la vida!"... ¿Nadie me responde?


si un tiempo fuertes ya desmoronados ¡Aquí de los antaños que he vivido!
de la carrera de la edad cansados La Fortuna mis tiempos ha mordido;
por quien caduca ya su valentía. las Horas mi locura las esconde.

Salime al campo: vi que el sol bebía ¡Que sin poder saber cómo ni a dónde
los arroyos del hielo desatados, la salud y la edad se hayan huido!
y del monte quejosos los ganados Falta la vida, asiste lo vivido,
que con sombras hurtó su luz al día. y no hay calamidad que no me ronde.

Entré en mi casa: vi que amancillada Ayer se fue; mañana no ha llegado;


de anciana habitación era despojos, hoy se está yendo sin parar un punto:
mi báculo más corvo y menos fuerte. soy un fue, y un será, y un es cansado.

Vencida de la edad sentí mi espada, En el hoy y mañana y ayer, junto


y no hallé cosa en que poner los ojos pañales y mortaja, y he quedado
que no fuese recuerdo de la muerte. presentes sucesiones de difunto.
Francisco de Quevedo
Texto 24. SONETO Texto 25. SONETO

Es hielo abrasador, es fuego helado, Huye sin percibirse, lento, el día,


es herida que duele y no se siente, y la hora secreta y recatada
es un soñado bien, un mal presente, con silencio se acerca, y, despreciada,
es un breve descanso muy cansado. lleva tras sí la edad lozana mía.

Es un descuido que nos da cuidado, La vida nueva, que en niñez ardía,


un cobarde con nombre de valiente, la juventud robusta y engañada,
un andar solitario entre la gente, en el postrer invierno sepultada,
un amar solamente ser amado. yace entre negra sombra y nieve fría.

Es una libertad encarcelada, No sentí resbalar, mudos, los años;


que dura hasta el postrero paroxismo; hoy los lloro pasados, y los veo
enfermedad que crece si es curada. riendo de mis lágrimas y daños.

Éste es el niño Amor, éste es su abismo. Mi penitencia deba a mi deseo,


¿Mirad cuál amistad tendrá con nada pues me deben la vida mis engaños,
el que en todo es contrario de sí mismo! y espero el mal que paso, y no le creo.
Francisco de Quevedo
Texto 26. ALGUIEN ME PREGUNTÓ UN DÍA Si un día algún pedo toca a tu puerta
no se la cierres, déjala abierta,
¿Qué es un pedo? deja que sople, deja que gire
Y yo le contesté muy quedo: a ver si hay alguien que lo respire.
el pedo es un pedo,
con cuerpo de aire y corazón de viento, También los pedos son educados
el pedo es como un alma en pena pues se los tiran los licenciados,
que a veces sopla, que a veces truena, el pedo tiene algo monstruoso
es como el agua que se desliza pues si lo aguantas te lleva al pozo.
con mucha fuerza, con mucha prisa. Este poema se ha terminado,
con tanto pedo que me he tirado
El pedo es como la nube que va volando
y por donde pasa va fumigando,
el pedo es vida, el pedo es muerte
y tiene algo que nos divierte;
el pedo gime, el pedo llora,
el pedo es aire, el pedo es ruido
y a veces sale por un descuido,
el pedo es fuerte, es imponente
pues se los tira toda la gente.

En este mundo un pedo es vida


porque hasta el Papa bien se lo tira,
hay pedos cultos e ignorantes,
hay pedos gordos, hay pedos flacos,
según el diámetro de los tacos,
hay pedos tristes, los hay risueños
según el gusto que tiene el dueño.
Lope de Vega
Texto 27. SONETO Texto 28. SONETO

Desmayarse, atreverse, estar furioso, Un soneto me manda hacer Violante


áspero, tierno, liberal, esquivo, que en mi vida me he visto en tanto aprieto;
alentado, mortal, difunto, vivo, catorce versos dicen que es soneto;
leal, traidor, cobarde y animoso; burla burlando van los tres delante.

no hallar fuera del bien centro y reposo, Yo pensé que no hallara consonante,
mostrarse alegre, triste, humilde, altivo, y estoy a la mitad de otro cuarteto;
enojado, valiente, fugitivo, mas si me veo en el primer terceto,
satisfecho, ofendido, receloso; no hay cosa en los cuartetos que me espante.

huir el rostro al claro desengaño, Por el primer terceto voy entrando,


beber veneno por licor süave, y parece que entré con pie derecho,
olvidar el provecho, amar el daño; pues fin con este verso le voy dando.

creer que un cielo en un infierno cabe, Ya estoy en el segundo, y aun sospecho


dar la vida y el alma a un desengaño; que voy los trece versos acabando;
esto es amor, quien lo probó lo sabe. contad si son catorce, y está hecho.
Lope de Vega
Texto 29. SONETO Texto 30. SONETO

Resuelta en polvo ya, mas siempre hermosa, Es la mujer del hombre lo más bueno,
sin dejarme vivir, vive serena y locura decir que lo más malo,
aquella luz, que fue mi gloria y pena, su vida suele ser y su regalo,
y me hace guerra, cuando en paz reposa. su muerte suele ser y su veneno.

Tan vivo está el jazmín, la pura rosa, Cielo a los ojos, cándido y sereno,
que, blandamente ardiendo en azucena, que muchas veces al infierno igualo,
me abrasa el alma de memorias llena: por raro al mundo su valor señalo,
ceniza de su fénix amorosa. por falso al hombre su rigor condeno.

¡Oh memorïa cruel de mis enojos!, Ella nos da su sangre, ella nos cría,
¿qué honor te puede dar mi sentimiento, no ha hecho el cielo cosa más ingrata:
en polvo convertidos sus despojos? es un ángel, y a veces una arpía.

Permíteme callar sólo un momento: Quiere, aborrece, trata bien, maltrata,


que ya no tienen lágrimas mis ojos... y es la mujer al fin como sangría,
ni conceptos de amor mi pensamiento. que a veces da salud, y a veces mata.
Lope de Vega
Texto 31. SONETO Texto 32. SONETO
A UNA CALAVERA A UNA ROSA

Esta cabeza, cuando viva, tuvo ¡Con qué artificio tan divino sales
sobre la arquitectura destos huesos de esa camisa de esmeralda fina,
carne y cabellos, por quien fueron presos oh rosa celestial alejandrina,
los ojos que mirándola detuvo. coronada de granos orientales!

Aquí la rosa de la boca estuvo, Ya en rubíes te enciendes, ya en corales,


marchita ya con tan helados besos, ya tu color a púrpura se inclina
aquí los ojos de esmeralda impresos, sentada en esa basa peregrina
color que tantas almas entretuvo. que forman cinco puntas desiguales.

Aquí la estimativa en que tenía Bien haya tu divino autor, pues mueves
el principio de todo el movimiento, a su contemplación el pensamiento,
aquí de las potencias la armonía. a aun a pensar en nuestros años breves.

¡Oh hermosura mortal, cometa al viento!, Así la verde edad se esparce al viento,
¿dónde tan alta presunción vivía, y así las esperanzas son aleves
desprecian los gusanos aposento? que tienen en la tierra el fundamento...
Rodrigo Caro
Texto 33. CANCIÓN A LAS RUINAS DE ITÁLICA
(fragmento)

Estos, Fabio, ¡ay dolor!, que ves ahora


campos de soledad, mustio collado,
fueron un tiempo Itálica famosa.
Aquí de Cipión la vencedora
colonia fue; por tierra derribado
yace el temido honor de la espantosa
muralla, y lastimosa
reliquia es solamente
de su invencible gente.
Sólo quedan memorias funerales
donde erraron ya sombras de alto ejemplo.
Este llano fue plaza, allí fue templo;
de todo apenas quedan las señales.
Del gimnasio y las termas regaladas
leves vuelan cenizas desdichadas;
las torres que desprecio al aire fueron
a su gran pesadumbre se rindieron.
Este despedazado anfiteatro,
impío honor de los dioses, cuya afrenta
publica el amarillo jaramago,
ya reducido a trágico teatro,
¡oh fábula del tiempo, representa
cuánta fue su grandeza y es su estrago! […]

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